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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Melissa Landry Miér Jun 04, 2014 11:54 am

No maldigas la oscuridad,
sólo prende una vela.

Cualquiera podría decir que justo hacia unas pocas horas en la más gran mansión de la zona, tuvo lugar una tragedia. Tras acudir diferentes médicos, venidos de las afueras de París, todo el lugar se había llenado de curiosos que solo deseaban algo que llevarse a las habladurías. Cerrando las puertas a canto y canto los sirvientes tras las llegadas de los esperados y tan ansiados doctores, la mansión quedó cerrada hasta que tras una hora de exhausta revisión los médicos partieron. Y de nuevo, ninguna solución. La madre de Melissa, seguía empeorando y no había forma de detener la enfermedad. Parecía que la sangre vampírica de Daphne, ayudaba a la pobre señora a restablecerse. Sin embargo de la última visita de Daphne fue de hacia bastantes semanas y ya sin la fuerte sangre de ella circular en su cuerpo, parecía ser que su vida se fuera extinguiendo lentamente, como su consciencia. La causante de que a veces ni se acordara del rostro de su joven hija al despertar y no reconocer a aquellos que la rodeaban. Ni propiamente en aquellos momentos se acordaba de su propio nombre.

La joven bruja ya rendida tras estar todo el día al pendiente de su madre, se dejó caer en uno de los salones. Poco importaba ya que aquel sillón en el que se estaba tumbando fuera el predilecto de su protectora y segunda madre, como para ello lo era Daphne. En aquellos instantes necesitaba calma y mientras intentaba relajarse y no pensar demasiado más en todo aquello que la entristecía, no podía dejar de pensar en ella. De la que no sabía desde hace semanas atrás nada, ni una visita, ni un contacto por carta, siendo inusual aquel comportamiento en ella, y más cuando el estado de su madre era tan delicado. ¿Dónde estás Daph? ¿No oyes mis ruegos? Madre se nos muere y no encuentro la forma de detener la enfermedad. De nuevo sus suplicas parecían llegar a oídos sordos. Suspiró y dejando la vista perdida por el salón, observando sin ver realmente a los sirvientes hacer sus quehaceres a su alrededor, lentamente se fue durmiendo, agradeciendo aquel momento de paz en cuando finalmente los ojos se le cerraron.

Los sirvientes que la vieron dormirse no hicieron nada. Conocían del sensible sueño de la joven, a la que con cualquier pequeño ruido se despertaba, sin poder conciliar el sueño de nuevo tras ello, así que solo pensando en el frío de la noche en aquel lugar, le pasaron una manta por encima para que no se enfermara también ella, cubriendo así su cuerpo. Tras ello, terminaron de limpiar y se fueron, dejándola a oscuras alumbrada tenuemente por la luz de la luna que se filtraba por las ventanas, dispuestos a cerrar las puertas de la mansión y a irse dormir ellos también. Tras todo el día recibiendo visitas de los diferentes médicos, todos se lo tenían bien ganado.

Justo cuando el último de los sirvientes se abandonó a Morfeo y la última vela fue apagada de la mansión, Melissa se removió inquieta en aquel sillón.

De nuevo las pesadillas volvían a ella. Oscuras y siniestras producían que su corazón latiera acelerado en un intento de despertarla. Esta vez parecía que le avisaran de una amenaza, de una sombra que escondida en la noche penetraba en su hogar. Intentó volverse a dormir, no pensar más en lo que quedaba de noche, no despertar. En vano, sin embargo al llegarle un ligero ruido. Frunció el ceño al oír el chirrido de una de las puertas de madera principales y abrió los ojos. Esta vez no había sido un sueño, o una visión de un futuro lejano. Había sido real. Levantándose lentamente, en un intento de no hacer mucho ruido, enfocó sus ojos en el pasillo que llevaba a la entrada principal, desde donde provenía aquel ruido. En cuanto sus pies tocaron el suelo, tomó una de los candelabros que tenía más cerca con la llama viva de una vela y decidida fue hacia la entrada, hacia la puerta. Anteriormente alguna vez habían entrado algún que otro gato o hasta simplemente la puerta se había abierto por una racha fuerte de viento en la noche. Y como los sirvientes alguna vez se dejaban alguna que otra puerta sin asegurar, era normal encontrarse con situaciones como aquella.

En la silenciosa mansión solo sus pasos se escuchaban, como así los fuertes latidos de su corazón expectantes. Parecía tener miedo, aunque jamás lo tuviera. No con su barrera protegiéndola de ataques inesperados en la noche. Y aun así, era cierto. A cada paso que se alejaba del salón, sentía una extraña sensación. Alguien la observaba. ¿Quién? Se mordió el labio inquieta. Una parte de ella reconocía aquella misma sensación. Se le hacía conocida, sin poder acordarse del motivo, ni de quien era el causante siguió caminando decidida hasta cruzar el vestíbulo y llegar a la gran puerta de entrada, a la que se acercó y aseguró, encontrándosela ya asegurada. Alguien y no había sido ella, había cerrado la puerta desde el interior de la mansión. — ¿Quién hay? —Preguntó con voz firme, volteándose quedando con la espalda en la puerta de madera, encarándose a las inciertas sombras. — Podéis salir… sé de vuestra presencia. —Añadió fijando sus ojos hacia donde creyó vislumbrar una sombra, consciente del peligro que corría aún como bruja ante un ser de la noche. Porque si de algo estaba segura, era que la presencia que sentía, era la de un inmortal.


"¿Acaso creías que podías bailar con el diablo y no pagar un precio por ello?"
—Anne Rice —


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Mensaje por Fletcher J. Maciel Dom Jun 08, 2014 5:45 pm

La poesía nace del dolor.

Instintivamente guardaba espera a las afueras de aquella deslumbrante mansión, la propuesta estaba hecha y sabía que la mujer a la cual buscaba se encontraba entre esas cuatro paredes o quizás, ese era su lugar de refugio para guardar apariencias; Sólo tenía una cosa en claro, alimentaba a un saco de huesos moribundo entre sabanas de satín, sentía su olor a muerte a kilómetros de distancia. La angustia que invadía cada rodear de esa ectarea revolvía su estomago bajo los instintos humanos de familiares. Sólo una chica entorpecería su actuar y era esa misma que no abandonaba segundo alguno el hogar para que este caballero entrara a terminar lo que comenzaba a tramarse entre manos; Coló sus pasos una primera noche, donde el velo de la oscuridad obligaba a todos los presentes a dormir, aquella muchacha de la cual aún desconocía, dormía a los pies de la mujer a punto de morir, encantadora escena que repudió al pasar su mirada de forma fugaz por la pintura retratada frente a él; Se le obligaba a ese cuerpo inerte seguir con las tortuosas ideas de una vida convencional, a base de la sangre envenenada de una vampiresa corrupta - Bonita forma de darle vida - pensaba, pero no se detenía en darle más caso al asunto, no era su punto primordial.

Noches siguientes continuaba entrando de incógnito, algunas puertas se le eran abiertas por la misma servidumbre, mujeres jóvenes, adolescentes que dejaban libre la seguridad de su dueña por un poco de conocimiento extraño, era ahí cuando Fletcher se reía de lo miserable de la sociedad actual, presionaba sus dientes para no tener malas reacciones que pusieran sobre alerta a sus nuevas victimas; No les haría daño, pretendía manchar sus manos sólo con una fibra de sangre y era la de Daphne, pero por más que entrara a ese lugar, jamás se encontraba con ella. Llevaba semanas tras sus pies, siguiendo sus movimientos, pero tal parecía que lo había descubierto; Maldecía bajo ese hecho, no sería tan estúpido como para dejarse reconocer, cómo para que una simple vampiresa  fuera conocedora de sus planes, no era posible, intentaba no seguir pensando en aquello o su mejor enemigo sería él mismo.
Aquella velada la situación salió de control. Doctores corrían de adentro hacía afuera, mientras él, se ocultaba en una de las habitaciones abandonadas, solía estar días enteros aveces, abusando de la des concentración completa de la chica que se suponía, era la dueña de hogar. Buscaba entre fotos, retratos de su victima, pero no hallaba nada. Sólo se encontraba con recuerdos familiares, conoció a la mujer que tantas noches pedía ayuda a la chupasangre, la conoció a base de fotografías, reconoció allí también el semblante sano del saco de huesos que se encontraba a punto de morir sobre la cama de una habitación central. Guardaban sus restos, eso parecía, ella no se salvaría, él no dejaría que la mujer siguiera bebiendo de la vampiresa y mucho menos, dejaría que la vampiresa continuara haciendo de las suyas.
Sí o sí habría una muerte allí, y no se lamentaba por ni una.

Permaneció entre las sombras, espero nuevamente a que los sueños se adueñaran de sus almas para salir a su nuevo paseo; Bajo las escaleras hasta el salón central, primera vez que se encontraba allí, la luz de una vela  señalaba a presencia de la ya conocida mujer - Estúpida, ¿Que haces acá? - Pensó mientras desviaba sus pasos lejos de allí, comenzó a tronar sus dedos debido al error que había cometido ¿Cómo podía estar ahí? estaba arruinando todo, era su única oportunidad para desplazarse por el primer piso, maldecía y la exasperación jamás lo hacía pensar del todo cuerdo, se cargó contra una de las puertas cerrando su seguro; La cagó, o eso pensó.
Los pasos de la mujer comenzaron a razonar contra el piso - Con un carajo - musitó para sus adentros, recorrió sus pasos hasta ocultar su cuerpo tras un grueso cortinaje que evitaba a la luz lunar trepar las rendijas de ese hogar tan vulnerable. Ella se acercaba, él silencio sus dichos, sintió cómo llegaba a estar cerca de él, mientras el castaño tomaba aire y esperaba a que lo olvidara. Se encontraba casi frente a ella, la detallaba, era igual a las imágenes que había visto antes, solo que ahora se encontraba mas demacrada; Que desperdicio dejarse estar por alguien que debe morir o morirá sí o sí.

