AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una jugada, una copa...
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Una jugada, una copa...
Que partida, no le estaba saliendo como había planeado, esos irlandeses eran buenos, muy muy buenos... había observado gestos extraños en ellos, claro...trampas. No podía ser el único tramposo de por allí no se iba a sorprender por eso y es que era evidente que tramposos había en todas partes...miró la apuesta, no le quedaba muchos francos tal vez para otra partida más pero eso anularía el hecho de beberse otra cerveza, vaya... ¿qué hacer? De reojo las cartas no eran buenas, pero tampoco malas...una total decisión iría por esta vez a lo que con un asentimiento de cabeza dio paso al juego...los tres hombres se descubrieron y él triunfante sonrió, suerte. Siempre le decían que tenía suerte en determinadas cosas y este era uno de esos momentos en los que era el odiado y no podía apreciar los insultos en irlandés hacia su persona.
No era mucho el botín así que no cantaría victoria, se lo atrajo hacia sí y suspiró negando con la cabeza, en silencio, los observó de nuevo... sabía lo que se hacía y se aprendía más observando que haciendo cualquier movimiento estúpido... algunos guiños, movimientos demasiado descarados, no sabía que cartas había, no era mago pero podía apreciar que estaban nerviosos y para no estarlo, había ganado él casi todas las rondas y tras apagar el cigarrillo, echó el humo hacia la mesa mostrando sus cartas, el más mayor de los tres lo miró sin entender , levantándose hacia la barra y los demás casi se ponen a llorar al ver que todo lo que tenían les abandonaban.
-Lo siento caballeros, el juego es el juego... aunque no entendais ninguna palabra de lo que esté diciendo, creo que me retiro... ya os he desplumado bastante, "Bye, bye...enchanté"-apenas sabía inglés, francés sí claro... pero en este caso hizo un gracioso contraste aunque al menos se habían enterado a lo que se refería... cabreados y con una mala sombra increíble, abandonaron la mesa...tenía bastante sed, muchísima a decir verdad... así que sería mejor pedir alguna copa... miró de reojo por el local que aunque estaba abarrotado se podía pasar, ¿quién...? bien, observar, buscar con la mirada y voilá... una chica, las chicas y además jóvenes si estaban en una taberna y a esas horas era obvio que trabajabn por ahí o ... bueno, era mejor no pensar ahora en todas las opciones.
Alzó la mano seguido de un chasquido de dedos, mirándola fijamente... no estaba a más de dos metros, asintió como que era a ella y le hizo un gesto con la cabeza para que se acercase un tanto...ni preguntó si estaba equivocado o no, se encogió de hombros y tras mirarla de arriba abajo relamiéndose los labios le deslizó un billete hasta ella, hoy que tenía pagaría por adelantado al menos tres rondas... lo iba a celebrar a lo grande y solo, bueno, eso estaba por ver no sabía como pero ninguna noche dormía solo...en casos excepcionales.
-Preciosa traéme una cerveza bien fría, anda y de paso... dedícame un buen movimiento de caderas, que vean lo que se pierdan estos descerebrados , muy buena chica... si te portas más que bien te doy una propina ¿qué me dices?-le guiñó un ojo descarado y se echó a reír después dejándose caer en la silla y buscar otro nuevo cigarrilo, tal cual.
No era mucho el botín así que no cantaría victoria, se lo atrajo hacia sí y suspiró negando con la cabeza, en silencio, los observó de nuevo... sabía lo que se hacía y se aprendía más observando que haciendo cualquier movimiento estúpido... algunos guiños, movimientos demasiado descarados, no sabía que cartas había, no era mago pero podía apreciar que estaban nerviosos y para no estarlo, había ganado él casi todas las rondas y tras apagar el cigarrillo, echó el humo hacia la mesa mostrando sus cartas, el más mayor de los tres lo miró sin entender , levantándose hacia la barra y los demás casi se ponen a llorar al ver que todo lo que tenían les abandonaban.
-Lo siento caballeros, el juego es el juego... aunque no entendais ninguna palabra de lo que esté diciendo, creo que me retiro... ya os he desplumado bastante, "Bye, bye...enchanté"-apenas sabía inglés, francés sí claro... pero en este caso hizo un gracioso contraste aunque al menos se habían enterado a lo que se refería... cabreados y con una mala sombra increíble, abandonaron la mesa...tenía bastante sed, muchísima a decir verdad... así que sería mejor pedir alguna copa... miró de reojo por el local que aunque estaba abarrotado se podía pasar, ¿quién...? bien, observar, buscar con la mirada y voilá... una chica, las chicas y además jóvenes si estaban en una taberna y a esas horas era obvio que trabajabn por ahí o ... bueno, era mejor no pensar ahora en todas las opciones.
