AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Other Towns and Cities [Bea Blanco]
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Other Towns and Cities [Bea Blanco]
“You’re in another town or city,
you mean nothing to me tonight.”
-Camera Obscura, “Other Towns and Cities”
you mean nothing to me tonight.”
-Camera Obscura, “Other Towns and Cities”
Durante toda su vida había viajado, no conocía otra cosa que no fuera aquella extraña vida nómada que su dinero le permitía gozar, había visto muchos sitios y conocido a mucha gente, más si se tomaba en cuenta que era un hombre joven y que aún le faltaba mucho por vivir y mucho que aprender. Pero por ahora, de nada le servía añorar la libertad de la que gozó hacía no mucho tiempo y que la muerte de su padre había cortado de repente, extrañaba al viejo, no podía negarlo, pero con aquel cambio en su cotidianeidad que era todo menos cotidiana, causa pues de su propia naturaleza volátil (hoy podía estar en China y mañana zarpar al nuevo mundo sin previo aviso), vino a cimbrar todo lo que conocía y ahora estaba atrapado en esa ciudad. Buscando nuevo talento de las bellas artes y también, por mandato matriarcal, buscando una esposa aunque, ¿a quién engañaba?, no estaba poniendo mucho empeño en esa última tarea.
Caminaba por las calles empedradas del centro, donde las tiendas luchaban encarnizadamente unas contra otras por llamar el mayor número de clientes a su interior, lo que él iba a buscando, como casi todos los días, era un artista callejero que pudiera vislumbrarse como el próximo Da Vinci, comprarle sus obras a un precio de risa y con los años poder revenderlas por una cantidad estratosférica, era un negocio riesgoso, pero estaba bien educado al respecto como para saber discernir.
Ahí, en la acera afuera de una tienda de sombreros estaba un joven muchacho con un par de lienzos dispuestos en el suelo mostrando su insipiente obra, se acercó y se agachó para poder contemplar los trazos en los cuadros, se veía como un tonto pues se había agachado sin flexionar las piernas y luego alzó la mirada para cruzarla con el autor. Le sonrió de lado y se irguió.
-Sin duda tienes talento –dijo sin borrar la sonrisa de su rostro, el pintor se notaba nervioso y Týr, sin más, lanzó una carcajada-, tal vez dentro de un par de años… -se encogió de hombros y siguió su camino sin aclarar a qué se refería, ese era él, mientras tuviera sentido para él le importaba un bledo si lo tenía para los demás. Supo a primera vista que ese joven iba a evolucionar y hacer algo grande, por ahora, esas obras que presentaba para que alguien las comprara y adornara con ellas sus salones y estancias, no valían un centavo, y valdrían aún menos en el futuro, técnica aún deficiente y demasiados clichés como para notar frescura.
Sí, Týr podía tener cara de tonto, y actuar como uno, pero no lo era, sabía bien su negocio, el negocio familiar, aquel que les permitía seguir subsidiando la magia por detrás de la fachada de una respetada familia de comerciantes de arte. Siguió su camino, si no encontraba a la nueva estrella de la pintura francesa, al menos había dado un paseo y quién sabe, a lo mejor ingresaría a una de esas tiendas que con tanto ahínco quería llamar la atención de los transeúntes, así como era en cualquier momento se le podía antojar un par de mocasines nuevos.
Caminaba por las calles empedradas del centro, donde las tiendas luchaban encarnizadamente unas contra otras por llamar el mayor número de clientes a su interior, lo que él iba a buscando, como casi todos los días, era un artista callejero que pudiera vislumbrarse como el próximo Da Vinci, comprarle sus obras a un precio de risa y con los años poder revenderlas por una cantidad estratosférica, era un negocio riesgoso, pero estaba bien educado al respecto como para saber discernir.
Ahí, en la acera afuera de una tienda de sombreros estaba un joven muchacho con un par de lienzos dispuestos en el suelo mostrando su insipiente obra, se acercó y se agachó para poder contemplar los trazos en los cuadros, se veía como un tonto pues se había agachado sin flexionar las piernas y luego alzó la mirada para cruzarla con el autor. Le sonrió de lado y se irguió.
-Sin duda tienes talento –dijo sin borrar la sonrisa de su rostro, el pintor se notaba nervioso y Týr, sin más, lanzó una carcajada-, tal vez dentro de un par de años… -se encogió de hombros y siguió su camino sin aclarar a qué se refería, ese era él, mientras tuviera sentido para él le importaba un bledo si lo tenía para los demás. Supo a primera vista que ese joven iba a evolucionar y hacer algo grande, por ahora, esas obras que presentaba para que alguien las comprara y adornara con ellas sus salones y estancias, no valían un centavo, y valdrían aún menos en el futuro, técnica aún deficiente y demasiados clichés como para notar frescura.
Sí, Týr podía tener cara de tonto, y actuar como uno, pero no lo era, sabía bien su negocio, el negocio familiar, aquel que les permitía seguir subsidiando la magia por detrás de la fachada de una respetada familia de comerciantes de arte. Siguió su camino, si no encontraba a la nueva estrella de la pintura francesa, al menos había dado un paseo y quién sabe, a lo mejor ingresaría a una de esas tiendas que con tanto ahínco quería llamar la atención de los transeúntes, así como era en cualquier momento se le podía antojar un par de mocasines nuevos.
Invitado- Invitado
Re: Other Towns and Cities [Bea Blanco]
Padre!!!! – exclamo repentinamente Bea - ¿que sucede pequeña? – pregunto el padre dándose de bruces con el piano por el repentino llamado de su hija - ¿Todas las cosas que suceden, suceden para mejor? – se quedo pensativa un momento y sin dar oportunidad de recibir una respuesta prosiguió – no suceden para mal ¿verdad que no? Dime que no es así, dime que no, anda dime que no – ante la eminente necesidad de Bea porque le aseguraran que todo sucedía para mejorar el padre no puedo hacer más que darle una respuesta afirmativa – Bea ven acá – ella se acerco y se sentó sobre sus piernas como siempre había hecho desde que tenia uso de razón y ahora a pesar de ser una señorita no dejaba de hacerlo – Si lo que quieres es saber que mi partida a París es para mejor, así es Bea no tienes porque tener miedo: Créelo siempre suceden para bien – él mismo quería creer en esas palabras - Muy pronto estaremos de nuevo juntos – la estrecho en sus brazos y la acurruco en su regazo no soportaba la mirada triste de su pequeña y mucho menos podía permitirle que ella se diera cuanta de la tristeza que a él le embargaba – lo creeré – se puso de pie y lo miro a los ojos - te quiero Padre – se inclino y le dio un beso en su mejilla – te quiero mi pequeña Bea nunca lo olvides y recuerda muy pronto juntos.
La muchacha se despertó sobresaltada y muy emocionada desvaneciéndose esta emoción al cabo de escasos segundos. Se dejo caer nuevamente sobre la cama. Permaneció horas en la misma posición perdida entre los recuerdos deseando desahogar sus lágrimas porque la promesa de su padre ahora no era nada, él había muerto y ella estaba sola en París.
Esto no podía seguir así, tomo una ducha rápida, se puso el mejor de sus vestidos, tomo su pequeño bolso y un poco de dinero que tenia ahorrado y salió a la calle.
Caminaba tranquila por las hermosas calles del centro de París, su andar era lento deteniéndose a cada momento frente a los enormes escaparates. Esta vez admiraba un precioso vestido en color azul turquesa. Volveré por ti, juro que pronto volveré a por ti, claro cuando encuentre un buen trabajo. Suspiro en tanto giraba su rostro –Genial!!!!!!!!!!- grito cuando al frente se topaba con una enorme tienda de sombreros. No demoro en pasarse a la acera de enfrente y antes que pararse frente al escaparate se quedo mirando una escena que le pareció de lo más graciosa, Un caballero admirando unos lienzos sobre la banqueta pero este estaba agachado de una manera muy graciosa. Bea se para muy cerca fingiendo admirar los lienzos y sonriendo sutilmente aún al recordar lo gracioso que el joven se miraba. Este dijo una palabras al vendedor y se fue.
Sin saber porque lo hacia Bea decidió seguirle los pasos. Sin demorar mucho comenzó a caminar detrás de aquel chico total no tenía nada mejor que hacer y lo que necesitaba era distraerse y sacar de su mente los recuerdos porque no deseaba pelear con la Bea de pocas pulgas cuando los recuerdos dolorosos se apoderaban de ella.
La muchacha se despertó sobresaltada y muy emocionada desvaneciéndose esta emoción al cabo de escasos segundos. Se dejo caer nuevamente sobre la cama. Permaneció horas en la misma posición perdida entre los recuerdos deseando desahogar sus lágrimas porque la promesa de su padre ahora no era nada, él había muerto y ella estaba sola en París.
Esto no podía seguir así, tomo una ducha rápida, se puso el mejor de sus vestidos, tomo su pequeño bolso y un poco de dinero que tenia ahorrado y salió a la calle.
Caminaba tranquila por las hermosas calles del centro de París, su andar era lento deteniéndose a cada momento frente a los enormes escaparates. Esta vez admiraba un precioso vestido en color azul turquesa. Volveré por ti, juro que pronto volveré a por ti, claro cuando encuentre un buen trabajo. Suspiro en tanto giraba su rostro –Genial!!!!!!!!!!- grito cuando al frente se topaba con una enorme tienda de sombreros. No demoro en pasarse a la acera de enfrente y antes que pararse frente al escaparate se quedo mirando una escena que le pareció de lo más graciosa, Un caballero admirando unos lienzos sobre la banqueta pero este estaba agachado de una manera muy graciosa. Bea se para muy cerca fingiendo admirar los lienzos y sonriendo sutilmente aún al recordar lo gracioso que el joven se miraba. Este dijo una palabras al vendedor y se fue.
Sin saber porque lo hacia Bea decidió seguirle los pasos. Sin demorar mucho comenzó a caminar detrás de aquel chico total no tenía nada mejor que hacer y lo que necesitaba era distraerse y sacar de su mente los recuerdos porque no deseaba pelear con la Bea de pocas pulgas cuando los recuerdos dolorosos se apoderaban de ella.
Bea Blanco- Humano Clase Media
- Mensajes : 67
Fecha de inscripción : 07/07/2011
Re: Other Towns and Cities [Bea Blanco]
Los pasos de Týr comenzaron a ser serpenteantes en cuando notó que era seguido por una bella dama que momentos antes se había parado a su lado frente a aquel pintor que mostraba su insipiente obra en plena calle. Caminaba fingiendo que no sabía que era seguido, con despreocupado andar, manos en los bolsillos, pasos casi saltando como si una enorme alegría lo invadiera, nada fuera de lo común en él. Primero quiso saber cuánto tiempo pasaría antes de que ella se cansara, pero pronto supo que no lo haría. Pensó en meterse en alguna tienda para ver si hasta ese lugar era seguido, pero no era alguien que se anduviera con rodeos, prefirió disipar dudas de una buena vez.
Se detuvo de golpe, tan rápido y tan bruscamente que incluso su cuerpo sintió los estragos de la inercia y se inclinó un poco hacia adelante antes de quedar completamente inmóvil. Luego giró sobre sus talones y frente a él estaba aquella mujer. Su expresión no era de enojo o preocupación, nada de eso, eso no cabía en el repertorio de emociones de Týr, no, su expresión era una sonrisa algo aterradora (por la desmesurada amplitud de ésta) y sus ojos sólo podían reflejar una cosa, lo que siempre reflejaban: locura.
-¿En qué puedo ayudarla señorita? –dijo inclinándose, haciendo una reverencia caricaturesca, aunque no lo estaba haciendo a propósito, podía parecer de ese modo para quien no lo conociera, pero quien había tratado con él sabía que esa era su forma normal de desenvolvimiento-, ¿o es que acaso encuentra divertido seguirme? –habló con exagerada educación, acentuando la ironía e su pregunta, aunque algo había en el joven heredero Sèitheach lo hacia parecer completamente inofensivo, incapaz de utilizar ese mismo sarcasmo para herir.
Luego dio un paso al frente, violando por completo el espacio personal de aquella señorita que, ahora que podía ver esa cara de maniático tan de cerca, seguramente estaba arrepentida de haberlo seguido, pensando que estaba loco, porque eso pensaba todo el mundo y porque de hecho estaba completamente demente. Acercó su rostro tanto al de ella que cualquiera otra lo hubiera abofeteado de inmediato y ladeó la cabeza un poco como Tân lo hacía al escuchar sonidos demasiado agudos.
-¿Y bien? –la apresuró para dar una respuesta, aunque cualquiera que fuera divertiría al joven, porque todo lo hacía a final de cuentas, tenía la extrañísima habilidad de encontrarle lo divertido a absolutamente todo.
Se detuvo de golpe, tan rápido y tan bruscamente que incluso su cuerpo sintió los estragos de la inercia y se inclinó un poco hacia adelante antes de quedar completamente inmóvil. Luego giró sobre sus talones y frente a él estaba aquella mujer. Su expresión no era de enojo o preocupación, nada de eso, eso no cabía en el repertorio de emociones de Týr, no, su expresión era una sonrisa algo aterradora (por la desmesurada amplitud de ésta) y sus ojos sólo podían reflejar una cosa, lo que siempre reflejaban: locura.
-¿En qué puedo ayudarla señorita? –dijo inclinándose, haciendo una reverencia caricaturesca, aunque no lo estaba haciendo a propósito, podía parecer de ese modo para quien no lo conociera, pero quien había tratado con él sabía que esa era su forma normal de desenvolvimiento-, ¿o es que acaso encuentra divertido seguirme? –habló con exagerada educación, acentuando la ironía e su pregunta, aunque algo había en el joven heredero Sèitheach lo hacia parecer completamente inofensivo, incapaz de utilizar ese mismo sarcasmo para herir.
Luego dio un paso al frente, violando por completo el espacio personal de aquella señorita que, ahora que podía ver esa cara de maniático tan de cerca, seguramente estaba arrepentida de haberlo seguido, pensando que estaba loco, porque eso pensaba todo el mundo y porque de hecho estaba completamente demente. Acercó su rostro tanto al de ella que cualquiera otra lo hubiera abofeteado de inmediato y ladeó la cabeza un poco como Tân lo hacía al escuchar sonidos demasiado agudos.
-¿Y bien? –la apresuró para dar una respuesta, aunque cualquiera que fuera divertiría al joven, porque todo lo hacía a final de cuentas, tenía la extrañísima habilidad de encontrarle lo divertido a absolutamente todo.
Invitado- Invitado
Re: Other Towns and Cities [Bea Blanco]
Bea soltaba repentinas risitas divertida por el andar del chico e incluso de vez en cuando por breves momentos lo imitaba muy divertida. A ella no le importaría cuanto tiempo mantuviera su caminata ni mucho menos hacía donde se dirigía ella solo se disponía a disfrutar de lo divertido que esto le estaba resultando. Es mas ya hasta pensaba que si él era inteligente con seguridad ya estaba al tanto de que lo seguía y eso volvía su andar mucho más gracioso y no dudaba que incluso él se estuviera divirtiendo al igual que ella.
Estuvo a punto de perder el equilibrio e irse de espaldas contra el piso cuando tuvo que frenar repentinamente sus pasos a consecuencia de que él se detenía en seco y bruscamente. Le sonrío con una sonrisa de oreja a oreja cuando tuvo su rostro de frente al de ella y muy cerquitas tanto que hasta podía sentir su aliento y su respiración y podía ver el reflejo de su alma a través de esos ojos que la miraban con insistencia quizás esperando escuchar su respuesta, aguantándose de soltar una divertida risita.