Algo tarde pretendía pasar como si nada, ahora le hablaba y no le quedaba de otra que dar la cara, trono sus dedos y salió por entre las telas de ese cortinaje llevando sus pasos de frente a la fémina - No grites... no te exaltes y mucho menos pidas ayuda de tu vampiresa, porque de ser así, esa moribunda que está arriba, perderá el alma entre mis manos - sentenció con la vista dura- créeme que lo haré a sangre fría.


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Mensaje por Melissa Landry Lun Jun 09, 2014 5:14 am

Tu mirada,
el mayor de los enigmas.

Cada noche las premoniciones la asaltaban. Desde pequeña siempre había sido igual, encontrándose aterrada cuando una vez aprendida la lección de que aunque cambiara el destino de una persona, irremediablemente el destino volvería a cazarla hasta que se encontrara con lo que le debía de ocurrir desde un buen principio, sin dar opciones. Lo que para ella quería decir que no podía salvar las vidas que veía parecer antes de hora. Por ello, esas noches intentaba no dormir, terminando irremediablemente dormida a los pies de la cama de su madre en lo que velaba sus sueños. Temía encontrarse con la premonición de la muerte de su madre, como así una vez soñó con la de su padre. Y sin embargo aquella noche, tras las anteriores sin soñar en nada, se había encontrado con la visión de su propio hogar, siendo asaltada por alguien.

Tras levantarse del sillón, todo le había indicado de la presencia ajena. No solo su magia le hacía ver que había un aura diferente entre ellos, sino que también el ambiente. El inusual silencio de la mansión le hacía conocedora de que algo ocurría aquella noche entre esas cuatro paredes.

Apenas tardó unos pasos en darse cuenta de una presencia, que conocida o no, algo le decía que había estado anteriormente por allí. No era una bruja tan poderosa como su madre lo fue antaño, y sin embargo sus sentidos, su capacidad de ver sin realmente ver era muy aguda, tanto, que solo bastó sentir aquella fría presencia lejana a ella para darse cuenta que había un vampiro en su hogar, y que no era la misma Daphne.

La vela seguía alumbrando tenuemente a su alrededor, mientras la luz de la luna se encargaba de hacer visible parte de las sombras de la mansión. Tras sus palabras y viendo fijamente aquel recoveco en una de las cortinas, en las que podía sentirle escondido, esperó paciente a que se mostrara, preparándose por si hacía falta protegerse de aquella desconocida presencia. Irguió tenuemente su barrera a su alrededor, preparada por si debía de usarla con ella o con quien fuera el amenazado y tras unos segundos de un profundo silencio, las cortinas se movieron, revelando la figura masculina de un joven que captó enseguida con sus ojos, la atención de la joven bruja.

Le observó con cierta curiosidad y desconfianza al tiempo que los pies masculinos, lo llevaban a acercarse hasta ella. Al sentir su amenaza sintió un escalofrío bajar por su espalda, cual ignoro, negada a dejarse vencer de buenas a primeras por quien había interrumpido su sueño y la calma de su hogar. Fijó sus ojos en los ajenos, aguantando sin titubear la mirada del inmortal y sonrío ligeramente, aguardando que se le acercara más para que sus labios se movieran diciendo sus primeras palabras.

No gritaré… no me exaltaré y no pediré ayuda a la vampiresa. — Susurró con calma preguntándose una parte de sí, como es que sabía de Daphne y por qué la andaba buscando. — Simplemente no la avisaré por que no está en la casa. – añadió viendo si así aquel vampiro deshacía su búsqueda y se iba de allí, dejando la búsqueda de Daphne por perdida. Ya luego se encargaría de enviarle una carta, y de avisarle que la andaban buscando.  — Lo que sí que no consentiré es que un desconocido venga en medio la noche y amenace la vida de mi madre tan ligeramente e impunemente como un ladrón entrando en el hogar ajeno. —Añadió viéndole seriamente, dejando la sonrisa de un lado, sintiéndose embargada de preocupación por la seguridad de los suyos; de su familia.            
       
 — Así que decidme quien sois, que hacéis y a quien buscáis. Los motivos que tenéis y luego os vais de aquí. — Ordenó con voz firme, nada comparada con la luz de la vela que en su mano no dejaba de moverse, y la que Melissa esperaba que no se apagara, dejándola en la oscuridad ante aquel desconocido. —Ya bastante tengo con las premoniciones como para ir detrás de un vampiro en mi propio hogar. —Resopló viéndole fijamente a los ojos sin dejar atemorizarse por su dura voz e intensa presencia, dándose cuenta demasiado tarde quizás, de lo cerca que estaban y de la luz de la débil llama que estaba por apagarse.


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Mensaje por Fletcher J. Maciel Mar Jun 17, 2014 11:05 pm

El nuevo estado en el que comenzaba a entrar no era el mejor, sobre todo cuando ese placer tan atractivo llenaba sus entrañas tras los dichos de la joven frente a sus ojos; En extremo, la fiereza que detonaban sus actos se hizo un vicio a sus oídos, lo que por defecto le obligaría a escuchar un poco más, a desear esa manía inaudita de su voz a chillar con suma ligereza cuando se trataba el tema de aquella moribunda en los pisos superiores del hogar.

Aunque hacía ya mucho tiempo que no jugaba con humanos a gusto y disgusto, logró doblegar sus sentidos y saber que esa no era la noche de romper tal descrito, no era humana, para su mala suerte. Que rostro más sublime bajo la escasa luz de aquella vela. Dio un par de pasos hasta ella sin responder aún a esa avalancha de comentarios, frunció su ceño y sin decir más nada, (A pesar de no haber dicho palabra alguna en respuesta) presiono sus propios labios marcando la mirada fija en la fiel llama que le dejaba paso libre a divagar por los ojos enigmáticos de la castaña —No está en condiciones de imponer nada, bien puede ser su hogar...— Comenzó a marcar un paso de encierro por los alrededores de la fémina, rodeando su cuerpo sin roce, hasta llegar nuevamente a su frente —Pero quien lleva el mando en este momento, es su servidor aquí presente... Daphne no volverá y puedo ser quien continúe la inútil vida de su madre o quien la deje morir, como debió haber pasado hace mucho tiempo ya— Sentenció una vez que se inclinaba tanto a ella que la respiración de la ajena, chocaba contra las mejillas albinas del hombre —No juegue con la muerte, a ella la esperan , y no en el mejor de los lugares— Enarco una de sus cejas exhalando el aire comprimido en sus pulmones, apagando de ésta forma la vela que se hallaba entre las finas pieles de su compañera.

Le diré lo que haremos... llevo días, quizás semanas siguiendo los pasos de aquella vampiresa amiga suya, sé que viene seguido aquí, he escuchando sus suplicas para que una vez más liberé del sufrimiento a su madre, pero sabe que la siguen y probablemente sabe que estoy aquí, no vendrá, no si usted no me ayuda en tal caso—  No cortaba distancia, a pesar de los defectos que le limitaban a estar cerca de seres como ella. Con un peso injurioso en sus dichos, una vez más rompió la privacidad de aquella muchacha. Su firme mano rodeo el antebrazo izquierdo de la mujer, mismo que sostenía la vela entre la palma de su mano, la presionó con tal fuerzas que el objeto se estrelló contra el suelo haciendo un estruendo que posiblemente despertaría a los sirvientes del hogar —La esperaré arriba, ponga orden y haga que no duerma nadie en este hogar, sólo seremos los tres... no me decepcione, porque soy capaz de todo, no tengo nada que perder y usted por el contrario, lo tiene todo— Cuando hubo terminado sus comentarios, la dejo libre, dedico una falsa sonrisa entre dientes y besando el dorso de su mano se alejo con completa calma, subiendo las escaleras que daban a la habitación de la mujer en cuestión. No lo seguiría aún, las luces comenzaban a encenderse en la planta baja y los murmullos de aquellos sirvientes daban vida una vez más a ese hogar.

La encontró perfectamente establecida sobre la cama, con los ojos cerrados y una respiración agitada. Los detalles estaban de más cuando lo visto no era digno de seguir analizando, hizo un mohín a esa efigie recostada y comenzó a rodear aquella habitación de cuatro paredes; Imágenes, prendas de vestir, maquillaje, hasta dar con lo deseado.

Sentía el olor de la vampiresa entre un par de prendas ocultas en los armarios, había estado en esa habitación, claro que sí, iba por bueno camino. Una característica especial se le había ido de las manos, seguramente la mujer hablaría. En estado natural camino hasta la agónica acercando tanto su rostro como le era posible al ajeno — No creo que... — no logró terminar sus dichos cuando la puerta principal se abría — Interrumpe una charla muy exquisita entre su madre y yo— Murmuró de forma jocosa y rodeo aquel reposadero para sentarse sobre una silla que de seguro, usaba la fémina para acompañar por las noches a su madre — ¿Se han ido?— Su semblante cambió, ya dejaría de jugar.


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Mensaje por Melissa Landry Miér Jun 18, 2014 12:06 am

No bajeís jamás la mirada
a menos que tengaís las estrellas a vuestros pies.
Proverbio.

La presencia masculina acaparraba toda la atención de la femenina. Aquellos orbes se fijaban en los propios y Melissa se encontraba incapaz de apartar la mirada, pareciendo que fuera ella la hechizada y no al revés. Manteniéndose aún por ello en una pose digna y altiva, viéndole de frente, siguió encarada, negándose a dejar que viera sus puntos débiles. Excepto de que el punto más importante que temer, ya lo sabía; su enferma madre.