Alzó la mano seguido de un chasquido de dedos, mirándola fijamente... no estaba a más de dos metros, asintió como que era a ella y le hizo un gesto con la cabeza para que se acercase un tanto...ni preguntó si estaba equivocado o no, se encogió de hombros y tras mirarla de arriba abajo relamiéndose los labios le deslizó un billete hasta ella, hoy que tenía pagaría por adelantado al menos tres rondas... lo iba a celebrar a lo grande y solo, bueno, eso estaba por ver no sabía como pero ninguna noche dormía solo...en casos excepcionales.
-Preciosa traéme una cerveza bien fría, anda y de paso... dedícame un buen movimiento de caderas, que vean lo que se pierdan estos descerebrados , muy buena chica... si te portas más que bien te doy una propina ¿qué me dices?-le guiñó un ojo descarado y se echó a reír después dejándose caer en la silla y buscar otro nuevo cigarrilo, tal cual.
Alvaro Santillana- Gitano
- Mensajes : 102
Fecha de inscripción : 30/03/2011
Re: Una jugada, una copa...
La noche era bien joven y Brigitte había tenido la "suerte" de todavía no tener a ningún cliente interesada en ella. Suerte que para la madame no era precisamente pues con cada hombre -o mujer- que se interesara en su cuerpo más dinero que iba a embolsarse. Los bolsillos de esa mujer debían ser del tamaño del mundo con todo el dinero que le entraba del burdel. Sí, solo tenía ese, pero había que admitir que era uno de los mejores de París, dónde iban a menudo gente de una condición bastante más alta de lo que muchos podían permitirse. En resumidas cuentas, que cuanto más dinero tuviese el cliente más dinero tendría ella. Y si se había conseguido hacer famosa con únicamente su cuerpo, había sabido también instruir a sus "aprendices" para conquistar a quien viniera por sus servicios.
Y aquella noche ella intentó escabuirse del burdel. Lo que no contó es que la taberna de al lado no sería un lugar suficientemente lejando, claro que, a esas horas ¿Dónde más iria? Perderse por la ciudad tras unas cuantas salidas nocturnas anteriores ya había aprendido que podía ser bastante peligroso. Y solo cuando le venía su pasión interior le entraban ganas de hacer tales locuras. Esa noche no era una de ellas.
Al principio, todo pintaba bastante bien pues simplemente se acercó a la barra, pidio una cerveza y se quedó de pie para tomarsela. Una mujer bebiendo cerveza si ¿y qué? podría tener el mismo gusto de muchos hombres aunque el machismo a ellos les nublara lo suficientemente la mente como para extrañarle algo como eso. Su apariencia estaba claro que se llevaba muchas miradas. Únicamente el corse y la prenda inferior que con los ligueros la unía a las medias de rejillas. Medias que ensalzaban lo largas y estilizadas que podían ser sus piernas a pesar de no ser excesivamente alta. Estaba contenta con su estatura y con su cuerpo en general. Tampoco nunca se había puesto a pensar en ello ni había querido aparentar más guapa. No, la coqueteria era algo que había perdido desde el primer momento en que decidió vender su cuerpo a los demás por mero dinero y placer. Desde el momento en el que se hundió en aquel mundo vicioso ya no le preocupaba su físico ni su aspecto, al contrario de sus compañeras, cabe decir. Ella simplemente era natural, quien la quisiera así bien y quien no también, en todo caso, asi los clientes remilgados se los dejaba a las demás. Era bueno compartir ¿no?.
Unas voces atrajeron su atención y volteó el rostro para observar. Un grupo de hombre en una mesa redonda al parecer estaban jugando ¿A qué? Pues seguramente a cartas. Pocker o lo que fuese. Esos juegos no eran lo suyo más si que sentía curiosidad por aprender, a alguno de sus clientes -los mejores- les había pedido tras el "servicio" que le enseñaran a jugar. Por desgracia ellos preferían hacer otras cosas. Cosas que posiblemente ya os imagineis y ella no podía ni enfadarse ni discutir, porque no estaba en su mano negarlas. Habían pagado por ello no por enseñar a una ignorante mujer a jugar a cartas, un juego de hombre. Un juego de machos. ¡Bah! Chorradas. No tardó en devolver su atención a la cerveza aunque el rabillo del ojo lo mantenían en la partida de cartas, como tenía a la vista las del chico en su dirección a veces intenta hacer jugadas mentales pero por desgracia no sabía lo suficiente. Se mordió el labio. Una costumbre cuando la curiosidad la invadía. Y después sus labios formaron una sonrisa al ver la picardía con la que ese hombre les desplumaba ¡Eso era estilo! Pensó, soltando una pequeña carcajada. Y maldijo el no haber apartado la mirada pues ahora ese mismo hombre ya se había fijado en ella.