-Pues me ayudaría si acepta que le haga compañía en su paseo- le respondió pensado en que le hubiera gustado poder imitar su reverencia mas su cercanía se lo impedía y en tanto sus mejillas se ruborizaron por su atrevida petición y después tragándose sus propias palabras, bajo un poco la mirada, si no sabia nada de él bien podía tratarse de un psicopata y ella ya hasta compañía quería hacerle se encogió de hombros y volvió la vista al divertido joven confiando en que no era alguien peligroso, había algo en él que lo hacía parecer muy tierno –y bueno, si me lo pregunta si he encontrado divertido seguirle…disculpe, espero no haberle molestado- dudaba que así fuera pero por si las dudas se disculpaba antes que le dijera nada. -¿y bien….me permite acompañarle monsieur?- lo invitaba a responderle con un seguro, dulce y suave tono en su voz sin hacer nada porque el joven dejará de invadir su espacio.
Estuvo a punto de perder el equilibrio e irse de espaldas contra el piso cuando tuvo que frenar repentinamente sus pasos a consecuencia de que él se detenía en seco y bruscamente. Le sonrío con una sonrisa de oreja a oreja cuando tuvo su rostro de frente al de ella y muy cerquitas tanto que hasta podía sentir su aliento y su respiración y podía ver el reflejo de su alma a través de esos ojos que la miraban con insistencia quizás esperando escuchar su respuesta, aguantándose de soltar una divertida risita.
-Pues me ayudaría si acepta que le haga compañía en su paseo- le respondió pensado en que le hubiera gustado poder imitar su reverencia mas su cercanía se lo impedía y en tanto sus mejillas se ruborizaron por su atrevida petición y después tragándose sus propias palabras, bajo un poco la mirada, si no sabia nada de él bien podía tratarse de un psicopata y ella ya hasta compañía quería hacerle se encogió de hombros y volvió la vista al divertido joven confiando en que no era alguien peligroso, había algo en él que lo hacía parecer muy tierno –y bueno, si me lo pregunta si he encontrado divertido seguirle…disculpe, espero no haberle molestado- dudaba que así fuera pero por si las dudas se disculpaba antes que le dijera nada. -¿y bien….me permite acompañarle monsieur?- lo invitaba a responderle con un seguro, dulce y suave tono en su voz sin hacer nada porque el joven dejará de invadir su espacio.
Bea Blanco- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 07/07/2011
Re: Other Towns and Cities [Bea Blanco]
Sus cejas hicieron un extraño arco al escuchar su propuesta, su sonrisa se acentuó aunque eso resultaba prácticamente imposible. Una dama que de la nada ofrecía acompañar a un caballero… definitivamente era algo que le agradaba, porque no era algo que fuese bien visto por la sociedad, y cualquier cosa que pusiera los pelos de punta de las buenas costumbre agradaba por antonomasia Týr.
-¡Nah! –dijo separándose un par de pasos de la joven –muy pocas cosas me molestan, porque muy pocas cosas no me divierten –dijo soltando un manotazo al aire retándole importancia, pensando en qué podía ser interesante aceptar su ofrecimiento, mirándola con detenimiento, evidentemente extranjera como él-, ¡puede acompañarme! –expresó con desmedido entusiasmo, señalando con el índice al cielo y dando un saltito –si está dispuesta a perderse, porque es lo único que sé hacer en París –dijo moviendo la cabeza como el péndulo de un reloj, dándole un aspecto de más locura, otra cosa que parecía imposible.
-Verá… -comenzó con evidente seriedad fingida, parándose al lado de la señorita y golpeando sus talones, luego ofreció su brazo diciéndole sin palabras que sí, que aceptaba que lo acompañase esa tarde, él no era para decir las cosas tácitamente, si el otro las entendía o no muy poco le importaba –no soy francés, y tengo nulo sentido de orientación, no ha habido día desde que estoy aquí en el que no me he perdido, de hecho si me pregunta, no tengo idea de cómo regresar a mi casa –hablaba y hablaba, ese era él, no dejaba a su interlocutor si quiera asimilar sus palabras.
Comenzó a caminar, sus pasos muy rectos como los de un soldado, pero su expresión estaba lejos de la dureza militar.
-Entonces… ¿está dispuesta a perderse? –luego se golpeó con el dedo medio e índice la frente-, ¡soy un maleducado!, me llamo Týr –el apellido no importaba, nunca nadie lo pronunciaba como se debía, y sí, debía aceptarlo, le dolían los oídos cuando emitían mal su galés natal, peor aún, el galés antiguo del que provenía su nombre-. ¿Y usted es? –pero a pesar de todo, de su locura, de su negación a acatar las reglas sociales y de todo, no podía negar que provenía de una cuna privilegiada y que ante todo, tenía mínimas nociones de modales (que no las llevara a cabo a menudo, eso era otro cuento)
-¡Nah! –dijo separándose un par de pasos de la joven –muy pocas cosas me molestan, porque muy pocas cosas no me divierten –dijo soltando un manotazo al aire retándole importancia, pensando en qué podía ser interesante aceptar su ofrecimiento, mirándola con detenimiento, evidentemente extranjera como él-, ¡puede acompañarme! –expresó con desmedido entusiasmo, señalando con el índice al cielo y dando un saltito –si está dispuesta a perderse, porque es lo único que sé hacer en París –dijo moviendo la cabeza como el péndulo de un reloj, dándole un aspecto de más locura, otra cosa que parecía imposible.
-Verá… -comenzó con evidente seriedad fingida, parándose al lado de la señorita y golpeando sus talones, luego ofreció su brazo diciéndole sin palabras que sí, que aceptaba que lo acompañase esa tarde, él no era para decir las cosas tácitamente, si el otro las entendía o no muy poco le importaba –no soy francés, y tengo nulo sentido de orientación, no ha habido día desde que estoy aquí en el que no me he perdido, de hecho si me pregunta, no tengo idea de cómo regresar a mi casa –hablaba y hablaba, ese era él, no dejaba a su interlocutor si quiera asimilar sus palabras.
Comenzó a caminar, sus pasos muy rectos como los de un soldado, pero su expresión estaba lejos de la dureza militar.
-Entonces… ¿está dispuesta a perderse? –luego se golpeó con el dedo medio e índice la frente-, ¡soy un maleducado!, me llamo Týr –el apellido no importaba, nunca nadie lo pronunciaba como se debía, y sí, debía aceptarlo, le dolían los oídos cuando emitían mal su galés natal, peor aún, el galés antiguo del que provenía su nombre-. ¿Y usted es? –pero a pesar de todo, de su locura, de su negación a acatar las reglas sociales y de todo, no podía negar que provenía de una cuna privilegiada y que ante todo, tenía mínimas nociones de modales (que no las llevara a cabo a menudo, eso era otro cuento)
Invitado- Invitado
Re: Other Towns and Cities [Bea Blanco]
La muchacha estaba más que sorprendida y halagada de haberse encontrado esta tarde con verdadero ángel en su camino cualquier otro en su lugar al menos se hubiera molestado en un inicio por ser perseguido pero él, él no lo hacía y según sus palabras era difícil que algo le molestará al contrario le afirmaba que era un chico divertido. Definitivamente Bea no se arrepentía de haberse ido detrás de sus pasos. Se limito a escucharlo sin interrumpirlo.
Si se ponía a juzgarlo por sus gestos diría que estaba algo loquito pero observándolo bien sobre todo el trasfondo de su mirada y escuchándolo hablar a pesar de que era alguien a quien le gustaba hablar, hablar y hablar, casi, casi haciendo un monologo, la realidad era otra y finalmente solo podía juzgarle por alguien lleno de frescura, alegría y mucha naturalidad.en su forma de ser cosa que a Bea le agrado bastante.
Le sonrió como hacia tiempo no le sonreía a nadie en tanto se afianzaba más al brazo del joven dichosa porque había aceptado la compañía de una desconocida -Ammmm no se fije- dijo con un sutil y coqueto encogimiento de hombros –soy Bea, un placer conocerle- pensó que para que tanto formalismo en darse apellidos eso ya vendría después por ahora un toque tan formal y demasiado serio en su presentación le restaría diversión y gracia a la escena, por eso aprovecho que él simplemente le daba solo su nombre y ella hizo lo mismo. Le hablo con toda la confianza del mundo y dándole su nombre como si él ya lo supiera desde antes y ahora solo se lo estaba recordando.
-¿Qué si estoy dispuesta?....ammmm….claro!!!! estoy dispuesta a perderme por París que más da si no conocemos el camino de regreso a casa total dicen que preguntando se llega a Roma cuanto y más podremos volver a casa ¿no cree usted?- con su respuesta estaba más que claro que estaban en las mismas la muchacha tampoco conocía mucho de París y tampoco sería la primera vez que se perdía entre el embrujo de la ciudad.
-Me gusta su nombre, nunca lo había escuchado creo por eso me gusta más- dijo Bea repentinamente haciendo un gesto divertido en su rostro mientras caminaba del brazo del joven -¿de donde es usted?- se sorprendió de ella misma porque comenzaba a hablar mucho. Sería porque ella también era de las que hablaban mucho, porque el joven la contagiaba o porque hacia mucho no mantenía una conversación con alguien.
Si se ponía a juzgarlo por sus gestos diría que estaba algo loquito pero observándolo bien sobre todo el trasfondo de su mirada y escuchándolo hablar a pesar de que era alguien a quien le gustaba hablar, hablar y hablar, casi, casi haciendo un monologo, la realidad era otra y finalmente solo podía juzgarle por alguien lleno de frescura, alegría y mucha naturalidad.en su forma de ser cosa que a Bea le agrado bastante.
Le sonrió como hacia tiempo no le sonreía a nadie en tanto se afianzaba más al brazo del joven dichosa porque había aceptado la compañía de una desconocida -Ammmm no se fije- dijo con un sutil y coqueto encogimiento de hombros –soy Bea, un placer conocerle- pensó que para que tanto formalismo en darse apellidos eso ya vendría después por ahora un toque tan formal y demasiado serio en su presentación le restaría diversión y gracia a la escena, por eso aprovecho que él simplemente le daba solo su nombre y ella hizo lo mismo. Le hablo con toda la confianza del mundo y dándole su nombre como si él ya lo supiera desde antes y ahora solo se lo estaba recordando.
-¿Qué si estoy dispuesta?....ammmm….claro!!!! estoy dispuesta a perderme por París que más da si no conocemos el camino de regreso a casa total dicen que preguntando se llega a Roma cuanto y más podremos volver a casa ¿no cree usted?- con su respuesta estaba más que claro que estaban en las mismas la muchacha tampoco conocía mucho de París y tampoco sería la primera vez que se perdía entre el embrujo de la ciudad.
-Me gusta su nombre, nunca lo había escuchado creo por eso me gusta más- dijo Bea repentinamente haciendo un gesto divertido en su rostro mientras caminaba del brazo del joven -¿de donde es usted?- se sorprendió de ella misma porque comenzaba a hablar mucho. Sería porque ella también era de las que hablaban mucho, porque el joven la contagiaba o porque hacia mucho no mantenía una conversación con alguien.
Bea Blanco- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 07/07/2011
Re: Other Towns and Cities [Bea Blanco]
Entonces comenzaron a caminar sin rumbo, sin ninguno de los dos marcando pauta, era como si ambos quisieran dar los mismos pasos en la misma dirección, ajenos completamente al entorno y a su vez sumergidos en las calles de París. Si Týr agradecía por algo, y sobre todo algo que le había estado sucediendo a menudo en esa ciudad, era toparse con gente que no le huyera a su claro desequilibro mental.
-¡Perfecto! –siguió caminando-, esperemos que al preguntar y preguntar no lleguemos de hecho a Roma –rió pues era una clara broma, no volteó a ver si quiera el rostro de su acompañante para ver su reacción-. Bea –repitió luego –Bea… ¡me gusta!, es sencillo, y las mejores cosas de la vida son sencillas –hizo una pausa sin dejar de caminar –o eso dicen –se encogió de hombros con una sonrisa en su rostro, él lo creía, pues en cada mínimo detalle encontraba algo fascinante, algo divertido, algo digno de observar, era como un niño curioso, aunque a su vez, la travesura de un infante no había abandonado su cuerpo adulto y eso lo hacía en extremo volátil.
-A mí también me gusta mi nombre –otra broma, desde luego –soy de Gales –dijo orgulloso de su origen celta, no aclaró su ciudad natal porque incluso para él era difícil pronunciarla a veces-, supongo que tampoco eres de aquí –adivinó por su nombre y por su aspecto -¿de dónde vienes? –preguntó dejando de lado todas las formalidades que claramente no iban con él.
Siguieron su camino, parecía que daban vueltas pues no salían aún de la zona llena de comercios a pesar que ya habían avanzado largo tramo. No esperó por una respuesta a su última pregunta y suponiendo que de hecho era extranjera como él, se aventuró a seguir atosigándola con más cuestiones.
-¿Qué te trajo a París?, ¿habías estado antes aquí?, ¿cómo es que deambulabas sola?... –sí, muchas preguntas, pero así era él cuando algo, o en este caso alguien, despertaba su curiosidad –es decir, eres muy bonita como para andar sola por ahí–tampoco solía medirse a la hora de soltar aquello que muchos catalogarían de atrevido, decía las cosas tal cual las pensaba, no importándole que en el pasado eso había significado insultos y bofetadas. Lo dijo sin miramientos, sin un dejo de rubor en sus mejillas, completamente sincero y arrojado, luego simplemente se giró para verla, para ver su reacción porque le encantaba ver los gestos de la gente cuando él decía cosas de aquella índole, en cierto modo lo hacía para observar los resultados de lo que podía ser catalogado de experimento social.
Týr era franco y no podía ponerse en tela de juicio, pero la gente estaba tan poco acostumbrada a la sinceridad que con el tiempo se dio cuenta que su simple forma de ser los ponía en aprietos, y eso… eso era divertido.
-¡Perfecto! –siguió caminando-, esperemos que al preguntar y preguntar no lleguemos de hecho a Roma –rió pues era una clara broma, no volteó a ver si quiera el rostro de su acompañante para ver su reacción-. Bea –repitió luego –Bea… ¡me gusta!, es sencillo, y las mejores cosas de la vida son sencillas –hizo una pausa sin dejar de caminar –o eso dicen –se encogió de hombros con una sonrisa en su rostro, él lo creía, pues en cada mínimo detalle encontraba algo fascinante, algo divertido, algo digno de observar, era como un niño curioso, aunque a su vez, la travesura de un infante no había abandonado su cuerpo adulto y eso lo hacía en extremo volátil.
-A mí también me gusta mi nombre –otra broma, desde luego –soy de Gales –dijo orgulloso de su origen celta, no aclaró su ciudad natal porque incluso para él era difícil pronunciarla a veces-, supongo que tampoco eres de aquí –adivinó por su nombre y por su aspecto -¿de dónde vienes? –preguntó dejando de lado todas las formalidades que claramente no iban con él.
Siguieron su camino, parecía que daban vueltas pues no salían aún de la zona llena de comercios a pesar que ya habían avanzado largo tramo. No esperó por una respuesta a su última pregunta y suponiendo que de hecho era extranjera como él, se aventuró a seguir atosigándola con más cuestiones.
-¿Qué te trajo a París?, ¿habías estado antes aquí?, ¿cómo es que deambulabas sola?... –sí, muchas preguntas, pero así era él cuando algo, o en este caso alguien, despertaba su curiosidad –es decir, eres muy bonita como para andar sola por ahí–tampoco solía medirse a la hora de soltar aquello que muchos catalogarían de atrevido, decía las cosas tal cual las pensaba, no importándole que en el pasado eso había significado insultos y bofetadas. Lo dijo sin miramientos, sin un dejo de rubor en sus mejillas, completamente sincero y arrojado, luego simplemente se giró para verla, para ver su reacción porque le encantaba ver los gestos de la gente cuando él decía cosas de aquella índole, en cierto modo lo hacía para observar los resultados de lo que podía ser catalogado de experimento social.
