AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Atardecer en París (Emeraude)
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Atardecer en París (Emeraude)
Aquella tarde caminaba por las calles de París con una curiosidad bastante renovada. Me había encontrado hacía tiempo algo aburrida, pues no encontraba nada que fuese de mi gusto, pero últimamente me estaba sintiendo bastante mejor en aquella ciudad, era algo extraño pero así era...por lo que seguramente me sentiría muy pronto casi como en casa, aunque nunca había sentido algo así.
Por lo que seguramente me quedaría durante bastante tiempo. No sabía cuánto, pero estaba segura de que no me iría antes de cumplir los veinte años. Tiempo más que suficiente para adquirir la experiencia que necesitaba.
Aquella tarde llevaba un vestido de color rosa y blanco en tonos pastelosos, que le sentaban bastante bien, debido a su cabello rubio y sus ojos azules. Era bastante más ajustado de los que había estado llevando últimamente, aunque eso podría deberse también al corsé, que le apretaba un poco pero que no disimulaba sus formas. Nereida a veces odiaba los corsés, sobre todo aquella mañana. Pero decidió ignorar la leve sensación de ahogamiento. Eso era algo a lo que muchas mujeres estaban más que acostumbradas.
Se palpó levemente la bolsita en la que llevaba sus pociones. Nunca las soltaba cuando salía y tampoco se separaba jamás de ellas, por si pasaba algo. Era mejor prevenir que curar, en su opinión.
Había vuelto a prescindir de su dama de compañía aquella mañana, necesitaba salir de casa sin ninguno de sus criados, aquello le daba cierta sensación de libertad a la que se estaba acostumbrando cada vez más.
Finalmente se quedó durante un ratito parada en un puente, dónde se apoyó en la barandilla, para haraganear un rato por ahí y para mirar a la gente pasar.
Por lo que seguramente me quedaría durante bastante tiempo. No sabía cuánto, pero estaba segura de que no me iría antes de cumplir los veinte años. Tiempo más que suficiente para adquirir la experiencia que necesitaba.
Aquella tarde llevaba un vestido de color rosa y blanco en tonos pastelosos, que le sentaban bastante bien, debido a su cabello rubio y sus ojos azules. Era bastante más ajustado de los que había estado llevando últimamente, aunque eso podría deberse también al corsé, que le apretaba un poco pero que no disimulaba sus formas. Nereida a veces odiaba los corsés, sobre todo aquella mañana. Pero decidió ignorar la leve sensación de ahogamiento. Eso era algo a lo que muchas mujeres estaban más que acostumbradas.
Se palpó levemente la bolsita en la que llevaba sus pociones. Nunca las soltaba cuando salía y tampoco se separaba jamás de ellas, por si pasaba algo. Era mejor prevenir que curar, en su opinión.
Había vuelto a prescindir de su dama de compañía aquella mañana, necesitaba salir de casa sin ninguno de sus criados, aquello le daba cierta sensación de libertad a la que se estaba acostumbrando cada vez más.
Finalmente se quedó durante un ratito parada en un puente, dónde se apoyó en la barandilla, para haraganear un rato por ahí y para mirar a la gente pasar.
Nereida Di Vaarsen- Hechicero Clase Alta
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Re: Atardecer en París (Emeraude)
Había salido de la casa donde me alojaba en busca de unos cuantos ingredientes, hierbas en su gran mayoría, algunas semillas y algo de tiza. Tenía la extraña sensación de que alguna de las criadas de la casa donde residía se dedicaba a rebuscar objetos en mi habitación por lo que necesitaba algo del mineral para trazar unos cuantos símbolos escondidos por mi habitación y así impedir que siguiera hurgando en mis cosas. Se que lo más normal sería darle una bofetada y comentárselo a la mujer que le había acogido para que echasen a la criada, eso solo si tenía suerte por supuesto. Si esto hubiera sucedido en mi propia casa mis padres no hubieran dudado en ordenar que la cortaran las manos para que aprendiera la lección a no tocar lo que no es suyo. De momento no creo que haga falta llegar a ese extremo, confío en mis hechizos lo suficiente como para saber que pueden protegerme de la curiosidad de otros.
Abro el bolso y contemplo su interior, viendo los pequeños botes con las hierbas y a mi querida Lilith, la muñeca a la que "había devuelto a la vida", observando con atención cada una de las hierbas.-No revuelvas demasiado-susurro porque aunque sé que normalmente me obedece siempre, a veces no puede evitar empezar a revolver y eso me puede traer bastantes problemas. Me pongo la capucha de la capa mientras paseo por las calles de París, las cuales todavía no he conseguido aprenderme del todo y a veces me pierdo, añorando mi querido Londres, en parte deseando volver pero a sabiendas de que si hago eso mi reciente libertad se acabará. Aunque supongo que algún día tendré que encontrarme con mis propios criados que seguramente estarán buscándome desesperadamente por la ciudad...
