Marcados por las plagas || Prive

por Invitado Dom Ago 28, 2016 6:18 pm

Desayuno a las diez de la mañana, el té al medio día y el tentempié pasadas las tres. Esas con las clásicas burguesías en compañía de una de las más putas y despilfarradoras, que me hace la competencia por cierto, de la sociedad europea. La siempre amada por muchas y odiada por otras. Renata O. D´Souza. Esas es bien conocida por tener algunas gustos compartidos con mua, a su derecha se encuentra la Baronesa de Waldenfels y Egeregg ni tocarla que sus hermanos matan a cualquiera que se le acerque, y a la derecha de esta la mundialmente conocida bastarda Julyne Worthing, a lado contrario esta una chica pálida y demacrada algo extraña llamada Ariadne Tsergas hermana de un hombre jodidamente rico y apuesto que ha despilfarrado dinero a diestra y siniestra para meterla en esta sociedad francesa tan selectiva y por ultimo Elizabeth of York, ella, bien ella se queda como la dama blanca porque de ella si que no se nada y seré mentirosa, rastrera y todo lo que les venga en gana pero al menos respeto la competencia y claro, ella no es competencia en lo absoluto. Ellas son las importantes las demás no vale ni la saliva que gastare mencionarlas.

El tema de conversación se centra efectivamente en caridad, la joven York filántropa en mencionar lo beneplácito del apoyo a la solidaridad, yo realmente lo llamaría caridad hipócrita, ya que todas estamos ahí es por aparentar, pasar desapercibido algo, no aburrirnos en casa con los maridos, y yo, yo estoy es para conseguir otra víctima en esos actos nobles. Toda la tarde se pasó en ello, aunque las vistas eran favorables con aquel jardín en la mansión de mi querida amiga Worthing, aunque a su hermano no se lo había visto, que habrá ocurrido con él. Una de las ancianas decrépitas comenzó con su letanía religiosa y de fidelidad a los maridos, ya estaba harta de ello —Bueno, en vez de estar con uno puedo probar muchos ahora, ya no me limito— estallamos en risas las que éramos de la misma liga mientras aquellas amargadas y santurronas solo se persignaban, necesitaba salir de inmediato o de lo contrario terminaría estallando, y lo peor era que terminaría todo con un baile en la noche.

Excusando con mentiras zafo de aquel baile ridículo de solo mujeres, prácticamente sería sentada escuchando música y jugando cartas sin apostar nada emocionante, no sé cómo las otras soportan ello. Al salir de la mansión de la joven inocente York, me dirijo a la taberna, realmente me sentaría bien un trago, o quizás en la cafetería, no, definitivamente tenía que ser la taberna era el mejor lugar para desesterarse y quizás hasta conseguir alguna que otra nueva “victima” —Espero que la noche valga la pena— susurro caminando por las calles de la París.

por **Joe Black** Miér Ago 31, 2016 10:08 am

Un día mas en el que las broncas con Celine se sucedían casi con tanta tempestad como las mismas reconciliaciones donde acaba casi siempre acunado entre sus piernas jadeando contra sus labios.
Aquella noche cerré la puerta de un portazo, estaba harto de sus insinuaciones, de que convirtiera en verdad palabras que se inventaba, cosas que convertía en ciertas cuando escapaba voraces de sus labios.
Los fantasmas de su padre, los había convertido en mis fantasmas, y aunque yo no era un santo la mitad de sus desgracias las atribuía sin causa.

Aquella noche pensaba ir a la taberna a beber hasta encontrar la calma, volver a casa sin pensar ya en nada, aquella noche tenia le fiel propósito de no acabar como siempre entre sus faltas, había decidido acabar solo la velada.

Así que monte sobre mi corcel para colocarlo al galope con dos patadas la costado que lo hicieron correr con ganas alzando a cada paso la tierra mojada.
Atravesé las calles parisinas dejando mi montura atada al poste de la taberna, antes de adentrarme en aquel lugar de perdición que olía a alcohol, sudor y a hombres que como yo no soportaban a sus mujeres y bebían para olvidaras en esa noche estrellada.

No descartaba al final de la noche pasar por el burdel para así dar veracidad a todas y cada una de sus palabras.
Estaba furioso y creo que se me notaba cuando un destello de ojos rojos por mi mirada asomaba.
Pedí una botella de absenta y un vaso dispuesto a dar buena cuenta de aquel liquido verde que entre mis labios escurría con saña.

Una mujer entro sola en la taberna logrando acaparar con su dorado cabello la atención de todos y cada uno de los hombres de aquel lugar.
Sus pasos se fueron adentrando poco a poco en la taberna hasta alcanzar la barra, la mire de soslayo con una picara mirada.
¿Que hacia una oveja en tierra de lobos?

por Invitado Miér Sep 28, 2016 11:57 pm

La taberna fue la mejor elección, tan escandalosa y llena de vida que uno podía disfrutar plenamente eso era vida realmente y no los aburridos planes de aquellas mujercitas de sociedad. Sonrio al ingresar al lugar pues solo de pensar en lo que la noche me depara hace que me emocione, imaginar las travesuras y mil de engaños que podría tejer hace que el cuerpo se me erice, pero antes había que practicar el rostro de la inocencia para hacer caer más rápido al siguiente en la lista a visitar el cementerio.

Una a una las miradas van sobre mí, no lo pueden evitar y tampoco quiero que lo hagan. Entre todos ellos busco al indicado pero no, solo hay borrachos habituales y mozuelos que solo servirían para los faldones de las jovencitas. Suelto un decepcionante suspiro acercándome directamente a la barra, no hace falta engañar o simular algo que uno es, pido inmediatamente algo de ron del más fuerte que tengan, al menos así podré conseguir valor para regresar a mi casa o a visitar al hermano de Juls, quizás él sí podría darme aquello aunque sea una lástima que no pueda ser la viuda de Worthing. El cantinero deja la bebida así como a mi sumida en mi decepción de cacería.

Ahora solo quedaba el beber tranquila en esa mullida taberna, hasta que algo bueno aparezca al menos en una hora o de lo contrario tendría que salir a buscar aquello en los lugares ya conocidos —Que desperdicio de tiempo y belleza, para unos simples y vulgares plebeyos— susurro rodando los ojos con desprecio al ver a un par de borrachos tirados sobre la mesa siendo asaltados por un par de putas. Tan miserables y poco confiables para ser el siguiente en su juego.

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