A 94.8º de alcohol [Kael]

por **Eyra Erikdóttir** Dom Ago 07, 2011 2:29 pm

Había tenido una mañana de perros. En la comisaría había discutido con mis superiores puesto que por mi larga enfermedad me había ausentado dos semanas y ahora los casos interesantes se los habían dado a unos novatos. Aquello me enfureció y me sublevé, algo que no debía haber hecho. Me amenazaron con expulsarme del cuerpo de policía y tuve que morderme la lengua.

Después de un turno demasiado tranquilo patrullando las calles parisinas, había regresado a casa como si me faltara algo, como si no fuera el mismo Loukas. Y pronto supe el motivo de esa extraña sensación. Me faltaba ella, mi reina de la noche. Ginebra. Hacía dos semanas desde que me había atacado y aún así, no lograba olvidarla. Seguía en lo más hondo de mi ser. Y sin embargo, me enloquecía saber que la persona que más me había amado, había sido rechazada por culpa de mi exigente corazón.

Me arrebaté la corbata del cuello, lancé el sombrero policial más allá de la mesa del salón, desabroché mi camisa blanca y suspiré profundamente. Fue entonces cuando tuve ganas de alzarme del sillón en el que me había sentado hacía escasos segundos para romper todo cuanto me rodeaba. Pero no lo hice. Para evitarlo, tomé las llaves del recibidor y salí corriendo de aquella cárcel de recuerdos, dirigiéndome al lugar al que más me apetecía desencadenarme. Una taberna.

Abrí la puerta sin sutilezas, busqué la barra del bar y tomé asiento en uno de sus taburetes mientras hacía señas al camarero, dejando entrever mi urgencia y desesperación.

- Un whisky solo.- le pedí con voz ronca y sin a penas mirarle.

-¿Ahogando las penas?- curioseó el mesero cuando me entregó el vaso con hielo y alcohol.

Le fulminé con la mirada como advertencia. Odiaba los chismosos metomentodo y aquella noche, mi paciencia me había abandonado por completo.

por **Ebenezer K. Shepard** Dom Ago 07, 2011 4:20 pm

Kael no quería trabajar de más, sabía que acabaría agotándose por muy tonta que fuese la idea de estar cansado por servir mesas y dar recomendaciones a los clientes. Pese a todo, intentaba trabajar lo mejor que podía y no le gustaba mucho volver a su hogar porque, después de todo... ¿qué era lo que le esperaba en su casa? Una soledad y un silencio al que si bien se había acostumbrado no podía evitar sentirse solo, con la buena impresión de que dónde vivía no se parecía ni un mínimo a un hogar. Tampoco es que quisiera cambiarlo, se había resignado y no le importaba, o al menos eso creía. Así que hizo lo más sencillo o, lo más rutinario en su caso. Al salir, no deseaba volver a la casa a la que debía llamar hogar. Deseaba entretenerse, divertirse o almenos beber como mínimo una copa. Era muy sencillo saber a dónde debía ir para beber una buena copa. La taberna, por supuesto. Tampoco es que quisiera ir a otro lugar. No iba mucho a ninguna taberna y se dijo a sí mismo - ¿Por qué me iba a hacer mal por una vez ir a una taberna? Ni que fuese pecado así que sin retrasarse ni un segundo más fue a la taberna. Intentaría divertirse, sí. Lo intentaría. Cruzó el umbral de la puerta tan característico y, dirigiendo una rápida mirada a todo el lugar en sí se sentó en un taburete, frente a la barra. Apenas habían un par de personas y estaban en un rincón del lugar, sentados el uno frente al otro en una mesa debatiendo alguna cosa interesante, seguramente para ellos. Pidió lo que más le gustaba o almenos lo que más le había gustado de lo que había probado, y era un whisky.

A los minutos apareció un hombre llegando por la puerta, pero cómo decirlo... ¿a lo salvaje? No fue nada delicado con las puertas de la taberna y se sentó apenas a un metro de distancia de Kael. Sintió algo de curiosidad así que se esforzó en escuchar. No sería nada difícil. La curiosidad mató al gato. Esa frase apareció en su cabeza como por arte de magia. Pero qué demonios, ni que las palabras fueran mortales. El hombre pidió otro whisky y el mesero intentó curiosear. Aquí, Kael miró sin ningún tipo de discrección al hombre. Poco alcanzó a ver, pues de lado no podía ver el rostro completo del chico. Sin embargo, el mesero en cuestión bajó la mirada al suelo y se fue caminando lentamente hacia un rincón de la barra, cogiendo un pequeó pañuelo para empezar a limpiar vasos. Kael se levantó de su taburete para sentarse al taburete más cercano del hombre, a su izquierda - Disculpe monseur, pero creo que no es buena idea estar enfadado en un lugar público, pudiendo saltar a la mínima de cambio. Pero, también me imagino que no le gusta nada que yo este aquí molestándole con memeces, así que hagamos una cosa. Usted va a intentar relajarse bebiendo unas copas sin soltarle ningún puñetazo a nadie -inclyendome a mí- y yo le dejaré en paz - realmente esperaba que aquel hombre no le soltara un puñetazo.

