El baile de los ahorcados [Priv. Solo invitados]

por **Eve Trudeau** Dom Ago 03, 2014 5:47 pm

¡Hurra!, alegres danzantes que perdisteis la panza ,
trenzad vuestras cabriolas pues el escenario es amplio,
¡Que no sepan, por Dios, si es danza o es batalla!
Arthur Rimbaud

Click-clack, click-clack, los cascos resuenan, tirando a los carruajes negros de la muerte.
Click-clack, click-clack, imaginad a los imponentes y mortuorios vehículos,
guiados por corceles cadavéricos y choferes pálidos de ojos huecos.

"No. Aun no habéis muerto"

¿Pero cuanto tardaras en hacerlo?

En las oscuras catacumbas Eve podía escuchar la sinfonía de los recién llegados. Click-clack, click-clack, los oía andar por la calle principal hasta detenerse en el majestuoso umbral de los infiernos. "The Brotherhood of the Damned" Club, la manzana de entrañas podridas pero piel roja. Cuatro pilares de mármol negro sostenían una fachada de templo griego. Una cortina de terciopelo roja era la única puerta a ese santuario de los vicios. Uno a uno se adentraba mortales rebosantes de calor y de gargantas apetitosas, atraídos por el timbal de los tambores, el susurro de las flautas y la promesa del vino, las mujeres y el opio en abundancia. La vampireza se relamió los labios, anticipando un banquete de excesos infinitos. Podía verlos allí, recostados entre almohadones y sonriendo con coquetería a la parca apostada junto a la barra.

Algunas putas abrirían sus piernas tanto como sus escotes, algunos otros muy listos aprovecharían. Otros beberían de las fuentes del delito y cantarían y bailarían los himnos paganos del vicio. Tan estúpidos, tan ingenuos... tan deliciosos! Extasiados en la ignorancia, celebraban la insignificancia de su existencia en compañía de los muertos.

"Atento y recordad: No matareis"

Oh, pérfidos inmortales, amados míos, ¿es que habréis de obedecer a la orden de István?

Click-clack, click-clack, la hora de las brujas llego y con ella también lo hicieron los seres de las tinieblas. Abandonaron la compañía mortal y bajaron por un pasaje secreto del club hacia las entrañas de la tierra. Escaleras inclinadas, pasillos negros como el carbón, solo los ojos de las lechuzas muertas abrían podido encontrar el gran salón de roca finamente pulida, blanca como la nieve. Divanes de cuero negro aguardaban dispersas a lo largo y a lo ancho, candelabros de cristal caían como arañas majestuosas desde los techos. Demasiado aristocrático para existir en el ultimo circulo de los avernos.. solo una cosa parecía obra de demonios y no de hombres, una pequeña laguna en forma de medio circulo que custodiaba al trono de huesos humanos.

Click-clack, click-clack. Con las rodillas sobre uno de los brazos del trono y los omoplatos apoyados en el opuesto, la diablesa retozaba como una doncella protegida por los brazos del príncipe de huesos. Su largo vestido de seda negra caía como una cascada por el lado exterior del asiento. Descalza y con la cabellera suelta, su único adorno era una corona de espinas.
Su mano se encontraba dentro de la calavera de un viejo vampiro, Mikhail, jugaba con ella a manera de marioneta. Click-clack, click-clack tarareaba su mente y sus labios.

--- Ya están aquí. --- Anuncio una niña que no tendría mas de 12 años. Lleva un vestido de telas vaporosas que descubrió uno de sus pechos insípidos, su mirada era hueca , pero su obediencia absoluta.
--- ¿Y que esperan para entrar?

Reglas del juego
- La extensión: Los post siguientes no deben exceder mas de 25 renglones.

- Las tramas secundarias: Los sucesos que ocurren ya sea en las otras habitaciones subterráneas o en el primer piso, en el club, cuentan como tramas secundarias y deben realizarse en un post dentro del club, pero alterno a este. En la descripción de los mismos deberán llevar el distintivo "BdA parte 2" (o 3, o 4, etc, como vayan apareciendo los temas)

- De abandonar el tema un user, que su personaje también lo haga.

por **Tarik Pattakie** Lun Ago 04, 2014 1:25 am

Entre los invitados, fingiendo ser uno más de ellos, se encontraba el líder de Los Oscuros. Su mano, atrevida, se encontraba firme y posesivamente sobre la espalda baja de la reina. No solo de los Países Bajos, sino también de uno de sus palos. Habían llegado unos minutos tarde a la reunión, pero no el suficiente como para quedar rezagados. Volver a vestirse no había sido la mitad de fácil que desnudarse. Cualquiera que los observara, tan pulcros y elegantes, ni siquiera sospecharía que habían estado revolcándose. Por delante y detrás de ellos, caminaban los moradores de la oscuridad. No había ningún hijo de la luna a la vista, aunque ese hecho no le sorprendía. Había ordenado que los licántropos entraran por otro de los túneles que conducían a la habitación principal. Ni su especie ni la otra eran conscientes de que el evento que se desarrollaría les obligaría a convivir entre ellos. Solo la Élite de los Vampiros, decían unas invitaciones. Solo la Élite de los Licántropos, decían otras. La primera sorpresa sería encontrarse encerrados con aquéllos que consideraban sus enemigos por naturaleza. István enarcó una ceja a uno de los invitados. – ¿Estás aquí por curiosidad? – cuestionó, entregando su invitación y la de Amanda, al guardia que custodiaba. Nadie entraría sin una de esas. Asintió tácitamente en acuerdo a la respuesta. Habiendo estado en París esos últimos días para conocer sus alrededores y nuevas propiedades, evidentemente, la sorpresa en sus azulados orbes formaba parte de su papel en ese teatro. ¡Eve había hecho suyo el maldito club! No le sorprendía que conociera sus gustos para darle forma, pues en todos sus recuerdos existentes, aparecía ella. Con pasos firmes y su brazo alrededor de la cintura de la vampiresa, se perdió entre los invitados, buscando el mejor lugar para presenciar el acto. Su boca se torció en una sonrisa al ver a la anfitriona jugando con aquélla calavera. Así era como terminarían sus enemigos, formando parte de la pila de huesos en el trono. Si jugaban con inteligencia esa noche, saldrían de allí sin precedentes. Pero, ¿a quién intentaba engañar? Solo bastaba con ver los rostros de los invitados que parecían preguntarse, ¿vampiros contra licántropos? Y en ese instante, tras entrar el último morador de la oscuridad, las puertas en todos los túneles se sellaron.

