AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Entre lujos y vampiros - Ivy Angels (+18 )
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Entre lujos y vampiros - Ivy Angels (+18 )
Bien, ¿Por dónde nos habíamos quedado? Ah sí, tenía a una bella e inocente señorita bañándose al otro lado de la puerta. No sé si era por la chica en concreto o por la necesidad que tenía de sentir algo de calidez en mi cuerpo. No lo sabía qué era pero algo me empujaba a desear algo más que la sangre de aquella chica.
Llevaba demasiado tiempo lo que yo sabía que era evidente y, ahora que la tenía atrapada en mi casa pensaba hacerla mía a toda costa, quisiera o no. Y luego probar su dulce sangre excitada antes de que caiga en un profundo sueño producido por la perfecta mezcla de falta de sangre, cansancio y placer.
Mientras miles de pensamientos que escandalizarían a los más conservadores, me dediqué a cerrar todas y cada una de las salidas que pudiera tener la chica si seguía con la osada idea de escapar. Luego, fui al jardín con una cesta y recogí algunas flores y frutas. No podía apreciar el sabor de los alimentos, pero la frescura de las frutas, aunque insípida para mí, me gustaba bastante.
Coloqué las flores por todo el cuarto para darle un toque más acogedor, además de la calidez de las velas encendidas a esas horas de la noche, las frutas, fresas en este caso, las puse en un pequeño cuenco cerca de la cama.
La estancia no había quedado mal, acogedora y perfecta para generar confianza en la dueña del lugar. Me quedé esperando un rato, pero no oía ningún ruido en el baño. ¿Le habrá pasado algo? Pensé. Así que me asomé al baño a ver si pasaba algo.
-Querida, ¿necesitas ayuda con algo? - definitivamente, viera lo que viera en ese baño habría merecido la pena mi descortesía de no llamar a la puerta.
Pero, ¿qué voy a hacerle? Una no está acostumbrada a llamar a las puertas de su propia habitación.
Llevaba demasiado tiempo lo que yo sabía que era evidente y, ahora que la tenía atrapada en mi casa pensaba hacerla mía a toda costa, quisiera o no. Y luego probar su dulce sangre excitada antes de que caiga en un profundo sueño producido por la perfecta mezcla de falta de sangre, cansancio y placer.
Mientras miles de pensamientos que escandalizarían a los más conservadores, me dediqué a cerrar todas y cada una de las salidas que pudiera tener la chica si seguía con la osada idea de escapar. Luego, fui al jardín con una cesta y recogí algunas flores y frutas. No podía apreciar el sabor de los alimentos, pero la frescura de las frutas, aunque insípida para mí, me gustaba bastante.
Coloqué las flores por todo el cuarto para darle un toque más acogedor, además de la calidez de las velas encendidas a esas horas de la noche, las frutas, fresas en este caso, las puse en un pequeño cuenco cerca de la cama.
La estancia no había quedado mal, acogedora y perfecta para generar confianza en la dueña del lugar. Me quedé esperando un rato, pero no oía ningún ruido en el baño. ¿Le habrá pasado algo? Pensé. Así que me asomé al baño a ver si pasaba algo.
-Querida, ¿necesitas ayuda con algo? - definitivamente, viera lo que viera en ese baño habría merecido la pena mi descortesía de no llamar a la puerta.
Pero, ¿qué voy a hacerle? Una no está acostumbrada a llamar a las puertas de su propia habitación.
Contessa Luciano- Vampiro Clase Alta
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Re: Entre lujos y vampiros - Ivy Angels (+18 )
Bien, pues allí estaba. Sola en un baño, en una casa, en la zona más cara de París. Sabía que no debía estar allí, pero mi única salida a mis espaldas estaba franqueada por aquella señorita. Suspiré y dejé aquel camisón, que no dejaba de ser una camisa larga, en una silla, que tenía la zona de sentarse blandita. y luego miré el resto del lugar. En un lado de este había una especie de cuenco enorme de porcelana. Me acerqué despacio observándolo. Estaba vació, pero supongo que debía bañarme ahí.
Suspiré, y de donde tenía que sacar el agua? Cuando vivía con mis...padres... Ellos.. ellos teníamos un barreño de madera y lo llenábamos de agua, que a veces calentábamos con leña antes. Pero aquí no había, ni agua, ni cuenco, ni madera para calentar. ¿Como se debía pues conseguir agua aquí? Me mordí el labio con fuerza. Con demasiada fuerza. Estaba empezando a agobiarme un poco. No podía bañarme si no tenía agua, y me negaba a la idea de salir allí detrás a pedir ayuda para poder hacerlo...Vamos Ivy piensa por favor. No tiene que ser tan complicado. Continuaba mordiéndome el labio cuando reparé en un extraño mecanismo que había en un lado del cuenco de porcelana. Me acerqué a él quedándome de cunclilla al lado. Había leido en un libro sobre mecanismos que traían agua...tal vez fuese uno de ellos? Y como funcionaban. Me quedé allí observandolo unos minutos. Luego lo toqué con un dedo, pero no pasó. Nada...Piensa Ivy...toca todo lo que puedas...
