AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La huida [Leer] (TERMINADO)
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La huida [Leer] (TERMINADO)
Todas las monedas tienen dos caras. Donde hay luz, hay sombra. La Iglesia, símbolo de la voluntad de Dios en la Tierra y la representación de la bondad más pura entre los humanos, no es una excepción. Una oscura rama de la Iglesia, la llamada Inquisición, que durante siglos se ha encargado de imponer con miedo y violencia sus creencias religiosas, ha centrado su punto de mira en los seres clasificados como "sobrenaturales", tales como vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, y todo aquel que pueda parecer peligroso o simplemente diferente. Dejando ver la cara más cruel y violenta del ser humano, la Inquisición ha construido oscuros calabozos donde torturan a todo aquel que se haya convertido en un enemigo de Dios, o al menos, en un enemigo de la Iglesia.
En uno de estos calabozos, cuatro inquisidores, un soldado, un tecnólogo, un espía y una vampira condenada, charlaban acerca de una nueva presa recién capturada: un vampiro novato, joven y excesivamente ruidoso, pero que ahora yacía inconsciente. Un idiota que se había dejado atrapar demasiado pronto.
- Buen trabajo, Antoine - dijo el soldado, que parecía estar al mando de la situación - ¿Os ha dado muchos problemas?
- No, Raimond, en realidad no demasiados - dijo el espía Antoine -. Quiero decir, todos los vampiros muestran resistencia, pero si están solos son bastante inofensivos.
- Por supuesto. No todas las almas pecadoras quieren ser... purificadas. Gabriel, átalo.
El tecnólogo agarró al vampiro dormido y lo llevó a lo que parecía ser una mesa, pero con grilletes y cadenas. Obedeciendo a Raimond, Gabriel encadenó al vampiro en esa máquina, atándole las manos y los tobillos con los grilletes, y usando las cadenas para reforzar las ataduras.
- Este diablo conocerá el infierno en la Tierra antes de morir - comentó.
- Eso espero - contestó Raimond - A todo esto... ¿cómo lo capturásteis?
UNAS HORAS ANTES...
Quería relajarme. Aunque eso es lo que hacía siempre, ¿verdad? Relajarme, divertirme y no hacer nada. Luchar contra la Inquisición no era como una pelea de bar. Una vez empiezas ya estás metido de lleno en el conflicto. Ya había luchado antes contra miembros de la Inquisición, y por alguna razón, desde entonces me siento vigilado. No se debe olvidar fácilmente que la organización que intento destruir es muy poderosa, casi como un segundo gobierno. No iba a ser tan fácil eliminarlos a todos. Pero esa noche tenía que tranquilizarme y pasar desapercibido. Volvía a estar en una taberna. Últimamente las tabernas eran mis lugares preferidos, siempre tan llenos de gente y con tanto ajetreo que las cosas pasan desapercibidas más fácilmente. Un lugar perfecto para alimentarse. Y así, había conseguido usar la Persuasión para tranquilizar a dos muchachos jóvenes que iban a tomarse unas copas como amigos. Los hipnoticé y los llevé al callejón que había junto a la taberna, donde bebí de la sangre de ambos, siempre tomando lo justo para alimentarme sin matarlos. Luego volví a la taberna con intención de seguir disfrutando de la noche, sin saber la que me esperaba.
Volví a entrar en el edificio, e iba a sentarme de nuevo en la barra, cuando vi que mi taburete ya había sido ocupado por otra persona mientras estuve fuera.
- Bah... quien va a Sevilla pierde su silla, supongo - dije, sonriendo sin darle demasiada importancia al asunto.
Mi perrito Elmo, quien se había quedado en la taberna cuando fui a alimentarme, vino corriendo hacia mí, como saludándome. Me agaché y le acaricié la cabeza.
- Hoy he cenado bien, amigo, pero no me vendría mal una cerveza. Veamos si alguien se levanta de la barra. Mientras, sentémonos en alguna mesa o algo, no tengo ganas de estar de pie.
Me senté en una mesa que había libre, esperando a que alguien se levantara de la barra o que algún camarero me atendiera. Sin embargo, mientras esperaba, algo llamó mi atención. Era la esencia de otro vampiro. Un igual, eso era algo que me aliviaba. El hecho de ser el único vampiro me hacía sentir solo a veces, y la presencia de otro ser nocturno me tranquilizaba. Miré en dirección de donde venía esa presencia, y entonces la vi. Era una vampiresa muy joven, y muy guapa. Tenía una mirada seductora y potente, una cara que radiaba luz propia, y una figura delgada y atrayente. Una tía buena, vamos. Nuestras miradas se cruzaron, y ella se dio cuenta también de mi vampirismo, como pudo notarse en su mirada. Nos miramos fijamente durante unos segundos, y no pude evitar sonreír. Ella se contagió de mi sonrisa, y se me acercó. Por alguna razón, Elmo empezó a gemir.
- Shhh... Ahora no, pequeño, que esta noche triunfo - le susurré con voz emocionada - Oh, sí, pero qué cuerpazo, ¡auuuuu! - dije, imitando el aullido de un lobo.
En cuanto la chica se acercó lo suficiente, me incorporé y adopté una actitud normal, intentando no parecer idiota.
- Hola - dije, con un tono coqueto - ¿puedo hacer algo por tí?
- ¿Puedo sentarme? - me preguntó.
Señalé el otro asiento delante de mí con un gesto de la mano en señal de "adelante" y ella se sentó.
- Siempre es un placer ver a un igual. Bueno, a una igual en este caso. ¿Cómo te llamas?
- Puedes llamarme Marie. Y dime, ¿qué haces en un sitio tan... - se me acercó un poco, en actitud de secretismo - tan lleno de humanos?
- ¿No es obvio? Me alimento - respondí sonriendo pícaramente - En las tabernas todo pasa más... desapercibido.
- Cierto, cierto. Especialmente cuando los hombres intentan ligar conmigo y prácticamente me lo ponen en bandeja.
- Pero bueno, la verdad es que yo ya he terminado en este sitio. Iba a tomarme una cerveza y a marcharme.
- ¿Y a dónde irás?
- Ehm... a casa, supongo.
- ¿Y dónde vives?
Sonreí ante esa pregunta. A esta chica no le gustaba esperar. Pero yo era un vagabundo, ¿qué le respondería?
- Lejos, la verdad. Esperaba llegar antes del amanecer, aunque ahora no sé si me dará tiempo.
Vamos, pensé, invítame a tu casa, preciosa. Efectivamente, Marie puso cara de preocupación.
- Oye, sabes que si no llegas a tiempo, morirás, ¿no? Se te ve demasiado relajado, teniendo en cuenta tu situación.
- Me las apañaré, tranquila.
- ¿No te gustaría pasar el día en un sitio más cercano? Para no arriesgarte, digo.
¿Qué hago ahora? ¿Rechazo la primera invitación para hacerme el interesante? Nah... al igual que a Marie, tampoco me gusta esperar.
- Claro. Eres muy amable, señorita Marie. Por cierto, me llamo Alexalmo.
¿Y por qué demonios no me lo ha preguntado? ¿Tan rápido quiere ir?, pensé.
- Es un placer - me sonrió con picardía - Bueno, ¿nos vamos?
Me levanté y la seguí a la salida. Que le den a la cerveza. Elmo empezó a ladrarme con preocupación, pero le ignoré. Más tarde lamentaría ese error.
- Oye, ¿qué poderes vampíricos tienes?
- Tengo la Persuasión y la Levitación. También tengo la Hemokinesis, pero aún no la he puesto en práctica. ¿Y tú? - rió con picardía, pero no me contestó - ¡Oh, vamos, no me dejes con la intriga!
Ella empezó a caminar más rápido, obligándome a acelerar el paso para alcanzarla. Estaba jugueteando conmigo, eso era buena señal. Desde luego esa noche iba a ser interesante. Finalmente llegamos hasta un callejón donde no pasaba nadie, y Marie se paró en seco, mirándome con diversión. Nos miramos durante un rato, y finalmente se me acercó lentamente, y me pasó una mano suavemente por la cara.
- Veo que no te gusta esperar...
- No...
- ¡Muy bien, bastardo, quédate donde estás o lo lamentarás!
- ¿Ah?
Al fondo del callejón, un tipo con sotana me apuntaba con una ballesta.
- La puta Inquisición. Tranquila, Marie, puedo ocuparme de esto.
- ¿Tranquila por qué? No es mi vida la que corre peligro - respondió.
- ¿Cómo que no? Estos de la Inquisición matan a todo el que... ah, vale - lo entendí todo cuando me giré a mirarla, y vi que me apuntaba con un revólver - Balas de plata, ¿no?
- Sí, cariño, balas de plata. Llegas tarde, Antoine. Ahora, Alexalmo, quédate quieto o será peor para todos.
- Una condenada. Debí suponerlo. A todo esto... ¿cómo habéis logrado localizarme?
- Bueno - dijo el de la ballesta - cuando un vampiro va por ahí presumiendo de sus habilidades, alimentándose de los humanos sin preocuparse por quién esté mirando y haciendo tanto ruido como tú... no es muy difícil encontraros.
- Vaya... eso tiene sentido.
Marie me sonrió con malicia.
- Los hombres sois tan simples...
- Puta.
- Gilipollas.
- Bueno, ¡vale ya! - gritó el inquisidor de la ballesta - ¡Vampiro, puedes entregarte tranquilamente o morir de un flechazo al corazón! Elige.
- No me seas ridículo, inquisidor. Puedo acabar contigo en menos de un segundo. No tendrías ninguna posibilidad.
- Qué miedo - dijo con sarcasmo -. Morirías antes de desenvainar esa espada, pero de todas formas he venido preparado. ¡Vamos, chicos!
Un grupo de inquisidores, también armados con ballestas, aparecieron y bloquearon todas las salidas del callejón. Si intentaba luchar, la superioridad numérica sería aplastante. Pero qué idiotas... me basta con dar un salto con Levitar y me alejaré de aquí antes de que...
- Cuidado, Antoine, sabe Levitar - dijo Marie.
- Gracias, lo tendré en cuenta. ¡Hermanos! Si el vampiro salta, cazadlo en el aire como si fuera un pájaro.
- ¡Pero serás chivata!
- Sólo hago mi trabajo, cariño. Fuiste un estúpido al decirme tan rápido lo de tus poderes. Ahora, por favor...
Saqué la espada de Benoît del cinturón y la deposité suavemente en el suelo. Luego levanté las manos y me dejé apresar. Sabía que no duraría vivo mucho tiempo, pero si intentaba luchar o huir de seguro que moriría ahí mismo.
UNAS HORAS DESPUÉS
- Y más o menos así fue - dijo Marie.
Me desperté con un gemido. Me sentía mareado y aturdido. Y hacía mucho frío. Algo me molestaba en las muñecas y en los tobillos. ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba? Recordaba haber sido apresado por la Inquisición la noche anterior, pero no recordaba mucho más. Me ataron y me metieron en un carruaje, pero el resto está muy borroso.
- Ugh... ¿Dónde...? ¿Dónde estoy?
Pude ver con dificultad dónde me encontraba. Era un calabozo, y yo estaba encadenado a una especie de mesa. Además, mi torso estaba completamente desnudo (de ahí el frío). Miré al techo, y vi una trampilla de madera de la que colgaba una cuerda.
- Buenos días, demonio - dijo uno de los inquisidores, que me miraba con desprecio - ¿Has dormido bien?
- ¿Quién... quién eres tú?
- Mi nombre es Raimond, soy el líder de este escuadrón del Ejército de Dios. Ya conoces a Marie y a Antoine, y este tipo de aquí es Gabriel, nuestro tecnólogo.
- ¿Y me dices todos esos nombres tan rápido? - reí - Qué valiente, el tío.
- No tenemos ningún problema en decir nuestros nombres a quien va a morir pronto. Además, es cuestión de educación que un hombre conozca a sus asesinos - dijo Raimond.
- Asesinos... Yo no lo podría haber descrito mejor.
- ¿Qué dices ahora?
- Sois una panda de asesinos, criminales, sanguinarios y sádicos. Os pudriréis todos en el infierno.
- ¿¡Que somos qué!? ¿¡Asesinos!? ¿¡CRIMINALES!? ¿¡Y NOS LO DICE UNA MALDITA SANGUIJUELA CUYA ÚNICA NATURALEZA ES ESCONDERSE DE LA LUZ DEL SOL Y ASESINAR A GENTE INOCENTE SÓLO PARA BEBERSE SU SANGRE!?
- ¡AL MENOS YO NO TORTURO A LA GENTE, PSICÓPATA DE MIERDA! ¡Que os jodan a tí y a tu séquito de criminales que disfrutan torturando y matando a todo... a todo... A TODO AQUEL QUE NO SEA COMO ELLOS! ¡Dices que luchas por el bien de la humanidad y para cumplir la voluntad de Dios, ¿pero qué ha traído tu organización aparte de desgracias y sufrimiento?! ¡Tú y tus malditas contradicciones morales!
Aquello escandalizó a mis captores. Marie rió con desprecio, Raimond se alejó súbitamente de mí, Gabriel apretó los puños con rabia y Antoine, aunque se mostraba impasible, pude ver que cambiaba el peso entre las piernas, en señal de nerviosismo.
