Biblioteca (Asagi)

Si alguien se atreviera a preguntarme, si he cambiado en este tiempo, respondería con un indudable ‘sí’, las cosas no iban bien en ningún aspecto, la monotonía, lo cotidiano, eso me perecía más real en ‘el estilo de vida que había adoptado’. Mis pensamientos, movimientos y actitud no eran los de antes, sé que nos vamos transformando conforme pasa el tiempo, pero yo me sentía estancando, cansado y hastiado de todo. Jamás me paso, esperaba salir de esto solo, los motivos los conocía a su perfección pero había una sola manera de solucionarlo, le buscara por donde le buscara, alejarme, aunque eso implicaría demasiado, me conozco y desconozco y sé que las cosas no son seguras a estas alturas.

Tenía horas leyendo y comprendiendo grandes escritores de la época y otros más antiguos, que aun plasmaban sus letras en viejos papiros, me concentre tanto en las palabras, me transportaban a épocas remotas, me hacían estremecer por el simple hecho de hacerme recordar, que hermosos eran los recuerdos, buenos recuerdos, y otros no tantos. Sin dudas la odisea de Homero era una de mis favoritas “Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos, que anduvo errante muy mucho después de Troya sagrada asolar; vio muchas ciudades de hombres y conoció su talante, y dolores sufrió sin cuento en el mar tratando de asegurar la vida y el retorno de sus compañeros.” Ese pedacito me hacía recordar muchas cosas, hacía tanto no estaba por aquellos lugares, recordaba en cada palabra escrita un poco de todo.

Me levante y cogí otro viejo papiro, que puse encima de los libros, me acomode para leerle y admirarle, ¡Ah, Lucrecio!... Unas líneas hicieron que me estremeciera dándole la razón al poeta: “Nuestro terrores y nuestras tinieblas mentales serán disparados, no por los rayos del sol, no por esas resplandecientes flecha de luz, sino por la atenta observación de la naturaleza y un plan de contemplación sistemático” Me centre en las palabras, buscando mis respuestas en ellas, ni siquiera había sentido el tacto, o la voz de aquel ser, que atentamente me miraba, cuando alce la vista.

Las expresiones en mi rostro se volvieron con otro aire, me levante para evitar más movimientos de su parte, de nuevo acomodando el papiro en su lugar, dándole la espalda, cerré los ojos para relajarme, ¿Hablar?, pronuncie hacia mis adentros, que dispararon curiosidad, pero serenidad a su vez. – De ¿Qué deseas hablar? – Seguí la búsqueda de más poetas, de más filósofos de la época. Mientras esperaba a sus palabras y a ese tinte de voz tan peculiar que cargaba en momentos como estos.

Cogí el primer papiro que encontré casi inmediatamente de que me voltee, le mire, ¿Qué estaba haciendo?, se notaba ‘más pálido de lo normal’ como se diría entre los humanos, parecía enfermo, pero ¿de qué? sí, parecía no importarme, claro, porqué él no podía estar enfermo eso era imposible, extendí el papel y alcance a leer unas líneas aun sin saber de quién era la obra plasmada ahí. Mis labios abrieron el camino a unas pequeñas línea que le musite en cuanto a parte la vista de él - ¿Por qué algún amador se echa un lazo al cuello y suspende de alta viga la triste carga de su cuerpo, o ensangrienta sus entrañas con el hierro homicida? – pensé un poco, que irónico era ahora ese pedacito tan claro. - ¿Reconoces la obra? – le mire pero cada vez parecía peor - Ovidio y el remedio del amor… - su pregunta me hizo olvidarme de la ‘literatura ‘un poco. Deposite mi tranquilidad, me lleve ambas manos a la rostro cubriendo parte del rostro, las deslice hacía abajo, como si fuera una señal de dolor, pero lo era, me dolía la cabeza, en el momento que ese tipo de preguntas se presentaban sabía la respuesta, pero ¿Cómo soltarle todo?, sí ya parecía cansado, débil, pero…. Mentir tampoco era una opción, la fatiga y los desplantes se veían a leguas.

