Rata de Biblioteca [priv]

por **Danitza Denndörfer** Lun Ago 08, 2011 7:50 am

Danitza estaba rodeada de libros ¡Y eso era extremadamente raro! Su madre la había enseñado a leer y a escribir sí pero ella casi nunca se había atrevido a ir a la biblioteca de ninguno de los sitios donde había estado. ¿Por qué? Pues porque se sentía ligeramente intimidada rodeada de tantos libros. Porque se sentía un poco inculta. Había tantos temas de los que no tenía ni idea pero que se moría por saber ¿Qué podía hacer? No pensaba en decirselo a sus padres, claro, tenía muy clara la condición en la que estaba. Dinero justo para vivir donde vivían y no estaban el suficiente tiempo como para permitirse tener un trabajo o por lo menos ella no lo había tenido. Ya estaba empezando a cambiar de opinión.

Y allí estaba. En ese sitio que la intimidaba tanto pero cogiendo el suficiente valor como para meterse en una de las estanterias y buscar algún libro. Se vistió para ir a la ciudad -con ropa no tan estrafalaria como la que solía utilizar por el campamento- de manera que pasara desapercibida. Su ropa habitual tenía demasiados colgajos y era..demasiado colorida. Ya había provado a salir así y desdeluego no le había salido nada bien. Sentía las miradas, los cuchicheos cada vez que pasaba por algún grupo y las ganas de maldecirlos frente a ellos tenían que aguantarselas. Porque se lo debía a su familia, no podía crear más escándalos de los que ya había echo en el pasado.

La estantería de ciencia ficción era la primera que había decidido atacar. ¡Estaba perdida! Había tantos, demasiados. Pasaba los libros sobre los lomos. Había gente a su alrededor y así disimulaba un poco el no tener ni idea de cual coger ¿Estaría de más preguntar a alguien? Miró hacia los lados. No sentía la suficiente confianza con nadie que estaba allí como para acercarse, ya había sufrido bastantes altercados con gente extraña y, en el fondo, no se sentía lo suficientemente segura de si pasaba desapercibida.

por **Vilhelm Larsen** Lun Ago 08, 2011 8:28 am

Era otro día cualquiera. Calor, sol, gente por todas las calles de París. Su ruido me molestaba, demasiado. Quizá por esa razón y otras muchas, siempre acababa yendo a su lugar favorito, la biblioteca. Un lugar asombroso, silencioso y misterioso. En la mansión de mis antiguos amos también había una biblioteca, pero no le llegaba ni a las suela de los zapatos. Para nada. La primera diferencia era que en la biblioteca de París tenías total libertad para coger los libros, leerlos, estudiarlos e incluso coger algún apunte importante; en mi antiguo hogar la entrada estaba prohibida para los criados, solamente la familia Anderberg tenía permiso para leer aquellos libros. La segunda diferencia importante era que en mi etapa en la mansión no sabía leer y ahora sí.

Al entrar, respiré el ambiente que emanaba de la gran biblioteca. Durante todos los años que llevaba viviendo en París había llegado a conocer aquel lugar como la palma de mi mano -o al menos eso creía-. Me encantaba como mis pasos resonaban por toda la sala, no era el ruido de las calles, era el ruido propio de la biblioteca. Fui directo hacia la sección de ciencia, nada más y nada menos porque se trataba de mi sección favorita -a pesar que yo tenía más que ver con la mística-. Era muy triste que en aquella época aún se tratase a la ciencia como algo extraño, algo peligroso, algo que debía ser eliminado. Suspiré al ver como las estanterías con infinitos libros se alzaban ante mí, me había leído la mayoría, pero siempre había algo nuevo que aprender.

