AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Cuando el peligro acecha {Bruno}
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Cuando el peligro acecha {Bruno}
Correr. Agua. Correr. Salvarme. Dolor. Correr...
La imprudencia es algo que a menudo acaba pagándose caro y yo en ese momento estaba sufriendo las consecuencias de mis actos. El día empezó bien y la noche se presentaba todavía mejor cuando tomé forma de pantera ya bien adentrado en el bosque. Me había llevado algo de muda por si me apetecía volver como humano a casa pero, en principio, volvería como gato. Por la madrugada, irónicamente, era mucho más seguro ser un gato que un humano solo por las calles. Como gato podía saltar y correr de manera mucho más fácil además de ir por los tejados dónde muy pocos animales me verían. Hasta llegar a la ventana de mi dormitorio. La cuestión es que todo pintaba genial. Por el bosque no había nadie, menos a esas horas, así que podía correr de un lado para otro; desahogarme de ese lado "oscuro" mío que necesitaba liberarse unas cuantas veces al mes. Muy pocas comparado con lo que necesitaba transformarme a diario y lo peor es que debía elegir entre la noche o el día. No podía hacerlo en ambas a menos que transcurrieran un buen número de horas; podía acabar muy muy exhausto. Rozando un punto estúpido cuando tenía todo el tiempo del mundo y nada ni nadie me presionaba.
Todo iba genial esa noche. Mi maldito tono blanco de pelaje no me hacía camuflar demasiado bien por la noche ¿Por qué tenía que ser tan diferente? Solo había conocido una pantera blanca en mi vida a parte de mi mismo. Mi padre adoptivo, que también se podía transformar en una, era tan negra como las otras. Desde luego podía resultar bastante útil en varias ocasiones. Para los que eran únicamente animales mucho más durante la caza, yo a penas cazaba teniendo alimento como un humano. Aunque si es bien cierto que el instinto lo tenía. Y hasta como una persona a veces veía a gente que, por algún motivo, me daban ganas de salir tras de ella como todo un animal. Una parte de mi algo desconocida y, por suerte, prácticamente controlada. Ese mismo instinto fue el que me advirtió que no estaba solo. Al principio, pensé que debía ser un compañero, el dueño tal vez del territorio que me vigilaba desde las sombras. Las peleas del territorio podían ser bien jodidas, en ese momento, no me venía nada mal para el desahogo que necesitaba -aunque de por si fuese siempre pacífico.- pero me equivocaba. Cuando mis orbes azules se posaron en el árbol del cual captaba las malas vibraciones vi que era algo mucho más grande que un animal. Para mi desgracia, tenía forma humana. Y lo que llevaba en la mano no me gustaba nada. Uno de esos rifles de largo alcance con los que me había topado ya algunas veces a manos de cazadores. ¡Mierda!. Grité para mi mismo y, al mismo tiempo, lancé un rugido hacia su dirección esperando que se acobardara. Pero el muy imbécil lo único que hizo fue apretar su escopeta y disparar. Me rozó una de las patas. Por instinto salí corriendo. ¿Pero hacia dónde podía ir? Allí era la primera vez que me pasaba. ¿Me vendría siguiendo desde hacía días? Menudo descuido por mi parte. Como mis padres se enteraran enserio les podía dar un infarto, sobretodo mi padre, al que no le gustaban nada mis salidas pero que las permitía porque sabía que lo necesitaba para poder liberarme.
No sé cuanto corrí ni los disparon que rozaron mi cuerpo pero en cuanto uno atravesó mi pata trasera izquierda las cosas se pusieron mucho más jodidas. Ahora encima tenía que huir cojeando. Simplemente genial. Ya estaba muy lejos de dónde lo había visto. Tenía que encontrar algún sitio dónde esconderme. Y entonces como por ayuda divina vi lo que parecía ser una obertura hacia una posible cueva. El cazador me pisaba los talones. El cuerpo me era cada vez más pesado. Pero tenía que aguantar. No me dejaría cazar tan fácilmente. Si no fuera por esa maldita arma de fuego podría haberle atacado directamente con mis dientes; de seguro hubiesen sido útiles. Claro que, si no fuese por esa arma, dudo que hubiese intentado dar caza a semejante animal como el que era. Tras un par de vueltas por la cerca escuché los pasos del humano pero lejos de ser certeros eran lentos, perdidos. Esa era mi oportunidad. Con mis últimas fuerzas corrí hasta la obertura, unos metros más adentro, hasta que finalmente desplomé sobre el frío suelo de roca. Jadeando y completamente exhausto.
La imprudencia es algo que a menudo acaba pagándose caro y yo en ese momento estaba sufriendo las consecuencias de mis actos. El día empezó bien y la noche se presentaba todavía mejor cuando tomé forma de pantera ya bien adentrado en el bosque. Me había llevado algo de muda por si me apetecía volver como humano a casa pero, en principio, volvería como gato. Por la madrugada, irónicamente, era mucho más seguro ser un gato que un humano solo por las calles. Como gato podía saltar y correr de manera mucho más fácil además de ir por los tejados dónde muy pocos animales me verían. Hasta llegar a la ventana de mi dormitorio. La cuestión es que todo pintaba genial. Por el bosque no había nadie, menos a esas horas, así que podía correr de un lado para otro; desahogarme de ese lado "oscuro" mío que necesitaba liberarse unas cuantas veces al mes. Muy pocas comparado con lo que necesitaba transformarme a diario y lo peor es que debía elegir entre la noche o el día. No podía hacerlo en ambas a menos que transcurrieran un buen número de horas; podía acabar muy muy exhausto. Rozando un punto estúpido cuando tenía todo el tiempo del mundo y nada ni nadie me presionaba.
