AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Yo te esperaré. (Gregori Lindemann) [+18]
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Yo te esperaré. (Gregori Lindemann) [+18]
19:00. Laguna. Tranquilidad. Lluvia.
Sábado. No era día ni de teatro, ni de fiesta, ni había una cena en casa. Tampoco había ninguna razón para ir a un bar, ni iría a un Restaurante. No. Aquel una un día atípico. Uno de esos en los que no sabes que hacer. O sí. Era un día que comenzó tranquilo. Luego el cielo se nubló. Y finalmente la tormenta empezó.
Yulianna, ese día había ido a la Laguna. Era uno de sus sitios favoritos. ¿Por qué? Por la tranquilidad del lugar, por el leve sonido del agua, por la pequeña cascada, por la poca profundidad del agua que apenas cubría a Yulianna. Y porque allí podía leer. Sí. Leer. Uno de sus hobbies favoritos. Leía una novela. ¿Qué de qué trataba? Pues de dos personas. Un amor. Un compromiso. Una relación fallida. Orgullo. Tristeza. Discusiones. Días grises. Pero al fin y al cabo, un amor puro. Ella se fue, él dijo “si te vas no vuelvas”, y cargó con esa frase el resto de sus días. Ella no volvió. Día tras días querían contactar. Escribirse. Nada. El orgullo pudo más. Pero un día él escribió. “Yo te esperaré”,”Y aunque se pase mi vida yo te esperaré”.
Yulianna acabó su novela. Sonrió. Aunque era una historia triste. Pero sabía que si ella un día tuviera un gran amor jamás lo dejaría escapar. Como dicen: Siempre se aprende algo de los libros. Y Yulianna sabía mucho de amor, aunque no estaba enamorada.
Entonces comenzó a llover. Y ella supo que ese lugar era realmente especial para estar con la persona amada. Muchas veces, ya bien fuera en sueños, en su pensamiento, o en su imaginación, había pensado que llegaría a ser feliz de nuevo. Y su corazón, pese a estar cerrado herméticamente por protección, un día llegaría a abrirse. Pero eso es algo, que nuestra verdadera protagonista Yulianna, aún no sabe.
De pronto, y aún con la lluvia presente un ruido la asustó. El libro calló al suelo. Ella se asustó. Estaba bajo un árbol frondoso, por lo que no se mojaba, pero mientras se acercaba a los arbustos si lo hizo. ¿Un animal herido? No. Entonces… ¿qué podía ser? Se acercó y apartó las ramas, encontrándose con una mirada. Durante segundos quedó paralizada. Luego reaccionó. Un hombre. Sonrisa perfecta, cuerpo atlético, mirada … simplemente inexplicable y… estaba herido. No era grave. Quizás estaría corriendo y se caería. Huiría de la lluvia. No estaba segura, pero se arrodilló y le ayudó a ponerse en pie.
-¿Está bien? –Era obvio que no, pero quería escuchar su voz. Con tranquilidad lo llevó. Le sangraba el hombro, no era mucho, pero su hermosa camisa blanca se había echado a perder. Una lástima, pues Yulianna había reconocido el tejido Italiano por el tacto. Era algo lógico, debido a su tienda de moda.
Llegaron al árbol que anteriormente había sido refugio de Yuli y le ayudó a sentarse.
-Soy Yulianna. –Y sonrió.
Sábado. No era día ni de teatro, ni de fiesta, ni había una cena en casa. Tampoco había ninguna razón para ir a un bar, ni iría a un Restaurante. No. Aquel una un día atípico. Uno de esos en los que no sabes que hacer. O sí. Era un día que comenzó tranquilo. Luego el cielo se nubló. Y finalmente la tormenta empezó.
Yulianna, ese día había ido a la Laguna. Era uno de sus sitios favoritos. ¿Por qué? Por la tranquilidad del lugar, por el leve sonido del agua, por la pequeña cascada, por la poca profundidad del agua que apenas cubría a Yulianna. Y porque allí podía leer. Sí. Leer. Uno de sus hobbies favoritos. Leía una novela. ¿Qué de qué trataba? Pues de dos personas. Un amor. Un compromiso. Una relación fallida. Orgullo. Tristeza. Discusiones. Días grises. Pero al fin y al cabo, un amor puro. Ella se fue, él dijo “si te vas no vuelvas”, y cargó con esa frase el resto de sus días. Ella no volvió. Día tras días querían contactar. Escribirse. Nada. El orgullo pudo más. Pero un día él escribió. “Yo te esperaré”,”Y aunque se pase mi vida yo te esperaré”.
Yulianna acabó su novela. Sonrió. Aunque era una historia triste. Pero sabía que si ella un día tuviera un gran amor jamás lo dejaría escapar. Como dicen: Siempre se aprende algo de los libros. Y Yulianna sabía mucho de amor, aunque no estaba enamorada.
Entonces comenzó a llover. Y ella supo que ese lugar era realmente especial para estar con la persona amada. Muchas veces, ya bien fuera en sueños, en su pensamiento, o en su imaginación, había pensado que llegaría a ser feliz de nuevo. Y su corazón, pese a estar cerrado herméticamente por protección, un día llegaría a abrirse. Pero eso es algo, que nuestra verdadera protagonista Yulianna, aún no sabe.
De pronto, y aún con la lluvia presente un ruido la asustó. El libro calló al suelo. Ella se asustó. Estaba bajo un árbol frondoso, por lo que no se mojaba, pero mientras se acercaba a los arbustos si lo hizo. ¿Un animal herido? No. Entonces… ¿qué podía ser? Se acercó y apartó las ramas, encontrándose con una mirada. Durante segundos quedó paralizada. Luego reaccionó. Un hombre. Sonrisa perfecta, cuerpo atlético, mirada … simplemente inexplicable y… estaba herido. No era grave. Quizás estaría corriendo y se caería. Huiría de la lluvia. No estaba segura, pero se arrodilló y le ayudó a ponerse en pie.
-¿Está bien? –Era obvio que no, pero quería escuchar su voz. Con tranquilidad lo llevó. Le sangraba el hombro, no era mucho, pero su hermosa camisa blanca se había echado a perder. Una lástima, pues Yulianna había reconocido el tejido Italiano por el tacto. Era algo lógico, debido a su tienda de moda.
Llegaron al árbol que anteriormente había sido refugio de Yuli y le ayudó a sentarse.
-Soy Yulianna. –Y sonrió.
Última edición por Yulianna Fiódorovna el Dom Nov 27, 2011 5:42 am, editado 1 vez
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Yo te esperaré. (Gregori Lindemann) [+18]
Había llegado el momento de saciar mi sed, desde de casi 4 semanas de la ultima victima de las calles parisianas nocturnas, lo recuerdo como si hubiese sido ayer, fue un hombre, un ladron a decir verdad.
Esta vez decidí alimentarme en el bosque más cercano a mi mansión, ya que necesitaba estar cerca de mi hogar, ahora más que nunca…
Aun no era muy tarde, era una buena hora para salir a cazar, las cosas que esperaba que sucedieran, generalmente suceden luego de medianoche, y debía estar atento, cauto y solo ser fuerte.
Esa noche vestí sobrio, mi camisa con mangas largas estaba intacta y en perfectas condiciones, y unos pantalones negros, que se ajustaban adecuadamente con las botas de cuero del mismo color.
El cielo amenazaba con lluvia, lo podía notar, no había brisa, tan solo un ambiente algo cálido. Llegue corriendo hasta donde comenzaba el angosto bosque, con árboles de alto tamaño y de amplias ramas… me gustaba esta área del norte Paris, siempre era tranquilo, había un buen movimiento de animales en la noche y sobre todo… el lago, se presentaba después del corto camino atravesando los arboles.
Me mantuve en el corazón de lo que parecía una selva, estaba un poco más oscuro que de costumbre, ya que esta vez, la luna no me acompañaba, pero se podía ver… detrás de las nubles, reclamando y aguantando su esplendor. Quieto, atento y sigiloso, una de mis manos sostenía el tronco de un árbol, mis ojos estaban cerrados, incline un poco mi cabeza y a lo lejos… sentí… unas pulsaciones, provenían no más de 100 metros.
Finalmente logre dar con mi objetivo, una cierva. Dejé de beber de ella, su corazón ya había terminado de latir, la sangre pronto comenzaría a coagular y no era muy agradable. Me separé, mojé mis labios, borrando cualquier rastro del delito cometido, mire con atención al animal hasta que sentí un olor particularmente raro… extraño, no estaba solo, había alguien más a unos metros. Fruncí el ceño y seguí el camino que me llevaría hasta lo desconocido.
Cuanto más me acercaba, percibía sus características, primero que nada, era una mujer, no sentía olor a sangre, por lo tanto, no podría estar herida justificando su asistencia… estaba en una posición muy tranquila, no podía percibir si estaba despierta o inconsciente.
Pero ahora, por fin, había dado con ella…
Se encontraba en uno de mis lugares preferidos, cerca de una pequeña cascada… la joven estaba a mis espaldas, solo podía ver su cabello, y que parte de su cuerpo estaba sumergido en el lago. No tenía idea de que era lo que estaba haciendo allí, pero de alguna forma, me sentía atraído…
La mire con atención, y comencé a escuchar lo que estaba pensando… … Y aunque se pase mi vida yo te esperaré . La joven estaba leyendo… sola.
Preferí quedarme, su aroma, su perfume… su sangre… era como oler un postre, era relajante, delicioso, obsesivo, podía jurar que era un pecado. De pronto, 3 grandes gotas me distrajeron, habían caído del cielo, me moví un poco más, pero una rama hizo que rompiera mi camisa y produjera ruido, llamando la atención de la joven rubia.
La joven se acerco a mi punto de escondite, no tuve otro remedio que… mantenerme sentado en lo que comenzaba a ser un suelo húmedo. La joven me miro, la observaba perfectamente, su rostro era fino, al igual que sus labios, sus ojos, al igual que los míos, claros, y su cuerpo… esbelta y demostraba destacas curvas.
- Madame… lamento si la he asustado, pero… estoy aquí por una fuerza mayor. – demostré una falencia en mi hombro derecho, - por favor, no se moleste, es usted muy amable – agradecí su ayuda, tome asiento en donde ella me indico y donde estaba antes.