Los pelos de la nuca se me erizaron cuando sentí la presencia de otra persona. Era extraño, ya que poca gente solía venir a esta sección. Dirigí mi mirada hacia aquella persona y me puse aún más nervioso al descubrir que era una mujer. ¿Qué hacía una mujer en la sección de ciencia? Mis manos comenzaron a temblar cuando me di cuenta que aquella joven poseía una belleza de lo más misteriosa. Tosí y me enderecé. No había acabado en la biblioteca para hablar con mujeres, ni mucho menos. Cogí mi tomo favorito de Gaileo Galilei y cuando me proponía a marcharme a las mesas para leerlo de nuevo, un torrente de emociones me empujó hacia aquella chica. Se encontraba perdida y no sabía a quién acudir. Repitiéndome una y otra vez que no debía ayudarla, al final acabé detrás suya y susurrando:

-Disculpe, ¿le puedo ayudar en algo? -intenté sonreír, pero no lo conseguí.

¿Por qué nunca me hacía caso a mí mismo?

por **Danitza Denndörfer** Lun Ago 08, 2011 11:56 am

Libros, libros y más libros. Pero Danitza no tenía ni puñetera idea de nada. Veía con esos ojos almendrados sin ver realmente. Simplemente no entendía. No entendía como había acabado allí en ese enorme marron. Aún podía marcharse ¿Se fijarían mucho en ella? ¡Ah! Como odiaba sentirse de esa manera, tan preocupada por los demás. A causa de su aspecto algunas de las muchachas de su campamento con las que había echo amistad siempre la habían tachado de ser una mujer muy fuerte. De caracterizarse por no importarle lo que otros pensaran. Y de echo con los follones que había montado en otros pueblos precisamente por destacar, porque no se callaba lo que sentía, debía serlo. El que estuviese pensando continuamente que dirían los demás era algo que se guardaría para ella misma. Sería un secreto que nadie más conocería, nunca.

Por un momento una sonrisa se curbó en sus labios pensando en cómo debía sentirse la gente hipócrita ricachona, las que tenían que aparentar continuamente frente a otros. No le importaban demasiado, mejor dicho, no le importaban absolutamente nada. Pero por un día si había pensado alguna vez en convertirse en uno de ellos. Saber que era el tenerlo todo a tu alcanze pero, posiblemente, sentirte el ser más infeliz del universo. Tal vez no todos resultaran ser infelices pero estaba convencida de que si la mayoría.

Un ruido tras de ella la despertó de golpe. Un ruido que tenía nombre. Una voz. Una voz de un chico. No supo que hacer, nisiquiera le escuchó y en un intento de escapar sin siquiera pensar se echó hacia detrás chocando con lo que posiblemente sería su cuerpo.

Lo siguiente ya pasó casi tan rápido como lo anterior. Ambos cayeron al suelo, ella, por suerte, había caido sobre el que se le había puesto detrás pero aun así la postura no era demasiado cómoda. ¡¿Cómo demonios había acabado volteada y encima suyo?! No se atrevía a abrir los ojos, solo palpando con las manos ya podía saberlo. Sin embargo, tuvo que abrirlos, obviamente, sería ridículo quedarse así por mucho tiempo. - ¿Estás bien? - las palabras resonaron sobre su cabeza como si se encontrara totalmente vacía por dentro. Parecía tan segura de si misma, como si aquello no le hubiese importado para nada. Como si no se hiciera quinientas mil preguntas en realidad.

Parpadeó y como pudo acabó en gatas sobre él, intentando dejarle así algo de espacio para que se moviera.

por **Vilhelm Larsen** Lun Ago 08, 2011 3:55 pm

Había sido un descuidado, sin lugar a dudas. Mi voz la trastornó un poco y le puse un tanto nerviosa, ya que pareció como que quería huir de mí pero todo su plan salió al revés. Chocó contra mi pecho en un intento de ir hacia atrás y noté como perdía el equilibrio hasta que mi espalda golpeó el suelo. No pude evitar soltar un quejido, había sido una caída accidental y no esperada, el golpe había sido fuerte. Yo respiraba entrecortadamente por la sorpresa del momento y por la cercanía de aquella mujer, y cuando abrió sus ojos verdes, unos ojos que estaban demasiado próximos a mí, mi cara se enrojeció tanto como pudo. "¿Estás bien" preguntó, como si en verdad no hubiera pasado nada, como si me hubiera golpeado sin querer en el hombro y no hubiéramos caído. Aquella pregunta me enojó, pero lentamente me fui relajando al notar que ella estaba tan nerviosa o más que yo.

