El regreso de las plagas (Jesse)

por Imhotep* Miér Oct 05, 2011 4:57 am

El sol acababa de ponerse cuando mi navío con decoración egipcia divisó el puerto. Imhotep se situó en la proa contemplando como el cascaron del barco cortaba las aguas ante si. Observó a la tripulación unos instantes, personas en las que podría confiar y que sabía que se encargarían de encontrarle una buena hacienda donde pasar las mañanas y de los que alimentarse sin levantar sospechas.

Se miró de arriba abajo cuando el navío se detuvo e inmediatamente después proyectó una ilusión sobre su cuerpo. Todo aquel que lo viera no vería los verdaderos ropajes de época que llevaba, sino las ropas de un noble de los años actuales. Tras ello desembarcó y observó a su alrededor, las calles llenas de gente, el clima mas suave que el de su tierra hizo que se preguntase como se hubiera sentido si lo hubiese visitado antes de su transformación. Finalmente, tras un par de minutos cavilando hizo como que se acomodaba los guantes de su ilusión y se puso en camino, observó los mercados y los comercios con curiosidad y arrugó la nariz un par de veces al notar especias desconocidas para el a las que no estaba acostumbrado.

Sus pasos lo llevaron hasta un callejón oscuro y solitario, allá un hombre con una capa negra portaba algo en su diestra que brilló a la luz de la luna mientras acechaba a una señorita. Imhotep posó una mano en el hombro del asesino y lo apartó en silencio sin ser visto. Sus afilados colmillos se clavaron en el cuello de aquel villano. Cuando quedó saciado le desgarró el cuello como si un animal lo hubiese atacado. Tras ello se dirigió hacia el cementerio aun con su ilusión en relación a su aspecto activa. Atravesó la verga de acero de un salto sin que nadie lo pudiese haber visto. Una vez dentro al amparo de la oscuridad que reinaba allá. Caminó durante un rato en silencio contemplando las tumbas, los panteones y la vegetación y pensó en lo diferentes que eran las necropolis en su tierra y en esta.

por **Jessica Saint-Bonnet** Miér Oct 12, 2011 2:43 pm

Jessica se persignó ante el mausoleo que frente a ella se postraba, tan hermoso y galante como una escultura hecha de hielo puro. Así era su madre, hermosa y radiante, pero su tez triste era lo que la hacía la más hermosa de las mujeres.
Aquel mausoleo, tan solo construido para los de su familia, y en los que por el momento su madre se hallaba en la soledad del cementerio. Había muerto joven por lo que le daba aquel toque inmortal y bello como si de una criatura nocturna se tratase. Fue entonces cuando recordó algo; algo de vital importancia en su vida y que al parecer había olvidado hasta el momento. Su hermosa madre confiaba los secretos de amigos y familiares tan bien como ella. Jessica en esos instantes recordó la magia de una mujer llamada Gabrielle, una magia tan poderosa que todos los presentes allí pudimos sentirla, aquello que hizo fue la muestra más hermosa de amor…

“Madre, por siempre bella, por siempre hermosa,
tendrás eternamente el don de la belleza.”

Había hecho lo imaginable, un hechizo tan poderoso que a la mismísima bruja le costó bajo sus leyes, y la hizo daño propiamente. Su madre, conservaría su cuerpo intacto, aunque careciese de vida alguna. Bella, hermosa, radiante, su madre descansaría eternamente en aquel ataúd de marfil y oro. Quiso abrir la tapa, pero era demasiado robusta y dura para unas manos tan frágiles y humanas como la suya. Quería verla, escrutar su rostro una vez más, pero se dio cuenta de que era una locura, y que aquello que decían era cierto… “Los muertos descansan en paz.” ¿Por qué perturbar el sueño eterno de una hermosa mujer? La cazadora rozaba la demencia, casi cometía una locura sin ver en sus consecuencias más fatales para la mente humana.

Un ruido oyó, por lo que se limitó a erguirse y esconder aquella frustrada y triste tez que la consolaba. Salió del mausoleo, con porte regio, elegante y casi “real” (de realeza) se quedó postrada sobre las escalinatas buscando con la mirada a aquel que pretendía provocar a los espíritus, los cuales ella veía, sentía y anhelaba.

