Cuando los destinos se cruzan [Privado]

por **Ackley Hinault** Dom Abr 06, 2014 6:11 pm

El carruaje se detuvo en la zona comercial de París, ese lugar aún agobiaba a Charlotte. No estaba aún acostumbrada a tanta gente andando de un lado a otro, pero eso era normal cuando tus padres te mantenían tanto tiempo encerrada e inculcando solo temor en tu corazón. Ese día, habían ido a las tiendas con la única finalidad de encontrar un vestido para un baile de primavera que sería ofrecido en el palacio Royale, esa sería de hecho la primera fiesta en aquel lugar a la que Charlotte asistiría. Ya llevaba cerca de un año o quizás más en la vida publica de París, pero aún se había mantenido bastante oculta de todo aquello que simbolizara un peligro para su secreto.

Un suspiro salió de los labios de la cambiaformas, sus ojos verdes se posaban en varios escaparates mientras seguía los pasos de su madre y algunas doncellas que habían ido para auxiliar en caso de que terminaran con un montón de compras como era usual cuando su madre salía de compras. Aquella mujer y las doncellas hablaban de una cosa y de otra, todo relativo a la manera en la que enviarían vestida a Charlotte pues al parecer ella no solo estaba sobreprotegida por su madre y padre, sino que incluso la servidumbre le cuidaban demasiado y ahora todos parecían emocionados por saber como le iris en las afueras, en aquel mundo del que durante mucho tiempo no supo nada.

El grupo de mujeres giro por una callejuela, solo que al hacerlo Charlotte ya no iba tan cerca de ellas pues se detuvo a observar un escaparate en el cual había un hermoso collar verde que resplandecía de una manera tan atrayente que no pudo evitar detenerse a mirarlo.
– Madre esto me… – se giro para pedir aquel collar, que seguramente sería lo único que adquiriría a su gusto, solo que al hacerlo ya no vio a nadie conocido, únicamente rostros de personas que no reconoció. Estaba tan desacostumbrada a seguir rastros y usar sus habilidades de cambiaformas que de manera torpe comenzó a andar entre la multitud de gente, en búsqueda del aroma familiar de aquellas que le acompañaban. Sus pies se movían lentos y cuidadosos, observando todo a su alrededor hasta que el aroma de su madre llego a ella y se sintió absolutamente victoriosa; no era tan malo en aquello como lo pensó en un inicio.

Levanto cuidadosamente su falda y anduvo más rápido, llegando a aquella callejuela en la que las mujeres habían desaparecido antes solo que al girar se estrello de lleno contra alguien, provocando que le doliera la nariz y llevara su mano hasta ella. Parpadeo un par de veces pero la figura frente a ella se notaba borrosa, todo por el golpe que se había llevado.
– Lo siento, no me fije - susurro, sobando su dolorida nariz.

por **Fergal MacCumail** Dom Abr 20, 2014 8:56 am

¿Que había incitado a que saliera de la tranquilidad de su nueva residencia, para adentrarse en las más que atestadas calles de la zona comercial de París? Se preguntó mientras su berlina se deslizaba suavemente por una de las calles principales. El olor de aquellos lugares molestaba su desarrollado sentido del olfato. Aquella mezcla caótica de perfumes, sudores y mil productos comerciales lo estaban asqueando, - porqué no me quedé en mi refugio donde el aroma del musgo y la savia de los añosos arboles son un verdadero deleite - se exasperó. Estornudó ante el persistente aroma de una carreta que llevaba sal para algún saladero. Con un rápido movimiento apresuró su paso dejando atrás aquel molesto vehiculo. Tras pensar un instante, decidió estacionarse al borde de la acera y seguir a pie su camino, - Bueno, ya que estoy aquí, compraré unos pequeños presentes para la familia Rosso – se dijo mientras, sonreía como un tonto pensando en aquellos mellizos que eran todo un desparpajo de risas y vitalidad. Por supuesto él sentía una debilidad por la pequeña Mely, - ¿será que mi dulce sobrina debería tener la misma edad? - caviló, dándose cuenta que no era normal que a él le interesaran los niños, por lo general los consideraba, berrinchosos, malcriados y prefería tenerlos lejos, - pero esa pequeña es un sol – susurro, mientras ensimismado se colocaba los guantes y el sombrero antes de tomarse su tiempo para inspeccionar los diferentes escaparates, atestados de artículos.

Se detuvo en varias ocasiones, pero nada lograba llamar su atención. Ya había comprado varias cosas, una tabaquera para el señor Rosso, un pequeño relicario para la señora Rosso en el cual haría colocar una diminuta pintura del rostro de su hermana, él sabía que las dos habían sido amigas y que en cierta forma aun le dolía el triste final de la Cambiaformas, como le dolía a él, - será por eso que los considero mi familia – caviló mientras seguía contemplando vidrieras. En una jugueteria, un objeto llamo su atención, era un león de peluche, que poseía unos enormes ojos de vidrio, que daban la impresión que cobrar vida, como si lo estuviera mirando. El pelaje claro y la melena abundante lo hicieron reír, no le importó que algunos transeúntes lo observaran reprobando su comportamiento o murmuraran sobre él. Pensó en que en algo se le parecía, - ¿le gustará? - dudó por un segundo antes de decidir entrar en aquel comercio y adquirirlo.

