Extrañé verte [Privado]

El lugar se abarrotaba más a cada minuto, y cada minuto parecían mil años más sin aquellos delgados y deliciosos brazos que me rodearan y me bañaran en su placentero perfume. La verdad era que la espera me desesperaba, era mi propia culpa por adelantarme a los sucesos quería llegar temprano y deslumbrar mi vista con cada simple detalle de aquella noche que pudiera hacer de aquel recuerdo, un recuerdo maravilloso pero la triste vista no era buena. El puerto estando aún en un buen lugar, decente, tenía aún la vista de trabajadores y sirvientes y gente de mal vivir, el lugar también debía servir para la pesca obviamente y de solo tratar de sentir alguna especie de aroma se infiltraba aquel olor incómodo de la inmundicia que podía vivir ahí, molestaba. Todo parecía empeorarlo, pero pronto todo pasó a ser completamente diferente, algunas personas más llegaron y otras se levantaron, como si algo les pusiera de buen humor y no faltó mucho para entender el porqué de tal cambio repentino.

El mejor de los barcos que había visto hasta entonces aquel día arribaba, era hermoso y aún más sabiendo que traía lo que ansiaba y necesitaba. Pasaron minutos para que todo se calmara, había gente llorando y riendo de felicidad, yo ...yo solo me destinaba a esperar con mis brazos abiertos esperando a aquella mujer que me robaba suspiros. Buscaba su hermosa y espesa cabellera dorada, su piel hermosa y perfecta como tallada de mármol pero hecha del diamante más fino; todo lo bello me recordaba a ella y cuando finalmente llegó a mis brazos no pude descargar mi amor y alegría frente a tantas personas. Quería estrecharla contra mi cuerpo y si fuera posible poder escondernos en cualquier cuarto de quinta para volverlo nuestro nicho de amor, pero no todo era posible en el mundo, ni siquiera para los más ricos.

Escuché su voz después de un largo rato, me sorprendió pues no recordaba que tan melodiosa y magnífica podía ser, sonreía entusiasmada como si viera las estrellas por primera vez en mi vida en sus ojos y moví la cabeza, de arriba hacia abajo afirmando y sin palabras. La estreché contra mi cuerpo, rodeé su espalda con mis brazos ya que no podía tomarla de la cintura, acomodé mi rostro , inhalando el aroma que emanaba de su cuerpo. -Te extrañé Chanel ....te extrañé querida. -le dije ahí mismo, en voz baja, con tanta gente rodeada en abrazos y saludos y llantos sería imposible que me hayan escuchado, y me importaba poco ahora que la tenía pegada a mí. -Tenía tantas ganas de verte, y la espera se me hizo demasiado larga. -dije mientras me separaba de ella solo esperando llegar a casa para juntarnos de nuevo. Veía como los ayudantes bajaban todos los equipajes, definitivamente nos quedaríamos en la hermosa París por varios años. -No escatimaste en gastos ¿Verdad? -le dije, riendo.

Suspiré, y mandé a que sus equipajes fueran guardados en el carruaje como se pudiera, no me importaba nada por mucho, probablemente nos quedaríamos caminando por el lugar, dejaría que el carruaje nos abandonara en ese lugar si era por estar con ella a solas. Podíamos alimentarnos de algunas chicas que pasaran por ahí y abandonar nuestros finos vestidos por aquellos ropajes que usaban las que vivían por esos lares, y así poder disfrutar de lo que fuera que nos deparara la ciudad y sus habitantes. -¿Qué quieres hacer? Pide lo que desees, iremos a donde tú quieras. -le dije emocionada mirando la ciudad, tratando de ver el lado bueno del puerto. -No he podido disfrutar mucho sin tu presencia. -admití, hablando demasiado y sin pensar.

Tu amor me envenena, pero aún así… lo necesito para vivir.



-Un palacio grande para dos princesas…- Sonreí mientras entrecerraba mis ojos un solo instante. Era impresionante cómo las cosas cambian en cuestión de segundos, el tiempo que estuve lejos de ella se me hizo eterno, más largo de lo que fue en realidad, pero ahora que volvía a estar junto a ella las cosas eran tan iguales que siempre, que cualquiera diría que nunca nos separamos la una de la otra -Confío en ti, sé que nuestro nuevo hogar será tan majestuoso como todo lo que eliges. Por eso mismo yo también me he tomado mi tiempo para comprar cosas que se adecuen a tu persona-

Percibí aquella pícara sonrisa que se escapó de sus labios para cundo yo solté uno de mis insinuantes comentarios, me gustaba hacerlo a todo momento, pero era más divertido en situaciones como esas, cuando estábamos a la vista de todo mundo y no podía guardar las apariencias solo cerrando una puerta. Como respuesta a ello solo mordí mi labio inferior de manera un poco provocativa, no quería acalorarme más de la cuenta, además, debía guardar también un poco de energía para aquella gran ciudad.

-Tomaré tu palabra…- Apreté aquella mano que acariciaba mi rostro, y luego le miré de una manera fija y penetrante, quería dejarle el mensaje claro, pero sobre todo, quería que supiese que hablaba muy en serio –Ya lo sabes… Me perteneces- Sonreí de manera infantil solo para restarle peso a las palabras que había dicho, luego hice el papel de buena visitante y estuve atenta a cada palabra de mi anfitriona, después de todo era ella quien mejor conocía la ciudad. Me arrastró hacía un lugar poco agradable para los humanos corrientes y supuse más o menos lo que ella tenía en mente, aunque la misma Amethys me aclaró todo a los pocos segundos.

