Todo el mundo es un escenario [Aitziber D’ Lemoine]

por **Seselía Greely** Miér Oct 05, 2011 6:16 pm

Sí hay algo que me fascina del teatro desde años atrás, era la metáfora de que la vida es un teatro y nosotros los anfitriones. Es normal y predecible que nuestra obra tome diversos géneros en el transcurso de nuestra vida, presentándose ante nosotros giros drásticos que nos hacen preguntarnos si realmente vale la pena la función que se está desarrollando. De cierto modo, es comprensible que no todos estén cómodos con el rol que les ha tocado llevar. Pero nada es eterno. Todo cambia. Y hablando desde la experiencia, bien sé que el papel de un actor se ve influenciado a lo largo de la obra por los demás personajes, los escenarios... ¡Incluso el público! Los humanos caemos en el grave error de pensar que debemos agradar a nuestro público, exageramos nuestras cualidades y actos y acabamos sobreactuando. Mas lo que obviamos, es que nosotros somos nuestro propio público. Aquellos que nos rodean no son espectadores, sino que forman parte de nuestra propia obra, así como nosotros formamos parte de la suya. Pero, ¿quién sabe con qué rol? Quizá nuestro papel sea lo contrario a aquel que imaginamos que representamos en nuestra función. Tal vez seamos los malos, los odiados, los amados... Por eso reafirmo que no debemos lamentar nuestro rol. Todo el mundo tiene su pequeño lucha particular que finalmente acaba en un mar de lágrimas y sonrisas, ovaciones y enardecidos aplausos de un público entregado.

La joven italiana se apoyó en el magnífico piano de cola que se encontraba en medio del escenario, perdida en una de sus reflexiones diarias. Acababan de hacer sonar sus teclas en la función anterior, la última de la noche. Pasó suavemente su mano por la tapa superior del instrumento. Lamentaba no saber tocarlo. Desde pequeña había rengado de todo instrumento y ahora a su edad adulta se arrepentía profundamente de su infantil comportamiento.

Suspiró y contempló el telón ya abierto. La función de hoy había sido todo un éxito, pero esa noche, el sentimiento que la embargaba no era precisamente de alegría. Las noches como aquellas se sentía terriblemente sola. No era algo que fuera diciendo por ahí, por supuesto. Ella era una mujer fuerte. No necesitaba a nadie...Y aunque salía y se divertía, a veces sus sentimientos eran muy confusos, se mezclaban frenéticamente unos con otros en su mente y ella acababa angustiándose y bebiendo whiskey hasta caer profundamente dormida. Frecuentemente se sentía más cómoda en el teatro que en su propia casa, así que no era de extrañar que durmiera en muchas ocasiones allí. Además, nada como emborracharse en soledad.

Sonrió con melancolía y antes de que pudiera darse cuenta ya tenía una copa entre sus manos. Ya estaba...otra noche más igual. La historia de mi vida.

por **Aitziber D’ Lemoine** Miér Oct 05, 2011 7:13 pm

Se sentía cansada de huir de su propio destino, estaba acostumbrada a estar sola eso era un beneficio para ella, pero para su familia era simplemente una catástrofe. Era la menor de tres hermanas ¿ya no se habían casado las otras dos? Dos de tres está bien no?; decía irónicamente. En ocaciones las personas piensan que pueden ser el titiritero de los demás; ese era el caso de sus padres. Siempre sus hijas habían sido “titeres” “peones” algo simple de mover, simplemente necesitaban mover algunas piezas mas, unos cuantos hilos y todo estaría de maravilla. Pero cuando esta niña nació, no pensaron que ella seria inmune al intento desesperado de controlar su vida.

Aitzibel escribía su propia historia, tenía su propia estrategia para la jugada de su vida, siendo decidida por sus objetivos, siendo cautelosa y recelosa de sus premios y ganancias de cada jugada o cada hilo que movía en su secreto mundo.

