AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un nombre [Privado] TERMINADO
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Un nombre [Privado] TERMINADO
Era curioso como un nombre podía evocar tantos y tan infinitos recuerdos. Era curioso como un nombre podía significar tantas cosas a la vez. Era curioso como un nombre podía despertar en mí tanto dolor.
El nombre de Friedrich estaba grabado a fuego en mi alma, si es que acaso los vampiros teníamos de eso, y no podía librarme de él aunque pasaran otros 100 años más.
Pero hubo un tiempo, después de su abandono y muerte, en el que podía llegar a pasar dos días enteros sin dedicarle el más mínimo pensamiento. Eso me gustaba y me asustaba a la vez. Me gustaba porque significaba que estaba dejando de depender de una sombra; la sombra de su recuerdo. Pero me asustaba porque creía que lo estaba olvidando. Y eso, a decir verdad, era lo que más me atormentaba.
No quería olvidar. No quería olvidarlo.
Parecía ser que mis súplicas fueron escuchadas porque, hacía a penas dos semanas había encontrado una carta suya. La carta que me entregó una vez, durante nuestra estancia en Nuremberg. Un momento, como tantos otros, que se me antojaban efímeros y que en cualquier momento podían desaparecer de mi mente.
No abrí la dichosa carta hasta pasado un siglo. Curiosamente, la misma fecha que figuraba en ella era la de ese día crucial en la que mi camino hacia la desesperanza se torció hacia la búsqueda de un extraño instrumento del cual sólo tenía algunas noticias. Al principio, no sentí nada. Ni pena, ni alegría, ni dolor, ni nostalgia. Nada. Después me enfurecí. Me enfurecí porque sus últimas palabras estaban dirigidas hacia ese extraño piano y no enteramente a mí. ¿Era ése un pensamiento egoísta?
En ese instante, me enfurecí de nuevo. No con mi Maestro ni con el instrumento. Si no conmigo misma esta vez. ¿Por qué, diablos, no podía dejar de pensar en él ni tan siquiera cuando hacía un siglo de su muerte? ¿Qué extraño lazo nos unía incluso después de la muerte en vida? ¿Por qué me había vuelto tan dependiente de su condenada sombra? Porque eso se estaba convirtiendo Friedrich para mí; en una sombra que me atrapaba y, lo peor de todo, es que yo me dejaba atrapar; quería acurrucarme para siempre en su manto negro.
La Plaza Tertre estaba hoy desierta. Puede que el motivo fuera la hora. Se divisaban algunas figuras a lo lejos, entre los bosques próximos; parejas de enamorados que paseaban, vampiros meditando, licántropos aprovechando la luna menguante que no los convertiría en bestias...Decidí sacar de mi maletín de cuero las partituras que llevaba encima. Nunca salía de casa sin mi maletín, equipado con una pluma, un tintero y folios de partituras. Y, como el buen escritor que tiende a describir con palabras lo que siente, o como el pintor que trata de reflejar sus sentimientos mezclando los colores y formas, yo, como compositora profesional que me consideraba, me dispuse a plasmar mis confusas sensaciones en un revuelto de notas, desde un Do menor, la nota más triste, hasta un Do mayor, donde la gente pudiera comprender, sólo mediante la música de una melodía, como me sentía en aquel instante; rabiosa, triste, apaciguada. Todos ellos formaban un revoltijo contradicctorio que ni yo misma sabía como definir. Y todo ello, por un nombre. Por su nombre.
El nombre de Friedrich estaba grabado a fuego en mi alma, si es que acaso los vampiros teníamos de eso, y no podía librarme de él aunque pasaran otros 100 años más.
Pero hubo un tiempo, después de su abandono y muerte, en el que podía llegar a pasar dos días enteros sin dedicarle el más mínimo pensamiento. Eso me gustaba y me asustaba a la vez. Me gustaba porque significaba que estaba dejando de depender de una sombra; la sombra de su recuerdo. Pero me asustaba porque creía que lo estaba olvidando. Y eso, a decir verdad, era lo que más me atormentaba.
No quería olvidar. No quería olvidarlo.
Parecía ser que mis súplicas fueron escuchadas porque, hacía a penas dos semanas había encontrado una carta suya. La carta que me entregó una vez, durante nuestra estancia en Nuremberg. Un momento, como tantos otros, que se me antojaban efímeros y que en cualquier momento podían desaparecer de mi mente.
No abrí la dichosa carta hasta pasado un siglo. Curiosamente, la misma fecha que figuraba en ella era la de ese día crucial en la que mi camino hacia la desesperanza se torció hacia la búsqueda de un extraño instrumento del cual sólo tenía algunas noticias. Al principio, no sentí nada. Ni pena, ni alegría, ni dolor, ni nostalgia. Nada. Después me enfurecí. Me enfurecí porque sus últimas palabras estaban dirigidas hacia ese extraño piano y no enteramente a mí. ¿Era ése un pensamiento egoísta?
En ese instante, me enfurecí de nuevo. No con mi Maestro ni con el instrumento. Si no conmigo misma esta vez. ¿Por qué, diablos, no podía dejar de pensar en él ni tan siquiera cuando hacía un siglo de su muerte? ¿Qué extraño lazo nos unía incluso después de la muerte en vida? ¿Por qué me había vuelto tan dependiente de su condenada sombra? Porque eso se estaba convirtiendo Friedrich para mí; en una sombra que me atrapaba y, lo peor de todo, es que yo me dejaba atrapar; quería acurrucarme para siempre en su manto negro.
La Plaza Tertre estaba hoy desierta. Puede que el motivo fuera la hora. Se divisaban algunas figuras a lo lejos, entre los bosques próximos; parejas de enamorados que paseaban, vampiros meditando, licántropos aprovechando la luna menguante que no los convertiría en bestias...Decidí sacar de mi maletín de cuero las partituras que llevaba encima. Nunca salía de casa sin mi maletín, equipado con una pluma, un tintero y folios de partituras. Y, como el buen escritor que tiende a describir con palabras lo que siente, o como el pintor que trata de reflejar sus sentimientos mezclando los colores y formas, yo, como compositora profesional que me consideraba, me dispuse a plasmar mis confusas sensaciones en un revuelto de notas, desde un Do menor, la nota más triste, hasta un Do mayor, donde la gente pudiera comprender, sólo mediante la música de una melodía, como me sentía en aquel instante; rabiosa, triste, apaciguada. Todos ellos formaban un revoltijo contradicctorio que ni yo misma sabía como definir. Y todo ello, por un nombre. Por su nombre.
Última edición por Carolina Van de Valley el Mar Mar 15, 2011 7:17 am, editado 1 vez
Carolina Van de Valley- Vampiro Clase Media
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Re: Un nombre [Privado] TERMINADO
- El olor a humedad era el protagonista en la noche, había tantos instantes en los que Lionel se descubría a si mismo oliendo todo lo que habia a su alrededor disfrutando lo que la naturaleza era capaz de ofrecerle, era cierto que habia instantes en los que la olvidaba para sumirse en los placeres del mundo, tal como algo de música, bares, locales de aspecto extraño que le refugiaban del frío. Pero era momentos como ese en los que la humedad le atraía como una canción que no poseía más significado que el que tu estuvieras dispuesto a darle trás haberla escuchado, se sonrió, la noche anterior había estado lloviendo y aunque las calles se habian recuperado de la humedad aún podía sentir el olor a agua. Siempre habia creído que cuando llovía, era sino dios que estaba derramando las lágrimas, algo curioso y a al vez gracioso teniendo en cuenta que él no creía demasiado en dios.
“Necesitas relajarte un poco más, estás desvariando”
Fué incluso gracioso que nadie tuviera que decirle aquella frase que era la que escuchaba la mayor parte de las veces incluso de los desconocidos, tendía al estres, a sobreesforzarse todo lo que pudiera solamente por unas monedas más pero habia días en los que simplemente lo odiaba y en vez de trabajar como hacia el día a día miraba las monedas y se decía firmemente que no iría a trabajar. Hacía mucho que no habia visitado aquella plaza tan pintoresca, la plaza en la que los artistas parecían competir al mismo tiempo por el mero hecho de mostrar sus capacidades, aún recordaba la primera vez que fué allí, conoció a varios hombres que estaban pintando un mismo paisaje en perspectivas distintas, escritores que componían toda clase de versos, literatura que al acabar describían en voz alta para todos los pasajeros.