Me dejó algo de espacio para salir, pero aún la tenía encima mía, todavía observándome con sus ojos verdes que tanto me confundían. Intenté tranquilizarme e ingeniármelas para poder salir de aquel lío. Tomé aire y repentinamente vino una imagen a mi mente, un sueño como los que solía tener habitualmente en los cuales veía el futuro. Cuando regresé a la realidad, me encontraba besando a aquella joven desconocida. Me separé tanto como pude de ella, confuso por la situación y por cómo había acabado besándola. Me levanté respirando entrecortadamente de nuevo y rascándome la nuca muy nervioso. Ahora se pensaría que era un pervertido, lo cual era todo lo contrario. No me llegaban a dar miedo las mujeres, simplemente desconfiaba de ellas por su debilidad ante la maldad de los hombres -tal y como había pasado con mi madre-. Le tendí la mano para ayudarla a levantarse, dudando mucho si la iba a aceptar después de lo ocurrido.

-Lo siento mucho señorita, no sé cómo ha ocurrido... -parecían palabras vacías y a lo mejor en verdad eran éso, de todos modos, quizá no la volvería a ver. No parecía que frecuentase mucho la biblioteca.

por **Danitza Denndörfer** Lun Ago 08, 2011 6:48 pm

Danitza le habría abofeteado de no ser por el shock que sufrió en esos dos segundos en los que sus labios se juntaron ¡Menuda respuesta! ¿Eso era un sí? Porque nisiquiera había mediado palabra. Parecía que estaba en su mundo y ella se le había quedado algo embobada, tanto como para no darse cuenta de lo que se le venía encima literalmente. Cuando volvió a verle vió tanta confusión en su rostro como..como la que debería haber tenido en el suyo propio, pero contrario a lo que sentía su expresión facial era precisamente de total..normalidad. Una vez más, como si nada hubiese ocurrido. Y por dentro se estaba haciendo miles de preguntas. Era como un volcan en erupción pero que tenía una gruesa capa de tierra que le impedía resurgir.

Tomó su mano, con suavidad y se levantó. Miró hacia los lados confusa y al escuchar que él le hablaba volvió a mirarle a los ojos. Parpadeó. Intentaba pensar que decir o que hacer. Cómo actuar. Pero nisiquiera podía pensar en decir lo primero que se le pasara por la cabeza, estaba muy confusa. - ¿Eso es un sí? - la pregunta fue más bien una afirmación por lo que no esperó a que respondiera para echarse un ligero paso hacia detrás y volvió a chocar. Esta vez con la estantería. Por suerte esta vez sus reflejos fueron mejores y antes de que cayera uno de los libros volteó su cuerpo hasta que su mano logró mantenerlo en su sitio. Lo que si se escuchó fue un sonoro suspiro. - Hoy no es mi día.. - se llevó una mano a la frente, revolviendose algo al flequillo antes de volver a mirar hacia el chico. Casi se había olvidado de que estaba allí.

- Siento lo de antes, fue culpa mía, me sorprendiste - lo miró de reojo. Volvió a mirar al libro que casi se le había caido encima - Esto..¿querías algo? No recuerdo lo que me dijistes - se mordió ligeramente el labio, aprovechando que no le estaba viendo y soltandoselo se volteó, apoyando su espalda contra la pared para asegurarse de que no volvería a tener ningún tipo de caída. Por muy tranquila que pareciese esa torpeza era realmente la manera de demostrar su nerviosismo.

por **Vilhelm Larsen** Mar Ago 09, 2011 2:57 pm

Al escuchar su pregunta me sonrojé por completo. No era esa clase de hombres, era más, cuanto más pudiera estar apartado de las mujeres, mejor. Observé como la chica demostraba unos buenos reflejos al chocarse contra la estantería y agarrar un libro que iba a caer al suelo. En otro tipo de situación y si hubiera sido otra persona, le habría aplaudido sorprendido. Noté como hoy ella pensaba que tenía el día con bastante mala suerte. La comprendía, a todos nos tocaba siempre un día de aquéllos.