Týr era franco y no podía ponerse en tela de juicio, pero la gente estaba tan poco acostumbrada a la sinceridad que con el tiempo se dio cuenta que su simple forma de ser los ponía en aprietos, y eso… eso era divertido.
Invitado- Invitado
Re: Other Towns and Cities [Bea Blanco]
Soltó una risita al escucharlo –uhmmm…..seria interesante llegar hasta Roma y muy divertido también perdernos entre sus calles- respondió bromeando pero en el fondo a Bea le brillaron los ojitos con la sola idea de algún día poder conocer Roma.
-Yo también siempre e escuchado que eso dicen- comento con cierto tono de ingenuidad en su voz, había ocasiones como esta que disfrutaba parecer mucho más ingenua de lo que realmente era –pero…… a saber- dijo encogiéndose de hombros y enarcando de una ceja haciéndola lucir este gesto muy graciosa.
Caminaba cómoda, tranquilamente y plenamente complacida con su compañía. A medida que Týr hablaba este iba despertando más curiosidad e interés en Bea. Ella no había conocido mucha gente prácticamente su mundo se había centrado en su padre, su madre y sus escasos amigos y en su pequeño mundo de conocidos jamás había figurado alguien tan especial como Týr. Sonrió al escucharlo bromear con lo de su propio nombre –eres tan modesto- comento mirándolo de reojo para ver ese gesto divertido en su rostro que ella ya se imaginaba en su mente.
-¿Sabes?.....eres muy, muy inteligente- lo dijo porque en verdad eso pensaba. Espero pacientemente y divertida a la primera oportunidad para poder responder a sus múltiples preguntas.
-Soy de España……Barcelona para ser exacta, vine a París a reunirme con mi padre, nunca había estado aquí y deambulo sola por las calles porque…ammm, sola estoy- respondió a todas y cada una de sus preguntas de corrido antes que él le formulara algunas más sin dejarla responder pero de pronto sus mejillas se ruborizaron a más no poder, al escuchar su último comentario, si su rostro hubiera sido una bomba entonces juraría que estaba a punto explotar, cuando lo escucho decirle que era muy bonita. No estaba nada bien que un caballero se atreviera a decirle tales cosas a una dama y Bea debía sentirse ofendida, así era la sociedad pero a ella esas cosas no le importaban demasiado siempre y cuando no se tratará de faltarle al respeto. –Gracias- bajo su mirada en tanto murmuro levemente obviamente agradeciendo por el halago de Týr hacia ella.
Inhalo y exhalo tanto aire como le fue posible antes de hablar de nuevo –ya no tengo otra opción….o deambulo sola por la ciudad o me quedo sin salir de casa- un dejo de tristeza en su voz fue inevitable. Sin su padre se sentía como si estuviese abandonada. Meneo la cabeza de un lado a otro lanzando al aire sus recuerdos, este no era momento de ponerse melancólica, no ahora cuando todo al lado de Týr era sonreír.
-¿Llevas mucho tiempo en París?, ¿que es lo que más te ha gustado de París?, ¿ya te has hecho de muchos amigos?, ¿tienes familia?, ¿a que te dedicas?....- Bea sin más, ni tarde ni perezosa lo ataco con múltiples preguntas. Al darse cuenta que preguntaba y preguntaba, con un tono rojizo en sus mejillas, cerro la boca para dejarlo responderle antes de seguir preguntando más. Entrelazo sus dedos y comenzó a juguetear con ellos mientras esperaba ansiosa sus respuestas.
-Yo también siempre e escuchado que eso dicen- comento con cierto tono de ingenuidad en su voz, había ocasiones como esta que disfrutaba parecer mucho más ingenua de lo que realmente era –pero…… a saber- dijo encogiéndose de hombros y enarcando de una ceja haciéndola lucir este gesto muy graciosa.
Caminaba cómoda, tranquilamente y plenamente complacida con su compañía. A medida que Týr hablaba este iba despertando más curiosidad e interés en Bea. Ella no había conocido mucha gente prácticamente su mundo se había centrado en su padre, su madre y sus escasos amigos y en su pequeño mundo de conocidos jamás había figurado alguien tan especial como Týr. Sonrió al escucharlo bromear con lo de su propio nombre –eres tan modesto- comento mirándolo de reojo para ver ese gesto divertido en su rostro que ella ya se imaginaba en su mente.
-¿Sabes?.....eres muy, muy inteligente- lo dijo porque en verdad eso pensaba. Espero pacientemente y divertida a la primera oportunidad para poder responder a sus múltiples preguntas.
-Soy de España……Barcelona para ser exacta, vine a París a reunirme con mi padre, nunca había estado aquí y deambulo sola por las calles porque…ammm, sola estoy- respondió a todas y cada una de sus preguntas de corrido antes que él le formulara algunas más sin dejarla responder pero de pronto sus mejillas se ruborizaron a más no poder, al escuchar su último comentario, si su rostro hubiera sido una bomba entonces juraría que estaba a punto explotar, cuando lo escucho decirle que era muy bonita. No estaba nada bien que un caballero se atreviera a decirle tales cosas a una dama y Bea debía sentirse ofendida, así era la sociedad pero a ella esas cosas no le importaban demasiado siempre y cuando no se tratará de faltarle al respeto. –Gracias- bajo su mirada en tanto murmuro levemente obviamente agradeciendo por el halago de Týr hacia ella.
Inhalo y exhalo tanto aire como le fue posible antes de hablar de nuevo –ya no tengo otra opción….o deambulo sola por la ciudad o me quedo sin salir de casa- un dejo de tristeza en su voz fue inevitable. Sin su padre se sentía como si estuviese abandonada. Meneo la cabeza de un lado a otro lanzando al aire sus recuerdos, este no era momento de ponerse melancólica, no ahora cuando todo al lado de Týr era sonreír.
-¿Llevas mucho tiempo en París?, ¿que es lo que más te ha gustado de París?, ¿ya te has hecho de muchos amigos?, ¿tienes familia?, ¿a que te dedicas?....- Bea sin más, ni tarde ni perezosa lo ataco con múltiples preguntas. Al darse cuenta que preguntaba y preguntaba, con un tono rojizo en sus mejillas, cerro la boca para dejarlo responderle antes de seguir preguntando más. Entrelazo sus dedos y comenzó a juguetear con ellos mientras esperaba ansiosa sus respuestas.
Bea Blanco- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 07/07/2011
Re: Other Towns and Cities [Bea Blanco]
La idea era descabellada, pero para Týr esas eran las mejores que había, en su mente, en su realidad, las ideas sin sentido eran las que más lo tenían. Solía hacer ese tipo de disparatadas propuestas incluso si no conocía a la persona.
-¡Podemos ir a Roma! –dijo dando un salto y apuntando con el dedo al firmamento –no ahora mismo, sería cansado ir a pie –lo decía tan serio que aunque lo que decía era totalmente insensato, parecía como si estuviera diciendo cosas formales e importantes, como si no fuese una broma porque tal vez para él no lo era-, pero algún día, ¿te gustaría? –le sonrió con ese gesto suyo en el que su boca parecía una línea curva que atravesaba su rostro de oreja a oreja-. Sería divertido… -dijo mirando el cielo con tono reflexivo.
Luego simplemente la miró cuando le dijo que era inteligente, nunca nadie le había dicho eso, normalmente lo tachaban de loco, de irracional, pero de inteligente nunca. No es que no lo fuera, lo era más allá de su apariencia desfachatada pero navegaba con bandera de tonto, lo hacía a propósito, el comentario le dejó en claro algo, Bea también lo era, también era inteligente, y observadora y sonrió para sí mismo. Le gustaba la gente diferente, la genial, la que se tomaba el tiempo de ver más allá de sus modos y maneras extrañas.
Luego escuchó cómo respondía a sus múltiples preguntas, con cada respuesta se interesó más y más en ella.
-Nunca he estado en Barcelona, pero en Madrid sí –fue lo primero que dijo –y bueno, ya no estás sola –volvió a sonreír de ese modo desquiciado que lo caracterizaba –ahora yo estoy haciendo compañía –su voz sonó sutil, incluso contenida que era algo sumamente raro en él, siguió caminando aunque evidentemente notó el sonrojo de Bea cuando él dijo que era hermosa-. Sólo digo la verdad –hizo un ademán con la mano que le restaba importancia, no a la belleza de su acompañante, sino a su atrevido comentario, él siempre decía la verdad, eso era cierto, incluso si ésta pudiera traerle problemas.
-Cuando quieras puedes deambular conmigo –dijo y luego escuchó las preguntas, soltó una carcajada, de pronto ella le recordó a sí mismo-, umh, veamos, tengo aquí ya un par de meses, he hecho un par de amigos, sí –recordó a Atenea y Adda con las que se llevó bien casi desde el primer momento –y sí, mi madre está en Gales, es mi única familia –respondió finalmente para luego tomar aire y dar respuesta a la última cuestión-. Verás mi familia se dedica a la compra y venta de obras de arte, se podría decir que a eso me dedico, soy un comerciante como mi familia lo ha sido desde que Gales se llama Gales, o incluso antes –porque sabía que descendía de poderosos brujos druidas, pero por supuesto, omitió por ahora la parte en la que tenía que explicar que tenía poderes, ya llegaría el momento de decirle.
Se giró para verla y el gesto que ella había adoptado le pareció encantador, rió y siguió caminando.
-Y dime, ¿tú a qué te dedicas?, ¿vives con tu padre? –porque había mencionado que había ido a París a reencontrarse con él. Siguió su camino, a donde sus pasos lo llevaran, siempre era así, sin un rumbo fijo, pero era mejor, las mejores cosas de la vida no eran planeadas, o esa al menos, era su filosofía.
-¡Podemos ir a Roma! –dijo dando un salto y apuntando con el dedo al firmamento –no ahora mismo, sería cansado ir a pie –lo decía tan serio que aunque lo que decía era totalmente insensato, parecía como si estuviera diciendo cosas formales e importantes, como si no fuese una broma porque tal vez para él no lo era-, pero algún día, ¿te gustaría? –le sonrió con ese gesto suyo en el que su boca parecía una línea curva que atravesaba su rostro de oreja a oreja-. Sería divertido… -dijo mirando el cielo con tono reflexivo.
Luego simplemente la miró cuando le dijo que era inteligente, nunca nadie le había dicho eso, normalmente lo tachaban de loco, de irracional, pero de inteligente nunca. No es que no lo fuera, lo era más allá de su apariencia desfachatada pero navegaba con bandera de tonto, lo hacía a propósito, el comentario le dejó en claro algo, Bea también lo era, también era inteligente, y observadora y sonrió para sí mismo. Le gustaba la gente diferente, la genial, la que se tomaba el tiempo de ver más allá de sus modos y maneras extrañas.
Luego escuchó cómo respondía a sus múltiples preguntas, con cada respuesta se interesó más y más en ella.
-Nunca he estado en Barcelona, pero en Madrid sí –fue lo primero que dijo –y bueno, ya no estás sola –volvió a sonreír de ese modo desquiciado que lo caracterizaba –ahora yo estoy haciendo compañía –su voz sonó sutil, incluso contenida que era algo sumamente raro en él, siguió caminando aunque evidentemente notó el sonrojo de Bea cuando él dijo que era hermosa-. Sólo digo la verdad –hizo un ademán con la mano que le restaba importancia, no a la belleza de su acompañante, sino a su atrevido comentario, él siempre decía la verdad, eso era cierto, incluso si ésta pudiera traerle problemas.
-Cuando quieras puedes deambular conmigo –dijo y luego escuchó las preguntas, soltó una carcajada, de pronto ella le recordó a sí mismo-, umh, veamos, tengo aquí ya un par de meses, he hecho un par de amigos, sí –recordó a Atenea y Adda con las que se llevó bien casi desde el primer momento –y sí, mi madre está en Gales, es mi única familia –respondió finalmente para luego tomar aire y dar respuesta a la última cuestión-. Verás mi familia se dedica a la compra y venta de obras de arte, se podría decir que a eso me dedico, soy un comerciante como mi familia lo ha sido desde que Gales se llama Gales, o incluso antes –porque sabía que descendía de poderosos brujos druidas, pero por supuesto, omitió por ahora la parte en la que tenía que explicar que tenía poderes, ya llegaría el momento de decirle.
Se giró para verla y el gesto que ella había adoptado le pareció encantador, rió y siguió caminando.
-Y dime, ¿tú a qué te dedicas?, ¿vives con tu padre? –porque había mencionado que había ido a París a reencontrarse con él. Siguió su camino, a donde sus pasos lo llevaran, siempre era así, sin un rumbo fijo, pero era mejor, las mejores cosas de la vida no eran planeadas, o esa al menos, era su filosofía.
Invitado- Invitado
Re: Other Towns and Cities [Bea Blanco]
No podía creer lo que Týr le proponía y no era que no creyera en su palabra, él podía ser muy bromista pero también entre sus bromas siempre decía la verdad a Bea no le cabía la menor duda de ello, lo creía capaz hasta de invitarla a un viaje a la luna si eso fuera posible o aún sin serlo él encontraría la manera de hacerla sentir que la llevaba hasta la luna, lo que le sorprendía era que apenas y se estaban conociendo y él ya pensaba en ir juntos a Roma –Siiii……me gustaría muchísimo- respondió atrapando entre su mano el dedo con el que Týr aún apuntaba hacia el cielo –no solo sería divertido…creo que además será muy emocionante e interesante- hablo dando por echo que ambos terminarían juntos algún día en Roma. Llevo su mano hasta sus labios y antes de soltarle el dedo le dio un pequeño y fugaz beso a este.
De pronto, emocionada como una niña pequeña, freno sus pasos colocándose frente a Týr cuando escucho que conocía algo de España –¿algún día iremos también a Barcelona?- pregunto sin pensar ni medir sus palabras, no le importaba el cuando solo el hecho de saber que algún día pasearía por su ciudad tomada de su brazo le bastaba. Noto que no le dejaba caminar, se hizo a un lado, lo tomo del brazo y continuaron su caminata.
La emoción que la muchacha sintió no era solamente por que menciono que conocía Madrid, su corazón acabada de dar un vuelco tras lo que acababa de escuchar…–y bueno, ya no estás sola… ahora yo te estoy haciendo compañía – sus palabras la llenaron de alegría sobro todo porque con ellas le confirmaba que lo que entre ellos nacía era una verdadera amistad.
–Gracias…pero si no quieres verme roja como un tomate no me vuelvas a decir que soy bonita- le dijo intentando utilizar un falso tono de advertencia –y sobre deambular en tu compañía siempre será un placer así que prepárate porque no te vas a librar de mi muy fácil- lo miro de reojo –de nada te servirá intentar esconderte porque me encargare de encontrarte siempre- le decía con su rostro serio pero divertido a la vez.
Escucho muy atenta las respuestas a sus preguntas, sorprendiéndose enormemente por las coincidencias, ambos tenia solo un par de meses en Paris, solo un par de amigos y a ambos la única familia que tenían era a su madre. Bea se interrogo si esas coincidencias significaban algo o simplemente eran eso, solo coincidencias. Cuando menciono a que se dedicaba comprendió el porque le había visto observando con detenimiento aquellas pinturas puestas sobre la acera –Entonces eres un buen conocedor del arte ehhhh- comento reflexionando un poco –me gustaría ser también una conocedora del arte….¿compartirías conmigo lo que sabes?- pregunto con interés.
-Trabajo por las noches tocando el piano- respondió con tranquilidad -¿sabes?....amo las notas que salen de un piano, la música es casi como platicar con tu mejor amigo contigo mismo- le hablaba emocionada de su pasión por la música retardando así su próxima respuesta.