Estaba claro que la señalaba, desvió la mirada, pero luego desistió y caminó hacia dónde él estaba. El otro lado de la barra. Ahora que estaba cerca podía observar mucho mejor su rostro, mejor dicho, podía observarlo porque hasta el momento solo había visto su espalda. Hasta el momento en que él la miró y sus ojos se cruzaron.
No dijo palabra alguna, solo se relamió los labios, apoyando una mano en el hombro ajeno. Acercándose hasta su oído - ¿Qué tipo de propina me dará, monsieur? - preguntó con un tono totalmente descarado y seductor volviendo sus ojos a los de él. Sin embargo, no dejó que le contestara. Se volteó y encaminó hacia donde estaba el cantinero. Caminó un par de pasos hasta que llegó a la barra, apoyando allí los brazos y entonces si dando un movimiento de cadera circular y provocador. Tampoco sabía si le miraba pero simplemente lo hizo para él aunque otros le observaran. Lo que no se esperaba esque fuese a sentir algo duro tras ella, concretamente, en su trasero. - Ey, preciosa, si te sigues moviendo asi me veré obligado a meterte algo por ahí - ¡Desgraciado! Pensó automaticamente cuando notó como él se frotaba contra ella asquerosamente y además tuvo la osadía de agarrarla por las caderas para moverla. Claro, como ella no le correspondía tenía que obligarla. - Lo siento monsieur, no era mi intención..si me disculpa.. - de un ágil movimiento pudo zafarse de él, milagrosamente, agarrando la jarra de cerveza y antes de lanzarle una mirada de indiferencia encaminandose hacia el otro hombre que si pensaba que valía la pena.
No iba a ser todo tan fácil. Claro que no. - Vaya, esque ahora hasta a las putas hay que tratarlas con respeto ¡Jajaja! - la agarró de un brazo, zarandeandola y haciendo que lo que llevaba en la otra cayera automaticamente el suelo. Ese estruendo del vaso chocar contra el suelo hizo entrecerrar los ojos a Brigitte. Apretó las muñecas. No sabía exactamente qué decirle - No, claro que no, pero tengo un cliente esperandome.. - le habían ensañado que en situaciones como aquellas debía intentar zafarse por mucho que su orgullo quisiera interponerse. Estaba claro que era superior en fuerza y, además, cuando se dignó a mirarle vió un séquito detrás de él. Eran los que habían jugado contra el otro hombre a las cartas ¿Estaría entonces el otro compinchado con ellos? De ser así y a menos que alguien la ayudara, estaba perdida...
Y aquella noche ella intentó escabuirse del burdel. Lo que no contó es que la taberna de al lado no sería un lugar suficientemente lejando, claro que, a esas horas ¿Dónde más iria? Perderse por la ciudad tras unas cuantas salidas nocturnas anteriores ya había aprendido que podía ser bastante peligroso. Y solo cuando le venía su pasión interior le entraban ganas de hacer tales locuras. Esa noche no era una de ellas.
Al principio, todo pintaba bastante bien pues simplemente se acercó a la barra, pidio una cerveza y se quedó de pie para tomarsela. Una mujer bebiendo cerveza si ¿y qué? podría tener el mismo gusto de muchos hombres aunque el machismo a ellos les nublara lo suficientemente la mente como para extrañarle algo como eso. Su apariencia estaba claro que se llevaba muchas miradas. Únicamente el corse y la prenda inferior que con los ligueros la unía a las medias de rejillas. Medias que ensalzaban lo largas y estilizadas que podían ser sus piernas a pesar de no ser excesivamente alta. Estaba contenta con su estatura y con su cuerpo en general. Tampoco nunca se había puesto a pensar en ello ni había querido aparentar más guapa. No, la coqueteria era algo que había perdido desde el primer momento en que decidió vender su cuerpo a los demás por mero dinero y placer. Desde el momento en el que se hundió en aquel mundo vicioso ya no le preocupaba su físico ni su aspecto, al contrario de sus compañeras, cabe decir. Ella simplemente era natural, quien la quisiera así bien y quien no también, en todo caso, asi los clientes remilgados se los dejaba a las demás. Era bueno compartir ¿no?.