por Invitado Lun Ago 04, 2014 2:38 pm

Aún permanecían en mi cuerpo los vestigios del último clímax que había alcanzado con la ayuda de mi acompañante, ocupados bajo un vestido de seda y gasa de una intensa tonalidad carmesí, y estremeciéndome con cada paso que se producía bajo su firme contacto. Aunque las apariencias fueran las que se esperaban de nosotros –es decir, absolutamente intachables– la realidad era intensa y salvaje, todo lo opuesto a la calma que nosotros respirábamos y que aun así nada tenía que envidiarle a la de la anfitriona. Había escuchado hablar sobre su belleza, aquellos fríos ojos azules que parecían dominar el local en el que nos encontrábamos con una actitud de tanto orgullo como el resto del porte de su poseedora, pero verla en realidad, frente a mí, dotaba a la situación de una nueva profundidad que hasta entonces se me había antojado; daba cuerpo a las palabras escritas en la invitación recibida: “Sólo la Élite de los Vampiros”. Desde luego, así se antojaba a todo aquel espectador que como él y yo se hubiera dirigido hasta The Brotherhood, el antiguo Fangtasia, y la impresión se reforzó en el momento en que comenzaron a distribuirse copas del mejor cristal de Bohemia llenas de un líquido que solamente podía ser sangre. Una vez recogí el mío, apenas necesité mojarme los labios para darme cuenta de que el elixir no solamente era sangre, sino que era algo tan prohibido como exclusivo para los exiguos códigos morales por los que nos regíamos la mayoría de nosotros: sangre de vampiro. ¿Quién sería el pobre diablo que había sido desangrado para obtener aquella ambrosía? Lo ignoraba, pero ante mí se abría la pregunta más interesante al respecto: ¿a quién le importaba? La atención de todos se encontraba puesta en otros menesteres; la mía, en la tensión reinante en el ambiente, que parecía haberse ido reproduciendo por momentos desde el cierre de las puertas y que pronto se volvería una llama que nos inflamaría a todos, a menos que alguien ofreciera una solución. El remedio, el tan ansiado elixir que calmaría la irritación creciente y cuyo origen resultaba indeterminado, poco tardó en manifestarse, aunque lo hizo de una manera tan ambigua como lo llevaban siendo todos los elementos de aquella extraña e interesante fiesta. Una voz, que parecía moverse entre los invitados para permanecer oculta, hizo el anuncio, y con la certeza entonces ya nuestra de que si todos colaborábamos entonces saldríamos por donde habíamos entrado pudo dar comienzo finalmente la velada en The Brotherhood of the Damned.

por **Arisha Spivak** Lun Ago 04, 2014 7:04 pm

Serene, se deslizó con el sigilo de un fantasma, con la fatalidad de un demonio y pasó inadvertida entre los presentes, utilizando sus poderes si era necesario. Contempló con asombro y deleite que allí no había solo vampiros, sino hijos de la luna, licantropos de sangre caliente y deliciosa. Tuvo que apretar sus uñas en la palma de las manos, haciéndose sangrar. Es que el aroma era tan exquisito e invitaba a probar que la vampiresa decidió buscar un lugar menos llamativo y más seguro de poder mantener la compostura. Al igual que como había hecho momentos atrás, cuando abordó a un galante caballero, un vampiro, que tan libremente mostraba a quien quisiera ver, simples humanos, que no se trataba de un ser cualquiera y causando gran conmoción en un sector del Club, en la parte que se suponía era solo para los humanos. No le fue para nada difícil seducirlo, llevarlo con promesas de una noche inolvidables, hasta un sector del lugar donde nadie los observaba. Entonces, el inmortal cayó en la trampa, como una ingenua mosca que cree, a encontrado el más especial de los elixires, que ha llegado al paraíso. Sonrió de lado y sus sensuales labios se curvaron en una fatal e inesperada trampa, para caer en segundos en el cuello del desgraciado e incauto vampiro.
Como desde la primera noche de vida como inmortal, condujo a su victima, aunque casi desfallecida, a la puerta destinada para los vampiros invitados a tan importante reunión. Siguió manipulando con sus poderes, a quien fuera necesario para acceder a los túneles y de allí al salón. Entregó su tarjeta al encargado, junto con el presente – su victima - un pequeño presente para su querida Reina, - Has de entregarle ésta pequeña esquela a su Majestad la Reina – dijo al encargado. en ella solo mencionaba el presente como un posible sacrificio propiciatorio para que la reunión fuera productiva. Contempló al vampiro que custodiaba a la Reina, de una forma sensual – mmm... no está mal para saciar éste apetito – pensó cavilando cuanta sangre podría obtener de aquel hombre sin convertirlo en un atado de huesos.
Recordar el momento en que casi lo dejaba piel y huesos a su pequeño presente, la hizo estremecer, como si aquello no hubiera sido un castigo de su posición de verdugo, sino un acto sexual, salvaje y liberador. Sus azules ojos brillaron con la tonalidad del rubí, al traer a su mente el gusto salobre y metálico de la sangre de aquel caminante nocturno.
Se deslizó suavemente, casi sin dejar notar su presencia por el salón, haciendo pequeñas inclinaciones de cabeza, cada vez que distinguía a esos seres que para ella eran su familia. Sus ojos se detuvieron un segundo en los de Eve, - espero que el obsequio sea de su agrado – pensó mientras sonreía suavemente y tomaba una de las copas. Observó el contenido, hizo mover levemente el liquido que rojeó en el cristal y despidió un suave aroma característico de la sustancia con que está compuesta la sangre. Su boca se hizo agua, con delicadeza, bebió un pequeño sorbo para luego con su lengua limpiarse una gota que había quedado en sus labios, - exquisita, pero nada como la tibieza que se obtiene al beber desde el cuello de tu victima – caviló, al tiempo que las puertas se cerraban y la reunión comenzaba.

por **Tarik Pattakie** Lun Ago 04, 2014 11:35 pm

Click-clack. Click-clack. El sonido de las mandíbulas del cráneo al abrir y cerrarse, cesaron estrepitosamente cuando uno de los guardias apostados en las puertas, arrastró hasta el centro – frente al trono – a uno de los moradores de la oscuridad que había sido invitado a tan exquisito evento. Al menos, esa era la impresión que tenía István. Por la calidad del traje que ahora quedaba grande en el cuerpo del vampiro, podía apostar su club a que uno de ellos había roto la ley más importante para Los Oscuros. “Pero, ¿cómo podría alguien romperla, si ni siquiera eran conscientes de que habían llegado a establecerse imponiendo sus propias reglas?” Con su mano envuelta alrededor de la copa y una expresión burlona, su imponente voz se hizo escuchar por encima de los murmullos extasiados de los presentes. - ¿Qué es esto? ¿Una estúpida broma? ¿Nos han hecho venir a este lugar con el pretexto del inicio de una nueva era para servirles de entretenimiento? – Sus cuestiones estaban impregnadas de ira. Bebió el líquido contenido en la copa sin mucha premura antes de levantarse. Se dirigió ante la víctima que servía de entremés. ¿Algunos más serían el plato principal? Había llegado el momento de investigar. – Si no desea que un levantamiento surja antes de tiempo, os aconsejo que nos expliquen qué demonios significa esto.– Una carcajada bullía en el interior de István. No solo había llegado como un invitado, sino como un incitador. De esa manera, mataba dos pájaros de un tiro. La Hermandad demostraba su poderío y los ignorantes de la guerra que se avecinaba, olvidaban – por un momento – sus diferencias. Si pensaban en unirse para salir de los subterráneos de ser necesario, su punto sobre que podían trabajar juntos quedaba demostrado. - ¿Por qué han eliminado a uno de los nuestros? – pateó al vampiro sin consideración. Oh sí. Estaba seco.

