En el hacer esta el tener.

por **Milo Van Dyck** Sáb Oct 15, 2011 1:17 am

Al igual que muchas personas que pasan por
situaciones difíciles, no podemos escoger evitarlas
lo único que podemos escoger es que hacer con el
tiempo que se nos da.

Casa de la noche/ 10: 30 PM.

El despacho de Milo Van Dyck es una de las pocas habitaciones que no permite el acceso a los inquilinos de la casa de la noche. Es un cuarta de techo bajo, sin tragaluces, con dos anaqueles de libros a cada lado, una mesa circular, seis sillas de madera y al fondo el escritorio. Todo en un orden meticuloso, pulcro y jerárquico. El moreno se encuentra sentado frente a su escribanía con la mirada centralizada en las anotaciones de la bitácora. El gesto ceñudo de sus cejas dota de vida su expresión reservada. Bajo sus ojos azules pesa la sombra de varias noches de desvelo y el comienzo de una barba en la barbilla. Los signos de cansancio solo pueden ser visibles en ello y contradicen a la postura firme y predispuesta al trabajo.

El hombre toma la pluma y moja su punta en el tintero para comenzar a escribir una serie de juegos numéricos. Medita cada uno de ellos y es el “3-7” los números que encierra en un circulo. Deja la pluma en su sitio y aparta la bitácora para desplegar un pergamino donde se encuentran dibujados el exterior e interior de la fortaleza más poderosa de toda Francia: La Bastilla de San Antonio. Un suspiro escapa de los labios de Milo al examinar el mapa, de pronto todo le parece demasiado agotador y sin final. Se reclina sobre el respaldo del asiento liberándose por unos momentos de las planeaciones para mirar la puerta abierta de par en par del recinto. Por esa noche se mantendría abierta para la llegada de los conspiradores.

por **Raphael** Mar Nov 29, 2011 10:51 pm

Mientras un hombre muera
Su ideal seguirá en pie

Había escuchado hablar de "ese movimiento", "la hermandad del Dragón", planeaban revocar a los franceses del poder, sin lugar a dudas, esta gente necesitaba luchar para conseguir aquello que se proponían, no es que revocarían a los Reyes a pedir de boca, entonces allí se encontraba el punto a favor de Raphael, "su diversión", este grupo tendría que luchar para conseguir lo que desean, y a él, le encantan las luchas, por el mero placer de matar, solo necesitaba un motivo ficticio para poder dar rienda suelta a su macabro pasatiempo. Quizá no todas las misiones serían asesinar o luchar, pero de que pediría estar en ellas, así sería, solo conocía dos nombres: Darcy y Milo eran las cabezas del grupo al parecer, no los conocía, aún así, el astuto asesino habría conseguido la ubicación secreta del lugar de sus reuniones y una noche oscura se propuso a hacer una visita y presentar sus intenciones. Dejando claro sus términos al participar.

Se fue alejando sin mucha prisa de la ciudad, hacia la zona donde tenía entendido se encontraba el lugar, sin duda estaba bastante apartado del común transitar, hasta para él, ese sería el motivo del porque le costo tango llegar a la real ubicación, había oído un rumor sobre que "Darcy" había sido apresado, lo que quizá debilitaría al grupo, una duda allí nació, ¿serán solo seres humanos comunes?, pensaría que lo más sensato sería que no. Mientras tanto maquinaba en sus adentros sus pies no se detuvieron por lo cual al fin llego al lugar.

Observo qué las puertas se encontraban invitando a que entren, así que parecía que algo ocurriría hoy en ese lugar, ideal para él. Ingreso y pronto noto un poco lejos a un hombre moreno, clavo la vista fría de siempre contra el sujeto - usted debe de ser Milo - intuyo esto por si fuera real que Darcy realmente se encontrara en prisión - mi nombre es; Raphael y he venido a unirme a su causa, pero por favor prefiero el termino Arcángel para este tipo de trabajos - señalo lo último con énfasis mientras una sonrisa macabra se mostró dibujada en su rostro perfectamente pálido.

por **Dagmar Biermann** Vie Dic 02, 2011 12:19 am

Bastó solo una practica para que Dagmar recordará porque odiaba tanto las vampiros. Siempre abusando de esas habilidades que tenían, estaban malditos y sin embargo ellos se crecían creyéndose dueños y señores de este mundo, que si sigue en pie es por nosotros. Ella era una chica tranquila que se había entrenado desde pequeña de manera bastante ruda, no se quejaba le gustaba pero si algo podía ponerla de malas eran las trampas y más que le pusieran a tolerar a un hombre maldito. Tenía varias cosas que reclamar, varios puntos que decir, era cierto que había aceptado esa misión pero no por eso tenía que aceptar a vampiros con aires de superioridad. Si así eran en entrenamientos con los aliados seguramente podrían voltear sus ideales en el campo de batalla solo a su conveniencia.

