AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una copa de agradecimiento [Lyssandra]
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Una copa de agradecimiento [Lyssandra]
El sol golpeaba con fuerza las calles de París esta tarde. Las calles adoquinadas ardían bajo mis pies. Leves soplos de viento hacían que esa tórrida tarde no fuera tan abrasante. La calle estaba algo transitada, no somo si fuera la calle mayor de París, pero no estaba vacía. Viandantes andaban arriba, otros abajo, otros cruzaban las calles, muchos miraban los escaparates de las numerosas tiendas. Nadie repetía lo que otros hacían, cada uno iba a lo suyo y a lo de nadie mas.
Había decidido pasear por la calle comercial, donde mi madre tenia antes un restaurante que llevaba a medias hasta que mi padre se fugo. Luego tuvo que cerrar porque no daba a vasto ella sola. Mis pies, sin que yo lo hubiera pensado, me llevaron hasta la entrada del restaurante. Nunca hubiera dicho que el restaurante Margarette (en honor a mi madre) fuera de los mejor de París, pero la cocina era estupenda, yo sigo deleitándome con los platos de mi madre.
Me quede contemplando el gran letrero sobre la puerta del local enrejada y algo oxidada. Rezaba el nombre de mi madre en un color azul sobre un fondo amarillento ya desgastado por el paso del tiempo. En cierta manera echaba de menos ese lugar, había estado de chiquitín siempre ahí.
¿Como ese hombre, que decía llamarse mi padre, había podido abandonarnos de semejante manera? Por suerte para él, no le reconocería, porque sino, le podía dar una buena paliza, por abandonar de semejante manera a mama, sin decirle nada. Estuvo llorando días enteros.
Mi nombre llego a mis oídos, lo que me saco de mi ensimismamiento y me obligue a buscar la procedencia de mi nombre. Mire al rededor y vi a la muchacha que me había ayudado a elegir el regalo de mi madre. Sonreí, como siempre había hecho, la natural en mi.
-Buenas tardes, señorita Bardoux. ¿Como le va todo?- Le pregunte, cuando ya estuvo lo suficientemente cerca para poder oírme sin tener que chillar. Hice una pequeña reverencia.
Había decidido pasear por la calle comercial, donde mi madre tenia antes un restaurante que llevaba a medias hasta que mi padre se fugo. Luego tuvo que cerrar porque no daba a vasto ella sola. Mis pies, sin que yo lo hubiera pensado, me llevaron hasta la entrada del restaurante. Nunca hubiera dicho que el restaurante Margarette (en honor a mi madre) fuera de los mejor de París, pero la cocina era estupenda, yo sigo deleitándome con los platos de mi madre.
Me quede contemplando el gran letrero sobre la puerta del local enrejada y algo oxidada. Rezaba el nombre de mi madre en un color azul sobre un fondo amarillento ya desgastado por el paso del tiempo. En cierta manera echaba de menos ese lugar, había estado de chiquitín siempre ahí.
¿Como ese hombre, que decía llamarse mi padre, había podido abandonarnos de semejante manera? Por suerte para él, no le reconocería, porque sino, le podía dar una buena paliza, por abandonar de semejante manera a mama, sin decirle nada. Estuvo llorando días enteros.
Mi nombre llego a mis oídos, lo que me saco de mi ensimismamiento y me obligue a buscar la procedencia de mi nombre. Mire al rededor y vi a la muchacha que me había ayudado a elegir el regalo de mi madre. Sonreí, como siempre había hecho, la natural en mi.
-Buenas tardes, señorita Bardoux. ¿Como le va todo?- Le pregunte, cuando ya estuvo lo suficientemente cerca para poder oírme sin tener que chillar. Hice una pequeña reverencia.
