AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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PD: Sean libres de abrir temas a parte si se ven muy agobiados, pero por favor que sean referentes a la fiesta, por si de alguna forma pudiésemos rolear en grata compañía y sin lios. No habrá orden en los post si no lo desean, pues somos muchos y no sabemos cómo se conformará la cosa.
Muchas Gracias por participar.
Palacio de Versalles. – Residencia de los Fontaine. – 22:00
La mañana se había presentado ajetreada, así como también la tarde que la acompañaba. Aquella tarde de otoño bajo el sol y el arrullo de los árboles y aquel divertido paseo a caballo culminaron aquella pequeña fiesta del te que había preparado Géraldine junto con Adèle, la dama de cámara de la reina.
Debido al sofoco que le había producido tanto ajetreo, tuvo que reposar en sus aposentos durante una hora escasa, en el cual no dejó de recabar en qué ocurrirá aquella noche. Deseaba ver de nuevo a aquellas personas, platicar en diversas conversaciones así usando su don de gentes que deliberadamente salía al exterior con una profunda naturalidad.
Géraldine observó a la distancia, el vestido color pálido que luciría en la fiesta. Aquel, estaba dispuesto sobre una especie de maniquí, para realmente ver como quedaba puesto. Por una vez en su vida, se atrevió a pensar en que desearía dejar todo este tema a un lado, y dormir plácidamente en completa desnudez cómo solía hacer en antaño. Simplemente se rió y aquello fue lo que hizo. Se desvistió y tomó un cálido baño, ella solía pedir tan solo un capricho en toda su vida, y aquel era tener una tela llena de flores de jazmin cada mañana para así tomar un baño e impregnarse con el olor de dicha flor durante el baño.
Una vez terminado, observó la caída de la noche por la ventana, mientras se vestía con total parsimonia, quería estar perfecta, imperfectamente perfecta. Aquel tono blanquecino realzaba el tono de sus mejillas y el de su cabello, que muy bien podrían ser un impedimento en aquella velada, pues… si su marido era… aquello, no sabría cúantos más lo serían. Pero lejos de parecer indiscreta dejó una nota a sus sirvientes, para que la avisasen en cuanto la velada tuviese comienzo, por lo que comenzaron a servir y colocar las bandejas con la consiguiente música que resonaba en todo el palacio. Aun pensando en todo aquello, sus desvelos dejaban mucho que desear, pese a aquel fuerte vigorosidad que presentaba el espíritu de la reina, en los últimos días se sentía fatigada, cansada, por algo que ella ni siquiera comprendía. Quizás tan solo fuese que extrañaba a su esposo.
Géraldine Fontaine4- Realeza Francesa
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 01/09/2011
Re: El reencuentro. [Privado-Lista de invitados]
Aquella noche se celebraba una fiesta organizada por la reina en el palacio y los sirvientes se apresuraban para perfeccionar los últimos detalles. Versalles era un lugar que cantaba siempre el movimiento, invocaba antiguas melodías que vieron construirse y agregar una piedra sobre otra para formar ese lugar. Nuevas notas de drama, triunfo y alegrías se agregaban con cada generación. El palacio era más que el hogar de la nobleza y la familia reinante, era custodio y guardián de una ideología transformada en una forma de gobierno. Tenía sus dificultades, sus guerras y conflictos, en esos momentos funcionó como refugio para tomar decisiones y reorganizar las casas Señoriales. Para fortalecer los lazos entre los franceses y nutrir las relaciones con los otros países. Igual también placeres, galantes encantos, recreos en los jardines y fiestas exuberantes como la que hoy tenía lugar. Versalles no era solamente una construcción mas sino una entidad con historia y vida propias, estaba intrinsícamente relacionada con el destino de sus habitantes, más que con los habitantes en si mismos. Lucía manteles largos y trajes de gala, un perfume suave de lilas coloreaba todo el pasillo desde la cámara de la reina hasta el gran salón. Flotaba sobre otros aromas mas densos como el menú exquisitamente preparado, como usualmente, con bastante antelación. Las luces brillaban como un pequeño sol iluminando la estancia con suma elegancia. La música resonaba por todo el palacio prestos a recibir a los invitados.
Pálida silueta fue la que vislumbró en el reflejo de la ventana, enmarcada por un perfil lleno de gracia, ternura, belleza, calor. Cómo tibia mañana de invierno. La fragancia a lilas se arremolinaba y prendaba de sus vestidos de un color amarillo claro. Su cabellos caían en cascada sobre sus hombros resaltando la dulzura en su gesto, ahora nostálgico. Parecía pensativa, incluso cierta preocupación pintaba su expresión tan quieta. Siempre asomaba sin embargo la predisposición a una sonrisa, a un gesto amable. Geraldine, la mujer con la que Abélard había visto pasar tantas primaveras, tantos otoños, soportado la crudeza del invierno y reído bajo el calor del sol de verano.
-Una dama que siempre esta rodeada por las gracias que le honran no debe esperar sola- susurró a su oído llegando por detrás para atraparle por la cintura. -Se ve hermosa Señora mía- Abélard le hizo girar con lentitud para tomar su mentón y levantar su rostro. Aquella era la viva imagen de una criatura exquisita, inmaculada, de luz. -Acepte la compañía de este caballero cuya espada esta siempre a su disposición- Se inclinó para dar un beso fugaz sobre sus labios, ya que no estaban solos. Su ángel, su criatura de los cielos. Él una criatura de la noche. Esta vez el invierno presagiaba durar mucho más tiempo que otras ocasiones. Mientras aguardarían esa noche de Otoño a que llegaran sus invitados.
Pálida silueta fue la que vislumbró en el reflejo de la ventana, enmarcada por un perfil lleno de gracia, ternura, belleza, calor. Cómo tibia mañana de invierno. La fragancia a lilas se arremolinaba y prendaba de sus vestidos de un color amarillo claro. Su cabellos caían en cascada sobre sus hombros resaltando la dulzura en su gesto, ahora nostálgico. Parecía pensativa, incluso cierta preocupación pintaba su expresión tan quieta. Siempre asomaba sin embargo la predisposición a una sonrisa, a un gesto amable. Geraldine, la mujer con la que Abélard había visto pasar tantas primaveras, tantos otoños, soportado la crudeza del invierno y reído bajo el calor del sol de verano.
-Una dama que siempre esta rodeada por las gracias que le honran no debe esperar sola- susurró a su oído llegando por detrás para atraparle por la cintura. -Se ve hermosa Señora mía- Abélard le hizo girar con lentitud para tomar su mentón y levantar su rostro. Aquella era la viva imagen de una criatura exquisita, inmaculada, de luz. -Acepte la compañía de este caballero cuya espada esta siempre a su disposición- Se inclinó para dar un beso fugaz sobre sus labios, ya que no estaban solos. Su ángel, su criatura de los cielos. Él una criatura de la noche. Esta vez el invierno presagiaba durar mucho más tiempo que otras ocasiones. Mientras aguardarían esa noche de Otoño a que llegaran sus invitados.
Abélard Fontaine- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 08/05/2011
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Re: El reencuentro. [Privado-Lista de invitados]
“Era una absurda locura, pero tenía que hacerlo, era mi deber, pero
debía mantener los pies sobre la tierra y no
arriesgar mi vida en vano.”
debía mantener los pies sobre la tierra y no
arriesgar mi vida en vano.”
Los pensamientos de la mujer eran alborotados, pero aquel bello alboroto era a la vez el más hermoso de los desórdenes, ya que tan solo ella misma los entendía con gran plenitud.
Sus pies anduvieron durante días, semanas, buscando la información necesaria para lo que hoy acontecería. Como ya habían predicho los ancianos de la santa cúpula, había ciertos aspectos que un cazador debía mantener, como los secretos con sus semejantes, para así no convertirse en un simple bulo, sino algo con más fuerza de que tan solo el conocedor de aquel secreto debía acatar y no hacer el lio más gordo.
Aquella noche, en palacio debían de saltar las alarmas de alguna forma y que mejor forma que el fallecimiento de alguno de los integrantes a la fiesta.
¿Cuál fiesta? Cómo siempre es sabido, cada “X” tiempo la familia real acordaba con el resto de las noblezas asistir a un baile, un real y pomposo baile de máscaras. Demasiado predecible, pero ayudaría a conseguir aquella misión suicida.
Tiempo atrás, hacía unas semanas que sus pies habían pisado aquel lugar, París, el cual debía analizar en todos los aspectos, pero… en mal momento la cazadora tuvo aquel encuentro tan inesperado entre las sombras que la acompañaban en su propio carruaje. Giàccomo Di Bruni, así se llamaba aquel joven que logró sacarla de aquel circo en el que se estaba convirtiendo aquella entrada al lugar. Lobos por doquier… fue entonces cuando ella vio la oportunidad perfecta para tomar una muestra de sangre al lobo que se debatía entre el dolor que el argento corría en sus venas. Pero no.. aquel estúpido muchacho tuvo que tomar el camino más pestilente y desagradable de todos, pero aquello fue lo que la hizo abrir los ojos y dejar su irónica fachada a un lado. Supo de diversos caminos que componían el alcantarillado, y por ello planeó aquella huida que pretendía hacer en caso de que algo saliese mal en el castillo.
Sus pies pararon frente al castillo y por las puertas traseras entró, ataviada con ropajes idénticos a los de las sirvientas de aquel lugar. La cazadora tuvo que ayudar en la colocación de aquella fastuosa recepción, alguna que otra comida, botellas de vino y otras que no lo eran tanto… aquel líquido era más espeso, por lo que se aventuró a descorchar una de las botellas y oler su contenido. Aquel olor putrefacto casi le provocaba el vómito. Se limitó a guardar la botella entre los matorrales que sobresalían por la ventana de la cocina.
Cuando la ordenaron a acudir al salón de baile, hizo lo que todos los sirvientes. Algunos, caminaban por entre los invitados con bandejas y copas, otros con absurdos canapés… mientras, algunos se quedaron tras la mesa, esperando alguna petición por parte de aquellos petulantes “señores” de la realeza. La comitiva tan solo era los únicos que no estaban provistos de máscaras, lo cual le daba un punto en contra a Jesse, aunque nadie en aquellos lugares la conocía tanto como para reconocerla.
Jessica Saint-Bonnet- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/08/2011
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Localización : Nantes, Francia.
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Re: El reencuentro. [Privado-Lista de invitados]
Suspiro entrando en la sala, el baile había iniciado y fue correctamente anunciada su presencia, hacia ya un rato de eso y se había movido entre la nobleza contestando saludos y teniendo alguna que otra conversación, finalmente se había alejado un poco de la concurrencia manteniéndose a una distancia prudente y educada, realmente no se sentía con ánimos de una de aquellas celebraciones, sin embargo no había mucho que pudiese hacer, había cosas que eran necesarias por muy mundanas que pareciesen. Uno de los sirvientes le acerco una copa y la tomo con una ligera sonrisa, a pesar de la mascara parecía que su presencia no era desapercibida, no había persona alguna que se acercase a el desconociendo quien era.