Continué allí hasta que una parte del mecanismo giró y comenzó a salir agua de allí. Me asusté un poco en ese momento saltando hacia atrás y cayendo ligeramente de culo. Shh...no hagas ruido Ivy... Me puse en pie y dejé que eso se llenase. Mientras me giré a una estantería. Los ricos tenían muchos jabones, o bueno, loq ue suponía que eran jabones. Por que eran líquidos y estaban en botes de cristal. El que yo siempre había tenido era una pastilla...¿Y cual cojo? Este? Cogí al azar uno de los botes y lo abrí. Olía a flores...Arrugué la nariz. Esto servirá. Me giré y lo dejé en el suelo al lado del cuenco que seguia llenandose. Abrí mucho los ojos. Debía ser magia. El agua estaba caliente. Pero yo no la había calentado... Me agaché y miré bajo el cuenco. No había fuego... Como se habría calentado esto.... Bueno da igual. Debía..debía bañarme corriendo para luego marcharme a casa a hacer mis cosas.
Suspiré y volví a girar aquel mecanismos hacia el otro lado para que dejase de salir agua. Ya estaba lleno. Miré a mis espaldas para cercionarme de que la puerta estuviese cerrada y me quité la gorra. Al fin todo mi pelo cayó a mis espaldas. Era bonito, aunque podría haber estado mejor cuidado. Suspiré y la dejé colgando de una silla. Luego me quité el chalequillo que llevaba y la camisa y las dejé también allí. Suspiré y me senté en el suelo a quitarme los zapatos. Una vez listo me puse de nuevo en pie y me quité los pantalones quedandolos a un lado. Tras quitar casi todo solo me quedó quitar la venda que cubria mis pechos. No era por el hecho de ocultarlos dado que tenía bastante poco y no se veía con la camisa. Si no, por el hecho que me era más comodo trabajar en este tipo de trabajos con el pecho sujeto.
Una vez completamente desnuda suspiré y me miré pues si que estaba bastante negra, no iba a venirme mal la ducha después de todo. Lentamente me acerqué al cuenco con agua y metí un pie sintiendo un escalofrío por todo el cuerpo, luego el otro y me fui agachando sentándome en el fondo de este. El agua me llegaba por el pecho más o menos y dejando que parte de mi pelo estuviese ya flotando en el agua. La gente rica tenía muchas cosas que nosotros ni podíamos soñar...Ojalá el mundo fuese algo más justo. Pero el mundo no era justo y yo no pertenecía a esta parte tan cruel y desagradecida, que unicamente vivían para sus caprichos y por su dinero mugriento.
Estaba absorta en mis pensamientos, sintiendo que mis musculos agradecían de alguna forma el agua caliente cuando sentí y escuché la puerta abrirse. Automaticamente sin pensarlo me hundí en el agua dejando unicamente al descubierto de mi boca hacia arriba. Lo justo para poder hablar y luego solo dejar de mi nariz hacia arriba viendose. ¿¡Que hacía allí?! Me...me iba a dar algo de verguenza..- No! - murmuré casi en un pequeño grito. - Estoy bien. Vayase.... No tardaré en acabar. - Trague saliva y me mordí el labio más fuerte muerta de verguenza.- Por favor. - Añadí en el último momento. Solo quería que se fuese para poder bañarme rapido, ponerme la ropa y marcharme de allí. Pero si me miraba no podía!.
Suspiré, y de donde tenía que sacar el agua? Cuando vivía con mis...padres... Ellos.. ellos teníamos un barreño de madera y lo llenábamos de agua, que a veces calentábamos con leña antes. Pero aquí no había, ni agua, ni cuenco, ni madera para calentar. ¿Como se debía pues conseguir agua aquí? Me mordí el labio con fuerza. Con demasiada fuerza. Estaba empezando a agobiarme un poco. No podía bañarme si no tenía agua, y me negaba a la idea de salir allí detrás a pedir ayuda para poder hacerlo...Vamos Ivy piensa por favor. No tiene que ser tan complicado. Continuaba mordiéndome el labio cuando reparé en un extraño mecanismo que había en un lado del cuenco de porcelana. Me acerqué a él quedándome de cunclilla al lado. Había leido en un libro sobre mecanismos que traían agua...tal vez fuese uno de ellos? Y como funcionaban. Me quedé allí observandolo unos minutos. Luego lo toqué con un dedo, pero no pasó. Nada...Piensa Ivy...toca todo lo que puedas...
Continué allí hasta que una parte del mecanismo giró y comenzó a salir agua de allí. Me asusté un poco en ese momento saltando hacia atrás y cayendo ligeramente de culo. Shh...no hagas ruido Ivy... Me puse en pie y dejé que eso se llenase. Mientras me giré a una estantería. Los ricos tenían muchos jabones, o bueno, loq ue suponía que eran jabones. Por que eran líquidos y estaban en botes de cristal. El que yo siempre había tenido era una pastilla...¿Y cual cojo? Este? Cogí al azar uno de los botes y lo abrí. Olía a flores...Arrugué la nariz. Esto servirá. Me giré y lo dejé en el suelo al lado del cuenco que seguia llenandose. Abrí mucho los ojos. Debía ser magia. El agua estaba caliente. Pero yo no la había calentado... Me agaché y miré bajo el cuenco. No había fuego... Como se habría calentado esto.... Bueno da igual. Debía..debía bañarme corriendo para luego marcharme a casa a hacer mis cosas.