También recordaba aquel tinte de envidia que habia sentido al principio, la profesión de pintor, de artista, de escritor, era la más cruel ya que podía darte de comer para toda una vida o dejarte en la ruina para toda una vida al mismo tiempo, era como muchos sabían, la profesión de los más soñadores ya que depende de los contactos que tuvieran podían alcanzar una fama u otra, sobre todo cuando un mecenas rico insistía en ver tu trabajo de modo que podías enseñarlo para ascender más en el escalafón de la fama. Aún podía saborear aquel óleo parecido al incienso que era tan indescriptible...¡vamos! Basta de nostalgía, basta de pensar en los recuerdos ¿porqué no ir allí directamente? Aún así sus piernas se habian movido solas dirigiéndose hacia aquella plaza de recuerdos-
Vaya...
-Lo debía de haber sabido a esas horas en la plaza lo único que podía encontrar era algunas pinturas vacías que parecían tumbas repletas de colorido gastado, parejas que a lo lejos se besaban enfatizando su amor como solo los jóvenes lograban, seres sobrenaturales, sonrisas extrañas...pero lo que más le llamo la atención fué una mujer que sentada parecía inmersa en sus pensamientos, al principio se detuvo a una distancia más que aceptable de aquella mujer, ni siquiera sabía porqué sus orbes se habían fijado en ella y no en las otras personas que aunque fueran pocas estaban igualmente inmersas en su trabajo. Quizás, porque el rostro de aquella mujer no era de júbilo precisamente, Lionel se sonrió tomando un papel de diversos colores que encontró en el suelo, el cual hábilmente transformó en una rosa. A decir verdad no es que pudiese alardear de ser bueno en aquellos temas ya que aunque fuese hábil la forma final parecia más al de una flor de extraña figura más que a una rosa.
“Deberias de haber buscado una rosa de verdad”
Se recriminó caminando hacia la dama, pero cuando quiso arrepentirse de verdad y buscar aquella flor fué demasiado tarde estando a pocos metros de la mujer-
“Necesitas relajarte un poco más, estás desvariando”
Fué incluso gracioso que nadie tuviera que decirle aquella frase que era la que escuchaba la mayor parte de las veces incluso de los desconocidos, tendía al estres, a sobreesforzarse todo lo que pudiera solamente por unas monedas más pero habia días en los que simplemente lo odiaba y en vez de trabajar como hacia el día a día miraba las monedas y se decía firmemente que no iría a trabajar. Hacía mucho que no habia visitado aquella plaza tan pintoresca, la plaza en la que los artistas parecían competir al mismo tiempo por el mero hecho de mostrar sus capacidades, aún recordaba la primera vez que fué allí, conoció a varios hombres que estaban pintando un mismo paisaje en perspectivas distintas, escritores que componían toda clase de versos, literatura que al acabar describían en voz alta para todos los pasajeros.
También recordaba aquel tinte de envidia que habia sentido al principio, la profesión de pintor, de artista, de escritor, era la más cruel ya que podía darte de comer para toda una vida o dejarte en la ruina para toda una vida al mismo tiempo, era como muchos sabían, la profesión de los más soñadores ya que depende de los contactos que tuvieran podían alcanzar una fama u otra, sobre todo cuando un mecenas rico insistía en ver tu trabajo de modo que podías enseñarlo para ascender más en el escalafón de la fama. Aún podía saborear aquel óleo parecido al incienso que era tan indescriptible...¡vamos! Basta de nostalgía, basta de pensar en los recuerdos ¿porqué no ir allí directamente? Aún así sus piernas se habian movido solas dirigiéndose hacia aquella plaza de recuerdos-
Vaya...
-Lo debía de haber sabido a esas horas en la plaza lo único que podía encontrar era algunas pinturas vacías que parecían tumbas repletas de colorido gastado, parejas que a lo lejos se besaban enfatizando su amor como solo los jóvenes lograban, seres sobrenaturales, sonrisas extrañas...pero lo que más le llamo la atención fué una mujer que sentada parecía inmersa en sus pensamientos, al principio se detuvo a una distancia más que aceptable de aquella mujer, ni siquiera sabía porqué sus orbes se habían fijado en ella y no en las otras personas que aunque fueran pocas estaban igualmente inmersas en su trabajo. Quizás, porque el rostro de aquella mujer no era de júbilo precisamente, Lionel se sonrió tomando un papel de diversos colores que encontró en el suelo, el cual hábilmente transformó en una rosa. A decir verdad no es que pudiese alardear de ser bueno en aquellos temas ya que aunque fuese hábil la forma final parecia más al de una flor de extraña figura más que a una rosa.
“Deberias de haber buscado una rosa de verdad”
Se recriminó caminando hacia la dama, pero cuando quiso arrepentirse de verdad y buscar aquella flor fué demasiado tarde estando a pocos metros de la mujer-
Lionel D'Maine- Gitano
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Re: Un nombre [Privado] TERMINADO
"Debería haber añadido un Fa. Sí, a él le hubiese gustado un Fa en lugar de un Sol. Porque el Fa era su nota favorita." Siempre la empleaba. Y, sin saber cómo, siempre hacía que se acoplase perfectamente a las demás notas. Creando una melodía en la que el Fa era el predominante pero sin quitar protagonismo a La o Si.
Cambié la nota, tal como lo había pensado hacia unos instantes. Y tarareé la melodía en mi cabeza, para comprobar cómo quedaba. Marqué el ritmo con los pies. 4 por 4. Sí, era perfecto. El Fa le daba a la melodía un tinte bohemio. A él le hubiese gustado esta Sonata. Sólo tenía que encontrarle un nombre.
"Sonata en Fa menor"...No, demasiado simple. Demasiado obvio. A Friedrich no le gustaba lo simple ni lo obvio. Tenía que ser un nombre o una frase que envolviese todo el espíritu de la melodía. Un título que expresase todos los sentimientos que me habían corroído cuando la había compuesto...Un título que fuese él
Garabateé una frase. Quedé observándola unos instantes, sin expresividad en el rostro. Tomé la pluma, la mojé de tinta y comencé a borrar lo que había escrito. Llenándolo de tachones, creando una banda negra sin dejar rastro de ninguna palabra que antes había aparecido escrita. Pulsé tan fuerte la pluma que, incluso, se rompió el trozo de papel por aquella zona. ¿Por qué no podía encontrar un condenado nombre para mi música?
Alcé el rostro, observando todo lo que tenía alrededor. Nada de ello me inspiraba. Y entonces, apareció. Tan de repente que di un respingo. No me había dado cuenta de su presencia hasta ese momento. No me había dado cuenta de que extendía una flor-un tanto escuálida-para mí hasta que levanté la vista de la melodía. Y no pude evitar pensar, con un deje de ironía macabra, que eso era la metáfora de mi propia y torturada existencia; Hasta que no levantaba la cabeza de mi música, de mi recuerdo, no era capaz de ver la vida, la rosa, que se encontraba ante mis narices tanto tiempo.
-¿Por qué me la ofreces?-Pregunté, observando al muchacho de piel morena y cabello largo. Después, mi vista se centró en la flor. Pero no la cogí, no hasta que respondiese a mi pregunta.
Cambié la nota, tal como lo había pensado hacia unos instantes. Y tarareé la melodía en mi cabeza, para comprobar cómo quedaba. Marqué el ritmo con los pies. 4 por 4. Sí, era perfecto. El Fa le daba a la melodía un tinte bohemio. A él le hubiese gustado esta Sonata. Sólo tenía que encontrarle un nombre.
"Sonata en Fa menor"...No, demasiado simple. Demasiado obvio. A Friedrich no le gustaba lo simple ni lo obvio. Tenía que ser un nombre o una frase que envolviese todo el espíritu de la melodía. Un título que expresase todos los sentimientos que me habían corroído cuando la había compuesto...Un título que fuese él
Garabateé una frase. Quedé observándola unos instantes, sin expresividad en el rostro. Tomé la pluma, la mojé de tinta y comencé a borrar lo que había escrito. Llenándolo de tachones, creando una banda negra sin dejar rastro de ninguna palabra que antes había aparecido escrita. Pulsé tan fuerte la pluma que, incluso, se rompió el trozo de papel por aquella zona. ¿Por qué no podía encontrar un condenado nombre para mi música?
