AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una copa para dos(privado)
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Una copa para dos(privado)
Se me habia acabado ya los recursos para encontrar lo que ansaba, me resultaba muy complicado por no decir imposible. Sabia que mi busqueda y la eternidad era la peor condena que podia recibir, por otro lado no podia negar que tenia cierto atractivo el solo hecho de poder engatusar a los jovenes que su sangre era todo un manjar, una delicia para los sentidos subiendo el placer al despertar por sus propios gritos de agotina y terror. Era totalmente un regocijo. Por otro lado tampoco podia olvidar que en su tiempo yo habia sido humano, nadie nace siendo vampiro sino se crea, el mismo momento que pasamos de vivir una vida a vivir otra dejamos de existir para los seres vivo y comienza nuestra andanza noctura. La vida me habia enseñado que a veces solo los duros sobreviven, tambien que no serdebil cuando tu unico alimento es la sangre. Ya que no siempre podrias tomar si sigue viva tu alma en el interior. La misma lucha interna dia a dia acabaria por ser una tortura aun peor que la soledad eterna buscando la solucion para tan dura condena pero ahora mismo era el hecho de que me habia amoldado a mi nueva vida y nos servia para complementar el tiempo que habiamos estado separados el tiempo y yo. Aun tenia un largo ajuste desde que la sangre se habia hecho mi unica fuente de alimento y energia, para poder sobrevivir.
Habia llegado a la ciudad en mi andanza sin saber bien el rumbo que en un inicio habia emprendadido. Sabia que no estaba muy lejos de alla, mas o menos en parte sabia el rumbo que debia de tomar. Al poco de adentrarme en la ciudad comenzaba a escuchar risas, musica pero no solo eso es lo que llegaba sino tambien el olor de la sangre, aunque era muy mezclada con otros olores como el mismo de la bebida incluso el repugnante olor cooporal hasta a podrido del ser humano. Era parte de lo malo de ser un rondador de la noche que al ser tan fino el olfato podia percibir todo los olores de mi alrededor. Seguramente estaba cerca de una taberna lo cual explicaba todos esos sonidos y olores que me podian llegar. Lugares de mala muerte donde los humanos iban a perder el control sobre sus emociones y sensaciones para no saber que patetica podia ser la vida de cada uno, perderse de la rutina que vivian incluso de la miseria que pasaban. Aunque muchos no podian ver mas alla de las narices no solo eran los mismos pueblerinos los que merodeaban las tabernas. Era el momento donde el ser humano daba rienda suelta a sus mas bajos instintos con el alcohol y asi sentirse libres de cualquier accion que realice. Hasta la misma guardia estaba por aquellos lugares pero no solmanet epor la bebida sino tambien por las mujeres. Podria decir que me daria hasta vergüenza que alguno de esos hombres me protegiera o llevar su control. Aquel olor a sudor se hacia cada vez mas notorio por no decir insufrible. Me iba acercando hasta empujar la puerta con mi mano para pasar, ya de por si con solo ver el fronte del edificio decia de que se trataba. Los borrachos que adornaban la entrada sobretodo.- Ironizaba.-
Camine hasta la barra mirando de reojo a mi alrededor por aquel estrecho pasillo que tenia que atravesar entre las mesas donde los hombres mantenian en una mano el vaso para beber y en la otra manoseaban a unas mujeres que tenian alrededor, aunque mas de uno la mantenia sobre las piernas. Podia poner ahora mismo mi cuerpo a disposicion de la inquisicion jurando que la mayoria eran casados y usaban esta forma como parte para no perder la emocion de sus vidas ya que estaban casados dia a dia con la misma mujer y hacian lo misom una y otra ves para ganarse el pan para llevarsela a la boca. Me daba asco esa clase de hombres que se la pasaban con mujersuelas para luego ir a su mujer diciendo que estaba con unos amigos mientras ellas se desvivian en la casa cuidando a sus hijos y manteniendo lo mejor para su marido, deseando que llegaran para estar con ellos o incluso algunas sin poder de eleccion sino siendo una esclava del hombre al que le decian su marido... Que poca vergüenza llegaban a mostrar algunos.Jale el taburete de la barra para sentarme en el observando poco despues a la joven que se hallaba a mi lado. No sabia que hacia una mujer por aquellos lados sobretodo en una taberna con tantos hombres que... Bueno eran como bestias mejor describiendolos.
