Visita [Gregori Lindemann] (terminado)

El chofer ya sabía que debía de esperar afuera, seguí fielmente a la joven Vampiresa hasta llegar a su morada, cosa que me provocaba ansias de poder conocer, de ver que en esas cuatro paredes, se encontraba atrapada su esencia.
Su departamento se ubicaba en la tercera planta, cosa que me parecía fabulosa, el departamento miraba a lo que sería una agradable vista, Carolina tuvo una excelente elección.

Mis pasos eran decisivos, mis talones producían un fuerte golpe a cada paso que daba, en cambio a Caroline se le observaba delicada como una pluma, alguien sigilosa, sus pasos casi podía sentirlos, su vestido casi no se movía a cada metro que ella caminaba. Miraba su espalda, su cabello rubio, tomado de una forma tan sencilla y cómoda, podía observar su delicado y fino cuello. Su agradable perfume que se prolongaba hacia mí, sonreí levemente…

Espere a que la joven abriera la puerta de su departamento, me hizo pasar de una forma muy Cortez. Mis ojos ahora se concentraron en el lugar, los aposentos de Caroline, su alma se centraba aquí, podía sentir muchas cosas… - ¿hace cuanto que vive aquí Madame?

Me gire para verla nuevamente, mi semblante se sentía tranquilo y algo débil, como era posible… si me llegara un ataque sorpresa, dudo mucho que no saldría con algún rasguño, estaba completamente hipnotizado… y eso se sentía bien.

- Vino, por favor. – respondí mirándola a los ojos, terminando con una leve sonrisa. Gire un poco mi rostro y me encontré con un sofá, no tomaría asiento hasta ver que Carolina se pusiera cómoda primero.

- Muchísimas Gracias… - respondí al tomar mi copa – tengo… algo muy inquietante que me gustaría preguntarle… ¿nos hemos visto antes?

Su respuesta, sus gesto, ese latido tan inesperado en su corazón, sus pupilas se dilataron un poco, la estaba poniendo nerviosa sin duda… pero era inevitable, lo quería saber todo, ¿pero por que debía de ponerse nerviosa?
Me dejaba en una situación incómoda, siendo una persona demasiado impaciente, pero a la vez comprensiva, tomé la decisión de que las cosas fueran lentas, tanto, para no incomodar y atacarla con preguntas inesperadas a la señorita Van De Valley.
¿Sería mucho más interesante así? Sin lugar a dudas, la señorita Caroline ocupaba un puesto importante en la lista de personas que más evalúo, que me llaman verdaderamente la atención, esto era algo sobrenatural de mi larga vida vampirica, de alguna forma, me siento atado a ella.

Pero que ternura de ella ser ella… finalmente, sonreí de lado, mire mi copa, despegando mis ojos sobre ella, observe el liquido obscuro entre el vidrio – le hago esta pregunta, porque… verdaderamente siento que, ya nos hemos visto antes. Y eso que tengo una excelente memoria… o tal vez, la estaré confundiendo con alguien más… - quería que lo último alivianara más las cosas.

Bebí de mi copa, luego escuche la propuesta de la joven y acepte, dejando la copa junto con la de ella.
Nuevamente seguí sus pasos, se había acercado al piano para ordenar aquellos papeles que estaban descuidados. - ¿es usted compositora? – una mujer solo aprende a tocar solos de piano, pero difícilmente, y nunca logre imaginar… ver a otra vampiresa tener la música corriendo en sus venas, tener el conocimiento de cada nota, leer con tanta claridad aquel papel del único lenguaje que entendemos los artistas. - …eso me intriga bastante.

Esperé a que Van De Vallery tomara asiento en el lugar que ella prefiriera, luego me senté a su lado, con cuidado.
Pase mis dedos por las teclas, solo rozándolas, la tapa estaba abierta, mi altura me dejaba ver con claridad el interior de la caja de resonancia.

- ¿tiene usted en mete algún solo de piano? – pregunté.

Solo pedía más tiempo para todo, o dejar que se detuviera todo, y poder admirar con mucho más tiempo… esa sonrisa, esos dientes perfectos, se veía una sonrisa sincera, era verdaderamente admirable, más aun sobre una vampiresa que acababa de romper todos mis prejuicios.

Me di cuenta que afuera aun estaba nublado, el tiempo estaba favoreciendo mi tiempo y mi estado de ánimo, estoy seguro de que luego de salir de aquí, tendré mucho de que recordar sobre estas pocas horas que he estado con Carolina.

La joven había comenzado a tocar, miraba sus dedos, como con gracia y toda confianza tocaba cada tecla, pero que suerte tenían esas blancas teclas de poder gozar de ese roce lleno de gracia y delicadeza…
Se observaba su práctica y dedicación, era toda una maestra, pero no paso mucho tiempo para que siguiera su paso. Se escuchaba excelente el dueto, lástima que solo nuestros oídos podías disfrutar de tal gloriosa melodía, yo en el lado menor y ella en el mayor.
Pero de pronto me lleve una gran sorpresa, mi piel había rozado con la de Carolina, siendo seres oscuros y con instintos muy desarrollados, el tacto de ambos fue algo más que un simple roce, sinceramente pude sentir un calor, algo que corrió por mi espina dorsal, fue algo divertido y cómodo. Deje de tocar al mismo tiempo que Carolina se disculpaba ante tal acción que resulto ser favorable para mí.

Gregori… pensé, había dicho mi nombre dejando atrás la cortesía, no me importaba en lo absoluto de cómo me llamara, sabiendo que tan solo pensara en mi nombre y mi persona, me sentiría bien.

Mi comisura se movió unos centímetros, mis ojos se arrugaron un poco hacia tal expresión, me sentía bien, afable, cómodo.
- Me va a disculpar Carolina – seguí su relación – pero, no puedo expresar lo que siento en estos momentos… siendo yo, alguien, que no convive a diario con personas como usted… - de pronto la idea de me fue de las manos y trato de buscar las palabras correctas, manteniendo mi compostura y un poco de la típica seriedad que suelo llevar siempre – me refiero a que, soy alguien que no comparte mucho todo esto, lo que estamos haciendo ahora. Mi personalidad es muy seria, y difícilmente me verá reír o… sonreír ampliamente. Pero con todo respeto y si me permite decirlo… usted sobrepaso los limites a mi perspectiva que deje hace muchos años. – siglos, décadas – hice una pausa, fue una de las más largas que había hecho en mi vida, asi lo había sentido, mis ojos se posaban en cada detalle de la joven rubia, sus ojos sobre todo, su cabello, sus labios… - y… me alegra saber que no la estoy haciendo sentir incomoda, hasta el momento.

- ¿quiere que le sirva otra copa de Vino? – me ofrecí con toda confianza. Pero recordando en donde estaba me preguntaba sobre la hora, así que, saque mi reloj de bolsillo de ojo, abrí su tapa y me indico que ya era hora irme.

- Señorita Van De Valley, creo que es hora de irme, no quiero seguir interrumpiendo en su agradable hogar…

Ya, ambos dispuestos a despedirnos la mire por última vez – le dejo la invitación para que visite mi hogar, estaré encantado de recibirla, y si gusta, puede quedarse algunos días, no vivo solo si se lo pregunta, tengo a mi personal, quienes estarán dichosos de servirla y hacerla sentir cómoda. ¿aceptaría mi invitación?