Alcé el rostro, observando todo lo que tenía alrededor. Nada de ello me inspiraba. Y entonces, apareció. Tan de repente que di un respingo. No me había dado cuenta de su presencia hasta ese momento. No me había dado cuenta de que extendía una flor-un tanto escuálida-para mí hasta que levanté la vista de la melodía. Y no pude evitar pensar, con un deje de ironía macabra, que eso era la metáfora de mi propia y torturada existencia; Hasta que no levantaba la cabeza de mi música, de mi recuerdo, no era capaz de ver la vida, la rosa, que se encontraba ante mis narices tanto tiempo.
-¿Por qué me la ofreces?-Pregunté, observando al muchacho de piel morena y cabello largo. Después, mi vista se centró en la flor. Pero no la cogí, no hasta que respondiese a mi pregunta.
Carolina Van de Valley- Vampiro Clase Media
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Re: Un nombre [Privado] TERMINADO
-La muchacha estaba metida en sus pensamientos, era fácil observarlo cuando habia llegado a ese sitio. No era extraño ver en aquel lugar a las personas enterradas en su creatividad ya que las veces que había acudido a ese sitio habia observado de todo, pintores, escritores que parecían encontrar la inspiración nada más cruzar por aquellos umbrales. Admiraba detalladamente a la joven mientras habia caminado hacia ella, era como una especialidad o una mania que siempre le había perseguido desde pequeño. Incluso su difunto padre le pedia que dejase de hacerlo, pero antes de que pudiera detenerlo o apenas darse cuenta de lo que estaba haciendo ya habia obtenido un buen vistazo de la persona a la que había estado mirando.
“Wow, ¿lo ves?”
Lionel ahora podía parecer la absurda figura de un hombre que no habia alcanzado su objetivo, allí en frente de la dama, dandole una flor, en especial porque era un desconocido y ella una desconocida, por como le habia hablado lo primero que vino a su mente era que no le habia hecho mucha gracia que irrumpiese en aquel instante en sus pensamientos. Por ende, sintió deseos de simplemente disculparse y desaparecer, pero no podía hacer eso, no cuando aquella mujer le habia atraído no como muchos hombres creerían, sino de manera artística, de forma de observarla metida en sus pensamientos o como sus labios se curvaban en una seriedad profunda, algo, que le fuerzas para simplemente seguir con aquel objetivo de hacerla sonreir-
Por que si...aunque es cierto que necesito un motivo para ofrecerle una rosa, más, como ve, solo deseaba entregarsela.
-”Eso...has quedado como un idiota”
Incluso él mismo se maldecía de como habia hablado, solo habia querido decir “te la doy porque sí” pero sus palabras encontraron el exterior en forma de una frase extraña, quedando como alguien que tan solo se guiaba por su instinto, no deseaba decirle nada que pudiera ofenderla aunque finalmente mientras miraba la rosa, sus pétalos, una sonrisa se formó en sus labios suspirando-
La he visto demasiado seria, deseaba animarla un poco aunque sea sino un simple desconocido. Espero disculpe mi intromisión
-Se inclinó entonces educadamente, era lo mínimo que podía hacer despues de quedar como semejante energúmeno. Incluso cuando se inclinaba, podía admirar el aura de la muchacha en especial aquella incomodidad que habia en su interior debido a la raza ajena. Un ser sobrenatural que seguramente admiraría otra hazaña de los humanos, dejó de pensar en aquello ¿y que si se habia puesto en rídiculo? Lo hacía por cumplir su objetivo, por verla sonreir, si, era algo estúpido y muchos le asegurarían que habria sido mejor marcharse nada más haber decidido aquel acto, pero...bueno, quizás si era cierto que se guiaba bastante por su instinto, en especial, el instinto de hacer feliz a los que le rodeaban, incluyendo a los desconocidos, mientras de nuevo tomaba la flor, preguntándose si debia depositarla a su lado, un pensamiento raudo acarició su mente, mejor esperar a escuchar sus palabras, las cuales decidirían si tomaba la flor o si debía de marcharse-
“Wow, ¿lo ves?”
Lionel ahora podía parecer la absurda figura de un hombre que no habia alcanzado su objetivo, allí en frente de la dama, dandole una flor, en especial porque era un desconocido y ella una desconocida, por como le habia hablado lo primero que vino a su mente era que no le habia hecho mucha gracia que irrumpiese en aquel instante en sus pensamientos. Por ende, sintió deseos de simplemente disculparse y desaparecer, pero no podía hacer eso, no cuando aquella mujer le habia atraído no como muchos hombres creerían, sino de manera artística, de forma de observarla metida en sus pensamientos o como sus labios se curvaban en una seriedad profunda, algo, que le fuerzas para simplemente seguir con aquel objetivo de hacerla sonreir-
Por que si...aunque es cierto que necesito un motivo para ofrecerle una rosa, más, como ve, solo deseaba entregarsela.
-”Eso...has quedado como un idiota”
Incluso él mismo se maldecía de como habia hablado, solo habia querido decir “te la doy porque sí” pero sus palabras encontraron el exterior en forma de una frase extraña, quedando como alguien que tan solo se guiaba por su instinto, no deseaba decirle nada que pudiera ofenderla aunque finalmente mientras miraba la rosa, sus pétalos, una sonrisa se formó en sus labios suspirando-
La he visto demasiado seria, deseaba animarla un poco aunque sea sino un simple desconocido. Espero disculpe mi intromisión
-Se inclinó entonces educadamente, era lo mínimo que podía hacer despues de quedar como semejante energúmeno. Incluso cuando se inclinaba, podía admirar el aura de la muchacha en especial aquella incomodidad que habia en su interior debido a la raza ajena. Un ser sobrenatural que seguramente admiraría otra hazaña de los humanos, dejó de pensar en aquello ¿y que si se habia puesto en rídiculo? Lo hacía por cumplir su objetivo, por verla sonreir, si, era algo estúpido y muchos le asegurarían que habria sido mejor marcharse nada más haber decidido aquel acto, pero...bueno, quizás si era cierto que se guiaba bastante por su instinto, en especial, el instinto de hacer feliz a los que le rodeaban, incluyendo a los desconocidos, mientras de nuevo tomaba la flor, preguntándose si debia depositarla a su lado, un pensamiento raudo acarició su mente, mejor esperar a escuchar sus palabras, las cuales decidirían si tomaba la flor o si debía de marcharse-
Lionel D'Maine- Gitano
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Re: Un nombre [Privado] TERMINADO
Por unos instantes, olvidé la música aún seguía revoloteando en mi cabeza como un pajarillo que no encontraba su nido. Pero la aparté de golpe y me concentré en la respuesta que trataba de darme el chico. Aunque su tez morena había ocultado el rubor de sus mejillas, yo pude sentir como la sangre del joven muchacho había subido hasta agolparse en su rostro.
La respuesta había sido sincera e incluso puede que ingenua. "Ingenuidad" Quizá fuera esa una de las cosas que más echaba de menos de mi vida mortal. Para mí, ahora todo tenía un por qué. Una razón. Nada me resultaba del todo puro, porque podía leer las entrelíneas de cada uno de los discursos de los mortales. Su envidia, su egoísmo, egocentrismo y maldad. Decían que los vampiros eran el símbolo del pecado y del mal, ellos, la Iglesia. Pero, ¿por qué no se miraban a ellos mismo?
"Porque sí" Qué natural había sonado. Qué inocencia la había acompañado. A pesar de todo ello, no me sentí halagada, tampoco ofendida. No sentí nada más una leve, muy leve añoranza que sólo duró unos segundos. Y después, nada. ¿Cómo no se podía sentir nada? Creo que se debía a que no tenía alma. Era tan sólo un cuerpo andante, que sólo la cuerda de la sed podía poner en marcha. El resto del tiempo, era huesos, polvo...Y nada.
-Y...¿Por qué crees que la merezco? ¿Cómo sabes si la merezco o no?.-Mi voz sonó firme, sin quebrarse. Sin un ápice de amargura, o pena... Había sido una voz propia de una máquina, helada y fría. Aquella pregunta, en realidad, no necesitaba respuesta. Porque yo ya la sabía y nadie sería capaz de hacerme cambiar de parecer. Deseaba decirle "LLévatela, no la merezco" ¿por qué no se lo dije? Porque quizá, incluso, hasta los más miserables y mezquinos necesiten una flor.