Suspiré y volví a girar aquel mecanismos hacia el otro lado para que dejase de salir agua. Ya estaba lleno. Miré a mis espaldas para cercionarme de que la puerta estuviese cerrada y me quité la gorra. Al fin todo mi pelo cayó a mis espaldas. Era bonito, aunque podría haber estado mejor cuidado. Suspiré y la dejé colgando de una silla. Luego me quité el chalequillo que llevaba y la camisa y las dejé también allí. Suspiré y me senté en el suelo a quitarme los zapatos. Una vez listo me puse de nuevo en pie y me quité los pantalones quedandolos a un lado. Tras quitar casi todo solo me quedó quitar la venda que cubria mis pechos. No era por el hecho de ocultarlos dado que tenía bastante poco y no se veía con la camisa. Si no, por el hecho que me era más comodo trabajar en este tipo de trabajos con el pecho sujeto.
Una vez completamente desnuda suspiré y me miré pues si que estaba bastante negra, no iba a venirme mal la ducha después de todo. Lentamente me acerqué al cuenco con agua y metí un pie sintiendo un escalofrío por todo el cuerpo, luego el otro y me fui agachando sentándome en el fondo de este. El agua me llegaba por el pecho más o menos y dejando que parte de mi pelo estuviese ya flotando en el agua. La gente rica tenía muchas cosas que nosotros ni podíamos soñar...Ojalá el mundo fuese algo más justo. Pero el mundo no era justo y yo no pertenecía a esta parte tan cruel y desagradecida, que unicamente vivían para sus caprichos y por su dinero mugriento.
Estaba absorta en mis pensamientos, sintiendo que mis musculos agradecían de alguna forma el agua caliente cuando sentí y escuché la puerta abrirse. Automaticamente sin pensarlo me hundí en el agua dejando unicamente al descubierto de mi boca hacia arriba. Lo justo para poder hablar y luego solo dejar de mi nariz hacia arriba viendose. ¿¡Que hacía allí?! Me...me iba a dar algo de verguenza..- No! - murmuré casi en un pequeño grito. - Estoy bien. Vayase.... No tardaré en acabar. - Trague saliva y me mordí el labio más fuerte muerta de verguenza.- Por favor. - Añadí en el último momento. Solo quería que se fuese para poder bañarme rapido, ponerme la ropa y marcharme de allí. Pero si me miraba no podía!.
Ivy Angels- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 03/03/2012
Localización : En los barrios bajos de París...
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Re: Entre lujos y vampiros - Ivy Angels (+18 )
Ups, parece que las cosas en el baño iban mejor de lo que pensaba. Yo que pensaba encontrar a la chica desnuda intentando averiguar cómo funcionaban los artefactos modernos, me la encontré ya sumergida en la bañera. No eran las asombrosas vistas que esperaba, pero, al menos se vislumbraba algo de su silueta a través del agua. Me hubiera gustado haber podido ayudarla a lavarse bien, pero su cara de súplica para que saliera me obligó a obedecerla. Debía al menos hacer algo por ella antes de dejar que ella hiciera cosas por mí. Con ese pensamiento y esbozando una sonrisa entre picara y siniestra, entré en el baño.
-Siento haberte molestado, pensé que necesitarías ayuda. Además, iba a llevarme tu ropa para que la lavaran- cogí su sucia ropa y me la llevé con toda la tranquilidad del mundo. Sabía que no me detendría, no iba a exponer su desnudez delante de mí. Lástima.
Dando pasos saltarines, salí del baño.
-No pretendía molestarte, ahora tómate el tiempo que quieras- la dije dando un ultimo vistazo a mi pequeña víctima.
La situación no podía ser más sugerente, no podía dejar de relamerme pensando en cómo saldría de la bañera. Tan mojada e indefensa y necesitada de algo de calor que quizás mi frío cuerpo podía darle.
Mirando con cierta repugnancia la ropa que estaba entre mis manos pensé en lanzarlas a la chimenea y darle algo de ropa que no me provocara nauseas. Pero luego pensé que, en el caso de que tuviera que volver a su ratonera, no sería muy bien recibida con ropa en condiciones. Así que la tiré en el suelo de la cocina para que la lavaran y volví a la habitación, a sentarme en el sofá del recibidor esperando a aquella chiquilla que se estaba bañando al otro lado de la puerta.
-Siento haberte molestado, pensé que necesitarías ayuda. Además, iba a llevarme tu ropa para que la lavaran- cogí su sucia ropa y me la llevé con toda la tranquilidad del mundo. Sabía que no me detendría, no iba a exponer su desnudez delante de mí. Lástima.
Dando pasos saltarines, salí del baño.
-No pretendía molestarte, ahora tómate el tiempo que quieras- la dije dando un ultimo vistazo a mi pequeña víctima.
La situación no podía ser más sugerente, no podía dejar de relamerme pensando en cómo saldría de la bañera. Tan mojada e indefensa y necesitada de algo de calor que quizás mi frío cuerpo podía darle.
Mirando con cierta repugnancia la ropa que estaba entre mis manos pensé en lanzarlas a la chimenea y darle algo de ropa que no me provocara nauseas. Pero luego pensé que, en el caso de que tuviera que volver a su ratonera, no sería muy bien recibida con ropa en condiciones. Así que la tiré en el suelo de la cocina para que la lavaran y volví a la habitación, a sentarme en el sofá del recibidor esperando a aquella chiquilla que se estaba bañando al otro lado de la puerta.