- ¿Qué? ¿Contradicciones morales? ¿Sabes lo que estás diciendo, chupasangre estúpido? Hemos dicho que traeríamos la paz y la felicidad al pueblo de Cristo, ¿y acaso no lo hemos hecho? ¿¡No hemos garantizado la seguridad y la paz de la gente eliminando a los chupasangre como tú!? ¿¡ACASO NO HA DEMOSTRADO LA IGLESIA HABER CUMPLIDO CON SU PALABRA PROTEGIENDO A LOS CIUDADANOS INDEFENSOS DE GENTUZA DEL INFIERNO COMO LOS DE TU CALAÑA!? ¡Responde, vamos! ¿¡No son la Iglesia y la Inquisición la única esperanza de la humanidad de prevalecer y no caer en la oscuridad perpetua!? ¿¡Acaso no hemos conseguido LA FELICIDAD Y LA PAZ DE TODOS LOS HIJOS DE DIOS!? - Raimond estaba casi histérico.
- ¡¡¡NOOOOO IGNORANTE DE MIERDA, NO LO HABÉIS CONSEGUIDO!!! - le grité con todas mis ganas - ¡Miraos al espejo, inquisidores sanguinarios! ¡Mirad los libros de historia! ¡Todo lo que habéis hecho ha sido destruir y matar de forma cruel y despiadada a todos los criminales de la sociedad! ¡Nuestro señor Jesucristo nos enseñó a amar y a perdonar, PERO VOSOTROS SÓLO SABÉIS DESTRUIR, MATAR Y TORTURAR! ¿Y os hacéis llamar "Hijos de Dios"? ¡No me hagáis reír! ¡Dios habla por vuestra boca, PERO EL DIABLO TRABAJA CON VUESTRAS MANOS! ¿¡Y decís que protegéis al pueblo humano!? ¡Eso díselo a los campesinos que trabajan para vosotros! ¡Sí, para vosotros, la Iglesia corrupta, sucia y asquerosa que tiene tierras fértiles como propiedad y obligan a los campesinos a trabajar para producir riquezas para vuestros cofres y bolsillos, cuando se supone que deberíais compartir los bienes! ¡Vosotros, que amparáis a señores feudales y les permitís explotar al pueblo trabajador porque sabéis que parte de sus riquezas irán a vuestro bolsillo! ¡Vosotros, que matáis públicamente a todo aquel que hace algo que no os gusta o sencillamente no conocéis! ¡Vosotros, quienes se lo quitáis todo a todos! ¡Vosotros, los criminales más despiadados del planeta, ¿os hacéis llamar bienhechores?! Sois patéticos. Dios os juzgará bien cuando muráis.
- ¡Sí! ¡Nos juzgará! ¡Y nos recompensará por limpiar el planeta de los seres del demonio! - gritó Antoine.
- ¡Quinto mandamiento, Antoine, recuerda el quinto maldito mandamiento! ¡No matarás! ¿Me habéis oído? ¡No matarás! ¿¡Cuántas veces habéis roto ese mandamiento en vuestra vida, eh!?
- No es pecado matar a una bestia - respondió Raimond.
- ¿Y si es una bestia... con inteligencia, alma y moral humanas? - pregunté.
Me respondieron con un silencio. Los vi pensando en lo que les acababa de decir. Mi pregunta los había cogido desprevenidos.
- Una bestia con apariencia humana... sigue siendo una bestia.
- Vosotros sois la peor de las bestias. Sólo hay que ver cómo tratáis de justificar vuestra propia maldad.
Gabriel, el tecnólogo, se me abalanzó encima y empezó a darme puñetazos con todas sus ganas, lleno de ira y completamente irracional.
- ¡¡¡CÁLLATE!!! ¡Cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, cállate maldita sea! - gritó, golpeándome con cada cállate - ¡Maldito bastardo! ¡Un grupo de vampiros se llevó a toda mi familia! ¡Estaban muertos y completamente secos, sin una sola gota de sangre en el cuerpo! ¡Y habían dos agujeros en su cuello que indicaban que sus asesinos lo hicieron para alimentarse de ellos! ¡Lo perdí todo, a mi mujer, a mis dos hijos pequeños! ¡Sólo para que un par de vampiros saciaran su sed y se divirtieran! ¡Y yo no soy el único! - no paró de pegarme puñetazos mientras hablaba, me iba a dejar sin cara.
- ¡Ya vale, Gabriel! - gritó Antoine.
- ¡Por favor, tranquilízate, Gabriel, sólo le estás divirtiendo! - dijo Marie, en un tono más tranquilizador.
- ¡Mi mujer y mis hijos! ¡Sus vidas sólo sirvieron para saciar la sed de unos estúpidos demonios! ¡Murieron por un capricho igual que murieron miles de humanos a manos de vampiros indecentes como tú! ¿¡Y todavía pretendes hacerte la víctima sólo porque haya un grupo de humanos que se hayan levantado en armas y hayan dicho "¡basta, estamos hartos y queremos luchar!"?
Gabriel levantó la mano para darme un puñetazo más, pero Raimond lo detuvo.
- Gabriel, tranquilo. Este pagará por todos, pero debes calmarte o será peor para ti.
- Lo... lo siento, Raimond - dijo Gabriel, alejándose de mí, pero fulminándome con la mirada.
- Cabrón - susurré. Me dolía toda la cara, pero por suerte empecé a sanar con rapidez - Eres patético, tal vez tu familia muriese por voluntad propia, tal vez le pidieran a esos vampiros que los mataran... ¡¡¡PARA NO TENER QUE AGUANTAR A UN GILIPOLLAS COMO TÚ!!!
El tecnólogo no me contestó, sólo se dirigió hacia la cuerda que conectaba con la trampilla que estaba sobre mí y tiró con fuerza. Inmediatamente, la trampilla se abrió, y dejó entrar una cegadora luz solar de mediodía.
Mi sangre empezó a arder. Un gran calor inundó cada rincón de mi cuerpo. Me estaba quemando bajo la luz del Sol, que era mi punto débil. Estaba claro que la Inquisición había terminado conmigo.
- ¡¡¡AAAAAAAHHHHHH!!! ¡¡¡DIOOOOOSSS AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!!! ¡¡¡AH, AH, AAAAHHHHH!!! ¡¡¡PARAD, CABRONES, PARAD DE UNA VEZ!!! ¡¡¡AAAAAAAAAAHHHHH, BENOÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍT!!! - justo cuando las primeras llamas empezaron a consumirme, la trampilla volvió a ocultar la luz, y mi cuerpo se fue curando poco a poco de las quemaduras.
- ¿Y bien? - preguntó Marie, en un falso tono de seducción - ¿Vas a empezar a tomarnos en serio, o deberíamos dejar la trampilla abierta más tiempo?
- ¿Sorprendido? - dijo Antoine con burla - Uno de los truquitos de nuestro amigo Gabriel, el mismo que inventó el somnífero que usamos para traerte.
Claro, por eso no recordaba nada de cómo llegué aquí. Qué cerdos.
- Así es, Antoine - dijo Gabriel, con una voz temblorosa que mezclaba de una forma aterradora la alegría y la cólera - Verás, la trampilla está diseñada para estar siempre cerrada, ya que las bisagras son muy duras y no se doblan a menos que se use mucha fuerza. Para eso está la cuerda, cuando tiro de ella, la trampilla se abre y dejo que entre la luz del Sol, pero si la suelto, la trampilla se cierra. Yo decido cuánto te quemas.
- Menudo rollo - respondí riendo, a pesar del dolor - ¿No sería más fácil una ventana y una cortina, como hace la gente normal?
- ¿Y ensuciar la casa con tu sangre y tus cenizas? - respondió Raimond, divertido - No, vampirito, somos muy cautos con la limpieza.
- ¿Por qué coño no me matáis ya?
- Porque te queremos dar una oportunidad para redimirte, vampiro.
- ¿Qué? ¿Me váis a liberar si os ayudo o algo de eso?
- Ya te gustaría - ahora hablaba Marie, en ese tono de seducción falso que me estaba poniendo de los nervios -. No lo entiendes, Alexalmo, hoy vas a morir. O si no, mañana. No saldrás vivo de aquí, asúmelo. Este calabozo será lo único que veas antes de ir al más allá, pero en tus manos está elegir cómo será tu muerte. Podemos clavarte una estaca en el corazón y darte una muerte rápida, además de que irás al cielo y serás perdonado por tus pecados como premio por ayudar a la Inquisición, o puedes negarte a ayudarnos y sufrir una muerte más dolorosa, por no mencionar lo mal que lo pasarás en el Infierno por ser un enemigo de la Iglesia hasta el final.
- Eso no parece un trato muy justo, muñeca - respondí, sonriendo. Era como ver a un insecto mostrando sus colores de guerra. Tan patético y tan gracioso...
- Es el único que te daremos - me acarició la cara con cariño.
- ¿Qué queréis?
- Queremos que nos digas dónde están los demás - dijo Raimond.
- ¿Los demás? ¿Qué demás?
- Los otros vampiros.
Aquello ya era demasiado para mi cuerpo. En seguida empecé a reírme como un loco, una risa chillona, aguda e histérica, demostrando a los Inquisidores que en el fondo era un lunático.
- ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡JIJIJIJIAJIAJAIJAJAJAJAJAJJAJAAJA! ¿¡PERO QUÉ PREGUNTA ES EEEEEESAAA!? ¡¡¡JUAJUAJUAJAIJAIJAIAJAJAJAJAJAJAJAIJA!!! - mi risa sonaba parecida a las de las brujas malas de los cuentos de terror para niños.
- ¡Responde! ¡Responde a la pregunta! - gritó Raimond, perdiendo la paciencia.
- ¡Pues claro, Raimond! ¡Jajajajajaja! ¡Estamos por todas partes! ¿No nos ves? ¡Jajajajajaja! ¡Ahora mismo hay un vampiro atado a vuestra mesa de torturas! ¡Jajajajajajaja! ¡Y hay otra vampira en esta misma sala llamada Marie! ¡Jajajajajajaja!
Mis carcajadas se vieron interrumpidas cuando sentí de nuevo el abrasador calor del Sol. Habían vuelto a abrir la trampilla, pero la cerraron con rapidez. Aquello era un simple aviso amistoso.
- ¡Que nos tomes en serio, joder! - gritó Gabriel. Luego se tapó la boca y se santiguó.
Claro, los curas odian maldecir, porque eso es del demonio. Supongo que a los inquisidores les pasa algo parecido, pues el hecho de maldecir es algo negativo. Pero matar está bien.
- ¡Jajajajajajajajaja! ¡Has dicho "joder"! ¡Jajajajajajajajajajaja! ¡Has usado tu boca para maldecir! ¡Jajajajajajajaja! ¡Hablas como un demonio! ¡Jajajajajajajajaja! ¡Ahora irás al infierno! ¡Wuaaaajajajajajajajajajajaja!
Volvió a bajar la trampilla. Juré que le iba a meter esa cuerda por el culo en cuanto saliera de ahí.
- ¡Responde a la condenada pregunta! - gritó Raimond.
- ¡Pues claro! ¡Yo sé dónde viven todos los vampiros de todo el planeta! ¿No lo sabéis? ¡Yo soy el Gran Conocedor de los vampiros! ¡Todos los vampiros están conectados a mi alma y sé dónde están todos y cada uno de ellos! ¡Es más, si me matáis a mí morirán todos al mismo tiempo! ¡Jajajajajaja! ¿Nunca habéis oído hablar de Alexalmo el Conector? ¡Pues os ha tocado la lotería conmigo, inquisidores! ¡Jajajajaja!
Bajaron la trampilla una vez más, pero esta vez la dejaron un buen rato bajada, tanto que creí que iban a matarme definitivamente, pero no fue el caso. Me habían dejado muy débil, pero vivo.
- Tómatelo en serio, Alexalmo. La próxima vez no pararemos. A lo que nos referimos es que nos digas dónde están los vampiros con los que te juntas. Los vampiros suelen ir en grupo, y queremos saber dónde está el tuyo.
¿Un grupo de vampiros? Nunca lo había pensado. Siempre he sido un solitario, ¿tal vez me haga falta un grupo? ¿Alguien que me ayude contra la Inquisición? Ser un lobo solitario no siempre viene bien.
- ¿Y quién es ese tal Benoît que mencionaste antes? - preguntó Antoine.
- Deberíais saberlo. Vosotros lo matásteis.
Los inquisidores se miraron entre ellos. Raimond dijo:
- Ni idea de lo que estás diciendo.
- Benoît fue quien me convirtió. La Inquisición lo mató hace unas semanas. A él y a todos los sirvientes que vivíamos en su casa. Fue una masacre.
- ¡Ah, ya sé! Un vampiro anciano que vivía recluido en una casa. Un pelotón de la Inquisición atacó la casa y tuvo que luchar contra todos los sirvientes, pero creía que no habían quedado supervivientes.
- Quedó uno - respondí, mirándolo desafiante - Hubo uno que sobrevivió.
- Interesante. Así que fuiste convertido por un anciano. Bien... bien... aquí tengo material para interrogar - dijo con malicia - Gabriel, cuerda.
Como un niño queriendo complacer a su maestro, Gabriel obedeció inmediatamente. De hecho diría que estaba deseando que le dieran esa orden. El dolor de la luz del Sol era insoportable.
