Buscando detalles... [Elinor C. Carstairs y Milagros Lamberg]

por **Julián S. de Mendoza** Miér Ago 17, 2011 9:50 pm

El calor era agobiante, el aire enrarecido por el olor de hombres buscando hembras. En aquellas calles, a uno y otro lado las puertas de los burdeles siempre estaban abiertas a clientes necesitados.

Y aquella noche, Sebastián era un cliente necesitado, solo que de placeres muy diferentes al resto de los vulgares mortales. Su necesidad eran los detalles, notas jugosas para apasionar, erotizar y embravecer las mentes humanas. Necesitaba picardías, sátiras y juegos de alcoba. Gatos y ratones, cazadores y cervatillas.

Y nada mejor para encontrarlo que dejando algunas monedas aqui y allá, en los mejores huertos de todo Paris, sus burdeles. Vistiendo de pompa y gala, como el señor de alta clase que aparentaba ser y a veces... era.

La noche aun era joven y para cuando entro en uno, no alterno miradas con las vulgares, ni con las que buscaban con la mirada más su cartera que su cara. Un rápido vistazo le permitió encontrar a la Madame y unas cuantas palabras bien encajadas, junto a unas monedas, una estancia duradera en una habitación confortable con dos cortesanas de su elección.

Después de todo era un cliente de alta cuna y bien ataviado. Chaqueta y camisa lisas, abierta la primera para dejar ver la segunda, sin capa y sombrero bien colocado, mientras en la zurda lucia a veces, su bastón de caballero.

Spoiler:

Siempre es mejor tener una joven de reserva, por si la primera no es muy habladora. Así pues, aclarados los pagos, paseo entre pasillos y bambalinas de actuación, por salas y salones, hasta dar justo con lo que andaba buscando.

- Tu. Habitación 203, id arriba con una botella de vino y esperadme tomando una a mi salud - le sonrió dulce y le entrego unas pocas monedas a una joven de vestido blanco, que lucia una pequeña cicatriz en la nuca, queriendo disimularla con el cabello.
Luego siguió buscando un poco más...

Hasta dar con una sala donde los varones sentados, admiraban a una joven bailarina que hacia deleite de pensamientos en más de uno. La mera muestra de sus muslos algunas vez vislumbrados por un alzamiento casual de faldas, una sonrisa bien colocada y aquella mirada inocente y picara a la vez, eran suficientes para disparar las mentes, con fuerza. He aquí al genero masculino, en toda su perversión, como lobos esperando asaltarla, sonrió para si, avanzando entre sillas y espectadores hasta ponerse ante la joven. Bonito collar, esmeralda si la vista no me falla
, pensó admirando la pieza del cuello, tanto como la yugular que ocultaba. La sangre de esta mujer acelerada por el ritmo del baile, despertó un poco su hambre.

- Señorita, la madame me dio permiso para reclamar vuestras atenciones - le extendió la mano con galantería, para que bajara del pequeño estrado improvisado, sobre la mesa.

por Invitado Jue Ago 18, 2011 7:08 am

Aquella noche no tenía ningún cliente que valiera la pena, había tenido algunos de clase alta y cuando acabe con uno que solo podía pagar una sesión suspire. Me puse el vestido blanco me solté el pelo dejándolo caer sobre mi espalda tapando aquella cicatriz de mi nuca. Salí de la habitación, sin importarme por las miradas lascivas de los hombres. Y aunque vi a clientes nuevos no los mire de ninguna manera. Seguí caminando entre aquellos corredores que tenía el burdel donde trabajaba.

Caminaba sin saber dónde ir, con delicadeza en mis pasos. Y mis finos dedos jugando entre sí, veía a mis compañeras bailando en las salas de baile. No tenía ni siquiera ganas de bailar, no sabía que me pasaba. Es como si esperaba algo especial aquella noche. Me moví el pelo con gesto aburrido, hasta que me encontré de cara con un hombre que venía por mí. Ya que me hablo directamente. Le sonreí dulce y en mi mano cayeron unas cuantas monedas.

-Si, señor enseguida.

Dije haciendo una pequeña reverencia y cuando se fue, baje hasta la planta baja cogí una botella de un buen vino. Uno de los mejores que teníamos y cogí tres copas. No sabía porque cogía tres pero algo me decía que lo hiciera. Con todo en mis manos, fui hasta la habitación que me había dicho y vi que aun no había llegado. Deje todo en una mesa baja que allí había y abrí el vino, dejando caer el liquido en las tres copas. Cogí una de ellas y me dirigí a la ventana que daba a una de las calles de Paris bañada por la noche.

