AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El reino efímero de la seducción (Claire)
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El reino efímero de la seducción (Claire)
Recuerdo del primer mensaje :
Ella era sin duda la reina de la noche, la dueña de ese reino desconocido al que acababa de entrar, Soren se sentó en donde ella le indico y no pudo evitar observar todo a su alrededor con curiosidad. Nunca había entrado en un burdel antes, por varias razones, una de ellas era que, prefería invertir su dinero en placeres que enrriquecían su espiritu por más tiempo y que para él eran mas significativos. Realmente nunca le había llamado la atención las cortesanas, no las juzgaba ni tenía un particular sentimiento por ellas, simplemente habían cosas mucho más importantes en su vida que ese tipo de diversión noctura.
El arte por ejemplo y la literatura. Dos amantes para los cuales siempre abría su corazón, cuerpo y mente, desprendiendose de los tabues y olvidandose de todo a su alrededor.
Pero ahora estaba en un Burdel de verdad por primera vez y se sentía como un niño virgen de 16 años quien indebidamente se cuela en un lugar exclusivo para adultos. Observó a las demás mujeres, estudiándolas, a los hombres y sus miradas lacivas, escuchó las risas y los comentarios morbosos, el ambiente estaba nublado por una denza y pesada nube de deseo.
Soren, sólo sentía curiosidad, la curiosidad inata de todo niño. Fijo sus ojos con emoción e interés en Claire sobre el escenario...
Ella era sin duda la reina de la noche, la dueña de ese reino desconocido al que acababa de entrar, Soren se sentó en donde ella le indico y no pudo evitar observar todo a su alrededor con curiosidad. Nunca había entrado en un burdel antes, por varias razones, una de ellas era que, prefería invertir su dinero en placeres que enrriquecían su espiritu por más tiempo y que para él eran mas significativos. Realmente nunca le había llamado la atención las cortesanas, no las juzgaba ni tenía un particular sentimiento por ellas, simplemente habían cosas mucho más importantes en su vida que ese tipo de diversión noctura.
El arte por ejemplo y la literatura. Dos amantes para los cuales siempre abría su corazón, cuerpo y mente, desprendiendose de los tabues y olvidandose de todo a su alrededor.
Pero ahora estaba en un Burdel de verdad por primera vez y se sentía como un niño virgen de 16 años quien indebidamente se cuela en un lugar exclusivo para adultos. Observó a las demás mujeres, estudiándolas, a los hombres y sus miradas lacivas, escuchó las risas y los comentarios morbosos, el ambiente estaba nublado por una denza y pesada nube de deseo.
Soren, sólo sentía curiosidad, la curiosidad inata de todo niño. Fijo sus ojos con emoción e interés en Claire sobre el escenario...
Última edición por Soren Kaarkarogf el Miér Jul 14, 2010 11:40 pm, editado 1 vez
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
- Si... esa es la verdad - Comentó sin dejar de acariciarlos - ¿Porqué mentiría en algo así? Un hombre no aceptaría que es... virgen... es vergonzoso - Explica sintiéndo que las mejillas se le coloreaban, aquello era cierto, nunca había estado con una mujer en toda su centena de años de vida, nunca se había realmente interesado en el asunto...
No mientas Soren, interés si tenias, más no tenías las hagallas. Eres cobarde y nunca creíste que podrías conquistar a una.
Pero allí estaba, con una exponente del género femenino desnuda y a su dispocición. ¿Sería capaz de llegar hasta las últimas consecuencias? Algo dentro de él se había encendido, la deseaba como cualquier hombre desearía a una mujer tan sensual como ella, su miembro se apretaba dolorosamente contra su pantalón y no podía negar que la tentación era aburmadora, sin embargo había algo más.
El permiso que ella le dio, le hizo desconcentrar por completo, estaba demasiado nervioso y le hechizo se deshiso, dejándo los sentidos de la mujer normales otra vez. El rostro colorado que ahora lucía era la prueba feaciente de su inseguridad y verguenza. ¿A que tenía miedo? Era una mezcla de muchas cosas que se habían ido acumulando con el paso de los años, pero había llegado el momento, la hora de la verdad.
Con una mano temblorosa, se dirigió a la parte baja de ella, bordeó el hombligo, acercó sus labios y lo besó.
- Nunca he visto a Dios allá afuera... pero sumergiéndome en el perfume del ombligo de una mujer, creo que allí es donde se esconde - Murmura, recordando las palabras del maestro Lautrec a quien admiraba tanto - Henry de Toulouse Lautrec - Agrega y continúa bajando con su mano hasta rozar la entrada íntima de ella, la sentía caliente aún cuando no la estaba frotando diréctamente, quería mirar porque se sentía curioso, pero no se atrevía así que optó por desviar su vista hacía el suelo - Joder... que verguenza - Aceptó entrecortadamente.
No mientas Soren, interés si tenias, más no tenías las hagallas. Eres cobarde y nunca creíste que podrías conquistar a una.
Pero allí estaba, con una exponente del género femenino desnuda y a su dispocición. ¿Sería capaz de llegar hasta las últimas consecuencias? Algo dentro de él se había encendido, la deseaba como cualquier hombre desearía a una mujer tan sensual como ella, su miembro se apretaba dolorosamente contra su pantalón y no podía negar que la tentación era aburmadora, sin embargo había algo más.
El permiso que ella le dio, le hizo desconcentrar por completo, estaba demasiado nervioso y le hechizo se deshiso, dejándo los sentidos de la mujer normales otra vez. El rostro colorado que ahora lucía era la prueba feaciente de su inseguridad y verguenza. ¿A que tenía miedo? Era una mezcla de muchas cosas que se habían ido acumulando con el paso de los años, pero había llegado el momento, la hora de la verdad.