Se disculpó muy educadamente y a pesar de su torpeza tan bien demostrada, su voz sonaba tranquila y segura. Me interesó saber como estaba en el interior, respiré profundamente y sentí que ella estaba igual de nerviosa que antes. La torpeza era la prueba. Recordé entonces que yo era todavía demasiado ingenuo con las mujeres. ¿Qué le tenía que decir? ¿Qué yo también lo sentía? Quería librarme de ella cuanto antes, pero ante todo había que ser educado y cortés con las damiselas, eso era lo que me había enseñado mi padre tiempo atrás.

Alcé ambos brazos en posición de defensa y contesté:

-No, yo lo siento aún más. Debería haber llamado su atención de otra manera, señorita, así no habríamos acabado ambos así -observé que mi tomo favorito de Galileo estaba en el suelo ya que se me había olvidado cogerlo del suelo. Enseguida fui a por él, y continué con mi discurso con el libro entre los brazos-. Le había dicho que si necesitaba ayuda, ya que con perdón, usted parecía bastante perdida. ¿Le interesa la ciencia u otro tema en especial? -debíamos acabar rápido y así podría comenzar con la lectura de la teoría heliocéntrica de Galileo...

De nuevo, mi naturaleza débil me obligó a mirarla a los ojos y me quedé mudo por unos segundos. Ahora era su turno de responderme.

por **Danitza Denndörfer** Miér Ago 10, 2011 7:33 am

Por unos segundos a Danitza le pareció que el chico se avergonzaba. Y desdeluego podía notar más nerviosismo del que tuviese ella ¿O tal vez no? De tanto pensar en el contrario de repente se dió cuenta de que ella ya no estaba prácticamente nerviosa. No le latía rápido el corazón ni se hacía miles de preguntas, no de la biblioteca pero ahora si del chico. Le miró, de arriba a abajo de manera disimulada claro y sus labios se curvaron en una pequeña sonrisita. No sabía si estaba nervioso por lo ocurrido o por el echo de que ella estuviese cerca, aunque esa idea, le parecía bastante ridícula. De todas maneras ya se procuraría en averiguarlo.

Se acercó a él ya con su rostro habitual, desinteresado e indiferente y apoyó uno de sus brazos sobre el hombro contrario, colocando así su cuerpo junto al ajeno. Sus ojos fueron en direccion al libro que tenía agarrado y con una de sus manos lo alzó. Lo suficiente como para que se viese la tapa. No le sonaba de nada ¿Qué esperaba? Era prácticamente una total inculta y eso realmente le daba mucha rabia. ¿Debía decirle la verdad al chico o hacer como que era toda una entendida? Fingir..fingir no era para nada lo suyo además de que no le gustaba. No le gustaba nada - ¿Es interesante este libro? ¿De qué va? - preguntó, soltandolo y apartandose de él, "liberandole". Unicamente se acercó tanto para ver cual era su reacción y si efectivamente se ponía nervioso por ella o por la caida que habían tenido hacía unos minutos.

Volvió a acercarse de nuevo a la estantería, pasando su índice por ellos como había estado haciendo desde que entró en el lugar. Como si supiera de que iba cada uno y solo estuviera indecisa. - No he leído ninguno de estos libros, no sé que puede gustarme y que no gustarme..mmh.. - se mordió ligeramente el labio y al mismo tiempo que su dedo viajaba de un lado a otro también lo hacía su cabeza en un suave vaivén. Manteniendo en todo momento parte de su vista en el chico que tenía tras ella.

por **Vilhelm Larsen** Jue Ago 11, 2011 8:39 am

La joven se acercaba a mí de manera muy peligrosa, miré hacia arriba intentando no encontrarme con su mirada, pero para cuando regresé a la tierra, me encontré a la muchacha pegada a mí. Se estaba divirtiendo con todo aquello, era muy curiosa y quería saber cosas, muchas cosas. Sabía todo aquéllo por su tacto, ya que me estaba tocando -y para mi sorpresa yo estaba aguantando como un valiente-. Con cara de ingenuo me quedé mientras agarraba mi preciado libro de Galileo y lo inspeccionaba, como si no hubiera tenido otro libro en su vida. ¿Sería verdad mi suposición? ¿Habría entrado a la biblioteca para solamente pasar el rato?

