AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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..::: La mascarada ::..
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..::: La mascarada ::..
La mascarada.
Las invitaciones recorrieron la ciudad de Paris para llegar a mano de los potenciales al baile de las máscaras.
El rey del ajedrez como se nombraba en el clan estaba sobre su silla de trono. Son nuevos en toda la estirpe francesa, pero reinan las tierras de Rumania, apenas unos meses que arribaron Malfred Von Carstein y Dana Luminita junto con Irina y Kian Vervelle... ellos esperaron en el salón de baile.
La Arkadia un lugar a las afueras de Paris parece estar atrapado en el ensueño lleno de jardines con flores y árboles frutales, destaca su gran colorido por doquier. La mansión está frente a una gran laguna donde la brisa acaricia la vegetación con suavidad. Las murallas delimitan el acceso donde un portón de hierro se abre para poder dejar entrar a los potenciales con invitación.
La mansión tiene un gran salón donde son recibidos por humanos enmascarados completamente desnudos que sirven bebidas, sangre y está la presencia de otros vampiros que han venido de otras partes del mundo.
Los pasillos dirigen a algunas habitaciones, y el acceso a la terraza y baños.
Habitaciones:
Rodeada de Jardines con las maravillosas flores, invernaderos y fuentes que alimentan mariposas y aves. Hay un kiosko que se deja envolver por algunas enredaderas.
Sistemas:
-Se pueden abrir otros temas de la fiesta dentro de la arcadia, deben mencionar su salida en el tema principal para que sea lo más realista y creíble posible. De preferencia en el primer post como título pequeño poner en que sección de la arcadia se encuentran. Si alguien desea entrar a un tema creado fuera del principal, deberá pedirle permiso al creador de dicho tema.
-No se permiten peleas, ni uso de armas y habilidades. En caso de llevarse a cabo alguna, se deberán poner de acuerdo los jugadores y si no, pediremos la asistencia de un moderador.
-Se pueden matar a humanos no jugadores (ficticios), a los otros que estén sirviendo las bebidas deben respetarlos y si desean algo más se lo piden por privado.
-Escenarios disponibles: El salón de baile (Tema principal), La terraza con mirador a la laguna, los pasillos que llevan a las habitaciones disponibles, baños, los jardines y la terraza.
-En el primer post:
**Mencionar que enseñan la invitación de la fiesta.
**Subir la máscara en spoiler o en vínculo.
-Para el rol y no confundirnos: Hacer mención específica del personaje puede ser entre paréntesis, cuando piensan sobre una persona o hablan alguna persona para que no haya confusión entre personajes. Ejemplo:
Creo que ese hombre (Fulano) de traje azul tiene una máscara muy ridícula, me mira, le sonrío y le saco la lengua. Me acerco lentamente y su mirada (Megnano) no nota mi prescencia.
-No irá por orden pero si deben seguir una línea dependiendo con quien se relacionen. Ej: Dana, Malfred e Irina están juntos y hablan, por ende pueden avanzar su rol, si es que no se mezclan con otros o salen de escena.
-Si desean poner algún video musical en su post tienen toda la libertad de hacerlo.
-Se permiten escenas de alto tono, solo que deben de ser cuidadosos en no caer en la vulgaridad.
-El tema quedará abierto oficialmente desde el sábado 30 de Julio, sin fecha de clausura... tal vez duré un mes o un poco más.
Nota: Este es el Tema principal del baile. A partir de aquí comienza la fiesta. Bienvenidos.
Las invitaciones recorrieron la ciudad de Paris para llegar a mano de los potenciales al baile de las máscaras.
El rey del ajedrez como se nombraba en el clan estaba sobre su silla de trono. Son nuevos en toda la estirpe francesa, pero reinan las tierras de Rumania, apenas unos meses que arribaron Malfred Von Carstein y Dana Luminita junto con Irina y Kian Vervelle... ellos esperaron en el salón de baile.
La Arkadia un lugar a las afueras de Paris parece estar atrapado en el ensueño lleno de jardines con flores y árboles frutales, destaca su gran colorido por doquier. La mansión está frente a una gran laguna donde la brisa acaricia la vegetación con suavidad. Las murallas delimitan el acceso donde un portón de hierro se abre para poder dejar entrar a los potenciales con invitación.
La mansión tiene un gran salón donde son recibidos por humanos enmascarados completamente desnudos que sirven bebidas, sangre y está la presencia de otros vampiros que han venido de otras partes del mundo.
Los pasillos dirigen a algunas habitaciones, y el acceso a la terraza y baños.
Habitaciones:
- Spoiler:
Rodeada de Jardines con las maravillosas flores, invernaderos y fuentes que alimentan mariposas y aves. Hay un kiosko que se deja envolver por algunas enredaderas.
Sistemas:
-Se pueden abrir otros temas de la fiesta dentro de la arcadia, deben mencionar su salida en el tema principal para que sea lo más realista y creíble posible. De preferencia en el primer post como título pequeño poner en que sección de la arcadia se encuentran. Si alguien desea entrar a un tema creado fuera del principal, deberá pedirle permiso al creador de dicho tema.
-No se permiten peleas, ni uso de armas y habilidades. En caso de llevarse a cabo alguna, se deberán poner de acuerdo los jugadores y si no, pediremos la asistencia de un moderador.
-Se pueden matar a humanos no jugadores (ficticios), a los otros que estén sirviendo las bebidas deben respetarlos y si desean algo más se lo piden por privado.
-Escenarios disponibles: El salón de baile (Tema principal), La terraza con mirador a la laguna, los pasillos que llevan a las habitaciones disponibles, baños, los jardines y la terraza.
-En el primer post:
**Mencionar que enseñan la invitación de la fiesta.
**Subir la máscara en spoiler o en vínculo.
-Para el rol y no confundirnos: Hacer mención específica del personaje puede ser entre paréntesis, cuando piensan sobre una persona o hablan alguna persona para que no haya confusión entre personajes. Ejemplo:
Creo que ese hombre (Fulano) de traje azul tiene una máscara muy ridícula, me mira, le sonrío y le saco la lengua. Me acerco lentamente y su mirada (Megnano) no nota mi prescencia.
-No irá por orden pero si deben seguir una línea dependiendo con quien se relacionen. Ej: Dana, Malfred e Irina están juntos y hablan, por ende pueden avanzar su rol, si es que no se mezclan con otros o salen de escena.
-Si desean poner algún video musical en su post tienen toda la libertad de hacerlo.
-Se permiten escenas de alto tono, solo que deben de ser cuidadosos en no caer en la vulgaridad.
-El tema quedará abierto oficialmente desde el sábado 30 de Julio, sin fecha de clausura... tal vez duré un mes o un poco más.
Nota: Este es el Tema principal del baile. A partir de aquí comienza la fiesta. Bienvenidos.
Dana Luminita- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/02/2011
Edad : 481
Localización : Arcadia.
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Re: ..::: La mascarada ::..
Es aquella noche donde las aves guardan silencio y solo se escucha la música que nace de una orquesta en un rincón de la estancia. Los pasos platican sobre los pisos de mármol y los danzantes se divierten sin saber quién está detrás de sus caretas. Vuelan como mariposas nacientes. Las risas y los destellos empiezan a brotar esa noche.
Todas las voces suenan en un compás, en un ritmo que siento que me adormece, hasta el momento no le encuentro pies al gato... ¿Juana estás ahí? Esta noche no vienes a la fiesta, esta noche te quedas en la habitación oscura y fría, te acompaña Martín, no estás sola. Los espejos están tapados con mantas de colores, no puedes mirarte a los ojos Juana, no puedes encontrar ese reflejo tuyo el cual acompaña los muertos.
Los carruajes empiezan a pasar la puerta de hierro, las invitaciones son la llave. Los jardines se llenan de aromas extraños que invaden mis pulmones, no los conozco, no son de nadie. Esta noche no es una noche de búsqueda. Miro a mi padre un momento y está muy callado, sus ojos escarlatinas siempre me llaman la atención y mi madre con ese rostro inmutable no mueve sus labios, solo espero que saque su varita mágica. Me siento como una estatua estúpida y entumida. Me muevo un poco y bailo en mi lugar. Kian platica con una de las mucamas, le toca la máscara. Tanto pensar olvido que también de la sangre que recorre las venas de los mortales que está presente en esta fiesta..
La máscara tiene ese tintineante sonido de cascabeles, y aun así bailo en los alrededores de la sala, somos un carnaval de almas, danza, danza. Me carcajeo y cojo una copa y me escabullo entre los invitados para adivinar sus aromas, algunos huelen amargo, otros huelen dulces, otros no tienen aromas... me detengo en una de las puertas que miran al pasillo, se siente el viento que viene de los ventanales, el viento de la laguna... Sigue la música, los versos y no se cansan en mi cabeza, no se cansan en cantar...
Todas las voces suenan en un compás, en un ritmo que siento que me adormece, hasta el momento no le encuentro pies al gato... ¿Juana estás ahí? Esta noche no vienes a la fiesta, esta noche te quedas en la habitación oscura y fría, te acompaña Martín, no estás sola. Los espejos están tapados con mantas de colores, no puedes mirarte a los ojos Juana, no puedes encontrar ese reflejo tuyo el cual acompaña los muertos.
Los carruajes empiezan a pasar la puerta de hierro, las invitaciones son la llave. Los jardines se llenan de aromas extraños que invaden mis pulmones, no los conozco, no son de nadie. Esta noche no es una noche de búsqueda. Miro a mi padre un momento y está muy callado, sus ojos escarlatinas siempre me llaman la atención y mi madre con ese rostro inmutable no mueve sus labios, solo espero que saque su varita mágica. Me siento como una estatua estúpida y entumida. Me muevo un poco y bailo en mi lugar. Kian platica con una de las mucamas, le toca la máscara. Tanto pensar olvido que también de la sangre que recorre las venas de los mortales que está presente en esta fiesta..
La máscara tiene ese tintineante sonido de cascabeles, y aun así bailo en los alrededores de la sala, somos un carnaval de almas, danza, danza. Me carcajeo y cojo una copa y me escabullo entre los invitados para adivinar sus aromas, algunos huelen amargo, otros huelen dulces, otros no tienen aromas... me detengo en una de las puertas que miran al pasillo, se siente el viento que viene de los ventanales, el viento de la laguna... Sigue la música, los versos y no se cansan en mi cabeza, no se cansan en cantar...
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Dana Luminita- Vampiro Clase Alta
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Re: ..::: La mascarada ::..
A medida que el sol se iba escondiendo, el suelo de la mansión dejaba cada vez más de ser teñido por el color provinente de los grandes ventanales de las pétreas paredes. Entonces todo quedó sumido en la oscuridad y ese suelo sólo se vio coloreado con ligeras pinceladas perladas a causa del blancor de la luz de la luna. Y todo se encontró rodeado de silencio. Silencio y oscuridad, los ingredientes perfectos para elaborar el más perfecto de los mundos, el mundo del miedo. Además, el graznido de los cuervos que habitaban los árboles subordinados del bosque transmitían una inquietud notable para aquella pobre alma que transitara por allí, si es que alguna se atrevía a hacerlo.
