Negocios y Lujos

Definitivamente las cosas en roma en un verdadero caos, la partida de Urian y la situación con Jaden, no era precisamente una taza de leche, y ahora cuando parecía que finalmente podría mejorar la relación entre ambos, me veía obligada a regresar a parís, por negocios. Claro una cortesana a ojos de cualquiera no tendría más asuntos que atender que los deseos de sus clientes, pero en mi caso era diferente. Con parte del dinero que quedo de la venta de la casa de mi padre, invertí en algunos terrenos en las afueras de parís, y ahora debía supervisar al capataz.

Pero como buena dama de la corte, no me permitiría visitar parís, sin realizar algunas compras, Shannon me había llenado de vestido, y yo tenía mi joyas, pero precisamente deseaba compra algunas nuevas, pues todo anunciaba que en el palacio las fiestas abundarían y no deseaba deslucir entre tanto esplendor.

Me encontraba en mi cuarto, ordenando mi maleta, añadiendo algunas de mis prendes predilectas, otra botella de mi perfume y otras esencias, y por supuesto mi joyero. La casa quedaría sola por un buen tiempo durante mi ausencia. Me encontraba por terminar aquellos preparativos, cuando un golpe proveniente de la puerta llamo mi atención, baje con calma, prestando atención a la hora, las tres en punto, precisamente la hora en que la joven negociante anuncio estar en mi casa.

Abrí la puerta y ahí estaba ella, con un neceser y una timida sonrisa. Se trataba de una joven de casi la misma edad que yo, pero evidentemente más timida y falta de experiencia. - Querida, Bienvenida. Pasa adelante, te estaba esperando-[/]señale abriéndole el paso hasta la sala, una vez allí le invité a tomar asiento- [I]- ¿Gustas algo de beber?¿Una infusión? Lo que pidas, la sirvienta se encargara de ello- señalé mientras tomaba asiento en una butaca frente a ella.

- ¿Raven Drooks es tu nombre cierto? Me han dicho que tu joyería es de las mejores, incluso traen joyas desde la india. - Añadí con la prestancia habitual de una dama acostumbrada a tratar de negocios- Por cierto, lamento no haberme presentado. Alizée Signoret, encantada de recibirte en mi casa- me presente con elegancia y una sonrisa bailando en mi rostro

La joven que tenía frente a mí parecía algo intimidada por mi hogar, o incluso por los sirvientes, situación que por un momento me dejo perpleja, pues no esperaba que una joven negociante no tuviese la costumbre de lidiar con los lujos de sus clientes. Lujo que evidentemente estaba lejos de alcanzar mi morada, pues esta no alcanzaba ser un palacete y mucho menos los sirvientes eran tantos como para atemorizar a quien me visitase. Precisamente era aquello lo que buscaba evitar, que mis clientes se sintiesen intimidados por los lacayos, por eso solo contaba con dos, una encargada de la cocina y detalles domésticos, y otro que se encargaba de la seguridad en mi ausencia. Ambos eran matrimonio y contaban con mi completa confianza, por lo que les permitía vivir en el cuarto de servicio y desenvolverse en la residencia casi como si fuese propia, a excepción que tuviese algún cliente, situación en que ellos se relegaban a sus aposentos.

La escuche balbucear excusas respecto a no querer ser atendida, pero no permitiría que mis visitas no fuesen atendidas a la altura de la anfitriona, es decir de mi. Hice una seña a Ange, que nos trajese un té junto a algo de bollería, no era hora una hora apropiada para ofrecer vino. La Escuche con atención mientras se desenvolvía con evidente nerviosismo en la sala, donde yo solo me limitaba a dejarla actuar, ese era un buen modo de conocer a las personas y de saber si eran honradas o no. Hasta el momento, ella estaba superando la prueba, parecía honesta y sencilla, pero por sobre todo emprendedora, virtud que valoraba mucho en las damas de la época.

- Shh Querida, tranquila, toma aire, respira y siéntate un momento. Estoy segura que tus joyas son las mejores y que eres una joven muy esforzada - intenté calmarla mientras ponía frente a mí una exquisita pieza de joyería, que si no fuese por mis gustos algo más recatados hubiera comprado encantada al igual que los pendientes que ponía contra mi piel para lucir mejor su esplendor.