En todo el momento le observó. A cada paso que se encontraba más cerca de ella, irremediablemente terminó por sucumbir y dar un paso atrás al verse tan de frente con aquel que con el silencio parecía negarse a responderle. Consciente de la brevedad de la llama de la propia vela la joven bruja tuvo que mantener la vista sobre los ojos ajenos, cayendo por completo que con la sombra de la vela, aquel pálido rostro solo se veía mucho más terrorífico y a la vez enigmático. Siempre lo había dicho, y repetido mil veces más a la propia Daphne. Había algo mucho más allá de los poderes que los inmortales pudiesen tener que los hacia atractivos. Quizás porque era sus presas, o porque los humanos sabían apreciar la belleza en algún que otro sentido. Pero el verle a él, con sombras bailándole por sus facciones y aquellos profundos ojos, no podía más que asentir a sus propias palabras. Los vampiros eran seres magníficos – sin contar que se alimentaban e sangre humana. – y con cierta curiosidad, escondida bajo su fachada de molestia siguió preguntándose quien sería aquel joven.

Apenas al tenerle frente de sí,  frunció más que sus labios al ser por completo ignorada, hasta que volteándola, como si se encontrara acechándola como un animal, sus primeras palabras rompieron aquella tensión volviéndolo a situar frente a ella.

¿A caso no sabéis escuchar? No os lo volveré a repetir, no me amenacéis con la vida de mi madre. — Susurró tercamente contra la mejilla albina del joven que inclinándose había conseguido rozar con su fría piel el aliento y los labios de ella. Negó ligeramente sin miedo de nuevo, rozando aquella blanca piel con el pétalo de sus suaves labios,  cuando sus palabras irrumpieron aquel instante, haciendo que apartara los labios de aquella mejilla que por unos instantes había besado inconscientemente, atraída por aquella cercanía. — Ella irá al cielo, mientras a ti solo os espera un infierno muy largo. La existencia a veces es la peor de las maldiciones, ¿sabéis? —Alzó la ceja viendo cada uno de sus movimientos e intentó apartar la vela del aliento frio del vampiro. Sin embargo demasiado tarde. Ya que tras ello, el frio aliento del vampiro apagó la llama, sumiéndolos en la oscuridad, traicionada por la luz de la luna que se colaba por las ventanas.

Justo uno de los rayos de luz alumbraba al joven, que en ningún momento parecía dispuesto a apartarse de su cercanía. Viéndole con molesta y cierto desconcierto, perlando sus orbes de una confusión latente dejó que la tomara del brazo mientras escuchaba con cierto escepticismo las palabras ajenas. Estuvo por decirle que no contara con su ayuda, que ella no iba a hacer que Daphne volviera solo por caer en una trampa, cuando sintió una presión en el brazo y tras unos segundos de aguantar, al sentir el dolor quemar su articulación, soltó la vela al suelo que cayo estrepitosamente.
Poco tardó Melissa en descubrir que motivo oculto se encontraba en aquello. Tras el beso fugaz a su mano, la que rápidamente apartó de los labios ajenos, los primeros pasos llegaron a ella y las velas alumbraron la entrada principal donde ya solo se encontraba ella. Los sirvientes se habían despertado tras el ruido.
Como le hagáis algo a mi madre…—Le avisó entre dientes en un susurro, antes de verlo desaparecer de un momento a otro, justo cuando los primeros pasos irrumpieron en la entrada.

Señorita Melissa… ¿Estáis bien? — Le preguntó una de las jóvenes sirvientas bajando las escaleras, junto a las demás que se dirigían hacia ella. Ella asintió sin saber muy bien cómo reaccionar. ¿Cómo pensaba que podría hacerlos irse de allí a todos, en apenas unos pocos minutos? Y ¿Por qué debían de estar los tres solos? No se fiaba de él, aun así al recordar que su madre seguía allí y lo más seguro que anduviese el vampiro con ella, se concentró rápidamente en encontrar una salida a todo ello y viendo agradecida a las sirvientas que se habían apresurado a atenderla, fue que una gran idea vino a su cabeza. — Solo se me cayó la vela al suelo, no ocurrió nada… solo estaba por venir a veros cuando me sucedió el infortunio. — Les explicó empezando a formar su plan en su cabeza para hacerlos salir de la mansión por esa noche.

Los sirvientes aceptaron sus explicaciones, pensando que se debía deber al estado de cansancio de la joven. Recogieron rápidamente hasta que Melissa los detuvo. — Por favor dejadlo, ya lo recogeré mas tarde. Ahora os necesito pedir urgentemente un favor y necesito que no me preguntéis. — Les dijo esperando que su plan tuviera éxito, ya que cada segundo que hablaba con ellos, era un segundo más en que el vampiro se encontraba con su moribunda madre. Y temía gravemente por la vida de ella.

Habló con ellos, diciéndoles que debían de irse de la mansión por esa noche. Alegó que mañana esperaban la visita de Daphne en la mansión del centro y que debía estar preparada para su llegada y que en sus problemas con madre, no se había acordado hasta ahora de ello. Por lo que debían de ir rápidamente hacia la otra mansión, dormir allí y en la mañana arreglarla. Más les indico de comprar uno de esos pasteles de ciruela que tanto le gustaban a su madre y traérselo por la mañana, a ver si así mejoraban el ánimo de la mujer. Si los sirvientes la encontraron extraña, no se notó ya que asintieron y partieron todos sin excepciones, más que el jardinero el que se quedó en su cabaña en los jardines.

Una vez todos se fueron, justo cuando el último de ellos cerró la puerta de entrada y oyó los caballos tirar del carruaje que se habían llevado, fue que subió las escaleras y rápidamente surcó los pasillos hasta llegar a la habitación de su madre. Se detuvo y tras respirar hondo algunas veces, abrió con la mano la puerta, encontrándose con su madre despierta mirando horrorizada al vampiro que parecía estar demasiado cerca.

¡Apartaros de ella! — Le ordenó entrando dirigiéndose automáticamente hacia la cama de su madre. Su pecho aún latía frenético por la prisa que se había dado por llegar hacia allí en el menor tiempo. — Seguro que era exquisita por ello se encuentra asustada…— Añadió con un mohín sarcástico en sus labios viéndole de reojo, mientras tomaba asiento al lado de su madre, en su cama y se aseguraba que se encontrara bien. Besó la frente de ella e intentando calmarla, ya que parecía encontrarse asustada volviendo su mirada sobre la de ella y el vampiro frenéticamente. Una vez mejoró el estado de su madre, Melissa se volvió hacia el vampiro que había tomado asiento donde ella solía sentarse.

Se han ido todos. —Le contestó desconfiada. — Estamos solos así que decidme qué queréis, porque una bruja tiene sus trucos, y os garantizo que de volver a veros cerca de mi madre, yo misma os enviaré al infierno. —Sus ojos se volvieron fijos en los de él, cayendo en la postura más seria que este había adoptado, señalando así que el juego parecía a punto de terminar. Suspiró y desviando unos segundos la vista hacia la llama de una de las velas que siempre dejaba encendida para que su madre no se encontrara sola en la oscuridad, volvió la mirada a la de él, concentrandose en que no se notara lo que su presencia la desconcertaba. — Como habéis dicho yo tengo cosas que perder, por lo que cuente, haré el esfuerzo de escucharos. Más no os garantizo hablar, o tener las respuestas que buscáis. —Susurró pensando en que nadie era capaz de saber dónde estaba o donde iba Daphne, ya que jamás se mantenía un control sobre ella y solía aparecer por casa, cuando una menos se lo esperaba. Y tampoco es que pensara delatarla, simplemente podría ofrecer información que no sirviera o darle pistas falsas. — ¿Por qué estáis aquí? Y que deseáis saber?


"¿Acaso creías que podías bailar con el diablo y no pagar un precio por ello?"
—Anne Rice —


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Mensaje por Fletcher J. Maciel Jue Jun 19, 2014 11:11 pm

Los delitos que antes había cometido le obligaban a mantener en su mente la idea de fija de que hacer luego de terminar el acto con tales preciosuras, era un vil juego que solía hacer de forma mental con todas sus victimas, aunque ellas no se catalogarían como tal, hizo el mismo ejercicio por una simple costumbre, saber como se verían en un divino baño de sangre; La mujer sobre la cama, se vería exactamente igual, ya estaba muerta, para los ojos del inquisidor solo era un estorbo de huesos que se obligaban a mantener como en un museo. Pero la fémina, aquella joven bruja, oh... su mente daba un sin fin de ideas, se dejaba jugar como un infante entre las telas de sus perversidad.
Un festín con miles de posiciones, obligarla a que hiciera cosas que una muchacha de buena situación jamás haría, para luego, en la mayor de las humillaciones, cercenar su cabeza, apuñalar su pecho, dejarla caer, beber de ella, tenía muchas ideas, pero regresó a la realidad, estaba obligado a una promesa propia que se había hecho; Con humanos no, no les haría nada, aunque la idea fuera realmente obsesionante.

El fin de discutir  contra la muchacha era simple color al lienzo que pensaba pintar. Observaba con regocijo como intentaba calmar a la moribunda contra la cama, mujer que se quejaba quizás de dolores que salían a relucir de vez en vez. Se tomo el derecho a chasquear sus dedos en medio de los murmuros de ambas mujeres — El melodrama no se me da señoritas... — Miró a la mujer indispuesta — Señora. — corrigió enarcando una de sus cejas, adjuntando a lo mismo un rostro nauseabundo por la efigie que tenía que ver frente a sus ojos. Entorno semejantes y se acomodó con mucha más ligereza sobre su asiento, cargó sus codos sobre el borde de sus rodillas desafiando ambos pares de ojos que no le perdían de vista. — No me vean así, que me puedo cohibir — en un tono burlesco rompió sus esquemas alzando ahora su cuerpo para caminar a la ventana más cercana a su propia antonimia.

Fue el momento perfecto para ver como los empleados dejaban el hogar, unos tras otros, siguiendo sus pasos como monigotes que se manejaban bajo la fina cuerda de un titiritero — Perfecto. — Murmuró corriendo el cortinaje que prohibía el destello lunar iluminar aquellas cuatro paredes. Los delitos que pensaba cometer se entretejían en su cabeza en el mismo momento del acto, no llegó con cartas bajo la manga, sabía lo que haría en el momento adecuado, antes no. No gustaba del hecho de que alguien pudiese leer su mente y saber al instante sus siguientes movimientos. Se giró una vez más a las humanas, cargando ahora su espalda sobre la amplia pared que se le era ofrecida, resoplo y apagó una vela, una de entre las tantas que pensaba detener con el andar de sus curiosos pasos.