- ¡¡¡NOOOO POR FAVOR!!! ¡¡¡AAAAAAAAAAAHHHH JESUCRISTO AYÚDAME EN ESTOS MOMENTOS DE DOLOR!!! ¡¡¡AAAAAAAHHHHHH!!!
- ¿Te atreves a pedir ayuda a Jesús, demonio? - dijo Antoine.
- ¿¡Es que ya no puedo ni rezar!?
- ¡Tú rézale a Satanás, vampiro, que ése es tu único señor!
- ¡Que no, coño! ¡¡¡JESUCRISTOOOOOOOO!!!
Me estuvieron torturando durante todo el día, haciéndome toda clase de preguntas relacionadas con Benoît y con mi pasado. Yo trataba de responder lo mejor que pude: con respuestas poco claras para que me siguieran interrogando, y no decidieran matarme por fin. Cuando se hubo puesto el Sol y no tenían luz con la que torturarme, me desataron y me llevaron a las celdas. En mi aturdimiento, pude oírles decir:
- ¿Por qué no lo matamos ya? No dijo nada claro durante el interrogatorio, está claro que sólo está alargando su inevitable muerte - esa era la voz de Gabriel. El tío me tenía manía, eso estaba claro.
- Tranquilo, hermano. Mañana lo mataremos junto con los otros presos, en cuanto vuelva a salir el Sol - ahora hablaba Raimond.
¿Eh? ¿Otros presos? ¿No estoy solo? ¿Entonces quién...?
Me quedé profundamente dormido. Cuando desperté, ya era de noche, y yo estaba en la cama de una sucia celda.
En uno de estos calabozos, cuatro inquisidores, un soldado, un tecnólogo, un espía y una vampira condenada, charlaban acerca de una nueva presa recién capturada: un vampiro novato, joven y excesivamente ruidoso, pero que ahora yacía inconsciente. Un idiota que se había dejado atrapar demasiado pronto.
- Buen trabajo, Antoine - dijo el soldado, que parecía estar al mando de la situación - ¿Os ha dado muchos problemas?
- No, Raimond, en realidad no demasiados - dijo el espía Antoine -. Quiero decir, todos los vampiros muestran resistencia, pero si están solos son bastante inofensivos.
- Por supuesto. No todas las almas pecadoras quieren ser... purificadas. Gabriel, átalo.
El tecnólogo agarró al vampiro dormido y lo llevó a lo que parecía ser una mesa, pero con grilletes y cadenas. Obedeciendo a Raimond, Gabriel encadenó al vampiro en esa máquina, atándole las manos y los tobillos con los grilletes, y usando las cadenas para reforzar las ataduras.
- Este diablo conocerá el infierno en la Tierra antes de morir - comentó.
- Eso espero - contestó Raimond - A todo esto... ¿cómo lo capturásteis?
UNAS HORAS ANTES...
Quería relajarme. Aunque eso es lo que hacía siempre, ¿verdad? Relajarme, divertirme y no hacer nada. Luchar contra la Inquisición no era como una pelea de bar. Una vez empiezas ya estás metido de lleno en el conflicto. Ya había luchado antes contra miembros de la Inquisición, y por alguna razón, desde entonces me siento vigilado. No se debe olvidar fácilmente que la organización que intento destruir es muy poderosa, casi como un segundo gobierno. No iba a ser tan fácil eliminarlos a todos. Pero esa noche tenía que tranquilizarme y pasar desapercibido. Volvía a estar en una taberna. Últimamente las tabernas eran mis lugares preferidos, siempre tan llenos de gente y con tanto ajetreo que las cosas pasan desapercibidas más fácilmente. Un lugar perfecto para alimentarse. Y así, había conseguido usar la Persuasión para tranquilizar a dos muchachos jóvenes que iban a tomarse unas copas como amigos. Los hipnoticé y los llevé al callejón que había junto a la taberna, donde bebí de la sangre de ambos, siempre tomando lo justo para alimentarme sin matarlos. Luego volví a la taberna con intención de seguir disfrutando de la noche, sin saber la que me esperaba.
Volví a entrar en el edificio, e iba a sentarme de nuevo en la barra, cuando vi que mi taburete ya había sido ocupado por otra persona mientras estuve fuera.
- Bah... quien va a Sevilla pierde su silla, supongo - dije, sonriendo sin darle demasiada importancia al asunto.
Mi perrito Elmo, quien se había quedado en la taberna cuando fui a alimentarme, vino corriendo hacia mí, como saludándome. Me agaché y le acaricié la cabeza.
- Hoy he cenado bien, amigo, pero no me vendría mal una cerveza. Veamos si alguien se levanta de la barra. Mientras, sentémonos en alguna mesa o algo, no tengo ganas de estar de pie.
Me senté en una mesa que había libre, esperando a que alguien se levantara de la barra o que algún camarero me atendiera. Sin embargo, mientras esperaba, algo llamó mi atención. Era la esencia de otro vampiro. Un igual, eso era algo que me aliviaba. El hecho de ser el único vampiro me hacía sentir solo a veces, y la presencia de otro ser nocturno me tranquilizaba. Miré en dirección de donde venía esa presencia, y entonces la vi. Era una vampiresa muy joven, y muy guapa. Tenía una mirada seductora y potente, una cara que radiaba luz propia, y una figura delgada y atrayente. Una tía buena, vamos. Nuestras miradas se cruzaron, y ella se dio cuenta también de mi vampirismo, como pudo notarse en su mirada. Nos miramos fijamente durante unos segundos, y no pude evitar sonreír. Ella se contagió de mi sonrisa, y se me acercó. Por alguna razón, Elmo empezó a gemir.
- Shhh... Ahora no, pequeño, que esta noche triunfo - le susurré con voz emocionada - Oh, sí, pero qué cuerpazo, ¡auuuuu! - dije, imitando el aullido de un lobo.
En cuanto la chica se acercó lo suficiente, me incorporé y adopté una actitud normal, intentando no parecer idiota.
- Hola - dije, con un tono coqueto - ¿puedo hacer algo por tí?
- ¿Puedo sentarme? - me preguntó.
Señalé el otro asiento delante de mí con un gesto de la mano en señal de "adelante" y ella se sentó.
- Siempre es un placer ver a un igual. Bueno, a una igual en este caso. ¿Cómo te llamas?
- Puedes llamarme Marie. Y dime, ¿qué haces en un sitio tan... - se me acercó un poco, en actitud de secretismo - tan lleno de humanos?
- ¿No es obvio? Me alimento - respondí sonriendo pícaramente - En las tabernas todo pasa más... desapercibido.
- Cierto, cierto. Especialmente cuando los hombres intentan ligar conmigo y prácticamente me lo ponen en bandeja.
- Pero bueno, la verdad es que yo ya he terminado en este sitio. Iba a tomarme una cerveza y a marcharme.
- ¿Y a dónde irás?
- Ehm... a casa, supongo.
- ¿Y dónde vives?
Sonreí ante esa pregunta. A esta chica no le gustaba esperar. Pero yo era un vagabundo, ¿qué le respondería?
- Lejos, la verdad. Esperaba llegar antes del amanecer, aunque ahora no sé si me dará tiempo.
Vamos, pensé, invítame a tu casa, preciosa. Efectivamente, Marie puso cara de preocupación.
- Oye, sabes que si no llegas a tiempo, morirás, ¿no? Se te ve demasiado relajado, teniendo en cuenta tu situación.
- Me las apañaré, tranquila.
- ¿No te gustaría pasar el día en un sitio más cercano? Para no arriesgarte, digo.
¿Qué hago ahora? ¿Rechazo la primera invitación para hacerme el interesante? Nah... al igual que a Marie, tampoco me gusta esperar.
- Claro. Eres muy amable, señorita Marie. Por cierto, me llamo Alexalmo.
¿Y por qué demonios no me lo ha preguntado? ¿Tan rápido quiere ir?, pensé.
- Es un placer - me sonrió con picardía - Bueno, ¿nos vamos?
Me levanté y la seguí a la salida. Que le den a la cerveza. Elmo empezó a ladrarme con preocupación, pero le ignoré. Más tarde lamentaría ese error.
- Oye, ¿qué poderes vampíricos tienes?
- Tengo la Persuasión y la Levitación. También tengo la Hemokinesis, pero aún no la he puesto en práctica. ¿Y tú? - rió con picardía, pero no me contestó - ¡Oh, vamos, no me dejes con la intriga!
Ella empezó a caminar más rápido, obligándome a acelerar el paso para alcanzarla. Estaba jugueteando conmigo, eso era buena señal. Desde luego esa noche iba a ser interesante. Finalmente llegamos hasta un callejón donde no pasaba nadie, y Marie se paró en seco, mirándome con diversión. Nos miramos durante un rato, y finalmente se me acercó lentamente, y me pasó una mano suavemente por la cara.
- Veo que no te gusta esperar...
- No...
- ¡Muy bien, bastardo, quédate donde estás o lo lamentarás!
- ¿Ah?
Al fondo del callejón, un tipo con sotana me apuntaba con una ballesta.
- La puta Inquisición. Tranquila, Marie, puedo ocuparme de esto.
- ¿Tranquila por qué? No es mi vida la que corre peligro - respondió.
- ¿Cómo que no? Estos de la Inquisición matan a todo el que... ah, vale - lo entendí todo cuando me giré a mirarla, y vi que me apuntaba con un revólver - Balas de plata, ¿no?
- Sí, cariño, balas de plata. Llegas tarde, Antoine. Ahora, Alexalmo, quédate quieto o será peor para todos.
- Una condenada. Debí suponerlo. A todo esto... ¿cómo habéis logrado localizarme?
- Bueno - dijo el de la ballesta - cuando un vampiro va por ahí presumiendo de sus habilidades, alimentándose de los humanos sin preocuparse por quién esté mirando y haciendo tanto ruido como tú... no es muy difícil encontraros.
- Vaya... eso tiene sentido.
Marie me sonrió con malicia.
- Los hombres sois tan simples...
- Puta.
- Gilipollas.
- Bueno, ¡vale ya! - gritó el inquisidor de la ballesta - ¡Vampiro, puedes entregarte tranquilamente o morir de un flechazo al corazón! Elige.
- No me seas ridículo, inquisidor. Puedo acabar contigo en menos de un segundo. No tendrías ninguna posibilidad.
- Qué miedo - dijo con sarcasmo -. Morirías antes de desenvainar esa espada, pero de todas formas he venido preparado. ¡Vamos, chicos!
Un grupo de inquisidores, también armados con ballestas, aparecieron y bloquearon todas las salidas del callejón. Si intentaba luchar, la superioridad numérica sería aplastante. Pero qué idiotas... me basta con dar un salto con Levitar y me alejaré de aquí antes de que...
- Cuidado, Antoine, sabe Levitar - dijo Marie.
- Gracias, lo tendré en cuenta. ¡Hermanos! Si el vampiro salta, cazadlo en el aire como si fuera un pájaro.
- ¡Pero serás chivata!
- Sólo hago mi trabajo, cariño. Fuiste un estúpido al decirme tan rápido lo de tus poderes. Ahora, por favor...
Saqué la espada de Benoît del cinturón y la deposité suavemente en el suelo. Luego levanté las manos y me dejé apresar. Sabía que no duraría vivo mucho tiempo, pero si intentaba luchar o huir de seguro que moriría ahí mismo.
UNAS HORAS DESPUÉS
- Y más o menos así fue - dijo Marie.
Me desperté con un gemido. Me sentía mareado y aturdido. Y hacía mucho frío. Algo me molestaba en las muñecas y en los tobillos. ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba? Recordaba haber sido apresado por la Inquisición la noche anterior, pero no recordaba mucho más. Me ataron y me metieron en un carruaje, pero el resto está muy borroso.
- Ugh... ¿Dónde...? ¿Dónde estoy?
Pude ver con dificultad dónde me encontraba. Era un calabozo, y yo estaba encadenado a una especie de mesa. Además, mi torso estaba completamente desnudo (de ahí el frío). Miré al techo, y vi una trampilla de madera de la que colgaba una cuerda.
- Buenos días, demonio - dijo uno de los inquisidores, que me miraba con desprecio - ¿Has dormido bien?
- ¿Quién... quién eres tú?
- Mi nombre es Raimond, soy el líder de este escuadrón del Ejército de Dios. Ya conoces a Marie y a Antoine, y este tipo de aquí es Gabriel, nuestro tecnólogo.
- ¿Y me dices todos esos nombres tan rápido? - reí - Qué valiente, el tío.
- No tenemos ningún problema en decir nuestros nombres a quien va a morir pronto. Además, es cuestión de educación que un hombre conozca a sus asesinos - dijo Raimond.
- Asesinos... Yo no lo podría haber descrito mejor.
- ¿Qué dices ahora?
- Sois una panda de asesinos, criminales, sanguinarios y sádicos. Os pudriréis todos en el infierno.
- ¿¡Que somos qué!? ¿¡Asesinos!? ¿¡CRIMINALES!? ¿¡Y NOS LO DICE UNA MALDITA SANGUIJUELA CUYA ÚNICA NATURALEZA ES ESCONDERSE DE LA LUZ DEL SOL Y ASESINAR A GENTE INOCENTE SÓLO PARA BEBERSE SU SANGRE!?