por **Arisha Spivak** Miér Ago 06, 2014 6:20 pm

Se encontraba jugando con su copa, aburrida porque a pesar del cierre de las puertas, y todo ése despliegue de seguridad el evento seguía sin comenzar – que aburrimiento, podría estar cazando algún que otro aperitivo – se quejó mentalmente. Entonce vio su regalo ser llevado hasta los pies de su reina. La sonrisa se le amplió, estaba segura que ella entendería, ¿acaso no era su tarea cuidar de las reglas de la hermandad y que fueran respetadas? ¡mantener el hermetismo de la existencia vampírica? Asintió con un leve gesto de cabeza, como contestándose las preguntas y esbozando en aquella sonrisa, lo satisfecha que estaba de haber cumplido con su deber.

Pero entonces, un vampiro que allí se encontraba se quejo de su regalo, sus ojos no podían estar mas abiertos por la sorpresa, miró a su alrededor, como intentando buscar quien se diera cuenta de que ella había hecho lo correcto – pero... ¿que le pasa, a ese bueno para nada? – dijo en un susurro, indignada por la forma de expresarse de ese cretino – ¿acaso no me mandó mi reina a cubrir el secreto de nuestra existencia? – dijo mentalmente lanzando una mirada que podría haber incinerado al imprudente de ser posible. Sus orbes variaron de color al blanco traslucido, por la ira contenida, se sentía humillada, ¿como era posible que ese desconocido dijera tal bellaquería?

Se adelantó, acercándose al vampiro, lo enfrentó con la mirada, altiva, furiosa, para luego mover el atado de huesos, con su delicado zapato, - ¿que otro castigo puede merecer quien nos pone en peligro? - llevó su mirada a los presentes recorriendo el salón – si no somos cuidados, si permitimos que el don obscuro caiga en manos equivocadas, en neófitos que se han vuelto estúpidamente peligrosos, pronto tendremos a los cazadores y a la inquisición tras de nosotros y no se demorarán en encontrar el refugio – se expresó girándose y enfrentando a su reina, dio un paso atrás y se inclinó en una reverencia, - no permitiré que vuestra vida corra peligro – dijo levantando la vista y sonriendo, mostrando sus colmillos, - si debiera volver a ejecutar a un traidor... lo haría sin piedad – movió su cuerpo enfrentando al altanero vampiro – haría lo que estuviera en mi mano, para resguardar a mi familia -, sonrió como una niña que ha cometido un pequeño estropicio, pero que sabe que en el fondo su madre está orgullosa.

por **Alam Lestrange** Miér Ago 06, 2014 10:42 pm

Aquella no era una noche como cualquiera, aquella en la que el vampiro había decidido dar un paso más en el cumplimiento de los designios que se le asignaban como parte de un grupo, un grupo al que el sentimiento de pertenencia le provocaban motivos para su existencia. El negro atuendo que vestía, como era su costumbre, se confundía con la oscuridad en la cual recorría con paso tranquilo, a pie, mientras el sonido de su bastón rompía el silencio del momento.

Una ráfaga de viento había despeinado suavemente su larga cabellera, sin provocar en el vampiro la menor sensación de importancia. Aquellos ojos claros incapaces de reconocer la más mínima forma o luminosidad, una mirada perdida en la oscuridad en la cual todo su ser se veía envuelto desde hacía ya cuatro años, cuando su existencia diese un vuelco y la luna se convirtiese en el astro que dominara en la misma.

El sonido aumentaba a medida que la distancia entre él y el recinto al que estaba dispuesto a asistir, sonidos de cascos de caballos y ruedas de carruajes le daban una idea de la cantidad de asistentes que se darían cabida en el mismo. Mikael, con paso tranquilo, había prescindido de utilizarlo y tal vez aquello le daría cierta desventaja con respecto al tiempo, sin embargo no le veía mayor problema.

Ya estando frente al lugar, luego de mostrar la respectiva invitación, se adentró con paso calmado aún sosteniendo su bastón, permitiendo a cada uno de sus sentidos percibir cada uno de los sonidos, olores y demás sensaciones que el vampiro era capaz de experimentar. Una sensación un tanto fuera de lo común que provocaba cierta tensión en el vampiro, debido a sus pocas incursiones entre aquellos. Demasiada gente, demasiados seres de oscuridad, demasiados como él...

por **Imara Rákóczi** Jue Ago 07, 2014 12:22 pm

“Es el sonido del tiempo Click-clack. Click-clack. Retuerce mi mente, oscurece mis sentidos”

Era irritante, absolutamente todo me fastidiaba y principalmente ser la primera de las lycanas en llegar. Estúpidos vampiros, completamente bañados en seda y oro, en su hermosura, en su perfección, se colgaban todo tipo de cristales, se amaban a sí mismos. Su belleza era eterna, su piel era perfecta, pero estaban muertos, siempre lo estarían y jamás podrían cambiar ese hecho. Mordía mi labio inferior, mientras caminaba a paso firme por mi lado del túnel. Se sentía el maldito olor de la sangre, el silencio solo era cortado por los latidos de corazones humanos, tan solo unos pocos. Que euforia me causaba, que irritación corría por mi piel. Mostré la tarjeta sin mirar al hombre que guardaba la entrada, a los ojos. Pasó menos de un segundo que se me abrieron las puertas y mi paso a duras penas se podía escuchar. Estaba repleto de muertos vivientes. Me relamí los labios, ajusté la trenza que tenía hecha en el cabello y apreté el jodido vestido que me había tenido que poner, era con matices marrones, apenas me había arreglado, yo no iba allí a ser bella. Una fiesta de gala, era prácticamente como llevarme a la muerte, a la boca del lobo, aunque en este caso, era llevarme a la cueva de los muertos. Tragué saliva, me apreté un poco la cintura y antes de hacer el paso que me adentraría a donde estaban las miradas de todos. Tomé un largo sorbo de airey cerré los ojos, sin pensar en lo que estaba haciendo.