No me queria meter pero poco despues no pude mas por ello mismo gire mi mirada asi como mi cuerpo en su direccion.- Buenas noches... Perdone que la moleste pero no cree que es un lugar indecente para una mujer como usted?.- Pregunte con gran curiosidad ya que sus vestimentas no me hacian pensar que era una cortesana como el resto de la habitacion y mucho menos una mujer de la calle. Sus ropas la delataban a pesar de no saber ni su nombre ni su posicion social. Alce la mano para que el camarero se acercara a mi pidiendole que me sirviera un vino tinto a lo cual me miro con gran extrañeza pero le insisti en que me lo sirviera o no seria la unica noche que sufriera de dolor de cabeza. Volvi nuevamente obseravndo a la mujer en busca de su respuesta, baje la mirada buscando su vaso a ver si estaba servida. Despues de que me colocaran mi copa le pedi otra para ella esperando que estuviera suficientemente atento. Sonrei mientras la observaba.- Se que es algo osado de mi parte pero es que me extraño demasiado sobretodo cuando la noche es demasiado peligrosa.- Algo tenia que me llamaba mucho la atencion logrando asi que pensara hasta lo imposible o quizas si... Podria ser una joven con suficiente caracter... Eso estaba demasiado fuera de mi capacidad ahora mismo para darme cuenta.- perdone mi mala educacion.. Me llamo Thoth Nevot, para servirla.- Tome su mano besando el dorso de esta pero de repente un olor a sangre familiar me llego... No era una joven cualquiera sino una cazadora. Me tense observando sus ojos con atencion mientras me quedaba observandola.
Habia llegado a la ciudad en mi andanza sin saber bien el rumbo que en un inicio habia emprendadido. Sabia que no estaba muy lejos de alla, mas o menos en parte sabia el rumbo que debia de tomar. Al poco de adentrarme en la ciudad comenzaba a escuchar risas, musica pero no solo eso es lo que llegaba sino tambien el olor de la sangre, aunque era muy mezclada con otros olores como el mismo de la bebida incluso el repugnante olor cooporal hasta a podrido del ser humano. Era parte de lo malo de ser un rondador de la noche que al ser tan fino el olfato podia percibir todo los olores de mi alrededor. Seguramente estaba cerca de una taberna lo cual explicaba todos esos sonidos y olores que me podian llegar. Lugares de mala muerte donde los humanos iban a perder el control sobre sus emociones y sensaciones para no saber que patetica podia ser la vida de cada uno, perderse de la rutina que vivian incluso de la miseria que pasaban. Aunque muchos no podian ver mas alla de las narices no solo eran los mismos pueblerinos los que merodeaban las tabernas. Era el momento donde el ser humano daba rienda suelta a sus mas bajos instintos con el alcohol y asi sentirse libres de cualquier accion que realice. Hasta la misma guardia estaba por aquellos lugares pero no solmanet epor la bebida sino tambien por las mujeres. Podria decir que me daria hasta vergüenza que alguno de esos hombres me protegiera o llevar su control. Aquel olor a sudor se hacia cada vez mas notorio por no decir insufrible. Me iba acercando hasta empujar la puerta con mi mano para pasar, ya de por si con solo ver el fronte del edificio decia de que se trataba. Los borrachos que adornaban la entrada sobretodo.- Ironizaba.-
Camine hasta la barra mirando de reojo a mi alrededor por aquel estrecho pasillo que tenia que atravesar entre las mesas donde los hombres mantenian en una mano el vaso para beber y en la otra manoseaban a unas mujeres que tenian alrededor, aunque mas de uno la mantenia sobre las piernas. Podia poner ahora mismo mi cuerpo a disposicion de la inquisicion jurando que la mayoria eran casados y usaban esta forma como parte para no perder la emocion de sus vidas ya que estaban casados dia a dia con la misma mujer y hacian lo misom una y otra ves para ganarse el pan para llevarsela a la boca. Me daba asco esa clase de hombres que se la pasaban con mujersuelas para luego ir a su mujer diciendo que estaba con unos amigos mientras ellas se desvivian en la casa cuidando a sus hijos y manteniendo lo mejor para su marido, deseando que llegaran para estar con ellos o incluso algunas sin poder de eleccion sino siendo una esclava del hombre al que le decian su marido... Que poca vergüenza llegaban a mostrar algunos.Jale el taburete de la barra para sentarme en el observando poco despues a la joven que se hallaba a mi lado. No sabia que hacia una mujer por aquellos lados sobretodo en una taberna con tantos hombres que... Bueno eran como bestias mejor describiendolos.
