AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Negocios son negocios [Privado]
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Negocios son negocios [Privado]
Los lugares más oscuros son los más interesantes, pero a la vez peligrosos. Aitziber sabía bien que había algunas cosas con las que no se podía jugar, pero eso era lo que más le interesaba, pues, hacia que su vida fuera de diferentes ajustes que llegaban a hacerla una mujer compleja y difícil de describir. En ocasiones su familia la hacía sentir más extraña de lo normal, al haber elegido los negocios familiares en vez de fiestas y citas con hombres que sabía muy bien que no tenían ni un poco de cerebro en aquellas cabellas llenas de cabello, por suerte su padre sabia que ella era una negociante de excelencia y que había heredado eso de ella, además de otras cosas que aun Aitziber no sabia y tal vez nunca lo haría.
Era cierto que manejaba los negocios de su familia, los tenía en muy buen camino, aunque en mayor parte su padre tomaba aun algunas decisiones, también gracias a los comercios de su padre había podido emprenderse como comerciante en especias, que llegaban a tener una gran popularidad en parís, no importaba que era lo que estuvieran buscando aquella hábil bruja se los traería a un buen precio.
Hacia un poco de frio aquella noche, se coloco un hermoso abrigo de piel de oso negro para que pudiera cubrir su piel pálida heredada de su madre coreana al mismo tiempo que su desnudez estaba cubierta por un vestido de color chocolate con algunos detalles en marrón pálido, su cabellos estaban acomodados estratégicamente para que no le interrumpiera en su frente, llevado hacia atrás con delicadeza dejando su rostro limpio y despejado. Encontró un caballo esperándola en la puerta de su tienda, esta era la tercera vez que iba a cerciorarse de que todo estuviera bien, aunque sabía que algunos espíritus se quedarían para asegurarse de que todo se mantuviera en donde estaba y si cualquier cosa sucedía, ellos rápidamente avisarían a su joven bruja. Tenía una entrega importante que hacer, eran algunas cosas que no le gustaba que fueran atenidas en la tienda; no por miedo a la reputación de su localidad. Más bien por miedo a su integridad y a los secretos que rondaban por aquel lugar.
Aceptaba a muy pocas personas en horas de la tarde o noche y mucho menos vampiros, no deseaba a ellos cerca de un lugar en donde normalmente podría quedarse a dormir, aunque sabía que podría ser el lugar más seguro de parís gracias a los espíritus que había delegado a vigilar y cuidar aquel lugar, pero era mejor que prevenir, le habían dicho muchos de ellos, así que tranquilamente le hacía caso, pues ellos eran sabios o al menos trataban de hacerlo en algunos casos. Tomo una bolsa de cuero poniendo hay el pedido que su cliente le había delegado, con mucho cuidado y como si fuera un madre, los envolvió en una tela roja antes de ponerlos en aquella bolsa que escondió en su vestido, sujetándolo bien a su cadera para que con el movimiento del animal no se fuera a caer.
El viaje duro una media hora, miro a su alrededor, había estado ya en aquella choza vieja llena de vegetación, en ocasiones la utilizaba para reuniones clandestinas como esta o alguna que otra travesura que era mejor no revelar, dejo salir una leve sonrisa al notar una vela encendida, su débil luz la reconforto del frio que hacía, aunque su rostro ni sus manos la estuvieran tocando, la sensación de que estuviera esta chisma de calidez en ese lugar, la llenaba de tranquilidad. De forma inconsciente se llevo la mano a la cintura encontrando aun el saco de cuero en ese lugar, así que conforme a la situación se bajo de su caballo negro y lo llevo hacia un árbol, muy cerca de la casa destrozada por los años, le acaricio el hocico para luego apartarse para que sus pasos la guiaran hasta aquella casa en donde debía ya estar un cliente nuevo.
Toco solamente por cortesía, aunque sabía que pudo haber entrado sin necesidad de hacerlo –Soy D` Lemoine- expreso con su suave voz –He venido a traerle lo que me pidió en su carta hace unos días- y asi comenzaba un momento de silencio mientras la bruja esperaba una respuesta de un lugar desierto, esperando que un demonio llegara en busca de su pedido mientras ella se quedaba con una buena porción de dinero por aquel pequeño favor.
Era cierto que manejaba los negocios de su familia, los tenía en muy buen camino, aunque en mayor parte su padre tomaba aun algunas decisiones, también gracias a los comercios de su padre había podido emprenderse como comerciante en especias, que llegaban a tener una gran popularidad en parís, no importaba que era lo que estuvieran buscando aquella hábil bruja se los traería a un buen precio.
Hacia un poco de frio aquella noche, se coloco un hermoso abrigo de piel de oso negro para que pudiera cubrir su piel pálida heredada de su madre coreana al mismo tiempo que su desnudez estaba cubierta por un vestido de color chocolate con algunos detalles en marrón pálido, su cabellos estaban acomodados estratégicamente para que no le interrumpiera en su frente, llevado hacia atrás con delicadeza dejando su rostro limpio y despejado. Encontró un caballo esperándola en la puerta de su tienda, esta era la tercera vez que iba a cerciorarse de que todo estuviera bien, aunque sabía que algunos espíritus se quedarían para asegurarse de que todo se mantuviera en donde estaba y si cualquier cosa sucedía, ellos rápidamente avisarían a su joven bruja. Tenía una entrega importante que hacer, eran algunas cosas que no le gustaba que fueran atenidas en la tienda; no por miedo a la reputación de su localidad. Más bien por miedo a su integridad y a los secretos que rondaban por aquel lugar.
Aceptaba a muy pocas personas en horas de la tarde o noche y mucho menos vampiros, no deseaba a ellos cerca de un lugar en donde normalmente podría quedarse a dormir, aunque sabía que podría ser el lugar más seguro de parís gracias a los espíritus que había delegado a vigilar y cuidar aquel lugar, pero era mejor que prevenir, le habían dicho muchos de ellos, así que tranquilamente le hacía caso, pues ellos eran sabios o al menos trataban de hacerlo en algunos casos. Tomo una bolsa de cuero poniendo hay el pedido que su cliente le había delegado, con mucho cuidado y como si fuera un madre, los envolvió en una tela roja antes de ponerlos en aquella bolsa que escondió en su vestido, sujetándolo bien a su cadera para que con el movimiento del animal no se fuera a caer.
El viaje duro una media hora, miro a su alrededor, había estado ya en aquella choza vieja llena de vegetación, en ocasiones la utilizaba para reuniones clandestinas como esta o alguna que otra travesura que era mejor no revelar, dejo salir una leve sonrisa al notar una vela encendida, su débil luz la reconforto del frio que hacía, aunque su rostro ni sus manos la estuvieran tocando, la sensación de que estuviera esta chisma de calidez en ese lugar, la llenaba de tranquilidad. De forma inconsciente se llevo la mano a la cintura encontrando aun el saco de cuero en ese lugar, así que conforme a la situación se bajo de su caballo negro y lo llevo hacia un árbol, muy cerca de la casa destrozada por los años, le acaricio el hocico para luego apartarse para que sus pasos la guiaran hasta aquella casa en donde debía ya estar un cliente nuevo.
Toco solamente por cortesía, aunque sabía que pudo haber entrado sin necesidad de hacerlo –Soy D` Lemoine- expreso con su suave voz –He venido a traerle lo que me pidió en su carta hace unos días- y asi comenzaba un momento de silencio mientras la bruja esperaba una respuesta de un lugar desierto, esperando que un demonio llegara en busca de su pedido mientras ella se quedaba con una buena porción de dinero por aquel pequeño favor.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Negocios son negocios [Privado]
Volvía a hacer frió en París, y aunque eso poco le afectaba, si le molestaba por la excesiva cantidad de ropa de sus victimas, algunos de ellos exageraban al máximo apenas arreciaba el mas mínimo frió por entre las hendijas de las casas, acaso nadie hacia ejercicio para mantener la temperatura corporal. En mi caso el ejercicio ya no tenia el efecto que hace unos varios años, allá lejos. Ahora solo lo reconfortaba la sangre de su victima recorriendo su cuerpo mientras lo despojaba de vida lentamente para hacerlo aun mas sentimental y saborearlo como si de un bistec se tratara.
Pero esa noche no solo debía pasar por el teatro sino que se le había encargado realizar el secuestro de damas para las funciones venideras. Al parecer ya estaban escaseando, tenia muy buenas opciones en los pueblos a las afueras de Francia, pero debía de tener cuidado porque un simple descuido y tendría que desaparecer del mapa bajo mi forma de negociante y actor con la cual ocultaba mi verdadera identidad vampirica. Solté unos polvos volátiles sobre mi cara para contrarrestar la blancura con la que se destacaba habitualmente y me coloque unos guantes que por el frío iban a estar mas que bien aunque si debía responder a un saludo de mano, de seguro no seria notoria la diferencia corporal con el frió que arreciaba las calles. Apenas salí a la calle noté una suave brisa de lo mas reconfortante, me sentía como en casa mientras me inundaba por completo empezando por llenar innecesariamente mis pulmones.
El carruaje recorrió el centro hasta cruzar un puente de empedrado, luego doblo unas cuentas veces hasta adentrarse en una zona de casas bajas. Había contactado a la dueña del local de medicamentos y demás por medio de una dirección que Armand había conseguido en una de las funciones, posiblemente él y ella se conocían, pero yo no sabia de quien se trataba, por carta había tratado de informarle de manera sutil que estaba necesitando un relajante muscular que me dopara por completo.
Que me había entendido la dueña, eso lo daba por hecho, el tema era si sabia la función para el cual usábamos este tipo de medicamentos o drogas, estimo que sí porque con gran cautela me invito a esta lugar al cual me dirija con el fin de realizar la venta del producto.
El lugar citado era una casa algo desvencijada y abandonada que por obra de la magia aun seguía en pie sin caerse y soportando sobre ella cargas y cargas de aguas, tormentas, vientos y demás... la casa no cedería por muchos años si había soportado tantos climas agobiantes. Esta noche no iba a representar ningún peligro permanecer allí. Con cautela abrí la portezuela de la entrada de madera corrompida por el agua y me adentré cruzando un patio pequeño y descuidado de la entrada hasta la puerta misma. No sentí ninguna presencia dentro de la casa pero como por instinto toque la puerta antes de pasar para luego correrla un poco y meter mi cabeza para pedir permiso. Nadie respondió así que me dedique a observar algunos cuadros que había en el recibidor, todos parecían replicas de los mas grandes artistas. Quien sea que haya vivido aquí tiene un buen gusto.
El cochero se había retirado a pedido mio porque no quería que esperase y viera de que se trataba, conseguiría llegar por mis propios medios después. Me senté en una de las butacas que estaban en la entrada, en el recibidor o living de la casa y me puse a leer un periódico viejo que encontré tirado en el piso. Perdido estaba en las imágenes cuando escuché los cascos de un caballo en la entrada y al poco tiempo unos golpes sutiles en la puerta de ingreso. Me levanté del asiento dejando del periódico de lado y observando a mi interlocutora en el marco de la puerta pude distinguir levemente sus rasgos a contraluz.
-Madame, le agradezco haber respondido a mi carta ante todo. Yo soy el Sr. Pohl, un placer conocerla personalmente - un sonrisa y la extensión del brazo acompaño estas frases mientras besaba la palma de su mano con delicadeza.
-Realmente agradezco su discreción... -deje las silabas colgando para ver hasta donde sabia, o hasta donde Armand le llegó a contar sobre el destino de estas drogas que me entregaba.
Pero esa noche no solo debía pasar por el teatro sino que se le había encargado realizar el secuestro de damas para las funciones venideras. Al parecer ya estaban escaseando, tenia muy buenas opciones en los pueblos a las afueras de Francia, pero debía de tener cuidado porque un simple descuido y tendría que desaparecer del mapa bajo mi forma de negociante y actor con la cual ocultaba mi verdadera identidad vampirica. Solté unos polvos volátiles sobre mi cara para contrarrestar la blancura con la que se destacaba habitualmente y me coloque unos guantes que por el frío iban a estar mas que bien aunque si debía responder a un saludo de mano, de seguro no seria notoria la diferencia corporal con el frió que arreciaba las calles. Apenas salí a la calle noté una suave brisa de lo mas reconfortante, me sentía como en casa mientras me inundaba por completo empezando por llenar innecesariamente mis pulmones.