Cuando estuve a punto de recitar palabra alguna, ahí se presentaban sus acciones a las cuales, mi molestia se vio evidente, no me inmute, trate de ser paciente, de calmarme, solté un bufido y los músculos de mis hombros se relajaron haciendo que estos cayeran, ¿Qué le iba a responder?, mi mente formulo esa pregunta no una, sino, repetidas veces. Le aparte de mí, tomándole por los hombros, casi sacudiéndole de ese estado decaído que presentaba y ¿triste? Lo parecía lo reflejaban sus ojos, arrime la silla que estaba donde el escritorio, le deposite con cuidado ahí, mientras yo cogía otra, para quedar cara a cara, moví los hombros de manera circular, desvíe la mirada, aun la tenía baja, suspire profundamente soltando el aire, como si tratara de agarrar valor.

-Esto… es incómodo Kei, pero creo que es justo que lo sepas – agarre una de sus manos entre las mías dejándolas sobre su regazo – No estoy molesto, solo… desinteresado, aburrido, de caído, perdí toda pasión o interés en… - le mire sosteniendo fuerzas… - ...en ti… lo siento – fue lo único que pude decir, pero ¿Cómo podía decir más?, si era así de simple. – La culpa es de los dos, hemos caído en la rutina eso no es para mí, incluso... – Aparte mi tacto del suyo y me apreté el entrecejo – Hace semanas salí al burdel, por lo aburrido que estoy en este lugar, con la persona que juro… atenderme – No quería reprocharle, no quería que sonara así, ambos teníamos la culpa, lo que más ‘dolía’ era que… esto había durado poco, para mí, ya no tenía salida alguna continuar con algo así, solté casi todo el aire que había cogido de quien sabe dónde – La distancia me impide estar cerca de ti y… - No pude continuar.

Sí, era un cobarde, así de simple, no poder decirle lo que tan desesperadamente le quise gritar cuando me di cuenta de todo esto y aunque sabía que él estaba cada vez más lejos de mí y de lo que teníamos, no hice nada, me pareció bien, pero ahora venía con ese rostro, con esos ánimos y con las emociones al borde a mí, para hallar las respuestas, ¿Cómo se lo tomaría?, no quería verle rogar, o estar detrás de mí en una decisión final – Kei.. – musite suave, buscando su rostro con el tacto, absortándome en su mirada tan perdida. – Creo que esto debe… terminar… por el bien de ambos. – Sonreí, ¡maldición!, ¿Cómo me atrevía a hacerlo después de lo que dije?, pero así era yo, sino quería aceptarlo, lo apartaría, el amor, el cariño, el aprecio, se había ido a minorando con el paso del tiempo. ¿Cómo decirle que no lo adoraba tanto como él a mí?, solo porque yo requiero de atención para que esto crezca cada día en mi interior, no podía poseerlo al cien como yo deseaba, no podía monopolizarle, tampoco le conocía como otros, no tenía idea de nada de él y él de mí tampoco, ambos éramos un dúo superficial. - ¿Qué piensas de esto? – alguien que me propine una bofetada por preguntar eso tan estúpido, pero no aguantaba verle así, su expresión, su todo… me atreví a abrazarle, claro era tan cobarde como para no verle a la cara. Pero lo que sentía y todo ese echo ahí estaba.

Reflejándose en la distancia, en evitarlo, el no hablarle, en tragarme ciertas cosas que deseaba contarle, en hacerle preguntas pero no tenía le valor de expresarme, quizá todo esto nada más era mi culpa y lo vine pensando desde el principio, ¿Qué seguía después de lo cursi y aventuras en las sabanas? La distancia achica y aminora todo y mi tono de voz era el mismo, arrogante, firme y frío, sin expresar cariño, sin nada de por medio, estaba completamente vacío, cautivo de mí mismo, de mis deseos que no lograban expresarse.