Mire el líquido carmesí que había en mi copa, tan parecido a la sangre pero tan diferente a la vez. Me lleve la copa a mis labios bebiendo con cuidado, mi mirada se perdía entre las calles de Paris que se abrían a mis pupilas. Pero entonces oí pasos que se acercaban a la habitación donde estaba yo. Y me separe de la ventana camine hasta la mesa baja y cuando entro le vi, sonriendo dulcemente y le hice una pequeña reverencia de nuevo.

por **Micaela Lamberg** Jue Ago 18, 2011 11:00 pm

Milagros bajaba las escaleras ya vestida para trabajar en uno de los salones donde ya se encontraban algunos clientes más adinerados de la cuidad. Casi todos eran casados ya que buscaba afuera lo que en sus casas no podían tener ya que las rutinas los agotaban.
Camino tranquila hasta uno de los salones donde ella hacia su espectáculo, era lo que le gustaba hacer. Camino entre las mesas, se subió a una mesa y comenzó a bailar.

Se movía al ritmo de la música que la transportaba a otro mundo, sus movimientos eran sensuales y lentos pero a la vez sugerían al pasar su mano por una se sus piernas y levantaba la falda que traía puesta. Luego sin perder los movimientos tocaba su cabello ondulado y rubio con las dos manos llevándolo hacia su rostro tapándolo y dejándolo caer nuevamente para que caiga hacia los costados. Mientras ella mordía su labio inferior observo a un hombre que estaba frente a ella, lo miro sonriéndole dulcemente y luego escucho sus palabras.

Si son esmeraldas, es un regalo familiar
Dijo voz amable mientras se sonrojaba ya que era algo tímida al principio, lo miro que extendía la mano para poder bajar del escenario improvisado en la mesa, ella apoyo su mano sobre la del hombre y comenzó a bajar hasta que llego al suelo.

A donde vamos?Le pregunto curiosa mientras lo miraba y la verdad era muy guapo. Mientras esperaba su respuesta

por **Julián S. de Mendoza** Jue Ago 18, 2011 11:40 pm

- Te llevo al piso superior, para que podamos estar mas a gusto - respondió con franqueza. - Allí nos espera otra compañera tuya, de profesión - la aviso, de antemano.

Subieron juntos por la escalera, el no volvió a hablar, hasta pasado el pasillo y abierto la puerta de la 203, cederle el paso a ella primero, como todo un caballero. Para pasar después, sonriendo dulcemente.

- Hola querida - saludo con gracia, cerrando la puerta tras de si - elegante reverencia. Se nota tu buena educación. Veo que trajiste tres copas, excelente. Me gustan las mujeres que saben pensar por si mismas - halago el detalle del hecho, recostándose en la cama, tras haber dejado la chaqueta, el sombrero y el bastón a un lado de la cama.

Y desde ahí, las contemplaba a ambas. Sus diferencias, sus exquisiteces. La blanca piel de la una, con la tostada de la otra. Una mirada inocente y amable, la otra sumisa y graciosa.
¿Que habrán conocido estas mujeres?¿Como serán realmente sus vidas?, pensó por un momento, olvidándose del porque estaba allí.

Para ellas podía pasar como un cliente mas, que las admiraba y esperaba de ellas los primeros movimientos, pues andaba absorto mirándolas.

-¿Como os llamáis, señoritas?- rompió su silencio, con voz dulce y suave. Entonada para agradar y sugerir la complacencia de sus peticiones, que no eran nada del otro mundo, de momento.

por Invitado Vie Ago 19, 2011 1:38 pm

Me sorprendí al ver a entrar a una de mis amigas, Milagros. La mire sorprendida, pero después sonreí dulce. Quería mucho a Milagros y era una de las amigas que mas quería. Pero pase mi atención a nuestro cliente, el cual me hablaba. Sonreí complacida ante sus halagos, me gustaba que los hombres me halagasen. Me sentía… querida. Le vi sentarse en la cama.

Mily y yo nos miremos a los ojos, pero luego miremos a nuestro cliente. Estábamos acostumbradas a ser así, teníamos que esperar a que nos diera cualquier orden. Levante mi mano derecha para quitarme unos cuantos mechones de cabello que caían sobre mis ojos. Le mire bien, era apuesto muy apuesto y la verdad es que tenía un aura de misterio que me gustaba muchísimo. Siempre me había atraído lo misterioso y no sabía por qué.

