AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Permíteme verte una vez más, por favor. { Privado | Posible +18 }
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Permíteme verte una vez más, por favor. { Privado | Posible +18 }
Estaba concentrado en lo que maquinaba su mente. Eran sus pasos firmas y constantes los que más determinación mostraban, no así sus ojos que sólo eran ventanas para que su mente dirigiera su cuerpo sin accidentes ni tropiezos. Lo admitía, esto era sólo una idiotez de su parte, una forma poco funcional de invertir su bajo ingreso de dinero especialmente en mujeres. ¿Pero quién dijo que eso era totalmente malo? Más aun cuando siempre pedía a la misma, esa joven que llevaba tiempo de conocer pero no por eso era cercanos, y no planeaba invertir el capital en nadie más si aquella persona estuviese ocupada. Incluso el ver a las parejas pasar a su lado y los matrimonios le decían que aquello no estaba mal, claro que no lo estaba, merecía aunque fuese un momento de compañía de aquella que se robaba todas sus preferencias como no tenía idea. Mentía, era lógico que lo sabía, al menos para él era idea más común y lógica que él pensaría si los mismos días de cada semana la misma persona te pedía en el burdel que trabajabas. Sí, se dirigía al burdel.
Era poco glamouroso pensar que su noche acabaría en sexo desenfrenado o sólo conversación con sus gatos dependiendo de la disposición de aquella rubia idealizada, pero era tarde dar la marcha atrás cuando estuvo frente al local. A diferencia de muchos de los hombres, que se escondían en la sombra de sus sombreros y los cuellos de su camisa o abrigos, además de las vueltas que se daban para pasar desapercibidos, él entró en el edificio con el rostro descubierto, sin temor alguno en sus acciones y sin ser discreto en lo más mínimo.
La madam, aquella encargada de todos los jóvenes y jovencitas que ofrecían sus servicios, sólo le bastó ver su rostro para identificar lo que deseaba. Odiaba ser tan reconocido allí, pero al menos eso le ahorraba tiempo y palabras. Lo que más le alivió fue que sin objeción o acuerdo previo, le condujo hacia una de las habitaciones, señal de que esa joven preferida para él estaba totalmente disponible. Le siguió escaleras arriba, esquivando a algunos hombres y mujeres que ya habían pasado al siguiente nivel en plenos escalones, caminó pro la planta alta pasando una variedad de puertas hasta que la mujer ya de edad avanzada le detuvo y le extendió su mano. Introdujo su mano al bolsillo interior de su abrigo y sacó el dinero que poseía, depositándolo en su diestra. La mujer lo contó y guardó entre su busto.− Tienes treinta minutos joven, aprovéchalos −indicó con una picaresca sonrisa en sus rojos y profundos labios, a lo que Giori sólo asintió con su cabeza y entró en la habitación.
Cerró la puerta detrás de si y admiró el lugar en el cual reinaba una cama de doble plaza en el centro, sin duda mucha decoración no había por ser un cuarto destinado al sexo, pero no por ello se tomó el tiempo a recorrerlo, deteniéndose en la misma cama que fue donde halló a la joven. Se veía hermosa, eso siempre claro estaba a sus ojos, pero un rasgo que no podía evitar destacar cada vez que la veía. Mudo y expectante, esperaba ver alguna señal de la muchacha que aparentemente, no había visto su ingreso en la habitación, hasta cierto punto no sabía qué tan bueno era eso, pero el nerviosismo se esfumó al momento que hubo un contacto visual fijo, y una sonrisa de su parte, que no pudo corresponder.
Era poco glamouroso pensar que su noche acabaría en sexo desenfrenado o sólo conversación con sus gatos dependiendo de la disposición de aquella rubia idealizada, pero era tarde dar la marcha atrás cuando estuvo frente al local. A diferencia de muchos de los hombres, que se escondían en la sombra de sus sombreros y los cuellos de su camisa o abrigos, además de las vueltas que se daban para pasar desapercibidos, él entró en el edificio con el rostro descubierto, sin temor alguno en sus acciones y sin ser discreto en lo más mínimo.
La madam, aquella encargada de todos los jóvenes y jovencitas que ofrecían sus servicios, sólo le bastó ver su rostro para identificar lo que deseaba. Odiaba ser tan reconocido allí, pero al menos eso le ahorraba tiempo y palabras. Lo que más le alivió fue que sin objeción o acuerdo previo, le condujo hacia una de las habitaciones, señal de que esa joven preferida para él estaba totalmente disponible. Le siguió escaleras arriba, esquivando a algunos hombres y mujeres que ya habían pasado al siguiente nivel en plenos escalones, caminó pro la planta alta pasando una variedad de puertas hasta que la mujer ya de edad avanzada le detuvo y le extendió su mano. Introdujo su mano al bolsillo interior de su abrigo y sacó el dinero que poseía, depositándolo en su diestra. La mujer lo contó y guardó entre su busto.− Tienes treinta minutos joven, aprovéchalos −indicó con una picaresca sonrisa en sus rojos y profundos labios, a lo que Giori sólo asintió con su cabeza y entró en la habitación.