Estábamos sentados uno al lado del otro, mire el lago, estaba a su frente, era algo agradable. Cada gota que comenzaba a caer, se reflejaba en el lago.
Miré a la mujer que yacía a mi lado, le sonreí de lado y se presento. – Me llamo Gregori, Lindemann. Es un placer conocerla. – su sonrisa era deslumbrante, agradable y cautivadora.
Mis ojos se mantuvieron quietos en los suyos, como si fuese a encontrar algo dentro de ellos - ¿Qué hace usted aquí a estas horas señorita? ¿no le parece peligroso?
Esta vez decidí alimentarme en el bosque más cercano a mi mansión, ya que necesitaba estar cerca de mi hogar, ahora más que nunca…
Aun no era muy tarde, era una buena hora para salir a cazar, las cosas que esperaba que sucedieran, generalmente suceden luego de medianoche, y debía estar atento, cauto y solo ser fuerte.
Esa noche vestí sobrio, mi camisa con mangas largas estaba intacta y en perfectas condiciones, y unos pantalones negros, que se ajustaban adecuadamente con las botas de cuero del mismo color.
El cielo amenazaba con lluvia, lo podía notar, no había brisa, tan solo un ambiente algo cálido. Llegue corriendo hasta donde comenzaba el angosto bosque, con árboles de alto tamaño y de amplias ramas… me gustaba esta área del norte Paris, siempre era tranquilo, había un buen movimiento de animales en la noche y sobre todo… el lago, se presentaba después del corto camino atravesando los arboles.
Me mantuve en el corazón de lo que parecía una selva, estaba un poco más oscuro que de costumbre, ya que esta vez, la luna no me acompañaba, pero se podía ver… detrás de las nubles, reclamando y aguantando su esplendor. Quieto, atento y sigiloso, una de mis manos sostenía el tronco de un árbol, mis ojos estaban cerrados, incline un poco mi cabeza y a lo lejos… sentí… unas pulsaciones, provenían no más de 100 metros.
Finalmente logre dar con mi objetivo, una cierva. Dejé de beber de ella, su corazón ya había terminado de latir, la sangre pronto comenzaría a coagular y no era muy agradable. Me separé, mojé mis labios, borrando cualquier rastro del delito cometido, mire con atención al animal hasta que sentí un olor particularmente raro… extraño, no estaba solo, había alguien más a unos metros. Fruncí el ceño y seguí el camino que me llevaría hasta lo desconocido.
Cuanto más me acercaba, percibía sus características, primero que nada, era una mujer, no sentía olor a sangre, por lo tanto, no podría estar herida justificando su asistencia… estaba en una posición muy tranquila, no podía percibir si estaba despierta o inconsciente.
Pero ahora, por fin, había dado con ella…
Se encontraba en uno de mis lugares preferidos, cerca de una pequeña cascada… la joven estaba a mis espaldas, solo podía ver su cabello, y que parte de su cuerpo estaba sumergido en el lago. No tenía idea de que era lo que estaba haciendo allí, pero de alguna forma, me sentía atraído…
La mire con atención, y comencé a escuchar lo que estaba pensando… … Y aunque se pase mi vida yo te esperaré . La joven estaba leyendo… sola.
Preferí quedarme, su aroma, su perfume… su sangre… era como oler un postre, era relajante, delicioso, obsesivo, podía jurar que era un pecado. De pronto, 3 grandes gotas me distrajeron, habían caído del cielo, me moví un poco más, pero una rama hizo que rompiera mi camisa y produjera ruido, llamando la atención de la joven rubia.
La joven se acerco a mi punto de escondite, no tuve otro remedio que… mantenerme sentado en lo que comenzaba a ser un suelo húmedo. La joven me miro, la observaba perfectamente, su rostro era fino, al igual que sus labios, sus ojos, al igual que los míos, claros, y su cuerpo… esbelta y demostraba destacas curvas.
- Madame… lamento si la he asustado, pero… estoy aquí por una fuerza mayor. – demostré una falencia en mi hombro derecho, - por favor, no se moleste, es usted muy amable – agradecí su ayuda, tome asiento en donde ella me indico y donde estaba antes.
Estábamos sentados uno al lado del otro, mire el lago, estaba a su frente, era algo agradable. Cada gota que comenzaba a caer, se reflejaba en el lago.
Miré a la mujer que yacía a mi lado, le sonreí de lado y se presento. – Me llamo Gregori, Lindemann. Es un placer conocerla. – su sonrisa era deslumbrante, agradable y cautivadora.
Mis ojos se mantuvieron quietos en los suyos, como si fuese a encontrar algo dentro de ellos - ¿Qué hace usted aquí a estas horas señorita? ¿no le parece peligroso?
Invitado- Invitado
Re: Yo te esperaré. (Gregori Lindemann) [+18]
Yulianna observaba al hombre. Tan cautivador, atractivo y sensual. Ojos claros, labios perfectamente perfilados, cabello oscuro y una voz… Era como si solamente con ella la pudiera atraer. ¿Era así? Pero él estaba herido, y parecía que eso era lo que les mantenía unidos. ¿O no? Ella solo sabía que él tenía razón. Miró por un instante a su alrededor. ¿Qué la había llevado en ese sombrío día hasta allí? Podía haber leído en casa. ¿Tan valiente era? Quizás si, no estaba segura, pero lo cierto era que si resultaba peligroso, y las palabras de él habían hecho que recapacitase por unos instantes. ¿Sería él peligroso? No… era imposible. Esa mirada, sus finas manos, su cuerpo esbelto… todo decía que era una persona de clase alta, no un ladrón o un ex carcelario. No. Todo lo contrario. Podía verlo en su mirada transparente.
Yulianna sonrió con algo de timidez, aunque él no podía verla porque estaba de lado, y ella no quería que lo hiciera pues, ¿qué pensaría? ¿Que estaba loca? Probablemente. Y no quería darle una mala impresión, pero es que estaba segura de que ese era su día de suerte. Acababa de conocer a una persona que le trasmitía confianza, que la atraía, y lo más importante, que había aparecido en un día gris. Eso la alegraba pues había pasado de la soledad a la compañía, y todo gracias a él. Deseaba preguntarle cosas, por él, su familia, sus aficiones… pero no podía hacerlo. No importaba, ya sabía su nombre: Gregori. Era bonito, pero no más hermoso que él.
La camisa de él se había echado a perder, y el pedazo de tela yacía en el suelo. Estaría húmedo, pero serviría. Fue hacia él y lo recogió, haciéndolo útil para cubrir la herida que el joven tenía en el brazo y hacer un nudo. Pronto pararía de sangrar.
-Ha sido un placer conocerle. –Dijo ella mirándole. Llovía mucho, así que tenía la excusa perfecta para no irse de allí, al menos por el momento. –Creo que tendrá usted que aguantar a mi lado por un tiempo… llueve demasiado y no me sentiría tranquila si sé que se va y puede coger un resfriado. -No se sentó, pues no sabía qué hacer. No le conocía, y no quería parecer entrometida, pero deseó hacerlo. De todos modos siguió allí, mirándole a los ojos pues él lo hacía, y eran tan hermosos, tan brillantes…
Yulianna sonrió con algo de timidez, aunque él no podía verla porque estaba de lado, y ella no quería que lo hiciera pues, ¿qué pensaría? ¿Que estaba loca? Probablemente. Y no quería darle una mala impresión, pero es que estaba segura de que ese era su día de suerte. Acababa de conocer a una persona que le trasmitía confianza, que la atraía, y lo más importante, que había aparecido en un día gris. Eso la alegraba pues había pasado de la soledad a la compañía, y todo gracias a él. Deseaba preguntarle cosas, por él, su familia, sus aficiones… pero no podía hacerlo. No importaba, ya sabía su nombre: Gregori. Era bonito, pero no más hermoso que él.
La camisa de él se había echado a perder, y el pedazo de tela yacía en el suelo. Estaría húmedo, pero serviría. Fue hacia él y lo recogió, haciéndolo útil para cubrir la herida que el joven tenía en el brazo y hacer un nudo. Pronto pararía de sangrar.
-Ha sido un placer conocerle. –Dijo ella mirándole. Llovía mucho, así que tenía la excusa perfecta para no irse de allí, al menos por el momento. –Creo que tendrá usted que aguantar a mi lado por un tiempo… llueve demasiado y no me sentiría tranquila si sé que se va y puede coger un resfriado. -No se sentó, pues no sabía qué hacer. No le conocía, y no quería parecer entrometida, pero deseó hacerlo. De todos modos siguió allí, mirándole a los ojos pues él lo hacía, y eran tan hermosos, tan brillantes…
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Yo te esperaré. (Gregori Lindemann) [+18]
No sé como había legado esa sangre en mi brazo, tal vez al momento de romper mi camisa la rama paso a llevar un poco de piel, pero ya estaba seguro de que la herida había sanado, pero la sangre aun no salía de la camisa, eso le daba el toque a la herida.
Ambos nos quedamos mirando, ¿Qué había en ese entonces? ¿había un contacto entre ambos?... lo único que se, es que estaba deseoso, muy por dentro de mí, como vampiro, como animal nocturno, su aroma, su sangre, tenía algo característica, sentía como corría por sus venas, por su yugular, se sentía tranquila y latente, todo era música para mis oídos.
Su ojos, muy profundos, podía quedarme toda esa noche allí, frente a ella, admirado esos iris claros, y oliendo su sangre. Mis ojos bajaron un poco, y me encontré con unos carnosos y deseosos labios, se observaban irresistibles, deje escapar una exhalación profunda, haciendo notar mis ganas de querer besarla.
Aun sentado a su lado, los segundos eran eternos, la lluvia sonaba con todo su esplendor sobre cada hoja que había en los altos arboles, todo tan improvisador, pero desviando mi mirada, encontré algo para establecer una conversación – La lluvia no se detendrá hasta unas cuantas horas… - ese era motivo suficiente para salir de allí y marcharme - … pero si me permite, preferiría esperar esas largas horas con usted, debajo de este amplio árbol. – le sonreí con delicadeza, mi corazón comenzó a latir un poco más rápido, me sentía incontrolable, cuanto deseaba, tocar su piel… saborear el dulce sabor de sus labios y sentirla muy cerca de mí…
- Veo que… estaba leyendo.