Todo iba genial esa noche. Mi maldito tono blanco de pelaje no me hacía camuflar demasiado bien por la noche ¿Por qué tenía que ser tan diferente? Solo había conocido una pantera blanca en mi vida a parte de mi mismo. Mi padre adoptivo, que también se podía transformar en una, era tan negra como las otras. Desde luego podía resultar bastante útil en varias ocasiones. Para los que eran únicamente animales mucho más durante la caza, yo a penas cazaba teniendo alimento como un humano. Aunque si es bien cierto que el instinto lo tenía. Y hasta como una persona a veces veía a gente que, por algún motivo, me daban ganas de salir tras de ella como todo un animal. Una parte de mi algo desconocida y, por suerte, prácticamente controlada. Ese mismo instinto fue el que me advirtió que no estaba solo. Al principio, pensé que debía ser un compañero, el dueño tal vez del territorio que me vigilaba desde las sombras. Las peleas del territorio podían ser bien jodidas, en ese momento, no me venía nada mal para el desahogo que necesitaba -aunque de por si fuese siempre pacífico.- pero me equivocaba. Cuando mis orbes azules se posaron en el árbol del cual captaba las malas vibraciones vi que era algo mucho más grande que un animal. Para mi desgracia, tenía forma humana. Y lo que llevaba en la mano no me gustaba nada. Uno de esos rifles de largo alcance con los que me había topado ya algunas veces a manos de cazadores. ¡Mierda!. Grité para mi mismo y, al mismo tiempo, lancé un rugido hacia su dirección esperando que se acobardara. Pero el muy imbécil lo único que hizo fue apretar su escopeta y disparar. Me rozó una de las patas. Por instinto salí corriendo. ¿Pero hacia dónde podía ir? Allí era la primera vez que me pasaba. ¿Me vendría siguiendo desde hacía días? Menudo descuido por mi parte. Como mis padres se enteraran enserio les podía dar un infarto, sobretodo mi padre, al que no le gustaban nada mis salidas pero que las permitía porque sabía que lo necesitaba para poder liberarme.
No sé cuanto corrí ni los disparon que rozaron mi cuerpo pero en cuanto uno atravesó mi pata trasera izquierda las cosas se pusieron mucho más jodidas. Ahora encima tenía que huir cojeando. Simplemente genial. Ya estaba muy lejos de dónde lo había visto. Tenía que encontrar algún sitio dónde esconderme. Y entonces como por ayuda divina vi lo que parecía ser una obertura hacia una posible cueva. El cazador me pisaba los talones. El cuerpo me era cada vez más pesado. Pero tenía que aguantar. No me dejaría cazar tan fácilmente. Si no fuera por esa maldita arma de fuego podría haberle atacado directamente con mis dientes; de seguro hubiesen sido útiles. Claro que, si no fuese por esa arma, dudo que hubiese intentado dar caza a semejante animal como el que era. Tras un par de vueltas por la cerca escuché los pasos del humano pero lejos de ser certeros eran lentos, perdidos. Esa era mi oportunidad. Con mis últimas fuerzas corrí hasta la obertura, unos metros más adentro, hasta que finalmente desplomé sobre el frío suelo de roca. Jadeando y completamente exhausto.
Artemís Fortescue- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/10/2011
Edad : 33
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Re: Cuando el peligro acecha {Bruno}
Amelie lo había vuelto a citar pero desde que se fue haría una media hora. No podía dar crédito a que ahora no solo tenía que obtener un dinero en concreto, si no el doble y más, era un buen problema, uno bien gordo pues casi todo se lo había gastado en su nueva casa(la cual no muy grande pero sí con lo justo y necesario), su profesión ayudaba en eso pero es que lo que le habían pedido no era ni la mínima parte de lo que valía la propiedad. Un gran problemón del que ya proveería, ahora no podía hacer otra cosa... sin olvidar de lo otro más importante, su propia salud... por instinto, echó una mirada por encima de su hombro desde donde se encontraba, aquel árbol milenario que gracias a sus pobladas hojas le daban una vista perfecta y podía a la vez camuflarse entre ellas. Nadie. Silencio absoluto en el sentido de haber persona por allí, eso sí...un sin fin de ruidos nocturnos que lejos de incomodarle, le relajaban... quizás era mejor la idea de quedarse allí por esta noche, no se fiaba de absolutamente nada ¿y si...? no, era mejor no pensar...
Se cruzó de brazos resoplando por lo que algunos mechones de su flequillo se mecieron con suavidad, volviendo a su anterior estado... de locos, todo era de locos, ahora tenía que quedarse en el bosque, él en un bosque como si fuese un chiste...pero era mejor si quería contarlo como anécdota, la cual veía muy lejana pero la veía que no era poco. Antes de tomar asiento, se aseguró que nada le manchase la ropa, cosa difícil ya que estaba rodeado de hierba, barro y otras cosas que es mejor no describir...se dejó caer hasta dejar apoyar su espalda en la corteza del árbol. Y que maravillosa vista tenía desde allí... la profundidad del bosque, hasta no llegar a ver hasta donde tenía su fin, seguramente para hacerlo tendría que caminar durante horas, días incluso... y estos eran los pensamientos en los que dejaba volar su imaginación y por lo menos olvidarse de aquello que lo podía llegar a atormentar.
"Ricordate che guarderete più a lungo" [Recuerda que te vigilaré siempre].
Aquella frase, intensa y dicha con aquella voz grave, le había quitado el sueño más de una noche. Bastardo, dejar aquello como herencia y aún así lo idolatraba...dio un puñetazo a la mullida hierba y apretó los dientes ante el recuerdo, sacudiendo la cabeza después y suspirar bastante afectado por todo en general. De lejos las campanas daban las 9, era mejor regresar al burdel, sin darse cuenta había pasado demasiado tiempo y no quería andar por sitios así tan adentrada la noche. Suspiró a la vez que empezaba a levantarse y retomar el camino, pero algo le alertó y no fueron otra cosa que disparos, ¡merda! ¡era a él!. No se aseguró, empezó a correr entre los hierbajos más abundantes, pero el filo del bosque se acababa, la respiración se le entrecortó hasta que no pudo dar ningún paso más... las calles se le presentaron como cobijo, queriendo protegerlo en un abrazo sin salida... hacía mucho que no corría de esa manera, más bien huír.
Ya no pudo más, apoyado en una de las paredes que daban el principio del bosque, se dejó caer... la oscuridad de la noche empezó a ser su mejor escondite, unos segundos después, oyó otro ruido diferente a un disparo... alzando su mirada esmeralda hacia el frente, ver que en efecto algo había caído no muy lejos de donde estaba. Corrió hasta el lugar en concreto y se cercioró que era un animal herido, no un animal cualquiera...era impresionante a la par que hermoso ¿y cómo dejarlo morir? a él no le hubiese gustado lo más mínimo que le dejasen en el asfalto como basura, bastante enfurruñado, se inclinó para observarle de más cerca y que en efecto estuviese vivo y no esperarse lo peor. Cerró los ojos al ver que tenía pulso e intentó tomarlo en brazos, cosa que le sería prácticamente imposible. Le tomó de las patas no heridas y tiró de él para llevarle a buen recaudo.