Todo eso en la planta de arriba. En la estancia subterránea era un reloj de pared el que, con el tictac de su péndulo, marcaba el paso de los segundos y de las horas. En frente de ese reloj y siguiendo el ritmo con la pierna cruzada una frígida y pálida mano sostenía una tarjeta entre sus dedos, una invitación. La había recibido unos días antes de parte de alguien que no conocía. ¿Qué hacía ella con una invitación? Y lo más paradójico, ¿quién quería tenerla cerca? La tarjeta danzaba entre los dedos a la vez que unos cristalinos ojos la observaban acompañados de una ácida sonrisa. Sí, en el fondo sentía curiosidad. ¿Asistiría o no asistiría? De pronto y con gran porte, la vampiresa se levantó de un salto de su cama donde se hallaba tumbada y cubierta únicamente con ropa interior. Se acercó hasta el armario y abrió sus puertas con ímpetu, decidida a elegir alguno de sus mejores vestidos. Asistiría; aunque sólo fuera por el mero hecho de paliar su curiosidad.
***
Hora y media más tarde, cuando se levantaba un insistente y suave viento, las férreas puertas de una mansión cuyas luces se reflejaban en el agua del lago con el que compartía paisaje daban paso a un caballo con su amazona en lo alto del lomo. Ambos seres se fundían con la negrura de la noche, sólo distinguibles de entre las sombras por los remaches plateados de la brida y por la máscara que colgaba a uno de los costados del animal, sujeto por la misma mano que tiempo antes había sostenido la invitación. Brillaba con un fulgor plateado que hacía juego con un collar de plata que adornaba su descubierto pecho; el negro azabache de su vestido de terciopelo contrastaba visiblemente con su pálida piel. Todo era un juego visual que evidentemente invitaba a mirarla, muy detenidamente, para poder descubrirlo todo. Una trampa de depredador que posiblemente encontraría presa esa noche. Sólo hacía falta esperar el momento oportuno y las circunstancias favorables, y… Festín.
Pero primero debía conocer el lugar. Aún no se había extinguido la tintineante curiosidad que latía en su pecho, hecho que cada vez le parecía más excitante al estar prácticamente lanzándola a la aventura. ¿Con quién se encontraría esa noche, y por qué? Lo descubriría una vez hubiera examinado el terreno. Por lo pronto, se acercó a un trote moderado a la entrada donde un mozo sujetó al caballo. “Más te vale que lo trates bien”, le advirtió mentalmente tras apearse de un salto firme. Una vez en tierra, se giró despacio hacia la puerta y se acercó a ella con paso tranquilo. Sonrió observando el interior, apenas ocupado, y más amplia se volvió su sonrisa cuando se sacó la invitación del pecho y se la mostró al encargado, cuya cara calificó la inmortal de cómicamente patética. Dio unos pasos hacia el interior y, despacio y sin perder detalle de nada que pudiera suceder, se colocó la máscara, quedando su rostro cubierto desde la frente hasta sobre los labios, con una tétrica sonrisa asomando por éstos y quedando claramente anclada a ellos.
Todo eso en la planta de arriba. En la estancia subterránea era un reloj de pared el que, con el tictac de su péndulo, marcaba el paso de los segundos y de las horas. En frente de ese reloj y siguiendo el ritmo con la pierna cruzada una frígida y pálida mano sostenía una tarjeta entre sus dedos, una invitación. La había recibido unos días antes de parte de alguien que no conocía. ¿Qué hacía ella con una invitación? Y lo más paradójico, ¿quién quería tenerla cerca? La tarjeta danzaba entre los dedos a la vez que unos cristalinos ojos la observaban acompañados de una ácida sonrisa. Sí, en el fondo sentía curiosidad. ¿Asistiría o no asistiría? De pronto y con gran porte, la vampiresa se levantó de un salto de su cama donde se hallaba tumbada y cubierta únicamente con ropa interior. Se acercó hasta el armario y abrió sus puertas con ímpetu, decidida a elegir alguno de sus mejores vestidos. Asistiría; aunque sólo fuera por el mero hecho de paliar su curiosidad.
***
Hora y media más tarde, cuando se levantaba un insistente y suave viento, las férreas puertas de una mansión cuyas luces se reflejaban en el agua del lago con el que compartía paisaje daban paso a un caballo con su amazona en lo alto del lomo. Ambos seres se fundían con la negrura de la noche, sólo distinguibles de entre las sombras por los remaches plateados de la brida y por la máscara que colgaba a uno de los costados del animal, sujeto por la misma mano que tiempo antes había sostenido la invitación. Brillaba con un fulgor plateado que hacía juego con un collar de plata que adornaba su descubierto pecho; el negro azabache de su vestido de terciopelo contrastaba visiblemente con su pálida piel. Todo era un juego visual que evidentemente invitaba a mirarla, muy detenidamente, para poder descubrirlo todo. Una trampa de depredador que posiblemente encontraría presa esa noche. Sólo hacía falta esperar el momento oportuno y las circunstancias favorables, y… Festín.
Pero primero debía conocer el lugar. Aún no se había extinguido la tintineante curiosidad que latía en su pecho, hecho que cada vez le parecía más excitante al estar prácticamente lanzándola a la aventura. ¿Con quién se encontraría esa noche, y por qué? Lo descubriría una vez hubiera examinado el terreno. Por lo pronto, se acercó a un trote moderado a la entrada donde un mozo sujetó al caballo. “Más te vale que lo trates bien”, le advirtió mentalmente tras apearse de un salto firme. Una vez en tierra, se giró despacio hacia la puerta y se acercó a ella con paso tranquilo. Sonrió observando el interior, apenas ocupado, y más amplia se volvió su sonrisa cuando se sacó la invitación del pecho y se la mostró al encargado, cuya cara calificó la inmortal de cómicamente patética. Dio unos pasos hacia el interior y, despacio y sin perder detalle de nada que pudiera suceder, se colocó la máscara, quedando su rostro cubierto desde la frente hasta sobre los labios, con una tétrica sonrisa asomando por éstos y quedando claramente anclada a ellos.
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Última edición por Raxa Kerola el Lun Ago 01, 2011 10:03 pm, editado 1 vez
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Re: ..::: La mascarada ::..
En medio del resplandor blanco de este techo que adorna la habitación se abrieron mis parpados cansados soñolientos aun a pesar de que la noche llamaba con ese canto tétrico invitándome a introducirme en sus infinitos misterios, con una sola vela que vislumbraba sobre las agua que emanaban de aquella fuente decorada de rosas escarlatas como la sangre, tintando de ese mismo color la preciada luna en su interior.
Como siempre me incorpore de aquel lecho para poder escribir poesía insignificante y nocturna bajo la melodía de aquel piano que a veces es tocado por algún ser extraño, observe algo raro a mi alrededor, no hice caso del presentimiento bajo, seguro no sería nada, otro espía más en la oscuridad.
Las costumbres no se me quitaban, aun así estando dentro de esta casa, baje con aquel traje, elegantemente me dirigí al estudio atravesando la sala, cuando de pronto se me acerco una aparente invitación en manos de aquel sirviente, quien con la mirada firme como siempre me dio a entender que le cogiera.
Una vez entre mis dedos le examine, había recordado que días antes se me había puesto en frente pero le había ignorado. Abrí su interior con cuidado como si de una reliquia se tratara. La tinta, las letras finamente colocadas con esa caligrafía. Pero lo más extraño es que no conocía a quien firmaba.
Las preguntas llenaron la penumbra de mi paz interior, aquel sirviente de fiel confianza había pensado que asistiría, es que lo dudaba, esa clase de cosas no me había gustado a menos que fueran por negocios, por algún motivo, pero la simple diversión de ver a otros pavoneándose ante los demás me parecía nefasta.
Solté un bufido de resignación ante la mirada un tanto paternal de aquella persona que se atrevía a insistirme con un simple gesto que asistiera, claro por primera vez obedecería, mas una burla salió de mis labios cuando a la hora los acompañantes me faltaban, ¿Qué más daba ir solo?, eso lo pondría aun más interesante.
Espere lo necesario para que en cuestión de minutos se organizaran para llevarme a ese lugar, mientras me paseaba en el jardín aguardando por la máscara, una que de costumbre no cambia al igual que mi rostro, llegaron anunciando que todo estaba listo para partir. Se me extendió una pequeña caja, la portadora de la máscara. La invitación como un pase a la diversión.
Blanca y pura, colocada en la parte izquierda de mi rostro es una sola pieza que cubre ese lado, pues el otro cubierto de oscuridad esta, es el largo cabello quien cubre el derecho, cogí la invitación entre mis manos que adornadas con aquellos guantes iban, escuche cuando el carruaje se detuvo, habíamos llegado tan pronto.
Y desde fuera la música, la armonía y los olores me acompañaban, gire el bastón en mis manos al salir de aquel transporte, la máscara puesta estaba, con un caminar bamboleante lleno de elegancia extendí la invitación al sirviente quien me hizo un mohín, sonreí a mis adentros.
Llegando a pisar el suelo limpio y claro como el rocío de la luna, lleno de olores desconocidos y conocidos, pero en común el hilillo de sangre inmortal que se combinaba con la danza que tocaban, con el misterio y la diversión que esperaban.
Como siempre me incorpore de aquel lecho para poder escribir poesía insignificante y nocturna bajo la melodía de aquel piano que a veces es tocado por algún ser extraño, observe algo raro a mi alrededor, no hice caso del presentimiento bajo, seguro no sería nada, otro espía más en la oscuridad.
Las costumbres no se me quitaban, aun así estando dentro de esta casa, baje con aquel traje, elegantemente me dirigí al estudio atravesando la sala, cuando de pronto se me acerco una aparente invitación en manos de aquel sirviente, quien con la mirada firme como siempre me dio a entender que le cogiera.
Una vez entre mis dedos le examine, había recordado que días antes se me había puesto en frente pero le había ignorado. Abrí su interior con cuidado como si de una reliquia se tratara. La tinta, las letras finamente colocadas con esa caligrafía. Pero lo más extraño es que no conocía a quien firmaba.
Las preguntas llenaron la penumbra de mi paz interior, aquel sirviente de fiel confianza había pensado que asistiría, es que lo dudaba, esa clase de cosas no me había gustado a menos que fueran por negocios, por algún motivo, pero la simple diversión de ver a otros pavoneándose ante los demás me parecía nefasta.
Solté un bufido de resignación ante la mirada un tanto paternal de aquella persona que se atrevía a insistirme con un simple gesto que asistiera, claro por primera vez obedecería, mas una burla salió de mis labios cuando a la hora los acompañantes me faltaban, ¿Qué más daba ir solo?, eso lo pondría aun más interesante.
Espere lo necesario para que en cuestión de minutos se organizaran para llevarme a ese lugar, mientras me paseaba en el jardín aguardando por la máscara, una que de costumbre no cambia al igual que mi rostro, llegaron anunciando que todo estaba listo para partir. Se me extendió una pequeña caja, la portadora de la máscara. La invitación como un pase a la diversión.
Blanca y pura, colocada en la parte izquierda de mi rostro es una sola pieza que cubre ese lado, pues el otro cubierto de oscuridad esta, es el largo cabello quien cubre el derecho, cogí la invitación entre mis manos que adornadas con aquellos guantes iban, escuche cuando el carruaje se detuvo, habíamos llegado tan pronto.
Y desde fuera la música, la armonía y los olores me acompañaban, gire el bastón en mis manos al salir de aquel transporte, la máscara puesta estaba, con un caminar bamboleante lleno de elegancia extendí la invitación al sirviente quien me hizo un mohín, sonreí a mis adentros.
Llegando a pisar el suelo limpio y claro como el rocío de la luna, lleno de olores desconocidos y conocidos, pero en común el hilillo de sangre inmortal que se combinaba con la danza que tocaban, con el misterio y la diversión que esperaban.
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Asagi Dunkelheit- Vampiro Clase Alta
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Re: ..::: La mascarada ::..