Contessa Luciano- Vampiro Clase Alta
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Re: Entre lujos y vampiros - Ivy Angels (+18 )
No se iba, se había parado en la puerta y me miraba fijamente. Por más que me hundiese estaba desnuda. ¿Por qué no había salido a correr como una loca? ¿Por qué no lo había hecho? Era tonta. Lo sabía. Me había comportado como una niña tonta. Y no sabía ahora como salir de allí. Y menos aún lo supe cuando vi como cogía mi ropa. Toda ella. Me elevé un poco, pero en cuanto sentí que quedaba al aire me volví a meter en el agua. Si salía se me iba a ver. – N..no. Deje mi ropa. Está bien así. Me la iba a poner ahora…mi ropa. Por favor… - Mis voz se iba apagando al ver como la mujer salía de allí con mi ropa entre sus manos. Que raro que no hubiese pensado que se le iba a caer un dedo por coger ropa de mi clase… Seguro que estaba pensando en otra cosa, y eso sinceramente…, me daba más miedo aún.
Suspiré al ver como salía del baño de nuevo y cerraba la puerta a mis espaldas. Dejandome sin nada. Ahora no podría irme tan pronto como pensé. Podría salir tal cual corriendo aunque perdiese mi gorra, pero ya conseguiría otra. Sentía que debía salir de allí. Pero bueno, puedo acabar de bañarme tranquila…aunque solo será retrasar lo inevitable.
Suspiré y saqué el brazo para coger aquel extraño jabón. Al ser un bote de cristal pesaba. Lo abrí y me eché en la mano un poco de jabón. Dejé el bote a un lado y comencé a darme en la piel. Salía suciedad para que íbamos a engañarnos. Aquel jabón parecía mejor que el mio. Pero dejaba una peste que me molestaba mucho al respirar. Era…demasiado…potente…Me lavé también el pelo con fuerza. Quitando toda la suciedad que pude de mi cuerpo. Al menos que esto sirviese para algo…Luego abrí de nuevo el grifo y me sumergí en el agua para quitarme el jabón. Aunque no calculé bien y cuando quise darme cuenta tuve que ir corriendo a cerrar aquello, que no me dejaba por que se me resbalaba. El agua se estaba saliendo del cazo de porcelana. Tragué saliva y respiré al fin cuando aquello dejó de salir agua.
Bueno..demos el siguiente paso… Salí de aquel barreño de porcelana con cuidado pero con mi pie al medio resbalarme con el agua le d un golpecito al jabón el cual por suerte no se rompió. Menos mal…tampoco era idea de liarla mucho. Respiré hondo y encontré una toalla muy suave. No era asperas como los trapos que yo había usado toda mi vida. Era como secarte en una nube. Me sequé bien por todos lados de arriba abajo. Y luego la volví a dejar donde estaba. Y ahora…me acerqué a la silla con el camisón y algo que parecía ropa interior de gente con dinero…solo tenía eso para ponerme si no quería salir sin ropa de allí. Cosa que era impensable.
Me puse la ropa interior de abajo y luego me colé el camisón por el cuello. Me abroché como pude los botones y una especie de lacito que tenía. Luego me miré en un espejo. Eran tan raros los espejos… Me saqué a mi misma la lengua y reí. No era muy mona pero me daba igual. Me peiné un poco con los dedos como pude. Podría ser una rata y pobre. Pero me gustaba estar algo presentable.
Suspiré y me acerqué a la puerta. Ya lo tenía todo…pero no me atrevía a salir…Una vez que saliese no había vuelta atrás. Solo poner en marcha mi plan o quedarme como una sumisa. Cosa que no tenía pensado…había luchado mucho estos últimos años para que ahora me encontrase así. Vamos Ivy!
Abrí la puerta con cuidado y me asomé saliendo luego. La mujer estaba allí sentada esperándome. Tragué saliva y cerré la puerta a mis espaldas. – Me..merci por el baño..pero creo que es momento de marcharme…recogeré mis cosas y dejaré de molestarla… Merci madame… - Mientras decía esto me encaminaba directa a la puerta para salir de aquel inmenso cuarto. Pensar en esa casa tan grande y compararla con mis cuatro paredes… Cuando llegué a la puerta giré el picaporte esperando que se abriese, pero este no cedia…
Suspiré al ver como salía del baño de nuevo y cerraba la puerta a mis espaldas. Dejandome sin nada. Ahora no podría irme tan pronto como pensé. Podría salir tal cual corriendo aunque perdiese mi gorra, pero ya conseguiría otra. Sentía que debía salir de allí. Pero bueno, puedo acabar de bañarme tranquila…aunque solo será retrasar lo inevitable.
Suspiré y saqué el brazo para coger aquel extraño jabón. Al ser un bote de cristal pesaba. Lo abrí y me eché en la mano un poco de jabón. Dejé el bote a un lado y comencé a darme en la piel. Salía suciedad para que íbamos a engañarnos. Aquel jabón parecía mejor que el mio. Pero dejaba una peste que me molestaba mucho al respirar. Era…demasiado…potente…Me lavé también el pelo con fuerza. Quitando toda la suciedad que pude de mi cuerpo. Al menos que esto sirviese para algo…Luego abrí de nuevo el grifo y me sumergí en el agua para quitarme el jabón. Aunque no calculé bien y cuando quise darme cuenta tuve que ir corriendo a cerrar aquello, que no me dejaba por que se me resbalaba. El agua se estaba saliendo del cazo de porcelana. Tragué saliva y respiré al fin cuando aquello dejó de salir agua.