Tras su pregunta, me liberó y al fin pude respirar más tranquilo. Me seguían poniendo nervioso las mujeres, y a la vez, seguía desconfiando de ellas. Agarré de un manotazo el libro de Gaileo y con cara seria, respondí a su pregunta:

-Es interesante para algunos lectores y para otros no. Es otro de tantos libros que se han dado como falsos y mentirosos, aunque claro, cada opinión es distinta, como las personas... -mi mirada caminó con ella, mientras seguía inspeccionando los libros de la sección de ciencia; yo estaba ahí, pero quieto, como una estatua. Caminé hacia ella y le señalé un libro que tenía en frente, parecía indecisa y era normal tras su afirmación-. Este libro por ejemplo te habla sobre todos los animales y plantas que habitan en Europa. Es un libro recomendable si te gusta la naturaleza... Por cierto, mi nombre es Will -¿y ahora por qué le había dicho mi nombre? En mis adentros, suspiré.

por **Danitza Denndörfer** Lun Ago 15, 2011 2:03 pm

Finalmente Danitza descubrió que si era parte de su presencia lo que le ponía nervioso y eso empezó a divertirle. Ella no era lo más abierta del mundo, no con personas que no conocía básicamente por sus malas experiencias anteriores. De más joven si que lo era. Siempre le había gustado relacionarse con todos por igual y su curiosidad solía llevarle a tener bastantes problemas. Curiosidad que había aprendido a controlar con el tiempo y con la ayuda de sus padres. Sus padres nunca le habían recriminado nada, por el contrario, lo que les dolía más era que la hiciesen daño por culpa de esa personalidad extrovertida con la que había nacido. Extrañamente extrovertida teniendo en cuenta la familia en la que había nacido.

Por suerte, había sabido guardar esa parte de ella pero no había echo que desapareciera. No se había convertido en una de esas personas serias y secas que en su juventud habían sido muy alegres pero que se habían acabado por convertir en eso. En personas sin sustancia. Ella no dejaría que sus experiencias le afectasen. Y por eso mismo se había propuesto no cambiar nunca, solo camuflarse un poco.

Sonrió ligeramente cuando notó que se acercaba, también exrañandose un poco pero alegrandose de que se acercara a ella ¿Eso significaba que tenía más confianza de la que pensaba? Se mordió de nuevo ligeramente el labio, antes de darse la vuelta. Quedando entonces peligrosamente cerca de él, sin a penas darse cuenta ¡No había calculado la distancia que él se había acercado!. - Me gustan las plantas y los animales, Will - repitió su nombre, alzando los ojos para mirarle y dejando sus manos tras su espalda, entrelazadas y apoyadas contra la estantería. - Yo soy Danitza, encantada - alzó ligeramente su cuerpo -dado que era algo más alto que ella- hasta que sus labios rozaron la mejilla ajena. Un gesto a penas imperceptible pero que de nuevo le ponía a prueba.

Spoiler:

por **Vilhelm Larsen** Sáb Ago 20, 2011 8:24 am

La joven afirmó que le gustaban las plantas y los animales. No sabía si creerla o no, ya que me había parecido que había escogido aquel libro al azar, sin saber de qué trataba. Quizá era una manera de protegerse ante mis comentarios. Me miraba fijamente y aquéllo me ponía cada vez más nervioso. Pocas veces aguantaba durante tanto tiempo con una mujer, solamente mis más allegadas, claro. Se presentó como Danitza -ya que yo me había presentado antes y hubiera sido muy descortés por parte de ella-. No me di cuenta que yo estaba demasiado cerca de ella, y finalmente, Danitza acabó con nuestra separación cuando se acercó a mí y noté su contacto contra mi mejilla. Los pelos de la nuca se me erizaron, no podía evitarlo. ¿Cómo había podido haberla besado antes? No me encontraba dentro de mis cabales.