Apagado entre la oscuridad, muerto reposado en el féretro. Hermosa vista se podía distinguir, la noche me despertó haciéndome el llamado de que la hora había llegado. Sin más in menos se abrió el féretro, como todo un muerto viviente me levante lentamente sintiendo el silencio, la hermosura de despertar en aquel mundo, mis ojos se abrieron con facilidad gozando de las luces opacas que me eran inigualables al verlas, parecía mi alcoba todo un funeral, la oscuridad no faltaba, las luces se movían despidiéndose de la alma perdida, mi féretro que iluminaba el lugar con los decorados que llevaba sobrepuesto en el exterior, aquellas flores que siempre le ponen en cuanto despierta. Mis queridos sirvientes, cuanto más me han de hacer para tenerles que agradecer por su preocupación de estar bien.
Kāma me beso con delicadeza mis tibios labios sedientos al verlos ahí clamándome con su mirada depositando algo en mi mano, parecía ser una carta, o no es una invitación. Papel de pergamino, hermosa textura, mis manos quedaron fascinados al sentirlos. Deslizando el rollo para poder leer. Al estar leyendo mis ojos se llenaron de dulzura, fascinación, glamour que un brillo se veía en ellos. Uno de los sirvientes me beso la mano y solo espero que le diera órdenes. Estire mis brazos para que me cargaran y así poder llevarme a la tintura para poderme asear para arreglarme.
Su piel era demasiado caliente, sus aromas me dominaban haciendo que se oscurecieran mis ojos por la sed que me provocaban, tan solo al sentir sus pieles en mi cuerpo ya era una tormenta de pasiones que no podía esconder ya que muy bien me conocían. De repente mi piel se irguió cuando el agua caía en mi cuerpo desnudo, cada uno ya sabía que debían de hacer, unos me lavaban el cabello, otros los pies, los brazos y mi espalda. Yo solo disfrutaba y gozaba de aquel baño que me hacían con tanto elogio.
Terminaron y pidiendo que se retiraran, yo mismo deseaba vestirme. Saber que vestimenta llevara este inmortal. Adentrándose al armario de aquellos trajes ambiguos le vinieron en la memoria aquellos bailes cuando •Lestat• le pedía que fueran, eran momentos apasiónales tan solo sus trajes, sus bailes eran sentimientos que no podía explicar. Vistiéndose con aquella estética en la época de barroco, llevando así un traje recargado de bordados y puntillas.
Aun no deseaba ponerse aquel antifaz que el regalo un viejo amigo, así que solo lo guardo en el bolsillo de su abrigo que llevaba para no brillar demasiado en la oscuridad. Bajo las escaleras como todo el rey de la belleza, todos le miraban era raro verlo así ya que tenia siglos que no salía a una “mascarada”. Cada paso, cada movimiento era perfecto bellísimo estaba el señor podía oír en los pensamientos de los sirvientes. Serio como siempre pero por dentro lleno de burlas descaradas. El carruaje estaba listo, era hora de viajar como aquellos tiempos, dándole paso le abrieron la puerta y adentrándose se despidió de sus sirvientes con la mano moviéndola graciablemente con delicadeza y cariño.
Se oían las pisadas de los caballos, las ruedas el ruido que provocaban al avanzar, el aire que golpeaba el carruaje, era una noche mas pero lo único que deseaba era esperar que eso no pasara que fuera una noche inolvidable. Perdido entre sus propios pensamientos, recordando las compañías y celebridades que habían en New Orleans, maravilloso era pero eso quedo en el pasado, hermoso…Algo había interrumpido, el carruaje se detuvo, no se percato de que se perdió un largo tiempo, que ya habían llegado a la “Mansión Arkadia” Un lugar sumamente interesante, esplendoroso lugar con decoraciones sumamente atrayentes al mirarle tomando mi antifaz dorado lleno de brillantes hermosos me lo coloque en el rostro mientras que la puerta se abrió y brindándome la mano la cogí. Parecía ser gracioso para los demás ya que eso solo pasaba con las damiselas pero yo era un caballero al cual también le deben respeto por esa razón baje con un modal nunca antes visto, inclinando la cabeza para agradecerle, mientras mi paje le mostraba la invitacion; y dirigiendo la vista en la puerta principal, tome mi traje para subir las escaleras le brinde mi brazo a aquel hombre que me brindo su compañía en cuanto llegara al salón.
Kāma me beso con delicadeza mis tibios labios sedientos al verlos ahí clamándome con su mirada depositando algo en mi mano, parecía ser una carta, o no es una invitación. Papel de pergamino, hermosa textura, mis manos quedaron fascinados al sentirlos. Deslizando el rollo para poder leer. Al estar leyendo mis ojos se llenaron de dulzura, fascinación, glamour que un brillo se veía en ellos. Uno de los sirvientes me beso la mano y solo espero que le diera órdenes. Estire mis brazos para que me cargaran y así poder llevarme a la tintura para poderme asear para arreglarme.
Su piel era demasiado caliente, sus aromas me dominaban haciendo que se oscurecieran mis ojos por la sed que me provocaban, tan solo al sentir sus pieles en mi cuerpo ya era una tormenta de pasiones que no podía esconder ya que muy bien me conocían. De repente mi piel se irguió cuando el agua caía en mi cuerpo desnudo, cada uno ya sabía que debían de hacer, unos me lavaban el cabello, otros los pies, los brazos y mi espalda. Yo solo disfrutaba y gozaba de aquel baño que me hacían con tanto elogio.
Terminaron y pidiendo que se retiraran, yo mismo deseaba vestirme. Saber que vestimenta llevara este inmortal. Adentrándose al armario de aquellos trajes ambiguos le vinieron en la memoria aquellos bailes cuando •Lestat• le pedía que fueran, eran momentos apasiónales tan solo sus trajes, sus bailes eran sentimientos que no podía explicar. Vistiéndose con aquella estética en la época de barroco, llevando así un traje recargado de bordados y puntillas.
Aun no deseaba ponerse aquel antifaz que el regalo un viejo amigo, así que solo lo guardo en el bolsillo de su abrigo que llevaba para no brillar demasiado en la oscuridad. Bajo las escaleras como todo el rey de la belleza, todos le miraban era raro verlo así ya que tenia siglos que no salía a una “mascarada”. Cada paso, cada movimiento era perfecto bellísimo estaba el señor podía oír en los pensamientos de los sirvientes. Serio como siempre pero por dentro lleno de burlas descaradas. El carruaje estaba listo, era hora de viajar como aquellos tiempos, dándole paso le abrieron la puerta y adentrándose se despidió de sus sirvientes con la mano moviéndola graciablemente con delicadeza y cariño.
Se oían las pisadas de los caballos, las ruedas el ruido que provocaban al avanzar, el aire que golpeaba el carruaje, era una noche mas pero lo único que deseaba era esperar que eso no pasara que fuera una noche inolvidable. Perdido entre sus propios pensamientos, recordando las compañías y celebridades que habían en New Orleans, maravilloso era pero eso quedo en el pasado, hermoso…Algo había interrumpido, el carruaje se detuvo, no se percato de que se perdió un largo tiempo, que ya habían llegado a la “Mansión Arkadia” Un lugar sumamente interesante, esplendoroso lugar con decoraciones sumamente atrayentes al mirarle tomando mi antifaz dorado lleno de brillantes hermosos me lo coloque en el rostro mientras que la puerta se abrió y brindándome la mano la cogí. Parecía ser gracioso para los demás ya que eso solo pasaba con las damiselas pero yo era un caballero al cual también le deben respeto por esa razón baje con un modal nunca antes visto, inclinando la cabeza para agradecerle, mientras mi paje le mostraba la invitacion; y dirigiendo la vista en la puerta principal, tome mi traje para subir las escaleras le brinde mi brazo a aquel hombre que me brindo su compañía en cuanto llegara al salón.
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Nicolás D' Lenfent- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: ..::: La mascarada ::..
El simple hecho de reunir tanto mal debe de helar el corazón a cualquier mortal en más de cien kilometros a la redonda. Mal condesado que casi se paladea, sangre para los señores de la sangre. Rio al contemplarme ante el espejo de la habitación, mi rostro es el del rey más grande de todos, imagino la corona de las eras sobre mi imaculada cabellera, y suelto una carcajada que acaba por convertirse en un gutural aullido, que incluso hace estremecerse a la sirvienta encargada de vestirme.
Acaba de traerme la máscara. Es dorada digna de un dios, me cubre la mitad del rostro, dejando mis colmillos y mis labios a la vista. Son mi mejor arma, mis palabras se convierten en ordenes y las ordenes en obediencia. Termino de vestirme con el traje blanco labrado por los mejores sastres de Francia, a los que luego tuve que matar, una belleza semejante jamás debe ser imitada. La sirviente se marcha a la fiesta, su piel morena contrasta con la mía, justo como las piezas blancas y negras del ajedrez, ese será el destino de todas ellas, ser deboradas.
Mis invitados comienzan a llegar, noto sus transportes acercase a Arkadia. Lores de todo Francia, condes, reyes, reinas, ellos seran las mejores armas para hacerme con el trono. Todo está preparado, huelo a las doncellas vestales desangrandose en la mazmorra, solo lo mejor para los más selectos invitados. Mi respiración se entrecorta cuando uno de sus pies atravesiesa la entrada de Arkadia. Irina Vervelle mi reina ya ha llegado. Antaño nos unió el juego, pero perdelo nos separó, y el viento nos alejó para lamernos el ego pisoteado. Al parecer ella ha aceptado mi invitación, seguro que está ansiosa de conocer a las nuevas fichas, ansiosa de jugar de nuevo.
Desciendo por la escalera que lleva al salón del baile, Irina y Kian me esperan junto al trono del ajedrez. Voy saludando a los invitados, con un movimiento grácil de la mano. Nadie me conoce aún, pronto cambiaría, yo sería el más grande de los reyes vampiros, y todos ellos me acompañarían en tal logro, mis ansiadas piezas. Cuando lleguo junto a Irina disimulo mis preguntas con una leve inclinación de mi labio. -Tanto tiempo, dama blanca- Sueno sin atisbo alguno de sentimiento en la voz, soy capaz de eliminar cualquier tipo de emoción, mi juego son las mentiras, y soy esperto en todas ellas.
El tiempo se detiene cuando del arpa dorada que corona la esquina más iluminada del salón comienza a tocar un vals. La mujer que toca tiene el pelo dorado, largo muy largo, como si le hubiese estado creciendo durante generaciones, así son sus ojos también, atemporales, inmortales. Es humana pero con más rabia en la mirada y más virtud en los manos que media vieja Europa. Bella como la canción que suena.
Agarro la fina mano de Irina, pidiendosela a Kian como un anticuado gesto. En el centro del salón, nuestros invitados ya bailan, rodeados por los cortesanos que sirven sangre templada, atabiados únicamente con máscaras negras. Sangre para los señores de la sangre. Cuando todos lleguen, me presentaré ante todos, mientras es tiempo de vals.
Acaba de traerme la máscara. Es dorada digna de un dios, me cubre la mitad del rostro, dejando mis colmillos y mis labios a la vista. Son mi mejor arma, mis palabras se convierten en ordenes y las ordenes en obediencia. Termino de vestirme con el traje blanco labrado por los mejores sastres de Francia, a los que luego tuve que matar, una belleza semejante jamás debe ser imitada. La sirviente se marcha a la fiesta, su piel morena contrasta con la mía, justo como las piezas blancas y negras del ajedrez, ese será el destino de todas ellas, ser deboradas.
