AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Encontrando un antiguo señuelo {Dagmar]
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Encontrando un antiguo señuelo {Dagmar]
8:00 pm Octubre…
Los rastros de días pasados se hacían notar en Paris, cada día era una verdadera aventura, cada día que pasaba podía ver las diferentes caras que me mostraba esta peculiar ciudad, a veces prefería hacer caso omiso de lo que llegaba a mis oídos, no creía todo lo que escuchaba, solo me guiaba por lo que mis ojos y oídos podían ver, sentir oler. Mi cuerpo pedía un descanso pero mi mente no se lo quería dar, tenía que seguir con el perfeccionamiento de este, tenía que seguir con el entrenamiento que me habían dado hacia años atrás, tenía un legado que dejar marcado en Paris. – Xavier, Lionel envió esto – dijo mi fiel amiga y ama de casa Pascalle, tome la caja que traía en sus manos le di un beso en su mejilla – Gracias, estaba esperando esto – sonreí como un niño pequeño, en el interior venían una hierbas venenosas, que me servirían para curar la herida que el lican de hace unas noches me había dejado en la pierna, Pascalle se sorprendió cuando vio las hierbas y enseguida negó con la cabeza… ella como gitana sabia mejor que nadie que el método para ocuparlas era muy peligroso, pero yo agradecía en que conocía a una mujer que me ayudaría Viola, mi pelirroja amiga que tanto sabia de hierbas. Ya me había contactado con ella para el encargo y me había dado como respuesta que lo intentaría, ella tenía contactos y confiaba en ella. – No pasara nada Pascalle, lo prometo. Ahora necesito que lleves esto a la mansión De Lesseps ahí es donde se encargaran de todo – dije escribiendo una nota e introduciéndola en la caja para que llevaran el encargo, de manera urgente. Luego de las órdenes volví a quedar solo.
Cerré un minutos los ojos y de un salto salí de la habitación, necesitaba aclarar mi mente, últimamente solo había estado pendiente de Lionel y por eso me habían casi matado en batalla, el error había sido mío, pero necesitaba estar concentrado y más ahora cuando las cosas en Paris se ponían cada vez más difíciles, mi familia en Londres me tenía al tanto sobre los problemas entre las coronas, no por nada los Sinclair éramos conocidos por la historia, generación tras generación ocultando nuestro trabajo, para mantener al margen a los nuevos Vampiros que nacían, conocíamos secretos que nos hacía ser una familia privilegiada. Mire a todos los que estaban reunidos en la cocina de mi hogar, busque a Finn con la mirada, esa mirada que solo él conocía, mi rostro estaba rígido mi corazón tranquilo pero mis energías desbordaban, noche de entrenamiento. Todos sabían que en noches como esas duraban tres días, donde ponía lo máximo de mí, y solo necesitaba a mis compañeros de confianza y claro a Finn, ellos eran los señuelos para capturas, sabíamos todos que era arriesgado pero si no corrías el riesgo no cruzabas el rio.
9:00 pm
Mis súbditos y amigos nos íbamos de cacería, me había dedicado a enseñarles las mejores tácticas de caza y aunque ellos lo tomaban como entretención para mí era más que eso, agradecía a Dios que nunca habíamos tenido una baja y sabía que esta vez no sería la excepción, solo necesitábamos hacer lo de siempre, tentar al demonio, jugar con ellos y darle de su propia medicina, entre mis líneas amigas tenia a un lican, un hombre diferente que se había ganado mi respeto y con él siempre nos ayudábamos, yo lo cuidaba y el a mi… - Despliéguense y lleven consigo las bengalas – aquellas eran un nuevo tipo de explosivo luminoso, casi parecido a un fuego artificial, una buena manera de localizarnos si estábamos en aprietos. Comencé a galopar por el bosque sintiendo como la noche ya estaba presente y tan solo hacía falta un poco de acción…. Ellos podían sin mí, pero yo no me perdería un día como estos por nada del mundo, había sido mi idea hacía ya varios años y siempre la implementaba a mis súbditos, les enseñaba prácticamente a ser hombres de hierro. Mi caballo se detuvo a mi orden, me había pasado a llevar la herida de la pierna con una rama y el dolor había vuelto, desmonte fastidiado por aquello, no quería llamar la atención de ningún vampiro al menos por ahora, del anca de mi caballo colgaba las bolsas de cuero hechas por Lionel, en ellas siempre traía de todo un poco y claramente todos en esta noche teníamos una igual, siempre ocurrían cosas que solo se necesitaba a uno y nada más, me senté en el suelo que estaba parcialmente seco tome un género y lo bañe de alcohol para curar y a sangre fría levante un poco el pantalón y envolví mi pierna, sintiendo el ardor, mezclado con ese dolor intermitente que te dejaba sin aliento, te nublaba la mente y hacia que los escalofríos aparecieran por el cuerpo. Maldecí una y mil veces al tiempo que el improvisado vendaje ya estaba listo, con algo de coraje tome una piedra y me golpee el lugar vendado, tenía que anestesiarme de alguna forma y el dolor opaca al dolor, según yo claramente. Me levante de un salto y tome las riendas de mi corcel cojee un poco pero luego me hice el fuerte, en silencio comencé a caminar por el lugar, viendo los banderines que hacía meses habíamos colgados para marcar un territorio el cual conocíamos como la palma de nuestras manos. Me encarame a un árbol con algo de dificultad y sentándome en una rama, comencé a trazar un mapa mental de donde estarían mis otros cuatro compañeros…
Xavier Sinclair- Cazador Clase Alta
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Re: Encontrando un antiguo señuelo {Dagmar]
25 de diciembre de 1798.
Muchos niños danzaban emocionados alrededor de la hermosa caldera que preparaba el estofado del día siguiente a navidad. La fiesta del día anterior había sido hermosa, recuerdo bien las antorchas que colocadas estratégicamente iluminaban desde afuera la tienda enorme en donde toda la aldea celebraría el nacimiento del niño Jesus. Hace tanto tiempo que hermosos pasajes de la Biblia relataban como había pasado aquella fecha sagrada. Las grandes aldeas como están ofrecían los mejores cultivos, las mejores reses, los mejores trajes para esa noche especial. Desde que había llegado a ese lugar la familia del patriarca me había acogido en sus aposentos como un miembro de la realeza. Agradecían el trabajo que hacía para tener el lugar libre de criaturas endemoniadas. La esposa del jefe del lugar me había llamado desde muy temprano. Era gracioso que me desnudara enfrente de sus hijos para tomar medidas precisas de mi cuerpo, no me molestaba en realidad, no es que fuera una chica vanidosa pero simplemente sabía que no debía avergonzarme de mi cuerpo. En la noche, un hermoso vestido hecho de piel, bastante corto adornaba mi cuerpo, una hermosa flor adornaba mi cabello negro suelto, mis pies descalzos estaban adornados por pulseras de colores. Aquella noche me sentía hermosa, deseaba estarlo para él. Hace más de una semana que no lo veía, según los hombres que lo acogían había ido por provisiones. A pesar de no verlo como quisiera me mantenía al tanto de él. Me importaba. Salí encaminada por dos hermosos niños que no soltaban mi mano, era mágico lo que veía ante mis ojos, la gente vestida de manera exótica, única, totalmente especial. Mi cabeza se movía de un lado a otro, mis ojos intentaban encontrarlo con la mirada, peor no estaba, no aparecía y comenzaba a ponerme nerviosa.
Fue hasta que al toparme frente a la fogata cuando entre las llamas danzantes pude observar su sonrisa. Tan encantador… Me miraba oculto del otro lado de las llamas. Caminé totalmente despacio, sin poder apartar mis ojos de esa sonrisa. Hasta que por fin llegué. Frente a mi estaba aquel cazador del que me había enamorado del llegar al lugar. Me acerqué a abrazarlo, rápidamente sus brazos encerraron mi cuerpo, que comparación del suyo era pequeño. Aquella noche nos la pasamos bebiendo, comienzo, danzando y al final, cuando el amanecer estaba por aparecer me había quedado dormida en su regazo. Entre sus brazos. En cuanto desperté me quede completamente contrariada, en realidad no sabía donde me encontraba porque mi tienda no era. Moví mi cuerpo entre las sabanas. Casi grito contrariada al ver su cuerpo alado del mío. Sin embargo sabía que me había cuidado el sueño, que simplemente me había dejado a su lado aquella noche por el deseo de poder pasar aunque fuera entre sueños. Salí por fin de aquella cama, acaricie si rostro tranquilo, me acerqué a su frente dejando un beso suave y sin hacer más salí en dirección a mi tienda. No tarde mucho tiempo en llegar mucho menos en guardar mis cosas, había tomado una decisión importante, me veía tan expuesta y vulnerable entre sus brazos que no sabía como controlarlo. Al más pequeño de la casa le dejé una hoja de papel. Al salir de la aldea, cuando pasará el tiempo considerable, se lo daría, y sabía que aunque con el paso del tiempo me arrepentiría, aquello lo había hecho, lo extrañaría ¿Por qué? Porque… Lo quería.
Fue hasta que al toparme frente a la fogata cuando entre las llamas danzantes pude observar su sonrisa. Tan encantador… Me miraba oculto del otro lado de las llamas. Caminé totalmente despacio, sin poder apartar mis ojos de esa sonrisa. Hasta que por fin llegué. Frente a mi estaba aquel cazador del que me había enamorado del llegar al lugar. Me acerqué a abrazarlo, rápidamente sus brazos encerraron mi cuerpo, que comparación del suyo era pequeño. Aquella noche nos la pasamos bebiendo, comienzo, danzando y al final, cuando el amanecer estaba por aparecer me había quedado dormida en su regazo. Entre sus brazos. En cuanto desperté me quede completamente contrariada, en realidad no sabía donde me encontraba porque mi tienda no era. Moví mi cuerpo entre las sabanas. Casi grito contrariada al ver su cuerpo alado del mío. Sin embargo sabía que me había cuidado el sueño, que simplemente me había dejado a su lado aquella noche por el deseo de poder pasar aunque fuera entre sueños. Salí por fin de aquella cama, acaricie si rostro tranquilo, me acerqué a su frente dejando un beso suave y sin hacer más salí en dirección a mi tienda. No tarde mucho tiempo en llegar mucho menos en guardar mis cosas, había tomado una decisión importante, me veía tan expuesta y vulnerable entre sus brazos que no sabía como controlarlo. Al más pequeño de la casa le dejé una hoja de papel. Al salir de la aldea, cuando pasará el tiempo considerable, se lo daría, y sabía que aunque con el paso del tiempo me arrepentiría, aquello lo había hecho, lo extrañaría ¿Por qué? Porque… Lo quería.
7 de octubre de 1801.
Mi cuerpo temblaba lleno de rabia al ver los ojos negros del vampiro. Su boca estaba llena de sangre de aquella hermosa niña de diez años, que sin importar nada le había arrebatado la vida - Maldito seas - Musite con la estaca entre las manos. Había cortado minutos anterior parte de su garganta pero no lo suficiente para que pudiera caer, aun me daba batalla. Se había distraído por unos momentos, los cuales aproveche para poder darle un fuerte golpe, este lo dejo caer al suelo y a su vez yo me lancé sobre él. Solo bastaba un movimiento rápido para clavarle la estaca a la altura de donde se encontraba su muerto corazón, pero solo un error basto para sacarme de la jugada. Su amplia sonrisa me dejó completamente helada. Parpadeé varias veces, este aprovecho para dar un fuerte golpe en mi pecho, salí rodando contra la tierra del bosque. Me había mareado y sin embargo aquella sonrisa no se salía de mi mente era tan parecida a la de él. Me puse de pie rápidamente, mi vestido a esas alturas estaba hecho casi trizas, apenas y podía cubrir mi cuerpo pero esos detalles no me importaban, no cuando sabía debía terminar con esa criatura del demonio. El silencio se hizo presente, no había rastro del individuo y sin embargo en medio de la oscuridad pude captar cho había empezado a correr en dirección al lago. Busqué rápidamente la estaca y avancé detrás de él. Al poco tiempo mis piernas comenzaban a temblar, me estaba sofocando, maldito había sido el momento en que había frenado mis entrenamientos por aquella estúpida herida. Me detuve por completo recargando mi cuerpo sobre un árbol, necesitaba descansar.
Bajé la mirada para poder observar mi cuerpo. Todo estaba en orden menos mis ideas - ¡Maldito seas que estás aun presente! - Susurré antes de escuchar sonidos raros en la dirección contraría. Volví a tomar velocidad. Un hermoso caballero estaba detenido en medio del camino. Hice una mueca controlando mi respiración, aquella criatura no estaba acompañada por un hermoso corcel minutos atrás, sin embargo eran rápidos y no dudaba en que tuviera escondido alguno en medio del bosque. Una figura llamo mi atención entre las sombras, caminaba mal, de tal manera que no dude que fuera él. Observé la manera en que subía a aquel árbol, y así en silencio trepe por la parte de atrás. Agradecía entonces mi poco peso, pues si deseaba no podía ocasionar sonido alguno al andar. Ya en la punta de esté, me abalance contra el vampiro tomándolo del cuello, estuve a punto de clavarle la estaca cuando nuestras miradas se cruzaron, en ese instante deje caer la estaca - Xavier… - Susurré perdiendo el equilibro de mi cuerpo, cayendo hasta que mi cuerpo se impacto con el suelo, él golpe no había importado. Estaba completamente consternada. - Dios mío… No estoy alucinando - Alcé la voz temblorosa, intentando cerrar los ojos un par de veces, intentando que mis alucinaciones se perdieran pero no, no era una ilusión, era él.
Bajé la mirada para poder observar mi cuerpo. Todo estaba en orden menos mis ideas - ¡Maldito seas que estás aun presente! - Susurré antes de escuchar sonidos raros en la dirección contraría. Volví a tomar velocidad. Un hermoso caballero estaba detenido en medio del camino. Hice una mueca controlando mi respiración, aquella criatura no estaba acompañada por un hermoso corcel minutos atrás, sin embargo eran rápidos y no dudaba en que tuviera escondido alguno en medio del bosque. Una figura llamo mi atención entre las sombras, caminaba mal, de tal manera que no dude que fuera él. Observé la manera en que subía a aquel árbol, y así en silencio trepe por la parte de atrás. Agradecía entonces mi poco peso, pues si deseaba no podía ocasionar sonido alguno al andar. Ya en la punta de esté, me abalance contra el vampiro tomándolo del cuello, estuve a punto de clavarle la estaca cuando nuestras miradas se cruzaron, en ese instante deje caer la estaca - Xavier… - Susurré perdiendo el equilibro de mi cuerpo, cayendo hasta que mi cuerpo se impacto con el suelo, él golpe no había importado. Estaba completamente consternada. - Dios mío… No estoy alucinando - Alcé la voz temblorosa, intentando cerrar los ojos un par de veces, intentando que mis alucinaciones se perdieran pero no, no era una ilusión, era él.
Dagmar Biermann- Cazador Clase Alta
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Re: Encontrando un antiguo señuelo {Dagmar]
Fynn debía estar a medio kilómetro de mí, el lycan en dirección este a kilometro y en medio de ese triángulo que habíamos creado estaban mis fieles amigos el señuelo perfecto para la noche perfecta, las cosas parecían andar muy tranquilas un estruendo en la lejanía hizo que mi sonrisa se ensanchara pero no eran mis compañeros ellos no cometerían ese error menos cuando recién empezábamos, seguramente era la noche de caza para más de alguno y eso hacía que todo se volviera más entretenido, la adrenalina comenzaba a subir por mi cuerpo emocionado porque al parecer hoy los vampiros andaban sedientos, entre las ramas podía ver la noche que con su manto de estrellas me mostraba que la oscuridad había llegado a su límite, largos días pasaríamos por esta zona, revisando trampas y buscando alimento, tres días, era lo único que se me pasaba por la cabeza, Lionel ya estaba advertido de aquellas salidas nocturnas me había dedicado a explicarle cada movimiento que hacíamos, para dejarlo un poco más tranquilo.
Deje que mi cuerpo reposase en la altura, hasta llegue a olvidar el dolor de mi pierna que en ese momento era lo que menos me aquejaba y ¡touché! Su cuerpo se abalanzó sobre mí pero el peso era más suave no era un vampiro ya que si fuera uno me hubiera derribado, sus ojos, no me basto nada más para saber que era ella, su aroma tan fuerte y perfumado… ¿Dagmar? Mi cuerpo sintió ese electrificaste recorrido cuando no sabes que pensar, ni que hacer mi cuerpo cedió al equilibrio que me encontraba y caí al suelo junto con ella, me llamo por mi nombre y todo desapareció en ese momento…
Deje que mi cuerpo reposase en la altura, hasta llegue a olvidar el dolor de mi pierna que en ese momento era lo que menos me aquejaba y ¡touché! Su cuerpo se abalanzó sobre mí pero el peso era más suave no era un vampiro ya que si fuera uno me hubiera derribado, sus ojos, no me basto nada más para saber que era ella, su aroma tan fuerte y perfumado… ¿Dagmar? Mi cuerpo sintió ese electrificaste recorrido cuando no sabes que pensar, ni que hacer mi cuerpo cedió al equilibrio que me encontraba y caí al suelo junto con ella, me llamo por mi nombre y todo desapareció en ese momento…
“– Maldito – grite al tiempo que terminaba con la no vida de aquel vampiro que había estado persiguiendo hace varias horas, lo golpee hasta que la sangre broto de mis nudillos, la estaca se consumía y mi daga partía el cuello de aquel ser, el fuego se prendió y con una llamarada grande comenzó a deshacerse en ese momento, mi sonrisa de satisfacción se hacía presente, mientras prendía un cigarrillo y me sentaba a ver los rastros de aquel mal nacido. Y entre el viento que corría en dirección poniente detrás de los arbustos vi esos ojos observándome, la seriedad volvió a mí, no me gustaba que espiaran cuando me convertía en aquello que llamaban cazador aún estaba empezando este recorrido y ella si ella me observaba, con cuidado y precisión avance, hasta quedar muy cerca de aquella mujer que robo mi aliento en ese mismo momento, mi cigarrillo rodo hacia el suelo y con un gesto estúpido me acerque a ella preguntándole si le había gustado lo que vio. Tenía mis dudas si aquello era correcto pero no basto ni un minuto para que me viera inmerso en la fantasía que ella había provocado tan solo con su mirada… Era la primera vez que la veía por estos lugares, poco me falto para hacerle un interrogatorio y saber su bello nombre – Dagmar – un nombre que sabía jamás olvidaría, porque con esa mirada penetrante y ese color en sus labios era imposible olvidarla…
El tiempo en la lejanía de la cuidad nos apremiaba, aprendí a conocerla, aprendí a quererla y amarla… aprendí que con ella era yo mismo y todo se me olvidaba cuando mi cuerpo caía en sus brazos, mi primer amor, la primera mujer que me había deslumbrado, el tiempo y sus detalles nosotros unos niños jugando a cazar, entre besos y abrazos nuestro amor floreció, de manera inocente y casi pura ella era una parte de mí que nunca… perdería…”
Y todo desapareció cuando el dolor en mi pierna volvió a latir pegue un salto y la quede mirando, era un tonto cuando se trataba de cosas del pasado y precisamente ella era mi pasado… un pasado incierto – Dagmar – mi voz salió seguro de lo que decía le tendí una mano para ayudarla fue en ese momento que repare en su atuendo, está hecho pedazos mostrando más de lo que debía y menos de lo que yo quería observar, no me avergonzaba claro que no, volver a ver a ella había sido uno de mis propósitos en Paris, pero el destino como es de juguetón me había puesto en el camino a otra persona. Aun teniendo en cuenta cómo sucedieron las cosas, sentí ese impulso de tenerla nuevamente en mis brazos, de besar aquellos labios que aun parecían solo hechos para mí. Lo más probable que todo terminara mal, ¿pero que más mal podía estar?... el pasado estaba en la lejanía y ahora estábamos de nuevo ella y yo, en un bosque haciendo lo que nuestros instintos querían hacer – Yo podría decir que también estoy alucinando… pero creo que te sentí muy real – fue lo único que se me ocurrió. Parado frente a ella el dolor punzante en mi pierna volvió con más intensidad y haciendo un gesto de dolor abrí mis ojos bien abiertos – Te extrañe – fue tan solo esa palabra que salió de mi boca, no… no era mi boca la que hablaba era mi corazón que latía en retroceso, cedi ante mi dolor y con algo de brusquedad tome asiento tomando una piedra y volviendo a golpear la herida sangrante. El tiempo en la lejanía de la cuidad nos apremiaba, aprendí a conocerla, aprendí a quererla y amarla… aprendí que con ella era yo mismo y todo se me olvidaba cuando mi cuerpo caía en sus brazos, mi primer amor, la primera mujer que me había deslumbrado, el tiempo y sus detalles nosotros unos niños jugando a cazar, entre besos y abrazos nuestro amor floreció, de manera inocente y casi pura ella era una parte de mí que nunca… perdería…”
Xavier Sinclair- Cazador Clase Alta
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Re: Encontrando un antiguo señuelo {Dagmar]
30 de diciembre de 1798.