¿Soledad? Siempre estaba rondando, pero era mejor hundirse en una calidad soledad, en algo placentero como poder aprender de ella, volverse más ambicioso que tener una fría y monótona vid; reía mucho al pensar que lograrían atrapar a esta pequeña ave.

-las apariencias engañan- murmuro tumbando su cuerpo en una de las sillas del bar del teatro. Vestia muy elegante, había disfrutado mucho la función de hoy, pero desgraciadamente había sido interrumpida vilmente por sus mismos parientes y amigos cercanos…-En parís todo parece tan perfecto… es como una obra de teatro, me pregunto ¿Cómo sabran los actores de la vida cuando es su turno de salir al escenario?- pregunto dirigiéndose a una joven hermosa de largos cabellos y muy elegantes, se quedo por un momento en silencio mientras detallaba a la joven.

-Oh… Madam usted no es de aquí o ¿me equivoco?- sonrió tiernamente mientras descansaba su cien en su mano, que se apoyaba en la barra- ¿ha estado en la función?- pregunto interesada en su respuesta aunque una mujer así se notaba a miles de metros.

Era divertido jugar, en ocasiones es muy placentero jugar….

por **Seselía Greely** Jue Oct 06, 2011 8:12 am

El contacto entre sus labios y el líquido no se hizo esperar. Bebió un largo trago hasta sentir como el Whisky -un modelo escocés que consideraba de sus favoritos- ardía al colisionar contra su garganta. Exquisito. Era un sabor realmente fuerte para ser tomado de aquella manera, pero a ella le encantaba.
Dejó la copa en la barra y se relamió el labio superior para apreciar toda mínima gota de alcohol.

Cerró los ojos un momento y pudo escuchar como sonaba una suave melodía de fondo. No pudo distinguir de donde provenía, y para ser sinceros, poco le importaba. Resultaba tan sumamente apacible que casi por impulso apoyó los codos en la barra para encontrar una postura cómoda. Fue entonces cuando otro sonido pareció interrumpir el transcurso de la música. La italiana frunció levemente el ceño y abrió los ojos lentamente, pudiendo observar ante ella una figura delgada y femenina. No prestó demasiada atención en ese momento, pero las palabras de la chica la hicieron volver a la realidad. Se reincorporó en el taburete y giró su cuerpo para mirarla en su totalidad. Su primera impresión era de que se trataba de una niña. Sonrió de forma enigmática y clavó sus ojos en los suyos.

-Soy la dueña del teatro. -Su voz dejaba vislumbrar un tono de orgullo y una pizca de soberbia, pero mantuvo la sonrisa en su rostro.- Ya están en el escenario. París es una obra de teatro perfecta...Todos se mueven en sinfonía, ríen, bailan...los años pasan y siempre es igual. Es un juego eterno, ahistórico, ilógico e impredecible. Como un sueño.

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Le encantaba recitar mentalmente los más famosos versos de "La vida es un sueño" la obra teatral favorita de la italiana. Con respecto a la chica, no quería mentirle. No era su estilo mentir a las niños. Pero sentía que una parte de aquella desconocida quería engañarla, no sabía como, pero lo sentía. La noche era larga y no tenía nada mejor que hacer... Veamos hasta donde puedes llegar.

por **Aitziber D’ Lemoine** Jue Oct 06, 2011 9:07 am

Se inclino interesada en lo que aquella mujer decia, su voz era tan madura y solitaria que envolvia la antencion de Aitziber, cerro sus ojos sonriendo con cierta picardia, las personas siempre pensaban que un simple éxito lo harian ser superiores o mejor dicho “los protagonistas del acto”. Escucho atenta como la voz de la dama se llenaba de orgullo al decir que era la dueña de este teatro.

A sus oidos llegaron mas de su voz quedando impresionada por la forma de pensar de aquella mujer, esplendido; simplemente pensaba. Aquella mujer si podia estar orgullosa de mi mentalidad, habia atrapado a aquella chica, pero no se lo haria saber tan facil, sabia como ocultar sus sentimientos, si estos no la traicionaban primero y salian corriendo como caballos galopando sin control alguno. Alzo su mano llamando al cantinero para que le sirviera un trago.

