Cuando el miedo te acecha y no sabes que eres tu misma.

por **Sara Ascarlani** Dom Oct 30, 2011 11:50 am

-Ya estabas demorando en llegar- Musité al sentir aquella presencia que solía acompañarme en las noches taciturnas. Se sentó al pié de mi pequeña cama, casi que podía caber, mi cuarto era un desastre como de costumbre. -Llegué a pensar que te habías olvidado de mi o más bien... Que me había librado de ti. ¿Qué necesitas ahora?- Pregunté indiferente mientras le daba una fuerte calada al cigarro cómplice que envolvía mis penas y las disipaba con el humo. -Solo quería saludarte. ¿No puedo visitar a viejas amigas?- Reprochó inocente observandome fíjamente. Desde siempre tuvo una fijación con mis cejas, no entiendo por qué, cada vez que me veía sonreía y pasaba sus humeantes dedos sobre ellas. Realmente no me molestaba pero se me hacía bastante extraño. -Supongo que si, pero deberías saber que no me encanta tenerte de nuevo en mi habitación.- Le miré de frente y enarqué suavemente mi ceja derecha -No tenemos la mejor relación. Eres lo más masoquista que conozco; ni siquiera sé si eres hombre o mujer- Musité entrecortado, la siguiente calada fue aún más profunda, como si aspirando pudiese deshacerme de este ser indeseado. -No has dejado esa mala costumbre, que poca paciencia tienes. Está bien, no vengo solo a saludarte, estoy aquí porque me has llamado. No creas que eres tan importante como para pretender que alguien tan ocupado como yo deje mis asuntos sólo para ver como fumas desesperadamente al pie de tu cama; adoro tus cejas, pero no es para tanto.-

Admito que esas palabras retumbaron en lo más profundo de mi ser, pensé que no me había escuchado, lo juro. Blanquear mi mente no fue suficiente para el... ¿O ella? No lo sé y no me mataré pensando en su sexo cuando está frente mío en pro de causarme dolores de cabeza. -Está muy claro que no nos amamos y que tu presencia me enferma. Lamento que esta vez no te divertirás tanto como solías hacerlo. Precisamente te "encanto" por eso... ¿O no?- Se dibujó una sutil sonrisa en mi rostro; sarcástica por supuesto. Este ente me miró fíjamente a los ojos como nunca antes; Esas son las miradas que logran desarmarte y fuerzan las puertas de tu alma. -No lo lograrás.- Me levanté y me acerqué lentamente al piecero de mi cama, le dí la última calada a mi cigarro y lo tiré por la ventana, el humo lo boté sobre su rostro El humo cedió como si no hubiese nadie más en mi habitación, quizás era así, quizás estaba sola y veía estupideces, quizás estaba loca... ¿Acaso los locos pueden oler a las personas que supuestamente ven? Este ente tenía algo tan característico que podría reconocerle en cualquier parte del mundo o incluso verlo mientras hace su sucio trabajo. Ya sabrán el por qué odio el olor a menta. Siempre odié su maldita ironía. ¿A menta? ¿Es en serio? ... Lo sé, me enfoco en cosas que no deberían ser. Le tenía en frente, me sonreía efusivamente, esa sonrisa pícara que acostumbraba a "dedicarme" -¿Por qué sonríes ahora? En realidad no entiendo que haces aquí- Me di la vuelta y me acerqué a la ventana, ese olor me asfixiaba y necesitaba un poco de aire. Sentí como se acercaba a mi lentamente. Era supremamente alto, como si fuese una sombra que "arrulla" mi cuerpo... Claro, arrullar. -Sonrío porque desde que llegué luchas contra mi y solo me he quedado viendo como tratas de esconder todo lo que pasa por tu mente- Musitó y se acercó más a mi. -¿Seguirás así o te entregarás a tu verdad? Digo, para no perder mi tiempo más aquí. No deberías temerme, solo hago parte de uno de los tantos entes que rigen al mundo. Lo sabes. Tu eres uno de ellos.-

Cerré mis ojos lentamente y respiré profundo. Fue inevitable relamer mis labios que ya estaban resecos, mi habitación tornó helada y al darme la vuelta ya había desaparecido.