Unas voces atrajeron su atención y volteó el rostro para observar. Un grupo de hombre en una mesa redonda al parecer estaban jugando ¿A qué? Pues seguramente a cartas. Pocker o lo que fuese. Esos juegos no eran lo suyo más si que sentía curiosidad por aprender, a alguno de sus clientes -los mejores- les había pedido tras el "servicio" que le enseñaran a jugar. Por desgracia ellos preferían hacer otras cosas. Cosas que posiblemente ya os imagineis y ella no podía ni enfadarse ni discutir, porque no estaba en su mano negarlas. Habían pagado por ello no por enseñar a una ignorante mujer a jugar a cartas, un juego de hombre. Un juego de machos. ¡Bah! Chorradas. No tardó en devolver su atención a la cerveza aunque el rabillo del ojo lo mantenían en la partida de cartas, como tenía a la vista las del chico en su dirección a veces intenta hacer jugadas mentales pero por desgracia no sabía lo suficiente. Se mordió el labio. Una costumbre cuando la curiosidad la invadía. Y después sus labios formaron una sonrisa al ver la picardía con la que ese hombre les desplumaba ¡Eso era estilo! Pensó, soltando una pequeña carcajada. Y maldijo el no haber apartado la mirada pues ahora ese mismo hombre ya se había fijado en ella.
Estaba claro que la señalaba, desvió la mirada, pero luego desistió y caminó hacia dónde él estaba. El otro lado de la barra. Ahora que estaba cerca podía observar mucho mejor su rostro, mejor dicho, podía observarlo porque hasta el momento solo había visto su espalda. Hasta el momento en que él la miró y sus ojos se cruzaron.
No dijo palabra alguna, solo se relamió los labios, apoyando una mano en el hombro ajeno. Acercándose hasta su oído - ¿Qué tipo de propina me dará, monsieur? - preguntó con un tono totalmente descarado y seductor volviendo sus ojos a los de él. Sin embargo, no dejó que le contestara. Se volteó y encaminó hacia donde estaba el cantinero. Caminó un par de pasos hasta que llegó a la barra, apoyando allí los brazos y entonces si dando un movimiento de cadera circular y provocador. Tampoco sabía si le miraba pero simplemente lo hizo para él aunque otros le observaran. Lo que no se esperaba esque fuese a sentir algo duro tras ella, concretamente, en su trasero. - Ey, preciosa, si te sigues moviendo asi me veré obligado a meterte algo por ahí - ¡Desgraciado! Pensó automaticamente cuando notó como él se frotaba contra ella asquerosamente y además tuvo la osadía de agarrarla por las caderas para moverla. Claro, como ella no le correspondía tenía que obligarla. - Lo siento monsieur, no era mi intención..si me disculpa.. - de un ágil movimiento pudo zafarse de él, milagrosamente, agarrando la jarra de cerveza y antes de lanzarle una mirada de indiferencia encaminandose hacia el otro hombre que si pensaba que valía la pena.
No iba a ser todo tan fácil. Claro que no. - Vaya, esque ahora hasta a las putas hay que tratarlas con respeto ¡Jajaja! - la agarró de un brazo, zarandeandola y haciendo que lo que llevaba en la otra cayera automaticamente el suelo. Ese estruendo del vaso chocar contra el suelo hizo entrecerrar los ojos a Brigitte. Apretó las muñecas. No sabía exactamente qué decirle - No, claro que no, pero tengo un cliente esperandome.. - le habían ensañado que en situaciones como aquellas debía intentar zafarse por mucho que su orgullo quisiera interponerse. Estaba claro que era superior en fuerza y, además, cuando se dignó a mirarle vió un séquito detrás de él. Eran los que habían jugado contra el otro hombre a las cartas ¿Estaría entonces el otro compinchado con ellos? De ser así y a menos que alguien la ayudara, estaba perdida...
- Spoiler:
- Obviamente puedes manejar a los hombres a tu gusto :3
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
- Mensajes : 133
Fecha de inscripción : 12/05/2011
Localización : Aquí & Allá, tal vez me encuentres.
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Una jugada, una copa...
