AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El reino efímero de la seducción (Claire)
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El reino efímero de la seducción (Claire)
Ella era sin duda la reina de la noche, la dueña de ese reino desconocido al que acababa de entrar, Soren se sentó en donde ella le indico y no pudo evitar observar todo a su alrededor con curiosidad. Nunca había entrado en un burdel antes, por varias razones, una de ellas era que, prefería invertir su dinero en placeres que enrriquecían su espiritu por más tiempo y que para él eran mas significativos. Realmente nunca le había llamado la atención las cortesanas, no las juzgaba ni tenía un particular sentimiento por ellas, simplemente habían cosas mucho más importantes en su vida que ese tipo de diversión noctura.
El arte por ejemplo y la literatura. Dos amantes para los cuales siempre abría su corazón, cuerpo y mente, desprendiendose de los tabues y olvidandose de todo a su alrededor.
Pero ahora estaba en un Burdel de verdad por primera vez y se sentía como un niño virgen de 16 años quien indebidamente se cuela en un lugar exclusivo para adultos. Observó a las demás mujeres, estudiándolas, a los hombres y sus miradas lacivas, escuchó las risas y los comentarios morbosos, el ambiente estaba nublado por una denza y pesada nube de deseo.
Soren, sólo sentía curiosidad, la curiosidad inata de todo niño. Fijo sus ojos con emoción e interés en Claire sobre el escenario...
El arte por ejemplo y la literatura. Dos amantes para los cuales siempre abría su corazón, cuerpo y mente, desprendiendose de los tabues y olvidandose de todo a su alrededor.
Pero ahora estaba en un Burdel de verdad por primera vez y se sentía como un niño virgen de 16 años quien indebidamente se cuela en un lugar exclusivo para adultos. Observó a las demás mujeres, estudiándolas, a los hombres y sus miradas lacivas, escuchó las risas y los comentarios morbosos, el ambiente estaba nublado por una denza y pesada nube de deseo.
Soren, sólo sentía curiosidad, la curiosidad inata de todo niño. Fijo sus ojos con emoción e interés en Claire sobre el escenario...
Última edición por Soren Kaarkarogf el Miér Jul 14, 2010 11:40 pm, editado 1 vez
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
Hizo rápido el camino hasta su camerino, la ropa estaba preparada desde antes de llegar, esperó sentada a que arreglaran su pelo y su maquillaje, el tiempo se estiraba si ella lo pedía, la estrella del show nunca llegaba tarde. Se deshizo del vestido y las capas de ropa para ubicar sobre zonas estratégicas de su piel pequeños trozos de encaje negro que se suponían era lencería fina, aunque más parecían una miniatura de eso. Era un arte bailar y cantar con eso puesto y no mostrar nada directamente, la insinuación era sin duda, la mejor estrategia de provocación, desataba la imaginación de todos los que se congregaban a verla y saborearla con la mirada.
Se miró sólo una vez al espejo, sabiendo que si la perfección pudiera existir, su reflejo estaría cerca de ser la definición de aquello. Sus piernas parecían eternas sobre aquellos tacones que las hacían parecer mas largas aun, el cabello le caía en cascadas oscuras por la espalda, y la boca apenas abierta estaba más que preparada. Pasó junto al pianista que comenzó la transición hacia la canción escogida especialmente para él. Una vez en el escenario las palabras fluían suaves siguiendo la melodía, sus ojos, sólo se fijaban en él, aquel vampiro de gafas que parecía fuera de lugar.
La impulsividad la dominaba este día, desde que había decidirlo invitarlo a su mesa más temprano, hasta ahora que bajaba hacia donde estaban las mesas, nunca lo había hecho antes, pero tampoco nunca había conocido a un profesor en un restaurant, para luego llevarlo a su lugar de trabajo, cambiando roles, haciendo ahora ella de maestra. – Tienes que estar atento, esto es todo para ti, puedes ver que no le canto a nadie más… sólo a ti, sólo estamos tu y yo… - susurró en su oido apenas interrumpiendose, miró alrededor, mostrándole mientras seguía la canción que estaba lleno de gente, pero que nadie importaba, la enseñanza sería personalizada, aprendería como jamás en su vida, esto sólo recién comenzaba.
Se miró sólo una vez al espejo, sabiendo que si la perfección pudiera existir, su reflejo estaría cerca de ser la definición de aquello. Sus piernas parecían eternas sobre aquellos tacones que las hacían parecer mas largas aun, el cabello le caía en cascadas oscuras por la espalda, y la boca apenas abierta estaba más que preparada. Pasó junto al pianista que comenzó la transición hacia la canción escogida especialmente para él. Una vez en el escenario las palabras fluían suaves siguiendo la melodía, sus ojos, sólo se fijaban en él, aquel vampiro de gafas que parecía fuera de lugar.
La impulsividad la dominaba este día, desde que había decidirlo invitarlo a su mesa más temprano, hasta ahora que bajaba hacia donde estaban las mesas, nunca lo había hecho antes, pero tampoco nunca había conocido a un profesor en un restaurant, para luego llevarlo a su lugar de trabajo, cambiando roles, haciendo ahora ella de maestra. – Tienes que estar atento, esto es todo para ti, puedes ver que no le canto a nadie más… sólo a ti, sólo estamos tu y yo… - susurró en su oido apenas interrumpiendose, miró alrededor, mostrándole mientras seguía la canción que estaba lleno de gente, pero que nadie importaba, la enseñanza sería personalizada, aprendería como jamás en su vida, esto sólo recién comenzaba.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
Se quedó esperando a la espectativa mientras ella se perdía en los camerinos, los demás hombres también parecian ansiosos, Soren no pudo evitar escuchar las conversaciones de la mayoría, una de las ventajas o quizás desventajas de ser vampiro, enterarse de cosas que no le apetecía saber.
- Hoy sale Claire Delacroix ¿verdad? - Dijo un hombre bajito con protuberante nariz agileña.
- Si, y me la follaré esta noche al terminar el espectáculo con todas mis fuerzas - Comentó otro hombre al lado del bajito, era moreno, alto y de cabellos rizados.
- No sueñes Fredrick - Intervino un tercero, cabello negro y enorme barriga - No podrías pagar a Delacroix ni con todo el sueldo que ganas en un año -
- ¿Olvidais el negocio con los Arabes? - Exclamó el moreno triunfante, los demás hombres se callaron y mostraron sorprendidos - Les saqué un buen precio a esos hijos de puta, así que señores, esta noche Delacroix me la chupará a lo grande - Los demás hombres alzaron sus copas y brindaron por eso. Soren frunció el ceño no muy contento de haber escuchado aquello.
Entonces vio a Claire saliendo al escenario, la música apenas comenzaba y entonces, en medio de las miradas atónitas de todo el mundo, ella decendió del escenario y caminó hasta él. Si hubiera tenido corazón, se le habría detenido por unos instantes, estaba seguro, las miradas de todos los hombres se habían girado hacía él y Soren tuvo la sensación de que sientos de escopetas apuntaban a su cabeza. Apenas si pudo escuchar y asimilar las palabras de ella y asintió con la cabeza en silencio, observándola cantar, apenas siendo consciente de la poca ropa que llevaba puesta.
- Hoy sale Claire Delacroix ¿verdad? - Dijo un hombre bajito con protuberante nariz agileña.
- Si, y me la follaré esta noche al terminar el espectáculo con todas mis fuerzas - Comentó otro hombre al lado del bajito, era moreno, alto y de cabellos rizados.
- No sueñes Fredrick - Intervino un tercero, cabello negro y enorme barriga - No podrías pagar a Delacroix ni con todo el sueldo que ganas en un año -
- ¿Olvidais el negocio con los Arabes? - Exclamó el moreno triunfante, los demás hombres se callaron y mostraron sorprendidos - Les saqué un buen precio a esos hijos de puta, así que señores, esta noche Delacroix me la chupará a lo grande - Los demás hombres alzaron sus copas y brindaron por eso. Soren frunció el ceño no muy contento de haber escuchado aquello.
Entonces vio a Claire saliendo al escenario, la música apenas comenzaba y entonces, en medio de las miradas atónitas de todo el mundo, ella decendió del escenario y caminó hasta él. Si hubiera tenido corazón, se le habría detenido por unos instantes, estaba seguro, las miradas de todos los hombres se habían girado hacía él y Soren tuvo la sensación de que sientos de escopetas apuntaban a su cabeza. Apenas si pudo escuchar y asimilar las palabras de ella y asintió con la cabeza en silencio, observándola cantar, apenas siendo consciente de la poca ropa que llevaba puesta.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
Dio media vuelta para volver al escenario, sentía como los ojos la seguían en su camino, los murmullos se detenían a medida que ella subía el volumen de su voz al cantar, conocía muy bien el tipo de preguntas que le harían al final del espectáculo. ¿Valía la pena esa arriesgada maniobra? No tenía punto de comparación, jamás había sido parte de una investigación científica, si podemos llamarlo de alguna manera claro, aunque más parecía una demostración de un producto a la venta, durante el primer día se mostraba el mejor material, para dejar al final, lo que nadie quería, por lo que bajarían los precios. Tenía decidido retirarse antes de llegar a eso. Cuando ya no pudiera seguir dándose el lujo de atender a quien quisiera y cobrar las exorbitantes sumas que quisiera, instalaría su propio burdel. Una buenísima idea para analizar después, no al medio de una canción cuyo objetivo era otro.