Di unos pasos atrás confuso y esta vez fui yo el que casi se cae en mitad de la sección de ciencia. ¿Estaba jugando conmigo acaso? Lo podía sentir. Quería marcharme para leer mi tomo de Galileo, quizá le pidiera a Danitza si quería acompañarme en mi lectura, pero éso implicaría acabar hablando con ella y en la sala de lectura estaba prohibido. Intentaba protegerme con mi libro de ella, pero había algo que me impedía pensar con claridad.

-¿Q-Qué hace? -pregunté indeciso. Que ingenuo era a veces...

por **Danitza Denndörfer** Dom Ago 21, 2011 6:45 am

La reacción del chico le resultó bastante graciosa a Danitza. Aunque no lo demostró, claro, se mantuvo con un rostro ligeramente serio o, mejor dicho, aparentó sorpresa por su sobresalto. Se echó ligeramente hacia detrás, dándose un pequeño coscorrón con la librería inclusive aunque no lo suficiente como para hacer un gran escándalo. El que casi se cayó fue el chico de la propia impresión ¡Tenía que aguantarse! No podía reir o se le notarían demasiado sus intenciones. Lo que menos quería era espantar a la única personas que se había fijado en ella. Que se había fijado con buenas intenciones claro. Y ella estaba siendo mala..

Reflexionó ligeramente y se esforzó porque apareciera un muy ligero rubor en sus mejillas mientras miraba parpadeando al muchacho. - Lo siento..¡es una mala costumbre! En mi.. - desvió ligeramente la mirada durante una fracción de segundo, volviendo enseguida a mirarle. - En mi familia saludamos así siempre - casi se le escapó la palabra "campamento" o alguna similar que hiciese referencia a que no vivia de manera "normal". Que vivía excluida de la ciudad con su gente. Que era una gitana. No, no debía dejar escapar ese detalle por nada del mundo.

Finalmente, pasados unos segundos, dio un par de pasos hacia delante acortando la distancia. Volviendo a estar relativamente cerca y a mirarle directamente a los ojos. - ¿Te ha molestado? ¿No sueles saludar así? - preguntó, ladeando la cabeza al mismo tiempo que lo miraba con ojos ligeramente curiosos. Sus manos, todavía con el libro entre manos, se juntaron sobre su pecho para abrazarlo. Involuntariamente hizo subir ligeramente sus pechos al apretarselos y en ese tipo de situación no era lo que más le convenía.

por **Vilhelm Larsen** Dom Ago 21, 2011 7:40 am

Debía tranquilizarme, como fuera. Danitza quería jugar conmigo, en su propio juego, y yo no quería entrar, para nada. Noté como sus mejillas se sonrojaban, ¿aquel sentimiento era real? No, lo sabía, lo podía sentir. Intenté tranquilizarme, pero nuevamente Danitza se volvía a acercar más y más a mí. Me rasqué la nuca con nerviosismo mientras escuchaba a la joven. Según ella, aquel ligero contacto en la mejilla era una costumbre familiar, aunque por un instante me había parecido que quería decir otra cosa. Se acercó todavía más a mí, estábamos tan juntos que casi podía oler su esencia. Llevaba el libro de plantas y animales entre sus manos, y comenzó a apretar el libro para sus pechos, y yo aparté la vista de ahí. Intentaba huir de las tentaciones propias de un hombre. Respiraba entrecortadamente y le respondí casi susurrando:

-De donde yo vengo, las personas suelen ser muy distantes unas de otras. En mi familia nos saludábamos o con abrazos o con un apretón de manos. Los besos los dejábamos para los amores... -no sé ni por qué dije éso, estaba totalmente fuera de lugar. Debido a que comprendí que no podía huir de aquella situación, decidí continuar con la conversación-. ¿Tenéis otras costumbres extrañas? Siento curiosidad -y sin darme cuenta, sonreí, decidido a seguirle el juego.

Hablar de la familia siempre me ponía nostálgico, recordando a mi propia familia. Debía despejar mi mente y Danitza era una buena excusa, y quien sabe, así llegaría a conocer a una nueva persona en París...

por **Danitza Denndörfer** Lun Ago 22, 2011 12:36 pm

La sonrisa del muchacho le pareció linda a Danitza y ella misma hizo lo mismo. Sonreir. Posiblemente se le habrían instalado unos pequeños hoyuelos en cada mejilla porque siempre que sonreía de verdad le pasaba. De esas sonrisas que te llegan a los ojos porque lo produce algo sincero. Y no de esas que solo aparentan sin significar nada en especial. Definitivamente ese tipo de sonrisas no le iban a ella, le gustaban más las otras.