Sin despegar sus ojos pardos de aquella joven que ni había dudado en responder a su descarada pregunta, siguió contando los billetes sin mirar... un golpe seco sobre la mesa algo pringosa por la bebida que habían derramado aquellos perdedores al haberse enfadado por eso mismo, haber perdido... dio un trago a uno de los vasos que aún le quedaba milagrosamente un culo de whisky y se relamió justo cuando ella lo hizo, sonriendo por lo bajo ante aquella sugerente pregunta... pero no le dio tiempo a decir ni a hacer gran cosa... se esfumó al igual que como había venido a su llamada, riendo de lo más divertido por lo bajo y recreándose en su figura una vez se alejó hacia la barra, era bonita sí... y ya le diría al oído la propina que quería darle.... pero algo le hizo dejar de mirarla y fue el grosero comentario de uno de sus adversarios, entornó los ojos y no se movió por el momento, no era dado a primeras acciones, si seguía dando el calor innecesario por supuesto que intervendría sin más... chasqueó la lengua esperando lo que había pedido, alejando el vaso que había apurado.
Pero sobró el tener que abordarla de esa manera, hasta para él era vomitivo tal comportamiento... se levantó como si con él no fuese la cosa y esperó apoyado muy cerca en el filo de la barra... mirándoles de reojo y guardándose la recaudación de ese día. Desde luego, necios había en todas partes y si encima le añades que había bebido más de la cuenta... un desperdicio completo.
Se acabó, el ruido que alertó a más de un integrante de la taberna... le hizo lanzar el pistoletazo de que ya había aguantado demasiado, no era violento... pero esperaba no tener que ser echado del lugar, se lo había pasado bien allí y tenía sed... una pena que aquel vaso se rompiese, pero era mayor pena de sus caras como no la soltasen, la señorita iba a servirle ¿porqué los demás se interponían en sus propósitos? Era algo que odiaba y ese era motivo suficiente para encararse con ellos... se plantó frente a ellos, sus pasos los alertaron de que se acercaba, no despegó la mirada de la chica en ningún instante... y su palma, dio un gran golpe en la barra como si estuviese enfadado, los hombres lo miraron sin entender... y no era para menos, ahora pareció que la chica era la culpable de todo el mal que rodease a aquellos borrachos...
-Encima de que tardas me tiras la cerveza...una cosa mal te lo consiento ¿pero más de una? no... y te estoy esperando, ¿porqué vas entreniéndote cuando sabes que no me gusta esperar? -el tono autoritario hizo que el hombre dejase de apretarla tanto pero aún así no la soltaba, Álvaro cuando se ponía en ese plan tenía un gesto como un tono bastante amenazante, visto que la chica no decía nada y mejor, porque era uno de sus trucos...clavó aquellos ojos pardos en cada uno de sus contrincantes, enarcando una ceja como si no supiese que estaban haciendo allí -¿Qué pasa con vosotros? ¿Es que también os quereis apropiar de lo que es mío esta noche? Dejadla en paz maldita sea, lo que me faltaba por ver y tú, rubito... da un paso en falso y te estrello esta botella tan bonita en la cabeza -tomó la botella la cual le había servido hacía unos instantes a uno de los clientes y amenazante, hizo como si le fuese a dar... de un reempujón le quitó de encima a aquel hombre pero no estaba dispuesto a quedarse todo ahí.
-Así que encima de tramposo eres un valiente, pues ya me has tocado bien la moral maldito bastardo ¡LARGO!-antes de que pudiese decir tan siquiera una palabra más, tomó con la mano libre a la chica para apartarla de lo que venía a continuación y estampó su puño derecho contra su cara a la sorpresa de sus otros amigos los cuales fueron a socorrerle, no estaban permitidas las peleas en la taberna, básicamente espantaban a la clientela por lo que el dueño ya salió con palo en mano para espantar no solo a ellos si no a él que no tardó en señalar a la chica... sonreír de aquel modo tan varonil que nohabía roto un plato y con eso librarse.
-Puedes echarlos Bernard, han desperdiciado mi cerveza... sabes que odio tal cosa y ven conmigo preciosa... creo que tenemos algo pendiente, sobre una propina ¿me equivoco? -el dueño, conocido del gitano... no tardó en echarlo, tras miradas matadoras hacia su propia persona cosa que le importó bien poco, si es que un día de estos aparecía en un callejón moribundo y no era para menos...la guió hasta la mesa donde estaba antes jugando y la soltó, si ella quería sentarse o irse era libre.-Puesto todo en orden, toma asiento o tu billete... te lo has ganado... yo no hubiese permitido que ni se dirigiese a mí, tú en cambio has dejado que se frote como un cosaco... que desagradable ¿no crees? Tranquila, Bernard nos traerá una cerveza nueva... ¿estás mejor? alzó ambas cejas mirándola... no había hecho nada para lo que había podido pasar pero eso no tenía que ver con que ellos se vengasen, tenía muchos enemigos a sus espaldas.
