AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La seducción del café {Corinne}
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La seducción del café {Corinne}
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Última edición por Rashâd el Dom Nov 11, 2012 2:57 pm, editado 2 veces
Rashâd- Vampiro/Realeza
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Re: La seducción del café {Corinne}
- Mademoiselle Blanchard que grato contar con su presencia esta noche….pero ¿viene usted sola?…si yo fuera su caballero jamás la dejaría sola durante la noche – me comentó, apenas hice mi entrada en el lugar, mi viejo amigo de aquel mágico lugar donde era posible embriagarte con tan solo el aroma del exquisito café que ahí se preparaba.
Personalmente me guío hasta mi mesa favorita. Era como si ese lugar estuviera reservado para mi cada vez que me aparecía mi rincón favorito estaba vacío esperando a por mi. – Mi caballero trabaja esta noche Monsieur – me encogí sutil y disimuladamente de hombros – es lo malo de estar con un policía sumamente responsable – solo se sonrió y asintió con la cabeza sin decir más al respecto. – ¿Lo de siempre? – pregunto amable cuando llegábamos a la mesa disculpándose y prometiendo volver dentro de poco a hacerme compañía para que charlásemos un poco – lo de siempre – respondí. Enseguida hizo una leve reverencia y se aproximo con elegancia hacía la barra. Lo observe dando indicaciones a uno de los camareros, señalando hacia mi mesa, esta vez era un chico desconocido para mi seguramente un empleado nuevo. Mi pedido no tardo en llegar. Apenas coloco la taza sobre la mesa el aroma que de ella emanaba inundo completamente mis sentidos. De un tiempo para acá el café se estaba convirtiendo en una especie de droga para mi e ahí que por eso se me miraba tan seguido en el lugar.
Mientras degustaba ese delicioso café sonreía recordando la tarde en que Loukas me había pedido ser su esposa ahí mismo y recordando su complicidad con los camareros. Creo que desde entonces me volví un poco famosa entre los empleados apenas me miraban y cuchicheaban sonrientes entre ellos. De pronto sentí unos ojos puestos en mi que me observaban con insistencia. Levante la mirada topándome de lleno con los ojos que lejos de intimidarse al ser sorprendido parecía regocijarse al encontrarse con mi mirada. Sostuve su mirada preguntándome quien era ese hombre. Nunca le había visto por el café y por sus facciones no me fue difícil concluir que no se trababa de un Parisino.
Hice una seña llamando al camarero que me atendía, él me ayudaría a saber quien era ese hombre misterioso. Se levanto de asiento aproximándose con pasos firmes, elegantes y decididos hasta mí sin dar oportunidad al chico de atender a mi llamado. Dejándome escuchar de inmediato su devastadora voz.
- Buenas noches Monsieur – respondí cortés con una amable sonrisa dibujada en mis labios – No lo dudo Monsieur su gesto es muy amable. Disculpadme usted a mi, no me lo tome a mal pero no es mi costumbre aceptar invitaciones de desconocidos – hacía tiempo me había jurado no ser tan abierta con desconocidos. Sonreí ligeramente al recordar aquella ocasión en que aprendí si no a hablar con desconocidos, si a no confiar a la primera en ellos. Nada me podía asegurar que detrás de tanta elegancia, que detrás de tan refinados modales se encontraba un hombre confiable. Me parecía que esas solo eran parte de sus armas para conseguir quizás sus más oscuros propósitos…¿Cuáles serían sus propósitos ante una dama solitaria?...a juzgar por su arrolladora apariencia, sus movimientos, sus gestos y su armonioso tono de voz no me resultaba muy difícil adivinarlo.
- ¿Cree usted que exista alguna buena razón por la cual debería confiar en usted y acompañarle? – me atreví a preguntar sin dejar de prestar atención a todo a mi alrededor y mucho menos a él. Un buen punto a su favor podría ser tal vez que nos encontrábamos en un lugar público rodeados de gente y bajo las miradas de muchos curiosos de los cuales algunos sabían de mi relación con un miembro de la policía.
Personalmente me guío hasta mi mesa favorita. Era como si ese lugar estuviera reservado para mi cada vez que me aparecía mi rincón favorito estaba vacío esperando a por mi. – Mi caballero trabaja esta noche Monsieur – me encogí sutil y disimuladamente de hombros – es lo malo de estar con un policía sumamente responsable – solo se sonrió y asintió con la cabeza sin decir más al respecto. – ¿Lo de siempre? – pregunto amable cuando llegábamos a la mesa disculpándose y prometiendo volver dentro de poco a hacerme compañía para que charlásemos un poco – lo de siempre – respondí. Enseguida hizo una leve reverencia y se aproximo con elegancia hacía la barra. Lo observe dando indicaciones a uno de los camareros, señalando hacia mi mesa, esta vez era un chico desconocido para mi seguramente un empleado nuevo. Mi pedido no tardo en llegar. Apenas coloco la taza sobre la mesa el aroma que de ella emanaba inundo completamente mis sentidos. De un tiempo para acá el café se estaba convirtiendo en una especie de droga para mi e ahí que por eso se me miraba tan seguido en el lugar.
Mientras degustaba ese delicioso café sonreía recordando la tarde en que Loukas me había pedido ser su esposa ahí mismo y recordando su complicidad con los camareros. Creo que desde entonces me volví un poco famosa entre los empleados apenas me miraban y cuchicheaban sonrientes entre ellos. De pronto sentí unos ojos puestos en mi que me observaban con insistencia. Levante la mirada topándome de lleno con los ojos que lejos de intimidarse al ser sorprendido parecía regocijarse al encontrarse con mi mirada. Sostuve su mirada preguntándome quien era ese hombre. Nunca le había visto por el café y por sus facciones no me fue difícil concluir que no se trababa de un Parisino.
Hice una seña llamando al camarero que me atendía, él me ayudaría a saber quien era ese hombre misterioso. Se levanto de asiento aproximándose con pasos firmes, elegantes y decididos hasta mí sin dar oportunidad al chico de atender a mi llamado. Dejándome escuchar de inmediato su devastadora voz.
- Buenas noches Monsieur – respondí cortés con una amable sonrisa dibujada en mis labios – No lo dudo Monsieur su gesto es muy amable. Disculpadme usted a mi, no me lo tome a mal pero no es mi costumbre aceptar invitaciones de desconocidos – hacía tiempo me había jurado no ser tan abierta con desconocidos. Sonreí ligeramente al recordar aquella ocasión en que aprendí si no a hablar con desconocidos, si a no confiar a la primera en ellos. Nada me podía asegurar que detrás de tanta elegancia, que detrás de tan refinados modales se encontraba un hombre confiable. Me parecía que esas solo eran parte de sus armas para conseguir quizás sus más oscuros propósitos…¿Cuáles serían sus propósitos ante una dama solitaria?...a juzgar por su arrolladora apariencia, sus movimientos, sus gestos y su armonioso tono de voz no me resultaba muy difícil adivinarlo.
- ¿Cree usted que exista alguna buena razón por la cual debería confiar en usted y acompañarle? – me atreví a preguntar sin dejar de prestar atención a todo a mi alrededor y mucho menos a él. Un buen punto a su favor podría ser tal vez que nos encontrábamos en un lugar público rodeados de gente y bajo las miradas de muchos curiosos de los cuales algunos sabían de mi relación con un miembro de la policía.