Mis invitados comienzan a llegar, noto sus transportes acercase a Arkadia. Lores de todo Francia, condes, reyes, reinas, ellos seran las mejores armas para hacerme con el trono. Todo está preparado, huelo a las doncellas vestales desangrandose en la mazmorra, solo lo mejor para los más selectos invitados. Mi respiración se entrecorta cuando uno de sus pies atravesiesa la entrada de Arkadia. Irina Vervelle mi reina ya ha llegado. Antaño nos unió el juego, pero perdelo nos separó, y el viento nos alejó para lamernos el ego pisoteado. Al parecer ella ha aceptado mi invitación, seguro que está ansiosa de conocer a las nuevas fichas, ansiosa de jugar de nuevo.
Desciendo por la escalera que lleva al salón del baile, Irina y Kian me esperan junto al trono del ajedrez. Voy saludando a los invitados, con un movimiento grácil de la mano. Nadie me conoce aún, pronto cambiaría, yo sería el más grande de los reyes vampiros, y todos ellos me acompañarían en tal logro, mis ansiadas piezas. Cuando lleguo junto a Irina disimulo mis preguntas con una leve inclinación de mi labio. -Tanto tiempo, dama blanca- Sueno sin atisbo alguno de sentimiento en la voz, soy capaz de eliminar cualquier tipo de emoción, mi juego son las mentiras, y soy esperto en todas ellas.
El tiempo se detiene cuando del arpa dorada que corona la esquina más iluminada del salón comienza a tocar un vals. La mujer que toca tiene el pelo dorado, largo muy largo, como si le hubiese estado creciendo durante generaciones, así son sus ojos también, atemporales, inmortales. Es humana pero con más rabia en la mirada y más virtud en los manos que media vieja Europa. Bella como la canción que suena.
Agarro la fina mano de Irina, pidiendosela a Kian como un anticuado gesto. En el centro del salón, nuestros invitados ya bailan, rodeados por los cortesanos que sirven sangre templada, atabiados únicamente con máscaras negras. Sangre para los señores de la sangre. Cuando todos lleguen, me presentaré ante todos, mientras es tiempo de vals.
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Malfred Von Carstein- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/02/2011
Re: ..::: La mascarada ::..
La vida traía consigo sorpresas de ultratumbas, sabores que sólo los buenos paladares podían sentir y aromas que llevaban consigo la mente de algunos a lugares inimaginables. En ese mundo en que un segundo podía extenderse hasta la eternidad, era en donde la tenue voz de Irina se dejaba escuchar. En ese mundo tan suyo como ella siempre lo soñó, tan suyo como su psiquis lo puede mostrar.
El reloj de la pared no se tardaría en marcar la hora exacta en que la silueta de la perfección se dejaría reflejar en el sutil cuerpo de la reina de las blancas. Una sonrisa resplandeciente se mostró en sus finos labios cuando una vestimenta única que dejaba entrever su blanquecina piel mientras el negro y mullido vestido lleno de brillo descendía melodioso por su línea, marcando los valles y cada uno de los relieves de su territorio. Un elaborado maquillaje ocultaba su rostro como un encaje fino terminado en detalles magistrales.
Observó con detención aquella mansión, a gusto avanzó con su querido Kian, esperando que los dioses asistieran a la velada. El juego comenzaba y nada la amenazaba. No se dejaría estancar pues en su cabeza sólo ella podría ganar. Mojó sus labios con una copa de cristal que en su interior el rojo perpetuo permanecía. Miró a su pequeño talismán (Dana) adelantarse con alegría pues en ese instante ni ella la detendría. Acarició el suave rostro de su hermano prestado, carcajeándose ante la incertidumbre que sus ojos desataron – No te preocupes querido hermano la noche es nuestra, siempre nuestra- terminó de decir con su cantarina voz.
Sus ojos siguieron la llegada de Malfred y un extraño sentimiento hizo que sus músculos se tensaran. Se intentó relajar mas no pudo, de su sonrisa sólo vestigios quedaron. Inclinó levemente su cabeza en señal de saludo –El tiempo es mi más secreto amante- comentó serenamente mostrando una mordaz sonrisa.
Sintió la mano de Von Carstein y no reprochó en bailar. Las apariencias engañan y a veces un segundo de silencio podía decir más que una enorme platica. Se deslizó por los brazos de su acompañante como una experta, sus movimientos eran afables y en cada paso se dejaba ver su elegancia, su compostura y la forma en la que posaba su mirada fugaz en el rostro de Malfred mostraba una sutil coquetería llena de secretos y momentos que solo ella entendía.
-Bienvenido a mi tablero Conde- comentó en tono socarrón. . –Es hora de elegir- terminó por decir. Caminó junto a Malfred hasta el borde de la pista con pasos consagrados, no perdiendo de vista referencia alguna de cada uno de los invitados que allí se presentaron.
El reloj de la pared no se tardaría en marcar la hora exacta en que la silueta de la perfección se dejaría reflejar en el sutil cuerpo de la reina de las blancas. Una sonrisa resplandeciente se mostró en sus finos labios cuando una vestimenta única que dejaba entrever su blanquecina piel mientras el negro y mullido vestido lleno de brillo descendía melodioso por su línea, marcando los valles y cada uno de los relieves de su territorio. Un elaborado maquillaje ocultaba su rostro como un encaje fino terminado en detalles magistrales.
Observó con detención aquella mansión, a gusto avanzó con su querido Kian, esperando que los dioses asistieran a la velada. El juego comenzaba y nada la amenazaba. No se dejaría estancar pues en su cabeza sólo ella podría ganar. Mojó sus labios con una copa de cristal que en su interior el rojo perpetuo permanecía. Miró a su pequeño talismán (Dana) adelantarse con alegría pues en ese instante ni ella la detendría. Acarició el suave rostro de su hermano prestado, carcajeándose ante la incertidumbre que sus ojos desataron – No te preocupes querido hermano la noche es nuestra, siempre nuestra- terminó de decir con su cantarina voz.
Sus ojos siguieron la llegada de Malfred y un extraño sentimiento hizo que sus músculos se tensaran. Se intentó relajar mas no pudo, de su sonrisa sólo vestigios quedaron. Inclinó levemente su cabeza en señal de saludo –El tiempo es mi más secreto amante- comentó serenamente mostrando una mordaz sonrisa.
Sintió la mano de Von Carstein y no reprochó en bailar. Las apariencias engañan y a veces un segundo de silencio podía decir más que una enorme platica. Se deslizó por los brazos de su acompañante como una experta, sus movimientos eran afables y en cada paso se dejaba ver su elegancia, su compostura y la forma en la que posaba su mirada fugaz en el rostro de Malfred mostraba una sutil coquetería llena de secretos y momentos que solo ella entendía.
-Bienvenido a mi tablero Conde- comentó en tono socarrón. . –Es hora de elegir- terminó por decir. Caminó junto a Malfred hasta el borde de la pista con pasos consagrados, no perdiendo de vista referencia alguna de cada uno de los invitados que allí se presentaron.
Última edición por Irina Vervelle el Lun Ago 08, 2011 7:49 pm, editado 1 vez
Irina Vervelle- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/02/2011
Re: ..::: La mascarada ::..
Briza había recibido un recado de que debía asistir a una fiesta para servir a los invitados. “Es una nueva experiencia ya que nunca lo había hecho” pensó mirándose al espejo mientras se maquillarse un poco para resaltar los ojos, ruege en los labios carmesí y rubor en las mejillas no quería llamar tanto la atención. Se levanto el cabello con unas peinetas formando un rodete dejando caer hacia los costados unos mechones de su cabello, se coloco unos aretes de perlas haciendo juego con un collar.
Después de haber terminado de arreglarse fue hacia la cama donde se encontraba su tapado de piel con el cual cubriría su cuerpo desnudo para ir a la fiesta, por último se coloco los zapatos de taco y así salio de la habitación. Salio de la finca para subir al carruaje que la esperaba para ir a la mansión Arkadia. Los caballos comenzaron a andar a ritmo acelerado para llegar mas rápido, el tiempo pasaba y el paisaje cambiaba ya que de los campos y finca pasamos a un claro donde se podía observar a lo lejos la mansión que se encontraba cerca de la laguna, la distancia cada vez se acortaba mas hasta que llegamos a la puerta de la mansión. La entrada era una gran reja de hierro con el símbolo del teatro. Briza habia llegado y fue por la puerta trasera donde mostro la invitación que le habia llegado a su casa. Fue hasta una habitación para dejar su tapodo ya que no tenia nada mas de ropa y fue hacia la cocina para que le dieran indicaciones las cuales siguio, busco una bandeja y se fue de la cocina para ir al salón. Camino por un pasillo hasta que estuvo frente al salón
Hizo su aparición en el salón de baile caminando con la cabeza erguida mirando a todos los invitados, en la mano derecha llevaba una bandeja con las copas llenas de bebidas y sangre. De a poco comenzó a caminar desnuda por el lugar dando de beber a los invitados, estaban en pequeños grupos hablando unos con otros, mientras ella pasaba con la bandeja entre ellos. Sus mascaras no dejaba ver por completo sus rostros, eso daba un toque de misterio a toda la ocasión.Nadie sabia quien era en esa fiesta por lo tanto su reputación no estaría en la boca de la sociedad Parisina. Aunque esa noche era especial para ella.
Después de haber terminado de arreglarse fue hacia la cama donde se encontraba su tapado de piel con el cual cubriría su cuerpo desnudo para ir a la fiesta, por último se coloco los zapatos de taco y así salio de la habitación. Salio de la finca para subir al carruaje que la esperaba para ir a la mansión Arkadia. Los caballos comenzaron a andar a ritmo acelerado para llegar mas rápido, el tiempo pasaba y el paisaje cambiaba ya que de los campos y finca pasamos a un claro donde se podía observar a lo lejos la mansión que se encontraba cerca de la laguna, la distancia cada vez se acortaba mas hasta que llegamos a la puerta de la mansión. La entrada era una gran reja de hierro con el símbolo del teatro. Briza habia llegado y fue por la puerta trasera donde mostro la invitación que le habia llegado a su casa. Fue hasta una habitación para dejar su tapodo ya que no tenia nada mas de ropa y fue hacia la cocina para que le dieran indicaciones las cuales siguio, busco una bandeja y se fue de la cocina para ir al salón. Camino por un pasillo hasta que estuvo frente al salón
Hizo su aparición en el salón de baile caminando con la cabeza erguida mirando a todos los invitados, en la mano derecha llevaba una bandeja con las copas llenas de bebidas y sangre. De a poco comenzó a caminar desnuda por el lugar dando de beber a los invitados, estaban en pequeños grupos hablando unos con otros, mientras ella pasaba con la bandeja entre ellos. Sus mascaras no dejaba ver por completo sus rostros, eso daba un toque de misterio a toda la ocasión.Nadie sabia quien era en esa fiesta por lo tanto su reputación no estaría en la boca de la sociedad Parisina. Aunque esa noche era especial para ella.
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Última edición por Briza Mussier el Miér Ago 03, 2011 9:57 pm, editado 1 vez
Brisa Grinfid- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/06/2010
Localización : Paris
Re: ..::: La mascarada ::..
La noche prometía y prometía bastante. Todo había empezado hacia un par de noches, en el burdel como la mayoría. Pero la madame había entregado a Adam una especie de invitación. Al parecer, se las habían repartido a él y a algunas compañeras más, eso sí, selectas. Nada más ver el sobre, la calidad del papel y de la letra supo que eran invitaciones a una fiesta. Y no una fiesta de ese barrio precisamente. No, una de las que le llegaría más bien a casa y mediante su padre. Sin embargo, no iba a ser igual..para nada. No estaba en su casa. Ni estaba rodeado de gente aburrida. Estaba allí, en medio del bar abriendo una invitación. Y cuanto más se adentraba en ella su sonrisa más se ampliaba. Los ojos le brillaron, nisiquiera le hizo falta acabar para decirse que sí así mismo. ¡Guau! Iba a ser una noche increible.