Con una mano temblorosa, se dirigió a la parte baja de ella, bordeó el hombligo, acercó sus labios y lo besó.
- Nunca he visto a Dios allá afuera... pero sumergiéndome en el perfume del ombligo de una mujer, creo que allí es donde se esconde - Murmura, recordando las palabras del maestro Lautrec a quien admiraba tanto - Henry de Toulouse Lautrec - Agrega y continúa bajando con su mano hasta rozar la entrada íntima de ella, la sentía caliente aún cuando no la estaba frotando diréctamente, quería mirar porque se sentía curioso, pero no se atrevía así que optó por desviar su vista hacía el suelo - Joder... que verguenza - Aceptó entrecortadamente.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
De alguna forma sintió como su cuerpo se acomodaba, tomaba forma entre las sábanas, parecía hecha para estar ahí, en la cama, desnuda. Los ojos mirando hacia abajo, siguiendo el recorrido que el vampiro hacía sobre su piel. Al revés de lo que él podía pensar, le parecía un hombre valiente. Ella sabía muy bien que muchos de los que llegaban pidiéndole comprar parte de su tiempo con grandes historias de lo fantásticos y de la enorme cantidad de mujeres que habían tenido cuando en realidad habían perdido su virginidad en un burdel y sólo se habían acostado con las criadas de sus finas casas.
Se deslizó hacia abajo al ver que se detenía, como fluyendo hasta quedar con su rostro frente a su cara, las piernas volvieron a estar alrededor de la cintura de Soren, podía sentir el bulto entre sus piernas haciendo presión, eso no le ayudaba a su ansiedad que le comía el cerebro, pero debía controlarla de alguna forma. Tomó su cara entre sus manos para mirarlo directo a los ojos. ¡Qué distinto era de muchos a los que había conocido! Eran sinceros, demostraban lo que sentía, era un vampiro y aún así era mucho más real de lo que podían llegar a serlo muchos humanos.
-Eres real… - pasó un dedo por su mejilla como queriendo reafirmar sus palabras, - estás aquí, valiente… - le dio un beso en la nariz y luego en el resto de la piel frente a ella, entrelazó los dedos por su cabello y acercó el rostro de Soren al de ella para darle un beso tan verdadero como lo que acababa de decir. –No te detengas… por favor – su asombro era tal que se quedó paralizada, helada por no creer que era ella la que prácticamente rogaba, él le había dado apenas un anticipo de algo que Claire, en sus años como cortesana no había sentido jamás y ahora le pedía por más.
Quería volver a sentir escalofríos, esos que había sentido cuando con sus labios había tocado su ombligo, cuando como una tortura había descendido más con sus dedos, casi dándole la insinuación de que iría más allá, pero se había detenido. Aún quedaban restos de esa sensación electrizante, algo nerviosa sin saber por qué subió un poco en la cama, hasta casi volver a la posición que tenía antes, dejando que la nariz de Soren le rozara el estómago, al borde de temblar lo miró a los ojos y asintió, eso sólo quería decir una cosa: Adelante.
Se deslizó hacia abajo al ver que se detenía, como fluyendo hasta quedar con su rostro frente a su cara, las piernas volvieron a estar alrededor de la cintura de Soren, podía sentir el bulto entre sus piernas haciendo presión, eso no le ayudaba a su ansiedad que le comía el cerebro, pero debía controlarla de alguna forma. Tomó su cara entre sus manos para mirarlo directo a los ojos. ¡Qué distinto era de muchos a los que había conocido! Eran sinceros, demostraban lo que sentía, era un vampiro y aún así era mucho más real de lo que podían llegar a serlo muchos humanos.
-Eres real… - pasó un dedo por su mejilla como queriendo reafirmar sus palabras, - estás aquí, valiente… - le dio un beso en la nariz y luego en el resto de la piel frente a ella, entrelazó los dedos por su cabello y acercó el rostro de Soren al de ella para darle un beso tan verdadero como lo que acababa de decir. –No te detengas… por favor – su asombro era tal que se quedó paralizada, helada por no creer que era ella la que prácticamente rogaba, él le había dado apenas un anticipo de algo que Claire, en sus años como cortesana no había sentido jamás y ahora le pedía por más.
Quería volver a sentir escalofríos, esos que había sentido cuando con sus labios había tocado su ombligo, cuando como una tortura había descendido más con sus dedos, casi dándole la insinuación de que iría más allá, pero se había detenido. Aún quedaban restos de esa sensación electrizante, algo nerviosa sin saber por qué subió un poco en la cama, hasta casi volver a la posición que tenía antes, dejando que la nariz de Soren le rozara el estómago, al borde de temblar lo miró a los ojos y asintió, eso sólo quería decir una cosa: Adelante.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
¿Real? ¿Valiente?, de todas las cosas que le habían dicho alguna vez esas dos eran sin duda las más inusuales. No se consideraba valiente en lo absoluto, si lo fuera, habría hecho muchas cosas en el pasado, habría tenido muchas experiencias, pero no, ahí estaba temblando como un adolescente inexperto frente a una humana desnuda. Tragó saliva y se repitió así mismo que si había llegado hasta ese momento, debía continuar y hacer las cosas como era debido, aunque tenía sus limites personales, decidió que quería que ella se sintiera bien.
Comenzó a frotar el dedo índice en la entrada de ella, sin meterlo, sintiéndo como se humedecía de inmediato, nunca se hubiera experado de que fuera a ser tan... húmedo ahí abajo, así que sus ojos se posaron allí, no pudiendo vencer la curiosidad. Siguió acariciando la superficie, uniéndo un segundo dedo y finalmente dejó que este se perdiera dentro de ella. Se sentía caliente y apacible allí adentro, que extraña sensación.