-Un ron por favor- Dijo suavemente mientras es sus labios se pintaba una sonrisa. Se quedo mirando a la dama con cierta intriga-un sueño….- suspiro suavemente mientras bajaba la mirada con cierta tristeza. –Un sueño puede convertirse en pesadilla tan rapidamente- alzo su mirada nuevamente encontrandose con la de ella, sonrio; habia tambien captado un poco su atencion.-¿Qué somos sin el drama verdad?- dijo riendo con ironia -me esta diciendo que en paris, todos en paris, saben que son titeres controlados por sus titiriteros- se quedo pensatiba por un momento.

Ella sabia que en su caso no podia ser un titere porque un titiritero tiene voluntad propia, no tenia hilos que controlaran sus movimientos, ella era libre de hacer lo que quisiera con sus jugetes, pero los juguetes se rompen o se vuelven viejos y aburridos.

El Cantinero puso el vaso de ron cerca de ella, la saco de sus pensamiento haciendola volver a la realidad. Dio las gracias por la bebida dejandola aun lado para seguir conversando-en el teatros de titeres el titiritero es tan dedicado cuando se trata de crear uno de sus personajes, pues con el vivira lo que no puede vivir, experimentara lo que no puede experimentar, pero siempre quedara ese vacio alli, porque en realidad no vive… -

Suspiro largamente mientras su delicadas manos tocaban el frio vaso de ron, lo llevo a sus labios sorbando un poco del caliente licor, que le hacia sentir que quebaba hasta su mas minima hebra de cabello, relizo un gesto alegre, dejando salir una tierna sonrisa a la dama al frente de ella.

por **Seselía Greely** Jue Oct 06, 2011 6:20 pm

Observó con curiosidad la sonrisa de la desconocida. Al igual que ella, parecía que se estuviera divirtiendo con la conversación. Aunque hablaban entre metáforas, la charla cada vez pintaba más interesante. Sintió su garganta seca y volvió a beber un trago cuando su nueva acompañante terminó de hablar. Se quedó mirando al barman durante unos instantes, meditando sus palabras.

-Sí vive. -Contestó sin apartar la mirada del frente, haciendo sonar su voz más firme de lo que imaginaba-. Eres tú. -Entornó un poco la vista para contemplarla de reojo-. Cada personaje que interpretas tiene algo de ti...sino no sería actuar, sería mentir.

Sonrió para sus adentros y de nuevo se llevó la copa a los labios. Cuando empezaba a beber no podía parar, y poco le importaba que debiera parecer una dama. Nunca había tenido modales y no se esforzaba mucho en demostrar lo contrario. No había nada que detestara más que las típicas jóvenes remilgadas y aburridas que parecen ser controladas continuamente por unos hilos invisibles que las mueven a su antojo. Títeres, como acaba de decir su interlocutora. Era triste no tener personalidad...Aunque también era cierto que muchos hombres no tomaban demasiado en serio a las mujeres audaces. No habían sido pocos los comentarios que se tornaban despectivos sobre ella cuando la conocían más a fondo.

Volvió a echar un vistazo a la joven y se preguntó quien era ella realmente o quien fingía ser. Estaba gratamente sorprendida de que una muchacha como aquella entendiera tan bien su filosofía de la vida. La extraña complicidad que compartían le gustaba. Pocas personas había conocido con una forma de pensar tan peculiar como la suya. Algunos la tachaban de loca, otros de autentica... Ambos términos le disgustaban; El segundo le aterraba y el primero le parecía demasiado común. Ser loco estaba a la orden del día.

por **Aitziber D’ Lemoine** Dom Oct 09, 2011 10:45 am

Se quedo mirando su vaso de licor medio vacío, miraba como las gotas de sudor pasaban por la parte exterior del vaso por el frio del hielo, sonrió ante lo que la dama decía, reía en su interior, pues adoraba la forma de pensar de aquella mujer, pocas personas podían seguirla en su juego de palabras o mejor dicho prestar atención a sus extrañas palabras que siempre decían más de lo que se pensaba; en cada palabra que había salido de sus labios había hablado de sus gustos, miedos y disgustos. ¿Por qué hablar con personas desconocidas algo tan íntimo? Fácil, algunos desconocidos tenían ese “algo” que le atraía tanto, eran personas que podían entenderla.