‘Es una buena causa’. Fue lo único que me dije cuando di el paso y allí estaba la pila de huesos, Eve sentada en su trono, hermosamente tirada, con una calavera en sus manos. Mis ojos tan claros al igual que mi cabello contrastaban con los de ella. Apenas le eché una ojeada, luego vi las copas, la sangre, el revuelto que había hecho aquel al que le debía estar con un poco de cordura. Sonreí de lado, era increíble lo que podía lograr con una sola palabra. — ¿Y tú quién eres para actuar así como así? — Me quejé por el descontrol, mirando molesta a la vampiresa tan imbécilmente refinada que estaba frente a István. Ella era tan típica que se me caían los ojos del asco. Se me secó la garganta y negué con desprecio. — ¿Por qué no escuchan a quien nos ha llamado antes de hablar? Pensé que se las daban de tener mucho cerebro. A callar de una vez. — Agité la cabeza y me giré observando los ojos de los presentes, apenas haciendo contacto visual con los que conocía. Para luego quedarme en los ojos de Eve, furiosa, molesta porque de todas las cosas, la desorganización era lo que más odiaba. Aunque en ese caso, estaba hecho en propósito.

“Son simplemente un mar de sangre sin alma”

por **Daphne Landry** Jue Ago 07, 2014 4:18 pm

Daphne observaba en silencio el desarrollo de la reunión. Eran muchas las criaturas que habían acudido al llamado. Hubiese preferido encontrarse solo entre los de su misma especie pero tampoco sería ella quien cuestionara las razones para contar con la presencia de los lobos. Algunos de los rostros le eran familiares, otros no tanto. Recorría lentamente a la multitud con los ojos, memorizando los rostros y agudizando el oído, cuando fue depositado un vampiro prácticamente desangrado en el espacio descubierto del centro del salón. Le resultó bastante sencillo reconocer al desdichado pero ¿Quién lo había hecho? Uno de los presentes atrajo la atención sobre sí al protestar contra lo que estaba ocurriendo. Se trataba del inmortal que acompañaba a la Reina Amanda, un curioso detalle que podría dar pie a toda clase de especulación.

Le costó bastante esfuerzo contener la risa que pugnaba por salir después de que una loba mandase callar a la criatura responsable de cazar el aperitivo de la velada. Al parecer la enardecida defensa de la vampira no fue suficientemente para atraer la atención de los presentes. Sus palabras cobraban sentido solo para aquellos que conocían los antecedentes, para el resto no sería más que una cháchara sin contexto. –No es uno de los nuestros– se escuchó interviniendo con voz firme. Inclinó levemente la cabeza en señal de respeto, primero ante Amanda y luego ante la inmortal en el trono de huesos, antes de continuar –O tal vez sea más apropiado decir que no lo “era”– permaneció sentada demostrando una pasmosa serenidad y confianza mientras unas risas tímidas surgían a su alrededor –No se trataba más que de un traidor, como ya lo han manifestado. Una sucia alimaña aliada con el que ahora intenta alzarse contra todos nosotros- se permitió hacer una pequeña pausa mientras sus palabras se replicaban como dudas apenas susurradas –Muchos ya lo habéis oído. Es un secreto que se grita a los cuatro vientos. Inmortales organizándose para mostrarle al mundo quienes somos, exponiéndonos a todos a vivir fuera de la seguridad del anonimato, ostentando ante la humanidad secretos hasta ahora custodiados- Levantándose se aproximó al cuerpo desparramado en el suelo y a las criaturas apostadas junto a él –Esto no es una broma ni algo que deba tomarse a la ligera. Están jugando con nuestra seguridad y es el mismísimo Rey de Francia, nada más y nada menos, quien alienta esta absurda revolución– regresó a su lugar en uno de los divanes, disfrutando de la infinidad de voces que cuchicheaban a su alrededor. Los interrogantes surgían como respuesta ante el escepticismo, la indignación como resultado de la comprensión de la gravedad que revestía que el máximo monarca de la nación se encontrase inmiscuido en tal confabulación. Ella poseía muchas de las respuestas pero ¿Quién se atrevería a realizar las preguntas correctas?

por **Constant Von Fanel** Jue Ago 07, 2014 4:42 pm

Interesante. No existía otra palabra para describir lo que ocurría. El desconcierto reinaba a su alrededor mientras vampiros y licántropos eran forzados a permanecer en una misma habitación. La tensión se incrementaba a cada segundo y él se encontraba más que ansioso por saber a dónde desembocaría aquel raudal de rencor y fuerza bruta si el débil dique que le contenía era derribado por una palabra o gesto equivocado. Apretó ligeramente la mano de la despampanante vampiresa que se encontraba a su lado y a quien mostraba abiertamente, sin el menor ápice de vergüenza o recato. Era su premio, su trofeo, y así debía entenderlo cualquiera que posase sus ojos sobre la “feliz” pareja. De un solo sorbo vació la copa ofrecida segundos antes de que el movimiento de un cuerpo llamase su atención. Poco se había fijado en los asistentes, a excepción, por supuesto, de la incitante criatura que reposaba sobre el macabro trono y frente a quien era depositado lo que parecía ser un vampiro drenado casi por completo. Aquella escena habría podido sacarle una sonrisa de no ser por la voz masculina que se alzó sobre las demás demandando una explicación ¿Por qué de pronto le parecía tan familiar? Acercó la boca al cuello de Lorraine – Bueno, a mí no me importaría un poco de entretención – bromeó en un susurro para luego mordisquearle suavemente la tersa piel. Sin embargo, su estado de ánimo juguetón se vio aniquilado en el momento en que observó a quién con tanto ímpetu hablaba. Asombro e incredulidad le inundaron. No era cierto, no podía serlo. No él, de todos los posibles inmortales ése no debía estar allí. Pero era, tan sólido y vivo como el mismo Constant podría estarlo. Una pesadilla encarnada que regresaba para fustigarlo una vez más. Un profundo y casi olvidado temor surgió de nuevo en su interior. Las voces se alzaban a su alrededor. Algunas féminas hablaban, dando inicio a la explicación sobre lo que sucedía. Una parte suya prestaba atención, comprendiendo el fondo de las intenciones, pero otra se encontraba fija en lo delicada de su propia situación. Casi sin pensarlo atrajo con fuerza el cuerpo de Lorraine hacia el suyo, pasando su brazo por sobre los hombros de la vampiresa en una actitud protectora mientras buscaba una posible salida. Imposible, la anfitriona se había asegurado de que nadie que entrase pudiese salir a menos de que contase con su aval. Finalmente enfocó sus energías en su pareja ¿podría contar con la suerte de que ella no le hubiese visto o, tal vez, que no le hubiese reconocido? Pero sus esperanzas murieron al notar que Lorraine miraba fijamente al vampiro que se encontraba de pie junto al cuerpo desparramado en el suelo. Maldijo en voz baja mientras esperaba la reacción de la vampiresa.

por **Minerva** Jue Ago 07, 2014 7:44 pm

“La muerte es misericordiosa, ya que de ella no hay retorno; pero para aquel que regresa de las cámaras más profundas de la noche, extraviado y consciente, no vuelve a haber paz.”