Su mirada se paseo por la habitación hasta encontrar a sus progenitores, suspiro para si mismo, estaban juntos y parecían condenadamente bien en compañía del otro... se amaban sin duda... volvió la mirada a su copa, mejor dejar de reflexionar acerca del cariño que se profesaban sus padres, entre menos lo pensara menos extraño seria aceptar su compromiso... lo que le hizo recordar...donde estaba su pequeña princesa? movió los ojos discretamente por la habitación, no alcanzaba a ver a Dominique por ningún lado, no importaba la mascara o lo que tuviese puesto el podría distinguirla entre mil damas de eso no le cabía la menor duda...
Su mirada se paseo por la habitación hasta encontrar a sus progenitores, suspiro para si mismo, estaban juntos y parecían condenadamente bien en compañía del otro... se amaban sin duda... volvió la mirada a su copa, mejor dejar de reflexionar acerca del cariño que se profesaban sus padres, entre menos lo pensara menos extraño seria aceptar su compromiso... lo que le hizo recordar...donde estaba su pequeña princesa? movió los ojos discretamente por la habitación, no alcanzaba a ver a Dominique por ningún lado, no importaba la mascara o lo que tuviese puesto el podría distinguirla entre mil damas de eso no le cabía la menor duda...
Jean Baptiste Fontaine- Realeza Francesa
- Mensajes : 312
Fecha de inscripción : 17/05/2011
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Re: El reencuentro. [Privado-Lista de invitados]
Todo parecía normal en una velada nocturna de Versalles: Risas en el salón, cuchicheos bajo la sombra indirecta de las velas. Las damas exhibían ya fueran la belleza de sus formas o el encanto de sus danzas a todo aquel varón que fuera presto a mirar… como buscando entre los invitados aquel que pudiera asegurar el resto de su futuro. Unas peleaban refinamente por la atención del Duque de Berry , quien finalmente acababa de enviudar de su segunda esposa… otras damas, más seducidas por por la galantería que el dinero sonreían coquetas y felices por los halagos del Conde de Paris. Algunas codiciosas, ambiciosas y además bobas… subían a la cima del arribismo buscando la menor sonrisa u oportunidad por el príncipe que acababa de cruzar las puertas del salón. Jean… que llegaba con rayo de luz en invierno. Varias doncellas corrían a su encuentro, aun sin saber que esta misma noche sus aspiraciones se terminarían. Estas eran las guerras apasionadas de las jóvenes doncellas… tan diferentes a la de los grandes señores que si podían preocuparse por los negocios o la política. Las mujeres no teníamos derecho a esto, nuestro único miedo era buscar un seguro. Entre más costoso y prestigioso mejor, como las joyas que se lucen.
Era curioso como una costumbre tan arcaica y necesaria, me produjera tanta irritación esa misma noche. Necesitaba una distracción y como inmediato busque a Nirvana con la mirada… no la encontré pero en vez de ella me tope con el gallardo príncipe que se despedía de las personas tratando de pasar desapercibido. Como si no supiera que su belleza y pureza de príncipe azul seducían solo con mirarle… como si no fuera el soltero más codiciado de todo el salón. El seguro económico más alto, el más prestigioso… sin duda la mejor presa.
Estaba solo por unos segundos, pero podía notar en la mirada de aquellos que le eran cercanos las intenciones de abordarle. Despidiéndome del cortejo de damas eche a andar hacia mi hermano antes que cualquiera, llegando detrás de sí y alzándome de puntillas cubrí sus ojos con mis manos y reí a su oído.
--- Un premio si adivina quién es su captor, alteza --- Le susurre, por debajo de la música y los murmullos.
Era curioso como una costumbre tan arcaica y necesaria, me produjera tanta irritación esa misma noche. Necesitaba una distracción y como inmediato busque a Nirvana con la mirada… no la encontré pero en vez de ella me tope con el gallardo príncipe que se despedía de las personas tratando de pasar desapercibido. Como si no supiera que su belleza y pureza de príncipe azul seducían solo con mirarle… como si no fuera el soltero más codiciado de todo el salón. El seguro económico más alto, el más prestigioso… sin duda la mejor presa.
Estaba solo por unos segundos, pero podía notar en la mirada de aquellos que le eran cercanos las intenciones de abordarle. Despidiéndome del cortejo de damas eche a andar hacia mi hermano antes que cualquiera, llegando detrás de sí y alzándome de puntillas cubrí sus ojos con mis manos y reí a su oído.
--- Un premio si adivina quién es su captor, alteza --- Le susurre, por debajo de la música y los murmullos.
Lydia Sforza- Humano Clase Alta
- Mensajes : 355
Fecha de inscripción : 30/12/2010
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Re: El reencuentro. [Privado-Lista de invitados]
Un golpe seco en una de las numerosas y decoradas paredes había roto por fin el prolongado silencio que había dominado la residencia temporal de los De Castilla por largo rato ese día. Los ojos se abrieron en señal de sorpresa, y la boca se entreabrió pero palabras no salieron de ella, no sabía qué palabras o gestos podían ser capaces de dar aliento a Su Majestad, y eso le frustraba en demasía. Sin embargo esa incertidumbre se apagó con una orden igual de seca por parte del hombre de cabellos rubios. El sirviente que había provocado aquella inesperada reacción se marchó raudamente habiendo cumplido por desgracia con su deber, y el silencio volvió a tomar la estancia, el cual se prolongó hasta el momento en que el carruaje se detuvo frente al lugar establecido para el encuentro al que tenía y no quería asistir, pero su sentido de la responsabilidad era fuerte, tanto o más que el golpe que había dado en la pared.
Hubiera dejado que Isabell se encargara de aquellos formalismos, pero ya le había delegado aquellas tareas en numerosas ocasiones y para variar se sentiría mal si lo hacía otra vez, además de que estaba corta de tiempo por otro asunto y dudaba si iba a asistir. Por eso él estaba acudiendo, tal y como rezaban sus deberes de Monarca, esos deberes que desde siempre detestó y que ahora para su terrible desgracia tenía que cumplir. Pero hasta esos deberes quedaban relegados a un segundo plano entre sus disgustos a causa de la situación que comía su sueño y su humor, y que causaba una creciente preocupación entre el círculo cercano y no tan cercano de los De Castilla; preocupación no sólo por la situación en sí, sino que también por cómo el joven Rey estaba sobrellevando el problema. Pero eso es tema de otra conversación.
El carruaje se detuvo y el Rey de España hizo su ingreso con todos los honores que Francia tenía preparados, dando el varón el primer paso dentro del salón decorado y preparado hasta el más microscópico detalle para la ocasión. Y cómo no, si esa no era una reunión cualquiera, era un encuentro entre parte de la realeza más poderosa de Europa.
- “Aquí vamos de nuevo…” – pensó resignado el máximo Gobernante de la Corona Española, predisponiéndose a otra noche de sonrisas falsas y aparentes intereses políticos. Botó un poco de aire pesadamente sin que eso se notase como un suspiro y continuó avanzando por el lugar, siendo atendido con prestancia y eficiencia por unos camareros que le ofrecieron trago. Cortésmente dijo que no. Una vez que éstos se alejaron, continuó su trayecto hasta por fin ver a parte de los invitados, lo que precisamente no quería.
- “Isabell, más te vale venir…”
Hubiera dejado que Isabell se encargara de aquellos formalismos, pero ya le había delegado aquellas tareas en numerosas ocasiones y para variar se sentiría mal si lo hacía otra vez, además de que estaba corta de tiempo por otro asunto y dudaba si iba a asistir. Por eso él estaba acudiendo, tal y como rezaban sus deberes de Monarca, esos deberes que desde siempre detestó y que ahora para su terrible desgracia tenía que cumplir. Pero hasta esos deberes quedaban relegados a un segundo plano entre sus disgustos a causa de la situación que comía su sueño y su humor, y que causaba una creciente preocupación entre el círculo cercano y no tan cercano de los De Castilla; preocupación no sólo por la situación en sí, sino que también por cómo el joven Rey estaba sobrellevando el problema. Pero eso es tema de otra conversación.
El carruaje se detuvo y el Rey de España hizo su ingreso con todos los honores que Francia tenía preparados, dando el varón el primer paso dentro del salón decorado y preparado hasta el más microscópico detalle para la ocasión. Y cómo no, si esa no era una reunión cualquiera, era un encuentro entre parte de la realeza más poderosa de Europa.
- “Aquí vamos de nuevo…” – pensó resignado el máximo Gobernante de la Corona Española, predisponiéndose a otra noche de sonrisas falsas y aparentes intereses políticos. Botó un poco de aire pesadamente sin que eso se notase como un suspiro y continuó avanzando por el lugar, siendo atendido con prestancia y eficiencia por unos camareros que le ofrecieron trago. Cortésmente dijo que no. Una vez que éstos se alejaron, continuó su trayecto hasta por fin ver a parte de los invitados, lo que precisamente no quería.
- “Isabell, más te vale venir…”
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 28/08/2011
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Re: El reencuentro. [Privado-Lista de invitados]
Otro baile más en la vida de la joven princesa. Otro encuentro con la gente que representaba un país, una cultura de vida, un estilo de vida al que pocos podían entrar. En fin, otro baile más al que era imposible el negar su presencia allí. Suspiró tristemente mientras su cochero comenzaba la partida hasta el Palacio Royal, era otro día rodeada de gente que te regalaba una sonrisa por compartir un título, ser de mayor o de menor rango. Gente sosa, aburrida e hipócrita eran las que reinaban en esos bailes. Y era por eso por lo que no le gustaba asistir a esas ceremonias, como también era por esas razones por las que intentaba no relacionarse en exceso con la realeza.
Para el disgusto de la princesa, el clima parecía favorecer a esta reunión, ¿por qué no podía comenzar a llover y hacer imposible el que su carruaje llegase al lugar? Ah si, era obvio de ver, eso sería de agrado para ella y no era permisible.
Se sentía incomoda con personas que solamente había visto en raras ocasiones, pero era uno de los representantes de Escocia, y como tal, debía de asistir, si o sí. Aunque, ahora mismo, delante del Palacio por fin, aún sentada en su carruaje durante unos minutos más, lo único que le desagradaba era su maldito recogido del cabello, le habían asegurado que era perfecto y habían intentado que no pesara en exceso, que era elegante, propio de una princesa y el apropiado para el lugar. Pero lo único que deseaba ahora mismo la joven Abigail era el desprenderse de las minúsculas flores rosas que llevaba en la parte de atrás, desenredar su cabello y que quedase suelto, sin presiones, sin torturas por el peso, ni dolores de cabeza.
- Siempre puede ser la excepción y convertirse en un baile divertido.
La princesa sonrió para si misma, ni siquiera ella se creía sus propias palabras, pero nunca perdía el optimismo ni esa sonrisa que tenía dibujada en la cara la gran mayoría de sus días. Un último suspiro, un último vistazo a que su vestido de color crema con algunos toques azul marino estuviera a la perfección, el corsé lo sentía a la perfección así que eso estaba bien colocado. Una vista al frente a eses portones abiertos y sus pies entraron al gran salón donde la fiesta se celebraba.
Para ilusión o desgracia de la princesa, el baile había comenzado, la gente ya estaba en ese lugar charlando los unos con los otros de diversos temas. No se acercó a nadie en particular, sus pasos fueron lentamente hasta uno de los grandes ventanales.
