AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Me voy a dar a la bebida.
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Me voy a dar a la bebida.
Recuerdo del primer mensaje :
Esa noche salí a pasear con una de mis libretas de cuero bajo el brazo.
Llevaba muchas noches pensando es una frase, una idea, quería escribir pero no había nada. La chispa de la inspiración no llegaba ni llegaba. Ni siquiera se asomaba para decirme:
- buenos días! Hoy tienes peor aspecto que ayer!
Nada…ni siquiera las musas parecían querer burlarse de mí.
Mis pasos comenzaron a apresurarse mientras caminaba cada vez más rabioso conduciéndome hasta el puerto de la ciudad.
Deseaba contemplar el mar, quizás inconscientemente pensando que me daría alguna idea.
Camine por el lugar sintiendo poco a poco el aroma salado de las aguas.
Me quede en el muelle mirando el mar con el ceño fruncido. Yo que normalmente era una persona de buen humor ahora estaba rabiando en soledad porque mi cabeza parecía no querer despertar de su sueño…
Un vagabundo se acerco hacia mi sin decir nada, quizás también buscando alguna cosa en aquella fresca noche.
Se quedo a mi lado en silencio. Le mire ceñudo, no por él, yo seguía con mis pensamientos ajeno al mundo, pero al cabo de un rato me comence a intrigar.
Porque aquel hombre no decía nada?
-Quiere dinero? Desea dinero?? Le dije mientras al pobre hombre que me miraba algo asustado.
-Porque no dice nada?? Es eso lo que quiere verdad? me acerque hacia él.
-Tenga. dije metiendo mis manos en todos mis bolsillos, el los interiores, en los exteriores, en los del abrigo, la chaqueta, el pantalón…
-Tome, quédeselo todo! Dije pasándole unos cuantos billetes arrugados, mientras el hombre observaba con los ojos como platos como sus manos comenzaban a llenarse de dinero sin que hubiese abierto la boca en ningún momento.
Al vaciarlos por completo tome al buen hombre por los hombros.
-Sabe mi amigo? Puede tener mucho dinero, puede tener una gran casa y siervos que le laven la ropa y le den una cena caliente…pero cuando usted necesite que alguien le pregunte como ha ido su noche, o cuando necesite que alguien le ayude en algo, o cuando simplemente necesite que alguien le dé una idea o una pista o la primera frase de un relato, no habrá nadie! Porque el dinero no compra esas cosas mi buen amigo. Así que aproveche! Disfrute cuanto pueda hasta que se dé cuenta de que esto no es más que papel!
El hombrecillo me miro asustado sin entender qué diantres era lo que yo le decía.
Se giro y se fue trotando lo más rápido que sus piernas le dejaban alejándose de mi mientras yo le despedía con el brazo
-Que pase usted una buena noooocheee!!! Grite mientras le observaba alejándose. Definitivamente desvariaba y lo peor de todo es que no me importaba…pero al menos me sentía mejor.
Al verle desaparecer baje el brazo. Me mordí los labios reflexionando en lo que acaba de hacer y al cabo de unos segundos solté una sonora carcajada en el vacio muelle.
Le acababa de dar a aquel hombre todo lo que llevaba encima y más encima parecía que le había dado un susto de muerte…
Me apoye en un pilar de metal, creo que era uno de aquellos en los que se dejaban las cuerdas, no lo tenía claro, pero que mas daba? Parecía que no había nadie cerca a quien le molestase. O al menos eso me parecía a mí a simple vista.
Ni siquiera sabía muy bien porque me había dirigido hasta el puerto, aunque siempre que algo me rondaba la cabeza terminaba frente al mar. Supongo que las aguas eran de alguna forma algo hipnotizarte para mí.
Cuando viajaba por mar me pasaba largas horas observando las corrientes, como si tarde o temprano las aguas del oceano me fuesen a dejar descubrir alguno de sus secretos.
-Debería darme a la bebida…Pero ya ni siquiera tengo dinero para eso pensé en voz alta mientras repiqueteaba con los dedos en la libreta de cuero que tenia apoyada sobre las piernas...
Esa noche salí a pasear con una de mis libretas de cuero bajo el brazo.
Llevaba muchas noches pensando es una frase, una idea, quería escribir pero no había nada. La chispa de la inspiración no llegaba ni llegaba. Ni siquiera se asomaba para decirme:
- buenos días! Hoy tienes peor aspecto que ayer!
Nada…ni siquiera las musas parecían querer burlarse de mí.
Mis pasos comenzaron a apresurarse mientras caminaba cada vez más rabioso conduciéndome hasta el puerto de la ciudad.
