Encuentro

La atención en estos días prestada por la traición solo se centraba en Darcy, nadie más nos estaba buscando a los demás involucrados en la revolución. Milo no se encontraba en casa y como estaba bastante aburrida ya de estar escondida en la casa de la noche ultimamente me la pasaba escapando de ella para poder sentir un poco de vida, de emoción y divertirme un poco. Tome una de las capas que se me habían dado para poder salir a comprar comida para las personas que se mantenían dentro de aquel lugar. Sin embargo esta salida nada tenía que ver con eso, solo necesitaba un poco de aire fresco, distracción y volvería temprano, esta vez si lo haría. Tomé los francos necesarios para lo que fuera que hiciera y salí corriendo por la puerta trasera en dirección al bosque, nadie me detendría no esta vez. Poco a poco caminé por la ciudad, observando los rostros divertidos de las personas que ambulaban por las calles, recordé mi primer día en Paris y sentí una emoción desbordante recorrer mi cuerpo.

Al poco tiempo mi atención fue robada por un edificio del cual hace mucho tiempo había asistido. El viejo pero hermoso teatro de la ciudad estaba abriendo sus puertas para dar una función. Mordí mi labio inferior emocionada y poco a poco me caminé al lugar. Ultimamente parecía una señorita de sociedad debido a los vestidos hermosos que mi amigo el conde me llevaba a casa por lo que al entrar nadie objeto que entrará e incluso uno de los encargados en vez de venderme la entrada me la regalo con tal de que le dijera mi nombre. Hice una mueca, la verdad nunca había sentido que fuera una mujer bella y mucho menos quería aprovecharme de las situaciones. Caminé por el lugar, sonreí cuando vi que el ticket era uno de los balcones hermosos que utilizaban aquellos que tenían mucho dinero, sin duda mi día estaba empezando a ser demasiado bueno.

Llegué tomando asiento, en realidad no me importaba estar sola, hace días había ya aprendido que debía acostumbrarme, por lo menos por el tiempo en el que las cosas se calmaran. Mi cabeza daba vueltas, estaba ansiosa sin embargo un hermoso rostro parecido al de un angel llamo mi atención en el balcón que se encontraba frente a mi. Sus facciones eran tan perfectas que incluso dolía lo hermoso que llegaba a ser. Nuestras miradas se cruzaron y no pude hacer otra cosa que sonreírle con timides cuando nuestras miradas se entrelazaron. Su mirada me hizo temblar, sentir como mi piel se erizaba lentamente y mi cuerpo se ponía a la defensiva, de manera tosca aparte la mirada. Pase las manos por los brazos para darme calor, intentando tranquilizar mi cuerpo, una brisa de aire azotó mi cuerpo y antes de voltear las cortinas de la función se abrieron.

Por extraña razón el cuerpo comenzaba a erizarse al sentirlo cada vez más cerca, mi respiración estaba tan agitada que apenas podía comenzar a hablar de nuevo, sensaciones de miedo, de querer salir de ahí, de escapar de aquel ángel invadía mi cuerpo sin embargo mis pies no se movían, era un contraste tan raro, tan diferente, tan distinto de querer permanecer pero huir al mismo tiempo. - Yudea - Repetí sonriendo sin dejar de verlo. Su caballerosidad me tenía completamente aturdida, su mirada podía ser un tanto salvaje pero conforme parpadeaba se veía dulce lo cual comenzaba a confundirme - Doreen, mi nombre es Doreen - El fresco de la noche era evidente, odiaba ser tan friolenta, Incluso su tanto me producía más frío de lo que ya sentía. Me sonrojé demasiado, desviando la mirada hacía otro lado, no controlando los nervios de las palabras de él - Usted tiene un rostro angelical que sin duda quedaría bien poder colgarlo en medio de una galería de arte - Lo cierto era que me encantaba poder hacer cuadros nuevos, poder enseñarlos a los modelos y ver si tenían o no su aprobación. - Por favor acepte - Supliqué colocándome frente a el alzando sus manos con las mías. Ambas manos se recargaban en mi pecho, y en su pecho estábamos demasiado cerca y solo sonreí intentando convencerlo.

Era algo raro que conforme avanzábamos a la salida ninguna alma se encontraba ni siquiera en la recepción. Mire a mi alrededor bastante curiosa, preocupada. -¿Estarán viendo la obra? - Pregunté con cierta preocupación. Muchas de las velas que alumbraban la recepción del lugar se habían apagado, a penas se podía ver con claridad mientras caminábamos a la puerta de salida, la luz de la luna ayudaba un poco peor no lo suficiente - Ten cuidado - Susurré despacio mientras avanzábamos. Me aferré con fuerza a su brazo, no tenía ganas de tener un accidente frente a él - ¿Entonces si me dejará? - Insistí bastante emocionada deseando que su respuesta fuera afirmativa - ¿A donde iremos a cenar? - Pregunte abriendo la puerta del lugar para comenzar a caminar. No había carruaje alguno que nos estuviera esperando. - Sino, nos apresuramos será tarde y no encontráremos nada abierto - Y lo cierto era que ya temía de las criaturas de la noche. pues más de un amigo vampiro conocido me había dicho lo atrayente que era mi sangre, que debía tener cuidado.