Aquella mujer era diferente a todos los que estaban en ese lugar, tenía una gran experiencia en varios ámbitos de la vida en que apenas ella comenzaba a caminar, estaba consciente que apenas había vivido absolutamente nada, aunque la soledad que había experimentado había siempre sido cálida, hermosa y necesaria, pero sabía que algún día se volvería algo soberbio y nada bueno, pero mientras tanto la disfrutaba.

Se quedo mirándola tomar su licor, estaba en silencio mientras dejaba que ella saboreara el sabor de su bebida, que esta pasara por su garganta quemándola con placer, sonrió tiernamente mientras no dejaba de verla, poso sus manos en la barra mirando detenidamente las fracciones de aquella mujer, desvió un momento la mirada mirando a su alrededor, el lugar esta ya casi vacío, no se había dado cuenta de cuánto tiempo había pasado hay.

Dedujo que sus padres habían dejado de buscarla, ¿Cuándo dejarían de acosarla? A veces pensaba que debía irse de ese lugar, aunque siempre parecía que se llevaba bien en ese ámbito lo odiaba; cuando era más joven no, pues era su vida era lo único que conocía. Ahora que tenia conocimientos y poder, esta vida le parecía absurda. Se dio cuenta que se había perdido en sus pensamiento, volvió su atención en su acompañante de hoy.

-Discúlpeme… me he distraído- miro el reloj que estaba en la pared, ya marcaban las 11. Suspiro suavemente, mientras terminaba la última gota de su licor, dejo el vaso en la barra ordenado que lo volvieran a llenar-Hemos hablado ya por un buen rato y ni nos hemos presentado- sonrió. –Mi nombre es Aitziber D’ lemoine- sujeto el vaso ya llenado mientras sonreía son cierta malicia, en sus ojos se mostraba que era algo más que una “niña”. Tomo de su vaso con delicadeza y elegancia.-Muchas Gracias por escucharme… amo a mi familia, pero están tan obsesionados con las costumbres aristócratas que me dan… asco- bajo la mirada centrándola hacia el vaso.

por **Seselía Greely** Dom Oct 09, 2011 3:14 pm

El rostro risueño de la chica pareció estar muy lejos por un momento, quedándose taciturna y pensativa. Volvió a mirarla mientras esta se perdía en sus cavilaciones, aprovechando para observarla con detenimiento. Los problemas de las jóvenes no solían ir más allá de un rechazo por parte de algún muchacho que se había enamorado demasiado rápido...Era bello ser joven. O tener espíritu joven. Había conocido muchos adultos bastante más mayores que ella en los que aún vivía un niño en su interior. La italiana era una amante de las ilusiones y la esperanza. A pesar de sus años y su experiencia, todavía soñaba con caballeros de vez en cuando... quimeras que se desvanecían y perduraban como eternas fantasías. De esas tenía muchas en su mente...A día de hoy, era difícil asimilar que pocas de sus más profundas inquisiciones se habían hecho reales.

Miró los ojos de su acompañante y volvió a sonreír levemente. Su mirada era especial, no cabía lugar a duda. No era una jovencita cualquiera como las que tendía a conocer. Quería conocerla más, pero no sabía por donde empezar. El momento se había vuelto tan íntimo que el silencio, más que resultar incómodo, era cómplice e íntimo entre ambas, aunque ninguna de las dos supiera que estaba pensando la otra.