- Es mágico... - Murmuró facinado con todo lo que descubría - Ahora entiendo los cientos de delirios poéticos en los que se menciona la belleza de este lugar - Agrega sin de tocar por todas partes, ahora que había descubierto algo tan interesante no podía dejar de tocar, estaba en su naturaleza, la curiosidad era innerente a su personalidad - El milagro de la vida se crea aquí - Continuó como perdido en un trance, metiéndo sus dedos hasta donde podía, tocando la piel que los cubria con ellos, grabando su textura en su mente, absorviendo la experiencia casi con devoción.
¿Cómo se sentiría introducirse dentro de ella? Pensó mientras continuaba los movimientos con sus dedos. ¿Cómo sería dejarse rodear por ese calor endiablado? Permitirle a ella comércelo, porque aunque muchos hombres pensaran que al acostarse con una mujer la poseían, en realidad era al contrario, él estaría dentro de ella, por lo tanto era como si ella lo devorara...
Comenzó a frotar el dedo índice en la entrada de ella, sin meterlo, sintiéndo como se humedecía de inmediato, nunca se hubiera experado de que fuera a ser tan... húmedo ahí abajo, así que sus ojos se posaron allí, no pudiendo vencer la curiosidad. Siguió acariciando la superficie, uniéndo un segundo dedo y finalmente dejó que este se perdiera dentro de ella. Se sentía caliente y apacible allí adentro, que extraña sensación.
- Es mágico... - Murmuró facinado con todo lo que descubría - Ahora entiendo los cientos de delirios poéticos en los que se menciona la belleza de este lugar - Agrega sin de tocar por todas partes, ahora que había descubierto algo tan interesante no podía dejar de tocar, estaba en su naturaleza, la curiosidad era innerente a su personalidad - El milagro de la vida se crea aquí - Continuó como perdido en un trance, metiéndo sus dedos hasta donde podía, tocando la piel que los cubria con ellos, grabando su textura en su mente, absorviendo la experiencia casi con devoción.
¿Cómo se sentiría introducirse dentro de ella? Pensó mientras continuaba los movimientos con sus dedos. ¿Cómo sería dejarse rodear por ese calor endiablado? Permitirle a ella comércelo, porque aunque muchos hombres pensaran que al acostarse con una mujer la poseían, en realidad era al contrario, él estaría dentro de ella, por lo tanto era como si ella lo devorara...
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
Siguió asintiendo, movía su pequeña cabecita arriba y abajo como una máquina programada para eso. Se retorcía, literalmente, con cada movimiento de dedos que hacía Soren. Los suspiros le salían involuntariamente, parecía más como si en cualquier minuto fuera a perder el conocimiento. La fuente de su impaciencia parecía querer rebalsar, como si en cualquier impulso ella misma detuviera todo, le quitara el pantalón para dejarlo desnudo y lo poseyera ahí mismo, salvajemente, sin cuidados y sin vacilaciones. Pero no, quería dejarlo actuar a su ritmo, que fuera conociendo paso a paso, darle la oportunidad de arrepentirse si quería.
Dio un salto cuando sintió como se introducía en ella. Tuvo que mirar dos veces para comprobar que efectivamente eran sus dedos. Era increíble, al menos así lo pensaba, lo que podía lograr con tan poco. La duda volvió a sus pensamientos. ¿Cómo será tenerlo realmente dentro de mi? La pregunta se repetía y repetía. Parecía no ser consciente de lo que producía tocándola por todas partes. Maldad, tortura, era lo único con lo que podía definirlo, pero sabía que no era así, era simple y pura curiosidad.
Algo más, la sensación aumentaba y ella sólo se veía perdida en todo este espiral de emociones. –Ohhh – un gemido, seguido de una serie de blasfemias eran el indicativo de que algo venía que ni siquiera ella podía controlar, -Más… necesito más… -rogó, casi suplicó y bajó una de sus manos para desabrocharle el cinturón. No quería que retrocediera, pero sabía que él también lo deseaba, ella conocía los signos y él los poseía todos, si ambos anhelaban lo mismo, ¿Por qué no hacerlo?
Se mordió el labio mientras sus dedos expertos se volvían torpes en algo tan simple como deshacerse de sus pantalones. Controlate Claire… Cálmate, hazlo bien no quieres que huya, no quieres que todo llegue hasta aquí. Un sonido salió entre sus dientes, -Por favor… - para cualquiera no habría sido muy audible, pero sabía que él si la escucharía, ahora todo estaba en sus manos, el juego del profesor había terminado, seguían aprendiendo, pero ya no era sólo ella la que enseñaba.
Dio un salto cuando sintió como se introducía en ella. Tuvo que mirar dos veces para comprobar que efectivamente eran sus dedos. Era increíble, al menos así lo pensaba, lo que podía lograr con tan poco. La duda volvió a sus pensamientos. ¿Cómo será tenerlo realmente dentro de mi? La pregunta se repetía y repetía. Parecía no ser consciente de lo que producía tocándola por todas partes. Maldad, tortura, era lo único con lo que podía definirlo, pero sabía que no era así, era simple y pura curiosidad.
Algo más, la sensación aumentaba y ella sólo se veía perdida en todo este espiral de emociones. –Ohhh – un gemido, seguido de una serie de blasfemias eran el indicativo de que algo venía que ni siquiera ella podía controlar, -Más… necesito más… -rogó, casi suplicó y bajó una de sus manos para desabrocharle el cinturón. No quería que retrocediera, pero sabía que él también lo deseaba, ella conocía los signos y él los poseía todos, si ambos anhelaban lo mismo, ¿Por qué no hacerlo?