Ambos nos quedamos mirando, ¿Qué había en ese entonces? ¿había un contacto entre ambos?... lo único que se, es que estaba deseoso, muy por dentro de mí, como vampiro, como animal nocturno, su aroma, su sangre, tenía algo característica, sentía como corría por sus venas, por su yugular, se sentía tranquila y latente, todo era música para mis oídos.
Su ojos, muy profundos, podía quedarme toda esa noche allí, frente a ella, admirado esos iris claros, y oliendo su sangre. Mis ojos bajaron un poco, y me encontré con unos carnosos y deseosos labios, se observaban irresistibles, deje escapar una exhalación profunda, haciendo notar mis ganas de querer besarla.
Aun sentado a su lado, los segundos eran eternos, la lluvia sonaba con todo su esplendor sobre cada hoja que había en los altos arboles, todo tan improvisador, pero desviando mi mirada, encontré algo para establecer una conversación – La lluvia no se detendrá hasta unas cuantas horas… - ese era motivo suficiente para salir de allí y marcharme - … pero si me permite, preferiría esperar esas largas horas con usted, debajo de este amplio árbol. – le sonreí con delicadeza, mi corazón comenzó a latir un poco más rápido, me sentía incontrolable, cuanto deseaba, tocar su piel… saborear el dulce sabor de sus labios y sentirla muy cerca de mí…
- Veo que… estaba leyendo.
Invitado- Invitado
Re: Yo te esperaré. (Gregori Lindemann) [+18]
Aquellos hermosos ojos la miraban insaciablemente. Era tan complicado mantenerle la mirada, pues le producía intranquilidad. Se sentía nerviosa a su lado y es que le miraba tan profundamente…
Poco a poco y sin darse cuenta se sentó a su lado. Tenía frío. Se acercó a él. Y miró su herida, preocupándose por él, esperando que no le doliera.
De nuevo le miró pero esta vez de manera más tímida. No quería que pensara que lo estaba examinando, pero es que era totalmente irresistible para ella. Era como si con esa primera e íntima mirada hubieran conectado y desde ese preciso momento había una increíble tensión entre ellos. Dios, no podía dejar de mirarlo. “Yulianna, contrólate”, pero daba igual. Era su piel, sus labios, sus profundos ojos, sus delicadas manos… su voz. Era todo. Todo él.
Agachó la mira. Necesitaba controlarse, pero no sabía si podría hacerlo. “Debes ser más fuerte que todo esto”. Pensó. Y entonces él afortunadamente habló, pero dijo… “quiero pasar largas horas junto a usted”. “Y yo junto a ti”, quiso decir, pero las palabras no brotaron de sus labios, estaba demasiado concentrada intentando evadir la tensión que le recorría el cuerpo, que la enviaba cada vez más hacia él.
-Sí. Estaba leyendo. Era una novela de amor. –Dijo sonriendo. De nuevo visualizó sus perfectos y perfilados labios. Era inevitable no desear estar más cerca de él.
Poco a poco y sin darse cuenta se sentó a su lado. Tenía frío. Se acercó a él. Y miró su herida, preocupándose por él, esperando que no le doliera.
De nuevo le miró pero esta vez de manera más tímida. No quería que pensara que lo estaba examinando, pero es que era totalmente irresistible para ella. Era como si con esa primera e íntima mirada hubieran conectado y desde ese preciso momento había una increíble tensión entre ellos. Dios, no podía dejar de mirarlo. “Yulianna, contrólate”, pero daba igual. Era su piel, sus labios, sus profundos ojos, sus delicadas manos… su voz. Era todo. Todo él.
Agachó la mira. Necesitaba controlarse, pero no sabía si podría hacerlo. “Debes ser más fuerte que todo esto”. Pensó. Y entonces él afortunadamente habló, pero dijo… “quiero pasar largas horas junto a usted”. “Y yo junto a ti”, quiso decir, pero las palabras no brotaron de sus labios, estaba demasiado concentrada intentando evadir la tensión que le recorría el cuerpo, que la enviaba cada vez más hacia él.
-Sí. Estaba leyendo. Era una novela de amor. –Dijo sonriendo. De nuevo visualizó sus perfectos y perfilados labios. Era inevitable no desear estar más cerca de él.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Yo te esperaré. (Gregori Lindemann) [+18]
Baje la mirada y mire el libro, la portada mostraba un título en letras de color negro, me pareció familiar. “una novela de amor” me pregunto si el autor de ese libro vivió esa novela de amor, si estaba basado en la vida real. Me pregunto si para el autor es doloroso escribir de esa forma cuando nunca ha experimentado ese lado del amor, puede ser alguien con la necesidad de experimentarlo, pero la única forma que tiene para expresarlo, es escribiendo para los lectores.
- Usted… ¿me puede explicar porque está aquí tan sola? ¿Qué es lo que le gusta de este lugar? – bueno, había mucho que decir. Siendo un bosque tan amplio, se podía encontrar de todo en este lugar, pero en que estamos ahora, solo se encontraba uno, era perfecto, al fondo de la laguna no había sombra de arboles que ocultara el agua, era como el único lugar con más luz que el resto, el sonido de las hojas era encantador. Pero recuerdo que esta no era la primera vez que venía… fue una vez en verano, cuando el sol me había pillado por sorpresa y me tuve que mantener aquí, debajo de los arboles por motivos de irresponsabilidad, mi eterna vida había corrido peligro por una millonésima de vez.
- Es algo difícil de imaginar… - proseguí – me imagino que usted debe de vivir cerca, no creo que venga a arriesgarse a venir de la ciudad a este lugar tan solitario – de seguro no era la primera vez que venía, este lugar estaba muy adentrado al bosque.
Desvié la mirada al lago nuevamente, el agua aun caía, pero ahora un poco más calmada, caían pequeñas gotas, ¿pasaría luego la lluvia?... esperaba que no – se ve tentadora el agua desde acá…
- Usted… ¿me puede explicar porque está aquí tan sola? ¿Qué es lo que le gusta de este lugar? – bueno, había mucho que decir. Siendo un bosque tan amplio, se podía encontrar de todo en este lugar, pero en que estamos ahora, solo se encontraba uno, era perfecto, al fondo de la laguna no había sombra de arboles que ocultara el agua, era como el único lugar con más luz que el resto, el sonido de las hojas era encantador. Pero recuerdo que esta no era la primera vez que venía… fue una vez en verano, cuando el sol me había pillado por sorpresa y me tuve que mantener aquí, debajo de los arboles por motivos de irresponsabilidad, mi eterna vida había corrido peligro por una millonésima de vez.
- Es algo difícil de imaginar… - proseguí – me imagino que usted debe de vivir cerca, no creo que venga a arriesgarse a venir de la ciudad a este lugar tan solitario – de seguro no era la primera vez que venía, este lugar estaba muy adentrado al bosque.
Desvié la mirada al lago nuevamente, el agua aun caía, pero ahora un poco más calmada, caían pequeñas gotas, ¿pasaría luego la lluvia?... esperaba que no – se ve tentadora el agua desde acá…
Invitado- Invitado
Re: Yo te esperaré. (Gregori Lindemann) [+18]
Yulianna le miró de nuevo y escuchó su pregunta. No era la primera vez que alguien la formulaba, porque no llegaban a entender como una joven podía tener el valor de salir sola sin decirle nada a nadie. Ella no le decía a nadie donde estaba, porque si no siempre tendrían la posibilidad de buscarla por algo que ocurriese con la tienda o incluso en la casa. Y cuando Yulianna salía e iba a ese lugar o a otro incluso más remoto de la ciudad y ¿por qué? La pregunta que tantos se hacían.
-Con el tiempo me he vuelto una persona solitaria. No es que no tenga amigos, o que no los quiera pero… -lo que quería decir pero que no le salía era que no tenía familia. Solo a su hermana, pero tenía contacto con ella. Suspiró profundamente por la tristeza que los recuerdos le producían, y luego se calló durante unos segundos. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Tenía mucho frío.
-Sencillamente me gusta la tranquilidad de este sitio. Nadie te agobia, ni te pide explicaciones. Solo estás tú, tu libro y el sonido del agua y del viento, de esos árboles que te rodean, el olor de la hierba fresca. Y en este caso tú. –Dijo mirándole fijamente y de nuevo encontrándose con sus hermosos ojos. Por una vez estaba agradecía de la compañía de alguien en aquel lugar.
¿Dejaba de llover? No estaba segura, pero ya se sentía más cálida. Quizás mirarle le tranquilizaba, o estar a su lado pese que aún no se conocían demasiado.
-¿Acaso te quieres bañar? Si no estás sucio. –Dijo bromeando y golpeó levemente su hombro. Quizás debiera revolcarlo por el suelo para tener un motivo de ver su perfecto cuerpo sin la ropa que lo cubría. Luego pensó que mejor no. No quería que pensara que estaba loca.
-Con el tiempo me he vuelto una persona solitaria. No es que no tenga amigos, o que no los quiera pero… -lo que quería decir pero que no le salía era que no tenía familia. Solo a su hermana, pero tenía contacto con ella. Suspiró profundamente por la tristeza que los recuerdos le producían, y luego se calló durante unos segundos. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Tenía mucho frío.
-Sencillamente me gusta la tranquilidad de este sitio. Nadie te agobia, ni te pide explicaciones. Solo estás tú, tu libro y el sonido del agua y del viento, de esos árboles que te rodean, el olor de la hierba fresca. Y en este caso tú. –Dijo mirándole fijamente y de nuevo encontrándose con sus hermosos ojos. Por una vez estaba agradecía de la compañía de alguien en aquel lugar.
¿Dejaba de llover? No estaba segura, pero ya se sentía más cálida. Quizás mirarle le tranquilizaba, o estar a su lado pese que aún no se conocían demasiado.
-¿Acaso te quieres bañar? Si no estás sucio. –Dijo bromeando y golpeó levemente su hombro. Quizás debiera revolcarlo por el suelo para tener un motivo de ver su perfecto cuerpo sin la ropa que lo cubría. Luego pensó que mejor no. No quería que pensara que estaba loca.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Yo te esperaré. (Gregori Lindemann) [+18]
- ¿Es necesario de que este sucio? – Gregori se atrevería a acercarse un poco más a ella. No quería actuar como cazador en ese momento, si no como una especie de juego de seducción, le gustaba este tipo de juegos, lo disfrutaba muchísimos con las hermosas mujeres de Paris. Rara vez despertaban deseos de morderlas, y esta era una ocasión particular, la mujer poseía su marca perfecta e ideal.