El carruaje recorrió el centro hasta cruzar un puente de empedrado, luego doblo unas cuentas veces hasta adentrarse en una zona de casas bajas. Había contactado a la dueña del local de medicamentos y demás por medio de una dirección que Armand había conseguido en una de las funciones, posiblemente él y ella se conocían, pero yo no sabia de quien se trataba, por carta había tratado de informarle de manera sutil que estaba necesitando un relajante muscular que me dopara por completo.
Que me había entendido la dueña, eso lo daba por hecho, el tema era si sabia la función para el cual usábamos este tipo de medicamentos o drogas, estimo que sí porque con gran cautela me invito a esta lugar al cual me dirija con el fin de realizar la venta del producto.
El lugar citado era una casa algo desvencijada y abandonada que por obra de la magia aun seguía en pie sin caerse y soportando sobre ella cargas y cargas de aguas, tormentas, vientos y demás... la casa no cedería por muchos años si había soportado tantos climas agobiantes. Esta noche no iba a representar ningún peligro permanecer allí. Con cautela abrí la portezuela de la entrada de madera corrompida por el agua y me adentré cruzando un patio pequeño y descuidado de la entrada hasta la puerta misma. No sentí ninguna presencia dentro de la casa pero como por instinto toque la puerta antes de pasar para luego correrla un poco y meter mi cabeza para pedir permiso. Nadie respondió así que me dedique a observar algunos cuadros que había en el recibidor, todos parecían replicas de los mas grandes artistas. Quien sea que haya vivido aquí tiene un buen gusto.
El cochero se había retirado a pedido mio porque no quería que esperase y viera de que se trataba, conseguiría llegar por mis propios medios después. Me senté en una de las butacas que estaban en la entrada, en el recibidor o living de la casa y me puse a leer un periódico viejo que encontré tirado en el piso. Perdido estaba en las imágenes cuando escuché los cascos de un caballo en la entrada y al poco tiempo unos golpes sutiles en la puerta de ingreso. Me levanté del asiento dejando del periódico de lado y observando a mi interlocutora en el marco de la puerta pude distinguir levemente sus rasgos a contraluz.
-Madame, le agradezco haber respondido a mi carta ante todo. Yo soy el Sr. Pohl, un placer conocerla personalmente - un sonrisa y la extensión del brazo acompaño estas frases mientras besaba la palma de su mano con delicadeza.
-Realmente agradezco su discreción... -deje las silabas colgando para ver hasta donde sabia, o hasta donde Armand le llegó a contar sobre el destino de estas drogas que me entregaba.
Sean O'Rouke- Humano Clase Media
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Re: Negocios son negocios [Privado]
La puerta se abrió y Aitziber pudo apreciar por primera vez a la persona con quien haría negocios, los espíritus que siempre rondaban con ella, algunos por diversión y otros por negocios entre la bruja y ellos, le indicaba y susurraba algunas cosas que la mayoría de veces buscaba obviar por educación con las personas que estaba conociendo. En ocasiones le llegaba el nombre de una persona cuando esta se presentaba, por culpa de algún fantasma soplón que buscaba mostrarle sus habilidades, pero ella no se dejaba impresionar con facilidad, y eso era lo que hacía que los fantasmas que la seguían se esforzaran aun más por encontrar los puntos exactos en que ella los necesitara. Su mano, como dama culta que era –o que se esforzaba por ser- fue llevada a los labios del hombre que con mucha caballerosidad realizo el acto normal entre la sociedad de ese tiempo. Ella sonrió complacida entrando al lugar mientras de reojo miraba algunas cosas que muchos pasarían por desapercibida, como algún retazo de poema, una cerilla en la esquina o una linda telaraña de una viuda negra entre dos de los más antiguos cuadros, que poco a poco comenzaba a deteriorarse por el cruel ambiente en donde estaban.
-Es una lástima...- susurro para ella misma las notar excelentes cuadros tirados como si fueran pura basura. Analizo un poco lo que pensaba, en realidad todo aquello era basura, lo material era siempre así, se deterioraba, en ocasiones las personas le daban más importancia a aquello inmaterial que hasta la propia vida. Una decepción total, así que se podía quedar en esos lugares deteriorándose, de todos modos el destino de todos era caer al olvido, no importaba lo que hicieran. Giro su cuerpo hasta quedar al frente del hombre, le mostro con una amplia sonrisa en sus labios, aquello que debía entregarle, era una bolsa de cuero negro con un lazo rojo que ella colocaba en la mesa de aquel lugar. Llevo una de sus manos a su cabello aun corto, estaba entre los hombros y algunos estaban en su rostro por culpa de la cabalgada –Debo decir que este tipo de cosas no la hago normalmente- confeso alzando sus hombros –En realidad no me interesa para que lo utilicen, no es de mi incumbencia – miro la bolsa para luego mirar al hombre.
Le había llegado una carta sobre un tal Armad y aquel famoso teatro de parís que había estado comenzado a tener una gran fama, necesitaba algunas cosas y ella había aceptado luego de que uno de sus fantasmillas había recolectado suficiente información como para que ella se sintiera segura en aquel negocio. Había un buen dinero y aunque no lo necesitara, negocios eran negocios, así lo veía ella-Si usted es el que va a venir a hacer negocios conmigo, dígale a Armad que ya no me envié mas cartas- advirtió frunciendo el ceño –No quiero estar involucrada con dos vampiros, con uno es más que suficiente, así que es usted o Armad- concluyo volviendo a alzar sus hombros para restarle cierta importancia.
-Notara que es un producto de calidad, así que espero que sea pagado de la misma forma- dio un saltico para sentarse en la mesa y tocar con sus dedos la textura de la cinta roja que mantenía cerrada aquella bolsa de cuero. Miro al hombre sonriendo ampliamente –Así que aumentare el precio- estiro el brazo con la palma abierta –son 250 Francos. Ya sé que dije que con 100 F estaba bien, pero el producto es excelente así que sería un crimen venderlo tan barato-
-Es una lástima...- susurro para ella misma las notar excelentes cuadros tirados como si fueran pura basura. Analizo un poco lo que pensaba, en realidad todo aquello era basura, lo material era siempre así, se deterioraba, en ocasiones las personas le daban más importancia a aquello inmaterial que hasta la propia vida. Una decepción total, así que se podía quedar en esos lugares deteriorándose, de todos modos el destino de todos era caer al olvido, no importaba lo que hicieran. Giro su cuerpo hasta quedar al frente del hombre, le mostro con una amplia sonrisa en sus labios, aquello que debía entregarle, era una bolsa de cuero negro con un lazo rojo que ella colocaba en la mesa de aquel lugar. Llevo una de sus manos a su cabello aun corto, estaba entre los hombros y algunos estaban en su rostro por culpa de la cabalgada –Debo decir que este tipo de cosas no la hago normalmente- confeso alzando sus hombros –En realidad no me interesa para que lo utilicen, no es de mi incumbencia – miro la bolsa para luego mirar al hombre.
Le había llegado una carta sobre un tal Armad y aquel famoso teatro de parís que había estado comenzado a tener una gran fama, necesitaba algunas cosas y ella había aceptado luego de que uno de sus fantasmillas había recolectado suficiente información como para que ella se sintiera segura en aquel negocio. Había un buen dinero y aunque no lo necesitara, negocios eran negocios, así lo veía ella-Si usted es el que va a venir a hacer negocios conmigo, dígale a Armad que ya no me envié mas cartas- advirtió frunciendo el ceño –No quiero estar involucrada con dos vampiros, con uno es más que suficiente, así que es usted o Armad- concluyo volviendo a alzar sus hombros para restarle cierta importancia.
-Notara que es un producto de calidad, así que espero que sea pagado de la misma forma- dio un saltico para sentarse en la mesa y tocar con sus dedos la textura de la cinta roja que mantenía cerrada aquella bolsa de cuero. Miro al hombre sonriendo ampliamente –Así que aumentare el precio- estiro el brazo con la palma abierta –son 250 Francos. Ya sé que dije que con 100 F estaba bien, pero el producto es excelente así que sería un crimen venderlo tan barato-
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Negocios son negocios [Privado]
La dama ingreso a la casa semi destruida y contempló de inmediato los cuadros que estaban en el piso tirados, estos cuadros podrían haber tenido valor pero ahora ya estaban perdidos, eran irreparables. La dama entró y con una amplia sonrisa dejó sobre la mesa la famosa bolsa de cuero negra de la que Armand me había estado hablando, dijo, "ella te dará una bolsa que contiene las drogas que le pedí, 100 francos es el costo de estas, ya sabes para que son..." y concluyo su charla repentinamente girando sobre si para irse de la sala.
Era como ver un espectáculo cada vez que hacia eso, era maravilloso. La joven tocó el lazo rojo que sostenía la bolsa y consultó con quien de los dos trataría. Era algo difícil de saber, Armand rara vez salia del teatro, y en caso de tener que ser yo el tratante me vería en la obligación de tomar mas responsabilidades de las que a veces quería. Por el momento seria yo, pero no quería confirmar nada del futuro reciente, apenas sabia que tenia que hacer yo.
-Estimo que por el momento seré el encargado de hacer los negocios pertinentes a estas cosas, en caso de ser necesario la mantendré al tanto madamme para que no haya errores, como sabe nos manejamos mucho con la discreción, de no ser así no tendríamos asegurada la existencia ademas de tener a la inquisición tras nuestro continuamente, como sabe...
Veo que usted es de confiar o al menos eso me dijo quien me envía. Le agradezco venir a estas horas no es algo habitual para usted estimo...-
Toqué el lazo rojo que se movía un poco por el viento que se colaba por la puerta semi abierta de la entrada, lo abrí para contemplar las drogas dentro. Hasta el momento no había tenido la posibilidad de usarla en mi tiempo como hijo de la noche. En realidad no la veía necesaria a pesar de lo que decían los demás, al parecer el efecto era fuerte e incluso podía conducir a la locura u olvidar lo que sucedió, imaginaba que apelaba mas a ello al porque de la compra.
-Mademoiselle, siempre consigue de esta calidad? de ser así no dudaría en continuar con la compra, mas si confirma que es mejor que la que le ofreció a mi compañero-
La observé mientras un halo de luz tenue la rodeaba, la realidad era que había visto ese halo desde que entro por la puerta principal, bien parecía que podía manejar a los espíritus a su antojo y estos le brindaban respuestas e información vital. Me pareció peculiar porque había visto pocos brujos y hechiceros prodigios como ella. Era mas normal verlos con cosas simples, lo que se llamaba "magia blanca". Esto activo mi sentido curioso, algo que no podía obviar cuando aparecía.
Era como ver un espectáculo cada vez que hacia eso, era maravilloso. La joven tocó el lazo rojo que sostenía la bolsa y consultó con quien de los dos trataría. Era algo difícil de saber, Armand rara vez salia del teatro, y en caso de tener que ser yo el tratante me vería en la obligación de tomar mas responsabilidades de las que a veces quería. Por el momento seria yo, pero no quería confirmar nada del futuro reciente, apenas sabia que tenia que hacer yo.
-Estimo que por el momento seré el encargado de hacer los negocios pertinentes a estas cosas, en caso de ser necesario la mantendré al tanto madamme para que no haya errores, como sabe nos manejamos mucho con la discreción, de no ser así no tendríamos asegurada la existencia ademas de tener a la inquisición tras nuestro continuamente, como sabe...
Veo que usted es de confiar o al menos eso me dijo quien me envía. Le agradezco venir a estas horas no es algo habitual para usted estimo...-
Toqué el lazo rojo que se movía un poco por el viento que se colaba por la puerta semi abierta de la entrada, lo abrí para contemplar las drogas dentro. Hasta el momento no había tenido la posibilidad de usarla en mi tiempo como hijo de la noche. En realidad no la veía necesaria a pesar de lo que decían los demás, al parecer el efecto era fuerte e incluso podía conducir a la locura u olvidar lo que sucedió, imaginaba que apelaba mas a ello al porque de la compra.
-Mademoiselle, siempre consigue de esta calidad? de ser así no dudaría en continuar con la compra, mas si confirma que es mejor que la que le ofreció a mi compañero-
La observé mientras un halo de luz tenue la rodeaba, la realidad era que había visto ese halo desde que entro por la puerta principal, bien parecía que podía manejar a los espíritus a su antojo y estos le brindaban respuestas e información vital. Me pareció peculiar porque había visto pocos brujos y hechiceros prodigios como ella. Era mas normal verlos con cosas simples, lo que se llamaba "magia blanca". Esto activo mi sentido curioso, algo que no podía obviar cuando aparecía.