Sus palabras eran bastante claras, aquel hombre sabía bien como disfrutar y gozar más del peligro y de alguien, suspiré intentando eliminar pensamientos de miedo o algo por el estilo. Lo miraba con detenimiento, era extraño pero sus movimientos salvajes eran atrayentes, era como estar jugando con fuego y que sabías que podías salir severamente quemado y aun así quería permanecer ahí. - ¿Y entonces por qué sería conmigo cortes si solo quisiera algún provecho de mi? ¿No sería más fácil ir al grano?- Negué con la cabeza en algunas ocasiones no entendía porque todos le daban vueltas a los asuntos, debían decir o hacer sus propósitos pero supongo que ese momento de espera era lo que hacía que las cosas valieran la pena, bueno eso quería intentar entender. Hice una mueca de desagrado total, si esto seguía así y yo me sentía en el limbo seguramente tomaría el camino a casa, esas sensaciones de peligro y diversión, de riesgo al mismo tiempo me estaba volviendo loca pero sin duda alguna necesitaba quedarme.

El camino comenzaba a hacerse más largo de lo que yo sentía que era. Su mirada constante sobre mi me ponía nerviosa. Su sonrisa me ponía los pelos de punta. Sentí un alivio cuando el carruaje se detuvo por completo y me baje rápidamente ni siquiera espere a que el chofer lo hiciera, necesitaba estar en el exterior donde si él llegaba a hacer algo pudiera gritar y ser rescatada por alguien que pasara por los alrededores - ¿Aquí es? - Me asomé por el lugar, sin darme cuenta ya lo tenía a mi lado y tome temblorosa su brazo para comenzar a avanzar por el lugar que curiosamente carecia de luz, no como otros establecimientos cercanos que se veían demasiado llamativos por la cantidad de velas que habían dentro de ellos - ¿Qué se le antoja a usted caballero? - Pregunté de manera inocente observando como se abría la puerta delante de nosotros.

Caballero ante todo, de los pocos que aunque supiéramos que había reglas que la sociedad nos daba hacía lo correcto. Me senté de manera apropiada mientras el me acomodaba la silla y tomaba su asiento. Sonreía para él aunque no sabía si por inercia o por naturalidad. -¿Vino? ¿Solo vino? Entonces yo tomaré lo mismo - No me gustaba comer sola, mucho menos con un desconocido y a juzgar por el lugar tenía miedo de que pusieran algo en mi comida. Cerré la carta pero puse la servilleta sobre mi regazo. ¿Podía conocer o estudiar más su rostro? Me parecía que no, tal vez ya lo había hecho demasiado aquella noche. Tomé una larga bocana de aire y me lo quede viendo - Dígame Yudea… ¿Es usted de Paris? ¿Por qué no había visto por las calles su rostro? Me parece raro no recordarlo - Hable de manera firme dejando a un lado ese miedo que aunque lo tenía en mi cuerpo debía controlarlo para disfrutar la velada.

Una canción un tanto suave, delicada comenzó sonar de quien sabe donde mientras ambos estábamos en el fondo del lugar. La luna se veía hermosa, gran y completamente imponente me la quede mirando por unos momentos - ¿Te gusta? Es decir, la noche… Dicen que cuando una persona ama la noche es porque puede ser el mismo, es decir, deja salir sus mayores pasiones, sus comportamientos naturales sin que nadie le diga nada, es como si la noche fuera su cómplice ¿Crees que sea cierto lo que dicen? - Mi rostro se movió con cuidado para captar su mirada - ¿Usted siempre es el mismo o se deja llevar por sus pasiones? - Lo cierto es que siempre había sido una chica tímida, ni siquiera sabia porque había aceptado la invitación ¿Supervivencia? No lo sabia. Sabía bien que muchas de las pasiones o deseos de formas de ser los tenía guardados pues el miedo al que dirán estaba presente.

No puedo negarlo, estoy teniendo una marea de emociones totalmente distintas unas de otras, por un lado me siento totalmente cautivada por aquel hermoso rostro, es como un ángel no puedo dejar de repetirlo en mi mente sin embargo los ángeles deben de dar paz no ponernos los pelos de punta o tener miedo, por que en este momento tengo un presentimiento y mi corazón esta tan acelerado, me indica que quizás he cometido un gran error al venir con el caballero pero quien sabe, no debía suponer, no cuando me sonríe de esa manera, sentí como lentamente el calor de mi cuerpo comenzó a irse de mi corazón a todo mi cuerpo y luego de mi cuerpo hasta mis mejillas dejando ese rubor de nuevo marcar la timidez que siempre me acompañaba y que por más que luchaba no la podía evitar - No me gusta comer sola eso pasa - Suspiré profundamente cerrando los ojos por unos escasos momentos. Había ignorado la mayoría de mis preguntas y eso no me gustaba pues intentaba conocerlo. Quería de verdad negarme a comer quizás hacerlo en casa podría hacerlo, evitarme todos estos sentimientos encontrados sin embargo no podía irme. La mesera se acercó, solo pedí una sopa, pequeña, no me iba a entretener demasiado en la comida. - Lo hice, ya ¿Contento? - Le sonreí con dulzura, encanto y cierta coquetería que ni siquiera yo misma sabía de donde había sacado.

El nerviosismo no me dejaba, volteé mi rostro para tomar varias bocanas de aire de manera disimulada - ¿De donde viene? ¿Es la primera vez que viene a ese lugar? ¿Le gusta? - De nuevo tenía muchas ganas de saber todo y a la vez nada de él, sabía que si me metía en terrenos como esos quizás correría peligro y no volvería a salir de ellos pero ¿Y si estaba en lo contrario? ¿Y si todo lo que creía de él estaba equivocado. Estiré mi mano ligeramente para poder tomar la suya, estaba tan frío que incluso mi piel se erizó de nuevo sin embargo su piel era suave, demasiado, tanto que no quería soltarlo - Parece cuida su piel - Susurré contrariada viendo la unión de nuestras manos. - ¿Por qué estás tan frío? - Y entonces una idea se vino a mi mente, tenía amigos que tenían la misma temperatura, la misma textura en la piel pero se trataban de vampiros…