Para el disgusto de la princesa, el clima parecía favorecer a esta reunión, ¿por qué no podía comenzar a llover y hacer imposible el que su carruaje llegase al lugar? Ah si, era obvio de ver, eso sería de agrado para ella y no era permisible.
Se sentía incomoda con personas que solamente había visto en raras ocasiones, pero era uno de los representantes de Escocia, y como tal, debía de asistir, si o sí. Aunque, ahora mismo, delante del Palacio por fin, aún sentada en su carruaje durante unos minutos más, lo único que le desagradaba era su maldito recogido del cabello, le habían asegurado que era perfecto y habían intentado que no pesara en exceso, que era elegante, propio de una princesa y el apropiado para el lugar. Pero lo único que deseaba ahora mismo la joven Abigail era el desprenderse de las minúsculas flores rosas que llevaba en la parte de atrás, desenredar su cabello y que quedase suelto, sin presiones, sin torturas por el peso, ni dolores de cabeza.
- Siempre puede ser la excepción y convertirse en un baile divertido.
La princesa sonrió para si misma, ni siquiera ella se creía sus propias palabras, pero nunca perdía el optimismo ni esa sonrisa que tenía dibujada en la cara la gran mayoría de sus días. Un último suspiro, un último vistazo a que su vestido de color crema con algunos toques azul marino estuviera a la perfección, el corsé lo sentía a la perfección así que eso estaba bien colocado. Una vista al frente a eses portones abiertos y sus pies entraron al gran salón donde la fiesta se celebraba.
Para ilusión o desgracia de la princesa, el baile había comenzado, la gente ya estaba en ese lugar charlando los unos con los otros de diversos temas. No se acercó a nadie en particular, sus pasos fueron lentamente hasta uno de los grandes ventanales.
Abigail Barascout- Realeza Escocesa
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Fecha de inscripción : 13/12/2010
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Re: El reencuentro. [Privado-Lista de invitados]
Gèraldine no pudo reprimir aquel mero impulso cual era sonreir a su leal esposo, fiel caballero de deslumbrante porte el cual sería envídia del tiempo pues para el no pasaba en lo absoluto. Innumerables veces se puso a pensar en aquellas posibilidades de unirse a el para toda la vida, pero era algo que la tenía muy aterrorizada por aquel entonces, por lo que se limitaba a hacer que todo su alrededor se sintiese como en casa, por el mero hecho de que ella era así.
Fanática y devóta de sus hijos, sus ojos se rasgaron en aquella ancha sonrisa observando a sus hijos, en... como de un dia para otro ya se veían como excelentes y bien educados principes y como el amor de una madre no podía hacer nada por remediarlo. Aunque claro estaba que sus miedos no tenían fundamento ya gracias a aquella valiosa fortaleza y resguardo de sus vidas en manos de la guardia real. Por ello, se sentía satisfecha como esposa y como madre.
Géraldine posó un caso beso en la mandíbula de su esposo y se dirigió hacias las escaleras que presidían dicha sala, haciendo la gran entrada junto con su amado esposo, el cual deshizo su amarre para re-colocarse bien su querida máscara y escabullirse entre las personas, aunque poco podría esconder gracias a su cabello rojizo y aquella piel pálida característica de los mismos. Se dispuso a caminar entre bandejas y camareros que parecían funambulistas en aquellos hermosos circos del exterior de la ciudad.
Fanática y devóta de sus hijos, sus ojos se rasgaron en aquella ancha sonrisa observando a sus hijos, en... como de un dia para otro ya se veían como excelentes y bien educados principes y como el amor de una madre no podía hacer nada por remediarlo. Aunque claro estaba que sus miedos no tenían fundamento ya gracias a aquella valiosa fortaleza y resguardo de sus vidas en manos de la guardia real. Por ello, se sentía satisfecha como esposa y como madre.
Géraldine posó un caso beso en la mandíbula de su esposo y se dirigió hacias las escaleras que presidían dicha sala, haciendo la gran entrada junto con su amado esposo, el cual deshizo su amarre para re-colocarse bien su querida máscara y escabullirse entre las personas, aunque poco podría esconder gracias a su cabello rojizo y aquella piel pálida característica de los mismos. Se dispuso a caminar entre bandejas y camareros que parecían funambulistas en aquellos hermosos circos del exterior de la ciudad.
Géraldine Fontaine4- Realeza Francesa
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 01/09/2011
Re: El reencuentro. [Privado-Lista de invitados]
Sonrió al sentir las delicadas manos sobre sus ojos y poso las propias sobre ellos- aun sin ver, aun sin escuchar y aun si no pudiesesentir podría reconocer a mi preciosa estrella- sonrió quitando las manos de sus ojos y girando sobre sus propios pies sin que la sonrisa se borrase de sus labios, sus dedos no soltaron los ajenos y sus ojos se dulcificaron al ver la imagen de la perfección ante sus ojos.
-luce hermosa princesa mía- sonrió besando ambas manos antes de alejarse un paso sin soltarla para verla completamente- verdaderamente hermosa estrella mia- y su mirada se paseo unos momentos por el resto de la sala- has saludado a los invitados? Yo tuve mi ronda hace unos momentos- la música seguía sonando igual que antes y las conversaciones seguían su murmullo suave, educado y galante, podía ver las joyas destellas y aunque había asistido a mas fiestas de las que podía contar en toda su vida era la primera vez que se sentía tan ajeno a una de ella, posiblemente por el propósito de esta, era extraño que cuando las fiestas fueran ajenas pudiese sentirse cómodo mientras que cuando se es el plato principal de entretenimiento, su padre era aún muy joven ¿que necesidad había de que el se casara? Ni siquiera estaba cerca de subir al trono para que era necesario un nuevo heredero? Meneo la cabeza alejando los pensamientos, había cosas que aun no entendía pero su padre había sido rey y vivido mucho más que el, sus acciones nunca eran injustificadas y no comenzaría a juzgar lo que no entendía ahora, sobre todo cuando no tenía nada para decir lo contrario.
Se había quedado ensimismado en sus pensamientos y noto que por primera vez su atención se había perdido estado en compañía de la luz de su vida, intento dibujar una sonrisa en su rostro y recobrar la compostura- perdona… tu hermano parece un pequeño niño de 5 años en su primera fiesta- pasando uno de sus dedos por una de las mejillas ajenas se olvidó por un segundo que no estaban en privado y despacio retiro su toque sonriendo como si tuviese dos años.
Se había quedado ensimismado en sus pensamientos y noto que por primera vez su atención se había perdido estado en compañía de la luz de su vida, intento dibujar una sonrisa en su rostro y recobrar la compostura- perdona… tu hermano parece un pequeño niño de 5 años en su primera fiesta- pasando uno de sus dedos por una de las mejillas ajenas se olvidó por un segundo que no estaban en privado y despacio retiro su toque sonriendo como si tuviese dos años.
Jean Baptiste Fontaine- Realeza Francesa
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Fecha de inscripción : 17/05/2011
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Re: El reencuentro. [Privado-Lista de invitados]
Un ligero apretó sobre sus ojos y la respuesta fue inmediata. La ingenuidad, la pureza y la devoción de sus palabras me resultaran tan sinceras que su halago que atravesó mis murallas de hielo y toco en lo profundo, provocándome un ligero estremecimiento, un rubor en las mejillas de mármol y una sonrisa agradecida. Un gesto tan fugaz como autentico… dócilmente me deje guiar por sus manos, encontrándome con su mirada y sintiendo como se aligera de golpe el peso cansado acumulado día tras día sobre mis hombros. Siempre su luz resultaba un consuelo para toda mi oscuridad, me costaba aun siquiera consolidar la idea de una vida sin ella. Sin embargo no permití que los oscuros pensamientos se cernieran sobre mi mente y sonreí satisfecha, colocando una mano sobre mi sobrefalda y dedicándole una ligera reverencia.
--- ¿Te gusta mi atuendo? Fue la última composición de La Modista Rozen, se retira del oficio y me diseño este vestido como última obra maestra --- Sabia que los halagos de Jean estaban más cegados por su devoción hacia mí y que así me vistiera en harapos el encontraría la belleza en ello. No podía dejarle a su criterio un juicio estético de indumentaria, sin embargo no podía evitar lucirle. El atuendo hecho de sedas y tonos varios de azul me había fascinado… vaya que iba a extrañar a la modista y su gran genio para la moda---. Tu también resultas encantador, aunque a la próxima yo elegiré tu atuendo… tu diseñadora te permite seguir con ese gusto tuyo tan recatado, siempre tratando de pasar desapercibido. Esa pechera que llevas no hace resaltar tus ojos, ni tu… ¿Jean?, ¿Oyes lo que digo? --- Mi conversación banal no lograba alcanzar los pensamientos de mi hermano, que ascendían y se perdían en sus propias tribulaciones…. Sin mucho esfuerzo, podía imaginar lo que estaba pensando.
Así que sin consultar tire de sus manos hacia la pista de baile, al segundo escuche sus risas y sus disculpas pero sencillamente sonreí, disfrutando su caricia hasta que la retiro. Coloque mi mano sobre su hombro y alzándome de puntillas para depositar un casto beso sobre su mejilla.
--- Por suerte me tienes a mí para no dejar que te pierdas entre el bullicio de las personas y recordarte lo que hay que hacer. ¿Gustas compartir una pieza de vals con tu hermanita antes de abordar los temas difíciles?
--- ¿Te gusta mi atuendo? Fue la última composición de La Modista Rozen, se retira del oficio y me diseño este vestido como última obra maestra --- Sabia que los halagos de Jean estaban más cegados por su devoción hacia mí y que así me vistiera en harapos el encontraría la belleza en ello. No podía dejarle a su criterio un juicio estético de indumentaria, sin embargo no podía evitar lucirle. El atuendo hecho de sedas y tonos varios de azul me había fascinado… vaya que iba a extrañar a la modista y su gran genio para la moda---. Tu también resultas encantador, aunque a la próxima yo elegiré tu atuendo… tu diseñadora te permite seguir con ese gusto tuyo tan recatado, siempre tratando de pasar desapercibido. Esa pechera que llevas no hace resaltar tus ojos, ni tu… ¿Jean?, ¿Oyes lo que digo? --- Mi conversación banal no lograba alcanzar los pensamientos de mi hermano, que ascendían y se perdían en sus propias tribulaciones…. Sin mucho esfuerzo, podía imaginar lo que estaba pensando.
Así que sin consultar tire de sus manos hacia la pista de baile, al segundo escuche sus risas y sus disculpas pero sencillamente sonreí, disfrutando su caricia hasta que la retiro. Coloque mi mano sobre su hombro y alzándome de puntillas para depositar un casto beso sobre su mejilla.
--- Por suerte me tienes a mí para no dejar que te pierdas entre el bullicio de las personas y recordarte lo que hay que hacer. ¿Gustas compartir una pieza de vals con tu hermanita antes de abordar los temas difíciles?