Sonreí dulcemente cuando nos pregunto el nombre y antes de responder. Cogí las copas que había llenado, le di una a Mily y después me acerque con sensualidad hasta él. No lo hacía aposta, me salía solo era como un acto reflejo ya en mi vida. Siempre que estaba trabajando hacia que utilizara esa sensualidad que yo poseía. Pero algo me decía que aquel cliente no era como otro cualquiera.

-Su copa, mi nombre es Elinor Clarissa Carstairs para servirle.

Dije con una sonrisa, cogiendo de nuevo mi copa dejando que mis labios dejasen su marca allí. Siempre dejando a la vista mi educación. Que aunque no sabía nada de mi familia, me habían educado bien ya que siempre hablaba bien. Espere que Mily respondiera a nuestro cliente, algo me decía que aquella noche con aquel cliente sería diferente, muy diferente.

por **Micaela Lamberg** Lun Ago 22, 2011 11:20 pm

Ella escucho su respuesta y lo miro tímidamente pero no le sorprendió su respuesta porque ya había pasado por esa situación. Subieron la escalera que llevaba a los pisos superiores sin hablar una palabra y caminaron hasta llegar a la puerta de la habitación donde nos esperaba la otra mujer. El caballero abrió la puerta, ella entro primero y el detrás de ella ya cerrando la puerta a su espalda.

Se llevo una sorpresa al ver a Elinor ya que era una amiga a la cual quería mucho y la miro sonriéndole amablemente y tímidamente, se miraron ambas a los ojos. Luego ambas miramos al cliente que estaba sentado en la cama. Observa a Ely tomar dos de las copas que había servido, una se la entrega Mily y la otra al cliente. Mily solo bebió un trago por el cliente. Ella se quedo parada y cuando escucho las palabras de él preguntando nuestros nombres respondió

Milagros Lamberg para servirle
Hizo una leve reverencia de cortesía ya que no solía hacerlo a menudo. Era la primera vez que lo veía. Parecía un hombre amable pero a la vez misterioso, esa noche iba hacer diferente a las otras anteriores. Camino lentamente hasta la cama donde se encontraba el cliente sentado con la copa en la mano quedandose en una esquina apoyada en el respaldo. Solo se queda mirandolos a ambos.

por **Julián S. de Mendoza** Jue Ago 25, 2011 11:19 am

- Señoritas, pese a lo que crean que pasara esta noche. No estoy aquí por el placer carnal de poseerlas a ambas... que podría - les sonrío, amistosamente mojando el dedo índice en el vino, para beberlo en una gota, con un beso delicado y morboso a la par.

- Elinor Clarissa Carstairs - repitió el primer nombre con sensualidad, tendiendo la mano derecha hacia la dama, en un gesto suave. Su piel bronceada, era mas pálida en su palma y sus uñas muy bien cuidadas, marfil.

Ante la otra dama, miro comedido, cauto. A pesar de las miradas conchabadas de ellas, no podía esperar saber si una sobrevolaría sobre la otra, para erigirse dueña de la situación. ¿Será alguna la maestra, y la otra la aprendiz? pensó, tendiéndole la mano zurda. - Milagros Lamberg - hablo, meloso.

Así ambas acabarían a un lado de la cama, con el en medio, esperándolas ansioso. Cuantas veces no habría jugado ese mismo papel, en los últimos años, con resultados similares.

¡Ah!, pero acuérdate, Sebastián. Estas aquí para alimentarte de historias, comer… después profirió un pequeño suspiro, apartando la vista de los senos femeninos, donde se reconoció con vergüenza, haberlos admirado con hambre, comparándolos.

por Invitado Sáb Ago 27, 2011 5:46 am

Escuche atentamente a nuestro cliente, me sorprendieron sus palabras pero descubrí que mi presentimiento de que la noche no iba a ser igual que las demás era verdad. Mis labios se cerraron en torno a la copa y por mi garganta se deslizo veloz aquel liquido carmesí. Puse delicadamente mi mano sobre la que él me había tendido. Milagros y yo llevábamos el mismo tiempo (o casi el mismo) ejerciendo de cortesanas o al menos eso pensaba yo. Pero ambas éramos buenas en nuestro trabajo y gracias a que nos habíamos hecho grandes amigas trabajábamos bien juntas y nos sabíamos respetar la una a la otra.

Avance hasta la cama cuando él me lo indico tirando suavemente de mi mano. Termine sentada en el lado derecho de él, con mis piernas medio subidas a la cama y con mi mirada dulce y tierna mirándole mientras en una de mis manos aun se hallaba la copa con el vino. La botella estaba encima de la mesita de noche que yo tenía enfrente y sabia que aquella noche terminaría vacía. Espere a que Milagros también se situara en la cama, al lado izquierdo.