-Vivo….sola- musito bajando levemente la mirada –mi padre, ya no esta conmigo- levanto la vista y busco encontrarse con la mirada de Týr –falleció hace un mes- dijo con la voz entrecortada.
De pronto, emocionada como una niña pequeña, freno sus pasos colocándose frente a Týr cuando escucho que conocía algo de España –¿algún día iremos también a Barcelona?- pregunto sin pensar ni medir sus palabras, no le importaba el cuando solo el hecho de saber que algún día pasearía por su ciudad tomada de su brazo le bastaba. Noto que no le dejaba caminar, se hizo a un lado, lo tomo del brazo y continuaron su caminata.
La emoción que la muchacha sintió no era solamente por que menciono que conocía Madrid, su corazón acabada de dar un vuelco tras lo que acababa de escuchar…–y bueno, ya no estás sola… ahora yo te estoy haciendo compañía – sus palabras la llenaron de alegría sobro todo porque con ellas le confirmaba que lo que entre ellos nacía era una verdadera amistad.
–Gracias…pero si no quieres verme roja como un tomate no me vuelvas a decir que soy bonita- le dijo intentando utilizar un falso tono de advertencia –y sobre deambular en tu compañía siempre será un placer así que prepárate porque no te vas a librar de mi muy fácil- lo miro de reojo –de nada te servirá intentar esconderte porque me encargare de encontrarte siempre- le decía con su rostro serio pero divertido a la vez.
Escucho muy atenta las respuestas a sus preguntas, sorprendiéndose enormemente por las coincidencias, ambos tenia solo un par de meses en Paris, solo un par de amigos y a ambos la única familia que tenían era a su madre. Bea se interrogo si esas coincidencias significaban algo o simplemente eran eso, solo coincidencias. Cuando menciono a que se dedicaba comprendió el porque le había visto observando con detenimiento aquellas pinturas puestas sobre la acera –Entonces eres un buen conocedor del arte ehhhh- comento reflexionando un poco –me gustaría ser también una conocedora del arte….¿compartirías conmigo lo que sabes?- pregunto con interés.
-Trabajo por las noches tocando el piano- respondió con tranquilidad -¿sabes?....amo las notas que salen de un piano, la música es casi como platicar con tu mejor amigo contigo mismo- le hablaba emocionada de su pasión por la música retardando así su próxima respuesta.
-Vivo….sola- musito bajando levemente la mirada –mi padre, ya no esta conmigo- levanto la vista y busco encontrarse con la mirada de Týr –falleció hace un mes- dijo con la voz entrecortada.
Bea Blanco- Humano Clase Media
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Re: Other Towns and Cities [Bea Blanco]
La excitación de Bea emocionaba más a Týr, si es que eso era posible considerando que el hombre parecía estar ya al tope de su entusiasmo. Pero con Týr no servían las medidas que con el resto de los humanos aplicaban, con el joven brujo todo era una aventura, todo era emociónate, todo era algo por descubrirse, como un niño que apenas se da cuenta de su entorno y cree que si madre se esconde detrás de una hoja de papel en realidad se ha ido y aparece como por arte de magia tan sólo la retira de su rostro.
-¡A Barcelona también! –dijo como si moverse fuese lo más sencillo del mundo, en realidad las distancias que, de acuerdo a sus repentinos planes, quería recorrer eran muy largas y llevaban días sino es que semanas y hasta meses para desplazarse-. ¡Toda Europa! –dijo como el loco que era –si quieres, claro –le pareció correcto aclarar aunque era extraño si consideraba que todo lo que estaba diciendo eran un montón de ideas descabelladas.
Ambos siguieron caminando, por un rato Týr se sintió extraño al tenerla asida a su brazo, pero extrañamente cómodo, incluso y sin darse cuenta sacó ligeramente el pecho, como si caminar al lado de Bea lo llenara de orgullo.
-Pero… pero… pero… -dijo con tono infantil –si tú te escondes y yo te busco sería divertido, luego yo podría esconderme y tú buscarme –aquello lo estaba diciendo con una seriedad tal que no parecía que lo que de su boca brotaba era una propuesta descarada a un evidente juego para niños-, ¿no crees? –cualquiera tacharía de atrevido aquella última y simple pregunta, pero viniendo de él no era sólo normal, sino que incluso se tornaba en tema serio. Soltó una carcajada luego-, ¿y qué pasa si te quiero ver roja como tomate?, luces adorable –la miró de lado, con sonrisa maniática y una ceja levantada, sólo probando a Bea, sólo esperando para ver su reacción, aunque claro, era algo que creía, que se veía adorable.
-Ya sé –dio un ligero salto, otra de sus grandiosas e imprácticas ideas había aterrizado en esa cabeza suya que parecía estar eternamente en las nubes-, tú podrías tocar para mí y yo podría enseñarte lo que sé de arte, aunque es más que nada buen ojo, no hay que saber gran cosa –era una mentira, desde pequeño había sido educado y entrenado para seguir el negocio familiar, sumergido a la fuerza en el mundo de la estética para que, una vez llegado el momento, supiera identificar una obra maestra de algo que no lo fuera, claro que para Týr las cosas no funcionaban de ese modo, no en su realidad al menos, para él era como un don otorgado por los dioses como por arte de magia.
-Lo siento –su voz sonó calmada, contenida y hasta triste, lo dijo absolutamente sincero cuando ella confesó lo de su padre, pocas veces se le veía al brujo de ese modo, como si una acuarela se deslavara por la lluvia, así Týr perdió su alegría, pero no tardó un segundo en recuperarse-, creo que no estás sola mientras recuerdes a tu padre –dijo, su relación con la muerte era rara, era un nigromante a pesar de su apariencia, como toda su familia, pero por ahora no era tiempo de develar ese tipo de secretos. Menos considerando que, posiblemente Bea vería todas esas habilidades mágicas suyas como un don otorgado por el diablo. Por ahora Týr quería divertirse, que era normalmente lo que siempre buscaba, pero por primera vez sintió temor de su propio poder, del que le había enseñado siempre debía sentirse orgulloso, como si éste lo pudiera alejar de ella, y de una cosa estuvo seguro, no quería que eso pasara.
-¡A Barcelona también! –dijo como si moverse fuese lo más sencillo del mundo, en realidad las distancias que, de acuerdo a sus repentinos planes, quería recorrer eran muy largas y llevaban días sino es que semanas y hasta meses para desplazarse-. ¡Toda Europa! –dijo como el loco que era –si quieres, claro –le pareció correcto aclarar aunque era extraño si consideraba que todo lo que estaba diciendo eran un montón de ideas descabelladas.
Ambos siguieron caminando, por un rato Týr se sintió extraño al tenerla asida a su brazo, pero extrañamente cómodo, incluso y sin darse cuenta sacó ligeramente el pecho, como si caminar al lado de Bea lo llenara de orgullo.
-Pero… pero… pero… -dijo con tono infantil –si tú te escondes y yo te busco sería divertido, luego yo podría esconderme y tú buscarme –aquello lo estaba diciendo con una seriedad tal que no parecía que lo que de su boca brotaba era una propuesta descarada a un evidente juego para niños-, ¿no crees? –cualquiera tacharía de atrevido aquella última y simple pregunta, pero viniendo de él no era sólo normal, sino que incluso se tornaba en tema serio. Soltó una carcajada luego-, ¿y qué pasa si te quiero ver roja como tomate?, luces adorable –la miró de lado, con sonrisa maniática y una ceja levantada, sólo probando a Bea, sólo esperando para ver su reacción, aunque claro, era algo que creía, que se veía adorable.
-Ya sé –dio un ligero salto, otra de sus grandiosas e imprácticas ideas había aterrizado en esa cabeza suya que parecía estar eternamente en las nubes-, tú podrías tocar para mí y yo podría enseñarte lo que sé de arte, aunque es más que nada buen ojo, no hay que saber gran cosa –era una mentira, desde pequeño había sido educado y entrenado para seguir el negocio familiar, sumergido a la fuerza en el mundo de la estética para que, una vez llegado el momento, supiera identificar una obra maestra de algo que no lo fuera, claro que para Týr las cosas no funcionaban de ese modo, no en su realidad al menos, para él era como un don otorgado por los dioses como por arte de magia.
-Lo siento –su voz sonó calmada, contenida y hasta triste, lo dijo absolutamente sincero cuando ella confesó lo de su padre, pocas veces se le veía al brujo de ese modo, como si una acuarela se deslavara por la lluvia, así Týr perdió su alegría, pero no tardó un segundo en recuperarse-, creo que no estás sola mientras recuerdes a tu padre –dijo, su relación con la muerte era rara, era un nigromante a pesar de su apariencia, como toda su familia, pero por ahora no era tiempo de develar ese tipo de secretos. Menos considerando que, posiblemente Bea vería todas esas habilidades mágicas suyas como un don otorgado por el diablo. Por ahora Týr quería divertirse, que era normalmente lo que siempre buscaba, pero por primera vez sintió temor de su propio poder, del que le había enseñado siempre debía sentirse orgulloso, como si éste lo pudiera alejar de ella, y de una cosa estuvo seguro, no quería que eso pasara.
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Re: Other Towns and Cities [Bea Blanco]
El sueño de Bea siempre había sido poder viajar, su padre le había prometido un viaje, el que fue su prometido igual le había jurado que viajarían por todo el mundo, en ambos casos el destino se opuso y ahora escuchar las propuestas que el apuesto, bromista y divertido joven le hacía a pesar de que solo fueran propuestas al aire, propuestas momentáneas tal vez sin sentido o muy disparatadas, por alguna extraña razón a pesar de que solo fueran eso, para ella tenían mucho significado aunque nunca llegasen a llevarse a cabo -¡¡¡Toda Europa!!!- exclamo sorprendida y fascinada -¿crees tú que te diré que no quiero?...ni en sueños te diré que no….porque si quiero…si quiero recorrer a tu lado toda Europa y si quieres también el mundo entero- definitivamente o uno contagiaba al otro de tanto disparate o es que ambos eran igual de disparatados.
Bea noto una manera extraña en Týr al caminar la cual le pareció además de demasiado propia de un caballero de alta sociedad algo graciosa, esto último se debía a que esa seriedad tan marcada y formalismo no iban con él o al menos con lo que hasta ahora Bea conocía de Týr. Para su sorpresa se dio cuenta de que ella avanzaba a su lado con la cabeza muy alzada, con la mirada altiva y con una sonrisa de oreja a oreja sobre todo cuando notaba los ojos de la gente al pasar puestos sobre ellos.
-Seria muy interesante y súper divertido jugar a las escondidillas- respondió extasiada con la idea y recordando aquel juego al lado de su padre –pero…¿y si no nos encontramos?- pregunto con inocencia ahora con un tono de tristeza y decepción en su voz –no, ya te he dicho que aunque te escondas yo siempre te encontraré- respondió segura y con determinación mas que nada para ella misma.
-Týrrrr!!!!!!!!!!!!!!- solo exclamo su nombre sintiendo como sus mejillas hasta le punzaban del ardor que sintió al sonrojarse una vez más –de verdad no entiendo porque te gusta verme sonrojada- comento intimidada por su halago –que me pones nerviosa, eso pasa- dijo muy quedito.
Ni con ese repentino saltito Bea permitió ser separada del brazo de Týr de hecho ella también pego un pequeño salto cuando repentinamente Týr le hacia saber que algo se le había ocurrido –me parece un buen trato- le encantaba la idea de tocar el piano para Týr y a cambo recibir parte de los conocimientos del joven comerciante –no me creas tan ingenua Týr se que un punto y quizás el mas importante es tener un buen ojo pero aún así hay que contar con más conocimientos- En verdad no era ninguna tonta, se quedo pensando un poco –quizás yo sea una chica con ese don solo que no lo he descubierto- le guiño un ojo dedicándole después una sonrisa. Quizás y si tenia buen ojo solo era que jamás había tenido oportunidad de indagar en el tema de las obras de arte.
-Nunca dejaré de extrañarle pero estoy bien, ahora ya estoy bien- recalco su última frase llevando tímidamente su manos hasta la mejilla de Týr y deslizarla con ternura sobre ella cuando noto como le había cambiado el semblante, cuando su mirada y su voz se tornaron tristes –no te preocupes de verdad estoy bien- para cuando Bea termino de hablar él ya sonreía de nuevo –me gustas más cuando sonríes- comento con ingenuidad con las mejillas sonrojándose una vez más, algo le sucedía y era que ante Týr no podía guardarse el más mínimo comentario -Se que él desde donde esta siempre me acompaña, él me prometió cuidarme siempre y se que aunque no este a mi lado lo cumple- lo dijo realmente convencida -¿sabes? Todas las noches le miro en lo alto del cielo en la estrella más brillante. Esa estrella siempre me sigue a donde vaya, se que es mi padre quien me sigue- dijo de inmediato intentando que Týr olvidara su atrevido comentario.
- Týr...- lo llamo con mucha seriedad. De pronto decidió no callarse más algo que tenia rato queriendo expresar –no entiendo como es que alguien como tú solo tenga un par de amigos- hizo un mohín de evidente incredulidad –quienes se hayan acercado a ti y no se hayan hecho tus amigos son unos tontos por no valorarte!!!- expreso con evidente enfado en su voz, como si estuviera hablando solo para ella, pero no, lo estaba diciendo en voz alta y no solo para ella sino también para él –en verdad que son unos tontos- insistió con eso pues realmente lo pensaba así. Se sentía ofendida de que con seguridad la mayoría de la gente lo tildaba de loco, de que no fueran capaces de ver lo que había dentro de esa mente y valorar lo que alguien como él valía porque no era ningún loco –pero ¿sabes? me alegra ser lo suficientemente inteligente para yo si darme cuenta lo que hay en ti- mordió su labio, bajo la mirada intimidada y sonrojada por otro de sus atrevidos comentarios preguntándose que estaría pensando él de ella en este momento.
Bea noto una manera extraña en Týr al caminar la cual le pareció además de demasiado propia de un caballero de alta sociedad algo graciosa, esto último se debía a que esa seriedad tan marcada y formalismo no iban con él o al menos con lo que hasta ahora Bea conocía de Týr. Para su sorpresa se dio cuenta de que ella avanzaba a su lado con la cabeza muy alzada, con la mirada altiva y con una sonrisa de oreja a oreja sobre todo cuando notaba los ojos de la gente al pasar puestos sobre ellos.
-Seria muy interesante y súper divertido jugar a las escondidillas- respondió extasiada con la idea y recordando aquel juego al lado de su padre –pero…¿y si no nos encontramos?- pregunto con inocencia ahora con un tono de tristeza y decepción en su voz –no, ya te he dicho que aunque te escondas yo siempre te encontraré- respondió segura y con determinación mas que nada para ella misma.
-Týrrrr!!!!!!!!!!!!!!- solo exclamo su nombre sintiendo como sus mejillas hasta le punzaban del ardor que sintió al sonrojarse una vez más –de verdad no entiendo porque te gusta verme sonrojada- comento intimidada por su halago –que me pones nerviosa, eso pasa- dijo muy quedito.
Ni con ese repentino saltito Bea permitió ser separada del brazo de Týr de hecho ella también pego un pequeño salto cuando repentinamente Týr le hacia saber que algo se le había ocurrido –me parece un buen trato- le encantaba la idea de tocar el piano para Týr y a cambo recibir parte de los conocimientos del joven comerciante –no me creas tan ingenua Týr se que un punto y quizás el mas importante es tener un buen ojo pero aún así hay que contar con más conocimientos- En verdad no era ninguna tonta, se quedo pensando un poco –quizás yo sea una chica con ese don solo que no lo he descubierto- le guiño un ojo dedicándole después una sonrisa. Quizás y si tenia buen ojo solo era que jamás había tenido oportunidad de indagar en el tema de las obras de arte.