Observe las joyas fascinada por su belleza y delicadas terminaciones, sinceramente se trataba de un negocio de grandes inversiones, y aun más de grandes ganancias, por lo que mi interés en él aumento por sobre manera. - Cuéntame querida Raven, ¿puedo llamarte así-me interrumpí antes de continuar - ¿Acostumbras atender a domicilio? ¿O aun no estableces tu negocio en la ciudad?- cuestioné con curiosidad, pues que su negocio me resultaba bastante interesante. Fue mientras hablábamos que Ange ingresó con una charola de plata a juego con servicio de té, tal como había solicitado- Puedes servirte lo que gustes, ¿Cómo prefieres el té? ¿Con una o dos de azúcar?- proseguí ignorando la negativa de su rostro, segura que necesitab algo de entrenamiento para acostumbrarse a atender clientes en domicilio.- En mis tanto viajes por Europa, pocas veces he visitado una joyería, en parte porque suelo recibir muchas joyas de regalo y por otro lado, porque suelen visitarme para ofrecer sus productos. He de confesar que es al primera vez que una joven viene a atenderme, esperaba a una señora de edad - proseguí con calma, mientras mi vista pasaba detenidamente por algunas de las joyas que se encontraban en exposición sobre el suave terciopelo negro.

Finalmente vi algo que llamo mi atención, un conjunto de sencilla elaboración, pero con finos brillantes incrustados. El regalo perfecto de bodas para Shanon, una joya que no había antes en mis recorridos por europa y que sería perfecto para la ceremonia entre ella y Urian, claro, si es que ellos llegaban a casarse, lo que esperaba con todas mis fuerzas. -Raven, querida, este conjunto me fascino, ¿Cuántos francos son? - cuestioné absorta por la joyería.

Sonreí con disimulo al verla recibir la comida que su sirviente había llevado hasta la sala, evidentemente la joven se había negado en un principio para no parecer mal educada. Lo que a mi ver resultaba más descortés que aceptar la invitación de su anfitriona. Así, mientras ella bebía de su te y probaba los bocadillos que aquella mañana preparo Ange, la imité, sirviendo para mí un pequeño bocado junto a la respectiva infusión, disfrutando de ambos sabores, a la vez que mis vista seguía pegada en el maravilloso conjunto que la había cautivado.

- Raven, puedes servirte lo que gustes. Me gusta atender bien a mis visitas, y he de decir que eres de las pocas damas que visitan mi hogar-comenté para darle confianza y que no se cohibiese.

La seguí con la mirada al tiempo que la negociante dejaba de comer y se limpiaba con delicadeza, para luego mostrarle cada pieza del conjunto, no solo los pendientes, el anillo y el hermoso collar, sino que también un magnífico prendedor que hacía juego con las piezas de brillantes. Al oír el precio me sorprendió, pues como buena conocedora de joyas, sabía que aquellas piezas solían costar al menos el doble la pieza.

- Querida, ofrezco diecisiete mil francos por el conjunto completo más el prendedor, no sé si te parezca un trato justo -sugerí, sabiendo que ofrecía un precio mayor pero que sin duda lo merecía, mientras seguía deleitándose con la joyería, buscando ahora un conjunto para ella - El conjunto es precioso, será perfecto como regalo de bodas- añadí antes de beber otro sorbo de té.

- Ahora querida, me gustaría ver algo para mí, también para la boda, seré madrina - expliqué a la espera que ella siguiese poniendo frente a mí lo mejor de su mercancía- [color=violet]- Debe ser algo más recatado, pero igual de elegante- [/colo] especifiqué a la espera que ella me mostrase algo apropiado a mis peticiones.

Ciertamente me encontraba fascinada por las joyas que la joven me presentaba, clara muestra de buen gusto, de calidad y de tratarse de un joven que prosperaría con su negocio, solo le bastaba quizás algo de experiencia en atención personalizada, pero aquello era algo que yo misma le podía enseñar. No es que me interesase ayudar a cualquiera que visitase mi casa, pero ella particularmente, era mi agrado, aunque no era difícil vislumbrar en ella un buen futuro como comerciante y la existencia de un secreto en particular. Aquello ultimo solo fue un fugaz presentimiento que cruzo por mi mente cuando ella casualmente rozo mi mano al entregarme una de las joyas.