En la estrofa final se sentó al borde de aquel piso de madera que al estar un poco más alto permitía la perfecta visión de todos los clientes. Abrió sus piernas seductoramente y lo miró a los ojos, era la invitación para que observara el lugar donde se encontraba el camino al paraíso. Puso sus dedos en el borde del encaje que la cubrían y jugó unos minutos a hacer como que se la quitaría, las exclamaciones de algunos hombres la hicieron volver a la realidad. Cantó la última frase, aquella que decía ‘No intentes ahogar tus penas, porque ellas aprendieron a nadar’ bajando un poco la voz y poniéndose de pie, les dio la espalda a todos sólo sintiendo los aplausos y gritos. Caminó hasta estar detrás de la cortina, eso le daría un par de minutos para recuperar el aire y volver a reordenar sus ideas para la primera clase que hacía en su vida.
-Ofrécete a él descaradamente, háblale, dile si quiere lamerte completa esta noche – le dio indicaciones a otra de las cortesanas, mientras ella, con toda la calma del mundo se sentaba sobre el piano. Desde allí podría mirarlo y que además todos notaran su presencia, estudiaría a su alumno de lejos, gozando con que tuviera esa nueva experiencia mientras ella rechazaba propuestas, esa noche sólo tendría un cliente y lo más probable es que fuera gratis, tal vez le pagaría, pero no en dinero. La tarifa había comenzando a correr antes del show y no se detendría hasta que aquellas gafas estuvieran tiradas en cualquier parte y el dueño de ellas estuviera gritando su nombre pidiendo por más.
En la estrofa final se sentó al borde de aquel piso de madera que al estar un poco más alto permitía la perfecta visión de todos los clientes. Abrió sus piernas seductoramente y lo miró a los ojos, era la invitación para que observara el lugar donde se encontraba el camino al paraíso. Puso sus dedos en el borde del encaje que la cubrían y jugó unos minutos a hacer como que se la quitaría, las exclamaciones de algunos hombres la hicieron volver a la realidad. Cantó la última frase, aquella que decía ‘No intentes ahogar tus penas, porque ellas aprendieron a nadar’ bajando un poco la voz y poniéndose de pie, les dio la espalda a todos sólo sintiendo los aplausos y gritos. Caminó hasta estar detrás de la cortina, eso le daría un par de minutos para recuperar el aire y volver a reordenar sus ideas para la primera clase que hacía en su vida.
-Ofrécete a él descaradamente, háblale, dile si quiere lamerte completa esta noche – le dio indicaciones a otra de las cortesanas, mientras ella, con toda la calma del mundo se sentaba sobre el piano. Desde allí podría mirarlo y que además todos notaran su presencia, estudiaría a su alumno de lejos, gozando con que tuviera esa nueva experiencia mientras ella rechazaba propuestas, esa noche sólo tendría un cliente y lo más probable es que fuera gratis, tal vez le pagaría, pero no en dinero. La tarifa había comenzando a correr antes del show y no se detendría hasta que aquellas gafas estuvieran tiradas en cualquier parte y el dueño de ellas estuviera gritando su nombre pidiendo por más.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
Siguió con su mirada el cuerpo de ella como si de una esfinge ejipcia se tratara, hipnotizándolo con sus ojos asesinos, caminando suavemente con pasos medidos y eróticos sobre un escenario inalcanzable para el resto de la civilización. El vampiro parpadeó, observándola con curiosidad, comenzando a comprender, algo que nunca habría entendido desde afuera.
Antes tenía la idea de que, las cortesanas eran simplemente mujeres que ofrecían amor a pobres hombres necesitados, pero estando ahí, en medio del gentio, contagiandose de la euforia colectiva, comenzaba a entender el verdadero significado del las fuerzas creadoras y destructoras del universo mismo: La pasión y el deseo. No eran la fuerza centrífuga, la gravitación o el electromagnetismo como Gallieo, Newton y muchos otros habían explicado a través de los años, era la mujer y su poder sexual, la que en realidad tenía ese poder creador.
Mientras la mujer abría las piernas, mientras los demás hombres literalmente estiraban sus pescuesos como lobos hambrientos paras ver un poco más, el vampiro le observó el rostro, ellí había orgullo. Había poder. Estaba ebría de poder. ¿Era eso entonces? Pensó siguiendola con unos ojos escrutadores, demasiado claros, demaciado honestos, hasta que se sentó en el piano. ¿Era esa la razón de su seguridad? ¿El hecho de saber que, aunque esos clientes eran quienes pagaban, aún así era ella quien tenía el poder en sus manos?
Una voz le interrumpió, una voz femenina que rompió con el hechizo, se giró y se encontró con un enorme par de senos, perfectamente redondos casi encima de su nariz. Al parecer otra cortesana se había interesado en él. ¿Que dices Soren? No es por ti, no seas estupido, esto es un trabajo más y ningun deseo o expresión es real.
- Veo que disfruta del show - Dijo la chica coquetamente y se deslizó con una facilidad digna de una serpiente, para sentarse a su lado y montar una pierna sobre la suya, Soren la miró mudo en la sorpresa. - ¿Eres nuevo por aquí? Nunca te había visto cariño... ¿Porque no me invitas a una copa? -
Antes tenía la idea de que, las cortesanas eran simplemente mujeres que ofrecían amor a pobres hombres necesitados, pero estando ahí, en medio del gentio, contagiandose de la euforia colectiva, comenzaba a entender el verdadero significado del las fuerzas creadoras y destructoras del universo mismo: La pasión y el deseo. No eran la fuerza centrífuga, la gravitación o el electromagnetismo como Gallieo, Newton y muchos otros habían explicado a través de los años, era la mujer y su poder sexual, la que en realidad tenía ese poder creador.
Mientras la mujer abría las piernas, mientras los demás hombres literalmente estiraban sus pescuesos como lobos hambrientos paras ver un poco más, el vampiro le observó el rostro, ellí había orgullo. Había poder. Estaba ebría de poder. ¿Era eso entonces? Pensó siguiendola con unos ojos escrutadores, demasiado claros, demaciado honestos, hasta que se sentó en el piano. ¿Era esa la razón de su seguridad? ¿El hecho de saber que, aunque esos clientes eran quienes pagaban, aún así era ella quien tenía el poder en sus manos?
Una voz le interrumpió, una voz femenina que rompió con el hechizo, se giró y se encontró con un enorme par de senos, perfectamente redondos casi encima de su nariz. Al parecer otra cortesana se había interesado en él. ¿Que dices Soren? No es por ti, no seas estupido, esto es un trabajo más y ningun deseo o expresión es real.
- Veo que disfruta del show - Dijo la chica coquetamente y se deslizó con una facilidad digna de una serpiente, para sentarse a su lado y montar una pierna sobre la suya, Soren la miró mudo en la sorpresa. - ¿Eres nuevo por aquí? Nunca te había visto cariño... ¿Porque no me invitas a una copa? -
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
Si quieres algo bien hecho, debes hacerlo tu mismo. El dicho era algo como eso al parecer, y ella sentía que le venía muy bien en este caso, podría nombrar al menos diez errores que había cometido la cortesana a la que envió a la mesa de Soren. Ahora entiendo porque consigue esos mediocres clientes. Resopló jugando con sus pies sobre los hombros del muchacho que tocaba el piano, su cuerpo aún estaba apenas cubierto, un hombre alto, moreno y de cabello rizado se acercaba a ella con el pecho inflado y una sonrisa triunfante. – Olvídalo, ni siquiera abras la boca porque empeorarás todo, gasta tu dinero con otra, no tienes ninguna posibilidad conmigo, - lo miró de arriba abajo con cara de asco y desvió la mirada para seguir enfocada en su alumno.
Hizo una seña al administrador del burdel para que se acercara a ella, le susurró un par de cosas al oído y luego le indicó que se fuera, inmediatamente el ambiente del local cambió y se corrió la voz de que ella no atendería a nadie esa noche, al menos eso era lo que se decía. Suspiró cortando con una mirada el intento de otro hombre por ir hacia donde se encontraba sentada, aún mantenía los pies sobre el músico frente a ella. Se deslizó para quedar sentada en su regazo y con una sonrisa se giró para quedar con la vista hacia el piano. Buscó la partitura correcta y le indicó al muchacho que comenzara, al hacerlo, se unió acompañándolo para hacer una especie de ‘segunda voz’ en la melodía que ambos interpretaban. Buena forma de matar el aburrimiento.
Miró por encima de su hombro que su compañera de trabajo no tenía buenos resultados con su pupilo, le dio un beso en la mejilla al pianista y se puso de pie para caminar entre los asistentes que no le quitaban los ojos de encima. Llegó para mirar desde cerca esas pupilas que se escondían tras los lentes. Con un movimiento de cabeza logró que la otra muchacha se alejara y la dejara a solas con el vampiro que la intrigaba tanto, - Vamos a pasar la clase del nivel teórico al práctico… - puso una pierna sobre la mesa y le mostró el doblón de oro que estaba entre su ropa, - eso me lo dieron hace cinco minutos y estoy segura que no lo notaste, así es todo aquí… secreto, misterioso, inquietante y muchas veces reconfortante.-
Empujó la pierna que tenía elevada y despejó aún más el camino hacia Soren, la mesa hizo ruido un poco más allá derramando lo que tenía encima por todos lados. Un paso adelante y se encontró sentada sobre el joven que parecía no creer lo que pasaba, - A diferencia de otros lados, aquí todo va en la forma, no el fondo, todos buscan lo mismo, todos lo quieren… incluso tu, la diferencia es cómo lo piden, cómo intentan conseguirlo, un movimiento, una acción fuera de lo común puede garantizar alcanzar su objetivo, es pura y simple estrategia…- musitó en su oído, jugando a hacer danzar las palabras, finalizó pasando levemente los dientes por el lóbulo de su oreja, apenas presionó mordiéndolo, tentándolo a concentrarse en lo que había dicho y desafiándolo a que lo pusiera en práctica.