Gregori acababa de alimentarse de un animal, cosa que era suficiente para un día, pero estando frente a la joven, sentía como rasguñaban por dentro su sistema digestivo, fue una sensación de necesidad, pero podía controlarse. Todo era posible gracias a los poderosos encantos del vampiro… pero allí estaba su juicio.
Por primera vez en su vida, Gregori estaba indeciso… ¿sería esta mujer una presa más entre sus colmillos? ¿O tan solo disfrutaría de su olor y su cálida piel por esta noche? El vampiro se atrevió a levantar su brazo y tocar unos cuantos cabellos rubios, jugó con ellos, los miro y sintió como el delicioso aroma de la joven impregnada las fosas nasales de Gregori.
No aguanto las ganas de poseer a la chica, tenerla como su suya, aclamarla, desearla, tocarla…
El silencio aun se apoderaba entre ellos, Gregori despego los ojos de los cabellos de su contrincante para llevarlos a los de ella, se mantuvo serio y comenzó a acercarse poco a poco a sus labios, con una lentitud que hacia que la sangre de la rubia corriera una maratón por sus venas. Finalmente los labios del fuerte vampiro besaron los deliciosos y deseosos labios de la joven.
Su toque era como una droga, invadiendo su cuerpo, caldeando su corriente sanguínea, aliviando cada dolor en su interior, cada deseo, todo fue inhibido.
Gregori acababa de alimentarse de un animal, cosa que era suficiente para un día, pero estando frente a la joven, sentía como rasguñaban por dentro su sistema digestivo, fue una sensación de necesidad, pero podía controlarse. Todo era posible gracias a los poderosos encantos del vampiro… pero allí estaba su juicio.
Por primera vez en su vida, Gregori estaba indeciso… ¿sería esta mujer una presa más entre sus colmillos? ¿O tan solo disfrutaría de su olor y su cálida piel por esta noche? El vampiro se atrevió a levantar su brazo y tocar unos cuantos cabellos rubios, jugó con ellos, los miro y sintió como el delicioso aroma de la joven impregnada las fosas nasales de Gregori.
No aguanto las ganas de poseer a la chica, tenerla como su suya, aclamarla, desearla, tocarla…
El silencio aun se apoderaba entre ellos, Gregori despego los ojos de los cabellos de su contrincante para llevarlos a los de ella, se mantuvo serio y comenzó a acercarse poco a poco a sus labios, con una lentitud que hacia que la sangre de la rubia corriera una maratón por sus venas. Finalmente los labios del fuerte vampiro besaron los deliciosos y deseosos labios de la joven.
Su toque era como una droga, invadiendo su cuerpo, caldeando su corriente sanguínea, aliviando cada dolor en su interior, cada deseo, todo fue inhibido.
Invitado- Invitado
Re: Yo te esperaré. (Gregori Lindemann) [+18]
Gregori se acercaba a ella lentamente. Yulianna no hizo nada. No se lo impidió. Ahora no pensaba. Sencillamente había quedado embargada por él. Su cabello, sus cuerpo, sus ojos castaños, su perfecto cuerpo, y ahora sus dedos acariciando su cabello.
Tuvo que respirar pausadamente. Hacía tiempo, mucho tiempo que un hombre no la hacía ponerse tan nerviosa. Pero con Gregori era distinto. Había algo que le encantaba de él, y era que le mostraba su deseo de inmediato. Era directo. Y eso le gustaba, porque ella sentía exactamente lo mismo. Siguió sin molestarse su cercanía, es más, la ansiaba. Quería más. Y Yulianna no imaginó lo que vendría después.
Gregori no habló, ¿para qué? Dios, sencillamente era perfecto. Con tranquilidad se posicionó frente a ella, a su rostro. Ella bajó la mirada hacia sus hermosos labios, ahora tan deseados. No quería que ese momento terminara, pero le hubiera gustado parar el tiempo. Poder seguir sintiendo aquello para siempre, pero sabía que eso no era posible. Y en el momento más inesperado los labios de él se posicionaron sobre los de ella. Pausados, fríos, pero el aliento de Yulianna haría que éstos entraran en calor.
El beso, ese beso, tan deseado, tan aclamado, al fin había llegado. Cerró los ojos y disfrutó. Cuando en ese momento todo estaba a oscuras, ella seguía viendo sus ojos, y entonces el beso se prolongó. Se impulsó lentamente hacia él, y poco a poco hizo que se recostara sobre el pasto. Ahora estaba encima de él. Y despegó levemente sus labios de los de él, pero solo un instante, para que el deseo aumentara. Luego volvió a besarle, pero ahora con aplomo, necesitando más. Quería sentir su cuerpo, sus caricias. Quería sentirlo a él.
Tuvo que respirar pausadamente. Hacía tiempo, mucho tiempo que un hombre no la hacía ponerse tan nerviosa. Pero con Gregori era distinto. Había algo que le encantaba de él, y era que le mostraba su deseo de inmediato. Era directo. Y eso le gustaba, porque ella sentía exactamente lo mismo. Siguió sin molestarse su cercanía, es más, la ansiaba. Quería más. Y Yulianna no imaginó lo que vendría después.
Gregori no habló, ¿para qué? Dios, sencillamente era perfecto. Con tranquilidad se posicionó frente a ella, a su rostro. Ella bajó la mirada hacia sus hermosos labios, ahora tan deseados. No quería que ese momento terminara, pero le hubiera gustado parar el tiempo. Poder seguir sintiendo aquello para siempre, pero sabía que eso no era posible. Y en el momento más inesperado los labios de él se posicionaron sobre los de ella. Pausados, fríos, pero el aliento de Yulianna haría que éstos entraran en calor.
El beso, ese beso, tan deseado, tan aclamado, al fin había llegado. Cerró los ojos y disfrutó. Cuando en ese momento todo estaba a oscuras, ella seguía viendo sus ojos, y entonces el beso se prolongó. Se impulsó lentamente hacia él, y poco a poco hizo que se recostara sobre el pasto. Ahora estaba encima de él. Y despegó levemente sus labios de los de él, pero solo un instante, para que el deseo aumentara. Luego volvió a besarle, pero ahora con aplomo, necesitando más. Quería sentir su cuerpo, sus caricias. Quería sentirlo a él.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Yo te esperaré. (Gregori Lindemann) [+18]
El deseo era lo que más alimentaba la necesidad de Gregori. Las manos del vampiro recorrieron el cuerpo de la mujer poseedora de la deliciosa sangre, fueron caricias suaves lentas, no quería desesperar las cosas, quería que todo fuese lento, despacio… pensaba que tendrían toda la noche para encontrar sus cuerpos desnudos encima del húmedo pasto.
Su boca, muy cálida, húmeda, Lindemann dejaba caricias a lo largo de sus costillas, su cintura sus caderas… apenas podía respirar, su toque era como una droga. Era tan fácil para el controlar su mente, su cuerpo, que ahora no sabía si podría hacerlo. Su comportamiento era brutal al momento de estar con vampiras, sabía que las cortesanas quedaban con algunos hematomas en sus cuerpos siendo alguien oscuro y fuerte, no podía medir su fuerza y avidez.
Gregori se levanto, dejando que ella estuviese sentada sobre él, el beso aún continuo, apasionado y delicioso, su aliento quedo atrapado en su garganta. Sus manos eran sus ojos, y podía notar lo hermoso que era para él, el cuerpo femenino. El vampiro se atrevió a dejar el beso que tanto excitaba su piel, se alejo tan solo lo necesario para admirar los ojos de la rubia, sus manos se quedaron quietas en su cintura, pero luego subieron. Sus dedos comenzaron a jugar con la tela de su vestido, dejando caer desde sus hombros hasta lo más bajo que podía llegar, dejando visible sus pechos, hermosos, redondos, que estaba sobre un sujetador del mismo color. Su piel desnuda tan caliente que la obsesión de querer tenerla con ella, sobrepaso el límite y estaba decidido a hacerla suya esa noche.
Sus helados dedos, no resistieron y quisieron tocar la caliente piel de la humana. Una de sus manos se poso en su espalda, y la otra con dos dedos comenzaron a deslizarse con lentitud hacia sus pechos, quería que ella estuviese en sus brazos, relajada, excitada y plena. Antes de comenzar con el recorrido, despejo todo cabello de esa area, dejando una mejor visibilidad a la mejor virtud femenina. Sus dedos sintieron el correr de la sangre por su carótida, luego su aorta, su calibre había aumentado por la gran fuerza que ejercía su corazón, esa máquina letal y maravillosa que era un tambor para sus oídos, lo sintió, cerca de su esternón. Siguió bajando hasta llegar entremedio de sus senos, Gregori mordió su labio inferior. Y finalizo con un beso en su pecho. – Quiero hacerte mía Mon petit, mi amor… hazme sentir pleno… - hablaba y respiraba sobre su piel. Sus cabellos de pronto cayeron sobre mi rostro, ella se había incorporado.
Su boca, muy cálida, húmeda, Lindemann dejaba caricias a lo largo de sus costillas, su cintura sus caderas… apenas podía respirar, su toque era como una droga. Era tan fácil para el controlar su mente, su cuerpo, que ahora no sabía si podría hacerlo. Su comportamiento era brutal al momento de estar con vampiras, sabía que las cortesanas quedaban con algunos hematomas en sus cuerpos siendo alguien oscuro y fuerte, no podía medir su fuerza y avidez.
Gregori se levanto, dejando que ella estuviese sentada sobre él, el beso aún continuo, apasionado y delicioso, su aliento quedo atrapado en su garganta. Sus manos eran sus ojos, y podía notar lo hermoso que era para él, el cuerpo femenino. El vampiro se atrevió a dejar el beso que tanto excitaba su piel, se alejo tan solo lo necesario para admirar los ojos de la rubia, sus manos se quedaron quietas en su cintura, pero luego subieron. Sus dedos comenzaron a jugar con la tela de su vestido, dejando caer desde sus hombros hasta lo más bajo que podía llegar, dejando visible sus pechos, hermosos, redondos, que estaba sobre un sujetador del mismo color. Su piel desnuda tan caliente que la obsesión de querer tenerla con ella, sobrepaso el límite y estaba decidido a hacerla suya esa noche.