-A ver como salimos de esta, felino...-no estaban lejos del burdel pero de momento era mejor no moverse, quien fuese lo estaría buscando, no sabía si a uno o a otro pero de momento permanecería allí, sin otra cosa que hacer que velar por su seguridad y por la de ahora su acompañante de huída.-Tranquilo, no pasará nada... no al menos si nos terminan por agujerear como a un colador
Se cruzó de brazos resoplando por lo que algunos mechones de su flequillo se mecieron con suavidad, volviendo a su anterior estado... de locos, todo era de locos, ahora tenía que quedarse en el bosque, él en un bosque como si fuese un chiste...pero era mejor si quería contarlo como anécdota, la cual veía muy lejana pero la veía que no era poco. Antes de tomar asiento, se aseguró que nada le manchase la ropa, cosa difícil ya que estaba rodeado de hierba, barro y otras cosas que es mejor no describir...se dejó caer hasta dejar apoyar su espalda en la corteza del árbol. Y que maravillosa vista tenía desde allí... la profundidad del bosque, hasta no llegar a ver hasta donde tenía su fin, seguramente para hacerlo tendría que caminar durante horas, días incluso... y estos eran los pensamientos en los que dejaba volar su imaginación y por lo menos olvidarse de aquello que lo podía llegar a atormentar.
"Ricordate che guarderete più a lungo" [Recuerda que te vigilaré siempre].
Aquella frase, intensa y dicha con aquella voz grave, le había quitado el sueño más de una noche. Bastardo, dejar aquello como herencia y aún así lo idolatraba...dio un puñetazo a la mullida hierba y apretó los dientes ante el recuerdo, sacudiendo la cabeza después y suspirar bastante afectado por todo en general. De lejos las campanas daban las 9, era mejor regresar al burdel, sin darse cuenta había pasado demasiado tiempo y no quería andar por sitios así tan adentrada la noche. Suspiró a la vez que empezaba a levantarse y retomar el camino, pero algo le alertó y no fueron otra cosa que disparos, ¡merda! ¡era a él!. No se aseguró, empezó a correr entre los hierbajos más abundantes, pero el filo del bosque se acababa, la respiración se le entrecortó hasta que no pudo dar ningún paso más... las calles se le presentaron como cobijo, queriendo protegerlo en un abrazo sin salida... hacía mucho que no corría de esa manera, más bien huír.
Ya no pudo más, apoyado en una de las paredes que daban el principio del bosque, se dejó caer... la oscuridad de la noche empezó a ser su mejor escondite, unos segundos después, oyó otro ruido diferente a un disparo... alzando su mirada esmeralda hacia el frente, ver que en efecto algo había caído no muy lejos de donde estaba. Corrió hasta el lugar en concreto y se cercioró que era un animal herido, no un animal cualquiera...era impresionante a la par que hermoso ¿y cómo dejarlo morir? a él no le hubiese gustado lo más mínimo que le dejasen en el asfalto como basura, bastante enfurruñado, se inclinó para observarle de más cerca y que en efecto estuviese vivo y no esperarse lo peor. Cerró los ojos al ver que tenía pulso e intentó tomarlo en brazos, cosa que le sería prácticamente imposible. Le tomó de las patas no heridas y tiró de él para llevarle a buen recaudo.
-A ver como salimos de esta, felino...-no estaban lejos del burdel pero de momento era mejor no moverse, quien fuese lo estaría buscando, no sabía si a uno o a otro pero de momento permanecería allí, sin otra cosa que hacer que velar por su seguridad y por la de ahora su acompañante de huída.-Tranquilo, no pasará nada... no al menos si nos terminan por agujerear como a un colador
Bruno Machiavelli- Prostituta Clase Baja
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Re: Cuando el peligro acecha {Bruno}
Mis oídos me estaban traicionando. También mi olfato. Aquello no podía estar pasando. Para cuando me di cuenta de que había un humano a mi lado ya era demasiado tarde para huir, ni siquiera cuando lo había sentido acercarse. Sin embargo, para mi total sorpresa, no me atacó. Me acarició y susurró unas palabras que dada mi situación -bastante grabe.- no me molesté en captar. Algo de escapar. De huir. O de salvarnos. ¿Qué importaba? ¡Joder! Le estaba hablando a una pantera como si nada. Me estaba acariciando el lomo. El lomo de un animal totalmente salvaje. ¿Estaba tarado? Si no era una alucinación mía definitivamente es que estaba mal de la cabeza. No había conocido un solo humano que se me acercara sin alguna protección, sin algún arma con la intención de atacarme. Nunca de acariciarme. A una pantera no se la acariciaba como si fuera un gato, se le daba caza. Igual que ellas daban caza a otros animales más pequeños, o más grandes, mientras sirviera para sobrevivir. En cualquier caso, mi mente estaba consciente de milagro ¿Qué iba a hacer si me desmayaba? Volvería a mi forma humana de inmediato del mismo modo que lo hacía cuando me quedaba dormido. Para estar en forma animal necesitaba concentración. Concentración que solo tenía cuando estaba mínimamente despierto y la muestra estaba en ese momento. Un momento en el que a penas me quedaba consciencia pero podía mantenerme como una pantera. En cuanto se me apagara la "pantalla" ya no habría modo de mantenerme. Aunque ¿Qué importaba? Con suerte todo sería una pesadilla y despertaría sobre mi cama dándome cuenta de lo tonto que era por preocuparme en vano.