Corinne Blanchard- Licántropo Clase Alta
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Re: La seducción del café {Corinne}
Su piel era fría tan fría como la de Fen…. Cerré momentáneamente y brevemente los ojos como si con ello lograra frenar los recuerdos del pasado. Mientras él se acercaba y me susurraba unas palabras al oído con una voz tan seductora como falsa. No tenía la gran experiencia en hombres pero no por ello no sabía reconocer a los del tipo aventurero como él. Mientras él me hablaba yo debatía con los recuerdos venciéndolos finalmente. Por ahora era más interesante prestar mi total atención a un casanova como él que tenía a mi lado y ser muy cuidadosa si no quería caer entre espinas.
El inicio de su pequeño discurso me hizo sonreír acaso pretendía que le creyese, no tenia idea de por quien me tomaba pero ya me enteraría. Touche sin siquiera darse cuenta había dicho las palabras clave que me haría mantenerme en total alerta “compartir un inocente café conmigo”. Aunque era cierto que el que estaba en terreno ajeno era él quizás si se ganaba un poco de mi confianza le aceptaría a acompañarle en su mesa y compartir ese inocente café que me invitaba. Mas aún así la desconfianza se sobreponía ante todo.
Lejos de molestarse de sorprenderse por mi evidente e insistente desconfianza el caballero parecía complacido por ello, una razón más para mantener mi postura. Estaba claro que ambos mantendríamos y defenderíamos nuestra propia postura frente al otro, yo mi desconfianza y él esforzándose por convencerme que debía confiar en él. Esto indicaba que pasará lo que pasará, al final esta resultaría una noche interesante, una historia, una anécdota digna de contarse. Su sonrisa encantadora, su voz extremadamente sensual y seductora, su porte elegante y de fino caballero, su amabilidad y su buen parecido eran cosas que a cualquier mujer desde el primer instante en que los ojos de un hombre como él se fijaran en ella y de que esa voz expresara tan solo una palabra dirigida a ella y que el contacto de su piel a pesar de ser tan fría no se le hubieran resistido. Era ahí donde radicaba la diferencia yo no era cualquier mujer que se dejaría llevar por ese tipo de banalidades así él le insistiera y le prometiera hacerla la reina del universo. Aunque no por ello su natural coquetería se escondía. Mi sonrisa coqueta y digamos un poco inocente e incrédula se mantenía, con toda seguridad esto sería mal interpretado por el caballero y creería que le estaba coqueteando intencionalmente.
Me complació aceptará que no había motivos para que confiara en él y tenia razón que mejor manera de empezar a conocerle que una charla. Pero algo en él producía una desconfianza aún mayor a la que antes había llegado a sentir Me quede pensativa un momento sosteniéndole la mirada – ¿quien me dice haría bien en confiar en su palabra de musulmán? o ¿qué realmente usted cumplirá su palabra de musulmán?– algo me decía que había cierta falsedad en sus palabras
- Le agradezco me de a conocer su nombre – dijo con amable sinceridad, hubiera deseado decirle que era un placer conocerle pero si algo me caracterizaba era mi sinceridad y de haberlo dicho eso no hubiera sido mas que una vil mentira, ahora su compañía distaba de ser un placer – así como le agradezco se ponga a mis pies, eso es en verdad un halago más viniendo de un desconocido pero ni aún así considero que sea correcto aceptar su invitación monsieur, espero me comprenda – ¿aceptara él tan fácilmente mi negativa como para darse por vencido y retirarse? esperaba que así lo hiciera aunque he de confesar que su compañía no me desagradaba del todo, era lo mejor que podía suceder.
El inicio de su pequeño discurso me hizo sonreír acaso pretendía que le creyese, no tenia idea de por quien me tomaba pero ya me enteraría. Touche sin siquiera darse cuenta había dicho las palabras clave que me haría mantenerme en total alerta “compartir un inocente café conmigo”. Aunque era cierto que el que estaba en terreno ajeno era él quizás si se ganaba un poco de mi confianza le aceptaría a acompañarle en su mesa y compartir ese inocente café que me invitaba. Mas aún así la desconfianza se sobreponía ante todo.
Lejos de molestarse de sorprenderse por mi evidente e insistente desconfianza el caballero parecía complacido por ello, una razón más para mantener mi postura. Estaba claro que ambos mantendríamos y defenderíamos nuestra propia postura frente al otro, yo mi desconfianza y él esforzándose por convencerme que debía confiar en él. Esto indicaba que pasará lo que pasará, al final esta resultaría una noche interesante, una historia, una anécdota digna de contarse. Su sonrisa encantadora, su voz extremadamente sensual y seductora, su porte elegante y de fino caballero, su amabilidad y su buen parecido eran cosas que a cualquier mujer desde el primer instante en que los ojos de un hombre como él se fijaran en ella y de que esa voz expresara tan solo una palabra dirigida a ella y que el contacto de su piel a pesar de ser tan fría no se le hubieran resistido. Era ahí donde radicaba la diferencia yo no era cualquier mujer que se dejaría llevar por ese tipo de banalidades así él le insistiera y le prometiera hacerla la reina del universo. Aunque no por ello su natural coquetería se escondía. Mi sonrisa coqueta y digamos un poco inocente e incrédula se mantenía, con toda seguridad esto sería mal interpretado por el caballero y creería que le estaba coqueteando intencionalmente.
Me complació aceptará que no había motivos para que confiara en él y tenia razón que mejor manera de empezar a conocerle que una charla. Pero algo en él producía una desconfianza aún mayor a la que antes había llegado a sentir Me quede pensativa un momento sosteniéndole la mirada – ¿quien me dice haría bien en confiar en su palabra de musulmán? o ¿qué realmente usted cumplirá su palabra de musulmán?– algo me decía que había cierta falsedad en sus palabras
- Le agradezco me de a conocer su nombre – dijo con amable sinceridad, hubiera deseado decirle que era un placer conocerle pero si algo me caracterizaba era mi sinceridad y de haberlo dicho eso no hubiera sido mas que una vil mentira, ahora su compañía distaba de ser un placer – así como le agradezco se ponga a mis pies, eso es en verdad un halago más viniendo de un desconocido pero ni aún así considero que sea correcto aceptar su invitación monsieur, espero me comprenda – ¿aceptara él tan fácilmente mi negativa como para darse por vencido y retirarse? esperaba que así lo hiciera aunque he de confesar que su compañía no me desagradaba del todo, era lo mejor que podía suceder.
Corinne Blanchard- Licántropo Clase Alta
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Re: La seducción del café {Corinne}
Casi estaba segura que este hombre no era un hombre común, era un inmortal, un ser de la noche, era un vampiro como Fenrir. Era imposible equivocarme. Tenía que descubrir si lo era o no, he de confesar que la necesidad de descubrirlo me abordo. Recordé como estos seres poseían ciertas habilidades o poderes y entre ellas estaba el leer las mentes. Cabía la posibilidad de que este hombre poseyera tal habilidad así que decidí arriesgarme y con ello comprobaría mis sospechas. Me estaba claro que independientemente de que fuera un vampiro no me desagradaba del todo su presencia, su compañía pero no por ello mis deseos me llevaban por el mismo camino que el del Casanova. Me concentre en fingir un interés muy particular en él, aunque hubo algo en lo que me fue imposible mentir lo consideraba un mentiroso y eso nada lo cambiaba, que más daba, no aparte mi mirada coqueta de sus ojos haciéndole fijar los suyos en los míos el tiempo suficiente para que él entrara en mis pensamientos, le hice creer que por mis venas corría la ansiedad de conocer no solo los límites de la pasión sino el extremo de esta misma con alguien tan peculiar como lo era él mas no me atrevía a arriesgarme. No pondría en juego ni mi reputación y mi compromiso con mi Señor Black.