Sus helados dedos, no resistieron y quisieron tocar la caliente piel de la humana. Una de sus manos se poso en su espalda, y la otra con dos dedos comenzaron a deslizarse con lentitud hacia sus pechos, quería que ella estuviese en sus brazos, relajada, excitada y plena. Antes de comenzar con el recorrido, despejo todo cabello de esa area, dejando una mejor visibilidad a la mejor virtud femenina. Sus dedos sintieron el correr de la sangre por su carótida, luego su aorta, su calibre había aumentado por la gran fuerza que ejercía su corazón, esa máquina letal y maravillosa que era un tambor para sus oídos, lo sintió, cerca de su esternón. Siguió bajando hasta llegar entremedio de sus senos, Gregori mordió su labio inferior. Y finalizo con un beso en su pecho. – Quiero hacerte mía Mon petit, mi amor… hazme sentir pleno… - hablaba y respiraba sobre su piel. Sus cabellos de pronto cayeron sobre mi rostro, ella se había incorporado.
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Re: Yo te esperaré. (Gregori Lindemann) [+18]
Yulianna pasó de desearle a necesitarle. Era extremadamente sensual y cautivador. ¿Cómo resistirse? No iba a hacerlo, todos sabemos que no podía. Era totalmente imposible para ella alejarse de aquel hombre en ese preciso instante. Necesitó más. Él la complació. Mientras prolongaba el beso, ese que parecía eterno pero que Yulianna no iba a finalizar, recorría con sus frías manos el cuerpo de ésta. Primero por su lateral, por sus caderas… una y otra vez. Parecía volverse loco con el cuerpo de ella, ¡y eso la apasionaba! Le encantaban los hombres entregados, perspicaces, los que muestran lo que sienten, lo que desean, lo que quieren. Y rara vez se topaba con uno así, pero esa noche…
Lindemann seguía recorriendo su piel. Ahora la había sentado sobre él. El deseo fluía por el cuerpo de Yulianna. Desabrochó su camisa, no, se la arrancó y sintió los botones caer. Lo sentía. Ese tejido tan puro y sofisticado echado a perder… pero no se podía resistir. Parecía como si la adrenalina recorriera su cuerpo. Necesitaba hacerlo suyo ya. No podía aguantar más.
Por un instante abrió los ojos. Él también lo hizo. Se miraron, se mostraron el deseo mutuo de nuevo, el ansia por consumir la pasión desbocada que se hacía a cada instante más incontrolable. Él colaboraba. Le bajó sutilmente el vestido a Yulianna dejando al descubierto el perfecto sostén de encaje. La verdad es que eso no estaba planeado, pero en esa ocasión llevaba una ropa extremadamente sensual, y se alegró por ello, porque quería volverlo loco. Loco por ella. Y por nadie más. Quería que cuando finalmente estuviera en los brazos de ella se olvidara del resto, de amores pasados, de recuerdos con otras… solo quería que pensara en ellos. En ese momento.
Yulianna se dejó tocar. Sí, no podía resistirlo, y cuando él tocó su espalda un escalofrío recorrió el cuerpo de ella. Le sentía deseoso, apasionado, embriago por ella. Parecía que su olor, su cuerpo y toda ella le hiciera enloquecer. ¿Era eso cierto? Quería descubrirlo por sí misma.
Los labios de los amantes quedaron a unos centímetros de distancia, pero Yulianna la rompió y se arrojó de nuevo sobre sus brazos, ésta vez desabrochando el pantalón de él. No se le iba a resistir. Lo haría suyo esa noche. “Mi amor”, la llamó. Nunca nadie la había llamado así, y eso la emocionó y no hizo más que aumentar su lívido. Gregori, definitivamente, no sabía dónde se había metido.
Lindemann seguía recorriendo su piel. Ahora la había sentado sobre él. El deseo fluía por el cuerpo de Yulianna. Desabrochó su camisa, no, se la arrancó y sintió los botones caer. Lo sentía. Ese tejido tan puro y sofisticado echado a perder… pero no se podía resistir. Parecía como si la adrenalina recorriera su cuerpo. Necesitaba hacerlo suyo ya. No podía aguantar más.
Por un instante abrió los ojos. Él también lo hizo. Se miraron, se mostraron el deseo mutuo de nuevo, el ansia por consumir la pasión desbocada que se hacía a cada instante más incontrolable. Él colaboraba. Le bajó sutilmente el vestido a Yulianna dejando al descubierto el perfecto sostén de encaje. La verdad es que eso no estaba planeado, pero en esa ocasión llevaba una ropa extremadamente sensual, y se alegró por ello, porque quería volverlo loco. Loco por ella. Y por nadie más. Quería que cuando finalmente estuviera en los brazos de ella se olvidara del resto, de amores pasados, de recuerdos con otras… solo quería que pensara en ellos. En ese momento.
Yulianna se dejó tocar. Sí, no podía resistirlo, y cuando él tocó su espalda un escalofrío recorrió el cuerpo de ella. Le sentía deseoso, apasionado, embriago por ella. Parecía que su olor, su cuerpo y toda ella le hiciera enloquecer. ¿Era eso cierto? Quería descubrirlo por sí misma.
Los labios de los amantes quedaron a unos centímetros de distancia, pero Yulianna la rompió y se arrojó de nuevo sobre sus brazos, ésta vez desabrochando el pantalón de él. No se le iba a resistir. Lo haría suyo esa noche. “Mi amor”, la llamó. Nunca nadie la había llamado así, y eso la emocionó y no hizo más que aumentar su lívido. Gregori, definitivamente, no sabía dónde se había metido.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Yo te esperaré. (Gregori Lindemann) [+18]
Gregori se entregó a ese beso suplicante. Su boca se derritió, suave y flexible, lo perteneció instantáneamente. La boca de esta mujer era adictiva, Quería sentirle, su cuerpo fuerte y duro presionado firmemente contra el de ella. Real, no en sueño elusivo. No podía conseguir suficiente de su boca, caliente, ansiosa y tan hambrienta de el. Se movió impaciente contra ella, deseando tocarla, necesitando que lo tocara.
Ya no reconocía pensamientos, solo la sensación de la dura boca de ella contra la suya, solo el puro placer de su boca tomando posesión de ella tan urgentemente. Se entregó completamente a la sensación calor y llama. A la ráfaga de fuego líquido que corría por sus venas, acumulándose en su cuerpo.
La acercó más, su boca mantuvo la posesión, su lengua peleando con la de ella mientras con las manos le acunaba los pechos, su pulgar acariciando el pezón a través de la fina tela del sujetador. Escucho un leve jadeó ante el exquisito placer.
Su boca abandonó la de ella para trazar un camino de fuego a lo largo del cuello. La lengua se arremolinó sobre el pulso. Se oyó su propio gemido suave de deseo fundiéndose.Sus brazos eran duras bandas de acero, atrapándola cerca para que pudiera sentir su pesada hinchazón, una urgente demanda, apretando contra ella.
La lluvia caía a cántaros, el viento soplaba las gotas en pesadas y deprimentes cortinas. Lindemann no sentía frío en la forma que había tomado. De haber estado en su cuerpo natural, habría regulado la temperatura de su cuerpo con dificultad.
Sonrío de lado al ver lo que estaba haciendo Yuliana, se sintió pleno, y como de pronto ver que sus manos habían rosado su miembro que comenzaba a tener erección. Mientras tanto, el vampiro quiso explorar sus piernas, acariciándolo con los cinco dedos, ni uno de ellos se había perdido la suavidad de su piel. Pasó por su rodilla, luego por su muslo, y finalmente hasta su caderas, haciendo levantar su vestido – bésame… - le ordeno en su mente, y ella debía obedecer. Cerró sus ojos e imagino su cuerpo, su vientre, sus caderas, su trasero… todo era exquisito, maravilloso, cálido y excitante.
Comenzó a bajar un poco más las revoluciones, y como pensó antes, tenía toda la noche para hacerlo y disfrutar de ella. Levanto de Yuliana en forma cuidadosa, su fuerza se hizo notar. Gregorí se levanto y se quito los pantalones delante de la mujer, no tuvo pudor y mucho menos apuro, dejando mostrar tan solo una prenda que faltaba para divisar su miembro que aun comenzaba a excitarse. Yuliana aun en el pasto, media desnuda, El vampiro se poso detrás de ella, y observo su espalda. Movió algunos cabellos, y comenzó a desabrochar su sostén, depositando un suave beso sonoro.
Al dejar caer la prenda, el amable vampiro, paso ambas manos por sus costillas, hasta llegar a sus flancos, sus huellas memorizaban cada parte de ella, Gregori se acerco a su cuello. Dientes arañando gentilmente, eróticamente, sobre su pulso, adelante y atrás mientras el cuerpo de él ardían en llamas y cada célula exigía posesión. Los dientes pellizcaban, la lengua aliviaba el dolor. Sus manos subieron hasta llegar a sus liberados pechos, redondos y sus pezones excitados, sus manos acariciaron con gentileza sus senos, fabulosamente delicioso, los masajeaba con tranquilidad.
Ya no reconocía pensamientos, solo la sensación de la dura boca de ella contra la suya, solo el puro placer de su boca tomando posesión de ella tan urgentemente. Se entregó completamente a la sensación calor y llama. A la ráfaga de fuego líquido que corría por sus venas, acumulándose en su cuerpo.
La acercó más, su boca mantuvo la posesión, su lengua peleando con la de ella mientras con las manos le acunaba los pechos, su pulgar acariciando el pezón a través de la fina tela del sujetador. Escucho un leve jadeó ante el exquisito placer.
Su boca abandonó la de ella para trazar un camino de fuego a lo largo del cuello. La lengua se arremolinó sobre el pulso. Se oyó su propio gemido suave de deseo fundiéndose.Sus brazos eran duras bandas de acero, atrapándola cerca para que pudiera sentir su pesada hinchazón, una urgente demanda, apretando contra ella.
La lluvia caía a cántaros, el viento soplaba las gotas en pesadas y deprimentes cortinas. Lindemann no sentía frío en la forma que había tomado. De haber estado en su cuerpo natural, habría regulado la temperatura de su cuerpo con dificultad.