Deseaba contemplar el mar, quizás inconscientemente pensando que me daría alguna idea.
Camine por el lugar sintiendo poco a poco el aroma salado de las aguas.
Me quede en el muelle mirando el mar con el ceño fruncido. Yo que normalmente era una persona de buen humor ahora estaba rabiando en soledad porque mi cabeza parecía no querer despertar de su sueño…
Un vagabundo se acerco hacia mi sin decir nada, quizás también buscando alguna cosa en aquella fresca noche.
Se quedo a mi lado en silencio. Le mire ceñudo, no por él, yo seguía con mis pensamientos ajeno al mundo, pero al cabo de un rato me comence a intrigar.
Porque aquel hombre no decía nada?
-Quiere dinero? Desea dinero?? Le dije mientras al pobre hombre que me miraba algo asustado.
-Porque no dice nada?? Es eso lo que quiere verdad? me acerque hacia él.
-Tenga. dije metiendo mis manos en todos mis bolsillos, el los interiores, en los exteriores, en los del abrigo, la chaqueta, el pantalón…
-Tome, quédeselo todo! Dije pasándole unos cuantos billetes arrugados, mientras el hombre observaba con los ojos como platos como sus manos comenzaban a llenarse de dinero sin que hubiese abierto la boca en ningún momento.
Al vaciarlos por completo tome al buen hombre por los hombros.
-Sabe mi amigo? Puede tener mucho dinero, puede tener una gran casa y siervos que le laven la ropa y le den una cena caliente…pero cuando usted necesite que alguien le pregunte como ha ido su noche, o cuando necesite que alguien le ayude en algo, o cuando simplemente necesite que alguien le dé una idea o una pista o la primera frase de un relato, no habrá nadie! Porque el dinero no compra esas cosas mi buen amigo. Así que aproveche! Disfrute cuanto pueda hasta que se dé cuenta de que esto no es más que papel!
El hombrecillo me miro asustado sin entender qué diantres era lo que yo le decía.
Se giro y se fue trotando lo más rápido que sus piernas le dejaban alejándose de mi mientras yo le despedía con el brazo
-Que pase usted una buena noooocheee!!! Grite mientras le observaba alejándose. Definitivamente desvariaba y lo peor de todo es que no me importaba…pero al menos me sentía mejor.
Al verle desaparecer baje el brazo. Me mordí los labios reflexionando en lo que acaba de hacer y al cabo de unos segundos solté una sonora carcajada en el vacio muelle.
Le acababa de dar a aquel hombre todo lo que llevaba encima y más encima parecía que le había dado un susto de muerte…
Me apoye en un pilar de metal, creo que era uno de aquellos en los que se dejaban las cuerdas, no lo tenía claro, pero que mas daba? Parecía que no había nadie cerca a quien le molestase. O al menos eso me parecía a mí a simple vista.
Ni siquiera sabía muy bien porque me había dirigido hasta el puerto, aunque siempre que algo me rondaba la cabeza terminaba frente al mar. Supongo que las aguas eran de alguna forma algo hipnotizarte para mí.
Cuando viajaba por mar me pasaba largas horas observando las corrientes, como si tarde o temprano las aguas del oceano me fuesen a dejar descubrir alguno de sus secretos.
-Debería darme a la bebida…Pero ya ni siquiera tengo dinero para eso pensé en voz alta mientras repiqueteaba con los dedos en la libreta de cuero que tenia apoyada sobre las piernas...
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Localización : Paseando por el techo de casa...
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Re: Me voy a dar a la bebida.
Empezaba a angustiarme la idea de que Zaire no quisiera irse…
Donde estaba Amel? Donde vagaba su alma?...La idea de no encontrarle más me atormentaba porque yo no podía hacer nada para hacerle volver.
Era extraño pero me sentía de alguna forma irresponsable, como si fuese mi culpa que él estuviese ahora “ausente”…Después de todo yo seguía viendo al niño, y no al gran brujo en que se había convertido. Supongo que el deseo de querer cuidarle nunca se iba a ir del todo… Tenía que empezar a hacerme a la idea…
Los otros espíritus seguían ahí poseyendo los otros cuerpos, y parecía que todo seguía su curso, mientras yo impaciente por naturaleza no sabía qué hacer. No podía permitir que aquel pequeño al que había conocido hacia más de cincuenta años, se fuese! A pesar de todos estos años en los que no nos habíamos visto yo le seguía teniendo más que aprecio. El era para mí como el hijo que siempre anhele tener, y Ahora…donde estaba ahora?