Cinco días habían pasado desde que me había marchado. Aun no entendía como había llegado a tener el valor para haber salido huyendo. Me sentí mal, verdaderamente mal por aquella acción pero lo cierto era que siempre había tenido miedo de eso, de enamorarme, de amar. Había tendido una casa de campaña en el bosque que se encontraba detrás de mi casa en París. No tenía ganas de ver aun a mis padres y decirles que había vuelto. Mi madre seguramente me preguntaría cada pequeño detalle de mis excursiones y no podía omitirlo a él. ¿Cómo decirle que me había enamorado en medio de mi trabajo? Mi padre seguramente se sentía decepcionado. Para él, el enamoramiento a tan temprana edad sería seguramente una distracción que solo el más mediocre de los cazadores podía pasar no yo. Podía escuchar como muchos jóvenes entrenaban sin importar las fechas tan importantes en las que se encontraban. En alguna que otra ocasión escuchaba a mi padre hablar de manera orgullosa de su hija, y otros tantos jóvenes comenzar a retarlo. Una tarde pude escuchar que uno que otro decía que mi padre alucinaba, que estaba loco que no tenía una hija que seguramente lo inventaba para llenar vacíos y fue lo que me decidió presentarme en París sin importar el dolor de su recuerdo. En medio entrenamiento caminaba en medio de las batallas sin importar si pudiera recibir algún golpe. Mi padre sonreía emocionado por volver a verme. Era tan descarada, tan malcriada, no solo los había abandonado a ellos, también lo había abandonado a él y sin embargo regresaba completamente con la frente en alto como si solo hubiera ido a tomar un paseo por la tarde. Las miradas de los caballeros se dirigieron a mi. Algunos hacían comentarios fanfarrones a mi persona "¿Cómo una hermosa doncella podría utilizar un arma? Seguramente nos miente". En ese instante saqué una daga de mi vestido, apunte y se la arrojé rozando su cabello. Había sentido una especie de peso menos de encima, liberando ese dolor de recordar lo que había hecho a Xavier que repetí la acción, terminé ganando una buena batalla, callando las voces que dudaban en mi padre y adentrándome a casa para recibir un abrazo cálido de mi madre.
Después de eso, pase cinco días más encerrada, no puedo mentir, lloraba todas las noches. Había entendido en ese momento que no era tan fuerte. Al dormir, su rostro se aparecía en mis sueños, incluso llegaba a sentir sus caricias al dormir y era tanta mi imaginación que incluso llegaba a sentir besos en la frente como me los daba antes de separarnos cada noche. Me estaba volviendo loca, y todo por mi falta de valor, por mi miedo a enamorarme, todo por no haber valorado lo que tenía. ¿Le habría dolido? ¿Me extrañaría tanto como yo a él? ¿Que sería de él? Por primera vez en muchísimo tiempo no me había sentido tan frágil, tan vulnerable, mis padres entendían bien que algo me pasaba, me habían dado el espacio necesario para "sanar" pero ni siquiera con los días transcurriendo tenía el valor de salir de la habitación. Fue una tarde cuando mi madre me sacó a la fuerza de la habitación. Bastante graciosa había sido aquella tarde cuando me pidió arreglarme lo suficiente para verme tan hermosa como nunca antes. Me había planeado una cita con uno de los cazadores más reconocido por mis padres. Al final de la noche, descubrí que era homosexual, que me había enviado por que uno de sus amigos deseaba poder salir conmigo pero no tenía el valor, desde esa tarde podía salir con él, sonreía y me olvidaba de mi realidad.
Una tarde mi padre se había ido de excursión con algunos nuevos jóvenes que la iglesia enviaba, me había pedido revisar los papeles que el papa le había mandado para que estuviéramos al pendiente de todos los cazadores entrantes a la ciudad y los salientes. Después de un gran rato de ordenar papeles de manera alfabética, mi corazón comenzó a acelerarse cuando la letra "X" se asomaba de entre el bonche de papeles ¿Por qué? Has ese momento no lo sabía. Fue entonces que abriendo la carpeta el primer nombre en negritas junto con un retrato en pintura de él me hizo darme cuenta que estaba en la ciudad, ¿qué hacía ahí? No lo sabía. Dejé los papeles en su lugar y esa tarde pase días en la casa del lago esforzándome para no volver a caer en esa tristeza al recordar que lo había dejado, que lo había perdido y que aun lo quería.
Después de eso, pase cinco días más encerrada, no puedo mentir, lloraba todas las noches. Había entendido en ese momento que no era tan fuerte. Al dormir, su rostro se aparecía en mis sueños, incluso llegaba a sentir sus caricias al dormir y era tanta mi imaginación que incluso llegaba a sentir besos en la frente como me los daba antes de separarnos cada noche. Me estaba volviendo loca, y todo por mi falta de valor, por mi miedo a enamorarme, todo por no haber valorado lo que tenía. ¿Le habría dolido? ¿Me extrañaría tanto como yo a él? ¿Que sería de él? Por primera vez en muchísimo tiempo no me había sentido tan frágil, tan vulnerable, mis padres entendían bien que algo me pasaba, me habían dado el espacio necesario para "sanar" pero ni siquiera con los días transcurriendo tenía el valor de salir de la habitación. Fue una tarde cuando mi madre me sacó a la fuerza de la habitación. Bastante graciosa había sido aquella tarde cuando me pidió arreglarme lo suficiente para verme tan hermosa como nunca antes. Me había planeado una cita con uno de los cazadores más reconocido por mis padres. Al final de la noche, descubrí que era homosexual, que me había enviado por que uno de sus amigos deseaba poder salir conmigo pero no tenía el valor, desde esa tarde podía salir con él, sonreía y me olvidaba de mi realidad.
Una tarde mi padre se había ido de excursión con algunos nuevos jóvenes que la iglesia enviaba, me había pedido revisar los papeles que el papa le había mandado para que estuviéramos al pendiente de todos los cazadores entrantes a la ciudad y los salientes. Después de un gran rato de ordenar papeles de manera alfabética, mi corazón comenzó a acelerarse cuando la letra "X" se asomaba de entre el bonche de papeles ¿Por qué? Has ese momento no lo sabía. Fue entonces que abriendo la carpeta el primer nombre en negritas junto con un retrato en pintura de él me hizo darme cuenta que estaba en la ciudad, ¿qué hacía ahí? No lo sabía. Dejé los papeles en su lugar y esa tarde pase días en la casa del lago esforzándome para no volver a caer en esa tristeza al recordar que lo había dejado, que lo había perdido y que aun lo quería.
Actualidad.
No cabía duda que el paso del tiempo le había favorecido por completo. Se veía más fornido, incluso con la camisa puesta podía observar su musculoso cuerpo. Sus labios eran tan atrayentes como esas veces en las que necesitaba poder besarlo para estar tranquila, su par de ojos siempre me habían enseñado que no era necesario que dijera más de mil palabras para poder entender que ese brillo o ese algo que tenían me dejara conocer su alma. Quise decirle que también lo había extrañado pero no pude pues su estado, su rostro adolorado me hizo ponerme alerta, me puse de pie de un solo movimiento y me acerqué colocándome de cuclillas frente a él. - Déjame ver - Susurré y pronto lo miré con furia - ¡No hagas eso SinClair! - ¿Cómo se le ocurría hacerse daño? Casi gruñía haciendo que dejará esa roca alado sin embargo deslicé una de mis manos por mi pierna, entre las telas rotas que estaban simulando cubrir mi piel. Saqué una navaja y la acerqué a su pierna rompiendo parte de la tela de su pantalón. Sus músculos estaban completamente tensos.
Una enorme raya que se notaba era una herida mal cosida se asomaba de entre su muslo. Hice una mueca bastante clara y pase mi mano con su piel delineando aquella zona - ¿Quién hizo eso? - Otra de mis manos se recargó del otro lado de la pierna y comenzó a dar un masaje suave a su muslo, estaba tan sumergida en lo que hacía que no me había dado cuenta como habíamos llegado a ese punto tan intimo, en esa noche donde nadie estaba a nuestro alrededor - ¿Qué te paso? - Separé una de mis manos de su pierna y la deslicé por mi cintura, la doble tanto que pude sacar un frasco con un liquido verde - Ya conoces mis vestidos, siempre teniendo compartimientos para las herramientas - Solté una risita nerviosa y destape el bote llenando mis manos de esa mezcla de especias - Tiene alguna que otra planta que te ayudará para el dolor, la tensión del músculo, en pocos momentos no te dolerá, lo prometo - Susurré empezando a dar un suave masaje por su pierna - Y esas suturas… Tenemos que volver a hacerlas - Mordí mi labio inferior - Pero aquí no tengo lo necesario para eso, la casa del bosque esta cerca enseguida te llevaré - Hasta ese momento no me había dado cuenta de la manera en la que me estaba comportando, solo era mi corazón el que me guiaba, ese corazón que estaba demasiado acelerado y acongojado de miedo al verlo de aquella manera.
Una enorme raya que se notaba era una herida mal cosida se asomaba de entre su muslo. Hice una mueca bastante clara y pase mi mano con su piel delineando aquella zona - ¿Quién hizo eso? - Otra de mis manos se recargó del otro lado de la pierna y comenzó a dar un masaje suave a su muslo, estaba tan sumergida en lo que hacía que no me había dado cuenta como habíamos llegado a ese punto tan intimo, en esa noche donde nadie estaba a nuestro alrededor - ¿Qué te paso? - Separé una de mis manos de su pierna y la deslicé por mi cintura, la doble tanto que pude sacar un frasco con un liquido verde - Ya conoces mis vestidos, siempre teniendo compartimientos para las herramientas - Solté una risita nerviosa y destape el bote llenando mis manos de esa mezcla de especias - Tiene alguna que otra planta que te ayudará para el dolor, la tensión del músculo, en pocos momentos no te dolerá, lo prometo - Susurré empezando a dar un suave masaje por su pierna - Y esas suturas… Tenemos que volver a hacerlas - Mordí mi labio inferior - Pero aquí no tengo lo necesario para eso, la casa del bosque esta cerca enseguida te llevaré - Hasta ese momento no me había dado cuenta de la manera en la que me estaba comportando, solo era mi corazón el que me guiaba, ese corazón que estaba demasiado acelerado y acongojado de miedo al verlo de aquella manera.
Dagmar Biermann- Cazador Clase Alta
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Re: Encontrando un antiguo señuelo {Dagmar]
Los días comenzaron a pasar, las semanas eran eternas, un mes… o quizás dos ya había perdido la cuenta de ese día, del día que me habían abandonado del mismo día que le iba a pedir matrimonio, que… era un imbécil ¿Cómo había creído en sus palabras? ¿Cómo pude creer en alguien que pensaba como yo? Imbécil, toque fondo más de un ciento de veces, por ella. Cada noche era una nueva pesadilla, cada noche la veía a ella siendo devorada por vampiros, corrompida por otros hombres, ya no era la heroína de mis sueños sino más bien la villana de mis pesadillas. Mi padre me vio sufrir, me vieron por primera vez vulnerable, abatido recibí un castigo severo por aquel enamoramiento, el conocía a los Biermann, clanes amigos… sabia de la hija, sabia de Dagmar… Y yo ahí siendo un jovencito enamorado… Una semana en el sótano me tuvieron siendo viva presa de un vampiro que aguardaba al otro lado de la cárcel que había en ese lugar, miedo nunca tuve, más odio le tenía cada vez que observaba el rostro de aquel… que aclamaba por sangre, que se secaba y yo le tentaba. Cuarta noche en ese lugar me habían tenido a puro pan y agua llego el verdugo de la familia, temí lo peor y con miedo a lo que pudiera suceder mi espalda se vio desgarrada con la punta de aquel látigo que tenía vidrios en su extremo, 20 latigazos me dejaron inconsciente y medio muerto en el suelo. La sangre corrió alimentando al vampiro que patéticamente lamia el suelo mis ojos solo vieron como mi sangre corría, una pelea en las afueras del sótano llamo mi atención… solo escuche en la lejanía – ¿Xavier está bien? – y todo desapareció, lo único que me mantuvo vivo a parte de mi orgullo fueron los ojos de ella. La mujer de mis pesadillas me mantenía vivo, me daba fuerzas… El vampiro que yacía repuesto comenzó hablar, hablo de mis pensamientos, haciendo que mi pesar fuera peor de lo que ya era. Describió a Dagmar de una forma tan asquerosa que con un solo impulso y mucha fuerza de voluntad me levante, mi cuerpo tambaleándose de un lado a otro tome una de las cuantas estacas que habían en aquel lugar, estacas que nadie o quizás todos habían ocupado, el sabor a la sangre me causaba revuelo, pero mi orgullo seguía en pie más mi voluntad estaba a punto de caer. El vampiro sediento abrió la puerta y se abalanzó sobre mí la adrenalina comenzó hacer lo suyo por mi cuerpo, ya no había voluntad si no un hombre enfadado y lleno de ira. No hacían falta las palabras aquellas nunca más las volvería a pronunciar – No digas su nombre – dije entre dientes mientras el maldito repetía, “Dagmar… Dagmar… bajo mis manos caerás” débil como me encontraba no pensaba… Sentí como clavo sus colmillos en mi cuello y el grito del dolor inundo el lugar… lo último que supe fue que Dagmar seguiría en mis pensamientos…
Y sus palabras me trajeron de nuevo a esta realidad, al tiempo presente donde nos volvíamos a encontrar en situaciones semejantes, ambos haciendo lo que más amábamos algo que nunca dejaríamos de hacer, cazar bestias nocturnas. La mire directo a esos ojos imponentes y solté la piedra, aun cuando ella quisiera conocerme nunca lo haría y eso iba para los dos, ambos éramos un acertijo que no teníamos solución – El dolor opaca al dolor – dije mientras dejaba que ella hiciera lo que deseara hacer, ya ni siquiera me importaba ese dolor, verla a ella había revivido otra herida una que creí extinta por los años y ahora se volvía abrir. Enterré mis manos en la tierra húmeda apretando, sintiendo como esa preocupación aparente de ella me causaba un cierto revuelo en mi estómago, deje de mirarla cuando sentí la punzada en mi corazón, apreté no solo la mandíbula sino también los ojos, el dolor me hacía perder los estribos.
Un lican me agarro la pierna con sus garras mas no alcanzo a morderme – hablaba por que tenía que hablar, porque sentía la necesidad de hacerlo, mientras pensaba que ya ninguno éramos unos quinceañeros que vivíamos de algo que al parecer era una burda mentira… ¿porque al parecer? Porque yo si la ame… pero ella al parecer había sido más fría desde siempre… di un quejido cuando sentí el ungüento penetrar en la herida que parecía tener un aspecto asqueroso -Espero que el dolor pase pronto porque no me deja pensar – fue hasta ese momento que pude pensar con claridad, fue en ese momento cuando todo parecía revivirse, no… no podía pensar en eso tenía a mi pareja, tenía a Lionel… trague saliva sintiendo como poco a poco el dolor era absorbido por aquella crema que ella ponía, eso le ponía de buenas y aunque quisiera ocultarlo ya había hablado más de la cuenta. -¿Son necesarias las suturas? – no era que les tuviera miedo, pero temía de mi comportamiento si estaba delante de ella, ya no era el chico educado y gentil, con el tiempo aquellos rasgos habían quedados abandonados ahora era el frio cazador que solo permitía que uno y solo uno lo viera vulnerable. – De ser mi única opción, vamos a la casa – intente sonar gracioso como pude comencé a levantarme, no quería ser a esas alturas una carga para ella, podía pararme solo, mi voluntad de hierro me lo permitía. ¿O acaso seria que era por ella que estaba haciendo esto?
Un lican me agarro la pierna con sus garras mas no alcanzo a morderme – hablaba por que tenía que hablar, porque sentía la necesidad de hacerlo, mientras pensaba que ya ninguno éramos unos quinceañeros que vivíamos de algo que al parecer era una burda mentira… ¿porque al parecer? Porque yo si la ame… pero ella al parecer había sido más fría desde siempre… di un quejido cuando sentí el ungüento penetrar en la herida que parecía tener un aspecto asqueroso -Espero que el dolor pase pronto porque no me deja pensar – fue hasta ese momento que pude pensar con claridad, fue en ese momento cuando todo parecía revivirse, no… no podía pensar en eso tenía a mi pareja, tenía a Lionel… trague saliva sintiendo como poco a poco el dolor era absorbido por aquella crema que ella ponía, eso le ponía de buenas y aunque quisiera ocultarlo ya había hablado más de la cuenta. -¿Son necesarias las suturas? – no era que les tuviera miedo, pero temía de mi comportamiento si estaba delante de ella, ya no era el chico educado y gentil, con el tiempo aquellos rasgos habían quedados abandonados ahora era el frio cazador que solo permitía que uno y solo uno lo viera vulnerable. – De ser mi única opción, vamos a la casa – intente sonar gracioso como pude comencé a levantarme, no quería ser a esas alturas una carga para ella, podía pararme solo, mi voluntad de hierro me lo permitía. ¿O acaso seria que era por ella que estaba haciendo esto?