Sonrío de lado al ver lo que estaba haciendo Yuliana, se sintió pleno, y como de pronto ver que sus manos habían rosado su miembro que comenzaba a tener erección. Mientras tanto, el vampiro quiso explorar sus piernas, acariciándolo con los cinco dedos, ni uno de ellos se había perdido la suavidad de su piel. Pasó por su rodilla, luego por su muslo, y finalmente hasta su caderas, haciendo levantar su vestido – bésame… - le ordeno en su mente, y ella debía obedecer. Cerró sus ojos e imagino su cuerpo, su vientre, sus caderas, su trasero… todo era exquisito, maravilloso, cálido y excitante.
Comenzó a bajar un poco más las revoluciones, y como pensó antes, tenía toda la noche para hacerlo y disfrutar de ella. Levanto de Yuliana en forma cuidadosa, su fuerza se hizo notar. Gregorí se levanto y se quito los pantalones delante de la mujer, no tuvo pudor y mucho menos apuro, dejando mostrar tan solo una prenda que faltaba para divisar su miembro que aun comenzaba a excitarse. Yuliana aun en el pasto, media desnuda, El vampiro se poso detrás de ella, y observo su espalda. Movió algunos cabellos, y comenzó a desabrochar su sostén, depositando un suave beso sonoro.
Al dejar caer la prenda, el amable vampiro, paso ambas manos por sus costillas, hasta llegar a sus flancos, sus huellas memorizaban cada parte de ella, Gregori se acerco a su cuello. Dientes arañando gentilmente, eróticamente, sobre su pulso, adelante y atrás mientras el cuerpo de él ardían en llamas y cada célula exigía posesión. Los dientes pellizcaban, la lengua aliviaba el dolor. Sus manos subieron hasta llegar a sus liberados pechos, redondos y sus pezones excitados, sus manos acariciaron con gentileza sus senos, fabulosamente delicioso, los masajeaba con tranquilidad.
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Re: Yo te esperaré. (Gregori Lindemann) [+18]
Yulianna estaba presa de él. De su encanto, de la llama interna que desprendía pasión, lujuria, posesión, ambición, placer, excitación. ¡Dios lo necesitaba! No podía parar de jadear. Era tremendamente fogoso. Y ella no iba a controlarlo. Le daba igual lo que hiciera, sólo quería que la tomara, que la besara, que se deshiciera de su ropa íntima. Lo quería a él. Solamente a él, que sería suyo por esa noche, tenían toda la noche para besarse y ser uno. Toda la noche. Solo podía pensar en eso. En que el tiempo no era un problema, ni en lugar. Sólo debería preocuparse por hacerle sentir pleno. Y así lo haría.
Él, por su parte, se mostraba ansioso de ella. Acariciaba su cuerpo con sensualidad, la llevaba hacia su zona íntima, para que ella pudiera notar que iba en serio, que en verdad la deseaba, que sería suya. Aún no podía creer el haberlo conocido. Y él, no se había podido resistir a la dulzura que Yulianna desprendía. A su calidez, a su pasión… y aún acababa de empezar la noche.
Sentía a su alrededor la lluvia caer, chocar contra las hojas de los árboles, contra el agua. ¿No iban a darse un baño? Definitivamente no era un buen momento. El agua caía sobre el pasto mojado, pero ellos estaban resguardados bajo aquel árbol. Podía decirse que el momento era incluso romántico. ¿Lo era? Eso le daba igual. Solo sabía que él quería que lo besara. Se necesitaban el uno al otro. Ella ansiaba sus caricias, él sus besos. Ella deseaba quitarle la ropa, él recorrer su cuerpo. Era como una sinfonía; estaban complementados, ambos sabían lo que deseaban.
Besó a Gregori con deseo, mostrándole lo mucho que le atraía. Acarició su mejilla derecha, y después sus manos llegaron a su cabello, el cual ella empezó a acariciar. Le encantaba tenerlo tan cerca, sentir su excitación, su ansia de más.
Él estaba entregado al máximo, ¿sería siempre así con las mujeres? De serlo las volvería locas, pero ¿tanto como a Yulianna? Eso era prácticamente imposible. Ella sabía que no olvidaría esa noche fácilmente porque jamás había estado en brazos de alguien más. Y por una vez, la señorita Fiódorovna Osolin se dio el lujo de disfrutar. Y de no pensar en nada más. Todo había quedado atrás.
En un momento inesperado, Lindemann se puso en pie quitándole un trabajo a su compañera, dado que acababa de quitarse los pantalones, descubriendo casi del todo su maravilloso cuerpo que a la luz de la luna parecía brillar. Era espléndido. Totalmente fantástico. Y Yulianna no podía esperar más para ser suya.
Cuando se acercó de nuevo al lecho, le desabrochó el sostén, y luego besó su espalda haciendo que otro escalofrío recorriera su cuerpo, pero eso daba igual, porque solo con tenerlo cerca ardía por dentro, lo deseaba hasta tal extremo que toda la noche no sería suficiente para mostrarle su pasión desenfrenada. Solo esperaba que tuviera tiempo para dedicarle a ella, y que sintiera lo mismo.
Por primera vez había acariciado los senos de Yulianna, ella quería más. Se retorcía de placer y aún “no la había tocado”, parecía que fuera como un imán. Lo quería cerca, muy cerca. Y entonces él llegó al punto débil de nuestra protagonista, a su cuello, el cual recorría con sus dientes. Eso la apasionaba, hacía que se desenfrenara. Estaba a punto de delirar. Por su parte, lentamente se dio la vuelta y lo miró fijamente. Ambos rostros se encontraron, pero ella no le hizo esperar. Se puso en pie sin dejar de mirarle fijamente. Comenzó por desabrochar la cremallera del vestido, y luego lo bajó lentamente. Resbalaba por su fina piel, podía escuchar la tela, sentir su caricia, y finalmente cayó al suelo. Solo le quedaba la ropa íntima inferior, pero eso se lo dejaría a él. Ahora quería disfrutar de él, de su cuerpo y de sus besos.
Se agachó de nuevo, quedando frente a él y colocó sus manos en sus hombros, haciéndole declinar. Apoyó su intimidad sobre la de él. Quería hacerle estallar, que la deseara aún más. Que estuviera preparado para amarla, para hacerla suya.
-Regálame esta noche y mil más. –Suplicó Yulianna mirándole. Y poco a poco se acercó a sus perfectos labios que buscaban de nuevo fundirse con los de ella.
Él, por su parte, se mostraba ansioso de ella. Acariciaba su cuerpo con sensualidad, la llevaba hacia su zona íntima, para que ella pudiera notar que iba en serio, que en verdad la deseaba, que sería suya. Aún no podía creer el haberlo conocido. Y él, no se había podido resistir a la dulzura que Yulianna desprendía. A su calidez, a su pasión… y aún acababa de empezar la noche.
Sentía a su alrededor la lluvia caer, chocar contra las hojas de los árboles, contra el agua. ¿No iban a darse un baño? Definitivamente no era un buen momento. El agua caía sobre el pasto mojado, pero ellos estaban resguardados bajo aquel árbol. Podía decirse que el momento era incluso romántico. ¿Lo era? Eso le daba igual. Solo sabía que él quería que lo besara. Se necesitaban el uno al otro. Ella ansiaba sus caricias, él sus besos. Ella deseaba quitarle la ropa, él recorrer su cuerpo. Era como una sinfonía; estaban complementados, ambos sabían lo que deseaban.
Besó a Gregori con deseo, mostrándole lo mucho que le atraía. Acarició su mejilla derecha, y después sus manos llegaron a su cabello, el cual ella empezó a acariciar. Le encantaba tenerlo tan cerca, sentir su excitación, su ansia de más.
Él estaba entregado al máximo, ¿sería siempre así con las mujeres? De serlo las volvería locas, pero ¿tanto como a Yulianna? Eso era prácticamente imposible. Ella sabía que no olvidaría esa noche fácilmente porque jamás había estado en brazos de alguien más. Y por una vez, la señorita Fiódorovna Osolin se dio el lujo de disfrutar. Y de no pensar en nada más. Todo había quedado atrás.
En un momento inesperado, Lindemann se puso en pie quitándole un trabajo a su compañera, dado que acababa de quitarse los pantalones, descubriendo casi del todo su maravilloso cuerpo que a la luz de la luna parecía brillar. Era espléndido. Totalmente fantástico. Y Yulianna no podía esperar más para ser suya.
Cuando se acercó de nuevo al lecho, le desabrochó el sostén, y luego besó su espalda haciendo que otro escalofrío recorriera su cuerpo, pero eso daba igual, porque solo con tenerlo cerca ardía por dentro, lo deseaba hasta tal extremo que toda la noche no sería suficiente para mostrarle su pasión desenfrenada. Solo esperaba que tuviera tiempo para dedicarle a ella, y que sintiera lo mismo.
Por primera vez había acariciado los senos de Yulianna, ella quería más. Se retorcía de placer y aún “no la había tocado”, parecía que fuera como un imán. Lo quería cerca, muy cerca. Y entonces él llegó al punto débil de nuestra protagonista, a su cuello, el cual recorría con sus dientes. Eso la apasionaba, hacía que se desenfrenara. Estaba a punto de delirar. Por su parte, lentamente se dio la vuelta y lo miró fijamente. Ambos rostros se encontraron, pero ella no le hizo esperar. Se puso en pie sin dejar de mirarle fijamente. Comenzó por desabrochar la cremallera del vestido, y luego lo bajó lentamente. Resbalaba por su fina piel, podía escuchar la tela, sentir su caricia, y finalmente cayó al suelo. Solo le quedaba la ropa íntima inferior, pero eso se lo dejaría a él. Ahora quería disfrutar de él, de su cuerpo y de sus besos.
Se agachó de nuevo, quedando frente a él y colocó sus manos en sus hombros, haciéndole declinar. Apoyó su intimidad sobre la de él. Quería hacerle estallar, que la deseara aún más. Que estuviera preparado para amarla, para hacerla suya.
-Regálame esta noche y mil más. –Suplicó Yulianna mirándole. Y poco a poco se acercó a sus perfectos labios que buscaban de nuevo fundirse con los de ella.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Yo te esperaré. (Gregori Lindemann) [+18]
Una delicada chispa traspaso de los ojos de Yuliana, a los ojos de Gregori, fue como encontrar la paz dentro de ella, esa mirada tan natural, una sonrisa que causo un delicado frio dentro de él que logro apagar la pasión de fuego intenso que había en su interior. No fue algo malo, fue una experiencia de tranquilidad y fragancia.
