AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un recuerdo...una pesadilla. {- Pandora D. Benoit -}
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Un recuerdo...una pesadilla. {- Pandora D. Benoit -}
Las noches de verano eran frías, húmedas y con un olor a humedad que hacia revolver las entrañas debido a la contaminación de los bajos fondos. El burdel esa noche, estaba en el punto más alto de su encuentro con el placer y la diversión de cada roce bajo las sabanas de la lujuria. Esa noche, especialmente, Ivy volvía de un encargo que había recibido hace días y por si fuera poco, llevaba a escondidas lo que era un bulto envuelto entre sabanas, con volumen y un rostro que era para comérselo a besos. No pudo soportar ver al bebe en el umbral de la puerta, solo y sin compañía alguna.
Se dirigía hacia la iglesia, para dejar en la puerta al bebe, pero en cuanto planto un pie en la escalinata de piedra, se echo hacia atrás, pero pensándolo mejor, no podría ir con un bebe al burdel y no tendría a donde ir con el bebe aparte del burdel, las noches entre viaje y viaje por los mandatos que recibía del papado. La orden era muy estricta y bueno, tenias que seguir adelante por ti mismo, raramente te ayudaban en algo. Miro al frente y suspiro volviendo su mirada hacia el bebe.-No te puedo llevar conmigo, cariño-Ya se había encariñado del bebe. Era una perdición para ella y no lo podía remediar. Se sonrojo al pensar tener un bebe dentro de su vientre, pero esa imagen tan feliz, estaba a años luz de su destino, en realidad no existía para ella.
Negó con la cabeza al aguantar las lagrimas y alzo la mirada al frente para entrar de una vez en la iglesia. Estaba sin un alma y el precioso Cristo colgado en la cruz justo en frente. Se acerco embobada por la imagen que transmitía aquella imagen tan solitaria. Se arrodillo frente al altar de la iglesia y en un centro de flores con laurel, dejo lentamente a la dormida criatura que estaría soñando bellos sueños. Acaricio su rostro lentamente con el canto de la mano, aguantando las lágrimas del escarmiento que le daba al dejar a la criatura sola, pero apenas estaba bajo un techo y a salvo. Se cubrió el rostro con la capa de terciopelo negra y lentamente separo su mano de la mejilla de la criatura. Se fue incorporando lentamente de pie y agacho la cabeza para no ser vista entre los presentes que apenas había en la iglesia. Andaba y andaba sin rumbo. Era increíble como algo tan pequeño te llenaba de regocijo en el corazón y a la vez era tan complicado de tener.
Algo tan...pequeño, tan frágil te llenaba el lugar vacio del corazón en unos segundos y ya te llenaba la mente de tontas ideas a las que agarrarte. Se sentó en un banco de piedra de la plaza y miro al cielo estrellado cubierta aun por la capa aterciopelada negra. Suspiro y miraba el cielo estrellado, recorriendo cada rincón de Paris con la vista hasta que la iba bajando poco a poco y se fijaba en parejas, niños dentro de los carruajes esperando a sus padres para ir a casa. Uno de esos niños hizo captar la atención de Ivy, una niña de cabellos dorados, ojos claros y una sonrisa en la boca se cruzo con la mirada de Ivy para después señalarla vulgarmente y despedirse de ella con la mano. Sonrió de lado al despedirse de la niña y se incorporo para volver al burdel de nuevo.
Llego al burdel y estaban las chicas de siempre, las nuevas, las veteranas y algún que otro sinvergüenza mirando descaradamente al frente y no precisamente por encima del cuello de las cortesanas de París. Resoplo y entro en el burdel para subir las escaleras arriba y encontrar en el pasillo a Pandora, saliendo de su habitación con mala cara. Se acerco a ella poco a poco y fijo su mirada en ella. Se descubrió el rostro de la capa negra y espero.
-¿Estás bien querida?-Dijo con dulzura mientras buscaba la mirada de Pandora. La noche era joven, podría ayudarla en lo que sea.