Sean O'Rouke- Humano Clase Media
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Re: Negocios son negocios [Privado]
Sus piernas se movían de un lado a otro. Termino quedándose sentada en aquella mesa deteriorada, que tal vez pronto cedería, pero sabía que con sus pocos kilos que tenia, no habría problemas y tranquilamente podía estar en ese lugar. Sonrió al notar que aquel vampiro no había tomado mal el precio que había modificado, sabía que era algo que se podría llamar un contratiempo, pero no regalaría su trabajo. Lo consideraba como una obra de arte, un trabajo simplemente artesanal, había realizado todos los preparativos ella misma, nadie mas había tocado las especies, las había lavado, procesado y sintetizado para llegar a la escancia que se necesitaba, todo había sido un proceso largo y tedioso. Había solicitado a sus proveedores los ingredientes de mayor calidad, no se había conformado con un producto natural de India o Europa occidental; en donde era un poco normal encontrar los ingredientes de buena calidad. Ella deseaba buena calidad, por esa razón había llamado a uno de su contactos en la antigua china que le recomendó un grandioso lugar en corea en donde un pequeño monasterio era el mejor de prácticamente toda Asia. Adoraba las especies de Asia, en realidad tal vez por sus antepasados orientales, tenía cierta preferencia por aquellos productos, pero estaba consciente de que ella no los compraba por fetiche, si no por calidad y los ingredientes de ese continente eran más que exquisitos, habían sobrepasado un estándar que ella tenía.
Ladeo su rostro dejando que su cabellera de moviera con esa libertad que ya estaba acostumbrada, aun su cabello era corto, no llegaba al largor en la cual estaba acostumbrada, aunque para ser sinceros se había estado adaptando a un cabello más corto de lo normal. Bajo un poco la mirada para llevar su mano a sus cabellos y recordar la razón de porque estaba más corto. Tal vez se pudo notar un pequeño sonrojo pasar rápidamente por sus mejillas al recordar aquel pirata que le había robado algo mas valioso que todas sus riquezas. Su corazón. Dejo salir un leve chasquido cuando uno de sus fantasmas que nunca la dejaban sola de indicaba las ultimas noticias de aquel hombre que siempre tenía vigilado, pues aunque estuviera en alta mar, los fantasmas eran expertos en hallar a desaparecidos.
Volvió su atención al hombre que parecía un poco interesado en la bruja como tal, la joven le miro de forma aturdida, pues aun no entendía bien algunas expresiones de aquellos rostros inmortales, tan humanos pero tan demoniacos, su mano paso por su cuello, no de forma instintiva, recordaba con cierta ira aquel estúpido vampiro que le había robado su vitalidad, su fuerza, su todo por unos simples segundos. Debió darle gracias a Isabel, su espíritu, quien la había salvado de ser como ella por solamente unas pocas gotas de sangre. Luego su mano se fue a su vestido para quedarse tranquilamente en ese lugar, el tenia razón no estaba acostumbrada a esas horas, pero no lo hacia todos los días, así que esta vez podía fácilmente pasarlo, una noche en vela, no haría mal en su cuerpo, pues aunque no lo hiciera todo el tiempo, no quería decir que no lo hiciera. Ella era una bruja hija de la luna, adoraba la noche y oscuridad y mucho más porque sus poderes funcionaban mucho mejor en el manto oscuro que brindaba la noche en sus momentos. Se inclino hacia adelantes sonriendo suavemente mientras sus piernas que habían estado cruzadas se mueven para cambiar de posición, ahora la izquierda esta cruzada con la derecha. –Si quiere…- susurra pero extrañamente se detiene, sintiendo como un escalofrió pasa por su cuerpo. Duro unos segundos más, girando su rostro para ver a un lugar en específico, pero no había nada en ese lugar, solamente oscuridad y algunos escombros.
Había algo, tal vez algún espíritu que la estaba distrayendo, sacudió levemente su cabeza para luego sonreírle levemente y con cierta vergüenza bajar la mirada-lo siento… me distraje-confeso para luego retomar la idea que por poco se le había escapado por culpa de aquel entrometido –si quiere podemos probar la droga para que note su calidad y efectividad- comento con una sonrisilla traviesa en sus finos labios que movieron todo su rostro sin hacerle ninguna arruga –Usted solamente dígame y traigo a un ratoncillo o un conejo de indias para su prueba- le indico bajando de su cómodo lugar para girar su cuerpo a una ventana deteriorada y mirar por aquel lugar, aunque escasamente se veía gracias al polvo acumulado del lugar. –Cerca hay como dos o tres personas… ¿le parece bien ellas?- pregunto señalando el lugar donde estaban. Tal vez estaban a unos cuantos kilómetros, no lo sabía con exactitud, pero si tenían caballos llegarían en unos 15 o 20 minutos, con eso contaba ella, aunque en realidad ella tenía toda la noche, pues estaba negociando y en ello no importaba cuanto tiempo tardara, lo importante era que el clientes estuviera lo suficientemente confiado para comprar el producto.
Ladeo su rostro dejando que su cabellera de moviera con esa libertad que ya estaba acostumbrada, aun su cabello era corto, no llegaba al largor en la cual estaba acostumbrada, aunque para ser sinceros se había estado adaptando a un cabello más corto de lo normal. Bajo un poco la mirada para llevar su mano a sus cabellos y recordar la razón de porque estaba más corto. Tal vez se pudo notar un pequeño sonrojo pasar rápidamente por sus mejillas al recordar aquel pirata que le había robado algo mas valioso que todas sus riquezas. Su corazón. Dejo salir un leve chasquido cuando uno de sus fantasmas que nunca la dejaban sola de indicaba las ultimas noticias de aquel hombre que siempre tenía vigilado, pues aunque estuviera en alta mar, los fantasmas eran expertos en hallar a desaparecidos.
Volvió su atención al hombre que parecía un poco interesado en la bruja como tal, la joven le miro de forma aturdida, pues aun no entendía bien algunas expresiones de aquellos rostros inmortales, tan humanos pero tan demoniacos, su mano paso por su cuello, no de forma instintiva, recordaba con cierta ira aquel estúpido vampiro que le había robado su vitalidad, su fuerza, su todo por unos simples segundos. Debió darle gracias a Isabel, su espíritu, quien la había salvado de ser como ella por solamente unas pocas gotas de sangre. Luego su mano se fue a su vestido para quedarse tranquilamente en ese lugar, el tenia razón no estaba acostumbrada a esas horas, pero no lo hacia todos los días, así que esta vez podía fácilmente pasarlo, una noche en vela, no haría mal en su cuerpo, pues aunque no lo hiciera todo el tiempo, no quería decir que no lo hiciera. Ella era una bruja hija de la luna, adoraba la noche y oscuridad y mucho más porque sus poderes funcionaban mucho mejor en el manto oscuro que brindaba la noche en sus momentos. Se inclino hacia adelantes sonriendo suavemente mientras sus piernas que habían estado cruzadas se mueven para cambiar de posición, ahora la izquierda esta cruzada con la derecha. –Si quiere…- susurra pero extrañamente se detiene, sintiendo como un escalofrió pasa por su cuerpo. Duro unos segundos más, girando su rostro para ver a un lugar en específico, pero no había nada en ese lugar, solamente oscuridad y algunos escombros.
Había algo, tal vez algún espíritu que la estaba distrayendo, sacudió levemente su cabeza para luego sonreírle levemente y con cierta vergüenza bajar la mirada-lo siento… me distraje-confeso para luego retomar la idea que por poco se le había escapado por culpa de aquel entrometido –si quiere podemos probar la droga para que note su calidad y efectividad- comento con una sonrisilla traviesa en sus finos labios que movieron todo su rostro sin hacerle ninguna arruga –Usted solamente dígame y traigo a un ratoncillo o un conejo de indias para su prueba- le indico bajando de su cómodo lugar para girar su cuerpo a una ventana deteriorada y mirar por aquel lugar, aunque escasamente se veía gracias al polvo acumulado del lugar. –Cerca hay como dos o tres personas… ¿le parece bien ellas?- pregunto señalando el lugar donde estaban. Tal vez estaban a unos cuantos kilómetros, no lo sabía con exactitud, pero si tenían caballos llegarían en unos 15 o 20 minutos, con eso contaba ella, aunque en realidad ella tenía toda la noche, pues estaba negociando y en ello no importaba cuanto tiempo tardara, lo importante era que el clientes estuviera lo suficientemente confiado para comprar el producto.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Negocios son negocios [Privado]
La situación era de lo mas curiosa, a mis ojos actuales, o era que no experimentaba tanta aventura en este tiempo que la simple aura de la joven me cautivaba a cada sentido, cada sensación se veía invadida por el sentimiento de seres que me rodeaban, me abrazaban y tocaban en suaves movimientos de aire, como una nube gris oscura y escrutante, así veía a sus entes que se la pasaban susurrando cosas, a las que no me acostumbraría nunca en mi caso, pero que ella ya lo tenia mas que asumido y no le suponían molestia alguna a considerar por su mirada.
La imité sentándome en la otra silla, procurando hacerlo con delicadeza y aplicarle peso lentamente por la antigüedad que tenían seguramente colapsarían, aunque en esta oportunidad no fue así y pude acomodarme. Volví otra mirada al lugar que encerraba historias que ahora ya le faltaban desde hacia varios años a considerar por la destrucción del lugar, una destrucción no causada.
Mi mirada encontró la de ella, perdida y divagante, sus pensamientos flotaban por el mar, una embarcación... pirata? quizá si, el viento transportando esas almas que aun estaban rondando la tierra, ausentes a vistas del mundo que no las querían advertir o contemplar. Almas con gestos nulos, no había esperanza en sus rostros. La mar se extendía en hasta el infinito y un joven de rasgos orientales como la joven bruja, un alma mucho mas salvaje que la de ella. En sus pensamientos se dibujaron sus rasgos a la perfección mientras su corazón cambió el ritmo y su respiración se contrajo. El amor... pensé... gratos sentimientos que me recordaron de inmediato en mis recientes actividades solitarias. Tenia que hablar con la dama que solía robarme pensamientos por la noche... mi debilidad? Si, quizá era eso, una debilidad de la que no había podía deshacerme desde hacia varios siglos. La odiaba por lo que lograba hacer conmigo, solo faltaba que me manejara a su antojo y eso era todo lo que me faltaba para convertirme en un títere en sus manos, para desconectarme de mi mismo y funcionar a partir de los dictados de esa vampiresa que me volvía loco y que por suerte podía negarlo una y mil veces en mis encuentros cerrando mi mente "a cal y canto" como diría un amigo mio.
La brujita, si, brujita porque ya la veía como una niña, con su personalidad fuerte pero de corazón suave como el mio, una enamorada lo era. Todos lo somos en parte cuando pasa..., entonces decía que la brujita, dijo unas palabras aun con su mirada perdida y se disculpó a los breves minutos por ello. Sonreí y le dije
-Tranquila, las divagaciones son de lo mas comunes y créeme que te entiendo. Espero que puedas volver a verlo ... -
refiriéndome al joven de sus pensamientos cuya imagen la tenia aferrada a recuerdos fuertes.
Al tiempo ofreció la opción de probar las drogas y comprobar su efectividad. Como negarme, era una de las actividades que mas me divertían de realizar para el teatro. La actuación también pero a veces se pasaban al otro lado con las satirizaciones de vampiros, lo que lo hacia mas barato a vista del público y eso no me interesaba demasiado. Me mantenía alejado de ello y me empeñaba en tener algún papel en espectáculos mas clásicos, obras mas poéticas y que requirieran mas expresiones y sentimientos de parte del actor. Las sátiras me sonaban a poca cosa y no era un reto en absoluto, le quitaba emoción así.
-Sabe... ya que lo dice, no estaría mal en probar la efectividad de esta obra que usted misma se encargó de traerme.-
Vi en sus pensamientos la forma en como llego a su mano y la manufactura del producto que se encargó de que el mismo tuviera y comprendí la diferencia, de todas formas quería ver el funcionamiento de esta droga en comparación con la anterior.
-Le interesaría acompañarme en la búsqueda del conejillo de indias o prefiere negarme la diversión trayéndomelos usted?-
La imité sentándome en la otra silla, procurando hacerlo con delicadeza y aplicarle peso lentamente por la antigüedad que tenían seguramente colapsarían, aunque en esta oportunidad no fue así y pude acomodarme. Volví otra mirada al lugar que encerraba historias que ahora ya le faltaban desde hacia varios años a considerar por la destrucción del lugar, una destrucción no causada.