-Nunca dejaré de extrañarle pero estoy bien, ahora ya estoy bien- recalco su última frase llevando tímidamente su manos hasta la mejilla de Týr y deslizarla con ternura sobre ella cuando noto como le había cambiado el semblante, cuando su mirada y su voz se tornaron tristes –no te preocupes de verdad estoy bien- para cuando Bea termino de hablar él ya sonreía de nuevo –me gustas más cuando sonríes- comento con ingenuidad con las mejillas sonrojándose una vez más, algo le sucedía y era que ante Týr no podía guardarse el más mínimo comentario -Se que él desde donde esta siempre me acompaña, él me prometió cuidarme siempre y se que aunque no este a mi lado lo cumple- lo dijo realmente convencida -¿sabes? Todas las noches le miro en lo alto del cielo en la estrella más brillante. Esa estrella siempre me sigue a donde vaya, se que es mi padre quien me sigue- dijo de inmediato intentando que Týr olvidara su atrevido comentario.
- Týr...- lo llamo con mucha seriedad. De pronto decidió no callarse más algo que tenia rato queriendo expresar –no entiendo como es que alguien como tú solo tenga un par de amigos- hizo un mohín de evidente incredulidad –quienes se hayan acercado a ti y no se hayan hecho tus amigos son unos tontos por no valorarte!!!- expreso con evidente enfado en su voz, como si estuviera hablando solo para ella, pero no, lo estaba diciendo en voz alta y no solo para ella sino también para él –en verdad que son unos tontos- insistió con eso pues realmente lo pensaba así. Se sentía ofendida de que con seguridad la mayoría de la gente lo tildaba de loco, de que no fueran capaces de ver lo que había dentro de esa mente y valorar lo que alguien como él valía porque no era ningún loco –pero ¿sabes? me alegra ser lo suficientemente inteligente para yo si darme cuenta lo que hay en ti- mordió su labio, bajo la mirada intimidada y sonrojada por otro de sus atrevidos comentarios preguntándose que estaría pensando él de ella en este momento.
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Fecha de inscripción : 07/07/2011
Re: Other Towns and Cities [Bea Blanco]
-¡Todo el mundo será!, ¡viajaremos por todo el mundo! –exclamó en voz alta, casi gritando y con entusiasmo desbordado, incluso detuvo su marcha y con el brazo que tenía libre, aquel que no era sostenido por Bea, señaló al horizonte muy decidido, como capitán de un barco que traza el rumbo y dirige a la tripulación. Se hizo acreedor a más de una mirada curiosa, miradas que luego se perdieron en la multitud, momentáneas, curiosas, que lo desaprobaban pero que pronto olvidaban su falta para seguir sus caminos, Týr estaba acostumbrado así que no le dio mayor importancia, si acaso se preocupó por algo, fue por su acompañante, pero siguió caminando, reanudando el paseo donde lo había dejado antes de su arranque, miró de soslayo a Bea y sonrió, pero esta vez su sonrisa no era esa expresión loca que siempre lo acompañaba, esta vez era un gesto alegre, genuinamente feliz y discreto.
-¡Ahí está! –volvió a dar un bote, le era físicamente imposible no moverse mucho y sobre todo cuando hablaba-, además creo que yo podría encontrarte aunque te escondieras en el fin del mundo –no supo de dónde venía aquello, pero una vez que esas palabras salieron de su boca estuvo seguro de ello, que podría encontrar a esta chica, a la que apenas conocía, aunque ella estuviera debajo de una piedra en medio del Sahara. No era un tipo que se detuviera a pensar mucho en lo que decía, siempre soltaba todo como lo sentía y jamás pensaba en las consecuencias, pero esta vez se sintió sorprendido ante su propia declaración, se puso a pensar en lo que acababa de decir, de ningún modo se arrepentía, sólo no entendía por qué, por qué con esta precisa mujer decía esa clase de cosas. La volvió a mirar para ver su reacción, le gustaba voltear a un costado y verla a ella, siempre iba solo, o con Tân, aunque para ver a éste tenías que agachar la mirada. No dijo nada ante lo que ella le reclamaba sobre verla sonrojada, sólo se encogió de hombros riendo.
-No creo que seas tonta, al contrario –la gente que lo soportaba, que aguantaba su compañía era la más inteligente, eso lo sabía bien-, trataré de ser buen maestro, aunque… -se quedó pensativo unos segundos, tal vez demasiados, parecía que ya no estaba siguiendo el hilo de la conversación –nunca fui buen alumno –retomó lo que decía, recordando cómo sus tutores se salían de sus casillas ante su falta de atención –no sé si pueda ser buen maestro, aunque eso ya lo veríamos, ¿no? –porque para él todo debía surgir en el momento. ¿Planear las cosas?, jamás, eso le quitaría lo divertido, lo inesperado, lo sorpresivo.
Suspiró y guardó silencio cuando la escuchó hablar de aquel tema tan delicado, su gesto era ligeramente más sombrío pese a lo que ella estaba diciendo.
-Mmm –hizo gesto de estar pensando –quizá mi padre conozca al tuyo –aunque dada su educación mágica y druida, la idea de un Cielo como tal era complicada, no era como la del resto, sin embargo, en pos de hacerla sentir bien estaba dispuesto a creer en un Paraíso –allá arriba, y quizá mi padre también me vea y me regañe, siempre me regañaba –rió divertido, no por eso podía decir que no quería la viejo y viceversa, el hombre que lo engendró estaba orgulloso de su hijo, aunque no había resultado ser todo lo funcional que hubiese deseado, era el heredero de la familia y no había más.
Se detuvo cuando habló de nuevo con ese tono decidido, abriendo los ojos expectante sin saber por qué de aquel repentino cambio y al escucharla comprendió el por qué de todo aquello. Sonrió, como primera respuesta simplemente sonrió, era una sonrisa de agradecimiento.
-No importa –dijo –debido a mi posición no es bien visto que me comporte como lo hago, pero no importa en realidad, es claro que me falta un tornillo importante en la cabeza –se señaló la sien –pero eso me hace diferente, lo normal es aburrido, me gusta ser diferente, me gusta que la gente no me comprenda la mayoría de las veces... -se detuvo, tanto en su pequeño discurso como en su andar –pero de todas las personas que he conocido, me da gusto que seas tú la que puede ver más allá de mi disparatado modo de ser –estaba hablando con tanta coherencia que no parecía él, aunque s expresión y su mirada lo delataban, ahí estaba la locura intrínseca dentro de su cabeza, reflejada por sus orbes verdes y su sonrisa maniática. Estiró una mano para acariciar la mejilla de Bea, suave y lento, no era un completo inexperto con las damas, pero ésta en especial lo ponía algo nervioso y no sabía por qué. Nunca se pregunta los por qués y los cómos, pero ahora todo eso lo arrasaba como estampida salvaje. Le sonrió luego –gracias –dijo sin razón aparente.
-¡Ahí está! –volvió a dar un bote, le era físicamente imposible no moverse mucho y sobre todo cuando hablaba-, además creo que yo podría encontrarte aunque te escondieras en el fin del mundo –no supo de dónde venía aquello, pero una vez que esas palabras salieron de su boca estuvo seguro de ello, que podría encontrar a esta chica, a la que apenas conocía, aunque ella estuviera debajo de una piedra en medio del Sahara. No era un tipo que se detuviera a pensar mucho en lo que decía, siempre soltaba todo como lo sentía y jamás pensaba en las consecuencias, pero esta vez se sintió sorprendido ante su propia declaración, se puso a pensar en lo que acababa de decir, de ningún modo se arrepentía, sólo no entendía por qué, por qué con esta precisa mujer decía esa clase de cosas. La volvió a mirar para ver su reacción, le gustaba voltear a un costado y verla a ella, siempre iba solo, o con Tân, aunque para ver a éste tenías que agachar la mirada. No dijo nada ante lo que ella le reclamaba sobre verla sonrojada, sólo se encogió de hombros riendo.
-No creo que seas tonta, al contrario –la gente que lo soportaba, que aguantaba su compañía era la más inteligente, eso lo sabía bien-, trataré de ser buen maestro, aunque… -se quedó pensativo unos segundos, tal vez demasiados, parecía que ya no estaba siguiendo el hilo de la conversación –nunca fui buen alumno –retomó lo que decía, recordando cómo sus tutores se salían de sus casillas ante su falta de atención –no sé si pueda ser buen maestro, aunque eso ya lo veríamos, ¿no? –porque para él todo debía surgir en el momento. ¿Planear las cosas?, jamás, eso le quitaría lo divertido, lo inesperado, lo sorpresivo.
Suspiró y guardó silencio cuando la escuchó hablar de aquel tema tan delicado, su gesto era ligeramente más sombrío pese a lo que ella estaba diciendo.
-Mmm –hizo gesto de estar pensando –quizá mi padre conozca al tuyo –aunque dada su educación mágica y druida, la idea de un Cielo como tal era complicada, no era como la del resto, sin embargo, en pos de hacerla sentir bien estaba dispuesto a creer en un Paraíso –allá arriba, y quizá mi padre también me vea y me regañe, siempre me regañaba –rió divertido, no por eso podía decir que no quería la viejo y viceversa, el hombre que lo engendró estaba orgulloso de su hijo, aunque no había resultado ser todo lo funcional que hubiese deseado, era el heredero de la familia y no había más.
Se detuvo cuando habló de nuevo con ese tono decidido, abriendo los ojos expectante sin saber por qué de aquel repentino cambio y al escucharla comprendió el por qué de todo aquello. Sonrió, como primera respuesta simplemente sonrió, era una sonrisa de agradecimiento.
-No importa –dijo –debido a mi posición no es bien visto que me comporte como lo hago, pero no importa en realidad, es claro que me falta un tornillo importante en la cabeza –se señaló la sien –pero eso me hace diferente, lo normal es aburrido, me gusta ser diferente, me gusta que la gente no me comprenda la mayoría de las veces... -se detuvo, tanto en su pequeño discurso como en su andar –pero de todas las personas que he conocido, me da gusto que seas tú la que puede ver más allá de mi disparatado modo de ser –estaba hablando con tanta coherencia que no parecía él, aunque s expresión y su mirada lo delataban, ahí estaba la locura intrínseca dentro de su cabeza, reflejada por sus orbes verdes y su sonrisa maniática. Estiró una mano para acariciar la mejilla de Bea, suave y lento, no era un completo inexperto con las damas, pero ésta en especial lo ponía algo nervioso y no sabía por qué. Nunca se pregunta los por qués y los cómos, pero ahora todo eso lo arrasaba como estampida salvaje. Le sonrió luego –gracias –dijo sin razón aparente.
Invitado- Invitado
Re: Other Towns and Cities [Bea Blanco]
Le gustaban las reacciones que T’ýr tenía al proponer él algún disparate o después de que era propuesto por ella misma y mucho más cada vez que respondía a ellos, para ambos nada parecía un disparate a pesar de que pudiera llegar a serlo. Comenzaba a grabarse cada gesto, cada reacción de hecho ya no era necesario que Bea lo mirara para saber que gesto era el que se formaba en el rostro de su acompañante. En ocasiones no se contenía y soltaba pequeñas risitas, le causaba gracia como la gente curiosa fijaba sus miradas en ellos mirándolos como bichos raros – los locos son ellos – murmuro Bea al oído de Týr
-Auchhh- exclamo cuando en uno de los repentinos saltos del caballero su brazo era jalado bruscamente. De inmediato le sonrió para que no diera importancia pues su queja le había salido tan natural y sin intención de incomodarlo. No dijo nada pero era evidente que eso que Týr acababa de comentar halagaba enormemente a Bea. Sus palabras sonaron tan sinceras que a esta le comenzaron a surgir las preguntas en su ingenua mentecita….´”¿Por qué ¿Por qué si apenas me conoce dice eso como si no quisiera estar lejos de m?, ¿Por qué siento este vacío en el estomago cada vez que me habla de eso forma?...no tenia respuestas solo preguntas: Le gustaban todas esas sensaciones nuevas y diferentes que recorrían su ser y el pensar que todo eso era provocado por Týr le agradaba mucho más.
-Mas te vale…porque……en verdad que no lo soy- le guiño un ojo –mi padre siempre me decía que detrás de esta carita dulce se esconde una gran e inteligente mujer- sabía que no estaba bien no ser modesta pero el comentario de su padre se había agolpado en su mente y en su garganta al punto de no contener su lengua. Además él ya le había hecho el comentario de que la consideraba una chica inteligente. –Yo estoy segura que serás un buen maestro- se entendían bastante bien así que no tenía motivos para dudar que lo sería. –además dicen que el alumno hace al maestro así que confía en que tu alumna sabrá sacar lo mejor de su maestro…ya lo verás- sin darse cuenta su mano se deslizo poco a poco sobre el brazo de Tÿr hasta llegar a su mano y entrelazarlas entre si.
Lo miro sorprendida deteniendo bruscamente su andar -¿en verdad crees que eso sea posible?- pregunto con enorme sorpresa e incredulidad pero con el enorme deseo de que lo que le acababa de decir pudiera ser posible y retomando enseguida el paso –entonces debemos tener cuidado porque se pondrán de acuerdo y nos regañaran a los dos – lo comento tan seria que cualquiera que la hubiera escuchado lo creería A los segundos soltó una carcajada poco sutil por su ocurrente comentario.
Ahora que mencionaba sobre su posición caí en cuenta que Týr era un caballero muy fino y elegante, hasta ahora era que reparaba que había estado tratando con alguien de muy buena posición económica. No le entraba en la cabeza como no se dio cuenta. Disimuladamente bajo la vista y observo su vestido enseguida observo de reojo la vestimenta de él. Se sintió un poco incómoda, solo unos segundos pues Týr ya le había demostrado que no era de los tipos que se dejaban llevar por las apariencias –yo no lo creo..pero si a ti te falta un tornillo pues entonces debes sentirte feliz porque… ¿que cree?...mi padre solía decirme que me faltaban unos cuantos tornillos en la cabeza- meneo su cabeza de un lado a otro –acércate, escucha- continuo meneándola –de echo creo que si los tengo solo que andan un poco flojos – sonrió divertida –heyyyy eso me hace no ser aburrida- exclamo con evidente alegría.
Su rostro se torno serio pensando que para ella era un verdadero gusto y privilegio poder ver más allá de lo que la apariencia mostraba –me alegra que te agrade- musito con la voz temblorosa por los nervios al sentir el suave tacto de Týr sobre su mejilla. De nuevo un inexplicable vació mezclado con un cosquilleo se adueño de su estomago. –no creo que tengas nada que agradecer yo solo he sabido reconocer lo que hay en tu interior –le hablaba intentando ignorar su nerviosismo -y lo que hay en esa mente brillante- llevo su mano hasta su cabeza señalando su sien con ternura retirándola lentamente no sin antes rozar ligeramente su mejilla, sin detenerse en ella hasta que finalmente bajo su mano.
-¿Nos hemos perdido ya o aún sabes donde estamos?- pregunto pero Týr parecía no escucharla continuaba acariciando su mejilla con la mirada perdida pero perdida en el rostro de Bea –Týr!!!!.....¿m…m…me escuchas?- pregunto ahora más nerviosa.
-Auchhh- exclamo cuando en uno de los repentinos saltos del caballero su brazo era jalado bruscamente. De inmediato le sonrió para que no diera importancia pues su queja le había salido tan natural y sin intención de incomodarlo. No dijo nada pero era evidente que eso que Týr acababa de comentar halagaba enormemente a Bea. Sus palabras sonaron tan sinceras que a esta le comenzaron a surgir las preguntas en su ingenua mentecita….´”¿Por qué ¿Por qué si apenas me conoce dice eso como si no quisiera estar lejos de m?, ¿Por qué siento este vacío en el estomago cada vez que me habla de eso forma?...no tenia respuestas solo preguntas: Le gustaban todas esas sensaciones nuevas y diferentes que recorrían su ser y el pensar que todo eso era provocado por Týr le agradaba mucho más.