Se mordió el labio mientras sus dedos expertos se volvían torpes en algo tan simple como deshacerse de sus pantalones. Controlate Claire… Cálmate, hazlo bien no quieres que huya, no quieres que todo llegue hasta aquí. Un sonido salió entre sus dientes, -Por favor… - para cualquiera no habría sido muy audible, pero sabía que él si la escucharía, ahora todo estaba en sus manos, el juego del profesor había terminado, seguían aprendiendo, pero ya no era sólo ella la que enseñaba.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
-Más… necesito más… - Escuchó la voz de ella y le pareció increible que ese ruego pudiera ser causado por alguien como él. ¿En serio esa mujer le deseaba? ¿O sólo fingia? Recordó las palabras de ella y se pregunto cuanto de esos movimientos y gestos eróticos, de ella, eran reales y cuantos hacían parte de la máscara que usaba con sus clientes. Eso le convertía en un cliente ¿verdad?. Se mordió los labios confundido con lo que le producía pensar en esas cosas.
No quería que su primera vez fuera con una persona que apenas conocía... no quería que fuera sólo por curiosidad. No quería ser un cliente.
Movió sus dedos más rápido, entrando y saliendo fácilmente de ella, concentrándo luego su atención en esa carnosidad externa punto creador de placer en las mujeres y con su mano libre acarició los pechos que había dejado descuidados, quedó en cuatro sobre ella, acariciándola por todas partes, más bien parecía que tuviera 4 manos o algo así, quería que ella se sintiera bien, no le importaba quedarse con las ganas, porque él era un hombre de principios y esas cosas que se construyen por centenas de años, no son fáciles de destruir.
- Claire... yo... te deseo - Acepta finalmente con voz entrecortada, sin dejar de acariciarla - Pero... no puedo ir más allá... este es mi límite - Finaliza entre la verguenza y la excitación - Siento mucho no dar la talla... no ser suficiéntemente hombre... no tener el valor - Agrega tragando saliva - Pero... no quiero que mi primera vez sea de esta manera - Acepta finalmente sintiéndose como una tonta quinciañera virgen que le pide a su novio que le demuestre que la ama antes de dar el importante paso.
En su caso, no era amor lo que buscaba, porque el amor era algo malo, algo que hacía sufrir a la gente y él no quería pasar por ello de nuevo. ¿Entonces que era lo que buscaba?
No quería que su primera vez fuera con una persona que apenas conocía... no quería que fuera sólo por curiosidad. No quería ser un cliente.
Movió sus dedos más rápido, entrando y saliendo fácilmente de ella, concentrándo luego su atención en esa carnosidad externa punto creador de placer en las mujeres y con su mano libre acarició los pechos que había dejado descuidados, quedó en cuatro sobre ella, acariciándola por todas partes, más bien parecía que tuviera 4 manos o algo así, quería que ella se sintiera bien, no le importaba quedarse con las ganas, porque él era un hombre de principios y esas cosas que se construyen por centenas de años, no son fáciles de destruir.
- Claire... yo... te deseo - Acepta finalmente con voz entrecortada, sin dejar de acariciarla - Pero... no puedo ir más allá... este es mi límite - Finaliza entre la verguenza y la excitación - Siento mucho no dar la talla... no ser suficiéntemente hombre... no tener el valor - Agrega tragando saliva - Pero... no quiero que mi primera vez sea de esta manera - Acepta finalmente sintiéndose como una tonta quinciañera virgen que le pide a su novio que le demuestre que la ama antes de dar el importante paso.
En su caso, no era amor lo que buscaba, porque el amor era algo malo, algo que hacía sufrir a la gente y él no quería pasar por ello de nuevo. ¿Entonces que era lo que buscaba?
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
Repentinamente comenzó de nuevo a escuchar la música que venía desde el salón del burdel, pudo volver a oler el perfume recargado que había en sus sábanas, pudo ver el rostro avergonzado de Soren frente a ella, pudo sentir su fría piel y pudo darse cuenta que él se había detenido, justo ahí, cuando estaba en el borde de perder todos los sentidos. Se sintió extraña, como vacía, como si hubiese muerto y cuando estaba a punto de llegar a las puertas del cielo, se las hubiesen cerrado en la cara. No, no hay un cupo para ti, devuélvete.
Sus propias palabras la hundieron, porque era ella quien había aceptado las condiciones del trato. Su arrogancia y ego le pasaban la cuenta, porque aquello que la llevó a las estrellas era lo mismo que la hacía caer. Porque cuanto más arriba se sube, más fuerte es el golpe y el suyo parecía no querer dejar de doler. Le tomó tiempo volver a recuperar el habla, el sentimiento electrizante se iba en las mismas ondas que había llegado, dejándola poco a poco como al principio pero con la nostalgia de lo que pudo haber pasado.
¿De qué le servía que la deseara? Si él también le había arrebatado una primera vez, - Al contrario Soren… necesitas valor para hacer lo que acabas de hacer. – La máscara de frialdad volvió a su rostro, sonrió tan falsa como hacía cada noche, -cualquiera habría seguido adelante, especialmente si dices… desearme.- Se sentó en la cama alejándose un poco de él, le acarició la mejilla en un gesto amable poco típico en ella, estaba quizás un poco vulnerable, pero él no la conocía lo suficiente como para saberlo.