Es entonces cuando diviso una figura conocida en el puente cercano, que observaba con atención a los ciudadanos que pasaban. Acelero un poco el paso hasta estar a su lado, mirándola con atención y dándome cuenta de que no parece a ver reparado en mi presencia-¿Interrumpo algún alocado pensamiento?-pregunto a modo de saludo y esbozando una sonrisa a la vez que retiro la capucha de mi cabeza.
Abro el bolso y contemplo su interior, viendo los pequeños botes con las hierbas y a mi querida Lilith, la muñeca a la que "había devuelto a la vida", observando con atención cada una de las hierbas.-No revuelvas demasiado-susurro porque aunque sé que normalmente me obedece siempre, a veces no puede evitar empezar a revolver y eso me puede traer bastantes problemas. Me pongo la capucha de la capa mientras paseo por las calles de París, las cuales todavía no he conseguido aprenderme del todo y a veces me pierdo, añorando mi querido Londres, en parte deseando volver pero a sabiendas de que si hago eso mi reciente libertad se acabará. Aunque supongo que algún día tendré que encontrarme con mis propios criados que seguramente estarán buscándome desesperadamente por la ciudad...
Es entonces cuando diviso una figura conocida en el puente cercano, que observaba con atención a los ciudadanos que pasaban. Acelero un poco el paso hasta estar a su lado, mirándola con atención y dándome cuenta de que no parece a ver reparado en mi presencia-¿Interrumpo algún alocado pensamiento?-pregunto a modo de saludo y esbozando una sonrisa a la vez que retiro la capucha de mi cabeza.
Emeraude Lenmarcks- Hechicero Clase Alta
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Re: Atardecer en París (Emeraude)
Nereida se dio la vuelta para mirar a la persona que le había hablado, no le costó nada reconocer la voz, por lo que ya sonreía ampliamente cuando la muchacha se quitó la capucha y reveló su rostro.
-¡Emeraude, querida! ¡Cuánto tiempo sin verte!-dijo la muchacha, contenta de ver a su mejor amiga. Hacía mucho tiempo que no la veía, desde que saliese de Alemania, aunque a menudo durante su infancia había ido muchas veces a Francia.
Luego negó con la cabeza ante su segunda pregunta. No, no interrumpía nada...aquel día había sido bastante perezoso, la verdad. A Nereida, como a la gran mayoría de los mortales, le gustaba haraganear alguna que otra vez.
-No, no interrumpías nada...hoy no he hecho demasiado en todo el día, aunque no he perdido el tiempo en todo el tiempo que llevo por aquí....-dijo con una alegre carcajada, palmeando la bolsita en la que siempre llevaba sus pociones. Siempre la llevaba consigo, desde siempre, Emeraude lo sabía muy bien, de tantas veces que la había visto con esa bolsa...por lo menos desde que sabía que era una bruja.
-Te aseguro que es un alivio salir sin la dama de compañía...-comentó después Nereida.-¿Y qué tal te van las cosas, entonces? ¿Te ha ocurrido algo interesante en el tiempo que no nos hemos visto?
-¡Emeraude, querida! ¡Cuánto tiempo sin verte!-dijo la muchacha, contenta de ver a su mejor amiga. Hacía mucho tiempo que no la veía, desde que saliese de Alemania, aunque a menudo durante su infancia había ido muchas veces a Francia.
Luego negó con la cabeza ante su segunda pregunta. No, no interrumpía nada...aquel día había sido bastante perezoso, la verdad. A Nereida, como a la gran mayoría de los mortales, le gustaba haraganear alguna que otra vez.
-No, no interrumpías nada...hoy no he hecho demasiado en todo el día, aunque no he perdido el tiempo en todo el tiempo que llevo por aquí....-dijo con una alegre carcajada, palmeando la bolsita en la que siempre llevaba sus pociones. Siempre la llevaba consigo, desde siempre, Emeraude lo sabía muy bien, de tantas veces que la había visto con esa bolsa...por lo menos desde que sabía que era una bruja.
-Te aseguro que es un alivio salir sin la dama de compañía...-comentó después Nereida.-¿Y qué tal te van las cosas, entonces? ¿Te ha ocurrido algo interesante en el tiempo que no nos hemos visto?
Nereida Di Vaarsen- Hechicero Clase Alta
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Re: Atardecer en París (Emeraude)
Sonrío cuando por fin se da cuenta de mi presencia, apoyándome en la barandilla y observando a la gente que pasea tranquilamente, muchos de ellos ajenos a las dos brujas que les contemplaban atentamente. Esbozo una sonrisa cuando hace mención a las pociones que llevaba escondidas. En ese aspecto éramos idénticas, ambas íbamos siempre bien cargadas con nuestro propio armamento de pociones o cualquier cosa que pudiera servirnos para nuestros hechizos. La miro unos segundos dándome cuenta de que no ha cambiado demasiado en los últimos años, había crecido, eso era más que obvio, pero todavía se la podía reconocer bastante bien.