Mi mirada encontró la de ella, perdida y divagante, sus pensamientos flotaban por el mar, una embarcación... pirata? quizá si, el viento transportando esas almas que aun estaban rondando la tierra, ausentes a vistas del mundo que no las querían advertir o contemplar. Almas con gestos nulos, no había esperanza en sus rostros. La mar se extendía en hasta el infinito y un joven de rasgos orientales como la joven bruja, un alma mucho mas salvaje que la de ella. En sus pensamientos se dibujaron sus rasgos a la perfección mientras su corazón cambió el ritmo y su respiración se contrajo. El amor... pensé... gratos sentimientos que me recordaron de inmediato en mis recientes actividades solitarias. Tenia que hablar con la dama que solía robarme pensamientos por la noche... mi debilidad? Si, quizá era eso, una debilidad de la que no había podía deshacerme desde hacia varios siglos. La odiaba por lo que lograba hacer conmigo, solo faltaba que me manejara a su antojo y eso era todo lo que me faltaba para convertirme en un títere en sus manos, para desconectarme de mi mismo y funcionar a partir de los dictados de esa vampiresa que me volvía loco y que por suerte podía negarlo una y mil veces en mis encuentros cerrando mi mente "a cal y canto" como diría un amigo mio.
La brujita, si, brujita porque ya la veía como una niña, con su personalidad fuerte pero de corazón suave como el mio, una enamorada lo era. Todos lo somos en parte cuando pasa..., entonces decía que la brujita, dijo unas palabras aun con su mirada perdida y se disculpó a los breves minutos por ello. Sonreí y le dije
-Tranquila, las divagaciones son de lo mas comunes y créeme que te entiendo. Espero que puedas volver a verlo ... -
refiriéndome al joven de sus pensamientos cuya imagen la tenia aferrada a recuerdos fuertes.
Al tiempo ofreció la opción de probar las drogas y comprobar su efectividad. Como negarme, era una de las actividades que mas me divertían de realizar para el teatro. La actuación también pero a veces se pasaban al otro lado con las satirizaciones de vampiros, lo que lo hacia mas barato a vista del público y eso no me interesaba demasiado. Me mantenía alejado de ello y me empeñaba en tener algún papel en espectáculos mas clásicos, obras mas poéticas y que requirieran mas expresiones y sentimientos de parte del actor. Las sátiras me sonaban a poca cosa y no era un reto en absoluto, le quitaba emoción así.
-Sabe... ya que lo dice, no estaría mal en probar la efectividad de esta obra que usted misma se encargó de traerme.-
Vi en sus pensamientos la forma en como llego a su mano y la manufactura del producto que se encargó de que el mismo tuviera y comprendí la diferencia, de todas formas quería ver el funcionamiento de esta droga en comparación con la anterior.
-Le interesaría acompañarme en la búsqueda del conejillo de indias o prefiere negarme la diversión trayéndomelos usted?-
Sean O'Rouke- Humano Clase Media
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Re: Negocios son negocios [Privado]
La luna estaba en lo más alto, siempre le había gustado la frescura de la noche, en ocasiones podría ser calurosa, en otras muy fría, en parís no se sabría exactamente como seria la vida nocturna, en esta ocasión había demasiado frio, tanto que temía que muchos hombres y mujeres murieran de hipotermia, tal vez no hoy, pero a lo mejor mañana, cuando en la madrugada se volviera insoportable el frio. Ella no debía preocuparse de morir de frio, su compañero tampoco, el ya estaba muerto, mientras a ella, le esperaba una cálida cama con finas sabanas que acariciarían su cuerpo y le brindarían un calor artificial, aunque realmente solamente estarían manteniendo el calor de su cuerpo vivo. Sus mejillas estaba vivas, frunció su ceño de forma infantil mientras un puchero se aparecía en sus finos labios, por unos segundos quiso actuar como si no supiera exactamente de que estaba hablando aquel vampiro, pero luego simplemente dejo salir un leve chasquido para voltear rápidamente su rostro y apartar con cierta vergüenza su vista la de aquel hombre.
Una de los poderes que odiaba era ese, el de leer la mente, no le gustaba, sentía que era demasiado vulnerable, se regaño a si misma por no practicar más seguidos en mantener su mente cerrada, tal vez por eso los fantasmas leían rápido sus necesidades y las buscaban cumplir, era como un libro abierto del cual todos podrían leer si se lo proponían. Busco no darle mucha importancia, tampoco deseaba darle las gracias, porque estaba disgustada, no le gustaba que otras personas supieran de lo que dentro de ella sucedía, por suerte aquel hombre parecía inteligente y por eso no se había atrevido a entrar dentro de su mente y solamente apreciaba lo que estaba por encima. Tal vez era mala para cerrar su mente, pero era muy buena para perturbar y castigar a alguien que estuviera dispuesto a entrar y escudriñar entre sus pensamientos.
-Veamos…- dijo de forma titubeante mientras se centraba en donde le habían indicado sus aliados en donde se encontraban aquellas personas –Hagamos un trato, yo los traigo hasta aquí y usted los termina de inmovilizar, como puede ser soy una joven que se centra más en las tácticas y no soy muy buena peleando cuerpo a cuerpo o buscando inmovilizar a mi victima- dijo de forma tranquila mientras movía sus manos buscando un poco de calor frotándoselas entre ellas. –Me imagino que no ha visto a un titiritero jugar con sus juguetes- dijo ella sonriendo de forma socarrona.
Le daba fastidio, siempre era lo mismo, las personas pensaban que por su apariencia de muñeca frágil, era una niña que estaba jugando con un fuego más intenso del que pudiera aguantar, pero muchos se equivocaban, otros no, no sabía exactamente como la veía aquel hombre, pero estaba segura que lo primero que en su mente seria “es una niña”. Siempre era así, aunque en realidad su niñez había pasado ya hace mucho tiempo, ahora tenía ya 26 años y en aquella sociedad aquello ya era mucho tiempo para una mujer. No tenia hijos, no estaba casada y ya era mayor. ¿Dónde quedaron sus padres que no parecieron interesarse en casarla? Digamos que era una de sus hijas más difíciles y además la mas consentida y extraña de todas, además su padre, quien siempre fue un hombre que era muy consentidor, prefería a su pequeña flor de verano cerca de él, antes de otro hombre.
-Están un poco lejos, pero por suerte los podre atraer- dijo dudando un poco si lo podría hacer, tal vez lo mejor era utilizar su nigromancia para que algún espíritu los poseyera hasta donde ellos estaba para luego ella dominarlos con sus hilos. “No” pensó dudosa “son muy engañosos aquellos tipos”. No deseaba tampoco llamar a Isabel, ella había estado un poco rara aquellos días y parecía aun un poco perturbada por tantas cosas. Además si se enteraba que estaba haciendo negocios con un vampiro se molestaría mucho, aunque estaba segura que ya lo sabía y por lo mismo no le haría caso. Tendría que utilizar los títeres, se quejo a sus adentros para luego suspirar, tal vez si era una niña después de todo. Se levanto de su asiento de forma tranquila mientras se despojaba de los dos guantes que tenía calentando sus manitas, las dejo en aquella mesa atormentada por los años que estaban pasando y la destrozaban poco a poco. –Bien, los traeré- sonrió ampliamente para dar algunos pasos hacia la entrada. Abrió la puerta dejando que el viento azotara su rostro con rasgos asiáticos y hiciera que su corto cabello danzara con él, entrecerró sus ojos un poco aturdida, al cambio de temperatura, pero pronto se recupero y los abrió para luego percibir como la piel de su rostro buscaba enfriarse, sus dedos también lo sentía pero eso ya era algo sin importancia, solamente duraría unos minutos en ese lugar. En total dio tres pasos hacia afuera para luego detenerse a escuchar los susurros de los fantasmas que le indicaban cuán lejos estaban esas personas. Podía hacer varias cosas para traerlos hasta aquí, pero prefirió la más factible y aunque no la más fácil, la más efectiva. No movió sus manos, las dejo a cada lado con sus hombros caídos, dos de los dedos de la mano derecha se movieron y otros dos de los de la izquierda también lo hacían. Era un poder invisible a simple vista, pero de ella salían hilos energéticos, invisibles que comenzaban a rodearle esperando que ella diera alguna señal. No tenía necesidad de señalar hacia donde deseaba llevarlos pues con su mente fácilmente visualizaba el lugar exacto y las personas las cuales debía dominar.
Era una lucha de almas, ella debía ser aun más dominante que las almas de las otras personas, si aquellas eran más fuertes que ella; tal vez por su voluntad. Iba a hacer más difícil, pero claro, no imposible, los hilos comenzaron a recorrer su camino, como serpientes que se arrastraban entre un terreno que ya conocían. Estaban siendo guiadas por dos espíritus que se había ofrecido a ayudarle. Junto con ellos encontraron a las personas y rápidamente los hilos atacaron a cada uno de ellos. Un hilo por persona, había enviado, cuando noto que ya estaba sintiendo la energía de las diferentes almas, de aquel hilo comenzaron a salir aun más, enrollando, inmovilizando y callando toda conciencia que pudiera tener aquel humano. Por suerte eran hombres comunes y trabajadores que se ganaban la vida en algo que en realidad a Aitziber le tenía sin importancia, nunca había sido de aquellas personas que tiene compasión con alguna persona desconocida. No había emitido una palabra, ni un gesto desde que había salido de aquella casa, estaba esperando que estuvieran completamente dominados para así poder ordenar a sus caballos llegar hasta este lugar, durarían unos quince minutos terminar de aproximarse. Giro su rostro para encontrarse nuevamente con el del hombre mientras ya una de sus manos se levantaba –ya pronto llegaran, no es un poder tan exhibicionista, en realidad no me gusta serlo, para que sea real, liberare uno por uno de mis cadenas y así podrá probar la droga con ellos- indico ella para luego voltear su rostro y sonreír suavemente –oh que caballos tan rápidos, estarán más pronto de lo que creí- dijo con un tono un poco emocionada –espero que no desperdicie mi obra de arte- dijo riendo suavemente.
Una de los poderes que odiaba era ese, el de leer la mente, no le gustaba, sentía que era demasiado vulnerable, se regaño a si misma por no practicar más seguidos en mantener su mente cerrada, tal vez por eso los fantasmas leían rápido sus necesidades y las buscaban cumplir, era como un libro abierto del cual todos podrían leer si se lo proponían. Busco no darle mucha importancia, tampoco deseaba darle las gracias, porque estaba disgustada, no le gustaba que otras personas supieran de lo que dentro de ella sucedía, por suerte aquel hombre parecía inteligente y por eso no se había atrevido a entrar dentro de su mente y solamente apreciaba lo que estaba por encima. Tal vez era mala para cerrar su mente, pero era muy buena para perturbar y castigar a alguien que estuviera dispuesto a entrar y escudriñar entre sus pensamientos.
-Veamos…- dijo de forma titubeante mientras se centraba en donde le habían indicado sus aliados en donde se encontraban aquellas personas –Hagamos un trato, yo los traigo hasta aquí y usted los termina de inmovilizar, como puede ser soy una joven que se centra más en las tácticas y no soy muy buena peleando cuerpo a cuerpo o buscando inmovilizar a mi victima- dijo de forma tranquila mientras movía sus manos buscando un poco de calor frotándoselas entre ellas. –Me imagino que no ha visto a un titiritero jugar con sus juguetes- dijo ella sonriendo de forma socarrona.
Le daba fastidio, siempre era lo mismo, las personas pensaban que por su apariencia de muñeca frágil, era una niña que estaba jugando con un fuego más intenso del que pudiera aguantar, pero muchos se equivocaban, otros no, no sabía exactamente como la veía aquel hombre, pero estaba segura que lo primero que en su mente seria “es una niña”. Siempre era así, aunque en realidad su niñez había pasado ya hace mucho tiempo, ahora tenía ya 26 años y en aquella sociedad aquello ya era mucho tiempo para una mujer. No tenia hijos, no estaba casada y ya era mayor. ¿Dónde quedaron sus padres que no parecieron interesarse en casarla? Digamos que era una de sus hijas más difíciles y además la mas consentida y extraña de todas, además su padre, quien siempre fue un hombre que era muy consentidor, prefería a su pequeña flor de verano cerca de él, antes de otro hombre.