Se dirigía hacia la iglesia, para dejar en la puerta al bebe, pero en cuanto planto un pie en la escalinata de piedra, se echo hacia atrás, pero pensándolo mejor, no podría ir con un bebe al burdel y no tendría a donde ir con el bebe aparte del burdel, las noches entre viaje y viaje por los mandatos que recibía del papado. La orden era muy estricta y bueno, tenias que seguir adelante por ti mismo, raramente te ayudaban en algo. Miro al frente y suspiro volviendo su mirada hacia el bebe.-No te puedo llevar conmigo, cariño-Ya se había encariñado del bebe. Era una perdición para ella y no lo podía remediar. Se sonrojo al pensar tener un bebe dentro de su vientre, pero esa imagen tan feliz, estaba a años luz de su destino, en realidad no existía para ella.
Negó con la cabeza al aguantar las lagrimas y alzo la mirada al frente para entrar de una vez en la iglesia. Estaba sin un alma y el precioso Cristo colgado en la cruz justo en frente. Se acerco embobada por la imagen que transmitía aquella imagen tan solitaria. Se arrodillo frente al altar de la iglesia y en un centro de flores con laurel, dejo lentamente a la dormida criatura que estaría soñando bellos sueños. Acaricio su rostro lentamente con el canto de la mano, aguantando las lágrimas del escarmiento que le daba al dejar a la criatura sola, pero apenas estaba bajo un techo y a salvo. Se cubrió el rostro con la capa de terciopelo negra y lentamente separo su mano de la mejilla de la criatura. Se fue incorporando lentamente de pie y agacho la cabeza para no ser vista entre los presentes que apenas había en la iglesia. Andaba y andaba sin rumbo. Era increíble como algo tan pequeño te llenaba de regocijo en el corazón y a la vez era tan complicado de tener.
Algo tan...pequeño, tan frágil te llenaba el lugar vacio del corazón en unos segundos y ya te llenaba la mente de tontas ideas a las que agarrarte. Se sentó en un banco de piedra de la plaza y miro al cielo estrellado cubierta aun por la capa aterciopelada negra. Suspiro y miraba el cielo estrellado, recorriendo cada rincón de Paris con la vista hasta que la iba bajando poco a poco y se fijaba en parejas, niños dentro de los carruajes esperando a sus padres para ir a casa. Uno de esos niños hizo captar la atención de Ivy, una niña de cabellos dorados, ojos claros y una sonrisa en la boca se cruzo con la mirada de Ivy para después señalarla vulgarmente y despedirse de ella con la mano. Sonrió de lado al despedirse de la niña y se incorporo para volver al burdel de nuevo.
Llego al burdel y estaban las chicas de siempre, las nuevas, las veteranas y algún que otro sinvergüenza mirando descaradamente al frente y no precisamente por encima del cuello de las cortesanas de París. Resoplo y entro en el burdel para subir las escaleras arriba y encontrar en el pasillo a Pandora, saliendo de su habitación con mala cara. Se acerco a ella poco a poco y fijo su mirada en ella. Se descubrió el rostro de la capa negra y espero.
-¿Estás bien querida?-Dijo con dulzura mientras buscaba la mirada de Pandora. La noche era joven, podría ayudarla en lo que sea.
Invitado- Invitado
Re: Un recuerdo...una pesadilla. {- Pandora D. Benoit -}
"I didn’t think dying would be so hard
I didn’t think living would be so hard
These lonely eyes are letting go of pain
So if I die
Let my blood leave a stain"
I didn’t think living would be so hard
These lonely eyes are letting go of pain
So if I die
Let my blood leave a stain"
Noche. Noche fría. Noche de dolor y lamento. Noche de angustia e ironía y, finalmente como siempre, noche. El sol se ha despedido ya del día ocultando sus anaranjados rayos de luz bajo las colinas y, como si de un juego se tratara, la Luna ha despertado mostrando la con total orgullo su pálido esplendor. El silencio se filtra entre las ya olvidadas calles parisinas mientras dentro del Burdel la gente corea victoriosa una copa más. -Anthony, ponme otra.- se escucha a veces. -Guapa, sólo tú sabes cómo hacerme disfrutar.- comentan en varias ocasiones los aldeanos que, repletos de un mero deseo sexual, acuden a las cortesanas para que los deleiten con curvas infernales y belleza inaudita.