Aún así, hice todo lo posible por mantenerme despierto. Solté un débil, realmente muy débil, gruñido. Tal vez así se marcharía. No podía confiar en cualquiera que me hiciese unos mimitos aunque para que negarlo, tampoco podía quitarle su mérito por acercárseme tan confiadamente. Pero definitivamente no me dejaría llevar. Tenía que mantenerme firme. Y ni siquiera mis patas me respondían. Por suerte, podía notar mi cuero o tal vez debería decir por desgracia. Ya que la herida en la pata quemaba horrores. Pero eso significaba que seguía vivo. Que mi cuerpo seguía vivo aunque no tuviese fuerzas para moverlo, lo que era una señal bastante positiva. ¿Qué haría si me quedaba invalido? No, esto es un mal sueño, recuérdalo; no tienes por qué preocuparte tanto. Me decía una y otra vez pero no conseguía despertar ¿Y si no era un sueño? Entonces tenía que pensar como salir de allí. Sí, claro, salir de allí con un agujero en la pata y con ese humano. Graciosa idea. Los sueños no cuestan nada ¿verdad Artemís? Su propia consciente se burlaba de él pero ¿Qué otra cosa podía hacer? Resignarse a pudrirse ahí no era algo que fuese con su actitud precisamente. No, a él le iba luchar hasta el final. Y, como siempre, no le pondría fácil su captura a quien fuese el desdichado de creer que podía conseguir.
Tenía la boca muy seca, me relamí al mismo tiempo que entreabría los ojos en un vano intento por ver quien era mi reciente "compañero". La visión, por el esfuerzo, se me tornaba borrosa pero aún así pude distinguir a una persona del género masculino. Eso me había parecido por la voz pero tampoco estaba seguro. Un hombre de, tal vez, mediana edad. Barba. Cabello alborotado. ¿Cómo había acabado a mi lado? Me pregunté y por un momento moví mi rostro hasta que mi hocico rozó con una de sus mejillas, muy débilmente claro. Pero puede que en ese momento fuese mi mejor manera de demostrar un mínimo de agradecimiento por no intentar matarme con solo verme. Por acariciarme de esa manera tan suave que, poco a poco, estaba consiguiendo relajarme. El sonido de la lluvia vino hasta mis oídos. Lentamente las primeras gotas empezaron a dejar paso a las que venían. Volví a cerrar mis ojos y a apoyar mi cabeza sobre mis patas delanteras, no valía la pena gastar un esfuerzo innecesario en ver o en moverme cuando sabía de sobras que en ese momento no podía hacerlo. Era tan relajante escuchar la lluvia. Me encantaba. Una gota se juntaba con otra y así sucesivamente. Noté que mi mente se alejaba de mi cuerpo cuando ya era demasiado tarde pero ¿sabéis? me alegré de que lo último en escuchar fuese ese sonido tan maravilloso. Mi pantera interior se esfumó dando paso a mi original forma; la humana.
Aún así, hice todo lo posible por mantenerme despierto. Solté un débil, realmente muy débil, gruñido. Tal vez así se marcharía. No podía confiar en cualquiera que me hiciese unos mimitos aunque para que negarlo, tampoco podía quitarle su mérito por acercárseme tan confiadamente. Pero definitivamente no me dejaría llevar. Tenía que mantenerme firme. Y ni siquiera mis patas me respondían. Por suerte, podía notar mi cuero o tal vez debería decir por desgracia. Ya que la herida en la pata quemaba horrores. Pero eso significaba que seguía vivo. Que mi cuerpo seguía vivo aunque no tuviese fuerzas para moverlo, lo que era una señal bastante positiva. ¿Qué haría si me quedaba invalido? No, esto es un mal sueño, recuérdalo; no tienes por qué preocuparte tanto. Me decía una y otra vez pero no conseguía despertar ¿Y si no era un sueño? Entonces tenía que pensar como salir de allí. Sí, claro, salir de allí con un agujero en la pata y con ese humano. Graciosa idea. Los sueños no cuestan nada ¿verdad Artemís? Su propia consciente se burlaba de él pero ¿Qué otra cosa podía hacer? Resignarse a pudrirse ahí no era algo que fuese con su actitud precisamente. No, a él le iba luchar hasta el final. Y, como siempre, no le pondría fácil su captura a quien fuese el desdichado de creer que podía conseguir.
Tenía la boca muy seca, me relamí al mismo tiempo que entreabría los ojos en un vano intento por ver quien era mi reciente "compañero". La visión, por el esfuerzo, se me tornaba borrosa pero aún así pude distinguir a una persona del género masculino. Eso me había parecido por la voz pero tampoco estaba seguro. Un hombre de, tal vez, mediana edad. Barba. Cabello alborotado. ¿Cómo había acabado a mi lado? Me pregunté y por un momento moví mi rostro hasta que mi hocico rozó con una de sus mejillas, muy débilmente claro. Pero puede que en ese momento fuese mi mejor manera de demostrar un mínimo de agradecimiento por no intentar matarme con solo verme. Por acariciarme de esa manera tan suave que, poco a poco, estaba consiguiendo relajarme. El sonido de la lluvia vino hasta mis oídos. Lentamente las primeras gotas empezaron a dejar paso a las que venían. Volví a cerrar mis ojos y a apoyar mi cabeza sobre mis patas delanteras, no valía la pena gastar un esfuerzo innecesario en ver o en moverme cuando sabía de sobras que en ese momento no podía hacerlo. Era tan relajante escuchar la lluvia. Me encantaba. Una gota se juntaba con otra y así sucesivamente. Noté que mi mente se alejaba de mi cuerpo cuando ya era demasiado tarde pero ¿sabéis? me alegré de que lo último en escuchar fuese ese sonido tan maravilloso. Mi pantera interior se esfumó dando paso a mi original forma; la humana.
Artemís Fortescue- Cambiante Clase Alta
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Re: Cuando el peligro acecha {Bruno}
Y la pregunta era ¿qué le daba miedo a Bruno? Nada. Ninguna persona, había tenido el peligro siempre tatuado en la piel, como también se le había presentado la muerte delante de sus narices, advirtiéndole, jugándoselo a todo y nada, siempre ganando y muy pocas veces perdiendo. Tenía ese don que no había llegado nunca a pulir su padre, esa valentía y de hacer las cosas con cautela, siempre arriesgando pero lo suficiente para no tener que hacer nada más que recoger su premio. Sabía que ante él no tenía una imagen como estaba acostumbrado. Era un animal, y no uno cualquiera...era una pantera, tan negra como el ébano... que si estuviese despierta no estaría tan cerca y menos tocándola como si fuese un gato doméstico. Pero ¿qué le había empujado a hacerlo? verle débil, ver que necesitaba de su ayuda y si algo lo caracterizaba era el sentirse culpable después...podía ser tremendamente pasota, no importarle nada ni nadie...o al menos no lo suficiente como para perder la cabeza y olvidarse de sus prioridades. Ahora tenía que ayudar a aquel animal, era obvio que no iba a atacarlo en ese estado, y si así fuese otra más que añadir a su lista de mirar directamente a la muerte a los ojos, desafiarla y nadie sabe hasta que punto le encantaba hacerlo, incluso podía decirse que le excitaba en sí.
