Los destinos de dos ciudades convergen en una copa de licor [Privado]

por **Francoise Devoire** Dom Mar 25, 2012 9:29 pm

Las circunstancias no pueden ser peores. La muerte del Hiperboreano Brujo, Amelhión Do Crucerois. La negativa incomprensible de Delbaeth Formorians de ocupar su lugar. Las filas de la Inquisición preparándose, como le informara su infiltrado, para establecer las pautas que logren un ataque frontal que pueda minar sus defensas y luego de ello, crear el hueco para llegar al corazón de Agharta: el Libro de los Atlantes.

Bastón en mano, los pasos del Sanat Kumara resuenan en la noche, en esas desiertas calles de París en donde se ha instalado desde hace poco tiempo. Qué cambio de su adorada ciudad a ésta que se encuentra inmersa en la podredumbre, escasez de recursos y desesperación. Contrastantes ejemplos yuxtapuestos que sólo provocan una constante pesadez en su cabeza, en la mente que intenta por todos los medios encontrar el hilo negro del por qué Agharta es tan diferente de todo ésto. Cada setenta y siete años, Francoise abandona su sueño idílico para adentrarse en esta realidad que le destroza las neuronas en su afán de vislumbrar qué estuvo mal para que todo decayera hasta esta última perdición.

Mujeres en los burdeles le hacen reflexionar en lo que su esposa alguna vez dijo sobre que de la parte más baja de la sociedad, siempre emergen las personas más increíblemente capaces. Las que logran revolucionar todo hasta crear un nuevo orden. Ahora mismo los vitroler están buscando a una cortesana que hará eso mismo. Su última esperanza, la que podría encontrar a la Shamballah y él, por ende, el punto de equilibrio que ha perdido. La brújula que le dirige por todo el mundo y le establece en un lugar donde su mente y su cordura crean un dique que lo soluciona todo. Entre sus brazos, con su voz en el oído, no hay nada que pueda salir mal, pero ahora lo único que puede hacer es continuar. Cambiar sus formas de vivir para forjar un futuro que no sea la destrucción de su Ciudad.

Por eso buscó esta cita, esta reunión con el hombre que puede hacer realidad sus anhelos, pero también darle algo de cordura al aparato gubernamental instaurado en el mundo. La primera cima de la humanidad oponiéndose a las deidades. Esta junta con este hombre que muchos podrían considerar insignificante es medular en su guerra contra la Inquisición. De esto depende si el triunfo es para Agharta o para Borgia. Sus pasos le llevan hasta el interior de la taberna, entre tufos de alcohol, tabaco y sudor. Agradece ser un vampiro porque en caso contrario gesticularía de asco.

Sus pasos le guían hasta una mesa con dos sillas, toma asiento y espera paciente a que su interlocutor llegue, colocando su bastón de forma visible, el único que denotará la posición y la identidad de Valerius junto con su atuendo en color negro y la bufanda de tonalidad azul -el favorito de la Shamballah-. La larga capa se mantiene en su lugar, sobre sus hombros al tiempo que el vampiro es atendido y pide una copa de vino tinto expresando con todo cuidado y precisión el tipo de uva, la marca que requiere, así como el añejamiento. Una vez dispuesto, espera con paciencia a su invitado.

por **Ludwig Tobias Wittelsbach** Dom Mayo 06, 2012 7:40 am

Si había algo bueno de aquella enrevesada ciudad era, sin duda, que perderse por ella, o perder a cualquiera que le siguiera el rastro, resultaba algo relativamente sencillo. Las callejuelas de París no eran más estrechas que lo que acostumbraban en cualquier otra ciudad medieval, aunque contrastaran con el homogéneo trazado de su ciudad natal, Mannheim, pero ser casi el enclave más extenso de Europa ayudaba a magnificar el efecto. Sea como fuere, en aquella noche de invierno, el emperador renano dudaba que tuviera la necesidad de quitarse a alguien de encima y, pese a que ese encuentro fuera secreto, no se esforzó demasiado en complicar su camino.