Quería darle un beso, solo uno… juntar sus labios con los de la humana, y saborear ese sabor dulce que poseía. Pero la reacción fue otra.
Gregori fue testigo de lo único hermoso que había conocido en sus varios siglos de vida, la perfección del cuerpo femenino, lo había encontrado, había tenido la oportunidad de verlo, y sería egoísta, no dejaría que nadie más que él se deleitara con esta maravilla es escultura.
Lo observo todo, como el vestido se dejo caer, rosando su piel con rapidez a causa de a gravedad. Me dio tiempo de mirar su belleza, su extrema sensualidad, sus curvas. No lo aguantó más, y decidió acercarse, como un mendigo buscando riqueza y ayuda, en cambio Gregori, buscaba satisfacer la necesidad de poseer su piel en sus labios.
Sus manos sintieron la estructura de sus piernas, y su boca, beso sus muslos, dando gracias por darle la oportunidad de valorar y amar algo tan hermoso como ella.
Nuevamente se sentó sobre él, pero una corriente le jugó una mala pasada, sus sexos comenzaron a rozarse, y ahora se notaba mucho más con menos ropa, si no fuese por esas molestas telas, Gregori hubiese disfrutado por lo que más estaba esperando esa noche. La dura evidencia de su erección comenzaba a notarse.
Sintió como su propio cuerpo se contraía, se hacía cada vez más pesado y ardiente, consumido por la pasión
Yuliana ahora estaba sobre Gregori, dejó escapar un leve gemido, sentía como el calor y las olas de fuego comenzaron a apoderarse del nuevamente, esas olas iban y venían, como si Gregori fuese la arena y Yuliana el mar. Quería escucharla gemir, respirar hondo y con fuerza, pidiendo a gritos y suplicas que dijera su nombre, sentir su respiración agitada e incontrolable, pero por sobre todo, sentir su sangre caer sobre su piel. La sola idea de verlo, hizo que el vampiro inconscientemente rasguñara la espalda de Yuliana en forma suave.
Gregori pasó su mano por la nuca de ella y la hizo inclinarse un poco, dejándole espacio a su boca para rozar sus colmillos, acto seguido, construyendo un camino de besos sonoros hasta llegar al lóbulo de su oreja, la cual mordería con amabilidad y ternura.
Se incorporó, tomo las piernas de ella y dejo que rodearan el cuerpo del vampiro. Lindemann pozo ambas manos en sus caderas, incitándola a que comenzara con movimientos fogosos pero lentos y así fue como Gregori comenzó a disfrutar del comienzo del climax.
Los sexos se rozaban, creyó que explotaría, sintiendo una dura erección que llegaba a hacer algo doloroso. Dejo que una mano hiciera el trabajo de conseguir el ritmo que quería, y la otra pasó al pecho de Yuliana, moldeándolo con ternura y cuidado. Abrió su boca, dejando salir la agitada respiración que la situación le provocaba. Saboreo sus pechos, calientes y firmes. Gregori quería más, sentirse dentro de ella, creía que ya no aguantaría más.
Quería darle un beso, solo uno… juntar sus labios con los de la humana, y saborear ese sabor dulce que poseía. Pero la reacción fue otra.
Gregori fue testigo de lo único hermoso que había conocido en sus varios siglos de vida, la perfección del cuerpo femenino, lo había encontrado, había tenido la oportunidad de verlo, y sería egoísta, no dejaría que nadie más que él se deleitara con esta maravilla es escultura.
Lo observo todo, como el vestido se dejo caer, rosando su piel con rapidez a causa de a gravedad. Me dio tiempo de mirar su belleza, su extrema sensualidad, sus curvas. No lo aguantó más, y decidió acercarse, como un mendigo buscando riqueza y ayuda, en cambio Gregori, buscaba satisfacer la necesidad de poseer su piel en sus labios.
Sus manos sintieron la estructura de sus piernas, y su boca, beso sus muslos, dando gracias por darle la oportunidad de valorar y amar algo tan hermoso como ella.
Nuevamente se sentó sobre él, pero una corriente le jugó una mala pasada, sus sexos comenzaron a rozarse, y ahora se notaba mucho más con menos ropa, si no fuese por esas molestas telas, Gregori hubiese disfrutado por lo que más estaba esperando esa noche. La dura evidencia de su erección comenzaba a notarse.
Sintió como su propio cuerpo se contraía, se hacía cada vez más pesado y ardiente, consumido por la pasión
Yuliana ahora estaba sobre Gregori, dejó escapar un leve gemido, sentía como el calor y las olas de fuego comenzaron a apoderarse del nuevamente, esas olas iban y venían, como si Gregori fuese la arena y Yuliana el mar. Quería escucharla gemir, respirar hondo y con fuerza, pidiendo a gritos y suplicas que dijera su nombre, sentir su respiración agitada e incontrolable, pero por sobre todo, sentir su sangre caer sobre su piel. La sola idea de verlo, hizo que el vampiro inconscientemente rasguñara la espalda de Yuliana en forma suave.
Gregori pasó su mano por la nuca de ella y la hizo inclinarse un poco, dejándole espacio a su boca para rozar sus colmillos, acto seguido, construyendo un camino de besos sonoros hasta llegar al lóbulo de su oreja, la cual mordería con amabilidad y ternura.
Se incorporó, tomo las piernas de ella y dejo que rodearan el cuerpo del vampiro. Lindemann pozo ambas manos en sus caderas, incitándola a que comenzara con movimientos fogosos pero lentos y así fue como Gregori comenzó a disfrutar del comienzo del climax.
Los sexos se rozaban, creyó que explotaría, sintiendo una dura erección que llegaba a hacer algo doloroso. Dejo que una mano hiciera el trabajo de conseguir el ritmo que quería, y la otra pasó al pecho de Yuliana, moldeándolo con ternura y cuidado. Abrió su boca, dejando salir la agitada respiración que la situación le provocaba. Saboreo sus pechos, calientes y firmes. Gregori quería más, sentirse dentro de ella, creía que ya no aguantaría más.
Invitado- Invitado
Re: Yo te esperaré. (Gregori Lindemann) [+18]
Él, por su parte, reaccionó rozando las piernas de Yulianna, mejor dicho, acariciando. También sus muslos, su boca… y finalmente sucumbió y la besó. Cada vez que sus labios se unían para ella no había vuelta atrás. Se paraba el tiempo. Parecía que le cortaba la respiración. Y él… con su mirada, cada uno de sus gestos, solo con sentir su tacto sobre su cálida piel… la hacía enloquecer.
Ella, que estaba sobre él, rozaba su sexo con el ajeno. Quería sentirlo ya, que fuera suyo, ser de él, que le perteneciese aunque solo fuera por esa ocasión, pero no podía aguantar más sin él. Estaba ansiosa por sentirlo dentro de ella, y tomó la decisión de dar el siguiente paso. Se acercó más a él, pegó su pecho contra el suyo y luego sonrió apenas a milímetros de sus labios. Eran una droga, adictiva. La demandaba, la deseaba, la ansiaba. Quería cada uno de sus besos.
Le miró por unos instantes, lo suficiente para decirle lo que iba a ocurrir después. Él la ayudó y sujetó sus piernas de este modo ayudándola a avanzar, a continuar con el sensual roce. Era una sensación única, pero ella quería más. ¿Cómo pedírselo?
-Quiero ser tuya ya. –Dijo entre suspiros, y después volvió a besarle.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Yo te esperaré. (Gregori Lindemann) [+18]
El juego de la última prenda de Yuliana estaba en el climax, los deseos de arrancarlos con brusquedad eran tantas que afortunadamente me pude controlar.
Nuestros cuerpos eran solo uno, ambos gozaban el uno del otro, su piel estaba caliente y viva, para mí era un factor bastante agradable y satisfactorio, volver a sentir un cuerpo cálido era fabuloso.
Su cuerpo aun sobre el mío, ¿Cómo podía seguir con el siguiente paso? Me encontraba tan bien en esta postura, teniéndola a ella solo para mí, una mujer virgen, una mujer totalmente excitada… quería hacerla sentir plena, hacerla disfrutar de lo único placentero en la vida, que era el amor, quería penetrarla con cariño y sin brusquedad, no quería hacerle daño.
- Vamos mi amor, ruega por mi… quiero escuchar tus leves gemidos – baje mi mirada mi y me encontré con sus firmes, jóvenes y excitados pechos.
Quería que el momento durara para siempre, no quería que acabara por ningún motivo, que nadie nos interrumpiese, quien quera que tuviese esas intenciones, buscaba la muerte segura.
Me atreví a bajar mi mano mientras los movimientos de Yuliana seguían siendo fogosos y provocadores, pase mi mano por mi miembro, quien estaba completamente erectado, esperando estar dentro de Yuliana y terminar dentro de ella… mi mano acaricio su linda vagina, aun con la incomodidad de esa tela que era su ropa intima. Me atreví a desafiarla e introduje mis dedos dentro de ella, estaba caliente y húmeda. – disfrútalo tanto como yo mi amor… oh Yuliana, mi amor. – mis dedos comenzaron a moverse con lentitud, muy lento, mientras que la palma de mi mano jugaba con su clítoris, la cual lograría excitarla aun más.
Nuestros cuerpos eran solo uno, ambos gozaban el uno del otro, su piel estaba caliente y viva, para mí era un factor bastante agradable y satisfactorio, volver a sentir un cuerpo cálido era fabuloso.
Su cuerpo aun sobre el mío, ¿Cómo podía seguir con el siguiente paso? Me encontraba tan bien en esta postura, teniéndola a ella solo para mí, una mujer virgen, una mujer totalmente excitada… quería hacerla sentir plena, hacerla disfrutar de lo único placentero en la vida, que era el amor, quería penetrarla con cariño y sin brusquedad, no quería hacerle daño.
- Vamos mi amor, ruega por mi… quiero escuchar tus leves gemidos – baje mi mirada mi y me encontré con sus firmes, jóvenes y excitados pechos.
Quería que el momento durara para siempre, no quería que acabara por ningún motivo, que nadie nos interrumpiese, quien quera que tuviese esas intenciones, buscaba la muerte segura.