-Están un poco lejos, pero por suerte los podre atraer- dijo dudando un poco si lo podría hacer, tal vez lo mejor era utilizar su nigromancia para que algún espíritu los poseyera hasta donde ellos estaba para luego ella dominarlos con sus hilos. “No” pensó dudosa “son muy engañosos aquellos tipos”. No deseaba tampoco llamar a Isabel, ella había estado un poco rara aquellos días y parecía aun un poco perturbada por tantas cosas. Además si se enteraba que estaba haciendo negocios con un vampiro se molestaría mucho, aunque estaba segura que ya lo sabía y por lo mismo no le haría caso. Tendría que utilizar los títeres, se quejo a sus adentros para luego suspirar, tal vez si era una niña después de todo. Se levanto de su asiento de forma tranquila mientras se despojaba de los dos guantes que tenía calentando sus manitas, las dejo en aquella mesa atormentada por los años que estaban pasando y la destrozaban poco a poco. –Bien, los traeré- sonrió ampliamente para dar algunos pasos hacia la entrada. Abrió la puerta dejando que el viento azotara su rostro con rasgos asiáticos y hiciera que su corto cabello danzara con él, entrecerró sus ojos un poco aturdida, al cambio de temperatura, pero pronto se recupero y los abrió para luego percibir como la piel de su rostro buscaba enfriarse, sus dedos también lo sentía pero eso ya era algo sin importancia, solamente duraría unos minutos en ese lugar. En total dio tres pasos hacia afuera para luego detenerse a escuchar los susurros de los fantasmas que le indicaban cuán lejos estaban esas personas. Podía hacer varias cosas para traerlos hasta aquí, pero prefirió la más factible y aunque no la más fácil, la más efectiva. No movió sus manos, las dejo a cada lado con sus hombros caídos, dos de los dedos de la mano derecha se movieron y otros dos de los de la izquierda también lo hacían. Era un poder invisible a simple vista, pero de ella salían hilos energéticos, invisibles que comenzaban a rodearle esperando que ella diera alguna señal. No tenía necesidad de señalar hacia donde deseaba llevarlos pues con su mente fácilmente visualizaba el lugar exacto y las personas las cuales debía dominar.
Era una lucha de almas, ella debía ser aun más dominante que las almas de las otras personas, si aquellas eran más fuertes que ella; tal vez por su voluntad. Iba a hacer más difícil, pero claro, no imposible, los hilos comenzaron a recorrer su camino, como serpientes que se arrastraban entre un terreno que ya conocían. Estaban siendo guiadas por dos espíritus que se había ofrecido a ayudarle. Junto con ellos encontraron a las personas y rápidamente los hilos atacaron a cada uno de ellos. Un hilo por persona, había enviado, cuando noto que ya estaba sintiendo la energía de las diferentes almas, de aquel hilo comenzaron a salir aun más, enrollando, inmovilizando y callando toda conciencia que pudiera tener aquel humano. Por suerte eran hombres comunes y trabajadores que se ganaban la vida en algo que en realidad a Aitziber le tenía sin importancia, nunca había sido de aquellas personas que tiene compasión con alguna persona desconocida. No había emitido una palabra, ni un gesto desde que había salido de aquella casa, estaba esperando que estuvieran completamente dominados para así poder ordenar a sus caballos llegar hasta este lugar, durarían unos quince minutos terminar de aproximarse. Giro su rostro para encontrarse nuevamente con el del hombre mientras ya una de sus manos se levantaba –ya pronto llegaran, no es un poder tan exhibicionista, en realidad no me gusta serlo, para que sea real, liberare uno por uno de mis cadenas y así podrá probar la droga con ellos- indico ella para luego voltear su rostro y sonreír suavemente –oh que caballos tan rápidos, estarán más pronto de lo que creí- dijo con un tono un poco emocionada –espero que no desperdicie mi obra de arte- dijo riendo suavemente.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Negocios son negocios [Privado]
No soy de los que cuentan el tiempo que pasa, pero sentía que todo fluía muy tranquilo y Aitziber era una de esas personas con las que la compañía se hacia mas placentera y cálida. ¿Estaría encantándome con sus poderes? O solo era su personalidad, podía quedarme horas escudriñando su mente y conversando.
Íbamos a compartir la diversión de la caza, no me pareció mala idea así que accedí con apenas un movimiento afirmativo de la cabeza, tomé en cuenta sobre lo que pensaba hacer la bruja y noté que no había visto las habilidades que tenía hasta el momento, no todos los días se tiene la posibilidad de ver a una bruja en acción. Sería interesante.
-Créame Srta. Lemoine que vi titiriteras muy hábiles haciéndolo muy a mi pesar...- solté un bufido pero no de enojo sino mas bien de afirmación.
-Aunque considero que verla a Ud. haciéndolo sería una novedad para mi- dije mientras la imitaba levantándome de la mesa, metiendo el paquete en el bolsillo del saco largo y colocándome a costado de la puerta, observándola mientras el frío golpeaba su cuerpo colocado en la entrada de la puerta.
Observé con maravillas la concentración en el rostro de ella. Nada pasaba, nada se sentía, solo su mente se concentraba en las acciones. Mis ojos la miraban con asombro y expectación este momento, paciente.
De pronto ella informó que estaban acercándose, me puse mas impaciente que antes y mientras esperábamos la llegada de los conejillos de indias comenté -Extraña es esa, la habilidad del titiritero ¿no cree?- dije con una media sonrisa en mi rostro.
No podía decir nada malo respecto a ello, también era de los que jugaba con sus juguetes o con su comida, por así decirlo. Si algo me excitaba, era el hecho de poder jugar con mis victimas, adoraba hacerlo, era algo que nunca me acostumbraría a dejar de hacer.
Este hecho se volvía casi una necesidad aun mas grande que la de beber. Me inventaba historias con los desdichados, historias que representaba por medio del control mental que ejercía en mis pobres victimas, ¿Dije pobres? Dudo que alguien de todo Francia estuviera libre de pecado como para ingresar al cielo sin mas.
-Créame que no desperdiciaré su obra de arte, apreciemos su belleza en el esplendor de su acción- respondí a la vez que sacaba de mi bolsillo una vez mas la bolsa con las drogas, abrí la misma con delicadeza y colocando mi mano en ella retire un pequeño tubo con un cristalino polvo mezcla de varios colores.
Íbamos a compartir la diversión de la caza, no me pareció mala idea así que accedí con apenas un movimiento afirmativo de la cabeza, tomé en cuenta sobre lo que pensaba hacer la bruja y noté que no había visto las habilidades que tenía hasta el momento, no todos los días se tiene la posibilidad de ver a una bruja en acción. Sería interesante.
-Créame Srta. Lemoine que vi titiriteras muy hábiles haciéndolo muy a mi pesar...- solté un bufido pero no de enojo sino mas bien de afirmación.
-Aunque considero que verla a Ud. haciéndolo sería una novedad para mi- dije mientras la imitaba levantándome de la mesa, metiendo el paquete en el bolsillo del saco largo y colocándome a costado de la puerta, observándola mientras el frío golpeaba su cuerpo colocado en la entrada de la puerta.
Observé con maravillas la concentración en el rostro de ella. Nada pasaba, nada se sentía, solo su mente se concentraba en las acciones. Mis ojos la miraban con asombro y expectación este momento, paciente.
De pronto ella informó que estaban acercándose, me puse mas impaciente que antes y mientras esperábamos la llegada de los conejillos de indias comenté -Extraña es esa, la habilidad del titiritero ¿no cree?- dije con una media sonrisa en mi rostro.
No podía decir nada malo respecto a ello, también era de los que jugaba con sus juguetes o con su comida, por así decirlo. Si algo me excitaba, era el hecho de poder jugar con mis victimas, adoraba hacerlo, era algo que nunca me acostumbraría a dejar de hacer.
Este hecho se volvía casi una necesidad aun mas grande que la de beber. Me inventaba historias con los desdichados, historias que representaba por medio del control mental que ejercía en mis pobres victimas, ¿Dije pobres? Dudo que alguien de todo Francia estuviera libre de pecado como para ingresar al cielo sin mas.
-Créame que no desperdiciaré su obra de arte, apreciemos su belleza en el esplendor de su acción- respondí a la vez que sacaba de mi bolsillo una vez mas la bolsa con las drogas, abrí la misma con delicadeza y colocando mi mano en ella retire un pequeño tubo con un cristalino polvo mezcla de varios colores.
Sean O'Rouke- Humano Clase Media
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Re: Negocios son negocios [Privado]
Le escucho hablar a lo lejos, la verdad estaba perdida en el horizonte, esperando no perder la concentración que había logrado obtener para llevar a cabo aquel poder, para ella ya era algo fácil, pero debía admitir que en ocasiones se le podía dificultar algunos hechizos, trabajaba mas la parte oscura, los muertos eran su especialidad, cadáveres que podía mover de un lado a otro, fantasmas y también el jugar con almas. Nada era sencillo como ella lo planteaba, la energía de un brujo podría acabarse si se utilizaba demasiado, podría llegar a ser un gran problema.
No participaría en la prueba de aquella droga, solamente atraería a las personas y el vampiro se tendría que encargar de todo, ella solamente quedaría a observar el efecto de la droga en las personas, también estaba interesada en la reacción y cuanto la había mejorado, eso también era de su interés –Puede verse extraña, pero es un don como cualquiera- indico ella alzándose de hombros esperando escuchar los galopes de los caballos llegar por el horizonte. El frio aun era fuerte, sus manos ya comenzaban a sentir el dolor de estar desprotegidas por cierto tiempo –Eso espero- dijo ella ampliando su sonrisa mientras le dedicaba una mirada de reojo.
A ella poco le importaba lo que sucediera con aquellas personas, para Aitziber poco valía la vida, pues con ella no gana nada, podría llegar a sentir remordimiento por unos segundos, pero su apatía era grande con el ser humano. Por fin escucho los pasos que estaba esperando desde hace tiempo, miro hacia la dirección en donde venían y su ánimo pareció incrementarse, esperaría atraerlos hasta donde ellos estaban para luego uno a uno liberarlos de su poder y así ver cómo reaccionaba cada uno. –Bueno, primero trataremos con la mujer ¿le parece?- dijo Aitz ya con los hombres y la mujer deteniendo los caballos y poniéndolos en filas como ella lo había querido, nada lo hablaba, mentalmente daba las órdenes, en palabras y conjuros que parecían estar recitados en una lengua extraña y antigua que pocos podrían llegar a descifrar.
La mujer, con un vestido sencillo, tal vez era de clase media, se bajo del caballo, como una muñeca controlada por su dueño, camino unos pasos, hasta quedar a unos tres metros de ellos, la bruja sabia que sería más que fácil para el vampiro ir tras ella, así que la dejo libre, para que ella se recompusiera y su desorientación se dispersara un poco, rápidamente los ojos perdido de la mujer llegaron a tener un poco de brillo y voluntad propia, movió su cabeza de un lado a otro, se veía en su rostro que no sabía que sucedía, la bruja se cruzo de brazos, entrecerrando sus ojos, sin mostrar mucho interés cuando la mujer poso sus ojos en ella buscando alguna respuesta.
No participaría en la prueba de aquella droga, solamente atraería a las personas y el vampiro se tendría que encargar de todo, ella solamente quedaría a observar el efecto de la droga en las personas, también estaba interesada en la reacción y cuanto la había mejorado, eso también era de su interés –Puede verse extraña, pero es un don como cualquiera- indico ella alzándose de hombros esperando escuchar los galopes de los caballos llegar por el horizonte. El frio aun era fuerte, sus manos ya comenzaban a sentir el dolor de estar desprotegidas por cierto tiempo –Eso espero- dijo ella ampliando su sonrisa mientras le dedicaba una mirada de reojo.
A ella poco le importaba lo que sucediera con aquellas personas, para Aitziber poco valía la vida, pues con ella no gana nada, podría llegar a sentir remordimiento por unos segundos, pero su apatía era grande con el ser humano. Por fin escucho los pasos que estaba esperando desde hace tiempo, miro hacia la dirección en donde venían y su ánimo pareció incrementarse, esperaría atraerlos hasta donde ellos estaban para luego uno a uno liberarlos de su poder y así ver cómo reaccionaba cada uno. –Bueno, primero trataremos con la mujer ¿le parece?- dijo Aitz ya con los hombres y la mujer deteniendo los caballos y poniéndolos en filas como ella lo había querido, nada lo hablaba, mentalmente daba las órdenes, en palabras y conjuros que parecían estar recitados en una lengua extraña y antigua que pocos podrían llegar a descifrar.