Cerró la puerta detrás de si y admiró el lugar en el cual reinaba una cama de doble plaza en el centro, sin duda mucha decoración no había por ser un cuarto destinado al sexo, pero no por ello se tomó el tiempo a recorrerlo, deteniéndose en la misma cama que fue donde halló a la joven. Se veía hermosa, eso siempre claro estaba a sus ojos, pero un rasgo que no podía evitar destacar cada vez que la veía. Mudo y expectante, esperaba ver alguna señal de la muchacha que aparentemente, no había visto su ingreso en la habitación, hasta cierto punto no sabía qué tan bueno era eso, pero el nerviosismo se esfumó al momento que hubo un contacto visual fijo, y una sonrisa de su parte, que no pudo corresponder.
Giori Dubon- Cambiante Clase Baja
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Re: Permíteme verte una vez más, por favor. { Privado | Posible +18 }
Llevaba toda la tarde sin un cliente, pero en realidad a algunos los había echado yo misma. ¿Por qué? Esperaba a uno de mis clientes más habituales, era un hombre que ya había venido muchas veces pero solo quería estar conmigo, según había averiguado se gastaba todo el dinero en mi. Eso me halagaba, me hacía sentir una persona importante algo que no sentía desde hacía mucho tiempo y él me hacia volver a sentirme de esa manera pero si aquella tarde estaba libre es porque sabía que iba a venir a verme y quería estar con él. Me estire en la cama pero quedando levemente sentada debido a que me apoye en los cojines que había puesto detrás de mi espalda. Me quede mirando el techo durante un tiempo indefinido, si al final no venia no haría nada. Prefería mil veces estar con él antes que con los típicos salidos que solo buscaban pasárselo bien un rato y que ni siquiera se molestaban en no hacernos daño. Escuche que se abría la puerta y me tome mi tiempo en abrir los ojos que había cerrado previamente, cuando escuche que la puerta se cerraba los abrí. El techo capto mi atención por un intervalo de solo unos segundos hasta que dirigí mi vista hacia la persona que había entrado. No pude evitar una sonrisa cuando vi que era a quien yo esperaba. Moví mis piernas con cuidado hasta que mis pies tocaron el suelo. Entonces me puse de pie con delicadeza y cuidado, llevaba un vestido color crema con el corsé como siempre. Me acerque a él con pasos gráciles y elegantes, mis pies iban desnudos y daba gracias a que teníamos una moqueta y no baldosas ni nada parecido porque ahora lo estaría pasando mal por el frio. Pero al menos teníamos eso y acabe de acercarme a él sin borrar la sonrisa de mis labios. Sabía que no era de clase alta, sino más bien pertenecía a la clase baja igual que yo pero eso no me importaba. No pretendía pasar por un hombre que no era y eso me gustaba. Le hice una pequeña reverencia que siempre le hacía y le mire a los ojos sin dejar de sonreír. Con él no tenía miedo de que me pegara ni nada porque siempre me trataba mejor que de lo que hacían algunas personas.
-Tenia ganas de verte, esperaba verte hoy… por eso no he cogido ningún cliente durante toda la tarde. Sabía que vendrías.
Si aunque tardo en venir, sabía que iba a venir. Nunca fallaba ni una sola semana, siempre me pedía a mí y si yo no estaba libre (aunque procuraba estarlo) él no cogía a ninguna otra cortesana solo me elegía a mí. Le seguí sonriendo y me acerque a él y le bese la mejilla. Cuando me separe le acaricie la mejilla donde le había besado la verdad es que me encantaba estar con él. Era único.
-Tenia ganas de verte, esperaba verte hoy… por eso no he cogido ningún cliente durante toda la tarde. Sabía que vendrías.
Si aunque tardo en venir, sabía que iba a venir. Nunca fallaba ni una sola semana, siempre me pedía a mí y si yo no estaba libre (aunque procuraba estarlo) él no cogía a ninguna otra cortesana solo me elegía a mí. Le seguí sonriendo y me acerque a él y le bese la mejilla. Cuando me separe le acaricie la mejilla donde le había besado la verdad es que me encantaba estar con él. Era único.
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Re: Permíteme verte una vez más, por favor. { Privado | Posible +18 }
Podría sin duda haber jurado que el tiempo se detenía en el instante que sus ojos hacían contacto entre si, los de ella, tan vívidos y relucientes, adorandos y emparejados a la perfección con una sonrisa que encadila a cualquiera; mientras que la suya por su parte sólo la observaba y detalladaba, lejos de representar alguna emoción más que la satisfacción de poder verla. Era un importante contraste pero a la vez ideal y perfecto, más aun cuando pudo ver su figura ya de pie. Admiraba con elocuencia como su cabello, largo y sedoso como bien sabía, caía libre y sin rumbo por enfrente y detrás de su hombro, éstos de atrás seguramente más desordenados por su posición anterior pero por igual adecuados, el vestido que careciente de algún corte que dejase ver su cuerpo más allá del escote de su corsé pero que sin duda lucía espectacular y prácticamente hecho para ella. Faltaba hablar de su rostro, bendito rostro que lo cautivaba como los objetos brillantes a un cuervo en picada, no sabía si era por su sonrisa o qué el hecho de no poder despegar la vista de sus labios, pero en el fondo bien sabía que era por el hecho de querer probarlos una vez más como varias noches atrás. Por su parte no se había movido de su lugar, estático cerca de la puerta y con ello miraba su acercamiento, mientras más próximos estaban un dejo de nerviosismo se asentaba en su garganta, le picaba un poco y eso le hacía tragar con firmeza, a pesar de verlas tantas veces en su vida y que ella actuara con tanta naturalidad a su ver, él aun no lograba evitar el medir sus actos, pensarlos muy bien incluso los parpadeos que realizaba estaban contados y previstos.