Con un rápido movimiento se llevó de nuevo la copa a los labios y termino de degustar el whisky, dejando el cristal vacío, el cual se mostraba abandonado y desamparado sin la presencia del áureo líquido. La voz de la chica volvió a resonar en el bar mientras la siciliana ya sujetaba otra copa distinta cargada con un alcohol diferente. Bebió un largo buche de su nuevo vaso mediante escuchaba las palabras de la menor.

-Seselía Greely. Un placer, signorina D'Lemoine -cumplió el protocolo y se presentó de la misma manera, esbozando una nueva sonrisa-. Con que...problemas con la familia, ¿eh? -no pudo evitar que la similitud con ella misma le resultara ciertamente divertida. Al fin y al cabo, ella había pasado por lo mismo-. Ya no tienen ninguna responsabilidad sobre vos, no deberíais preocuparos.

Y de nuevo, redujo el contenido de la copa con otro buche. Ella era así: Simple, natural, clara. Si alguna vez se hubiera planteado las consecuencias de sus actos no habría conseguido nada en su vida.

por **Aitziber D’ Lemoine** Lun Oct 10, 2011 1:11 pm

Suspiro ladeando un poco su cabeza mientras terminaba el licor de su vaso, lamio sus labios mirándola fijamente mientras hablaba, se pregunto porque hablaba de algo asi con ella, la dama tenía razón, ellos no tenían ya control sobre ella pero siempre eran molestos en ese ámbito.

-Son mi familia Madame Seselía- se mostro animada y llena de ternura –son personas con las que contare el resto de mi vida… por eso les llaman familia- su vaso volvió a estar lleno, dejo que sus labios rozaran el borde de este inmediatamente; no acostumbraba beber con frecuencia pero sabia cuidarse del alcohol. –la soledad para mi es cálida, como una madre acurrucándose en su cuerpo desnudo- dejo caer el vaso con fuerza –pero es porque soy egoísta… porque no permito que nadie esté a mi lado, aunque se que aquella calidez se apagara y enfriara como lo hace una fogata-

Había sido y mimada desde que era pequeña, tal vez por eso su familia pensaba que ella tenia la obligación de hacer lo que ellos querían, pero ella era testadura y nada ni nadie le haría cambiar de opinión. Tenia madera para ser una mujer fuerte, independiente y que aunque tropezara podría levantarse como si nada o eso aparentaba.

Había terminado su tercer vaso de licor y como siempre le sucedia, cuando su cuerpo ya estaba al limite lo aborrecía, pidió un poco de agua para desaparecer el sabor de licor de su garganta, miro a su acompañante quien ya tomaba otro licor diferente, por primera vez se preocupo por alguien. Decidió que la acompañaría por si cualquier cosa, asi podría apoyarse en un hombro si lo necesitaba.

por **Seselía Greely** Miér Oct 12, 2011 3:12 pm

Con la mirada perdida, contempló ensimismada la barra del bar sobre la que apoyaba los brazos. Pasó la yema de su dedo índice por ella, cubriéndolo de una fina capa de polvo. Frunció un poco los labios y asintió para si misma al escucharla. Tenía razón...La familia era lo más importante para un individuo, un núcleo estable que supuestamente debía servir como ejemplo de modelo de conducta, dar una educación y ese tipo de cosas. Ella desde pequeñita se había sentido tan despegada de sus padres que pensar en ello sólo le producía un intenso dolor en el pecho.
Sin pensárselo dos veces, se bebió de un tirón todo lo que aún quedaba del nuevo licor en la copa. Eso pareció mitigar esa extraña y repentina pena ante la nostalgia de un recuerdo inexistente.

-Por supuesto... -se aclaró con rapidez la garganta, puesto que su voz sonó quebrada-. Somos seres sociables por naturaleza y necesitamos la aceptación de nuestro entorno más cercano...es por ello, que muchos elegimos tomar nuestro propio camino para evitar ser juzgados.