A propósito de un sueño donde el sol descansa bajo tierra, un averno que no es siniestro sino un manifiesto poco ortodoxo de un Edén único para los hijos de la eternidad. Es allí que el cielo se hace tocable y real. Paraíso que se traducía irónicamente en "The Brotherhood of the Damned" Club. Y en esa siniestra noche que se consagraba como la única noche donde tanto los eternamente hermosos señores de la noche como los hijos de la luna en su totalidad se encontraban presentes en un mismo lugar físico sin estar destripándose, por el momento, en un macabro y magnífico espectáculo. ¡Ojalá los dioses clementes, si existen como profesan los más insignificantes, castigasen a aquellos blasfemos que hozan a bufonear en tan solemne ceremonia! Fue el pensamiento que taladró en su mente ante el espectáculo que presenciaban. ¡Qué desagradable ofrenda era despojar el cuerpo de un hereje ante los pies de la reina! Minerva, quien era desbordantemente perfeccionista, obsesivamente defensora de las reglas impuesta por los suyos, consideró un insulto que rompiesen una regla importante: No matar en aquel lugar. Cuando escuchó a esa infame licántropa intervenir, no pudo más que entrecerrar sus ojos dejando que una sombra oscureciera su rostro, ¿Desde cuándo las bestias tenían derecho a opinar? Prudente fue aquella otra vampira que mucha razón tenía en sus dardos contra el rey de Francia. Pese a los actos infantiles de algunos, Minerva no se sulfuraba –o al menos no lo expresaba. La niña jamás demostraba mayores reflejos de emociones o sensaciones, ¡Oh, pequeña niña muerta que la catalepsia la sepultó en sus tiernos años! Observó con sigilo a su señor, único y majestuoso entre los vasallos de la noche. Le vio divertirse con la situación, ¿Y su reina? La observó con la misma prudencia para verla imponente y con aquella mirada única posada en sus ojos. Minerva se abrió paso entre los presentes, su pequeño porte y su rostro aniñado jamás le fueron un obstáculo para hacerse respetar. La niña habló pausadamente, dando la sensación de un susurro que resonaba dentro de las cabezas de los presentes, un susurro inquietante que podía ser oído absolutamente por todos. -Comportaos, todos. Ante ustedes, vuestra reina.- La rubia tenía detrás de ella a Eve Trudeau, a quien hacía referencia. Seguidamente observó a la otra dama de importancia en el lugar, Minerva hizo una leve reverencia a la reina Amanda Smith. –Dos reinas, y ustedes, vuestros bufones con vuestros actos.- Observó al grupo en discordia con una completa indiferencias, luego dio una fugaz mirada a los demás presentes. Un vampiro de completo luto prestaba atención mientras reposaba la punta de su bastón, una pareja de vampiros no pasaban desapercibidos para ella más allá ¿Esas miradas significaban algo? –Vosotros, todos.- Ahora habló en un tono más preciso para todos los presentes, un tono que de todos modos asemejaba a un susurro.–Habéis sido convocados a este lugar por vuestra reina.- No permitió tiempo a oposicionistas, especialmente de los hijos de la luna. –La mayoría de ustedes deben preguntarse cuál ha sido el motivo que se esconde detrás de tan elegante invitación. Pues veréis, aquí ya, todos reunidos, seáis todos testigos del cataclismo, la total falta de respeto, la apocalipsis profana y ridícula a la que un monarca hoza a ponernos. Rey de la blasfemia, rey de la imprudencia y de los juglares. Aquel rey que fantoche se sienta en su trono y pretende, con sus ideales insensatos, exhibirnos a todos, vampiros y lobos por igual, como un circo de fenómenos. Somos nosotros los amos de la noche, los amos de la luna, los amo del todos. Siendo dioses, ¿Deseáis ser entonces despojados de vuestra seguridad? Todo por el capricho de un neófito y su mesnada de vástagos grotescos.- Minerva posó por unos instantes la mirada en su señor y en la reina que le acompañaba a su lado. Deslizó entonces la vista a los demás presentes. Luego, continuó. –Nos presentamos ante ustedes, somos los oscuros. La hermandad de la noche y la luna, la cruzada que nos une como unos en su totalidad. Somos hermanos que trabajan por un mismo objetivo: La seguridad de nuestra especie. Especie magnífica. Los humanos nos querrán arrebatar de la tierra al verse amenazados en su insignificancia. Aquí todos somos iguales…Agua que fluye de un misma receptáculo de cristal- Finalmente, observó a la vampira y la licántropo que momentos previos parecían desfragmentarse con la mirada. –Todos somos parte de una misma baraja de cartas.-

por **Summer J. Abadie** Jue Ago 14, 2014 4:34 pm

La espera había sido eterna desde el momento de recibir la fina invitación. La promesa de encontrar un lugar en donde encajar e ideales similares a los suyos permanecían sutiles e invisibles dentro del papel. No tenía la más vaga idea sobre lo que encontraría allí, pero se hacía una idea: un sueño lleno de música, humanos y carmesí, delicias en cada inhóspito rincón. La frialdad y ambición de los de su especie siempre la habían repelido, mas se preparó para ese baile como cualquier noble humana asistiría a la ópera, añadiéndole el negro a cada prenda. Quería pasar tan desapercibida como le fuese posible. La emoción no hubiera sido la misma si hubiera sabido los planes que sus anfitriones tenían en mente.

Con inocencia tendió la invitación al guardia y ni por un segundo dudó al descender por las intricadas escaleras y los pasadizos oscuros hasta el trono de huesos sobre el que Eve se lucía como si fuera la reina del inframundo. El inframundo también debía oler como aquél lugar. En especial si había que compartir esa lúgubre habitación sellada con licántropos. Nunca le habían caído mal, pero apreciaba la distancia de esos seres toscos y salvajes, enfermos en su disgusto por los vampiros. En ocasiones, sus propias manos tampoco estaban exentas de muerte. Tan condenados como ellos, solo que a los que eran como ella les llevaría más años llegar al verdadero infiernos e iban por ahí como si ellos fueran unos santos solo porque no dependían de la muerte para vivir. No sin razón muchos vampiros también querían acabar con ellos. Ahora, con tantos licántropos sueltos que sólo tenían en mente matar vampiros, ¿por qué los habían encerrado allí con ellos? ¿Era ese un espectáculo y ellos las macabras marionetas de la reina? Confiaba en lo que hacía -su desarrollado sentido del peligro no le advertía nada en especial- por lo que se quedó allí tensa e inmóvil como una columna más mientras sus pensamientos eran vociferados por otros más valientes… o más estúpidos.