- ¡AL MENOS YO NO TORTURO A LA GENTE, PSICÓPATA DE MIERDA! ¡Que os jodan a tí y a tu séquito de criminales que disfrutan torturando y matando a todo... a todo... A TODO AQUEL QUE NO SEA COMO ELLOS! ¡Dices que luchas por el bien de la humanidad y para cumplir la voluntad de Dios, ¿pero qué ha traído tu organización aparte de desgracias y sufrimiento?! ¡Tú y tus malditas contradicciones morales!
Aquello escandalizó a mis captores. Marie rió con desprecio, Raimond se alejó súbitamente de mí, Gabriel apretó los puños con rabia y Antoine, aunque se mostraba impasible, pude ver que cambiaba el peso entre las piernas, en señal de nerviosismo.
- ¿Qué? ¿Contradicciones morales? ¿Sabes lo que estás diciendo, chupasangre estúpido? Hemos dicho que traeríamos la paz y la felicidad al pueblo de Cristo, ¿y acaso no lo hemos hecho? ¿¡No hemos garantizado la seguridad y la paz de la gente eliminando a los chupasangre como tú!? ¿¡ACASO NO HA DEMOSTRADO LA IGLESIA HABER CUMPLIDO CON SU PALABRA PROTEGIENDO A LOS CIUDADANOS INDEFENSOS DE GENTUZA DEL INFIERNO COMO LOS DE TU CALAÑA!? ¡Responde, vamos! ¿¡No son la Iglesia y la Inquisición la única esperanza de la humanidad de prevalecer y no caer en la oscuridad perpetua!? ¿¡Acaso no hemos conseguido LA FELICIDAD Y LA PAZ DE TODOS LOS HIJOS DE DIOS!? - Raimond estaba casi histérico.
- ¡¡¡NOOOOO IGNORANTE DE MIERDA, NO LO HABÉIS CONSEGUIDO!!! - le grité con todas mis ganas - ¡Miraos al espejo, inquisidores sanguinarios! ¡Mirad los libros de historia! ¡Todo lo que habéis hecho ha sido destruir y matar de forma cruel y despiadada a todos los criminales de la sociedad! ¡Nuestro señor Jesucristo nos enseñó a amar y a perdonar, PERO VOSOTROS SÓLO SABÉIS DESTRUIR, MATAR Y TORTURAR! ¿Y os hacéis llamar "Hijos de Dios"? ¡No me hagáis reír! ¡Dios habla por vuestra boca, PERO EL DIABLO TRABAJA CON VUESTRAS MANOS! ¿¡Y decís que protegéis al pueblo humano!? ¡Eso díselo a los campesinos que trabajan para vosotros! ¡Sí, para vosotros, la Iglesia corrupta, sucia y asquerosa que tiene tierras fértiles como propiedad y obligan a los campesinos a trabajar para producir riquezas para vuestros cofres y bolsillos, cuando se supone que deberíais compartir los bienes! ¡Vosotros, que amparáis a señores feudales y les permitís explotar al pueblo trabajador porque sabéis que parte de sus riquezas irán a vuestro bolsillo! ¡Vosotros, que matáis públicamente a todo aquel que hace algo que no os gusta o sencillamente no conocéis! ¡Vosotros, quienes se lo quitáis todo a todos! ¡Vosotros, los criminales más despiadados del planeta, ¿os hacéis llamar bienhechores?! Sois patéticos. Dios os juzgará bien cuando muráis.
- ¡Sí! ¡Nos juzgará! ¡Y nos recompensará por limpiar el planeta de los seres del demonio! - gritó Antoine.
- ¡Quinto mandamiento, Antoine, recuerda el quinto maldito mandamiento! ¡No matarás! ¿Me habéis oído? ¡No matarás! ¿¡Cuántas veces habéis roto ese mandamiento en vuestra vida, eh!?
- No es pecado matar a una bestia - respondió Raimond.
- ¿Y si es una bestia... con inteligencia, alma y moral humanas? - pregunté.
Me respondieron con un silencio. Los vi pensando en lo que les acababa de decir. Mi pregunta los había cogido desprevenidos.
- Una bestia con apariencia humana... sigue siendo una bestia.
- Vosotros sois la peor de las bestias. Sólo hay que ver cómo tratáis de justificar vuestra propia maldad.
Gabriel, el tecnólogo, se me abalanzó encima y empezó a darme puñetazos con todas sus ganas, lleno de ira y completamente irracional.
- ¡¡¡CÁLLATE!!! ¡Cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, cállate maldita sea! - gritó, golpeándome con cada cállate - ¡Maldito bastardo! ¡Un grupo de vampiros se llevó a toda mi familia! ¡Estaban muertos y completamente secos, sin una sola gota de sangre en el cuerpo! ¡Y habían dos agujeros en su cuello que indicaban que sus asesinos lo hicieron para alimentarse de ellos! ¡Lo perdí todo, a mi mujer, a mis dos hijos pequeños! ¡Sólo para que un par de vampiros saciaran su sed y se divirtieran! ¡Y yo no soy el único! - no paró de pegarme puñetazos mientras hablaba, me iba a dejar sin cara.
- ¡Ya vale, Gabriel! - gritó Antoine.
- ¡Por favor, tranquilízate, Gabriel, sólo le estás divirtiendo! - dijo Marie, en un tono más tranquilizador.
- ¡Mi mujer y mis hijos! ¡Sus vidas sólo sirvieron para saciar la sed de unos estúpidos demonios! ¡Murieron por un capricho igual que murieron miles de humanos a manos de vampiros indecentes como tú! ¿¡Y todavía pretendes hacerte la víctima sólo porque haya un grupo de humanos que se hayan levantado en armas y hayan dicho "¡basta, estamos hartos y queremos luchar!"?
Gabriel levantó la mano para darme un puñetazo más, pero Raimond lo detuvo.
- Gabriel, tranquilo. Este pagará por todos, pero debes calmarte o será peor para ti.
- Lo... lo siento, Raimond - dijo Gabriel, alejándose de mí, pero fulminándome con la mirada.
- Cabrón - susurré. Me dolía toda la cara, pero por suerte empecé a sanar con rapidez - Eres patético, tal vez tu familia muriese por voluntad propia, tal vez le pidieran a esos vampiros que los mataran... ¡¡¡PARA NO TENER QUE AGUANTAR A UN GILIPOLLAS COMO TÚ!!!
El tecnólogo no me contestó, sólo se dirigió hacia la cuerda que conectaba con la trampilla que estaba sobre mí y tiró con fuerza. Inmediatamente, la trampilla se abrió, y dejó entrar una cegadora luz solar de mediodía.
Mi sangre empezó a arder. Un gran calor inundó cada rincón de mi cuerpo. Me estaba quemando bajo la luz del Sol, que era mi punto débil. Estaba claro que la Inquisición había terminado conmigo.
- ¡¡¡AAAAAAAHHHHHH!!! ¡¡¡DIOOOOOSSS AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!!! ¡¡¡AH, AH, AAAAHHHHH!!! ¡¡¡PARAD, CABRONES, PARAD DE UNA VEZ!!! ¡¡¡AAAAAAAAAAHHHHH, BENOÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍT!!! - justo cuando las primeras llamas empezaron a consumirme, la trampilla volvió a ocultar la luz, y mi cuerpo se fue curando poco a poco de las quemaduras.
- ¿Y bien? - preguntó Marie, en un falso tono de seducción - ¿Vas a empezar a tomarnos en serio, o deberíamos dejar la trampilla abierta más tiempo?
- ¿Sorprendido? - dijo Antoine con burla - Uno de los truquitos de nuestro amigo Gabriel, el mismo que inventó el somnífero que usamos para traerte.
Claro, por eso no recordaba nada de cómo llegué aquí. Qué cerdos.
- Así es, Antoine - dijo Gabriel, con una voz temblorosa que mezclaba de una forma aterradora la alegría y la cólera - Verás, la trampilla está diseñada para estar siempre cerrada, ya que las bisagras son muy duras y no se doblan a menos que se use mucha fuerza. Para eso está la cuerda, cuando tiro de ella, la trampilla se abre y dejo que entre la luz del Sol, pero si la suelto, la trampilla se cierra. Yo decido cuánto te quemas.
- Menudo rollo - respondí riendo, a pesar del dolor - ¿No sería más fácil una ventana y una cortina, como hace la gente normal?
- ¿Y ensuciar la casa con tu sangre y tus cenizas? - respondió Raimond, divertido - No, vampirito, somos muy cautos con la limpieza.
- ¿Por qué coño no me matáis ya?
- Porque te queremos dar una oportunidad para redimirte, vampiro.
- ¿Qué? ¿Me váis a liberar si os ayudo o algo de eso?
- Ya te gustaría - ahora hablaba Marie, en ese tono de seducción falso que me estaba poniendo de los nervios -. No lo entiendes, Alexalmo, hoy vas a morir. O si no, mañana. No saldrás vivo de aquí, asúmelo. Este calabozo será lo único que veas antes de ir al más allá, pero en tus manos está elegir cómo será tu muerte. Podemos clavarte una estaca en el corazón y darte una muerte rápida, además de que irás al cielo y serás perdonado por tus pecados como premio por ayudar a la Inquisición, o puedes negarte a ayudarnos y sufrir una muerte más dolorosa, por no mencionar lo mal que lo pasarás en el Infierno por ser un enemigo de la Iglesia hasta el final.
- Eso no parece un trato muy justo, muñeca - respondí, sonriendo. Era como ver a un insecto mostrando sus colores de guerra. Tan patético y tan gracioso...
- Es el único que te daremos - me acarició la cara con cariño.
- ¿Qué queréis?
- Queremos que nos digas dónde están los demás - dijo Raimond.
- ¿Los demás? ¿Qué demás?
- Los otros vampiros.
Aquello ya era demasiado para mi cuerpo. En seguida empecé a reírme como un loco, una risa chillona, aguda e histérica, demostrando a los Inquisidores que en el fondo era un lunático.
- ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡JIJIJIJIAJIAJAIJAJAJAJAJAJJAJAAJA! ¿¡PERO QUÉ PREGUNTA ES EEEEEESAAA!? ¡¡¡JUAJUAJUAJAIJAIJAIAJAJAJAJAJAJAJAIJA!!! - mi risa sonaba parecida a las de las brujas malas de los cuentos de terror para niños.
- ¡Responde! ¡Responde a la pregunta! - gritó Raimond, perdiendo la paciencia.
- ¡Pues claro, Raimond! ¡Jajajajajaja! ¡Estamos por todas partes! ¿No nos ves? ¡Jajajajajaja! ¡Ahora mismo hay un vampiro atado a vuestra mesa de torturas! ¡Jajajajajajaja! ¡Y hay otra vampira en esta misma sala llamada Marie! ¡Jajajajajajaja!
Mis carcajadas se vieron interrumpidas cuando sentí de nuevo el abrasador calor del Sol. Habían vuelto a abrir la trampilla, pero la cerraron con rapidez. Aquello era un simple aviso amistoso.
- ¡Que nos tomes en serio, joder! - gritó Gabriel. Luego se tapó la boca y se santiguó.
Claro, los curas odian maldecir, porque eso es del demonio. Supongo que a los inquisidores les pasa algo parecido, pues el hecho de maldecir es algo negativo. Pero matar está bien.
- ¡Jajajajajajajajaja! ¡Has dicho "joder"! ¡Jajajajajajajajajajaja! ¡Has usado tu boca para maldecir! ¡Jajajajajajajaja! ¡Hablas como un demonio! ¡Jajajajajajajajaja! ¡Ahora irás al infierno! ¡Wuaaaajajajajajajajajajajaja!
Volvió a bajar la trampilla. Juré que le iba a meter esa cuerda por el culo en cuanto saliera de ahí.
- ¡Responde a la condenada pregunta! - gritó Raimond.
- ¡Pues claro! ¡Yo sé dónde viven todos los vampiros de todo el planeta! ¿No lo sabéis? ¡Yo soy el Gran Conocedor de los vampiros! ¡Todos los vampiros están conectados a mi alma y sé dónde están todos y cada uno de ellos! ¡Es más, si me matáis a mí morirán todos al mismo tiempo! ¡Jajajajajaja! ¿Nunca habéis oído hablar de Alexalmo el Conector? ¡Pues os ha tocado la lotería conmigo, inquisidores! ¡Jajajajaja!
Bajaron la trampilla una vez más, pero esta vez la dejaron un buen rato bajada, tanto que creí que iban a matarme definitivamente, pero no fue el caso. Me habían dejado muy débil, pero vivo.
- Tómatelo en serio, Alexalmo. La próxima vez no pararemos. A lo que nos referimos es que nos digas dónde están los vampiros con los que te juntas. Los vampiros suelen ir en grupo, y queremos saber dónde está el tuyo.
¿Un grupo de vampiros? Nunca lo había pensado. Siempre he sido un solitario, ¿tal vez me haga falta un grupo? ¿Alguien que me ayude contra la Inquisición? Ser un lobo solitario no siempre viene bien.
- ¿Y quién es ese tal Benoît que mencionaste antes? - preguntó Antoine.
- Deberíais saberlo. Vosotros lo matásteis.
Los inquisidores se miraron entre ellos. Raimond dijo:
- Ni idea de lo que estás diciendo.
- Benoît fue quien me convirtió. La Inquisición lo mató hace unas semanas. A él y a todos los sirvientes que vivíamos en su casa. Fue una masacre.
- ¡Ah, ya sé! Un vampiro anciano que vivía recluido en una casa. Un pelotón de la Inquisición atacó la casa y tuvo que luchar contra todos los sirvientes, pero creía que no habían quedado supervivientes.