Hizo una seña al administrador del burdel para que se acercara a ella, le susurró un par de cosas al oído y luego le indicó que se fuera, inmediatamente el ambiente del local cambió y se corrió la voz de que ella no atendería a nadie esa noche, al menos eso era lo que se decía. Suspiró cortando con una mirada el intento de otro hombre por ir hacia donde se encontraba sentada, aún mantenía los pies sobre el músico frente a ella. Se deslizó para quedar sentada en su regazo y con una sonrisa se giró para quedar con la vista hacia el piano. Buscó la partitura correcta y le indicó al muchacho que comenzara, al hacerlo, se unió acompañándolo para hacer una especie de ‘segunda voz’ en la melodía que ambos interpretaban. Buena forma de matar el aburrimiento.
Miró por encima de su hombro que su compañera de trabajo no tenía buenos resultados con su pupilo, le dio un beso en la mejilla al pianista y se puso de pie para caminar entre los asistentes que no le quitaban los ojos de encima. Llegó para mirar desde cerca esas pupilas que se escondían tras los lentes. Con un movimiento de cabeza logró que la otra muchacha se alejara y la dejara a solas con el vampiro que la intrigaba tanto, - Vamos a pasar la clase del nivel teórico al práctico… - puso una pierna sobre la mesa y le mostró el doblón de oro que estaba entre su ropa, - eso me lo dieron hace cinco minutos y estoy segura que no lo notaste, así es todo aquí… secreto, misterioso, inquietante y muchas veces reconfortante.-
Empujó la pierna que tenía elevada y despejó aún más el camino hacia Soren, la mesa hizo ruido un poco más allá derramando lo que tenía encima por todos lados. Un paso adelante y se encontró sentada sobre el joven que parecía no creer lo que pasaba, - A diferencia de otros lados, aquí todo va en la forma, no el fondo, todos buscan lo mismo, todos lo quieren… incluso tu, la diferencia es cómo lo piden, cómo intentan conseguirlo, un movimiento, una acción fuera de lo común puede garantizar alcanzar su objetivo, es pura y simple estrategia…- musitó en su oído, jugando a hacer danzar las palabras, finalizó pasando levemente los dientes por el lóbulo de su oreja, apenas presionó mordiéndolo, tentándolo a concentrarse en lo que había dicho y desafiándolo a que lo pusiera en práctica.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
- La verdad... es que si es la primera vez que vengo - Murmuró incómodo con la cercanía de la mujer que acababa de aparecer, buscó de algún modo alejarse de ella, cortar el contacto entre ambos. Pero ella parecía no notar su incomodidad.
- Nadie es nuevo en este tipo de lugares cariño - Había dicho ella y justo cuando Soren creía que tendría que buscar una patética excusa como la de ir al servicio, la mujer que había conocido en el restaurante, apareció para salvarle del aprieto y condenarle a uno peor. La cortesana se alejó intimidada, al parecer Claire tenía cierto poder en el burdel, quizás era una especie de jefa o algo por el estilo. Escuchó sus palabras mudo en su sorpresa cuando ella montó la pierna sobre la mesa.
Entonces ella se acercó a él lo suficiente como para hacerle sentir esa incómoda sensación de la piel humana le producía, esa extraña convinación de sensaciones que se revolvían en su interior. Y entonces como si fuera poco, sus labios mordieron su oreja, un escalofrío le recorrió por completo y sus mejillas tomaron un intenso color carmesí. Soren no recordaba la última vez que alguien le había mordido la oreja... porque no había habido una primera vez.
- Esto es bastante irónico... madame - Logró decir entre su nerviosismo, sus rostros demaciado cercanos - Hace unas horas... estabamos sentados en una mesa como esta... hablando de Baudelaire, con una fría cortecía amable como pantalla de humo - Explica desviando la mirada por el mantel y entonces abre los ojos sorprendido - ¿Ve? ¡Se lo dije! el mantel de cuadros que vi en Estocolmo, valla, ¿Es que acaso se ponen de acuerdo? - Agregó con un entusiasmo impropio para ese tipo de situación - ... Lo siento... es que no se que decir en una situación así... - Finaliza agarrándose del borde de la silla como si de no hacerlo, fuera a caerse a un precipicio oscuro.
- Nadie es nuevo en este tipo de lugares cariño - Había dicho ella y justo cuando Soren creía que tendría que buscar una patética excusa como la de ir al servicio, la mujer que había conocido en el restaurante, apareció para salvarle del aprieto y condenarle a uno peor. La cortesana se alejó intimidada, al parecer Claire tenía cierto poder en el burdel, quizás era una especie de jefa o algo por el estilo. Escuchó sus palabras mudo en su sorpresa cuando ella montó la pierna sobre la mesa.
Entonces ella se acercó a él lo suficiente como para hacerle sentir esa incómoda sensación de la piel humana le producía, esa extraña convinación de sensaciones que se revolvían en su interior. Y entonces como si fuera poco, sus labios mordieron su oreja, un escalofrío le recorrió por completo y sus mejillas tomaron un intenso color carmesí. Soren no recordaba la última vez que alguien le había mordido la oreja... porque no había habido una primera vez.
- Esto es bastante irónico... madame - Logró decir entre su nerviosismo, sus rostros demaciado cercanos - Hace unas horas... estabamos sentados en una mesa como esta... hablando de Baudelaire, con una fría cortecía amable como pantalla de humo - Explica desviando la mirada por el mantel y entonces abre los ojos sorprendido - ¿Ve? ¡Se lo dije! el mantel de cuadros que vi en Estocolmo, valla, ¿Es que acaso se ponen de acuerdo? - Agregó con un entusiasmo impropio para ese tipo de situación - ... Lo siento... es que no se que decir en una situación así... - Finaliza agarrándose del borde de la silla como si de no hacerlo, fuera a caerse a un precipicio oscuro.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
El calor se escapaba de su piel absorbiendo el frío que venía de Soren. Mantenía la mejilla pegada a la de él, aspirando su aroma único, disfrutando con una sonrisa de sus palabras nerviosas. La incipiente barba le raspaba manteniendo alerta su tacto en esa zona, enviando impulsos sensitivos que la tenían ligada a cada pequeña variación que hacía al hablar. Deslizó los labios hasta llegar a la comisura de su boca, se quedó ahí como estudiando la situación, mirando de reojo el mantel al cual se refería, los colores se le mezclaban mientras su cabeza insistía en mantenerse en blanco, sólo dejando que su cuerpo actuara, sin pensar antes en los movimientos que hacía.
La libertad que le daba estar en su ambiente le permitía actuar como realmente era, mostrarle sin formalismos que ésta era ella, que la seducción le salía por los poros aunque intentara no hacerlo. Tenía razón, era ironía, como una sátira lo que había pasado desde que se habían conocido, intercambiando roles de profesor y alumno, llevándolo para que experimentara y ahora no queriendo dejarlo escapar, que hiciera el tour completo, para que culminara con el examen final y lo aprobara con distinción, - Mi amabilidad nunca fue una mentira, menos una imagen para esconder otra cosa, es lo que soy a los ojos de quienes conozco por primera vez… además… creo que Baudelaire estaría orgulloso de nosotros. –
Distanció levemente el rostro del de él, guiñándole un ojo y acomodándose en su regazo para apegar aún más su cuerpo, las piernas colgaban a cada uno de sus lados y las manos se mantenían ocupadas acariciando la espalda que clamaba por ser despojada de su ropa, llevó un dedo hasta sus labios, aún sentía la necesidad de probarlos, pero mantendría la espera un poco tiempo más, - Muchas veces las palabras sobran, no digas nada, no pienses, sólo actúa… cierra los ojos y sigue lo que tu instinto te pide hacer… ¿No te gustaría llevar a cabo tu fantasía más deseada? – hablaba pero se veía a ella misma haciéndolo, imaginándose en la arena junto al mar, bajo la luz de la luna, desnuda, con aquel vampiro sobre ella, poseyéndola hasta que a ambos se les acabaran las fuerzas.
La música comenzó a sonar otra vez, sacándola de la ensoñación en la que estaba sometida, desabrochó el primer botón de la camisa blanca que se interponía en el camino para liberarse de su ansiedad. Bajó una de sus manos mientras la otra se mantenía firme tocando lo que se exhibía de su pecho, llegó al bulto que marcaban sus pantalones, lo rozó varias veces pasando los dedos por encima, un movimiento escondido por su propio cuerpo, quería que se endureciera mientras hacía eso, - ¿Sientes el deseo? ¿Comprendes por qué me mueve la pasión? – no dejó de mirarlo a los ojos mientras seguía jugueteando en ese lugar, masajeando sobre la ropa más intensamente aparentando que estaba solos en vez de en un burdel lleno de gente, abrió ligeramente los labios para mojarlos con la punta de su lengua, se acercó a su boca dándole la bienvenida para que la tomara furiosa y salvajemente, dejándolo decidir el paso siguiente.