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Re: Encontrando un antiguo señuelo {Dagmar]
30 de abril de 1799.
Ella no dejaba de insistir, mi madre sabía que mi dolor tenía un nombre, que mi dolor tenía un rostro que día con día me hacía querer salir de la casa para ir a buscarlo. Una de las veces en que estuve a punto de salir por la puerta ella me detuvo, me preguntó su nombre con tanta desesperación que no tuve más remedio que decirlo, aunque me dolía demasiado debía decir que nombre - Xavier… Xavier SinClair- Mi cuerpo se giró lentamente hasta que por fin pude observar el rostro consternado de mi madre. Algo pasaba, algo andaba mal sin embargo no dijo nada. Su rostro se endureció, recuerdo bien como me jaló del brazo con fuerza sin decir nada, me encerró en el cuarto durante tres horas al final llegó con un vestido rojo, un hermoso rojo como el de la sangre, me pidió que me lo pusiera que me arreglara con elegancia, me pedía que me viera hermosa. Entonces me di cuenta, accedía a cada una de las cosas que me pedía porque ya nada importaba a esas alturas. Lo hice, me di un baño con agua caliente, pasé en el agua quizás una hora, disfrutando de la sensación, volviendo a sentir mi cuerpo, después me veía en el espejo mientras me acomodaba la ropa, deje mi cabello suelto, como pocas veces lo dejaba ya que siempre lo tenía recogido debido al trabajo que ejercía, los labios rojos carmín al igual que el vestido y como adorno una hermosa flor en la cabeza. Salí del cuarto, mis padres me veían sorprendidos y el pecho de mi padre estaba completamente hinchado de orgullo sin embargo no sonreí simplemente me deje llevar, me adentré al carruaje y sin saber el paradero llegamos al lugar. Una hermosa mansión, algo extraña y mi corazón comenzó a palpitar aceleradamente como si supiera en donde estaba, como si siempre hubiera estado en ese lugar. Contuve la respiración y me adentré. Esos ojos yo los conocía, ese rostro era parecido a él… Y entonces lo supe cuando mi madre saludo al dueño de la casa diciendo su apellido. Me hice chiquita, quise salir del lugar, ello lo noto y me sujeto, con fuerza, parecía un castigo.
La cena pasaba demasiado rápido, la mirada de sus padres no se apartaba de mi cuerpo, no dejaban de decir comentarios de lo hermosa que era, incluso la sorna en su voz era evidente cuando mencionó un "ojalá mi hijo te pudiera conocer", no pude más y me levanté al baño, lave mi rostro, y entonces un sonido llamó mi atención. Giré la perilla con cuidado, encendí la luz y de pronto lo vi tirado, ensangrentado - ¿Xavier estás bien? - La desesperación inundó mi cuerpo, aquel hombre me dio un golpe impidiendo que me acercará, sin embargo no pude más, con lo primero que me tope le di un fuerte golpe en la cabeza, tarde había sido pues aquel vampiro bebía de él. Miré a mi alrededor y tomé una estaca enterrándosela en la espalda, a la altura de su corazón - No lo toques, no lo hagas - Y mi voz se cortó, el estaba tirado en el suelo, sin poder reaccionar y entonces todo se nubló. Desperté en mi cuarto, con las piernas y brazos amarrados, mis padres lo sabían cuando despertará iría a su lado, iría a verlo y por eso me tenían de esa manera, grité, pataleé, lloré, supliqué y no me soltaron, su sangre se había impregnado en el vestido, podía olerla. Cerré los ojos y los próximos días los pase encerrada, durmiendo, no importaba comer, la escena estaba en mi mente pero nuestros padres no querían y ante eso no podía hacer nada.
Me tardé un poco en reaccionar, pensé que pondría resistencia debido al lugar a donde nos dirigíamos sin embargo se levantó. Mi instinto de protección me impulsó haciendo que corriera su brazo por mis hombros, empezamos a caminar por el lugar, ambos en silencio, escuchando a los lejos como alguien estaba entrenando, el crujir de las ramas cuando avanzábamos. - Es raro que tu, con tanta experiencia en la cacería no hayas percatado el daño de tu pierna, sabes bien cuando una sutura no esta bien, lo sabes no sé qué diablos pasa por tu mente - Quise darle un fuerte golpe en aquel lugar para darle una lección pero no valdría la pena pues él mismo se lo daba. El camino a mi casa en medio del bosque no era la gran ciencia, estaba en cualquier lugar si podías verlo de esa manera, solo dependía de en que lado del bosque estés o si de verdad lo conozcas, debido a su condición era mejor tomar el camino corto, no podíamos exponer más su pierna. Siempre me había gustado la naturaleza, supongo que por eso había escogido un lugar tan apartado para mi escondite personal. Los arboles comenzaban a hacer el sendero más angosto, tuve que sostenerlo con más fuerza para poder pasar por ese lugar, al final del sendero se podía ver la hermosa mansión, escondida entre ramas, arboles y flores, sonreí gustosa al verla y no tardamos mucho en entrar ya que los sirvientes siempre estaban alerta. Llegamos directamente a la sala donde lo acomodé en el sillón - Creo que tengo algo para arreglar tu rasgadura - Me quede pensando observando con atención el lugar hasta que por fin recordé donde tenía todo lo necesario.
Salí de la cocina por unos momentos para dirigirme a mi habitación, debajo de la cama saque un pequeño portafolios donde tenía agujas, hilos, medicamentos, vendas etc. Lo tome con fuerza y bajé de nuevo con la misma rapidez encontrándome a su lado. Empecé a limpiar la zona con paños de agua caliente, lentamente - Dolerá solo un poco - Susurré cuando apreté un poco la herida y aquello que había imaginado salió, la pus indicaba que se estaba infectando, solté un suspiro aplicando un poco más de ungüento, se estaba limpiando bien o eso esperaba había aprendido de hiervas en una de las aldeas a las afueras de Inglaterra, era buena en eso, lo sabía por lo que tenía idea de que debía poner. Despegué las manos por un momento de su pierna y coloque el hilo en la aguja - ¿Quieres morder un cojín? Puedes hacerlo, sientete en tú casa - Sonreí con dulzura. Lo miré por unos momentos a los ojos y luego comencé con aquello. Intentaba tener todo el cuidado del mundo pero sabia que a pesar de eso el dolor no disminuiría sin embargo me tomaba mi tiempo para poder cerrar aquello a la perfección, después de unos minutos estaba listo. Deje las cosas a un lado, mis manos estaban completamente ensangrentadas y entonces lo miré con calma dándome cuenta que estábamos solos como siempre habíamos deseado y nunca habíamos podido estar - Debes descansar un poco, pediré que preparen un cuarto para ti, si te mueves eso puede empeorar así que hazme caso por favor - Me puse de pie acomodando las cosas dejándolas todas en una bandeja. Sin importar la sangre de las manos tomé asiento en un sillón frente a él la cabeza me estaba doliendo sin embargo no prestaba atención debía observar su herida antes de que la infección se volviera más grande y peligrosa.
La cena pasaba demasiado rápido, la mirada de sus padres no se apartaba de mi cuerpo, no dejaban de decir comentarios de lo hermosa que era, incluso la sorna en su voz era evidente cuando mencionó un "ojalá mi hijo te pudiera conocer", no pude más y me levanté al baño, lave mi rostro, y entonces un sonido llamó mi atención. Giré la perilla con cuidado, encendí la luz y de pronto lo vi tirado, ensangrentado - ¿Xavier estás bien? - La desesperación inundó mi cuerpo, aquel hombre me dio un golpe impidiendo que me acercará, sin embargo no pude más, con lo primero que me tope le di un fuerte golpe en la cabeza, tarde había sido pues aquel vampiro bebía de él. Miré a mi alrededor y tomé una estaca enterrándosela en la espalda, a la altura de su corazón - No lo toques, no lo hagas - Y mi voz se cortó, el estaba tirado en el suelo, sin poder reaccionar y entonces todo se nubló. Desperté en mi cuarto, con las piernas y brazos amarrados, mis padres lo sabían cuando despertará iría a su lado, iría a verlo y por eso me tenían de esa manera, grité, pataleé, lloré, supliqué y no me soltaron, su sangre se había impregnado en el vestido, podía olerla. Cerré los ojos y los próximos días los pase encerrada, durmiendo, no importaba comer, la escena estaba en mi mente pero nuestros padres no querían y ante eso no podía hacer nada.
Actualidad.
Me tardé un poco en reaccionar, pensé que pondría resistencia debido al lugar a donde nos dirigíamos sin embargo se levantó. Mi instinto de protección me impulsó haciendo que corriera su brazo por mis hombros, empezamos a caminar por el lugar, ambos en silencio, escuchando a los lejos como alguien estaba entrenando, el crujir de las ramas cuando avanzábamos. - Es raro que tu, con tanta experiencia en la cacería no hayas percatado el daño de tu pierna, sabes bien cuando una sutura no esta bien, lo sabes no sé qué diablos pasa por tu mente - Quise darle un fuerte golpe en aquel lugar para darle una lección pero no valdría la pena pues él mismo se lo daba. El camino a mi casa en medio del bosque no era la gran ciencia, estaba en cualquier lugar si podías verlo de esa manera, solo dependía de en que lado del bosque estés o si de verdad lo conozcas, debido a su condición era mejor tomar el camino corto, no podíamos exponer más su pierna. Siempre me había gustado la naturaleza, supongo que por eso había escogido un lugar tan apartado para mi escondite personal. Los arboles comenzaban a hacer el sendero más angosto, tuve que sostenerlo con más fuerza para poder pasar por ese lugar, al final del sendero se podía ver la hermosa mansión, escondida entre ramas, arboles y flores, sonreí gustosa al verla y no tardamos mucho en entrar ya que los sirvientes siempre estaban alerta. Llegamos directamente a la sala donde lo acomodé en el sillón - Creo que tengo algo para arreglar tu rasgadura - Me quede pensando observando con atención el lugar hasta que por fin recordé donde tenía todo lo necesario.
Salí de la cocina por unos momentos para dirigirme a mi habitación, debajo de la cama saque un pequeño portafolios donde tenía agujas, hilos, medicamentos, vendas etc. Lo tome con fuerza y bajé de nuevo con la misma rapidez encontrándome a su lado. Empecé a limpiar la zona con paños de agua caliente, lentamente - Dolerá solo un poco - Susurré cuando apreté un poco la herida y aquello que había imaginado salió, la pus indicaba que se estaba infectando, solté un suspiro aplicando un poco más de ungüento, se estaba limpiando bien o eso esperaba había aprendido de hiervas en una de las aldeas a las afueras de Inglaterra, era buena en eso, lo sabía por lo que tenía idea de que debía poner. Despegué las manos por un momento de su pierna y coloque el hilo en la aguja - ¿Quieres morder un cojín? Puedes hacerlo, sientete en tú casa - Sonreí con dulzura. Lo miré por unos momentos a los ojos y luego comencé con aquello. Intentaba tener todo el cuidado del mundo pero sabia que a pesar de eso el dolor no disminuiría sin embargo me tomaba mi tiempo para poder cerrar aquello a la perfección, después de unos minutos estaba listo. Deje las cosas a un lado, mis manos estaban completamente ensangrentadas y entonces lo miré con calma dándome cuenta que estábamos solos como siempre habíamos deseado y nunca habíamos podido estar - Debes descansar un poco, pediré que preparen un cuarto para ti, si te mueves eso puede empeorar así que hazme caso por favor - Me puse de pie acomodando las cosas dejándolas todas en una bandeja. Sin importar la sangre de las manos tomé asiento en un sillón frente a él la cabeza me estaba doliendo sin embargo no prestaba atención debía observar su herida antes de que la infección se volviera más grande y peligrosa.
Dagmar Biermann- Cazador Clase Alta
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Re: Encontrando un antiguo señuelo {Dagmar]
Hace unas noches combatí a muerte con un lican, uno grande que me azoto y araño más de la cuenta – Mi voz salió en total calma, aunque el dolor era perpetuo no mostraría aquello frente a esa dama de nombre Dagmar, que parecía ser en ese momento una musa del bosque, la ninfa más hermosa que todo hombre a deseado alguna vez, sonreí de lado cerrando medianamente los ojos. - Me cure a la rápida, por que el tiempo apremia cuando la luna llena comienza a desvanecer – cierto o no, en realidad ni yo mismo sabía por qué no había ocupado los ungüentos necesarios y había hecho las suturas correspondientes, no quería pensar en ello porque solo encontraría una respuesta Lionel. Por el no había hecho las cosas correctamente, ya que si me veía en ese estado y con esa herida se preocuparía por sobre manera y yo no era una persona que le gustaba preocupar a los demás. Trague saliva y a paso lento camine junto a ella por el bosque, de seguro notaria cuando la viese la herida lo infectada que estaba pero algo sabia yo, si aquello me hubiera segundo doliendo simplemente calentaría un fierro y lo suturaría a mi manera para matar todo el tejido. De alguna forma agradecí que fuera ella quien apareciera por el bosque, muchos años habían pasado.
Al llegar a esa mansión sonreí, ella y su naturaleza, siempre le había gustado no por nada nos habíamos encontrado la primera vez en el bosque, y ahora en un lugar similar. Negué con la cabeza, el golpe que le había dado a la pierna aun tenia adormecida aquella zona, sentí sus manos tocar mi piel, las sentí mas frías o quizás era porque mi piel estaba afiebrada, no lo sabía, pero aquel roce por minúsculo que era me relajaba de manera extraña. Me acomode en aquel sofá, no pondría peros y no me negaría nada al menos por esa noche, en realidad me sentía un poco débil y si ella decía que las cosas tenían que ser así, pues no le llevaría la contra no un día después de muchos años. Sonreí de lado y la mire directo a los ojos – Gracias – dije con todas sus letras, y respire profundamente.
Y llego ese momento incomodo un silencio total llegaba a esa sala moví mis hombros y acomode mis piernas de manera que pudiera sentirme bien mire sus manos – Ve a limpiarte, prometo no irme a ningún lugar – suspire profundamente era una broma, no estaba en condiciones de salir corriendo, de alguna forma necesitaba respuestas, pero no quería preguntar. Tenía un miedo, un miedo diferente y no lo daría a conocer menos delante de ella. Cerré mis ojos por unos segundos…
Al llegar a esa mansión sonreí, ella y su naturaleza, siempre le había gustado no por nada nos habíamos encontrado la primera vez en el bosque, y ahora en un lugar similar. Negué con la cabeza, el golpe que le había dado a la pierna aun tenia adormecida aquella zona, sentí sus manos tocar mi piel, las sentí mas frías o quizás era porque mi piel estaba afiebrada, no lo sabía, pero aquel roce por minúsculo que era me relajaba de manera extraña. Me acomode en aquel sofá, no pondría peros y no me negaría nada al menos por esa noche, en realidad me sentía un poco débil y si ella decía que las cosas tenían que ser así, pues no le llevaría la contra no un día después de muchos años. Sonreí de lado y la mire directo a los ojos – Gracias – dije con todas sus letras, y respire profundamente.
Y llego ese momento incomodo un silencio total llegaba a esa sala moví mis hombros y acomode mis piernas de manera que pudiera sentirme bien mire sus manos – Ve a limpiarte, prometo no irme a ningún lugar – suspire profundamente era una broma, no estaba en condiciones de salir corriendo, de alguna forma necesitaba respuestas, pero no quería preguntar. Tenía un miedo, un miedo diferente y no lo daría a conocer menos delante de ella. Cerré mis ojos por unos segundos…
“ Era necesario que aprendieras que el amor es para débiles- la voz de mi padre resonó en la biblioteca de la mansión, yo con la cabeza gacha escuche en silencio – La conocí, es bella de eso no hay duda, pero con el tiempo ella será tu debilidad Xavier, eso no es lo que tú quieres – y aquello hizo que ardiera Troya en mi interior y por primera vez lo mire directo a los ojos como un igual, no como un padre – Tú no sabes nada – me atreví a decir – Tu el hombre de la casa, el que nos cuida a todos, no puedes estar diciendo tales estupideces. ¡CASI ME MATA ESE MALDITO VAMPIRO! – le grite y el no se movió, sonrió como si estuviera diciendo un poema apreté mi puño con fuerzas – Y ella, ella fue quien lo mato – bajo la cabeza y una leve parálisis sentí en ese segundo con aquellas palabras – No siguieron mis indicaciones, el verdugo tenia que ratigarte y llevarte a tu habitación– su voz pareció debilitarse en ese momento. La furia en mi interior pareció crecer en ese momento, pero ella me había salvado. – No es necesario que me des explicaciones, basta con saber que no crees en el amor- aquellas palabras las escucho mi madre que entraba por la puerta con una carta en sus manos, sus ojos se llenaron de lagrimas y desaparecí de aquel lugar.
La carta era del papa, para mí, me necesitaban para una sección en la inquisición, no diría que NO, necesitaba alejarme de mi familia, que ellos aclarasen sus problemas porque yo nunca más seria uno ni para ellos ni para nadie.
Escribí una larga carta a mi madre explicándole mi dolor, lo que sentía, la furia, el amor, el deseo y una infinidad de cosas más que era necesario que ella entendiera. Me fui con dos de los criados que me conocían a un nuevo lugar, ya no los necesitaba y ojala nunca más volviera ver a mi padre, mi héroe.”
No sé cuánto tiempo estuve con los ojos cerrados pero ya no estaba en un sofá sino que me encontraba en una cama, mire el techo y apreté las sabanas que cubrían mi cuerpo - ¿Dagmar?- fue lo único que salió, en realidad no quería pensar que había sido un sueño y era solo un juego de mi mente. Deseaba que ella si hubiera aparecido en el bosque, que si me había cuidado y limpiado la herida. Me sentía levemente desorientado y me senté en la cama, necesitaba saber donde me encontraba, al tiempo que puse los pies en el suelo, vi las suturas y sonreí. Más me sorprendieron mis ropajes, pero no pensaría ahora en ello. La carta era del papa, para mí, me necesitaban para una sección en la inquisición, no diría que NO, necesitaba alejarme de mi familia, que ellos aclarasen sus problemas porque yo nunca más seria uno ni para ellos ni para nadie.
Escribí una larga carta a mi madre explicándole mi dolor, lo que sentía, la furia, el amor, el deseo y una infinidad de cosas más que era necesario que ella entendiera. Me fui con dos de los criados que me conocían a un nuevo lugar, ya no los necesitaba y ojala nunca más volviera ver a mi padre, mi héroe.”