Giró la cabeza hacia ella y le sonrió con brevedad, pero fue una sonrisa llena de ternura. Se tomó un momento para respirar y apartó su nueva copa vacía. Se resistió a beber más, pero a cambio no dudo en sacar una boquilla con un cigarrillo y llevárselo a la boca. Miró de nuevo al frente para impedir que el humo llegará hasta su acompañante. Pensar que estaba sola en el mundo y no tenía ninguna persona por la que preocuparse la hacía sentir tranquila...pero también terriblemente triste...y vacía.

por **Aitziber D’ Lemoine** Sáb Oct 15, 2011 1:03 pm

Había encontrado algo que le fascinaba en aquella mujer, sentía que por un momento había encontrado una pequeña y diminuta línea en donde los sentimientos amargos aparecían, claro, todos éramos humanos, teníamos aquellos sentimientos alguna vez en nuestras vidas, pero aunque ella era humana, su poder se concentraba en lo negativo, era extraño pero ese era su realidad, su mundo era oscuro, no había ni un poco de pureza en el.

-Somos gente sociable…-murmuro llegando a sus fosas nasales el leve olor del cigarrillo.-….- se quedo en silencio por unos momentos, meditando y midiendo sus palabras. Libremente dejo salir un suspiro, posando sus manos en el borde de la barra con delicadeza, su vestido se movió al compas de su cuerpo dejando emitir un dulce aroma de su perfume, giro su cuerpo hacia su acompañante invitándola con la mirada en ponerle atención.

-El canario olvido su canción…- Murmuraba con una voz suave y seductora-¿Deberíamos soltarlo en la montaña?- prosiguió con una suave melodía convirtiéndola en una dócil canción –No, No, No hay que hacer eso…-

El canario olvido su Canción
¿Deberíamos enterrarlo en la arboleada de la puerta trasera?
No, no, no hay que hacer eso.

El canario olvido su canción
¿Deberíamos golpearlo con una ramita de Sauce?
No, no, no eso es muy cruel.

Dejo de cantar cerrando sus ojos levemente, aquella canción la había leído en un libro antiguo del oriente, era una canción infantil que los niños cantaban siempre mientras iban a sus casas. Estiro su mano apenas rosando con la yema de sus dedos el suave rostro de su acompañante, con aquel simple toque pudo sentir los sentimientos más negativos de aquel corazón, sonrió en su interior mientras en sus ojos aparecía un pequeño y vil brillo.

-No se preocupe, la familia de sangre no es la importante, la verdadera familia… son las personas con las que estés- sonrió tiernamente, mientras alejaba su mano de su rostro, no quería contagiarla de “apatía” y hacerla sentir peor, pero sus sentimientos parecían tan deliciosos que casi no podía evitar mostrar su verdadero ser.

Aquella chica que su piel parecía una muñeca de porcelana, en realidad era un lobo disfrazado de cordero, en sus labios se pinto una sonrisa ladina sin ningún sentimiento en especial, por segunda vez giro su cabeza hacia lo que las rodeaba encontrándose con un lugar vacio en su totalidad.

-Aunque Somos parte de lo mismo; aunque somos de Diferentes mundos… ¿No se ha dado cuenta?- murmuro sin mirarla. Simplemente dejo que su voz llegara a sus oídos. Sonrió mostrando un semblante suave y sin preocupaciones- Aitziber… le da la seguridad de que podrá estar con usted si lo necesita – le miro sonriendo –es mejor tenerme de amiga…soy una persona tranquila, pero aun tengo que aprender algunas cosas y creo que usted puede darme un poco de ese conocimiento.-

Se levanto de su asiento con delicadeza pero mostrando seriedad y mucha confianza, en este punto se mostro más misteriosa de lo que aparentaba, había meditado mientras estaba sentada en aquella silla charlando con su compañera de esta noche. Había aprendido una nueva lección hoy: podida vivir y aprender atreves de otros.

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