- Quedó uno - respondí, mirándolo desafiante - Hubo uno que sobrevivió.
- Interesante. Así que fuiste convertido por un anciano. Bien... bien... aquí tengo material para interrogar - dijo con malicia - Gabriel, cuerda.
Como un niño queriendo complacer a su maestro, Gabriel obedeció inmediatamente. De hecho diría que estaba deseando que le dieran esa orden. El dolor de la luz del Sol era insoportable.
- ¡¡¡NOOOO POR FAVOR!!! ¡¡¡AAAAAAAAAAAHHHH JESUCRISTO AYÚDAME EN ESTOS MOMENTOS DE DOLOR!!! ¡¡¡AAAAAAAHHHHHH!!!
- ¿Te atreves a pedir ayuda a Jesús, demonio? - dijo Antoine.
- ¿¡Es que ya no puedo ni rezar!?
- ¡Tú rézale a Satanás, vampiro, que ése es tu único señor!
- ¡Que no, coño! ¡¡¡JESUCRISTOOOOOOOO!!!
Me estuvieron torturando durante todo el día, haciéndome toda clase de preguntas relacionadas con Benoît y con mi pasado. Yo trataba de responder lo mejor que pude: con respuestas poco claras para que me siguieran interrogando, y no decidieran matarme por fin. Cuando se hubo puesto el Sol y no tenían luz con la que torturarme, me desataron y me llevaron a las celdas. En mi aturdimiento, pude oírles decir:
- ¿Por qué no lo matamos ya? No dijo nada claro durante el interrogatorio, está claro que sólo está alargando su inevitable muerte - esa era la voz de Gabriel. El tío me tenía manía, eso estaba claro.
- Tranquilo, hermano. Mañana lo mataremos junto con los otros presos, en cuanto vuelva a salir el Sol - ahora hablaba Raimond.
¿Eh? ¿Otros presos? ¿No estoy solo? ¿Entonces quién...?
Me quedé profundamente dormido. Cuando desperté, ya era de noche, y yo estaba en la cama de una sucia celda.
- Un resumen rápido:
- Un resumen por si os da pereza leerlo todo (cosa que entenderé, ya que he puesto media Biblia en un post xD):
Estoy encerrado en una celda de un calabozo de la Inquisición. He sido duramente torturado por los inquisidores, que son:
- Raimond, el soldado y líder del grupillo que dirigió el interrogatorio.
- Gabriel, el tecnólogo que me torturó usando una trampilla en el techo que daba al exterior, y que cuando la abría dejaba entrar la luz del Sol.
- Marie, una vampira condenada que me sedujo para llevarme hasta la trampa que me tendía la Inquisición.
- Antoine, el espía que me localizó.
Los inquisidores han dicho que mañana me matarán usando la luz del Sol en cuanto salga de nuevo, y han mencionado a "otros prisioneros" que bien podéis ser vosotras o podéis decir que os habéis colado en el calabozo por otros motivos, eso está a vuestra elección.
PD: Tranquilas, normalmente no hago posts tan largos, pero como es la introducción, pues...
Última edición por Alexalmo el Miér Jun 17, 2015 10:58 am, editado 2 veces
Alexalmo- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 16/10/2013
Edad : 29
Localización : Visto por última vez en París. Si lo ve, avise en la comisaría más cercana, por favor.
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La huida [Leer] (TERMINADO)
Las voluntades débiles se traducen en discursos; las fuertes, en actos.
Una nueva escena, otra vez la misma rutina de siempre, buscar alguien para saciar la sed, tras hora y media de estar en el despacho de su mansión revisando detalladamente sus estados de cuenta con Claude, la nueva cabeza de su equipo de abogados, salió de su mansión tomó velocidad y pronto el olor a humano se hizo tan evidente que la sonrisa maliciosa se empezó a dibujar en sus labios rosas, desaceleró un poco el paso y caminó con normalidad, sin ni una muestra de agitación o sudor en su cuerpo y aquí estaba el perfume más fino que haya podido percibir, perfume humano, perfume lleno de vida, el perfume de su inmortalidad, cuando sintió que alguien le coloco la mano en el hombro apretó las manos en puño y frunció el ceño molesta se dio la vuelta y pudo dilucidar una cara conocida, rápidamente los recuerdos emergieron en su mente, destellante y claros, era un cazador el cual conocía durante su vida de humana, un amigo de su novio y compañero de caza difunto parpadeó –¿Dominique?- dijo con sorpresa, él asintió –El mismo en persona cazadora perdida- de inmediato el hombre la abrazó fuertemente, ella alzó las manos más no lo rodeo con sus brazos, odiaba el contacto humano, odiaba cualquier tipo de contacto que ella no hubiese permitido, el cazador se separó de su cuerpo y la miró con una clara emoción –Leer finalmente te encuentro te he estado buscando ¿Dónde te has estado?- seguía perpleja de tenerlo enfrente, pero no podía responderle en su totalidad la pregunta tenía que escoger muy bien las palabras que musitaría no podía decirle lo que era, claramente la asesinaría y mucho menos le contaría como fue el proceso que la llevo a su eternidad maldita, se cruzó de brazos y alejó la zozobra de su cabeza, volviendo a su antigua actitud fría y desinteresada –No te había visto desde el funeral de John ¿Dónde te has metido umh?- él sonrió y bajó la cabeza –De un lado para otro, cazando, enterrando cabezas, plata, ajo, estacas de madera lo habitual- se encogió de hombros, ella alzó una ceja –Eres un hombre ocupado Dominique, si sigues con esa rutina pronto acabaras con todos los vampiros del mundo, harán un monumento en tu honor y hasta le pondrán tu nombre a la moneda de algún país por tu heroísmo, realmente ya estoy empezando a ver tu futuro… creo que me dedicare a leer las cartas y la palma, mi fortuna se multiplicara de inmediato- dijo con un tono burlón haciendo que el hombre riera -Pero ¿Qué haces en París?- el hombre sonrió de lado –Vine a verte Leer, me he tomado unos meses de descanso y París estaba en mi mapa de sitios para distraerme y quise ver una cara conocida- Leer sonrió con amabilidad y suspiró –Es un largo viaje para ver una cara conocida ¿no crees?- el cazador movió su cabeza restándole importancia al asunto –No si se trata de la cazadora que atrapo al don Juan de John- ella arrugó la cara con cinismo –¡Calla!- chilló, se llevo las manos a las orejas sonriendo –Me haces sentir como una leona- el hombre rió –Precisamente a eso decía John que se parecía tu carácter- Leer negó con burla –John decía muchas tonterías, era un mentiroso compulsivo, nunca fue de mi fiar- estaba bromeando y su tono la había delatado –Él te amaba demasiado Amelia, eras su vida, lo enamoró aquella niña de 16 años con un hambre por cazar, una cazadora tenaz- realmente quería susurrarle en el oído con delicadeza que ya no pertenecía a su mismo bando que ahora estaba del otro lado mirando la vida con una perspectiva diferente pero de nuevo solo se limito a sonreír –Sigues siendo un romántico empedernido- él hombre mordió su sonrisa asintiendo, la vampiresa se centro en el llamado de la bomba que le daba el color rosa a sus mejillas, yema de sus dedos y labios, se mordió el labio un poco y de inmediato la voz del hombre la devolvió a la realidad, parpadeó y pregunto algo aturdida –Disculpa ¿qué dijiste?- él enarcó una ceja –Te estaba preguntando ¿dónde has estado? Vaya mujer no pensé que el tener un encuentro contigo fuera más difícil que ver al mismo rey de París- Leer mordió su sonrisa –Soy una mujer ocupada Dominique, sabes que no me gusta mucho socializar, odio a los engreídos y pretenciosos y no he estado en mi mansión porque tengo un proyecto en mente, algo que desarrollaré en conjunto con otra persona y el tiempo es vital así que necesito aprovecharlo al máximo- había mentido pero ella no quería ni debía darle explicaciones a nadie él asintió –Me imagino que has estado ocupada con las cazas ¿no?- ella negó con una expresión seria –¿Ya te retiraste?- Leer infló una de sus mejillas y se encogió de hombros –Todo tiene su límite Dominique y el mío ha llegado a su fin quiero dedicarme a pintar, eso le da más sentido a mi vida- el hombre sonrió –Ven tenemos muchas cosas que hablar y es una noche hermosa, quiero sorprenderme- le pasó las manos por lo hombros y atrajo a su cuerpo, caminando a su lado, la situación no era nada cómoda, pero no se quiso retirar porque en cierta forma el estar con personas tan cercanas a John la emocionaba y era como si él se encontrara vivo todavía pudiendo aparecer por cualquier lado para abrazarla y besarla, aunque claramente ese era un sueño efímero.
Después de una larga caminata hablando sobre la vida de ambos, recordando viejos tiempos, dejando al aire mecer cada uno de sus cabellos y sonriendo como una niña entusiasmada por un juguete nuevo, llegaron a una zona un tanto alejada del centro, no se miraba ni una alma en pena –Entonces fue así como llegué de nuevo a Moscú con la cabeza de aquel miserable guardada cuidadosamente en una caja de cristal, mi trofeo y mi satisfacción desbordando por todos lados- Leer se detuvo cerca de una farola y se sujetó de ella inclinando su cuerpo hacia un lado y le miró a los ojos -¿Cuándo te vas?- le preguntó con desanimo –Supongo que mañana tengo que arreglar un asunto esta noche- Leer alzo una ceja –Que misterioso suenas- él se encogió de hombros –Se podría decir que tiene algo de misterioso- se acercó a la vampiresa y se sostuvo de la farola quedando a unos cuantos centímetros de su cuerpo y metiéndole un mechón de cabello detrás de la oreja –¿Qué crees que sienten?- susurró con una voz ronca -¿Quiénes?- preguntó ella con su vista fijada en su pecho, dejándose llevar por sus latidos –Los vampiros cuando son transformados- de inmediato frunció el ceño y le vio a los ojos ¿Por qué le preguntaba eso? ¡Jamás se lo iba a responder porque el ser transformado en un vampiro no era un simple beso en el cuello, literalmente se sentía a la muerte profanar el cuerpo y hacerlo añicos como una niña caprichosa! ¡Además que él no sabía que ella no era una mortal! Inhaló profundamente sin necesitarlo y se dio la vuelta -¿Por qué me preguntas eso Dominique?- murmuró con molestia y se recostó contra la pared de un negocio con los brazos cruzados y ceñuda viendo su rostro oculto bajo la oscuridad –Porque tú lo sabes Amelia- susurró el hombre muy suavemente, prácticamente Leer sintió que los vellos de los brazos y de detrás de su cuello se le erizaron, tensó la mandíbula –¿De qué rayos estás hablando? ¡No sé de que hablas!- el hombre se acercó a ella inquisitivamente y de inmediato se erguió y puso alerta, en ese momento un filo emitió luces iridiscentes bajo la luz de la farola, un haz plateado lleno sus ojos verde-azulado y de inmediato la reconoció, era algo que ella conocía a la perfección, una estaca de plata, un cuerpo aterrizó justo detrás de Dominique, un hombre vestido en su totalidad de negro, alto y bastante fortachón, se pasó la mano por el cabello y acomodó su abrigo, otros tres tipos aparecieron a su lado derecho apuntándola con revólveres y sabía que tenían balas de plata, el tipo que cayó de los cielos sacó un machete de su espalda y acarició el filo –Con que la niña Lincoln es un linda vampiresa ¿eh?- dijo el tipo con tono burlón –Vaya noticia para París- soltó una carcajada, Leer dividía su mirada entre todos buscando la mejor opción para hacer el primer movimiento, no era una neófita debilucha, tenía habilidades en pelea y con sus nuevos poderes los podía vencer pero la situación era complicada estaba rodeada por ellos y aunque sabía que la plata no la mataría si la dejaría débil y aturdida -¡¿QUÉ ES ESTO DOMINIQUE?!- gritó furiosa, el hombre se detuvo a unos cuantos metros de su cuerpo –Esto se llama cazar a la bestia desprevenida Amelia ¿Por qué te dejaste hacer esto? ¡SABES LO DECEPCIONADO QUE ESTARÍA JOHN SI TE VIERA EN ESTAS CONDICIONES!- ella soltó una carcajada cínica –¿Con que cazar a la bestia desprevenida? Yo lo llamaría noche de festín para mis colmillos desgraciado traidor y no metas a John en esto que él está muerto y ya jamás sabremos su opinión- Dominique sonrió de lado –Cuida tus palabras Amelia, no estás en condiciones de ser esa estúpida niña que trata de ser dura, es mejor que hables y me digas quién rayos te hizo esto- Leer se cruzo de brazos y sonrió –Claro que te lo diré fue la misma Lilith que subió de su infierno y me dio un beso en el cuello, honor el mío- miro a los demás con cinismo –Que mal educado eres Dominique ¿no me vas a presentar a tus demás compañeros cazadores?- el tipo del machete soltó una carcajada divertida –No somos cazadores descuidada neófita, somos de la Inquisición- de inmediato la vampiresa le dirigió una mirada confundida a Dominique -¿La Inquisición?- negó –El verdadero traidor a la luz ¡¿Te uniste con inquisidores maldito cobarde?! ¡¿Qué te pasa imbécil?! ¡Sabes lo que opinamos de ellos! ¡John está retorciéndose en su tumba! ¡Te unes con miserables que usan el nombre de Dios para llevar a cabo sus matanzas y de esta manera se sienten menos miserables por sus actos tan pérfidos!- Dominique sonrió con orgullo –Ambos tenemos un mismo objetivo, así que da igual- Leer negó –Eres un bastardo- susurró con un tono bajo y amenazante –Un maldito y estúpido cobarde- el hombre se encogió de hombros –Gracias por los halagos- en ese momento la furia la invadió y se abalanzó sobre el cuerpo del tipo alzándose en el aire y tomándole de la cabeza con el cuerpo invertido, la movió de un lado para otro con velocidad escuchando las vertebras crujir y jaló arrancándola del resto del cuerpo, los disparos empezaron a volar en el aire y de inmediato se empezó a contornear con habilidad esquivando, corrió hacia los hombres con las pistolas y se colocó detrás de uno de ellos abrazó con su brazo el cuello del tipo y quebró el mismo, escucho como se acercaba uno y de inmediato se dio la vuelta y arrebató la pistola le soltó un puñetazo en el rostro y agarró del cabello antes de que cayera atrayendo el enorme cuerpo del tipo a su delgada y pequeña silueta y le enterró las garras en el cuello arrancándole la tráquea de un tajo, se cubrió el cuerpo de los disparos del otro inquisidor con el cuerpo inerte que tenía abrazado, alzó la pistola y dio dos disparos concretando el impacto en el brazo y pecho del inquisidor, este cayó desplomado al suelo, la furia la tenía poseída como una dulce ama, caminó tranquilamente al cuerpo agonizante del inquisidor y le miró con una sonrisa arrogante en el rostro –Se enfrentaron a la menos indicada- se colocó encima del hombre a horcajadas y levantó la cabeza mirando sus ojos aterrados –¿Algún último deseo patético juguete de la Iglesia?- sonrió de lado –Realmente es vergonzoso lo que hacen, matar en nombre de Dios, dan lastima- le metió la mano en el tórax y presionó el corazón, colocó su mejilla contra la mejilla del tipo escuchando su grito agónico y finalmente su último aliento –Shh ve con Dios- dijo con burla y saco con rudeza su extremidad del cuerpo tibio y blando de su víctima, dejó caer la cabeza y se levantó cuando en ese momento sintió que alguien le enterró algo en el hombro ¿Cómo es que no lo pudo sentir? Miro la sangre fluir y la punta plateada traspasaba su cuerpo de lado a lado, el dolor la inundó y las piernas le temblaban, apretó los dientes y se dio vuelta y miro al tipo del machete sonriendo perversamente, antes de que ella lo atacara el inquisidor le dio un golpe con el antebrazo en el rostro y su visión se nubló, oscureciéndose su posibilidad de regresar a la mansión de manera dramática.