Xavier Sinclair- Cazador Clase Alta
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Re: Encontrando un antiguo señuelo {Dagmar]
No puedo negarlo, en este momento, dentro de mi, existen tantos sentimientos que empiezan a volver a encenderse que no se como controlarlos. Quizás es la situación, quizás es la debilidad que he tenido estos días. Caminaba directamente a mi habitación. En ella tenía algunas hierbas que seguramente servirían para que se sintiera mejor, lo sabía porque heridas que había tenido con anterioridad se habían sanado antes de cuenta gracias a eso. El frasco se encontraba debajo de la cama, en un baúl. Se agaché para tomarlo, lo abrí, saqué el frasco y entonces lo que menos imaginé, aparecía para empeorar las cosas. Una cadena con un colgante, uno que él me había dado, y que sin importar el tiempo no podía arrojarlo a la basura, era como tirar una parte de mi. Una punzada grande se apoderó de mi pecho cuando acaricié con la yema de los dedos aquel objeto. Cerré los ojos al tiempo que cerraba el baúl, y me caminaba directamente a la sala para atenderlo. Al llegar estaba dormido, era normal, la hora, la herida, el encuentro quizás lo habían agotado.
Me quedé mirándolo en el marco de la puerta. Se había quedado dormido, incluso podía escucharse su pecho tranquilo, su respiración suave, su rostro de ángel. - El tiempo ha hecho de ti un hombre admirable - Susurré, más bien el pensamiento se había salido por mis labios sin preguntar si era correcto decirlo al aire. Daba gracias entonces que estuviera dormido. Antes de seguir limpiando, arreglando y atendiendo su herida. Me agaché para acariciar su rostro con total suavidad. Incliné mi cuerpo, aspiré su aroma, y al final deje un beso suave en su mejilla. Solo fue un pequeño momento de debilidad pues volví a mi tarea rápidamente. Tanto que empecé a bostezar.
Uno de los guardias que se me había impuesto para mi protección se encontraba cerca de mi. Pedí que me ayudara a subirlo. Volví a adelantarme a mi habitación. Me encerré en el baño y entonces comencé a tomar un baño de agua caliente para limpiar la sangre, y por supuesto sentirme más relajada. No tardé mucho pues tenía que ir a ver a la habitación continua que estuviera bien. Sequé mi cuerpo, me coloqué una bata de dormir, y también una de seda para andar en la casa. La toalla se adornaba ahora en mi cabello para que lo secara. Abrí la puerta del baño y entonces estaba ahí. Recostado en mi cama. Fruncí el ceño, no podía ser egoísta y despertarlo. Me deslicé en la habitación para sentarme alado de la cama, observando si había algún problema, cheque su temperatura, y al notar todo en orden me acomodé tranquila hasta que sin darme cuenta, me quedé completamente dormida.
Fue su voz tan grave y masculina que me saco de mis sueños. Estaba con la mitad del cuerpo en la cama y lo demás recostada. Entreabrí los ojos varias veces hasta que, por fin pude verlo. Me sonrojé un poco. - ¿Qué haces de pie? Vuelve a recostarté - Repuse acercándome para empujarlo con fuerza hacía la cama. Me incline de nuevo para cubrir su cuerpo con las sabanas - No podrás salir de aquí, no al menos por unos días, así que borra cualquier pendiente de la cabeza, y si digo borra es en serio SinClair - Me crucé de brazos a la altura del pecho viéndolo de manera desafiante, sabía lo sería que podía ser al hablar, y que si quería algo u ordenaba algo lo tendría o cumpliría como fuera, además, con una herida así, sabiendo que es un cazador, a mitad de la noche, sería solo una presa fácil, como un humano sin saber como defenderse o que existían las criaturas de la noche.
Caminé por la habitación llegando así a un divan, dejé caer mi cuerpo con tranquilidad, bostecé un par de veces, cerré los ojos con cuidado - Debes descansar, es lo mejor para ti… - Dije mostrando por primera vez en la noche mi temor a que algo pudiera pasarle, mi añoranza a que se quedará a intentar volver a sentirlo mío aunque fuera un momento, y aunque ese momento fuera una mentira. Llevé ambas manos a la altura del vientre acomodándome a aquella posición. - Hace tiempo había deseado volver a verte, le pedí a la luna que estuvieras bien, irónico tomando en cuenta que la luna es quien protege a esas criaturas que exterminamos, sin embargo se que es mi cómplice, la única que podía darte mi mensaje - El valor en realidad no sabía de donde lo había obtenido. Mordí mi labio inferior con fuerza, casi queriendo arrancarlo de mi rostro, solo por haber sido tan atrevida.
Me quedé mirándolo en el marco de la puerta. Se había quedado dormido, incluso podía escucharse su pecho tranquilo, su respiración suave, su rostro de ángel. - El tiempo ha hecho de ti un hombre admirable - Susurré, más bien el pensamiento se había salido por mis labios sin preguntar si era correcto decirlo al aire. Daba gracias entonces que estuviera dormido. Antes de seguir limpiando, arreglando y atendiendo su herida. Me agaché para acariciar su rostro con total suavidad. Incliné mi cuerpo, aspiré su aroma, y al final deje un beso suave en su mejilla. Solo fue un pequeño momento de debilidad pues volví a mi tarea rápidamente. Tanto que empecé a bostezar.
Uno de los guardias que se me había impuesto para mi protección se encontraba cerca de mi. Pedí que me ayudara a subirlo. Volví a adelantarme a mi habitación. Me encerré en el baño y entonces comencé a tomar un baño de agua caliente para limpiar la sangre, y por supuesto sentirme más relajada. No tardé mucho pues tenía que ir a ver a la habitación continua que estuviera bien. Sequé mi cuerpo, me coloqué una bata de dormir, y también una de seda para andar en la casa. La toalla se adornaba ahora en mi cabello para que lo secara. Abrí la puerta del baño y entonces estaba ahí. Recostado en mi cama. Fruncí el ceño, no podía ser egoísta y despertarlo. Me deslicé en la habitación para sentarme alado de la cama, observando si había algún problema, cheque su temperatura, y al notar todo en orden me acomodé tranquila hasta que sin darme cuenta, me quedé completamente dormida.
Fue su voz tan grave y masculina que me saco de mis sueños. Estaba con la mitad del cuerpo en la cama y lo demás recostada. Entreabrí los ojos varias veces hasta que, por fin pude verlo. Me sonrojé un poco. - ¿Qué haces de pie? Vuelve a recostarté - Repuse acercándome para empujarlo con fuerza hacía la cama. Me incline de nuevo para cubrir su cuerpo con las sabanas - No podrás salir de aquí, no al menos por unos días, así que borra cualquier pendiente de la cabeza, y si digo borra es en serio SinClair - Me crucé de brazos a la altura del pecho viéndolo de manera desafiante, sabía lo sería que podía ser al hablar, y que si quería algo u ordenaba algo lo tendría o cumpliría como fuera, además, con una herida así, sabiendo que es un cazador, a mitad de la noche, sería solo una presa fácil, como un humano sin saber como defenderse o que existían las criaturas de la noche.
Caminé por la habitación llegando así a un divan, dejé caer mi cuerpo con tranquilidad, bostecé un par de veces, cerré los ojos con cuidado - Debes descansar, es lo mejor para ti… - Dije mostrando por primera vez en la noche mi temor a que algo pudiera pasarle, mi añoranza a que se quedará a intentar volver a sentirlo mío aunque fuera un momento, y aunque ese momento fuera una mentira. Llevé ambas manos a la altura del vientre acomodándome a aquella posición. - Hace tiempo había deseado volver a verte, le pedí a la luna que estuvieras bien, irónico tomando en cuenta que la luna es quien protege a esas criaturas que exterminamos, sin embargo se que es mi cómplice, la única que podía darte mi mensaje - El valor en realidad no sabía de donde lo había obtenido. Mordí mi labio inferior con fuerza, casi queriendo arrancarlo de mi rostro, solo por haber sido tan atrevida.
Dagmar Biermann- Cazador Clase Alta
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Re: Encontrando un antiguo señuelo {Dagmar]
Esa sensación que te da el dolor es la única que no te puede gustar, es una ley, pero siendo lo que soy esa ley no se aplicaba, una parte de mi estaba acostumbrado al dolor, a sentir como cada parte de mi cuerpo se engrifaba al contacto con alguna navaja, o cuando vez a tu presa y sabes que tienes que ir por el por qué el no dudara ni un solo segundo en acabar con tu vida, ¿Cuántas veces yo había sido una presa? Varias, innumerables veces algún vampiro de mala muerte me había doblegado ante sus pies, si mi sangre que para mí era inmaculada en un sentido bastante bizarro de mi propia vida había sido profanado más de una vez.
Sus palabras llegaron como látigos a mi cabeza que pareció confundirse más con cada palabra que ella proporcionaba en ese instante, llevándome las manos a la cabeza apreté con cuidado mi cien, mi nuca, moví mi cuello haciendo sonar más de un hueso, una vertebra volvía a su lugar volví a quedar recostado, con los pensamientos en el aire, con las palabras en la boca queriendo hablar y no sabiendo por donde comenzar - No soy un crio para que me mandes de aquella forma – y aunque lo hubiera hecho de la forma más sutil, lo hubiera tomado de la misma forma – Son heridas de batalla, al final y gracias a tu cuidado – ella se llevaba el crédito no se lo negaría – sanara pronto – mis palabras salían con ahogo de mi interior que parecía lentamente medir cada cosa como si de una balanza se tratara, moví solo mis ojos para seguirla cada uno de sus movimientos fueron estudiados por mí. Supuse que estábamos en su habitación, el aroma a las sabanas tenía el perfume único de ella, esa mezcla entre lo salvaje y lo exótico que solo ella podía tener.
No hice el mayor esfuerzo por moverme, la cama estaba blanda, las sabanas suaves y el aroma… si ese aroma estaba enloqueciéndome – Que pienso – no sabía con exactitud si lo último se había quedado en mi cabeza o lo había dicho en voz alta, ni al caso había una cosa muy cierta mi herida estaba mejor, la fiebre de la infección había bajado considerablemente, pero el dolor, el dolor había cambiado, ya no era el mismo que hacia horas atrás, era en estos momentos diferente - La luna – sentí esa sequedad en mi boca que no me gusto para nada – La luna no solo los protege a ellos, lo sabes muy bien… sin ella nosotros no estaríamos así, hablándonos – no era que yo fuera el mejor para palabras con mucho sentido lógico ¿o era que la lógica me había abandonado en el momento que comencé a pensar en ella? – La luna nos da un trabajo estable – tonto, muy tonto, pero para que caer en un juego de palabras que nos llevaría a un enredo a un laberinto del cual no había escapatoria – La luna… es cómplice de nuestros más bajos instintos – y eso no iba al ámbito sexual, sino mas bien a lo brutal, las fases de la luna acompañaban a los cazadores desde los tiempos remotos, era la única amiga que traicionaba unos días al mes llevándote donde la bestia nace y pierde todo el sentido.
Tenía claro que mis pensamientos no estaban siendo del todo mío, quizás algo de lo que me dio ella me provocaba esa ansiedad, cavia la probabilidad pero yo no era quien para decir que ella era la culpable menos sabiendo que yo había cometido tantos errores que por causas del destino ahora ella reparaba uno de ellos – Por qué no vienes acá, es mas cómodo – no quería por ningún motivo que Dagmar estuviera incomoda por mi presencia, éramos adultos con un pasado que nos unía y se trenzaba hasta un final. Pero en realidad habíamos cerrado ese círculo, subí mi mano hasta apoyarla bajo mi nuca – Mi agenda quedo liberada cuando fui traído hasta acá – y ahí estaba yo jugando con mis palabras, respondiendo preguntas que no habían sido propuestas, pero sentía esa necesidad de decir estoy a tus pies mientras el mío este mejor, no era sarcasmo ni ironía sino que una verdad encubierta bajo unas suturas bien hechas. De una cosa podía dar fe a estas alturas de la noche, ella estremeció mi mundo el momento que la volví a ver.
Sus palabras llegaron como látigos a mi cabeza que pareció confundirse más con cada palabra que ella proporcionaba en ese instante, llevándome las manos a la cabeza apreté con cuidado mi cien, mi nuca, moví mi cuello haciendo sonar más de un hueso, una vertebra volvía a su lugar volví a quedar recostado, con los pensamientos en el aire, con las palabras en la boca queriendo hablar y no sabiendo por donde comenzar - No soy un crio para que me mandes de aquella forma – y aunque lo hubiera hecho de la forma más sutil, lo hubiera tomado de la misma forma – Son heridas de batalla, al final y gracias a tu cuidado – ella se llevaba el crédito no se lo negaría – sanara pronto – mis palabras salían con ahogo de mi interior que parecía lentamente medir cada cosa como si de una balanza se tratara, moví solo mis ojos para seguirla cada uno de sus movimientos fueron estudiados por mí. Supuse que estábamos en su habitación, el aroma a las sabanas tenía el perfume único de ella, esa mezcla entre lo salvaje y lo exótico que solo ella podía tener.
No hice el mayor esfuerzo por moverme, la cama estaba blanda, las sabanas suaves y el aroma… si ese aroma estaba enloqueciéndome – Que pienso – no sabía con exactitud si lo último se había quedado en mi cabeza o lo había dicho en voz alta, ni al caso había una cosa muy cierta mi herida estaba mejor, la fiebre de la infección había bajado considerablemente, pero el dolor, el dolor había cambiado, ya no era el mismo que hacia horas atrás, era en estos momentos diferente - La luna – sentí esa sequedad en mi boca que no me gusto para nada – La luna no solo los protege a ellos, lo sabes muy bien… sin ella nosotros no estaríamos así, hablándonos – no era que yo fuera el mejor para palabras con mucho sentido lógico ¿o era que la lógica me había abandonado en el momento que comencé a pensar en ella? – La luna nos da un trabajo estable – tonto, muy tonto, pero para que caer en un juego de palabras que nos llevaría a un enredo a un laberinto del cual no había escapatoria – La luna… es cómplice de nuestros más bajos instintos – y eso no iba al ámbito sexual, sino mas bien a lo brutal, las fases de la luna acompañaban a los cazadores desde los tiempos remotos, era la única amiga que traicionaba unos días al mes llevándote donde la bestia nace y pierde todo el sentido.
Tenía claro que mis pensamientos no estaban siendo del todo mío, quizás algo de lo que me dio ella me provocaba esa ansiedad, cavia la probabilidad pero yo no era quien para decir que ella era la culpable menos sabiendo que yo había cometido tantos errores que por causas del destino ahora ella reparaba uno de ellos – Por qué no vienes acá, es mas cómodo – no quería por ningún motivo que Dagmar estuviera incomoda por mi presencia, éramos adultos con un pasado que nos unía y se trenzaba hasta un final. Pero en realidad habíamos cerrado ese círculo, subí mi mano hasta apoyarla bajo mi nuca – Mi agenda quedo liberada cuando fui traído hasta acá – y ahí estaba yo jugando con mis palabras, respondiendo preguntas que no habían sido propuestas, pero sentía esa necesidad de decir estoy a tus pies mientras el mío este mejor, no era sarcasmo ni ironía sino que una verdad encubierta bajo unas suturas bien hechas. De una cosa podía dar fe a estas alturas de la noche, ella estremeció mi mundo el momento que la volví a ver.
Xavier Sinclair- Cazador Clase Alta
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Re: Encontrando un antiguo señuelo {Dagmar]
Había cerrado por unos momentos los ojos, tener a una figura bastante importante del paso frente a mi, o más bien en mi misma habitación, no me hacía nada bien. menos cuando sabía que ese pasado se había roto por mi culpa. Porque no voy a negarlo, fue mi miedo el que nos apartó, el que me dijo que debía irme, que íbamos demasiado rápido y que lo mejor era frenar un poco. Tampoco puedo negar que parte de ese miedo era por el poco tiempo que nos veíamos, y porque al ser ambos cazadores, corríamos el riesgo de morir de un momento a otros, y algo que si sabía era que no quería estar sin él, es decir, no quería que estuviera a mi lado si moría o en su defecto yo lo hacía. Nadie podrá entenderme en ese aspecto, yo lo sé, incluso no pretendo que me entiendan, es mi manera de ser, nadie la cambiara, pero cuando me siento muy comprometida con alguien o con algo lo más probable es que salga huyendo, soy una cobarde aunque los demás no lo crean, soy la mayor de las cobardes por no querer exponer mis sentimientos.
Desde siempre me había gustado el sonido de su voz, me hacía sentir siempre tan segura, me hacía darme cuenta que alguien no me veía como solo una cazadora, pues el tono de voz que empleaba conmigo me hacía de una manera extraña, sentir como una mujer deseada. - Dices que no eres un crío y me reprochas como si fueras uno - Solté una risita burlona aun sin atreverme a verlo - Si me preocupo no es porque sea tú madre, es porque me importas, y siempre será así - Sentencié de manera completamente firme, con el tono de voz frío, pero que si me conocía bien, sabía que lo decía de la manera más sincera posible, y que lo único que quería era verlo caminar por esa puerta bien, no porque se fuera, sino por saber que su salud estaba fuera de peligro.
Por fin había decidido abrir los ojos, moví con suavidad mi cabeza para poder captar su presencia de manera visual. Me levanté, lo más suave posible, estaba cansada por todas las cosas que me habían sucedido últimamente, por no dormir bien y sobre todo por no comer bien. Caminé con cuidado y sensualidad hasta donde estaba él. De manera burlona me agaché hasta tenerlo frente a frente, muy cerca el uno del otro, pero yo aun fuera de la cama - Xavier… Mi querido Xavier - Me relamí los labios, una de mis manos comenzó a trazar su abdomen con cuidado, quitando la sabana que lo protegía del frío de aquella noche, hasta que por fin lo destapé, besé su mejilla con suavidad, y desvié mi mirada hasta su pierna, donde acababa de hacer suturas. Me agaché haciendo que mi cabello cayera a un lado para no rasparle con el roce y molestarlo, moví las vendas con cuidado y me dispuse a revisar con bastante cuidado, no podía echar a perder el progreso. - Parece que tendrás una recuperación exitosa - Volví a cubrir con cuidado, me giré para verlo y sonreír.
Cubrí su cuerpo con aquella sabana. No puedo negarlo, a pesar del juego de coqueteo que había empleado, me había puesto nerviosa, mi piel se había helado, mi respiración se había congelado, y cada parte de mi cuerpo deseo poder sentir sus manos. Hice una mueca para rodear la cama, cuando por fin llegué del otro lado, me recosté sin hacer muy notoria la cercanía, de hecho deje un gran espacio entre los dos, y me dispuse a ver el techo. - ¿Quién imaginaría que te tendría en mi cama? - Susurré, pero esta vez mi vos no fue burlona, estaba tranquila, de hecho bastante tranquila para mi gusto. Estiré una de mis manos para encontrarme la de él, la apreté sin emplear mucha fuerza, entrelacé los dedos. No me atreví a verlo, tenerlo cerca aun era un martirio - ¿Quién diría que te terminaría cuidando después de un ataque tan fuerte? - Tomé una gran bocana de aire para relajarme mi cuerpo y luego la solté - ¿Quién diría que uno de mis más grandes temores se haría realidad? - Si, estaba viviendo una pesadilla dentro de un gran sueño. Verlo herido de esa manera me causaba conflictos internos, me daba miedo el simple hecho de pensar en que esa herida no hubiera sido curada a la perfección, me daba miedo que pudiera terminar con su vida antes de lo que se debería. Xavier se merecía todo, se merecía tanto. Apreté con fuerza su mano, y entonces tomé el valor necesario para ladear el cuerpo y poder encararlo - Mi Xavier - Susurré de la nada, cerrando los ojos al percatarme de mis palabras. Decir su nombre dolía.