La respuesta había sido sincera e incluso puede que ingenua. "Ingenuidad" Quizá fuera esa una de las cosas que más echaba de menos de mi vida mortal. Para mí, ahora todo tenía un por qué. Una razón. Nada me resultaba del todo puro, porque podía leer las entrelíneas de cada uno de los discursos de los mortales. Su envidia, su egoísmo, egocentrismo y maldad. Decían que los vampiros eran el símbolo del pecado y del mal, ellos, la Iglesia. Pero, ¿por qué no se miraban a ellos mismo?
"Porque sí" Qué natural había sonado. Qué inocencia la había acompañado. A pesar de todo ello, no me sentí halagada, tampoco ofendida. No sentí nada más una leve, muy leve añoranza que sólo duró unos segundos. Y después, nada. ¿Cómo no se podía sentir nada? Creo que se debía a que no tenía alma. Era tan sólo un cuerpo andante, que sólo la cuerda de la sed podía poner en marcha. El resto del tiempo, era huesos, polvo...Y nada.
-Y...¿Por qué crees que la merezco? ¿Cómo sabes si la merezco o no?.-Mi voz sonó firme, sin quebrarse. Sin un ápice de amargura, o pena... Había sido una voz propia de una máquina, helada y fría. Aquella pregunta, en realidad, no necesitaba respuesta. Porque yo ya la sabía y nadie sería capaz de hacerme cambiar de parecer. Deseaba decirle "LLévatela, no la merezco" ¿por qué no se lo dije? Porque quizá, incluso, hasta los más miserables y mezquinos necesiten una flor.
Carolina Van de Valley- Vampiro Clase Media
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Re: Un nombre [Privado] TERMINADO
-Estaba solamente sorprendido, aun no podía creer que era la primera vez que una dama no deseaba aceptar una rosa, una rosa que se habia visto justo en medio de ambos, Podía admirar como aquella planta parecía captar todo lo que estaba diciendo la dama, como sus miradas la habían transformado. Aquella rosa habia sido escogida para hacer sonreír a una dama por ello tenía los colores vistosos para que pudiera aceptarla, ahora, con cada mirada, aquella expresión, sentía que aquella rosa, el objetivo de aquella rosa habia carecido de sentido.
No se molestó o hizo como muchos otros harían, el tirar la rosa a algun otro lado mientras aquella vida se convertía en muerte debido al desespero. Se sonrió dejando de extender la mano, no habia sentido en hacerlo ya que solo se terminaría cansando, olió el aroma de la rosa, ¿porqué creía que la merecía? Era una buena pregunta, como si a un hombre rico le regalases una moneda entonces el te miraría y lo primero que diría es “porqué me la regalas”. No era necesaria, al igual que ahora se estaba dando cuenta, aquella rosa tampoco era demasiado necesaria-
¿Cómo decir si lo merece o no si poseemos juicios distintos? Puedo decir que la merece por varias razones pero aún así, si según su punto de mira no es válido, seguiría sin aceptarla ¿no lo cree así?
-Era en cierto modo verdadero lo que estaba diciendo, pues cada persona tenia su punto de vista asi que cada persona era completamente diferente, podía decir, que la merecía por varias razones pero si ella no deseaba o no aceptaba ninguna de las razones ¿que más podía hacer? Deseó entonces haber empezado con un simple hola aquella conversación, un hola que no hubiera podido significar un “porqué me lo dices”. De nuevo suspiró dejando la rosa justo al lado de la mujer con una sonrisa en los labios-
Tomela o dejela...es su elección mademoiselle
-Inclinándose finalmente hacia delante sonrió no podía hacer otra cosa-
No se molestó o hizo como muchos otros harían, el tirar la rosa a algun otro lado mientras aquella vida se convertía en muerte debido al desespero. Se sonrió dejando de extender la mano, no habia sentido en hacerlo ya que solo se terminaría cansando, olió el aroma de la rosa, ¿porqué creía que la merecía? Era una buena pregunta, como si a un hombre rico le regalases una moneda entonces el te miraría y lo primero que diría es “porqué me la regalas”. No era necesaria, al igual que ahora se estaba dando cuenta, aquella rosa tampoco era demasiado necesaria-
¿Cómo decir si lo merece o no si poseemos juicios distintos? Puedo decir que la merece por varias razones pero aún así, si según su punto de mira no es válido, seguiría sin aceptarla ¿no lo cree así?
-Era en cierto modo verdadero lo que estaba diciendo, pues cada persona tenia su punto de vista asi que cada persona era completamente diferente, podía decir, que la merecía por varias razones pero si ella no deseaba o no aceptaba ninguna de las razones ¿que más podía hacer? Deseó entonces haber empezado con un simple hola aquella conversación, un hola que no hubiera podido significar un “porqué me lo dices”. De nuevo suspiró dejando la rosa justo al lado de la mujer con una sonrisa en los labios-
Tomela o dejela...es su elección mademoiselle
-Inclinándose finalmente hacia delante sonrió no podía hacer otra cosa-
Lionel D'Maine- Gitano
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Re: Un nombre [Privado] TERMINADO
La respuesta del chico me había sido un tanto inesperada. Él había juzgado bien en regalar una rosa a una mujer, como muchos otros hombres hacían, y ellas se sentían agradecidas, elogiadas e incluso bellas. Pero yo no era bella, y no estoy hablando de belleza exterior, pues era consciente de que los mortales creían que poseíamos una gran belleza, que éramos exóticos y que poseíamos una sensibilidad exquisita. Estaba cansada de verlo.
Y, a pesar de ello, aquel joven no era como todos los demás. Eso se podía ver a la legua. Cualquier hombre hubiera regalado esa flor con otras intenciones más lascivas, de no ser así, no se habría molestado ni tan siquiera en cortarla. Y los hombres normales hubiesen confesado ante mí su verdadera intención, tal es mi poder. Pero el muchacho que tenía ante mí, no guardaba más intenciones salvo la de contentar a una dama que había visto con el ánimo decaído y abatido. Pero, a pesar de todo esto, yo seguía siendo inmerecedora de tal regalo y afecto.
-Tú has tenido tus motivos para ofrecerme esta flor. Y agradezco el detalle sinceramente.-Dije, tratando de dibujar una sonrisa.-Pero si la toco, el gesto habría perdido sentido porque he hecho cosas que no me hacen estimable de tal tamaño gesto.-Había confesado algo que no me había atrevido a pronunciar en voz alta desde la muerte de mi Maestro, cuando con él, el remordimiento por arrebatar vida no era otra cosa si no placer, éxtasis y la irremediable cadena de supervivencia. Con él, el hecho de arrebatar la vida era bueno, era necesario para que todo siguiera su curso...Pero ahora, ¿qué me quedaba?
Miré al muchacho a los ojos, luego bajé la mirada, casi avergonzada. De lo que era, de lo que hacía. ¡Cuán perdida estaba sin Friedrich! Él habría sido capaz de calmar todos los males que me atosigaban.
-Si supieras lo que he hecho, no querrías ofrecerme de nuevo la flor.-Dije, en un susurro inaudible para cualquier oído humano. Pero que resonó en mi cabeza como el gong de una campana.
Giré la cabeza hacia otro lado, observando cómo el viento levantaba las hojas caídas y bailaba con ellas las notas del Vals de Mefisto, que se escuchaba desde lo lejos, tocado por un organillo.
Después guié la vista de nuevo al muchacho ¿ Por qué alguien tan noble se acercaba a hablar con alguien tan pérfido como yo?
-No sabes qué soy.-Concluí, negando con la cabeza. Mirando otra vez la flor, para evitar quizá mirar a los oscuros ojos del muchacho.
off: siento la espera, pero la universidad me lleva de cabeza...
Y, a pesar de ello, aquel joven no era como todos los demás. Eso se podía ver a la legua. Cualquier hombre hubiera regalado esa flor con otras intenciones más lascivas, de no ser así, no se habría molestado ni tan siquiera en cortarla. Y los hombres normales hubiesen confesado ante mí su verdadera intención, tal es mi poder. Pero el muchacho que tenía ante mí, no guardaba más intenciones salvo la de contentar a una dama que había visto con el ánimo decaído y abatido. Pero, a pesar de todo esto, yo seguía siendo inmerecedora de tal regalo y afecto.