Pandora baila con los ojos cerrados sobre el escenario. Dejándose llevar por el ambiente y sus sentimientos, disfrutando de ese momento de silencio personal. Para ella bailar es como para un borracho el alcohol, o el dinero para el ludópata. Sus sentimientos, sus más oscuros deseos, sus secretos; todo queda de lado cuando la morena contornea sus caderas creando ese erótico y sensual movimiento. La hombres comienzan a aglutinarse frente a ella babeantes mientras ésta se mantiene totalmente ausente. "Ahora viene cuando dicen: Mueve ese culo" piensa para si misma para, escasos segundos después escuchar su frase plasmada en la ronca voz de alguno de los varones expectantes. "Quítate algo más, añadirán" comenta su despierta mente acertando de nuevo ante el hostil comentario. Esas personas son la viva imagen de la desesperación, el deseo y la infedelidad marcada por el silencio.
Abre los ojos, cansada de todo y de nada, harta de esos animales sedientos de sexo y sumisión que consiguen hacerla sentir pequeña. Los observa uno a uno sin cesar los movimientos, intentando destacar cuál podría ser el rasgo positivo que los caracteriza pero llega a la conclusión de que eso no es posible, no con alguien como ellos. Vuelve a cerrar los ojos dejándose llevar por el momento e instantes después, los abre clavando sus preciosas orbes pardas sobre uno de los individuos allí alistados.
Un agudo grito escapa de sus labios color samín sin ella desearlo. La viva imagen de su padre está frente a ella inspeccionándola con esa grosera cara de asco que tanto repudiaba. Miles de recuerdos vuelven a ella como si de un arma de fogeo se tratara y, finalmente, pequeñas lágrimas de agusa salada resbalan por sus mejillas. "Clémence, Clémence eres tú". La voz de su progenitor resuena en su mente obligándola a taparse los oídos. Corre por los pasillos, es más, vuela escaleras arriba evadiendo a las otras chicas. Una mueca de claro terror se ha instaurado en su rostro y no parece querer escapar. De repente, el tono agudo ya conocido la hace volver a la realidad y, como si de una necesidad se tratara, se abraza a la figura aún encapuchada escondiendo su rostro entre la maraña de pelo. -No...- contesta con la voz quebrada, roto por el dolor y mostrando esa debilidad que ella tanto odiaba.
Pandora baila con los ojos cerrados sobre el escenario. Dejándose llevar por el ambiente y sus sentimientos, disfrutando de ese momento de silencio personal. Para ella bailar es como para un borracho el alcohol, o el dinero para el ludópata. Sus sentimientos, sus más oscuros deseos, sus secretos; todo queda de lado cuando la morena contornea sus caderas creando ese erótico y sensual movimiento. La hombres comienzan a aglutinarse frente a ella babeantes mientras ésta se mantiene totalmente ausente. "Ahora viene cuando dicen: Mueve ese culo" piensa para si misma para, escasos segundos después escuchar su frase plasmada en la ronca voz de alguno de los varones expectantes. "Quítate algo más, añadirán" comenta su despierta mente acertando de nuevo ante el hostil comentario. Esas personas son la viva imagen de la desesperación, el deseo y la infedelidad marcada por el silencio.
Abre los ojos, cansada de todo y de nada, harta de esos animales sedientos de sexo y sumisión que consiguen hacerla sentir pequeña. Los observa uno a uno sin cesar los movimientos, intentando destacar cuál podría ser el rasgo positivo que los caracteriza pero llega a la conclusión de que eso no es posible, no con alguien como ellos. Vuelve a cerrar los ojos dejándose llevar por el momento e instantes después, los abre clavando sus preciosas orbes pardas sobre uno de los individuos allí alistados.