Tenía curiosidad porque había venido aquel cliente, no parecía tratarnos como la mayoría de los hombres si no que nos trataba con delicadeza como dos muñecas de porcelana, una mas morena que la otra claro está. Pero si no venia por el deseo carnal ¿por qué venia? La curiosidad estaba dentro de mi cuerpo deseando salir y exponerse pero con el tiempo había aprendido a hablar solo cuando se me preguntase. No quería que ese cliente se enfadara conmigo. No quería que esa noche saliera nada mal.

por **Micaela Lamberg** Jue Sep 08, 2011 10:47 pm

Escucho las palabras del hombre con atención y sonrio amablemente. Ella seguia en su lugar mienttras Elinor avansaba hacia la cama por pedido del cliente sentandose arlado derecho de la cama mientras Milagros bebia un poco de vino. El no venía por los placeres carnales ¿a que venía entonces?
Milagros se acerco a ellos y se sentó a su lado Izquierdo del cliente con toda tranquilidad y elegancia.

¿Por que esta aquí si no es por placer?

Pregunto con curiosidad ya que ambas habiamos escuchado sus palabras, miró a Elinor con complicidad para que empecara hacer su trabajo. Milagros giro hacia el hombre para tenerlo de frente hacia ella apoyando una de sus piernas sobre la cama y la otra sobre esta.

por **Julián S. de Mendoza** Jue Sep 15, 2011 8:55 pm

- Señorita Elinor - Sebastián le sonrió a la cortesana, deslizando los dedos por el borde del escote, mientras su mirada viaja desde alli, por su delicado cuello, hasta el matiz dulce de sus ojos.

- Vengo, señoritas a conseguir información. Jugosos detalles para completar novelas y rellenar libretos, que... - hablaba suavemente, dejando resbalar las yemas de los dedos, ocasionalmente sobre la piel del busto -... que solo las gentiles cortesanas pueden extraer. Poses y formas, cuentos de alcobas y nobles señores.... que podrían haberse dejado caer por aquí y a saber con que excentricos gustos - acabo de explicar, ladeando la cabeza para depositar un tierno beso sobre el hombro descubierto.

Con la otra mano libre, sin apenas apartar el rostro del cuerpo hacia el que se tendía, Sebastián mojo un par de dedos en el vino, recogió la mano y se guardo del dulce sabor, por unos momentos.

A aquel beso siguió otro mas, ascendente, plácido y pequeño. Un suspiro revelo, que Sebastián estaba contento de encontrar en Elinor, un gusto atractivo, entre sus caricias. Sus labios rodearon su mentón, y solo entonces aquel dedo húmedo del néctar de uva, oso rozar sus labios gentil y sensualmente.

-¿Que decís, Elinor. Tendríais algo para mi? - susurro junto a su oído, de forma cálida, persuasiva.

por Invitado Jue Sep 29, 2011 3:09 am

Le mire con curiosidad, intentando adivinar porque había ido allí. Sentía sus manos en mis pechos, aquella parte de mis pechos que quedaba a la vista por el escote. Historias de alcoba… interesante… nadie nos había pedido nunca eso pero era divertido y ante todo me gustaría ayudarle. Cuantos nobles habían acudido a mis brazos, cuantos nobles habían sido domados por estos mismos brazos y cuantas veces me había encontrado yo domada a golpes por ellos… Siempre era lo mismo pero ahora se lo podía relatar a alguien, por fin alguien me escucharía y además si le podía ayudar era mejor. ¿Si me molestaba que utilizara mi vida para un libro? No, no me molestaba. Total, había olvidado mi vida desde antes de los 16 años. Sonreí por el beso en mi hombro. Sentí el suave sabor del líquido de uva en mis labios. Cerré los ojos sonriendo al sentir su voz en mi oído y le mire a los ojos osándome a pasar mis dedos finos por su rostro acariciándole, la verdad es que era muy apuesto pero había venido a que yo le contara esos secretos que nadie sabía.

-Si tengo algo para usted, cuentos de alcoba, secretos de nobles… todo lo que usted pueda imaginar puede ser contado por los labios de esta cortesana.

Dije con una sonrisa, la verdad es que le podía contar todo lo que él quería. Al acabar de hablar me incline un poco hacia él y roce su cuello con mis labios para después apartarme y mirarle a los ojos con una sonrisa algo picara pero que en realidad escondía poco. Con él no me importaba ni me asustaba enseñar mi verdadero yo.

OFF: Siento la tardanza

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