Su corazón esta vez dio un latido, mucho más pesado pero no por ello desgradable, la idea de no sentirse el único con ganas de ver al contrario le estimulaba a la calma, y no era necesario decir que le alegraba el que se haya estado guardando sólo para él, incluso sin la promesa o la certesa de que vendría, eso daba mucho que decir y sentir.− Le agradesco mucho su paciencia, señorita, espero que no se haya aburrido todo el día sin nada que hacer −murmuró con caballerosidad dado que su visita ya estaba bien entrada en la tarde. Algo que no cambiaba aun era esa forma de tratarla, si bien no conocía su nombre y no deseaba saberlo, esa forma de hablarle de "usted" en ves de "tú" sin duda era evidente, era una linea de confianza que aun no estaba preparado para cruzar a cienca cierta. El beso dejado en su mejilla le espabiló levemente, entrecerrando los ojos al tiempo que tomaba la mano de la chica y la apegaba un poco más a su rostro, ladeando la cabeza como quieriendo "depositarla" sobre su palma. Su piel era tan suave, porcelana fina era lo único comparable para él y ni siquiera.
− Para mí, es un placer verla y saber que desea lo mismo que yo... A veces temo que se asuste por mi predilección excesiva hacia su persona, pero me es irremediable en circuntancias como estas −su voz salía ligera de sus labios, audible en un volumen perfecto para ser oído por la mujer a sus ojos, pero siempre midiéndose, no deseaba romper la situación.− Pero perdone mi descortecía, la tengo aquí de pie en vez de cómoda sobre la cama −agregó con un deje de pena, usando su mano libre que depositó sobre su delgada cintura y la condujo de vuelta a la cama. Quizás podría tomarse como una caballerosa forma de entrar al grano de la situación, pero en su caso no era así, puesto que su visita no era sólo para sexo, que si bien no lo negaría, si no que se con verla y charlar un poco se conformaba. Todo era por y para ella.
Su corazón esta vez dio un latido, mucho más pesado pero no por ello desgradable, la idea de no sentirse el único con ganas de ver al contrario le estimulaba a la calma, y no era necesario decir que le alegraba el que se haya estado guardando sólo para él, incluso sin la promesa o la certesa de que vendría, eso daba mucho que decir y sentir.− Le agradesco mucho su paciencia, señorita, espero que no se haya aburrido todo el día sin nada que hacer −murmuró con caballerosidad dado que su visita ya estaba bien entrada en la tarde. Algo que no cambiaba aun era esa forma de tratarla, si bien no conocía su nombre y no deseaba saberlo, esa forma de hablarle de "usted" en ves de "tú" sin duda era evidente, era una linea de confianza que aun no estaba preparado para cruzar a cienca cierta. El beso dejado en su mejilla le espabiló levemente, entrecerrando los ojos al tiempo que tomaba la mano de la chica y la apegaba un poco más a su rostro, ladeando la cabeza como quieriendo "depositarla" sobre su palma. Su piel era tan suave, porcelana fina era lo único comparable para él y ni siquiera.
− Para mí, es un placer verla y saber que desea lo mismo que yo... A veces temo que se asuste por mi predilección excesiva hacia su persona, pero me es irremediable en circuntancias como estas −su voz salía ligera de sus labios, audible en un volumen perfecto para ser oído por la mujer a sus ojos, pero siempre midiéndose, no deseaba romper la situación.− Pero perdone mi descortecía, la tengo aquí de pie en vez de cómoda sobre la cama −agregó con un deje de pena, usando su mano libre que depositó sobre su delgada cintura y la condujo de vuelta a la cama. Quizás podría tomarse como una caballerosa forma de entrar al grano de la situación, pero en su caso no era así, puesto que su visita no era sólo para sexo, que si bien no lo negaría, si no que se con verla y charlar un poco se conformaba. Todo era por y para ella.
Giori Dubon- Cambiante Clase Baja
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Re: Permíteme verte una vez más, por favor. { Privado | Posible +18 }
Siempre me mostraba tranquila y relajada con él, siempre era yo quien le tranquilizaba y quien le acababa haciendo sentir bien. Pero el hacer eso no me importaba porque lo que yo quería es que se sintiera bien y relajado, pensaba en que si él no hubiera venido me hubiera mantenido de igual forma… sin nadie. Porque el hecho de que él estuviera conmigo era mejor que estar con otra persona, no en vano se gastaba el poco dinero que tenía en mí. Eso me daba que pensar pero nunca se lo había preguntado. Tampoco quería hacerle sentir mal y por eso era lo que siempre me frenaba para no preguntárselo.
-No se preocupe, la verdad es que no me apetecía tener a otra persona que no fuera usted.
Dije con una sonrisa, dejando que tomara mi mano y la acercara a su rostro. Sonreí cuando la apego más a su rostro y mis finos dedos le acariciaron suavemente. Sin borrar aquella sonrisa de mis labios, negué suavemente con la cabeza cuando me dijo que le preocupaba el hecho de que me asustara el hecho de que tuviera predilección por mí. Pero él debía saber que eso a mí no me importaba que es más me gustaba que se portara así conmigo. Deje que me llevara hasta la cama y cuando nos sentemos le cogí las manos.
-No me importa que tenga esa predilección hacia mí es mas… me gusta porque nadie me trata como usted. El hecho de que usted me trate de esa forma me hace sentir muy querida.
