No solo la maldad puede vestirse de muchas formas [Priv. Lazarus]

Las historias que surgían entre las personas más ancianas y no tanto, de aquellos más supersticiosos coincidían siempre en que los lugares donde caminaban sin descanso las ánimas buscando el sendero de su hogar eran los bosques. Si, fuese en París o en su tierra irlandesa, la historia siempre era las mismas y el lugar coincidía. Parecía como si aquel tipo de lugar bien apartado de la civilización siempre fuese vinculado por todo tipo de culturas con lugares hechizados o llenos de misterio, lugares que para el hombre de la urbe le era desconocido, extraño, perfecto para los cuentos.
Pero de algún modo Lazarus sabía aquellas historias solía tener algo de cierto, ya que los lugares apartados de la civilización como aquel, era entorno perfecto para que vampiros, licántropos o “brujas”, se ocultase para hacer de los suyas o huir de astro rey.

Los bosques parisinos eran lo suficientemente frondosos para que cualquiera se perdiese en ellos, incluso durante el día y tan repletos de flora y fauna que el hambre era lo de menos.
Ahora Lazarus caminaba por ellos siguiendo un rastro y un cierto rumor, hombres que se dedicaban a cortar leña para vender a la ciudad decían que había visto a una dama alba, una mujer de caminar etéreo, seguramente un alma atormentada que habían asesinado en aquel bosque y que caminaba por éste mismo sin descanso, y que ésta no era la única, había más. Seguro que allí había algún refugió de varios individuos.

La tarde estaba bien entrada y aun quedaba pocas horas para el anochecer, dudando que aquella mujer de la que hablaban fuese un mero fantasma, el cazador buscaba coger de improvisto a un licántropo o más bien un vampiro saliendo de su apartado escondite. Aquella hora era perfecta y por ahora todo estaba saliendo a pedir de boca, ya que había encontrado el rastro en el bosque que confirmaba la existencia de aquella mujer, humana o no.

La huella le llevó a la orilla del río y éste continuaba a su lado, seguido por la precaución y escondido localizo al fantasma. Una joven mucho más joven que él penetraba entre las aguas heladas, una sílfide espectral de una belleza delicada, no parecía haberse percatado de su presencia.
Lazarus oculto entre la vegetación, analizaba a aquella chica buscando rasgos que salieran de lo normal, por ahora solo podía ver a una humana simplemente. El sol aun estaba más alto, así que la descartaba la posibilidad de que fuese vampiro, si era un licántropo en aquel momento del día no podría tomar su forma más peligrosa, y así que le quedaba otra posibilidades.

Recordando el nuevo método de caza. “preguntar antes de matar”, más le valía cumplirlo, sus dudas ante los métodos de sus hermanos inquisidores, su experiencia anterior donde había visto un alma humana reflejada en el cuerpo de un humano le hacía actuar de aquel modo.

Atrevido y sin tomar precaución se sentó como si nada en la orilla del río, demasiada seguridad tenía en si mismo que incluso se atrevió a lanzar una piedra cerca de donde estaba aquella chica para hacer notar su presencia. Si allí había un refugio de “seres sobrenaturales”, ella terminaría soltando prenda si tenía vinculo, quisiera o no.