Mantenía mi sonrisa mientras lo escuchaba hablar. He de ser sincera no lo creía capaz de rendirse. Yo juraba que volvería a insistirme hasta que aceptase compartir un café con él – No sabe cuánto lamento escuchar que le rompo el corazón monsieur le pido mi más sincera disculpa – me disculpaba sinceramente después de escuchar todas y cada una de sus aduladoras palabras alzando con elegancia mi mano por si no lo había hecho antes en esta ocasión si observara la sortija de compromiso que llevaba puesta en ella. No sé si la observo y lo paso por alto solo sé que su atrevimiento fue demasiado y nada aceptable – no se atreva a acercarse a mí una vez más – mi voz fue lo más suave y educada posible pero no por ello me prive de plantarle una bofetada –y mucho menos se atreva a volver a hacer algo como lo que acaba de hacer- mi voz continuaba siendo suave pero cargara de rabia. Aparte con fuerza sus manos de mi cintura dando de inmediato algunos pasos atrás – que disfrute el resto de su noche – dije con cierta rabia cuando él se giraba y regresaba a su mesa con la misma elegancia con la que se había acercado.
Volví a tomar asiento con la mirada perdida hacia la nada mientras recuperaba la tranquilidad. Observe el reloj, aún era temprano faltaban un par de horas para encontrarme con Fenrir y volver juntos a casa. Sabía que aquel hombre atrevido continuaba en su mesa, a mis espaldas, observándome como si nada de lo anterior hubiese ocurrido. En un inició me inquiete pero eso era una tontería me olvide de él, de su presencia o al menos lo intentaría. El camarero se acerco ofreciéndome otro café el cual acepte la espera aún era larga y me había quedado sin ánimos de pasear un poco por la plaza. Mis intentos por olvidarlo fueron fallidos en más de una ocasión gire mi rostro y lo observe con una maldita sonrisa en mi rostro. Finalmente después de más de una hora aquel hombre se rendía definitivamente y abandono el lugar. Di gracias al cielo cuando eso sucedió.
Al poco yo hice lo mismo salí de ahí con el tiempo justo para llegar a encontrarme con mi señor Black – Cariño me has hecho falta esta noche – me abrace a su cuello y busque sus labios. Estaba segura que el hombre me había seguido y que desde muy cerca me acercaba así que además de decirle la verdad a mi caballero me aseguraba de que se enterara que Corinne era prohibida para él y para cualquier otro hombre. Pensé en contarle a Fenrir lo sucedido esa noche pero al final inexplicablemente no lo hice, no en ese momento, ya habría ocasión de contárselo. La caminata esta noche fue algo excepcional, durante el camino a casa conversamos, bromeamos, reímos como hacía mucho no lo hacíamos, escuchar y ver a Fenrir sonreír de esa manera se daba muy poco. Volvimos a casa y todo continuo su causé normal. Durante el día yo seguía con mis actividades, algunas noches las compartía por completo con Fen otras como aquella noche paseaba sola.
Habían pasado ya varios días y en mi mente la imagen de aquel hombre se mantenía latente, que era eso, acaso me arrepentía de no darle oportunidad de compartir un café conmigo y de que conversáramos un poco . No, me negaba a creérmelo. Lo mejor que podía hacer era sacármelo de la cabeza y olvidarme por completo de él.
Era extraño, hubo días, noches en que sentía la presencia de alguien muy cerca de mi siguiendo mis pasos, observando todas y cada una de mis acciones con detalle no le di demasiada importancia seguramente eso era obra de Fenrir en su afán de protegerme siempre ya que sabía que no siempre salía de casa acompañada de mi mayordomo.
Desde aquel incidente en el café regrese un par de veces acompañada de algunas amigas no me atrevía a volver sola, en ninguna de estas ocasiones volví a mirar al hombre. Esta noche decidí que sería una noche solitaria la necesitaba así que volvería a ese sitio que tanto me agradaba me daba igual o lo que era lo mismo poco me importaba si volvía a topármelo después de todo si en verdad era un caballero no me obligaría a hacer nada que yo no quisiese y de no serlo no se atrevería a hacerme nada en un lugar público donde muchos de los que ahí asistían me conocía.
Entre cerca de la media noche. La mesa que siempre ocupaba no estaba disponible, no me extraño del todo, no di importancia y me dirigí hasta la barra donde observe un espacio disponible y ordene un expresso. A pesar del fuerte aroma a café que volaba por todo el lugar pude percibir su aroma, él estaba ahí y justo en el momento en que lo percibía sentí una mirada clavada en mi a mis espaldas. No pensaba girarme a verle mas aún así una sonrisa se dibujo en mi rostro. Quizás era que me agradaba divertirme a mi manera con la situación.
Mantenía mi sonrisa mientras lo escuchaba hablar. He de ser sincera no lo creía capaz de rendirse. Yo juraba que volvería a insistirme hasta que aceptase compartir un café con él – No sabe cuánto lamento escuchar que le rompo el corazón monsieur le pido mi más sincera disculpa – me disculpaba sinceramente después de escuchar todas y cada una de sus aduladoras palabras alzando con elegancia mi mano por si no lo había hecho antes en esta ocasión si observara la sortija de compromiso que llevaba puesta en ella. No sé si la observo y lo paso por alto solo sé que su atrevimiento fue demasiado y nada aceptable – no se atreva a acercarse a mí una vez más – mi voz fue lo más suave y educada posible pero no por ello me prive de plantarle una bofetada –y mucho menos se atreva a volver a hacer algo como lo que acaba de hacer- mi voz continuaba siendo suave pero cargara de rabia. Aparte con fuerza sus manos de mi cintura dando de inmediato algunos pasos atrás – que disfrute el resto de su noche – dije con cierta rabia cuando él se giraba y regresaba a su mesa con la misma elegancia con la que se había acercado.
Volví a tomar asiento con la mirada perdida hacia la nada mientras recuperaba la tranquilidad. Observe el reloj, aún era temprano faltaban un par de horas para encontrarme con Fenrir y volver juntos a casa. Sabía que aquel hombre atrevido continuaba en su mesa, a mis espaldas, observándome como si nada de lo anterior hubiese ocurrido. En un inició me inquiete pero eso era una tontería me olvide de él, de su presencia o al menos lo intentaría. El camarero se acerco ofreciéndome otro café el cual acepte la espera aún era larga y me había quedado sin ánimos de pasear un poco por la plaza. Mis intentos por olvidarlo fueron fallidos en más de una ocasión gire mi rostro y lo observe con una maldita sonrisa en mi rostro. Finalmente después de más de una hora aquel hombre se rendía definitivamente y abandono el lugar. Di gracias al cielo cuando eso sucedió.