Pero sobró el tener que abordarla de esa manera, hasta para él era vomitivo tal comportamiento... se levantó como si con él no fuese la cosa y esperó apoyado muy cerca en el filo de la barra... mirándoles de reojo y guardándose la recaudación de ese día. Desde luego, necios había en todas partes y si encima le añades que había bebido más de la cuenta... un desperdicio completo.
Se acabó, el ruido que alertó a más de un integrante de la taberna... le hizo lanzar el pistoletazo de que ya había aguantado demasiado, no era violento... pero esperaba no tener que ser echado del lugar, se lo había pasado bien allí y tenía sed... una pena que aquel vaso se rompiese, pero era mayor pena de sus caras como no la soltasen, la señorita iba a servirle ¿porqué los demás se interponían en sus propósitos? Era algo que odiaba y ese era motivo suficiente para encararse con ellos... se plantó frente a ellos, sus pasos los alertaron de que se acercaba, no despegó la mirada de la chica en ningún instante... y su palma, dio un gran golpe en la barra como si estuviese enfadado, los hombres lo miraron sin entender... y no era para menos, ahora pareció que la chica era la culpable de todo el mal que rodease a aquellos borrachos...
-Encima de que tardas me tiras la cerveza...una cosa mal te lo consiento ¿pero más de una? no... y te estoy esperando, ¿porqué vas entreniéndote cuando sabes que no me gusta esperar? -el tono autoritario hizo que el hombre dejase de apretarla tanto pero aún así no la soltaba, Álvaro cuando se ponía en ese plan tenía un gesto como un tono bastante amenazante, visto que la chica no decía nada y mejor, porque era uno de sus trucos...clavó aquellos ojos pardos en cada uno de sus contrincantes, enarcando una ceja como si no supiese que estaban haciendo allí -¿Qué pasa con vosotros? ¿Es que también os quereis apropiar de lo que es mío esta noche? Dejadla en paz maldita sea, lo que me faltaba por ver y tú, rubito... da un paso en falso y te estrello esta botella tan bonita en la cabeza -tomó la botella la cual le había servido hacía unos instantes a uno de los clientes y amenazante, hizo como si le fuese a dar... de un reempujón le quitó de encima a aquel hombre pero no estaba dispuesto a quedarse todo ahí.
-Así que encima de tramposo eres un valiente, pues ya me has tocado bien la moral maldito bastardo ¡LARGO!-antes de que pudiese decir tan siquiera una palabra más, tomó con la mano libre a la chica para apartarla de lo que venía a continuación y estampó su puño derecho contra su cara a la sorpresa de sus otros amigos los cuales fueron a socorrerle, no estaban permitidas las peleas en la taberna, básicamente espantaban a la clientela por lo que el dueño ya salió con palo en mano para espantar no solo a ellos si no a él que no tardó en señalar a la chica... sonreír de aquel modo tan varonil que nohabía roto un plato y con eso librarse.
-Puedes echarlos Bernard, han desperdiciado mi cerveza... sabes que odio tal cosa y ven conmigo preciosa... creo que tenemos algo pendiente, sobre una propina ¿me equivoco? -el dueño, conocido del gitano... no tardó en echarlo, tras miradas matadoras hacia su propia persona cosa que le importó bien poco, si es que un día de estos aparecía en un callejón moribundo y no era para menos...la guió hasta la mesa donde estaba antes jugando y la soltó, si ella quería sentarse o irse era libre.-Puesto todo en orden, toma asiento o tu billete... te lo has ganado... yo no hubiese permitido que ni se dirigiese a mí, tú en cambio has dejado que se frote como un cosaco... que desagradable ¿no crees? Tranquila, Bernard nos traerá una cerveza nueva... ¿estás mejor? alzó ambas cejas mirándola... no había hecho nada para lo que había podido pasar pero eso no tenía que ver con que ellos se vengasen, tenía muchos enemigos a sus espaldas.
Alvaro Santillana- Gitano
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Fecha de inscripción : 30/03/2011
Re: Una jugada, una copa...