Se levantó de la cama como pudo y se puso una bata de seda casi transparente mientras buscaba una caja con pequeños trocitos de chocolate, un regalo de un cliente que había traído aquella exclusividad de América, - Tienes derecho a escoger como quieres que sea tu primera vez… - sonrió y extendió la caja ofreciéndole pese a que sabía que no comía, - yo en cambio ni siquiera la recuerdo… he tenido tantas primeras veces y pude haber tenido otra esta noche… - limpió uno de sus dedos con su boca mientras esperaba por su respuesta, ya no había vuelta atrás, ahora era su ego el que estaba dolido y eso, era lo peor que podía pasarle.
Sus propias palabras la hundieron, porque era ella quien había aceptado las condiciones del trato. Su arrogancia y ego le pasaban la cuenta, porque aquello que la llevó a las estrellas era lo mismo que la hacía caer. Porque cuanto más arriba se sube, más fuerte es el golpe y el suyo parecía no querer dejar de doler. Le tomó tiempo volver a recuperar el habla, el sentimiento electrizante se iba en las mismas ondas que había llegado, dejándola poco a poco como al principio pero con la nostalgia de lo que pudo haber pasado.
¿De qué le servía que la deseara? Si él también le había arrebatado una primera vez, - Al contrario Soren… necesitas valor para hacer lo que acabas de hacer. – La máscara de frialdad volvió a su rostro, sonrió tan falsa como hacía cada noche, -cualquiera habría seguido adelante, especialmente si dices… desearme.- Se sentó en la cama alejándose un poco de él, le acarició la mejilla en un gesto amable poco típico en ella, estaba quizás un poco vulnerable, pero él no la conocía lo suficiente como para saberlo.
Se levantó de la cama como pudo y se puso una bata de seda casi transparente mientras buscaba una caja con pequeños trocitos de chocolate, un regalo de un cliente que había traído aquella exclusividad de América, - Tienes derecho a escoger como quieres que sea tu primera vez… - sonrió y extendió la caja ofreciéndole pese a que sabía que no comía, - yo en cambio ni siquiera la recuerdo… he tenido tantas primeras veces y pude haber tenido otra esta noche… - limpió uno de sus dedos con su boca mientras esperaba por su respuesta, ya no había vuelta atrás, ahora era su ego el que estaba dolido y eso, era lo peor que podía pasarle.
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
(ame el post con mi vida!)
Observó la decepción en el rostro de la mujer. No la conocía lo suficiente como para poder leer todos sus gestos e interpretarlos correctamente, pero el inconfundible rostro de una persona desilucionada no era difícil de reconocer. Ella había caminado por la habitación con una profesionalidad impecable, le impresionó como rápidamente controlaba la situación y se reponía a lo que debía haber sido bastante incómodo, si él estuviera en la misma situación ¿Que estaría haciéndo?
Estaría lamentándose, pensando en que había sido rechazado y refugiándose en su propia patética introversión.
Pero ahí estaba esa cortesana, caminando orgullosa a pesar de todo, ofreciéndole chocolates y hablando del asunto con tranquilidad. Aún le faltaba mucho por entender sobre como funcionaba la humanidad.
- Lo siento mucho... y... gracias por respetar mi punto de vista - Murmuró finalmente, estirándo una mano para tomar uno de los chocolates, llevándoselo a nariz para olfatearlo - Mmmm... el cacao tiene aún el leve aroma de la cuenca del Orinoco en America del sur - Cerró los ojos perdiéndose en el aroma, tan intenso como el mismo cuerpo de la mujer, los abrió y separó el chocolate de su nariz que ahora había quedado untada con una pequeña mancha café en toda la punta - Cuando no se pueden probar las cosas directamente, hay que buscar alternativas - Comenta observando el chocolate entre sus dedos - Cuando comes el chocolate, disfrutas de la sensación y esta desaparece una vez te lo tragas... el chocolate cumple su función y desaparece... ¿Pero cual es verdaderamente su valor? -
Camina hacía ella lentamente, un tanto tímido, aunque era irónico ya que acababan de ganar bastante intimidad a través de sus cuerpos, aún seguía sin la camiza, pero había olvidado ese detalle.
- Todo en la vida es igual - Explica observando la caja con chocolates - Lo pruebas, disfrutas y desaparece... pero eso no significa que comprendas su significado, que entiendas su valor - Entonces por primera vez esboza una sonrisa. Nunca se le daba bien sonreír, le era complicado y le hacía sentir incómodo, pero por primera vez le salió natural, sonrió dejando entrever los finos colmillos escondidos entre sus labios - Hoy me haz enseñado muchas cosas Claire y no hubo necesidad de comerse el chocolate -
Finalizó haciéndo una metáfora entre el chocolate y su propia virginidad.
Observó la decepción en el rostro de la mujer. No la conocía lo suficiente como para poder leer todos sus gestos e interpretarlos correctamente, pero el inconfundible rostro de una persona desilucionada no era difícil de reconocer. Ella había caminado por la habitación con una profesionalidad impecable, le impresionó como rápidamente controlaba la situación y se reponía a lo que debía haber sido bastante incómodo, si él estuviera en la misma situación ¿Que estaría haciéndo?
Estaría lamentándose, pensando en que había sido rechazado y refugiándose en su propia patética introversión.
Pero ahí estaba esa cortesana, caminando orgullosa a pesar de todo, ofreciéndole chocolates y hablando del asunto con tranquilidad. Aún le faltaba mucho por entender sobre como funcionaba la humanidad.