Al poco yo hice lo mismo salí de ahí con el tiempo justo para llegar a encontrarme con mi señor Black – Cariño me has hecho falta esta noche – me abrace a su cuello y busque sus labios. Estaba segura que el hombre me había seguido y que desde muy cerca me acercaba así que además de decirle la verdad a mi caballero me aseguraba de que se enterara que Corinne era prohibida para él y para cualquier otro hombre. Pensé en contarle a Fenrir lo sucedido esa noche pero al final inexplicablemente no lo hice, no en ese momento, ya habría ocasión de contárselo. La caminata esta noche fue algo excepcional, durante el camino a casa conversamos, bromeamos, reímos como hacía mucho no lo hacíamos, escuchar y ver a Fenrir sonreír de esa manera se daba muy poco. Volvimos a casa y todo continuo su causé normal. Durante el día yo seguía con mis actividades, algunas noches las compartía por completo con Fen otras como aquella noche paseaba sola.
Habían pasado ya varios días y en mi mente la imagen de aquel hombre se mantenía latente, que era eso, acaso me arrepentía de no darle oportunidad de compartir un café conmigo y de que conversáramos un poco . No, me negaba a creérmelo. Lo mejor que podía hacer era sacármelo de la cabeza y olvidarme por completo de él.
Era extraño, hubo días, noches en que sentía la presencia de alguien muy cerca de mi siguiendo mis pasos, observando todas y cada una de mis acciones con detalle no le di demasiada importancia seguramente eso era obra de Fenrir en su afán de protegerme siempre ya que sabía que no siempre salía de casa acompañada de mi mayordomo.
Desde aquel incidente en el café regrese un par de veces acompañada de algunas amigas no me atrevía a volver sola, en ninguna de estas ocasiones volví a mirar al hombre. Esta noche decidí que sería una noche solitaria la necesitaba así que volvería a ese sitio que tanto me agradaba me daba igual o lo que era lo mismo poco me importaba si volvía a topármelo después de todo si en verdad era un caballero no me obligaría a hacer nada que yo no quisiese y de no serlo no se atrevería a hacerme nada en un lugar público donde muchos de los que ahí asistían me conocía.
Entre cerca de la media noche. La mesa que siempre ocupaba no estaba disponible, no me extraño del todo, no di importancia y me dirigí hasta la barra donde observe un espacio disponible y ordene un expresso. A pesar del fuerte aroma a café que volaba por todo el lugar pude percibir su aroma, él estaba ahí y justo en el momento en que lo percibía sentí una mirada clavada en mi a mis espaldas. No pensaba girarme a verle mas aún así una sonrisa se dibujo en mi rostro. Quizás era que me agradaba divertirme a mi manera con la situación.
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Re: La seducción del café {Corinne}
Porque me costaba tanto aceptar la invitación de compartir un simple café, porque sentía que aceptarlo sería traicionar a mi caballero incluso a mi misma, a que le tenia miedo…¿miedo?, no, miedo no era la palabra en la que se resumía la respuesta solo precaución a no dejarme engatusar por tan sutil juego de palabras ,de acciones y pretensiones de un experto conocedor de las mujeres, de un experto Don Juan disfrazado de un inocente y respetuoso caballero aristócrata. No le miraba pero sabía que desde que tome asiento él ni por un segundo aparto su vista de mí esperando que tal vez fuera yo quien se acercará o al menos a que le dedicase una mirada. Tan solo mirarle era un arma de doble filo era capaz de mal interpretar una sonrisa, de mirar cosas que no eran y que no podían ni debían ser.
Me debatía entre mis pensamientos, divagando en mi mente, olvidándome si él continuaba en el lugar. Olvidándome que sus ojos estaban clavados en mí. Un pensamiento arrebatado me ordenaba acercarme a su mesa. Lo haría, si, lo haría. Solo se quedo en eso, en la intención de llevar a cabo dicha acción. El fue mucho más rápido que yo. Se acerco sigiloso a mis espaldas lo suficiente para encerrar cierta privacidad entre ambos y su voz se dejo escuchar. Su voz era fría tan fría como su helada piel. No me atreví a mirarle a los ojos pero sus palabras hacían mella en mi mente “... Pude haber convertido vuestras lágrimas en diamantes, pero escogisteis arrojar vuestra suerte al viento. Que Alá aumente vuestros días y que nunca lamentéis no haberme concedido la oportunidad de compartiros un café…” sus palabras calaron hondo en lo más profundo de mi ser. Daba un medio giro, iba a disculparme por haber despreciado su invitación, era lo menos que podía hacer al menos una disculpa aunque eso jamás cambiase lo que ahora pudiera estar pensando de mi, mis movimientos de nueva cuenta se quedaron solo en un intento cuando de nueva cuenta su voz cargada de una frialdad escalofriante se despedía dando a notar el profundo dolor que esto le causaba. ¿Y si solo es una farsa? ¿si todo esto era solo una actuación? Había la posibilidad de que si lo fuera pero si no me daba la oportunidad de conocerlo nunca descubriría si lo era o no. Confiada en que su despedida era solo una herramienta para atraer mi atención seguí en silencio esperando se colocará a mi lado y buscará encontrarse con mi mirada. “…Beslama, Corinne Blanchard". Beslama, dulce doncella cautiva de la luna….” Su saludo de despedida fue lo último que escuche mientras observaba como extendía su brazo y dejaba una rosa roja sobre la barra alejándose inmediatamente quedándome boquiabierta por lo que acababa de suceder.
Un camarero quien atento nos observaba desde que Rashád se coloco tras de mi se acerco hasta mi al verle partir, seguramente la expresión en mi rostro daba mucho que preocupar - ¿esta usted bien? ¿esta todo bien? ¿necesita ayuda? – preguntaba el joven realmente preocupado. Levante un poco la mirada que tenía clavada en la rosa y con un ademán con la mano le indicaba que todo estaba bien. El chico asintió y se alejo no del todo convencido.
Con el rostro desencajado baje nuevamente la mirada. Tome la rosa entre mis manos acercándola a mi rostro y aspirar su embriagador aroma.
Pero que estaba haciendo. ¿Le pensaba dejar ir así como así?. No iba a rogarle como él comento, eso no iba conmigo, pero tampoco podía dejarle ir así.
Me levante a toda prisa abandonando el local de la misma manera. No sabía cuanto tiempo había pasado desde que él había salido hasta que yo decidí salir y detenerlo. No debió haber sido mucho el tiempo aunque de igual manera daría con él. Inhale tanto aire como pude. Estaba cerca. Camine a prisa varios metros siguiendo su rastro. Estaba ahí parado en una esquina a un par de bloques del café. Me acerque y al tiempo que colocaba mi mano sobre su hombro le hable – Rashád…- baje mi mano – espere por favor……- pensé en decirle que no podía irse así pero me contuve quizás fue el orgullo quien me freno a decirlo, quizás solo fue que no hacía falta decirlo solo son mi presencia ahí con él a su lado hablaba por si sola. Ahora solo faltaba que Rashád en verdad deseará esperar y al menos escuchar su disculpa.