Un agudo grito escapa de sus labios color samín sin ella desearlo. La viva imagen de su padre está frente a ella inspeccionándola con esa grosera cara de asco que tanto repudiaba. Miles de recuerdos vuelven a ella como si de un arma de fogeo se tratara y, finalmente, pequeñas lágrimas de agusa salada resbalan por sus mejillas. "Clémence, Clémence eres tú". La voz de su progenitor resuena en su mente obligándola a taparse los oídos. Corre por los pasillos, es más, vuela escaleras arriba evadiendo a las otras chicas. Una mueca de claro terror se ha instaurado en su rostro y no parece querer escapar. De repente, el tono agudo ya conocido la hace volver a la realidad y, como si de una necesidad se tratara, se abraza a la figura aún encapuchada escondiendo su rostro entre la maraña de pelo. -No...- contesta con la voz quebrada, roto por el dolor y mostrando esa debilidad que ella tanto odiaba.
Pandora D. Benoit- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 24/07/2011
Re: Un recuerdo...una pesadilla. {- Pandora D. Benoit -}
Abrió de par en par los ojos al ver a Pandora entre su pecho, embadurnándola entre lagrimas desgarrado por un gemido ahogado-Pandora...-Sin más preámbulo, no dijo nada más, agarro a Pandora con su brazo tiernamente, rodeándola por encima de los hombros y metiéndola dentro de la habitación para estar a solas. Con cuidado la sentó en el borde de la cama y se agacho a su altura. Pudo ver que tenia la mirada perdida, el cuerpo temblando. Con una media sonrisa aunque pequeña, Ivy comenzó a acariciar los brazos de Pandora, lentamente para que los temblores cesaran poco a poco-Ehh...-Comenzó a susurrar cerca de Pandora-Ya está...estoy contigo, Pandora-Dijo suavemente. Volvió a abrazarla cuando se sentó a su lado, susurrándola palabras para que las lágrimas que destrozaban su belleza pudieran descansar. Seco las lagrimas de cocodrilo de Pandora y le acariciaba el pelo suavemente mientras la abrazaba con el otro brazo.
-Pandora....-coloco un mechón de pelo por detrás de su oreja y coloco ambas manos en sus mejillas para mirarla a los ojos. Negó con la cabeza mientras esbozaba una sonrisa
-Ahora...estas conmigo y lejos de todos. Estamos a solas-Movió las manos lejos de su cara y las apoyo en sus manos para acariciarlas lentamente.-No...Se que ha pasado ahí abajo, pero cuando te he encontrado...-hizo una pausa escogiendo bien las palabras y no incomodarla-Debo decir que no me ha gustado nada encontrarte así.-Dijo sin tapujos. Suspiro mientras alejaba sus manos de las de Pandora y pensó que quizás estaba agobiándola un poco.
La miro a los ojos y espero mientras se quitaba su capa aterciopelada y la dejaba bien estirada sobre la colcha de la cama. Ahora que observaba la habitación, sin darse cuenta, se había metido en su propia habitación y se levanto a colocar entonces la capa sobre el saliente de una percha. Comenzó a observar de arriba abajo a Pandora y se retiro lentamente el cabello a la vez que se sentaba a su lado otra vez. Cruzo las piernas y sonrió a Pandora con una línea en los labios.
-¿Quieres algo de beber?¿Un té o un vaso de whisky?-Dijo con una sonrisa-Quizás te levante el ánimo y podamos echarnos unas risas-sonrió y miró con cuidado a Pandora. Se levanto pero al ver que Pandora alzaba su mirada volvió a sentarse-¿O no quieres?-Pregunto con inocencia en la voz. Conocía a Pandora y sabía que no le gustaba estar aquí, encerrada en una rutina diaria entre roces irritantes y olores desagradables. El burdel era algo como un matadero en el que toda mujer sin recursos o sin oportunidad de triunfar como es en el caso de Ivy, eran algo con lo que tenían que llevar al hombro y soportar la carga con una sonrisa en los labios. Ayudaría a Pandora en todo lo que necesitara, pero tenía que confiar en mí, pero no tenía prisa. Una lágrima salio resbalando la mejilla de Ivy y sin darse cuenta de ello, cayo en la tela del vestido. Cerró los ojos y comenzo a bajar la mirada hacia el suelo y termino por limpiarse la mejilla con la manga del vestido. ¿Que le pasaba? Se centro en Pandora y sonrio de nuevo.