-No puedes irte…No ahora que te encontré pequeño…pensé mientras miraba a aquel hombre que había delante de mí. Pero de pronto, para mi sorpresa algo cambio en el cuerpo de Zaire, sus movimientos le hicieron comenzar a girar. Intente leer su mente y entonces le escuche como si su voz fuese un susurro lejano. Se despedía quizás? Trague saliva mientras me acercaba haciéndome paso entre los presentes.
Lo único que sabía es que en esta situación solo podía esperar…Y esperar era algo que no se me daba bien, pero si algo sabía con certeza es que de nada sirve intentar luchar contra lo invisible…Las fuerzas de la naturaleza, sagradas y poderosas mantenían sus secretos aun muy alejados de algunos humanos…y en mi caso, un inmortal…Un ser “sin alma” esto se me escapaba totalmente de las manos.
Fue entonces cuando su cuerpo cayó y aquella voz familiar y apagada, resonó débil, buscándome.
Me acerque veloz hacia él mientras uno de los presentes se apresuraba en poner la capa azul sobre los hombros de Amel. Los otros brujos seguían haciendo de las suyas, pero yo no podía prestarles atención.
-Amel?...Estas bien?...Tome su rostro y busque sus ojos, sonriendo cuando encontré ese brillo característico en él. Voy a..Mi frase quedó entre cortada. Mire hacia todos lados, pues quería sacarle de allí. Pero no sabía cómo hacerlo sin hacer que los brujos me lo impidiesen. Después de todo aquella celebración o ceremonia o ritual…no sabía bien ya lo que era, seguía su curso y seguramente aun no iba a finalizar. Segui buscando una salida, mientras pensaba en como hacer, pero antes de poder llegar a hacer nada, una mujer de unos cuarenta años, con su larga y ondulada melena negra se acerco dirigiéndose con gesto amable y maternal, además de la sonrisa enigmática que suelen tener todos los brujos.
Ella se acerco a nosotros, y acomodo la capa a Amel, que poco a poco intentaba reponerse mientras le ayudábamos a reincorporarse.
La bruja me miraba de reojo, y eso me preocupo.
-No te preocupes por tu…”padrino” comento en tono pícaro. Todo lo que ocurre aquí es totalmente normal en nuestro entorno, si empiezas a acompañarle ya lo iras viendo tu mismo hijo...
-Ahm…!?Ella saco un pañuelo blanco de su bolsillo y tomo mi mano sin darme tiempo a quitarla o a inventarme algo. me contemplo y sus ojos parpadearon al ver la rosada cicatriz que recorría la palma de mi mano, el corte comenzaba a cerrarse poco a poco, y ya parecía que tuviese muchos días de curación. Me miro con sorpresa intentando gesticular algo pero yo me adelante con una sola frase en la mente.
-Buenas noches.
-¿????? La mujer me miro sin entender y acto seguido cayo con rapidez al lado de Amel. Otro de los brujos, un hombre negro con grandes ojos y gesto de enfado, me miro ceñudo. Como si me hubiese pillado, y se acerco a nosotros abriéndose paso entre la gente, Pero no pudo más que dar dos zancadas hasta caer redondo al suelo también. Los presentes comenzaron a inquietarse y se acercaron veloces a ver a sus compañeros, que con gesto tranquilo dormian apacibles sin querer despertar.
Mientras aprovechando el desconcierto yo me apresuraba en arrastrar conmigo a Amel.
-Hay que ver lo cansados que están todos…Si….Te importa si te saco de aquí?…creo que necesitas algo de aire padrino! Comente mientras me mordía los labios para no sonreír, me sentía feliz por poder verle y saber que era él. Pero por otra parte sabia que tampoco le haría mucha gracia que fuese durmiendo a sus colegas. Pediría disculpas, así era. Pero muy seguramente lo haría en otra ocasión.
Donde estaba Amel? Donde vagaba su alma?...La idea de no encontrarle más me atormentaba porque yo no podía hacer nada para hacerle volver.
Era extraño pero me sentía de alguna forma irresponsable, como si fuese mi culpa que él estuviese ahora “ausente”…Después de todo yo seguía viendo al niño, y no al gran brujo en que se había convertido. Supongo que el deseo de querer cuidarle nunca se iba a ir del todo… Tenía que empezar a hacerme a la idea…
Los otros espíritus seguían ahí poseyendo los otros cuerpos, y parecía que todo seguía su curso, mientras yo impaciente por naturaleza no sabía qué hacer. No podía permitir que aquel pequeño al que había conocido hacia más de cincuenta años, se fuese! A pesar de todos estos años en los que no nos habíamos visto yo le seguía teniendo más que aprecio. El era para mí como el hijo que siempre anhele tener, y Ahora…donde estaba ahora?