Dije con una sonrisa en mis labios como siempre, entonces me acerque a él y deje que mi cabeza reposara en su hombro. Con él todo era diferente la forma en la que nos tratábamos o mejor dicho de la que él me trataba, lo que hacíamos o simplemente como estábamos. Los hombres que venían conmigo a las habitaciones solo querían sexo y no se preocupaban de mi estado ni nada. Pero él no, él era diferente. Se preocupaba por mí, y eso me gustaba. Pero me recupere y separe mi cabeza de su hombro. Le bese la mejilla de nuevo y le mire a los ojos poniéndome un mechón de pelo que me caía sobre los ojos detrás de la oreja.
-Bueno… usted manda. Solo dígame que es lo que quiere y yo solo seré quien le satisfaga sus deseos.
Dije mirándole a los ojos con mis manos entre las suyas. Esperaba cualquier cosa de su parte una acción, unas palabras… cualquier cosa.
-No se preocupe, la verdad es que no me apetecía tener a otra persona que no fuera usted.
Dije con una sonrisa, dejando que tomara mi mano y la acercara a su rostro. Sonreí cuando la apego más a su rostro y mis finos dedos le acariciaron suavemente. Sin borrar aquella sonrisa de mis labios, negué suavemente con la cabeza cuando me dijo que le preocupaba el hecho de que me asustara el hecho de que tuviera predilección por mí. Pero él debía saber que eso a mí no me importaba que es más me gustaba que se portara así conmigo. Deje que me llevara hasta la cama y cuando nos sentemos le cogí las manos.
-No me importa que tenga esa predilección hacia mí es mas… me gusta porque nadie me trata como usted. El hecho de que usted me trate de esa forma me hace sentir muy querida.
Dije con una sonrisa en mis labios como siempre, entonces me acerque a él y deje que mi cabeza reposara en su hombro. Con él todo era diferente la forma en la que nos tratábamos o mejor dicho de la que él me trataba, lo que hacíamos o simplemente como estábamos. Los hombres que venían conmigo a las habitaciones solo querían sexo y no se preocupaban de mi estado ni nada. Pero él no, él era diferente. Se preocupaba por mí, y eso me gustaba. Pero me recupere y separe mi cabeza de su hombro. Le bese la mejilla de nuevo y le mire a los ojos poniéndome un mechón de pelo que me caía sobre los ojos detrás de la oreja.
-Bueno… usted manda. Solo dígame que es lo que quiere y yo solo seré quien le satisfaga sus deseos.
Dije mirándole a los ojos con mis manos entre las suyas. Esperaba cualquier cosa de su parte una acción, unas palabras… cualquier cosa.
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Re: Permíteme verte una vez más, por favor. { Privado | Posible +18 }
Su sonrisa era implacable, la forma tan segura que se desplazaba por la habitación, las libertades que se tomaba para tocarle cuando él tenía miedo incluso de respirar su propio aire por miedo a incomodarle, le hacía sentir casi patético por sus precauciones propias y auto impuestas. Su trato con personas no era escasa, contra el pensar general de su actitud más fría y distante, sabía tratar a los humanos y demás especies si es que ellos se lo merecían, claro, incluso seguro de si mismo era. Entonces, ¿Cuál era el motivo de su extremo cuidado para con la cortesana? Obvio, eso mismo, su condición. Nunca quería quedan como el resto de los clientes que la usaban para sus deseos carnales y nada más que eso, en el fondo era una persona de carne y hueso, con anhelos y sentimientos a veces más vividos y valores más forjados que muchos seres vivientes que había conocido a lo largo de su vida, es por ello que todo estaba planeado, cada movimiento, pensar, palabra y caricia. Todo. Llevó una de sus manos a la nuca de la muchacha cuando ésta se apoyó en su hombro, acarició así sus finas hebras largas que caían por su espalda y las peinaba, usando aquellas como excusa para tocar sus hombros una vez seguía la trayectoria de su cabello sobre el mismo, eran sin dudas tan distintos entre si, partiendo por su raza, rasgos faciales ya que en los suyos predominaban su orientalidad mientras que ella totalmente occidental se presentaba.
− Aun así, me disculpo por cualquier incomodidad o mal momento que le pueda llegar a causar −tercamente reafirmó, sus cuerpos estaban tan próximos entre si que no tuvo necesidad de hablar más que en un murmullo medido, también así cuidando el no romper la magia y ambiente íntimo que se había formado abruptamente. Le parecía sorprendente que la joven tuviera tanta confianza con un sujeto que ni siquiera su nombre conocía, caso en el que mismo se hallaba. Muchas veces había tenido la curiosidad y ganas de saber su nombre, su edad, de dónde venía, qué cosas le gustaban o bien, el porqué de terminar en un trabajo como aquel; pero, nuevamente, ese miedo a encapricharse aun más se asomaba y dominaba su poco ortodoxo pensar. La miró y escuchó con atención, que la chica fuera tan abierta a hablar y de mente sin duda que facilitaba su labor de entablar una conversación, sin juzgar y sólo desenvolverse en la cálida atmósfera que la castaña joven que daba.