-Pandora....-coloco un mechón de pelo por detrás de su oreja y coloco ambas manos en sus mejillas para mirarla a los ojos. Negó con la cabeza mientras esbozaba una sonrisa
-Ahora...estas conmigo y lejos de todos. Estamos a solas-Movió las manos lejos de su cara y las apoyo en sus manos para acariciarlas lentamente.-No...Se que ha pasado ahí abajo, pero cuando te he encontrado...-hizo una pausa escogiendo bien las palabras y no incomodarla-Debo decir que no me ha gustado nada encontrarte así.-Dijo sin tapujos. Suspiro mientras alejaba sus manos de las de Pandora y pensó que quizás estaba agobiándola un poco.
La miro a los ojos y espero mientras se quitaba su capa aterciopelada y la dejaba bien estirada sobre la colcha de la cama. Ahora que observaba la habitación, sin darse cuenta, se había metido en su propia habitación y se levanto a colocar entonces la capa sobre el saliente de una percha. Comenzó a observar de arriba abajo a Pandora y se retiro lentamente el cabello a la vez que se sentaba a su lado otra vez. Cruzo las piernas y sonrió a Pandora con una línea en los labios.
-¿Quieres algo de beber?¿Un té o un vaso de whisky?-Dijo con una sonrisa-Quizás te levante el ánimo y podamos echarnos unas risas-sonrió y miró con cuidado a Pandora. Se levanto pero al ver que Pandora alzaba su mirada volvió a sentarse-¿O no quieres?-Pregunto con inocencia en la voz. Conocía a Pandora y sabía que no le gustaba estar aquí, encerrada en una rutina diaria entre roces irritantes y olores desagradables. El burdel era algo como un matadero en el que toda mujer sin recursos o sin oportunidad de triunfar como es en el caso de Ivy, eran algo con lo que tenían que llevar al hombro y soportar la carga con una sonrisa en los labios. Ayudaría a Pandora en todo lo que necesitara, pero tenía que confiar en mí, pero no tenía prisa. Una lágrima salio resbalando la mejilla de Ivy y sin darse cuenta de ello, cayo en la tela del vestido. Cerró los ojos y comenzo a bajar la mirada hacia el suelo y termino por limpiarse la mejilla con la manga del vestido. ¿Que le pasaba? Se centro en Pandora y sonrio de nuevo.
Invitado- Invitado
Re: Un recuerdo...una pesadilla. {- Pandora D. Benoit -}
El escudo que con tanta dificultad había alzado Pandora ante los demás, se derrumba ahora como una torre de naipes a causa del sutil roce de la brisa matutina contra sus torres. Igual que las cartas, las lágrimas de Pandora resbalan por su rostro nublándole la vista y obligándola a esconderse un poco más bajo ese matojo de cabello perfectamente alborotado. No sabe por qué se está comportando así y, de hecho, desconoce la reacción que está teniendo pero por algún estúpido motivo no puede dejar de sollozar aferrada a las faldas ajenas."Pandora, ¿Qué haces?, tú no eres así, no lo eres.." le dice su mente exigiendo tomar el control de las emociones. "¿Dónde ha quedado esa fortaleza personal?" añade esa vocecilla interior mientras la chica, muy poco a poco, va calmándose. Por alguna extraña razón se siente a gusto, protegida entre los brazos de la otra cortesana.