La mujer, con un vestido sencillo, tal vez era de clase media, se bajo del caballo, como una muñeca controlada por su dueño, camino unos pasos, hasta quedar a unos tres metros de ellos, la bruja sabia que sería más que fácil para el vampiro ir tras ella, así que la dejo libre, para que ella se recompusiera y su desorientación se dispersara un poco, rápidamente los ojos perdido de la mujer llegaron a tener un poco de brillo y voluntad propia, movió su cabeza de un lado a otro, se veía en su rostro que no sabía que sucedía, la bruja se cruzo de brazos, entrecerrando sus ojos, sin mostrar mucho interés cuando la mujer poso sus ojos en ella buscando alguna respuesta.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Negocios son negocios [Privado]
Era el momento mas divertido, el momento de tratar directamente con el conejillo de indias y aprovechar para alimentarse también. Pasó al lado de Aitziber mientras esta permanecía concentrada solo en el otro hombre. La mujer en cuestión ya había sido liberada de las ataduras impuestas por la bruja, era buena en ello, nunca Chris había tenido la posibilidad de ver esto con sus propios ojos y estaba maravillado. Lo que daba por tener esos poderes en la vida de vampiro. Esto le hizo pensar que Aitziber como vampiro sería suprema, sería extraordinariamente fuerte en caso de ser convertida por uno de los hijos del milenio, sería letal al contacto visual, un arma de destrucción humana.
Desde la puerta se animó a apurar el paso y en un abrir y cerrar de ojos estaba ya frente a la dama con la mirada perdida que se enfocaba en la bruja y ante la repentina aparición no pudo mas que sobresaltarse un poco agitándose con violentas convulsiones su joven corazón, era tan sutil que era atrayente y daban ganas de disfrutar hasta su última gota de sangre, quitar el corazón de su pecho y succionar hasta el mas mínimo rastro de sangre de su cuerpo. Pero no era el momento, por mas que su presa era deliciosa no podía mas que probar primero la droga para la cual había ido hasta allí.
Tomando el rostro de la dama por el cuello centro su vista en ella como si fuese a besarla, delicadamente le susurraba para mantenerla tranquila y convencerla que debía abrir su boca. Su mano se fue lentamente hasta sus labios, mientras la otra iba en búsqueda del tubo que contenía la misteriosa sustancia. Abrió sus labios cual si fueran pétalos y los elevó hacia el firmamento mientras depositaba los polvos en su lengua y acto seguido cerraba su boca para que los polvos se fundieran con su saliva y lograran su cometido. Tomándola por la cintura la acercó hasta un banco que estaba en el borde de la acera, la dejó allí sentada mientras observaba como esta poco a poco iba perdiendo las capacidades de habla y su relajación se notaba mas y mas en su pulso.
En este punto Chris se dio vuelta y le hizo una señal a Aitziber para que continuara y dejara libre al otro, no tenia porque sacrificar energías en este tipo de actividades.
Desde la puerta se animó a apurar el paso y en un abrir y cerrar de ojos estaba ya frente a la dama con la mirada perdida que se enfocaba en la bruja y ante la repentina aparición no pudo mas que sobresaltarse un poco agitándose con violentas convulsiones su joven corazón, era tan sutil que era atrayente y daban ganas de disfrutar hasta su última gota de sangre, quitar el corazón de su pecho y succionar hasta el mas mínimo rastro de sangre de su cuerpo. Pero no era el momento, por mas que su presa era deliciosa no podía mas que probar primero la droga para la cual había ido hasta allí.
Tomando el rostro de la dama por el cuello centro su vista en ella como si fuese a besarla, delicadamente le susurraba para mantenerla tranquila y convencerla que debía abrir su boca. Su mano se fue lentamente hasta sus labios, mientras la otra iba en búsqueda del tubo que contenía la misteriosa sustancia. Abrió sus labios cual si fueran pétalos y los elevó hacia el firmamento mientras depositaba los polvos en su lengua y acto seguido cerraba su boca para que los polvos se fundieran con su saliva y lograran su cometido. Tomándola por la cintura la acercó hasta un banco que estaba en el borde de la acera, la dejó allí sentada mientras observaba como esta poco a poco iba perdiendo las capacidades de habla y su relajación se notaba mas y mas en su pulso.
En este punto Chris se dio vuelta y le hizo una señal a Aitziber para que continuara y dejara libre al otro, no tenia porque sacrificar energías en este tipo de actividades.
Sean O'Rouke- Humano Clase Media
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Re: Negocios son negocios [Privado]
Era una obra de arte, una función que muy pocos entenderían. La bruja con su mirada fija a la víctima, sus ojos mostraban curiosidad, era extraño, la joven que estaba en ese lugar no mostraba ningún signo de compasión en su rostro, era como un lienzo en blanco, que se teñía de diferentes colores que luego desaparecían, del mismo modo que habían llegado, ladeo levemente la cabeza a un lado, mientras sus ojos se entrecerraban y un leve suspiro salió de ella, la mujer había puesto los ojos en el vampiro y como era de ser esta tuvo una reacción normal, la bruja se limito a ver como los brazos del vampiro la sostenían mientras su víctima sollozaba y era víctima de unas extrañas convulsiones, arrebatos de miedo y paranoia que solamente hacia más divertido aquella situación que se vivía.
Los ojos de Aitziber estuvieron muy atentos que como aquel hombre tomaba a la dama, los vampiros siempre tenían aquel aire tan seductor que era fatal para muchas personas, ella misma debía mantenerse concentrada para no caer por aquella aura seductora que siempre los sobrenaturales tenían, por naturaleza. ¿Ella también tendría aquella aura seductora? No lo sabía, tal vez era aquel aire misterioso que cada persona tiene lo que lo hace jodidamente atractivo para las personas normales. La joven había abierto sus labios, estaban pálidos, su cuerpo estaba muerto de miedo, pero como una muñequita abrió sus labios lentamente, sin mostrar ya mucha resistencia. Desvió la mirada por unos momentos, encontró a los caballos algo agitados, que animales tan bellos y sensibles eran, aunque algo molestos cuando se ponían nerviosos.
Realizo un gesto con la mano, la levanto un poco y susurro algunas palabras tan bajos que era prácticamente difícil entender lo que decía, su mano pareció moverse y luego caer a la misma posición que había estado siempre, los animales se quedaron quietos, meciéndose de un lado a otro, como buscando arrullarse para ellos mismos tranquilizarse. Volvió a fijar la mirada a la chica, estaba ya sentada en una pequeña acera, Aitziber noto que la droga comenzaba a hacer efecto, una pequeña emoción salto sobre su corazón, que hermoso trabajo había hecho, estaba segura que podía sentir como la respiración comenzaba a ser presa de la droga y poco a poco la mujer se perdía en ella. Sonrió satisfecha, estaba feliz, no podía decir más nada.
-Está bien- dijo ella al notar la seña del vampiro, este parecía un hombre fuerte, cada persona tenía un metabolismo diferente, tal vez tardaría un poco más en actuar, pero estaba segura que no se salvaría. Realizo un leve gesto con la mano y el hombre se acerco hacia donde ella estaba, nuevamente Aitziber dio dos pasos hacia atrás, se sitio detrás del hombre, esta vez acaricio levemente su cuello y sonrió de forma maliciosa –Ah… bueno, creo que te he dado un bonos extra, tranquilo, no te cobrare por eso- dijo la bruja refiriéndose a los alimentos que estaban en ese lugar para el vampiro. Se alejo completamente del hombre y lo soltó de sus trucos, como era normal el hombre se desoriento, parecía haber despertado de un sueño, abierto los ojos y se encontró con un lugar que no recordaba haber estado, la bruja se inclino levemente y dio otro paso hacia atrás. –Todo tuyo- susurro con una leve sonrisilla baja y dulce.
Los ojos de Aitziber estuvieron muy atentos que como aquel hombre tomaba a la dama, los vampiros siempre tenían aquel aire tan seductor que era fatal para muchas personas, ella misma debía mantenerse concentrada para no caer por aquella aura seductora que siempre los sobrenaturales tenían, por naturaleza. ¿Ella también tendría aquella aura seductora? No lo sabía, tal vez era aquel aire misterioso que cada persona tiene lo que lo hace jodidamente atractivo para las personas normales. La joven había abierto sus labios, estaban pálidos, su cuerpo estaba muerto de miedo, pero como una muñequita abrió sus labios lentamente, sin mostrar ya mucha resistencia. Desvió la mirada por unos momentos, encontró a los caballos algo agitados, que animales tan bellos y sensibles eran, aunque algo molestos cuando se ponían nerviosos.
Realizo un gesto con la mano, la levanto un poco y susurro algunas palabras tan bajos que era prácticamente difícil entender lo que decía, su mano pareció moverse y luego caer a la misma posición que había estado siempre, los animales se quedaron quietos, meciéndose de un lado a otro, como buscando arrullarse para ellos mismos tranquilizarse. Volvió a fijar la mirada a la chica, estaba ya sentada en una pequeña acera, Aitziber noto que la droga comenzaba a hacer efecto, una pequeña emoción salto sobre su corazón, que hermoso trabajo había hecho, estaba segura que podía sentir como la respiración comenzaba a ser presa de la droga y poco a poco la mujer se perdía en ella. Sonrió satisfecha, estaba feliz, no podía decir más nada.
-Está bien- dijo ella al notar la seña del vampiro, este parecía un hombre fuerte, cada persona tenía un metabolismo diferente, tal vez tardaría un poco más en actuar, pero estaba segura que no se salvaría. Realizo un leve gesto con la mano y el hombre se acerco hacia donde ella estaba, nuevamente Aitziber dio dos pasos hacia atrás, se sitio detrás del hombre, esta vez acaricio levemente su cuello y sonrió de forma maliciosa –Ah… bueno, creo que te he dado un bonos extra, tranquilo, no te cobrare por eso- dijo la bruja refiriéndose a los alimentos que estaban en ese lugar para el vampiro. Se alejo completamente del hombre y lo soltó de sus trucos, como era normal el hombre se desoriento, parecía haber despertado de un sueño, abierto los ojos y se encontró con un lugar que no recordaba haber estado, la bruja se inclino levemente y dio otro paso hacia atrás. –Todo tuyo- susurro con una leve sonrisilla baja y dulce.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Negocios son negocios [Privado]
La mujer presentaba un aire somnoliento, cansino, drogada en fin, su cuerpo estaba perdiendo el pulso que lo mantenía vivo y su sangre aun estaba caliente, palpitante y gozosa con la droga que en su cuerpo se diseminaba con cada golpe de su corazón, se esparcía cual veneno.
El vampiro la había perdido de vista, la dama no haría nada raro ni escaparía muy lejos en ese estado. El hombre en cambio estaba apostado cerca de la bruja, no por miedo ni por temor a que algo pudiera fallar lo hizo, pero decidió acercarse a la bruja y hacerse cargo del cuerpo del masculino que estaba dominando con sus poderosas dotes. Era algo magnifico de ver, podía haber pasado horas observando la facilidad de titiretear a estas dos personas, como si lo hiciera continuamente, como si hubiera nacido con tal poder.
Igualmente comprendía que todo los poderes llegaban a cansar al poseedor como un vampiro que se cansa después de volar por horas o después de realizar controles mentales sobre otros. Él a veces lo sentía después de causarle dolor a otro vampiro, pero hacia tanto tiempo que no lo hacia que poco recordaba, hace rato no se trenzaba en duelo con otro vampiro que lo obligara a usar sus poderes mas ocultos, los mas remotos o menos usados como solía referirse a ellos. Infringir dolor era una de las últimas cosas que podía hacer, antes de ello tenia sus poderes de persuacion, su agilidad y de ultima su fuerza ganada con los años.
Fue al encuentro del hombre, perdido en sus pensamientos, en sus sueños, no estaba atormentado, al menos no a simple vista. Tenia la mirada perdida, los ojos algo llorosos, estaría soñando acaso? La bruja lo soltó y lo abrazó magneticamente por el cuello apresándolo solo con su mano. Cualquier persona que se cruzara con esta damita oriental no sospecharía de ella en absoluto, era un espectáculo verla en acción.
- Gracias Madamme, su servicio va mas allá de la venta y realmente lo aprecio y se lo agradezco - dijo para luego guiñarle un ojo en complicidad, no sabia si eso le pasaba a todos o era habitual, pero tenia la característica de caerle bien, en la fría personalidad del vampiro a veces era difícil encontrar a una persona por primera vez y sentir esa complicidad que se logra solo con el paso del tiempo.