La libertad que le daba estar en su ambiente le permitía actuar como realmente era, mostrarle sin formalismos que ésta era ella, que la seducción le salía por los poros aunque intentara no hacerlo. Tenía razón, era ironía, como una sátira lo que había pasado desde que se habían conocido, intercambiando roles de profesor y alumno, llevándolo para que experimentara y ahora no queriendo dejarlo escapar, que hiciera el tour completo, para que culminara con el examen final y lo aprobara con distinción, - Mi amabilidad nunca fue una mentira, menos una imagen para esconder otra cosa, es lo que soy a los ojos de quienes conozco por primera vez… además… creo que Baudelaire estaría orgulloso de nosotros. –
Distanció levemente el rostro del de él, guiñándole un ojo y acomodándose en su regazo para apegar aún más su cuerpo, las piernas colgaban a cada uno de sus lados y las manos se mantenían ocupadas acariciando la espalda que clamaba por ser despojada de su ropa, llevó un dedo hasta sus labios, aún sentía la necesidad de probarlos, pero mantendría la espera un poco tiempo más, - Muchas veces las palabras sobran, no digas nada, no pienses, sólo actúa… cierra los ojos y sigue lo que tu instinto te pide hacer… ¿No te gustaría llevar a cabo tu fantasía más deseada? – hablaba pero se veía a ella misma haciéndolo, imaginándose en la arena junto al mar, bajo la luz de la luna, desnuda, con aquel vampiro sobre ella, poseyéndola hasta que a ambos se les acabaran las fuerzas.
La música comenzó a sonar otra vez, sacándola de la ensoñación en la que estaba sometida, desabrochó el primer botón de la camisa blanca que se interponía en el camino para liberarse de su ansiedad. Bajó una de sus manos mientras la otra se mantenía firme tocando lo que se exhibía de su pecho, llegó al bulto que marcaban sus pantalones, lo rozó varias veces pasando los dedos por encima, un movimiento escondido por su propio cuerpo, quería que se endureciera mientras hacía eso, - ¿Sientes el deseo? ¿Comprendes por qué me mueve la pasión? – no dejó de mirarlo a los ojos mientras seguía jugueteando en ese lugar, masajeando sobre la ropa más intensamente aparentando que estaba solos en vez de en un burdel lleno de gente, abrió ligeramente los labios para mojarlos con la punta de su lengua, se acercó a su boca dándole la bienvenida para que la tomara furiosa y salvajemente, dejándolo decidir el paso siguiente.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
Soren no estaba seguro lo que pensaría Baudelaire si lo viera en esa comprometedora situación con aquella recién conocida dama, de lo único que estaba seguro era de que, todo pensamiento reflexivo y calculador se había desvanecido para dar paso a una curiosidad constante y a un miedo aterrador. Las palabras de ella, le envolvían tanto o más que sus acciones. Esa mujer tenía un don, pensaba ¿o sería acaso porque era su primera vez? ¿Era esa la razón por la cual veía todo con esa curiosidad casi gatuna? ¿Sólo eso?
No te engañes Soren... deja de hacerte el idiota. Lo deseas y lo sabes. Me necesitas, dejame salir. Prometo ser bueno....
No, no te necesito. Y no me hago el idiota, dejame en paz. Se dijo así mismo mientras escuchaba de nuevo a la mujer hablar.
- Estaría... dispuesta a... ¿realizar cualquier tipo de fantasía? - Logró preguntar con la voz entrecortada por la verguenza y el ruido del lugar, entonces la mano de la mujer se deslizó por su pecho, Soren se sobre saltó, algo recorrió su espina dorsal, algo que no había sentido antes... o por lo menos no causado por una mujer.
Bajó el rostro avergonzado sólo para encontrarse conque Claire había alcanzado su hombría y la presionaba por encima del pantalón. De haber tenido un corazón, ahora estaría latiendo como loco, es más casi podía escucharlo retumbar en su cabeza. Se mordió el labio inferior intentando refrenar un gemido. ¿Un gemido?.
¿Váz a gemir por eso Soren? valla, pues si que eres patético.
¡Cállate!.
Tragó saliva infinitamente incómodo, sabiendo que las miradas de otros hombres estaban sobre ellos. Y la verdad era que no los juzgaba, el también era hombre y también se exitaba observando a otros... ¿Vougeur? Quizas...
- Madame...- Logró decir - Claire... cuando... me invitó a venir aquí... cuando dijo que me enseñaría... creí que... sólo sería un espectador - Finalizó intentando que sus mejillas no estallaran con tan intenso color rojo. Aquello era estupido, pero era cierto, él había creido que la mujer le mostraría como seducía y como era su trabajo, pero no usandolo a él como ejemplo...
No te engañes Soren... deja de hacerte el idiota. Lo deseas y lo sabes. Me necesitas, dejame salir. Prometo ser bueno....
No, no te necesito. Y no me hago el idiota, dejame en paz. Se dijo así mismo mientras escuchaba de nuevo a la mujer hablar.
- Estaría... dispuesta a... ¿realizar cualquier tipo de fantasía? - Logró preguntar con la voz entrecortada por la verguenza y el ruido del lugar, entonces la mano de la mujer se deslizó por su pecho, Soren se sobre saltó, algo recorrió su espina dorsal, algo que no había sentido antes... o por lo menos no causado por una mujer.
Bajó el rostro avergonzado sólo para encontrarse conque Claire había alcanzado su hombría y la presionaba por encima del pantalón. De haber tenido un corazón, ahora estaría latiendo como loco, es más casi podía escucharlo retumbar en su cabeza. Se mordió el labio inferior intentando refrenar un gemido. ¿Un gemido?.
¿Váz a gemir por eso Soren? valla, pues si que eres patético.
¡Cállate!.
Tragó saliva infinitamente incómodo, sabiendo que las miradas de otros hombres estaban sobre ellos. Y la verdad era que no los juzgaba, el también era hombre y también se exitaba observando a otros... ¿Vougeur? Quizas...
- Madame...- Logró decir - Claire... cuando... me invitó a venir aquí... cuando dijo que me enseñaría... creí que... sólo sería un espectador - Finalizó intentando que sus mejillas no estallaran con tan intenso color rojo. Aquello era estupido, pero era cierto, él había creido que la mujer le mostraría como seducía y como era su trabajo, pero no usandolo a él como ejemplo...
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
Apretó fuerte el bulto entre sus piernas, una última vez, gimiendo descaradamente en su oído, como si aquel movimiento le produjera alguna clase de encanto secreto, absorbiéndola y alejándola del lugar donde estaba. Por unos minutos su mente se nubló, los ruidos del burdel ya no fueron sonoros para ella, la vista comenzaba a desaparecer dejando paso sólo para aquel par de ojos tras aquellas gafas. Increíble, impresionante, inquieta, irreal, si, todas las palabras con i parecían venir bien para este caso. Un roce más, otro gemido natural, una invitación, una incitación, se puso de pie sin detenerse a responder sus preguntas todavía, aunque las respuestas las sabía de antemano.
Se inclinó un poco hacia adelante para crear un doble efecto, darle una visión más agradable de si misma y poder hablarle más de cerca. Sabía que sólo susurrando él podría escucharla, así que modificó su voz para que apenas saliera, como una súplica casi, como si a medida que se dirigiera a él estuviera desnudándose con cada palabra, bien difícil, ya que lo que menos quedaba en su cuerpo era ropa. – Vas bien Soren, aceptas que tienes fantasías… sólo dime, haré lo que quieras, no hay límites… cualquier cosa, donde sea, lo que sea… - guiñó un ojo y se alejó extendiéndole la mano para ayudarlo a ponerse de pie.
Iba a conducirlo al lugar donde culminaría la primera lección, aunque sería decisión de él si estas clases particulares se repetían constantemente, ella quería volver a verlo, en otras circunstancias o como fuera, el vampiro torpe sería su desafío personal, quería sacar el depredador que de seguro él si poseía, quería escucharlo alzar la voz, gritar, imponerse, que le exigiera, ser su títere, su muñeca dispuesta a todo por complacerlo. – Siendo usted profesor, no cree que la enseñanza no está completa si sólo es teórica… necesita ser llevada a la práctica, y visto que eres el alumno, aprenderás de primera fuente.-
Una sonrisa se implantó en su rostro mientras retrocedía dirigiéndole el camino, a su espalda sentía como la gente les abría paso, algunos resoplando con una actitud que estaba entre la envidia y la molestia. Tenía claro que todos habían seguido los detalles de ese intercambio de palabras, sobre su piel parecían brillar los ojos de todos los presentes, era eso lo que la hacía parecer un diamante o cualquier piedra preciosa de gran valor, era como la deseaban con sólo mirarla, estirando la mano para intentar obtener un poco de ella, odiando, sin duda, al hombre que ella miraba ahora, porque eso estaba claro, su atención sólo la tenía él y esta noche sólo sería él, también, el que disfrutara de ese cuerpo hecho para el placer.
Se inclinó un poco hacia adelante para crear un doble efecto, darle una visión más agradable de si misma y poder hablarle más de cerca. Sabía que sólo susurrando él podría escucharla, así que modificó su voz para que apenas saliera, como una súplica casi, como si a medida que se dirigiera a él estuviera desnudándose con cada palabra, bien difícil, ya que lo que menos quedaba en su cuerpo era ropa. – Vas bien Soren, aceptas que tienes fantasías… sólo dime, haré lo que quieras, no hay límites… cualquier cosa, donde sea, lo que sea… - guiñó un ojo y se alejó extendiéndole la mano para ayudarlo a ponerse de pie.