- Lo siento mucho... y... gracias por respetar mi punto de vista - Murmuró finalmente, estirándo una mano para tomar uno de los chocolates, llevándoselo a nariz para olfatearlo - Mmmm... el cacao tiene aún el leve aroma de la cuenca del Orinoco en America del sur - Cerró los ojos perdiéndose en el aroma, tan intenso como el mismo cuerpo de la mujer, los abrió y separó el chocolate de su nariz que ahora había quedado untada con una pequeña mancha café en toda la punta - Cuando no se pueden probar las cosas directamente, hay que buscar alternativas - Comenta observando el chocolate entre sus dedos - Cuando comes el chocolate, disfrutas de la sensación y esta desaparece una vez te lo tragas... el chocolate cumple su función y desaparece... ¿Pero cual es verdaderamente su valor? -
Camina hacía ella lentamente, un tanto tímido, aunque era irónico ya que acababan de ganar bastante intimidad a través de sus cuerpos, aún seguía sin la camiza, pero había olvidado ese detalle.
- Todo en la vida es igual - Explica observando la caja con chocolates - Lo pruebas, disfrutas y desaparece... pero eso no significa que comprendas su significado, que entiendas su valor - Entonces por primera vez esboza una sonrisa. Nunca se le daba bien sonreír, le era complicado y le hacía sentir incómodo, pero por primera vez le salió natural, sonrió dejando entrever los finos colmillos escondidos entre sus labios - Hoy me haz enseñado muchas cosas Claire y no hubo necesidad de comerse el chocolate -
Finalizó haciéndo una metáfora entre el chocolate y su propia virginidad.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
(aawwww ♥)
Sólo un paso al frente, la careta bien implantada en el rostro, los dedos de los pies en puntillas y un beso en la nariz que sirve para limpiar los restos del chocolate recién ofrecido y aceptado. Sólo un paso atrás, una sonrisa que no llegaba a los ojos, separación, atención, él parecía hablar consigo mismo, o quizás era porque ella ya no quería escuchar palabras de consuelo, su piel seguía llamándola y ella seguía con las ganas de responder a ese llamado. Otra habría suplicado, llorado, gritado si fuese necesario, otra que nunca era ella, porque ella tenía el orgullo demasiado grande y ahora además tenía el orgullo herido.
Soren parecía tan apasionado cuando hablaba de ciertos temas, pero al segundo se volvía un niño introvertido. ¿Sería ella también capaz de tales cambios? Probablemente si, pero simplemente no los notaba. Era terca, algo testaruda y quizás hasta rencorosa, pero… ¿no era todo eso parte de la pasión? ¿No era por aquello que habían llegado hasta ahí?, ¿no era aquel el motivo por el cual terminaron casi desnudos en algo que sabían ambos se deleitarían? Pasión… pasión… amor, quizás él buscaba eso, algo que ella no podía darle, porque el amor es lo que mueve al mundo, es la estrella que guía a los caminantes.
Sombría, desaparecida. – ¿No es suficiente para ti con los segundos de alegría que te da el chocolate para darle un valor? – Tomó su barbilla entre sus manos y le dio un beso en los labios, un beso que no estaba cargado de deseo, que era intenso sin ser sexual, que era más una muestra de complicidad entre ambos o una demostración de lo que acababa de decir. – Finalmente todo desaparece… hasta nosotros mismos, hagamos lo que hagamos, tenemos un fin, estamos condenados a alcanzar esa libertad queramos o no. – Otro roce de labios como el anterior, como si tuviera un derecho recién inventado a robarle los besos que quisiera, porque esa era una de las cosas que te daba la intimidad.
Sonrió como un reflejo a la que él le daba, notó los colmillos y una nueva fantasía se encendió en ella. Imaginó como sería que la mordiera, pero no en cualquier parte. – Enséñame a pintar… - ¿en realidad quería eso o lo había dicho para sacar las ideas de su cabeza? – Dame alternativas, enséñame y dame la oportunidad de no ser una más, de no ser otra puta ignorante de cualquier burdel. – Escupió las palabras como si fueran veneno, por fin sus temores salían a flote, ese ridículo miedo a ser como el resto, a no destacar, a pasar a ser parte de un mobiliario gastado y olvidado, a ser una más del montón ya existente, como figuras grises en un mar sin colores.
Soren parecía tan apasionado cuando hablaba de ciertos temas, pero al segundo se volvía un niño introvertido. ¿Sería ella también capaz de tales cambios? Probablemente si, pero simplemente no los notaba. Era terca, algo testaruda y quizás hasta rencorosa, pero… ¿no era todo eso parte de la pasión? ¿No era por aquello que habían llegado hasta ahí?, ¿no era aquel el motivo por el cual terminaron casi desnudos en algo que sabían ambos se deleitarían? Pasión… pasión… amor, quizás él buscaba eso, algo que ella no podía darle, porque el amor es lo que mueve al mundo, es la estrella que guía a los caminantes.
Sombría, desaparecida. – ¿No es suficiente para ti con los segundos de alegría que te da el chocolate para darle un valor? – Tomó su barbilla entre sus manos y le dio un beso en los labios, un beso que no estaba cargado de deseo, que era intenso sin ser sexual, que era más una muestra de complicidad entre ambos o una demostración de lo que acababa de decir. – Finalmente todo desaparece… hasta nosotros mismos, hagamos lo que hagamos, tenemos un fin, estamos condenados a alcanzar esa libertad queramos o no. – Otro roce de labios como el anterior, como si tuviera un derecho recién inventado a robarle los besos que quisiera, porque esa era una de las cosas que te daba la intimidad.
