Trazando destinos [Privado]

por **Leήeth D'Aramitz** Dom Jul 09, 2017 9:45 pm

Recostada en el jardín deje que la brisa de primavera acariciara y me diera un poco de paz antes de lo que iba a hacer, había sido una feroz y despiadada inquisidora, aunque oficialmente ya no pertenecía aun se me requería con regularidad para asuntos que no clasificaban como oficiales en un rango que nadie diría nada si se llegaba a saber, pues cualquier filtro de información seria tomado como inexistente, legue a ser una de las mejores prostitutas en el bajo parís en mi juventud cuando conocí a Lusian al que fue vendida mi virginidad, una mujer devota cuando el tiempo que mis ojos fueron segados por las mentiras. Ahora era una madre devota, de carácter firme que aunque no lo pareciera mantenía a mis hijos en jaulas cuando era necesario, manejando sus vidas y sabiendo casa paso que daban aunque ellos lo desconociera, una perfumista exitosa con varias perfumerías en toda Francia, una amante marchita al ya no poder acostarme con cuanto se me antojase, una esposa mucho mas digna de lo que alguna ves llegue a pensar que podía serlo.

Mire las cartas abiertas que descansaban en la mesa. Mis dedos uno a uno caían en un jugueteando en el brazo del silloncito donde estaba semi recostada, decidiendo entre un Si y un No. Ya iba siendo momento de que moviera otra de las piezas en el destino de todos mis amados bastardos. Muy bastardos, muy bastardos pero los amaba a mi forma, aunque los tratara pesimamente. Al final, nunca me he jactado de ser una buena madre.

Mis pasos se escuchan en los pasillos de mi casa, dirigiéndome hasta el estudio de Lusian. Sé que esta de malas pues le han dado un cataclismo de trabajo administrativo el cual odia. Al entrar al estudio cierro con llave la doble puerta escachándolo gruñir y su acostumbrado quejido de que no he tocado ni he esperado a que me permita el paso.

Le ignoro dejado caer las cartas sobre los documentos que revisa.

Deslizando los dedos por el borde del escritorio lo rodeo hasta estar frente al él, se recorre y alza la ceja. Me siento sobre el de espaldas. Y a diferencia de mi hija preferida que es Lilia, yo prefiero los vestidos con menos capas y menos tela pero no por ello menos elegantes, caros o lujosos.

Fingiendo acomodarme, froto un poco el trasero en su entrepierna antes de recostarme de espaldas sobre el pecho de mi esposo –Tenemos que hablar –exclamo como quien no quiere la cosa –Xavier se tiene que casar –suelto sin preámbulos pasando dos dedos por su barbilla mordiendo su cuello.

Es hora de negociar.

por **Lusian D'Aramitz** Miér Ago 02, 2017 9:58 pm

Desde hace una semana habían llegado cartas y más cartas de la central del Vaticano, muchas de ellas pertenecientes a nuevos blancos, otras eran órdenes a seguir y en la mayoría se trataba de avisos sobre los informes que no se habían enviado sobre los movimientos de aquella organización. Cada día se había vuelto peor y una discusión entre el lider de la familia con sus hijos mayores, o al menos con los dos bastardos que representaban el orden y lideraban la organización que se creó de manera extra oficial de la inquisición. Había pasado horas discutiendo con ambos adoptados, tanto a quien respondía por Xavier como con Georgiana, a quienes por cada movimiento les pedía explicación para llenar aquellos documentos.

Cansado, harto y punto de estallar de ser él quien trate esos asuntos y que le tengan que pedir explicación por cada movimiento que hacían cada uno de los miles de integrantes de la organización, estaba a punto de mandar al demonio y mientras hacia una carta para su eminencia, el sonido de la llave que cierra la puerta de su estudio se escucha y antes de levantar la vista a quien se ha atrevido a interrumpirlo el aroma de la ya tan conocida dolor de cabeza que tenía por esposa llego a sus fosas nasales.

Se mantuvo escribiendo la carta para su Excelencia así como otros documentos clasificados que tenía que enviárselos a la misma persona cuando antes de que la mujer hable le dejó en claro su posición —Si no vienes para cumplir con tus obligaciones y hacer que me relaje unas buenas horas descargándome en ti, da media vuelta Leήeth si no entonces desvístete y acuéstate en el sofá que termino esta carta y estaré encima de ti follandote— al terminar de firmar y poner el sello sobre la carta miró a la mujer quien se atrevía a frotarse contra él mientras dejaba caer de cajón lo que estaba buscando, aquella forma de interrumpirlo pensó la mujer que no le alteraría.

Agarró el trasero de la mujer levantándola llevándola al sofá para dejarla ahí con su peso y algo más frotándose contra ella de manera voluptuosa —Pensé que venias a hablar de cosas más interesantes, no me hagas perder el tiempo Leήeth, estoy demasiado ocupado haciendo lo que ni tu ni nuestros bastardos hijos quieren y como es mi maldito cuello el que está bajo la soga de aquel cardenal tendré que joderme solo hasta acabar esto— mordió con fuerza el labio de ella tirando para ir al escrito, saber que su mujer quería negociar con un tema que era cerrado en lo absoluto para él lo enfureció un poco y golpeo con fuerza el escritorio mirando con una iracunda e irracional ira a su esposa.

Se levantó al tocar una campanilla, fue hasta la puerta la abrió la y entregó un paquete grande con el nombre y el sello de la familia dirigido a aquel Cardenal que mencionó antes, cerró la habitación sentándose en su escritorio —Quieres amarrar al bastardo de Xavier, no me digas, con alguna de tus amigas putas de burdel, alguna otra que salió de puta para ser amante de alguien y luego murió el viejo cornudo y ahora quieres casarla con el bastardo que tenemos por hijo ¿Cree que permitiré otra puta en esta casa? Me basta con las cuatro zorras que tengo en casa y una de ellas es mi esposa, además crees que exista una mujer que ese maldito de Xavier soporte, no, es lo contrario ¿Habrá alguna mujer que soporte a tu hijito? Lo dudo, no me vengas con estupideces Leneth, nadie se querra casar con Xavier, mejor busquemos marido para Georgiana antes que se dañe como las otras y termine de puta en burdel—.

Soltó una carcajada palmeándose la pierna al llamar a su mujer de nuevo pero esta vez tenia el pantalón abierto para ell.

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