Bajó un segundo su mirada a sus manos unidas y pensó, tenía tan sólo media hora para con la chica, su dinero no le había alcanza para más tiempo y no contaba con más en al menos una semana próxima para si quiera ampliar ese lapso de tiempo. Habían tantas cosas que deseaba hacer, tanto carnales como una simple plática que no sabía por dónde comenzar.− Tan sólo me han otorgado media hora a su lado, tengo que saber aprovecharlo −dijo él con soltura, elevando su cara mirada a la dulce de la joven.− Pero no quiero que ésto se convierta en un encuentro casual más, quiero que usted también disfrute cada momento que pase en mi compañía sin arrepentirse de nada −más que sentenciar, pidió, uno de sus mayores objetivos era satisfacer a la cortesana tanto o más como ella pudiera satisfacerle.
Elevó una de sus manos hasta el rostro de la chica, tomando así los salvajes y libres mechones de su cabello que llevó tras su oreja y dejó depositados allí con el fin de tener una vista amplia y libre a sus ojos, la deseaba, no como un objeto sexual, la deseaba como mujer, su compañía, su cuerpo, su voz, todo, quería su voz gimiendo por él pero así también hablándole y riendo de algo estúpido que saliera de sus labios, que seguramente no tardaría en pasar. Inclinó su torso hacia ella y, con suma suavidad, tomó sus carnosos labios en un beso profundo pero por demás delicado, una textura como los de ellas, tintados con un labial insípido, creaban un perfecto roce con los delgados suyos que ahora sólo deseaban caricias. La mano que había estado en su mejilla se bajó pro su mandíbula, hasta llegar a su cuello y tomarla de allí para una mayor proximidad y roces entre sus bocas y cuerpos. ¿Debía abrazarla? No lo sabía, pero no podía actuar como un primerizo en situaciones así, había hecho con la mujer cosas peores que un simple vínculo de brazos.
− Aun así, me disculpo por cualquier incomodidad o mal momento que le pueda llegar a causar −tercamente reafirmó, sus cuerpos estaban tan próximos entre si que no tuvo necesidad de hablar más que en un murmullo medido, también así cuidando el no romper la magia y ambiente íntimo que se había formado abruptamente. Le parecía sorprendente que la joven tuviera tanta confianza con un sujeto que ni siquiera su nombre conocía, caso en el que mismo se hallaba. Muchas veces había tenido la curiosidad y ganas de saber su nombre, su edad, de dónde venía, qué cosas le gustaban o bien, el porqué de terminar en un trabajo como aquel; pero, nuevamente, ese miedo a encapricharse aun más se asomaba y dominaba su poco ortodoxo pensar. La miró y escuchó con atención, que la chica fuera tan abierta a hablar y de mente sin duda que facilitaba su labor de entablar una conversación, sin juzgar y sólo desenvolverse en la cálida atmósfera que la castaña joven que daba.
Bajó un segundo su mirada a sus manos unidas y pensó, tenía tan sólo media hora para con la chica, su dinero no le había alcanza para más tiempo y no contaba con más en al menos una semana próxima para si quiera ampliar ese lapso de tiempo. Habían tantas cosas que deseaba hacer, tanto carnales como una simple plática que no sabía por dónde comenzar.− Tan sólo me han otorgado media hora a su lado, tengo que saber aprovecharlo −dijo él con soltura, elevando su cara mirada a la dulce de la joven.− Pero no quiero que ésto se convierta en un encuentro casual más, quiero que usted también disfrute cada momento que pase en mi compañía sin arrepentirse de nada −más que sentenciar, pidió, uno de sus mayores objetivos era satisfacer a la cortesana tanto o más como ella pudiera satisfacerle.
Elevó una de sus manos hasta el rostro de la chica, tomando así los salvajes y libres mechones de su cabello que llevó tras su oreja y dejó depositados allí con el fin de tener una vista amplia y libre a sus ojos, la deseaba, no como un objeto sexual, la deseaba como mujer, su compañía, su cuerpo, su voz, todo, quería su voz gimiendo por él pero así también hablándole y riendo de algo estúpido que saliera de sus labios, que seguramente no tardaría en pasar. Inclinó su torso hacia ella y, con suma suavidad, tomó sus carnosos labios en un beso profundo pero por demás delicado, una textura como los de ellas, tintados con un labial insípido, creaban un perfecto roce con los delgados suyos que ahora sólo deseaban caricias. La mano que había estado en su mejilla se bajó pro su mandíbula, hasta llegar a su cuello y tomarla de allí para una mayor proximidad y roces entre sus bocas y cuerpos. ¿Debía abrazarla? No lo sabía, pero no podía actuar como un primerizo en situaciones así, había hecho con la mujer cosas peores que un simple vínculo de brazos.
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Re: Permíteme verte una vez más, por favor. { Privado | Posible +18 }
Sentía como sus manos tocaban el cabello que reposaba sobre mi espalda mientras yo dejaba descansar mi cabeza en su hombro, muchas personas discriminaban a los orientales como mi cliente. Pero para mí, eran unos rasgos preciosos y veía en los orientales una belleza que no se observaba en los occidentales. Pero era una de las cosas que más me gustaban de él, poder ver aquellos rasgos cuando me miraba, me sonreía, se reía… cuando todo. Me gustaba estar con él, la verdad es que cambiaria muchas clientes que tenia por él. Ojala lo pudiera hacer, ojala siempre que necesitaba a alguien como él lo tuviera allí para ayudarme. Pero eso era imposible aunque que eso pasara me gustaría más que nada en el mundo. Sonreí cuando el se disculpaba me gustaba tanto el modo en el que me trataba, como si fuera la porcelana más frágil del mundo, como si con un simple roce pudiera romperme. Ojala todos los hombres fueran como él. Sonreí y subí mi mano a su rostro de nuevo apoyándola en su mejilla. Acariciándole toda la mejilla con mis finos dedos.