Desde siempre me había gustado el sonido de su voz, me hacía sentir siempre tan segura, me hacía darme cuenta que alguien no me veía como solo una cazadora, pues el tono de voz que empleaba conmigo me hacía de una manera extraña, sentir como una mujer deseada. - Dices que no eres un crío y me reprochas como si fueras uno - Solté una risita burlona aun sin atreverme a verlo - Si me preocupo no es porque sea tú madre, es porque me importas, y siempre será así - Sentencié de manera completamente firme, con el tono de voz frío, pero que si me conocía bien, sabía que lo decía de la manera más sincera posible, y que lo único que quería era verlo caminar por esa puerta bien, no porque se fuera, sino por saber que su salud estaba fuera de peligro.
Por fin había decidido abrir los ojos, moví con suavidad mi cabeza para poder captar su presencia de manera visual. Me levanté, lo más suave posible, estaba cansada por todas las cosas que me habían sucedido últimamente, por no dormir bien y sobre todo por no comer bien. Caminé con cuidado y sensualidad hasta donde estaba él. De manera burlona me agaché hasta tenerlo frente a frente, muy cerca el uno del otro, pero yo aun fuera de la cama - Xavier… Mi querido Xavier - Me relamí los labios, una de mis manos comenzó a trazar su abdomen con cuidado, quitando la sabana que lo protegía del frío de aquella noche, hasta que por fin lo destapé, besé su mejilla con suavidad, y desvié mi mirada hasta su pierna, donde acababa de hacer suturas. Me agaché haciendo que mi cabello cayera a un lado para no rasparle con el roce y molestarlo, moví las vendas con cuidado y me dispuse a revisar con bastante cuidado, no podía echar a perder el progreso. - Parece que tendrás una recuperación exitosa - Volví a cubrir con cuidado, me giré para verlo y sonreír.
Cubrí su cuerpo con aquella sabana. No puedo negarlo, a pesar del juego de coqueteo que había empleado, me había puesto nerviosa, mi piel se había helado, mi respiración se había congelado, y cada parte de mi cuerpo deseo poder sentir sus manos. Hice una mueca para rodear la cama, cuando por fin llegué del otro lado, me recosté sin hacer muy notoria la cercanía, de hecho deje un gran espacio entre los dos, y me dispuse a ver el techo. - ¿Quién imaginaría que te tendría en mi cama? - Susurré, pero esta vez mi vos no fue burlona, estaba tranquila, de hecho bastante tranquila para mi gusto. Estiré una de mis manos para encontrarme la de él, la apreté sin emplear mucha fuerza, entrelacé los dedos. No me atreví a verlo, tenerlo cerca aun era un martirio - ¿Quién diría que te terminaría cuidando después de un ataque tan fuerte? - Tomé una gran bocana de aire para relajarme mi cuerpo y luego la solté - ¿Quién diría que uno de mis más grandes temores se haría realidad? - Si, estaba viviendo una pesadilla dentro de un gran sueño. Verlo herido de esa manera me causaba conflictos internos, me daba miedo el simple hecho de pensar en que esa herida no hubiera sido curada a la perfección, me daba miedo que pudiera terminar con su vida antes de lo que se debería. Xavier se merecía todo, se merecía tanto. Apreté con fuerza su mano, y entonces tomé el valor necesario para ladear el cuerpo y poder encararlo - Mi Xavier - Susurré de la nada, cerrando los ojos al percatarme de mis palabras. Decir su nombre dolía.
Dagmar Biermann- Cazador Clase Alta
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Re: Encontrando un antiguo señuelo {Dagmar]
En completo silencio me quede tras escuchar el reproche de mis palabras, ella mejor que nadie sabía que yo no me quedaría en silencio y más si se trataba de ella, una vez ya estuve en silencio que duro algo así como seis o siete años , mi silencio siempre fue por ella, mi sufrimiento siempre Dagmar había sido aquella daga que estaba clavada en mi corazón, pero ahora era diferente, aun cuando yo tenía una pareja lo que sentía por Dagmar era algo puro, no podría describirlo de ninguna otra forma. A final de cuentas siempre había escuchado que el primer amor no se olvida, y verla hoy así tan radiante y preocupada solo me daba la certeza que ni yo ni ella nos habíamos olvidado del otro… ¿pero por qué ahora? , trague saliva al sentir como la sabana se deslizaba por mi cuerpo, la mire sin gesticular ninguna sonrisa, no hacía falta lo más probable que mis ojos me delataran. La observe, vi como se movía con delicadeza, ella siempre tan… bella y cuidadosa…
La deje hablar ya tocaría mi tiempo, escuchar mi nombre pronunciado por ella causaba una ansiedad que comía mis manos, mi cuerpo en sí. Mis ojos no dejaron de seguirla, de mirarla de apreciar a aquella mujer que había cambiado tanto, ya no era la niña que conocí ahora era una mujer y vaya que mujer. – Siempre me ha gustado como suena mi nombre en tus labios – sentí su mano aferrar la mía y sentí ese impulso de arrebatarle la mano, me lastimaba de alguna manera sentirla cerca sin poder… sin poder hacer lo que me gustaría… suspire y con el mismo cuidado que ella había tenido me puse de costado mirándola, simplemente era un sentimiento puro, no lo negaría. Pero no quería arruinar mi vida. – Tu cama – sonreí y levante mi mano suelta para pasar uno de mis dedos por el contorno de su rostro, con suavidad y ternura, con ella por más que lo intentara no podía ser el hombre frio, arrogante, ella me doblegaba y si quisiera estaría a sus pies, pero yo ya había escogido – No pensé tenerte así como te tengo ahora, frente mío después de tantos años – no, eso no fue lo que quería decir mi mente jugaba una mala pasada con todo, pero ya había hablado y me gusto la frase que había empleado. –Nunca me han gustado los doctores, siempre me he creído autosuficiente… y hoy… o mejor dicho, a esta herida no le tome importancia, llegaría a la casa le pondría un fierro caliente que saturaría la herida un poco de alcohol y quedaría listo, sabes que soy de métodos arcaicos – en realidad no sería la primera vez que haría algo tan insano como eso, pero era la costumbre de terminar con las cosas rápido.
Uno de mis dedos juguetones paso a acariciar la mejilla de ella mi sonrisa se mantenía intacta – ¿Volver a verme era tu temor? - pregunte dejando caer mi mano al espacio que nos separaba – Mi temor siempre ha sido no saber el porqué de tu ida – hice un gesto con mi labio y cambie de dirección mi vista sin soltarle la mano que aun estaba aferrada a la suya. Me había dejado, aun cuando ella siempre fue libre a mi lado, se había encargado de separarse de mí, y ahora que la tenía en frente quería hacerle tantas preguntas como ninguna. Ella también era mi miedo, pero ahora era más grande, mi compromiso por oculto que fuera me impedía muchas cosas, aun así una parte de mi me hacia recordar los años que desee volver a verla, los años que pase queriendo tenerla en mis brazos. Y si ponía todo en una balanza, tenía miedo que el peso se fuera a ella a Mi Dagmar – Es extraño decirte Mi Dagmar después de tantos años que no te tuve a mi lado – trague saliva y volví a esos ojos intensos que ella tenía – Siempre lo has sido, podrán quizás haber pasado varios novios… pero se o mejor dicho siento que fui el primero… y nunca se olvida un amor tan puro como el que yo sentía por ti…- en ese momento sentí el impulso de abrazarla me contuve, pero no me iba a quedar quieto ahí en la cama, con un poco de ayuda de mi pierna buena y mi mano libre me acerque a ella acortando el espacio que nos separaba, no aguante, no pude hacerlo y la abrace con uno de mis brazos, me quede ahí en silencio, buscando que hacer…
La deje hablar ya tocaría mi tiempo, escuchar mi nombre pronunciado por ella causaba una ansiedad que comía mis manos, mi cuerpo en sí. Mis ojos no dejaron de seguirla, de mirarla de apreciar a aquella mujer que había cambiado tanto, ya no era la niña que conocí ahora era una mujer y vaya que mujer. – Siempre me ha gustado como suena mi nombre en tus labios – sentí su mano aferrar la mía y sentí ese impulso de arrebatarle la mano, me lastimaba de alguna manera sentirla cerca sin poder… sin poder hacer lo que me gustaría… suspire y con el mismo cuidado que ella había tenido me puse de costado mirándola, simplemente era un sentimiento puro, no lo negaría. Pero no quería arruinar mi vida. – Tu cama – sonreí y levante mi mano suelta para pasar uno de mis dedos por el contorno de su rostro, con suavidad y ternura, con ella por más que lo intentara no podía ser el hombre frio, arrogante, ella me doblegaba y si quisiera estaría a sus pies, pero yo ya había escogido – No pensé tenerte así como te tengo ahora, frente mío después de tantos años – no, eso no fue lo que quería decir mi mente jugaba una mala pasada con todo, pero ya había hablado y me gusto la frase que había empleado. –Nunca me han gustado los doctores, siempre me he creído autosuficiente… y hoy… o mejor dicho, a esta herida no le tome importancia, llegaría a la casa le pondría un fierro caliente que saturaría la herida un poco de alcohol y quedaría listo, sabes que soy de métodos arcaicos – en realidad no sería la primera vez que haría algo tan insano como eso, pero era la costumbre de terminar con las cosas rápido.
Uno de mis dedos juguetones paso a acariciar la mejilla de ella mi sonrisa se mantenía intacta – ¿Volver a verme era tu temor? - pregunte dejando caer mi mano al espacio que nos separaba – Mi temor siempre ha sido no saber el porqué de tu ida – hice un gesto con mi labio y cambie de dirección mi vista sin soltarle la mano que aun estaba aferrada a la suya. Me había dejado, aun cuando ella siempre fue libre a mi lado, se había encargado de separarse de mí, y ahora que la tenía en frente quería hacerle tantas preguntas como ninguna. Ella también era mi miedo, pero ahora era más grande, mi compromiso por oculto que fuera me impedía muchas cosas, aun así una parte de mi me hacia recordar los años que desee volver a verla, los años que pase queriendo tenerla en mis brazos. Y si ponía todo en una balanza, tenía miedo que el peso se fuera a ella a Mi Dagmar – Es extraño decirte Mi Dagmar después de tantos años que no te tuve a mi lado – trague saliva y volví a esos ojos intensos que ella tenía – Siempre lo has sido, podrán quizás haber pasado varios novios… pero se o mejor dicho siento que fui el primero… y nunca se olvida un amor tan puro como el que yo sentía por ti…- en ese momento sentí el impulso de abrazarla me contuve, pero no me iba a quedar quieto ahí en la cama, con un poco de ayuda de mi pierna buena y mi mano libre me acerque a ella acortando el espacio que nos separaba, no aguante, no pude hacerlo y la abrace con uno de mis brazos, me quede ahí en silencio, buscando que hacer…
Xavier Sinclair- Cazador Clase Alta
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Re: Encontrando un antiguo señuelo {Dagmar]
¿En que situación me había metido? No lo entiendo, después de muchos años, el verlo en medio del bosque, el verlo herido, debí no haber sentido nada, debí haberme dado la media vuelta y huir como hace tiempo lo hice, sabía que de verlo, muchas cosas se empezarían a revolotear en mi interior. Lo odiaba por eso, lo odiaba con todo mi ser, pero al mismo tiempo quería abrazarlo, quería cuidarlo, quería pasar tanto con él, incluso sentí el deseo de besarlo, pero no, por primera vez me detendría, frenaría un gran deseo, por mi bien, por el suyo, y por de terceros, aunque no supiera su ahora realidad. Suspiré profundamente, Xavier podría ser el peor hombre a los ojos de los demás, pero ante los míos era diferente, y es que sabía bien que a mi siempre me había mostrado su mejor cara, la única, la que se aferraba tanto en esconder. - Debes dejar de hacer eso, si sigues haciéndolo vas a terminar perdiendo la pierna con el paso del tiempo - Le reproché, lo regañe como la mujer enamorada que tenía miedo de perder a su amado por un movimiento en falso. Si tan sólo me hubiera quedado… Estaba segura que de ser así, estaríamos en esta misma cama, pero con otro tipo de conversación, o incluso sin conversar, sólo amándonos. La realidad era otra, una cruel que no me dejaría de doler en toda la vida, porque a pesar de todo, yo lo había dejado, yo me había ido, yo… Simplemente yo.
Me quedé callada, sin poder decir palabra alguna, simplemente ocultando mi rostro, bajando la mirada, queriendo salir corriendo de la cama, de mi cuarto, de mi casa, e incluso de París, pero aquello era imposible, me estaba volviendo verdaderamente loca. Sus brazos fueron lo que terminaron de romper mi mascara, mi gran muro de indiferencia, quise llorar, pero mi orgullo sigue siendo más grande, y no permitiría que me viera de esa manera, no podía. Mis manos se movieron de manera involuntaria, como si no les importaran mis ordenes. Lo rodearon con fuerza, y lo acerqué a mi, sin ni siquiera decir palabra alguna. Era tan raro. - En realidad mi temor era el no volver a verte… Con vida - Carraspeé - Ya sabes a lo que me refiero, nuestra profesión hace que juguemos entre la vida y la muerte, miles de cazadores mueren a diario, y tenía miedo de que eso hubiera pasado contigo, sin embargo, siempre supe lo hábil que eras, eres un cazador nato, y un cabezota bastante difícil de vencer, me alegra verte con vida, herido pero con vida - Lo volví a estrechar, comprobando que era cierto que lo tenía a un lado, y no era una ilusión, o un sueño. - Xavier… tuve que irme, de verdad tuve que hacerlo… - Me quedé callada, aquello era más incomodo de lo que podía imaginar. Y si digo imaginar, es que muchas veces había llevado este momento a mi mente, él frente a mi, yo frente a él, mirándonos a los ojos. La diferencia era que en mis sueños, el me odiaba, y todo lo contrario pasaba ahora, sus ojos aún me mostraban amor, aún me mostraban eso por lo que había escapado.
El silencio siempre había sido mi mejor amigo, cualquier que verdaderamente me conociera, sabría que cuando permanecía mucho tiempo callada, era ni más ni menos el dejar en claro lo incomoda que me sentía. Arrugué el rostro innumerables veces, pero debía ser fuerte, debía ser valiente, y estaba consiente de una cosa: Le debía una explicación. Me separé del abrazo. Me puse de rodillas sobre la cama, y me giré para verlo de frente. Tomé una de sus manos enredando nuestros dedos. Subí mi mirada después de apreciar aquella unión. Sonreí con nerviosismo. - Debía irme Xavier… Siempre supiste que el verdadero motivo por el cual me salí de mi hogar es porque amaba la libertad, así me conociste, así siempre he sido - Suspiré y mi voz comenzaba a quebrarse. - Estaba muy enamorada de ti, te amaba demasiado, con tú sola mirada me perdía sin importar nada más, y tenía miedo de perder esa libertad, tenía miedo de lo nuestro, no entendía porque mi amor por ti crecía tanto a cada instante - Hice una mueca - Esto es tan absurdo y ridículo, no sé porque lo digo - Ladeé el rostro, ya había empezado, no podía terminar - Estaba muy pequeña, demasiado, y no sabía que hacer, volví a casa, necesitaba respirar, un abrazo de mi madre, que me dijera que era correcto estar contigo - Negué - Ella se alegró de mi regreso y no me dejaban salir, estaba encerrada, y luego… Te vi en ese calabozo, tú padre me odiaba, pero no podía verte ahí, siendo casi devorado por esos malditos… Xavier… perdóname - Musité, sintiendo como caía una lagrima rebelde por mi mejilla. De inmediato cerré los ojos, presionándolos con fuerza, no podía verme llorar, no lo permitiría.
Si, era su primer amor, pero estaba segura, vendría el verdadero pronto.
Me quedé callada, sin poder decir palabra alguna, simplemente ocultando mi rostro, bajando la mirada, queriendo salir corriendo de la cama, de mi cuarto, de mi casa, e incluso de París, pero aquello era imposible, me estaba volviendo verdaderamente loca. Sus brazos fueron lo que terminaron de romper mi mascara, mi gran muro de indiferencia, quise llorar, pero mi orgullo sigue siendo más grande, y no permitiría que me viera de esa manera, no podía. Mis manos se movieron de manera involuntaria, como si no les importaran mis ordenes. Lo rodearon con fuerza, y lo acerqué a mi, sin ni siquiera decir palabra alguna. Era tan raro. - En realidad mi temor era el no volver a verte… Con vida - Carraspeé - Ya sabes a lo que me refiero, nuestra profesión hace que juguemos entre la vida y la muerte, miles de cazadores mueren a diario, y tenía miedo de que eso hubiera pasado contigo, sin embargo, siempre supe lo hábil que eras, eres un cazador nato, y un cabezota bastante difícil de vencer, me alegra verte con vida, herido pero con vida - Lo volví a estrechar, comprobando que era cierto que lo tenía a un lado, y no era una ilusión, o un sueño. - Xavier… tuve que irme, de verdad tuve que hacerlo… - Me quedé callada, aquello era más incomodo de lo que podía imaginar. Y si digo imaginar, es que muchas veces había llevado este momento a mi mente, él frente a mi, yo frente a él, mirándonos a los ojos. La diferencia era que en mis sueños, el me odiaba, y todo lo contrario pasaba ahora, sus ojos aún me mostraban amor, aún me mostraban eso por lo que había escapado.
El silencio siempre había sido mi mejor amigo, cualquier que verdaderamente me conociera, sabría que cuando permanecía mucho tiempo callada, era ni más ni menos el dejar en claro lo incomoda que me sentía. Arrugué el rostro innumerables veces, pero debía ser fuerte, debía ser valiente, y estaba consiente de una cosa: Le debía una explicación. Me separé del abrazo. Me puse de rodillas sobre la cama, y me giré para verlo de frente. Tomé una de sus manos enredando nuestros dedos. Subí mi mirada después de apreciar aquella unión. Sonreí con nerviosismo. - Debía irme Xavier… Siempre supiste que el verdadero motivo por el cual me salí de mi hogar es porque amaba la libertad, así me conociste, así siempre he sido - Suspiré y mi voz comenzaba a quebrarse. - Estaba muy enamorada de ti, te amaba demasiado, con tú sola mirada me perdía sin importar nada más, y tenía miedo de perder esa libertad, tenía miedo de lo nuestro, no entendía porque mi amor por ti crecía tanto a cada instante - Hice una mueca - Esto es tan absurdo y ridículo, no sé porque lo digo - Ladeé el rostro, ya había empezado, no podía terminar - Estaba muy pequeña, demasiado, y no sabía que hacer, volví a casa, necesitaba respirar, un abrazo de mi madre, que me dijera que era correcto estar contigo - Negué - Ella se alegró de mi regreso y no me dejaban salir, estaba encerrada, y luego… Te vi en ese calabozo, tú padre me odiaba, pero no podía verte ahí, siendo casi devorado por esos malditos… Xavier… perdóname - Musité, sintiendo como caía una lagrima rebelde por mi mejilla. De inmediato cerré los ojos, presionándolos con fuerza, no podía verme llorar, no lo permitiría.