La noche del treinta de julio había llegado. Caminó hasta el lugar con la ropa holgada que solía llevar al burdel pues, desdeluego, no iba a necesitarla. Ya se había preocupado de que a su padre no le llegara ninguna invitación, bueno, en realidad no había echo nada. Simplemente se había preocupado por enterarase, sería demasiado problematico que lo encontrara..era de máscaras, sí, pero aún así sabía que le reconocería. Una máscara no era lo suficiente como para que le ocultara. Y el estado en el que le encontraría dejaría mucho que desear ¿Por qué? Pues porque iría completamente desnudo. La condición que venía escrita en la invitación y que le había llamado más la atención. Eso y el echo de "servir copas de sangre" a los invitados. Ya conocía ese otro mundo. No mucho pero le encantaba lo desconocido así que esa noche se dispondría a adentrarse un poco más. No le haría daño. Porque estaría rodeado de..bueno, de mucha gente eso seguro. Fuesen quienes fuesen.
Entró por la puerta trasera mostrando en todo momento la invitación. Aun siendo de los "sirvientes" no podía presentarse ahí cualquiera diciendo que le habían invitado. No sin algo que lo sustentara. En su caso ese trozo de papel. Y las que había por allí le dieron las instrucciones bien rápidamente. Le dieron la máscara y..nada más. Porque no iba a necesitar más que eso y la bandeja con las copas a servir. En una pequeña recámara situada unos pasos más al lado, para los otros que sé encargarían de lo mismo que yo, me desnudé. Ya había unas cuantas prendas estiradas por los sofás por lo que deduje que no era ni mucho menos el primero en llegar. No, la puntualidad no era lo suyo y menos en ese tipo de fiestas en el que pasaría del todo desapercibido.
Antes de salir se aseguró de mantener la calma, se sentía desnudo sin ropa, irónicamente teniendo en cuenta de que estaba precisamente desnudo. Valga la redundancia. Y tendría que procurar apartar la mente de su estado lujurioso porque las erecciones en sí ya eran dificiles de ocultar con ropa encima, ahora que no llevaba, se captaría con demasiada facilidad. Sin más se dispuso a ir a la parte de la cocina. Había varias copas colocadas sobre bandejas. Copas que conenían un líquido rojo, rojo como la..sangre y que parecía zumo de tomate pero increiblemente espeso. No se molestó en provarlo aun teniendo la oportunidad no llamaba demasiado su atención. Nisiquiera se quemaba la cabeza por averiguar qué era, simplemente, cogió la bandeja y se dispuso a salir por la puerta. A enfrentarse a la gente como Dios -o quien fuera- le trajo al mundo.
La noche del treinta de julio había llegado. Caminó hasta el lugar con la ropa holgada que solía llevar al burdel pues, desdeluego, no iba a necesitarla. Ya se había preocupado de que a su padre no le llegara ninguna invitación, bueno, en realidad no había echo nada. Simplemente se había preocupado por enterarase, sería demasiado problematico que lo encontrara..era de máscaras, sí, pero aún así sabía que le reconocería. Una máscara no era lo suficiente como para que le ocultara. Y el estado en el que le encontraría dejaría mucho que desear ¿Por qué? Pues porque iría completamente desnudo. La condición que venía escrita en la invitación y que le había llamado más la atención. Eso y el echo de "servir copas de sangre" a los invitados. Ya conocía ese otro mundo. No mucho pero le encantaba lo desconocido así que esa noche se dispondría a adentrarse un poco más. No le haría daño. Porque estaría rodeado de..bueno, de mucha gente eso seguro. Fuesen quienes fuesen.
Entró por la puerta trasera mostrando en todo momento la invitación. Aun siendo de los "sirvientes" no podía presentarse ahí cualquiera diciendo que le habían invitado. No sin algo que lo sustentara. En su caso ese trozo de papel. Y las que había por allí le dieron las instrucciones bien rápidamente. Le dieron la máscara y..nada más. Porque no iba a necesitar más que eso y la bandeja con las copas a servir. En una pequeña recámara situada unos pasos más al lado, para los otros que sé encargarían de lo mismo que yo, me desnudé. Ya había unas cuantas prendas estiradas por los sofás por lo que deduje que no era ni mucho menos el primero en llegar. No, la puntualidad no era lo suyo y menos en ese tipo de fiestas en el que pasaría del todo desapercibido.
Antes de salir se aseguró de mantener la calma, se sentía desnudo sin ropa, irónicamente teniendo en cuenta de que estaba precisamente desnudo. Valga la redundancia. Y tendría que procurar apartar la mente de su estado lujurioso porque las erecciones en sí ya eran dificiles de ocultar con ropa encima, ahora que no llevaba, se captaría con demasiada facilidad. Sin más se dispuso a ir a la parte de la cocina. Había varias copas colocadas sobre bandejas. Copas que conenían un líquido rojo, rojo como la..sangre y que parecía zumo de tomate pero increiblemente espeso. No se molestó en provarlo aun teniendo la oportunidad no llamaba demasiado su atención. Nisiquiera se quemaba la cabeza por averiguar qué era, simplemente, cogió la bandeja y se dispuso a salir por la puerta. A enfrentarse a la gente como Dios -o quien fuera- le trajo al mundo.
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Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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Re: ..::: La mascarada ::..
Grace se estaba alistando para partir a su lugar de trabajo aquella noche, el cual no sería exactamente el de todos los días, sino que un lugar completamente distinto; unos días atrás se habían presentado al Burdel en busca de algunas personas para servir en una fiesta exclusiva y la joven Clapton era una de las elegidas, además se enteró que su amigo, Adam, también se encontraría allí. No recibió demasiada información sobre este evento, pero le dieron un sobre el cual contenía una carta que explicaba que solo podrían entrar con la tarjeta que se encontraba al interior de este, sin importar que fuera invitado o servidumbre, pero el punto que más le llamó la atención a la inglesa no fue el hecho de que tendría que andar sirviendo desnuda, si no que entre los tragos que repartiría se encontraban los vasos de sangre -De seguro es algún tipo de trago- fue lo que pensó para no preocuparse por este hecho.
Llegó a la mansión en donde se llevaría a cabo este festejo, mostró su tarjeta y le enseñaron la cocina y un cuarto en el cual podría despojarse de sus ropas para comenzar a trabajar, pero no sin antes colocarse la máscara que sería su única prenda durante toda la noche.
Cuando se encontró con su atuendo listo volvió a la cocina en donde le dieron unas últimas instrucciones, le pasaron una bandeja llena de vasos y copas con distintos tipos de tragos, no se preocupo mucho de qué contenía cada uno, sólo equilibró la bandeja en su mano derecha y salió de la cocina para entrar al Salón en donde se encontraban los invitados esperando por las personas que les servirían sus tragos.
La joven Clapton no pudo fijarse demasiado en si había más gente ya ofreciendo los tragos como ella o si era la primera, y aunque hubieran más tampoco es como si pudiera comenzar a sociabilizar con ellos, aunque si alguno de los invitados quería charlar con ella o quizá hacer algo más no le quedaba más que cumplir con los deseos de la persona ya que su trabajo no solo era repartir tragos si no que complacer a todos los invitados que lo solicitasen.
Llegó a la mansión en donde se llevaría a cabo este festejo, mostró su tarjeta y le enseñaron la cocina y un cuarto en el cual podría despojarse de sus ropas para comenzar a trabajar, pero no sin antes colocarse la máscara que sería su única prenda durante toda la noche.
Cuando se encontró con su atuendo listo volvió a la cocina en donde le dieron unas últimas instrucciones, le pasaron una bandeja llena de vasos y copas con distintos tipos de tragos, no se preocupo mucho de qué contenía cada uno, sólo equilibró la bandeja en su mano derecha y salió de la cocina para entrar al Salón en donde se encontraban los invitados esperando por las personas que les servirían sus tragos.
La joven Clapton no pudo fijarse demasiado en si había más gente ya ofreciendo los tragos como ella o si era la primera, y aunque hubieran más tampoco es como si pudiera comenzar a sociabilizar con ellos, aunque si alguno de los invitados quería charlar con ella o quizá hacer algo más no le quedaba más que cumplir con los deseos de la persona ya que su trabajo no solo era repartir tragos si no que complacer a todos los invitados que lo solicitasen.
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Paramitsha- Gitano
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Re: ..::: La mascarada ::..
Era el día que Malfred había convocado aquella gente, todos los inferiores que decía que eran posibles “potenciales” a su juego, un juego que realmente ponía en duda las habilidades del rey, pero ni siquiera pensaba en ello cuando estaba cerca de “su rey”. Acompañó a la reina al salón de baile, su mirada no podía dejar de mirar los detalles de la máscara que traía su hermana (Irina) y de la hermosura que destellaba aquella piel nívea.
Su porte como alfil era impecable, un traje bien hecho a su medida, con bordados en oro y un pañuelo de lunares de colores en el bolsillo, un pañuelo que le había regalado el otro alfil (Dana). Lo hizo un puño en su bolsillo y lo sacó para aspirar su dulce aroma mientras miraba al arlequín un momento, buscó la mirada de los cascabeles y la cazó a través de su máscara. Le sonrió a medias. Ella era su fascinación y la vio bailar mezclándose entre todos los intrusos sin perderla de vista. Tomó una de las copas y bebió un sorbo de ese viscoso elixir que le daban a todos los invitados, era apacible y de la mejor calidad, las doncellas que reposaban en la habitación de la cocina solo hacían un montículo sobre la cama.
Miró cada uno de los cuerpos desnudos que se exhibían en el salón, las tornadas piernas y los firmes senos de las cortesanas. Nada del otro mundo, nada que pudiese sorprenderle. Con una sonrisa satírica observó el baile de Malfred e Irina, se rascó la barbilla y bebió tranquilamente otro trago. El arlequín se había perdido de su radar. Le habían asignado una tarea aunque sus deseos eran distintos. Apretó los dientes y tomó de golpe todo lo que restaba de la copa y la dejó sobre la bandeja de un hombre que pasó junto a él (Adam) le miró con desdén y siguió unos pasos más delante para sacar a una de las mujeres que habían arribado al salón de baile (Raxa).
–Buenas Noches señorita –hizo una reverencia con elegancia y su aspecto perfecto, su carisma era bastante irresistible, su sonrisa mordaz y con su voz encantadora suelta la siguiente pregunta–: ¿Me permite está pieza? –Alargó una de sus manos para pedir la de la vampiresa e invitarle a bailar la melodía que se estaba tocando en ese momento–.
Su porte como alfil era impecable, un traje bien hecho a su medida, con bordados en oro y un pañuelo de lunares de colores en el bolsillo, un pañuelo que le había regalado el otro alfil (Dana). Lo hizo un puño en su bolsillo y lo sacó para aspirar su dulce aroma mientras miraba al arlequín un momento, buscó la mirada de los cascabeles y la cazó a través de su máscara. Le sonrió a medias. Ella era su fascinación y la vio bailar mezclándose entre todos los intrusos sin perderla de vista. Tomó una de las copas y bebió un sorbo de ese viscoso elixir que le daban a todos los invitados, era apacible y de la mejor calidad, las doncellas que reposaban en la habitación de la cocina solo hacían un montículo sobre la cama.