No me queria meter pero poco despues no pude mas por ello mismo gire mi mirada asi como mi cuerpo en su direccion.- Buenas noches... Perdone que la moleste pero no cree que es un lugar indecente para una mujer como usted?.- Pregunte con gran curiosidad ya que sus vestimentas no me hacian pensar que era una cortesana como el resto de la habitacion y mucho menos una mujer de la calle. Sus ropas la delataban a pesar de no saber ni su nombre ni su posicion social. Alce la mano para que el camarero se acercara a mi pidiendole que me sirviera un vino tinto a lo cual me miro con gran extrañeza pero le insisti en que me lo sirviera o no seria la unica noche que sufriera de dolor de cabeza. Volvi nuevamente obseravndo a la mujer en busca de su respuesta, baje la mirada buscando su vaso a ver si estaba servida. Despues de que me colocaran mi copa le pedi otra para ella esperando que estuviera suficientemente atento. Sonrei mientras la observaba.- Se que es algo osado de mi parte pero es que me extraño demasiado sobretodo cuando la noche es demasiado peligrosa.- Algo tenia que me llamaba mucho la atencion logrando asi que pensara hasta lo imposible o quizas si... Podria ser una joven con suficiente caracter... Eso estaba demasiado fuera de mi capacidad ahora mismo para darme cuenta.- perdone mi mala educacion.. Me llamo Thoth Nevot, para servirla.- Tome su mano besando el dorso de esta pero de repente un olor a sangre familiar me llego... No era una joven cualquiera sino una cazadora. Me tense observando sus ojos con atencion mientras me quedaba observandola.
Thoth Nevot- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 14/11/2012
Re: Una copa para dos(privado)
Un nuevo día, y otro más tan vacio como los anteriores. ¿Qué me ocurría? Desde cuando la soledad pesaba tanto que me levantaba de aquel extraño humor? No lo entendía, y menos comprenderlo, no obstante conocía el principio de todo aquel sentimiento que me embargaba, haciéndome sentir perdida en un mundo que aún no lograba comprender del todo.
Todo se dio una buena noche en la que fui detrás de quien por sus movimientos erráticos y victimas por doquier de sus pasos no podía ser más que un neófito. Apenas tardé mas en dos días en localizar al sujeto en cuestión, encontrándome con una joven de mi misma edad o hasta menos que con sangre en sus labios al olerme se me encaró como toda presa, pero esta tenía algo peculiar en su forma de mirar. Me miraba con la mirada de los que están perdidos en la sed de sangre, pero también con mucho dolor y desesperación, como si buscara el fin de aquella existencia. Por unos momentos me vi a mi misma reflejada. Yo cada día luchaba contra la muerte e inconscientemente anhelaba encontrar el fin, para poder volver junto a mi familia, la que tan cruelmente fue separada de mí, siendo yo apenas más que una niña de seis años y podía jurar que a veces yo también tenía aquella mirada. Tras aquel instante, que pareció eterno finalmente la neófita no aguantó la sed y se echó encima de mí, logrando que el golpe que recibí contra el suelo me dejara aturdida, pero aún así antes de que sus colmillos se hincaran en mi cuello, rápida con mi mano diestra le corté el cuello, con lo que permaneció unos instantes en el suelo que aproveché para clavar la estaca en su corazón y luego quemar su cuerpo antes de que se le ocurriese volver a la vida.