La chica había esperado a que su padre quedará profundamente dormido, no tenía por que decirle en que causa estaba si lo hacía seguramente la mandaría a Roma para que la obligaran a encerrarse en aquel horrendo lugar y redimirse, ella había cambiado muchos ideales últimamente desde que había conocido a un vampiro en especial pero no por eso quería decir que aceptaba a todos. Vigilaba perfectamente el camino al andar. Todo estaba terriblemente tranquilo, tanto que comenzaba a aburrirse y a penas comenzaba la noche. Notó claramente aquella "magia" que algunos integrantes hacían en la casa, la notaba por que tenía conocimiento de ella, de no saberlo lo pasaría de alto. Se adentro, eran altas horas de la noche y por la calma que reinaba dentro de la casa se notaba que todos estaban dormido a acepción de él: Milo.

Escuchó a penas las palabras del hombre que estaba acompañando al teniente. Bufó suavemente - Sino quieres que te digan Raphael entonces no menciones ese nombre - Indicó con firmeza pues había identificado de que se trataba. Otra criatura ruin ¿Qué podía esperar? - Buenas noches caballeros - La joven hizo una reverencia con una sonrisa burlona en los labios. No era de esas chicas que se tomara la molestia dando un beso a cada integrante por pocos que fueran, ella venía aun molesta por aquel entrenamiento y necesitaba saber el siguiente paso - ¿A que debemos la reunión? - Se camino por el lugar hasta toparse con una ventana. Cruzó sus brazos ya recargada, relajada y espero a escuchar las siguientes indicaciones.

por **Tyler Fausten** Jue Dic 08, 2011 1:56 pm

Era dificil, realmente dificil para todo aquello que se mencionase sobre la vida misma. Últimamente estaba nervioso por todo lo que estaba ocurriendo, pero en su vida ocurría algo y no sabía realmente cuando llegaría.

Llegó a aquel lugar, el cual no describo con mis palabras, por futuras confrontaciones, espionajes o alguien que pudiese seguir el rastro de Tyler. Allí, Milo Van Dyck se encontraba como el señor que era esperando al resto de los que allí tomarían reunión, tan solo unos elegidos al parecer. Muy lejod de tener una mera confrontación con aquel almirante, le daba aquello que pocos conseguían de él lealtad. Envídia, celos u otras cosas quedaban a parte, pero en aquel mismo instante supo que aquel hombre haría feliz a Doreen, su eterna llama. Era extraño compartir habitación y tarea con el hombre que robaba los sueños a su alma gemela, pero si así el destino había elegido, no había nada más que hacer al respecto.

Tyler, con una simple mirada dirigió un gesto en forma de reverencia al mismísimo Van Dick. Y un par de palabras al reato.

- Buenas noches. - Musitó, y en silencio se colocó junto a un pilar, cuyo hombro descansaba sutilmente en él, con la mirada fija en una de las llamas que alumbraban el lugar, esperciendo sus pensamientos aun más lejos de lo que se podría imaginar, no podía dudar ni un segundo en esta trama, tenía que actuar ya si pereciese en ello o no. Doreen le hizo prometer que no le ocurriría nada, y así debía de ser... aunque... prefería romper una promesa a perder a todos por el bien propio.
Allí se encontraban dos de los pertenecientes al plan. sinceramente, Tyler era el más arraigado a la vida de lo que parecían tener ellos dos, ya que su propósito, además de ser un perfecto estratega, era procurar el bienestar de los integrantes, como sanador, como apoyo, como fuerza vital en la magia que residía en su alma, tan pura como el rocío a la luna llena.

por **Camelia Robinson** Miér Dic 28, 2011 10:45 pm

Ossira había escuchado rumores en una taberna de un grupo del que no va a mencionar, comenzó a indagar más y más. Ella es muy curiosa y esa curiosidad la llevaría a algún lugar. Esa noche iba como humana vestida con un vestido largo de color marrón como una mujer común y corriente con una capa la cual cubría su cabeza una capucha de color negro. Ella en ese momento no tenia hogar por lo tanto estaba acostumbrada a vagar por las calles de Paris y la verdad era feliz pero sabía que debía esconderse en el bosque donde la ley no la encontraría jamás pero tampoco pretendía que la protegieran pero tal vez debía decir la verdad ante la gente que estaba en ese lugar.
Caminaba por las calles centrales como todas las noches buscando que comer, se metió en un callejón por detrás de un restaurante para ver si había algunas sobras pero no había nada ya que el olfato de Ossira era un poco exquisito. Prefirió enfilar su andar para buscar el lugar que tanta curiosidad le había causado entonces camino hasta los lugares más alejados de Paris. Por precaución prefirió caminar en sig sag un juego que le gustaba hacer con su forma lobuna pero que lo hace también en su forma normal eso la divierte mucho. Llego hasta un lugar donde la puerta estaba abierta y entro, dentro se encontraba un hombre sentado en su mesa, una mujer parada en la ventana con los brazos cruzados y otros dos hombres.
Buenas noches- dijo mirando a cada uno y luego por educación subió ambas manos a la cabeza y colocándolas en la capucha bajándola tranquilamente, dejando ver su rostro sus ojos verdes a todos los presentes.

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