Jeremy Alexander- Cambiante Clase Media
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Re: Una copa de agradecimiento [Lyssandra]
Era una tarde soleada, como casi todas aquel año en París. Para mi sorpresa y agrado, mis padres me habían dado cierta libertad para pasearme por la ciudad con la excusa de recoger unos vestidos que habían sido encargados por mi madre en la modista. No obstante, al haber insistido en prescindir de los servicios de Joe en aquella ocasión, una de las doncellas de la casa había venido a acompañarme, puesto que mi padre parecía estar en contra de dejarme salir sola incluso a la vuelta de la esquina. Aquella muchachita, sin embargo, no resultaba una mala compañía, puesto que era una de las pocas de todo el servicio que no tenía reparos en tratarme de manera más amistosa y menos profesional que el resto. Quizá se debiese a su joven edad (tan sólo tenía diecisiete años), pero el caso es que éramos algo así como amigas inseparables.
Aún así, cuando salíamos fuera de casa, se empeñaba en mostrar toda su formalidad.
Mantenía una distancia prudente a mi lado, llevando la mirada clavada al frente, aunque en ocasiones la desviaba hacia sus desgastados zapatos. Muchas veces le había insistido que cogiese todo lo que le gustase de mi armario, mas ella se negaba por miedo q recibir una reprimenda por parte de mi autoritaria y fácilmente escandalizada madre.
- Necesitas unos nuevos. – dejé caer y, mi voz, desde luego inesperada, le hizo dar un pequeño brinco. Contuve la risa. – Esos están demasiado viejos. ¿Qué te parece si aprovechamos el resto del tiempo que nos quede para comparte unas cuántas cosas?
- Señorita, eso es del todo inapropiado. – "Señorita…" Por el amor del cielo, estaba empezando a cansarme toda esa tontería.
- Emy, por favor, si quieres que siga aguantando toda esta sarta de protocolos compláceme en esto. – Mi amiga esbozó una suave y tímida sonrisa y, con ese gesto, supe que había ganado.
Justo en ese instante divisé, en la calle de enfrente, una figura masculina que me resultó familiar. Tan sólo nos habíamos encontrado en una ocasión, pero para mi memoria gráfica había sido más que suficiente.
Parándome frente a a la vía por la que transcurría el tráfico, carromatos que iban y venían, comencé a hacerle señas, mas no parecía verme.
- Ven, vamos. - dije, cogiendo la mano de Emy para cruzar precipitadamente. Vale, no había sido demasiado correcto mi comportamiento, pero no me había visto demasiada gente, al menos. - ¡Jeremy! - lo llamé, cuando no nos separaba demasiada distancia.
Él se volteó, devolviéndome el saludo con una leve reverencia. Ya nos encontrábamos el uno frente al otro cuando comenzamos a hablar con naturalidad bajo la atenta mirada de mi compañera.
- Todo bien, gracias, nos dirigíamos a hacer unas compras. - le expliqué, ante lo cual, por algún motivo, Emy agachó el rostro, cohibida. Definitivamente los hombres no eran su especialidad. Retomando la conversación, continué diciendo. - Por cierto, ¿le resultó de agrado el libro a vuestra madre? Espero no haberme equivocado escogiendo y haberos metido en un compromiso...
Aún así, cuando salíamos fuera de casa, se empeñaba en mostrar toda su formalidad.
Mantenía una distancia prudente a mi lado, llevando la mirada clavada al frente, aunque en ocasiones la desviaba hacia sus desgastados zapatos. Muchas veces le había insistido que cogiese todo lo que le gustase de mi armario, mas ella se negaba por miedo q recibir una reprimenda por parte de mi autoritaria y fácilmente escandalizada madre.
- Necesitas unos nuevos. – dejé caer y, mi voz, desde luego inesperada, le hizo dar un pequeño brinco. Contuve la risa. – Esos están demasiado viejos. ¿Qué te parece si aprovechamos el resto del tiempo que nos quede para comparte unas cuántas cosas?
- Señorita, eso es del todo inapropiado. – "Señorita…" Por el amor del cielo, estaba empezando a cansarme toda esa tontería.
- Emy, por favor, si quieres que siga aguantando toda esta sarta de protocolos compláceme en esto. – Mi amiga esbozó una suave y tímida sonrisa y, con ese gesto, supe que había ganado.
Justo en ese instante divisé, en la calle de enfrente, una figura masculina que me resultó familiar. Tan sólo nos habíamos encontrado en una ocasión, pero para mi memoria gráfica había sido más que suficiente.