Si, era su primer amor, pero estaba segura, vendría el verdadero pronto.
Dagmar Biermann- Cazador Clase Alta
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Re: Encontrando un antiguo señuelo {Dagmar]
El pasar de los años me hacia encerrarme y aferrarme a vivir solo del presente, lo hacía desde hacía mucho tiempo podía creer que desde aquel momento que ella se había alejado de mi comencé a simplemente cazar, a cuanto vampiro se me cruzara por en frente por la única razón de que ojala nunca llegaran a ella, porque en un tiempo movió mis pasos, su rastro difícil de seguir pero que había encontrado, justo cuando la había dejado de buscar, así jugaba el destino conmigo, había pasado por mucho, soledad, depresión, ira, melancolía pero había encontrado en alguien lo que necesitaba para seguir con aquella fraudulenta esperanza de seguir con vida, quizás para nadie era bien visto pero deje de pensar en los demás cuando pude ser feliz simplemente, amaba hacer lo que hacía, cazar, sentir la adrenalina correr por mi cuerpo cada vez que bajo mis estacas caían uno a uno una infinidad de vampiros que ni siquiera recordaba. Tan solo eran números para mí, pero aquella mujer no era un número, no era una amante sino había sido un amor, el único hasta hace algunos meses atrás. Difícil era volver a pensar que todo sería como era antes, porque no lo seria. Simplemente nuestro destino no era seguir estando juntos, sus palabras llenaban el vacio que había en mi interior uno que no había querido aceptar hasta ahora, cuando la veía luchar con su orgullo por qué, aquella mujer tenía el orgullo más poderoso que conocía y apreciaba que siguiera siendo fiel a lo que ella en realidad creía.
Sin palabras me dejo con cada frase, con cada gesto, con cada silaba que sabían de aquellos labios que ahora parecían más prohibidos que nunca, como empezar… para terminar, porque en mi interior me decía que hoy se cerraba aquel ciclo que permaneció abierto por largos años, interminables días, pase saliva con cuidado por mi garganta viendo como nuestros dedos estaban entrelazados, le apreté, para que sintiera que estaba ahí, ya no como un amor, sino como un amigo, o tal vez… no había que pensar en bifurcaciones que no serian justas ni para ella ni para nadie, suspire, no podía fingir, ni siquiera mentir, tampoco intentar ser alguien que no era, porque ella a pesar de todo me conocía. – Dagmar – susurre su nombre con lentitud – Siempre fuiste libre, ni yo te pude retener porque al final tu libertad era lo que más ame de ti, esa manera de tomar decisiones sin importar nada. Estar ahora de nuevos frente a frente me hace pensar que tu decisión fue la correcta, tu necesitabas encontrarte y yo estar solo para aprender que también podía ser libre. – Acomodándome en la cama quede sentado y mi dedo limpio la lagrima que caía por su mejilla – Siempre serás mi primer amor, eso tenlo por seguro. – sonríe con calidez. – Mis padres no te odiaban a ti, odiaban mis decisiones - y ahora me odiaban a un mas, pensé, - El tiempo de un nosotros ya paso, ahora – le quede mirando con ternura – que somos adultos, podemos seguir siendo amigos, porque es lo que se hace cuando uno madura ¿o no? – no sabía ya como afrontar todo lo que en mi cabeza estaba – No quiero volver a perderte, y si ya no estás conmigo como pareja quiero que lo estés como amiga, la única – no podía hablarle de Lionel, algo en mi interior no me lo permitía, no seria que me viera como un engendro.
Tengo por seguro que en algún lugar de Paris, ahí alguien perfecto e ideal para ti – mi mano dejo una caricia en su mejilla y pose mi mano sobre la suya sin separar las que estaban entrelazadas – Tu eres feliz, yo también… ¿Qué mas queremos? – le cerré un ojo, estábamos en confianza y como había dicho, no quería perderla no otra vez, pero ahora todo era diferente, amigos, si quizás los mejores, quizás no. Pero al final de cuentas algo en un pasado nos unió y no era cosa de hacer borrón y cuenta nueva. No porque este reencuentro era lo mejor que me había pasado ahora tendría este recuerdo de ella y no el de su partida – Tengo siete vidas aun, así que hay Xavier para mucho tiempo al igual que Dagmar, porque tú eres más fuerte que yo – un halago no, era una verdad. – Vamos muéstrame tus bellos ojos, que quiero recordar – aquella frase podía ser tomada de cualquiera de los puntos de vista posible, no me importaba cual tomara ella, yo la respetaba y siempre seria así - Siempre serás mi Dagmar. – termine por decir.
Sin palabras me dejo con cada frase, con cada gesto, con cada silaba que sabían de aquellos labios que ahora parecían más prohibidos que nunca, como empezar… para terminar, porque en mi interior me decía que hoy se cerraba aquel ciclo que permaneció abierto por largos años, interminables días, pase saliva con cuidado por mi garganta viendo como nuestros dedos estaban entrelazados, le apreté, para que sintiera que estaba ahí, ya no como un amor, sino como un amigo, o tal vez… no había que pensar en bifurcaciones que no serian justas ni para ella ni para nadie, suspire, no podía fingir, ni siquiera mentir, tampoco intentar ser alguien que no era, porque ella a pesar de todo me conocía. – Dagmar – susurre su nombre con lentitud – Siempre fuiste libre, ni yo te pude retener porque al final tu libertad era lo que más ame de ti, esa manera de tomar decisiones sin importar nada. Estar ahora de nuevos frente a frente me hace pensar que tu decisión fue la correcta, tu necesitabas encontrarte y yo estar solo para aprender que también podía ser libre. – Acomodándome en la cama quede sentado y mi dedo limpio la lagrima que caía por su mejilla – Siempre serás mi primer amor, eso tenlo por seguro. – sonríe con calidez. – Mis padres no te odiaban a ti, odiaban mis decisiones - y ahora me odiaban a un mas, pensé, - El tiempo de un nosotros ya paso, ahora – le quede mirando con ternura – que somos adultos, podemos seguir siendo amigos, porque es lo que se hace cuando uno madura ¿o no? – no sabía ya como afrontar todo lo que en mi cabeza estaba – No quiero volver a perderte, y si ya no estás conmigo como pareja quiero que lo estés como amiga, la única – no podía hablarle de Lionel, algo en mi interior no me lo permitía, no seria que me viera como un engendro.
Tengo por seguro que en algún lugar de Paris, ahí alguien perfecto e ideal para ti – mi mano dejo una caricia en su mejilla y pose mi mano sobre la suya sin separar las que estaban entrelazadas – Tu eres feliz, yo también… ¿Qué mas queremos? – le cerré un ojo, estábamos en confianza y como había dicho, no quería perderla no otra vez, pero ahora todo era diferente, amigos, si quizás los mejores, quizás no. Pero al final de cuentas algo en un pasado nos unió y no era cosa de hacer borrón y cuenta nueva. No porque este reencuentro era lo mejor que me había pasado ahora tendría este recuerdo de ella y no el de su partida – Tengo siete vidas aun, así que hay Xavier para mucho tiempo al igual que Dagmar, porque tú eres más fuerte que yo – un halago no, era una verdad. – Vamos muéstrame tus bellos ojos, que quiero recordar – aquella frase podía ser tomada de cualquiera de los puntos de vista posible, no me importaba cual tomara ella, yo la respetaba y siempre seria así - Siempre serás mi Dagmar. – termine por decir.
Xavier Sinclair- Cazador Clase Alta
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Re: Encontrando un antiguo señuelo {Dagmar]
"Se trataba de una mujer con mucha fuerza, una guerrera que no esta dispuesta a perder una batalla, una cazadora que ponía el alma en cada una de sus peleas, una mujer que había dejado de lado su naturaleza por proteger a los demás, una chica que había estado enamorada de ese hombre que tenía enfrente" Me describía como si estuviera fuera de la escena, ponía oraciones claves como si estuviera presenciando una escena de otras personas, no me podía hacer a la idea de que se trataba de nosotros, no podía, porque me dolía, de verdad lo hacía, contadas veces he llorado, quizás tan pocas que contarlas sólo cabe en la palma de una de mis manos, y lo digo en serio, no soy de esas que se lamentan por lo perdido, por lo ocurrido y añorado, pero con él no puedo, él lo sabe, sabe bien lo mucho que lo he necesitado con el paso del tiempo, sabe también que es mi primer amor, que nunca lo podré apartar de mi cabeza, de mi corazón, porque quizás él este con alguien más, y quizás yo en un futuro loe esté también, pero una parte de mi le pertenece, una parte que él ni siquiera ha descubierto, y que estoy segura nunca descubrirá, y que gracias a mi, a mi gran torpeza nunca descubriremos que se sentía hacer el amor, porque nosotros sólo podríamos hacernos eso, el amor, con una simple mirada, porque Xavier había sido el único en poder desnudar lo más importante de mi: Mi alma.
Tenía muchos secretos que estaba segura nadie pasaría por su mente, muchos me veían inalcanzable aunque en realidad no lo fuera, no entendía porque les daba miedo acercarse. ¿Qué había hecho para que me vieran de esa manera? Nada, de verdad nada, simplemente era yo… Aunque en realidad nadie conociera mi verdadero yo, o quizás muy pocos. No era una mujer fría, o que no tuviera sentimientos como muchos creía, tenía mis puntos débiles, tenía debilidades como todos, y estaba frente a uno. Cada palabra que Xavier decía me era un dolor inmenso. ¿A quién engaño? A nadie, siempre había deseado este encuentro, siempre pensé que terminaríamos teniendo una pelea cuerpo a cuerpo, gritándonos, reclamándole al otro lo que había pasado, pero no, no era posible, porque nuestros corazones gritaban más fuerte que cualquier enojo. Xavier y yo sabíamos la verdad. Podría pasar lo que pasara, podrían haber otros amores, y siempre albergaría la esperanza de una futura unión entre nosotros. Si nos negábamos a esa realidad seríamos unos pecadores, pues nos enfocaríamos en una mentira grande, una que era bastante evidente, y que seguramente nosotros éramos los únicos que queríamos engañarnos. - Podría preguntarte tantas cosas, pensé que no me extrañarías, pensé que no me añorabas, tú padre me dijo que estabas encerrado ahí por una mujer, pero al darse cuenta que yo era esa mujer, me engañó, me dijo que no habías cumplido una misión y por eso el castigo. Yo le creí, nunca me buscaste - O eso creía, porque en el lugar más evidente no había pasado: Mi hogar.
No podía mirarlo más tiempo de esa manera, de hacerlo seguramente me soltaría a llorar como una pequeña temiendo no volver a ver a sus padres en medio de un prado. Me acerqué a él, lo abracé con fuerza, me hundí en su pecho, aspiré su aroma, ese maldito aroma que me había vuelto loca tantas veces - ¿Ya no te gusto? - La pregunta era tonta, pero me sentía desesperada, un amor como el nuestro no podía romperse, era cierto que el verdadero estaba por llegar, pero ¿Así? ¿Así se tenían que terminar las cosas? Carraspeé. No quería soltarlo - Lo lamento, de verdad, yo creí que era lo mejor ¿no te das cuenta? No quiero ver a perderte, no sé, no sé que pensar, sólo se que verte, tenerte aquí me dice que al final nuestros caminos no estaban separados, que nosotros valemos la pena, como amigos, como sea, pero nuestros lazos nadie los podrá romper - Se separó, las lagrimas brotaban - Veme aquí, mira como me tienes, tan débil, tan vulnerable, no soy tan fuerte como crees, de hecho no creo ser más fuerte que tú, tú aguantaste mi partida, si me hubieras hecho eso seguramente no lo habría resistido, soy egoísta lo sé, pero es lo que hay - Me quede callada, necesitaba soltar todo ese dolor que tenía en mi interior. Maldecía y siempre maldeciré el momento en que lo deje, ese había sido la peor decisión de toda mi existencia.
Tenía muchos secretos que estaba segura nadie pasaría por su mente, muchos me veían inalcanzable aunque en realidad no lo fuera, no entendía porque les daba miedo acercarse. ¿Qué había hecho para que me vieran de esa manera? Nada, de verdad nada, simplemente era yo… Aunque en realidad nadie conociera mi verdadero yo, o quizás muy pocos. No era una mujer fría, o que no tuviera sentimientos como muchos creía, tenía mis puntos débiles, tenía debilidades como todos, y estaba frente a uno. Cada palabra que Xavier decía me era un dolor inmenso. ¿A quién engaño? A nadie, siempre había deseado este encuentro, siempre pensé que terminaríamos teniendo una pelea cuerpo a cuerpo, gritándonos, reclamándole al otro lo que había pasado, pero no, no era posible, porque nuestros corazones gritaban más fuerte que cualquier enojo. Xavier y yo sabíamos la verdad. Podría pasar lo que pasara, podrían haber otros amores, y siempre albergaría la esperanza de una futura unión entre nosotros. Si nos negábamos a esa realidad seríamos unos pecadores, pues nos enfocaríamos en una mentira grande, una que era bastante evidente, y que seguramente nosotros éramos los únicos que queríamos engañarnos. - Podría preguntarte tantas cosas, pensé que no me extrañarías, pensé que no me añorabas, tú padre me dijo que estabas encerrado ahí por una mujer, pero al darse cuenta que yo era esa mujer, me engañó, me dijo que no habías cumplido una misión y por eso el castigo. Yo le creí, nunca me buscaste - O eso creía, porque en el lugar más evidente no había pasado: Mi hogar.
No podía mirarlo más tiempo de esa manera, de hacerlo seguramente me soltaría a llorar como una pequeña temiendo no volver a ver a sus padres en medio de un prado. Me acerqué a él, lo abracé con fuerza, me hundí en su pecho, aspiré su aroma, ese maldito aroma que me había vuelto loca tantas veces - ¿Ya no te gusto? - La pregunta era tonta, pero me sentía desesperada, un amor como el nuestro no podía romperse, era cierto que el verdadero estaba por llegar, pero ¿Así? ¿Así se tenían que terminar las cosas? Carraspeé. No quería soltarlo - Lo lamento, de verdad, yo creí que era lo mejor ¿no te das cuenta? No quiero ver a perderte, no sé, no sé que pensar, sólo se que verte, tenerte aquí me dice que al final nuestros caminos no estaban separados, que nosotros valemos la pena, como amigos, como sea, pero nuestros lazos nadie los podrá romper - Se separó, las lagrimas brotaban - Veme aquí, mira como me tienes, tan débil, tan vulnerable, no soy tan fuerte como crees, de hecho no creo ser más fuerte que tú, tú aguantaste mi partida, si me hubieras hecho eso seguramente no lo habría resistido, soy egoísta lo sé, pero es lo que hay - Me quede callada, necesitaba soltar todo ese dolor que tenía en mi interior. Maldecía y siempre maldeciré el momento en que lo deje, ese había sido la peor decisión de toda mi existencia.
Dagmar Biermann- Cazador Clase Alta
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Re: Encontrando un antiguo señuelo {Dagmar]
En ese instante podía estar cayéndose el mundo afuera pero nos teníamos el uno al otro, en ese momento podíamos vernos así tal cual éramos con nuestras fortalezas y debilidades que aunque quisiera ocultar Dagmar siempre seria mi talón de Aquiles y por cómo veía yo también lo era el de ella. El mundo estaba afuera tan normal como siempre y nosotros contemplando nuestra humanidad, porque lo que en un pasado lejano hubo aun existía, no negaría que aun ella prendía en mi algo que ninguna mujer ni mucho menos un hombre habría logrado prender. Tenía que ser fuerte, me habían enseñado hacer un hombre que no tuviera debilidades pero había errado ella y Lionel eran mis mas grandes debilidades, pase saliva tan solo observando lo que ella hacía, quería deleitarme con la belleza en particular que ella poseía. Tenía tantas cosas en mi cabeza en ese momento, tantas preguntas, muchas más otras respuestas, también tenía tanto que deseaba, por un instante se me pasó la idea de besarla, pero con eso lograría que ambos saliéramos dañados, no quería eso y menos para ella.
Con su abrazo repentino no me quedo otra que atraerla con fuerzas hacia mi cuerpo, abrazarla de la misma forma que ella lo hacía, acariciar su espalda apoyarla en lo que fuera necesario, sentirla más cerca aun – Te busque, pero él se entero quien era mi debilidad, intentaron alejarme, me revele… seguí tus pasos con miedo de que tus padres no quisieran saber nada de mí, te he buscado entre las sombra de mi calvario – era cierto, solo por ella había venido a Paris, no tenía ningún otro motivo, ahora quedarme era otro, pero el caso era que estábamos ella y yo nuevamente juntos, quizás solo por unas horas o días, lo que sabía era que la disfrutaría y no la dejaría jamás, porque si ya no podíamos ser los amantes de años atrás seriamos los amigos que siempre fuimos. La mantuve entre mis brazos tanto como ella lo permitió, tan débil y vulnerable que ella estaba hacia que me sintiera culpable por su estado pero a la vez orgulloso porque solo eso demostraba que aun había un sentimiento hacia mí, hacia Su Xavier. – Nunca has dejado de gustarme, en mi memoria tengo guardado tu rostro, tus labios, tu cuerpo, tu voz y por sobre todo tu alma – me acerque a ella y le bese la frente, no quería incomodarla no en ese momento que todo iba tan bien.
Mis manos se acercaron a su mejilla para limpiar aquellas lagrimas que no dejaban de brotar, no pude contenerme y la estreche hacia mi nuevamente, quería su cercanía más que nada en ese momento le acaricie la espalda con cuidado deje que su rostro quedara en mi pecho que escuchara que mi corazón latía por ella, que podrían pasar mil años y seguiría latiendo por ella. - A caso dudaste que nuestro camino se volvieran a juntar, yo no. Fuiste mi primer amor y siempre tuve la fe de que nos volveríamos a ver. – Hable con suavidad – Nuestro lazo ni el mismísimo demonio podría destruirlo, Porque si duro tantos años seguirá durando sea como sea. – Si como amigos, amantes, pareja de cualquier forma lo nuestro siempre seria un nosotros. – Llore Dagmar, llore días andaba perdido por el mundo vagando como una presa que podía ser cazada en cualquier momento, débil porque tu lo eres todo para mi… y fuiste tú la misma que me dio esa fortaleza para seguir con mi vida, porque tu mi Dagmar, no te hubieras echado a morir lo contrario hubieras vivido al límite pero lo hubieras hecho, nadie es perfecto - bese la coronilla de su cabeza, aun la tenia abrazada, quería tranquilizarla y a final de cuentas me sentía bien así - Siempre te he querido Dagmar, mi Dagmar.