Y así fue, solo que aquellos ojos eran felinos, peligrosos y aterradores para cualquiera... y su propia mirada cargada tanto de paciencia, como de tranquilidad...intentó que pudiese transmitírsela, conocía a esos cazadores...estaban por todas partes y esa noche habían acertado, no pudiendo volver con el premio. Siguió acariciando al animal, deteniéndose justo cuando le gruñó pero apenas se movió al igual que él mismo. Suspiró negando con la cabeza, quizás le estaba advirtiendo pero aún así allí seguía, resguárdandole como si con su sola presencia pudiese protegerle.
Claro que lo que no esperó, fue aquello que le tomó por sorpresa... esa transformación ante sus ojos. No era la primera vez que veía algo así... recordó rápidamente aquello del cementerio, aquel gato que parecía solo eso...un gato y en varios segundos tomó forma humana. Era inevitable, echarse a un lado más sorprendido que asustado... como en un ovillo, aquella forma humana...más bien la de un joven de cabello tan negro como la propia noche, como su propia naturaleza... Bruno, chasqueó la lengua mirando a un lado y a otro, ¿dónde ir? Sabía que si le sacaba de esta le tendría que deber el favor y no le haría nada, pero eso era lo último en lo que pensaba ahora... inclinado sobre el joven, pasó una mano por su frente, apartándole todo mechón de cabello que no pudiese apreciar sus rasgos...no lo conocía, ni de vista, de nada... y como aquel joven rubio, también estaba desnudo...era evidente, no había que darle muchas más vueltas.
Al menos, ahora era menos pesado, sería extraño llevar a alguien en esas circunstancias. Su propia chaqueta, lo taparía y se resguardaría un tanto de la lluvia hasta la habitación del burdel, allí lo que menos hacían eran preguntas. Lo tomó sin ningún problema y lo cargó observando a su alrededor, solo se oía lluvia y sus propios pasos, los aceleró...el burdel estaba un poco lejos del bosque,más bien en el centro por lo que se tendría que dar prisa antes de que esos cazadores no dejasen su misión en vano y rematarlo para obtener como premio el cadáver. Su cara de desprecio fue más que notable...no le gustaba la caza y menos de personas, ni él haría algo así. Y así fue, apenas había gente en el portal, en los pasillos estaban más que ocupados y a la mirada fugaz de algunos presentes, Bruno, como buenamente pudo abrió la puerta... entró y la cerró con un pie, ocasionando un portazo importante, el de siempre...
Ci siamo quasi, aspetta ..(Ya casi estamos, aguanta)-una vez en la cama, buscó algo con qué secarlo, quitándole después la chaqueta empapada y que al menos entrase en calor, no podía localizar la herida...y tampoco llamaría a nadie, él se encargaría de todo. Con una toalla, sentado a su lado... tomó su rostro con una mano y pasó la suave prenda por éste, estaba frío...solo esperaba no tener que cargar luego con un muerto, como le pasase algo él sería el más señalado... resopló bajando ahora por sus hombros, su pecho, esperando que viniese en sí, saber más cosas... ¿porqué sabría hablar, no?-Bambino, despierta...vamos, vamos...-brusco o no, dio un par de golpecitos en sus mejillas, inclinado a él, con esos ojos verdes inquisidores, que lejos de parecer que hacía una buena acción incluso parecían aterradores.
Y así fue, solo que aquellos ojos eran felinos, peligrosos y aterradores para cualquiera... y su propia mirada cargada tanto de paciencia, como de tranquilidad...intentó que pudiese transmitírsela, conocía a esos cazadores...estaban por todas partes y esa noche habían acertado, no pudiendo volver con el premio. Siguió acariciando al animal, deteniéndose justo cuando le gruñó pero apenas se movió al igual que él mismo. Suspiró negando con la cabeza, quizás le estaba advirtiendo pero aún así allí seguía, resguárdandole como si con su sola presencia pudiese protegerle.
Claro que lo que no esperó, fue aquello que le tomó por sorpresa... esa transformación ante sus ojos. No era la primera vez que veía algo así... recordó rápidamente aquello del cementerio, aquel gato que parecía solo eso...un gato y en varios segundos tomó forma humana. Era inevitable, echarse a un lado más sorprendido que asustado... como en un ovillo, aquella forma humana...más bien la de un joven de cabello tan negro como la propia noche, como su propia naturaleza... Bruno, chasqueó la lengua mirando a un lado y a otro, ¿dónde ir? Sabía que si le sacaba de esta le tendría que deber el favor y no le haría nada, pero eso era lo último en lo que pensaba ahora... inclinado sobre el joven, pasó una mano por su frente, apartándole todo mechón de cabello que no pudiese apreciar sus rasgos...no lo conocía, ni de vista, de nada... y como aquel joven rubio, también estaba desnudo...era evidente, no había que darle muchas más vueltas.
Al menos, ahora era menos pesado, sería extraño llevar a alguien en esas circunstancias. Su propia chaqueta, lo taparía y se resguardaría un tanto de la lluvia hasta la habitación del burdel, allí lo que menos hacían eran preguntas. Lo tomó sin ningún problema y lo cargó observando a su alrededor, solo se oía lluvia y sus propios pasos, los aceleró...el burdel estaba un poco lejos del bosque,más bien en el centro por lo que se tendría que dar prisa antes de que esos cazadores no dejasen su misión en vano y rematarlo para obtener como premio el cadáver. Su cara de desprecio fue más que notable...no le gustaba la caza y menos de personas, ni él haría algo así. Y así fue, apenas había gente en el portal, en los pasillos estaban más que ocupados y a la mirada fugaz de algunos presentes, Bruno, como buenamente pudo abrió la puerta... entró y la cerró con un pie, ocasionando un portazo importante, el de siempre...