-No puedes irte…No ahora que te encontré pequeño…pensé mientras miraba a aquel hombre que había delante de mí. Pero de pronto, para mi sorpresa algo cambio en el cuerpo de Zaire, sus movimientos le hicieron comenzar a girar. Intente leer su mente y entonces le escuche como si su voz fuese un susurro lejano. Se despedía quizás? Trague saliva mientras me acercaba haciéndome paso entre los presentes.
Lo único que sabía es que en esta situación solo podía esperar…Y esperar era algo que no se me daba bien, pero si algo sabía con certeza es que de nada sirve intentar luchar contra lo invisible…Las fuerzas de la naturaleza, sagradas y poderosas mantenían sus secretos aun muy alejados de algunos humanos…y en mi caso, un inmortal…Un ser “sin alma” esto se me escapaba totalmente de las manos.
Fue entonces cuando su cuerpo cayó y aquella voz familiar y apagada, resonó débil, buscándome.
Me acerque veloz hacia él mientras uno de los presentes se apresuraba en poner la capa azul sobre los hombros de Amel. Los otros brujos seguían haciendo de las suyas, pero yo no podía prestarles atención.
-Amel?...Estas bien?...Tome su rostro y busque sus ojos, sonriendo cuando encontré ese brillo característico en él. Voy a..Mi frase quedó entre cortada. Mire hacia todos lados, pues quería sacarle de allí. Pero no sabía cómo hacerlo sin hacer que los brujos me lo impidiesen. Después de todo aquella celebración o ceremonia o ritual…no sabía bien ya lo que era, seguía su curso y seguramente aun no iba a finalizar. Segui buscando una salida, mientras pensaba en como hacer, pero antes de poder llegar a hacer nada, una mujer de unos cuarenta años, con su larga y ondulada melena negra se acerco dirigiéndose con gesto amable y maternal, además de la sonrisa enigmática que suelen tener todos los brujos.
Ella se acerco a nosotros, y acomodo la capa a Amel, que poco a poco intentaba reponerse mientras le ayudábamos a reincorporarse.
La bruja me miraba de reojo, y eso me preocupo.
-No te preocupes por tu…”padrino” comento en tono pícaro. Todo lo que ocurre aquí es totalmente normal en nuestro entorno, si empiezas a acompañarle ya lo iras viendo tu mismo hijo...
-Ahm…!?Ella saco un pañuelo blanco de su bolsillo y tomo mi mano sin darme tiempo a quitarla o a inventarme algo. me contemplo y sus ojos parpadearon al ver la rosada cicatriz que recorría la palma de mi mano, el corte comenzaba a cerrarse poco a poco, y ya parecía que tuviese muchos días de curación. Me miro con sorpresa intentando gesticular algo pero yo me adelante con una sola frase en la mente.
-Buenas noches.
-¿????? La mujer me miro sin entender y acto seguido cayo con rapidez al lado de Amel. Otro de los brujos, un hombre negro con grandes ojos y gesto de enfado, me miro ceñudo. Como si me hubiese pillado, y se acerco a nosotros abriéndose paso entre la gente, Pero no pudo más que dar dos zancadas hasta caer redondo al suelo también. Los presentes comenzaron a inquietarse y se acercaron veloces a ver a sus compañeros, que con gesto tranquilo dormian apacibles sin querer despertar.
Mientras aprovechando el desconcierto yo me apresuraba en arrastrar conmigo a Amel.
-Hay que ver lo cansados que están todos…Si….Te importa si te saco de aquí?…creo que necesitas algo de aire padrino! Comente mientras me mordía los labios para no sonreír, me sentía feliz por poder verle y saber que era él. Pero por otra parte sabia que tampoco le haría mucha gracia que fuese durmiendo a sus colegas. Pediría disculpas, así era. Pero muy seguramente lo haría en otra ocasión.
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: Me voy a dar a la bebida.
Todo ser humano teme a la oscuridad, sentía que flotaba en algo mullido como una cama en el mejor cabaret de París, donde tú eres el rey y la cortesana tu dama de la noche. Mis ojos permanecían cerrados, no por propia voluntad, era como si mi cuerpo estuviera procesando mi alma de nuevo, parecido al procedimiento realizado por los cuerpos físicos para incorporar los nuevos cuerpos étereos, uno de ellos, el denominado alma.