Todo iba mal, muy mal. Pintaba fatal la situación para Brigitte porque con cada paso que daba el moreno su piel sentía ligeros escalofrios. La miraba, fijamente y sin ningún tipo de emoción en el rostro. Tal vez podía verse algo de furia..o tal vez eso solo era lo que su propia cabeza imaginaba. Lo que le gustaría que fuese. Porque no quería aceptar que esa noche podría pasarla rodeada por esos malditos bastardos. Porque siempre encontraba alguna manera de zafarse y, fuera como fuera, también lo haría esa noche. ¡Con lo bien que pintaba! Se había escapado del burdel, un hombre guapo se había fijado en ella y, según aparentaba, iban a jugar un poco. ¿Cómo se habían torcido tanto las cosas? Ella no podía ser tan especial como para que hubiesen planeado todo aquello solo para atraparla. Porque ella había visto claramente como el otro sujeto les ganaba y como se rebotaban contra él verbalmente después de que se marchara. No podía estar más lejos del echo de que fuesen en realidad una pandilla unida. Un grupo de hombres contra los que no tenía ninguna posibilidad.
Si, su cerebro ya estaba intentando maquinar una salida. Una oportunidad para salir corriendo al burdel. Una vez entrara allí estaría "a salvo" todo lo a salvo que pudiera estarse en aquel lugar porque seguro que la madame les pediría una fortuna por su cuerpo. Ella se lucraba siempre, si, y podía parecer una mujer sin corazón pero sabía que en el fondo se preocupaba por sus muchachas. Y que un grupo de hombres bebidos podía dañar esa preciada "mercancía" que la hacía ganar tanto dinero. Y por eso ponía unas normas. Hasta en los suburbios había normas. Aquel era su reino y quien entrara debía acatarlas. Hombre, mujer o niño. Ella no hacía excepciones nisiquiera por muchos billetes. No sabía su historia ni tampoco le importaba. Solo le preocupaba en ese momento el como acabaría todo aquello.
Y para su total sorpresa estaba equivocada. No estaban compinchados. No habían urdido todo aquello aparentando enfrentarse para atraparla. Porque estaba peleando verbalmente con ellos y parecía tener el control sobre todo. Ella solo se limitó a observar. A observar después de que la zarandearan y, poniendo algo de resistencia, consiguiera quedarse junto al moreno. No le utilizaba como escudo, era orgullosa y no se escondía bajo las faldas de nadie. Pero estaba todavía demasiado perdida en su mundo como para siquiera tener miedo por ella misma, por lo que el otro pudiera hacerle en caso de que fuese tan bárbaro como los otros.
Observó y solo echó atrás unos milimetros su cuerpo cuando el puño de su "defensor" se estampó contra el rostro ajeno. Tenía fuerza, mucha fuerza. ¿Sería bueno o malo? Malo para ellos y bueno para ella en ese momento. Tal vez malo para ella en caso de que quisiera resistirse. ¿Le pediría algo a cambio de haberla rescatado de ellos? Su mente de nuevo empezó a funcionar y a penas entrecerró una vez los ojos para tranquilizarse. Porque aunque su rostro no demostraba emoción alguna mientras miraba la escena por dentro el corazón le latía a mil por hora y si, para que negarlo, empezaba a asustarse. Por mucho que, despues de cuatro años, hubiese asistido a muchas peleas todavía sentía esa presión en el pecho cuando ocurría y ella lo presenciaba. Definitivamente era algo a lo que no podría acostumbrarse. Eso sí, lo que si había aprendido es a mantener sus emociones distantes de su rostro. De su expresión facial. Porque eso si podía volverla débil.
Cuando ya todo acabó, proclamandose vencedor le siguió hasta dónde se sentó. Le observó, apoyando las manos sobre el respaldo del sillón y si, dudó de sus palabras. Le estaba diciendo que podía marcharse incluso tomando el dinero que -según ella- no había echo nada para ganar. La oferta parecía demasiado tentadora pero también demasiado engañosa. Y aquel hombre le atraía. Siempre le atraían los malos aunque no lo descubriese de buenas a primeras. Pero siempre acababan atrayendole. - No he echo nada para ganarme el dinero ¿te crees que tal y como voy vestida esto no me pasa a menudo? - se sentó y le miró fijamente. Altiva. Tal vez incluso considerandose impertinente y borde como solía parecer ella en ese timbre de voz que utilizaba cuando acababa de salir de alguna situación que internamente le resultara preocupante. Aunque con los hombres siempre solía comportarse así a modo de defensa. Menos cuando coqueteaba. Y ahora no pretendía coquetear. No de momento. - Me has..ayudado - no aceptaría que la había salvado o por lo menos no en voz alta - ¿Ahora viene cuando quieres algo a cambio? - se cruzó de piernas y acomodó ligeramente la parte trasera en el asiento. Su cabeza se apoyó en el respaldo y por unos segundos entrecerró los ojos antes de volver a mirarle.