Desde aquella noche no podía quitarme aquellos ojos de mi mente. Era incuestionable que esa condición eterna no siempre se otorgaba con el consentimiento de las víctimas. Muchas de ellas eran convertidas sin saberlo, arrojadas a un mundo de sangre y violencia que parecía nunca tener fin.
Inconscientemente acaricié mi lado derecho del cuello, donde aún tenía la señal inequívoca de la mordedura de un vampiro. Por suerte con los cinco años que habían pasado desde esas semanas en que en contra de mi consentimiento me había encontrado a merced de uno de ellos, la huella de aquel suceso se había ido desvaneciendo, hasta quedar simplemente en una pequeña señal. Señal que solo los vampiros podrían adivinar, ya que nadie conocía tan perfectamente sus mordeduras, como ellos mismos.
Suspirando y observando la gente pasear por las calles de París me dirigí a uno de los parques de aquella grandiosa y bella ciudad y allí pasó mi mañana y parte de la tarde. Intentando en esa calma y tranquilidad como la llamada de la naturaleza, vaciar mi mente de temores y miedos, como de las inquietudes que me asaltaban. Descubrir que no todos los vampiros son malos. Haber conocido y aprendido con un vampiro antiguo el cual nunca mataba para conseguir su alimento y quien además proporcionaba protección a muchas de sus víctimas, había vuelto del revés todo mi mundo. Y ahora ya no podía matar con la convicción de hacer siempre el bien, primero seguía a cada una de mis victimas y solo tras asegurarme que eran crueles y sanguinarios, me preparaba para darle aquel fin que tanto anhelaban. Así pasé el día entre divagaciones, hasta que al dar la noche, decidí alejarme de la oscuridad y buscar entretenimiento… Y qué mejor que terminar en un bar, rompiendo rostros de aquellos que se sobrepasaban con sus mujeres? Sonreí y así fue como terminé en el primer bar abierto que me encontré en el camino de vuelta a casa.
Siempre era la misma historia. Los hombres metiendo mano a las cortesanas, algunos enfrascados en juegos con compañeros que en poco tiempo andarían borrachos. Hice una mueca al ver de reojo como a mi entrada todo el mundo se quedaba observándome. Debía de destacar entre las presentes al ser la única que llevaba un largo vestido azul, como el color de mis vivaces ojos, el cual que se ceñía a mi figura de elegante forma y una capa oscura con la que podía pasar desapercibida por las calles cuando andaba en la noche de cacerías. – Por favor, un Whisky con hielo. – Pedí al camarero al llegar a la barra y sentarme en ella, agradeciendo que nadie se sentara a mi lado. Tras un asentimiento el joven fue a buscar mi pedido, llevándomelo a los segundos. Le sonreí y con lentitud tomando la copa empecé a beber. Pero mi soledad en aquel lugar duró poco y a los pocos minutos un joven tomó asiento a uno de mis lados. Dejé mi copa al oír sus palabras dirigidas a mí y con una dulce sonrisa me giré a él. – En la noche Messier, todo lugar es indecente me temo. No encontrará un solo lugar que no lo sea. – Le miré fijamente con mis vivaces ojos azules, sin dejar de sonreírle, observando que él tampoco parecía ser como los demás “hombres” si así podían llamarse, que permanecían en el lugar.