Entonces todo se aclaró, en mi mente, comenzaba a ver lo que ocurría. Mi bella alumna Aquamaris, que en cierto modo me recordaba a mi guardiana Mareia, se aproximó ante nosotros. Sentía su perfume a jazmín, ese rayito de luz que acobijaba en lo más profundo de su aura, a su guardían esperando para que ella iniciara su trance y su profunda preocupación.
" Sólo un esfuerzo", pensé entre mis vagos pensamientos. Junté la poca energía que llevaba conmigo y una vez más me deshice de mi pesado e inútil cuerpo. Era cierto que no me quería allá arriba, Zaire ya lo había mencionado, mi amigo, compadre y hermano en la magia más pura que puede existir, la africana.
Mi espíritu comenzó a elevarse. Aquamaris puso su mano por encima de mi cabeza física, sentí su calor corporal, su voz maternal, su aura azul metalizada envolviéndome semejante a una fina tela de oriente. De golpe pude abrir mis debilitados ojos, el cuerpo me ardía en el fuego natural de la nueva bienvenida a éste mundo. Sonreí levemente.
- Ondina.- susurré mirando fijamente a Aquamaris. Sus ojos azules resplandecían en un tono más claro que lo normal. Puse mi mano congelada sobre la suya.- Aquamaris...- pude decir antes de que ella tomara la palabra.
-No te preocupes por tu…”padrino”. Todo lo que ocurre aquí es totalmente normal en nuestro entorno, si empiezas a acompañarle ya lo iras viendo tu mismo hijo. Aunque Amelhíon Do Crucerois, no debes hacerte el brujo supremo mientras no tengas tu segunda jefatura.¿ Está claro?.-Preguntó mi antigua protegida. Le sonreí y noté su devolución afectiva.- Lo digo en serio Amelhíon, la próxima no te salvarás... Y lo peor es que lo sabes.
Sonriendo contesté.- Si mamá.- Ella entonó su carcajada normal, infantil y aguda. El cuerpo semi inerte de mi bruja favorita había caído a mi lado. Un terror común entre brujos jóvenes, los inmortales. Lamentablemente, mi viejo amigo Jerarld lo era, estábamos rompiendo con todo tabú escrito por antiguos brujos y patriarcas. En fin, algo normal desde mi nacimiento.
Un nuevo aprendíz del Almirante, protegido por el guardían de la guerra, entró en cólera. Una neblina azul brillante lo rodeo hasta que su cuerpo no pudo soportar su peso espiritual cayendo, en un profundo sueño que ni siquiera Morfeo lograría hacer con tus travesuras.
- Dirás querido ahijado que tu miedo ante el Mundo Espiritual se ha incrementado y como oveja asustada planeas llevarme a mi barco para que te explique cómo es que me metí en ésto.- Mientras hablaba, miraba de reojo el piso que velozmente pasaba debajo de mi cuerpo.- Ah, me olvidaba que luego me regañarás y me dirás te lo dije Amelhíon. Y en cuanto a bellos sueños brujillos, recibiste un poco de ayuda.- Dije terminando con una carcajada que, como antes, retumbaba en la madera del muelle.
Entonces todo se aclaró, en mi mente, comenzaba a ver lo que ocurría. Mi bella alumna Aquamaris, que en cierto modo me recordaba a mi guardiana Mareia, se aproximó ante nosotros. Sentía su perfume a jazmín, ese rayito de luz que acobijaba en lo más profundo de su aura, a su guardían esperando para que ella iniciara su trance y su profunda preocupación.
" Sólo un esfuerzo", pensé entre mis vagos pensamientos. Junté la poca energía que llevaba conmigo y una vez más me deshice de mi pesado e inútil cuerpo. Era cierto que no me quería allá arriba, Zaire ya lo había mencionado, mi amigo, compadre y hermano en la magia más pura que puede existir, la africana.
Mi espíritu comenzó a elevarse. Aquamaris puso su mano por encima de mi cabeza física, sentí su calor corporal, su voz maternal, su aura azul metalizada envolviéndome semejante a una fina tela de oriente. De golpe pude abrir mis debilitados ojos, el cuerpo me ardía en el fuego natural de la nueva bienvenida a éste mundo. Sonreí levemente.
- Ondina.- susurré mirando fijamente a Aquamaris. Sus ojos azules resplandecían en un tono más claro que lo normal. Puse mi mano congelada sobre la suya.- Aquamaris...- pude decir antes de que ella tomara la palabra.