Sosteniendo al caballero con una mano apoyada en su espalda hasta que recuperara su foco en el lugar, comentó a Aitziber - Me gustaría saber que se siente ser una bruja como usted Madamme, es apasionante y enriquecedor verla emplear esos artilugios que usa como si hubiera nacido para ello, o como si hubiera nacido con ellos a cuestas. Como hace para manejarlo, que siente? - consultó el intrigado vampiro bajo la atenta mirada de la dama que poco reía físicamente pero que, sin embrago, parecía hacerlo continuamente.
El vampiro la había perdido de vista, la dama no haría nada raro ni escaparía muy lejos en ese estado. El hombre en cambio estaba apostado cerca de la bruja, no por miedo ni por temor a que algo pudiera fallar lo hizo, pero decidió acercarse a la bruja y hacerse cargo del cuerpo del masculino que estaba dominando con sus poderosas dotes. Era algo magnifico de ver, podía haber pasado horas observando la facilidad de titiretear a estas dos personas, como si lo hiciera continuamente, como si hubiera nacido con tal poder.
Igualmente comprendía que todo los poderes llegaban a cansar al poseedor como un vampiro que se cansa después de volar por horas o después de realizar controles mentales sobre otros. Él a veces lo sentía después de causarle dolor a otro vampiro, pero hacia tanto tiempo que no lo hacia que poco recordaba, hace rato no se trenzaba en duelo con otro vampiro que lo obligara a usar sus poderes mas ocultos, los mas remotos o menos usados como solía referirse a ellos. Infringir dolor era una de las últimas cosas que podía hacer, antes de ello tenia sus poderes de persuacion, su agilidad y de ultima su fuerza ganada con los años.
Fue al encuentro del hombre, perdido en sus pensamientos, en sus sueños, no estaba atormentado, al menos no a simple vista. Tenia la mirada perdida, los ojos algo llorosos, estaría soñando acaso? La bruja lo soltó y lo abrazó magneticamente por el cuello apresándolo solo con su mano. Cualquier persona que se cruzara con esta damita oriental no sospecharía de ella en absoluto, era un espectáculo verla en acción.
- Gracias Madamme, su servicio va mas allá de la venta y realmente lo aprecio y se lo agradezco - dijo para luego guiñarle un ojo en complicidad, no sabia si eso le pasaba a todos o era habitual, pero tenia la característica de caerle bien, en la fría personalidad del vampiro a veces era difícil encontrar a una persona por primera vez y sentir esa complicidad que se logra solo con el paso del tiempo.
Sosteniendo al caballero con una mano apoyada en su espalda hasta que recuperara su foco en el lugar, comentó a Aitziber - Me gustaría saber que se siente ser una bruja como usted Madamme, es apasionante y enriquecedor verla emplear esos artilugios que usa como si hubiera nacido para ello, o como si hubiera nacido con ellos a cuestas. Como hace para manejarlo, que siente? - consultó el intrigado vampiro bajo la atenta mirada de la dama que poco reía físicamente pero que, sin embrago, parecía hacerlo continuamente.
Sean O'Rouke- Humano Clase Media
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Re: Negocios son negocios [Privado]
Era una pregunta ciertamente profunda, tal vez nunca se la había planteado de aquella manera, como en aquella noche, aquel cliente se lo decía, no era porque nunca se lo hubiera planteado, era solamente que cuando otra persona lo pregunta, tiene una relevancia mayor. Se había quedado pensativa, buscaba las palabras claras para que pudieran entender lo que buscaba trasmitir. Era madura, seria y arraigada a sus intereses, pero por su rostro, siempre parecía ser una niña con pocas habilidades, le encantaba poder quitarse esa mascara y demostrar lo que verdaderamente era, era una lástima que tuviera que llegar a esos rincones, para conocer personas y que estas la conocieran como era de verdad.
-He nacido con ellos, siempre nacimos con ellos- dijo ella con cierto deje de despreocupación –Todas nacimos con ciertas habilidades, algunos son más sensibles que otros, unos más inteligentes que otros, los cuales prefieren desarrollarlos a desperdiciarlos- lo que trataba de explicar era sencillo, todos teníamos la habilidad, a otros se le hacía más fácil que otros. Se alzo de hombros mientras su mirada se dirigió al piso, encontró cerca una piedra que pateo sin aparente interés en aquella cosa diminuta.
-Soy incomprendida, como muchos, pero al parecer eso me alimenta y me fortalece- se quedo unos momentos pensativa, para luego alzar la vista hacia aquel vampiro. El mismo era incomprendido por los humanos, tal vez por ella también, solo por ser aquella bestia que obtenía alimento de la sangre de los humanos, su calidez, su vitalidad. Eran ladrones, ella los veía así. Nunca había tenido la oportunidad de tener a uno tan cerca, siempre le habían creado cierto miedo, pues con ellos, podías sentirte verdaderamente vulnerable, el mismo se lo había hecho recordar con el alcance de su poder.
Había tenido sus experiencias, no muy gratas con otros vampiros, se podría decir que era una mujer fuerte, si otro fuera, hubiera comenzado una gran fobia por estar cerca de aquellos seres, pero por suerte ella solamente sentía que debía estar más prevenida, las lecciones se debían tomar de buena manera y ella había aprendido la suya –Manejarlo es fácil…- sonrió ampliamente, llenando su rostro con un aire pícaro e infantil –es como caminar, respirar, hablar. La práctica, la constancia, fortalecerán los dotes mágicos… luego te acostumbras y se vuelve algo más de tu vida – no le gustaba sentir que era una parte oculta de ella, se sentía incompleta sin su magia, siempre buscaba mantenerse junto a ella, no ocultarla, por suerte siempre estaba la magia menor, que se movía entre todo lo que uno veía.
-En la cultura cristiana, solamente hay un todopoderoso, mientras, nosotros, solamente somos ciervos vulnerables que deben servirle- dejo salir una leve expresión de desacuerdo, meneando un poco su cabecita –pero estamos hechos a su semejanza, somos dioses, cada humano que está en esta tierra, pero nadie lo ve…- dejo una pequeña pausa. Parecía que le afectaba, de una manera sutil, pero se podía ver en sus ojos y en la presión de su mentón. –Solamente los afortunados que han podido desarrollar su parte divina, parece entenderlo- le miro a los ojos, manteniendo su mirada cruzando con la del vampiro – asi es como me siento, como un semi-dios en la tierra. Semi-dios, porque no he llegado a la divinidad que Jesucrito o budha llegaron, tal vez nunca llegue…- se alzo de hombros, no le importaba ciertamente, se desarrollaría hasta donde pudiera, hasta donde la vida la dejara llegar.
-He nacido con ellos, siempre nacimos con ellos- dijo ella con cierto deje de despreocupación –Todas nacimos con ciertas habilidades, algunos son más sensibles que otros, unos más inteligentes que otros, los cuales prefieren desarrollarlos a desperdiciarlos- lo que trataba de explicar era sencillo, todos teníamos la habilidad, a otros se le hacía más fácil que otros. Se alzo de hombros mientras su mirada se dirigió al piso, encontró cerca una piedra que pateo sin aparente interés en aquella cosa diminuta.
-Soy incomprendida, como muchos, pero al parecer eso me alimenta y me fortalece- se quedo unos momentos pensativa, para luego alzar la vista hacia aquel vampiro. El mismo era incomprendido por los humanos, tal vez por ella también, solo por ser aquella bestia que obtenía alimento de la sangre de los humanos, su calidez, su vitalidad. Eran ladrones, ella los veía así. Nunca había tenido la oportunidad de tener a uno tan cerca, siempre le habían creado cierto miedo, pues con ellos, podías sentirte verdaderamente vulnerable, el mismo se lo había hecho recordar con el alcance de su poder.
Había tenido sus experiencias, no muy gratas con otros vampiros, se podría decir que era una mujer fuerte, si otro fuera, hubiera comenzado una gran fobia por estar cerca de aquellos seres, pero por suerte ella solamente sentía que debía estar más prevenida, las lecciones se debían tomar de buena manera y ella había aprendido la suya –Manejarlo es fácil…- sonrió ampliamente, llenando su rostro con un aire pícaro e infantil –es como caminar, respirar, hablar. La práctica, la constancia, fortalecerán los dotes mágicos… luego te acostumbras y se vuelve algo más de tu vida – no le gustaba sentir que era una parte oculta de ella, se sentía incompleta sin su magia, siempre buscaba mantenerse junto a ella, no ocultarla, por suerte siempre estaba la magia menor, que se movía entre todo lo que uno veía.
-En la cultura cristiana, solamente hay un todopoderoso, mientras, nosotros, solamente somos ciervos vulnerables que deben servirle- dejo salir una leve expresión de desacuerdo, meneando un poco su cabecita –pero estamos hechos a su semejanza, somos dioses, cada humano que está en esta tierra, pero nadie lo ve…- dejo una pequeña pausa. Parecía que le afectaba, de una manera sutil, pero se podía ver en sus ojos y en la presión de su mentón. –Solamente los afortunados que han podido desarrollar su parte divina, parece entenderlo- le miro a los ojos, manteniendo su mirada cruzando con la del vampiro – asi es como me siento, como un semi-dios en la tierra. Semi-dios, porque no he llegado a la divinidad que Jesucrito o budha llegaron, tal vez nunca llegue…- se alzo de hombros, no le importaba ciertamente, se desarrollaría hasta donde pudiera, hasta donde la vida la dejara llegar.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Negocios son negocios [Privado]
Escucho atentamente a Aitziber, noto que esta se sinceraba con él. Cavilaba y había llegado a la cuenta de que había sido una pregunta profunda la que había formulado el vampiro al verla ensimismada buscando las respuestas y las palabras justas para expresar lo que pensaba al respecto de sus poderes nada normales.
Ella no había tratado antes con vampiros y Chris había tratado con otras brujas en su tiempo, no en Francia pero si de Alemania y estas no tenían las habilidades que encontró en esta, era especial a su vista, no era nada normal ver a alguien manejar a otras personas a su antojo y las veces que le habían hablado de estas artes era con hechiceras mucho mas avanzadas en edad, como el arte de la magia se desarrollaba en cada uno distinto el vampiro llegó a suponer que la misma debía tener antepasados muy desarrollados en las artes que esta empleaba con total naturalidad y sin recelo.
Esto era un cambio muy importante ya que antes las brujas eran quemadas en la hogueras, las pocas que sobrevivieron hoy por hoy se mantenían como ancianas despechadas con la sociedad enferma que en su momento las maltrató. Lo importante era que la mayoría de ellas tenían descendencia y en esas generaciones se manifestaban grandes cambios en los poderes también. Era realmente curioso esto, le intrigaba al vampiro que como buen filosofo en la antigüedad todo le llevaba a investigar un poco mas en sus ansias de comprender el mundo y el desarrollo del mismo a través de los años.
-Lo bueno de todo esto es que no te dejas vencer por las adversidades. Al menos tu generación tuvo la suerte de no ser condenada salvo por la Iglesia que se quedo en el tiempo. No es culpa de tu Dios obviamente, es culpa de sus ovejas descarriadas que se creen Dios en la tierra y que no se dan el lujo de considerarse pecadores por ello.
Eres una semi-dios Aitziber, de otra forma no se te hubieran otorgado los poderes que posees que son extremadamente poderosos. Me complace saber que a pesar de las matanzas del pasado este presente conserva firmes soldados como tu. Estoy mas que seguro que llegaras lejos, muy lejos con tus poderes. Parecen venir de muchas generaciones anteriores donde se mantienen latentes en otras.
Va a llegar tu momento algún día en donde demuestres en el mundo tus poderes como los grandes brujos. La única roca que encontraras en tu camino va a ser la Inquisición que es el motivo por el cual todos nosotros "seres extraños" ocupando su mundo debemos permanecer rezagados en las sombras, victimas de torturas en caso de que se nos de caza a manos de estos.
Pero... ya llegara el día...estoy seguro.- terminó afirmando mientras el hombre que tenia en sus manos respiraba con dificultad ahogado porque el vampiro había clavado sus uñas puntiagudas en torno a su cuello perforando la capa de piel que recubría el mismo y la traquea a su vez haciendo que este se empezara a ahogar con su propia sangre involuntariamente.