- ¿Quién anda ahí? – Inquirió con voz suave, pero tajante, a aquel que la perturbaba.

por Imhotep* Jue Oct 13, 2011 2:58 pm

Contemplé con cierto recelo todas aquellas piedrecitas con nombres. Eran construcciones demasiado burdas e insignificantes como para proteger las almas de los difuntos al reino de Osiris... Sentí algo parecido a la lastima pero que iba mas encabezado a la repulsión. Parecía mentira lo que habían involucionado los humanos. Se habían vuelto seres dependientes de casi todo. Dependen de que haga buen tiempo, de una construcción débil y de estética pobre a las que llamaban "casa" y por supuesto estaban todas esas lucecitas por las calles que impedían contemplar la belleza del firmamento.

Finalmente, tras andar unos pocos metros vi una construcción en aquel páramo que captó mi atención. Era una construcción funeraria, no se acercaba ni de lejos a la belleza y poderío de las tumbas de los grandes reyes, pero era mucho mas que las otras...Tenía algo especial. Me acerqué a aquella belleza de mármol casi embelesado por su diseño. A poca distancia de allí vi una placa funeraria prácticamente derruida. Cerré los ojos unos instantes como pidiéndole permiso al "dueño" de aquel lugar de reposo eterno. Cogí la lapida prácticamente arrancándola del lugar donde estaba semienterrada y cogiendo una losa del sendero inscribí en ella lo que ponía en la anterior quedando así como recién tallada, hice más ruido del que me hubiese gustado. Poco después una bella joven, para ser humana, salio del santuario. No intenté esconderme, sería inútil, así que simplemente aguardé allí.

- Tan solo soy un viajero de lejanas tierras damisela, siento mucho si mi torpeza la perturbara de sus quehaceres. ¿Visita a algún antepasado en especial? si me permite la pregunta.

por **Jessica Saint-Bonnet** Sáb Oct 15, 2011 9:20 am

- No, tan solo vine a tomar el te de las 5, pero se me hizo un poco tarde.

Dijo con aquella tintineante ironía la cual escondía a la perfección su estado de pánico, melancolía y tristeza al mismo tiempo. Era una coraza irrompible, y tras el paso de los años fué algo que relamente la ayudaba en casos como aquellos en los que la incomodaban. No quería sentirse desprotegida, como tampoco quería parecer debil en aquellos instantes.

- ¿Por qué vino acá a perturbar el sueño de.. estos mortales con final trágico..? ¿Acaso no le enseñaron nunca el respeto que se debe tener a los muertos?
Dijo un tanto molesta, pero aquello no se mostraba en su voz ni en sus gestos, los cuales eran cada vez mas escrutados por la luz de la luna al bajar de las escalinatas. Observó aquella piedra rota, tirada al suelo y entonces comprendió lo que había hecho aquel hombre.

- Vayase o llamaré a la policía.

por Imhotep* Miér Oct 19, 2011 3:34 am

No comprendí del todo lo que me quiso decir con eso del te. Pero su tono denotaba un clarisimo sarcasmo que llegó a incomodarme sobremanera. Respiré hondo pese a no necesitarlo antes de pensar en lo que fuese ha decir, más la boca de aquella mortal estaba bien cargada con dardos venenosos.

¿Como se atrevía ha decirme a MI si nunca me enseñaron el respeto a lo muertos? A mi que durante milenios los había ayudado en su paso a la otra vida que a mi me estaba vedado por mi estatus. Esa chica merecía un escarmiento y yo se lo iba ha dar.

Observé como miraba la tumba restaurada que hice y luego al suelo y dijo lo que pareció una amenaza. Algo acerca de una tal Policía.

- Mire señorita, no tengo nada en contra de los muertos, pero usted es una insolente y debe ser castigada por su atrevimiento al dirigirse a mi como lo ha hecho usted... -me acerqué a ella un poco- Exijo que se disculpe inmediatamente si no quiere que las cosas le vayan a peor.

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