La voz aguda de la fémina lo hizo recaer nuevamente a la realidad del momento, seguía increpando sus actos a cada andar del castaño, ciertamente se estaba cansando de tal actitud. Antes, cuando lograba verla desde lejos se veía un poco más cuerda, algo más calmada, pero quien dice que actúe como desalmada cuando se tocaba en ella el punto débil, ese punto muerto que no dejaba fluir.
Relamió sus labios y con gusto a provocar, dejo aflorar sus colmillos sabiendo que el reflejo que daba la ventana dejarían en completa exposición tal acto — Éste es mi infierno... tener que oír su barata protesta es mi  disgusto. — Reclamó casi en un gruñido, su postura se había encorvado un tanto que parecía estar listo para atacar en cualquier momento, bajó la mirada y devoró de forma mental a la moribunda de grandes ojos que lo veía. Disfrutó de su miedo, ver cómo se revolcaba entre esas finas sabanas buscando la ayuda de su hija lo hizo proveedor de una jocosa sonrisa muy amplia entre sus labios. Pero no atacó, no fue así, poco después escondió tales entre el grosor labio inferior que le distinguía para dar dos pasos más hasta la siguiente vela que se apagaba tras un ligero suspiro — No vengo por respuestas, soy completamente capaz de hallarlas solo — Otra vela era apagada tras sus pasos recorriendo la habitación— Vengo por algo más, algo que usted al ser devota de aquella vampiresa me puede dar, y tendrá que hacerlo... porque como usted misma acaba de repetir, tiene mucho que perder, pero me puedo encargar de dar vuelta tal situación y hacerla ganadora de muchos beneficios — Dos de sus dedos, para ser más exactos su dedo indice y pulgar, sostenían la mecha encendida de una vela para apagarla, sólo quedaba una iluminando el enotrno de auqellas cuatros paredes y era la que se perdía entre ambas antomías, contr la mesa de noche junto a  la litera.

Había invertido gran parte de su tiempo en buscar a tal efigie, y al encontrarse con el momento, con la perfecta ocasión de poder hacerlo estaba dispuesto a dar algo que jamas se le había pasado por la cabeza hasta ese instante, exacto minuto en el cual se encontró una vez mas con los ojos enajenados de aquella victima,  aquella fiel simpatizante de la sangre inhumana. Lo hacia pensar, claramente por una razón seguía viva y esa era una de las mas coherentes para el segundo, y claro estaba el hecho de que si lo había oído en su minuto, ahora lo comprobaba. Y a la ora de ver prioridades, su mayor anhelo era aniquilar con las manos propias a la vampiresa, quizás la bruja no ayudaría de mucho, pero si algo escapaba de sus labios, si la más mínima insinuación de sus actos le daba alguna señal, el castaño se daría por pagado.

Momentáneamente pensaba en como plantear la idea, tras pasar un rato junto a ellas estaba en crecimiento el juicio que daba, unas histéricas que no lo comprenderían de inmediato y debido a sus insulsa amenaza se veía que era alguien de poca paciencia; Cosa que lograba acercarlo un poco más a los juegos, ¿Cómo perder tal oportunidad? Sacaría de ella hasta su peor imagen, buen propósito para divertirse en sus horas de trabajo.

Entrados los segundos retorno sus pasos hasta dar contra el pedestal donde yacía la mujer entrada en edad, con la yema de sus dedos comenzó a acariciar aquella base de madera, siguiendo los talles que eran un adorno simple para cualquier espectador. Ladeo su cabeza y busco la mirada de la joven que lo sentenciaban a responder preguntas que se habían lanzado claramente contra la mesa sin tartamudeos. Guardo tiempo solo para exasperarla un poco más, insistía en ello, era delicioso verla así — ¿Busca sinceridad en mi? — Enarco una de sus cejas mientras a la par, daba una mordida del propio labio inferior detallando su figura, una vez más, sólo para provocarla — ¿Enserio busca sinceridad en un desconocido? ¿En un vampiro que violó la seguridad de su hogar? — Chasqueó su lengua un par de veces ladeando su cabeza de lado a lado para negar a lo antes dicho — Está muy mal haciendo preguntas tan directas si no sabe con real certeza de que mis respuestas serán que la desea oír, al contrario de... — Se acercó con rapidez a ella, en un abrir  cerrar de ojos ya estaba sintiendo su respiración cálida una vez más, bajo el tono de su voz detallando sus ojos temerosos — Al contrario de mis preguntas y propuestas.

Tomó distancia, pero no la necesaria — Estoy aquí para hacer una oferta que no podrá dejar pasar... ella está muriendo, Daphne no vendrá y mi sangre la puede tener unos días más a su lado  — La fría mano del inquisidor sujeto con levedad la de aquella moribunda, la alzó lo necesario para dejarla caer una vez más contra las sabanas — No tiene fuerzas, le doy un par de horas, en tan sólo un par de horas puede comenzar a despedirse de ella — Ahora sí tomaba una distancia prudente, estando a un par de pasos nada más — Usted elige, si yo gano, ganamos ambos... si Daphne gana, usted pierde a su madre — Sentenció, sin mayor preocupación siguió rondando las esquinas de aquella habitación, apresurando su respuesta con un juego de su lengua — Tic, toc - tic, toc —.


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Mensaje por Melissa Landry Dom Jun 22, 2014 3:54 am

La luz como la esperanza sobrevive
hasta en la más intensa oscuridad.

Ya de por sí le molestaban las noches en las que por premoniciones, ruidos u otras cosas ajenas a ella, no conseguía conciliar el sueño o era despertada en medio de la noche. No obstante aún más le molestaba el haber sido despertada gracias a una intrusión de cierto extraño vampiro que parecía querer saber de Daphne y que obviaba responder a sus propias preguntas. No solo una vez, si no todas las veces; como si fuera una especie de campeonato en ver quien dejaba a quien más de los nervios. Siendo el que perdiera antes la compostura el vencido en ese retorcido juego.

También le molestaba el haber tenido que alejar a los sirvientes de su hogar, haciéndolos desfilar de la mansión hacia otra en la misma ciudad, bajo pretextos falsos a los que luego tendría que dar explicaciones ante Daphne si llegaba a enterarse, encontrándose segura de que alguna de las sirvientes se lo dejaría caer, haciéndola quedar mal ante su protectora. La joven bruja suspiró y tomando aire, calmándose, en un intento de parecer serena, observó a su madre intentando descifrar que le ocurría. Si su rostro asustado se debía a la presencia del vampiro o de que volvía a padecer sus dolores, que no conseguía hacerlos cesar de su enferma madre.

Como cada vez que veía a su madre, en sus ojos se asomaban pequeñas lágrimas, todo y que en aquel instante se contuvo y más cuando al oír las palabras burlones del joven, se giró hacia él, manteniendo su mirada en todo momento en la ajena. Con demasiadas preguntas rondando su inquieta mente. —Resulta curioso, podría afirmar que os gusta y celebráis lo que habéis provocado. —Dijo dando alusiones a la huida de los sirvientes que ahora debían andar empaquetando a punto de irse de allí, dejándola sola con el enemigo o quien fuera que fuera aquel desconocido. Riendo suavemente ante sus últimas palabras, negó consciente de que aquel joven inmortal no parecía cohibirse y mucho menos por las miradas de ellas.

En todo momento le siguió con la mirada, y con una mueca siguió sus palabras atentamente, adivinando que debía de andar viendo como los sirvientes definitivamente se alejaban de la mansión y las dejaban solas, excepto por él. Suspirando se giró hacia su madre, la que acarició tiernamente, como si pudiera romperse en apenas un tacto más bruto de lo normal y necesitara siempre aquella tranquilidad y calma. —Estaremos bien, no te preocupes. —Le prometió con seguridad en cada una de aquellas palabras susurradas al oído de su madre, nuevamente para tras ello volverse al inmortal y preguntarle a que se debía su presencia, por tercera vez desde que lo hubo descubierto merodeando como un ladrón en hogares ajenos, bajo un pretexto que podría ser falso. ¿Por qué alguien buscaría a Daphne? Se mordió el labio sin encontrar respuesta a su pregunta y alzando la ceja, observó como una de las velas se apagaba gracias al aliento frio del vampiro, al cual veía aún desde la ventana, por el reflejo del cristal.

El rostro del vampiro quedó en la penumbra, alumbrando sus facciones más marcadas por las velas que aún seguían encendidas por la habitación, dándole un aspecto fiero que la sorprendió y aterrorizo por unos segundos, al verle los colmillos crecer, aflorándose contra los labios masculinos, al descubierto. Su corazón tartamudeó aquel breve instantes, hasta que recuperó la calma, recordando las veces que había visto los de Daphne.
Mi pesadilla es tener que soportaros, sobretodo en una noche. Con lo cortas que son para mí, ya de buenas a primeras. —Replicó haciendo caso omiso como anteriormente a sus palabras y tono de su voz graves, acompañados por su reclamo en forma de un gruñido.— Por lo que no es de mi vital importancia cual es vuestros demonios particulares, cada uno tiene los que tienes, y hasta los vampiros los tenéis. —Le repasó con la mirada a través el reflejo del cristal y sonrío. —Y algo me dice que los tuyos os están hablando ahora mismo… —Canturreó viendo el fuego de las velas, en la mirada que le dedicaba el vampiro desde el otro lado del espejo.

Su madre tras aquella mirada y sus palabras, tan delicada y débil como se encontraba se encontró acercándose a Melissa, retorciéndose entre las sabanas en un intento inútil de escapar. Ya no podía ni dar un paso más, se encontraba demasiado mal, débil, exhausta. La bruja preocupada por calmar a su madre no se dio cuenta de la posición del desconocido hasta que fue consciente de como una de las velas se apagaba, siendo prontamente apagada otra llama viva de aquel fuego que alumbraba la habitación, sumiéndolos lentamente en la oscuridad. Y no fue la única vela que se apagó, quedando finalmente solo la llama de aquella que se encontraba entre ambas.

