Seducción, erotismo {Privado}

por **Léonard Deveraux** Vie Feb 11, 2011 4:32 am

- Los deseos, ¿que eran los deseos? en grecia siempre las leyendas habian contado que los héroes caían por su propio peso al dejar que los instintos les dominasen, en Paris ¿no eran todas las novelas apasionadas? las princesas seductoras mujeres que podian jugar con la fortaleza de un hombre eran incluso más poderosas que un guerrero, nadie luchaba con ellas, ni yo mismo aun cuando en mi mundo ellas eran las que me hacían ser como soy ¿cruel? juzgenme cruel si así se sienten mejor pero la realidad era distinta según del punto de vista que existiese una persona podía observarme como lo más cruel de todo el universo mientras otra persona tendría otro punto de vista, al final otra opinión se sumergía en la misma pero ¿no querian decir todas lo mismo? solo que las opiniones igual que los hombres, deseaban ser escuchadas...impregnadas de la alegoria de protagonismo existóan para meramente comercializar con el hombre-

Lais, la he venido a ver a ella

-Mis pensamientos me habian convertido en un ser neutral ante la sociedad porque mis pasos me llevaban hacia ella, una de las que me veían más a menudo tal como el lado humano mío que se escondia bajo una barrera que carecía de sentimientos. Un ramo de flores junto con una caja de regalo era la presentación más clásica de un caballero, en el regalo le habia comprado un perfume femenino como sensual que estaba claro le pediría que lo usara para mi esta noche, egoista, egoista y sumergido en mis propios deseos me senté en una de las mesas vacías rechazando la idea de ir directamente a su habitación.

La fornicación, acto como tal no tenía ningún sentido para mi pues sería como que alguien te regalase un pez y te lo comieses contento pensando que tu has hecho una buena pesca, asi eran los hombres se desahogaban mediante el coito que no tenia más principio que una cama, unas frases sinceramente ignorantes y unas risas falsas de fondo que deseaban el final de aquel encuentro...bastaba comprobar, quienes salian satisfechas, quienes no. Las miradas se posaban en mí, les respondía con una sonrisa caballerosa esperando a la que en esta noche seria mi dama-

por **Lais Antzas** Vie Feb 11, 2011 9:51 am

Lais estaba ante la ventana de su habitación mirando al infinito, perdida en sus pensamientos. Su mano recorría el cristal una y otra vez, dibujando arabescos que no perduraban en el tiempo, tal y como los minutos que gastaba sin hacer nada. Solía ser una persona alegre y vivaracha, al menos todo lo que le permitía su condición, pero desde hacía dos noches en aquella fiesta privada se había apagado, como la llama de una vela al abrir una ventana. Todavía podían verse las marcas por toda su piel, símbolo de la violencia que había sufrido. Sin poder gritar, sin poder protestar.... Tan solo aguantar una y otra vez las furiosas embestidas de hombres borrachos.

La chica sacudió la cabeza y apartó de su mente aquello. ¿Paa que torturarse con algo que ya había pasado y para lo que no había solución alguna? Era ya hora de dejarse de tonterías, ya no era una niña pequeña y debía aprender a superar esas cosas. Miró ahora hacia el rincón de la habitación, alli donde con sus ahorros pondría un piano de segunda mano para seguir practicando con lo que las monjas le habían enseñado. La puerta se abrió y la cabeza de una de las ayudantes se asomó alli, hablando de que un hombre había venido a verla. Lais tenía pocos clientes habituales, por lo que se preguntó cual de ellos sería, pues la mayor parte de los que acudían al burdel no querían tener nada que ver con una prostituta sordomuda, tenían miedo de que fuera una enfermedad contagiosa o un castigo divino y quedaran igual que yo.

La chica se levantó y comenzó a mirarse en la palangana de agua mientras se peinaba sus suaves cabellos rubios para darle un mayor brillo. Cuando quedó satisfecha con su aspecto, salió de la habitación con paso acelerado, no quería hacerle esperar. Sus pecosas mejillas se tornaron rosadas al ver a Léonard Deveraux sentado en una de las mesas con un ramo de flores y una caja que parecía contener un regalo para ella. Con una sonrisa inmensa se acercó al chico por su espalda, para rodearle con sus brazos y darle un pequeño y juguetón mordisquito en el lóbulo de la oreja como bienvenida y anticipo de lo que prometía ser una gran noche.

por **Léonard Deveraux** Miér Feb 16, 2011 10:45 am

-Era una flor para mi...lo pensé mas cuando acaricié el ramo de rosas que le traía para ella puesto que las demas mujeres no me interesaban y solamente ella estaba en mi mirada desde el primer instante que le habia visto, habia sucedido un choque electrico que era incapaz de descifrar con meras insinuaciones de labios trozos de poemas que me venian a la mente cosa que rapidamente hacia quebrar mi firmeza, casi todas las noches la visitaba aun cuando no podia hacer mucho en ocasiones sabiendo que otros clientes la podian ver desnuda hacia que los celos se volvieran contra mi algo que pocas veces habia experimentado como el amor a las personas se aparecia cada noche que estaba alli.

Rechacé con frias miradas a las mujeres que deseaban pertenecer a mi noche especial, no lo consiguieron puesto que unos brazos calidos me hicieron sonreir sobre todo el aroma de aquel perfume que llevaba ella me habia hecho calmarme anticipandome a hechar lejos a la mujer que me hubiera abrazado, solo Lais, era la dueña de mi esta noche igual que yo era solamente dueño de ella. Aquella mordida me hizo sonreir, acariciando sus manos tras haberme volteado-

Hablando de flores, la mas hermosa es la que está rodeandome en sus brazos

-La voz, habia bajado un tono besando los labios de Lais al instante de haberme encontrado con ella, no habia sido un beso apasionado como le solia dar yo pero si uno sensual altamente nocivo debido al erotismo que desprendia, porque mi lengua se paseo libremente por sus labios ¿me habia prometido a mi mismo ser un caballero? ella no podia hablar, pero yo hablaria por ella las veces que faltase, su cuerpo, mi cuerpo, hablaban por si mismos todo lo que necesitabamos saber.

La tome ahora yo a ella, con mucho cuidado por la posición en la que me encontraba para sentarla en mi regazo, aprete mi pecho contra su espalda mientras mi brazo derecho envolvia su cintura con posesión entregandole aquel paquete de un colgante que tenia su nombre inscrito, un anillo dorado y un pequeño corazon de chocolate que me habia parecido demasiado adorable como para omitirlo de mi pequeño detalle. Ahora estaba repleto, la poseia en mis brazos nadie me iba a alejar de ella por eso cuando mi mano izquierda quedo libre se dedicó a acariciar las manos de Lais-

¿Me has hechado de menos?

-Susurré en su oido besando su nuca, bajando suavemente con la lengua hasta toparme con le limite del vestido, ahora no querida desnudarla como deseaba sobre todo delante de la mirada de los demas, volvi mi lengua atras a sus pasos depositando un juguetón beso en la nuca esperando que ella abriese el regalo que le habia dado, me habia gastado un poco mas de las espectativas para una noche pues nunca sacaba de mi bolsillo más de lo necesario, ella era asi de importante aunque cruel para la moral sonase, unas monedas o dos mas de oro, la diferenciaban de todas aquellas amantes que me habian mencionado bajo sus brazos-

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