Se aferró algo más al libro que tenía entre sus brazos y dio otro paso hacia delante. Si el chico acababa cayendo sabía que sería su culpa y se había prometido no reir. Por mucho que la actitud contraria le resultara algo divertida. Divertida y curiosas. ¡Y ella era la reina de las curiosas! Le habían metido en tantos follones que ya casi ni los recordaba. Por suerte, en la mayoría había podido salir ilesa y sin que se enterara nadie. En las otras..sus padres le habían echado un buen sermón, como siempre. Sermón tras el cual no podía salir del campamento por unos cuantos días y eso la mataba de aburrimiento. Como le hagas algo a este chico te arrepentirás. Se dijo así misma. Esa vocecilla a la que debería hacer caso de vez en cuando.

- ¿Sabes que en estados unidos se saludan con un beso..aquí? - se señaló con el índice de una de sus manos los labios y los repasó ligeramente, de lado a lado, haciendo así la forma. Algo tentadora y seductora. ¿Estaría el chico fingiendo nerviosismo? ¿Sería un don juan? Como no solía fiarse de los hombres, primero tendría que ponerlos algo a prueba.

por **Vilhelm Larsen** Miér Ago 24, 2011 1:01 pm

Danitza sentía mucha diversión, lo podía sentir. Yo, en cambio, en mi interior suspiraba una vez y otra. Siempre me ocurría lo mismo. Primero, intentaba alejarme de todas las personas; pero al final siempre encontraba a una persona digna de conocer y acababa pasando tiempo con ella. El final de la relación dependía del tipo de persona, ¿qué me iba a ocurrir con Danitza? Sentía curiosidad, y me percaté de mi propio cambio de actitud. El libro se resbalaba de mis manos debido a mi estado de tranquilidad, pero rápidamente volví a estar más activo.

Para cuando volví a la realidad, me fijé en que Danitza realmente no había respondido a mi pregunta. Me habló de otro país -aquel continente perdido que descubrió Cristóbal Colón-, y según la joven, en aquel lugar se saludaban con un beso en los labios. Tragué saliva, ¿lo estaba diciendo en serio o seguía jugando conmigo? Me ponía muy nervioso la manera en cómo me miraba, cómo juagaba con sus labios haciendo que yo me fijase en ellos. Me rasqué la nuca tímidamente y al volver a mirar aquellos labios tan carnosos, recordé que poco antes la había besado. Seguía sin saber cómo había terminando besándola, pero en cierta manera, me estaba dando cuenta que me atría físicamente. Giré varias veces la cabeza. No, yo no era ese tipo de chicos. Primero debía conocerla y concluir si verdaderamente merecería plantearse tener algún tipo de relación con ella.

Pensé entonces que todo lo que estaba haciendo Danitza era para probarme, ¿quizá ella estaba pensando lo mismo que yo? No lo sabía, por desgracia solamente sabía leer los sentimientos, los pensamientos me eran imposible. Y como bien se reconocía, los sentimientos era lo más inestable de los humanos.

-Que sorpresa. Entonces antes te saludé como si estuviéramos en Estados Unidos. No lo sabía -nuevamente, al escucharme recordando aquéllo, hizo que me sonrojara. En esos momentos quería mirarme la cara para decidir que grado de ingenuidad tendría... Quizá el máximo.

por **Danitza Denndörfer** Vie Ago 26, 2011 11:32 am

La respuesta del chico la tomó por sorpresa. Y tanto que si. ¡No se acordaba! Dios, de repente le entraron todos los calores del mundo y tuvo que esforzarse mucho para no ponerse colorada como un tomate. Todo iba perfecto. Estaba jugando un poco con él y "experimentando" como sus emociones. Genial, Danitza, esto es un castigo divino. Pensó pues inmediatamente se le vino la escena del beso que habían tenido al conocerse. No la habían besado muchas veces porque ella no se había dejado. Y ese le había cogido totalmente desprevenida. Tal vez, por eso, pudo borrarlo de su mente con tanta facilidad. Como si no hubiese ocurrido. Pero claro que había ocurrido y la prueba es que en ese mismo momento sintió como si él volviera a besarla de nuevo. Sintió la sensación de que sus labios eran aprisionados.