Un golpe en el rostro, liquido frio y oportuno para su sueño profundo, abrió los ojos y tosió un poco de inmediato, se pasó las manos por el rostro y miró que estaba en un tipo de celda con paredes de granito dándole un aspecto apergaminado, rejas oxidadas y robustas la encarcelaban para evitar su inminente huida, de inmediato miró al inquisidor que la noqueó con los brazos cruzados y sonriendo perversamente –Hora de levantarse floja- ella frunció el ceño y se levantó con velocidad aferrándose a las rejas –Sácame de aquí si quieres seguir vivo bastardo- dijo con los dientes apretados, el hombre soltó una carcajada –No niña rica, la que debería de orar por seguir con vida eres tú, porque de aquí no sales, te sacaremos información así tengamos que arrancarte los colmillos con cuchillas- la vampiresa sacó la mano y le quiso aruñar el rostro pero el hombre retrocedió de inmediato riendo –Olvídalo no me puedes tocar, es mejor que vayas pensando en las respuestas que me vas a dar porque si no lo haces tu muerte será tan dolorosa como lo fue tu transformación pequeña neófita- él alzo una ceja –Lo sé muy bien querida porque soy como tú- sonrió mostrando los colmillos –¿Por qué no me enseñas esos colmillos de bebé? Vamos princesa solo un poco de ese color blanco- Leer sonrió negando -¡Te mataré cuando salga de aquí desgraciado, te arrancare los colmillos para hacerme un collar!- él se carcajeó –No sueñes despierta niña, ya te dije no vas a salir de acá- ella empezó a zarandear las rejas para tratar de romperlas pero era inútil, escuchaba la risa irritante del inquisidor y con cada uno de los ecos de su patética voz su ira aumentaba –Mañana te interrogaré personalmente niña Lincoln, personalmente así que prepárate porque ese bello rostro será todo un espectáculo después de eso- el hombre le dirigió una mirada desdeñosa a la celda de al lado y se retiró con altanería del lugar, la vampiresa empezó a gritar y a zarandear las rejas cada vez más fuerte, finalmente se cansó y soltó un grito desesperado, le dio un puñetazo a la reja y se apoyó de espaldas a ella con los brazos cruzados y pensando en la forma de escapar, trago fuertemente y se maldijo ella misma por no haberse quedado pintando, tranquila sin ninguna molestia y dejando a su pasión poseer a su cuerpo, recordó la mirada que le dirigió el hombre a la celda contigua y de inmediato supo que no estaba sola ahora que la furia se estaba apaciguando sentía una presencia demasiado fuerte, como un hilo que jalaba de ella para que se enfrentara sin más que esperar, colocó su mejilla contra la reja mirando en dirección a la caja prisionera contigua –Hola ¿hay alguien ahí?- se dio cuenta que era una pregunta estúpida, claro que había alguien su instinto no la podía engañar, esperó que la voz emergiera de entre las penumbras para empezar el dialogo –Habla por favor, escúchame sé que estás ahí, no sé quién eres pero debemos salir de aquí, necesito tu ayuda, lo podemos lograr pero debemos trabajar juntos- realmente quería creer en sus palabras alentadoras pero sabía que el salir de ahí no sería asunto para niños, necesitaba alguien que estuviera fuera de las celdas, alguien que los ayudara a abrir las rejas para que luego su sentido la ayudara a ver la luz de la luna antes de que le arrebataran su eternidad.
Gustavo Le Bon
Una nueva escena, otra vez la misma rutina de siempre, buscar alguien para saciar la sed, tras hora y media de estar en el despacho de su mansión revisando detalladamente sus estados de cuenta con Claude, la nueva cabeza de su equipo de abogados, salió de su mansión tomó velocidad y pronto el olor a humano se hizo tan evidente que la sonrisa maliciosa se empezó a dibujar en sus labios rosas, desaceleró un poco el paso y caminó con normalidad, sin ni una muestra de agitación o sudor en su cuerpo y aquí estaba el perfume más fino que haya podido percibir, perfume humano, perfume lleno de vida, el perfume de su inmortalidad, cuando sintió que alguien le coloco la mano en el hombro apretó las manos en puño y frunció el ceño molesta se dio la vuelta y pudo dilucidar una cara conocida, rápidamente los recuerdos emergieron en su mente, destellante y claros, era un cazador el cual conocía durante su vida de humana, un amigo de su novio y compañero de caza difunto parpadeó –¿Dominique?- dijo con sorpresa, él asintió –El mismo en persona cazadora perdida- de inmediato el hombre la abrazó fuertemente, ella alzó las manos más no lo rodeo con sus brazos, odiaba el contacto humano, odiaba cualquier tipo de contacto que ella no hubiese permitido, el cazador se separó de su cuerpo y la miró con una clara emoción –Leer finalmente te encuentro te he estado buscando ¿Dónde te has estado?- seguía perpleja de tenerlo enfrente, pero no podía responderle en su totalidad la pregunta tenía que escoger muy bien las palabras que musitaría no podía decirle lo que era, claramente la asesinaría y mucho menos le contaría como fue el proceso que la llevo a su eternidad maldita, se cruzó de brazos y alejó la zozobra de su cabeza, volviendo a su antigua actitud fría y desinteresada –No te había visto desde el funeral de John ¿Dónde te has metido umh?- él sonrió y bajó la cabeza –De un lado para otro, cazando, enterrando cabezas, plata, ajo, estacas de madera lo habitual- se encogió de hombros, ella alzó una ceja –Eres un hombre ocupado Dominique, si sigues con esa rutina pronto acabaras con todos los vampiros del mundo, harán un monumento en tu honor y hasta le pondrán tu nombre a la moneda de algún país por tu heroísmo, realmente ya estoy empezando a ver tu futuro… creo que me dedicare a leer las cartas y la palma, mi fortuna se multiplicara de inmediato- dijo con un tono burlón haciendo que el hombre riera -Pero ¿Qué haces en París?- el hombre sonrió de lado –Vine a verte Leer, me he tomado unos meses de descanso y París estaba en mi mapa de sitios para distraerme y quise ver una cara conocida- Leer sonrió con amabilidad y suspiró –Es un largo viaje para ver una cara conocida ¿no crees?- el cazador movió su cabeza restándole importancia al asunto –No si se trata de la cazadora que atrapo al don Juan de John- ella arrugó la cara con cinismo –¡Calla!- chilló, se llevo las manos a las orejas sonriendo –Me haces sentir como una leona- el hombre rió –Precisamente a eso decía John que se parecía tu carácter- Leer negó con burla –John decía muchas tonterías, era un mentiroso compulsivo, nunca fue de mi fiar- estaba bromeando y su tono la había delatado –Él te amaba demasiado Amelia, eras su vida, lo enamoró aquella niña de 16 años con un hambre por cazar, una cazadora tenaz- realmente quería susurrarle en el oído con delicadeza que ya no pertenecía a su mismo bando que ahora estaba del otro lado mirando la vida con una perspectiva diferente pero de nuevo solo se limito a sonreír –Sigues siendo un romántico empedernido- él hombre mordió su sonrisa asintiendo, la vampiresa se centro en el llamado de la bomba que le daba el color rosa a sus mejillas, yema de sus dedos y labios, se mordió el labio un poco y de inmediato la voz del hombre la devolvió a la realidad, parpadeó y pregunto algo aturdida –Disculpa ¿qué dijiste?- él enarcó una ceja –Te estaba preguntando ¿dónde has estado? Vaya mujer no pensé que el tener un encuentro contigo fuera más difícil que ver al mismo rey de París- Leer mordió su sonrisa –Soy una mujer ocupada Dominique, sabes que no me gusta mucho socializar, odio a los engreídos y pretenciosos y no he estado en mi mansión porque tengo un proyecto en mente, algo que desarrollaré en conjunto con otra persona y el tiempo es vital así que necesito aprovecharlo al máximo- había mentido pero ella no quería ni debía darle explicaciones a nadie él asintió –Me imagino que has estado ocupada con las cazas ¿no?- ella negó con una expresión seria –¿Ya te retiraste?- Leer infló una de sus mejillas y se encogió de hombros –Todo tiene su límite Dominique y el mío ha llegado a su fin quiero dedicarme a pintar, eso le da más sentido a mi vida- el hombre sonrió –Ven tenemos muchas cosas que hablar y es una noche hermosa, quiero sorprenderme- le pasó las manos por lo hombros y atrajo a su cuerpo, caminando a su lado, la situación no era nada cómoda, pero no se quiso retirar porque en cierta forma el estar con personas tan cercanas a John la emocionaba y era como si él se encontrara vivo todavía pudiendo aparecer por cualquier lado para abrazarla y besarla, aunque claramente ese era un sueño efímero.