-Tú has tenido tus motivos para ofrecerme esta flor. Y agradezco el detalle sinceramente.-Dije, tratando de dibujar una sonrisa.-Pero si la toco, el gesto habría perdido sentido porque he hecho cosas que no me hacen estimable de tal tamaño gesto.-Había confesado algo que no me había atrevido a pronunciar en voz alta desde la muerte de mi Maestro, cuando con él, el remordimiento por arrebatar vida no era otra cosa si no placer, éxtasis y la irremediable cadena de supervivencia. Con él, el hecho de arrebatar la vida era bueno, era necesario para que todo siguiera su curso...Pero ahora, ¿qué me quedaba?
Miré al muchacho a los ojos, luego bajé la mirada, casi avergonzada. De lo que era, de lo que hacía. ¡Cuán perdida estaba sin Friedrich! Él habría sido capaz de calmar todos los males que me atosigaban.
-Si supieras lo que he hecho, no querrías ofrecerme de nuevo la flor.-Dije, en un susurro inaudible para cualquier oído humano. Pero que resonó en mi cabeza como el gong de una campana.
Giré la cabeza hacia otro lado, observando cómo el viento levantaba las hojas caídas y bailaba con ellas las notas del Vals de Mefisto, que se escuchaba desde lo lejos, tocado por un organillo.
Después guié la vista de nuevo al muchacho ¿ Por qué alguien tan noble se acercaba a hablar con alguien tan pérfido como yo?
-No sabes qué soy.-Concluí, negando con la cabeza. Mirando otra vez la flor, para evitar quizá mirar a los oscuros ojos del muchacho.
off: siento la espera, pero la universidad me lleva de cabeza...
Carolina Van de Valley- Vampiro Clase Media
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Re: Un nombre [Privado] TERMINADO
-Despues de que Lionel hubiera dejado ahi la Rosa, se sintió de nuevo observado por la muchacha, una nueva mirada quizás como si evaluase lo que le iba a decir al gitano quien suavemente formulaba una sonrisa en los labios, Lionel era de ese modo, aunque sus orbes no se habian quedado atrás y miraron tambien a la mujer, no iba a hacer aquella frase de “ojo por ojo y diente por diente” que muchas y tantas veces había escuchado, es que no lo podía evitar ya que desde pequeño le gustaba ser observador aunque para la gente no era un plato de buen gusto ser observadas, Lionel miraba a la gente en ocasiones como si quisiera meterse en sus pensamientos, quien sabe, estar pendientes de lo que pensaban, de lo que querían hacer, de lo que temían...aunque sonara frío y bastante manipulador quería adelantarse a los pensamientos de la gente para no tener que llevarse sorpresas luego a pesar de que nunca podías saber que era lo que se pensaba puesto que muchas personas eran un verdadero libro cerrado al que costaba descifrar.
Fué entonces cuando asintió suavemente cuando ella mencionó esas palabras, escuchó callado el gitano todo lo que tenía que decir, no interrumpió ni siquiera con la respiración pero tambien procuró que no tomara aquel silencio como un mal presagio, es decir, como si ella estuviera contando aquello y lo único que podía sentir Lionel era lastima, eso nunca se lo hubiera permitido puesto que la lástima, era para aquellos que la necesitaban y/o la buscaban, ella, lo que menos necesitaba era que sintieran lástima por ella, pero en el fondo ahora mismo tenía tristeza por los vampiros ya que no todos eran de la misma manera en la que eran descritos, no todos tenían los dientes tan grandes que sobresalian o la mirada que estaba compuesta de la sangre de sus victimas, las personas que no entendían las cosas solían ser las primeras en inventar falsedades que solamente causaban un poco de daño.
Era cierto que los vampiros se alimentaban de sangre, era cierto tambien que se les llamaba asesinos pero ellos lo que hacian era sobrevivir, aunque sonara demasiado frío, era lo que todos se dedicaban en estos momentos, a procurar un poco de supervivencia a sus vidas, sobre todo en estos tiempos donde solo el rico tiene la seguridad y en cambio el pobre no posee nada más que deshonra. De nuevo negó colocándole la rosa a un lado, pero ahora el rostro de Lionel estaba algo serio obvio que si sabía quien era al menos su raza, no podía presumir de saber todo de ella solamente porque supiera que era un vampiro-
Los gitanos podemos ver cosas que la gente no sabe...por eso, me gustaria ofrecerle esta rosa solamente para usted, se que no puedo decir su nombre, su historia y muy poco puedo presumir de contar lo que usted ha pasado a lo largo de su tiempo pero una rosa no hace mal a nadie, por ello, espero que no la rechace y si lo hace no se tiene que preocupar de nada
-Sonrió, era libre de tomarla, no queria ver a nadie sufrir delante de él, los cabellos de Lionel se mecían cual enredadera que acariciaba su espalda y sus hombros dejando que se tomara la libertad de acariciar la piel de su nuca causando aquel intrépido cosquilleo que era siempre normal en él, muchas veces se hubiera intentado cortar el cabello para parecer alguien normal e integrado en la sociedad de los franceses puesto que sus facciones aunque fueran pálidas parecian realmente las propias de un gitano. Se mordió suavemente los labios hasta colocar las manos alrededor de la nuca con una sonrisa en la boca. Si en algun momento se empezó a preguntar si debería de ser más educado ahora mismo se le habia olvidado mientras dejaba una sonrisa bonachona en sus labios esperando escuchar de nuevo a aquella mujer-
Fué entonces cuando asintió suavemente cuando ella mencionó esas palabras, escuchó callado el gitano todo lo que tenía que decir, no interrumpió ni siquiera con la respiración pero tambien procuró que no tomara aquel silencio como un mal presagio, es decir, como si ella estuviera contando aquello y lo único que podía sentir Lionel era lastima, eso nunca se lo hubiera permitido puesto que la lástima, era para aquellos que la necesitaban y/o la buscaban, ella, lo que menos necesitaba era que sintieran lástima por ella, pero en el fondo ahora mismo tenía tristeza por los vampiros ya que no todos eran de la misma manera en la que eran descritos, no todos tenían los dientes tan grandes que sobresalian o la mirada que estaba compuesta de la sangre de sus victimas, las personas que no entendían las cosas solían ser las primeras en inventar falsedades que solamente causaban un poco de daño.
Era cierto que los vampiros se alimentaban de sangre, era cierto tambien que se les llamaba asesinos pero ellos lo que hacian era sobrevivir, aunque sonara demasiado frío, era lo que todos se dedicaban en estos momentos, a procurar un poco de supervivencia a sus vidas, sobre todo en estos tiempos donde solo el rico tiene la seguridad y en cambio el pobre no posee nada más que deshonra. De nuevo negó colocándole la rosa a un lado, pero ahora el rostro de Lionel estaba algo serio obvio que si sabía quien era al menos su raza, no podía presumir de saber todo de ella solamente porque supiera que era un vampiro-
Los gitanos podemos ver cosas que la gente no sabe...por eso, me gustaria ofrecerle esta rosa solamente para usted, se que no puedo decir su nombre, su historia y muy poco puedo presumir de contar lo que usted ha pasado a lo largo de su tiempo pero una rosa no hace mal a nadie, por ello, espero que no la rechace y si lo hace no se tiene que preocupar de nada
-Sonrió, era libre de tomarla, no queria ver a nadie sufrir delante de él, los cabellos de Lionel se mecían cual enredadera que acariciaba su espalda y sus hombros dejando que se tomara la libertad de acariciar la piel de su nuca causando aquel intrépido cosquilleo que era siempre normal en él, muchas veces se hubiera intentado cortar el cabello para parecer alguien normal e integrado en la sociedad de los franceses puesto que sus facciones aunque fueran pálidas parecian realmente las propias de un gitano. Se mordió suavemente los labios hasta colocar las manos alrededor de la nuca con una sonrisa en la boca. Si en algun momento se empezó a preguntar si debería de ser más educado ahora mismo se le habia olvidado mientras dejaba una sonrisa bonachona en sus labios esperando escuchar de nuevo a aquella mujer-
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Re: Un nombre [Privado] TERMINADO
De nuevo, el muchacho gitano dejó la rosa a mi lado. Era algo increíble que, después de haberle hecho esa pequeña confesión, él aún quisiera regalarme la flor. Algún otro humano normal habría desistido y se habría marchado, cabizbajo. Pero él no. Estaba empezando a sentir cierta curiosidad por este muchacho, del que ni tan si quiera sabía su nombre.