No sabía que saldría de aquello pero..le daba la sensación de que nada bueno..¿para ella o para él?.
Si, su cerebro ya estaba intentando maquinar una salida. Una oportunidad para salir corriendo al burdel. Una vez entrara allí estaría "a salvo" todo lo a salvo que pudiera estarse en aquel lugar porque seguro que la madame les pediría una fortuna por su cuerpo. Ella se lucraba siempre, si, y podía parecer una mujer sin corazón pero sabía que en el fondo se preocupaba por sus muchachas. Y que un grupo de hombres bebidos podía dañar esa preciada "mercancía" que la hacía ganar tanto dinero. Y por eso ponía unas normas. Hasta en los suburbios había normas. Aquel era su reino y quien entrara debía acatarlas. Hombre, mujer o niño. Ella no hacía excepciones nisiquiera por muchos billetes. No sabía su historia ni tampoco le importaba. Solo le preocupaba en ese momento el como acabaría todo aquello.
Y para su total sorpresa estaba equivocada. No estaban compinchados. No habían urdido todo aquello aparentando enfrentarse para atraparla. Porque estaba peleando verbalmente con ellos y parecía tener el control sobre todo. Ella solo se limitó a observar. A observar después de que la zarandearan y, poniendo algo de resistencia, consiguiera quedarse junto al moreno. No le utilizaba como escudo, era orgullosa y no se escondía bajo las faldas de nadie. Pero estaba todavía demasiado perdida en su mundo como para siquiera tener miedo por ella misma, por lo que el otro pudiera hacerle en caso de que fuese tan bárbaro como los otros.
Observó y solo echó atrás unos milimetros su cuerpo cuando el puño de su "defensor" se estampó contra el rostro ajeno. Tenía fuerza, mucha fuerza. ¿Sería bueno o malo? Malo para ellos y bueno para ella en ese momento. Tal vez malo para ella en caso de que quisiera resistirse. ¿Le pediría algo a cambio de haberla rescatado de ellos? Su mente de nuevo empezó a funcionar y a penas entrecerró una vez los ojos para tranquilizarse. Porque aunque su rostro no demostraba emoción alguna mientras miraba la escena por dentro el corazón le latía a mil por hora y si, para que negarlo, empezaba a asustarse. Por mucho que, despues de cuatro años, hubiese asistido a muchas peleas todavía sentía esa presión en el pecho cuando ocurría y ella lo presenciaba. Definitivamente era algo a lo que no podría acostumbrarse. Eso sí, lo que si había aprendido es a mantener sus emociones distantes de su rostro. De su expresión facial. Porque eso si podía volverla débil.
Cuando ya todo acabó, proclamandose vencedor le siguió hasta dónde se sentó. Le observó, apoyando las manos sobre el respaldo del sillón y si, dudó de sus palabras. Le estaba diciendo que podía marcharse incluso tomando el dinero que -según ella- no había echo nada para ganar. La oferta parecía demasiado tentadora pero también demasiado engañosa. Y aquel hombre le atraía. Siempre le atraían los malos aunque no lo descubriese de buenas a primeras. Pero siempre acababan atrayendole. - No he echo nada para ganarme el dinero ¿te crees que tal y como voy vestida esto no me pasa a menudo? - se sentó y le miró fijamente. Altiva. Tal vez incluso considerandose impertinente y borde como solía parecer ella en ese timbre de voz que utilizaba cuando acababa de salir de alguna situación que internamente le resultara preocupante. Aunque con los hombres siempre solía comportarse así a modo de defensa. Menos cuando coqueteaba. Y ahora no pretendía coquetear. No de momento. - Me has..ayudado - no aceptaría que la había salvado o por lo menos no en voz alta - ¿Ahora viene cuando quieres algo a cambio? - se cruzó de piernas y acomodó ligeramente la parte trasera en el asiento. Su cabeza se apoyó en el respaldo y por unos segundos entrecerró los ojos antes de volver a mirarle.
No sabía que saldría de aquello pero..le daba la sensación de que nada bueno..¿para ella o para él?.
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
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