Quizá era porque estúpidamente espere mucho de él, no, de ambos, la llama de esta pasión se iba extinguiendo, para mí, porque estaba bien seguro que de su parte no, si le dejaba, era para no buscarle jamás incluso irme era una de las opciones, sin embargo aunque lo pude hacer en una noche cualquiera el maldito cargo que tenía aquí me lo impedía, pero si le iba a hacer daño, me retiraría, le dejaría, aunque lo siga amando poquito y sabía que le extrañaría, que sus tiernas caricias estarían presente siempre, que no bastaría la eternidad para olvidarle y sin embargo el hecho de pensar eso, me detuvo, de un momento a otra parecía que cambiaba de opinión, ¿Pero él me había soportado eso no?, decirle te amo hoy y a la noche siguiente aléjate. ¿Qué clase de amante era yo? Perdía tanto, sin dar nada, estaba claro, yo no le merecía y también ese era el motivo por el cual me atrevía a romper este vínculo, tanto daño que le hice y que le estaba haciendo, con solo verle algo en mí se quebrantaba, quería abrazarle tan fuerte, transmitirle mis deseos negativos y positivos en ese gesto, pero hasta incapaz de hacerlo.

Si le dejo ¿Qué pasaría?, aseguraba que no podría olvidarlo, que en cada acción estaría presente, que no dejaría que alguien más ocupara el lugar que se empeñó en ganar en mí, que quizá sufría, pero ¿Sufría el más a mi lado de laguna manera cierto?, porque el rechazo, el dolor, el decirle no, el siempre negarlo, eso no lo soportaba cualquiera y estaba claro yo… No le merecía. Y si me iba no quería que lo supiera, como siempre, siempre me guardo todo lo que quiero que sepa, porque me es complicado, ¿vergüenza, miedo? ¿Qué era?, ni yo lo sabía… Pero aún le amaba… y si seguíamos lejos, si nos separábamos un tiempo, ¿Esto podría aumentar el deseo?, había que comprobarlo, en este punto… yo no sabía lo que quería a su lado. Pensé tanto en esto, pero tanto, que en el momento me quede callado, abrazándolo con fuerza – Kei…. Lo siento – fue lo único que logre articular, ante sus deseos, aquellos que siempre me expresaba y me demostraba con todo su ser. ¿Cómo hacerle entender que es por su bien?...

No iba a flaquear ahora con mi decisión, es que lo hecho, hecho estaba y yo no lo podía remediar, si quizá fui yo el del error, pero ¿Qué si sentía algo al dejarle así?, no, ¿Qué si me importaba ahora?, no, en definitiva no, sabía que mis ideas y pensamientos después de dejarle vendrían impulsados y darían guerra ardua ante lo que hice, pero no me iba a arrepentir, por algo como eso. El amor es un juego de un niño que se empeña a jugar con los corazones de los hombres, según los romanos, y no iba a dudar de aquella filosofía, así lo sentía yo, se quedó en silencio, vaya respuestita, pues ni mi enojo, ni mi atención iba a tener ya, suspire de manera bajita, aun me inundaba el olor a libros viejos, a tinta de un texto que estaba escribiendo porque no tenía otra manera de sacar todo lo que llevaba dentro, toda la frustración y deseos que iba a cumplir a su lado, no, definitivamente esto era el final, vaya patraña, decir que el amor dura por la eternidad, yo tengo la eternidad más no el amor y sé que nadie dijo que sería cosa fácil, pero comprobé que esto no me iba, que no lo quería y lo supe desde un principio, ¡Maldita sea Dunkelheit! Pero si lo sabías, aceptarle con todo y todo era el peor de tus errores. Internamente eso me estaba matando, pero que buen ejemplo, nos callábamos todo y esto así por lo menos sabía no funcionaria.

Se aferraba a mi como si fuera un chiquillo, pero no, eso no funcionaria, le aparte de mí, no quise mirarlo, no por cobardía porque vería todo ese ‘amor’ en su mirada y yo sabía no era merecedor de eso y no lo quería, lo siento, lo rechazaba ahora, no lo quería, necesitaba tenerle lejos, desvié la mirada evitando cualquier contacto con él. – Esto… es todo… - me levante y observe el lugar, excepto a él – Me iré hoy, no quiero verte ya…. Lo siento – con ese tono gélido, firme y sin ninguna expresión facial le deje ahí, cerré la puerta de lo que era una espléndida biblioteca y vague entre el pasillo, no soportaba esa escena y tampoco le iba a esperar para cuando articulara palabra.