Me debatía entre mis pensamientos, divagando en mi mente, olvidándome si él continuaba en el lugar. Olvidándome que sus ojos estaban clavados en mí. Un pensamiento arrebatado me ordenaba acercarme a su mesa. Lo haría, si, lo haría. Solo se quedo en eso, en la intención de llevar a cabo dicha acción. El fue mucho más rápido que yo. Se acerco sigiloso a mis espaldas lo suficiente para encerrar cierta privacidad entre ambos y su voz se dejo escuchar. Su voz era fría tan fría como su helada piel. No me atreví a mirarle a los ojos pero sus palabras hacían mella en mi mente “... Pude haber convertido vuestras lágrimas en diamantes, pero escogisteis arrojar vuestra suerte al viento. Que Alá aumente vuestros días y que nunca lamentéis no haberme concedido la oportunidad de compartiros un café…” sus palabras calaron hondo en lo más profundo de mi ser. Daba un medio giro, iba a disculparme por haber despreciado su invitación, era lo menos que podía hacer al menos una disculpa aunque eso jamás cambiase lo que ahora pudiera estar pensando de mi, mis movimientos de nueva cuenta se quedaron solo en un intento cuando de nueva cuenta su voz cargada de una frialdad escalofriante se despedía dando a notar el profundo dolor que esto le causaba. ¿Y si solo es una farsa? ¿si todo esto era solo una actuación? Había la posibilidad de que si lo fuera pero si no me daba la oportunidad de conocerlo nunca descubriría si lo era o no. Confiada en que su despedida era solo una herramienta para atraer mi atención seguí en silencio esperando se colocará a mi lado y buscará encontrarse con mi mirada. “…Beslama, Corinne Blanchard". Beslama, dulce doncella cautiva de la luna….” Su saludo de despedida fue lo último que escuche mientras observaba como extendía su brazo y dejaba una rosa roja sobre la barra alejándose inmediatamente quedándome boquiabierta por lo que acababa de suceder.
Un camarero quien atento nos observaba desde que Rashád se coloco tras de mi se acerco hasta mi al verle partir, seguramente la expresión en mi rostro daba mucho que preocupar - ¿esta usted bien? ¿esta todo bien? ¿necesita ayuda? – preguntaba el joven realmente preocupado. Levante un poco la mirada que tenía clavada en la rosa y con un ademán con la mano le indicaba que todo estaba bien. El chico asintió y se alejo no del todo convencido.
Con el rostro desencajado baje nuevamente la mirada. Tome la rosa entre mis manos acercándola a mi rostro y aspirar su embriagador aroma.
Pero que estaba haciendo. ¿Le pensaba dejar ir así como así?. No iba a rogarle como él comento, eso no iba conmigo, pero tampoco podía dejarle ir así.
Me levante a toda prisa abandonando el local de la misma manera. No sabía cuanto tiempo había pasado desde que él había salido hasta que yo decidí salir y detenerlo. No debió haber sido mucho el tiempo aunque de igual manera daría con él. Inhale tanto aire como pude. Estaba cerca. Camine a prisa varios metros siguiendo su rastro. Estaba ahí parado en una esquina a un par de bloques del café. Me acerque y al tiempo que colocaba mi mano sobre su hombro le hable – Rashád…- baje mi mano – espere por favor……- pensé en decirle que no podía irse así pero me contuve quizás fue el orgullo quien me freno a decirlo, quizás solo fue que no hacía falta decirlo solo son mi presencia ahí con él a su lado hablaba por si sola. Ahora solo faltaba que Rashád en verdad deseará esperar y al menos escuchar su disculpa.
Corinne Blanchard- Licántropo Clase Alta
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Re: La seducción del café {Corinne}
Su semblante, su actitud, su voz eran tranquilos. Pero sus ojos, sus ojos Dios mío, si ellos hablaran con voz propia no solo a través del reflejo en ellos me hubieran acabado por completo. Hubieran puesto mi necedad por lo correcto y mi maldito orgullo en su lugar. Me hubieran hecho saber que como mujer no sabía y nunca sabría aprovechar las cosas de la vida. Lo que sus ojos reflejaron me hicieron desear morir ahí mismo en ese preciso instante. Fue entonces cuando me maldije una y otra vez de haberle rechazado desde aquella primera noche en que se acerco a la mesa invitándome a compartir un café.
Las palabras que de entre sus labios salían eran absolutamente amables contrarías a ese odio contenido, ese odio que yo sabía identificar a la perfección, ese odio que en algún resquicio de mi mente guardaba de aquellos que habían sido victima de mis voraces fauces, de ese odio que yo misma refleje a esa maldita bestia sin saber lo que era la noche que me ataco heredándome tras su mordida esta maldita condición. Admire su temple, su fuerza de autocontrol para no portarse como un patán. Aún así mi intento por detenerle fracasaba. Una tremenda tristeza invadió mi corazón – Rashád…por favor!!! – alce la voz sin siquiera notarlo y me encamine de nuevo hacia él hasta tomarlo con firmeza del brazo, hacerlo detenerse y mirarme a los ojos.
A estas alturas ya poco me importaba si esto que estaba haciendo era rogarle lo único que me importaba era que ahora él me diera a mí la oportunidad de conocerle, de cerciorarme si mi desconfianza hacía él estaba perfectamente fundamentada o si estaba en lo cierto sobre la opinión que tenia de él. Por momentos creía que era totalmente sincero, por momentos creía que todo era solo una actuación, una farsa. Si él de nueva cuenta se marchaba jamás lo sabría porque así me lo volviera a topar de frente no tendría el valor ni de volverlo a mirar a la cara.
- No soy una mujer perfecta – si se lo decía era porque en verdad así lo creía y así era – suelo equivocarme y cometer errores, sin duda me he equivocado al no dejarle acercarse a mi – continúe sin soltarlo del brazo ni aflojar el agarre – le pido reconsidere su invitación – esboce una media sonrisa suplicante - no le puedo asegurarle si temo o no de sus intenciones pero si puedo asegurarle que deseo compartir ese café con usted ahora mismo – le hable con total sinceridad. Era verdad aunque ya no comprendía nada de lo que pasaba por mi cabeza. No comprendía porque no lo dejaba irse, no comprendía porque le insistía una vez más en que esperara y al menos me escuchara, no comprendía porque deseaba tanto conocerle a pesar de ese odio o ¿quizás dolor? que sus ojos no ocultaban. Sabía que no era solo por saciar mi necesidad por descubrir porque le molestaba y le dolía mi rechazo. Ahora de trataba de descubrir que le movía a él a no rendirse y que me movía a mi a desear conocerle - si decide que debe dar la vuelta y retomar su camino lo aceptaré y no insistiré más – dije con cierta tristeza .
Ya no había mucho que decir ni que esperar. Ahora solo dependía de él. De si al igual que yo se tragaba su orgullo herido y aceptaba quedarse y volver a aquel café que aguardaba por nosotros con un par de tazas de café humeante.
Note que aún continuaba tomándolo del brazo. Permanecí así y así permanecería hasta que decidiera o dar la vuelta e irse sin decirme más nada o me diera la oportunidad de acompañarle a beber ese anhelado café.
Las palabras que de entre sus labios salían eran absolutamente amables contrarías a ese odio contenido, ese odio que yo sabía identificar a la perfección, ese odio que en algún resquicio de mi mente guardaba de aquellos que habían sido victima de mis voraces fauces, de ese odio que yo misma refleje a esa maldita bestia sin saber lo que era la noche que me ataco heredándome tras su mordida esta maldita condición. Admire su temple, su fuerza de autocontrol para no portarse como un patán. Aún así mi intento por detenerle fracasaba. Una tremenda tristeza invadió mi corazón – Rashád…por favor!!! – alce la voz sin siquiera notarlo y me encamine de nuevo hacia él hasta tomarlo con firmeza del brazo, hacerlo detenerse y mirarme a los ojos.