Entonces decidme y dejaros de tanto teatro, de tanta expectación, aunque bien no creo que se pueda confiar en su palabra. —Musito sin dejar de verle, poniéndose en tensión al verle acercarse a su madre y a ella, tan lentamente que parecía buscar molestarla todavía más. —Busco que habléis y que dejéis de mirarme de esa manera. —A sus ojos no pasó desapercibido la forma en que los oscuros orbes recorrían su figura, haciendo que su miedo se acrecentase, ante  los pensamientos de que quisiera algo más de ella, que solo hablar. Vigilándole con la mirada le escuchó en silencio, hasta que de pronto se lo encontró pegado a ella y jadeó de la impresión. No estaba acostumbrada a esos juegos y aún más a sentir su fría piel tan cerca de la propia. Le miró a los ojos temerosa, olvidándose de que no era una humana corriente, olvidando que tenía poderes para alejarlo de ella y exhalo su aliento contra el rostro de él.

Por inercia sintió su cuerpo acercarse al vampiro, siendo aquel breve instante donde el vampiro tomó la mano de su madre, dándole a ver a la bruja la tan poca vida que quedaba en el cuerpo de la señora.

Viendo la escena y escuchándole se mordió el labio. Daphne llegaría a tiempo como siempre, pero si era cierto que su madre se encontraba en un estado muy avanzado. Quizás no llegaría a tiempo, pero tampoco le era opción el darle sangre ajena a la de su protectora. Siempre podrían tener aquel poder de controlar a partir de su sangre a los humanos y no deseaba saber que haría aquel desconocido con una esclava de sangre.

Tras escuchar el ruido molesto de la lengua masculina, dio dos pasos hacia él, alejándose del oído de su madre, para que no le escuchara.  —No puedo fiarme de tu palabra, antes lo habéis dicho que no se puede esperar nada de un desconocido que ha entrado así en mi casa. —Se mordió el labio y negó, acercándose un paso más hacia su posición. — Y tampoco sé si puedo fiarme de tu sangre. Existen poderes para controlar a los humanos con tan solo que beban de los vampiros. —Señaló sin saber cómo proceder en todo aquello, oyendo de fondo la respiración ajetreada de su madre.

Decidme que queréis y os responderé. Pero dadme tiempo para pensar lo de su sangre, no desearía condenarla más de lo que ya está. —Un paso más hacia él y se encontraba a escasos centímetros de volver a sentir su frio aliento contra ella. — y por más que os desagrade, insisto. Si esperáis que confié en vuestra palabra, decidme quien sois y qué sois. —Le miró de arriba abajo hasta quedarse mirando sus ojos nuevamente, mientras su corazón incrementaba sus latidos debido a la cercanía. — Porque no parecéis un amigo de Daphne, y aún menos un vampiro corriente. —Apuntó ladeando la cabeza para en unas palabras y en un chasquido de sus dedos, volver a encender las llamas de las velas, alumbrando de nuevo la estancia con su magia.—Bien, ahora que ya no parecéis tan terrorífico a la luz de las velas, hablad de una vez. —Se iba a decirle algo, para nada del mundo traicionaría a Daphne, de eso estaba completamente segura.


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Mensaje por Fletcher J. Maciel Miér Jul 02, 2014 8:03 pm

Parecía una broma lo que se llevaba a cabo frente a sus ojos, un socarrón de palabras mal implementadas para calmar a la mujer, o ese saco de huesos que yacía inhabilitado, completamente inútil sobre su cama, laberinto que la acompañaría las horas que le quedaban de vida, porque decir días era exagerar, y las exageraciones o falsas molestias no le jugaban a favor al inquisidor.

Sentenció con la mirada la empalagosa escena que se llevaba a cabo, la joven se inclina al rostro de la moribunda, besaba sus facciones intentando calmar sus intentos patéticos de huir, ¿Creería enserio que lograría al menos dar un paso fuera de la cama en ese estado? Era sorprendente lo tenaz que se podía llegar a ser en momentos de pánico, creer en imposibles era suculento a sus pensamientos, más que mal, para él era divertido el hecho. Imaginaba ya a la mujer a duros pasos intentando llegar a la puerta, ¿Y luego qué? ¿Pensaba acaso bajar esas escaleras, salir a las calles, los callejones y pedir ayuda? Por favor, que lo haga, se repetía en su cabeza, que lo haga para que la noche tome diversión, pues la joven, se rehusaba a caer ante sus provocaciones para sacarla de aquella burbuja de dureza que fingía y el claramente reconocía.

La necedad de la misma lo hizo entreabrir sus labios, obviando las palabras de la muchacha, que ya a esas alturas, poco y nada le importaban, profirió sin ver a sus ojos, si no estampando a la agónica — ¿Enserio cree usted que estará bien bajo el cautelo de mi presencia? — Murmuro contradiciendo lo que antes había mencionado su hija para verla tranquila, no diremos "En paz" pues para eso, quedaban un par de horas — Señora mía, ¿Usted consiente las mentiras dentro de este lugar tan hogareño? Digo, es su hogar, yo no aceptaría de una hija tales mentiras y mucho más a tales magnitudes como ella las está planteando pues como sabrá y necesito aclarar — Parpadeo y su mirada se hizo más intensa, la sentía arder, pues en sus facciones se detallaba con claridad lo que quería demostrar — No estarán bien, menos usted, que es un blanco fácil, para mi... como para Daphne — Ignoró a la joven y continuó — Y por supuesto, cómo pasar por alto aquello, preocúpese, su vida está en juego, no la mía ni la de su... — Por primera vez la detallo como lo merecía una dama, quizás antes lo había sospechado o afirmado, pero ahora en sus ojos notó la claridad de su ser — Bruja — Murmuro en un ínfimo susurro, una ladina sonrisa se marcó sobre la comisura de sus labios y cerró sus comentarios — Deberían preocuparse ambas.

Arbitraba por el lado de la lastima, sabía que tomando a la mujer como principal presa la joven comenzaría a dar las informaciones que necesitaba para salir lo antes seguido tras los pasos de aquella vampiresa, pero el juego se volvía interesante y encarcelaba en su cabeza un par de opciones para mantenerse allí un rato más. Infringía sus propios mandatos, pero ¿Acaso era algo de pecado? No, pues no seguía las ordenes de nadie, estaría allí la noche entera si era necesario, días completos hasta sacar el mayor provecho de la situación. Disponía de tiempo y mucha imaginación, mientras aquellas dos féminas, sólo disponían del tiempo que el les asignaba.

Implantar en ella una falsa confianza ya no era parte del plan, por lo que se dejo llevar por cómo intentaba dominar la situación una vez más; Era una chiquilla, una bruja atormentaba bajo los brazos de la oscuridad que se dividía entre él y la pequeña llama que aún cobraba vida entre ambas féminas, las tenía de perder, pero aún quería invertir las cosas para que el inquisidor perdiese sus armas de ataque y respuesta.
Empezó chasquear su lengua mientras asentía cinicamente a sus confesiones, una frase lo hizo sonreír tanto así, que relamió sus colmillos con la punta de su lengua, estaban fuera, listos al ataque, listos, siempre atentos — Y bien... — Detalló en sus ojos un brillo característico por el reflejo de su propia imagen — ¿Cómo se supone que la estoy viendo? — Sonrió — Podría dármelo a saber para dejar o no, de hacerlo — Reía opacando tal acción hasta terminar una vez más transformada en una gélida sonrisa sobre la comisura de sus propios labios.

Y cómo cuál desafiante, relamió el grosor de su labio inferior con la punta de su lengua, retorno la mirada  los ojos fieros de la joven; Tomaba atribuciones de una mujer ya mdura, se acercaba tanto al cuerpo ajeno que aquellas antomías parecer imitar un baile clandestino, oculto entre esas cuatro paredes dónde más descibríria los dañinos pensamintos del inquisidor al tenerla a una distancia tan faroble, como para sus brazos y para su sed en aumento.
Perverso era el juego, no se veía tentado, pero sí provocado, y como se arrepentiría la muchacha de romper con el espacio personal de un vampiro espía, un inquisidor, entrometerse en su trabajo.

Ignoró cada una de las fuertes palabras que eran dirigidas en su dirección, relamió cada una de sus silabas en su memoría, haciendo tiempo, haciendola esperar hasta que la brujería tomo paso entre sus cuerpos y la habitación una vez más se iluminaba por efecto ajeno ¿Enserio creería que lo dejaría así de fácil? Entorno los ojos, cortando todo tipo de distancia entre ella y su anatomía, con su diestra contra la espalda baja de la jovén murmuro contra su oído, algo ajeno a lo preguntado, a lo planteado antes — Señorita... me gusta trabajar a oscuras — y como todo rebelde, abusando de la propiedad que se otorgaba, mordió con sus dientes el lobulo de su oreja, esperando la ofensiva de su compañero no se quedó; Abuso de su rapidez para tomar cada vela entre su palma derecha, imitando una antocha con las llamas unidas haciendo una, exhaló un último aliento regresando la habitación a la única luz de vida, la que se hallaba entre ella y su madre.
Presionó tales objetos hasta desontegrarlos por compelto hasta esparsirce por los suelos, un polvillo blanco que luego alguna criada tendría que limpia — ¿Quien soy? Bien — Fingió amnesía un segundo he jugo a los roles de caballero y señorita; Caminó una vez más en dirección al cuerpo de pie, se inclinó tan sólo un par de centimetros y besando el dorso de sus mano menciono en pleno roce de la misma — Fletcher Maciel, señorita... no es necesario que se presente conmigo, sé su nombre, lo hace y deshace — Su voz ya no era cordial, regresaba a ser el mismo — Con quien sale, a los que frecuenta y con quienes lleva un roce poco amistoso — Ladeo su vista a la litera detallando los ojos taciturnos aquella invalida — Sé que pronto ella ya no estará aquí — Murmuró — No estoy pidiendo que confié en mi, le estoy dando vida a cambio de información...— Soltó su mano, retomo la postura y rodeo una vez más la cama para estar al otro extremo de donde se encontraba la bruja.