Lydia Sforza- Humano Clase Alta
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Re: El reencuentro. [Privado-Lista de invitados]
Ella le sonrió y levanto su ánimo como solo ella podía hacerlo, su mundo se iluminaba cuando su pequeña y hermosa estrella sonreía para el- te amo hermanita- dijo en tono dulce y después soltó una sonrisa graciosa y alegre mientras se movía por la pista con ella en sus brazos- y tienes razón, es una suerte que estés en mi vida- no tenía idea de lo que ella había estado hablando pero le pareció que le mostraba su vestido, se había distraído como pocas veces pero no había podido evitarlo, mientras bailaban lo que mejor apreciaba era el bello rostro tan cerca de el, completamente perfecto, los labios llenos y torneados, la encantadora y respingada nariz y los ojos…ah…aquellos ojos llenos de viveza, con un brillo que enganchaba y una profundidad que perdía.
-luces verdaderamente hermosa, no debería permitirte bailar conmigo haces que me vea mal- bromeo un poco- la naturaleza no fue justa con nosotros, eh aquí una hermosa flor yo un simple árbol del bosque- dirigió sus dedos a su rostro dejando una sutil caricia, tan fugaz como el mismo susurro del viento, tan sutil que bien podría no haber estado ahí, regresando rápidamente a su lugar en medio de la pista de baile. Sabía que su prometida aparecería aquella noche, que la conocería por primera vez… como diablos podría tratarla como se debía, como podría atenderla como se merecía si su atención siempre se concentraba en su hermana? Toda su vida había sido igual, las mujeres pasaban frente a el, las doncellas abundaban, sus conocidos intentaban insistentes que tuviese una que otra amante, no necesitaban comprometerlo, nadie osaría intentar influir en la elección de la delfina de Francia pero sin duda habían intentado que tuviese uno que otro romance pero para el había resultado imposible por dos poderosas razones, la primera era que tomar a una mujer, sin la intención de entregarte de la misma manera, sin el respeto y la dedicada adoración que merecía cualquier doncella que regalase los favores de su cuerpo le parecía inconcebible, y en segundo lugar… simplemente no podía, no nacía el interés en el, no podía evitar que su mirada se posase en cada mujer que conocía y sentir que no había comparación con el encanto y la belleza sublime de su hermosa estrella…
-luces verdaderamente hermosa, no debería permitirte bailar conmigo haces que me vea mal- bromeo un poco- la naturaleza no fue justa con nosotros, eh aquí una hermosa flor yo un simple árbol del bosque- dirigió sus dedos a su rostro dejando una sutil caricia, tan fugaz como el mismo susurro del viento, tan sutil que bien podría no haber estado ahí, regresando rápidamente a su lugar en medio de la pista de baile. Sabía que su prometida aparecería aquella noche, que la conocería por primera vez… como diablos podría tratarla como se debía, como podría atenderla como se merecía si su atención siempre se concentraba en su hermana? Toda su vida había sido igual, las mujeres pasaban frente a el, las doncellas abundaban, sus conocidos intentaban insistentes que tuviese una que otra amante, no necesitaban comprometerlo, nadie osaría intentar influir en la elección de la delfina de Francia pero sin duda habían intentado que tuviese uno que otro romance pero para el había resultado imposible por dos poderosas razones, la primera era que tomar a una mujer, sin la intención de entregarte de la misma manera, sin el respeto y la dedicada adoración que merecía cualquier doncella que regalase los favores de su cuerpo le parecía inconcebible, y en segundo lugar… simplemente no podía, no nacía el interés en el, no podía evitar que su mirada se posase en cada mujer que conocía y sentir que no había comparación con el encanto y la belleza sublime de su hermosa estrella…
Jean Baptiste Fontaine- Realeza Francesa
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Re: El reencuentro. [Privado-Lista de invitados]
Dulce aroma floral saturaba el ambiente, incienso natural, belleza pasajera que deja sin embargo impresiones perdurables en la memoria. La elevada aspiración de los seres vestidos de colores arcoíris, de piel más suave e inspiradora que una hoja en blanco, que ataviados son con las más exquisitas perlas de lluvia y piedras preciosas de todo tamaño y forma; su anhelo más grande es brillar magnánimas bajo los tiernos rayos del sol, despertar después de la luna nueva y encontrarse convertidos en su forma última: un fruto. Un largo recorrido es, desde el nacimiento entre las hojas verdes y las ramas que les sostienen, y abrirse paso luego para ver al mundo con nuevos vestidos, y atraer más tarde a los insectos y pájaros que graciosos se apresuran al encuentro con estas Damas, danzando alegremente, y después por último llegar a término cuando dan semillas, dispersándolas en los rincones más recónditos del bosque. Entre las llanuras y los prados, entre las mesetas y los jardines, ente las ciudades y los lugares salvajes. Lejos han de viajar los trotamundos hijos de flores.
Así hoy también había una celebración más allá de las fiestas de otoño. Tiempo era de observar a través de París, a través de Francia misma para encontrarse con otros países y naciones. Porque no sólo las flores y los pájaros bailan en benéfica alianza, también entres los hombres y los pueblos se respeta esta tradición inmemorial.
La etérea y sublime portadora del perfume de lilas, Géraldine, correspondió el beso de Abélard con otro en el mentón. Él sonrió admirando la divina fermosura a la que le rendía culto como su esposa, su Señora, su Reina. Grande era el respeto que inspiraba la de mejillas de crema y fresas, la de cabellos como rayos de temprana aurora. Avanzaron entonces entrando al gran salón dónde ya se encontraban algunos de los invitados más destacables. El hijo de la noche dejó marchar a su Señora sin titubeo pues parecía deseosa de disfrutar todos los preparativos con que tanto esmero habíase planeado. El monarca tomó entonces su lugar en el asiento que por derecho de nacimiento le correspondía. Aceptó el dorado antifaz que un sirviente le ofreció aunque no se lo puso de inmediato. Se puso de pie.
-Una noche gloriosa sin duda para celebrar el comienzo del otoño- comenzó Abélard con los brazos abiertos, dando la bienvenida a los invitados. La música se interrumpió de inmediato, haciendo silencio respetuoso. -Bienvenidos seaís cada uno de vosotros a la casa de Francia.- paseo su mirada por los allí reunidos, haciendo una pausa antes de continuar -Nuestra amada Reina ha preparado todo para hacer de éste un día digno de recordarse- la sonrisa de Abélard volviose más marcada entonces, dejando ver las líneas de edad al rededor de sus ojos, haciéndole ver más humano. -Y es mi deseo que se lleven lo mejor a sus casas. El calor y la alegría compartidos, entre las danzas y los platillos exquisitamente hechos para la cena, y los viejos amigos con los que nos reencontramos, los recuerdos de días pasados y las promesas de nuevos amaneceres en la distancia.- Respiro profundo, saboreando los sabores en el aire enmarcados por las luces tititlantes de las velas y candelabros -Hoy estamos aquí para recordar todo eso. Por eso es en este momento que he de hacer un importante anuncio. Para ello solicito la presencia del Delfín, heredero de la corona y la hermosa princesa Abigail Barascout.- Los ojos del Rey primero buscaron a Jean, el joven león que se encontraba junto a su hermana, la fuerte y leal Dominique, a la que le dirigió una mirada fugaz, pero significativa, reflexiva. Después fijose en Abigail. Era tiempo para todos de conocer los lazos que hacía ya varios días compartían. También buscó aquellos ojos que Abélard conocía bien, por ahora escondidos tras un antifaz. Los de su querida Géraldine. Era un momento que debía compartir con su hijo y con su esposo. Las jóvenes flores de esa noche comenzaban a dejar entrever el fruto que guardaban celosamente y que cuyas semillas luego compartirían con Francia. Al igual que hiciesen las flores antes que ellas.
Así hoy también había una celebración más allá de las fiestas de otoño. Tiempo era de observar a través de París, a través de Francia misma para encontrarse con otros países y naciones. Porque no sólo las flores y los pájaros bailan en benéfica alianza, también entres los hombres y los pueblos se respeta esta tradición inmemorial.
La etérea y sublime portadora del perfume de lilas, Géraldine, correspondió el beso de Abélard con otro en el mentón. Él sonrió admirando la divina fermosura a la que le rendía culto como su esposa, su Señora, su Reina. Grande era el respeto que inspiraba la de mejillas de crema y fresas, la de cabellos como rayos de temprana aurora. Avanzaron entonces entrando al gran salón dónde ya se encontraban algunos de los invitados más destacables. El hijo de la noche dejó marchar a su Señora sin titubeo pues parecía deseosa de disfrutar todos los preparativos con que tanto esmero habíase planeado. El monarca tomó entonces su lugar en el asiento que por derecho de nacimiento le correspondía. Aceptó el dorado antifaz que un sirviente le ofreció aunque no se lo puso de inmediato. Se puso de pie.
-Una noche gloriosa sin duda para celebrar el comienzo del otoño- comenzó Abélard con los brazos abiertos, dando la bienvenida a los invitados. La música se interrumpió de inmediato, haciendo silencio respetuoso. -Bienvenidos seaís cada uno de vosotros a la casa de Francia.- paseo su mirada por los allí reunidos, haciendo una pausa antes de continuar -Nuestra amada Reina ha preparado todo para hacer de éste un día digno de recordarse- la sonrisa de Abélard volviose más marcada entonces, dejando ver las líneas de edad al rededor de sus ojos, haciéndole ver más humano. -Y es mi deseo que se lleven lo mejor a sus casas. El calor y la alegría compartidos, entre las danzas y los platillos exquisitamente hechos para la cena, y los viejos amigos con los que nos reencontramos, los recuerdos de días pasados y las promesas de nuevos amaneceres en la distancia.- Respiro profundo, saboreando los sabores en el aire enmarcados por las luces tititlantes de las velas y candelabros -Hoy estamos aquí para recordar todo eso. Por eso es en este momento que he de hacer un importante anuncio. Para ello solicito la presencia del Delfín, heredero de la corona y la hermosa princesa Abigail Barascout.- Los ojos del Rey primero buscaron a Jean, el joven león que se encontraba junto a su hermana, la fuerte y leal Dominique, a la que le dirigió una mirada fugaz, pero significativa, reflexiva. Después fijose en Abigail. Era tiempo para todos de conocer los lazos que hacía ya varios días compartían. También buscó aquellos ojos que Abélard conocía bien, por ahora escondidos tras un antifaz. Los de su querida Géraldine. Era un momento que debía compartir con su hijo y con su esposo. Las jóvenes flores de esa noche comenzaban a dejar entrever el fruto que guardaban celosamente y que cuyas semillas luego compartirían con Francia. Al igual que hiciesen las flores antes que ellas.
Abélard Fontaine- Vampiro/Realeza
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Re: El reencuentro. [Privado-Lista de invitados]
La princesa no se movía de ese lugar, contemplando los maravillosos jardines de ese palacio que eran tan conocidos por el mundo entero. Maravillándose de su belleza que aún se podía ver después de la puesta del sol. Estaba perdida en su mundo, alejada de ese lugar que tan poco le agradaba, pero sin mostrarse descortés con nadie, y ni mucho menos con la monarquía francesa que sabía que andaba por ese salón, miraba por la ventana cierto, pero jamás daba la espalda a ninguno de los presentes. Un mesero joven y vestido elegantemente se acercó hasta ella para ofrecerle algo de beber, bebida que aceptó encantada y sin pensárselo ni un solo segundo. El mesero se alejó en el mismo momento que los reyes hacían acto de presencia en la sala, ambos iban más que elegantes si se le preguntaba a la princesa, tal como tenían que ir los de esa categoría y en un baile como aquel.