-No te preocupes por tu…”padrino”. Todo lo que ocurre aquí es totalmente normal en nuestro entorno, si empiezas a acompañarle ya lo iras viendo tu mismo hijo. Aunque Amelhíon Do Crucerois, no debes hacerte el brujo supremo mientras no tengas tu segunda jefatura.¿ Está claro?.-Preguntó mi antigua protegida. Le sonreí y noté su devolución afectiva.- Lo digo en serio Amelhíon, la próxima no te salvarás... Y lo peor es que lo sabes.
Sonriendo contesté.- Si mamá.- Ella entonó su carcajada normal, infantil y aguda. El cuerpo semi inerte de mi bruja favorita había caído a mi lado. Un terror común entre brujos jóvenes, los inmortales. Lamentablemente, mi viejo amigo Jerarld lo era, estábamos rompiendo con todo tabú escrito por antiguos brujos y patriarcas. En fin, algo normal desde mi nacimiento.
Un nuevo aprendíz del Almirante, protegido por el guardían de la guerra, entró en cólera. Una neblina azul brillante lo rodeo hasta que su cuerpo no pudo soportar su peso espiritual cayendo, en un profundo sueño que ni siquiera Morfeo lograría hacer con tus travesuras.
- Dirás querido ahijado que tu miedo ante el Mundo Espiritual se ha incrementado y como oveja asustada planeas llevarme a mi barco para que te explique cómo es que me metí en ésto.- Mientras hablaba, miraba de reojo el piso que velozmente pasaba debajo de mi cuerpo.- Ah, me olvidaba que luego me regañarás y me dirás te lo dije Amelhíon. Y en cuanto a bellos sueños brujillos, recibiste un poco de ayuda.- Dije terminando con una carcajada que, como antes, retumbaba en la madera del muelle.
Invitado- Invitado
Re: Me voy a dar a la bebida.
Aprovechando la distracción, tome a Amel por la cintura y pase uno de sus brazos sobre mis hombros mientras le arrastraba conmigo.
Podría haberle tomado en brazos y haberle sacado en volandas de allí, pero aun intentaba pasar desapercibido, aunque ciertamente, estaba sosteniendo a mi “padrino” de tal forma, que sus pies casi no tocaban el suelo.
Me abrí paso entre la multitud y algunos ojos curiosos que nos dejaban paso y nos miraban.
-Necesita un poco de aire, le sacare de aquí un rato…ya sabéis…Algunos me miraron haciendo el gesto de querer gesticular, pero no pensaba dar más explicaciones ni responder preguntas, ya se me habían acabado las excusas.
-Oh qué diantres. Si sigo allí me acabaran persiguiendo con antorchas…Note una ligera sonrisa en Amel que pese a que se mostraba débil, seguía manteniendo su carácter intacto.
-No sería la primera vez que me persiguiesen…comente con una sonrisa, sabiendo que Amel me creería, porque era cierto.
Salimos de aquella pequeña estancia, notando como la brisa del puerto nos recibía con ímpetu. Recibí el aire fresco más que agradecido. Pues no sabía si era por el ambiente de las velas, por la penumbra o quizás por el gentío. Pero necesitaba un poco de aire y sabia que a Amel le serviría también un poco de calma.
Llegue hasta el muelle y le senté con cuidado. Mientras inclinándome un poco delante de él, sostenía su rostro y miraba sus ojos, moviendo su rostro en un acelerado “chequeo médico”. Pero sus ojos volvían a ser los mismos, y su piel comenzaba a tomar calidez poco a poco en comparación a la mía.
Solté un resoplido y comencé a tomar aire, pues había dejado de respirar cuando se me habían acabado las excusas. Su carcajada alegre refiriéndose a la ayuda “divina” que había recibido me hizo reír mientras negaba con la cabeza.
-Oh vamos Amel. Siempre he sentido respeto por el mundo espiritual. No se puede luchar contra lo invisible… Yo se que eres poderoso, sabio y que sabes lo que haces…Pero, ¿sabes lo preocupado que me tenias!? Y si no volvías? Donde se suponías que estabas? Yo hablaba con Zaire…Pero Zaire… Oh no me mires así jovencito! no te creas que porque te veas mas mayor que yo, me voy a dejar influenciar por eso! Me quede un momento en silencio, observando su semblante sereno que reprimía una sonrisa. Ni siquiera me había dado cuenta de que me había puesto con los brazos en jarras, y que le estaba riñendo cual niño pequeño…
Carraspee. Y deje que mis brazos cayesen a un lado. Notando que me reía sin poder evitarlo. Mire hacia el horizonte y aparte mis cabellos extendiéndolos hacia atrás. Las aguas calmadas nos mostraban un hermoso fondo en el cual el reflejo de la luna brillaba otorgándonos su particular luz plateada.