Ci siamo quasi, aspetta ..(Ya casi estamos, aguanta)-una vez en la cama, buscó algo con qué secarlo, quitándole después la chaqueta empapada y que al menos entrase en calor, no podía localizar la herida...y tampoco llamaría a nadie, él se encargaría de todo. Con una toalla, sentado a su lado... tomó su rostro con una mano y pasó la suave prenda por éste, estaba frío...solo esperaba no tener que cargar luego con un muerto, como le pasase algo él sería el más señalado... resopló bajando ahora por sus hombros, su pecho, esperando que viniese en sí, saber más cosas... ¿porqué sabría hablar, no?-Bambino, despierta...vamos, vamos...-brusco o no, dio un par de golpecitos en sus mejillas, inclinado a él, con esos ojos verdes inquisidores, que lejos de parecer que hacía una buena acción incluso parecían aterradores.
Bruno Machiavelli- Prostituta Clase Baja
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Re: Cuando el peligro acecha {Bruno}
Mi mente estaba completamente ida. Sabía que ya no era una pantera. No podía serlo teniendo en cuenta la poca concentración de la que disponía en ese momento. Nula. ¿Qué estaba pasando? Me repateaba no saberlo. No ser consciente ni dueño de mi cuerpo. Estar indefenso. Débil. Eso ya de por si molestaba pero estarlo encima con alguien ¡Todavía era peor! Mis padres eran los únicos en los que verdaderamente podía confiar cuando estaba débil. Nadie más. Absolutamente nadie. No era desconfiado, simplemente la vida me había recordado en muchas ocasiones que, en según que casos, el más fuerte se come al más débil. Literalmente hablando. Por suerte los humanos no tenían esa costumbre de comerse al contrario. Solo de darle una paliza. Violar su cuerpo. Dañar psicológicamente. Y otras cosas que, pensándolo mejor, no eran tan buenas comparadas con lo otro. Por lo menos podías morir. Aquí no, tenías que resignarte a vivir con ello ¡Ah! Pensaba y pensaba. ¿Por qué no podía quedarme inconsciente sin más? Y levantarme dónde fuera. O, tal vez, no volver a levantarme. Ese simple pensamiento ya me daba ganas de echar a correr. De mover aunque fuese mi cuerpo. Notaba la lluvia el frío. Claro, estaba completamente desnudo después de transformarme. Intenté abrir los ojos en vano porque todo se volvió negro. No escuchaba los sonidos, únicamente un agudo pitido que cada vez era más fuerte. Que dolor de cabeza...
[...]
Una voz. Una voz masculina. Estaba hablándome a mi ¿O no?. "Vamos, vamos, despierta.." decía entre susurros que vagamente llegaban hasta mi cabeza. Aunque todavía confundido por no saber que era. Quien era. O qué había ocurrido. Tenía que recordar algo, esa era la sensación que me daba. Algo importante que había olvidado. Abrí los ojos y, lo primero que vi, me hubiese echo saltar de la cama de no ser porque sentía dolor por todas partes. O bien había tenido una noche de borrachera intensa o..¿Una noche de sexo? No recordaba nada de eso. Pero el hombre que en esos momentos veía ante mi era, sin duda, alguien con quien gustoso dejaría pasar por mi cama. Y por lo que no es mi cama. Robusto. Barba. Pelo ligeramente revuelto. ¡Mojado! Poco a poco mi vista se iba aclarando y cuanto más claro lo veía más extraño me parecía no recordar a un hombre como ese. Un hombre que a mi lado me hacía ver como toda una nenita, por muy alto que fuese. Era falco y de músculos no demasiado marcados. Además, me gustaba llevar el pelo mínimamente largo. Y, para que negarlo, me encantaba aparentar siempre lo que no era. Así que, de echo, nunca me quejaba. Más bien se quejaban los otros cuando les demostraba lo "mujer" que podía llegar a ser. Sonreí de recordar algunos momentos. ¿Ese abría sido uno de ellos?.
De repente y como quien no quiere la cosa, empezó a golpearme las mejillas. No se había dado cuenta de cuando lo miraba mientras se acercaba a la cama y, al volver a cerrar los ojos, había creído que todavía seguía inconsciente. Vale, eso ya me despertaba del todo, sin duda. - Oye, oye.. - susurré con una débil sonrisa. Hubiese reído pero de alguna forma sentía que no tenía fueras. Llevé una de mis manos hasta la que él había utilizado para golpearme y al mismo tiempo abrí los ojos, volteando lo justo mi cabeza como para mirarle. Esta vez me aseguré de que mis ojos se clavaran en los suyos y de que viese que ya había despertado. Mínimamente. Aunque siguiese sin tener idea de lo ocurrido para que estuviese así de cansado. Prefería no pararme a pensar en los detalles. Seguro. ¿Me habría desmayado? Tenía toda la pinta ¡Uf! Mordí ligeramente mi labio. No podía evitar sentir un pelín de curiosidad. Y en medio de todo ese lío se me ocurrió la brillante idea. ¿Y si estaba soñando? A lo mejor había tenido una pesadilla que se estaba convirtiendo en un buen sueño. Oh sí. Con ese pedazo de hombre sentado junto a mi en una cama ¿Qué más podía ser? Bueno, si era un sueño, podría moverme de alguna manera ¿No? Podría hacer lo que me diera la gana.
Siguiendo ese extraño pensamiento y ayudándome por la mano que todavía no había soltado logré encaramarme por su hombro hasta quedar incorporado. Al principio, noté un ligero mareo, que poco a poco se fue pasando. Ahora mi rostro estaba a centímetros del suyo. La mano, ahora que se había deslizado por su hombro, se dedico a inspeccionarle un poco. Pero el rostro. Lo acarició al mismo tiempo que yo intentaba cerciorarme bien de lo que estaba tocando. - Pareces muy real.. - me relamí los labios de manera instintiva y mi otra mano acabó en su pecho. - Qué guapo eres - Sonreí, me sentía embobado. Incluso idiota. Estaba muy mojado. Y de alguna manera yo también me sentía mojado. Era todo tan extraño. No quería ponerme a pensar. Me dolía la cabeza. Besé sus labios casi en un acto inconsciente cuando los tuve a unos centímetros de distancia ¡Era un tío bueno! Y, sí, me iban los hombres. No podía dejar a uno como ese sin besar y, aunque en la vida real no hubiese resultado -tal vez.- tan lanzado. En este sueño no habría nada que me parase los pies.