Después de una larga caminata hablando sobre la vida de ambos, recordando viejos tiempos, dejando al aire mecer cada uno de sus cabellos y sonriendo como una niña entusiasmada por un juguete nuevo, llegaron a una zona un tanto alejada del centro, no se miraba ni una alma en pena –Entonces fue así como llegué de nuevo a Moscú con la cabeza de aquel miserable guardada cuidadosamente en una caja de cristal, mi trofeo y mi satisfacción desbordando por todos lados- Leer se detuvo cerca de una farola y se sujetó de ella inclinando su cuerpo hacia un lado y le miró a los ojos -¿Cuándo te vas?- le preguntó con desanimo –Supongo que mañana tengo que arreglar un asunto esta noche- Leer alzo una ceja –Que misterioso suenas- él se encogió de hombros –Se podría decir que tiene algo de misterioso- se acercó a la vampiresa y se sostuvo de la farola quedando a unos cuantos centímetros de su cuerpo y metiéndole un mechón de cabello detrás de la oreja –¿Qué crees que sienten?- susurró con una voz ronca -¿Quiénes?- preguntó ella con su vista fijada en su pecho, dejándose llevar por sus latidos –Los vampiros cuando son transformados- de inmediato frunció el ceño y le vio a los ojos ¿Por qué le preguntaba eso? ¡Jamás se lo iba a responder porque el ser transformado en un vampiro no era un simple beso en el cuello, literalmente se sentía a la muerte profanar el cuerpo y hacerlo añicos como una niña caprichosa! ¡Además que él no sabía que ella no era una mortal! Inhaló profundamente sin necesitarlo y se dio la vuelta -¿Por qué me preguntas eso Dominique?- murmuró con molestia y se recostó contra la pared de un negocio con los brazos cruzados y ceñuda viendo su rostro oculto bajo la oscuridad –Porque tú lo sabes Amelia- susurró el hombre muy suavemente, prácticamente Leer sintió que los vellos de los brazos y de detrás de su cuello se le erizaron, tensó la mandíbula –¿De qué rayos estás hablando? ¡No sé de que hablas!- el hombre se acercó a ella inquisitivamente y de inmediato se erguió y puso alerta, en ese momento un filo emitió luces iridiscentes bajo la luz de la farola, un haz plateado lleno sus ojos verde-azulado y de inmediato la reconoció, era algo que ella conocía a la perfección, una estaca de plata, un cuerpo aterrizó justo detrás de Dominique, un hombre vestido en su totalidad de negro, alto y bastante fortachón, se pasó la mano por el cabello y acomodó su abrigo, otros tres tipos aparecieron a su lado derecho apuntándola con revólveres y sabía que tenían balas de plata, el tipo que cayó de los cielos sacó un machete de su espalda y acarició el filo –Con que la niña Lincoln es un linda vampiresa ¿eh?- dijo el tipo con tono burlón –Vaya noticia para París- soltó una carcajada, Leer dividía su mirada entre todos buscando la mejor opción para hacer el primer movimiento, no era una neófita debilucha, tenía habilidades en pelea y con sus nuevos poderes los podía vencer pero la situación era complicada estaba rodeada por ellos y aunque sabía que la plata no la mataría si la dejaría débil y aturdida -¡¿QUÉ ES ESTO DOMINIQUE?!- gritó furiosa, el hombre se detuvo a unos cuantos metros de su cuerpo –Esto se llama cazar a la bestia desprevenida Amelia ¿Por qué te dejaste hacer esto? ¡SABES LO DECEPCIONADO QUE ESTARÍA JOHN SI TE VIERA EN ESTAS CONDICIONES!- ella soltó una carcajada cínica –¿Con que cazar a la bestia desprevenida? Yo lo llamaría noche de festín para mis colmillos desgraciado traidor y no metas a John en esto que él está muerto y ya jamás sabremos su opinión- Dominique sonrió de lado –Cuida tus palabras Amelia, no estás en condiciones de ser esa estúpida niña que trata de ser dura, es mejor que hables y me digas quién rayos te hizo esto- Leer se cruzo de brazos y sonrió –Claro que te lo diré fue la misma Lilith que subió de su infierno y me dio un beso en el cuello, honor el mío- miro a los demás con cinismo –Que mal educado eres Dominique ¿no me vas a presentar a tus demás compañeros cazadores?- el tipo del machete soltó una carcajada divertida –No somos cazadores descuidada neófita, somos de la Inquisición- de inmediato la vampiresa le dirigió una mirada confundida a Dominique -¿La Inquisición?- negó –El verdadero traidor a la luz ¡¿Te uniste con inquisidores maldito cobarde?! ¡¿Qué te pasa imbécil?! ¡Sabes lo que opinamos de ellos! ¡John está retorciéndose en su tumba! ¡Te unes con miserables que usan el nombre de Dios para llevar a cabo sus matanzas y de esta manera se sienten menos miserables por sus actos tan pérfidos!- Dominique sonrió con orgullo –Ambos tenemos un mismo objetivo, así que da igual- Leer negó –Eres un bastardo- susurró con un tono bajo y amenazante –Un maldito y estúpido cobarde- el hombre se encogió de hombros –Gracias por los halagos- en ese momento la furia la invadió y se abalanzó sobre el cuerpo del tipo alzándose en el aire y tomándole de la cabeza con el cuerpo invertido, la movió de un lado para otro con velocidad escuchando las vertebras crujir y jaló arrancándola del resto del cuerpo, los disparos empezaron a volar en el aire y de inmediato se empezó a contornear con habilidad esquivando, corrió hacia los hombres con las pistolas y se colocó detrás de uno de ellos abrazó con su brazo el cuello del tipo y quebró el mismo, escucho como se acercaba uno y de inmediato se dio la vuelta y arrebató la pistola le soltó un puñetazo en el rostro y agarró del cabello antes de que cayera atrayendo el enorme cuerpo del tipo a su delgada y pequeña silueta y le enterró las garras en el cuello arrancándole la tráquea de un tajo, se cubrió el cuerpo de los disparos del otro inquisidor con el cuerpo inerte que tenía abrazado, alzó la pistola y dio dos disparos concretando el impacto en el brazo y pecho del inquisidor, este cayó desplomado al suelo, la furia la tenía poseída como una dulce ama, caminó tranquilamente al cuerpo agonizante del inquisidor y le miró con una sonrisa arrogante en el rostro –Se enfrentaron a la menos indicada- se colocó encima del hombre a horcajadas y levantó la cabeza mirando sus ojos aterrados –¿Algún último deseo patético juguete de la Iglesia?- sonrió de lado –Realmente es vergonzoso lo que hacen, matar en nombre de Dios, dan lastima- le metió la mano en el tórax y presionó el corazón, colocó su mejilla contra la mejilla del tipo escuchando su grito agónico y finalmente su último aliento –Shh ve con Dios- dijo con burla y saco con rudeza su extremidad del cuerpo tibio y blando de su víctima, dejó caer la cabeza y se levantó cuando en ese momento sintió que alguien le enterró algo en el hombro ¿Cómo es que no lo pudo sentir? Miro la sangre fluir y la punta plateada traspasaba su cuerpo de lado a lado, el dolor la inundó y las piernas le temblaban, apretó los dientes y se dio vuelta y miro al tipo del machete sonriendo perversamente, antes de que ella lo atacara el inquisidor le dio un golpe con el antebrazo en el rostro y su visión se nubló, oscureciéndose su posibilidad de regresar a la mansión de manera dramática.
Un golpe en el rostro, liquido frio y oportuno para su sueño profundo, abrió los ojos y tosió un poco de inmediato, se pasó las manos por el rostro y miró que estaba en un tipo de celda con paredes de granito dándole un aspecto apergaminado, rejas oxidadas y robustas la encarcelaban para evitar su inminente huida, de inmediato miró al inquisidor que la noqueó con los brazos cruzados y sonriendo perversamente –Hora de levantarse floja- ella frunció el ceño y se levantó con velocidad aferrándose a las rejas –Sácame de aquí si quieres seguir vivo bastardo- dijo con los dientes apretados, el hombre soltó una carcajada –No niña rica, la que debería de orar por seguir con vida eres tú, porque de aquí no sales, te sacaremos información así tengamos que arrancarte los colmillos con cuchillas- la vampiresa sacó la mano y le quiso aruñar el rostro pero el hombre retrocedió de inmediato riendo –Olvídalo no me puedes tocar, es mejor que vayas pensando en las respuestas que me vas a dar porque si no lo haces tu muerte será tan dolorosa como lo fue tu transformación pequeña neófita- él alzo una ceja –Lo sé muy bien querida porque soy como tú- sonrió mostrando los colmillos –¿Por qué no me enseñas esos colmillos de bebé? Vamos princesa solo un poco de ese color blanco- Leer sonrió negando -¡Te mataré cuando salga de aquí desgraciado, te arrancare los colmillos para hacerme un collar!- él se carcajeó –No sueñes despierta niña, ya te dije no vas a salir de acá- ella empezó a zarandear las rejas para tratar de romperlas pero era inútil, escuchaba la risa irritante del inquisidor y con cada uno de los ecos de su patética voz su ira aumentaba –Mañana te interrogaré personalmente niña Lincoln, personalmente así que prepárate porque ese bello rostro será todo un espectáculo después de eso- el hombre le dirigió una mirada desdeñosa a la celda de al lado y se retiró con altanería del lugar, la vampiresa empezó a gritar y a zarandear las rejas cada vez más fuerte, finalmente se cansó y soltó un grito desesperado, le dio un puñetazo a la reja y se apoyó de espaldas a ella con los brazos cruzados y pensando en la forma de escapar, trago fuertemente y se maldijo ella misma por no haberse quedado pintando, tranquila sin ninguna molestia y dejando a su pasión poseer a su cuerpo, recordó la mirada que le dirigió el hombre a la celda contigua y de inmediato supo que no estaba sola ahora que la furia se estaba apaciguando sentía una presencia demasiado fuerte, como un hilo que jalaba de ella para que se enfrentara sin más que esperar, colocó su mejilla contra la reja mirando en dirección a la caja prisionera contigua –Hola ¿hay alguien ahí?- se dio cuenta que era una pregunta estúpida, claro que había alguien su instinto no la podía engañar, esperó que la voz emergiera de entre las penumbras para empezar el dialogo –Habla por favor, escúchame sé que estás ahí, no sé quién eres pero debemos salir de aquí, necesito tu ayuda, lo podemos lograr pero debemos trabajar juntos- realmente quería creer en sus palabras alentadoras pero sabía que el salir de ahí no sería asunto para niños, necesitaba alguien que estuviera fuera de las celdas, alguien que los ayudara a abrir las rejas para que luego su sentido la ayudara a ver la luz de la luna antes de que le arrebataran su eternidad.
Leer Kruspe- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2013
Localización : Paris, Francia
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Re: La huida [Leer] (TERMINADO)
No me quedaban casi fuerzas en el cuerpo. La noche acabaría pronto si me quedaba dormido, pero realmente no podía hacer demasiado. Esas horas de tortura interminables habían agotado todas mis fuerzas, que habían sido destinadas a regenerarme de mis quemaduras. En cuanto me arrojaron a la celda me dejé caer al suelo y me quedé inconsciente.
Unas horas después, unas voces me despertaron. Me levanté dificultosamente y vi a un inquisidor burlándose de una prisionera nueva, otra vampira como yo. Ese tipo era nuevo, eso estaba claro, no había estado con Raimond durante mi interrogatorio. ¿Cuánta gente estaba involucrada en ese batallón?
Vi en mi celda un pequeño catre. Si lo hubiera visto antes no hubiera tenido que dormir en el frío e incómodo suelo, pero de todas formas no tenía fuerzas ni para mirar. Me senté en el catre y dejé caer mi peso contra la pared. Al menos, la presencia de otra vampira como yo me daba algo más de fuerza. Los vampiros somos criaturas que trabajan en grupo, por eso nos sentimos más fuertes cuando estamos cerca. Volví a cerrar los ojos y caí en el catre, pero no llegué a dormirme, ya que la mujer me empezaba a hablar. Apenas oía su voz, sonaba como un murmullo distante, como si alguien te hablara con voz normal al lado de una enorme y ruidosa cascada. ¿Qué hacía? ¿Me pedía ayuda? No puedo ni ayudarme a mí mismo. No... no me pide ayuda, me pide colaboración. Sí, quiere que trabajemos juntos para escapar.
- ¿Quién...? - pregunté con voz ronca.
Tosí y me levanté con dificultad. Tenía un aspecto patético, seguramente. Me acerqué a los barrotes y me apoyé en ellos, tratando de verla. Al principio mis ojos veían borroso, pero mi vista se acostumbró y conseguí ver bien. Era una chica bastante joven y guapa, y pese a ser una no-muerta, había una enorme presencia de humanidad en ella.
- Ya veo... tú también eres nueva, ¿no? - sí, parecía que había sido mordida hace poco, como yo - ¿Fue voluntario?
Esperé su respuesta.
- Jajajajajaja - reí con voz ronca y tosiendo de vez en cuando. Había respirado demasiado polvo y mugre. Putas celdas - No te preocupes, si tampoco son tan mala gente. Mañana por la mañana nos dejarán salir para que tomemos un poco el aire. De hecho, podría decirse que podremos volver a ver la luz del Sol jajajajajajaja.
Volví a toser ruidosamente y caí de rodillas, aún aferrado a los barrotes.
- Tengo... tanta... sed...
Levanté la cabeza y la miré a los ojos.
- ¿Algún plan? Si les dices que estás embarazada, igual... jajajajajaja.
Así era yo. Ni en la peor de las situaciones dejaba de hacer bromas. Si voy a morir, lo haré partiéndome de la risa.
Unas horas después, unas voces me despertaron. Me levanté dificultosamente y vi a un inquisidor burlándose de una prisionera nueva, otra vampira como yo. Ese tipo era nuevo, eso estaba claro, no había estado con Raimond durante mi interrogatorio. ¿Cuánta gente estaba involucrada en ese batallón?
Vi en mi celda un pequeño catre. Si lo hubiera visto antes no hubiera tenido que dormir en el frío e incómodo suelo, pero de todas formas no tenía fuerzas ni para mirar. Me senté en el catre y dejé caer mi peso contra la pared. Al menos, la presencia de otra vampira como yo me daba algo más de fuerza. Los vampiros somos criaturas que trabajan en grupo, por eso nos sentimos más fuertes cuando estamos cerca. Volví a cerrar los ojos y caí en el catre, pero no llegué a dormirme, ya que la mujer me empezaba a hablar. Apenas oía su voz, sonaba como un murmullo distante, como si alguien te hablara con voz normal al lado de una enorme y ruidosa cascada. ¿Qué hacía? ¿Me pedía ayuda? No puedo ni ayudarme a mí mismo. No... no me pide ayuda, me pide colaboración. Sí, quiere que trabajemos juntos para escapar.
- ¿Quién...? - pregunté con voz ronca.
Tosí y me levanté con dificultad. Tenía un aspecto patético, seguramente. Me acerqué a los barrotes y me apoyé en ellos, tratando de verla. Al principio mis ojos veían borroso, pero mi vista se acostumbró y conseguí ver bien. Era una chica bastante joven y guapa, y pese a ser una no-muerta, había una enorme presencia de humanidad en ella.