- Tampoco veo que este lugar sea el más adecuado para usted. – Dije sinceramente – Se ve demasiado galán para encontrarse entre ellos. Y si, os admitiré que este tampoco es mi lugar. Pero como ve y agradezco enormemente todos se encuentran ocupados y no presentan ganas algunas de molestarme. — Reí en cuando pidió un vino tinto. En aquel bar no parecían ir muy servidos de vinos de tal magnitud, pero ante la incredulidad de mis ojos vi como se lo servían, sirviéndome a mí también una copa. Agradecida por aquel gesto de la parte del joven caballero, le sonreí. – Disculpe al camarero. Creo que en este lugar no se suele pedir vinos de esta calidad. – Aclaré en una media sonrisa, mirándole, sintiendo una extraña calma que se extendía hacia mí cada vez que con sus ojos me miraba. ¿Cuánto hacia que no me sentía así por un joven? Hacía ya tanto… - Lo entiendo. No se preocupe solo se preocupó por mí. – Dije frunciendo el ceño ante lo de “la noche es demasiada peligrosa”. Aquellas palabras solo me hicieron sospechar, lo que rápidamente su fría mano me confirmó. Como también sus ojos, que al reconocer mi aroma más picante de las demás jóvenes, me confirmaron que él también conocía ahora mi condición. Su cuerpo se tensó y yo negué con mi cabeza. No tenía motivos para hacer nada contra él. Por el momento. – Tryssia Demov, un placer también supongo. – Le sonreí sin dejar de mirar sus ojos, intentando intuir en él algún peligro inmediato. Pero solo me encontré con su bello rostro, terminando por suspirar, girándome hacia mi copa la que tomé dando un respiro al vampiro del escrutinio de mis ojos. Confirmándole con mi sutil retirada, que no buscaba pelea. – Sabéis? No es justo que seáis tan bello. Podríais confundir a cualquiera… - Dejé salir de mis labios sin darme siquiera cuenta de mis palabras, hasta que ya era tarde para retractarme de ellas. Y en silencio, maldiciendo mi sinceridad, me quedé en silencio esperando que el vampiro también se girara hacia su copa y contestara, mientras una de mis manos fue hacia mi cabello con el cuál inconscientemente escondí entre las hebras doradas mi cuello, escondiéndolo del vampiro.
Todo se dio una buena noche en la que fui detrás de quien por sus movimientos erráticos y victimas por doquier de sus pasos no podía ser más que un neófito. Apenas tardé mas en dos días en localizar al sujeto en cuestión, encontrándome con una joven de mi misma edad o hasta menos que con sangre en sus labios al olerme se me encaró como toda presa, pero esta tenía algo peculiar en su forma de mirar. Me miraba con la mirada de los que están perdidos en la sed de sangre, pero también con mucho dolor y desesperación, como si buscara el fin de aquella existencia. Por unos momentos me vi a mi misma reflejada. Yo cada día luchaba contra la muerte e inconscientemente anhelaba encontrar el fin, para poder volver junto a mi familia, la que tan cruelmente fue separada de mí, siendo yo apenas más que una niña de seis años y podía jurar que a veces yo también tenía aquella mirada. Tras aquel instante, que pareció eterno finalmente la neófita no aguantó la sed y se echó encima de mí, logrando que el golpe que recibí contra el suelo me dejara aturdida, pero aún así antes de que sus colmillos se hincaran en mi cuello, rápida con mi mano diestra le corté el cuello, con lo que permaneció unos instantes en el suelo que aproveché para clavar la estaca en su corazón y luego quemar su cuerpo antes de que se le ocurriese volver a la vida.
Desde aquella noche no podía quitarme aquellos ojos de mi mente. Era incuestionable que esa condición eterna no siempre se otorgaba con el consentimiento de las víctimas. Muchas de ellas eran convertidas sin saberlo, arrojadas a un mundo de sangre y violencia que parecía nunca tener fin.
Inconscientemente acaricié mi lado derecho del cuello, donde aún tenía la señal inequívoca de la mordedura de un vampiro. Por suerte con los cinco años que habían pasado desde esas semanas en que en contra de mi consentimiento me había encontrado a merced de uno de ellos, la huella de aquel suceso se había ido desvaneciendo, hasta quedar simplemente en una pequeña señal. Señal que solo los vampiros podrían adivinar, ya que nadie conocía tan perfectamente sus mordeduras, como ellos mismos.
Suspirando y observando la gente pasear por las calles de París me dirigí a uno de los parques de aquella grandiosa y bella ciudad y allí pasó mi mañana y parte de la tarde. Intentando en esa calma y tranquilidad como la llamada de la naturaleza, vaciar mi mente de temores y miedos, como de las inquietudes que me asaltaban. Descubrir que no todos los vampiros son malos. Haber conocido y aprendido con un vampiro antiguo el cual nunca mataba para conseguir su alimento y quien además proporcionaba protección a muchas de sus víctimas, había vuelto del revés todo mi mundo. Y ahora ya no podía matar con la convicción de hacer siempre el bien, primero seguía a cada una de mis victimas y solo tras asegurarme que eran crueles y sanguinarios, me preparaba para darle aquel fin que tanto anhelaban. Así pasé el día entre divagaciones, hasta que al dar la noche, decidí alejarme de la oscuridad y buscar entretenimiento… Y qué mejor que terminar en un bar, rompiendo rostros de aquellos que se sobrepasaban con sus mujeres? Sonreí y así fue como terminé en el primer bar abierto que me encontré en el camino de vuelta a casa.