-Mas te vale…porque……en verdad que no lo soy- le guiño un ojo –mi padre siempre me decía que detrás de esta carita dulce se esconde una gran e inteligente mujer- sabía que no estaba bien no ser modesta pero el comentario de su padre se había agolpado en su mente y en su garganta al punto de no contener su lengua. Además él ya le había hecho el comentario de que la consideraba una chica inteligente. –Yo estoy segura que serás un buen maestro- se entendían bastante bien así que no tenía motivos para dudar que lo sería. –además dicen que el alumno hace al maestro así que confía en que tu alumna sabrá sacar lo mejor de su maestro…ya lo verás- sin darse cuenta su mano se deslizo poco a poco sobre el brazo de Tÿr hasta llegar a su mano y entrelazarlas entre si.
Lo miro sorprendida deteniendo bruscamente su andar -¿en verdad crees que eso sea posible?- pregunto con enorme sorpresa e incredulidad pero con el enorme deseo de que lo que le acababa de decir pudiera ser posible y retomando enseguida el paso –entonces debemos tener cuidado porque se pondrán de acuerdo y nos regañaran a los dos – lo comento tan seria que cualquiera que la hubiera escuchado lo creería A los segundos soltó una carcajada poco sutil por su ocurrente comentario.
Ahora que mencionaba sobre su posición caí en cuenta que Týr era un caballero muy fino y elegante, hasta ahora era que reparaba que había estado tratando con alguien de muy buena posición económica. No le entraba en la cabeza como no se dio cuenta. Disimuladamente bajo la vista y observo su vestido enseguida observo de reojo la vestimenta de él. Se sintió un poco incómoda, solo unos segundos pues Týr ya le había demostrado que no era de los tipos que se dejaban llevar por las apariencias –yo no lo creo..pero si a ti te falta un tornillo pues entonces debes sentirte feliz porque… ¿que cree?...mi padre solía decirme que me faltaban unos cuantos tornillos en la cabeza- meneo su cabeza de un lado a otro –acércate, escucha- continuo meneándola –de echo creo que si los tengo solo que andan un poco flojos – sonrió divertida –heyyyy eso me hace no ser aburrida- exclamo con evidente alegría.
Su rostro se torno serio pensando que para ella era un verdadero gusto y privilegio poder ver más allá de lo que la apariencia mostraba –me alegra que te agrade- musito con la voz temblorosa por los nervios al sentir el suave tacto de Týr sobre su mejilla. De nuevo un inexplicable vació mezclado con un cosquilleo se adueño de su estomago. –no creo que tengas nada que agradecer yo solo he sabido reconocer lo que hay en tu interior –le hablaba intentando ignorar su nerviosismo -y lo que hay en esa mente brillante- llevo su mano hasta su cabeza señalando su sien con ternura retirándola lentamente no sin antes rozar ligeramente su mejilla, sin detenerse en ella hasta que finalmente bajo su mano.
-¿Nos hemos perdido ya o aún sabes donde estamos?- pregunto pero Týr parecía no escucharla continuaba acariciando su mejilla con la mirada perdida pero perdida en el rostro de Bea –Týr!!!!.....¿m…m…me escuchas?- pregunto ahora más nerviosa.
Bea Blanco- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 07/07/2011
Re: Other Towns and Cities [Bea Blanco]
Se encogió un poco en sí mismo cuando la escuchó quejarse, le resultaba realmente difícil mantenerse quieto, caminar en línea recta con un braceo natural como el resto de los seres humanos, siempre tenía que estar corriendo, brincando, zigzagueando y cayéndose causa de querer hacerlo todo al mismo tiempo, iba a disculparse pero rápidamente su atención fue llamada por otra cosa, no es que le fuera muy difícil perder la concentración. Soltó una risa divertida aunque ya no estaba seguro qué era lo que lo divertía tanto, la sola presencia de Bea, eso era, y a pesar de su forma de ser, o mejor dicho, por su misma forma de ser, muy pocas personas lograban divertirlo ya, así del modo en el que lo estaba haciendo ella, no a su costa, sino como algo compartido.
No lo dudaba en absoluto, que detrás de ese rostro tan hermoso hubiera una mujer inteligente, en ese mismo instante se lo estaba demostrando, estaba demás decirlo, si no la considerara tal ya hubiese dado media vuelta y se hubiera ido en busca de alguien más. Týr no era alguien a quien le importara el físico, aunque tampoco era ciego y se daba cuenta de la belleza de su acompañante, era más un tipo que gustaba de mentes interesantes como la suya. Porque lo sabía bien, para bien o para mal sus procesos mentales era distintos, intrincados y revueltos, todo eso quedaba en evidencia cuando hablaba, cundo interactuaba, todo era desordenado en él.
Siguió caminando sonriendo y asintiendo ante los comentarios de ella, era sorprendente, pero también grato, que esa tarde que parecía una más de tedio parisino, se hubiese topado con alguien que parecía comprenderlo, lo cual ya era raro por sí solo, aunado estaba el hecho de que se tratara de una mujer tan encantadora. Alguien que le hacía creer que su estancia en la capital francesa no era una completa pérdida de tiempo. No dijo nada cuando sus manos se juntaron de aquel modo, a decir verdad, le gustó la sensación, así que se dedicó a disfrutarla porque eso era lo que él hacía, gozar lo que estuviera pasando sin cuestionarse demasiado. Cierto era también que con Bea las preguntas habían estado llegando con un poco más de persistencia a su cabeza.
Se acercó a ella cuando habló de tener algunos tornillos mal colocados, puso su oreja cerca de su cabeza que movía y luego la miró con una sonrisa de aire infantil.
-¡Creo que los escucho!, sueltos por ahí –dijo a modo de broma para luego soltarse a reír, porque al parecer aquello le parecía muy gracioso.
Pero pronto eso perdió importancia, al tocarla de aquel modo se quedó navegando en los ojos ajenos, su mente viajó, lejos de París, lejos de Europa, quizá lejos de ese mismo planeta, pero siempre de la mano de Bea. Tuvo que parpadear un par de veces para regresar a la realidad cuando ella preguntó si la escuchaba, con una sonrisa avergonzada agachó el rostro y sintió sus mejillas arder, era su turno de sonrojarse.
-Eh... sí, lo siento –dio un paso hacia atrás como mero reflejo-, yo estaba… -le hubiese encantado decirle qué estaba haciendo o pensando, pero no tenía idea. Miró a su alrededor y se dio cuenta que los edificios que los rodeaban jamás los había visto en su vida –creo que sí –pronto olvidó el sonrojo y el exabrupto, porque realmente no eran importantes, no era alguien que se avergonzara de sus propias reacciones –no tengo idea de dónde estamos, ¿y tú? –volvió a acostar la distancia entre ambos y se acercó a su oído como si fuera a decirle un secreto del cual nadie más podía enterarse-, la verdad es que no sabía bien dónde estábamos cuando nos topamos, así que no es raro que ahora esté más perdido que al principio –confesó en un susurro y luego se separó riendo y se encogió de hombros.
-¿Qué quieres hacer ahora?, estamos perdidos, nadie nos conoce –enarcó una ceja y su mirada de loco se acentuó como si eso fuese posible –podríamos hacer cualquier travesura –sí, había usado la palabra “travesura” a pesar de que a su edad eso parecía disparatado. Él era un hombre disparatado -¡es el crimen perfecto! –eso, desde luego, era una broma.
No lo dudaba en absoluto, que detrás de ese rostro tan hermoso hubiera una mujer inteligente, en ese mismo instante se lo estaba demostrando, estaba demás decirlo, si no la considerara tal ya hubiese dado media vuelta y se hubiera ido en busca de alguien más. Týr no era alguien a quien le importara el físico, aunque tampoco era ciego y se daba cuenta de la belleza de su acompañante, era más un tipo que gustaba de mentes interesantes como la suya. Porque lo sabía bien, para bien o para mal sus procesos mentales era distintos, intrincados y revueltos, todo eso quedaba en evidencia cuando hablaba, cundo interactuaba, todo era desordenado en él.
Siguió caminando sonriendo y asintiendo ante los comentarios de ella, era sorprendente, pero también grato, que esa tarde que parecía una más de tedio parisino, se hubiese topado con alguien que parecía comprenderlo, lo cual ya era raro por sí solo, aunado estaba el hecho de que se tratara de una mujer tan encantadora. Alguien que le hacía creer que su estancia en la capital francesa no era una completa pérdida de tiempo. No dijo nada cuando sus manos se juntaron de aquel modo, a decir verdad, le gustó la sensación, así que se dedicó a disfrutarla porque eso era lo que él hacía, gozar lo que estuviera pasando sin cuestionarse demasiado. Cierto era también que con Bea las preguntas habían estado llegando con un poco más de persistencia a su cabeza.
Se acercó a ella cuando habló de tener algunos tornillos mal colocados, puso su oreja cerca de su cabeza que movía y luego la miró con una sonrisa de aire infantil.
-¡Creo que los escucho!, sueltos por ahí –dijo a modo de broma para luego soltarse a reír, porque al parecer aquello le parecía muy gracioso.
Pero pronto eso perdió importancia, al tocarla de aquel modo se quedó navegando en los ojos ajenos, su mente viajó, lejos de París, lejos de Europa, quizá lejos de ese mismo planeta, pero siempre de la mano de Bea. Tuvo que parpadear un par de veces para regresar a la realidad cuando ella preguntó si la escuchaba, con una sonrisa avergonzada agachó el rostro y sintió sus mejillas arder, era su turno de sonrojarse.
-Eh... sí, lo siento –dio un paso hacia atrás como mero reflejo-, yo estaba… -le hubiese encantado decirle qué estaba haciendo o pensando, pero no tenía idea. Miró a su alrededor y se dio cuenta que los edificios que los rodeaban jamás los había visto en su vida –creo que sí –pronto olvidó el sonrojo y el exabrupto, porque realmente no eran importantes, no era alguien que se avergonzara de sus propias reacciones –no tengo idea de dónde estamos, ¿y tú? –volvió a acostar la distancia entre ambos y se acercó a su oído como si fuera a decirle un secreto del cual nadie más podía enterarse-, la verdad es que no sabía bien dónde estábamos cuando nos topamos, así que no es raro que ahora esté más perdido que al principio –confesó en un susurro y luego se separó riendo y se encogió de hombros.
-¿Qué quieres hacer ahora?, estamos perdidos, nadie nos conoce –enarcó una ceja y su mirada de loco se acentuó como si eso fuese posible –podríamos hacer cualquier travesura –sí, había usado la palabra “travesura” a pesar de que a su edad eso parecía disparatado. Él era un hombre disparatado -¡es el crimen perfecto! –eso, desde luego, era una broma.
Invitado- Invitado
Re: Other Towns and Cities [Bea Blanco]
-¡Týr¡… ¿te ríes de mi o conmigo?- le pregunto muy sería cuando él se desmoronaba de risa ante el comentario de ella. Y es que solo a ella se le pudo ocurrir esa tontería de los tornillos flojos bailando dentro de su cabeza. A decir verdad si que era algo para reírse hasta de ella misma así que no soporto más su seriedad y se unió al eco de las carcajadas de Týr.
-Hey…¿que pasa?.....- los ojos se Bea se entre cerraron, un claro gesto que mostraba que pasaba algo que no lograba comprender del todo. Si no había dicho que pudiera avergonzarlo y mucho menos había hecho nada por qué ahora él se sonrojaba. Sería por el roce de su mano sobre la mejilla de Týr, no, se negaba a creer que eso fuera –Týr…-¡¡¡estas rojo como un tomate!!!....- no lo pudo evitar y tomo su rostro entre sus manos dando pequeñas y suaves palmaditas –vamos ¿quieres decirme que ha pasado para que te pongas así de rojo?- le insistía con evidente curiosidad por enterarse que era lo que le provoco tal reacción -¿sabes? Cualquiera que haya sido el motivo que te puso así debo darle las gracias- sonrió con cierto toque de coquetería en si carita –me gusta como te miras así….te miras mucho más guapo- cerro la boca y bajo sus manos de golpe para verificar si aún sus mejillas mostraban ese color rojizo.
Týr no dio demasiada importancia a responderle que lo había hecho sonrojar pero eso era que Bea no descansaría hasta que se lo dijese. Por el momento no le insistió más pero ohhh Dios si que lo haría a la primera oportunidad. Si no se enteraba por su propia boca ya se pondría ella muy atenta para descubrir que cosas le hacían a él ponerse colorado.
Hizo un mohín mientras miraba a un lado a otro volvía su vista atrás hacia el frente y tampoco reconocía nada de lo que miraba a su alrededor. A decir verdad Bea no había puesto atención a nada en el paisaje durante todo el trayecto, la compañía de Týr la tenia fascinada. Desde el momento en que había comenzado a seguirle incluso sin haberle visto por completo el rostro ese hombre le había llamado su atención de no haber sido así jamás hubiera seguido los pasos de un completo desconocido. Ahora estaba paseando con él charlando y bromeando como si fueran los mejores y más viejos amigos aunque a decir verdad la conexión que había entre ellos era mucho más especial o al menos todo indicaba que esto iba a para más –la verdad es que yo tampoco lo sé, ni idea de donde estamos- dijo sin preocupación alguna y encogiéndose de hombros –uhmmm en un principio yo si lo sabia pero desde que comencé a hablar contigo no me fije por donde caminábamos- siempre tan sincera ella le dedico una sonrisa de entera complicidad.
Ese ¿Qué quieres hacer ahora? nadie nos conoce….despertó la vena traviesa de Bea y por las siguientes palabras de él a él le sucedió exactamente lo mismo. Enarco una ceja y entre cerro el ojo justo cuando una pareja pasaba de largo frente a ellos. Entonces pensó que si a ella le había resultado divertido seguir a Týr quizás sería muy divertido que ambos siguieran a la parejita, por el momento nada mejor y divertido se le ocurría. Lo tomo del brazo y tiro de él para que se inclinara un poco y poder hablarle mejor al oído asegurándose de que nadie solo él la escuchara –ellos parecen misteriosos….algo esconden o al algo traman…¡sigámoslos!- sin esperar respuesta lo tomo de la mano y tiro de él para comenzar a seguirlos, claro guardando cierta distancia solo era divertirse no importunar a la pareja y esto parecía que sería divertido al menos por algunos minutos ya luego sin duda alguna se les ocurriría alguna otra travesura.
-Hey…¿que pasa?.....- los ojos se Bea se entre cerraron, un claro gesto que mostraba que pasaba algo que no lograba comprender del todo. Si no había dicho que pudiera avergonzarlo y mucho menos había hecho nada por qué ahora él se sonrojaba. Sería por el roce de su mano sobre la mejilla de Týr, no, se negaba a creer que eso fuera –Týr…-¡¡¡estas rojo como un tomate!!!....- no lo pudo evitar y tomo su rostro entre sus manos dando pequeñas y suaves palmaditas –vamos ¿quieres decirme que ha pasado para que te pongas así de rojo?- le insistía con evidente curiosidad por enterarse que era lo que le provoco tal reacción -¿sabes? Cualquiera que haya sido el motivo que te puso así debo darle las gracias- sonrió con cierto toque de coquetería en si carita –me gusta como te miras así….te miras mucho más guapo- cerro la boca y bajo sus manos de golpe para verificar si aún sus mejillas mostraban ese color rojizo.
Týr no dio demasiada importancia a responderle que lo había hecho sonrojar pero eso era que Bea no descansaría hasta que se lo dijese. Por el momento no le insistió más pero ohhh Dios si que lo haría a la primera oportunidad. Si no se enteraba por su propia boca ya se pondría ella muy atenta para descubrir que cosas le hacían a él ponerse colorado.