Tras unos breves instantes de incertidumbre, en la que vacilé a la hora de tomar la rosa, finalmente, la cogí entre mis manos. Primero la observé detenidamente. Era una rosa roja como los rubíes que los grandes señores regalan a sus damas. Roja, como la sangre de mis pobres víctimas que no se mereceían el cruel final que les daba. Roja. Era una rosa perfecta, sin ningún defecto. Parecía como recién salida del capullo. Percibí su aroma aún sin necesidad de llevármela a la nariz. Desprendía una fragancia a Sol y hierba; así era como olía la casa de campo de mis padres. Y de pronto me sentí mucho mejor.
Hice una breve pausa en la que escudriñé al gitano con la mirada. En sus ojos percibí una bondad que nunca había visto antes en ningún ser de ninguna raza. Y supe que aquel muchacho tenía un don. Ignoraba si existía o no un ser superior capaz de juzgar y predeterminar el destino de las personas. Después de todo, yo sólo sabía acerca del Infierno. Pero algo me decía que quizá aquel encuentro no había sido fortuíto.
-No eres un gitano normal, ¿no es cierto?-Me atreví a afirmar. Por un momento tuve la esperanza de que pudiera comuniarse con los muertos, para así poder hablar una última vez con mi Maestro. Pero eso sólo eran supercherías. Friedrich estaba bien calcinado en el Infierno, y ni tan si quiera los ángeles de Lucifer podían hacer nada por él.-Hay algo en tí...-Fruncí un poco las cejas.-...Hasta yo he podido percibirlo.-Esbocé una sonrisa ladeada.
Dejé a un lado el folio de pentagrama, todo enborronado y tachado, que hacía un momento reposaba en mi regazo.
-¿Cuál es tu nombre?-Pregunté, tratando de iniciar una conversación. Algo que no era habitual en mí pero he de reconocer que este muchacho había captado mi interés.
Tras unos breves instantes de incertidumbre, en la que vacilé a la hora de tomar la rosa, finalmente, la cogí entre mis manos. Primero la observé detenidamente. Era una rosa roja como los rubíes que los grandes señores regalan a sus damas. Roja, como la sangre de mis pobres víctimas que no se mereceían el cruel final que les daba. Roja. Era una rosa perfecta, sin ningún defecto. Parecía como recién salida del capullo. Percibí su aroma aún sin necesidad de llevármela a la nariz. Desprendía una fragancia a Sol y hierba; así era como olía la casa de campo de mis padres. Y de pronto me sentí mucho mejor.
Hice una breve pausa en la que escudriñé al gitano con la mirada. En sus ojos percibí una bondad que nunca había visto antes en ningún ser de ninguna raza. Y supe que aquel muchacho tenía un don. Ignoraba si existía o no un ser superior capaz de juzgar y predeterminar el destino de las personas. Después de todo, yo sólo sabía acerca del Infierno. Pero algo me decía que quizá aquel encuentro no había sido fortuíto.
-No eres un gitano normal, ¿no es cierto?-Me atreví a afirmar. Por un momento tuve la esperanza de que pudiera comuniarse con los muertos, para así poder hablar una última vez con mi Maestro. Pero eso sólo eran supercherías. Friedrich estaba bien calcinado en el Infierno, y ni tan si quiera los ángeles de Lucifer podían hacer nada por él.-Hay algo en tí...-Fruncí un poco las cejas.-...Hasta yo he podido percibirlo.-Esbocé una sonrisa ladeada.
Dejé a un lado el folio de pentagrama, todo enborronado y tachado, que hacía un momento reposaba en mi regazo.
-¿Cuál es tu nombre?-Pregunté, tratando de iniciar una conversación. Algo que no era habitual en mí pero he de reconocer que este muchacho había captado mi interés.
Carolina Van de Valley- Vampiro Clase Media
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Re: Un nombre [Privado] TERMINADO
Soy algo más raro que las personas normales...eso es lo que me han dicho en alguna ocasión
-Mencionó con cierta ternura impregnada en suavidad cuando al fin se dio aquel acto que tanto habia esperado Lionel ¿para que iba a negarlo? habia estado deseando que ella tomara la rosa para poder finalmente admirar la hermosura que le provocaba, hermosura quizás que tambien estuviera mezclada con debil insinuación debido al color de la flor a los gestos ausentes e incluso timidos de aquella mujer que habian sido los que le habia llamado la atención al principio, aquella sonrisa hieratica que cobraba protagonismo a medida que el gitano conseguia su objetivo, como al mismo tiempo sus orbes se encontraban con los de ella sonriendo suavemente.
Era tan hermosa aquella mujer que plasmaba un retrato de madurez que a muchos artistas les hubiera gustado dibujar lo que dejaba aquella pregunta si ella se hubiera impuesto tanto de ese modo a las personas que hubieran pretendido dibujarla, los artistas eran a veces los hombres más pesados del universo puesto que no paraban de perseguirte hasta que les hacias caso, solo asi conseguian la fama puesto que los que se quedaban callados eran los que no lograban nada más que una sonrisa suave de los acreedores que finalmente se marchaban dejandolo en el olvido.
Se señaló entonces los orbes cuando mencionó que tenia algo distinto, que no era un gitano corriente quizás era por los orbes que estaban aun dilatados, los gitanos no eran tan poderosos como los brujos pero podian dedicarse a sus poderes como el leer las cartas que predecian el futuro { a lo que Lionel solo se dedicaba a la intimidad, a leer su propio futuro cuando las cartas lo deseaban } o a ver el aura que poseian las personas, el unico defecto de Lionel era que se mostraba al exterior lo que estaba sucediendo, otros quepodian mirar auras solamente las veian con normalidad mientras que los orbes de Lionel tendian a dilatarse igual que sus hombros a tensarse-
Lionel D'Maine Madame...para servirla.
-Caballerosamente se inclinó una vez más, colocando la mano en su pecho mientras su tronco se inclinaba hacia delante con una sonrisa en los labios, gustaba de ser siempre así, ejercer aquella caballerosidad que en la mayoria de los gitanos era evidente que habian desaparecido...no queria decir con eso que los gitanos no tuviesen modales pero lo que si queria dejar claro era que la mayoria de ocasiones siempre habian tenido fama de ser groseros a la hora de acercarse a las personas, los varones especialmente a la hora de acercarse a las mujeres-
¿Cual es el suyo? si no es molestia que se lo pregunte
-Tomo algo de confianza acercandose a ella pero siempre respetando aquella distancia que debia de haber entre ambos, no era como aquellas personas que simplemente se acercaban de pronto cuando una persona parecia que confiaba en ellos, era como el cuento del zorro en donde tu poco a poco tenias que acercarte para ganar su confianza ya que un paso demasiado rapido o un paso demasiado lento seria la causa para que el zorro se marchase-
-Mencionó con cierta ternura impregnada en suavidad cuando al fin se dio aquel acto que tanto habia esperado Lionel ¿para que iba a negarlo? habia estado deseando que ella tomara la rosa para poder finalmente admirar la hermosura que le provocaba, hermosura quizás que tambien estuviera mezclada con debil insinuación debido al color de la flor a los gestos ausentes e incluso timidos de aquella mujer que habian sido los que le habia llamado la atención al principio, aquella sonrisa hieratica que cobraba protagonismo a medida que el gitano conseguia su objetivo, como al mismo tiempo sus orbes se encontraban con los de ella sonriendo suavemente.
Era tan hermosa aquella mujer que plasmaba un retrato de madurez que a muchos artistas les hubiera gustado dibujar lo que dejaba aquella pregunta si ella se hubiera impuesto tanto de ese modo a las personas que hubieran pretendido dibujarla, los artistas eran a veces los hombres más pesados del universo puesto que no paraban de perseguirte hasta que les hacias caso, solo asi conseguian la fama puesto que los que se quedaban callados eran los que no lograban nada más que una sonrisa suave de los acreedores que finalmente se marchaban dejandolo en el olvido.