Miró cada uno de los cuerpos desnudos que se exhibían en el salón, las tornadas piernas y los firmes senos de las cortesanas. Nada del otro mundo, nada que pudiese sorprenderle. Con una sonrisa satírica observó el baile de Malfred e Irina, se rascó la barbilla y bebió tranquilamente otro trago. El arlequín se había perdido de su radar. Le habían asignado una tarea aunque sus deseos eran distintos. Apretó los dientes y tomó de golpe todo lo que restaba de la copa y la dejó sobre la bandeja de un hombre que pasó junto a él (Adam) le miró con desdén y siguió unos pasos más delante para sacar a una de las mujeres que habían arribado al salón de baile (Raxa).
–Buenas Noches señorita –hizo una reverencia con elegancia y su aspecto perfecto, su carisma era bastante irresistible, su sonrisa mordaz y con su voz encantadora suelta la siguiente pregunta–: ¿Me permite está pieza? –Alargó una de sus manos para pedir la de la vampiresa e invitarle a bailar la melodía que se estaba tocando en ese momento–.
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Kian Vervelle- Vampiro Clase Alta
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Re: ..::: La mascarada ::..
Mascarada…una charada. No, las fiestas a las que solían invitarme no me apetecían en absoluto pero aquella era diferente, ¿por qué? Locura. Esa era la verdadera invitación. No vacile porque sabía quien estaría entre los presentes, el día de la mascarada me desperté como todas las noches, deseoso de una experiencia que me condujera a sobrepasar mis propios límites o…quizá solo era una fiesta donde surgieran nuevos límites. Una máscara no era necesaria ya que el propio rostro era la máscara que usaba todos los días, sabía que no era el único. Sin embargo, protocolo ante todo, modales…etiqueta…la misma basura de siempre pero que mas daba, era una fiesta y el disfraz era parte de la rutina.
Traje de etiqueta, el color negro y la camisa azul. ¿Una máscara?, media máscara como si mas bien se tratara de un antifaz, el color era también negro y se ajustaba a mi rostro por la parte de atrás para no tener la necesidad de estar con un brazo ocupado toda la fiesta. Mi caballo estaba reservado para ciertas ocasiones así que tome la elección más cómoda, pedir el carruaje de la familia. Largo el camino, la mayoría de los inmortales tenían sus moradas alejadas de la ciudad por kilómetros. Los caballos galoparon a lo máximo hasta que finalmente se detuvieron. Uno de los guardias personales abrió la puerta y descendí del carruaje para encontrarme frente a Arcadia.
Un complejo tan bien protegido como el de cualquier inmortal, la entrada, el nombre en la lista de asistentes, la reina de Troya por allá, el marqués de los Acadios, el bufón de Cleopatra con un ojo de ella en el cuello, la esclava de ojos rasgados que tenía diez senos…¿todos estaban presentes o era mi aturdida imaginación? . Entre al salón donde se llevaba a cabo la fiesta, había llegado un poco tarde porque estaba repleto. Máscaras por aquí, máscaras por allá, una copa de vino y una copa de sangre…primero el vino. Tomé un sorbo y camine entre los grupos de personas que se encontraban en el lugar hablando de algo porque callados no podían estar.
Llegué a uno de los ventanales donde observe hacia afuera algunos jardines, mi reflejo en el cristal con la copa de vino en la mano me hizo reír, la máscara me daba la imagen de un cuervo con ojos azules ya que la nariz de la máscara era pronunciada y puntiaguda como la de un algaravan. Otro sorbo mas a la copa, aun no me había fijado si el arlequín se encontraba en aquel lugar, la vería cuando la tuviera que ver y me produciría la risa de siempre. En el reflejo del cristal vi entonces varias figuras reflejadas, todos inmortales debía suponer ya que aun no había detectado la fragancia de la sangre humana, con la excepción de la que se encontraba en las copas. Quizá en algún momento un suicida se presentase, un mortal entre inmortales, una lluvia de sangre, un placer convertido en orgia…pero ¿Cuáles eran las probabilidades?, no importaba de nuevo, otra vez mi imaginación salía a dar un paseo por los alrededores.
Son bien vestidos, perfumados y etiquetados, solo les falta la caja o mejor llamado féretro, muchos dormían en uno de ellos en el día y salían en la noche a vivir eternamente. Todos poseían una máscara como los asistentes aquella noche, vivían décadas, bebían sangre, se acostaban con mujeres y algunos con hombres, o con ambos o con todos. Frecuentaban las fiestas, sonreían, fingían demencia, acertaban en algún comentario, persuadían y sobre todo atraían con sus perfectos rostros. He aquí la sociedad vampírica de Paris.
Traje de etiqueta, el color negro y la camisa azul. ¿Una máscara?, media máscara como si mas bien se tratara de un antifaz, el color era también negro y se ajustaba a mi rostro por la parte de atrás para no tener la necesidad de estar con un brazo ocupado toda la fiesta. Mi caballo estaba reservado para ciertas ocasiones así que tome la elección más cómoda, pedir el carruaje de la familia. Largo el camino, la mayoría de los inmortales tenían sus moradas alejadas de la ciudad por kilómetros. Los caballos galoparon a lo máximo hasta que finalmente se detuvieron. Uno de los guardias personales abrió la puerta y descendí del carruaje para encontrarme frente a Arcadia.
Un complejo tan bien protegido como el de cualquier inmortal, la entrada, el nombre en la lista de asistentes, la reina de Troya por allá, el marqués de los Acadios, el bufón de Cleopatra con un ojo de ella en el cuello, la esclava de ojos rasgados que tenía diez senos…¿todos estaban presentes o era mi aturdida imaginación? . Entre al salón donde se llevaba a cabo la fiesta, había llegado un poco tarde porque estaba repleto. Máscaras por aquí, máscaras por allá, una copa de vino y una copa de sangre…primero el vino. Tomé un sorbo y camine entre los grupos de personas que se encontraban en el lugar hablando de algo porque callados no podían estar.
Llegué a uno de los ventanales donde observe hacia afuera algunos jardines, mi reflejo en el cristal con la copa de vino en la mano me hizo reír, la máscara me daba la imagen de un cuervo con ojos azules ya que la nariz de la máscara era pronunciada y puntiaguda como la de un algaravan. Otro sorbo mas a la copa, aun no me había fijado si el arlequín se encontraba en aquel lugar, la vería cuando la tuviera que ver y me produciría la risa de siempre. En el reflejo del cristal vi entonces varias figuras reflejadas, todos inmortales debía suponer ya que aun no había detectado la fragancia de la sangre humana, con la excepción de la que se encontraba en las copas. Quizá en algún momento un suicida se presentase, un mortal entre inmortales, una lluvia de sangre, un placer convertido en orgia…pero ¿Cuáles eran las probabilidades?, no importaba de nuevo, otra vez mi imaginación salía a dar un paseo por los alrededores.
Son bien vestidos, perfumados y etiquetados, solo les falta la caja o mejor llamado féretro, muchos dormían en uno de ellos en el día y salían en la noche a vivir eternamente. Todos poseían una máscara como los asistentes aquella noche, vivían décadas, bebían sangre, se acostaban con mujeres y algunos con hombres, o con ambos o con todos. Frecuentaban las fiestas, sonreían, fingían demencia, acertaban en algún comentario, persuadían y sobre todo atraían con sus perfectos rostros. He aquí la sociedad vampírica de Paris.
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Re: ..::: La mascarada ::..
Puedo escuchar los pasos que platican. Uno, dos, tres. Uno, dos, tres. Son los cascabeles que me persiguen en las sombras, el viento viene y agita mi cabello, me saluda y tengo que regresar, la puerta es buena compañera pero... también tengo algo que cumplir. Lo sé, losé Juana... no estás invitada a la fiesta, no puedes salir de la habitación de la locura, déjame en paz que esta noche es mía no tuya. Sabes Juana, los invitados empiezan a pisar los pisos y las danzas invaden la pista; son zapatillas y finos zapatos que están puliendo el mármol. Me carcajeo y luego, guardo silencio. Me poyo sobre una de las paredes, es cansado reírse cuando no hay ganas de reírse.
Son esencias que se pierden entre los laberintos de disfraces, son el zoológico de los inmortales, las máscaras ambulantes, se amamantan de sus condenas y solo sacian esa avaricia que los consume. Las voces empiezan a volver la atmósfera, se reunen como ramilletes, algunos se conocen, otros no se conocen, en estos momentos; eso no importa.
Una mujer es desangrada por un anciano de cabello largo con un antifaz que me causa repugnancia, su piel es amarillenta y escamosa, sus dientes parecen picos aserrados y oscuros. Un mohín en mi nariz se dibuja y aunque quisiera mirar más de cerca. Una de las Torres oculta la escena para los otros cortesanos no lo logren ver... y me impiden el paso. El anciano está cerca de un hombre que me recuerda a las centellas (Asagi), el pudo ver perfectamente el espectaculos, antes que sea cubierto en la sala por varias Torres. La mujer se desmaya sobre los brazos de otro hombre y entre varios la devoran como arpías hambrientas desgarrando su carne.
Encuentro a Kian en el camino y sus ojos color del desierto me regalan algo parecido a una sonrisa. Le sonrío de vuelta, ahora lo pierdo en este mar de infortunios ambulantes... una estatua, dos estatuas, tres estatuas, me tropiezo con alguien en el camino, le piso tan fuerte que se siente hasta suave sus zapatos de fina piel (Nicolás). Me rio y le saco la lengua, aunque no sé de quién se trata. Pero no me muevo, me quedo de pie mirándole, le miro a los ojos y sus ojos me recuerdan a un océano frío y lejano, ¿Los conozco?... ¿Conozco esos ojos?... ¿Quién eres?... Alargo una mano estoy a punto de tocarle cuando... Alguien topa conmigo, es una de las torres; un gigante vampiro que me arrastra de uno de los brazos hasta dejarme al margen ¡si me estoy portando bien!... gruño.
Solo espero unos segundos a que la torre desaparezca y me vuelvo a integrar entre la multitud, entre los danzantes, tropezando, empujando y bailando sin importar con quien esté a mi paso a una cortesana curvilínea haciendo que tambalee su bandeja de copas (Grace), sin importar nalguearme al cortesano bien proporcionado (Adam).
Y como un cuento de nunca acabar, el arlequín baila solo mirando como el alfil hace lo suyo en la fiesta, tal vez me ponga hacer un castillo con las copas, o me haga un sombrero de flores... tal vez podría desangrar al primer cortesano que se me ponga en frente... las torres hoy me tienen hasta la coronilla.
De tín marín, de do pingüe.
Tomo la copa de la bandeja de uno de los cortesanos (Adam), aparezco de la nada y de forma brusca tomo la copa. No importa si es vino o absenta, si es sangre o sangrita. Solo vuelvo a mi puerta, a mi puerta favorita, donde mi cabeza danza con la música, con los pasos y las boticas suenan ding ding ding... es la espera.... no, no hay que esperar más... mis ojos no tienen una búsqueda esta noche, es una misión que debe acatar el arlequín del rey.
Son esencias que se pierden entre los laberintos de disfraces, son el zoológico de los inmortales, las máscaras ambulantes, se amamantan de sus condenas y solo sacian esa avaricia que los consume. Las voces empiezan a volver la atmósfera, se reunen como ramilletes, algunos se conocen, otros no se conocen, en estos momentos; eso no importa.