No quería escucharlo, no deseaba hacerlo, odiaba cada una de sus palabras y no, no las comprendía, ni siquiera me moleste en hacerlo, simplemente me absorte en un terrible monologo escribiendo y describiendo lo que acababa de leer, sus palabras no podían penetrar esa fortaleza, no mi mente, ¿Por qué tenía que decirlo ahora?, ¿Su último recurso?, ya no me interesaba lo que hiciera o lo que había hecho, perdí el intereses de todo eso, al ponerme a mí mismo en una jugada que sabía saldría mal, jamás quise a nadie a mi lado, y el haberlo hecho aseguro me traería problemas y deseaba arrancarlo de raíz, así como así, la vista permanecía en un punto no exacto, ni mirándole, ni mirando nada, no deseaba hacerlo, simplemente le aparte.

No quería saber su pasado, porque incluso rebelar el mío a nadie se lo había dicho, así era esto yo prefería ser un misterio, un enigma que jamás nadie resolvería, eso deseaba ser por el resto de esta eternidad, incluso estos sentimientos los abandonaría por completo, todo, borrar sus recuerdos no me era difícil, mucho menos con alguien así, ya estaba arto de lo mismo, era cierto, lo que yo mismo pensaba de mi actitud, de la risa burlona que escuchaba cada noche, cada día mientras dormía, incluso cuando trataba de dormir en el lugar de mi origen, cuando salía, desde el momento que toque parís todo se vino abajo el preludio de todo empezó.

Nunca debí detenerme, yo debía esparcir la llama que habían encendido tiempo y los senderos que marcados estaban, todo, todo desde ahora era un error y aunque no estaba del todo arrepentido, si decepcionado, de mí mismo de la persona que ahora se encontraba ahí, la misma que con ansias locas deseaba dejar atrás para darle vuelta a la página y continuar según la dirección del viento, era un fastidio, un completo y total fastidio estar con alguien, odiaba estos momentos, era algo que me molestaba, que me hacía explotar, que alguien en el último momento te dijera lo que antes pudo haber contado.

Alguien cuyas soluciones querían que se aplicase ahora, ¿Y después?, ese tipo de personas era de las que había huido y no pensaba encarcelarme nuevamente.

-No quiero ya escucharte, no uses esto como tu último recurso, no deseo nada de ti.- apenas articule palabras, si, era cierto, mi actitud había cambiado y quería evitar el problema, mientras cruzaba los pasillos en busca de la salida sentí como una furia se desataba en mi interior, una adrenalina que me hacía sentir poderos e imponente pero a su vez tan bien, no reflexione ni cuenta me di, cuando cruce aquella mansión, ya me contaba bajo el firmamento, bajo las sombras de las estrellas pero con el cuerpo hirviendo en un deseo que nadie podría detener ya no sabía si era odio, si era rencor, impotencia o el desprecio que esa persona se había ganado de mí.

Sin dirección alguna atravieso todo aquello, lo que deje atrás me importa poco, despertar del sopor donde me encontraba era lo menos que podía hacer, si me iba, era para siempre, no deseaba ver su rostro jamás y tampoco saber nada de él, estaba con un estado neutral pero poco a poco me ganaba lo que se llamaba furia desatada, el lazo que nos unía se quebrantó en ese momento, y una vez que algo se quiebra no puede ser lo que fue y mucho menos ahora, que hiciera lo que quisiera, que se rebajara, no me interesaba, observe el firmamento una vez más por última vez y cuando dispuse de marcharme después de caminar entre el quejumbroso jardín, lejos de toda presencia.