-Lo siento. No pretendía reñirte pequeño, ni tampoco dormir a tus amigos. Que por cierto despertaran mañana más frescos que una lechuga. Pero es que…Por un momento pensé que no te volvería a ver. Y esa idea si que me asusto, no quisiera perderte ahora que al fin te encontré…Que clase de ahijado seria si no cuidase de ti? Comente con tono bromista.
Solté un resoplido y me senté a su lado contemplándole. Amel aun parecía cansado y con la noche que llevábamos me parecía más que normal.
Debería llevarle a algún lugar a descansar, o a comer y beber algo. Pero dudaba que hubiese algún comercio abierto, después de todo era de madrugada y ahora que lo recordaba…Había dado todo mi dinero a un vagabundo en un pequeño arrebato de locura…palpé la cicatriz rosada de la palma de mi mano mientras continuaba mirando al pequeño Giovannis.
-Creo que necesitamos una copa, la noche aun es joven y me debes mas de cincuenta años de explicaciones jovencito...Comente con una sonrisa, indicando que a pesar de todo, iba en son de paz.
Podría haberle tomado en brazos y haberle sacado en volandas de allí, pero aun intentaba pasar desapercibido, aunque ciertamente, estaba sosteniendo a mi “padrino” de tal forma, que sus pies casi no tocaban el suelo.
Me abrí paso entre la multitud y algunos ojos curiosos que nos dejaban paso y nos miraban.
-Necesita un poco de aire, le sacare de aquí un rato…ya sabéis…Algunos me miraron haciendo el gesto de querer gesticular, pero no pensaba dar más explicaciones ni responder preguntas, ya se me habían acabado las excusas.
-Oh qué diantres. Si sigo allí me acabaran persiguiendo con antorchas…Note una ligera sonrisa en Amel que pese a que se mostraba débil, seguía manteniendo su carácter intacto.
-No sería la primera vez que me persiguiesen…comente con una sonrisa, sabiendo que Amel me creería, porque era cierto.
Salimos de aquella pequeña estancia, notando como la brisa del puerto nos recibía con ímpetu. Recibí el aire fresco más que agradecido. Pues no sabía si era por el ambiente de las velas, por la penumbra o quizás por el gentío. Pero necesitaba un poco de aire y sabia que a Amel le serviría también un poco de calma.
Llegue hasta el muelle y le senté con cuidado. Mientras inclinándome un poco delante de él, sostenía su rostro y miraba sus ojos, moviendo su rostro en un acelerado “chequeo médico”. Pero sus ojos volvían a ser los mismos, y su piel comenzaba a tomar calidez poco a poco en comparación a la mía.
Solté un resoplido y comencé a tomar aire, pues había dejado de respirar cuando se me habían acabado las excusas. Su carcajada alegre refiriéndose a la ayuda “divina” que había recibido me hizo reír mientras negaba con la cabeza.
-Oh vamos Amel. Siempre he sentido respeto por el mundo espiritual. No se puede luchar contra lo invisible… Yo se que eres poderoso, sabio y que sabes lo que haces…Pero, ¿sabes lo preocupado que me tenias!? Y si no volvías? Donde se suponías que estabas? Yo hablaba con Zaire…Pero Zaire… Oh no me mires así jovencito! no te creas que porque te veas mas mayor que yo, me voy a dejar influenciar por eso! Me quede un momento en silencio, observando su semblante sereno que reprimía una sonrisa. Ni siquiera me había dado cuenta de que me había puesto con los brazos en jarras, y que le estaba riñendo cual niño pequeño…
Carraspee. Y deje que mis brazos cayesen a un lado. Notando que me reía sin poder evitarlo. Mire hacia el horizonte y aparte mis cabellos extendiéndolos hacia atrás. Las aguas calmadas nos mostraban un hermoso fondo en el cual el reflejo de la luna brillaba otorgándonos su particular luz plateada.
-Lo siento. No pretendía reñirte pequeño, ni tampoco dormir a tus amigos. Que por cierto despertaran mañana más frescos que una lechuga. Pero es que…Por un momento pensé que no te volvería a ver. Y esa idea si que me asusto, no quisiera perderte ahora que al fin te encontré…Que clase de ahijado seria si no cuidase de ti? Comente con tono bromista.
Solté un resoplido y me senté a su lado contemplándole. Amel aun parecía cansado y con la noche que llevábamos me parecía más que normal.