De nuevo ese dulce tono de voz que, en cierta manera le recuerda al de su fallecida madre, vuelve a sonar evocándola a la realidad más absoluta. Puede sentir como brazos ajenos la arropan devolviéndole la calidez que durante tanto tiempo ha extrañado y ahora parece haberle sido devuelta. Se deja guiar por Ivy hacia una de las habitaciones sin importarle quién es la dueña y, en cuanto puede, se sienta sobre el colchón evitando así caer redonda al suelo a causa de los nervios. "¿Estás conmigo?, ¿De verdad?" la gustaría haberle preguntado a la rubia pero las palabras parecen no querer salir de su mente y lo único que consigue vocalizar la morena son roncos sollozos de puro cansancio. ¿Cuánto hace que no llora para desahogarse?. -Yo..., yo...- comienza a hablar desviando la mirada al suelo pero se da cuenta de que no sabe qué decir exactamente. -...gracias, Ivy.- finaliza con un simple susurro más parecido a un suspiro que al sonido de las letras.
De repente, su compañera se levanta y la confianza que Pandora ha ganado en pocos momentos se desvanece dejando una clara mueca de temor en el pálido rostro de la chica que incluso ahora, se siente mal. El estrés, el insomnio, las pesadillas, las horas muertas y todo el descanso que por "X" motivos ha dejado de lado ahora le pasan factura cebándose con su delicada salud. Desvía la mirada al suelo como en otras tantas ocasiones y la voz de su amiga vuelve a sonar rompiendo el silencio. No la escucha pero, sin embargo, le gusta oírla. -No, no quiero...- comenta apagada. Pocas personas, por no decir ninguna, conocen esta faceta amable de la muchacha. -Me tengo que ir, no he terminado mi turno...- comienza a hablar mientras se lleva las manos a la cara para taparse los ojos aún llorosos. -He quedado como una completa idiota.- añade y sin saber por qué, se deja guiar por sus instintos que le piden que se abrace otra vez a la chica que tiene frente a ella para que le brinde la calidez de antes. -Hacía tiempo que nadie me abrazaba, ni me preguntaba si estaba bien.- dice cerrando los ojos unos instantes. ¿Pandora siendo simpática? Definitivamente está enferma.
De nuevo ese dulce tono de voz que, en cierta manera le recuerda al de su fallecida madre, vuelve a sonar evocándola a la realidad más absoluta. Puede sentir como brazos ajenos la arropan devolviéndole la calidez que durante tanto tiempo ha extrañado y ahora parece haberle sido devuelta. Se deja guiar por Ivy hacia una de las habitaciones sin importarle quién es la dueña y, en cuanto puede, se sienta sobre el colchón evitando así caer redonda al suelo a causa de los nervios. "¿Estás conmigo?, ¿De verdad?" la gustaría haberle preguntado a la rubia pero las palabras parecen no querer salir de su mente y lo único que consigue vocalizar la morena son roncos sollozos de puro cansancio. ¿Cuánto hace que no llora para desahogarse?. -Yo..., yo...- comienza a hablar desviando la mirada al suelo pero se da cuenta de que no sabe qué decir exactamente. -...gracias, Ivy.- finaliza con un simple susurro más parecido a un suspiro que al sonido de las letras.
De repente, su compañera se levanta y la confianza que Pandora ha ganado en pocos momentos se desvanece dejando una clara mueca de temor en el pálido rostro de la chica que incluso ahora, se siente mal. El estrés, el insomnio, las pesadillas, las horas muertas y todo el descanso que por "X" motivos ha dejado de lado ahora le pasan factura cebándose con su delicada salud. Desvía la mirada al suelo como en otras tantas ocasiones y la voz de su amiga vuelve a sonar rompiendo el silencio. No la escucha pero, sin embargo, le gusta oírla. -No, no quiero...- comenta apagada. Pocas personas, por no decir ninguna, conocen esta faceta amable de la muchacha. -Me tengo que ir, no he terminado mi turno...- comienza a hablar mientras se lleva las manos a la cara para taparse los ojos aún llorosos. -He quedado como una completa idiota.- añade y sin saber por qué, se deja guiar por sus instintos que le piden que se abrace otra vez a la chica que tiene frente a ella para que le brinde la calidez de antes. -Hacía tiempo que nadie me abrazaba, ni me preguntaba si estaba bien.- dice cerrando los ojos unos instantes. ¿Pandora siendo simpática? Definitivamente está enferma.