Iba a conducirlo al lugar donde culminaría la primera lección, aunque sería decisión de él si estas clases particulares se repetían constantemente, ella quería volver a verlo, en otras circunstancias o como fuera, el vampiro torpe sería su desafío personal, quería sacar el depredador que de seguro él si poseía, quería escucharlo alzar la voz, gritar, imponerse, que le exigiera, ser su títere, su muñeca dispuesta a todo por complacerlo. – Siendo usted profesor, no cree que la enseñanza no está completa si sólo es teórica… necesita ser llevada a la práctica, y visto que eres el alumno, aprenderás de primera fuente.-
Una sonrisa se implantó en su rostro mientras retrocedía dirigiéndole el camino, a su espalda sentía como la gente les abría paso, algunos resoplando con una actitud que estaba entre la envidia y la molestia. Tenía claro que todos habían seguido los detalles de ese intercambio de palabras, sobre su piel parecían brillar los ojos de todos los presentes, era eso lo que la hacía parecer un diamante o cualquier piedra preciosa de gran valor, era como la deseaban con sólo mirarla, estirando la mano para intentar obtener un poco de ella, odiando, sin duda, al hombre que ella miraba ahora, porque eso estaba claro, su atención sólo la tenía él y esta noche sólo sería él, también, el que disfrutara de ese cuerpo hecho para el placer.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
Nunca se había negado así mismo las fantasías, de hecho eran su única fuente de placer fisico siendo objetivos. Era un hombre y aunque muchos pensaban que los vampiros por estar técnicamente muertos, sentían 'menos' que los humanos, en realidad era casi todo lo contrario. La líbido estaba presente en los condenados en tan alta cantidad que ni el más enfermo sexual de los mortales podría hacerle equivalente. Pero así como podían controlar las mentes humanas, los vampiros podían controlarse así mismos y Soren Kaarkarogf era la prueba freaciente de que se podía sobrevivir sin sexo.
Mientras la escuchaba responder a sus cuestiones, Soren se preguntaba si esa mujer le decía eso mismo a todos sus clientes. Él no era el primero con poca experiencia, suponía, de algún modo algún adolescente primeriso habría ido allí alguna vez y aunque el hecho le avergonzaba y al mismo tiempo le exitaba estar bajo el control de tan agraciada mujer, no podía evitar que una parte de él se aferrara al sinfin de libros de poesía y novelas clásicas en donde, el amor era indispensable para ese tipo de acto carnal.
Había sido un ecéptico respecto al amor y al sexo toda su existencia, no teniendo mucho con que comparar, pero llegado el momento y siendo conducido por esa mujer poderosa hacía una habitación para consumar lo que era obvio, Soren no podía evitar reflexionar en torno a ello, buscarle la lógica a ese universo apasioando que desconocía en la práctica.
- Sólo tengo... una petición... por ahora - Murmuró tímidamente dejandose llevar a donde fuera que ella le llevase - Se que sonará extraño y... no quiero ofenderte Madame Claire pero... tengo mis límites, espero se detenga cuando se lo pida... ¿Me lo promete? -
Mientras la escuchaba responder a sus cuestiones, Soren se preguntaba si esa mujer le decía eso mismo a todos sus clientes. Él no era el primero con poca experiencia, suponía, de algún modo algún adolescente primeriso habría ido allí alguna vez y aunque el hecho le avergonzaba y al mismo tiempo le exitaba estar bajo el control de tan agraciada mujer, no podía evitar que una parte de él se aferrara al sinfin de libros de poesía y novelas clásicas en donde, el amor era indispensable para ese tipo de acto carnal.
Había sido un ecéptico respecto al amor y al sexo toda su existencia, no teniendo mucho con que comparar, pero llegado el momento y siendo conducido por esa mujer poderosa hacía una habitación para consumar lo que era obvio, Soren no podía evitar reflexionar en torno a ello, buscarle la lógica a ese universo apasioando que desconocía en la práctica.
- Sólo tengo... una petición... por ahora - Murmuró tímidamente dejandose llevar a donde fuera que ella le llevase - Se que sonará extraño y... no quiero ofenderte Madame Claire pero... tengo mis límites, espero se detenga cuando se lo pida... ¿Me lo promete? -
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
Lo miró un par de veces más como para asegurarse que se movía y continuó para dirigirlo hasta la habitación. Se quedó junto a la puerta esperando que él la atravesara primero, dándole espacio para que se arrepintiera o saliera corriendo, para ambos estaba claro lo que seguía a continuación. Miró por sobre el hombro de Soren al encargado que la miraba con el ceño fruncido, nadie nunca entendía las elecciones de clientes de Claire, le hizo una seña de que todo estaba bien e ingresó caminando lento.
Cerró la puerta con llave dándole la espalda, era un gesto inútil, ya que bastaba con que el vampiro la moviera un poco, ni siquiera usando toda su fuerza y sería capaz de abrirla en un instante. Pero le gustaba sentir como que todo estaba bajo su control, incluso su propia seguridad, tan temeraria como en estos casos, cuando se encerraba con alguien que podía matarla en segundos y que ni siquiera estaba tan interesado en ser su cliente, porque claro, ahora eran profesor y alumno y esto no era mas que una clase, aunque pareciera otra cosa.
Le tomó las manos acercándose solo un poco, mirarlo a los ojos sería la mejor forma de identificar que tipo de hombre sería en la cama, inexperto estaba más que claro, aventurero quizás, con ganas de aprender no se, complicado, sin duda. – Si me dices que no quieres más, lo haré, pero no hay vuelta atrás, una vez que me pidas que me detenga lo haré definitivamente, - sonrió ayudándole para quitarse la camisa, era más alto que ella por poco, y sin zapatos la diferencia era aun mayor.
Movió su pelo para atrás y antes de que él se diera cuenta ella ya estaba desnuda mirándolo de frente, desafiándola a que la mirara a los ojos y al mismo tiempo otorgándola la autorización para que recorriera su cuerpo. – Lo básico es saber donde y como tocar… muchos subestiman el sentido del tacto, pero, ¿no son las manos muy importantes? ¿Cómo podría un artista realizar sus obras o un músico interpretar majestuosamente una pieza? Todo aquello requiere pasión y creo que ese era el tema que nos convocaba. – un paso más y puso las manos de Soren alrededor de su cintura desnuda, apretando los pechos contra su fría piel, recién descubierta bajo la camisa que le había quitado hace minutos.
Cerró la puerta con llave dándole la espalda, era un gesto inútil, ya que bastaba con que el vampiro la moviera un poco, ni siquiera usando toda su fuerza y sería capaz de abrirla en un instante. Pero le gustaba sentir como que todo estaba bajo su control, incluso su propia seguridad, tan temeraria como en estos casos, cuando se encerraba con alguien que podía matarla en segundos y que ni siquiera estaba tan interesado en ser su cliente, porque claro, ahora eran profesor y alumno y esto no era mas que una clase, aunque pareciera otra cosa.
Le tomó las manos acercándose solo un poco, mirarlo a los ojos sería la mejor forma de identificar que tipo de hombre sería en la cama, inexperto estaba más que claro, aventurero quizás, con ganas de aprender no se, complicado, sin duda. – Si me dices que no quieres más, lo haré, pero no hay vuelta atrás, una vez que me pidas que me detenga lo haré definitivamente, - sonrió ayudándole para quitarse la camisa, era más alto que ella por poco, y sin zapatos la diferencia era aun mayor.
Movió su pelo para atrás y antes de que él se diera cuenta ella ya estaba desnuda mirándolo de frente, desafiándola a que la mirara a los ojos y al mismo tiempo otorgándola la autorización para que recorriera su cuerpo. – Lo básico es saber donde y como tocar… muchos subestiman el sentido del tacto, pero, ¿no son las manos muy importantes? ¿Cómo podría un artista realizar sus obras o un músico interpretar majestuosamente una pieza? Todo aquello requiere pasión y creo que ese era el tema que nos convocaba. – un paso más y puso las manos de Soren alrededor de su cintura desnuda, apretando los pechos contra su fría piel, recién descubierta bajo la camisa que le había quitado hace minutos.
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
Una vez dentro del lugar se sintió más indefenso que nunca. Aunque era consciente de que si lo deseaba podía salir cuando quisiera, él era el asesino imortal después de todo y ella sólo una humana cualquiera con el frágil y pedecedero cuerpo de los de su especie, pero la gente no entendía que existian diferentes tipos de batallas las físicas, en donde la fuerza era lo más importante y en las que obviamente él ganaría y las mentales, en las que la dignidad, la autoestima y la voluntad estaban en juego.
Soren no era conocido por sus victorias en ese último tipo de batalla. Mientras que por el contrario, aquella mujer, parecía una experta en el tema, moviendose como una diosa en su propio temblo construido por los seres inferiores que la adoraban, aquella cama en ese cuarto debía ser como el altar en donde se ofrecían los sacrificios a ella y por supuesto él sería uno de ellos. La escuchó hablar del tacto con la propiedad con la que un escultor hablaría del mismo y su importancia a la hora de moldear la arcilla.