La tensión dio paso a la molestia apenas la niña habló. Obviamente trataban de jugar con sus cabezas, de convencerlos de ir en contra del Rey. El hombre que había nacido con el poder en las manos “porque Dios así lo quería” y ahora también estaba maldito. La rubia vampireza se cruzó de brazos y cambió de posición, solo para aparentar más tranquilidad de la que poseía. Tenían su atención y aún más irritante era no poder evitar coincidir con cada palabra que salía de los labios del pequeño ángel muerto. El Rey no tenía derecho a delatarlos y ponerlos en peligro como lo hacía. Tanto exceso de su parte traería consecuencias… Consecuencias que todos los presentes pagarían.

por **Jenna Saltzman** Mar Ago 19, 2014 9:08 pm

Más de seis siglos dentro de un mismo patrón, dentro de una misma monotonía que engendraría a base de mis ideales, y ahora con mi repentina estadía aquí había cambiado más que un simple punto de vista. Decir que mi manera de manejarme dentro de mis planes independientes sería alardear una calumnia, y que mejor ejemplo que aceptar la propuesta del convincente Vayne para unirme a un escalofriante y teatral grupo opositor a la demanda descabellada del rey. Ni siquiera hasta la noche del evento sabría decir el porqué de mi unión a ellos. Una distracción, real temor interno de que por culpa de terceros nuestra maldita raza comience a perecer en el exilio, quien sabe.
Una vez allí, procedí a seguir con cautela distintas indicaciones ajenas, siempre manteniendo el bajo perfil, sin necesidad de alegar a tributos innecesarios más allá que los justos para dicha causa. Y ya entrando todo era distinto. Majestuoso, soberbio, por supuesto, no podría describir de manera diferente tanto la ambientación del lugar como la ubicación estratégica de los integrantes. Como lograba verse, la primera visión al entrar eran lo que presumía ser los tronos de las reinas. Adoración y rechazo por parte del alud de personas que comenzaba a formarse, cada uno elegía sus palabras y expresiones espontáneas para el momento. Arqueé una ceja luego de contemplar toda la escena en sí, justo al momento que unas con inmortal líquido carmesí era servido. Ni bien di el primer sorbo fue cuando empezó la disputa entre lo que convenían a ser demás invitados. ¿Rebeldes del grupo? No bastaría con un comentario, sino que a él seguiría un cirquero debate, el cual, si se tratara de opinar, concordaría con las palabras de la licántropa que se había alzado entre los vampiros, así como con una vampiresa de cabello castaño.
—Absurdo… —musité en voz baja, casi como comentario interno. Siglos con vida y aún el descaro era provinente en cada rincón de la sala, o al menos eso connotaba todo esto, y me preguntaba como sería el comportamiento de los más antiguos.
Desviando la vista hacia uno de los costados, logré divisar al par de vampiros que había reclutado, y extrañamente me sentí a gusto de ver ese par de rostros conocidos.

por **Hela Von Fanel** Miér Ago 20, 2014 12:52 am

Incorrupta, llega de la mano de Constant, y mientras el sonríe presuntuosamente, la fémina capta el aroma de los licántropos en el interior de la cloaca, una esencia que se quedó impregnada en la herida de su cintura. Al saberlo, intenta leer la mente de quienes llegan a la par, pero ningún ignoto está enterado del por qué están ahí. Incluso los guardias carecen de información, como si alguien hubiese hurgado en sus pensamientos y robado las memorias que contienen lo más relevante. Quiere sonreír advertida, más sus labios no dejan de figurar esa línea perfecta. Al entrar, el melodrama barato que se exhibe, le es repugnante. Telas de seda en color rojo, enemigos cerca, un altar, un cráneo y una reina. Sólo les ha faltado la fanfarria. «Encuéntranos una salida» Exige al cuervo que revolotea sobre el edificio, pasando desapercibido entre los presentes y sus auras demoniacas.

Las copas de sangre, tentativas y vulgares, son rechazadas, al menos por uno de los dos. Al sentir la cercanía de Constant en su cuello, se aparta con ligereza. «Mantente alerta.» Sugiere en la mente ajena. Captando las imágenes que el ave de rapiña conduce hasta sus pensamientos. La construcción fue sabiamente edificada y elegida para que nadie escapara por propia voluntad. «Ve por ella» Al entender la orden, el corax emprende el vuelo y lo escucha azuzar en la lejanía, al unísono de esa maldita voz masculina. Eleva la mirada hasta él, siente como su mano es prisionera del amarre de su acompañante, puede percibir el vano intento por impedir que su vista se tope con la del rubio, demasiado tarde…

-Tu poesía es exquisita, una alegoría a oídos pueriles e insensatos- Hace sonar su voz por encima de las que se presentan en ese instante, dirigida sólo a la pequeña niña muerta a la que por nombre le pondrá ‘Lenore’. Suelta la mano de Constant dando un paso hacia delante. Observa el cuerpo del vampiro. Suspira con falsa pesadez. -¿Y si yo me opongo? ¿Se me asesinará aquí y ahora como a él? ¿Por ello es que cerraron las puertas? ¿Los que están a favor de su causa viven y los que no serán llamados traidores y morirán mientras su sangre es servida en copas? Hermosa historia, sólo que ya la he leído antes.- En ninguna frase expresada se muestran emociones o intenciones. Su mente es impenetrable –Y si decido quedarme ¿Qué gano aparte de su fútil protección? Me gusta el teorema de las cartas.- «Pero prefiero otro tipo de juegos mentales» Agrega para Constant y si misma.

Aparentemente la circense puesta, pretende hacerlos partícipes de su locura, si eso es lo que desean, así será.

por **Vayne Mercury** Vie Ago 22, 2014 1:59 pm

<<"No soy ni más ni menos que yo, un mero sirviente a las órdenes del Diablo Perpetuo">>
By: Vayne Mercury; un demonio como mayordomo.