Parándome frente a a la vía por la que transcurría el tráfico, carromatos que iban y venían, comencé a hacerle señas, mas no parecía verme.
- Ven, vamos. - dije, cogiendo la mano de Emy para cruzar precipitadamente. Vale, no había sido demasiado correcto mi comportamiento, pero no me había visto demasiada gente, al menos. - ¡Jeremy! - lo llamé, cuando no nos separaba demasiada distancia.
Él se volteó, devolviéndome el saludo con una leve reverencia. Ya nos encontrábamos el uno frente al otro cuando comenzamos a hablar con naturalidad bajo la atenta mirada de mi compañera.
- Todo bien, gracias, nos dirigíamos a hacer unas compras. - le expliqué, ante lo cual, por algún motivo, Emy agachó el rostro, cohibida. Definitivamente los hombres no eran su especialidad. Retomando la conversación, continué diciendo. - Por cierto, ¿le resultó de agrado el libro a vuestra madre? Espero no haberme equivocado escogiendo y haberos metido en un compromiso...
Lyssandra M. Bardoux- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/08/2011
Re: Una copa de agradecimiento [Lyssandra]
Lyssandra Bardoux llego a mi lado seguida de lo que supuse seria una amiga. Era mas joven que la señorita Bardoux y mas tímida también, se quedo detrás de ella y trataba de esconder su rostro con el pelo.
-Excelente, fue una recomendación fenomenal.-Conteste rápidamente- Si no llega a ser por usted, aun seguiría en esa librería. No se como podría agradecérselo...
Vi de reojo el viejo local de mi madre, quizás seguía habiendo dentro copas y un par de vinos. ¿Le gustaría tomarse una copa a esta chica? Quería agradecer a esta chica su ayuda y no tenia dinero para ofrecerme a regalarles algo, pero eso estaba en mi mano y ademas ¿A quien no le gusta tomar una copita de vino? Bueno a mi... Pero yo soy alguien muy raro.
-Puede quizás, tomar usted y su amiga una copa de un buen vino como agradecimiento.- Ofrecí y me gire hacia el viejo letrero.- Este local es propiedad de mi madre y dentro sigue habiendo alguna botella de vino y algunas copas, si no es mucha molestia, claro.
Me acerque a la puerta y la abrí, luego deje que las 2 muchachas entraran, sin darles oportunidad a rehusar la invitación. Rápidamente abrí las ventanas para que entrase el radiante sol, baje las sillas de la mesa y retire la sabana que cubría la mesa mas cercana a la ventana. Amablemente les ayude a sentarse. Me recordó a la época en la que trabajaba aquí, siendo un poco mas joven y ayudaba a las señoras a sentarse.
-Ahora traeré las copas y el vino, denme un segundos.- hice una reverencia y me escabullí a la cocina para buscar las copas y el vino.
-Excelente, fue una recomendación fenomenal.-Conteste rápidamente- Si no llega a ser por usted, aun seguiría en esa librería. No se como podría agradecérselo...
Vi de reojo el viejo local de mi madre, quizás seguía habiendo dentro copas y un par de vinos. ¿Le gustaría tomarse una copa a esta chica? Quería agradecer a esta chica su ayuda y no tenia dinero para ofrecerme a regalarles algo, pero eso estaba en mi mano y ademas ¿A quien no le gusta tomar una copita de vino? Bueno a mi... Pero yo soy alguien muy raro.
-Puede quizás, tomar usted y su amiga una copa de un buen vino como agradecimiento.- Ofrecí y me gire hacia el viejo letrero.- Este local es propiedad de mi madre y dentro sigue habiendo alguna botella de vino y algunas copas, si no es mucha molestia, claro.
Me acerque a la puerta y la abrí, luego deje que las 2 muchachas entraran, sin darles oportunidad a rehusar la invitación. Rápidamente abrí las ventanas para que entrase el radiante sol, baje las sillas de la mesa y retire la sabana que cubría la mesa mas cercana a la ventana. Amablemente les ayude a sentarse. Me recordó a la época en la que trabajaba aquí, siendo un poco mas joven y ayudaba a las señoras a sentarse.