La pequeña princesa sonrió dulcemente mientras entraban, haciendo una pequeña reverencia a cada uno, como bien la habían enseñado de niña, mirándolos atenta pero sin dar los pasos necesarios que la acercarían hasta ellos. En el ventanal se estaba maravillosamente bien, tranquila y bastante lejos de la hipocresía que podría reinar en el salón con todas las personas de algunas casas monárquicas. Pero de pronto el Rey de Francia comenzó a hablar, y por respeto y admiración se acercó un poco más, no mucho más de dos pasos pero ¿poco era mejor que nada, cierto? Su copa aún estaba en la mano, así que mientras escuchaba las palabras que decía aquel hombre le dio un pequeño trago.
Comenzó a buscar al Delfín, más por hacer algo y curiosidad que por cualquier otra cosa, pero esa búsqueda solamente duró unos pocos segundos ya que ¿eran ciertas las palabras que había escuchado? ¿La estaban llamando a ella? Sus pies comenzaron a caminar solos, pasos lentos pero haciendo caso al rey que la había nombrado. Sus pies se moverían solos, dado que su mente había quedado cerca del ventanal donde había estado antes de ese momento, calibrando todas las posibilidades de que un hombre como aquel la llamara en público. Mientras caminaba llevó las manos a su cara, sacándose esa máscara que le tapaba la cara, no le parecía propio ni indicado ahora mismo seguir llevándola, y sinceramente, en estos momentos, la estaba agobiando un poco - Sus Majestades - la voz de la princesa sonaba algo perdida ya que su mente aún no la estaba acompañando, pero aún perdida era como siempre, dulce y fuerte a la vez, pero sobretodo melódica. Como había hecho con anterioridad a lo lejos, hizo una profunda reverencia al quedar a unos pocos pasos de los reyes.
La pequeña princesa sonrió dulcemente mientras entraban, haciendo una pequeña reverencia a cada uno, como bien la habían enseñado de niña, mirándolos atenta pero sin dar los pasos necesarios que la acercarían hasta ellos. En el ventanal se estaba maravillosamente bien, tranquila y bastante lejos de la hipocresía que podría reinar en el salón con todas las personas de algunas casas monárquicas. Pero de pronto el Rey de Francia comenzó a hablar, y por respeto y admiración se acercó un poco más, no mucho más de dos pasos pero ¿poco era mejor que nada, cierto? Su copa aún estaba en la mano, así que mientras escuchaba las palabras que decía aquel hombre le dio un pequeño trago.
Comenzó a buscar al Delfín, más por hacer algo y curiosidad que por cualquier otra cosa, pero esa búsqueda solamente duró unos pocos segundos ya que ¿eran ciertas las palabras que había escuchado? ¿La estaban llamando a ella? Sus pies comenzaron a caminar solos, pasos lentos pero haciendo caso al rey que la había nombrado. Sus pies se moverían solos, dado que su mente había quedado cerca del ventanal donde había estado antes de ese momento, calibrando todas las posibilidades de que un hombre como aquel la llamara en público. Mientras caminaba llevó las manos a su cara, sacándose esa máscara que le tapaba la cara, no le parecía propio ni indicado ahora mismo seguir llevándola, y sinceramente, en estos momentos, la estaba agobiando un poco - Sus Majestades - la voz de la princesa sonaba algo perdida ya que su mente aún no la estaba acompañando, pero aún perdida era como siempre, dulce y fuerte a la vez, pero sobretodo melódica. Como había hecho con anterioridad a lo lejos, hizo una profunda reverencia al quedar a unos pocos pasos de los reyes.
Abigail Barascout- Realeza Escocesa
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Re: El reencuentro. [Privado-Lista de invitados]
La invitacion no llego tan tarde a manos de la joven griega ,Persefone habia vuelto a Versalles por ordenes de los cancilleres mientras aplacaban la situacion en Grecia , Abelard resulto ser decendiente de un primo lejano y era algo asi como su padrino .La esbelta Figura de persefone habia sido completamente adornada con un hermoso vestido de seda azul caribe , Su cabellera habia sido peinada y arreglada de una manera en que sus rizos caian en tirabuzon desde su cien enmarcando su rostro de querubin ,sus brazos estaban descubiertos gracias a que el vestido tenia como mangas unos tirantes del ismo color azul que se afirmaban en los hombros de la rubia ,el armador le daba poco volumen a la falda lo que agraciaba y agradecia para si persefone .
Una ligera Tiara fue colocada en su cabeza con unos extraños rubis de color azul medianoche ,era un derroche lo sabia pero no podia negarlo que le gustaba aquello . Su delicada Figura se deslizo hasta el salon ,ajustando por ultimo la mascara de color blanco finamente tallada en forma de hada, mientras caminaba tan tranquila pero con un elegante prote digno de una mandataria de su estatus podia sentir la mirada de todos sobre ella ,eran las tipicas miradas que le daban los de menor cargo a la gente como ella ,ademas de que persefone siempre por tener un porte tan delicado pero gracil e inocente habia llamado la atencion de muchos jovenes caballeros y hoy no seria la excepción.
Mientras entraba al salon de los espejos podia escuchar el sonido de la musica ,"todos los movimientos correctos en los sitios correctos" ,como era de esperarse fue anunciada y todos hicieron la reverencia correspondiente,ella debia acostumbrarse a aquella vida despues de todo dentro de poco seria una reina ,mientras hacia un gesto de acertacion con la cabeza a todos los presentes ,sonrio tan dulce y amable como siempre lo hacia el rasgo que la caracterizaba , y sus ojos azul oceano bsucaban la cabellera negra de Dominique o la cara de algun conocido entre los bailarines y los asistentes .
Una ligera Tiara fue colocada en su cabeza con unos extraños rubis de color azul medianoche ,era un derroche lo sabia pero no podia negarlo que le gustaba aquello . Su delicada Figura se deslizo hasta el salon ,ajustando por ultimo la mascara de color blanco finamente tallada en forma de hada, mientras caminaba tan tranquila pero con un elegante prote digno de una mandataria de su estatus podia sentir la mirada de todos sobre ella ,eran las tipicas miradas que le daban los de menor cargo a la gente como ella ,ademas de que persefone siempre por tener un porte tan delicado pero gracil e inocente habia llamado la atencion de muchos jovenes caballeros y hoy no seria la excepción.
Mientras entraba al salon de los espejos podia escuchar el sonido de la musica ,"todos los movimientos correctos en los sitios correctos" ,como era de esperarse fue anunciada y todos hicieron la reverencia correspondiente,ella debia acostumbrarse a aquella vida despues de todo dentro de poco seria una reina ,mientras hacia un gesto de acertacion con la cabeza a todos los presentes ,sonrio tan dulce y amable como siempre lo hacia el rasgo que la caracterizaba , y sus ojos azul oceano bsucaban la cabellera negra de Dominique o la cara de algun conocido entre los bailarines y los asistentes .
Persefone Ginalkopoulus- Hechicero/Realeza
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Localización : Palacio de Versalles
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Re: El reencuentro. [Privado-Lista de invitados]
Los minutos transcurrieron como un soplo de aire fresco para la monarquía francesa. Gèraldine, no pudo evitar aquella sonrisa que le hacía el pensar que en breves su primogénito iba a contraer matrimonio con una hermosa aristócrata.
Sus pasos la guiaron de nuevo junto a su esposo, mostrando aquella sonrisa cómplice, que irradiaba felicidad por doquier al ver como todos eran ahora partícipes de aquella noticia que conllevaría cambios, quizás estrictos o quizás no. Desde el punto de vista de una madre, era algo de lo que estaba orgullosa del porvenir de su hijo, pero desde el punto de vista de una reina, se limitaba en ocasiones a reprimir esos conceptos, y a dar a los más allegados la posibilidad de entablar lazos justos y precisos.
El corazón de Gèraldine se limitaba a algo más que eso. Era una gran mujer, madre y compañera, la cual por el mero hecho de entablar una simple y educada conversación, ya se hacía con el corazón de quien lo presenciase. Inteligente, Justa, Dedicada... todo por y para su reino.
Dirigió la mirada hacia su primogénito, mostrándole la más calida de las sonrisas. En cierto modo le recordaba a su esposo, cuando... bueno.. en tiempos atrás, lo que ella agradecía en el alma era que él si gustase de su prometida, que la amase sobre todo sin tratarse de otro matrimonio concertado. El de la reina si lo fué, y acabó esplendorosamente, pero más aun lo era... si ambos respiraban el uno por el otro desde los comienzos.
Cada cual tenía su copa, y tras la palabras del rey, la alzaron en su nombre.
Sus pasos la guiaron de nuevo junto a su esposo, mostrando aquella sonrisa cómplice, que irradiaba felicidad por doquier al ver como todos eran ahora partícipes de aquella noticia que conllevaría cambios, quizás estrictos o quizás no. Desde el punto de vista de una madre, era algo de lo que estaba orgullosa del porvenir de su hijo, pero desde el punto de vista de una reina, se limitaba en ocasiones a reprimir esos conceptos, y a dar a los más allegados la posibilidad de entablar lazos justos y precisos.
El corazón de Gèraldine se limitaba a algo más que eso. Era una gran mujer, madre y compañera, la cual por el mero hecho de entablar una simple y educada conversación, ya se hacía con el corazón de quien lo presenciase. Inteligente, Justa, Dedicada... todo por y para su reino.
Dirigió la mirada hacia su primogénito, mostrándole la más calida de las sonrisas. En cierto modo le recordaba a su esposo, cuando... bueno.. en tiempos atrás, lo que ella agradecía en el alma era que él si gustase de su prometida, que la amase sobre todo sin tratarse de otro matrimonio concertado. El de la reina si lo fué, y acabó esplendorosamente, pero más aun lo era... si ambos respiraban el uno por el otro desde los comienzos.
Cada cual tenía su copa, y tras la palabras del rey, la alzaron en su nombre.
Géraldine Fontaine4- Realeza Francesa
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Re: El reencuentro. [Privado-Lista de invitados]
Tome su mano y entonces el mundo cobro fondo, forma y sentido. Eran sus pasos los que me guiaban hacia luminosos y prósperos senderos, sus brazos quienes al rodearme me resguardaban de todos los peligrosos. Con ninguna persona en el mundo podía sentirme más compenetrada que con mi querido hermano. Éramos dos entidades, dos piezas, diseñadas de tal manera más que para amoldarse el uno con el otro. Algo inevitable, la misma sangre corría por nuestras venas, el mismo pasado, el mismo linaje, el mismo carácter. Siempre nosotros dos, un par de huérfanos, solos contra el mundo. ¿Cuántos misterios no se ocultaban tras nuestras miradas y las sonrisas cómplices? La corta entera podía sospechar muchas cosas, pero solo el y yo lo sabíamos todo. Mi amor por Jean era casi un delito.
Un paso de vals hacia adelante, uno más hacia atrás, Jean era un excelente bailarín, no imponía su guía como cualquier varón... hacia que flotaras entre sus brazos. Me distraje unos segundos creyendo haber visto a Nirvana entre la marea de danzantes, pero me había equivocado y en su lugar otra joven alzaba la mirada para saludar con ella. Dios santo… ¿Era a mi a quien le hablaba?, ¿Quién era?, ¿Debía conocerla? Entra las danzas un ligero aturdimiento me sobrevino haciéndome aferrar de Jean y buscar su mirada y a la mejor de sus sonrisas.