Se señaló entonces los orbes cuando mencionó que tenia algo distinto, que no era un gitano corriente quizás era por los orbes que estaban aun dilatados, los gitanos no eran tan poderosos como los brujos pero podian dedicarse a sus poderes como el leer las cartas que predecian el futuro { a lo que Lionel solo se dedicaba a la intimidad, a leer su propio futuro cuando las cartas lo deseaban } o a ver el aura que poseian las personas, el unico defecto de Lionel era que se mostraba al exterior lo que estaba sucediendo, otros quepodian mirar auras solamente las veian con normalidad mientras que los orbes de Lionel tendian a dilatarse igual que sus hombros a tensarse-
Lionel D'Maine Madame...para servirla.
-Caballerosamente se inclinó una vez más, colocando la mano en su pecho mientras su tronco se inclinaba hacia delante con una sonrisa en los labios, gustaba de ser siempre así, ejercer aquella caballerosidad que en la mayoria de los gitanos era evidente que habian desaparecido...no queria decir con eso que los gitanos no tuviesen modales pero lo que si queria dejar claro era que la mayoria de ocasiones siempre habian tenido fama de ser groseros a la hora de acercarse a las personas, los varones especialmente a la hora de acercarse a las mujeres-
¿Cual es el suyo? si no es molestia que se lo pregunte
-Tomo algo de confianza acercandose a ella pero siempre respetando aquella distancia que debia de haber entre ambos, no era como aquellas personas que simplemente se acercaban de pronto cuando una persona parecia que confiaba en ellos, era como el cuento del zorro en donde tu poco a poco tenias que acercarte para ganar su confianza ya que un paso demasiado rapido o un paso demasiado lento seria la causa para que el zorro se marchase-
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Re: Un nombre [Privado] TERMINADO
Lionel D'Maine era su nombre. Un nombre que poco decía de la persona que tenía delante. Después de todo...¿Qué es un nombre? Un nombre es sólo un nombre. Lo que me interesaba realmente era la persona. ¿Qué hacía a aquel muchacho tan especial, tan...magnético? Por un momento, me hubiera gustado saberlo todo acerca de él. Y eso era algo que no me pasaba con todo el mundo. Más bien, no me había sucedido desde que lo conocí a...él.
No sabía de donde había salido Lionel. Tenía las formas y la educación de un lord inglés. Pero estaba claro que no lo era. ¿De dónde había salido? ¿Quién era realmente aquel joven que me había devuleto, por unos instantes, parte de mi humanidad perdida?
-Desde luego que no eres como el resto de los gitanos.-Dije, suavemente, como si temiera que el hecho de querer que me revelara su naturaleza podía hacer que saliera corriendo despavorido.-Dios te ha bendecido con un regalo.-Sonreí placenteramente. A él lo había bendecido y a mí me había condenado.¿Quién era ese Dios que con tanta arbitrariedad elogiaba a unos y maldecía a otros? Ahora, rencor.
Volví a mirar la rosa y aquello me calmó de nuevo.¿Qué extraño hechizo le había puesto a la rosa para que tuviese el poder de silenciar mi rabia? De pronto, un rayo de inspiración. Así, sin más. Así funcionaban las musas que, caprichosas, venían al igual que se marchaban. Tomó su cuaderno de partituras y escribió un par de notas más. Sólo un par de notas que quedaban perfectas. Un par de notas que, de ir colocadas en otro lugar, no transmitirían lo que yo quería transmitir. Y todo gracias al joven que tenía frente a mí.
-Gracias, Lionel.-Sonreí-Has hecho que mi obra acabe como quería que acabara.
Pensé que quizá el joven no sabría de qué diablos le estaba hablando, pero tampoco me importaba demasiado. Mi obra ya estaba terminada. Ahora sólo faltaba un nombre...¿Qué nombre le hubiese gustado a él?...Me perdí de nuevo en mis pensamientos. Abstraída, mirando hacia otra dirección, apenas me percaté de que Lionel seguía ahí, hablandome.
-Perdón, estaba ensimismada.-Dije, avergonzada. No era propio de mí ser tan irrespetuosa. Aún la estricta educación que mis padres me ofrecieron formaba parte de mí. Era una parte tan esencial de mí misma que, incluso, me veía obligada a disculparme por todo y de todo.-Me llamo Carolina...Carolina Van de Valley.
No sabía de donde había salido Lionel. Tenía las formas y la educación de un lord inglés. Pero estaba claro que no lo era. ¿De dónde había salido? ¿Quién era realmente aquel joven que me había devuleto, por unos instantes, parte de mi humanidad perdida?
-Desde luego que no eres como el resto de los gitanos.-Dije, suavemente, como si temiera que el hecho de querer que me revelara su naturaleza podía hacer que saliera corriendo despavorido.-Dios te ha bendecido con un regalo.-Sonreí placenteramente. A él lo había bendecido y a mí me había condenado.¿Quién era ese Dios que con tanta arbitrariedad elogiaba a unos y maldecía a otros? Ahora, rencor.
Volví a mirar la rosa y aquello me calmó de nuevo.¿Qué extraño hechizo le había puesto a la rosa para que tuviese el poder de silenciar mi rabia? De pronto, un rayo de inspiración. Así, sin más. Así funcionaban las musas que, caprichosas, venían al igual que se marchaban. Tomó su cuaderno de partituras y escribió un par de notas más. Sólo un par de notas que quedaban perfectas. Un par de notas que, de ir colocadas en otro lugar, no transmitirían lo que yo quería transmitir. Y todo gracias al joven que tenía frente a mí.
-Gracias, Lionel.-Sonreí-Has hecho que mi obra acabe como quería que acabara.
Pensé que quizá el joven no sabría de qué diablos le estaba hablando, pero tampoco me importaba demasiado. Mi obra ya estaba terminada. Ahora sólo faltaba un nombre...¿Qué nombre le hubiese gustado a él?...Me perdí de nuevo en mis pensamientos. Abstraída, mirando hacia otra dirección, apenas me percaté de que Lionel seguía ahí, hablandome.
-Perdón, estaba ensimismada.-Dije, avergonzada. No era propio de mí ser tan irrespetuosa. Aún la estricta educación que mis padres me ofrecieron formaba parte de mí. Era una parte tan esencial de mí misma que, incluso, me veía obligada a disculparme por todo y de todo.-Me llamo Carolina...Carolina Van de Valley.
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Re: Un nombre [Privado] TERMINADO
Siempre han dicho que los gitanos carecen de modales por lo que cuando me ven a mi, aluden a que hay siempre muchas excepciones en las reglas que imponen nuestras vidas
-Sonrió con ternura mientras miraba al frente fundiendo sus orbes con el marmol que al mismo tiempo parecia observarles a ambos, era cierto lo que estaba diciendo que a menudo cuando las personas miraban a Lionel sin conocer su etnia le juzgaban como uno de los parisinos más educados pero no podian salir de su asombro cuando les comentaba que en verdad era un gitano, muchos se alejaban como si ser gitano tuviera una clase de peste pero otros en cambio se sonreian diciendole que no parecia como los demás, la vestimenta tipica era siempre una camisa abierta, apegada, el pelo en el pecho que tanto los diferenciaba aunque asintió cuando menciono a dios.
No creía bastante en dios por no decir que no creia absolutamente en él pero si ella creía en él ¿quien era Lionel como para corromper sus creencias? le habia molestado mucho que durante toda su vida cuando conocia a alguien religioso le obligase casi a pisar una iglesia como si esperase que al poner un pie en ella todo el dolor se marchase, todo lo que habia sucedido fuera sino un sutil malentendido pero ¿no podian ver que eso no podia hacerse? a menudo no podian garantizarse los deseos de todos en cuando a la religion pero entonces pensaba que era mejor que todos se adaptasen a sus propias creencias y no que estuvieran aprisionando el alma de los demas para convertirlas a las suya-
Creo que...tu propia obra habia necontrado ya el final que deseabas quizás rehuias el propio hasta que se abrieron las puertas
-Se volteó por unos momentos cuando ella hablo, riendo con suavidad aunque tambien negó un poco, el no habia ayudado en nada, era como la tipica historia del pajaro que estaba enjaulado por lo que añorando la libertad buscaba la llave de su jaula por todos lados hasta que cuando quiso darse cuenta la puerta habia estado todo el tiempo y el aun estaba pensando en como moverse, que hacer para optar por la libertad...suspiró debilmente con una sonrisa en los labios mientras cerró los orbes escuchando el sonido del viento que auguraba el nuevo comienzo de aquesta amistad en la que se habian conocido ambos despues de una convrsacion que al principio no pareció ir demasiado bien-
Mmm Carolina, Carolina sin duda es un nombre muy hermoso
-Abrió entonces los ojos, aquel silencio que se habia formado entre ambos no habia sido incomodo como muchas veces sucedia con las demás personas, por ejemplo cuando se hablaba con alguien solamente por obligacion que cuando se les acababan los temas de los que hablar era cuando se dedicaban a sonreir cohibidamente el uno con el otro esperando ver que podian decir para marcharse lo cual nunca habia funcionado con Lionel alguien tan acostumbrado al silencio que hasta el mas minimo sonido del mismo le parecia tan suave que le daba la bienvenida con aquella tipica elegancia que mostraba él-
¿De que trata la obra?