[...] Miro a su alrededor y vio arrogancia, avaricia, gula, lujuria... Observaba todo lo que le rodeaba y nada le gustaba. El placer del dolor sentido en las carnes de otros le trajo malestar, las miradas de superioridad rabia, y el olor de excedentes nostalgia. [...] Le había entregado su billete a aquel señor para nada, pues todo lo que había ahí no era más que una falta de respeto para Dios; pero entre todo aquello una figura alzo su atención, posándose su mirada encima de ella y luego de él. Lo normal es que hubiera ido hasta ellos pero en lugar de aquello procuró esconderse entre la multitud, esperando que pasara algo que tal vez jamás ocurriría pero que podía ser y tanto como no. Se quedó resguardado en la oscuridad más próxima a su señor sin que éste se diera cuenta, -él ni nadie, pues se esforzó por pasar lo máximo posible en inadvertido-, para si daba la ocasión hacerse notar en aquel fastidioso lugar. [...] Pero no pasó mucho rato hasta que algo captó de nuevo su atención, y es que las puertas se habían sellado dejando atrapados a todo aquel gentío de mezclas extrañas de seres hijos de la noche y la eternidad. Inmortales y demás criaturas de la noche moraban ahora en aquella habitación para a saber qué, pero lo único seguro es que él esperaba la orden de su amo y señor para entrar a actuar o bien quedarse esperando a que los sucesos lo obligaran. -Qué curioso-, murmuró segundos después de atender a la estancia allí de Lady Ralph. Posteriormente se quedó atento a ésta y a su amo, a ambos a la vez esperando el momento propicio para ayudarlos o bien defenderlos de cualquier ataque físico y/o orden. -¿Se habrán dado cuenta de que estoy aquí?-, se pregunto para inmediatamente después auto-responderse: -Seguramente-.

por **Eve Trudeau** Lun Ago 25, 2014 12:11 am

¡Aquí y allá, donde quiera que mirara! Viraban a verme cadáveres maquillados y envueltos en la seda de la humanidad, con sus modos mundanos levantaban el mentón, bebían la sangre como si fuese vino francés y reverenciaban a las reinas del aire, de la mentira y del absurdo. ¿Vampiros?, ¿Epitomes del terror nos llamaban los mortales? jajajjajajaja Eve mordió su propia lengua hasta hacerla sangrar, ocultando una metálica carcajada. El ardid del cadáver se pudría cada vez más en el suelo, airando la sensibilidad de los presentes. Poco y nada eran las opiniones ajenas para la diablesa de oscura cabellera, sin embargo se sentía estimulada por el circo que se generaba... se giro para sentarse como lo haría un rey en su trono, colocando el cráneo sobre sus muslos.

---¿Se sorprenden?, ¿se ofenden acaso? --- Su voz era una macabra advertencia: Medid sus palabras. Recordad que las puertas están cerradas y sus patéticas vidas a tan solo una orden ... --- Muchos de ustedes ya nos conocen, han oído de nosotros... Los oscuros hemos vagado por Europa, aquí y allí, tomando fuerza, erradicando estúpidos... y nuestra orden ha sido muy clara, Minerva ya se los ha explicado: No interfieras en los intereses de la baraja.

Acallo, acariciando con sus uñas los pómulos de la calavera.

---Aquí y ahora no. --- Respondió Eve a la famosa Lorraine, en un tono de voz casi materno. ---Los dejare huir y entonces soltare a mis verdugos, y veremos que tan lejos pueden correr... --- Esta vez sí se rio, en una carcajada cínica que cambio su semblante a uno más endurecido---Nigel hizo su llamado, esta es mi única respuesta: El orden debe de recuperarse, ya hemos pasado mucho tiempo jugando a las intrigas... así que no habrá neutrales hasta que yo tenga una calavera nueva. Únanse a nosotros a dar por terminado este propósito o niéguense a hacerlo y serán sus cabezas las que tendré sobre mis piernas. ¿Comprenden mejor ahora porque han sido invitados?

por **Karin Schütz** Lun Ago 25, 2014 7:17 pm

Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer.

Y ahí donde la noche nos había reunido podía ver las caras, de todos los fríos, los oscuros, los nuevos oscuros tal vez, la pregunta era ¿Qué hacíamos ahí? Tanto yo como Pav, no encajábamos, si no hasta que la pequeña ricitos había hablado, con elegancia y claridad, mientras observaba poco a poco me daba cuenta de algo, no todos estaban de acuerdo algunos pensaban que era una locura ¿A caso no lo era? Sonreí de medio lado, a pesar de no compartir la misma raza que la mayoría de los que ahí se encontraban, me sentía bastante cómoda… pero claro nadie lo sabía y no tenían por qué conocer mas allá de lo que podría decir.

Me moví en silencio escuchando y observando, lo que una vez los Schütz me habían dicho que lo que tena era un verdadero don, mas ahora parecía una maldición, no podía leer las expresiones de la mayoría que estaban ahí, pero algo si podía adivinar, Eve la oscura mayor tenia bien claro lo que quería de nosotros y estaba dispuesta a todo por obtenerlo. Aquel hombre que había hablado en voz alta, denotaba lo que yo decía, mando, el sabia el poder que tenia y sabia como utilizarlo - Impresionante – susurre mientras me acercaba a Pav. Mis ojos comenzaban a ir de un extremo a otro, los pocos que se atrevían hablar, sabían el porqué de aquella junta, los otros permanecían callados y susurraban, tanto en pensamientos como en voz baja.

Todos éramos parte del mismo juego, todos queríamos lo mismo, tal vez no de la misma forma, pero… ¿El fin justifica los medios? Tal vez. Yo estaba ahí para observar, buscar sus debilidades, cuidar… vigilar y si que era buena… aun cuando muchos parecían atentos, podía jurar que estaban en otro mundo, leer rostros era algo fascinante mas cuando los vampiros eran poco expresivos… ahí estaba yo buscando quienes eran… Pocos Lycans, una gran cantidad de vampiros… Curioso… muy curioso…

por **Benneth Mozes-Kor** Jue Ago 28, 2014 8:35 pm

Si bien la carta llegó hasta mis blanquecinas manos de manera sorpresiva, más aún fue el hecho de haber aceptado asistir a tan magno evento. Fueron duras y largas noche de debate interno, porque es bien sabido por todos - o casi todos - que no se me reconoce por ser un sujeto sociable, por el contrario, amo mi espacio y mi soledad más que cualquier otra cosa en éste mundo. Pero vamos ¿a quién quiero engañar? Me siento sumamente curioso. Por primera vez en más de seis siglos de ser un muerto en vida, he sentido la imperiosa necesidad de encontrar el por qué de las cosas. De darle un rumbo distinto a mi muerte, más allá de todo lo ya conocido. ¿Qué más queda por conocer para un vampiro como yo que se jacta de haber recorrido ya, tantos lugares y personas? Quizás esta noche tenga algunas respuestas y algunas sorpresas. Repito, deseoso estoy por saber el motivo principal de todo. Espero fervientemente que mi decisión no haya sido errónea, ya que me estoy dando una última oportunidad para no morir por segunda ocasión de propia mano. Una última oportunidad...