A estas alturas ya poco me importaba si esto que estaba haciendo era rogarle lo único que me importaba era que ahora él me diera a mí la oportunidad de conocerle, de cerciorarme si mi desconfianza hacía él estaba perfectamente fundamentada o si estaba en lo cierto sobre la opinión que tenia de él. Por momentos creía que era totalmente sincero, por momentos creía que todo era solo una actuación, una farsa. Si él de nueva cuenta se marchaba jamás lo sabría porque así me lo volviera a topar de frente no tendría el valor ni de volverlo a mirar a la cara.
- No soy una mujer perfecta – si se lo decía era porque en verdad así lo creía y así era – suelo equivocarme y cometer errores, sin duda me he equivocado al no dejarle acercarse a mi – continúe sin soltarlo del brazo ni aflojar el agarre – le pido reconsidere su invitación – esboce una media sonrisa suplicante - no le puedo asegurarle si temo o no de sus intenciones pero si puedo asegurarle que deseo compartir ese café con usted ahora mismo – le hable con total sinceridad. Era verdad aunque ya no comprendía nada de lo que pasaba por mi cabeza. No comprendía porque no lo dejaba irse, no comprendía porque le insistía una vez más en que esperara y al menos me escuchara, no comprendía porque deseaba tanto conocerle a pesar de ese odio o ¿quizás dolor? que sus ojos no ocultaban. Sabía que no era solo por saciar mi necesidad por descubrir porque le molestaba y le dolía mi rechazo. Ahora de trataba de descubrir que le movía a él a no rendirse y que me movía a mi a desear conocerle - si decide que debe dar la vuelta y retomar su camino lo aceptaré y no insistiré más – dije con cierta tristeza .
Ya no había mucho que decir ni que esperar. Ahora solo dependía de él. De si al igual que yo se tragaba su orgullo herido y aceptaba quedarse y volver a aquel café que aguardaba por nosotros con un par de tazas de café humeante.
Note que aún continuaba tomándolo del brazo. Permanecí así y así permanecería hasta que decidiera o dar la vuelta e irse sin decirme más nada o me diera la oportunidad de acompañarle a beber ese anhelado café.
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Re: La seducción del café {Corinne}
Los minutos que pasaron, tal vez solos fueron segundos, segundos que me parecieron una eternidad, tras lograr que se detuviera y volviera su atención en mí fueron la peor de las torturas. Lo fue mucho más que mi propia lucha interna por reconocer, por ignorar, por intentar disfrazar todo ese cúmulo de sensaciones y sentimientos que el Rumano y su personalidad me provocaban.
Qué había hecho yo para merecerme enfrentar tal situación. No era la primera vez que me sucedía algo similar, miles de don juanes existían en el mundo, miles como él que se valían de cualquier cosa para conseguir el mayor de sus caprichos sobre todo si su capricho tenía nombre de mujer. Hasta ahora ellos había conseguido de mí tres cosas, un frío y distante saludo, una bofetada y mi profundo desprecio. Y por el contrario Rashád estaba consiguiendo mucho más que todos aquellos. Que tenía él de especial, de diferente para merecerse la oportunidad que finalmente le ofrecía de conocerme. No lo se. Solo se espero descubrir lo que hay en su interior, lo que hay tras esa mirada de odio que se esfuerza por ocultarme. ¿Podría sentir odio por mí? Tras mi comportamiento no lo culparía de ser así. Si él se marchaba la única culpable sería yo y mi maldito orgullo.
“Vamos Rashád” en mi interior suplicaba porque acabara con esta tortura y me hiciese saber de una buena vez cual sería su decisión. Mis ojos le miraban con insistencia, le suplicaban que hablara ya. De pronto al fin reaccionaba tomaba mi mano llevándola hasta sus fríos labios propiciando un dulce beso sobre ella. Sonreí y cante victoria o mejor dicho lo que creí sería una victoria.
Mi rostro se empaño por la decepción. Sus palabras a pesar de ser suaves y dulces al final rechazaba la oferta. Aunque me dejaba la esperanza de acudir a la noche siguiente no me lo creía del todo. Me hacía pensar que ahora me haría pagar por mi rechazo. Que solo era una trampa para dejarme esperándolo. Lo comprendía más no lo consideraba propio de un caballero y mucho menos de un caballero como él. Si lo hiciera ¿Qué podía reprocharle?. Nada. Después de todo solo me pagaba con la misma moneda.
-Peligroso- murmure suavemente –claro, por supuesto que lo comprendo- mentí pues observe el cielo y aún faltaban algunas horas para el amanecer –es una lastima que no pueda usted gozar de los mismos privilegios que las personas como yo podemos seguir gozando- realmente me lamentaba por ello, no me imaginaba como sería vivir sin disfrutar de la luz del día ni de los rayos del sol.
-Lo esperare- susurre a su oído al tiempo que correspondía a su sincero abrazo.
-Lo es…..perare- murmure con evidente tono de amargura mientras me daba la espalda y se alejaba poco a poco de mí.
Llegue a casa con el rostro evidentemente desfigurado, cabizbaja y meditabunda. De la misma manera me dirigí hasta mi habitación y me encerré. Sin ponerme ropa de dormir me tumbe sobre la cama y cerré los ojos pensando e intentando meditar todo lo sucedido esta noche.
Al despertar me di cuenta que había dormido vestida. La doncella tenia la ducha preparada. Tome un baño. Me vestí y baje a tomar el desayuno en completo silencio. Durante el día me mostré cabizbaja, impaciente dando vueltas por toda la casa, por los jardines casi, casi como un animal enjaulado. Me sorprendí de mi misma. Dios mío ¿que me pasaba?. Esa no era yo.
Desesperada observaba las manecillas del reloj que parecían no avanzar. Daban la sensación de que el tiempo se había congelado. Antes de ser destrozada por mis propios nervios ordene de nuevo prepararan la ducha y tuvieran listo aquel vestido color aqua que tan bien sentaba a mi figura y realzaba mi belleza. Me duche con toda la tranquilidad del mundo. De igual manera me vestí y me arregle con toda la calma del mundo. Creo que me lleve algunas tres horas en todo ello. Salí de la habitación con el rostro contrario a lo que había sido a lo largo del día con una amplia sonrisa.
Llegue al café, mucho más temprano de lo acostumbrado, cuarto para las 10. Como si estuvieran regalando el café el lugar estaba lleno. Mis ojos recorrían cada rincón esperando encontrar a Rashád. Nada él no se encontraba ahí. Aún era temprano así que esperaría, lo esperaría, lo que nunca, tuve que esperar al menos unos 15 minutos para conseguir hacerme de una mesa. Durante la espera el dueño del lugar me hizo compañía hasta él mismo se encargo de acompañarme hasta la mesa. Como cortesía por la espera hizo llegar a mi mesa un exquisito café de granos importados y una deliciosa rebanada de pastel.