--- Ah, pero el precio de la belleza es alto --- Aseguro, siguiendo con una sonrisa burlona su juego ---. Las flores somos pequeñas, delicadas… requerimos de alguien que nos preste sus atenciones constantemente. Algunas, como las rosas, tenemos espinas… pero son una defensa inútil cuando luchamos contra el mundo--- Un giro dancistico y en la lejanía note a mi querida princesa griega…---. Los arboles en cambio, cuyas raíces son firmes y crecen rectos, se alzan en poderío y gracia, ni las tormentas pueden contra ellos.
La melodía y el vals moderaron su matiz hasta extinguirse fueran las palabras del Rey de Francia quienes reclamaron la atención de todos sus súbditos. Como siempre, ver a Abelard era una experiencia reveladora y fascinante. Su estampa, sus palabras, su sabiduría… revelaban verdaderamente a un rey. Sin embargo no pude admirarlo como el gran hombre se merecía una vez anunciaba los motivos del festejo… una de mis manos bajo hasta tomar la de Jean y la apretó discretamente, reprimiendo cualquier expresión y forzando la mejor de las sonrisas me volvi hacia el en una reverencia y bese el dorso de su mano.
--- El deber llama, majestad --- Le asegure con complicidad, dándole el valor que yo también necesitaba. ¡No podía permitirlo!, ¡No lo quería! Detestaba con toda mi alma ese compromiso, ese deber, la detestaba a ella, esa princesa que nunca debió haber llegado a Francia, ¡que no merecía lo que estaba por recibir! Y sin embargo fue mi mano la que forzó soltar la de Jean en indicarle con un gesto a donde debía caminar, los murmullos y las risas aparentemente amables llenaban el lugar pero yo no les escuchaba en realidad, eran como la brisa de invierno… fría, molesta, invisible, pero constante.
Un paso de vals hacia adelante, uno más hacia atrás, Jean era un excelente bailarín, no imponía su guía como cualquier varón... hacia que flotaras entre sus brazos. Me distraje unos segundos creyendo haber visto a Nirvana entre la marea de danzantes, pero me había equivocado y en su lugar otra joven alzaba la mirada para saludar con ella. Dios santo… ¿Era a mi a quien le hablaba?, ¿Quién era?, ¿Debía conocerla? Entra las danzas un ligero aturdimiento me sobrevino haciéndome aferrar de Jean y buscar su mirada y a la mejor de sus sonrisas.
--- Ah, pero el precio de la belleza es alto --- Aseguro, siguiendo con una sonrisa burlona su juego ---. Las flores somos pequeñas, delicadas… requerimos de alguien que nos preste sus atenciones constantemente. Algunas, como las rosas, tenemos espinas… pero son una defensa inútil cuando luchamos contra el mundo--- Un giro dancistico y en la lejanía note a mi querida princesa griega…---. Los arboles en cambio, cuyas raíces son firmes y crecen rectos, se alzan en poderío y gracia, ni las tormentas pueden contra ellos.
La melodía y el vals moderaron su matiz hasta extinguirse fueran las palabras del Rey de Francia quienes reclamaron la atención de todos sus súbditos. Como siempre, ver a Abelard era una experiencia reveladora y fascinante. Su estampa, sus palabras, su sabiduría… revelaban verdaderamente a un rey. Sin embargo no pude admirarlo como el gran hombre se merecía una vez anunciaba los motivos del festejo… una de mis manos bajo hasta tomar la de Jean y la apretó discretamente, reprimiendo cualquier expresión y forzando la mejor de las sonrisas me volvi hacia el en una reverencia y bese el dorso de su mano.
--- El deber llama, majestad --- Le asegure con complicidad, dándole el valor que yo también necesitaba. ¡No podía permitirlo!, ¡No lo quería! Detestaba con toda mi alma ese compromiso, ese deber, la detestaba a ella, esa princesa que nunca debió haber llegado a Francia, ¡que no merecía lo que estaba por recibir! Y sin embargo fue mi mano la que forzó soltar la de Jean en indicarle con un gesto a donde debía caminar, los murmullos y las risas aparentemente amables llenaban el lugar pero yo no les escuchaba en realidad, eran como la brisa de invierno… fría, molesta, invisible, pero constante.
Lydia Sforza- Humano Clase Alta
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Re: El reencuentro. [Privado-Lista de invitados]
Sonrió ante las palabras de la joven y meneo la cabeza, había muchas cosas que quería decirle, tantas que podía contestarle, estaba ya relajado y su mendo se había centrado en la joven que sostenía en sus brazos.
Siempre le había gustado bailar con Dominique, al principio, todo era cuestión de juego, unos niños haciéndose compañía, aunque eran hermanos como príncipes que eran no habían crecido precisamente uno al lado del otro, los horarios eran distintos y las clases también, los deberes no había ni que mencionarlos. Habían sido pocos y cortos los encuentros y sin embargo era lo más cercano que tenían, los demás eran desconocidos completos en las fiesta, en la vida. Recordaba que de niño se había sentido incomodo a pesar de las atenciones, las sonrisas que el resto de la corte le dirigía se sentía extrañas, en medio de todo aquel acto solo podía reconocer como verdaderos a sus padres. Recordaba su urgencia por refugiarse en ellos y la renuencia de estos de mantenerlo bajo su protección, no le gustaba aquella gente y nunca fue bueno disimulando…y en medio de todo aquello solo había alguien mas que podía encontrar como conocido, como familiar… su pequeña hermana. Menor que el y sin embargo parecía desenvolverse con mayor gracia de la que el mostraba. Verla le sacaba siempre una sonrisa, le hacia mas soportables las tediosas fiestas.
Durante su infancia había tenido numerosos compañeros de juego, hijos de duques, de condes… pero aquellos niños… no habían jamás congeniado con el, no importaba cuanto se esforzaban solo lo hacían sentir incomodo. Por qué alguien de su edad le daba tal reverencia? El lo sabía. Porque era el príncipe de Francia, y sin embargo el saberlo no lo hacia mas agradable. Al crecer la situación se había vuelto mas soportable, se había escondido en el estudio en el amor por los libros por los asuntos de estado y al parecer eso había complacido a quienes le rodeaban, no insistían mas en hacerlo socializar. A el solo le interesaba una compañía, una pequeña y de cabellos de ébano… sonrió para sus adentros mientras la ya hermosa dama le guiaba… la recordaba pequeña y fácil, inocente y sin embargo inmensamente inteligente y astuta, recordaba a ver visto sonrisas traviesas y maliciosas en su pequeño y joven rostro y solo evocar la imagen calentaba su pecho. Después… la simpatía y la admiración se habían desvanecido para simplemente darse cuenta de que Dominique era lo único que tenia… a veces la observaba desde las ventanas altas del castillo y cuando podía se acercaba a hablar con ella… escuchar su voz siempre era un placer y para cuando se dio cuenta, este momento había llegado… tenia que separarse de ella…enfrentarse a la primera separación… no era tonto. Su padre lo había comprometido ya… no dudaba que el compromiso de Dominique fuese ya inminente… a quien seria entregada su preciosa estrella? Solo imaginarlo le llenaba de angustia.
Regreso el beso en la palma de la mano ajena y le sonrió haciéndole ver que estaba bien, era solo otra cosa que debía hacer, camino y levanto el rostro mostrando una expresión tranquila, segura y confiada, su andar no se desvirtuó y su mirada fue endureciendo poco a poco hasta mostrar al “príncipe de Francia” en todo su esplendor y orgullos, Arrogante, seguro… la mascara y fachada completa había sido levantada.
Como cualquier vasallo acudió a la llamada de su rey, su mirada se poso en la joven princesa que seria su prometida, le sonrió suavemente haciéndola apenas un gesto de reconocimiento, discreto dadas las circunstancias, la muchacha era bella, sumamente hermosa si debía ser sincero, de apariencia casi angelical..frágil… sus padre parecía que habían hecho su trabajo estupendamente, una alianza para la nación, una belleza para el príncipe… lastima que se hubiesen olvidado de su hijo, a pesar de todo el no quería que la relación con la muchacha fuese hostil, si alguien preguntaba las cosas eran peores para ella que para el.
Su mirada volvió al frente, donde sus progenitores y aunque sus ojos estaban llenos de respeto poco o nada quedaba de familiaridad, los sentía lejos, casi como extraños… nunca, se había sentido así con ellos a pesar de las situaciones de su familia… era la primera vez… y temía que las cosas no parecían mejorar.
Siempre le había gustado bailar con Dominique, al principio, todo era cuestión de juego, unos niños haciéndose compañía, aunque eran hermanos como príncipes que eran no habían crecido precisamente uno al lado del otro, los horarios eran distintos y las clases también, los deberes no había ni que mencionarlos. Habían sido pocos y cortos los encuentros y sin embargo era lo más cercano que tenían, los demás eran desconocidos completos en las fiesta, en la vida. Recordaba que de niño se había sentido incomodo a pesar de las atenciones, las sonrisas que el resto de la corte le dirigía se sentía extrañas, en medio de todo aquel acto solo podía reconocer como verdaderos a sus padres. Recordaba su urgencia por refugiarse en ellos y la renuencia de estos de mantenerlo bajo su protección, no le gustaba aquella gente y nunca fue bueno disimulando…y en medio de todo aquello solo había alguien mas que podía encontrar como conocido, como familiar… su pequeña hermana. Menor que el y sin embargo parecía desenvolverse con mayor gracia de la que el mostraba. Verla le sacaba siempre una sonrisa, le hacia mas soportables las tediosas fiestas.
Durante su infancia había tenido numerosos compañeros de juego, hijos de duques, de condes… pero aquellos niños… no habían jamás congeniado con el, no importaba cuanto se esforzaban solo lo hacían sentir incomodo. Por qué alguien de su edad le daba tal reverencia? El lo sabía. Porque era el príncipe de Francia, y sin embargo el saberlo no lo hacia mas agradable. Al crecer la situación se había vuelto mas soportable, se había escondido en el estudio en el amor por los libros por los asuntos de estado y al parecer eso había complacido a quienes le rodeaban, no insistían mas en hacerlo socializar. A el solo le interesaba una compañía, una pequeña y de cabellos de ébano… sonrió para sus adentros mientras la ya hermosa dama le guiaba… la recordaba pequeña y fácil, inocente y sin embargo inmensamente inteligente y astuta, recordaba a ver visto sonrisas traviesas y maliciosas en su pequeño y joven rostro y solo evocar la imagen calentaba su pecho. Después… la simpatía y la admiración se habían desvanecido para simplemente darse cuenta de que Dominique era lo único que tenia… a veces la observaba desde las ventanas altas del castillo y cuando podía se acercaba a hablar con ella… escuchar su voz siempre era un placer y para cuando se dio cuenta, este momento había llegado… tenia que separarse de ella…enfrentarse a la primera separación… no era tonto. Su padre lo había comprometido ya… no dudaba que el compromiso de Dominique fuese ya inminente… a quien seria entregada su preciosa estrella? Solo imaginarlo le llenaba de angustia.