-Ahora traeré las copas y el vino, denme un segundos.- hice una reverencia y me escabullí a la cocina para buscar las copas y el vino.
Jeremy Alexander- Cambiante Clase Media
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Re: Una copa de agradecimiento [Lyssandra]
La invitación de Jeremy me pareció magnífica, aunque Emy parecía mucho más reacia ante la idea. No obstante, cuando el muchacho nos condujo hacia el interior del establecimiento, se limitó a seguirme. Nuestros pasos resonaron en la sala vacía, y pudios observar una gran cantidad de mesas, tapadas con su respectiva sábana, que llegaban hacia donde, al fondo, se encontraba una extensa barra con numerosos taburetes. Sin embargo, la luminosidad era casi nula y Jeremy debió de pensar lo mismo que yo, puesto que no tardó en abrir todas y cada una de las ventanas, que iluminaron el viejo restaurante de un modo sublime. De no ser por el mobiliario cubierto, y la falta de clientela, cualquiera diría que aquel establecimiento todavía podía seguir abierto al público.
El joven nos apartó las sillas caballerosamente para que pudiésemos tomar asiento. Tras de mí, con algún que otro reparo, Emy se sentó, paseando nerviosamente la mirada de un lado hacia otro. Cuando Jeremy se ausentó para hacerse con las copas y la exquisita bebida, mi amiga no tardó en inclinarse hacia mí y comunicarme su desasosiego.
- Se supone que deberíamos ir a por los vestidos. – me recordó, en voz baja y apresurada, por lo que me costó un poco de esfuerzo entender sus palabras.
- Tenemos toda la tarde para ello y, luego, todavía podremos hacer esas compras que tú y yo tenemos pendientes.
- Pero…
Sin embargo, antes de que pudiese seguir hablando, nuestro anfitrión ya había regresado, mostrando una amplia sonrisa que yo, animada y despreocupada a pesar de las tareas que tenía que realizar, me encargué de devolver.
El joven nos apartó las sillas caballerosamente para que pudiésemos tomar asiento. Tras de mí, con algún que otro reparo, Emy se sentó, paseando nerviosamente la mirada de un lado hacia otro. Cuando Jeremy se ausentó para hacerse con las copas y la exquisita bebida, mi amiga no tardó en inclinarse hacia mí y comunicarme su desasosiego.
- Se supone que deberíamos ir a por los vestidos. – me recordó, en voz baja y apresurada, por lo que me costó un poco de esfuerzo entender sus palabras.
- Tenemos toda la tarde para ello y, luego, todavía podremos hacer esas compras que tú y yo tenemos pendientes.
- Pero…
Sin embargo, antes de que pudiese seguir hablando, nuestro anfitrión ya había regresado, mostrando una amplia sonrisa que yo, animada y despreocupada a pesar de las tareas que tenía que realizar, me encargué de devolver.
Lyssandra M. Bardoux- Humano Clase Alta
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Re: Una copa de agradecimiento [Lyssandra]
En la cocina quite el polvo a tres copas y las deje relucientes, luego fui a la bodega y escogí un buen vino blanco. No estaba frío, pero seria lo suficiente para apaciguar la sed que producía esta calurosa tarde. Busque algo que comer, pero todo estaba vació, no había nada. Obtuve un sacacorchos y regrese con las chicas con una gran sonrisa.
Deposite las tres copas en la mesa y les mostré la etiqueta del vino, como si de antiguos clientes del restaurantes se tratasen.
-Delicioso vino blanco, criado en el sur de Francia. Suave y con un sabor afrutado.- Catalogue el vino.- Espero que les guste.
Luego descorche la botella y serví en la primera copa. No sabia si echarle solo un poco para que lo probase o si simplemente servia la copa entera. Decidí llenar la copa, al fin y al cabo a los amigos no se les daba a probar un vino, solo se le daba a probar a los clientes. Termine por llenar las otras dos copas. Claro que no tenia intención de tomar mi vino, no me gustaba. Me senté una vez servido el vino.
Me di cuenta de que no me había presentado a su amiga. Eso había sido descortés por mi parte.