Los días desde su coronación habían pasado casi como un sueño de verano que recorriese el otoño e invierno: apacible y sin demasiadas alteraciones; sin embargo, sí había habido ciertos momentos críticos. El más importante hasta el momento, aparte del de la restructuración de la Dieta, había sido el de la secularización de los estados eclesiásticos dentro del Imperio, algo que no sólo era beneficioso para la nueva proyección del país, sino que, por el contrario, garantizaba la enemistad con el antiguo propietario de ellos. Würzburgo, Salzburgo, Münster o Lieja habían sido algunas de las más de doscientas cincuenta entidades reconvertidas, repartidas u otorgadas a lo ancho y largo de toda esa inmensa Germania, que, en realidad, se excedía de sus límites naturales o culturales. El resultado, por mucho que sus motivaciones fueran progresistas, en pos de un programa aconfesional, tenía repercusiones centralistas, pues intentaba, además, retirar la presencia del principal país extranjero con influencias en el Imperio. Así, se había dado un importante paso en la creación de aquella nueva ”Germania”, de aquel nuevo modelo de estado unitario y fuerte.

El motivo de su reunión aquella velada tenía cierta relación con estos eventos, pues, claramente, colocaban al emperador en contra del Vaticano y aquel con el que se fuera a encontrar también se declaraba como enemigo del Sumo Pontífice. El soberano no sabía demasiado de aquellos y lo poco que había escuchado le parecía irreal e ilusorio, como la idea de un demente que viviera en un mundo irreal. Sin embargo, la posibilidad de un aliado y la curiosidad que le había provocado le habían obligado a aceptar el encuentro en aquella taberna en los barrios bajos de París.

Al abrir la puerta, un fuerte aroma que casi había creído haber olvidado lo inundó. Era desagradable, pues olía a polvo, suciedad y sudor, mezclado con cerveza derramada; y, pese a ello, aspiró fuerte, casi sonriendo por rememorar tiempos pasados. Hacía tanto, tanto tiempo que no frecuentaba aquellos lugares, y cuanto más tiempo se encontraba lejos de ellos, más quería regresar. Quizás, en cierto sentido, accedió también a la propuesta por tener una excusa para beber aquel líquido dorado de baja calidad en un ambiente mucho más relajado que la frialdad y la falsa cortesía de la corte. Alzó la mirada, buscando entre los presentes un instante hasta dar con su objetivo. Sonrió, de buen humor.

- Bonsoir, monsieur – saludó en un buen francés -. Creo que espera a alguien, si no me equivoco. ¿Puedo? – señaló a la silla que tenía frente a él. Lo cierto era que no tendría mucho más que decir, pues su conocimiento respecto a lo que versaría, concretamente, la conversación era bastante escaso

por **Francoise Devoire** Dom Jun 10, 2012 6:03 pm

El líder en tiempos de guerra pocas veces debió cumplir labores diplomáticas como las que desde un tiempo a esta parte se ha visto en la necesidad de cumplir. Un deber que cumpliese en sus tiempos de juventud, cuando aún era un humano que asumiría el trono frente a su pueblo. Pero con el tiempo, fue delegando esa función a su esposa, cuya labia fuese tanto o más cautivadora que un encantamiento, palabras envolventes de una mujer demostrase ser mucho más que poseedora de una gran belleza. Astrea, fue quien mantuviese la paz en la idílica Aghartha, la gestora de grandes alianzas y consejera de imperios y monarquías que han perdurado en la historia. El Sanat Kumara, se desvinculo de los menesteres de mantener la paz, para enfocarse a cultivar las artes de la guerra y el espionaje, un ojo crítico a la política armamentista de algunos emperadores. No es que uno buscase la paz y el otro la guerra, por el contrario ambos propiciaban la armonía, una utópica convivencia donde la tolerancia fuese su caballo de batalla.