Bueno..demos el siguiente paso… Salí de aquel barreño de porcelana con cuidado pero con mi pie al medio resbalarme con el agua le d un golpecito al jabón el cual por suerte no se rompió. Menos mal…tampoco era idea de liarla mucho. Respiré hondo y encontré una toalla muy suave. No era asperas como los trapos que yo había usado toda mi vida. Era como secarte en una nube. Me sequé bien por todos lados de arriba abajo. Y luego la volví a dejar donde estaba. Y ahora…me acerqué a la silla con el camisón y algo que parecía ropa interior de gente con dinero…solo tenía eso para ponerme si no quería salir sin ropa de allí. Cosa que era impensable.
Me puse la ropa interior de abajo y luego me colé el camisón por el cuello. Me abroché como pude los botones y una especie de lacito que tenía. Luego me miré en un espejo. Eran tan raros los espejos… Me saqué a mi misma la lengua y reí. No era muy mona pero me daba igual. Me peiné un poco con los dedos como pude. Podría ser una rata y pobre. Pero me gustaba estar algo presentable.
Suspiré y me acerqué a la puerta. Ya lo tenía todo…pero no me atrevía a salir…Una vez que saliese no había vuelta atrás. Solo poner en marcha mi plan o quedarme como una sumisa. Cosa que no tenía pensado…había luchado mucho estos últimos años para que ahora me encontrase así. Vamos Ivy!
Abrí la puerta con cuidado y me asomé saliendo luego. La mujer estaba allí sentada esperándome. Tragué saliva y cerré la puerta a mis espaldas. – Me..merci por el baño..pero creo que es momento de marcharme…recogeré mis cosas y dejaré de molestarla… Merci madame… - Mientras decía esto me encaminaba directa a la puerta para salir de aquel inmenso cuarto. Pensar en esa casa tan grande y compararla con mis cuatro paredes… Cuando llegué a la puerta giré el picaporte esperando que se abriese, pero este no cedia…
Ivy Angels- Humano Clase Baja
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Re: Entre lujos y vampiros - Ivy Angels (+18 )
Humana tonta, ¿de verdad pensaba que iba a escapar? Mostré una perturbadora sonrisa felina al ver su desesperación al intentar abrir inútilmente. Ese pequeño ratoncito había caído de lleno en mi trampa y ya no podría escapar. ¿Si la iba a matar? No lo sabía, lo que sí sabía era que me iba a divertir mucho mucho con esa pequeña chiquilla desesperada.
-No des las gracias, de todas formas, te debía una, ¿no? - contesté con una falsa sonrisa amable mientras me acercaba a ella-. Anda, ven.
Le agarré el brazo con delicadeza, pero a la vez con la fuerza suficiente para que no se resistiera y la senté en el tocador cercano a la chimenea para empezar a cepillarle ese pelo aun estropajoso. Dios no sé cómo los pobres podían vivir con el pelo tan asqueroso, no me extrañaría si encontraba cualquier cosa en esa cabeza, pero aun así seguí pinándola. Los masajes en la cabeza adormecen a la gente y les baja las defensas.
Seguí peinándola, dejando que, a veces mis manos la acariciaran por el cuello, el pecho… poco a poco, con delicadeza, sin asustarla, dándole cosas que le gustaran… así, dejándola caer poco a poco en mi tela de araña… sin dejarle la más mínima escapatoria… para que fuera toda mía.
Cuando al fin, conseguí darle a su cabello una apariencia más normal, dejé de peinarla y me acerqué a ella de frente.
-¿Ves? Arreglada eres bastante mona- le dije con una ladina sonrisa.
Para luego, coger un mechón de su pelo y olerlo con delicadeza, subiendo la mirada para dejar que se perdiera en mis profundos y decididos ojos. Soy una chica caprichosa que siempre tiene lo que quiere. Quería a esa chica, y la conseguiría, aunque tuviera que malherirla para que fuera mía. No habría sido la primera vez de todas formas.
Mientras miles de pensamientos macabros volvían a mi cabeza, mientras, poco a poco empezaba a deslizar mis manos por sus piernas hasta acariciar sus delgados y temblosos muslos.
La noche acababa de empezar y prometía cosas muy interesantes.
-No des las gracias, de todas formas, te debía una, ¿no? - contesté con una falsa sonrisa amable mientras me acercaba a ella-. Anda, ven.
Le agarré el brazo con delicadeza, pero a la vez con la fuerza suficiente para que no se resistiera y la senté en el tocador cercano a la chimenea para empezar a cepillarle ese pelo aun estropajoso. Dios no sé cómo los pobres podían vivir con el pelo tan asqueroso, no me extrañaría si encontraba cualquier cosa en esa cabeza, pero aun así seguí pinándola. Los masajes en la cabeza adormecen a la gente y les baja las defensas.
Seguí peinándola, dejando que, a veces mis manos la acariciaran por el cuello, el pecho… poco a poco, con delicadeza, sin asustarla, dándole cosas que le gustaran… así, dejándola caer poco a poco en mi tela de araña… sin dejarle la más mínima escapatoria… para que fuera toda mía.
Cuando al fin, conseguí darle a su cabello una apariencia más normal, dejé de peinarla y me acerqué a ella de frente.
-¿Ves? Arreglada eres bastante mona- le dije con una ladina sonrisa.