Es verdad, había salido sin dama de compañía... ya ni me daba cuenta de esos pequeños detalles dado que yo misma desde hacía unos meses también carecía de ellas.-Interesante...-suspiro pensando mientras clavo la mirada en algún que otro ciudadano-Si consideras interesante huir de un matrimonio concertado en el que querían meterme sin ni siquiera habérmelo dicho.... si, he hecho cosas interesantes-explico bajando un poco la voz para que solo me oiga ella. No me apetece que la gente que está cerca se entere de mi vida, además corría el riesgo de que hubiera algún criado de "mi prometido" cerca.-Deben estar buscándome por todo París, eso si no piensan que he huido del país...-añado entre risas sabiendo que mi padre debe estar hecho una furia.-¿Y tú? ¿Te van las cosas mejor que a mí o también eres una fugitiva pero con otros motivos?-pregunto haciendo mención a sus pociones. Aunque si todavía vivía en su casa quería decir que no la habían descubierto. Supongo que sabe cuidarse bien.
Es verdad, había salido sin dama de compañía... ya ni me daba cuenta de esos pequeños detalles dado que yo misma desde hacía unos meses también carecía de ellas.-Interesante...-suspiro pensando mientras clavo la mirada en algún que otro ciudadano-Si consideras interesante huir de un matrimonio concertado en el que querían meterme sin ni siquiera habérmelo dicho.... si, he hecho cosas interesantes-explico bajando un poco la voz para que solo me oiga ella. No me apetece que la gente que está cerca se entere de mi vida, además corría el riesgo de que hubiera algún criado de "mi prometido" cerca.-Deben estar buscándome por todo París, eso si no piensan que he huido del país...-añado entre risas sabiendo que mi padre debe estar hecho una furia.-¿Y tú? ¿Te van las cosas mejor que a mí o también eres una fugitiva pero con otros motivos?-pregunto haciendo mención a sus pociones. Aunque si todavía vivía en su casa quería decir que no la habían descubierto. Supongo que sabe cuidarse bien.
Emeraude Lenmarcks- Hechicero Clase Alta
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Re: Atardecer en París (Emeraude)
Vaya, vaya, desde luego había sido bastante interesante...abrí un poco la boca y la miré con cierta sorpresa. Sin duda a ambas nos habían pasado cosas bastante interesantes durante aquel período de tiempo. Aunque no pude evitar pensar que podría haber dado con otra vía más rápida que le habría permitido escapar de ese matrimonio...aunque claro, quizás había hecho algo más.
Yo lo del matrimonio lo había solucionado a mi modo...y lo otro también, así que dje:
-Vaya, desde luego ha sido bastante interesante...¿sabías por casualidad quién era...o qué clase de hombre es? A mí me prometieron también en matrimonio...pero...digamos que me las arreglé para librarme a mi manera. Y no, yo ya no tengo por qué huir porque no tengo a nadie que me persiga...mis padres han sufrido un pequeño accidente amañado...los maté, y ahora tengo toda su fortuna.-dije sonriendo con cierta maldad, una sonrisa dulce que delataba cierta inocencia al mismo tiempo, pero que Emeraude conocía demasiado bien.
Yo en general no tenía por qué huir, a no ser que alguien descubriese lo que había hecho, lo que era poco probable, todos me habían tenido por una santa...la única que podría delatarme era mi dama de compañía, a la que probablemente acabaría matando dentro de un tiempo. No sabía cuánto, pero eso era ya algo inevitable.
-Yo no tengo por qué huir...sólo hay una persona que podría delatarme. Mi prometido era un hombre de fortuna...creo que un príncipe...pero siempre he tenido el presentimiento de que alcanzaré la gloria de otra forma, de que mi camino es otro...por eso lo hice.
Yo lo del matrimonio lo había solucionado a mi modo...y lo otro también, así que dje:
-Vaya, desde luego ha sido bastante interesante...¿sabías por casualidad quién era...o qué clase de hombre es? A mí me prometieron también en matrimonio...pero...digamos que me las arreglé para librarme a mi manera. Y no, yo ya no tengo por qué huir porque no tengo a nadie que me persiga...mis padres han sufrido un pequeño accidente amañado...los maté, y ahora tengo toda su fortuna.-dije sonriendo con cierta maldad, una sonrisa dulce que delataba cierta inocencia al mismo tiempo, pero que Emeraude conocía demasiado bien.
Yo en general no tenía por qué huir, a no ser que alguien descubriese lo que había hecho, lo que era poco probable, todos me habían tenido por una santa...la única que podría delatarme era mi dama de compañía, a la que probablemente acabaría matando dentro de un tiempo. No sabía cuánto, pero eso era ya algo inevitable.