Una vez entrego mi invitación, penetrando en aquel recinto iluminado a media luz, mis sentidos se ponen en alerta. Un aroma muy peculiar, pero bastante desagradable, inunda mis fosas nasales. Ahí dentro no sólo hay más criaturas como yo, sino los enemigos naturales de los vampiros: Los licántropos. ¿Qué mente enferma o sagaz ha podido lograr tal objetivo, sin que por el momento se estén haciendo pedazos? Algo muy importante debe estarse tejiendo, muy importante, de lo contrario, ya estaría siendo partícipe de una auténtica carnicería. Si bien no es de mi agrado tal aglutinamiento, estoy extrañamente excitado. Mis ojos han escudriñado cada rincón, esperando encontrar un buen sitio donde poder tomar asiento para fumar un cigarrillo, como ya es costumbre en mi.

Con pasos lentos pero firmes, me adentro en aquel mar de subterráneos, abordando una pequeña butaca al final de una habitación, desde donde puedo analizar cada detalle sin molestar y ser molestado. Esperaré cuanto tenga que esperar, la noche es joven aún.

por **Jacques Roman** Sáb Ago 30, 2014 5:34 pm

La ira encendía el cuerpo del antiguo que alejado del centro y del trono, cual hallaba espacio a la vampira morena, observaba con cuidado y recelo cada palabra, cada movimiento, cada gesto de los que peones como él, esperaban con ansias que todo les fuera revelado. Algunos observaban las puertas cerradas con desagrado. ¿A qué depredador le gusta de sentirse atrapado, cazado? A ninguno, pensó llevando su cuerpo a moverse en pasos silenciosos pero firmes entre aquellos sutiles aromas, de los cuales ninguno conocía. A cualquier otro vampiro le habría incomodado. No a Jacques, quien más allá de su fuerza y edad confiaba plenamente en sus capacidades. Y de querer salir victorioso de aquel lugar, no tenía duda que lo haría. No le costó hacerse un hueco al caminar, con su impoluto traje y su fija mirada en la vampiresa que lucía como reina en el trono. ¿Era aquello lo que pretendían? ¿Gobernarlos? —No nos asustáis, sabéis?. Soltad a vuestras mascotas. Que vengan… - sonrío ampliamente y con suma lentitud tomando lugar frente al trono y al traidor, pisó la cabeza del difunto vampiro, quien pasó a ser polvo bajo su pie. – Y como él, terminaran. —Amenazó en un gruñido que reverberó las paredes de aquel lugar de pronto silencioso, expectante. — ¿Los oscuros? En épocas y vampiros más oscuros me he rodeado en esta eterna existencia. —Comentó con una pequeña sonrisa en sus labios. Al fin estaba captando la atención de quien debía. A fin de cuentas el rey vestido de bufón no debía rondar muy lejos. — Después de todo este teatro vuestro, creo que es hora de darnos respuesta. No todos somos jóvenes y fáciles de convencer. Decidme ahora mi señora, ¿Quién escoge que orden debe de prevalecer? ¿A qué estúpidos matar y a quienes salvar? Por un lado tenemos la amenaza de que nuestra condición sea descubierta, cierto. — Admitió sin perder de vista aquellos profundos ojos. — Pero también contemplo la amenaza de que nuestra raza sea gobernada a ciegas por quien cree contar con el poder necesario para tal hazaña. Otros muchos lo han intentado y nadie jamás lo ha logrado. ¿Cómo persistir eternamente? Si los peones caen, el rey cae con ellos. — Sentenció con un tono duro y frío, lleno de realidades pasadas y actuales. A continuación de modo suave curvó su cuerpo en una elegante reverencia ante la dama del trono, ajeno a todo lo que a su alrededor acontecía. Retando en silencio, esperando a que el bufón se descubriera. —Y ahora una última pregunta nuestra hermosa dama antes de que sigaís con vuestras dulces amenazas.— Ahora sí, se iba a divertir. — ¿Seremos los vampiros gobernados por quien se esconde bajo la sombra de su reina? — Y su mirada irremediablemente pasó de la vampiresa hacia quien había hecho de instigador al principio de la velada, apenas el cuerpo del traidor tocó el suelo de la sala. Reconocía quien poseía los hilos del poder. Y solo le faltó que este le devolviera la mirada para ser cómplice en aquel teatro interminable. ¡Oh, sí! Le había descubierto.

por **Akseli Nygard** Dom Ago 31, 2014 2:19 am

Presente en la reunión desde antes de la llegada de varios, oculto incluso de aquellos que conocía se encontraba el Nygard, esperando el momento de hacer su presentación que no pudo ser más oportuna cuando su viejo amigo Jacques hacía acto de presencia. Akseli había aceptado ir a aquel lugar porque las intenciones del hombre que le reclutara le parecieron las correctas y era por eso mismo que no podía creer la clase de estupideces que Jacques decía a la mujer sentada en el trono; para el Nygard todo estaba sucediendo como debía, pero claro, él conocía al rey detrás de toda aquella farsa montada perfectamente para descubrir las intenciones de todos los presentes.

Con andar tranquilo y despreocupado salió de las sombras en las que se hallaba y se acerco hasta Jacques, quien para su gusto se encontraba demasiado cerca de la Reina. Una vez que estuvo cerca y que sabía que su aroma no pasaría desapercibido por su conocido y con su característica actitud, pateo una rodilla de Jacques con la finalidad de que se arrodillara ante la Reina y entonces rió divertido.
– Así es como le hablas a las damas Jacques – chasqueo la lengua – me decepcionas con tu actitud y mucho más cuando te diriges a alguien que sabe mucho más que tu de este asunto y de eso te lo puedo garantizar yo – termino por situarse a un lado de él. La seriedad inundo entonces su rostro y sus palabras – Recuerda que… “No todos somos tan jóvenes” y sabemos lo que debemos, cosa que no puedo decir ti– menciono con algo de burla pues a pesar de su aspecto joven era mayor en edad al Roman.

Dirigió entonces su mirada a la inmortal en el trono, haciendo una reverencia ante ella para mostrar su respeto y agradecimiento, no solo a ella, sino a aquel que le había convocado tan amablemente a algo que le resultaba tan divertido.
– ¿Quieres saber cual es la finalidad de todo? ¿Deseas conocer que será lo que sucederá? – dirigió la mirada a Jacques y después a todos los presentes – Llegara el momento en que conozcan lo que deben por ahora limiten su comportamiento a respetar a quien les ha invitado. Muestren esa educación que dicen tener y no se la den de listos – se dirigió entonces a Jacques – ¿Esta claro? O quieres que te lo explique lentamente Jacques – podría tolerar muchas cosas pero el que otros trataran de sentirse superiores era algo que siempre había odiado y que siempre odiaría.

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