Entonces escuche mi nombre, no me inmute ante la presencia que podría representar amenaza para muchos, ¿Por qué debía hacerlo?, escuche cada palabra, sin dar un paso, ¿Qué eso era todo lo que tenía que decir?, ¡Maldición!, no me interesaba si ahora me conocían, si me reconocía, si se me había escuchado y lo más importante si conocían a quien antes fue alguien para mí, porque ahora era nada, hasta eso me causaba un hastió, olvidar en un segundo podía más que olvidar, solo quería seguir mi camino, esa persona me observo con cautela, con ganas de romperle el rostro, pero no, debía avanzar, ese insignificante vampiro no era rival para mí.

Es aquella mirada, aquella expresión en mi rostro que denota una seriedad que muchos llegan a interpretar, sin ganas de nada, solo un espectador más que escribe un guion para el próximo acto, solo eso, para ¿Qué darse a conocer donde no me concernía?, escuche parloteo, parloteo más parloteo, mi mente en blanco tal y como siempre; así como es ‘Dunkelheit’ todo un misterio, todo un enigma, nada más que eso.

No moví ningún musculo del rostro, no me moleste, no articule movimientos, gestos o palabras, nada, no me interesaba para que me quería o para que me deseaba o por quienes me conocía, no para una persona que desea volver a la bruma de donde jamás debió haber salido, debí matarle cunado me lo pido, que va, pero ahora a seguir, ese maldito frente a mí, diciendo de cosas presumiendo la grandeza de ‘conocerme’ superficialmente, pero nadie me conoce, ni siquiera las personas que me criaron, hasta lo superficial y lo vano es esencial para conocer a alguien.

¿Acaso me iba a detener por alguien así?, que mal, di paso firme a mi camino ignorándole, si ahora a mi mente solo venia un lugar un solo lugar donde deseaba estar y encerrarme ahí por el resto de la eternidad aunque claro eso es algo indefinido, me daba igual, le ignore, pase de su presencia, ojala entendiera que lo que dijera, lo que hicieran ahora me valía, no me meto en guerras de los demás tampoco en sus vidas, ni en sus problemas y de gratis no deseo participar, ni porque se me haya seleccionado y me consideren ganador para salvar o ayudar a bienes de otros.

Absurdo parloteos, había pasado perdiéndome por el jardín, entre todo el majestuoso lugar ignorando incluso pensamientos, incluso borrando cada parte de esta ‘eternidad’ que lleve en parís, desechando lo podrido a la basura. Con el tiempo he de regresar a mi legítimo lugar, ignorando cada rastro que dejo atrás lo demás que se vaya al infierno mientras yo siga ‘vivo’ en muerte.

Volvieron a interrumpir el grato silencio que había obtenido, de pronto todo se volvió amenazas, planes, excusas, preguntas estúpidas, ah, sí que pena y ¿Qué pensaban que hiciera ahora? ¡CLARO!, ser el ¿Héroe de la historia?, ¿Rescatar a la princesa de dos demonios como esos, y decir que aquello era una prueba de amor y el ‘felices para siempre’?, oh vaya, bravo, bravo, ¡Bravísimo!, por ese plan, pues el ‘príncipe azul’ no soy yo, ahora en este cuento de terror sobro como actor.

Estaba harto de haberle retenido, ahora no doy paso atrás, mientras observo a aquella persona que parlotea como si nada, diciéndome lo que debe de hacer, en vez de hacerlo simplemente me quedo en blanco, los recuerdos de aquel tiempo que pasamos juntos se van borrando esta noche, se borran y me marcho, se funden cálidamente dirigiéndose en un espacio, se dispersa el recuerdo de su rostro, de su todo, no, no duele, he soltado su mano y eso es una realidad, no quiero verle nunca más. – Haz lo que quieras con él – fueron quizás las últimas palabras que pronuncie en ese instante.

No importa, era lo que él se había buscado al estar conmigo, y ya no me importaba, seguí mi rumbo, no sin antes contestar a algo - ¿Para qué matarlo?, dime, ¿No sería más hermoso ver como sufre el resto de su eternidad, a verle sufrir tan solo en un instante? – Me burle y seguí, desapareciendo entre la oscuridad, que hicieran lo que quisieran, lo que a mí me importaba, lo que yo quería no tenía que ir revelándolo a cualquiera, se había dicho y escrito descifrarme era todo un reto y la persona que lo quiso intentar ahora vería su última noche, y yo no estaría ahí, no le buscaría ni le salvaría como muchos piensan, que se pierda en un limbo, que muera y que se adormezca, a mí me espera otro camino, otro destino y él ahí no vislumbra como la luz que había profesado que era.