Con su abrazo repentino no me quedo otra que atraerla con fuerzas hacia mi cuerpo, abrazarla de la misma forma que ella lo hacía, acariciar su espalda apoyarla en lo que fuera necesario, sentirla más cerca aun – Te busque, pero él se entero quien era mi debilidad, intentaron alejarme, me revele… seguí tus pasos con miedo de que tus padres no quisieran saber nada de mí, te he buscado entre las sombra de mi calvario – era cierto, solo por ella había venido a Paris, no tenía ningún otro motivo, ahora quedarme era otro, pero el caso era que estábamos ella y yo nuevamente juntos, quizás solo por unas horas o días, lo que sabía era que la disfrutaría y no la dejaría jamás, porque si ya no podíamos ser los amantes de años atrás seriamos los amigos que siempre fuimos. La mantuve entre mis brazos tanto como ella lo permitió, tan débil y vulnerable que ella estaba hacia que me sintiera culpable por su estado pero a la vez orgulloso porque solo eso demostraba que aun había un sentimiento hacia mí, hacia Su Xavier. – Nunca has dejado de gustarme, en mi memoria tengo guardado tu rostro, tus labios, tu cuerpo, tu voz y por sobre todo tu alma – me acerque a ella y le bese la frente, no quería incomodarla no en ese momento que todo iba tan bien.
Mis manos se acercaron a su mejilla para limpiar aquellas lagrimas que no dejaban de brotar, no pude contenerme y la estreche hacia mi nuevamente, quería su cercanía más que nada en ese momento le acaricie la espalda con cuidado deje que su rostro quedara en mi pecho que escuchara que mi corazón latía por ella, que podrían pasar mil años y seguiría latiendo por ella. - A caso dudaste que nuestro camino se volvieran a juntar, yo no. Fuiste mi primer amor y siempre tuve la fe de que nos volveríamos a ver. – Hable con suavidad – Nuestro lazo ni el mismísimo demonio podría destruirlo, Porque si duro tantos años seguirá durando sea como sea. – Si como amigos, amantes, pareja de cualquier forma lo nuestro siempre seria un nosotros. – Llore Dagmar, llore días andaba perdido por el mundo vagando como una presa que podía ser cazada en cualquier momento, débil porque tu lo eres todo para mi… y fuiste tú la misma que me dio esa fortaleza para seguir con mi vida, porque tu mi Dagmar, no te hubieras echado a morir lo contrario hubieras vivido al límite pero lo hubieras hecho, nadie es perfecto - bese la coronilla de su cabeza, aun la tenia abrazada, quería tranquilizarla y a final de cuentas me sentía bien así - Siempre te he querido Dagmar, mi Dagmar.
Xavier Sinclair- Cazador Clase Alta
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Re: Encontrando un antiguo señuelo {Dagmar]
Siempre he escuchado que el tiempo es quien cura las heridas, quien te hace olvidar los sentimientos pasados, y dejarte guiar a un mejor futuro, pero dadas estás situaciones no lo estoy creyendo, quizás eran dichos de algunos afortunados, pero en mi caso no lo era. Hice una mueca al notar que de verdad mi corazón estaba bastante acelerado por estar con Xavier, cerré los ojos con fuerza contra su pecho, me atreví a quedarme sentada en su regazo, el resto de mis piernas colgaba al aire por fuera de la cama. Aquella era una situación bastante extraña pero sin duda estaba siendo cómoda. Una de mis manos se encontraba en la espalda, enredados mis dedos sobre la tela de su camisa ya bastante sucia, la otra de mis manos lo abrazaba por el cuello, y hacía caricias sinceras y mimosa contra el cabello. Me sentía demasiado cómoda, bastante feliz a pesar de las lagrimas que caían por mi rostro. Aquello era distinto a todo encuentro que me hubiese imaginado con él, y todos eran sueños e imaginaciones que en tiempos de ocio tenía, porqué incluso después de mucho tiempo, aun tenía la esperanza de que nos pudiéramos llegar a ver, ¿O ya no la tenía? No lo sé, son demasiados sentimientos que tengo en este momento, todos mezclados entre si, todos ellos martirizando mi interior, aliviando mis penas, y sanando el pasado nunca concluido.
- Nunca imaginé que pudieras llegar a llorar, mucho menos por mi querido cazador invencible, si aguantas una pierna apunto de pudrirse, ¿Por qué no aguantarías mi partida? Siempre he creído que no eres un ser normal, tanta sangre y peleas habrían hecho ese corazón de roca - Suspiré, subí mi mirada un poco, y sonreí de manera amplia, mi mano la que se encontraba en su cuello, bajó poco a poco hasta colocarse a la altura del pecho de Xavier, podía sentir las palpitaciones aceleradas, y aceleraron más cuando mi mano se colocó en ese lugar, aquello era demasiado intimo, no había necesidad de tener relaciones sexuales, ni de besarnos con desesperación, ambos necesitábamos tiempo así, para poder concluir temas que nunca fueron posibles, para querernos en silencio o en el reído de nuestras voces, para poder dejar en claro la emoción de estar uno frente al otro, y para soltar ese pasado que de no hacerlo, podríamos arruinarlo y nunca jamás poder volver a vernos con naturalidad. - Nuestro destino quizás en este momento no es estar juntos, lo hemos notado por las circunstancias que hemos vivido, mis padres nunca te rechazarían, mi madre en especial sabía el amor que te tenía, y estaba también esperanzada en que volvieras, ¿No es gracioso? El día que estaba con tú padre pude sentir odio en su mirada, primero me llegaba de halagos y después no quería ni verme, fue extraño, y más cuando no pude dejarte en ese lugar, te cuidé varios días - Confesé, pues me había dormido a su lado hasta saber que podría despertar en cualquier momento.
- ¿Ahora vives en Paris? Quien lo imaginaría, los dos tan renegados en la vida de la ciudad, siempre contentos con nuestra libertad y parece que ahora estamos estancados en París, es muy gracioso de verdad - Solté una risita traviesa, bajé de nuevo la mirada, me estaba tentando demasiado, deseaba besarlo, tenía muchas ganas de hacerlo, recordaba sus labios, y también su olor, su sabor, todo era perfecto en él, era inevitable sentir ese deseo teniéndolo tan cerca. Lo mejor sería ocultar mi rostro, ocultar mis rasgos de ese impulso. Cerré los ojos por unos momentos, intentando procesar toda información, aquello en ocasiones era imposible, pero podía evitar cometer algún error. - ¿Me dejarás que te cuide? Di que si, por favor… Quédate unos días aquí, deja que te cuide lo suficiente para que puedas marchar a tú destino, te atenderán bien, mandaré a pedirte ropa nueva, y te bañaran si te da problema que yo lo haga, te alimentaré y estaré a tú lado leyéndote libros, lo que sea, pero no te vayas, déjame cuidarte Xavier, te lo suplico - De manera inevitable subí el rostro, me moví sentándome a ahorcadas sobre él, de manera inconsciente de lo que estaba haciendo, mis manos tomaron su rostro con suavidad pero llenas de firmeza - ¿Si? - Volví a insistir sin dejar de verlo a los ojos, sonriendo, bastante sonrojada, pero necesitando que cediera un poco a mis cuidados, nadie mejor que yo podría cuidarlo, él lo sabía bien.
- Nunca imaginé que pudieras llegar a llorar, mucho menos por mi querido cazador invencible, si aguantas una pierna apunto de pudrirse, ¿Por qué no aguantarías mi partida? Siempre he creído que no eres un ser normal, tanta sangre y peleas habrían hecho ese corazón de roca - Suspiré, subí mi mirada un poco, y sonreí de manera amplia, mi mano la que se encontraba en su cuello, bajó poco a poco hasta colocarse a la altura del pecho de Xavier, podía sentir las palpitaciones aceleradas, y aceleraron más cuando mi mano se colocó en ese lugar, aquello era demasiado intimo, no había necesidad de tener relaciones sexuales, ni de besarnos con desesperación, ambos necesitábamos tiempo así, para poder concluir temas que nunca fueron posibles, para querernos en silencio o en el reído de nuestras voces, para poder dejar en claro la emoción de estar uno frente al otro, y para soltar ese pasado que de no hacerlo, podríamos arruinarlo y nunca jamás poder volver a vernos con naturalidad. - Nuestro destino quizás en este momento no es estar juntos, lo hemos notado por las circunstancias que hemos vivido, mis padres nunca te rechazarían, mi madre en especial sabía el amor que te tenía, y estaba también esperanzada en que volvieras, ¿No es gracioso? El día que estaba con tú padre pude sentir odio en su mirada, primero me llegaba de halagos y después no quería ni verme, fue extraño, y más cuando no pude dejarte en ese lugar, te cuidé varios días - Confesé, pues me había dormido a su lado hasta saber que podría despertar en cualquier momento.
- ¿Ahora vives en Paris? Quien lo imaginaría, los dos tan renegados en la vida de la ciudad, siempre contentos con nuestra libertad y parece que ahora estamos estancados en París, es muy gracioso de verdad - Solté una risita traviesa, bajé de nuevo la mirada, me estaba tentando demasiado, deseaba besarlo, tenía muchas ganas de hacerlo, recordaba sus labios, y también su olor, su sabor, todo era perfecto en él, era inevitable sentir ese deseo teniéndolo tan cerca. Lo mejor sería ocultar mi rostro, ocultar mis rasgos de ese impulso. Cerré los ojos por unos momentos, intentando procesar toda información, aquello en ocasiones era imposible, pero podía evitar cometer algún error. - ¿Me dejarás que te cuide? Di que si, por favor… Quédate unos días aquí, deja que te cuide lo suficiente para que puedas marchar a tú destino, te atenderán bien, mandaré a pedirte ropa nueva, y te bañaran si te da problema que yo lo haga, te alimentaré y estaré a tú lado leyéndote libros, lo que sea, pero no te vayas, déjame cuidarte Xavier, te lo suplico - De manera inevitable subí el rostro, me moví sentándome a ahorcadas sobre él, de manera inconsciente de lo que estaba haciendo, mis manos tomaron su rostro con suavidad pero llenas de firmeza - ¿Si? - Volví a insistir sin dejar de verlo a los ojos, sonriendo, bastante sonrojada, pero necesitando que cediera un poco a mis cuidados, nadie mejor que yo podría cuidarlo, él lo sabía bien.
Dagmar Biermann- Cazador Clase Alta
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Re: Encontrando un antiguo señuelo {Dagmar]
Antes mucho antes desee con tantas ganas este momento de poder estar nuevamente yo y ella juntos así como lo estábamos, tenerla entre mis brazos decirle todo lo que la había extrañado, decirle lo mucho que me hizo falta en los días más oscuros pero, ahora parecía tan lejano todo aquel recuerdo. Mis sentimientos por ella seguían, nunca la había dejado de querer pero si ella ya tenía una vida yo no podía interferir en absolutamente nada, no iba en mi hacer eso. Mis sentimientos solo eran míos, y como ella me conocía perfectamente sabría que no diría nada sobre lo que en mi interior pasaba. Escucharla hablar de alguna forma me hacía sentir bien, ella tenía las palabras justas y necesarias para todo, una sonrisa ilumino mi rostro cuando Dagmar pronunciaba aquello de cuidarme, no era que necesitaba mucho cuidado pero si podía pasar unos días más con aquella mujer accedería a todas sus peticiones, sería su muñeco completamente de ella de nadie más, a final de cuentas nadie me esperaba en casa.
Tome aire y me acomode con cuidado en la cama, dejando mi espalda pegada en el respaldo de la misma – Esta bien, cuídame – solo pude pronunciar en ese momento mientras tomaba su mano y depositaba un beso en el dorso de ella – Dejare que seas mi enfermera privada por estos días – le cerré un ojo con una enorme sonrisa en mi rostro, eche mi cabeza hacia atrás y cerré por unos segundos mis ojos – No recuerdo nada de eso… sé que me estaban dando un castigo, oí gritos pero nada más… es una parte de mi vida que tengo completamente en negro – susurre a lo que ella había hablado anterior mente- Pero lo que sé muy bien que tu nombre está prohibido de pronunciar en mi hogar pero en mi corazón no – no sabía en realidad por que decía todo aquello realmente las palabras simplemente salían de mis labios, como pensamientos que navegan en aguas turbias.
Puse mis manos en los hombros de Dagmar – ¿Algún novio? – me había limitado a no preguntar nada, pero si me quedaría ahí no quería encontrarme con la sorpresa que tuviera problemas por mi culpa a final de cuentas nuestra historia pasada era un ciclo que al parecer por fin encontraría un final. Volví acomodarme en la cama pero esta vez para quedar tendido mirando el techo y dejando mi pierna herida extendida ya que un leve dolor había comenzado a sentir. – Yo, estuve saliendo con una mujer, pero no pude seguir ya sabes un cazador pasa más tiempo fuera que dentro de una casa y esta quería controlar mis salidas – reí – nadie me controla, soy un alma libre –en realidad lo era, y eso precisamente era lo que me había encantado de Dagmar ella vivía como yo, nos parecíamos tanto que era como mi otra parte, nunca me renegó nada, sus criticas siempre eran de combate, no me pedía lo que no podía darle y en el caso que me lo hubiera pedido haría hasta lo imposible por darle, entendía mi forma de amar como yo el de ella en aquellos tiempos.
El silencio llego a la habitación mis manos estaban sobre mi abdomen parecía un muerto por cómo estaba posicionado además mis ojos permanecían cerrados, ni pensamientos claros tenía en ese momento todo parecía dar vueltas, imágenes de mi pasado y de mi presente, en ese momento solo era Xavier, un herido de batalla ni siquiera era el cazador que le gustaba estar al límite en su vida. – Dagmar – pronuncie, casi sin querer en ese momento ella invadió mi pensamiento, la mujer de mis tormentos y amoríos. – Aun te quiero – todo parecía una gran confusión, en realidad lo era pero si no le decía me arrepentiría de no haber hablado, ese te quiero no era igual que el de hace años era muy diferente pero tenía algo en común ELLA.
NOTA: Todo lo que tenga que ver con Lionel nunca ocurrió, ni en sueños ni nada… ha sido como que aquí no paso nada con el gitano.
Tome aire y me acomode con cuidado en la cama, dejando mi espalda pegada en el respaldo de la misma – Esta bien, cuídame – solo pude pronunciar en ese momento mientras tomaba su mano y depositaba un beso en el dorso de ella – Dejare que seas mi enfermera privada por estos días – le cerré un ojo con una enorme sonrisa en mi rostro, eche mi cabeza hacia atrás y cerré por unos segundos mis ojos – No recuerdo nada de eso… sé que me estaban dando un castigo, oí gritos pero nada más… es una parte de mi vida que tengo completamente en negro – susurre a lo que ella había hablado anterior mente- Pero lo que sé muy bien que tu nombre está prohibido de pronunciar en mi hogar pero en mi corazón no – no sabía en realidad por que decía todo aquello realmente las palabras simplemente salían de mis labios, como pensamientos que navegan en aguas turbias.
Puse mis manos en los hombros de Dagmar – ¿Algún novio? – me había limitado a no preguntar nada, pero si me quedaría ahí no quería encontrarme con la sorpresa que tuviera problemas por mi culpa a final de cuentas nuestra historia pasada era un ciclo que al parecer por fin encontraría un final. Volví acomodarme en la cama pero esta vez para quedar tendido mirando el techo y dejando mi pierna herida extendida ya que un leve dolor había comenzado a sentir. – Yo, estuve saliendo con una mujer, pero no pude seguir ya sabes un cazador pasa más tiempo fuera que dentro de una casa y esta quería controlar mis salidas – reí – nadie me controla, soy un alma libre –en realidad lo era, y eso precisamente era lo que me había encantado de Dagmar ella vivía como yo, nos parecíamos tanto que era como mi otra parte, nunca me renegó nada, sus criticas siempre eran de combate, no me pedía lo que no podía darle y en el caso que me lo hubiera pedido haría hasta lo imposible por darle, entendía mi forma de amar como yo el de ella en aquellos tiempos.
El silencio llego a la habitación mis manos estaban sobre mi abdomen parecía un muerto por cómo estaba posicionado además mis ojos permanecían cerrados, ni pensamientos claros tenía en ese momento todo parecía dar vueltas, imágenes de mi pasado y de mi presente, en ese momento solo era Xavier, un herido de batalla ni siquiera era el cazador que le gustaba estar al límite en su vida. – Dagmar – pronuncie, casi sin querer en ese momento ella invadió mi pensamiento, la mujer de mis tormentos y amoríos. – Aun te quiero – todo parecía una gran confusión, en realidad lo era pero si no le decía me arrepentiría de no haber hablado, ese te quiero no era igual que el de hace años era muy diferente pero tenía algo en común ELLA.
NOTA: Todo lo que tenga que ver con Lionel nunca ocurrió, ni en sueños ni nada… ha sido como que aquí no paso nada con el gitano.
Xavier Sinclair- Cazador Clase Alta
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Re: Encontrando un antiguo señuelo {Dagmar]
Quizás se trataba de la confianza por la historia que tuvieron en el pasado. Quizás era cierto el dicho "dónde hubo fuego, cenizas quedan", todo podía ser en ese momento, confuso, al mismo tiempo claro, pero ellos siempre tendrían una historia. Por un lado Xavier era un hombre completamente atractivo, cualquiera sería capaz de desearlo, con una forma de llamar la atención inimaginable, fuerte, fornido, y con una mirada te mojaría las bragas por la tensión sexual que destilaba, pero por otro lado, ella, una mujer ardiente, que más de uno deseaba tenerla en su poder. Ambos tenían muchas cosas en común, por ejemplo la libertad, esas familias poderosas, y su amor por la cacería. Ellos eran una especie de gota de agua mezclada, un poco de acción reclamando los reflectores para verse, pero incluso en las obscuridad, serían capaces de reconocerse. La joven aún permanecía sobre él, no le importaba mucho interrumpir ambos espacios personales, se sentía a gusto, cómoda, sonriente, y por dentro estaba pasando una especie de tormenta, dónde ambos estaban reviviendo algo que se creía estaba ya en el olvido, pero que nunca lo estaría, ellos siempre tendrían historia, ellos aunque sus destinos estuvieran separados sabían que una parte de su ser le pertenecía al otro, no había mucha ciencia en ello, sólo lo que era. La joven sonreía, pensó que los rechazos de parte del caballero llegarían pero no, ambos necesitaban ese encuentro.