Esto es sencillo, primero... no le guarde secretos a su madre, si quiere decir algo, grítelo, que ella merece escuchar sus dichos tanto como yo — Una jocosa sonrisa era complice de sus fechorías — Dos, jamás sería amigo de una creatura como Daphne, busco su muerte no su amistad — La mirada le había cambiado — Y tres, no soy un vampiro corriente — Enarco una de sus cejas tomando posición sobre la cama, su cuerpo se semirecostaba junto al de la mujer, misma que temblaba de forma descontrolada, intentando huir de aquella cercanía sin conseguirlo. Recostó su espalda sobre la cabecera de esa litera, mientras con los pies en alto, ensuciaba de barro las mantas blancas con las sucias botas que tría puestas.

¿Hablará? Tengo toda la noche


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Mensaje por Melissa Landry Mar Ago 26, 2014 12:48 pm


Distraer al enemigo
Es nuestro mejor plan.

A cada minuto, segundo que pasaba por la vida de la joven en aquella habitación encerrada con el vampiro, sentía más y más las diferencias entre Daphne y él, sintiéndose de una extraña forma atraída por aquel que había venido a amenazar todo cuanto conocía. Su familia.  Lo que no pensaba tolerar, aún a riesgo de su propia vida.

Dejad a mi madre en paz, solo está enferma. Dejaros de buscar presas que no se pueden defender, cobarde. — Espetó con suma molestia alzando la ceja con una mirada fría fijada en la de él. Parecía que fuera uno de sus pesadillas que se hubiera hecho real solo para atormentarla más de lo que ya de por si hacían en sus noches de desvelo. Se cruzó de brazos y le observó, cayendo en el laberinto oscuro de cada palabra ajena, lo que solo provocaba que su enfado cada vez fuera mayor y deseara con todas sus fuerzas que sus poderes hubiesen sido igual de oscuros que aquel ser, para poder si misma llevarlo al infierno o encadenarlo a un árbol a espera de que el sol calcinante terminara con aquella maldita existencia que parecía llevar el inmortal.

El vampiro seguía hablando con su madre, haciendo que su cuerpo moribundo temblara, quizás de frio o de miedo, Melissa no podía saberlo y aquello terminó por desesperarla. Nunca le había agradado ver a su madre de aquella forma, en la cama, postrada a merced de la sangre de Daphne, sin embargo ahora ante aquella nueva situación, descubría que había algo mucho peor.— Yo puedo protegernos a ambas… Tranquilízate, no ocurrirá nada. — Volvió a insistir diciéndole a su madre, intentando que su madre centrar la vista en ella y se concentrara en sus palabras, dejando de oír al inmortal que aseguraba estar a merced de él. — Está a salvo. — Insistió esta vez volviendo hacia el vampiro, fijando su mirada con sus orbes y quedándose allí, sintiéndose estudiada por él y sus poderes. Una sensación similar a cuando descubrían las auras, se hizo presente en el cuerpo de la bruja que hizo que su piel se erizara. —No os atrevaís a amenazarme… — Le dijo tras que sintiera su naturaleza mágica descubierta ante él.  —Podría haceros arder en un descuido y vuestra existencia terminaría. — Podía hacerlo, sin embargo sabia y era consciente de que él también tenía el conocimiento que de hacerlo, él llegaría ante ella en un segundo y que solo tardaría un segundo más, en romperle el cuello y terminar así con la magia con el que se encontrara hechizado.

Siguió en todo momento su mirada y sus movimientos, sonriendo al verle la sonrisa y aquellos colmillos que parecían estar dispuestos a atacar en cualquier momento. Listos, preparados. —Os brilla la mirada, os estáis relamiendo los colmillos, no hace falta ser adivina para saber que nada inocente sucede en vuestra mente. ¿Verdad? —Mencionó tomándose la libertad de encararle, acercarse a él tanto como le fuera posible. — Me miráis como si fuera un jugoso trozo de carne que servir a la mesa… Y creedme, que me estáis infravalorando. No solo soy un jugoso tentempié. —Concluyó ladeando la cabeza, aguardando por morderse su sonrisa. Una que venía a ser un faro de luz o una tentación para aquel ser que la observaba y que tan cerca de ella se encontraba.

Tras aquellos momentos tensos, la magia por unos segundos alumbró la habitación hasta que de nuevo aquel ser volvió a hacer de las suyas, a ejercer su mandato y autoridad que creía tener y con sus propias manos volvió a sumir la habitación en la oscuridad, menos por una simple vela que quedo resguardada de la fuerza de sus manos.

Os diría que es un gusto conocerle Messier Fletcher, si no fuera mentira visto el momento actual. — dijo secamente tras que él finalmente se le presentara de la forma más cortes, como si así le hiciera pensar en que todo aquello era corriente y él no le deseaba ningún mal. — Melissa Landry. — Se presentó haciendo oídos sordos a sus palabras. Toda dama debía presentarse y así lo hizo. — Una joven bruja que siente que se encuentra usted en una de sus pesadillas y a la que no le gustan que le amenacen a su servicio. —Concluyó con una irónica y suave sonrisa, fijando sus ojos en los de él. Intentando indagar más, de cualquier forma. A veces era simplemente buena en leer las auras de los demás, pero con él parecía que su magia no surgiera efecto. No como con Daphne. Con ella en muchas ocasiones podía sentir como se encontraba y  como se sentía. Sin embargo él era un libro cerrado, que no se dejaba leer. — ¿Un vampiro poco corriente? —Repitió sus palabras, sin entenderle. Jamás había oído de que los vampiros pudiesen ser poco corrientes. Todo eran los mismo, seres inmortales sin alma que en un pasado habían sido humanos. Sin saber si se refería quizás a su profesión, le escuchó y terminó por hacerse una idea, todo y que aún no demasiado exacta del trabajo o papel de aquel vampiro.

Oh ya veo… solo debe de ser entonces un asesino que busca la muerte de Daphne, sin motivo alguno. ¿Tanto os aburre la eternidad, Sir? —Le preguntó. — Creí que la inmortalidad estaba hecha para disfrutarla… no para jugar a verdugo o salvador de la vida de mortales. Y no hacéis más que increpar a mi madre moribunda, disfrutando realmente de este retorcido juego que bien seguro tenéis en mente. — Tras sus palabras volteó la cama y encontrándose por detrás del vampiro, lo rodeó hasta tomar asiento en su mismo lado, más cerca de su madre a la que esperaba calmar con su cercanía y presencia. — Ahora seré yo la que juegue a vuestro juego. — susurró rompiendo el silencio impuesto en la habitación tras las últimas palabras ajenas. —Primero, no es quien para decirle que debo decir o que no delante de la señora. — Le regañó con una mirada dura y molesta por que fuera capaz de decirle o tomarse la confianza de que debía hacer o que no debía delante de su madre. — Segundo… — Tras un suspiro miró a su madre. — Madre por favor protegeros. Alzad una barrera a vuestro alrededor. — Le aconsejó viendo satisfecha que su madre aún era capaz de entender cuando debía de hacer caso a los consejos y cuando no debía ni de escucharlos.

Una barrera se impuso alrededor del cuerpo de la enferma, rodeando su cuerpo por completo en una barrera protectora que impedía que pudieran llegar a ella, y también impedía – y aquello era lo que había buscado también con ello; Melissa – que las conversaciones del exterior de la barrera no se oyesen. Teniendo ahora la joven bruja toda la libertad para decirle lo que quisiera al vampiro, sin que su madre se aterrorizara de las respuestas que él seguramente le prodigaría.

Y tercero… ¿qué debo de hablaros si aún no me habéis preguntado? Primero necesitaría saber que necesitáis saber de Daphne para poder deciros que lo deseáis oír. Tomando en cuento de que la información que poseo de ella, puede ser muy similar a la vuestra, ya que a nadie le dice donde se aloja, ni donde se encuentra. Tampoco a mí. Y suele viajar mucho. Pero eso seguro ya lo sabíais, verdad? — Frunció el ceño con cierta prepotencia, acordándose de las palabras en las que él aseguraba saber todo sus movimientos. ¿Y si él lo conocía todo, porque no encontraba por si solo a Daphne? — Y por último, por favor apartad vuestras sucias botas de la cama. No es agradable dormir en una cama sucia. — Y tras sus palabras sin permiso alguno del vampiro, tomó sus botas, sus pies y tiró de ellas hacia el suelo, apartándolos de la cama que estaban ensuciando, viendo fijamente a aquel vampiro que de ojos oscuros y mirada fría, seguía impenetrable cada uno de sus movimientos, así como en  la reparación acelerada que bombeaba con fuerza, el corazón en su pecho, sintiendo sin poder remediarlo como la oscura presencia del inmortal se adentraba en ella. Afectándola sin querer aun mostrándose fuerte ante él. — ¿Y bien? — Añadió cruzándose de piernas ante el filo de la cama, esperando que empezara con las preguntas. — Sois quien tiene prisa por el amanecer, por lo que siendo usted, iría hablando antes de encontraros siendo cenizas.  


"¿Acaso creías que podías bailar con el diablo y no pagar un precio por ello?"
—Anne Rice —


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Mensaje por Fletcher J. Maciel Miér Sep 24, 2014 11:02 pm

Estaba a la espera de sus palabras, el mencionar la mínima sospecha de colaboración le serviría para sus cometidos; Pero era terca como ella sola, misma razón que lo hacía mantener la frialdad de sus actos, aunque no cambiaba de forma sugerente, desafiaba ahora su mirada, tronando sus dedos cada par de segundos, sus dichos ya eran desagradables y a pesar de sentir fastidio por la bruja, algo lo hacía perecer a dañarla, un extraño fervor en su centro ¿Sería importante? Lo ignoró, no era momento de  averiguar esa extraña nueva sensación.