[...]
Una voz. Una voz masculina. Estaba hablándome a mi ¿O no?. "Vamos, vamos, despierta.." decía entre susurros que vagamente llegaban hasta mi cabeza. Aunque todavía confundido por no saber que era. Quien era. O qué había ocurrido. Tenía que recordar algo, esa era la sensación que me daba. Algo importante que había olvidado. Abrí los ojos y, lo primero que vi, me hubiese echo saltar de la cama de no ser porque sentía dolor por todas partes. O bien había tenido una noche de borrachera intensa o..¿Una noche de sexo? No recordaba nada de eso. Pero el hombre que en esos momentos veía ante mi era, sin duda, alguien con quien gustoso dejaría pasar por mi cama. Y por lo que no es mi cama. Robusto. Barba. Pelo ligeramente revuelto. ¡Mojado! Poco a poco mi vista se iba aclarando y cuanto más claro lo veía más extraño me parecía no recordar a un hombre como ese. Un hombre que a mi lado me hacía ver como toda una nenita, por muy alto que fuese. Era falco y de músculos no demasiado marcados. Además, me gustaba llevar el pelo mínimamente largo. Y, para que negarlo, me encantaba aparentar siempre lo que no era. Así que, de echo, nunca me quejaba. Más bien se quejaban los otros cuando les demostraba lo "mujer" que podía llegar a ser. Sonreí de recordar algunos momentos. ¿Ese abría sido uno de ellos?.
De repente y como quien no quiere la cosa, empezó a golpearme las mejillas. No se había dado cuenta de cuando lo miraba mientras se acercaba a la cama y, al volver a cerrar los ojos, había creído que todavía seguía inconsciente. Vale, eso ya me despertaba del todo, sin duda. - Oye, oye.. - susurré con una débil sonrisa. Hubiese reído pero de alguna forma sentía que no tenía fueras. Llevé una de mis manos hasta la que él había utilizado para golpearme y al mismo tiempo abrí los ojos, volteando lo justo mi cabeza como para mirarle. Esta vez me aseguré de que mis ojos se clavaran en los suyos y de que viese que ya había despertado. Mínimamente. Aunque siguiese sin tener idea de lo ocurrido para que estuviese así de cansado. Prefería no pararme a pensar en los detalles. Seguro. ¿Me habría desmayado? Tenía toda la pinta ¡Uf! Mordí ligeramente mi labio. No podía evitar sentir un pelín de curiosidad. Y en medio de todo ese lío se me ocurrió la brillante idea. ¿Y si estaba soñando? A lo mejor había tenido una pesadilla que se estaba convirtiendo en un buen sueño. Oh sí. Con ese pedazo de hombre sentado junto a mi en una cama ¿Qué más podía ser? Bueno, si era un sueño, podría moverme de alguna manera ¿No? Podría hacer lo que me diera la gana.
Siguiendo ese extraño pensamiento y ayudándome por la mano que todavía no había soltado logré encaramarme por su hombro hasta quedar incorporado. Al principio, noté un ligero mareo, que poco a poco se fue pasando. Ahora mi rostro estaba a centímetros del suyo. La mano, ahora que se había deslizado por su hombro, se dedico a inspeccionarle un poco. Pero el rostro. Lo acarició al mismo tiempo que yo intentaba cerciorarme bien de lo que estaba tocando. - Pareces muy real.. - me relamí los labios de manera instintiva y mi otra mano acabó en su pecho. - Qué guapo eres - Sonreí, me sentía embobado. Incluso idiota. Estaba muy mojado. Y de alguna manera yo también me sentía mojado. Era todo tan extraño. No quería ponerme a pensar. Me dolía la cabeza. Besé sus labios casi en un acto inconsciente cuando los tuve a unos centímetros de distancia ¡Era un tío bueno! Y, sí, me iban los hombres. No podía dejar a uno como ese sin besar y, aunque en la vida real no hubiese resultado -tal vez.- tan lanzado. En este sueño no habría nada que me parase los pies.
Artemís Fortescue- Cambiante Clase Alta
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Re: Cuando el peligro acecha {Bruno}
No iba a creérselo nadie, esas cosas eran las que les pasaban nada más que a él, nada le sorprendía especialmente pero ese jovencito era antes un gran gato, no uno cualquiera si no una pantera tan negra como la noche. Lo observó reaccionar pero aún así quería cerciorarse de que no moría en su cama, allí, en ese lugar no se moría de otra cosa que no fuese de placer y que él fuese el causante, nadie y nada más que él... menos en heridas y cosas varias, él no era de los que se metía en peleas y asuntos de ese tipo, bueno... no del todo, pero ¿ensuciarse las manos? No le gustaba demasiado y menos tener que reposar las heridas no pudiendo ejercer aquel trabajo que tanto amaba y le daba el dinero suficiente para tapar esos agujeros que su vida estaba repleta. Lejos de todo eso, unos ojos azules intensos se clavaron en los esmeralda de él justo en el momento del último guantazo despertador, asintió una sola vez para que supiese que lo había entendido pero quizás no hablaba su idioma. ¿o sí? Lo seguía mirando, observando cada uno de sus gestos y le dejó que él averiguase a su antojo.
Aún en unas circunstancias como aquellas, como si se vendiese al mejor postor... notó las manos del joven desconocido recorrer parte de su anatomía, como aquellas mujeres que comprobaban la mercancía que iban a probar... su piel morena se erizó al sentir como su mano descendía, eran temperaturas diferentes... la suya propia más elevada que la palma del chico de ojos azules... apretó un tanto los dientes dejando escapar un suspiro, relamiéndose los labios al notar aquella indecisión ajena. No entendía absolutamente nada ¿parecer real? Muy real...
-No sabes lo real que puedo ser, pequeño... ¿estás bien? -al formular la pregunta, bajó un poco el tono de voz para tranquilizarle, no iba a pasar nada pero no todo quedó allí, oír un halago así su ego crecía por sí solo. Una carcajada, una leve inclinación de cabeza, solo un tanto pues ya de por sí estaban muy cerca pero él no desaprovechaba nunca nada -Grazie, tú tampoco estás mal pero bueno... supongo que tengo que decir que mejorando lo presente -callado por aquel beso tan inesperado, no cerró los ojos...siguió mirándolo durante el beso en sí y para rematar no ayudando demasiado, pasó la punta de su lengua delineando el labio inferior del jovencito mordisqueando el mismo lugar después y como siempre dejarse desear.