- Para la boda, aun tengo muy claro que llevaré, depende de las conversaciones con la modista. Con ella me reuniré apenas llegue a roma, ya sabe que las bodas implican muchos preparativos - comenté borrando aquel ultimo pensamiento de mi mente, no era de mi interés saber los secretos de prácticamente una completa desconocida [colo=violet]- Mis amigos, la pareja que se casará, son ambos parte de la realeza y sin duda su boda será un acontecimiento muy importante, pues significara la unión de dos reinos -[/color] comenté con elegancia, mientras analizaba todas las joyas que ella ponía frente a mí.

- Me gusta este - señale tomando un conjunto más sencillo que el anterior, conformado por pendientes, un anillo, una delicada pulsera y un collar, todo forjado bajo la base de una serie de perlas entrelazadas entre sí - Creo que quedara perfecto con cualquier vestido que utilice en la ceremonia - comente, admirando la belleza de las piezas.

- Ya sabes que el dinero no es problema para mí - agregué, como si aquel detalle fuese importante, mientras que ella ponía las joyas en sus respectivas cajas aterciopeladas-- ¿Cuánto tiempo llevas en este negocio? - cuestioné pasando de un tema a otro, tenía una idea y sin duda ella tal vez le interesase mi propuesta.

La chica tal como si leyese mis pensamientos, me extendió las hermosas piezas de joyería que tanto me habían fascinado, aunque mi intuición me indicaba que finalmente la boda no se efectuaría, cuando deje Roma para arreglar mis asuntos en Paris, el ambiente entre los novios estaba tenso, al punto que el mismo Urian se había marchado a su reino, sin siquiera despedirse de su prometida. Pero Shanon no parecía hacer caso a mis consejos, razón por la cual me parecía cada vez más lejana la posibilidad de una vida entre ellos. Aun así, aquellas piezas de joyería valían el precio que estaba pagando y aunque la boda no se realizase, la regalaría a Shanon en agradecimiento por su hospitalidad.

Me entrego la caja aterciopelada tras unas escuetas palabras sobre vida y sobre su negocio, podía intuir que algo de aquel tema no le agradaba, y me cuestionaba si era prudente insistir. Finalmente concluí que mejor dejaba el tema en reserva para otra oportunidad, y me abstraje probando las joyas, contrastándolas con mi piel mientras me contemplaba en un espejo, se veía perfecto prácticamente para cualquier ocasión. Sonreí satisfecha, me fascinaban las joyas y disfrutar de ellas luciendo en mí. Eso y las telas de los vestidos, era realmente una mujer fanática de los accesorios, de aquellos detalles femeninos que pueden transformar a cualquier mujer, por simple que sea, resalte su belleza.

- Su negocio me parece interesante, no solo porque parece muy prospero.- comente con aire casual, regresando a mi lugar en la sala, mientras guardaba las perlas en la caja de terciopelo- En especial, porque se trata de un negocio familia, el cual sospecho le ha dado a tu familia la posición que tienen - añadí mirándola a los ojos, no era fácil ignorar que ella poseía un buen estatus social, en especial por sus modales y su vestimenta, que si bien no era ostentosa, era de buena calidad.

- Seré sincera querida Mademoiselle Droock, llevo un tiempo buscanodo un negocio prospero en el cual invertir mis ganancias. -señalé sin reparos, mientras bebía un sorbo de té - Usted me parece una joven trabajadora, esforzaa y muy buena comerciante. Aunque considero le falta pulir un poco su trato con los clientes, ser más empática con ellos y llegar más a su vanidad antes que a sus bolsillos - explique con calma, sin dejar de mirarla, atenta a sus reacciones, esperando no ofenderla con mis palabras.

- Comprenderás que en mi “oficio” - intenté que mis palabras fuesen claras, sin sonar ofensivas al referirme a mi trabajo de cortesana, del cual sinceramente no me avergonzaba, pero de la cual muchos solían espantase, más si se trataba de damas -Es importante tener un fondo de reserva, los años son efímeros. Y por razones muy personales, quizás me aleje del negocio, y busco opciones y alternativas - exprese, develando las intenciones de mis palabras.

- Me interesa su negocio, invertir en él concluí finalmente - Pero dado que es un negocio familiar, quizás no esté interesada.