- Lo sé, tus padres me odiaban en un inicio, pero ya no, incluso es gracioso cómo las cosas han cambiado, tú madre de vez en cuando me ha mandado cartas, no sé cómo sabe mi paradero, pero siempre me llegan y gustosa le contesto. Por otro lado tú padre me ha invitado a tú casa alguna que otra vez, las primeras veces fue incomodo, pero conforme fue pasando el tiempo llegó incluso a decirme que se había dado cuenta porqué nos amábamos, fue extraño - Soltó una risa cómplice, sin dejar de verlo, estudiando la forma tan relajada en la que estaba - Puedo ser tú enfermera si, pero tienes que asumir los riesgos de tenerme cómo tal mis métodos pueden ser poco ortodoxos - Sonrió un poco más, Xavier sabía en lo que se metía si la dejaba a ella hacer de las suyas para curarlo, para la mujer no había limites, ni exageraciones con tal de verlo bien, si era necesario sería capaz de hacerlo permanecer en la cama amarrado sin ni siquiera mover un músculo. Suspiró por el beso, suspiró por las formas en las que estaban, suspiró por lo cerca que se encontraban, y se mordisqueó el labio inferior, se inclinó un poco hacía el frente, y su cabello cayó de un lado, podía incluso sentir su respiración chocando contra su rostro.
- ¿Novio? No, no sé que es eso - Bromeó un poco, después se dejó caer a un lado de la cama, pero antes había besado el mentón ajeno - He conocido personas si, pero nada formal, mis padres en éste momento están bastante empeñados en que consiga un prometido, me han llevado a demasiadas reuniones y me han hecho citas sin mi consentimiento, pero no, aún no hay alguien que llene mi corazón - Cerró los ojos también. Dagmar sintió una especie de punzada cuando las últimas palabras de Xavier llegaron a sus oídos. Tragó con fuerza saliva, giró su cuerpo y le dio la espalda. ¿Por qué él tenía que mover todo lo que había en su interior? ¿Por qué él tenía que hacerle las cosas más difíciles? Se mordisqueó varias veces más el labio inferior - Xavier… ¿Por qué me dices eso? ¿Por qué no me buscaste antes? ¿Por qué Xavier? Siempre pusiste cómo encontrarme, siempre tenías pistas de mi porqué yo las dejaba esperanzada en que volvieras a mi… - Hizo una pausa, no sabía que decirle, pero no había mucho que pensar, todo se trataba de sentir y nada más - Yo también te quiero Xavier, por eso me da tanto miedo estar aquí contigo, siento muchos impulsos dentro de mi cuerpo… - Susurró, y dejó que el silencio reinara por completo aquella habitación.
- Lo sé, tus padres me odiaban en un inicio, pero ya no, incluso es gracioso cómo las cosas han cambiado, tú madre de vez en cuando me ha mandado cartas, no sé cómo sabe mi paradero, pero siempre me llegan y gustosa le contesto. Por otro lado tú padre me ha invitado a tú casa alguna que otra vez, las primeras veces fue incomodo, pero conforme fue pasando el tiempo llegó incluso a decirme que se había dado cuenta porqué nos amábamos, fue extraño - Soltó una risa cómplice, sin dejar de verlo, estudiando la forma tan relajada en la que estaba - Puedo ser tú enfermera si, pero tienes que asumir los riesgos de tenerme cómo tal mis métodos pueden ser poco ortodoxos - Sonrió un poco más, Xavier sabía en lo que se metía si la dejaba a ella hacer de las suyas para curarlo, para la mujer no había limites, ni exageraciones con tal de verlo bien, si era necesario sería capaz de hacerlo permanecer en la cama amarrado sin ni siquiera mover un músculo. Suspiró por el beso, suspiró por las formas en las que estaban, suspiró por lo cerca que se encontraban, y se mordisqueó el labio inferior, se inclinó un poco hacía el frente, y su cabello cayó de un lado, podía incluso sentir su respiración chocando contra su rostro.
- ¿Novio? No, no sé que es eso - Bromeó un poco, después se dejó caer a un lado de la cama, pero antes había besado el mentón ajeno - He conocido personas si, pero nada formal, mis padres en éste momento están bastante empeñados en que consiga un prometido, me han llevado a demasiadas reuniones y me han hecho citas sin mi consentimiento, pero no, aún no hay alguien que llene mi corazón - Cerró los ojos también. Dagmar sintió una especie de punzada cuando las últimas palabras de Xavier llegaron a sus oídos. Tragó con fuerza saliva, giró su cuerpo y le dio la espalda. ¿Por qué él tenía que mover todo lo que había en su interior? ¿Por qué él tenía que hacerle las cosas más difíciles? Se mordisqueó varias veces más el labio inferior - Xavier… ¿Por qué me dices eso? ¿Por qué no me buscaste antes? ¿Por qué Xavier? Siempre pusiste cómo encontrarme, siempre tenías pistas de mi porqué yo las dejaba esperanzada en que volvieras a mi… - Hizo una pausa, no sabía que decirle, pero no había mucho que pensar, todo se trataba de sentir y nada más - Yo también te quiero Xavier, por eso me da tanto miedo estar aquí contigo, siento muchos impulsos dentro de mi cuerpo… - Susurró, y dejó que el silencio reinara por completo aquella habitación.
Dagmar Biermann- Cazador Clase Alta
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Re: Encontrando un antiguo señuelo {Dagmar]
Toda historia tiene un final ¿Cuál era el nuestro? Al parecer este encuentro lo era o tal vez no… eso ninguno lo sabía porque a pesar de lo que sentía por aquella mujer nuestros destinos no había sido forjado para que estuviéramos juntos, ambos sabíamos aquello no se con que claridad pero en lo profundo ella y yo teníamos claro una cosa, nuestra historia se desasía en recuerdos dulces y amargos, ¿Así tenía que ser o no? Tenerle cerca no me atormentaba, ni me ponía nervioso, tal para cual éramos de hierro y uno muy grueso y duro, impenetrables corazas que mostrábamos al mundo pero ahí estábamos, hablando de mas y de menos, dejando que las heridas se curasen solas porque al final no era necesario tener un parche para tapar lo que había ocurrido alguna vez, mis sentimientos por ella habían cambiado, si, pero aun la quería eso nadie me lo negaría y yo… yo tampoco.
La deje, simplemente deje que hablara no era quien para interrumpir sus palabras éramos libres después de todo, verla así tan empeñada a cuidarme me causaba un jubilo inexplicable, quizás mi rostro no lo demostraba pero mi corazón si, el dolor de la herida en la pierna seguía en algún momento de esa velada había desaparecido pero ahora volvía como dagas en la herida, arrugue la frente cuando ella quedo a mi lado, gire mi cuerpo dejando la pierna mala encima de la buena – Métodos poco ortodoxos… - susurre – Me tendrás que amarrar a la cama para que no me levante entonces… por qué no estoy hecho para guardar reposo… mi cuerpo pide… - calle, lo que diría sonaría intenso o tal vez no, pero así era yo y ella lo entendería – mi cuerpo pide acción, adrenalina… limites… peligro la vida de nosotros los cazadores siempre está al límite postrado en una cama… me mataría aunque fueran horas… lo sabes ¿cierto?- suspire y pase mi mano por su cabellera de manera suave, no sonreí, no gesticule ninguna emoción en ese momento solo deje que mis ojos observaran a la cazadora que hace mucho tiempo atrás había dejado cautivo mi corazón…
Somos y siempre seremos libres… no estamos hecho para ese tipo de compromisos… - me refería a eso de tener novio y no la juzgaría nunca si ella llegase a tener novio por que la vida era así ¿ o no? Volví a quedar boca arriba mirando el techo, observando las tablas perfectamente alineadas de aquel lugar – Te busque… - no quería decir más, no quería pensar en eso no en ese momento que ya la había encontrado – Y te encontré… nos encontramos… - susurre – te deje ser libre… porque… - no tenía una respuesta clara para aquello – te quiero… - cerré los ojos el dolor me causaba una especie de mareo, seguro notaria que algo volvía andar mal, pero ella era la que me cuidaba y dejaría que lo hiciera – no tienes que sentirte nerviosa porque ya nos conocíamos… no es la primera vez que nos vemos… no es la primera vez que estamos acostado uno al lado del otro… ahora todo es diferente, no sé si maduraste tampoco sé si yo lo hice – bote el aire de mis pulmones de manera quejumbrosa – crecimos simplemente… - pase saliva intente sentarme pero decidí quedar apoyado de mis codos…
Alguna vez me dijiste que no había que reprimir los impulsos que sentíamos… eso nos hace ser los cazadores que somos – de la comisura de mis labios salió una sonrisa que se amplió al paso de los minutos – El miedo hay que dejarlo a las presas… y tu no lo eres – no sabía que estaba intentando con mis palabras en realidad solo salían de mis labios, tranquilo o adormecido por el dolor, tal vez así pensaba mejor – Yo siento el impulso de levantarme… tomarte del brazo y besarte, si besarte de la única forma que sé hacerlo – me senté en la cama mirándola de reojo me acerque a ella y le deposite un beso en la frente – pero el dolor de mi pierna me impide hacerlo – quede tendido nuevamente con una de mis manos en mi pecho la otra en la pierna apretando mi muslo verificando que aun sentía la extremidad por completo… - Necesito de ti… ahora…
La deje, simplemente deje que hablara no era quien para interrumpir sus palabras éramos libres después de todo, verla así tan empeñada a cuidarme me causaba un jubilo inexplicable, quizás mi rostro no lo demostraba pero mi corazón si, el dolor de la herida en la pierna seguía en algún momento de esa velada había desaparecido pero ahora volvía como dagas en la herida, arrugue la frente cuando ella quedo a mi lado, gire mi cuerpo dejando la pierna mala encima de la buena – Métodos poco ortodoxos… - susurre – Me tendrás que amarrar a la cama para que no me levante entonces… por qué no estoy hecho para guardar reposo… mi cuerpo pide… - calle, lo que diría sonaría intenso o tal vez no, pero así era yo y ella lo entendería – mi cuerpo pide acción, adrenalina… limites… peligro la vida de nosotros los cazadores siempre está al límite postrado en una cama… me mataría aunque fueran horas… lo sabes ¿cierto?- suspire y pase mi mano por su cabellera de manera suave, no sonreí, no gesticule ninguna emoción en ese momento solo deje que mis ojos observaran a la cazadora que hace mucho tiempo atrás había dejado cautivo mi corazón…
Somos y siempre seremos libres… no estamos hecho para ese tipo de compromisos… - me refería a eso de tener novio y no la juzgaría nunca si ella llegase a tener novio por que la vida era así ¿ o no? Volví a quedar boca arriba mirando el techo, observando las tablas perfectamente alineadas de aquel lugar – Te busque… - no quería decir más, no quería pensar en eso no en ese momento que ya la había encontrado – Y te encontré… nos encontramos… - susurre – te deje ser libre… porque… - no tenía una respuesta clara para aquello – te quiero… - cerré los ojos el dolor me causaba una especie de mareo, seguro notaria que algo volvía andar mal, pero ella era la que me cuidaba y dejaría que lo hiciera – no tienes que sentirte nerviosa porque ya nos conocíamos… no es la primera vez que nos vemos… no es la primera vez que estamos acostado uno al lado del otro… ahora todo es diferente, no sé si maduraste tampoco sé si yo lo hice – bote el aire de mis pulmones de manera quejumbrosa – crecimos simplemente… - pase saliva intente sentarme pero decidí quedar apoyado de mis codos…
Alguna vez me dijiste que no había que reprimir los impulsos que sentíamos… eso nos hace ser los cazadores que somos – de la comisura de mis labios salió una sonrisa que se amplió al paso de los minutos – El miedo hay que dejarlo a las presas… y tu no lo eres – no sabía que estaba intentando con mis palabras en realidad solo salían de mis labios, tranquilo o adormecido por el dolor, tal vez así pensaba mejor – Yo siento el impulso de levantarme… tomarte del brazo y besarte, si besarte de la única forma que sé hacerlo – me senté en la cama mirándola de reojo me acerque a ella y le deposite un beso en la frente – pero el dolor de mi pierna me impide hacerlo – quede tendido nuevamente con una de mis manos en mi pecho la otra en la pierna apretando mi muslo verificando que aun sentía la extremidad por completo… - Necesito de ti… ahora…
Xavier Sinclair- Cazador Clase Alta
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Re: Encontrando un antiguo señuelo {Dagmar]
La noche era confusa, distinta, diferente a todo aquello que había vivido. Xavier era de esos seres humanos que no se borrarían de su memoria, de esos que por más años que pasaran, y por muchas situaciones que vivieran, siempre tendría sus recuerdos más gratos, y es que lo había conocido cuando sentía más libertad, cuando era verdaderamente ella. El reencuentro no le sentaba para nada bien, al contrario, la estaba haciendo tener sentimientos encontrados que, según ella, nunca volvería a sentir hacía él. Le miró intentando no soltar sonrisas cómplices, le miró intentando mantener la serenidad del encuentro, pero con rapidez volvía a desviar su rostro, intentando poder pensar demasiado en otras cosas, aquello que le distrajera. Dagmar buscaba entre sus recuerdos el porqué se había marchado, y ni siquiera sus recuerdos necesitaba explorar, ella sabía la verdad, no había podido amarrarse, dejar de lado todo aquello que la había hecho cazadora para mantenerse con un hombre. Había sido débil al no dejarse llevar por el corazón, pero al haber crecido con una familia que anteponía los intereses, a los sentires, era normal que hubiese tomado tales decisiones. Los recuerdos invadían su mente, todo incluyendo las sensaciones de su corazón, se sintió vulnerable, y odiaba verdaderamente eso, pero entonces mantuvo la serenidad, no debía huir de nuevo, y menos en su propio hogar.
- Hay limites Xavier, unos que no podemos simplemente ignorarlos, si, nacimos para ser cazadores, pero también venimos de familias, y tenemos gente que nos rodea, gente que nos ama, tanto como amamos hacer justicia, no podemos simplemente pensar con egoísmo - Suspiró de forma profunda, y le volteó a ver a los ojos, con seriedad, esperando a que captara lo que en realidad le mostraba, lo que buscaba entendiera. - Ser cazador también te enseña a detenerte cuando no se puede continuar, porque incluso cuando nos jugamos la vida por matar a criaturas que poseen habilidades el doble de fuertes que nosotros, debemos valorarla para seguir con está profesión, por aquellos a los que salvamos, pero ¿quién nos salva a nosotros? Debemos hacerlo nosotros mismos - Suspira y camina con firmeza, buscando pañuelos largos y firmes por el lugar, encuentra cuatro con exactitud, y para su buena suerte - Recuerda Xavier, que toda palabra es bien analizada, y toda palabra la utilizo a mi conveniencia - Su sonrisa se notó burlona y muy triunfal - Así que… - Xavier no debía subestimar a Dagmar, no sabiendo que era una de las mejores en su profesión. Caminó, incluso inclinó con demasiada rapidez su cuerpo, logrando atrapar una de sus manos del cazador contra el respaldo de la cama.
- Primer mano… Lista - Le comentó con una sonrisa demasiado amplia, y triunfal, victoriosa - Y si, si crees que me estoy aprovechando de tu estado, estás en lo correcto, me estoy aprovechando - Le mencionó de forma zalamera y antes de que Xavier pudiera objetar, se cruzó encima de la cama con destreza, incluso pasó encima de él, girando con la ayuda de sus brazos y piernas. Era ligera, eso había permitido que pudiera tener demasiada destreza. Ella ya estaba sujetando con fuerza la mano restante - Segunda lista, y para mi buena suerte, no puedes mover una pierna - Le guiñó un ojo, acomodó sus cabellos, su ropaje y se inclinó a darle un beso en la frente - Incluso el confesar te hace desgastarte Xavier, siempre queriendo dar más de lo que deberías - Se separó. Le miró ahora con el semblante divertido, Dagmar estaba por retarlo - Bien, tienes sólo una salida, y creo que nos conviene a ambos. - Intentó reprimir la sonrisa - Si tus impulsos, y antojos son tan fuertes como dices, te reto a que te mejores, y hagas eso que acabas de mencionar - Se encogió de hombros - Te levantarás, me tomarás del brazo, y me besarás - Mencionó, y caminó llegando hasta un pequeño ropero, de donde sacó una caja de madera, pintada en negro - Abre la boca, Xavier - Le indicó sacando una hoja de color verde intenso, incluso como si no hubiera sido cortada - Tiene un sabor agrio, pero te aguantas - Y la metió a su paladar, colocándola con cuidado. Sacó su mano y le miró sonriendo - Pareces un niño pequeño - Sonrió, y se sentó frente a él.
- Hay limites Xavier, unos que no podemos simplemente ignorarlos, si, nacimos para ser cazadores, pero también venimos de familias, y tenemos gente que nos rodea, gente que nos ama, tanto como amamos hacer justicia, no podemos simplemente pensar con egoísmo - Suspiró de forma profunda, y le volteó a ver a los ojos, con seriedad, esperando a que captara lo que en realidad le mostraba, lo que buscaba entendiera. - Ser cazador también te enseña a detenerte cuando no se puede continuar, porque incluso cuando nos jugamos la vida por matar a criaturas que poseen habilidades el doble de fuertes que nosotros, debemos valorarla para seguir con está profesión, por aquellos a los que salvamos, pero ¿quién nos salva a nosotros? Debemos hacerlo nosotros mismos - Suspira y camina con firmeza, buscando pañuelos largos y firmes por el lugar, encuentra cuatro con exactitud, y para su buena suerte - Recuerda Xavier, que toda palabra es bien analizada, y toda palabra la utilizo a mi conveniencia - Su sonrisa se notó burlona y muy triunfal - Así que… - Xavier no debía subestimar a Dagmar, no sabiendo que era una de las mejores en su profesión. Caminó, incluso inclinó con demasiada rapidez su cuerpo, logrando atrapar una de sus manos del cazador contra el respaldo de la cama.
- Primer mano… Lista - Le comentó con una sonrisa demasiado amplia, y triunfal, victoriosa - Y si, si crees que me estoy aprovechando de tu estado, estás en lo correcto, me estoy aprovechando - Le mencionó de forma zalamera y antes de que Xavier pudiera objetar, se cruzó encima de la cama con destreza, incluso pasó encima de él, girando con la ayuda de sus brazos y piernas. Era ligera, eso había permitido que pudiera tener demasiada destreza. Ella ya estaba sujetando con fuerza la mano restante - Segunda lista, y para mi buena suerte, no puedes mover una pierna - Le guiñó un ojo, acomodó sus cabellos, su ropaje y se inclinó a darle un beso en la frente - Incluso el confesar te hace desgastarte Xavier, siempre queriendo dar más de lo que deberías - Se separó. Le miró ahora con el semblante divertido, Dagmar estaba por retarlo - Bien, tienes sólo una salida, y creo que nos conviene a ambos. - Intentó reprimir la sonrisa - Si tus impulsos, y antojos son tan fuertes como dices, te reto a que te mejores, y hagas eso que acabas de mencionar - Se encogió de hombros - Te levantarás, me tomarás del brazo, y me besarás - Mencionó, y caminó llegando hasta un pequeño ropero, de donde sacó una caja de madera, pintada en negro - Abre la boca, Xavier - Le indicó sacando una hoja de color verde intenso, incluso como si no hubiera sido cortada - Tiene un sabor agrio, pero te aguantas - Y la metió a su paladar, colocándola con cuidado. Sacó su mano y le miró sonriendo - Pareces un niño pequeño - Sonrió, y se sentó frente a él.
Dagmar Biermann- Cazador Clase Alta
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