-Yo no tengo por qué huir...sólo hay una persona que podría delatarme. Mi prometido era un hombre de fortuna...creo que un príncipe...pero siempre he tenido el presentimiento de que alcanzaré la gloria de otra forma, de que mi camino es otro...por eso lo hice.
Nereida Di Vaarsen- Hechicero Clase Alta
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Re: Atardecer en París (Emeraude)
Abro los ojos sorprendida cuando me confiesa que a ella le ha ocurrido lo mismo. Por lo que veo mis padres no eran los únicos que creían que una boda concertada era la mejor forma de encontrar marido cuanto antes. Lo que si me sorprende es su segundo comentario en el que admite abiertamente que ha matado a sus padres, sinceramente no me lo esperaba de ella pero por alguna extraña razón... tampoco me sorprende del todo. Quiero decir, yo misma me había planteado hacer algo con mis padres, pero siempre lo ví como algo que no podría llegar a hacer por miedo a arrepentirme. Lo que no me importaría sería asesinar a aquel tipo...-Increíble, nunca creí que llegarías a ese extremo, pero si ha sido lo mejor para tu futuro, mi enhorabuena-sonrío felicitándole en cierta manera el asesinato de sus propios padres.
-Mi "pretendiente" es un afamado pianista al parecer, desconozco su nombre o apellidos, pero al parecer es toda una celebridad por aquí.-comento sin darle mayor importancia al asunto porque realmente, que sea famoso o no me trae sin cuidado, al igual que me importaba bien poco su fortuna de la cual se decía que ascendía a una buena suma.-Supongo que tendrá a sus criados buscándome por medio París, pero no le daré la satisfacción de que me atrape fácilmente.-comento esbozando una pequeña sonrisa, que me recordaba que estaba dispuesta a hacer lo que fuera por no acabar encerrada en una casa siendo "La señora de...". Yo soy Emeraude, la bruja. Y pienso seguir siéndolo hasta que me muera.
-Las jóvenes como tú y como yo aspiramos a mucho más que acabar como fieles esposas-contesto a su comentario pasándome la mano por el pelo-Podríamos tener el mundo a nuestros pies si quisiéramos... Y en parte es lo que pretendo. No quiero que mi... potencial se vea frenado por un hombre que no sabe apreciar mis dones, pues no creo que ningún hombre nos aceptara como tal.-comento con la vista fija entre la gente hasta volverme hacia ella y sonreir.Estamos mucho mejor solas... y libres-rio divertida, a sabiendas que mientras no estuviera atada a ningún hombre, podría seguir haciendo toda la magia que quisiera y más.
-Mi "pretendiente" es un afamado pianista al parecer, desconozco su nombre o apellidos, pero al parecer es toda una celebridad por aquí.-comento sin darle mayor importancia al asunto porque realmente, que sea famoso o no me trae sin cuidado, al igual que me importaba bien poco su fortuna de la cual se decía que ascendía a una buena suma.-Supongo que tendrá a sus criados buscándome por medio París, pero no le daré la satisfacción de que me atrape fácilmente.-comento esbozando una pequeña sonrisa, que me recordaba que estaba dispuesta a hacer lo que fuera por no acabar encerrada en una casa siendo "La señora de...". Yo soy Emeraude, la bruja. Y pienso seguir siéndolo hasta que me muera.
-Las jóvenes como tú y como yo aspiramos a mucho más que acabar como fieles esposas-contesto a su comentario pasándome la mano por el pelo-Podríamos tener el mundo a nuestros pies si quisiéramos... Y en parte es lo que pretendo. No quiero que mi... potencial se vea frenado por un hombre que no sabe apreciar mis dones, pues no creo que ningún hombre nos aceptara como tal.-comento con la vista fija entre la gente hasta volverme hacia ella y sonreir.Estamos mucho mejor solas... y libres-rio divertida, a sabiendas que mientras no estuviera atada a ningún hombre, podría seguir haciendo toda la magia que quisiera y más.
Emeraude Lenmarcks- Hechicero Clase Alta
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Re: Atardecer en París (Emeraude)
Los hombres eran idiotas. Eso era algo que Nereida había tenido muy claro desde el principio. Jamás se había enamorado y estaba segura de que no lo haría jamás, como mucho algún día llegaría a sentir pasión física por algún hombre, esas eran las cosas del cuerpo y no se podían evitar, pero nada más. De todos modos Nereida no pensaba demasiado en esas cosas todavía, debido a su edad y a lo ocupada que había estado últimamente, pero seguramente dentro de poco podía jugar con algunos hombres.
Es más, casi estaba segura de que para eso eran lo único para lo que servían los hombres...para que jugasen con ellos.