Una jocosa sonrisa surgió de entre sus labios, detallando cada mínimo gesto que la bruja manifestaba en su dirección; Estaba realmente molesta, la voz le había cambiado y el sentimiento de regocijo lo inundo tanto así que la comodidad de su cuerpo se hizo más profunda junto al saco de huesos que intentaba mantener con vida; Una de sus manos se extendió hasta rosar con el dorso de esta  la mejilla fría de la mujer moribunda, temblorosa la sintió, chasqueando un par de veces su lengua sintiendo el odio reprimido que la joven intentaba apaciguar para no levantar la tensión en la sensible señora.

Y nuevamente su gloriosa voz destello entre las paredes estallando sin más en una real risa del vampiro, ladeo su rostro, la ignoraba, sólo se dedicaba ahora a ver a la mujer junto a el sobre esa litera; No lo veía de frente, intentaba mantener su mente fija en la joven, misma que hacía buen papel al intentar cuidarla, lamentable es que no contara con la presencia de un compañero como el castaño que arruinara sus planes de tranquila asistencia — Esta mujer le dio la vida preciosa ¿Y aún así, con eso en su cabeza, tiene el descaro de mentirle de esa forma? Es una falta de respeto, rompe las reglas de cortesía para con su moribunda mujer — Sonreía, no lo lograba evitar, estaba divertido; Inclinó su rostro a la mujer, sintiendo como sus labios se acoplaban a la frialdad de la piel veterana — Su hija me quiere hacer arder, suena un tanto pervertida la idea ¿Quiere estar presente o prefiere cerrar los ojos para cuando eso pase? — Estimulaba el odio juvenil, insinuar tal roce suscistía en él ese motivo latente de hacerla hablar; Simplemente buscaba información, pero le ayudaba saber que la hacía enfadar; Bajo presión maullaba el gato, o eso decían.
Su existencia se ve en mayor peligro señorita... — Sus gestos nuevamente se endurecían y la lejanía de la agonizante cada vez se hacía menos perceptible — No es una amenaza, pues puedo dejarla con vida, disfrutando de sus días, viendo como amanece por esa ventana, pero su madre se irá conmigo, y si cree que soy cobarde — Chasquea su lengua sin remordimiento — No, uso sus debilidades a mi favor, abusar de su cuerpo es la idea que tengo más latente, pero jugar con su madre sé que es un dolor irremediable para usted

Déjeme admitir que pensé que sería una jovencita más necia, ya que para dejarse guiar por las garras de Daphne se necesita ser estúpida... un tanto torpe, pero me está clavando la duda de que busca aquella en usted — Con la yema de sus dedos rosó el cuello de su madre, siguiendo casi hasta la linea de sus senos dónde detuvo el descenso...

Su cercanía, el campo protector, lo hizo actuar rápido, más de lo que pretendía haberlo hecho y mientras sucesos pasaban en cámara lenta por su vista, se vio de descalzas tomando posesión de la situación.

En un rápido movimiento ahora encontrándose de frente con la joven, entre sus manos, acorralando su cuerpo a la pared, entre tanto inhalaba (Sin necesitarlo) sintiendo como su perfume lo agobiaba en un desagrado incomparable; Relamió sus colmillos, sintiendo como un gruñido desgarraba sus garganta; Sabía que podía controlarse, confiaba en que ella no — Un tentempié... — Su rostro se perdió entre su clavícula, suspirando al ver que la piel femenina se erizaba, imponiendo el corto esfuerzo para tomar ambas manos de la fémina tras su propia espalda; La tenía sin escapatoria — Conozco los juegos de ustedes, brujas... sé como puedes intentar acabar conmigo — La punta de su lengua, sin serenidad se desplazo por su antes mencionada clavícula — Pero si lo va a intentar, supongo que también yo tengo el derecho de intentar hacerla hablar...

El engorroso momento ya le desagradaba,  el porfiar de la fémina lo cortaba todo tipo de consideración, por más que procuraba pasar por alto sus faltas, tanteo el terreno como árido; Basta de juegos, la mujer no colaboraba y el tiempo jugaba a favor de la vampiresa que huía por las calles parisinas; Si tuviera sangre "Pensó" sabría de inmediato que esta estaría ardiendo por dentro, brotando por culpa de la terca infante que contraía ahora entre las fuerzas de sus manos; No la dejaría libre hasta oír sus declaraciones.

Marcó más presión, tanto que su piel se amoldo a la palma de su mano, entre tanto su mano libre acariciaba el contorno de su figura en roces largos y continuos; Sentir piel de vez en cuando no le hacía nada de mal —  Me tiene harto con su juego de excelencia, no vine para oír lo que cree o no, no vine a responder sus ilusas preguntas sobre lo que soy o no, vine por respuestas, si no me las da, dejaré de ser tan paciente como lo he sido hasta ahora, Melissa Landry, cargó con miles de muertes a mi espalda ¿Cree que la de una bruja y su estúpida madre será un peso? —  Lo provocó tanto que logró enaltecer al tolerante vampiro que intento hacerla creer, acaloraba su cuerpo insensible, sus colmillos rosaron su cuello rasgando muy débilmente su piel donde una fina linea de sangre baño su lengua sin la necesidad de seguir bebiendo; No era gusto, era castigo; No para él, si no para ella; O para la mujer que se meneaba exaltada sobre la cama al ver a su hija presa de un asesino en potencia; Quizás ya no podía oírlo, pero veía lo que el necesitaba que viera —  Si esto no le molesta, sé que a su madre sí... —  Masculló sobre su oído; Mataba dos pájaros de un tiro.

Gruñó al oír sus últimas palabras, pero a favor del tiempo la noche estaba en su más grande gloría, y un par de horas más serían las necesarias para buscar en ella lo que necesitaba — Necesito que su amiga venga acá, no sé como lo hará, me importa un carajo cuando le cueste, pero Daphne debe estar en este lugar para acabar con ella; Sé, no soy idiota, sé que no sabe donde se encuentra, por la vida de su madre quizás ya me lo habría dicho, y si no lo hace por temer a perderle le ofrecí mi sangre para mantener viva a la moribunda — Escondió sus colmillos, la punta de su lengua rodeo su piel cerrando esa herida para continuar —No sólo tengo esta noche preciosa, tengo la eternidad para atormentarla, no me amenace con el sol que como llegué, puedo salir, el tiempo no es mi enemigo, sé que es el enemigo más latente de alguien más, no siempre podrá cubrirla bajo sus poderes, está débil, pronto cederá y verá que no tendré compasión de usted o de ella

Soltó sus manos, subió con la yema de sus dedos a tomar su mentón y la acercó tanto a él que sintió su aliento en pleno roce — Busque a Daphne, la necesito a ella, no a usted... no le interesa para qué


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Mensaje por Melissa Landry Mar Nov 25, 2014 6:18 pm


En los besos se esconde el enemigo más grande.
Aquel que crea adicción.


Pero, ¿Cómo se atrevía? No solo no hacía más que ignorarla y reírse de ella en su propia cara, si no que ahora se dedicaba a molestar, dañar con sus palabras a su madre moribunda y eso solo provocó más de su enfado y molestia. Que no por nada eran muchos. Esa noche que se había presentado agitada por sus pesadillas, había terminado peor que una de ellas.

La joven bruja cerró los ojos con molestia y negó. — Deberíais aprender a no maltratar de ese modo a los mayores. ¿Es que no tenéis educación?  —le preguntó ironizando sus palabras junto un fruncimiento de ceño que se hizo más notable a medida que veía y presentía los movimientos del vampiro. — ¡Déjela! Por el amor de dios… que os haga arder, creedme que puede ser el menor de vuestros problemas. — Le amenazó apartándole de su madre, sabiendo que como más su madre se descontrolara o más miedo pudiera sentir, su vida podría terminar en cualquier momento antes de tiempo gracias a los intentos de aquel inquisidor. — ¡Bastardo! No creas que podréis llevárosla y no soñéis con provocarme dolor de ningún modo. Jamás tendréis mi cuerpo, ni os lo dejaría tampoco. — Susurró encendida. Sus ojos fueron a la mejilla fría de su madre donde instantes antes se habían rozado los labios ajenos, y pasando su mano en una caricia, intentó en cierto grado quitarle la sensación que ella pudiera tener por las caricias frías del vampiro, borrándolas con su cálida piel.

Tomando de nuevo asiento entre su madre y el vampiro, permaneció cálida con la moribunda mientras mal mirando al vampiro observaba y medía sus reacciones, intentando anticiparse aunque en la verdad supiera de primera mano que contra él estaba perdida. Jamás podría ser más rápida que él, ni más fuerte. Él contaba con la inmortalidad para intensificar y mejorar sus dones y astucia, mientras ella apenas tenía más de unos años de vida. Los suficiente para que pudiera desposarse, pero no los suficientes para que Daphne la dejara salir por las noches sin compañía de nadie. Con esas reacciones es que se sentía atada, y no dejaría que ahora aquel joven inmortal la atara con su madre y su enfermedad. Bastante estaba pasando en su vida, como para que ahora él fuera y la hiciera ceder simplemente por la seguridad de su madre enferma y con ello condenar a toda su familia. Tanto inmortal como mortales, no importaba, cada uno de ellos la había cuidado y velado por ella. No dejaría que fueran dañados, y aún menos Daphne.

Tras unos instantes más fue que avisó a su madre y al ponerse a sí misma la barrera todo ocurrió tan rápido, que no supo que había pasado hasta sentir la espalda contra la fría pared y el aliento gélido del inmortal en su clavícula, tras un gruñido que erizó por completo su piel. Jamás antes se había encontrado en una situación similar. —No sabes nada de mis juegos, ni de como intentaría acabar con vuestra vida. Hay tantas formas por terminar con alguien como usted. —Mencionó con voz ronca, entrecortada a causa de la tensión que mantenía su cuerpo entero bajo la fuerza de sus manos. ¿Deseaba asustarla? — Necesitareis más que esto para asustarme.  —Soltó mordiéndose el labio sintiendo la lengua ajena en su piel. Cerró los ojos y apretó sus manos alrededor de la de él que la mantenía sujeta, intentando hincar sus uñas en su carne. La tensión se iba acumulando, como la rabia que latía en el corazón de la joven. Sin embargo también sin desearlo, sin aviso de ningún modo su cuerpo ante las caricias del vampiro se rendía. Suavizándose, amoldándose a su figura y manos. ¿Por qué? Se preguntó entreabriendo los labios tras un leve forcejeó, terminando por mirarle de forma fija, ahondando en sus orbes.