Debería llevarle a algún lugar a descansar, o a comer y beber algo. Pero dudaba que hubiese algún comercio abierto, después de todo era de madrugada y ahora que lo recordaba…Había dado todo mi dinero a un vagabundo en un pequeño arrebato de locura…palpé la cicatriz rosada de la palma de mi mano mientras continuaba mirando al pequeño Giovannis.
-Creo que necesitamos una copa, la noche aun es joven y me debes mas de cincuenta años de explicaciones jovencito...Comente con una sonrisa, indicando que a pesar de todo, iba en son de paz.
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: Me voy a dar a la bebida.
La madera reluciente por el agua salada que salpicaba constantemente los recónditos paisajes de la humanidad cerca del mar, provocaba que mi piel comenzara a enrrijecerse. La luna se escondía juguetona entre las nubes que en esos momentos parecía humo de velas, las estrellas iluminaban cad rostro que osaba pasar por el muelle a esas horas de la vida nocturna, donde todo se mezclaba perdiendo el sentido original.
Riéndome, puse mi mano sobre su hombro.- Querido amigo, no debes preocuparte por eso. Siempre vuelvo, todavía no me quieren allá.- Sonreí de lado, como en mi tan lejana niñez. Tomé aire y suspiré como novicia antes de responderle con el sumo aprecio que le tenía.- A ver, cuando un medium le deja su cuerpo material a un espíritu o alma, como lo hice con Zaire, el alma, se eleva por encima de la cabeza. Ese alma está entre los dos mundos, Terrenal y Espiritual, pero no puede alejarse de su cuerpo material sino no contaría la historia.- Sonreí tristemente, recordaba hermanos de magia que así habían fallecido, sus sepelios no eran los mejores ya que había que trabajar siete noches para darles la merecida luz que necesitaban, era tal vez el final que a la larga o a la corta el medium tiene que padecer.
Sé que, en mi interior, casi parto ésta noche y sin duda Morfeo no vendrá para calmar mis ansias de sueño, de nuevo comienzo.
Despertando del letargo sonreí.
- ¡ te ha salido el padre de adentro!.- dije riéndome, con la pena en el corazón. Ya era viejo, era cierto que no me querían pero no por mucho. Me lavanté rápidamente.- ¡ Qué así sea!.- largué una carcajada. Me tapé con la capa, tomé mi bastón y el sombrero que mágicamente había agarrado desesperado mientras Jerarld me usaba de trapo de piso, limpiando a las viejas maderas del muelle.
A lo lejos Mareia, sonreí complacida porque su materia se encontraba sana y salva.
Riéndome, puse mi mano sobre su hombro.- Querido amigo, no debes preocuparte por eso. Siempre vuelvo, todavía no me quieren allá.- Sonreí de lado, como en mi tan lejana niñez. Tomé aire y suspiré como novicia antes de responderle con el sumo aprecio que le tenía.- A ver, cuando un medium le deja su cuerpo material a un espíritu o alma, como lo hice con Zaire, el alma, se eleva por encima de la cabeza. Ese alma está entre los dos mundos, Terrenal y Espiritual, pero no puede alejarse de su cuerpo material sino no contaría la historia.- Sonreí tristemente, recordaba hermanos de magia que así habían fallecido, sus sepelios no eran los mejores ya que había que trabajar siete noches para darles la merecida luz que necesitaban, era tal vez el final que a la larga o a la corta el medium tiene que padecer.
Sé que, en mi interior, casi parto ésta noche y sin duda Morfeo no vendrá para calmar mis ansias de sueño, de nuevo comienzo.
Despertando del letargo sonreí.
- ¡ te ha salido el padre de adentro!.- dije riéndome, con la pena en el corazón. Ya era viejo, era cierto que no me querían pero no por mucho. Me lavanté rápidamente.- ¡ Qué así sea!.- largué una carcajada. Me tapé con la capa, tomé mi bastón y el sombrero que mágicamente había agarrado desesperado mientras Jerarld me usaba de trapo de piso, limpiando a las viejas maderas del muelle.
A lo lejos Mareia, sonreí complacida porque su materia se encontraba sana y salva.
" Sé que es terrenal, pero Amelhíon Giovannis Do Crucerois, es el mejor medium que me ha tocado, nadie sabe lo que yo sé. Pronto, querido hijo, serás el guardían de las encrucijadas, partirás de éste mundo, pero ayudarás a todos los que necesitan del Señor Do Crucerois.".
Decía aquel espíritu femenino en sus pensamientos, tapando los oídos afilados de Amelhíon.
Decía aquel espíritu femenino en sus pensamientos, tapando los oídos afilados de Amelhíon.
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