Hizo un mohín mientras miraba a un lado a otro volvía su vista atrás hacia el frente y tampoco reconocía nada de lo que miraba a su alrededor. A decir verdad Bea no había puesto atención a nada en el paisaje durante todo el trayecto, la compañía de Týr la tenia fascinada. Desde el momento en que había comenzado a seguirle incluso sin haberle visto por completo el rostro ese hombre le había llamado su atención de no haber sido así jamás hubiera seguido los pasos de un completo desconocido. Ahora estaba paseando con él charlando y bromeando como si fueran los mejores y más viejos amigos aunque a decir verdad la conexión que había entre ellos era mucho más especial o al menos todo indicaba que esto iba a para más –la verdad es que yo tampoco lo sé, ni idea de donde estamos- dijo sin preocupación alguna y encogiéndose de hombros –uhmmm en un principio yo si lo sabia pero desde que comencé a hablar contigo no me fije por donde caminábamos- siempre tan sincera ella le dedico una sonrisa de entera complicidad.
Ese ¿Qué quieres hacer ahora? nadie nos conoce….despertó la vena traviesa de Bea y por las siguientes palabras de él a él le sucedió exactamente lo mismo. Enarco una ceja y entre cerro el ojo justo cuando una pareja pasaba de largo frente a ellos. Entonces pensó que si a ella le había resultado divertido seguir a Týr quizás sería muy divertido que ambos siguieran a la parejita, por el momento nada mejor y divertido se le ocurría. Lo tomo del brazo y tiro de él para que se inclinara un poco y poder hablarle mejor al oído asegurándose de que nadie solo él la escuchara –ellos parecen misteriosos….algo esconden o al algo traman…¡sigámoslos!- sin esperar respuesta lo tomo de la mano y tiro de él para comenzar a seguirlos, claro guardando cierta distancia solo era divertirse no importunar a la pareja y esto parecía que sería divertido al menos por algunos minutos ya luego sin duda alguna se les ocurriría alguna otra travesura.
Bea Blanco- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 07/07/2011
Re: Other Towns and Cities [Bea Blanco]
Týr no era un tipo que se cuestionara demasiado, o nada para ser sinceros. Jamás se detenía a pensar las cosas, por eso siempre andaba perdido, por eso ser un trotamundos era lo que le sentaba mejor hasta que el destino le dio una vuelta a su vida. Hacía las cosas como le nacían, como un niño sin reglas, desde las entrañas, si quería quemar París en ese mismo instante ya estaría buscando combustible y una mecha, luego, quizá, al observar la ciudad en llamas caería en cuenta de lo que había hecho, pero jamás, jamás se arrepentía. Algunos podrían admirarle esa capacidad suya, aunque ésta le traía más problemas que beneficios.
Sin embargo, Bea venía a romper todo en lo que creía Týr, no era para nada algo malo, de vez en cuando le venía bien un movimiento telúrico bajo sus pies, uno que lo sacudiera, que lo despertara de aquel estupor pueril en el que parecía siempre navegar. Aunque claro, Týr navegaba con bandera de tonto, era más listo de lo que su apariencia, gestos y modos podían dictar.
Sin embargo, era hasta el encuentro con esta mujer que sus procesos mentales parecían hasta cierto punto estructurados, cosa bastante rara en alguien tan desordenado a la hora de pensar. Pensaba una cosa, decía otra y hacía una completamente distinta, y no conscientemente desde luego. Todo ahora parecía enfocarse en una pregunta, ¿por qué?, era una cuestión en apariencia sencilla, pero el joven brujo, al nunca haberse preguntado algo no tenía no sólo la respuesta, sino las armas para intentar responderla.
Muchas veces había escuchado la expresión “mariposas en el estómago”, jamás la había sentido, jamás había sentido ese revoloteo de mil alas batiéndose en su interior, pero ahora, finalmente, entendía lo que la gente trataba de decir, no se lo tuvieron que señalar, en su interior había colonia entera de polvillo dorado, esas mariposas que conoció en su estancia en Marruecos, tantas que obscurecían el cielo, así era ahora todo dentro de él. Sonrió, tras darse cuenta de todo aquello sonrió de forma nerviosa y era tan raro verlo así que estuvo seguro, parecía un completo idiota.
Se agachó cuando se acercó para decirlo lo que parecía la confabulación para la travesura más grande de la historia. Y lo sería, no por la travesura en sí, sino porque se trataba de ellos dos. La miró esperanzado de que no hubiese notado su expresión de idiota y soltó una risita cómplice asintiendo, estando de acuerdo en el maquiavélico plan, no tuvo tiempo de decir que sí, pues Bea ya lo halaba para caminar. De una cosa sí estuvo seguro, jamás en su vida se imaginó que a la hora de planear y ejecutar aquellos juegos infantiles a los que estaba acostumbrado, fuese él el que siguiera los pasos y no el cerebro detrás de la trastada. Eso, sin querer, le provocó una emoción atroz, porque había encontrado a alguien que no sólo estaba dispuesta, sino que parecía disfrutarlo como él lo hacía.
Con Atenea era distinto, en todo sentido, con ella sentía un profundo cariño, una necesidad enorme de protegerla y se divertía aunque la mayoría del tiempo la gitana parecía perdida ante la velocidad de su boca y sus actos. Con Bea no sólo sentía cariño y necesidad de protegerla desde ya, con ella quería realizar todas sus travesuras venideras, y eso para Týr significaba lo que un “me gustas” era para la gente normal. Aunque no estaba enterado si quiera, mucho menos era capaz de ponerlo en palabras.
-¿Qué te parece si los asustamos? –dijo con esa misma voz que ella usó, como si se estuvieran diciendo un secreto crucial-, mira… -señaló su ojos con el dedo índice y fue su turno de jalarla a ella, trotó hasta detrás de un árbol cercano y lo que hizo después, lo hizo sin pensar, como solía ser él.
Con una mano señaló hacia dónde se dirigía la pareja y dijo algo muy quedo, algo en galés antiguo, un hechizo celta y frente a la pareja apareció un perro enorme, diferente a Tân, este perro era negro y sin tanto pelo, lucía feroz y le ladró a la pareja que no supo de dónde había salido aquel animal, la mujer gritó y el hombre dio un salto hacia atrás, causando la risa de Týr.
Sin querer, le había delatado a su acompañante que tenía poderes, poderes que no muchos comprendían. Incluso la Santa Inquisición perseguía a los suyos creyéndolos adoradores de Satanás.
Sin embargo, Bea venía a romper todo en lo que creía Týr, no era para nada algo malo, de vez en cuando le venía bien un movimiento telúrico bajo sus pies, uno que lo sacudiera, que lo despertara de aquel estupor pueril en el que parecía siempre navegar. Aunque claro, Týr navegaba con bandera de tonto, era más listo de lo que su apariencia, gestos y modos podían dictar.
Sin embargo, era hasta el encuentro con esta mujer que sus procesos mentales parecían hasta cierto punto estructurados, cosa bastante rara en alguien tan desordenado a la hora de pensar. Pensaba una cosa, decía otra y hacía una completamente distinta, y no conscientemente desde luego. Todo ahora parecía enfocarse en una pregunta, ¿por qué?, era una cuestión en apariencia sencilla, pero el joven brujo, al nunca haberse preguntado algo no tenía no sólo la respuesta, sino las armas para intentar responderla.
Muchas veces había escuchado la expresión “mariposas en el estómago”, jamás la había sentido, jamás había sentido ese revoloteo de mil alas batiéndose en su interior, pero ahora, finalmente, entendía lo que la gente trataba de decir, no se lo tuvieron que señalar, en su interior había colonia entera de polvillo dorado, esas mariposas que conoció en su estancia en Marruecos, tantas que obscurecían el cielo, así era ahora todo dentro de él. Sonrió, tras darse cuenta de todo aquello sonrió de forma nerviosa y era tan raro verlo así que estuvo seguro, parecía un completo idiota.
Se agachó cuando se acercó para decirlo lo que parecía la confabulación para la travesura más grande de la historia. Y lo sería, no por la travesura en sí, sino porque se trataba de ellos dos. La miró esperanzado de que no hubiese notado su expresión de idiota y soltó una risita cómplice asintiendo, estando de acuerdo en el maquiavélico plan, no tuvo tiempo de decir que sí, pues Bea ya lo halaba para caminar. De una cosa sí estuvo seguro, jamás en su vida se imaginó que a la hora de planear y ejecutar aquellos juegos infantiles a los que estaba acostumbrado, fuese él el que siguiera los pasos y no el cerebro detrás de la trastada. Eso, sin querer, le provocó una emoción atroz, porque había encontrado a alguien que no sólo estaba dispuesta, sino que parecía disfrutarlo como él lo hacía.
Con Atenea era distinto, en todo sentido, con ella sentía un profundo cariño, una necesidad enorme de protegerla y se divertía aunque la mayoría del tiempo la gitana parecía perdida ante la velocidad de su boca y sus actos. Con Bea no sólo sentía cariño y necesidad de protegerla desde ya, con ella quería realizar todas sus travesuras venideras, y eso para Týr significaba lo que un “me gustas” era para la gente normal. Aunque no estaba enterado si quiera, mucho menos era capaz de ponerlo en palabras.
-¿Qué te parece si los asustamos? –dijo con esa misma voz que ella usó, como si se estuvieran diciendo un secreto crucial-, mira… -señaló su ojos con el dedo índice y fue su turno de jalarla a ella, trotó hasta detrás de un árbol cercano y lo que hizo después, lo hizo sin pensar, como solía ser él.
Con una mano señaló hacia dónde se dirigía la pareja y dijo algo muy quedo, algo en galés antiguo, un hechizo celta y frente a la pareja apareció un perro enorme, diferente a Tân, este perro era negro y sin tanto pelo, lucía feroz y le ladró a la pareja que no supo de dónde había salido aquel animal, la mujer gritó y el hombre dio un salto hacia atrás, causando la risa de Týr.
Sin querer, le había delatado a su acompañante que tenía poderes, poderes que no muchos comprendían. Incluso la Santa Inquisición perseguía a los suyos creyéndolos adoradores de Satanás.
Invitado- Invitado
Re: Other Towns and Cities [Bea Blanco]
Un recuerdo, una idea hizo a Bea que su cuerpo se estremeciera por completo. Desvío su mirada cuando ella misma se daba cuenta de lo que por su mente estaba pasando. De darse cuenta como un simple hecho inesperado podía llegar a cambiar el sentir en su interior y dar un giro de 360 grados a su vida, un hecho tan inesperado como en el que estuvo a un paso de recibir un impacto de bala y acabar con su vida, un hecho que le había salvado la vida a ella a cambio de la vida de aquel a quien ella juraba sería el único en su corazón. Ahora se daba cuenta que todas esas sensaciones que le provocaba la compañía, la cercanía, las sonrisas, las bromas, la alegría en pocas palabras la complicidad perfecta de Týr, eran superiores en gran medida a lo que antes había sentido. Había llegado el momento de reconocer en su interior que Týr era perfecto en todos los sentidos y que le atraía sobremanera, de reconocer que el amor a primera vista existía aunque claro eso era lo que ella sentía ahora faltaba saber lo que por la cabeza de Týr pasaba, no se preocuparía por ello, la respuesta le llegaría cuando tuviera que llegar. Sin enterarse este último pensamiento la tenían de nueva cuenta con el rostro de un color rojo intenso.
Volvió su vista a él encontrándose con la mirada perdida de Týr, y muy pensativo. No le interrumpió pues lucia tan tierno y mirarle en ese estado le provocaba a Bea sentir un cosquilleo con una mezcla de vació en su estomago mucho mas intenso al que ya venia sintiendo hacia un buen rato. Se pregunto si segundos antes ella se miraba igual. Sonrió solo de imaginar por quien sabe cuanto tiempo ambos se habían perdido en sus propios pensamientos y lucían de la manera en que él aún se encontraba.
Mordió ligeramente su labio encogiéndose tímidamente de hombros cuando Týr al fin abandonaba su trance y se acercaba hacía ella. Ella automáticamente se acercaba a la vez que él lo hacía, fue como si alguien detrás de ella la hubiera empujado, su cuerpo choco de frente con el de Týr y sus rostros se acercaron tanto que de haberlo hecho juraría que un ligero roce entre sus labios se hubiera propiciado. Aunque en ese instante de manera fugaz lo deseo a la vez agradecía que no sucedió evitándose sentir que su carita de ángel se le incendiaba. Fue buena idea continuar como si nada hubiera sucedido y proseguir con su plan incluso desde antes que Týr lo aprobara. Emocionada tiraba de Týr incluso sin voltear a mirarlo solo con el enorme deseo de que la diversión comenzará.
En los planes de Bea la palabra asustarlos no estaba presente o al menos no la había pensado tan abiertamente. Cuando Týr lo menciono giro su rostro hacía él y una sonrisa traviesa y de complicidad se formo en su rostro asintiendo emocionada por la idea -Eso será genial- susurro con emoción y cierta desesperación. Moría de ganas por mirar los rostros asustados de la pareja aunque aún no tenía claro de que manera los iban a asustar. Asumió que se acercarían sigilosos a sus espaldas y entonces pegarían al unísono un fuerte grito a sus espaldas que les haría hasta temblar. No fue así de pronto los papeles habían cambiado y era él quien tiraba de ella y lejos de caminar detrás de la pareja se escondían justo detrás de un árbol -y desde aquí como vamos a asustarlos- replico Bea en voz baja. Lo que a continuación sucedió además de hacerla reír tanto como a Týr por las reacciones que tuvieron dejo a Bea boquiabierta, sorprendida, sin explicación lógica alguna de lo que sus ojos acababan de presenciar. De donde había salido aquel animal si por eso calle solamente transitaban aquella pareja, Týr y Bea, ese perro había aparecido de la nada. Detuvo su risa y se volvió hacia Týr -¿Tú has hecho eso?- pregunto con inocencia sin pensar siquiera en lo que un si como respuesta iba a significar en caso de que esto si fuera cosa de él y recordando que justo cuando él pronunciaba unas palabras ininteligibles y apuntaba con su dedo el perro había aparecido como por arte de magia, ¿habría sido solo una coincidencia?. ¿Eso era posible? ¿la magia realmente existía? Bea lo miraba confusa sin saber siquiera que pensar o creer y esperaba él le explicará que había pasado.
Volvió su vista a él encontrándose con la mirada perdida de Týr, y muy pensativo. No le interrumpió pues lucia tan tierno y mirarle en ese estado le provocaba a Bea sentir un cosquilleo con una mezcla de vació en su estomago mucho mas intenso al que ya venia sintiendo hacia un buen rato. Se pregunto si segundos antes ella se miraba igual. Sonrió solo de imaginar por quien sabe cuanto tiempo ambos se habían perdido en sus propios pensamientos y lucían de la manera en que él aún se encontraba.
Mordió ligeramente su labio encogiéndose tímidamente de hombros cuando Týr al fin abandonaba su trance y se acercaba hacía ella. Ella automáticamente se acercaba a la vez que él lo hacía, fue como si alguien detrás de ella la hubiera empujado, su cuerpo choco de frente con el de Týr y sus rostros se acercaron tanto que de haberlo hecho juraría que un ligero roce entre sus labios se hubiera propiciado. Aunque en ese instante de manera fugaz lo deseo a la vez agradecía que no sucedió evitándose sentir que su carita de ángel se le incendiaba. Fue buena idea continuar como si nada hubiera sucedido y proseguir con su plan incluso desde antes que Týr lo aprobara. Emocionada tiraba de Týr incluso sin voltear a mirarlo solo con el enorme deseo de que la diversión comenzará.