-Ojala todos los hombres fueran como tú, eres único y solo puedo decir. Gracias por elegirme a mí.
Dije besando su mejilla con ternura, era la verdad. Él podía haber elegido a otra chica o la podía elegir cuando yo estaba ocupada pero no, él siempre me esperaba a mí y eso me gustaba. Sus palabras me gustaron, era único. Hacía que me sintiera bien con tan solo unas palabras, quería que yo también disfrutara cuando la mayoría de los hombres eso les daba igual… ¿Dónde había estado él toda mi vida? Pero la verdad agradecía que hubiera aparecido ahora. Le mire a los ojos en todo momento, sus labios sobre los míos me hicieron cerrar los ojos. Le empecé a besar yo también, mis suaves y pequeños brazos se alzaron y se posaron en el cuello de él acercándome más a su cuerpo y que nuestros labios se unieran mas creando entre ambos algo que no se podía describir. No parecía que tuviéramos intención de separarnos y en verdad si pudiera alargar su estancia aquí conmigo lo haría. Daria lo que fuera por hacerlo, en aquel momento perdí el equilibrio cayendo a la cama ambos. Por la sorpresa nuestros labios se separaron y cuando fueron nuestros ojos los que se encontraron solo pude reír suavemente y le mire de nuevo.
-Lo siento, he perdido el equilibrio pero… me gusta que estés aquí conmigo.
Dije sonriendo y volviendo a abrazarle esta vez estirados en la cama, admito que a veces soñaba con verle fuera del burdel. Conocerle más, saber su nombre, de que trabajaba, porque me había elegido a mí, bueno miles de cosas. Esperaba poder verle alguna vez, sería capaz de averiguar dónde estaba solo para verle. Me gustaba muchísimo estar con él. Le mire a los ojos sonriendo roce de nuevos sus labios con los míos, disfrutando de aquel toque que me encantaba esperando que hiciera el próximo movimiento.
-Ojala todos los hombres fueran como tú, eres único y solo puedo decir. Gracias por elegirme a mí.
Dije besando su mejilla con ternura, era la verdad. Él podía haber elegido a otra chica o la podía elegir cuando yo estaba ocupada pero no, él siempre me esperaba a mí y eso me gustaba. Sus palabras me gustaron, era único. Hacía que me sintiera bien con tan solo unas palabras, quería que yo también disfrutara cuando la mayoría de los hombres eso les daba igual… ¿Dónde había estado él toda mi vida? Pero la verdad agradecía que hubiera aparecido ahora. Le mire a los ojos en todo momento, sus labios sobre los míos me hicieron cerrar los ojos. Le empecé a besar yo también, mis suaves y pequeños brazos se alzaron y se posaron en el cuello de él acercándome más a su cuerpo y que nuestros labios se unieran mas creando entre ambos algo que no se podía describir. No parecía que tuviéramos intención de separarnos y en verdad si pudiera alargar su estancia aquí conmigo lo haría. Daria lo que fuera por hacerlo, en aquel momento perdí el equilibrio cayendo a la cama ambos. Por la sorpresa nuestros labios se separaron y cuando fueron nuestros ojos los que se encontraron solo pude reír suavemente y le mire de nuevo.
-Lo siento, he perdido el equilibrio pero… me gusta que estés aquí conmigo.
Dije sonriendo y volviendo a abrazarle esta vez estirados en la cama, admito que a veces soñaba con verle fuera del burdel. Conocerle más, saber su nombre, de que trabajaba, porque me había elegido a mí, bueno miles de cosas. Esperaba poder verle alguna vez, sería capaz de averiguar dónde estaba solo para verle. Me gustaba muchísimo estar con él. Le mire a los ojos sonriendo roce de nuevos sus labios con los míos, disfrutando de aquel toque que me encantaba esperando que hiciera el próximo movimiento.
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Re: Permíteme verte una vez más, por favor. { Privado | Posible +18 }
Off: Se me hizo el mes, de verdad siento muchísimo la tardanza.. No sé por qué la respuesta me costó tanto formarla.
La contestación a su beso le dio esa seguridad que por breves momentos le había abandonado, pero que ahora podía alcanzar y dejarla donde estaba en su cabeza para actuar con mayor naturalidad. Parecía ser algo común, esa inseguridad y lo precavido que actuaba siempre en los primeros minutos que compartía con la joven, ya avanzando la velada era cuando podía soltarse y mostrar una actitud más cercana, dentro de lo posible ciertamente como podría llevarse en un lugar y actos como los que se cometían allí. Así, sus brazos pasaron por la delgada silueta de la joven cuando llegó el abrazo de su parte, claro así obteniendo una mayor cercanía de sus cuerpos entre sí y una profundización aún mayor a lo entrelazado de sus labios. Esa textura, que el diablo mismo lo torture con lo que sea, menos con la privación del néctar que presentaba ser esa boca, esos labios, el contraste de sabores en sus salivas y hasta en la superficie de sus lenguas; todos, entrelazados entre sí para la vivaz y suave danza que efectuaban a la perfección como un antiguo reconocimiento.