Siempre era la misma historia. Los hombres metiendo mano a las cortesanas, algunos enfrascados en juegos con compañeros que en poco tiempo andarían borrachos. Hice una mueca al ver de reojo como a mi entrada todo el mundo se quedaba observándome. Debía de destacar entre las presentes al ser la única que llevaba un largo vestido azul, como el color de mis vivaces ojos, el cual que se ceñía a mi figura de elegante forma y una capa oscura con la que podía pasar desapercibida por las calles cuando andaba en la noche de cacerías. – Por favor, un Whisky con hielo. – Pedí al camarero al llegar a la barra y sentarme en ella, agradeciendo que nadie se sentara a mi lado. Tras un asentimiento el joven fue a buscar mi pedido, llevándomelo a los segundos. Le sonreí y con lentitud tomando la copa empecé a beber. Pero mi soledad en aquel lugar duró poco y a los pocos minutos un joven tomó asiento a uno de mis lados. Dejé mi copa al oír sus palabras dirigidas a mí y con una dulce sonrisa me giré a él. – En la noche Messier, todo lugar es indecente me temo. No encontrará un solo lugar que no lo sea. – Le miré fijamente con mis vivaces ojos azules, sin dejar de sonreírle, observando que él tampoco parecía ser como los demás “hombres” si así podían llamarse, que permanecían en el lugar.
- Tampoco veo que este lugar sea el más adecuado para usted. – Dije sinceramente – Se ve demasiado galán para encontrarse entre ellos. Y si, os admitiré que este tampoco es mi lugar. Pero como ve y agradezco enormemente todos se encuentran ocupados y no presentan ganas algunas de molestarme. — Reí en cuando pidió un vino tinto. En aquel bar no parecían ir muy servidos de vinos de tal magnitud, pero ante la incredulidad de mis ojos vi como se lo servían, sirviéndome a mí también una copa. Agradecida por aquel gesto de la parte del joven caballero, le sonreí. – Disculpe al camarero. Creo que en este lugar no se suele pedir vinos de esta calidad. – Aclaré en una media sonrisa, mirándole, sintiendo una extraña calma que se extendía hacia mí cada vez que con sus ojos me miraba. ¿Cuánto hacia que no me sentía así por un joven? Hacía ya tanto… - Lo entiendo. No se preocupe solo se preocupó por mí. – Dije frunciendo el ceño ante lo de “la noche es demasiada peligrosa”. Aquellas palabras solo me hicieron sospechar, lo que rápidamente su fría mano me confirmó. Como también sus ojos, que al reconocer mi aroma más picante de las demás jóvenes, me confirmaron que él también conocía ahora mi condición. Su cuerpo se tensó y yo negué con mi cabeza. No tenía motivos para hacer nada contra él. Por el momento. – Tryssia Demov, un placer también supongo. – Le sonreí sin dejar de mirar sus ojos, intentando intuir en él algún peligro inmediato. Pero solo me encontré con su bello rostro, terminando por suspirar, girándome hacia mi copa la que tomé dando un respiro al vampiro del escrutinio de mis ojos. Confirmándole con mi sutil retirada, que no buscaba pelea. – Sabéis? No es justo que seáis tan bello. Podríais confundir a cualquiera… - Dejé salir de mis labios sin darme siquiera cuenta de mis palabras, hasta que ya era tarde para retractarme de ellas. Y en silencio, maldiciendo mi sinceridad, me quedé en silencio esperando que el vampiro también se girara hacia su copa y contestara, mientras una de mis manos fue hacia mi cabello con el cuál inconscientemente escondí entre las hebras doradas mi cuello, escondiéndolo del vampiro.
Aleya Dumkorth- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/05/2013
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