Valerius, como se conociese en antaño, respeta la razón, un buen argumento golpea más fuerte que el peso de una espada. Un líder que ve incluso en medio de la disputa, un despliegue de habilidades que, en quienes poseen el espíritu de un guerrero nato, se manifiesta como un arte, tal cual si fuesen artistas que con elegancia trazan los bosquejos de aquellas que serán sus obras de arte. La guerra, para el Sanat Kumara, cada batalla es el comienzo de una nueva creación en que el lienzo es tenso aire que se respira antes de un enfrentamiento, y cuyos trazos son el halo que dejan al ser esgrimidas las armas. Así también se han vuelto de su interés la versatilidad de las armas y la capacidad de los humanos de diseñarlas, majestuosas e imponentes o otras sutiles y elegantes, así como también las hay practicas y efectivas , en simples palabras lo que para muchos es un derramamiento de sangre inútil, el Aghartiano, lo ve como una manifestación de las capacidades de la mente, una tecnología, la manifestación del conocimiento y la técnica, que tan útil puede ser, pero a su vez tan dañina.

Es la diplomacia y la guerra lo que hoy traen al líder en tiempos de guerra a uno de los barrios más pobres de parís, es la urgencia de mantener el equilibrio y la armonía por el cual siempre han velado desde las profundidades de la tierra. En medio de una ciudad cargada de contradicciones y artimañas, es el sitio donde se asentó buena parte de los Aghartianos que asumiese la ardua labor de localizar a la Shamballah, la hechicera y la heredera, las tres desaparecidas, todas indispensables para evitar un enfrentamiento abierto contra las fuerzas de la inquisición. Todo planeado y medido por el vampiro aconsejado de cerca por la Hiperboréana humana y sus fieles minoicos. Nada fuera de lugar, ni siquiera le hecho de encontrarse sentado en aquella taberna en uno de los barrios más pobres de la fastuosa ciudad. Si acaso las moiras hubiesen decidido cambiar los hilos con que han tejido el destino de los hombres, y los resultados del encuentro que espera concretar, Valerius ya tiene en mente cual será su plan de resguardo.

El hombre de profunda mirada sonríe de medio lado, al sentir pasos a su espalda, el anuncio de la aparición de quien es en estos momentos uno de los hombres más poderosos de Europa y cuya cabeza es tanto o más deseada que descubrir los secretos de Agharta. Pareciese ser que las señoras que tejen el destino han decidido ser benevolentes, es ahora que los siguientes hilos a entrelazar en el telar serán elegidos por el Sanat Kumara. Sabe de antemano , por aquello que la hija de los anitguos emperadores le señalase, que esta frente a un hombre razonable, Ludwig Tobias Wittelsbach, es el nuevo Emperador del Imperio Germánico y a quien deberá exponer la situación la sutileza con que desenreda una madeja. Ludwig Tobias, puede ser un aliado poderoso si tiene suerte , en caso contrario a quien mantendrá bien vigilado por unos cuantos infiltrados en la nueva dieta que se impuesto, en el territorio que antes estuviese bajo el poderío de su compañera de armas, ahora extinta.

Las palabras del recién llegado surcan el aire para ser inmediatamente devueltas con cordialidad por Valerius - Bonsoir, Monsieur Tobias - responde usando el segundo nombre de él, prefería mantener la discreción. Que un emperador se encontrase en aquel lugar puede ser mal visto, aunque difícilmente alguien allí lo reconocería - Todo suyo el lugar ¿gusta beber algo? - ofrece mientras extiende su mano y señala una de las dos sillas que se encuentran desocupadas, el hombre de guerra jamás a ha perdido los modales y la sofisticación. Sin dejar de sostener su bastón, alza la mano libre, la misma con que indicase las sillas y llama el cantinero, el que se acerca raudamente, tal cual si esperase aquella señal. Como no, los ropajes de ambos varones, delatan que no son de aquellos barrios. El mismo se acerca y en persona se acerca y toma sus pedidos, un wisky para él.

Ludwig realiza su pedido al tiempo que el Sanat Kumaraobserva su reloj de bolsillo, las nueve menos cuarto, todo según lo esperado, el tiene aun el tiempo suficiente para las presentaciones y tantear terreno antes que el tercer invitado haga presencia- Monsieu, permítame presentarme, Francoise Devoire un fiel seguidor de su logros políticos- se presenta calmadamente deja entrever que le conoce desde antes, e incluso un poco más de aquello que la prensa y los rumores suelen transmitir.

- Supongo que se encuentra expectante ante este encuentro y he de admitir que no es el único - una enigmática sonrisa surca sus labios, ¿cómo se tomará la presencia de su invitada? una que llegara avanzada la conversación.

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