Desgracia fue la suya al perder la unión, pero a cambio recibió la risa de la joven, que si bien no pudo responder con una propia por los escasas que éstas son, fue satisfactorio, otra parte de ella que le encantaba: su humor, su sonrisa, su sentido del humor, su ternura. ¿Quién podía ser tan cruel para corromper a un ser tan hermoso en un trabajo, si es que se le puede llamar así, tan corrupto como lo era éste? Por más que lo debatía no lo concebía, pero justificar aquello sería actuar con el mayor de los cinismos al ser él uno de los que disfrutan de ese empleo, ya que, sin él, jamás se habrían conocido en primer instancia. Sus palabras eran halagadoras, tentativas, con una inocencia casi hasta tentadura y sucia, un juego de roles extremadamente bien efectuado por ella y que Giori, ni tonto ni perezoso, seguía al pie de la letra.- Espero esté enterada, que el sentimiento es mutuo -aclaró poco antes que sus labios volviesen a enfrentarse en una unión más apasionada que la anterior. Al ya haberse saludado e invitado a compartir, sus bocas y lengua no escatimaban más tantear el terreno y comenzar por lo básico, el toque pasional y muchas veces visto de manera morbosa de sus lenguas.
La tentación eran demasiada para hacer como si nada pasara, tener su cuerpo de esa manera tan próxima a él, encima de ella y ayudado por la cama para que la gravedad hiciese el resto en cuanto al roce que sus anatomías sufriesen, podía despertar hasta al más lento. Por la caída, el vestido de la joven se elevó, lo suficiente al menos para que Giori pudiese acariciar el inicio de sus piernas e ir subiendo por debajo de la prenda, sin levantarla, tenía miedo que alguien más la viese estando con él, tenía la envidia cegada de que otra persona disfrutase de un cuerpo que si bien no le pertenecía por completo, ahora acaparaba sólo para su vista y paciencia. Es por eso que sólo se veía el bulto que su mano representaba bajo la falda en lo que se movía y llegaba hasta su muslo, la suave y tersa piel de su muslo, que fue de inmediato reconocida y tocada con la yema de sus dedos, mientras que sus labios se apartaban de la fuente vital de las gruesa boca para descender por su mandíbula, seguir por mentón y finalmente acabar por su cuello, un recorrido que si bien lento, no estuvo exento de un saludo de su lengua y marcas que la succión de sus labios dejaban a su paso en puntos estratégicos.
- Disfrútalo, por favor... lo único que yo deseo es que disfrutes el segundo como el último -su voz fue clara, aunque sus palabras estuviesen intercaladas con las acciones de su boca. Eso era lo esencial, estaba consciente que muchos de los cortesanos y cortesanas que vendía su tiempo y cuerpo a cuanto majadero zángano puede costearlo no recibían ni la mitad del placer que los desconsiderados clientes exigían por ley, anteponiendo la satisfacción propia, realmente figurando lo literal que puede llegar a ser una herramienta de placer. Pero, Giori no era así ni por error, disfrutar sólo él mientras que el otro con suerte puede sentir un cosquilleo, eso no es placer por ningún lado que lo mires.
La contestación a su beso le dio esa seguridad que por breves momentos le había abandonado, pero que ahora podía alcanzar y dejarla donde estaba en su cabeza para actuar con mayor naturalidad. Parecía ser algo común, esa inseguridad y lo precavido que actuaba siempre en los primeros minutos que compartía con la joven, ya avanzando la velada era cuando podía soltarse y mostrar una actitud más cercana, dentro de lo posible ciertamente como podría llevarse en un lugar y actos como los que se cometían allí. Así, sus brazos pasaron por la delgada silueta de la joven cuando llegó el abrazo de su parte, claro así obteniendo una mayor cercanía de sus cuerpos entre sí y una profundización aún mayor a lo entrelazado de sus labios. Esa textura, que el diablo mismo lo torture con lo que sea, menos con la privación del néctar que presentaba ser esa boca, esos labios, el contraste de sabores en sus salivas y hasta en la superficie de sus lenguas; todos, entrelazados entre sí para la vivaz y suave danza que efectuaban a la perfección como un antiguo reconocimiento.
Desgracia fue la suya al perder la unión, pero a cambio recibió la risa de la joven, que si bien no pudo responder con una propia por los escasas que éstas son, fue satisfactorio, otra parte de ella que le encantaba: su humor, su sonrisa, su sentido del humor, su ternura. ¿Quién podía ser tan cruel para corromper a un ser tan hermoso en un trabajo, si es que se le puede llamar así, tan corrupto como lo era éste? Por más que lo debatía no lo concebía, pero justificar aquello sería actuar con el mayor de los cinismos al ser él uno de los que disfrutan de ese empleo, ya que, sin él, jamás se habrían conocido en primer instancia. Sus palabras eran halagadoras, tentativas, con una inocencia casi hasta tentadura y sucia, un juego de roles extremadamente bien efectuado por ella y que Giori, ni tonto ni perezoso, seguía al pie de la letra.- Espero esté enterada, que el sentimiento es mutuo -aclaró poco antes que sus labios volviesen a enfrentarse en una unión más apasionada que la anterior. Al ya haberse saludado e invitado a compartir, sus bocas y lengua no escatimaban más tantear el terreno y comenzar por lo básico, el toque pasional y muchas veces visto de manera morbosa de sus lenguas.