Soren tenía experiencia con ello. La miró a los ojos y se concentró en una técnica que había perfeccionado a través de los años y que llevaba usando cada que cazaba a sus presas. La dominación mental no era una de sus habilidades, pero si lo era la manipulación de los sentidos, se concentró en empujar lenta pero seguramente las ondas cerebrales de ella, metiéndose en su cabeza con la facilidad con la que, un pajaro emprendería vuelo desde un árbol, porque aquello era algo natural para él, hacía parte de su condición vampirica.
Soren podía manipular las sensaciones de la victima, al igual que la gran mayoría de vampiros, una técnica útil para cazar y luchar, pero en ese momento él no tenía en mente ninguna de las dos. Ahora que toda la atención de Claire estaba en sus ojos claros e hipnóticos, Soren se enfocó en afectar un sólo sentido de la mujer: el tacto.
- Yo no subestimo el tacto - Murmuró con una voz que parecía tener un eco, aunque eso era sólo en la imaginación de ella - Soy consciente de lo importante que es - Soren pasó un dedo suavemente acariciando con la llema el contorno de la cadera de la humana, la sensación debía estar aumentada desmesuradamente o por lo menos eso era lo que la gente decía, Soren nunca había usado esa técnica para generar placer, aunque sabía que era completamente posible - ¿Lo sientes? -
Soren no era conocido por sus victorias en ese último tipo de batalla. Mientras que por el contrario, aquella mujer, parecía una experta en el tema, moviendose como una diosa en su propio temblo construido por los seres inferiores que la adoraban, aquella cama en ese cuarto debía ser como el altar en donde se ofrecían los sacrificios a ella y por supuesto él sería uno de ellos. La escuchó hablar del tacto con la propiedad con la que un escultor hablaría del mismo y su importancia a la hora de moldear la arcilla.
Soren tenía experiencia con ello. La miró a los ojos y se concentró en una técnica que había perfeccionado a través de los años y que llevaba usando cada que cazaba a sus presas. La dominación mental no era una de sus habilidades, pero si lo era la manipulación de los sentidos, se concentró en empujar lenta pero seguramente las ondas cerebrales de ella, metiéndose en su cabeza con la facilidad con la que, un pajaro emprendería vuelo desde un árbol, porque aquello era algo natural para él, hacía parte de su condición vampirica.
Soren podía manipular las sensaciones de la victima, al igual que la gran mayoría de vampiros, una técnica útil para cazar y luchar, pero en ese momento él no tenía en mente ninguna de las dos. Ahora que toda la atención de Claire estaba en sus ojos claros e hipnóticos, Soren se enfocó en afectar un sólo sentido de la mujer: el tacto.
- Yo no subestimo el tacto - Murmuró con una voz que parecía tener un eco, aunque eso era sólo en la imaginación de ella - Soy consciente de lo importante que es - Soren pasó un dedo suavemente acariciando con la llema el contorno de la cadera de la humana, la sensación debía estar aumentada desmesuradamente o por lo menos eso era lo que la gente decía, Soren nunca había usado esa técnica para generar placer, aunque sabía que era completamente posible - ¿Lo sientes? -
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
Justo cuando creia tener todo bajo control, cuando pensaba que podía ver la situación armada en su cabeza, cuando intentaba aplicar una técnica usada mil veces, sus piernas flaquean y pierde un poco el sentido, literalmente. Con la mano convertida en una garra se aferró de su hombro para no caer. Era increíble lo que apenas un toque le había hecho, a ella que estaba más que acostumbrada a tocar y ser tocada, a usar sus manos como parte de su herramienta de trabajo.
Le costó un par de segundos volver a sentirse firme, lo miró a los ojos con una idea fija. -Más… - dijo en un susurro suplicante, no sabia que había hecho, si era parte de un conjuro, o quizás algún poder sobrenatural pero ella deseaba, no anhelaba poder tener un poco más. –Tocame otra vez… - dio un paso adelante para estar más cerca, ella puso su mano izquierda sobre su pecho, pero no era lo mismo, la derecha seguía aferrada a su hombro como si de eso dependiera su vida.
Si antes tenía un leve interés en seguir con esto, ahora haría lo que fuera por llegar al fin, conseguir su meta era lo único que poblaba su mente, nadie, nunca, había logrado en tan poco, lo que este vampiro que parecía timido. Abrió los labios, algo sumisa para ser Claire y se acercó más, - Haz lo que hayas hecho otra vez… - le ruego se había transformado en mando, exigiéndole lo que ella fervientemente necesitaba.
Tomó su labio inferior con sus dientes y sin pensarlo más atrapó su boca para robarle un beso furioso, ahora ya no tenían publico, pero para ella desde que habían entrado al burdel que su atención estaba centrada en su nueva labor de profesora, no sabia muy bien como esto encajaba en todo, pero no era su culpa, fue ese vampiro quien la desconcentró, era él, el mismo que tenía entre sus labios el que la debilitó cuando ella se aprestaba a cumplir su objetivo, era culpable y ella le haría pagar por eso.
Le costó un par de segundos volver a sentirse firme, lo miró a los ojos con una idea fija. -Más… - dijo en un susurro suplicante, no sabia que había hecho, si era parte de un conjuro, o quizás algún poder sobrenatural pero ella deseaba, no anhelaba poder tener un poco más. –Tocame otra vez… - dio un paso adelante para estar más cerca, ella puso su mano izquierda sobre su pecho, pero no era lo mismo, la derecha seguía aferrada a su hombro como si de eso dependiera su vida.
Si antes tenía un leve interés en seguir con esto, ahora haría lo que fuera por llegar al fin, conseguir su meta era lo único que poblaba su mente, nadie, nunca, había logrado en tan poco, lo que este vampiro que parecía timido. Abrió los labios, algo sumisa para ser Claire y se acercó más, - Haz lo que hayas hecho otra vez… - le ruego se había transformado en mando, exigiéndole lo que ella fervientemente necesitaba.
Tomó su labio inferior con sus dientes y sin pensarlo más atrapó su boca para robarle un beso furioso, ahora ya no tenían publico, pero para ella desde que habían entrado al burdel que su atención estaba centrada en su nueva labor de profesora, no sabia muy bien como esto encajaba en todo, pero no era su culpa, fue ese vampiro quien la desconcentró, era él, el mismo que tenía entre sus labios el que la debilitó cuando ella se aprestaba a cumplir su objetivo, era culpable y ella le haría pagar por eso.
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
Los humanos eran, unas creaturas tan encantadoramente delicadas y pedecederas. Su fragilidad le facinaba, el que sus vidas pudieran acabarse tan fácilmente y sus sentimientos fueran tan efímeros, le llenaba de curiosidad y facinación. Allí estaba esa mujer, poderosa, una diosa los bajos mundos pasionales de los mortales, ofreciendo el paraiso escondido entre sus piernas y al mismo tiempo tan delicada y vulnerable.
Había llegado allí creyendo que aprendería sobre amor y pasión. Y aunque no podía negar que se había excitado con la actitud de la mujer, sus ideales filosóficos y la moral que siempre estaba presente en sus actos, no le había abandonado ni un sólo segundo. Cuando descubrió las intenciones de la mujer de convertirlo a él en el sujeto de investigación, no pudo evitar plantearse en si aquello estaba bien. ¿Tener sexo con una desconocida?. No, Soren no era el tipo de vampiro decerebrado que iba por ahí tomando desiciones con su entrepierna.
Le correspondió el beso suavemente, permitiéndole a su lengua jugetear en la boca de ella, recordando que, pocas veces usaba sus labios para besar. Casi sintiéndose inexperto, la condujo lentamente hasta la cama y la empujó para quedara recostada en ella, volvió a mirárla a los ojos, envolviéndola en su hechizo, usando su influencia mental, para aumentar de nuevo la percepción de sus sentidos.
- Seguramente, harás enloquecer a todos tus clientes - Comenta Soren sentándose a un lado de la cama - ¿Pero cuantos de esos hombres te han enloquecido de placer a ti? -Le cuestionó y entonces paseó sus dedos largos y frios por el cuerpo de ella, empujándo su mente, manipulando los impulsos eléctricos que recorrían su sistema nervioso, convirtiendo esas suaves caricias que bordeaban sus estómago y muslos en desquiciantes sensaciones placenteras. - Déjame enseñarte esta lección primero -
Había llegado allí creyendo que aprendería sobre amor y pasión. Y aunque no podía negar que se había excitado con la actitud de la mujer, sus ideales filosóficos y la moral que siempre estaba presente en sus actos, no le había abandonado ni un sólo segundo. Cuando descubrió las intenciones de la mujer de convertirlo a él en el sujeto de investigación, no pudo evitar plantearse en si aquello estaba bien. ¿Tener sexo con una desconocida?. No, Soren no era el tipo de vampiro decerebrado que iba por ahí tomando desiciones con su entrepierna.
Le correspondió el beso suavemente, permitiéndole a su lengua jugetear en la boca de ella, recordando que, pocas veces usaba sus labios para besar. Casi sintiéndose inexperto, la condujo lentamente hasta la cama y la empujó para quedara recostada en ella, volvió a mirárla a los ojos, envolviéndola en su hechizo, usando su influencia mental, para aumentar de nuevo la percepción de sus sentidos.