Emeraude tenía toda la razón. A decir verdad Emeraude era una persona bastante sensata, por eso formaba parte del selecto círculo conformado por las poquísimas personas a las que apreciaba de verdad.
Y la verdad es que lo que le había contado era bastante emocionante. Aquello podía acabar convirtiéndo en un juego muy peligroso, allí...desde luego sería bastante emocionante, y ayudarla también, aunque dudaba que ella necesitase ayuda con eso, aunque Nereida la ayudaría si era necesario. Sabía que sería bastante divertido si llegaba el caso.
-Los hombres no son más que juguetes que sirven para nuestra propia diversión...en el fondo, por muy finos y elegantes que traten de ser, en el fondo son todos algo animales...-dije dándole la razón. Y lo pensaba de verdad y lo pensaría durante mucho tiempo, incluso después de la sorpresa que le esperaría dentro de un par de años.
-Y estoy segura de que aquí podremos llegar muy lejos, fíjate si yo llevo apenas unas pocas semanas aquí y ya he aprendido mucho sobre el arte de la dominación...puedo controlar a muchos incautos.-dije. Aunque por ahora lo único que podía hacer de verdad era controlar a los humanos de mentalidad débil a moderada, con la gente que era muy lista tendría que practicar más.
-He oído rumores, leyendas, se cuenta que por aquí hay algunas criaturas que sólo existían en leyendas...por lo que seguro que no tardaremos en hacerlos lo bastante poderosas como para manejarlos con nuestra propia mano....dios, ¡tengo tantas cosas que contarte! He aprendido mucho aquí en poco tiempo, cuando quieras, si quieres ahora mismo, podría mostrarte un magnífico ejemplo de lo que aprendido....-dije echándole un rápido vistazo a los transeúntes.
Luego se quedó reflexionando durante unos minutos, y dijo:
-Si esa persecución se convierte en un problema podríamos hacer un pequeño plan para..."despirtarlos"-dije en una palabra suave.-Aunque dudo que eso vaya a ser un problema por ahora...
Es más, casi estaba segura de que para eso eran lo único para lo que servían los hombres...para que jugasen con ellos.
Emeraude tenía toda la razón. A decir verdad Emeraude era una persona bastante sensata, por eso formaba parte del selecto círculo conformado por las poquísimas personas a las que apreciaba de verdad.
Y la verdad es que lo que le había contado era bastante emocionante. Aquello podía acabar convirtiéndo en un juego muy peligroso, allí...desde luego sería bastante emocionante, y ayudarla también, aunque dudaba que ella necesitase ayuda con eso, aunque Nereida la ayudaría si era necesario. Sabía que sería bastante divertido si llegaba el caso.
-Los hombres no son más que juguetes que sirven para nuestra propia diversión...en el fondo, por muy finos y elegantes que traten de ser, en el fondo son todos algo animales...-dije dándole la razón. Y lo pensaba de verdad y lo pensaría durante mucho tiempo, incluso después de la sorpresa que le esperaría dentro de un par de años.
-Y estoy segura de que aquí podremos llegar muy lejos, fíjate si yo llevo apenas unas pocas semanas aquí y ya he aprendido mucho sobre el arte de la dominación...puedo controlar a muchos incautos.-dije. Aunque por ahora lo único que podía hacer de verdad era controlar a los humanos de mentalidad débil a moderada, con la gente que era muy lista tendría que practicar más.
-He oído rumores, leyendas, se cuenta que por aquí hay algunas criaturas que sólo existían en leyendas...por lo que seguro que no tardaremos en hacerlos lo bastante poderosas como para manejarlos con nuestra propia mano....dios, ¡tengo tantas cosas que contarte! He aprendido mucho aquí en poco tiempo, cuando quieras, si quieres ahora mismo, podría mostrarte un magnífico ejemplo de lo que aprendido....-dije echándole un rápido vistazo a los transeúntes.
Luego se quedó reflexionando durante unos minutos, y dijo:
-Si esa persecución se convierte en un problema podríamos hacer un pequeño plan para..."despirtarlos"-dije en una palabra suave.-Aunque dudo que eso vaya a ser un problema por ahora...
Nereida Di Vaarsen- Hechicero Clase Alta
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Re: Atardecer en París (Emeraude)
Me quedo pensativa un rato, escuchando las palabras de Nereida mientras veo a un par de hombres caminar por los jardines. Yo nunca había sido de la clase de mujeres que considerara a los hombres como simples juguetes a nuestro servicio, pero claro estaba que yo tampoco es que quisiera ser uno para ellos. En eso si que difería de Nereida, pues ella probablemente estuviera acostumbrada a tratar con hombres pero yo con mi carácter un tanto introvertido parecía repelerlos algo que sin duda me hacía gracia. Creo que me lo he buscado yo misma.