-Perdone mis modales.- Me disculpe.- No me he presentado, soy Jeremy Alexander, para lo que necesite.- Dije a la vez que me levantaba y hacia una leve reverencia a la señorita. - ¿Y que hacen dos señoritas por la zona comercial? Comprar, supongo.- Me conteste a mi mismo por la idiotez de la pregunta.
Deposite las tres copas en la mesa y les mostré la etiqueta del vino, como si de antiguos clientes del restaurantes se tratasen.
-Delicioso vino blanco, criado en el sur de Francia. Suave y con un sabor afrutado.- Catalogue el vino.- Espero que les guste.
Luego descorche la botella y serví en la primera copa. No sabia si echarle solo un poco para que lo probase o si simplemente servia la copa entera. Decidí llenar la copa, al fin y al cabo a los amigos no se les daba a probar un vino, solo se le daba a probar a los clientes. Termine por llenar las otras dos copas. Claro que no tenia intención de tomar mi vino, no me gustaba. Me senté una vez servido el vino.
Me di cuenta de que no me había presentado a su amiga. Eso había sido descortés por mi parte.
-Perdone mis modales.- Me disculpe.- No me he presentado, soy Jeremy Alexander, para lo que necesite.- Dije a la vez que me levantaba y hacia una leve reverencia a la señorita. - ¿Y que hacen dos señoritas por la zona comercial? Comprar, supongo.- Me conteste a mi mismo por la idiotez de la pregunta.
Jeremy Alexander- Cambiante Clase Media
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Re: Una copa de agradecimiento [Lyssandra]
Agarré la copa de vino y me deleité con su aroma. Realmente se trataba de un vino excepcional y su sabor era, simplemente, exquisito. Lo saboreé con lentitud, deleitándome con aquel manjar. Pude percatarme, no obstante, que Emy, mientras tanto, tenía la vista fija con impotencia en la suya, todavía indecisa a la hora de probarla o si, por el contrario, debería abstenerse. Entorné los ojos con disimulo. Desde luego, mi amiga continuaba pensando que no era el mejor lugar para dejar de mostrar su perfecta profesionalidad.
- Es delicioso, Jeremy. - hablé, volviendo a dirigir mi atención hacia el muchacho, que parecía preocupado por la opinión que pudiésemos tener con respecto a su elección. Sin lugar a dudas, había acertado. - Lo cierto es que es una lástima que este local haya cerrado. Sin duda habríais tenido muchísimo éxito. - Parecía de acuerdo aunque, ya se sabe, las circunstancias que nos presenta la vida no siempre son de nuestro agrado.
La presentación por parte de Jeremy hacia mi amiga, tan sólo provocó en ésta un fuerte rubor, agachando la cabeza al tiempo que farfullaba un levísimo "encantada". Sabiendo que no era lo más correcto por mi parte, contuve la risa, por mucho que me costase ante aquella escena. Jeremy debió de pensar algo similar a lo que cruzó mi mente, porque no tardó de desviar la atención de aquel pequeño "incidente" y aliviar la tensión preguntándonos por nuestro entretenimiento aquella tarde.
- Oh pues sí, estamos de compras. - me apresuré a responderle, tras un nuevo sorbo a mi copa de vino. A mi lado, Emy también asintió, todavía con unas motas rosadas sobre sus mejillas. - Vamos en busca de unos vestidos que encargó mi madre. Y bueno, - volví el rostro hacia mi amiga, quien enseguida, alertada por mi sonrisa, me mostró aterrada. - A continuación haremos una pequeña visita a algunas tiendas de ropa, sí.
- Es delicioso, Jeremy. - hablé, volviendo a dirigir mi atención hacia el muchacho, que parecía preocupado por la opinión que pudiésemos tener con respecto a su elección. Sin lugar a dudas, había acertado. - Lo cierto es que es una lástima que este local haya cerrado. Sin duda habríais tenido muchísimo éxito. - Parecía de acuerdo aunque, ya se sabe, las circunstancias que nos presenta la vida no siempre son de nuestro agrado.