Salio de allí ilusionado, imaginando el rostro luminoso de la niña cuando lo abriera y encontrara aquel juguete. Sabía que Chiara, era una bruja al igual que el pequeño Ruggero, pero Mely y su padre eran humanos comunes y corrientes, - frágiles e indefensos – se dijo con tristeza, - ¿como será mi pequeña Mary? – se preguntó por milésima vez, recordando a la criatura que su amada hermana diera a luz antes de morir.

Toda la alegría que hasta ese momento había experimentado se desvaneció, la importancia que le diera a ese estúpido juguete, las ansias de entregárselo a la dulce niña, se había esfumado al recordar el rostro de Maryeva. El trsite recuerdo de su primera visita al cementerio de Montmartre para llevarle unas flores a su tumba, se había quedado impresionado ante la escultura de mármol que la representara de forma tan fiel. - ¡¡Mierda!! - apostrofó al recordar que debía ante todo vengar esa muerte y recuperar a s sobrina, aquella bebé que fuera usurpada por la inmoral asesina de su madre.

Al llegar a la esquina giró en dirección a una de las calles laterales. Fue entonces que el golpe suave de un ser contra su pecho le trajo nuevamente a la realidad. Hizo unos pasos hacia atrás y la contempló, era una hermosa adolescente, una niña para él, de ojos tristes y rostro angelical. No pudo mas que intentar no reírse, por la situación y por ver como se frotaba su delicada nariz. El rostro del Cambiaformas en un segundo pasó de adusto y preocupado a risueño, - Oh!! disculpe madmoiselle, fui un torpe, no vi como un ángel bajaba de los cielos en éste preciso momento – dijo zalamero como siempre era con las bellas damas. Al verla algo perdida le preguntó, - ¿se encuentra bien? -.

por **Ackley Hinault** Miér Mayo 07, 2014 6:49 pm

Le habían dicho un montón de veces que no debía despegarse de ellas. Una vez ya le había ocurrido un desafortunado incidente en que… movió su cabeza en negativa antes de recordar algo de lo que le sucedió la ultima vez que hizo algo que creyó que no debía hacer, pues ese día había sido testigo de las maldades que existían en el mundo real y que le dejaron sin poder conciliar el sueño por varios días. Lo positivo de estar en el centro de París era que de esa manera podía llegar a otros sitios más conocidos y que por la hora, había bastante gente yendo por aquí y por allá, así que no debía de temer que de alguno de los rincones surgiera alguien que pusiera su vida en peligro.
Solo aquella ocasión había sido descuidada y desde esa vez en que sangre fue derramada frente a ella es que se volvió mucho más cuidadosa que antes para que nada ni nadie saliera herido nuevamente, en especial ella.

Pese a que sabía que estaba a salvo, se apuro entre las calles hasta que el estrellarse le hizo detenerse de golpe. Cuando las lágrimas que se acumulaban en sus ojos por el golpe, se esfumaron lentamente de sus ojos fue que su mirada se encontró con la de un hombre que era mucho más alto que ella. Viéndole aún con la mano en la nariz, se sentía mucho más pequeña de lo que le parecía ser. Si bien no era tan joven como su cuerpo lo aparentaba, en realidad su mente si era así de joven e incluso menor a lo que debía de ser, pero era algo lógico para alguien que no era criada por cambiaformas sino por humanos. Aquel hombre le sonrío, cosa que hizo que dejara de preocuparse tanto por la manera en que había chocado contra él y finalmente bajo la mano, con la nariz un tanto enrojecida. Le dedico una sonrisa, pues aparte de ser mayor que ella no era nada grosero como la mayoría e incluso le hizo sonrojar ligeramente al escucharle llamarla ángel.
– Fue mi culpa, yo soy la estaba corriendo sin prestar atención al camino – desvió su mirada de él. Comenzaba a creer que de mirarlo demasiado podría malinterpretarse aquel gesto. No le molestaba sin embargo, mirar a alguien tan bien parecido y con unos ojos que le transmitían tanta amabilidad. Sus ojos entonces fueron a ver un poco a los lados, esperando aún ver a alguna de las mujeres del grupo con quienes andaba sin encontrar señal alguna.

Suspiro antes de si quiera pensar en responder a aquella pregunta.
– Si estoy bien, solo que he perdido a mis acompañantes y… – volvió a mirarle – lo siento de nuevo, debo estar quitándole parte de su tiempo con mis cosas porque – señalo algo apenada el paquete de regalo que parecía cargar – creo que va a ver a su prometida… su esposa o… a alguien – por más que trato de arreglar la situación, termino sintiendo que lucía mucho más infantil y tonta de lo que hubiera esperado – bueno, creo que no debo quitarle más de su tiempo pero antes, ¿Ha visto a un grupo de mujeres pasar hace unos segundos por aquí? – ahora que lo pensaba él podía ser su guía hasta su madre.

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