- Seguramente, harás enloquecer a todos tus clientes - Comenta Soren sentándose a un lado de la cama - ¿Pero cuantos de esos hombres te han enloquecido de placer a ti? -Le cuestionó y entonces paseó sus dedos largos y frios por el cuerpo de ella, empujándo su mente, manipulando los impulsos eléctricos que recorrían su sistema nervioso, convirtiendo esas suaves caricias que bordeaban sus estómago y muslos en desquiciantes sensaciones placenteras. - Déjame enseñarte esta lección primero -
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
Sintió que flotaba, a la deriva, como una hoja que el viento movía de un lugar a otro, sin que ella pudiera detenerse para no estar de acuerdo o para decidir por si misma. Sus suplicas fueron escuchadas, se sintió tocada de más de una forma, fue conducida hasta su propia cama sin atreverse a poner resistencia. Asintió sin dudar al juego que le proponían, esa no era Claire, pero parecía que ese no era el vampiro que había conocido antes. Pero ese sólo beso le había quitado la fuerza de voluntad convirtiéndola en una marioneta. ¿Qué era lo que tenía de especial?
Escuchó sus palabras como si estuvieran lejanas, en otra dimensión, se sentía más desnuda que nunca. Su cabeza le decía que volviera a retomar el control, que de otra forma todo terminaría mal, que ella necesitaba la normalidad y la rutina en su profesión, y que ahora, todo eso, estaba desapareciendo. Concéntrate Claire, no caigas, no te rindas, sólo te está tocando con un dedo, - Puedo contar con los dedos de una mano los hombres que me han hecho gozar… - habló con los labios apenas entreabiertos, no era capaz de más, sus sentidos no respondían de la misma forma.
Abrió los ojos y lo miró fijamente, intentando sacar fuerzas para no seguir sucumbiendo, pese a que su cuerpo temblaba de placer en el lugar donde se posaban los fríos dedos, - Y puedo además decirte que jamás un cliente me ha hecho llegar a un orgasmo real… y no porque no lo hayan intentado. – sonrió sintiendo como de a poco volvía a apoderarse de su cuerpo, disfrutando de lo que le hacía, al parecer entregarse y aceptarlo había sido la mejor solución, una carcajada salió de sus labios.
Tomó su mano y se sentó junto a él en la cama, levantó una pierna y la pasó hacia el otro lado quedando sentada sobre Soren. Puso una mano en su pecho y lo empujó hacia atrás, logrando que se recostara con ella encima. – Acepto la lección, pero quiero enseñanza personalizada.- Le dio un intenso y algo desesperado beso en los labios, separándose apenas para no quedarse sin aire, lo repitió varias veces hasta que se sintió un poco más satisfecha, separó su rostro unos centímetros y se quedó mirándolo atenta, - ¿Vamos a seguir jugando al profesor? -
Escuchó sus palabras como si estuvieran lejanas, en otra dimensión, se sentía más desnuda que nunca. Su cabeza le decía que volviera a retomar el control, que de otra forma todo terminaría mal, que ella necesitaba la normalidad y la rutina en su profesión, y que ahora, todo eso, estaba desapareciendo. Concéntrate Claire, no caigas, no te rindas, sólo te está tocando con un dedo, - Puedo contar con los dedos de una mano los hombres que me han hecho gozar… - habló con los labios apenas entreabiertos, no era capaz de más, sus sentidos no respondían de la misma forma.
Abrió los ojos y lo miró fijamente, intentando sacar fuerzas para no seguir sucumbiendo, pese a que su cuerpo temblaba de placer en el lugar donde se posaban los fríos dedos, - Y puedo además decirte que jamás un cliente me ha hecho llegar a un orgasmo real… y no porque no lo hayan intentado. – sonrió sintiendo como de a poco volvía a apoderarse de su cuerpo, disfrutando de lo que le hacía, al parecer entregarse y aceptarlo había sido la mejor solución, una carcajada salió de sus labios.
Tomó su mano y se sentó junto a él en la cama, levantó una pierna y la pasó hacia el otro lado quedando sentada sobre Soren. Puso una mano en su pecho y lo empujó hacia atrás, logrando que se recostara con ella encima. – Acepto la lección, pero quiero enseñanza personalizada.- Le dio un intenso y algo desesperado beso en los labios, separándose apenas para no quedarse sin aire, lo repitió varias veces hasta que se sintió un poco más satisfecha, separó su rostro unos centímetros y se quedó mirándolo atenta, - ¿Vamos a seguir jugando al profesor? -
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
Soren escuchó lo que le decía la mujer, preguntándose cuantos hombres habrían pasado por su lecho, probablemente tantos que no podía contarles y aún así ¿Sólo pocos le habían hecho realmente sentir placer? Que triste resultaba aquello, era como si... de todos los cuadros que pintase, sólo uno o dos realmente le hicieran sentir artista. Que extraña analogía, bastante impropia además, pero consideraba que lo que aquella mujer hacia por las noches en esa cama también podía considerarse arte. Así que básicamente hablaban de lo mismo.
- Un orgasmo real...- Murmura con facinación. Eso era algo que realmente no esperaba escuchar - ¿Como lográs demostrar tu pasión entonces? ¿Finges? - La mujer estaba poniendo bastante resistencia mental y le costaba mantener la técnica, porque ella quería dominarle, los ojos siempre revelaban las intenciones de los humanos y los suyos, eran ojos de una mujer que no estaba dispuesta a bajar la cabeza y obedecer. En cuestión de momentos, se había montado sobre él y le seducía de nuevo con palabras.
- Si... vamos a jugar - Murmura sintiendo que las mejillas se le encendían de nuevo, si se ponía demasiado nervioso, perdería la concentración y no podría manipular sus sentidos, si esa mujer era tan experta como decía ser, a lo mejor él no estaba a la altura de sus espectativas y no lograría hacerle sentir nada especial, siendo objetivos, ¿Cuantos hombres expertos y apuestos no lo habrían intentado? Si no hacía uso de sus poderes vampíricos, seguro que no lograría ni hacerle cosquillas - ¿Puedo? - Preguntó con timidez, acercando una de sus manos a un pecho de ella.
- Un orgasmo real...- Murmura con facinación. Eso era algo que realmente no esperaba escuchar - ¿Como lográs demostrar tu pasión entonces? ¿Finges? - La mujer estaba poniendo bastante resistencia mental y le costaba mantener la técnica, porque ella quería dominarle, los ojos siempre revelaban las intenciones de los humanos y los suyos, eran ojos de una mujer que no estaba dispuesta a bajar la cabeza y obedecer. En cuestión de momentos, se había montado sobre él y le seducía de nuevo con palabras.
- Si... vamos a jugar - Murmura sintiendo que las mejillas se le encendían de nuevo, si se ponía demasiado nervioso, perdería la concentración y no podría manipular sus sentidos, si esa mujer era tan experta como decía ser, a lo mejor él no estaba a la altura de sus espectativas y no lograría hacerle sentir nada especial, siendo objetivos, ¿Cuantos hombres expertos y apuestos no lo habrían intentado? Si no hacía uso de sus poderes vampíricos, seguro que no lograría ni hacerle cosquillas - ¿Puedo? - Preguntó con timidez, acercando una de sus manos a un pecho de ella.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
Alzó los brazos entregándose para que la tocara, completamente, sólo un movimiento de cabeza asintiendo le indicaría la respuesta a su pregunta. Era casi totalmente ella de nuevo, volver a tener el control la excitaba aún más, logrando que gemidos mezclados con suspiros salieran de su boca con cada mínimo roce. Inclinó la cabeza dejando que sus cabellos cayeran hacia el frente, sobre el pecho desnudo del vampiro, como acariciando su piel mientras ella, felinamente se movía sobre su cuerpo dejando besos repartidos por lugares que hace mucho no tenían acceso a la luz del sol.
Volvió a su cuello, donde inspiró profundamente para llenarse de su aroma embriagador. Le dio una lamida como si fuera el más dulce de los helados, delicioso y con la misma temperatura. – Con muchos hombres y mujeres finjo, ellos buscan algo que yo les doy, pero no todos tienen lo que yo busco… si me preguntan, soy sincera, muchos conocen que no digo la verdad, pero vuelven creyendo que pueden lograrlo, que en su próximo intento mi último grito será porque ellos no fallaron… - ladeó la cabeza para besar la otra parte de su cuello, dejando que su piel se uniera a la de él como si estuvieran predestinados para eso.
Puso cada mano al costado de su cabeza encerrándolo completamente en ella, permitiéndole sólo que mirara sus ojos y su cuerpo desnudo que comenzaba a humedecerse y a llenarse del fino sudor que los movimientos le otorgaban. – Pero debo reconocer una cosa… vas por buen camino y no se si se deba a que soy una buena profesora o porque tu eres un alumno avezado… hace mucho alguien no me… estimulaba de esta forma. – Le costó encontrar la palabra para definir lo que su cuerpo estaba sintiendo, especialmente por esa voz en su cabeza que le exigía conseguir más y más pero lentamente.
Elevó su cabeza sólo para morder nuevamente su labio inferior y tirarlo hacia ella, para robarle la mayor cantidad de besos posibles, para recorrer completamente esa boca con su lengua, - No tienes que pedirme autorización para tocarme… ¿No lees las señales que te envía mi cuerpo? ¿No notas la ansiedad que siento porque tu mano fría apague el calor de mis pechos? Hazlo, porque lo deseas, no porque te lo pida. – Cerró los ojos ya imaginando lo que sería eso, sintiendo que por primera vez llegaría a una sensación casi orgásmica, incluso aunque él tuviera aún su ropa interior puesta.