Para luego, coger un mechón de su pelo y olerlo con delicadeza, subiendo la mirada para dejar que se perdiera en mis profundos y decididos ojos. Soy una chica caprichosa que siempre tiene lo que quiere. Quería a esa chica, y la conseguiría, aunque tuviera que malherirla para que fuera mía. No habría sido la primera vez de todas formas.
Mientras miles de pensamientos macabros volvían a mi cabeza, mientras, poco a poco empezaba a deslizar mis manos por sus piernas hasta acariciar sus delgados y temblosos muslos.
La noche acababa de empezar y prometía cosas muy interesantes.
Contessa Luciano- Vampiro Clase Alta
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Re: Entre lujos y vampiros - Ivy Angels (+18 )
La puerta no se abría… la puerta no se abría. Estaba encerrada, aquella mujer me había encerrado. Por que habría hecho eso? Iba a hacerme algo.. tenía que ser eso.. si no, no entendía el por que de ponerse así..osea de encerrarme. Yo solo quería irme a aquel pequeño cuarto que llamaba casa.
Tragué saliva intentando relajarme, intentando no alterarme. Pero cuando la chica habló y pude escuchar sus pasos mis intentos de no alterarme quedaron en eso, meros intentos. Mi cabeza comenzó a pensar muchas cosas, a darle vueltas a distintas opciones, distintas salidas cada cual más alocada. Pero de nuevo todas ellas se esfumaron cuando volví a sentir aquel agarre tan fuerte y firme sobre mi brazo. Intenté tirar al otro lado, pero era como si intentase tirar de una estatua de piedra mucho más pesada de lo normal. No se movía, nada. En unos segundos, todas mis ideas se habían esfumado, incluyendo la que consistía en golpearla, dejarla inconsciente y saltar por la ventana. Si no podía librarme ni de su mano…como iba a lograr noquearla?
Cuando quise darme cuenta estaba sentada en aquella extraña silla con aquella extraña mesa delante de mi. Y entonces aquella mujer comenzó a peinarme el pelo con un cepillo. Me tiraba y me hacía cierto daño. Si pudiese no negaría que le hubiese hecho tragarse ese cepillo. Pe..pero creo que no estaba en momento de hacer nada de eso, al menos si quería mantenerme bien un poco más. Además la mujer parecía que no sabía peinar bien, que no es tan difícil…por que se le iban las manos a tocar sitios que no eran el pelo y la verdad…me sentía ciertamente incomoda con aquello. Pero ella parecía que no iba a parar y yo cada vez estaba más preocupada.
Debía tomarme aquello como un cumplido? Por que si era así…suspiré. Las personas con dinero rezagaban la belleza al hecho de estar siempre arreglada y mona, cosa que la gente humilde no podíamos permitirnos y por tanto, podría decirse que la gente humilde estábamos más cerca de ver la verdadera belleza que aquellos egocéntricos y ostentosos ricachones.
Pero entonces lo siguiente que hizo volvió a llamar toda mi atención y hacer que mi mente se quedase en blanco. Eran pequeños gestos apenas inapreciables, pero por un segundo podría decirse que mi mente comenzó a ir más lenta y observar cada detalle. Como tocaba mi pelo, y como un pequeño escalofrio respondía a él, además pude ver como luego lo olía, insconscientemente eché la cabeza hacia atrás. Aunque cuando mi mirada coincidió con la de ella por unos segundos todo quedó en blanco y nuevamente volvió a sacudirme la misma sensación en el estomago que me llegó en aquel boticario dl barrio rico al que me llevó aquella vez.
Pero aunque tal vez una parte de mi hubiese deseado que aquello no acabase, me temo que no duró mucho, pues pude sentir unos dedos en mis piernas, aquellas que nunca nadie había tocado. De un respingo me puse en pie echando la silla tras de mi. Tragué saliva sonrojada apartándome de aquella mujer, moviendome rápida hasta poner cama entre medio de las dos, como una barrera quise creer.
- Cre…creo que se está equivocando y…que debería parar ya y salir…A…agradezco su ayuda y que me peinase, mais madame debo…irme…por favor.
Mis palabras se atropellaban unas a otras, aunque en verdad mi voz seguía siendo dulce y bajita, notándose un extraño tono en ella que no alcanzaba a saber de que venia producido, pero podría ser cualquier cosa.
Tragué saliva intentando relajarme, intentando no alterarme. Pero cuando la chica habló y pude escuchar sus pasos mis intentos de no alterarme quedaron en eso, meros intentos. Mi cabeza comenzó a pensar muchas cosas, a darle vueltas a distintas opciones, distintas salidas cada cual más alocada. Pero de nuevo todas ellas se esfumaron cuando volví a sentir aquel agarre tan fuerte y firme sobre mi brazo. Intenté tirar al otro lado, pero era como si intentase tirar de una estatua de piedra mucho más pesada de lo normal. No se movía, nada. En unos segundos, todas mis ideas se habían esfumado, incluyendo la que consistía en golpearla, dejarla inconsciente y saltar por la ventana. Si no podía librarme ni de su mano…como iba a lograr noquearla?
Cuando quise darme cuenta estaba sentada en aquella extraña silla con aquella extraña mesa delante de mi. Y entonces aquella mujer comenzó a peinarme el pelo con un cepillo. Me tiraba y me hacía cierto daño. Si pudiese no negaría que le hubiese hecho tragarse ese cepillo. Pe..pero creo que no estaba en momento de hacer nada de eso, al menos si quería mantenerme bien un poco más. Además la mujer parecía que no sabía peinar bien, que no es tan difícil…por que se le iban las manos a tocar sitios que no eran el pelo y la verdad…me sentía ciertamente incomoda con aquello. Pero ella parecía que no iba a parar y yo cada vez estaba más preocupada.