-Volteó el rostro habiendo pronunciado aquellas palabras con mucha suavidad casi sin apenas haberse dado cuenta, no queria que ella se sintiera incomoda una vez más con el pero la habia visto escribir, de reojo habia diferenciado notas musicales algun que otro papel con escritos ¿que era lo que tenia en su regazo? él tambien era muy curioso, demasiado en algunas ocasiones-
-Sonrió con ternura mientras miraba al frente fundiendo sus orbes con el marmol que al mismo tiempo parecia observarles a ambos, era cierto lo que estaba diciendo que a menudo cuando las personas miraban a Lionel sin conocer su etnia le juzgaban como uno de los parisinos más educados pero no podian salir de su asombro cuando les comentaba que en verdad era un gitano, muchos se alejaban como si ser gitano tuviera una clase de peste pero otros en cambio se sonreian diciendole que no parecia como los demás, la vestimenta tipica era siempre una camisa abierta, apegada, el pelo en el pecho que tanto los diferenciaba aunque asintió cuando menciono a dios.
No creía bastante en dios por no decir que no creia absolutamente en él pero si ella creía en él ¿quien era Lionel como para corromper sus creencias? le habia molestado mucho que durante toda su vida cuando conocia a alguien religioso le obligase casi a pisar una iglesia como si esperase que al poner un pie en ella todo el dolor se marchase, todo lo que habia sucedido fuera sino un sutil malentendido pero ¿no podian ver que eso no podia hacerse? a menudo no podian garantizarse los deseos de todos en cuando a la religion pero entonces pensaba que era mejor que todos se adaptasen a sus propias creencias y no que estuvieran aprisionando el alma de los demas para convertirlas a las suya-
Creo que...tu propia obra habia necontrado ya el final que deseabas quizás rehuias el propio hasta que se abrieron las puertas
-Se volteó por unos momentos cuando ella hablo, riendo con suavidad aunque tambien negó un poco, el no habia ayudado en nada, era como la tipica historia del pajaro que estaba enjaulado por lo que añorando la libertad buscaba la llave de su jaula por todos lados hasta que cuando quiso darse cuenta la puerta habia estado todo el tiempo y el aun estaba pensando en como moverse, que hacer para optar por la libertad...suspiró debilmente con una sonrisa en los labios mientras cerró los orbes escuchando el sonido del viento que auguraba el nuevo comienzo de aquesta amistad en la que se habian conocido ambos despues de una convrsacion que al principio no pareció ir demasiado bien-
Mmm Carolina, Carolina sin duda es un nombre muy hermoso
-Abrió entonces los ojos, aquel silencio que se habia formado entre ambos no habia sido incomodo como muchas veces sucedia con las demás personas, por ejemplo cuando se hablaba con alguien solamente por obligacion que cuando se les acababan los temas de los que hablar era cuando se dedicaban a sonreir cohibidamente el uno con el otro esperando ver que podian decir para marcharse lo cual nunca habia funcionado con Lionel alguien tan acostumbrado al silencio que hasta el mas minimo sonido del mismo le parecia tan suave que le daba la bienvenida con aquella tipica elegancia que mostraba él-
¿De que trata la obra?
-Volteó el rostro habiendo pronunciado aquellas palabras con mucha suavidad casi sin apenas haberse dado cuenta, no queria que ella se sintiera incomoda una vez más con el pero la habia visto escribir, de reojo habia diferenciado notas musicales algun que otro papel con escritos ¿que era lo que tenia en su regazo? él tambien era muy curioso, demasiado en algunas ocasiones-
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Re: Un nombre [Privado] TERMINADO
No pude por más que sonreír ante el comentario de Lionel. Sin duda, la obra ya estaba acabada. Ella sola, sin que yo hubiese hecho nada por terminarla. El Si agudo final le daba el finiquito a la partitura que desde hacía tres semanas no me dejaba dormir. Y todo gracias a aquel gitano inusual.
Incluso, de hecho, ya había encontrado un nombre para la obra. Un nombre que no era ni demasiado artificioso ni demasiado sencillo. Un nombre que a él le hubiese gustado. Me vi a mí misma sonriendo como una boba.
Curioso. El muchacho era curioso. La curiosidad era algo que admiraba. Quizá porque yo ya carecía de ella. Había visto tantas cosas que sentía que nada podía sorprenderme. Aunque no siempre había sido así. Hubo una época, en mis años de mortal, en la que necesitaba saber cosas de lo oculto.
-De sentimientos encontrados.-respondí a la pregunta de Lionel.-de cosas que fueron y no volverán a ser. De gente a la que extrañas.-En cierto modo, la obra era yo misma. Las notas reflejaban toda mi vida. La vida de cualquier mortal...¿De verdad éramos tan distintos de ellos? De pronto, me sentí triste. Era consciente de que necesitaba salir adelante. Olvidar. "Olvidar...qué bello verbo" ¿Algún día sería capaz de eso?
Oteé el horizonte. El Sol no tardaría en hacer acto de presencia. Y yo, como criatura de la noche, debía acudir a esconderme en la lobreguez de mi apartamento. La vida empezaba en París y la mía se apagaba por momentos. Me levanté del asiento, tomando conmigo las partituras y...la rosa.
-Debo marcharme, Lionel.-mi voz sonó sedosa.-Ha sido un placer conocerte.-lo dije sinceramente. Después de todo, mi partitura estaba acabada gracias a él.
Sin decir una palabra más, me encaminé hacia fuera del parque. No había nadie más a estas horas. Y, casi inconscientemente, tomé la rosa y me la llevé a la nariz, aspirando nuevamente su aroma.
Sí, la vida comenzaba en París y la mía se agotaba.
OFF: Un placer rolear contigo, Lionel! ^^
Incluso, de hecho, ya había encontrado un nombre para la obra. Un nombre que no era ni demasiado artificioso ni demasiado sencillo. Un nombre que a él le hubiese gustado. Me vi a mí misma sonriendo como una boba.
Curioso. El muchacho era curioso. La curiosidad era algo que admiraba. Quizá porque yo ya carecía de ella. Había visto tantas cosas que sentía que nada podía sorprenderme. Aunque no siempre había sido así. Hubo una época, en mis años de mortal, en la que necesitaba saber cosas de lo oculto.
-De sentimientos encontrados.-respondí a la pregunta de Lionel.-de cosas que fueron y no volverán a ser. De gente a la que extrañas.-En cierto modo, la obra era yo misma. Las notas reflejaban toda mi vida. La vida de cualquier mortal...¿De verdad éramos tan distintos de ellos? De pronto, me sentí triste. Era consciente de que necesitaba salir adelante. Olvidar. "Olvidar...qué bello verbo" ¿Algún día sería capaz de eso?
Oteé el horizonte. El Sol no tardaría en hacer acto de presencia. Y yo, como criatura de la noche, debía acudir a esconderme en la lobreguez de mi apartamento. La vida empezaba en París y la mía se apagaba por momentos. Me levanté del asiento, tomando conmigo las partituras y...la rosa.
-Debo marcharme, Lionel.-mi voz sonó sedosa.-Ha sido un placer conocerte.-lo dije sinceramente. Después de todo, mi partitura estaba acabada gracias a él.
Sin decir una palabra más, me encaminé hacia fuera del parque. No había nadie más a estas horas. Y, casi inconscientemente, tomé la rosa y me la llevé a la nariz, aspirando nuevamente su aroma.
Sí, la vida comenzaba en París y la mía se agotaba.
FIN DEL ROL
OFF: Un placer rolear contigo, Lionel! ^^
Carolina Van de Valley- Vampiro Clase Media
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