Regreso el beso en la palma de la mano ajena y le sonrió haciéndole ver que estaba bien, era solo otra cosa que debía hacer, camino y levanto el rostro mostrando una expresión tranquila, segura y confiada, su andar no se desvirtuó y su mirada fue endureciendo poco a poco hasta mostrar al “príncipe de Francia” en todo su esplendor y orgullos, Arrogante, seguro… la mascara y fachada completa había sido levantada.
Como cualquier vasallo acudió a la llamada de su rey, su mirada se poso en la joven princesa que seria su prometida, le sonrió suavemente haciéndola apenas un gesto de reconocimiento, discreto dadas las circunstancias, la muchacha era bella, sumamente hermosa si debía ser sincero, de apariencia casi angelical..frágil… sus padre parecía que habían hecho su trabajo estupendamente, una alianza para la nación, una belleza para el príncipe… lastima que se hubiesen olvidado de su hijo, a pesar de todo el no quería que la relación con la muchacha fuese hostil, si alguien preguntaba las cosas eran peores para ella que para el.
Su mirada volvió al frente, donde sus progenitores y aunque sus ojos estaban llenos de respeto poco o nada quedaba de familiaridad, los sentía lejos, casi como extraños… nunca, se había sentido así con ellos a pesar de las situaciones de su familia… era la primera vez… y temía que las cosas no parecían mejorar.
- Spoiler:
- Abigail, bonita, a la cuenta de tres salimos corriendo XD
Jean Baptiste Fontaine- Realeza Francesa
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Re: El reencuentro. [Privado-Lista de invitados]
Esta noche no iba solo como de costumbre, quién lo diría, no había querido ir sin compañía y había terminado siendo la escolta de aquellas dos bellas duquesas, Lena Tompson y Klett W. Mcleod. Por un lado había un pequeño problema, la hermosa condesa inglesa no debía descubrir su condición en la realeza, a él no le importaba en lo más mínimo, pero con ella había descubierto si lo tendría y a razón de evitarlo simplemente decidió callarlo. Lo que era su plan hasta donde le había explicado sería que pretenderían ser una pareja. Claro que justo porque era solo una 'farsa' todo aquello de una boda entre ellos hacía más fácil el trato, por muy extraño que pudiese ser. Buscó a Jean con la mirada. Él era después de todo la razón de que estuviese allí.
El no era un hombre que gustase de ese tipo de reuniones, era algo a lo que jamás podría acostumbrarse, pero fingir no era tan difícil. Era por eso que su mirada buscaba entre las personas presentes a ese rostro que no le era desconocido. Los tres se detuvieron en la entrada. Habían llegado justo para escuchar aquellas palabras dichas por el rey de Francia, lo que llevó su atención a ese lugar observando con atención a los dos jóvenes que sin duda eran la causa de esa fiesta. Tuvo que ignorar a sus instintos que le gritaban sin detenerse. Ser un cazador le había dejado ciertas cosas de las que jamás podría librarse, en parte porque no quería hacerlo, en parte porque le era imposible.
El semblante de aquel que era al único que consideraba realmente un amigo le hizo pensar en acercarse cuando tuviese la oportunidad. Fue por ello que se había acercado, arrastrando consigo a la que era su prometida y viendo a Lena, si quería ir con ellos o prefería moverse entre la gente ahor que estaban allí estaba bien. Estaba viendo en su expresión la respuesta antes de avanzar. Tuvo que detenerse a saludar cuando era necesario. Si alguno de sus antiguos compañeros le viera se burlarían de el por aquella amable sonrisa fingida que les dirigía.
Estar en aquel sitio era de lo más extraño, ojalá no llamara la atención demasiado, eso fue lo que pensó aunque no sabía que tan posible era pasar desapercibido. Tal como decía a veces, el rostro de Jean era un libro abierto a su propio parecer. Sonrió al verle, lo conocía bien, sabiendo que aunque le costaba aceptar aquello, lo haría sin poner ninguna mala cara al hacerlo. Un matrimonio arreglado no era algo fuera de lo común, casi podía ver la resignación asomarse en sus facciones.
El no era un hombre que gustase de ese tipo de reuniones, era algo a lo que jamás podría acostumbrarse, pero fingir no era tan difícil. Era por eso que su mirada buscaba entre las personas presentes a ese rostro que no le era desconocido. Los tres se detuvieron en la entrada. Habían llegado justo para escuchar aquellas palabras dichas por el rey de Francia, lo que llevó su atención a ese lugar observando con atención a los dos jóvenes que sin duda eran la causa de esa fiesta. Tuvo que ignorar a sus instintos que le gritaban sin detenerse. Ser un cazador le había dejado ciertas cosas de las que jamás podría librarse, en parte porque no quería hacerlo, en parte porque le era imposible.
El semblante de aquel que era al único que consideraba realmente un amigo le hizo pensar en acercarse cuando tuviese la oportunidad. Fue por ello que se había acercado, arrastrando consigo a la que era su prometida y viendo a Lena, si quería ir con ellos o prefería moverse entre la gente ahor que estaban allí estaba bien. Estaba viendo en su expresión la respuesta antes de avanzar. Tuvo que detenerse a saludar cuando era necesario. Si alguno de sus antiguos compañeros le viera se burlarían de el por aquella amable sonrisa fingida que les dirigía.
Estar en aquel sitio era de lo más extraño, ojalá no llamara la atención demasiado, eso fue lo que pensó aunque no sabía que tan posible era pasar desapercibido. Tal como decía a veces, el rostro de Jean era un libro abierto a su propio parecer. Sonrió al verle, lo conocía bien, sabiendo que aunque le costaba aceptar aquello, lo haría sin poner ninguna mala cara al hacerlo. Un matrimonio arreglado no era algo fuera de lo común, casi podía ver la resignación asomarse en sus facciones.
Is M. Montgomery- Realeza Germánica
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Re: El reencuentro. [Privado-Lista de invitados]
La música comenzó a subir de tono y se recordó donde estaba, su rostro adquirió el semblante serio y distante de siempre, su brazo se aferro al de is y levanto un poco el rostro, sus ojos se desviaron un segundo mientras entraban, no llamaron demasiado la atención, el príncipe estaba haciendo un trabajo perfecto con eso. Is había mencionado que era amigo del delfin, se habían conocido en algún trabajo? Suponía que la situación debería haber sido semejante a la forma en que se había conocido ellos. Sintió la tentación de sonreír ante el recuerdo pero aguanto las ganas. La duquesa McLeod jamás sonreía, la duquesa no sonreía y sin embargo la situación no dejaba de parecerle graciosa. Como se sentiría Is en una fiesta como aquella? Con el par de duquesas del brazo? Seguramente no seria la situación mas cómoda de su vida, no sabía como había soportado las ganas de reir al verlo con las pomposas y formales ropas que vestía, nunca se lo diría pero no le iban para nada. Is era mucho más salvaje que eso, aunque debía admitir que ahora parecía mucho mas tranquilo que la última vez que se habían visto antes de separar sus caminos.
Escucho un par de murmullos a su lado y acostumbrado a que hablasen de ella no pudo evitar escuchar el comentario…verde? Era lo que habían dicho? Suponía de que venia eso, tanto lena como ella habían escogido el mismo color para vestir aquel dia, desde luego los vestidos eran totalmente diferentes, tan contrarias como lo eran ellas mismas, diferentes pero aun asi no chocaban, lo cual era extraño ya que ella mantenía distante con el resto de los seres vivos del planeta. El caso era… ver a las dos mujeres de verde, con el titulo que ostentaban del brazo de “semejante” hombre sin duda debía llamar la atención aunque sea un poco.
Se llevo los dedos libres cerca de los hombros, ella salía poco del castillo, por lo que la apariencia de mujer inquebrantable solo tenia que darla en las contadas ocasiones en que asistía a eventos sociales, extrañaba su cabello sobre sus hombros como mas cómodos los sentía, sin que los cientos de ligas lo aprisionasen en aquel “bello” arreglo. Bufo por lo bajo on fastidio, habia supervisado que todo estuviese bien en el castillo antes de salir, las carnes se habían salado en tiempo, y las costureras continuarían con las nuevas cortinas, las alfombras se habían cambiado y los arreglos para la fiesta del santo patrono estaban ya andando. No era precisamente una creyente, pero la fecha le permitía hacer algunos actos de caridad sin ablandar su imagen, después de todo la mayoría de los nobles hacían obras de caridad por nada mas que sentirse importantes, ella bien podía interpretar ese papel…uno que se le antojaba mas que el de “Dama” que estaba representando en esos instantes, encima e todo ni siquiera podía encontrar una razón en su cabeza para marcharse de ahí.
-que paso con el traje que le envio Lena Is?- pregunto por lo bajo intentando distraerse, sabia de la ropa por que lena se lo había informado, que ellas fueran a juego no era importante, pero al menos por las apariencias no tenían por que verse tan a descoordinación de su acompañante. Acompañante que por cierto se alegraba no hubiese traído el extravagante traje que lena le había enviado, ya llamaban suficiente la atención por si solos, por supuesto eso no queria decir que no pudiese divertirse un poco a su costa- creo que el color sentaba con sus ojos caballero- hablo con una sonrisa fingida mientras asentía a un par de rostros conocidos, no recordaba quienes eran pero las caras se le hacían conocidos.
Ver las miradas de algunas mujeres le hicieron recordar su situación… su semblante permaneció igual, acostumbrada a no mostrar sus emociones pero por dentro decayó un poco, el se iba a casar con ella por un favor especial para la pobre niña que el había conocido, ella sabia que Is aun recordaba a la pequeña de catorce años que no podía caminar, la pequeña que habia intentado suicidarse apenas habia podido moverse con muletas… Is la habia rescatado en aquel entonces y ella sabia que estaba intentado rescatarla nuevamente, dicen que cuando salvas una vida, esa vida es por siempre tu responsabilidad… al parecer is se tomaba aquello muy en serio, incluso sabiendo su situación, el habia aceptado casarse con ella. Estaba actuando de manera egoísta, lo sabia, pero no iba a dejar pasar la oportunidad… asi, tuviese que cerrar los ojos cuando se marchara con sus amantes… ella habia sospechado que Lena lo fuese… pero ahora mismo sospechaba que eran seguramente solo amigos, la chica no era inferior a ella en absoluto, bella joven, inocente y con un titulo que la respaldaba no había razón para que is prefiriese un matrimonio falso en lugar de una unión consensual… a menos que… la familia de ella se opusiera… parpadeo un par de veces…que diablos estaba pensando eso no era su asunto.
Una mujer se paseo frente a ellos distraídamente, al menos casi distraídamente pues la mirada que les dirigió no veía nada desinteresada… suspiro para sus adentros, no fallaba, había pocas cosas que hacían que una mujer de aquella clase codiciara un hombre, numero uno, mas poder y dinero que el propio, numero dos, mismo dinero y poder con un atractivo de dioses, y numero tres y sin duda el mas nauseabundo, compromiso, hacia falta solo que alguien mas lo tuviese para desearlo y estando is con las dos mujeres con las que estaba podia imaginar el nivel de valor adquisitivo que adquiría, rodo los ojos para si misma, si a is la mujer le parecía interesante allá el y su pésimo gusto.