Debía tomarme aquello como un cumplido? Por que si era así…suspiré. Las personas con dinero rezagaban la belleza al hecho de estar siempre arreglada y mona, cosa que la gente humilde no podíamos permitirnos y por tanto, podría decirse que la gente humilde estábamos más cerca de ver la verdadera belleza que aquellos egocéntricos y ostentosos ricachones.
Pero entonces lo siguiente que hizo volvió a llamar toda mi atención y hacer que mi mente se quedase en blanco. Eran pequeños gestos apenas inapreciables, pero por un segundo podría decirse que mi mente comenzó a ir más lenta y observar cada detalle. Como tocaba mi pelo, y como un pequeño escalofrio respondía a él, además pude ver como luego lo olía, insconscientemente eché la cabeza hacia atrás. Aunque cuando mi mirada coincidió con la de ella por unos segundos todo quedó en blanco y nuevamente volvió a sacudirme la misma sensación en el estomago que me llegó en aquel boticario dl barrio rico al que me llevó aquella vez.
Pero aunque tal vez una parte de mi hubiese deseado que aquello no acabase, me temo que no duró mucho, pues pude sentir unos dedos en mis piernas, aquellas que nunca nadie había tocado. De un respingo me puse en pie echando la silla tras de mi. Tragué saliva sonrojada apartándome de aquella mujer, moviendome rápida hasta poner cama entre medio de las dos, como una barrera quise creer.
- Cre…creo que se está equivocando y…que debería parar ya y salir…A…agradezco su ayuda y que me peinase, mais madame debo…irme…por favor.
Mis palabras se atropellaban unas a otras, aunque en verdad mi voz seguía siendo dulce y bajita, notándose un extraño tono en ella que no alcanzaba a saber de que venia producido, pero podría ser cualquier cosa.
Ivy Angels- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 03/03/2012
Localización : En los barrios bajos de París...
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Datos de interés:
Re: Entre lujos y vampiros - Ivy Angels (+18 )
¿Pero es que los humanos no aprenden resignarse comportarse como el ganado que son? Ais, esta tonta aún seguía intentando escapar. JA, imposible, una vez en mis redes nadie escapa hasta que tengo lo que quiero. Mis trucos sirvieron para atontarla un poco pero no lo suficiente como para tenerla rendida a mis pies.
Sonreí divertida ante la idea, había encontrado una presa tonta pero lo suficientemente espabilada como para darme algo de diversión antes de dejarla completamente inútil. Además, se la veía tan asustada y extrañada con muchas de mis acciones que hacía que mi enferma mente pensara cosas que creía imposibles, pero con las que me divertiría mucho de ser verdad. Lo que si tenía claro es que esta chica no había hecho la calle, se sentía extraña si alguien más la tocaba, podía ser…no creo, puede que solo sea pudorosa o muy religiosa. Ojalá sea lo segundo, me encanta forzar a niñatas religiosas tontas…enseñarles lo divertido que es pecar, llevarlas al séptimo infierno y dejarlas ahí para buscar a otra.
De repente, gracias a mis manos maestras, logré que se dejara llevar por un momento para que echara su cabeza hacia atrás. Gran error, pude ver su cuello, ahora limpio, llamándole para que le dejara mi marca. Me relamí, pero lo dejé para más tarde. Aún estábamos en los entrantes, el postre tardaría en llegar. Me encantaba ver cómo luchaba contra su yo que quería que siguiera, un yo que me encargaría de sacar. Que se dejara llevar, que dejara que la llevara por el camino del mal. Un camino que, en cuanto pisas, no puedes dejar. Quería corromperla, más que a ninguna otra y no sabía por qué. ¿serían delirios de la esas? O simplemente quería volver a ser yo misma después de demasiados años reprimida. No lo sabía, solo quería divertirme a su costa. Me daba todo lo demás igual, incluso si la niña salí con varios traumas de mi casa o si saldría algún día…
Mientras me perdía en mi mente, cosa que me pasa muy a menudo, noté cómo logró alejarse de mí cuando… le tocaba el muslo… ¿Será verdad que no la ha tocado nadie? Feliz como una niña el día de Navidad hice lo que pude para corroborar mi teoría.
¿Pretendía huir de mí? Que inocente.
-No te vas a ir- dije con voz calmada y autoritaria.
Me subí sobre la cama a cuatro patas para acortar la distancia y, mirándola fijamente a los ojos, creando un mundo en el que sólo podía verme y oírme a mi le dije:
-No te irás hasta que a mí me dé la gana de que te vayas.
Y, sin darle tiempo a reaccionar, la cogí de una muñeca para tirarla sobre la cama para inmovilizarla con mi cuerpo. Y, rápidamente, le sujeté las muñecas con unos grilletes que le robé a un policía hace un par de siglos. Estaban algo oxidados, pero como yo no era la que se los ponía. Rodeando con la cadena mi cabecero, la dejé completamente inmóvil. Toda mía a mi disposición.
No podía sentirme más que satisfecha al ver lo que había conseguido. Sentada a horcajadas encima de ella, me quedé unos segundos contemplándola, viendo cómo se retorcía de miedo. Cual sigilosa víbora, me acerqué a su cuello y le susurré:
-Si te hubieras portado bien, no habrías acabado así.