Y no, no me arrepiento ahora de nada, pase de nuevo de esa persona, ¿Qué deseaba?, ¿A mí?, ¡Maldita sea! ¿Por qué yo tenía que estar envuelto en algo que no me concernía?, odiaba que por ‘haberme relacionado con alguien’ me metieran en asuntos en los que ya no pinto. Tanto lo detestaba que por lo consiguiente me fue satisfactorio ignorarle, a ninguno de sus futuros planes o de sus palabras me inmute, apenas articule voz para aquellas palabras, no iba a perder fuerza en vano para personas así.

¿Acaso pensaban que ese vampirito era mi debilidad?, ah, que equivocados, ¿Qué deseaban?, ¿Qué lo salvara que diera ‘mí todo’ por él?, ¡Bah!, eso era basura sentimentalista que en estos momentos no tenían posibilidades en mis ideales.

No me importaba lo patético que ahora se veía ahí casi implorando porque me quedará lo demás ya no estaba en mis manos, ¿A qué me quedaba?, morir o dejarle sobrevivir tampoco estaba en mis manos, tiene su libertad no hay amor y no soy yo nadie para detenerle, sin rencor, sin odio hacia él me marchaba con una nueva lección, lo que hiciera y lo que había hecho me importaba ya muy poco, estaba olvidando todo, era uno de mis defectos pero a la vez una cualidad, en una sola noche, en menos de unas horas esto se había tornado tan patético, todo un espectáculo, nada más que eso.

A pesar de las palabras de ella, y la intromisión de él esto era bastante, odiaba envolverme en situaciones tan abrumadoras, deudas o persecuciones que tuvieran no eran de mi índole, no sé qué hacía ahí, le vi llegar pero no podía hacer nada, soy firme en lo que deseo, no tengo nada bueno, tampoco nada malo, quiero quedarme así como siempre con este egoísmo, con este libertinaje, aquel ser al que le permití demasiado no quería odiarlo o amarlo por siempre, simplemente borrarlo.

-Ya conoces mi respuesta, por más que implores, grites o llores, sabes lo que haré y no voy a dar marcha atrás – ignore la presencia de aquella mujer, ignore casi por completo todo, quizá desde ahora me cerraría mucho más, me cuidaría de todos y seguiría tan libertino pero superficial, estaba cansado, pero no le hice caso a mi conciencia, bien sabía que esto terminaría así, lo sabía y aun así lo permití. Aunque fuera la escena más tiste en este drama o la más conmovedora una bestia así no tenía el corazón para ceder ante sus deseos.

-No quiero matarte, pero tampoco consérvate, lárgate, simplemente eso… aun cuando no lo hagas, yo de aquí me marcho y JAMAS – recalque con cierto tono ya lleno de molestia – Me veras, ve y salva a los tuyos, hazte esclavo de esta mujer que te busca con ansias, deja que te martirice y lo que ella quiera… Es tu problema como quieras seguir de ahora en adelante, para lo que a mí me concierne tú ya no existes y no dudes que al terminar la noche tu recuerdo y tu rostro borraré. – había soltado esas palabras en voz alta, solo así como me llegaron, no valía la pena ocultarlas, matarlo, como si eso fuera lo más viable, aunque no me costaría nada arrebatarle la vida, pero era una estupidez.

Ahora me pedía eso, y se esmeró tanto para salvar a sus demás conocidos, ¿Los dejaría así como así?, claro era de ese tipo de personas que lo quiere todo y a la vez no obtiene nada, pues yo en sus juegos no entraba. – Hasta nunca– volví a tomar mi camino, no me quedaría ahí, viendo lo que seguía de la función, no quería participar, me encamine hasta lo más profundo de ese lugar desapareciendo en la penumbra de la noche, donde ya se me esperaba.