La impaciencia no tardo en presentarse. De vez en vez llevaba la mirada a aquel enorme y elegante reloj de pared que decoraba el lugar y enseguida posaba la mirada hacía la entrada anhelando que él hiciera su arribo.
Habían pasado casi dos horas y nada, yo aún continuaba sola. Perdí la esperanza de que él apareciera. Gente esperaba a por una mesa así que opte por tomar un sitio frente a la barra y dejar la mesa libre.
Que hacia yo ahí si era más que evidente que no acudiría. ¿sería que en el fondo de mi corazón me negaba a perder la esperanza? “vamos Corinne acéptalo. Has perdido, no esperes más” era momento de hacer caso a la voz de mi conciencia. Con la mirada baja baje del taburete donde estaba sentada y de la misma manera camine hacia la puerta haciendo caso de todo a mi alrededor sin importarme si m cuerpo golpeaba contra cuerpo ajeno. Esta noche ya nada importaba.
Qué había hecho yo para merecerme enfrentar tal situación. No era la primera vez que me sucedía algo similar, miles de don juanes existían en el mundo, miles como él que se valían de cualquier cosa para conseguir el mayor de sus caprichos sobre todo si su capricho tenía nombre de mujer. Hasta ahora ellos había conseguido de mí tres cosas, un frío y distante saludo, una bofetada y mi profundo desprecio. Y por el contrario Rashád estaba consiguiendo mucho más que todos aquellos. Que tenía él de especial, de diferente para merecerse la oportunidad que finalmente le ofrecía de conocerme. No lo se. Solo se espero descubrir lo que hay en su interior, lo que hay tras esa mirada de odio que se esfuerza por ocultarme. ¿Podría sentir odio por mí? Tras mi comportamiento no lo culparía de ser así. Si él se marchaba la única culpable sería yo y mi maldito orgullo.
“Vamos Rashád” en mi interior suplicaba porque acabara con esta tortura y me hiciese saber de una buena vez cual sería su decisión. Mis ojos le miraban con insistencia, le suplicaban que hablara ya. De pronto al fin reaccionaba tomaba mi mano llevándola hasta sus fríos labios propiciando un dulce beso sobre ella. Sonreí y cante victoria o mejor dicho lo que creí sería una victoria.
Mi rostro se empaño por la decepción. Sus palabras a pesar de ser suaves y dulces al final rechazaba la oferta. Aunque me dejaba la esperanza de acudir a la noche siguiente no me lo creía del todo. Me hacía pensar que ahora me haría pagar por mi rechazo. Que solo era una trampa para dejarme esperándolo. Lo comprendía más no lo consideraba propio de un caballero y mucho menos de un caballero como él. Si lo hiciera ¿Qué podía reprocharle?. Nada. Después de todo solo me pagaba con la misma moneda.
-Peligroso- murmure suavemente –claro, por supuesto que lo comprendo- mentí pues observe el cielo y aún faltaban algunas horas para el amanecer –es una lastima que no pueda usted gozar de los mismos privilegios que las personas como yo podemos seguir gozando- realmente me lamentaba por ello, no me imaginaba como sería vivir sin disfrutar de la luz del día ni de los rayos del sol.
-Lo esperare- susurre a su oído al tiempo que correspondía a su sincero abrazo.
-Lo es…..perare- murmure con evidente tono de amargura mientras me daba la espalda y se alejaba poco a poco de mí.
Llegue a casa con el rostro evidentemente desfigurado, cabizbaja y meditabunda. De la misma manera me dirigí hasta mi habitación y me encerré. Sin ponerme ropa de dormir me tumbe sobre la cama y cerré los ojos pensando e intentando meditar todo lo sucedido esta noche.
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Al despertar me di cuenta que había dormido vestida. La doncella tenia la ducha preparada. Tome un baño. Me vestí y baje a tomar el desayuno en completo silencio. Durante el día me mostré cabizbaja, impaciente dando vueltas por toda la casa, por los jardines casi, casi como un animal enjaulado. Me sorprendí de mi misma. Dios mío ¿que me pasaba?. Esa no era yo.
Desesperada observaba las manecillas del reloj que parecían no avanzar. Daban la sensación de que el tiempo se había congelado. Antes de ser destrozada por mis propios nervios ordene de nuevo prepararan la ducha y tuvieran listo aquel vestido color aqua que tan bien sentaba a mi figura y realzaba mi belleza. Me duche con toda la tranquilidad del mundo. De igual manera me vestí y me arregle con toda la calma del mundo. Creo que me lleve algunas tres horas en todo ello. Salí de la habitación con el rostro contrario a lo que había sido a lo largo del día con una amplia sonrisa.
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Llegue al café, mucho más temprano de lo acostumbrado, cuarto para las 10. Como si estuvieran regalando el café el lugar estaba lleno. Mis ojos recorrían cada rincón esperando encontrar a Rashád. Nada él no se encontraba ahí. Aún era temprano así que esperaría, lo esperaría, lo que nunca, tuve que esperar al menos unos 15 minutos para conseguir hacerme de una mesa. Durante la espera el dueño del lugar me hizo compañía hasta él mismo se encargo de acompañarme hasta la mesa. Como cortesía por la espera hizo llegar a mi mesa un exquisito café de granos importados y una deliciosa rebanada de pastel.
La impaciencia no tardo en presentarse. De vez en vez llevaba la mirada a aquel enorme y elegante reloj de pared que decoraba el lugar y enseguida posaba la mirada hacía la entrada anhelando que él hiciera su arribo.
Habían pasado casi dos horas y nada, yo aún continuaba sola. Perdí la esperanza de que él apareciera. Gente esperaba a por una mesa así que opte por tomar un sitio frente a la barra y dejar la mesa libre.
Que hacia yo ahí si era más que evidente que no acudiría. ¿sería que en el fondo de mi corazón me negaba a perder la esperanza? “vamos Corinne acéptalo. Has perdido, no esperes más” era momento de hacer caso a la voz de mi conciencia. Con la mirada baja baje del taburete donde estaba sentada y de la misma manera camine hacia la puerta haciendo caso de todo a mi alrededor sin importarme si m cuerpo golpeaba contra cuerpo ajeno. Esta noche ya nada importaba.
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Re: La seducción del café {Corinne}
Ya muy cerca de la puerta su voz que me pareció por primera vez angelical me hizo alzar la vista y encontrarme con sus preciosos ojos anhelantes –No tanto como yo quisiera- respondí con la mirada brillante y el rostro iluminado con una gran sonrisa –creí que ya no llegarías- fije mis ojos sobre los suyos pues las facciones en su rostro conforme pasaban los segundos iban cambiando. Su rostro comenzaba a deformarse convirtiéndose en una clara muestra de dolor.
Un fuerte olor a sangre fresca inundo mis fosas nasales. Lo mire con terror. Ohhhhhh por Dios que ha pasado?!!!! Sentí como una estocada por la espalda de solo imaginar. –Rashád!!!!!!!- grite espantada cuando su pesado y enorme cuerpo cayó sobre mí. Era fuerte, sí que lo era pero el volumen de su cuerpo me tomo por sorpresa. A duras penas lograba sostenerlo –Rashád estas herido!!!!!!- le afirme pues a pesar de que sus heridas se mantenían ocultas bajo sus ropas ese olor a sangre y su debilidad no mentían.