Sonrió como un reflejo a la que él le daba, notó los colmillos y una nueva fantasía se encendió en ella. Imaginó como sería que la mordiera, pero no en cualquier parte. – Enséñame a pintar… - ¿en realidad quería eso o lo había dicho para sacar las ideas de su cabeza? – Dame alternativas, enséñame y dame la oportunidad de no ser una más, de no ser otra puta ignorante de cualquier burdel. – Escupió las palabras como si fueran veneno, por fin sus temores salían a flote, ese ridículo miedo a ser como el resto, a no destacar, a pasar a ser parte de un mobiliario gastado y olvidado, a ser una más del montón ya existente, como figuras grises en un mar sin colores.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
El beso en la nariz le hizo cosquillas, se sonrrojó con el gesto, pues a pesar de todo era muy íntimo. Luego ella le besó apropiadamente en los labios, sus besos eran intensos y ahora sabían a chocolate. En realidad él había perdido la capacidad de diferenciar el sabor, ya no podía comer y su lengua parecía no registrar diferencia entre dulce o salado, pero ahí estaba ella ofreciéndole el sabor del chocolate a través de un beso.
Cuando terminó ella habló, parecía calmada, quizás su cuerpo volvía a la normalidad y entonces se sintió culpable de haberle dejado así. Debió haber seguido acariciándola hasta que ella alcanzara el orgasmo, daba igual si él no lo conseguía, se había masturbado muchas veces en el pasado y podría hacerlo al llegar a casa con el recuerdo de ella, no se avergonzaba de ello, más bien se había vuelto una rutina en su existencia. Porque a pesar de su manera de pensar un tanto... ¿anticuada? ¿conservadora?, él seguía siendo un hombre y un vampiro además. Y todo el mundo sabe cuan alto tienen los vampiros la líbido. Mucho más que los humanos.
Pero debido a su incapacidad de llevarse a una mujer a la cama, había encontrado alternativas y se había acostumbrado a esa 'frustración', sin embargo Claire no debía estar acostumbrada a nada de eso, teniendo en cuenta el tipo de mujer que era, todo hombre o mujer que alguna vez se cruzaba en su camino, debía desearla obsesivamente.
- No soy un buen maestro - Comenzó a decir con modestia - Y no estoy seguro de poder enseñarte realmentec cosas que valgan la pena, pero se una cosa, quiero... conocerte más - Finaliza volviéndo a avergonzarse. ¿Podría una mujer como ella ser su amiga? ¿su confidente? valla cosa más curiosa, precisamente alguien tan distinto a él. - Quiero conocer algo más de la Claire desnuda y sexual, quiero saber más de la Claire que le gusta leer en restaorantes, sentada en mesas alejadas del resto -
Cuando terminó ella habló, parecía calmada, quizás su cuerpo volvía a la normalidad y entonces se sintió culpable de haberle dejado así. Debió haber seguido acariciándola hasta que ella alcanzara el orgasmo, daba igual si él no lo conseguía, se había masturbado muchas veces en el pasado y podría hacerlo al llegar a casa con el recuerdo de ella, no se avergonzaba de ello, más bien se había vuelto una rutina en su existencia. Porque a pesar de su manera de pensar un tanto... ¿anticuada? ¿conservadora?, él seguía siendo un hombre y un vampiro además. Y todo el mundo sabe cuan alto tienen los vampiros la líbido. Mucho más que los humanos.
Pero debido a su incapacidad de llevarse a una mujer a la cama, había encontrado alternativas y se había acostumbrado a esa 'frustración', sin embargo Claire no debía estar acostumbrada a nada de eso, teniendo en cuenta el tipo de mujer que era, todo hombre o mujer que alguna vez se cruzaba en su camino, debía desearla obsesivamente.
- No soy un buen maestro - Comenzó a decir con modestia - Y no estoy seguro de poder enseñarte realmentec cosas que valgan la pena, pero se una cosa, quiero... conocerte más - Finaliza volviéndo a avergonzarse. ¿Podría una mujer como ella ser su amiga? ¿su confidente? valla cosa más curiosa, precisamente alguien tan distinto a él. - Quiero conocer algo más de la Claire desnuda y sexual, quiero saber más de la Claire que le gusta leer en restaorantes, sentada en mesas alejadas del resto -
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
Tan cerca que podía tocarlo, sentir el deseo de soltar sus inhibiciones. Sacó otro chocolate pero esta vez lo saboreó, recordando sus palabras, comprobando por si misma lo cierto que era de que aquel placer que sentía duraba tan poco. ¿Sería así con su trabajo alguna vez? Porque no era el sexo lo que le daba lo que amaba de ser una cortesana, era el poder que tenía en sus manos. Un quiebre, como una superficie trisada, así se sentía ahora, quizás estaba a punto de derrumbarse, no tenía como saberlo aún. Pero lo claro es que ya no estaba intacta.
Recordó las noches que pasó junto a una vela aprendiendo a leer. Como ese cliente le había enseñado desinteresadamente cada una de las letras, esa había sido la primera vez que se había enamorado, pero de los libros, no de un hombre. Él sólo disfrutaba viéndola alcanzar pequeños objetivos lección tras lección, él le regaló aquel libro de Baudelaire que había estado leyendo en el restaurant, él que ya no era su cliente, porque no era capaz de pagar lo que ella pedía.
Luego de eso no se detuvo, aprendió otros idiomas, comenzó a leer cosas de otros temas, no sólo novelas y descubrió que a veces ser un prostituta culta es más útil que ser experta en posiciones en la cama. –Nunca fui a una escuela o algo parecido, aprendí a leer porque alguien quiso enseñarme, se lo que se por testaruda y no rendirme, claro que puedes enseñarme, créeme, estoy segura que sabes muchas cosas que valen la pena. –
Dejó la caja de chocolate sobre la mesa donde habían estado originalmente. Se miró al espejo y notó como sus ojos habían cambiado, era apenas imperceptible, pero ella podía verlo. – De acuerdo, estoy de acuerdo, conozcámonos, pero fuera del burdel… no creo que acá sea capaz de controlarme. – sonrió de lado al girarse, era sincera, una de las cosas que más valoraba era la verdad por delante, necesitaba que todo fuera transparente, ya vivía demasiado en mentiras, fingiendo sentimientos cada noche. -¿Vamos a hacerlo o no Soren?-
Recordó las noches que pasó junto a una vela aprendiendo a leer. Como ese cliente le había enseñado desinteresadamente cada una de las letras, esa había sido la primera vez que se había enamorado, pero de los libros, no de un hombre. Él sólo disfrutaba viéndola alcanzar pequeños objetivos lección tras lección, él le regaló aquel libro de Baudelaire que había estado leyendo en el restaurant, él que ya no era su cliente, porque no era capaz de pagar lo que ella pedía.