En los planes de Bea la palabra asustarlos no estaba presente o al menos no la había pensado tan abiertamente. Cuando Týr lo menciono giro su rostro hacía él y una sonrisa traviesa y de complicidad se formo en su rostro asintiendo emocionada por la idea -Eso será genial- susurro con emoción y cierta desesperación. Moría de ganas por mirar los rostros asustados de la pareja aunque aún no tenía claro de que manera los iban a asustar. Asumió que se acercarían sigilosos a sus espaldas y entonces pegarían al unísono un fuerte grito a sus espaldas que les haría hasta temblar. No fue así de pronto los papeles habían cambiado y era él quien tiraba de ella y lejos de caminar detrás de la pareja se escondían justo detrás de un árbol -y desde aquí como vamos a asustarlos- replico Bea en voz baja. Lo que a continuación sucedió además de hacerla reír tanto como a Týr por las reacciones que tuvieron dejo a Bea boquiabierta, sorprendida, sin explicación lógica alguna de lo que sus ojos acababan de presenciar. De donde había salido aquel animal si por eso calle solamente transitaban aquella pareja, Týr y Bea, ese perro había aparecido de la nada. Detuvo su risa y se volvió hacia Týr -¿Tú has hecho eso?- pregunto con inocencia sin pensar siquiera en lo que un si como respuesta iba a significar en caso de que esto si fuera cosa de él y recordando que justo cuando él pronunciaba unas palabras ininteligibles y apuntaba con su dedo el perro había aparecido como por arte de magia, ¿habría sido solo una coincidencia?. ¿Eso era posible? ¿la magia realmente existía? Bea lo miraba confusa sin saber siquiera que pensar o creer y esperaba él le explicará que había pasado.
Bea Blanco- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 07/07/2011
Re: Other Towns and Cities [Bea Blanco]
Tan concentrado estaba en su travesura que por algunos instantes no escuchó a Bea, sabía que estaba a su lado porque sentía su presencia, pero en ese momento era más importante consumar la trastada. Crear la ilusión de un animal mediano, como aquel perro, era tarea sencilla, demasiado para alguien como él que había sido educado para usar su magia casi desde que nació.
La pareja, las víctimas que habían elegido, seguía su camino aunque en sus rostros se podía ver que aún no entendían qué demonios había pasado, y nadie podía culparlos, las risas de los victimarios poco a poco se fueron apagando y entonces fue cuando la comprensión llegó a Týr, cuando se dio cuenta de lo que había hecho, miró a Bea parpadeando un par de veces cuando ella formuló aquella pregunta completamente lógica. Dio un paso para atrás, sólo uno y no porque se arrepintiera de lo que había hecho, sino por la impresión de su propio descuido.
Le habían enseñado a no avergonzarse de lo que era, pero a ser discreto también, a menudo cometía cosas como aquella por su propia distracción, entornó los ojos mirando a su acompañante sopesando sus opciones; de todos modos, si seguían en contacto (como él lo deseaba inconscientemente) hubiera tenido que confesarle sus habilidades tarde o temprano, y algo en ella, en sus ojos, en su sonrisa, en su propia naturaleza, le decía que podía confiar en ella.
Se paró muy recto llevando ambas manos a los bolsillos y asintió con actitud desenfadada, la sonrisa en su rostro confirmaba que no estaba enojado, asustado o algo parecido. Luego dejó escapar una de sus manos para rascarse la nuca, quería decirle pero las palabras no eran su fuerte.
-Sí, bueno, yo… -carraspeó mirando una raíz salida del árbol que les había servido de escondite, luego alzó la cara -¿has escuchado leyendas sobre gente con habilidades especiales? –preguntó, conforme avanzaba en su discurso las palabras fueron cobrando más seguridad y fuerza, estuvo a punto de hablar de más como era su costumbre, pero esta vez se dio cuenta a tiempo, iba a contarle de vampiros y licántropos, de cambiaformas y demás criaturas que habitaban las calles sin que los humanos promedio se enteraran, pero por ahora no hacía falta, no tenía por qué espantarla nada más porque sí, tal vez en el futuro se lo diría, más si ese viejo vampiro al que le robó una pintura iba tras de él como había jurado.
-Yo nací con esta habilidad –suspiró y dijo con tono ingrávido, restándole importancia-, algunos pueden crear ilusiones, como yo… -otra vez se detuvo antes de ahondar en temas que por ahora la inquietarían, como ese poder tan propio de su familia de hablar con los muertos. No sabía por qué se había frenado ya en dos ocasiones, la verdad era que quería protegerla, no quería traerle amilanarla, y sobre todo, no quería que saliera huyendo de él. Se encogió de hombros y le sonrió-, es emocionante, ¿quieres ver más? –tenía una impresionante habilidad de hacer parecer menos terribles algunas cuestiones, menos fuera de lo extraordinario, y estaba haciendo uso de esa capacidad, aunque no de forma juiciosa. Hizo aquel ofrecimiento porque, de ser del modo contrario, que ella tuviera magia y él no, él estaría fascinando y encantado por ver más.
Esperaba, tenía fe, en que Bea comprendería; comprendería sus habilidades y el por qué no se las había mostrado antes, aguardó por una reacción, aunque confiaba plenamente en ella no podía evitar sentir un ligero pinchazo de pavor, si se iba asustada por sus poderes, no iba a poder culparla, no iba a ser la primera, mucho menos la última, si se quedaba era la última señal que necesitaba para comprobar que bajo toda circunstancia Bea era distinta al resto.
Y diferente, desde luego, era bueno para Týr, quien se empeñaba, sin querer, en salirse de toda norma, su magia era sólo un pincelazo más al cuadro de rareza que ya era de por sí.
La pareja, las víctimas que habían elegido, seguía su camino aunque en sus rostros se podía ver que aún no entendían qué demonios había pasado, y nadie podía culparlos, las risas de los victimarios poco a poco se fueron apagando y entonces fue cuando la comprensión llegó a Týr, cuando se dio cuenta de lo que había hecho, miró a Bea parpadeando un par de veces cuando ella formuló aquella pregunta completamente lógica. Dio un paso para atrás, sólo uno y no porque se arrepintiera de lo que había hecho, sino por la impresión de su propio descuido.
Le habían enseñado a no avergonzarse de lo que era, pero a ser discreto también, a menudo cometía cosas como aquella por su propia distracción, entornó los ojos mirando a su acompañante sopesando sus opciones; de todos modos, si seguían en contacto (como él lo deseaba inconscientemente) hubiera tenido que confesarle sus habilidades tarde o temprano, y algo en ella, en sus ojos, en su sonrisa, en su propia naturaleza, le decía que podía confiar en ella.
Se paró muy recto llevando ambas manos a los bolsillos y asintió con actitud desenfadada, la sonrisa en su rostro confirmaba que no estaba enojado, asustado o algo parecido. Luego dejó escapar una de sus manos para rascarse la nuca, quería decirle pero las palabras no eran su fuerte.
-Sí, bueno, yo… -carraspeó mirando una raíz salida del árbol que les había servido de escondite, luego alzó la cara -¿has escuchado leyendas sobre gente con habilidades especiales? –preguntó, conforme avanzaba en su discurso las palabras fueron cobrando más seguridad y fuerza, estuvo a punto de hablar de más como era su costumbre, pero esta vez se dio cuenta a tiempo, iba a contarle de vampiros y licántropos, de cambiaformas y demás criaturas que habitaban las calles sin que los humanos promedio se enteraran, pero por ahora no hacía falta, no tenía por qué espantarla nada más porque sí, tal vez en el futuro se lo diría, más si ese viejo vampiro al que le robó una pintura iba tras de él como había jurado.
-Yo nací con esta habilidad –suspiró y dijo con tono ingrávido, restándole importancia-, algunos pueden crear ilusiones, como yo… -otra vez se detuvo antes de ahondar en temas que por ahora la inquietarían, como ese poder tan propio de su familia de hablar con los muertos. No sabía por qué se había frenado ya en dos ocasiones, la verdad era que quería protegerla, no quería traerle amilanarla, y sobre todo, no quería que saliera huyendo de él. Se encogió de hombros y le sonrió-, es emocionante, ¿quieres ver más? –tenía una impresionante habilidad de hacer parecer menos terribles algunas cuestiones, menos fuera de lo extraordinario, y estaba haciendo uso de esa capacidad, aunque no de forma juiciosa. Hizo aquel ofrecimiento porque, de ser del modo contrario, que ella tuviera magia y él no, él estaría fascinando y encantado por ver más.
Esperaba, tenía fe, en que Bea comprendería; comprendería sus habilidades y el por qué no se las había mostrado antes, aguardó por una reacción, aunque confiaba plenamente en ella no podía evitar sentir un ligero pinchazo de pavor, si se iba asustada por sus poderes, no iba a poder culparla, no iba a ser la primera, mucho menos la última, si se quedaba era la última señal que necesitaba para comprobar que bajo toda circunstancia Bea era distinta al resto.
Y diferente, desde luego, era bueno para Týr, quien se empeñaba, sin querer, en salirse de toda norma, su magia era sólo un pincelazo más al cuadro de rareza que ya era de por sí.
Invitado- Invitado
Re: Other Towns and Cities [Bea Blanco]
Ella le negó con la cabeza pues todo cuanto había escuchado eran los cuentos de magos, brujos y demás que su padre le contaba.
Recordó que de pequeña su padre le contaba cosas extrañas, cosas tan extrañas con las cuales solía sacarla de ese trance que en ocasiones la pequeña Bea solía caer después de una ardua discusión entre sus padres. Siempre era su padre quien se preocupaba y corría hacia Bea cuando estas inevitables discusiones que se suscitaban terminaban. Ahora la historia que una de esas noches había escuchado retumbo en su cabeza tras la confesión de Týr.
Bea siempre había creído que esas historias llenas de magia solo eran cuentos que su padre se formulaba en su cabeza para contárselas de una manera que las hacía verse tan reales. Esta noche ella comprobaba que todo aquello no eran solo historias se daba cuenta que en realidad la “magia” existía y hoy sus ojos lo presenciaron. Nadie, nadie a partir de hoy podía decirle lo contrario y mucho menos podría convencerle para cambiar de opinión, existía, ese era el punto y lo único cierto ahora en su cabeza.
Por la cabeza de la muchacha comenzaron a desfilar un sin fin de imágenes, de ideas: Se mantenía en silencio sopesando cada una de las cosas que por su cabeza pasaban Su rostro más que sorpresa, disgusto o desagrado mostraba fascinación, fascinación por todas aquellas cosas que si Týr estaba dispuesto ella podría conocer. Su alegría ahora era mayor puesto que su encantador amigo no solo le enseñaría de arte sino que estaba convencida de que si ella se lo pedía él le enseñaría algún truco de magia por mas sencillo que este fuera.
Su tierno rostro observaba a Týr con una amplia sonrisa desvaneciéndose esta repentinamente. La preocupación la asalto, momentos antes estaba tan fascinada que no se daba cuenta lo que algo como lo que Týr sabía hacer tenía ante la sociedad y sintió miedo, mucho miedo de que alguien se enterase y lo acusase por tener esos poderes. La sola idea de que su habilidad si no la mantenía oculta podía llevarlo hasta la hoguera la hizo sentirse que caía en un enorme bache que apenas caer en el este se cerraba dejándola enterrada bajo tierra, sola, sin la compañía de Týr.
Se aproximo a él tan rápido como pudo reaccionar -shhhhhhhh- le sello los labios con su delicada y fina mano -nadie debe escuchar nada de esto- dijo con preocupación casi en un murmullo como si temiera que alguien estuviera escondido observándolos y escuchándolos -quiero ver más, si!!!!!!, si quiero..pero…creo que eso no puede ser aquí. No podemos arriesgarnos a que alguien descubra tu secreto- su voz sonó tan emocionada o más que cuando Týr le preguntaba si quería ver más. Descubrir esta parte de Týr le gustaba demasiado pero también despertaba en ella mucho miedo y temor de que por causa de esto a él pudiera sucederle algo. No imaginaba o no deseaba ni siquiera imaginar su vida sin Týr cerca de ella -pero….donde es seguro que me muestres más?- pregunto mirando hacia todas direcciones y finalmente volvía sus ojos a Týr. No pudo dejar de hacer evidente que en verdad deseaba mirar más de lo que él podía hacer.
-Me gusta compartir tu secreto, conmigo puedes estar seguro que esta muy bien guardado- le dijo tomándolo de manos con voz muy bajita y muy cerca de su oído y termino dando un suave beso en la mejilla a Týr. A partir de hoy ella sería su más fiel cómplice en todo, en todo lo que él quisiera compartir con ella.
Recordó que de pequeña su padre le contaba cosas extrañas, cosas tan extrañas con las cuales solía sacarla de ese trance que en ocasiones la pequeña Bea solía caer después de una ardua discusión entre sus padres. Siempre era su padre quien se preocupaba y corría hacia Bea cuando estas inevitables discusiones que se suscitaban terminaban. Ahora la historia que una de esas noches había escuchado retumbo en su cabeza tras la confesión de Týr.
Bea siempre había creído que esas historias llenas de magia solo eran cuentos que su padre se formulaba en su cabeza para contárselas de una manera que las hacía verse tan reales. Esta noche ella comprobaba que todo aquello no eran solo historias se daba cuenta que en realidad la “magia” existía y hoy sus ojos lo presenciaron. Nadie, nadie a partir de hoy podía decirle lo contrario y mucho menos podría convencerle para cambiar de opinión, existía, ese era el punto y lo único cierto ahora en su cabeza.
Por la cabeza de la muchacha comenzaron a desfilar un sin fin de imágenes, de ideas: Se mantenía en silencio sopesando cada una de las cosas que por su cabeza pasaban Su rostro más que sorpresa, disgusto o desagrado mostraba fascinación, fascinación por todas aquellas cosas que si Týr estaba dispuesto ella podría conocer. Su alegría ahora era mayor puesto que su encantador amigo no solo le enseñaría de arte sino que estaba convencida de que si ella se lo pedía él le enseñaría algún truco de magia por mas sencillo que este fuera.
Su tierno rostro observaba a Týr con una amplia sonrisa desvaneciéndose esta repentinamente. La preocupación la asalto, momentos antes estaba tan fascinada que no se daba cuenta lo que algo como lo que Týr sabía hacer tenía ante la sociedad y sintió miedo, mucho miedo de que alguien se enterase y lo acusase por tener esos poderes. La sola idea de que su habilidad si no la mantenía oculta podía llevarlo hasta la hoguera la hizo sentirse que caía en un enorme bache que apenas caer en el este se cerraba dejándola enterrada bajo tierra, sola, sin la compañía de Týr.
Se aproximo a él tan rápido como pudo reaccionar -shhhhhhhh- le sello los labios con su delicada y fina mano -nadie debe escuchar nada de esto- dijo con preocupación casi en un murmullo como si temiera que alguien estuviera escondido observándolos y escuchándolos -quiero ver más, si!!!!!!, si quiero..pero…creo que eso no puede ser aquí. No podemos arriesgarnos a que alguien descubra tu secreto- su voz sonó tan emocionada o más que cuando Týr le preguntaba si quería ver más. Descubrir esta parte de Týr le gustaba demasiado pero también despertaba en ella mucho miedo y temor de que por causa de esto a él pudiera sucederle algo. No imaginaba o no deseaba ni siquiera imaginar su vida sin Týr cerca de ella -pero….donde es seguro que me muestres más?- pregunto mirando hacia todas direcciones y finalmente volvía sus ojos a Týr. No pudo dejar de hacer evidente que en verdad deseaba mirar más de lo que él podía hacer.
-Me gusta compartir tu secreto, conmigo puedes estar seguro que esta muy bien guardado- le dijo tomándolo de manos con voz muy bajita y muy cerca de su oído y termino dando un suave beso en la mejilla a Týr. A partir de hoy ella sería su más fiel cómplice en todo, en todo lo que él quisiera compartir con ella.
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