Pandora D. Benoit- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 24/07/2011
Re: Un recuerdo...una pesadilla. {- Pandora D. Benoit -}
observo con detenimiento a Pandora y volvio a mostrar cariño hacia ella. Comenzo a acariciarle el sedoso cabello que tenia y le cogio del mentón para mirarla a los ojos.-Creeme, ahora mismo, la gente que estaba viendote, estaran bajo las sabanas de alguna otra compañera-sonrie de lado y le guiña un ojo coquetamente para despues posar un lento beso en el pómulo de Pandora.-¿No sera porque son unos ignorantes?-Dijo firmeza para luego rodear con un brazo a Pandora por encima de los hombros y atraerla hacia su pecho-No les hagas caso si te llegan a molestar, la gente no tiene la misma suerte que tengo yo al conocerte, Pandora-Dijo lentamente mientras le acariciaba el hombro-¿Que te ocurrio ahi fuera?-Pregunto directamente, pero claro, no podria ayudarla si no sabia cual era el principio, cual era la base de lo que le habia pasado alla dentro del escenario.
La miro con un gesto preocupado pues cayo en la cuenta que no era facil sonsacarle las cosas a Pandora asi tan facilmente. Esbozo una sonrisa y se levanto hasta el armario donde guardaba una fina bata de seda colo crema. La coloco por encima de Pandora y puso su cabello por encima de la bata. Estaba en ropas menores, bueno eramos cortesanas, pero ahora estabamos fuera de la linea laboral y no tiene la necesidad de mostrar su desnudez frente a algo que no es del trabajo.-Asi mejor-Dijo con una sonrisa volviendo al lado de Pandora.-Ahora, querida...pero si no quieres contarme nada, no te..forzare si no quieres...tan solo quiero que....intentes desahogarte para que te sientas mejor.-Sonrio de lado a lado esperando la decision de Pandora. La respetaba, mas que a las demas otras chicas, pero en especial, Pandora la hacia sentir como una madre de algún modo.
Ivy se sentia a veces muy maternal, ya sintio su deseo de quedarse con el bebe de antes pero no podria hacerlo, era imposible y más al estar trabajando de cortesana y siendo a la vez un trabajo para el papado y para la orden la cual trabajaba. Suspiro de nuevo y se recosto en los cojines de la habitación a la vez que miraba sonriendo a Pandora.-Ven, Pandora-Dijo haciendo un ademán con la mano-Cuentame aquella historia-Dijo insistiendo más en que se acercase a ella.
La miro con un gesto preocupado pues cayo en la cuenta que no era facil sonsacarle las cosas a Pandora asi tan facilmente. Esbozo una sonrisa y se levanto hasta el armario donde guardaba una fina bata de seda colo crema. La coloco por encima de Pandora y puso su cabello por encima de la bata. Estaba en ropas menores, bueno eramos cortesanas, pero ahora estabamos fuera de la linea laboral y no tiene la necesidad de mostrar su desnudez frente a algo que no es del trabajo.-Asi mejor-Dijo con una sonrisa volviendo al lado de Pandora.-Ahora, querida...pero si no quieres contarme nada, no te..forzare si no quieres...tan solo quiero que....intentes desahogarte para que te sientas mejor.-Sonrio de lado a lado esperando la decision de Pandora. La respetaba, mas que a las demas otras chicas, pero en especial, Pandora la hacia sentir como una madre de algún modo.
Ivy se sentia a veces muy maternal, ya sintio su deseo de quedarse con el bebe de antes pero no podria hacerlo, era imposible y más al estar trabajando de cortesana y siendo a la vez un trabajo para el papado y para la orden la cual trabajaba. Suspiro de nuevo y se recosto en los cojines de la habitación a la vez que miraba sonriendo a Pandora.-Ven, Pandora-Dijo haciendo un ademán con la mano-Cuentame aquella historia-Dijo insistiendo más en que se acercase a ella.
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