Luego de eso no se detuvo, aprendió otros idiomas, comenzó a leer cosas de otros temas, no sólo novelas y descubrió que a veces ser un prostituta culta es más útil que ser experta en posiciones en la cama. –Nunca fui a una escuela o algo parecido, aprendí a leer porque alguien quiso enseñarme, se lo que se por testaruda y no rendirme, claro que puedes enseñarme, créeme, estoy segura que sabes muchas cosas que valen la pena. –
Dejó la caja de chocolate sobre la mesa donde habían estado originalmente. Se miró al espejo y notó como sus ojos habían cambiado, era apenas imperceptible, pero ella podía verlo. – De acuerdo, estoy de acuerdo, conozcámonos, pero fuera del burdel… no creo que acá sea capaz de controlarme. – sonrió de lado al girarse, era sincera, una de las cosas que más valoraba era la verdad por delante, necesitaba que todo fuera transparente, ya vivía demasiado en mentiras, fingiendo sentimientos cada noche. -¿Vamos a hacerlo o no Soren?-
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: El reino efímero de la seducción (Claire)
Le escuchó atentamente, ese hombre que le enseñó hizo una buena obra, pensaba escuchándole, enseñarle a leer a alguien que no sabe es abrirle un mundo de posibilidades infinitas, permitirle descubrir cosas que, cambiarían su vida, que le harían pesar de otra manera.
- Yo... también enseñé a leer a mi esclavo hace mucho tiempo - Comenzó a decir, no había necesidad de ocultar más su naturaleza vampírica con la humana, aunque no se sentía cómodo aceptando lo que era tan líbremente. Tal parecía que ella estaba acostumbrada a tratar con su tipo de gente ¿tendría otros clientes como él? seguramente se había acostado con otros vampiros. - Cuando lees, te abres a un gran mundo de posibilidades - Explica con una media sonrisa.
Mientras la observaba comerce otro chocolate, Soren pensaba en como podría salir de esa situación, que debía hacer, ¿Que era lo apropiado en una situación así?, las palabras de ella lo tomaron de nuevo por sorpresa.
-¿Vamos a hacerlo o no Soren?-
Retrocedió instintivamente al escuchar su voz tan segura y bajó la mirada hacía el suelo. No estaba seguro de eso, no sabía si algún día se permitiría ir más allá. Tragó saliva y finalmente dijo - Ahora... no - Murmuró, lo cual dejaba en posibilidad que en otra ocación si pasara ¿verdad? - No se muy bien que hacer en una situación así - Agregó buscando con la mirada su camiza, chaleco y sombrero, ahora desperdigados por el suelo.
Comenzó a abotonarse la camisa, observando de soslayo el bulto hergido en sus pantalones, que vergonzoso era tener que ser tan evidente, a las mujeres se les daba más fácil fingir, pero para un hombre era prácticamente imposible, se abrochó el chaleco gris sobre la camisa blanca y finalmente tomó el sombrero de copa entre sus manos.
- Supongo que... es todo... por ahora - Finalizó pensando en si debía robarle un último beso, pero se contuvo, ni siquiera la miró a los ojos, tenía la impresión de que al hacerlo se quedaría atrapado en esa habitación.
- Yo... también enseñé a leer a mi esclavo hace mucho tiempo - Comenzó a decir, no había necesidad de ocultar más su naturaleza vampírica con la humana, aunque no se sentía cómodo aceptando lo que era tan líbremente. Tal parecía que ella estaba acostumbrada a tratar con su tipo de gente ¿tendría otros clientes como él? seguramente se había acostado con otros vampiros. - Cuando lees, te abres a un gran mundo de posibilidades - Explica con una media sonrisa.
Mientras la observaba comerce otro chocolate, Soren pensaba en como podría salir de esa situación, que debía hacer, ¿Que era lo apropiado en una situación así?, las palabras de ella lo tomaron de nuevo por sorpresa.
-¿Vamos a hacerlo o no Soren?-
Retrocedió instintivamente al escuchar su voz tan segura y bajó la mirada hacía el suelo. No estaba seguro de eso, no sabía si algún día se permitiría ir más allá. Tragó saliva y finalmente dijo - Ahora... no - Murmuró, lo cual dejaba en posibilidad que en otra ocación si pasara ¿verdad? - No se muy bien que hacer en una situación así - Agregó buscando con la mirada su camiza, chaleco y sombrero, ahora desperdigados por el suelo.
Comenzó a abotonarse la camisa, observando de soslayo el bulto hergido en sus pantalones, que vergonzoso era tener que ser tan evidente, a las mujeres se les daba más fácil fingir, pero para un hombre era prácticamente imposible, se abrochó el chaleco gris sobre la camisa blanca y finalmente tomó el sombrero de copa entre sus manos.
- Supongo que... es todo... por ahora - Finalizó pensando en si debía robarle un último beso, pero se contuvo, ni siquiera la miró a los ojos, tenía la impresión de que al hacerlo se quedaría atrapado en esa habitación.
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