Escucho un par de murmullos a su lado y acostumbrado a que hablasen de ella no pudo evitar escuchar el comentario…verde? Era lo que habían dicho? Suponía de que venia eso, tanto lena como ella habían escogido el mismo color para vestir aquel dia, desde luego los vestidos eran totalmente diferentes, tan contrarias como lo eran ellas mismas, diferentes pero aun asi no chocaban, lo cual era extraño ya que ella mantenía distante con el resto de los seres vivos del planeta. El caso era… ver a las dos mujeres de verde, con el titulo que ostentaban del brazo de “semejante” hombre sin duda debía llamar la atención aunque sea un poco.
Se llevo los dedos libres cerca de los hombros, ella salía poco del castillo, por lo que la apariencia de mujer inquebrantable solo tenia que darla en las contadas ocasiones en que asistía a eventos sociales, extrañaba su cabello sobre sus hombros como mas cómodos los sentía, sin que los cientos de ligas lo aprisionasen en aquel “bello” arreglo. Bufo por lo bajo on fastidio, habia supervisado que todo estuviese bien en el castillo antes de salir, las carnes se habían salado en tiempo, y las costureras continuarían con las nuevas cortinas, las alfombras se habían cambiado y los arreglos para la fiesta del santo patrono estaban ya andando. No era precisamente una creyente, pero la fecha le permitía hacer algunos actos de caridad sin ablandar su imagen, después de todo la mayoría de los nobles hacían obras de caridad por nada mas que sentirse importantes, ella bien podía interpretar ese papel…uno que se le antojaba mas que el de “Dama” que estaba representando en esos instantes, encima e todo ni siquiera podía encontrar una razón en su cabeza para marcharse de ahí.
-que paso con el traje que le envio Lena Is?- pregunto por lo bajo intentando distraerse, sabia de la ropa por que lena se lo había informado, que ellas fueran a juego no era importante, pero al menos por las apariencias no tenían por que verse tan a descoordinación de su acompañante. Acompañante que por cierto se alegraba no hubiese traído el extravagante traje que lena le había enviado, ya llamaban suficiente la atención por si solos, por supuesto eso no queria decir que no pudiese divertirse un poco a su costa- creo que el color sentaba con sus ojos caballero- hablo con una sonrisa fingida mientras asentía a un par de rostros conocidos, no recordaba quienes eran pero las caras se le hacían conocidos.
Ver las miradas de algunas mujeres le hicieron recordar su situación… su semblante permaneció igual, acostumbrada a no mostrar sus emociones pero por dentro decayó un poco, el se iba a casar con ella por un favor especial para la pobre niña que el había conocido, ella sabia que Is aun recordaba a la pequeña de catorce años que no podía caminar, la pequeña que habia intentado suicidarse apenas habia podido moverse con muletas… Is la habia rescatado en aquel entonces y ella sabia que estaba intentado rescatarla nuevamente, dicen que cuando salvas una vida, esa vida es por siempre tu responsabilidad… al parecer is se tomaba aquello muy en serio, incluso sabiendo su situación, el habia aceptado casarse con ella. Estaba actuando de manera egoísta, lo sabia, pero no iba a dejar pasar la oportunidad… asi, tuviese que cerrar los ojos cuando se marchara con sus amantes… ella habia sospechado que Lena lo fuese… pero ahora mismo sospechaba que eran seguramente solo amigos, la chica no era inferior a ella en absoluto, bella joven, inocente y con un titulo que la respaldaba no había razón para que is prefiriese un matrimonio falso en lugar de una unión consensual… a menos que… la familia de ella se opusiera… parpadeo un par de veces…que diablos estaba pensando eso no era su asunto.
Una mujer se paseo frente a ellos distraídamente, al menos casi distraídamente pues la mirada que les dirigió no veía nada desinteresada… suspiro para sus adentros, no fallaba, había pocas cosas que hacían que una mujer de aquella clase codiciara un hombre, numero uno, mas poder y dinero que el propio, numero dos, mismo dinero y poder con un atractivo de dioses, y numero tres y sin duda el mas nauseabundo, compromiso, hacia falta solo que alguien mas lo tuviese para desearlo y estando is con las dos mujeres con las que estaba podia imaginar el nivel de valor adquisitivo que adquiría, rodo los ojos para si misma, si a is la mujer le parecía interesante allá el y su pésimo gusto.
Klett W. McLeod- Cambiante/Realeza
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Re: El reencuentro. [Privado-Lista de invitados]
Por un momento había desviado su atención observando a los invitados, pasando su vista por la familia real, sus ojos se habían clavado en el gobernante. Sus sentidos de cazador en ese momento le estaban causando más de una molestia, pero ya no era su deber, por mucho que sintiera aquella sensación muy dentro de sus ser. Suspiró resignado a abordar al príncipe cuando terminara con sus deberes.
La voz de la que era su prometida ahora le hizo girar su rostro para verla -Así que combinaba con mis ojos? Oh, lo hubiese traído, pero sufrió un desafortunado accidente- cualquiera sabía que eso era mentira, ni por mucho que Lena fuese su amiga iba a ponerse ese traje de tonos verdes, ya mucho había hecho poniéndose ese, color negro, sobrio y sin nada que llamase la atención si se le consideraba sin tomar en cuenta sus dotes físicos -¿Estás diciendo entonces que te hubiese gustado venir de mi brazo con eso puesto?- Le sonrió de medio lado desviando la mirada un segundo después.
La duquesa Klett McLeod, quien desconocía que él poseía un título del mismo rango, lo cual no había dicho por ciertas razones que había notado en la joven que conocía de años atrás. Sonrió para sí mismo, ella no había preguntado, probablemente el se lo hubiese dicho, pero ahora sabía que era mala idea decirlo, parecía que ella no quería nada con alguien de ese tipo y él por su parte quería que le siguiera viendo como la persona que había conocido. Estaba obligado al haber aceptado a cumplir con las funciones que se requerían de él y dada su personalidad no iba a dejar ningún cabo suelto en nada de lo que hiciera.
Había aceptado aquel trato, en parte porque quería protegerla, en parte porque ya no era esa pequeña. Para Is crear un lazo como aquel era casi impensable, su desinterés por esos asuntos sobrepasaba lo normal. Pero cuando había visto a la niña que él había conocido y le había explicado lo que se proponía, pensó en cierta posibilidad. Ah, pero Klett no quería enamorarse, así que seguiría allí tratando de lograr algo diferente a solo una farsa entre ellos, pero eso lo mantendría en silencio de momento, incluso había llegado tan lejos como para hablar con el familiar de ella por el que hacía aquello explicándole porque era mejor ocultar aquel simple hecho -al menos para el no tenía demasiada importancia-.
La mirada de aquella mujer no le importó, pero sus ojos sin querer se posaron en su bella acompañante y aunque su expresión permanecía impasible, notó ese ligero cambio en su estado, se acercó un poco para hablarle al oído -¿Qué es lo que veo en tu rostro, Klett? ¿son celos acaso?- Su sonrisa dejaba ver sus claras intenciones detrás de esas palabras, bien sabía que ella lo negaría, así que no tenía intención de dejarle responder.
Sonrió deshaciéndose de su agarre y tomándola por la cintura con firmeza -No te preocupes no miraré a nadie más que a ti, sin importar si estás o no a mi lado- Se atrevió a dejar un beso en la comisura de sus labios antes de levantar la mirada para sonreírle a quien pasara frente a él y le dirigiera la mirada, aun cuando tal vez no les prestaba la mínima atención. La selección en ello era automática. Sabía que había gente de importancia, se había tomado la molestia de investigar desde el primer momento, pero era algo totalmente aparte.
Vio a Lena de reojo, ella no había mencionado nada acerca del traje, el le había inventado aquella excusa poco creíble de que se había manchado accidentalmente después de un extraño incidente que involucraba a alguno de los sirviente, vino y no recordaba bien lo que le había dicho al ver la ilusión en sus pupilas. No importaba que tan bien se llevaran, el no iba a ponerse eso. Se preguntaba si Jean ya se había percatado de su presencia allí.
La voz de la que era su prometida ahora le hizo girar su rostro para verla -Así que combinaba con mis ojos? Oh, lo hubiese traído, pero sufrió un desafortunado accidente- cualquiera sabía que eso era mentira, ni por mucho que Lena fuese su amiga iba a ponerse ese traje de tonos verdes, ya mucho había hecho poniéndose ese, color negro, sobrio y sin nada que llamase la atención si se le consideraba sin tomar en cuenta sus dotes físicos -¿Estás diciendo entonces que te hubiese gustado venir de mi brazo con eso puesto?- Le sonrió de medio lado desviando la mirada un segundo después.
La duquesa Klett McLeod, quien desconocía que él poseía un título del mismo rango, lo cual no había dicho por ciertas razones que había notado en la joven que conocía de años atrás. Sonrió para sí mismo, ella no había preguntado, probablemente el se lo hubiese dicho, pero ahora sabía que era mala idea decirlo, parecía que ella no quería nada con alguien de ese tipo y él por su parte quería que le siguiera viendo como la persona que había conocido. Estaba obligado al haber aceptado a cumplir con las funciones que se requerían de él y dada su personalidad no iba a dejar ningún cabo suelto en nada de lo que hiciera.
Había aceptado aquel trato, en parte porque quería protegerla, en parte porque ya no era esa pequeña. Para Is crear un lazo como aquel era casi impensable, su desinterés por esos asuntos sobrepasaba lo normal. Pero cuando había visto a la niña que él había conocido y le había explicado lo que se proponía, pensó en cierta posibilidad. Ah, pero Klett no quería enamorarse, así que seguiría allí tratando de lograr algo diferente a solo una farsa entre ellos, pero eso lo mantendría en silencio de momento, incluso había llegado tan lejos como para hablar con el familiar de ella por el que hacía aquello explicándole porque era mejor ocultar aquel simple hecho -al menos para el no tenía demasiada importancia-.
La mirada de aquella mujer no le importó, pero sus ojos sin querer se posaron en su bella acompañante y aunque su expresión permanecía impasible, notó ese ligero cambio en su estado, se acercó un poco para hablarle al oído -¿Qué es lo que veo en tu rostro, Klett? ¿son celos acaso?- Su sonrisa dejaba ver sus claras intenciones detrás de esas palabras, bien sabía que ella lo negaría, así que no tenía intención de dejarle responder.
Sonrió deshaciéndose de su agarre y tomándola por la cintura con firmeza -No te preocupes no miraré a nadie más que a ti, sin importar si estás o no a mi lado- Se atrevió a dejar un beso en la comisura de sus labios antes de levantar la mirada para sonreírle a quien pasara frente a él y le dirigiera la mirada, aun cuando tal vez no les prestaba la mínima atención. La selección en ello era automática. Sabía que había gente de importancia, se había tomado la molestia de investigar desde el primer momento, pero era algo totalmente aparte.
Vio a Lena de reojo, ella no había mencionado nada acerca del traje, el le había inventado aquella excusa poco creíble de que se había manchado accidentalmente después de un extraño incidente que involucraba a alguno de los sirviente, vino y no recordaba bien lo que le había dicho al ver la ilusión en sus pupilas. No importaba que tan bien se llevaran, el no iba a ponerse eso. Se preguntaba si Jean ya se había percatado de su presencia allí.
Is M. Montgomery- Realeza Germánica
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