Entonces déjese de juegos y haz lo que deseéis conmigo. Yo tampoco vine para aguantar vuestras excusas, ni tampoco vuestra amarga presencia. —Reiteró enfrentándose a él, desafiándole, provocándole ganándose con sus palabras una mordida, que a poco de desagradarle, bajo la vergüenza de a quien le gusta lo que debería ser repulsivo, al sentir sus colmillos arañar su piel, de su garganta salió un gemido que fue a perderse contra la piel ajena y el silencio de la habitación. Por una brevedad restó mansa, sin saber cómo reaccionar, qué hacer… hasta que sintiendo la sangre bajar por su piel, un filo hilo carmesí, volvió a removerse consciente de que en el fondo aquella mordida le había agradado, por más que quisiera hacer creer lo contrario y que Fletcher era consciente de ello.

Las palabras de él la hicieron finalmente reaccionar y llevó sus ojos a ver en dirección a la cama donde su madre yacía alterada, intentando levantarse sin éxito, temblándole todo el cuerpo. Rápidamente frunció fuertemente los labios y sin saber que hacer mandó a realizar lo primero que le vino a la cabeza; Calmar a su madre con algún hechizo y hacer que descansara antes de que pudiera perderla.

Sois un malnacido y un necio, ¿De verdad creéis que la haré llamar para que acuda a una trampa? Ya podéis morderme lo que querías, desangrarme si es de vuestro agrado, que de mi puño y letra no saldrá ninguna misiva ni ruego para que acuda en mi ayuda.  — Siguió tercamente en sus casillas tras haber enviado a su madre a dormir con la ayuda de unas simples palabras, enfrentándose a él directamente con su mirada a apenas un suspiro de rozarse, aún tan juntos que daba el parecer de que ambos alientos pudiesen entremezclarse entre sí. Moldeando sus labios a los de él, sonrió al tiempo que sus manos se dirigían a la figura masculina, quedándose una en su hombro y la otra en su fuerte pecho, delineándolo con un dedo. — Tenéis toda la eternidad para molestarme, porque no renunciáis lo que ya tenéis perdido y os vais, antes de que pueda siquiera intentar algo con mi magia en vos? — Cada vez que movió sus labios estos se movieron contra los de él, rozándolos mientras y para dar fuerza a sus palabras, la mano que posaba en su hombro empezó a arder de una forma breve y punzante sobre él. — No desearía tener que limpiar vuestras cenizas, por lo que os pido que os vayáis y dejéis a mi madre. No delataré a Daphne, sea para lo que sea es su misión encontrarla y yo no pienso ayudar a un asesino. Jamás lo haría... —Clavó sus orbes en los de él y dejó de hacer presión con su magia, dejando que el vampiro sanara su la quemadura de forma instantánea. Suspiró y sus ojos por unos breves instantes se posaron en sus labios y sin hacer caso a su mente, hizo lo que desde que había sentido sus labios saborear su sangre había deseado hacer con aquellos labios; besarle. Primero solo un roce, luego de forma lenta hasta suspirar contra ellos, dejando que su aroma y su sabor rodearan al vampiro, acercándolo así más a ella. — Aunque el asesino pueda resultar un apuesto joven. — Añadió tras el breve beso con una sonrisa esperando que él dejara su mentón para regresar a una posición en que no se viera a la merced de él y pudiera recomponerse. Recuperar el aire que había perdido.


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Mensaje por Fletcher J. Maciel Dom Nov 30, 2014 10:02 pm

Esa noche era otra mujer quien lo hacía enardecer sus deseos de sangre expandida por las lineas de su cuerpo, sentir aquel liquido tibio entre sus brazos lo haría casi permanecer a la orden de tan privilegio regalo que se le daría el corto hecho de acabar con la vida de aquella vampiresa que buscaba con ahínco; Pero una malcriada bruja seguía haciendo caso omiso de sus sinceras palabras, seguía jugando con él como si creyera de forma necia que el se rebajaría a los juegos de infantes de una fémina cómo ella. Parecía no reconocer el peligro aunque este estuviera frente a sus narices, a sus ojos, amenazando con la vida de sus seres queridos, de su madre o posiblemente, de personajes cercanos a ella que el inquisidor sin problemas podría reconocer en una noche de trabajo minucioso.
Era bueno, muy bueno en su facción, y mientras se propusiera un hecho como tal, lo haría sin dificultades aparentes, y porque pensar en algún futuro, quizás posiblemente se cansaría de maniobras que no lo llevarían a ni un lugar, parecía ser que no valoraba en demasía su propia vida y menos la de su moribunda madre como para hablar sobre la que ella creía sería su protectora; Pero tan ciega se veía ser por aquella mujer que ponía en riesgo a todos en su hogar por salvar la privacidad, el lugar dónde se ocultaba aquella que él necesitaba liquidar ya, como objetivo inalcanzable; O así lo veía hasta el momento, pues al cubrir su vida entre humanos, brujos, o gitanos, sería difícil a ellos hacerlos ceder para dar el paradero de estos monstruos.

Chasqueó un par de veces su lengua, si odiaba alguna raza, sería la suya, la de aquella pequeña que seguía empecinada en controlar la situación a gusto y disgusto (Más disgusto) del inquisidor, mismo que perdía rápidamente los estribos, sin entender cómo tenía la confianza suficiente en ella misma para hacer tales desobediencias a las palabras de aquel asesino que se consideraba y era; No tendría compasión con ella, ya la había perdido, todo atisbo de paciencia con la castaña se esfumaba con cada inflada palabra que tomaba peso en sus labios y daban más carga, mas dolores de cabezas al castaño. Sus dedos tronaron contra sus muñecas, presionándolas con tal precisión que sintió en sus palmas el dolor latente que debería estar sintiendo la bruja. Ahora menos que nunca la soltaría de ese agarre tan perfecto, mismo que lo hizo relajar parte de su atención para notar que la mujer mayor yacía dormida sobre su lecho. Brujas, magia, estupideces. Era obvio, sabía usar sus poderes para mantenerse alerta y no tener que preocuparse por las emociones exasperadas de ese saco de huesos sin utilidad.

La azotó ya sin ni un atisbo de compasión por su vida. Cosa contradictoria para Fletcher, quien promovía la vida humana a como fuera lugar, aunque fuese una de las raza que más detestara, la protegía. Pero esta mujer, esta señorita con actitudes de infante hacía, daba vuelta por completo cada pensamiento rigido del vampiro hasta hacerlo ceder a las creencias de seres mucho más desalmados cn cualquier vida humana que se les cruzara por delante. ¿Pero que más podía hacer? Ya lo había pensado, si ella no respetaba su vida al ayudar con lo que él necesitaba ¿Que razones tenía él para seguir cuidando de ella? Si se podía llamar así a lo que hacía "Cuidando" o quizás solamente, salvando una vida más, pues vería los cargos no quien los traía, sí los merecía o no. Su entrecejo se frunció, sus ojos perdieron control de su foque y antes de parpadear un par de veces se veía en descontrol de si mismo, usando fuerzas sobrenaturales contra la fina piel de la muchacha que gemía de dolor entre sus manos; Acto que quizás no duro más de un par de segundos antes de sentir el cálido roce de sus labios a los propios.

¿Era ignorante? Su petulancia aborrecía minuto a minuto al vampiro, que controló todo tipo de acto un tanto presumido de lo que intentaba la muchacha; No continuó aquel roce, ese beso no fue correspondido, de hecho y más aún, siquiera logró ser un roce completo de sus labios, no dejaría siquiera hacerla creer una ganadora del baile trivial que llevaban a cabo; Soltó sus manos, la dejó libre, una socarrona sonrisa abarco los labios del vampiro y en su posición, la dejó alejarse de su cuerpo, no sin antes hacer un suave ruido entre su lengua y paladar. Tronó una vez más sus dedos y bajó la mirada a un pequeña mesita de noche dónde su cajón se encontraba semi abierto, enseñando un par de papales blancos con escritos diferentes en su tinta — No me crea idiota muchacha... — Se inclinó aún dando la espalda a la bruja que ya a esas alturas, se suponía o él esperaba bajo la insistencia de cuidar al costal de huesos, que se encontraría junto a ella —Aunque agradezco lo de Joven apuesto, sólo que dejé de ser joven hace mucho tiempo... quizá hasta pase noches muy lujuriosas en el lecho con su madre, abuela o bis abuela — Insistía en molestar dónde más le dolía o al parecer así era con la castaña, su cabeza.

Tomó entre su puño todo papel que encontró en ese cajón y cuando la madera en el suelo tronó, descubrió que ella se acercaría para arrebatarle tales escritos; Importantes o no, fueran o no de quien buscaba, servirían de una u otra forma. Conocer las debilidades de la bruja o descubrir el paradero de la vampiresa — La dejaré pasar una bella velada en los brazos de su madre, quizá prontamente nos veamos — La quedó viendo.

Insolente y vanidoso, antes de tomar retiro apresuró sus pasos a la fémina devorando sus labios en un beso lejos de toda delicadeza, retirado de una caricia, parecía ser un golpe más que deseaba darle, pero este lo daba sin intención de dañarle; Descubrió que le serviría para sus propósitos futuros; Tomó distancia, su anatomía se veía ya entre el marco de aquella ventana con vidrios abiertos — No dude que me verá... muy pronto lo hará — Susurró al viento segundos antes de desaparecer entre las nieblas de la noche.


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