por **Eyra Erikdóttir** Dom Ago 07, 2011 5:34 pm

La yema de mi dedo índice empezó a acariciar el borde del vaso de whisky mientras mis ojos veían cómo los hielos se iban fundiendo lentamente, mezclándose con el líquido. Suspiré y volví a tomar el vaso entre mis dedos, llevándolo a mi boca para sentir el alcohol desgarrar mi garganta y nublarme la vista.

Entonces, alguien tomó el taburete hallado junto al mío. No alcé la vista, ni tan sólo le miré de reojo. Y aún así, él hizo acto de presencia mediante su voz. Fue en ese momento en el que dejé el vaso en la barra y giré todo mi cuerpo hacia aquél individuo, examinando desde sus zapatos hasta el último de sus cabellos. Torcí una media sonrisa y asentí una sola vez.

- No soy tan arisco como parezco.- comenté con un encogimiento de hombros y una carcajada que no venía a cuento.- Pero agradezco tu preocupación, señor...

Hice un movimiento de muñeca para darle a entender que esperaba su nombre aunque probablemente, después de aquella noche ni tan sólo recordaría con quién había estado hablando.

por **Ebenezer K. Shepard** Dom Ago 07, 2011 6:20 pm

A Kael, de buenas a primeras, no le parecía mal persona el que tenía delante. Pero no podía fiarse de las primeras impresiones porque después de todo, sería un error. Pero no iba a dejar de lado su educación por unas estúpidas ideas. Kael solía hacerse ideas erróneas, era algo desconfiado, sin duda. Y fatalista, si algo podía salir mal, saldrá mal. Por eso quizás fuera tan precavido con aquel chico. Asintió con la cabeza, dando un trago al vaso de whisky que tenía en la mano izquierda escuchando las palabras del hombre cuyo nombre desconocía - Sí, tiene razón. Quizá yo sea demasiado desconfiado - dice, siendo quizás un tanto revelador con algo que ni interesaba al chico, pues Kael sólo era un desconocido. Y dió otro trago al vaso de whisky, mientras el chico hacía un movimiento de muñeca dando a entender que le dijera su nombre. Le miró a los ojos tras tomar un trago - Puede llamarme Kael, Shepard - le resultaba algo curioso. Una de las pocas veces que estaba en una taberna se había encontrado con un tipo curioso. El destino, quizá, pero Kael no creía en esas estupideces sin sentido, probablemente creadas para controlar de alguna manera al ser humano. Como lo que había oído hace unos años, el karma. Si haces algo malvado, la vida se encargará de castigarte. Si haces algo benévolo, la vida te recompensará. Tonterías.

Y Kael se da cuenta, de que aún desconoce el nombre del hombre que está junto a él - ¿Y su nombre es...? - dijo en un pequeño susurro, sin quererlo.

por **Eyra Erikdóttir** Vie Ago 12, 2011 12:52 pm

Solté una sutil carcajada cuando el joven humano se auto definió como alguien desconfiado.

- Creo que eso es una virtud y no un defecto, si me permite.- comenté antes de sorber otro poco de whisky.- Ahora no hay nada seguro y la maldad rige la sociedad.

Sólo cuanto hube dicho aquellas palabras supe que parecía el típico anciano que pasa el tiempo contando sus batallitas y lamentándose y quejándose de todo cuanto le rodea. La diferencia entre ese anciano y yo, era nula en ese momento. Ni siquiera la edad nos separaba. Y eso me molestó, aunque no dejé que aquél chico llamado Kael, lo percibiera.

- Disculpe mi descortesía.- le pedí con una media sonrisa angelical.- Mi nombre es Loukas Giorkas, pero puede tutearme si lo desea.

Al fin y al cabo, ahora éramos algo parecido a los colegas de copas. ¿Por qué no tutearnos? Hice un gesto al camarero y le indiqué que me sirviera otra copa de lo mismo. No tardó en satisfacerme.

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