-Si, sin duda esta ciudad es un buen lugar para gente como tu y como yo.-afirmo aún con la vista clavada en los hombres que iban alejándose.-Aquí la gente es mucho más liberal que en mi querido Londres y no parece darle tanta importancia a este tipo de cosas. He encontrado gente en esta ciudad que te acepta como tal, incluso te respetan por ser como eres, allí hubiera acabado en un manicomio si mis padres no me hubieran controlado tanto-comento suspirando y soltando una risa cuando habla acerca de dominar cierta gente.-A mi ese tipo de arte no se me da, en cambio si que puedo controlar a ciertas... almas errantes y otorgarlas una segunda vida por así decirlo-añado esbozando una sonrisa al recordar a mi pequeña Marie, mi dulce muñeca y sirvienta.
Oh si... esas criaturas. Los hijos del diablo que a veces les llamaban... siempre me he sentido atraida por esa clase de rumores después de que me contaran una parte de la historia de la condesa Erzsébet Bathory. ¿Para que mentirnos? Yo también les busco. Los hijos del diablo y aquellos a los que llamaban Licántropos, quiero conocer todo cuanto sea diferente al resto de los seres humanos.-Me encantaría contemplar una muestra de lo mucho que a avanzado tu poder-sonrío volviéndome hacia ella-Y de momento no suponen un gran problema mis perseguidores... es obvio que algún día puede que me encuentren pero por el momento me mantengo tranquila-me sincero sacando a Marie, mi muñeca del bolso, que permanecía inerte como una buena muñeca normal y corriente.-Si me enseñas tus trucos, yo te enseñaré los mios-propongo esbozando una sonrisa y colocándole mejor la falda que le habia comprado a mi pequeña sirvienta.
-Si, sin duda esta ciudad es un buen lugar para gente como tu y como yo.-afirmo aún con la vista clavada en los hombres que iban alejándose.-Aquí la gente es mucho más liberal que en mi querido Londres y no parece darle tanta importancia a este tipo de cosas. He encontrado gente en esta ciudad que te acepta como tal, incluso te respetan por ser como eres, allí hubiera acabado en un manicomio si mis padres no me hubieran controlado tanto-comento suspirando y soltando una risa cuando habla acerca de dominar cierta gente.-A mi ese tipo de arte no se me da, en cambio si que puedo controlar a ciertas... almas errantes y otorgarlas una segunda vida por así decirlo-añado esbozando una sonrisa al recordar a mi pequeña Marie, mi dulce muñeca y sirvienta.
Oh si... esas criaturas. Los hijos del diablo que a veces les llamaban... siempre me he sentido atraida por esa clase de rumores después de que me contaran una parte de la historia de la condesa Erzsébet Bathory. ¿Para que mentirnos? Yo también les busco. Los hijos del diablo y aquellos a los que llamaban Licántropos, quiero conocer todo cuanto sea diferente al resto de los seres humanos.-Me encantaría contemplar una muestra de lo mucho que a avanzado tu poder-sonrío volviéndome hacia ella-Y de momento no suponen un gran problema mis perseguidores... es obvio que algún día puede que me encuentren pero por el momento me mantengo tranquila-me sincero sacando a Marie, mi muñeca del bolso, que permanecía inerte como una buena muñeca normal y corriente.-Si me enseñas tus trucos, yo te enseñaré los mios-propongo esbozando una sonrisa y colocándole mejor la falda que le habia comprado a mi pequeña sirvienta.
Emeraude Lenmarcks- Hechicero Clase Alta
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Re: Atardecer en París (Emeraude)
Avanzado avanzar...más bien podría decir que sus poderes habían ido corriendo, a cada ía que pasaba iba aprendiendo muchas cosas nuevas, quizás demasiadas. Aunque tenía que admitirse a sí misma que también iba encontrando algunas dificultades que no se había esperado, pero eso ella lo consideraba como algo necesario para aprender de los errores. Luego se puso a pensar, ¿qué es lo que le podría mostrar a Emeraude? Había muchas opciones para escoger,más que suficientes como para que Nereida tuviese que emplear varios segundos en un repaso rápido. Y finalmente acabó por decantarse por una cosa que le encanrtab, era una idea fabulosa, pero decidió esperar un poquitín antes de decírselo. Necesitaba cierta preparación mental rápida. -Por algo Francia es hoy en día la créme de la créme del mundo entero. Aunque quién sabe, tal vez dentro de cincuenta años las cosas cambien. -esa idea no le gustaba demasiado, la verdad. La idea de verse en aquellos años, con esa edad, la espantaba, por lo que procuraba no pensar demasiado en ello y tener cierta confianza en el futuro.-Aunque a veces pienso que avanzan demasiado deprisa.