Una pareja de enamorados, sentados en una mesa muy próxima a nosotros se dieron cuenta que algo sucedía se levantaron de inmediato cediéndome el espacio. Sin titubear ni demorar más lleve conmigo a Rashád hasta lograr que tomara asiento. Me coloque de cuclillas a su lado sin dejar de sostenerlo acaricie su rostro. Los ojos se me llenaron de lágrimas pero no era hora de llorar. Reprimí mi llanto. Debía actuar, actuar con condura y presurosa. Observe su brazo, su pecho y como la tela de su ropa ya mostraba rastros de sangre. Me alarme. –Debemos salir de aquí de inmediato!....necesitas……….- negué con la cabeza e intente sonar tranquila sin conseguirlo -¿crees que puedas salir por tu propio pie apoyándote en mi?- afortunadamente Rashád asintió dando una respuesta afirmativa. Acomode su gabardina y me cercioré de cerrarla para ocultar su camisa manchada de sangre. Rashád me tenía realmente asustada, preocupada, con el alma en un hilo sentía que si él moría esta noche quería morir con él.
Conforme avanzábamos hasta la puerta él abrazado a mí y yo aferrándolo a mi por la cintura como si se tratara de un par de enamorados me debatía entre la decisión de a donde debería llevarlo. Realmente no estaba segura de cómo ayudarlo solo sabía que no podía permitir que esta noche él dejara de existir. –Debes decirme que debo hacer, debes decirme como puedo ayudarte- mi voz le hablaba casi con suplica apenas abandonamos aquel café. El se notaba cada vez más débil –Rashád por favor dímelo ya!!!- conocía la respuesta que me negaba a aceptar. Tenía que darle de beber sangre a como fuera lo antes posible. A estas horas las calles estaban ya casi vacías y yo no tenía tiempo de buscar mucho. Frente a nosotros caminaba en nuestra dirección un hombre de edad algo madura pero de apariencia fuerte. Los ojos me brillaron. No espere a por la respuesta del vampiro. Fingí que no podía más con el peso justo cuando estaba frente a nosotros consiguiendo que este me ayudara a sostenerlo y llevarlo hasta una banca. El hombre se inclinaba ayudando a Rashád, yo me coloque a su espalda sin darle espacio a retroceder. Rashád alzo la mirada cruzándola con la mía que le ordenaba “bebe”, “bebe”….”bebe todo lo que necesites”. Cerró los ojos y solo observe como clavo sus largos colmillos sobre la yugular del hombre indefenso que involuntariamente le devolvería por completo a la vida.
-Buen chico- susurre mientras le observaba beber con desesperación durante largos minutos y mientras frente a mis ojos aquella vida exhalaba su último aliento. –Suficiente…..hora de irnos!!- exclame cuando a lo lejos unos pasos y risas rompían con el silencio de la noche. Con dificultad logre que Rashád se apartara del hombre y salimos despavoridos entre los árboles y la oscuridad de la noche hasta refugiarnos en una construcción abandonada.
Con la respiración agitada me lleve una mano al corazón. Luego de unos segundos me pare frente al vampiro, le mire, me acerque, tome su rostro entre mis manos y suspire al fin con tranquilidad –por un momento pensé que me abandonabas- le confesé acariciando su rostro. -Sigues en deuda conmigo- le advertí sin dejar de acariciar su rostro refiriéndome a ese café que desde noches atrás me había invitado tomar en su compañía.
Un fuerte olor a sangre fresca inundo mis fosas nasales. Lo mire con terror. Ohhhhhh por Dios que ha pasado?!!!! Sentí como una estocada por la espalda de solo imaginar. –Rashád!!!!!!!- grite espantada cuando su pesado y enorme cuerpo cayó sobre mí. Era fuerte, sí que lo era pero el volumen de su cuerpo me tomo por sorpresa. A duras penas lograba sostenerlo –Rashád estas herido!!!!!!- le afirme pues a pesar de que sus heridas se mantenían ocultas bajo sus ropas ese olor a sangre y su debilidad no mentían.
Una pareja de enamorados, sentados en una mesa muy próxima a nosotros se dieron cuenta que algo sucedía se levantaron de inmediato cediéndome el espacio. Sin titubear ni demorar más lleve conmigo a Rashád hasta lograr que tomara asiento. Me coloque de cuclillas a su lado sin dejar de sostenerlo acaricie su rostro. Los ojos se me llenaron de lágrimas pero no era hora de llorar. Reprimí mi llanto. Debía actuar, actuar con condura y presurosa. Observe su brazo, su pecho y como la tela de su ropa ya mostraba rastros de sangre. Me alarme. –Debemos salir de aquí de inmediato!....necesitas……….- negué con la cabeza e intente sonar tranquila sin conseguirlo -¿crees que puedas salir por tu propio pie apoyándote en mi?- afortunadamente Rashád asintió dando una respuesta afirmativa. Acomode su gabardina y me cercioré de cerrarla para ocultar su camisa manchada de sangre. Rashád me tenía realmente asustada, preocupada, con el alma en un hilo sentía que si él moría esta noche quería morir con él.
Conforme avanzábamos hasta la puerta él abrazado a mí y yo aferrándolo a mi por la cintura como si se tratara de un par de enamorados me debatía entre la decisión de a donde debería llevarlo. Realmente no estaba segura de cómo ayudarlo solo sabía que no podía permitir que esta noche él dejara de existir. –Debes decirme que debo hacer, debes decirme como puedo ayudarte- mi voz le hablaba casi con suplica apenas abandonamos aquel café. El se notaba cada vez más débil –Rashád por favor dímelo ya!!!- conocía la respuesta que me negaba a aceptar. Tenía que darle de beber sangre a como fuera lo antes posible. A estas horas las calles estaban ya casi vacías y yo no tenía tiempo de buscar mucho. Frente a nosotros caminaba en nuestra dirección un hombre de edad algo madura pero de apariencia fuerte. Los ojos me brillaron. No espere a por la respuesta del vampiro. Fingí que no podía más con el peso justo cuando estaba frente a nosotros consiguiendo que este me ayudara a sostenerlo y llevarlo hasta una banca. El hombre se inclinaba ayudando a Rashád, yo me coloque a su espalda sin darle espacio a retroceder. Rashád alzo la mirada cruzándola con la mía que le ordenaba “bebe”, “bebe”….”bebe todo lo que necesites”. Cerró los ojos y solo observe como clavo sus largos colmillos sobre la yugular del hombre indefenso que involuntariamente le devolvería por completo a la vida.
-Buen chico- susurre mientras le observaba beber con desesperación durante largos minutos y mientras frente a mis ojos aquella vida exhalaba su último aliento. –Suficiente…..hora de irnos!!- exclame cuando a lo lejos unos pasos y risas rompían con el silencio de la noche. Con dificultad logre que Rashád se apartara del hombre y salimos despavoridos entre los árboles y la oscuridad de la noche hasta refugiarnos en una construcción abandonada.
Con la respiración agitada me lleve una mano al corazón. Luego de unos segundos me pare frente al vampiro, le mire, me acerque, tome su rostro entre mis manos y suspire al fin con tranquilidad –por un momento pensé que me abandonabas- le confesé acariciando su rostro. -Sigues en deuda conmigo- le advertí sin dejar de acariciar su rostro refiriéndome a ese café que desde noches atrás me había invitado tomar en su compañía.
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