Al notarlo decidió levantar al hombre sobre su cuerpo y sorber de su cuerpo la sangre que manaba de su cuello perforado hasta dejarlo vacío, el cuerpo del hombre comenzó a estremecerse apenas la sangre era succionada ávidamente hasta que el corazón comenzó a bombear lánguidamente hasta casi perderse las pulsaciones, fue allí cuando lo soltó y lo depositó en el suelo, en la entrada a la casa, con el cuello partido y con una rápida lambida cerró la herida provocada. Se dio vuelta solo para comprobar que la mujer estaba tirada sobre el banco y movía sus manos como ejecutando ordenes para una orquesta, lo que provocó algo de gracia por los movimientos.
El vampiro se relamió mientras sentía los efectos de la droga suavizados en su paladar. Y le levantó una ceja a Aitziber mientras esta lo miraba como preguntándole sin palabras como había resultado esa prueba.
-Delicioso - se deleitó de responderle sin que ella lo preguntase anteriormente.
Ella no había tratado antes con vampiros y Chris había tratado con otras brujas en su tiempo, no en Francia pero si de Alemania y estas no tenían las habilidades que encontró en esta, era especial a su vista, no era nada normal ver a alguien manejar a otras personas a su antojo y las veces que le habían hablado de estas artes era con hechiceras mucho mas avanzadas en edad, como el arte de la magia se desarrollaba en cada uno distinto el vampiro llegó a suponer que la misma debía tener antepasados muy desarrollados en las artes que esta empleaba con total naturalidad y sin recelo.
Esto era un cambio muy importante ya que antes las brujas eran quemadas en la hogueras, las pocas que sobrevivieron hoy por hoy se mantenían como ancianas despechadas con la sociedad enferma que en su momento las maltrató. Lo importante era que la mayoría de ellas tenían descendencia y en esas generaciones se manifestaban grandes cambios en los poderes también. Era realmente curioso esto, le intrigaba al vampiro que como buen filosofo en la antigüedad todo le llevaba a investigar un poco mas en sus ansias de comprender el mundo y el desarrollo del mismo a través de los años.
-Lo bueno de todo esto es que no te dejas vencer por las adversidades. Al menos tu generación tuvo la suerte de no ser condenada salvo por la Iglesia que se quedo en el tiempo. No es culpa de tu Dios obviamente, es culpa de sus ovejas descarriadas que se creen Dios en la tierra y que no se dan el lujo de considerarse pecadores por ello.
Eres una semi-dios Aitziber, de otra forma no se te hubieran otorgado los poderes que posees que son extremadamente poderosos. Me complace saber que a pesar de las matanzas del pasado este presente conserva firmes soldados como tu. Estoy mas que seguro que llegaras lejos, muy lejos con tus poderes. Parecen venir de muchas generaciones anteriores donde se mantienen latentes en otras.
Va a llegar tu momento algún día en donde demuestres en el mundo tus poderes como los grandes brujos. La única roca que encontraras en tu camino va a ser la Inquisición que es el motivo por el cual todos nosotros "seres extraños" ocupando su mundo debemos permanecer rezagados en las sombras, victimas de torturas en caso de que se nos de caza a manos de estos.
Pero... ya llegara el día...estoy seguro.- terminó afirmando mientras el hombre que tenia en sus manos respiraba con dificultad ahogado porque el vampiro había clavado sus uñas puntiagudas en torno a su cuello perforando la capa de piel que recubría el mismo y la traquea a su vez haciendo que este se empezara a ahogar con su propia sangre involuntariamente.
Al notarlo decidió levantar al hombre sobre su cuerpo y sorber de su cuerpo la sangre que manaba de su cuello perforado hasta dejarlo vacío, el cuerpo del hombre comenzó a estremecerse apenas la sangre era succionada ávidamente hasta que el corazón comenzó a bombear lánguidamente hasta casi perderse las pulsaciones, fue allí cuando lo soltó y lo depositó en el suelo, en la entrada a la casa, con el cuello partido y con una rápida lambida cerró la herida provocada. Se dio vuelta solo para comprobar que la mujer estaba tirada sobre el banco y movía sus manos como ejecutando ordenes para una orquesta, lo que provocó algo de gracia por los movimientos.
El vampiro se relamió mientras sentía los efectos de la droga suavizados en su paladar. Y le levantó una ceja a Aitziber mientras esta lo miraba como preguntándole sin palabras como había resultado esa prueba.
-Delicioso - se deleitó de responderle sin que ella lo preguntase anteriormente.
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Re: Negocios son negocios [Privado]
Comenzaba a notar el cansancio de utilizar sus poderes con cierta imprudencia, le gustaba tener la eficiencia de una experta, algo que ya era, por suerte su juventud le daba gran vitalidad y resistencia, pero en ocasiones el cuerpo simplemente le indicaba que era momento de tomar un descanso y para reponer energías, también podría ayudar un poco de alimento para que su cuerpo encontrara en él la energía necesaria para seguir adelante y no decepcionarla. Era como un atleta, debía mantenerse en buena forma, comer sano, no beber ni fumar, dormir las horas necesarias; algo un poco difícil para alguien que le gusta pasear en las noches. No era perfecta pero lo intentaba para el bien de sus poderes. Deseaba siempre sacar el máximo de sí.
-Pero la discreción siempre es buena...- dijo alzándose los hombros. Nunca iba por allí mostrando lo que podría hacer, no era ella, tampoco le agradaba mucho eso, le podría traer complicaciones a la vida tranquila que había tenido siempre. No estaba acostumbrada a las adulaciones, solamente bajo la miraba, fijándose en el piso, mientras encontraba un pequeño tronco en donde echarse por unos minutos, recogería algo de vitalidad de lo presente, de los árboles y los animales nocturnos que pudieran estar cerca. La madre tierra era muy generosa si sabias como tratarla, nunca dejaría a los buenos aventurados solos.
Dejo salir una leve risilla, bueno, habían llegado a un punto en desacuerdo, la mentalidad de la bruja era un poco más pesimista, ella creía que todos los humanos tenían la maldad tan apegada, que ya desde pequeños olvidaban que era la inocencia –Lo siento…- dijo tratando de no volver a reírse, tal vez lo vería como de mala educación –No estoy interesada en ver un mundo mejor- se alzo los hombros, entrecerró sus ojos, cruzo sus brazos, para luego acomodar también sus piernas y cruzarlas por debajo de la falda –Creo que no es mi trabajo tratar de abrirle los ojos a las personas- no pudo evitar pensar en su travesía como aprendiz, como joven devota que deseaba que aquella ciudad legendaria resurgiera de las cenizas, pero con ella había aprendido la ferocidad y crueldad del mundo.
Estaban ciegos y no querían ver, no podría hacer nada, ya lo había intentado y había fracasado, ahora solamente quedaba un leve recuerdo y algunas heridas superficiales. ¿Acaso aquel vampiro navegaba entre sus recuerdos? No lo sabía, frunció su ceño algo molesta en pensar que podría volver a utilizar aquellas artimañas, pero bueno, no sacaría nada de aquello, solamente hacerla ver a un pasado que ya había logrado superar. Solamente se quedaba al frente apreciando a un cliente satisfecho, no pedía nada mas, tal vez era demasiado, pero quería cerciorarse con sus propios ojos que todo estuviera bien. Dejo salir un bostezo, lamentablemente, no era una dama de la oscuridad, aunque la quisieran pintar como eso.
Satán podría esperar, su cuerpo ya comenzaba a pedirle cama, la cita y blasfemia con el demonio habían terminado. Se levanto haciendo una leve reverencia –Creo que mi trabajo aquí está hecho- dijo tranquilamente mientras se acomodaba las ropas para protegerse del frio mas enfurecido que nunca. Miro al cielo, mientras comenzaba a sentir como el viento buscaba abrazarla, para congelarla de un soplido –Algo me dice que este será un duro invierno…- su cuerpo se estremeció, mientras escuchaba ya los llantos de los pobres que se congelaban y morían poco a poco, no durarían ni una noche en este lugar, tal vez ellos deberían ser como las aves y volar hacia los lugares mas cálidos. Volvió a mirar detenidamente al vampiro que había llegado a tener un color más aceptable, sus ojitos se abrieron, curiosos de aquel cambio en su anatomía por ingesta de sangre, sin percatarlo ya había estirado su mano en busca de su rostro, para poder sentir la calidez de su mejilla.
-Usted también tiene poderes que lo vuelven un ser hermoso, lástima que la muerte siempre este detrás de todo esto- sonrió levemente, para volver a retirar su mano –Puede ir a mi tienda cuando quiera por mas o mandar a un criado cuando lo necesite- hizo una pequeña pausa para poder girarse y poder ver exactamente donde estaba, ubicarse bien para no sentirse tan perdida -Solamente pido discreción… mi vida por suerte esta por ahora, algo tranquila- concluyo esperando no ser una molestia en su peticiones, pero el vampiro debería entender su angustia en un mundo que siempre era vigilado por aquellos que no quería ver feliz a los seres diferentes
-Pero la discreción siempre es buena...- dijo alzándose los hombros. Nunca iba por allí mostrando lo que podría hacer, no era ella, tampoco le agradaba mucho eso, le podría traer complicaciones a la vida tranquila que había tenido siempre. No estaba acostumbrada a las adulaciones, solamente bajo la miraba, fijándose en el piso, mientras encontraba un pequeño tronco en donde echarse por unos minutos, recogería algo de vitalidad de lo presente, de los árboles y los animales nocturnos que pudieran estar cerca. La madre tierra era muy generosa si sabias como tratarla, nunca dejaría a los buenos aventurados solos.
Dejo salir una leve risilla, bueno, habían llegado a un punto en desacuerdo, la mentalidad de la bruja era un poco más pesimista, ella creía que todos los humanos tenían la maldad tan apegada, que ya desde pequeños olvidaban que era la inocencia –Lo siento…- dijo tratando de no volver a reírse, tal vez lo vería como de mala educación –No estoy interesada en ver un mundo mejor- se alzo los hombros, entrecerró sus ojos, cruzo sus brazos, para luego acomodar también sus piernas y cruzarlas por debajo de la falda –Creo que no es mi trabajo tratar de abrirle los ojos a las personas- no pudo evitar pensar en su travesía como aprendiz, como joven devota que deseaba que aquella ciudad legendaria resurgiera de las cenizas, pero con ella había aprendido la ferocidad y crueldad del mundo.
Estaban ciegos y no querían ver, no podría hacer nada, ya lo había intentado y había fracasado, ahora solamente quedaba un leve recuerdo y algunas heridas superficiales. ¿Acaso aquel vampiro navegaba entre sus recuerdos? No lo sabía, frunció su ceño algo molesta en pensar que podría volver a utilizar aquellas artimañas, pero bueno, no sacaría nada de aquello, solamente hacerla ver a un pasado que ya había logrado superar. Solamente se quedaba al frente apreciando a un cliente satisfecho, no pedía nada mas, tal vez era demasiado, pero quería cerciorarse con sus propios ojos que todo estuviera bien. Dejo salir un bostezo, lamentablemente, no era una dama de la oscuridad, aunque la quisieran pintar como eso.
Satán podría esperar, su cuerpo ya comenzaba a pedirle cama, la cita y blasfemia con el demonio habían terminado. Se levanto haciendo una leve reverencia –Creo que mi trabajo aquí está hecho- dijo tranquilamente mientras se acomodaba las ropas para protegerse del frio mas enfurecido que nunca. Miro al cielo, mientras comenzaba a sentir como el viento buscaba abrazarla, para congelarla de un soplido –Algo me dice que este será un duro invierno…- su cuerpo se estremeció, mientras escuchaba ya los llantos de los pobres que se congelaban y morían poco a poco, no durarían ni una noche en este lugar, tal vez ellos deberían ser como las aves y volar hacia los lugares mas cálidos. Volvió a mirar detenidamente al vampiro que había llegado a tener un color más aceptable, sus ojitos se abrieron, curiosos de aquel cambio en su anatomía por ingesta de sangre, sin percatarlo ya había estirado su mano en busca de su rostro, para poder sentir la calidez de su mejilla.
-Usted también tiene poderes que lo vuelven un ser hermoso, lástima que la muerte siempre este detrás de todo esto- sonrió levemente, para volver a retirar su mano –Puede ir a mi tienda cuando quiera por mas o mandar a un criado cuando lo necesite- hizo una pequeña pausa para poder girarse y poder ver exactamente donde estaba, ubicarse bien para no sentirse tan perdida -Solamente pido discreción… mi vida por suerte esta por ahora, algo tranquila- concluyo esperando no ser una molestia en su peticiones, pero el vampiro debería entender su angustia en un mundo que siempre era vigilado por aquellos que no quería ver feliz a los seres diferentes
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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