-Yo también necesito saciar mi sed… aunque… pretendía hacerlo con un plato más exquisito- Sonreí para mí misma, acomodando un poco mi traje el cual sobresalía y desencajaba completamente con aquel lugar. Presas fáciles, sí, para ese momento esa era una muy buena idea, así antes de que acabase la noche tendrían mucho más tiempo para ellas. Alargué un poco más aquel beso que ella dejaba sobre mis labios, mientras y muy lentamente fui aferrando mis manos a las suyas –Claro que lo disfrutaremos… Como siempre lo hacemos- Mostré un poco más mis colmillos y volví a besarle, pero de una manera un poco más frenética, tenía muchas ganas de comérmela a besos que aquel pequeño pasabocas que ella me había dado me había quedado corto –Bien, hermanita… Volvamos a nuestras viejas andanzas-

Spoiler:

Sentía ya la conexión, me sentía acalorada como si una serie de explosión de sentimientos brotara en mi cuerpo, disfrutaba estar al lado de ella y sentir su aroma y respirar el aire que la rodeaba aunque no me fuera del todo necesario. Mantenía mi mirada fija en ella mientras tenía mi mano en su mejilla, pero pronto la solté con rapidez puesto que nos podía ver cualquier persona que pasara y no quería saber que clase de idea se podría estar haciendo en su mente, no necesitaba ningún chisme sobre mi vida con mi querida Chanel. Pude ver su sonrisa de niña, intentando aparentar que era solo una tontería lo que decía, pero podía ver más allá de algunas simples expresiones, sabía que era realmente algo que me decía pero no debían tener un peso suficiente en la vida real.

Escuché atentamente lo que me decía, -Disfrutaremos esto, te lo aseguro. -le dije y tomé su mano, -He visitado este lugar un par de veces antes de que llegaras, la gente por aquí es más ..."amistosa", por las noches se acercan a ti pensando que eres un ángel. -terminé mi oración con una fuerte risotada angelical, puesto que me trajo algunos recuerdos sobre viejas bolsas de sangre, bastante apetecibles y que habían servido mucho en mi alimentación. -Además, solo necesitaremos un par de disfraces, que no serán difíciles de encontrar por aquí -podríamos robárselo a cualquier mujer que caminara por ahí, de seguro habría alguna que fuera de nuestra misma talla, eso sería lo de menos. Estaba emocionada, sabía que me divertiría mucho más de caza estando Chanel a mi lado.

"Nuestras viejas andanzas" ...me gustaba como sonaba, habíamos vivido de esa manera por tanto tiempo, mucho más de lo que un humano esperaría, sonreí -Claro que sí, como en los viejos tiempos.- Corrí velozmente, siendo casi una sombra para la vista humana, me aseguré de que ella vaya detrás mío y visualicé un buen alimento, una señora y sus dos hijos, estaban en un callejón, tenía salida pero eran los únicos ahí y aún si gritaran sería difícil escucharlos, atacaría con rapidez para evitar el dolor. Hablé sigilosamente, casi en un susurro para que solo Chanel pudiera escucharme -Atacaré a los niños , te dejo a la madre... ¿quieres?-le pregunté, tratando de ser "amable".

Vi su sonrisa inocente, placenteramente exquisita, me recordaba a la niña que vi tanto tiempo atrás y que me fascinó por su belleza y forma de ser, y mirarla ahora me hacía pensar lo mucho que había cambiado, era ahora toda una mujer, perfecta y mía. Observé como dejaba a la mujer inconsciente, mientras yo terminaba con los tres niños más pequeños, en cierta parte agradecía que estos humanos se reproducían como conejos, me daba más alimento y me satisfacía y divertía. -Claro ...creo que iré por la otra. -Dije refiriéndome a una chica que había escapado, parecía ser amiga de la madre pues aparentaba casi su edad, unos veinte y tantos años.

La atrapé doblando la esquina, fue una presa fácil. La pobre tenía tanto miedo que ni hablar podía, solo balbuceaba a gritos. Me irritaba un poco pero eso era parte del juego, la miré con una sonrisa macabra y terminé con ella tan pronto como pude. Para cuando volví al lado de Chanel ya estaba cambiada, y la oscura noche nos hacía compañía. Sería casi las nueve, pronto todo estaría desierto y sería solo nuestro antojo lo que decida que pasaría después. Había terminado ya con los niños y por lo visto ella también se había cambiado ya. -Fue una lástima no verte sin ropa... -le dije riendo, acercándome más a ella, la tomé de la mano y corrí mientras ella seguía mi paso.

Tenía ganas de subir por los techos, treparme por todas partes, salir por algún lugar sin preocupaciones ni personas diciendo o pensando que está bien y qué está mal, quería terminar desnuda a su lado aquella mañana. -¿Qué quieres hacer primero querida? -dije estando a su lado, solté su mano y posicioné la mía en su cintura, probablemente nadie nos vería ya, no a estas horas y si lo hacían verían las consecuencias. Teníamos prácticamente toda París y el mundo para nosotras, aunque claro con algunas excepciones puesto que todos los vampiros salían a aquella hora o lo harían pronto, pero no teníamos problema con ello. La noche era para nosotras, nos alegraba, nos divertía y nos protegía del qué dirán de los demás estúpidos humanos.