Luego escuchó lo que sabía hacer. Recordó que Emeraude le había contado hacía ya tiempo algo de lo que sabía hacer, pero no demasiado, pues no había tenido ocasión, y ahora escuchaba con interés lo que le había dicho. Sería bastante interesante ver cómo se le daban vida a toda clase de objetos, eso era quizás lo que Nereida habría hecho también si no hubiese sentido esa morbosa fascinación por el dominio del ser humano.
-No dudo que debe de ser bastante fascinante eso de controlar esas almas errantes y poder usarlas a tu antojo en un objeto...-se quedó pensativa un momento entonces, pensando.-Se me ocurre un truco sencillito, porque aquí, delante de tanta gente...podría ser algo...peligroso.-dijo con una taimada sonrisa, poniendo cierto énfasis en la última palabra.
Luego giró un momento la cabeza para contemplar a los hombres que se alejaban y dio un grito para llamarlos, como si ella y Emeraude necesitasen algo de ayuda. Los hombres se acercaron caballerosamente, y cuando llegaron ante ellas Nereida dijo, poniendo su carita más creíble de niña perdida:
-Disculpen, señores...me gustaría mucho que nos hiciesen un favor...-entonces Nereida pronunció unas palabras que hizo que los ojos de los hombres se pusiesen algo vidriosos, preparados para hacer lo que Nereida ordenase...y ahora...-se lo pensó un momento. Luego miró a Emeraude-...¿qué crees que podríamos obligarles a hacer? No sé...hay tantas cosas...¡ya sé!
Luego escuchó lo que sabía hacer. Recordó que Emeraude le había contado hacía ya tiempo algo de lo que sabía hacer, pero no demasiado, pues no había tenido ocasión, y ahora escuchaba con interés lo que le había dicho. Sería bastante interesante ver cómo se le daban vida a toda clase de objetos, eso era quizás lo que Nereida habría hecho también si no hubiese sentido esa morbosa fascinación por el dominio del ser humano.
-No dudo que debe de ser bastante fascinante eso de controlar esas almas errantes y poder usarlas a tu antojo en un objeto...-se quedó pensativa un momento entonces, pensando.-Se me ocurre un truco sencillito, porque aquí, delante de tanta gente...podría ser algo...peligroso.-dijo con una taimada sonrisa, poniendo cierto énfasis en la última palabra.
Luego giró un momento la cabeza para contemplar a los hombres que se alejaban y dio un grito para llamarlos, como si ella y Emeraude necesitasen algo de ayuda. Los hombres se acercaron caballerosamente, y cuando llegaron ante ellas Nereida dijo, poniendo su carita más creíble de niña perdida:
-Disculpen, señores...me gustaría mucho que nos hiciesen un favor...-entonces Nereida pronunció unas palabras que hizo que los ojos de los hombres se pusiesen algo vidriosos, preparados para hacer lo que Nereida ordenase...y ahora...-se lo pensó un momento. Luego miró a Emeraude-...¿qué crees que podríamos obligarles a hacer? No sé...hay tantas cosas...¡ya sé!
Nereida Di Vaarsen- Hechicero Clase Alta
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Re: Atardecer en París (Emeraude)
Si, la verdad es que mi poder era bastante divertido, además que podría servirme de gran utilidad si en algún momento necesitaba ganar algo de dinero. Era tan fácil como poner un alma errante en una muñeca y fingir ser su ventrílocuo, obviamente mi truco sería increíblemente realista y no como a la mayoría de esos artistas a los que se les veía claramente el truco. Además no sería la primera vez que lo hacía, ya lo había hecho hace tiempo para entretener al hermano pequeño de una amiga que conocía mi secreto en Londres. Cuando por fin accede a mostrarme su truco, sonrío volviéndome hacia ella.
Cual es mi asombro cuando grita a aquellos hombres y tengo que contener una risa tonta viendo como se acercan, mientras Nereida comienza a hablar hasta pronunciar algo que no logro entender demasiado bien. Y casi en lo que dura un parpadeo, sus rostros se han vuelto un tanto inexpresivos, como si tuvieran la mirada perdida, lo que consigue hacerme abrir los ojos exageradamente.-Increíble...-murmuro por lo bajo acercándome un poco más a uno de esos hombres y mirándole a los ojos atentamente. Era la primer vez que veía esto y sin duda era un poder que me gustaba y temía a la vez.
-Es como si estuvieran hipnotizados...-añado mirando a Nereida impresionada antes de que me preguntase qué podríamos hacer con ellos.Tantas cosas... Lamentablemente me sentiría mal si les obligara a hacer algo vergonzoso o humillante, a mi me hubiera bastado con ordenarles hacer unas cuantas cosas sencillas. Pero antes de que pueda decir nada Nereida se contesta a si misma bastante convencida de lo que quiere hacerles.-¿Qué te parece, Marie?-susurro a mi pequeña muñeca sujetándola con un brazo y echándole un rápido vistazo.¿Dejamos que Nereida les ordene algo?-pregunto sonriendo a mi amiga.-No veo por qué no.-responde ella en apenas unos segundos, quizá para sorpresa de Nereida-En ese caso adelante, querida.