Por instinto se echó un paso hacia detrás y chocó con la estantería. En cuanto se dio cuenta de lo que le ocurría se volteó, simulando que buscaba otro libro. - Ah, si, claro..supongo que tienes razón - lanzó una risita muy cursi y falsa. Ella precisamente de cursi no tenía nada y aquellos que la conocieran se darían cuenta. Por suerte ese chico no la conocía. Ahora tendría que buscar el modo de volver a enterrar esos recuerdos en el subconsciente para volver a ser la chica de siempre. Despreocupada.

En un momento de desesperación por entretenerse abrió el libro y, claro, estaba en francés. ¡Qué fallo! Ella no sabía tan bien leerlo como hablarlo. Todavía hablándolo se le notaba su acento rumano pero sabía que era capaz de defenderse. - Oye, sabes si por aquí hay..Bueno, olvídalo, no tiene importancia - lo miró de reojo volviendo después al libro, que dejó de nuevo en la estantería y seguidamente se rascó la cabeza algo confusa. No voy a preguntarle si tienen libros en rumano, sería estúpido. Se dijo así misma al recapacitar sobre la pregunta.

Finalmente se volteó, mostrando una sonrisa. Sonrisa que ocultara todo lo demás que pudiera pasarle en ese momento por la cabeza. - ¿Podría compartir ese libro contigo, Will? - se llevó las manos a la espalda e inclinó su torso ligeramente hacia delante, para acercársele algo más aunque no lo suficiente como para ella avergonzarse, era cuidadosa. Con suerte conseguiría que él leyera para él y, por lo menos, se enteraría de algo.

por **Vilhelm Larsen** Sáb Ago 27, 2011 1:58 pm

Arquée una ceja cuando la escuché reírse, no era su manera normal, lo sabía porque antes se había reído de una manera más elegante y sutil -y qué decir, que iba más con su personalidad-. Parecía una risa falsa, por lo que intentaba esconder algo muy importante. Había olvidado que llevaba otro libro entre sus brazos y comenzó a buscar otro por las eternas estanterías de la biblioteca. Abrió un libro pero pareció no convencerle, pero lo más importante, ¿por qué había quedado prendado, observándola, viendo como se decidía entre un libro u otro? La situación era de locos. Por unos instantes pareció que fuera a decirme algo, pero después calló. Yo podría haber preguntado, pero también decidí callarme. Si no quería decírmelo era o por vergüenza o por falta de confianza -seguramente lo segundo-. A veces deseaba poder leer la mente, mientras que otras veces no tanto. Esta vez era una de ésas, ¿qué se le estaba pasando por la cabeza a aquella joven de nombre Danitza? Nunca me había considerado un experto en comprender al sexo contrario, pero muchas veces las mujeres me desconcertaban y mucho. Quizá por éso y por lo ocurrido con mi madre sentía aquella lejanía con las mujeres. No era desprecio, sino que prefería alejarme de ellas.

Me sonrió e hizo que regresara de mis pensamientos. Últimamente me perdía demasiado en ellos. De nuevo, Danitza estaba demasiado cerca de mí. Respiré hondo y me tranquilicé. Ya había ocurrido una y otra vez lo mismo, debía dejar de comportarme como un cobarde. Me pidió algo que quizá yo le fuera a ofrecer después. Me quedé mirándola durante unos instantes a los ojos, y después dirigí mi mirada hacia el libro de Galileo como un inocente. Asentí con la cabeza y dije después con la mejor voz amable que tenía:

-Claro, no hay problema si no te importa compartir compañía con un desconocido. ¿Has dejado de interesarte por la naturaleza ahora? -quería saber, y mi curiosidad me hacía preguntar-. El libro que voy a leer trata sobre el universo, las estrellas, los planetas; ¿te interesa ese tema?

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