La tentación eran demasiada para hacer como si nada pasara, tener su cuerpo de esa manera tan próxima a él, encima de ella y ayudado por la cama para que la gravedad hiciese el resto en cuanto al roce que sus anatomías sufriesen, podía despertar hasta al más lento. Por la caída, el vestido de la joven se elevó, lo suficiente al menos para que Giori pudiese acariciar el inicio de sus piernas e ir subiendo por debajo de la prenda, sin levantarla, tenía miedo que alguien más la viese estando con él, tenía la envidia cegada de que otra persona disfrutase de un cuerpo que si bien no le pertenecía por completo, ahora acaparaba sólo para su vista y paciencia. Es por eso que sólo se veía el bulto que su mano representaba bajo la falda en lo que se movía y llegaba hasta su muslo, la suave y tersa piel de su muslo, que fue de inmediato reconocida y tocada con la yema de sus dedos, mientras que sus labios se apartaban de la fuente vital de las gruesa boca para descender por su mandíbula, seguir por mentón y finalmente acabar por su cuello, un recorrido que si bien lento, no estuvo exento de un saludo de su lengua y marcas que la succión de sus labios dejaban a su paso en puntos estratégicos.
- Disfrútalo, por favor... lo único que yo deseo es que disfrutes el segundo como el último -su voz fue clara, aunque sus palabras estuviesen intercaladas con las acciones de su boca. Eso era lo esencial, estaba consciente que muchos de los cortesanos y cortesanas que vendía su tiempo y cuerpo a cuanto majadero zángano puede costearlo no recibían ni la mitad del placer que los desconsiderados clientes exigían por ley, anteponiendo la satisfacción propia, realmente figurando lo literal que puede llegar a ser una herramienta de placer. Pero, Giori no era así ni por error, disfrutar sólo él mientras que el otro con suerte puede sentir un cosquilleo, eso no es placer por ningún lado que lo mires.
Giori Dubon- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 31/07/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Permíteme verte una vez más, por favor. { Privado | Posible +18 }
OFF: No pasa nada, a veces ocurre que no podemos responder cuanto nos gustaría yo también pido perdón por mi tardanza.
Sus brazos habían abrazado mi pequeño cuerpo, me sentía como una pequeña y débil muchacha en sus brazos. Nada más lejos de la realidad, pero en realidad había aprendido a valerme por mi misma. Sonreí cuando me dijo que el sentimiento era mutuo, lo sabía, bien lo sabía. Nuestros labios volvieron a unirse, de forma pasional pero a la vez dulce. No de forma salvaje, solo de una forma especial. Que pocas personas podrían presumir de haber sentido, nuestros labios parecían estar hechos a la medida correcta para que se besaran. Encajaban perfectamente como dos piezas de un puzle.
Pero sentí su suave mano, empezar a subir por mi pierna, me gustaba sentirle. Él era muy diferente a los hombres que solían venir a los burdeles. Se preocupaba de que yo también sintiera la pasión, de que disfrutara como él lo iba a hacer. Eso me hacía sentirme bien, de que alguien se preocupara porque me sintiera bien. Era algo que muchas personas no hacían, pero él sí. Sus palabras hicieron que todo lo que había reprimido, saliera como si le hubieran abierto una puerta. Sus labios en mi cuello y su mano en mi muslo me hicieron suspirar. De forma que él viera que con un simple gesto me estaba haciendo sentir bien.
-Yo también quiero haberte disfrutar.
Dije mientras mis manos subían a su pecho cubierto por la camisa. Sentía su piel a través de la camisa, a través de aquella prenda tan fina. Por lo que mis manos, ya expertas a pesar de mi joven edad. Empezaron a desabrochar, aquella prenda que ocultaba su pecho, mientras sentía como su pecho se iba dejando ver los dedos paseaban por allí. Con delicadeza, con cuidado… Ahora no quería estropear aquel momento en que ambos estábamos tan bien.
Sus brazos habían abrazado mi pequeño cuerpo, me sentía como una pequeña y débil muchacha en sus brazos. Nada más lejos de la realidad, pero en realidad había aprendido a valerme por mi misma. Sonreí cuando me dijo que el sentimiento era mutuo, lo sabía, bien lo sabía. Nuestros labios volvieron a unirse, de forma pasional pero a la vez dulce. No de forma salvaje, solo de una forma especial. Que pocas personas podrían presumir de haber sentido, nuestros labios parecían estar hechos a la medida correcta para que se besaran. Encajaban perfectamente como dos piezas de un puzle.
Pero sentí su suave mano, empezar a subir por mi pierna, me gustaba sentirle. Él era muy diferente a los hombres que solían venir a los burdeles. Se preocupaba de que yo también sintiera la pasión, de que disfrutara como él lo iba a hacer. Eso me hacía sentirme bien, de que alguien se preocupara porque me sintiera bien. Era algo que muchas personas no hacían, pero él sí. Sus palabras hicieron que todo lo que había reprimido, saliera como si le hubieran abierto una puerta. Sus labios en mi cuello y su mano en mi muslo me hicieron suspirar. De forma que él viera que con un simple gesto me estaba haciendo sentir bien.
-Yo también quiero haberte disfrutar.
Dije mientras mis manos subían a su pecho cubierto por la camisa. Sentía su piel a través de la camisa, a través de aquella prenda tan fina. Por lo que mis manos, ya expertas a pesar de mi joven edad. Empezaron a desabrochar, aquella prenda que ocultaba su pecho, mientras sentía como su pecho se iba dejando ver los dedos paseaban por allí. Con delicadeza, con cuidado… Ahora no quería estropear aquel momento en que ambos estábamos tan bien.
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