Una mujer es desangrada por un anciano de cabello largo con un antifaz que me causa repugnancia, su piel es amarillenta y escamosa, sus dientes parecen picos aserrados y oscuros. Un mohín en mi nariz se dibuja y aunque quisiera mirar más de cerca. Una de las Torres oculta la escena para los otros cortesanos no lo logren ver... y me impiden el paso. El anciano está cerca de un hombre que me recuerda a las centellas (Asagi), el pudo ver perfectamente el espectaculos, antes que sea cubierto en la sala por varias Torres. La mujer se desmaya sobre los brazos de otro hombre y entre varios la devoran como arpías hambrientas desgarrando su carne.
Encuentro a Kian en el camino y sus ojos color del desierto me regalan algo parecido a una sonrisa. Le sonrío de vuelta, ahora lo pierdo en este mar de infortunios ambulantes... una estatua, dos estatuas, tres estatuas, me tropiezo con alguien en el camino, le piso tan fuerte que se siente hasta suave sus zapatos de fina piel (Nicolás). Me rio y le saco la lengua, aunque no sé de quién se trata. Pero no me muevo, me quedo de pie mirándole, le miro a los ojos y sus ojos me recuerdan a un océano frío y lejano, ¿Los conozco?... ¿Conozco esos ojos?... ¿Quién eres?... Alargo una mano estoy a punto de tocarle cuando... Alguien topa conmigo, es una de las torres; un gigante vampiro que me arrastra de uno de los brazos hasta dejarme al margen ¡si me estoy portando bien!... gruño.
Solo espero unos segundos a que la torre desaparezca y me vuelvo a integrar entre la multitud, entre los danzantes, tropezando, empujando y bailando sin importar con quien esté a mi paso a una cortesana curvilínea haciendo que tambalee su bandeja de copas (Grace), sin importar nalguearme al cortesano bien proporcionado (Adam).
Y como un cuento de nunca acabar, el arlequín baila solo mirando como el alfil hace lo suyo en la fiesta, tal vez me ponga hacer un castillo con las copas, o me haga un sombrero de flores... tal vez podría desangrar al primer cortesano que se me ponga en frente... las torres hoy me tienen hasta la coronilla.
De tín marín, de do pingüe.
Tomo la copa de la bandeja de uno de los cortesanos (Adam), aparezco de la nada y de forma brusca tomo la copa. No importa si es vino o absenta, si es sangre o sangrita. Solo vuelvo a mi puerta, a mi puerta favorita, donde mi cabeza danza con la música, con los pasos y las boticas suenan ding ding ding... es la espera.... no, no hay que esperar más... mis ojos no tienen una búsqueda esta noche, es una misión que debe acatar el arlequín del rey.
Dana Luminita- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/02/2011
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Re: ..::: La mascarada ::..
Había dudado más de una vez en ir desde que la invitación había arribado a su casa. Mil preguntas se agolparon en su cabeza como estampida salvaje, ¿qué iba a hacer él en un sitio como ese?, ¿podría más su curiosidad?, ¿cómo habían obtenido su dirección?, aunque esto último, supuso, era porque los suyos solían acumular demasiado poder al pasar de los años. Desde que había llegado a París había convivido muy poco con los de su estirpe, por costumbre o porque así se habían dado las cosas, no lo sabía, pero ahora esta oportunidad se erigía ante él para cambiar las cosas. Jugó con la invitación sellada por un par de días, sopesando las posibilidades hasta que una noche la dejó en un cajón, decidiendo que no, que no iría, que él no pertenecía a un sitio como ese.
Durante los días subsecuentes se mantuvo demasiado ocupado como para recordar la invitación siquiera, ejerciendo como el médico que era, topándose con un personaje parisino tras otro, soñando despierto con la mujer que había conocido noches atrás en las calles de la ciudad.
Esa tarde, un par de horas antes del anochecer, despertó de su descanso y se encerró en una pequeña oficina acondicionada que tenía en su nuevo hogar en la ciudad francesa y ahí pasó varias horas hasta que tocaron a su puerta, era su nuevo valet y mensajero, Lázsló, un chico reacio a recibir ayuda pero de gran utilidad pues conocía la ciudad mejor que nadie, cuya misión iba a ser más grande en el futuro, pero por ahora le servía bien como estaban las cosas, le fue a avisar de algo sin importancia hasta que, con esa actitud sin autoridad que lo caracterizaba, le preguntó sin más si no iría a la mascarada, Daniil negó con la cabeza y simplemente respondió que ese no era un sitio para él.
“¿Dónde está su curiosidad científica?” dijo el chico y luego salió sin esperar por una respuesta, la pregunta rondó su cabeza por un par de horas más hasta que se puso de pie y abrió el cajón donde había refundido la invitación. Eso sí era un motivo para ir, la curiosidad que, aunque no lo quisiera aceptar, le carcomía las entrañas y le mordía las uñas. Suspiró y fue a su habitación a buscar algo que ponerse.
Un traje negro con chaleco y corbata color magnesio, de saco lago con cola doble y pantalón con líneas blancas tan delgadas que resultaban imperceptibles, camisa blanca como nieve y zapatos negros a juego con el resto del atuendo, ahora venía el problema de encontrar una máscara, como había decidido no ir no tenía una disponible, pero recordó algo, de una caja para sombrero que guardaba en un escondido lugar sacó un sencillo antifaz negro sin adornos, no los necesitaba, era perfecto para él, la máscara decía muy bien la sencillez que lo caracterizaba. Bajó las escaleras y ordenó que lo llevaran a la dirección que la invitación indicaba, antes de salir, encargó todo a ese nuevo chico de actitud incendiaria, por alguna razón confiaba en él.
El viaje fue corto, considerando la lejanía entre su casa en el centro y aquella que alojaría la fiesta, cerca de la laguna, conforme fue acercándose comenzó a sentirse nervioso, ¿qué iba a hacer ahí solo?, no tenía idea, comenzó a extrañar a Indro como pocas veces, seguro él se desenvolvería mejor y como siempre, a él, a Daniil le tocaría ser el sidekick, lo cual le resultaba bien, no le gustaba ser aquel que llamara la atención. Pero no, porque el idiota de su mejor amigo seguía en Italia.
Finalmente llegó, descendió del carruaje y a la entrada tuvo que enseñar la invitación, todo tenía cierto toque de secretismo que era lo que hacía aumentar su curiosidad. “Curiosidad científica” se dijo para sí mismo repitiendo las palabras de László, por un segundo creyó que había perdido la invitación en medio del frenesí de decidirse a ir a última hora, pero la pudo encontrar en la bolsa interior de su saco, junto a la sencilla máscara. Antes de ingresar se puso el antifaz, suspiró una última vez y caminó sacando el pecho y levantando el mentón. Como supuso, iba tarde y no sólo había ya muchos invitados, sino que los meseros ya se desenvolvían por el salón, completamente desnudos, el olor del líquido en las copas, sin embargo, lo embriagó por unos momentos, no podía negar lo que era por más que se empeñara en hacerlo.
Mientras caminaba tomó una copa de paso y luego se recargó junto a una ventana, alejado de todos, con la espalda pegada a la pared como si temiera que le fueran a hacer algo, ahí, desde ese punto vigía pudo ver a la concurrencia, dio un sorbo a su copa, el sabor le llenó y deleitó el paladar y el aroma se apoderó de su nariz y pulmones. Sonrió de lado, no podía ser tan malo, algo bueno debía salir de todo esto, ir no había sido una mala idea después de todo.
Durante los días subsecuentes se mantuvo demasiado ocupado como para recordar la invitación siquiera, ejerciendo como el médico que era, topándose con un personaje parisino tras otro, soñando despierto con la mujer que había conocido noches atrás en las calles de la ciudad.
Esa tarde, un par de horas antes del anochecer, despertó de su descanso y se encerró en una pequeña oficina acondicionada que tenía en su nuevo hogar en la ciudad francesa y ahí pasó varias horas hasta que tocaron a su puerta, era su nuevo valet y mensajero, Lázsló, un chico reacio a recibir ayuda pero de gran utilidad pues conocía la ciudad mejor que nadie, cuya misión iba a ser más grande en el futuro, pero por ahora le servía bien como estaban las cosas, le fue a avisar de algo sin importancia hasta que, con esa actitud sin autoridad que lo caracterizaba, le preguntó sin más si no iría a la mascarada, Daniil negó con la cabeza y simplemente respondió que ese no era un sitio para él.
“¿Dónde está su curiosidad científica?” dijo el chico y luego salió sin esperar por una respuesta, la pregunta rondó su cabeza por un par de horas más hasta que se puso de pie y abrió el cajón donde había refundido la invitación. Eso sí era un motivo para ir, la curiosidad que, aunque no lo quisiera aceptar, le carcomía las entrañas y le mordía las uñas. Suspiró y fue a su habitación a buscar algo que ponerse.
Un traje negro con chaleco y corbata color magnesio, de saco lago con cola doble y pantalón con líneas blancas tan delgadas que resultaban imperceptibles, camisa blanca como nieve y zapatos negros a juego con el resto del atuendo, ahora venía el problema de encontrar una máscara, como había decidido no ir no tenía una disponible, pero recordó algo, de una caja para sombrero que guardaba en un escondido lugar sacó un sencillo antifaz negro sin adornos, no los necesitaba, era perfecto para él, la máscara decía muy bien la sencillez que lo caracterizaba. Bajó las escaleras y ordenó que lo llevaran a la dirección que la invitación indicaba, antes de salir, encargó todo a ese nuevo chico de actitud incendiaria, por alguna razón confiaba en él.
El viaje fue corto, considerando la lejanía entre su casa en el centro y aquella que alojaría la fiesta, cerca de la laguna, conforme fue acercándose comenzó a sentirse nervioso, ¿qué iba a hacer ahí solo?, no tenía idea, comenzó a extrañar a Indro como pocas veces, seguro él se desenvolvería mejor y como siempre, a él, a Daniil le tocaría ser el sidekick, lo cual le resultaba bien, no le gustaba ser aquel que llamara la atención. Pero no, porque el idiota de su mejor amigo seguía en Italia.
Finalmente llegó, descendió del carruaje y a la entrada tuvo que enseñar la invitación, todo tenía cierto toque de secretismo que era lo que hacía aumentar su curiosidad. “Curiosidad científica” se dijo para sí mismo repitiendo las palabras de László, por un segundo creyó que había perdido la invitación en medio del frenesí de decidirse a ir a última hora, pero la pudo encontrar en la bolsa interior de su saco, junto a la sencilla máscara. Antes de ingresar se puso el antifaz, suspiró una última vez y caminó sacando el pecho y levantando el mentón. Como supuso, iba tarde y no sólo había ya muchos invitados, sino que los meseros ya se desenvolvían por el salón, completamente desnudos, el olor del líquido en las copas, sin embargo, lo embriagó por unos momentos, no podía negar lo que era por más que se empeñara en hacerlo.
Mientras caminaba tomó una copa de paso y luego se recargó junto a una ventana, alejado de todos, con la espalda pegada a la pared como si temiera que le fueran a hacer algo, ahí, desde ese punto vigía pudo ver a la concurrencia, dio un sorbo a su copa, el sabor le llenó y deleitó el paladar y el aroma se apoderó de su nariz y pulmones. Sonrió de lado, no podía ser tan malo, algo bueno debía salir de todo esto, ir no había sido una mala idea después de todo.
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Re: ..::: La mascarada ::..
