¡Socorro! ¡AYUDA! -[ Cassius de Beaumariss ]-

Hizo que me moviera dentro de mi ser, dentro...cerca de mi corazón. Hizo que algo se despertara, que algo pudiera ser evidente en mis sentimientos. Me había besado con sus manos en mi cintura, no pude evitar responderle aquel beso que posaba sobre mis labios, suaves y solamente míos en ese instante, rodeándole con ambos de mis brazos parte de su cuello, pudiendo acercar mi cuerpo mas al suyo de lo que ya estaban juntos, pero ¿Qué pasaba? Me separe para mirarle los ojos, turbada por el sonrojo de mis mejillas y con algunas señales de jadeo, pero ¿me besaba? ¿Los ángeles besaban así de bien? Cassius se lo tenía callado, el muy pillín se lo guardaba-Otra vez...-Si otra vez quería besarla ahora yo a él, le bese de nuevo, posando mis labios sobre los suyos a la vez que posaba ambas manos sobre sus mejillas, una a cada lado acercándole más a mí. El beso me gustaba cada vez más y mas, no supe por donde tirar aunque lo hubiera hecho un montón de veces, supe que se molestaría si paraba de repente. Ladee mi rostro y me separé de él un poco, para mirarle a los ojos y dios mío, estaba lindísimo-Estas...como un querubín...-Dije con suavidad, con palabras suaves en mis susurros que iban dirigidos con dulzura.

Le cogí de la mano y comencé a caminar a su lado, comenzábamos a caminar por el bosque y cuando me quise dar cuenta, me había dejado la cesta de mimbre-Me he dejado la cesta....-tire de su mano, hacia el sitio donde habíamos estado, con prisas de pensar que pudieran robármela cualquier ladrón o quien fuese, pero antes de llegar, soplidos escuche alrededor nuestra, cerca de donde estaba la cesta que me había dejado. No podían ser lobos, en la laguna, pero cuando gire para ver si Cassius seguía a mi lado, no vi a nadie. A nadie y ¿Dónde estaba Cassius? Entre la arboleda, quizás vi un rastro, algo que me sonara a él. Yo con su chaqueta sobre mi cuerpo, miraba con mis ojos al bosque, pero en cuanto vi unos cabellos dorados saliendo de tronco, creo que ya sabía dónde estaba. Con mis pies, lentos e inocentes, fui a tocar esos cabellos dorados, donde había visto el rastro de Cassius, pero para mi sorpresa, cuando ya estuve al lado del tronco con los cabellos dorados, santo que confusión, no eran cabellos sino que era unos mechones de pelo, arrancados de alguien que se habían quedado pegados a la savia del árbol. Me acerque para coger los mechones, me acerque con mis pequeños pies hasta que mis yemas rozaran esa suavidad capilar-¿Mm...?-Note como tiraba algo de mí, no sabía el que pero...-¡¡aaaaaaaaaah!!-Estaba colgada de las dos piernas con una cuerda gruesa que colgaba de una rama, en lo alto de la copa del árbol-¡AAAAAH!-Grite de nuevo al ver que estaba colgada boca abajo, veía el suelo por encima de mi cabeza, había caído en una trampa, cual inocente, cual mujer estúpida que iba en busca de una cesta de mimbre que no servía para nada y que no cabía nada de comida.

Intente alcanzar las cuerdas pero no era trapecista, no era nada de lo que suele haber en los circos gitanos-¡CASSIUS! ¡ALGUIEN! ¡SOCORROOOO!!!-Dije desesperadamente en busca de alguien que pudiera ayudarme, no sabía por cuanto iba a estar colgada, dios mío. Me tape los ojos, la cara la arruga de mi frente con mis manos, ocultando la vergüenza que me reconcomía por dentro. Quería que todo acabara, por favor esto era mucho peor. La humillación y no estaba bien, necesitaba volver al suelo de inmediato, necesitaba estar en los brazos de alguien, madre, padre, hermanas. Mis hermanas. Nunca supe de ellas al cumplir todas los cinco años. Quintillizas. Era un gran número y desde que nos separaron, nunca supe de ellas. Madre ¿qué hago? ¿Qué hacia? ¿Cómo me podía desenvolver en la vida sola? Gemí de dolor, pues las cuerdas estaban haciéndome rozaduras en los tobillos, con fuerza, flexione mi torso hacia las cuerdas, pero perdí la fuerza al instante y no pude desatarlas. Creo que no debería, podría caer y morir. ¿Era este mi final?-Alguien...por favor...ayuda...por favor... ayuda...-Necesitaba bajar al suelo, apenas veia algo. Veia siluetas blancas, etereas. ¿Era Cassius o me lo estaba imaginando? Pero...no tenia un cuerpo entero o ¿si? -Por...fa vor..-Dije antes de que las sombras me comieran en la oscuridad, dejandome inconsciente colgada boca abajo.