Cual es mi asombro cuando grita a aquellos hombres y tengo que contener una risa tonta viendo como se acercan, mientras Nereida comienza a hablar hasta pronunciar algo que no logro entender demasiado bien. Y casi en lo que dura un parpadeo, sus rostros se han vuelto un tanto inexpresivos, como si tuvieran la mirada perdida, lo que consigue hacerme abrir los ojos exageradamente.-Increíble...-murmuro por lo bajo acercándome un poco más a uno de esos hombres y mirándole a los ojos atentamente. Era la primer vez que veía esto y sin duda era un poder que me gustaba y temía a la vez.
-Es como si estuvieran hipnotizados...-añado mirando a Nereida impresionada antes de que me preguntase qué podríamos hacer con ellos.Tantas cosas... Lamentablemente me sentiría mal si les obligara a hacer algo vergonzoso o humillante, a mi me hubiera bastado con ordenarles hacer unas cuantas cosas sencillas. Pero antes de que pueda decir nada Nereida se contesta a si misma bastante convencida de lo que quiere hacerles.-¿Qué te parece, Marie?-susurro a mi pequeña muñeca sujetándola con un brazo y echándole un rápido vistazo.¿Dejamos que Nereida les ordene algo?-pregunto sonriendo a mi amiga.-No veo por qué no.-responde ella en apenas unos segundos, quizá para sorpresa de Nereida-En ese caso adelante, querida.
Emeraude Lenmarcks- Hechicero Clase Alta
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Re: Atardecer en París (Emeraude)
Nereida sonrió ampliamente al saber de la aprobación de Emeraude y se dirigió hacia los dos hombres. Ya se le había ocurrido una idea, y juntando las manos, dijo:
-Queridos míos, me gustaría mucho que nos cantáseis a los cuatro vientos un poema...
No estaba segura de si debían decirlo en voz alta, así que añadió:
-Pero que no se entere nadie más, no queremos atraer la atención de nadie...venid, y luego...-le echó un rápido vistazo a Emeraude y entonces tuvo una idea que le gustó mucho más. Volvió a mirar a los dos hombres y juntó las manos de nuevo, como si fuese una comadre a punto de contar un chiste excitante:
-¿Qué tal si os arrodilláis ante nosotras y nos juráis amor eterno?
Sonrió con deleite cuando la obedecieron, reprimiendo las tremendas ganas que tenía de echarse a reír.
Le gustaba mucho ver como los hombres se arrodillaban ante ella. La sensación de poder que eso le daba era algo indescriptible, ¡tan...maravilloso! Era una de las cosas que le ponían de buen humor, sin lugar a dudas.
Luego miró a Emeraude.
-Cosas como ésta me ponen de un humor excelente...tener a un hombre a tus pies es casi como sentir el mundo bajo control...-comentó-Pero claro...hay que tener cierta discreción...-dicho esto dio otro par de palmadas y sacó a los hombres de su hipnotismo, haciendo que lo olvidasen todo y pensasen que se habían tropezado con ellas. Se marcharon sin recordar nada, absolutamente nada, y Nereida dijo después.
-Ahí tienes un ejemplo...¿qué te parece?
-Queridos míos, me gustaría mucho que nos cantáseis a los cuatro vientos un poema...
No estaba segura de si debían decirlo en voz alta, así que añadió:
-Pero que no se entere nadie más, no queremos atraer la atención de nadie...venid, y luego...-le echó un rápido vistazo a Emeraude y entonces tuvo una idea que le gustó mucho más. Volvió a mirar a los dos hombres y juntó las manos de nuevo, como si fuese una comadre a punto de contar un chiste excitante:
-¿Qué tal si os arrodilláis ante nosotras y nos juráis amor eterno?
Sonrió con deleite cuando la obedecieron, reprimiendo las tremendas ganas que tenía de echarse a reír.
Le gustaba mucho ver como los hombres se arrodillaban ante ella. La sensación de poder que eso le daba era algo indescriptible, ¡tan...maravilloso! Era una de las cosas que le ponían de buen humor, sin lugar a dudas.
Luego miró a Emeraude.
-Cosas como ésta me ponen de un humor excelente...tener a un hombre a tus pies es casi como sentir el mundo bajo control...-comentó-Pero claro...hay que tener cierta discreción...-dicho esto dio otro par de palmadas y sacó a los hombres de su hipnotismo, haciendo que lo olvidasen todo y pensasen que se habían tropezado con ellas. Se marcharon sin recordar nada, absolutamente nada, y Nereida dijo después.
-Ahí tienes un ejemplo...¿qué te parece?
Nereida Di Vaarsen- Hechicero Clase Alta
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