Volvió a su cuello, donde inspiró profundamente para llenarse de su aroma embriagador. Le dio una lamida como si fuera el más dulce de los helados, delicioso y con la misma temperatura. – Con muchos hombres y mujeres finjo, ellos buscan algo que yo les doy, pero no todos tienen lo que yo busco… si me preguntan, soy sincera, muchos conocen que no digo la verdad, pero vuelven creyendo que pueden lograrlo, que en su próximo intento mi último grito será porque ellos no fallaron… - ladeó la cabeza para besar la otra parte de su cuello, dejando que su piel se uniera a la de él como si estuvieran predestinados para eso.
Puso cada mano al costado de su cabeza encerrándolo completamente en ella, permitiéndole sólo que mirara sus ojos y su cuerpo desnudo que comenzaba a humedecerse y a llenarse del fino sudor que los movimientos le otorgaban. – Pero debo reconocer una cosa… vas por buen camino y no se si se deba a que soy una buena profesora o porque tu eres un alumno avezado… hace mucho alguien no me… estimulaba de esta forma. – Le costó encontrar la palabra para definir lo que su cuerpo estaba sintiendo, especialmente por esa voz en su cabeza que le exigía conseguir más y más pero lentamente.
Elevó su cabeza sólo para morder nuevamente su labio inferior y tirarlo hacia ella, para robarle la mayor cantidad de besos posibles, para recorrer completamente esa boca con su lengua, - No tienes que pedirme autorización para tocarme… ¿No lees las señales que te envía mi cuerpo? ¿No notas la ansiedad que siento porque tu mano fría apague el calor de mis pechos? Hazlo, porque lo deseas, no porque te lo pida. – Cerró los ojos ya imaginando lo que sería eso, sintiendo que por primera vez llegaría a una sensación casi orgásmica, incluso aunque él tuviera aún su ropa interior puesta.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
¿Sería capaz de hacerle sentir algo a esa mujer? Se preguntaba mientras la escuchaba hablar, le parecía un reto demasiado imposible y comenzaba a darse cuenta de que para ella los sentimientos no estaban ligados al cuerpo, ella podía entrar en ese cuarto y desconectarse del mundo exterior, entregarse al placer que le otorgaba el sexo, sin conocer a la persona que yacía gimiendo bajo su cuerpo (o encima), sin embargo, que ironía tan grande era aquella de que ninguno de esos sujetos podían hacerle sentir del todo satisfecha.
¿Era acaso por falta del amor? Quizás la cuestión no era la técnica, quizás lo que ella necesitaba era alguien que la comprendiera. Alguien que la escuchara más allá de sus gemidos, que escuchara lo que tenía para decir, sus pensamientos y opiniones, por que al fin y al cabo era un ser humano y no sólo una muñeca que otorgaba placer. La observó con facinación, con unos ojos que no denotaban deseo, sino más bien curiosidad. Quería descubrirla y no sólo a su cuerpo...
Sus manos apricionaron los pechos de ella frías y tersas, las dejó quietas por un instante como dejando que el momento le embargara, toda su vida se había imaginado como sería tocar unos pechos femeninos y ahí estaba finalmente con ellos entre sus dedos. Apretó ligéramente como entre los nervios, la verguenza y la facinación, los apretó más fuerte y la empujó hacía él usando la otra mano, tomándola por la cadera, cuando ella estuvo sobre él, cerró los ojos y acercó sus labios a la aureola rosa del centro, dejándo que su frío aliento erizara la piel. Lamió la extención delicadamente como un gato y luego lo encerró dentro de su boca chupándolo avidamente, degustando el tacto suave del pequeño pezón en su lengua, su otra mano se situó en el otro pecho, acariciándolo más fuertemente, en un termino medio entre la delicadeza y la rudeza.
Se detuvo para retirar sus labios de allí y mirárla a los ojos de nuevo, para que el hechizo no se rompiera.
- Es la primera vez que toco los pechos de una mujer - Susurra con honestidad - Es maravilloso -
¿Era acaso por falta del amor? Quizás la cuestión no era la técnica, quizás lo que ella necesitaba era alguien que la comprendiera. Alguien que la escuchara más allá de sus gemidos, que escuchara lo que tenía para decir, sus pensamientos y opiniones, por que al fin y al cabo era un ser humano y no sólo una muñeca que otorgaba placer. La observó con facinación, con unos ojos que no denotaban deseo, sino más bien curiosidad. Quería descubrirla y no sólo a su cuerpo...
Sus manos apricionaron los pechos de ella frías y tersas, las dejó quietas por un instante como dejando que el momento le embargara, toda su vida se había imaginado como sería tocar unos pechos femeninos y ahí estaba finalmente con ellos entre sus dedos. Apretó ligéramente como entre los nervios, la verguenza y la facinación, los apretó más fuerte y la empujó hacía él usando la otra mano, tomándola por la cadera, cuando ella estuvo sobre él, cerró los ojos y acercó sus labios a la aureola rosa del centro, dejándo que su frío aliento erizara la piel. Lamió la extención delicadamente como un gato y luego lo encerró dentro de su boca chupándolo avidamente, degustando el tacto suave del pequeño pezón en su lengua, su otra mano se situó en el otro pecho, acariciándolo más fuertemente, en un termino medio entre la delicadeza y la rudeza.
Se detuvo para retirar sus labios de allí y mirárla a los ojos de nuevo, para que el hechizo no se rompiera.
- Es la primera vez que toco los pechos de una mujer - Susurra con honestidad - Es maravilloso -
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
Su cabeza colgaba inerte, como parte de una muñeca sin vida, dominada, sometida, sujeta por los dedos y ahora los labios de ese hombre. Mareada, desorientada, con los sentidos cegados para que todas las terminaciones nerviosas se concentraran en un solo punto de su piel. Ahí, justo ahí donde la tocaba. Necesitó un par de segundo para enfocar la vista y observar como la boca de Soren se cerraba sobre su pecho, absorbiéndolo todo, lamiendo, disfrutando, gozando de lo que ella sin oponer resistencia le entregaba.
Repitió las palabras en su cabeza sin comprenderlas del todo, bueno quizás si las comprendía, pero no entendía como, con los probables cientos de años de vida de ese vampiro, nunca había tocado los pechos de una mujer. Ella conocía a varias que se entregaban a la primera, que antes de asegurarse que les pagaran, ya estaban desnudas. ¿Pero no estaba cometiendo ella ese mismo error? Sabía que este hombre no tenía como pagarle, pero aún así estaba entregándose sin vacilación.
Mal hecho Claire, tu afán de conseguir tu objetivo sin medir consecuencias te está llevando a un mal puerto. Pero siempre hay otras formas en las que puede pedirle que le pague, el ego de aquella cortesana crecería, sin duda. – ¿Jamás… - recobró un poco el aliento – jamás habías tocado uno? Es interesante saber que soy tu primera vez… - Estuvo apunto de agradecerle por eso, pero se sentía mal hacerlo, para ella y para él. Rompería con el ambiente que habían creado, hasta podría lograr que él se arrepintiera de lo que hacía, cosa, que por su puesto, no quería.
Arqueó un poco más la espalda, quería otorgarle el mayor acceso a su cuerpo, que lo recorriera totalmente, como quisiera. – Prueba algo más, toca donde quieras… - la impaciencia teñía por completo su voz, casi corrompiéndola, dejando entrever su ansiedad, sus ganas de no demostrar cuanto quería lo que estaba pasando, que no notara que comenzaba a disfrutar. Porque aunque ni ella lo creyera su mente, todo su organismo le gritaba la verdad, este hombre le hacía sentir cosas y cada cual competía con la anterior en el reto de hacerla gritar de placer.
Repitió las palabras en su cabeza sin comprenderlas del todo, bueno quizás si las comprendía, pero no entendía como, con los probables cientos de años de vida de ese vampiro, nunca había tocado los pechos de una mujer. Ella conocía a varias que se entregaban a la primera, que antes de asegurarse que les pagaran, ya estaban desnudas. ¿Pero no estaba cometiendo ella ese mismo error? Sabía que este hombre no tenía como pagarle, pero aún así estaba entregándose sin vacilación.
Mal hecho Claire, tu afán de conseguir tu objetivo sin medir consecuencias te está llevando a un mal puerto. Pero siempre hay otras formas en las que puede pedirle que le pague, el ego de aquella cortesana crecería, sin duda. – ¿Jamás… - recobró un poco el aliento – jamás habías tocado uno? Es interesante saber que soy tu primera vez… - Estuvo apunto de agradecerle por eso, pero se sentía mal hacerlo, para ella y para él. Rompería con el ambiente que habían creado, hasta podría lograr que él se arrepintiera de lo que hacía, cosa, que por su puesto, no quería.
Arqueó un poco más la espalda, quería otorgarle el mayor acceso a su cuerpo, que lo recorriera totalmente, como quisiera. – Prueba algo más, toca donde quieras… - la impaciencia teñía por completo su voz, casi corrompiéndola, dejando entrever su ansiedad, sus ganas de no demostrar cuanto quería lo que estaba pasando, que no notara que comenzaba a disfrutar. Porque aunque ni ella lo creyera su mente, todo su organismo le gritaba la verdad, este hombre le hacía sentir cosas y cada cual competía con la anterior en el reto de hacerla gritar de placer.
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