La presentación por parte de Jeremy hacia mi amiga, tan sólo provocó en ésta un fuerte rubor, agachando la cabeza al tiempo que farfullaba un levísimo "encantada". Sabiendo que no era lo más correcto por mi parte, contuve la risa, por mucho que me costase ante aquella escena. Jeremy debió de pensar algo similar a lo que cruzó mi mente, porque no tardó de desviar la atención de aquel pequeño "incidente" y aliviar la tensión preguntándonos por nuestro entretenimiento aquella tarde.
- Oh pues sí, estamos de compras. - me apresuré a responderle, tras un nuevo sorbo a mi copa de vino. A mi lado, Emy también asintió, todavía con unas motas rosadas sobre sus mejillas. - Vamos en busca de unos vestidos que encargó mi madre. Y bueno, - volví el rostro hacia mi amiga, quien enseguida, alertada por mi sonrisa, me mostró aterrada. - A continuación haremos una pequeña visita a algunas tiendas de ropa, sí.
Lyssandra M. Bardoux- Humano Clase Alta
- Mensajes : 57
Fecha de inscripción : 03/08/2011
Re: Una copa de agradecimiento [Lyssandra]
Fue extraño el comportamiento de la joven ante mi, se ruborizo. Nunca una chica se había ruborizado por una presentación. Desde luego la chica estaba tensa, podría notarse en su comportamiento indeciso, no sabia si probar el vino o no.
Oí un repiqueteo. Uno suave y rápido. Posiblemente inaudible para las muchachas que estaban ante mi. Mire por el suelo, esperando cualquier cosa que pudiese correr. Encontré al culpable. Un pequeño roedor. Algo que no podía dejar en ese lugar. Un restaurante (aunque fuese abandonado) no podía tener ratas.
Me levante de la silla y camine hacia el repiqueteo sin meter ni pizca de ruido. Seguí prestando atención a la chica que contaba distraidamente sus planes de tarde.
-Deberían pasar por la tienda de maese Pierre, es el mejor con el cuero, hace unas chaquetas increíbles y los zapatos inigualables.- Dije con una voz mas nerviosa de lo que me hubiera gustado, mientras caminaba entre las mesas buscando el ratoncillo.- Era un antiguo cliente del restaurante, le encantaba la comida y nos solía hacer precio de amigo.
Finalmente logre ver al roedor y le pise la cola, para que no se escapase. Me agache a recogerlo y lo metí en el bolsillo.
-Creí ver una moneda- Me disculpe.- Voy a ver si encuentro algo con lo que poder acompañar el vino.
Me volví y entre en la cocina, abrí la ventana y tire al ratón al patio. A pesar de ser un sucio roedor, no me sentía capaz de matarlo, al fin y al cabo no había hecho nada. Me quede ahí unos segundos mirando por la soleada ventana, añorando viejos momentos.
Oí un repiqueteo. Uno suave y rápido. Posiblemente inaudible para las muchachas que estaban ante mi. Mire por el suelo, esperando cualquier cosa que pudiese correr. Encontré al culpable. Un pequeño roedor. Algo que no podía dejar en ese lugar. Un restaurante (aunque fuese abandonado) no podía tener ratas.
Me levante de la silla y camine hacia el repiqueteo sin meter ni pizca de ruido. Seguí prestando atención a la chica que contaba distraidamente sus planes de tarde.
-Deberían pasar por la tienda de maese Pierre, es el mejor con el cuero, hace unas chaquetas increíbles y los zapatos inigualables.- Dije con una voz mas nerviosa de lo que me hubiera gustado, mientras caminaba entre las mesas buscando el ratoncillo.- Era un antiguo cliente del restaurante, le encantaba la comida y nos solía hacer precio de amigo.
Finalmente logre ver al roedor y le pise la cola, para que no se escapase. Me agache a recogerlo y lo metí en el bolsillo.
-Creí ver una moneda- Me disculpe.- Voy a ver si encuentro algo con lo que poder acompañar el vino.
Me volví y entre en la cocina, abrí la ventana y tire al ratón al patio. A pesar de ser un sucio roedor, no me sentía capaz de matarlo, al fin y al cabo no había hecho nada. Me quede ahí unos segundos mirando por la soleada ventana, añorando viejos momentos.
Jeremy Alexander- Cambiante Clase Media
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