Luego, me acerqué a su cuello y lo rocé con mis colmillos, solo una simple caricia, para asustarla. Me gusta calentar bastante la comida antes de empezar. Mientras hacía que poco a poco dejara de pensar en que no debería estar donde estaba, le besé el cuello, mientras la acariciaba por cada parte de su cuerpo. Sin darle tiempo a pensar qué estaba pasando o más bien, qué estaba a punto de pasar. Más…más… cuánto más la tocaba más la excitaba. Mmmm, la cosa iba a las mil maravillas.
Me relamí antes de sacar a relucir mis afiladas uñas con las que le rasgué el camisón hasta el ombligo. El plato fuerte vendría luego. Viendo sus pequeños pechos subir y bajar al ritmo de su acelerada respiración, no fui capaz de contenerme para atacarlos y saborearlos entre mis fauces.
Aunque opusiera resistencia me daba igual, más le dolería y menos lo disfrutaría. No era problema mío.
A continuación, alcé la vista para ver su cara de terror. Le sonreí y, con la sonrisa felina más sádica del mundo le pregunté:
-¿Qué? ¿No me digas que es tu primera vez, ratita?
Sonreí divertida ante la idea, había encontrado una presa tonta pero lo suficientemente espabilada como para darme algo de diversión antes de dejarla completamente inútil. Además, se la veía tan asustada y extrañada con muchas de mis acciones que hacía que mi enferma mente pensara cosas que creía imposibles, pero con las que me divertiría mucho de ser verdad. Lo que si tenía claro es que esta chica no había hecho la calle, se sentía extraña si alguien más la tocaba, podía ser…no creo, puede que solo sea pudorosa o muy religiosa. Ojalá sea lo segundo, me encanta forzar a niñatas religiosas tontas…enseñarles lo divertido que es pecar, llevarlas al séptimo infierno y dejarlas ahí para buscar a otra.
De repente, gracias a mis manos maestras, logré que se dejara llevar por un momento para que echara su cabeza hacia atrás. Gran error, pude ver su cuello, ahora limpio, llamándole para que le dejara mi marca. Me relamí, pero lo dejé para más tarde. Aún estábamos en los entrantes, el postre tardaría en llegar. Me encantaba ver cómo luchaba contra su yo que quería que siguiera, un yo que me encargaría de sacar. Que se dejara llevar, que dejara que la llevara por el camino del mal. Un camino que, en cuanto pisas, no puedes dejar. Quería corromperla, más que a ninguna otra y no sabía por qué. ¿serían delirios de la esas? O simplemente quería volver a ser yo misma después de demasiados años reprimida. No lo sabía, solo quería divertirme a su costa. Me daba todo lo demás igual, incluso si la niña salí con varios traumas de mi casa o si saldría algún día…
Mientras me perdía en mi mente, cosa que me pasa muy a menudo, noté cómo logró alejarse de mí cuando… le tocaba el muslo… ¿Será verdad que no la ha tocado nadie? Feliz como una niña el día de Navidad hice lo que pude para corroborar mi teoría.
¿Pretendía huir de mí? Que inocente.
-No te vas a ir- dije con voz calmada y autoritaria.
Me subí sobre la cama a cuatro patas para acortar la distancia y, mirándola fijamente a los ojos, creando un mundo en el que sólo podía verme y oírme a mi le dije:
-No te irás hasta que a mí me dé la gana de que te vayas.
Y, sin darle tiempo a reaccionar, la cogí de una muñeca para tirarla sobre la cama para inmovilizarla con mi cuerpo. Y, rápidamente, le sujeté las muñecas con unos grilletes que le robé a un policía hace un par de siglos. Estaban algo oxidados, pero como yo no era la que se los ponía. Rodeando con la cadena mi cabecero, la dejé completamente inmóvil. Toda mía a mi disposición.
No podía sentirme más que satisfecha al ver lo que había conseguido. Sentada a horcajadas encima de ella, me quedé unos segundos contemplándola, viendo cómo se retorcía de miedo. Cual sigilosa víbora, me acerqué a su cuello y le susurré:
-Si te hubieras portado bien, no habrías acabado así.
Luego, me acerqué a su cuello y lo rocé con mis colmillos, solo una simple caricia, para asustarla. Me gusta calentar bastante la comida antes de empezar. Mientras hacía que poco a poco dejara de pensar en que no debería estar donde estaba, le besé el cuello, mientras la acariciaba por cada parte de su cuerpo. Sin darle tiempo a pensar qué estaba pasando o más bien, qué estaba a punto de pasar. Más…más… cuánto más la tocaba más la excitaba. Mmmm, la cosa iba a las mil maravillas.
Me relamí antes de sacar a relucir mis afiladas uñas con las que le rasgué el camisón hasta el ombligo. El plato fuerte vendría luego. Viendo sus pequeños pechos subir y bajar al ritmo de su acelerada respiración, no fui capaz de contenerme para atacarlos y saborearlos entre mis fauces.
Aunque opusiera resistencia me daba igual, más le dolería y menos lo disfrutaría. No era problema mío.
A continuación, alcé la vista para ver su cara de terror. Le sonreí y, con la sonrisa felina más sádica del mundo le pregunté:
-¿Qué? ¿No me digas que es tu primera vez, ratita?
Contessa Luciano- Vampiro Clase Alta
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