Sencillamente se había limitado a esperar a que sucediera algo más interesante. Esperar nunca fue una de sus virtudes, aunque… ¿Quién se había tomado la molestia de intentar conocerla? Nadie, por tanto no tenía que dar explicaciones cuando recibía preguntas insignificantes y carentes de todo sentido como los “¿por qués?” de sus víctimas cuando las tenía agarradas del cabello y con la cabeza echada hacia atrás. Siempre lograban arrancarle una sonrisa con aquellas súplicas tan simples pero que a la vez eran lo único a lo que podían recurrir cuando el miedo los paralizaba. Endebles… Simple escoria andante.
Ella era el resultado de la unión de las sombras con ciertas dosis de maldad e incertidumbre provocada por el pánico. Más de cuatro siglos sola le habían servido para aprender tantas cosas que las había asimilado demasiado bien, sacando todo el jugo al asunto y proyectando su utilidad a su favor. Era demasiado fácil ser bueno, tanto, que no había dificultad alguna para conocer todas las carencias de las que la vida disponía. La vida… Qué palabra tan extraña, y qué lejanos quedaban ya los días de gloria de la viva hija de aquellas importantes familias a las que nunca les importó su corazón. Por consiguiente, éste había muerto olvidado en el cajón del desconocimiento y pasaba factura de vez en cundo… Sobretodo las noches que tuvieron un significado especial y que ya se habían desprendido de él regalándole una gran satisfacción envuelta en papel de regalo con brillos de ambición.
Sí… Lo que siempre la arropó pero nunca poseyó hasta volver a nacer como ella siempre quiso ser, poder. Ahora tenía el poder que durante años anheló y el cual aprovechó hasta exprimirle la última gota. Esa noche, en la que, se suponía, las risas y los acontecimientos sorpresa estaban asegurados y eran el motor de la misma, se sentía con ese poder recorriéndole las venas con fuerza, con grandes cantidades de adrenalina.
Raxa sabía que esa curiosidad reinante en ella no estaba provocada por nada. Alguien había estado investigando u observándola lo suficiente como para saber que merecía estar ahí. Pero, ¿quién? Apenas conversaba con nadie y mucho menos tenía confianza con otro ser que no fuera su propio ego. Tal vez fuera esa la razón de su asistencia a la fiesta, rabia mezclada con intriga.
Y poco a poco la sala se fue llenando hasta quedar habitada por varias personas que eran los asistentes, a parte de los camareros que divertidamente desarropados se paseaban por allí ofreciendo copas a los invitados. La vampiresa tomó una de la bandeja de una mujer de elegantes curvas (Grace) que pasó cerca de ella y manteniendo la tétrica sonrisa del principio caminó despacio observando y siendo observada. Protagonismo, divina condición.
A lo lejos observó cómo un hombre de elegante porte (Malfred) saludaba a la gente. Quizá él ya sabía algo, pero Raxa no sabía quién era él. Al rato comenzaron a llegar más personas y… Entre medio del gentío reconoció perfectamente el aroma de cierto ser con el que se había cruzado anteriormente en dos ocasiones (Dana). Trató de buscarla con la mirada pero lo único que podía ver eran máscaras y más máscaras. Qué macabras e intrigantes eran en el fondo…
De pronto se dio cuenta de que su copa aún estaba llena por algo más encima de la mitad. Rió levemente y se la acercó a los labios para saborear nuevamente la sangre que recorría su paladar y atravesaba su garganta. Se relamió disimuladamente y entonces fue cuando escuchó una voz masculina que se dirigía a ella (Kian). Era un vampiro de cabello rubio y mirada penetrante. Alzó una ceja y sonrió - Buenas noches, herra - dijo en un tono amable y llamándolo “caballero” en su idioma natal, el finés.
Mantuvo la vista fija en él y en seguida se dio cuenta de que era un tanto especial o, al menos, no normal como los demás. Había algo en él que probablemente le atrajera, más intriga.
Había escuchado la música y visto a gente bailar (Malfred e Irina) pero no se esperaba aquella proposición que aceptó tras asentir y terminarse la copa de un trago, dejándola sobre la bandeja de otro camarero (Adam) - Por supuesto que se lo permito, herra - y alargó la mano para tomar la suya, sintiendo un aumento de frialdad al juntar las dos frígidas pieles. También sintió una extraña consolidación de algo, como si el poder de ambos al encontrarse fuera más fuerte que separados, casi inquebrantables.
La noche se había vuelto más interesante de pronto y, a corto plazo, parecía prometer, y bastante.
Ella era el resultado de la unión de las sombras con ciertas dosis de maldad e incertidumbre provocada por el pánico. Más de cuatro siglos sola le habían servido para aprender tantas cosas que las había asimilado demasiado bien, sacando todo el jugo al asunto y proyectando su utilidad a su favor. Era demasiado fácil ser bueno, tanto, que no había dificultad alguna para conocer todas las carencias de las que la vida disponía. La vida… Qué palabra tan extraña, y qué lejanos quedaban ya los días de gloria de la viva hija de aquellas importantes familias a las que nunca les importó su corazón. Por consiguiente, éste había muerto olvidado en el cajón del desconocimiento y pasaba factura de vez en cundo… Sobretodo las noches que tuvieron un significado especial y que ya se habían desprendido de él regalándole una gran satisfacción envuelta en papel de regalo con brillos de ambición.
Sí… Lo que siempre la arropó pero nunca poseyó hasta volver a nacer como ella siempre quiso ser, poder. Ahora tenía el poder que durante años anheló y el cual aprovechó hasta exprimirle la última gota. Esa noche, en la que, se suponía, las risas y los acontecimientos sorpresa estaban asegurados y eran el motor de la misma, se sentía con ese poder recorriéndole las venas con fuerza, con grandes cantidades de adrenalina.
Raxa sabía que esa curiosidad reinante en ella no estaba provocada por nada. Alguien había estado investigando u observándola lo suficiente como para saber que merecía estar ahí. Pero, ¿quién? Apenas conversaba con nadie y mucho menos tenía confianza con otro ser que no fuera su propio ego. Tal vez fuera esa la razón de su asistencia a la fiesta, rabia mezclada con intriga.
Y poco a poco la sala se fue llenando hasta quedar habitada por varias personas que eran los asistentes, a parte de los camareros que divertidamente desarropados se paseaban por allí ofreciendo copas a los invitados. La vampiresa tomó una de la bandeja de una mujer de elegantes curvas (Grace) que pasó cerca de ella y manteniendo la tétrica sonrisa del principio caminó despacio observando y siendo observada. Protagonismo, divina condición.
A lo lejos observó cómo un hombre de elegante porte (Malfred) saludaba a la gente. Quizá él ya sabía algo, pero Raxa no sabía quién era él. Al rato comenzaron a llegar más personas y… Entre medio del gentío reconoció perfectamente el aroma de cierto ser con el que se había cruzado anteriormente en dos ocasiones (Dana). Trató de buscarla con la mirada pero lo único que podía ver eran máscaras y más máscaras. Qué macabras e intrigantes eran en el fondo…
De pronto se dio cuenta de que su copa aún estaba llena por algo más encima de la mitad. Rió levemente y se la acercó a los labios para saborear nuevamente la sangre que recorría su paladar y atravesaba su garganta. Se relamió disimuladamente y entonces fue cuando escuchó una voz masculina que se dirigía a ella (Kian). Era un vampiro de cabello rubio y mirada penetrante. Alzó una ceja y sonrió - Buenas noches, herra - dijo en un tono amable y llamándolo “caballero” en su idioma natal, el finés.
Mantuvo la vista fija en él y en seguida se dio cuenta de que era un tanto especial o, al menos, no normal como los demás. Había algo en él que probablemente le atrajera, más intriga.
Había escuchado la música y visto a gente bailar (Malfred e Irina) pero no se esperaba aquella proposición que aceptó tras asentir y terminarse la copa de un trago, dejándola sobre la bandeja de otro camarero (Adam) - Por supuesto que se lo permito, herra - y alargó la mano para tomar la suya, sintiendo un aumento de frialdad al juntar las dos frígidas pieles. También sintió una extraña consolidación de algo, como si el poder de ambos al encontrarse fuera más fuerte que separados, casi inquebrantables.
La noche se había vuelto más interesante de pronto y, a corto plazo, parecía prometer, y bastante.
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Re: ..::: La mascarada ::..
Su altura y su mirada emitían intimidación, su galantería y sus movimientos eran estudiados por un histrión nato, sus labios se apretaron en el dorso de aquella mujer cuando le saludó. Los movimientos de la inmortal fueron estudiados. Cuando dejó la copa con el cortesano (Adam) su semblante endureció, le causó repugnancia con demasía y lo miró con desprecio. Se dirigió a Raxa para admirarla a ella, mirar su cuerpo, deleitarse de sus senos y tomarla de la mano:
- Es un placer señorita...- Se arrebató de una esencia que no conocía. Su sonrisa carismática se reflejó cuando la miró a los ojos. El era un telar en blanco, un bloqueo mental impenetrable. Su corazón estaba infectado por un arlequín y le fastidiaba no poder bailar con ella, no poder tenerla esa noche. Sus ojos color del viento brillaron detrás de su máscara, eran fríos y despiadados. Su comisura se curvó en una sonrisa parte de su mascarada. Era extremadamente cuidadoso y amable.
- Me presento ante usted. Soy Kian Vervelle.–No eran momentos de decir los rangos, se lo calló. Tomó la cintura de su nueva acompañante guiándola hacia la pista. Con cuidado empezó la danza, haciendo una reverencia y luego agarrándola con firmeza para guiarla en ese baile de protocolo. Donde los anfitriones llevaban la pauta. Mientras seguía con los movimientos de ese baile de reojo miró a Irina y le sonrió cuando cruzaron una mirada mordaz.
- ¿Se la está pasando bien madeimoselle? –Él sabía que la mujer no era de esos rumbos, por la manera en que le había hablado, pero era solo parte de los estatutos que debía seguir, podía ser una de las potenciales que necesitaba Malfred, solo eran ventoleras vertiginosas que su pensamiento impenetrable se tomaba para pensar- La pasará bien... si no es así podrá hacer conmigo lo que le plazca –se río ante ese hecho y con un giño siguió bailando al ritmo de la melodía que se tocaba en la sala de baile.
- Es un placer señorita...- Se arrebató de una esencia que no conocía. Su sonrisa carismática se reflejó cuando la miró a los ojos. El era un telar en blanco, un bloqueo mental impenetrable. Su corazón estaba infectado por un arlequín y le fastidiaba no poder bailar con ella, no poder tenerla esa noche. Sus ojos color del viento brillaron detrás de su máscara, eran fríos y despiadados. Su comisura se curvó en una sonrisa parte de su mascarada. Era extremadamente cuidadoso y amable.
- Me presento ante usted. Soy Kian Vervelle.–No eran momentos de decir los rangos, se lo calló. Tomó la cintura de su nueva acompañante guiándola hacia la pista. Con cuidado empezó la danza, haciendo una reverencia y luego agarrándola con firmeza para guiarla en ese baile de protocolo. Donde los anfitriones llevaban la pauta. Mientras seguía con los movimientos de ese baile de reojo miró a Irina y le sonrió cuando cruzaron una mirada mordaz.
- ¿Se la está pasando bien madeimoselle? –Él sabía que la mujer no era de esos rumbos, por la manera en que le había hablado, pero era solo parte de los estatutos que debía seguir, podía ser una de las potenciales que necesitaba Malfred, solo eran ventoleras vertiginosas que su pensamiento impenetrable se tomaba para pensar- La pasará bien... si no es así podrá hacer conmigo lo que le plazca –se río ante ese hecho y con un giño siguió bailando al ritmo de la melodía que se tocaba en la sala de baile.
Kian Vervelle- Vampiro Clase Alta
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