Me atreví a bajar mi mano mientras los movimientos de Yuliana seguían siendo fogosos y provocadores, pase mi mano por mi miembro, quien estaba completamente erectado, esperando estar dentro de Yuliana y terminar dentro de ella… mi mano acaricio su linda vagina, aun con la incomodidad de esa tela que era su ropa intima. Me atreví a desafiarla e introduje mis dedos dentro de ella, estaba caliente y húmeda. – disfrútalo tanto como yo mi amor… oh Yuliana, mi amor. – mis dedos comenzaron a moverse con lentitud, muy lento, mientras que la palma de mi mano jugaba con su clítoris, la cual lograría excitarla aun más.
Invitado- Invitado
Re: Yo te esperaré. (Gregori Lindemann) [+18]
Yulianna se sentía plena, amada, querida y lo más importante... deseada. Gregori deambulaba por su cuerpo, lo acariciaba, también lo observaba y ella quería más. ¿Por qué había tardado tanto en conocerlo? Se preguntaba. Él era cariñoso, amable, dulce y eso era para Yulianna lo máximo que se podía pedir de otra persona.
Lo miró profundamente, como si el tiempo se fuera a parar y deseó besarlo. Así lo hizo; quería que sintiera lo mismo que ella, que se diera cuenta de que para ella esa noche era única.
A la vez que lo besaba con delicadeza, la temperatura fue subiendo más y más, y entonces él dio el siguiente paso. Introdujo sus dedos en la vagina de Yulianna y esta no pudo evitar gemir. No sintió dolor, le gustó y la manera que tenía él de tratarla, de mirarla, de tocarla y sobretodo de besarla, había conseguido que ella dejara de dudar. Era el adecuado, sería con él con el que se acostaría por primera vez. Si, era cierto, Yulianna era virgen. Pese a la edad, pese a que muchos hombres habían intentado tenerla en su alcoba. Ella seguía pura, y creía que eso le gustaba a Gregori más que a nada.
Escuchó la lluvia caer sobre la laguna. Eso la relajaba, y aún hacía el momento más y más excitante, y es que Yulianna había pensado en ese día durante años y sabía que nunca se iba a arrepentir. No era que lo amara, pues se acababan de conocer, pero sabía que era el adecuado y además la trataba como una dama y era paciente. Ella sabía que Gregori no la defraudaría, así que sin hacerle esperar más le miró, acarició la mano que estaba dentro de ella y poco a poco hizo que saliera del lugar más íntimo de su cuerpo. Luego sonrió, ya no había timidez y deslizó la última prenda hasta que se deshizo de ella. Luego se acercó a los labios de el y le besó con ternura a la vez que le hacía girar sobre el pasto quedando ahora él
encima. Había llegado el momento. Se acercó a su oído y susurró:
-Hazme tuya, amor. Por favor.
Lo miró profundamente, como si el tiempo se fuera a parar y deseó besarlo. Así lo hizo; quería que sintiera lo mismo que ella, que se diera cuenta de que para ella esa noche era única.
A la vez que lo besaba con delicadeza, la temperatura fue subiendo más y más, y entonces él dio el siguiente paso. Introdujo sus dedos en la vagina de Yulianna y esta no pudo evitar gemir. No sintió dolor, le gustó y la manera que tenía él de tratarla, de mirarla, de tocarla y sobretodo de besarla, había conseguido que ella dejara de dudar. Era el adecuado, sería con él con el que se acostaría por primera vez. Si, era cierto, Yulianna era virgen. Pese a la edad, pese a que muchos hombres habían intentado tenerla en su alcoba. Ella seguía pura, y creía que eso le gustaba a Gregori más que a nada.
Escuchó la lluvia caer sobre la laguna. Eso la relajaba, y aún hacía el momento más y más excitante, y es que Yulianna había pensado en ese día durante años y sabía que nunca se iba a arrepentir. No era que lo amara, pues se acababan de conocer, pero sabía que era el adecuado y además la trataba como una dama y era paciente. Ella sabía que Gregori no la defraudaría, así que sin hacerle esperar más le miró, acarició la mano que estaba dentro de ella y poco a poco hizo que saliera del lugar más íntimo de su cuerpo. Luego sonrió, ya no había timidez y deslizó la última prenda hasta que se deshizo de ella. Luego se acercó a los labios de el y le besó con ternura a la vez que le hacía girar sobre el pasto quedando ahora él
encima. Había llegado el momento. Se acercó a su oído y susurró:
-Hazme tuya, amor. Por favor.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Yo te esperaré. (Gregori Lindemann) [+18]
Gregori la miraba boquiabierto, estaba esplendida, era una musa total y completa. Me agradaban sus besos, tan sinceros y tiernos, todo era perfecto, ella lo era, sus intenciones y su verdadera pasión.
El tiempo pasaba demasiado lento, y eso a Gregori le gustaba. No dejo de mirar a Yuliana, no quería despegar sus ojos de ella, quería verla sentir el placer que causaran mis dedos al estar dentro de ella, siendo alguien amable y cuidadoso, Yuliana había experimentado algo ligero. Gregori sonrió levemente y beso su pecho, un beso sonoro.
El vampiro escucho lo que quería oír de Yuliana, había pedido que esto fuera más allá, quería aventurarse a experimentar lo más dulce y satisfactorio que solo Gregori podría conocer, la unión de ambos cuerpos, transformándose solo en uno.
La joven rubia tomo la iniciativa y dejo que Gregori se colocara sobre ella, dando la oportunidad de adentrarse a ella fácilmente y con comodidad. Antes de poder comenzar, el vampiro miro a Yuliana, observo su rostro, sus labios y sus ojos, el dejo escapar un leves suspiro y le dijo – Eres como una bella rosa, debes ser bien tratada, cuidada y sobre todo, amada… - no dude en querer besarla, mis labios saborearon los suyos, un dulce encuentro, fue un beso largo… luego de eso, pego su mejilla junto a la suya, dejando que sus labios estuviesen al lado de la oreja de Yuliana.
El vampiro tomo su miembro, el cual estaba bastante duro, y deslizo su glande por su clítoris, haciéndole cariño y tratando de excitarla aun más. Finalmente decidió con estar dentro de ella, muy lentamente, sus manos se apoyaron en el húmedo pasto, dejando el trabajo a sus caderas para dar unas delicadas y leves envestidas. Gregori cerró un momento los ojos, los apretó tan fuerte que hizo ver lo doloroso que era su excitación. Sus suspiros se hicieron cada vez más hondos.
El tiempo pasaba demasiado lento, y eso a Gregori le gustaba. No dejo de mirar a Yuliana, no quería despegar sus ojos de ella, quería verla sentir el placer que causaran mis dedos al estar dentro de ella, siendo alguien amable y cuidadoso, Yuliana había experimentado algo ligero. Gregori sonrió levemente y beso su pecho, un beso sonoro.
El vampiro escucho lo que quería oír de Yuliana, había pedido que esto fuera más allá, quería aventurarse a experimentar lo más dulce y satisfactorio que solo Gregori podría conocer, la unión de ambos cuerpos, transformándose solo en uno.
La joven rubia tomo la iniciativa y dejo que Gregori se colocara sobre ella, dando la oportunidad de adentrarse a ella fácilmente y con comodidad. Antes de poder comenzar, el vampiro miro a Yuliana, observo su rostro, sus labios y sus ojos, el dejo escapar un leves suspiro y le dijo – Eres como una bella rosa, debes ser bien tratada, cuidada y sobre todo, amada… - no dude en querer besarla, mis labios saborearon los suyos, un dulce encuentro, fue un beso largo… luego de eso, pego su mejilla junto a la suya, dejando que sus labios estuviesen al lado de la oreja de Yuliana.
El vampiro tomo su miembro, el cual estaba bastante duro, y deslizo su glande por su clítoris, haciéndole cariño y tratando de excitarla aun más. Finalmente decidió con estar dentro de ella, muy lentamente, sus manos se apoyaron en el húmedo pasto, dejando el trabajo a sus caderas para dar unas delicadas y leves envestidas. Gregori cerró un momento los ojos, los apretó tan fuerte que hizo ver lo doloroso que era su excitación. Sus suspiros se hicieron cada vez más hondos.
Invitado- Invitado
Re: Yo te esperaré. (Gregori Lindemann) [+18]
Yulianna esperaba su reacción. Había sido directa porque ¿para qué seguir siendo tímida? Estaban juntos, ahí, en uno de los lugares favoritos de Yulianna, en la Laguna, mientras escuchaban la lluvia caer. Era el momento perfecto, ¿por qué esperar mas? Él era perfecto, tierno y cariñoso.
Miró a la derecha, veía las gotas de agua en el césped y sentía el ambiente húmedo y lo agradecía porque ella tenía calor, demasiado, a pesar de que estaba desnuda en el pasto. Y entonces dejó de pensar, solo se concentró en la persona que estaba encima de ella, deseoso de su cuerpo, de sus besos y de su calor más interno. Y entonces lo sintió. Era duro, varonil, pero a la vez placentero. Gregori acababa de introducir su miembro dentro de ella. Lo sintió y por un instante quiso gritar pues fue incómodo pero instantes después ese dolor pasó y solo se preocupó de la respiración de él que la tranquilizaba. Y se dio cuenta de que había esperado demasiado para experimentar ese placer, porque Yulianna ya no sentía molestias sino que cada vez que él se movía, ella respiraba más y más hondo pues necesitaba más. Quería más.
-Sigue, por favor... -Rogó entre suspiros y no pudo evitar buscar su mirada.
Miró a la derecha, veía las gotas de agua en el césped y sentía el ambiente húmedo y lo agradecía porque ella tenía calor, demasiado, a pesar de que estaba desnuda en el pasto. Y entonces dejó de pensar, solo se concentró en la persona que estaba encima de ella, deseoso de su cuerpo, de sus besos y de su calor más interno. Y entonces lo sintió. Era duro, varonil, pero a la vez placentero. Gregori acababa de introducir su miembro dentro de ella. Lo sintió y por un instante quiso gritar pues fue incómodo pero instantes después ese dolor pasó y solo se preocupó de la respiración de él que la tranquilizaba. Y se dio cuenta de que había esperado demasiado para experimentar ese placer, porque Yulianna ya no sentía molestias sino que cada vez que él se movía, ella respiraba más y más hondo pues necesitaba más. Quería más.
-Sigue, por favor... -Rogó entre suspiros y no pudo evitar buscar su mirada.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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