-No veo que lleves dinero encima, estás en mi cama, desnudo, me has besado y por el camino que llevamos me vas a pedir que te haga todo un hombre...pero no puedes pagarme cosa que entonces tendré que pensarme, si no pagas no puedes probarme más, jovencito y de todos modos no podría ayudarte... estoy acostumbrado a mujeres ¿tienes algo escondido tras esa cosa que cuelga? entonces podemos negociar...sin problema .-No le habría entendido pero él siempre tenía que dejar todo claro y conciso, que luego venían las malinterpretaciones, era cortesano y tan solo se daba a las mujeres, no tenía la más mínima idea de como complacer a un hombre... no podía decir que no le gustasen , no se había dado el caso, simplemente...
Con una mano tras su nuca y la otra en uno de sus hombros, le obligó a tumbarse y que descansara, estaba perdido y aunque perdiese trabajo esa noche esperaba que valiese la pena. Se revolvió el pelo y empezó a desabotonarse la camisa...tendría que buscarle algo aquel chico, tenía que entrar en calor y si mal no recordaba su abuela siempre le decía "El calor corporal es el método más natural para dar y recibir calor". Divertido, enarcó una ceja y lo miró fijamente, de arriba abajo... como siempre siendo mujer y además su abuela tendría razón, ¿cómo no hacerle caso?
-Tendrás que hacerme a un lado, tranquilo, te mantendré caliente y no perderás un grado de temperatura... me quito todo esto y... bueno, empieza a sonar extraño, simplemente hazme un hueco, vamos - Sin perderle de vista, se levantó quitando las prendas que le quedaban, mostrando su cuerpo por entero, dando envidia algunos y alegrando la vista a otros, para qué mentir...a él no le importaba siempre y cuando aquel jovencito al menos estuviese mejor y como siempre Bruno conseguiría algo, no hacía nada gratis ni por placer... Echó una manta más sobre la cama y se metió dentro, de cara a su acompañante, no sabía qué reacción tendría pero no le importó, le atrajo por la cintura acercándole a él , lo suficiente para poder transmitirle lo que deseaba, solo calor...-¿Mejor? Tranquilo... solo es mantener el calor-enarcó una ceja, pasando la palma de su mano por uno de sus brazos... una imagen de lo más extraña pero no parecía que le fuese a hacer algo malo, precisamente...
Aún en unas circunstancias como aquellas, como si se vendiese al mejor postor... notó las manos del joven desconocido recorrer parte de su anatomía, como aquellas mujeres que comprobaban la mercancía que iban a probar... su piel morena se erizó al sentir como su mano descendía, eran temperaturas diferentes... la suya propia más elevada que la palma del chico de ojos azules... apretó un tanto los dientes dejando escapar un suspiro, relamiéndose los labios al notar aquella indecisión ajena. No entendía absolutamente nada ¿parecer real? Muy real...
-No sabes lo real que puedo ser, pequeño... ¿estás bien? -al formular la pregunta, bajó un poco el tono de voz para tranquilizarle, no iba a pasar nada pero no todo quedó allí, oír un halago así su ego crecía por sí solo. Una carcajada, una leve inclinación de cabeza, solo un tanto pues ya de por sí estaban muy cerca pero él no desaprovechaba nunca nada -Grazie, tú tampoco estás mal pero bueno... supongo que tengo que decir que mejorando lo presente -callado por aquel beso tan inesperado, no cerró los ojos...siguió mirándolo durante el beso en sí y para rematar no ayudando demasiado, pasó la punta de su lengua delineando el labio inferior del jovencito mordisqueando el mismo lugar después y como siempre dejarse desear.
-No veo que lleves dinero encima, estás en mi cama, desnudo, me has besado y por el camino que llevamos me vas a pedir que te haga todo un hombre...pero no puedes pagarme cosa que entonces tendré que pensarme, si no pagas no puedes probarme más, jovencito y de todos modos no podría ayudarte... estoy acostumbrado a mujeres ¿tienes algo escondido tras esa cosa que cuelga? entonces podemos negociar...sin problema .-No le habría entendido pero él siempre tenía que dejar todo claro y conciso, que luego venían las malinterpretaciones, era cortesano y tan solo se daba a las mujeres, no tenía la más mínima idea de como complacer a un hombre... no podía decir que no le gustasen , no se había dado el caso, simplemente...
Con una mano tras su nuca y la otra en uno de sus hombros, le obligó a tumbarse y que descansara, estaba perdido y aunque perdiese trabajo esa noche esperaba que valiese la pena. Se revolvió el pelo y empezó a desabotonarse la camisa...tendría que buscarle algo aquel chico, tenía que entrar en calor y si mal no recordaba su abuela siempre le decía "El calor corporal es el método más natural para dar y recibir calor". Divertido, enarcó una ceja y lo miró fijamente, de arriba abajo... como siempre siendo mujer y además su abuela tendría razón, ¿cómo no hacerle caso?
-Tendrás que hacerme a un lado, tranquilo, te mantendré caliente y no perderás un grado de temperatura... me quito todo esto y... bueno, empieza a sonar extraño, simplemente hazme un hueco, vamos - Sin perderle de vista, se levantó quitando las prendas que le quedaban, mostrando su cuerpo por entero, dando envidia algunos y alegrando la vista a otros, para qué mentir...a él no le importaba siempre y cuando aquel jovencito al menos estuviese mejor y como siempre Bruno conseguiría algo, no hacía nada gratis ni por placer... Echó una manta más sobre la cama y se metió dentro, de cara a su acompañante, no sabía qué reacción tendría pero no le importó, le atrajo por la cintura acercándole a él , lo suficiente para poder transmitirle lo que deseaba, solo calor...-¿Mejor? Tranquilo... solo es mantener el calor-enarcó una ceja, pasando la palma de su mano por uno de sus brazos... una imagen de lo más extraña pero no parecía que le fuese a hacer algo malo, precisamente...
Bruno Machiavelli- Prostituta Clase Baja
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