- Ya veo... tú también eres nueva, ¿no? - sí, parecía que había sido mordida hace poco, como yo - ¿Fue voluntario?
Esperé su respuesta.
- Jajajajajaja - reí con voz ronca y tosiendo de vez en cuando. Había respirado demasiado polvo y mugre. Putas celdas - No te preocupes, si tampoco son tan mala gente. Mañana por la mañana nos dejarán salir para que tomemos un poco el aire. De hecho, podría decirse que podremos volver a ver la luz del Sol jajajajajajaja.
Volví a toser ruidosamente y caí de rodillas, aún aferrado a los barrotes.
- Tengo... tanta... sed...
Levanté la cabeza y la miré a los ojos.
- ¿Algún plan? Si les dices que estás embarazada, igual... jajajajajaja.
Así era yo. Ni en la peor de las situaciones dejaba de hacer bromas. Si voy a morir, lo haré partiéndome de la risa.
Alexalmo- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 16/10/2013
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Localización : Visto por última vez en París. Si lo ve, avise en la comisaría más cercana, por favor.
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Re: La huida [Leer] (TERMINADO)
Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes
Miró con una mezcla de furia y desesperación al inquisidor ¿Cómo es que había ido a parar ahí? ¡Era una cazadora convertida en vampiresa! No podía ser tan fácil que la asesinaran, así es Leer era una chica obstinada y bastante orgullosa, sabía que tenía que pensar rápido, pero el hecho que ella y el compañero de la celda contigua fueran inmortales y poseyeran habilidades extraordinarias no les iba a dar gran ventaja en esta situación sobre todo porque el chico parecía débil y famélico, Leer tragó pesado y entrecerró los ojos para poder tener una visión más clara de él, apoyando la mejilla contra las rejas le pudo ver de manera correcta, era un hombre atractivo y no tan mayor se miraba bastante mal, como si lo hubieran torturado hasta el cansancio, frunció el ceño y con voz firme respondió su pregunta –Me llamo Amelia pero dime Leer- se aferró a los barrotes con ambas manos y siguió mirándole seria, decidida en buscar la salida –Bueno supongo que lo soy y me imagino que tú también lo eres… espero que así sea sería un gran alivio conocer a alguien que no es tan viejo- murmuró con pena lo último, cuando escuchó que le preguntó si había sido voluntaria la transformación sintió que la garganta se le cerraba, las imágenes de aquella noche comenzaron a deslizarse por su cabeza, recordando cómo había sido aquel proceso y en algunos destellos incluso sintiendo reales de nuevo esos recuerdos, frunció el ceño y negó no le gustaba hablar del tema aunque él no parecía una mala persona era un tema muy privado y jamás quería hablar de él porque el ser trasformado en vampiro no es un simple beso en el cuello es una lucha entre la vida y la muerte el cuerpo convulsionaba y siente como la muerte hace añicos cada célula que lo compone, era doloroso solo de recordarlo encadenó los recuerdos al baúl dentro de su cabeza y alzó la barbilla –Eso no importa, lo que importa al fin y al cabo es que soy como tú, lo de mi transformación es lo de menos- apretó los labios porque sintió que estaba siendo un tanto grosera –Disculpa si sueno grosera pero ese tema no me gusta hablarlo es algo muy… privado- murmuró con un tono molesto, su sentido del humor la irritó un poco ¿Se daba cuenta él que esto era un asunto muy serio? ¡No podía dejarse vencer así como así! ¡No les podían dar la satisfacción a la lastre de la iglesia! ¡TENÍAN QUE SALIR Y ELLA LO IBA A CONVENCER QUE ERA POSIBLE! Negó a sus palabras y gruñó un poco para sí misma –Esto no es un juego ¿qué no lo ves? Nos tienen aquí encerrados como perros, como ganado para matar ¡No podemos permitirlo! ¡No te puedes dar por vencido tan fácil!- cerró los ojos y suspiró –Mira ninguno de los dos nos conocemos y quizás después de esta noche no nos volvamos a ver pero necesito de tu ayuda, sobreviviste a una transformación dolorosa no puedes dejarte vencer en una noche por estos patéticos perros que se hacen llamar hijos de Dios, lo único que te pido es tu ayuda, necesito que trabajes en conjunto conmigo, no puedo lograrlo sola, lo único que quiero es salir y mandar al infierno a esos desgraciados y lo lograré ¡Lo lograremos!- una sonrisa malvada se cinceló en su rostro, fantaseando con arrancarle los colmillos y el corazón al inquisidor vampiro por su impertinencia de tenerla encerrada allí, su mente se empezó a poner en marcha, necesitaba que alguno de los miserables que se encontraban ahí abrieran las rejas y así poder atacarlos pero ¿Cómo? Todavía era muy joven y no había tenido tanta practica con su creador acerca de sus poderes, realmente necesitaban a alguien de afuera, alguien que burlara a los que estaban resguardando las celdas y los liberara de la prisión que solo conduciría a la muerte al final de la noche, se masajeó la frente con los ojos cerrados y escuchó al chico decir que tenía sed, era lógico, había sido torturado y lo más seguro es que no se había alimentado antes y aunque lo hubiera hecho quien sabe lo que le hicieron obligando a su cuerpo a perder fuerzas, necesitaba sangre, dobló la boca de lado con expresión molesta por su humor en un momento tan crítico, negó gruñendo –Déjame pensar, guarda silencio- sonrió de lado de una manera muy bizarra sus palabras le empezaban a causar gracia –Eso sería una gran excusa si es que los vampiros pudieran engendrar- sonrió más ampliamente con los labios apretados, prácticamente sentía la necesidad de aquella boca y cuerpo a lo que empezó a sentirse un tanto incomoda, no iban a poder trabajar en conjunto si uno de ellos no se encontraba en condiciones de defenderse, se rascó la ceja desesperada la idea se le cruzó por la mente pero de inmediato negó, no podía hacerlo ni tan siquiera lo conocía para darle de beber, pero era eso o que ambos murieran ahí, tomó una inhalación profunda innecesaria cerrando los ojos, internamente se repetía –Lo puedes hacer, lo debes hacer no lo puedes dejar muriendo aquí y necesitas de su ayuda para salir tú misma- abrió los ojos mirando un punto inespecífico molesta consigo misma, suspiró y musitó –Mira no vamos a lograr nada si tú estás en esas condiciones- apretó los labios y sacó un poco la mano de inmediato la metió a la celda de nuevo porque pensó que le parecería una ofensa incluso para ella lo era ¿Cómo lo iba a tomar él? ¡No era como ofrecerle un dulce a un niño! Alejó la zozobra de su cabeza y tomó fuerzas mordiéndose la muñeca y mirando las gotas de amaranto salir sacando la mano de nuevo y extendiéndola en su dirección –Escúchame tienes que beber sangre para poder recuperarte y en estos momentos no importa de dónde o de quien venga lo que importa es que te fortalezcas- estiró la mano hasta los barrotes donde se encontraba él –Bebe de mí, sé que suena grotesco y una falta de respeto pero si no lo haces morirás y sé que en tu interior estás furioso con esos bastardos de allá afuera, quieres venganza al igual que mí, te necesito fuerte y renovado así que no quiero que lo veas como un acto de compasión es una medida desesperada- agitó la muñeca exigiéndole con voz firme -¡Vamos no te estoy pidiendo permiso! ¡La necesitas! ¡Bebe antes de que se cierre!- esperó que el vampiro acatara su orden y cerró los ojos saboreando la sangre de sus labios y preguntando -¿Cómo te llamas?- se aferró a las rejas esperando sentir la mordida y el succionar de sus labios nunca lo había hecho y aunque no quisiera esto solo estaba haciendo de ese tortuoso encuentro algo demasiado personal pero necesario para sobrevivir.
Khalil Gibran.
Miró con una mezcla de furia y desesperación al inquisidor ¿Cómo es que había ido a parar ahí? ¡Era una cazadora convertida en vampiresa! No podía ser tan fácil que la asesinaran, así es Leer era una chica obstinada y bastante orgullosa, sabía que tenía que pensar rápido, pero el hecho que ella y el compañero de la celda contigua fueran inmortales y poseyeran habilidades extraordinarias no les iba a dar gran ventaja en esta situación sobre todo porque el chico parecía débil y famélico, Leer tragó pesado y entrecerró los ojos para poder tener una visión más clara de él, apoyando la mejilla contra las rejas le pudo ver de manera correcta, era un hombre atractivo y no tan mayor se miraba bastante mal, como si lo hubieran torturado hasta el cansancio, frunció el ceño y con voz firme respondió su pregunta –Me llamo Amelia pero dime Leer- se aferró a los barrotes con ambas manos y siguió mirándole seria, decidida en buscar la salida –Bueno supongo que lo soy y me imagino que tú también lo eres… espero que así sea sería un gran alivio conocer a alguien que no es tan viejo- murmuró con pena lo último, cuando escuchó que le preguntó si había sido voluntaria la transformación sintió que la garganta se le cerraba, las imágenes de aquella noche comenzaron a deslizarse por su cabeza, recordando cómo había sido aquel proceso y en algunos destellos incluso sintiendo reales de nuevo esos recuerdos, frunció el ceño y negó no le gustaba hablar del tema aunque él no parecía una mala persona era un tema muy privado y jamás quería hablar de él porque el ser trasformado en vampiro no es un simple beso en el cuello es una lucha entre la vida y la muerte el cuerpo convulsionaba y siente como la muerte hace añicos cada célula que lo compone, era doloroso solo de recordarlo encadenó los recuerdos al baúl dentro de su cabeza y alzó la barbilla –Eso no importa, lo que importa al fin y al cabo es que soy como tú, lo de mi transformación es lo de menos- apretó los labios porque sintió que estaba siendo un tanto grosera –Disculpa si sueno grosera pero ese tema no me gusta hablarlo es algo muy… privado- murmuró con un tono molesto, su sentido del humor la irritó un poco ¿Se daba cuenta él que esto era un asunto muy serio? ¡No podía dejarse vencer así como así! ¡No les podían dar la satisfacción a la lastre de la iglesia! ¡TENÍAN QUE SALIR Y ELLA LO IBA A CONVENCER QUE ERA POSIBLE! Negó a sus palabras y gruñó un poco para sí misma –Esto no es un juego ¿qué no lo ves? Nos tienen aquí encerrados como perros, como ganado para matar ¡No podemos permitirlo! ¡No te puedes dar por vencido tan fácil!- cerró los ojos y suspiró –Mira ninguno de los dos nos conocemos y quizás después de esta noche no nos volvamos a ver pero necesito de tu ayuda, sobreviviste a una transformación dolorosa no puedes dejarte vencer en una noche por estos patéticos perros que se hacen llamar hijos de Dios, lo único que te pido es tu ayuda, necesito que trabajes en conjunto conmigo, no puedo lograrlo sola, lo único que quiero es salir y mandar al infierno a esos desgraciados y lo lograré ¡Lo lograremos!- una sonrisa malvada se cinceló en su rostro, fantaseando con arrancarle los colmillos y el corazón al inquisidor vampiro por su impertinencia de tenerla encerrada allí, su mente se empezó a poner en marcha, necesitaba que alguno de los miserables que se encontraban ahí abrieran las rejas y así poder atacarlos pero ¿Cómo? Todavía era muy joven y no había tenido tanta practica con su creador acerca de sus poderes, realmente necesitaban a alguien de afuera, alguien que burlara a los que estaban resguardando las celdas y los liberara de la prisión que solo conduciría a la muerte al final de la noche, se masajeó la frente con los ojos cerrados y escuchó al chico decir que tenía sed, era lógico, había sido torturado y lo más seguro es que no se había alimentado antes y aunque lo hubiera hecho quien sabe lo que le hicieron obligando a su cuerpo a perder fuerzas, necesitaba sangre, dobló la boca de lado con expresión molesta por su humor en un momento tan crítico, negó gruñendo –Déjame pensar, guarda silencio- sonrió de lado de una manera muy bizarra sus palabras le empezaban a causar gracia –Eso sería una gran excusa si es que los vampiros pudieran engendrar- sonrió más ampliamente con los labios apretados, prácticamente sentía la necesidad de aquella boca y cuerpo a lo que empezó a sentirse un tanto incomoda, no iban a poder trabajar en conjunto si uno de ellos no se encontraba en condiciones de defenderse, se rascó la ceja desesperada la idea se le cruzó por la mente pero de inmediato negó, no podía hacerlo ni tan siquiera lo conocía para darle de beber, pero era eso o que ambos murieran ahí, tomó una inhalación profunda innecesaria cerrando los ojos, internamente se repetía –Lo puedes hacer, lo debes hacer no lo puedes dejar muriendo aquí y necesitas de su ayuda para salir tú misma- abrió los ojos mirando un punto inespecífico molesta consigo misma, suspiró y musitó –Mira no vamos a lograr nada si tú estás en esas condiciones- apretó los labios y sacó un poco la mano de inmediato la metió a la celda de nuevo porque pensó que le parecería una ofensa incluso para ella lo era ¿Cómo lo iba a tomar él? ¡No era como ofrecerle un dulce a un niño! Alejó la zozobra de su cabeza y tomó fuerzas mordiéndose la muñeca y mirando las gotas de amaranto salir sacando la mano de nuevo y extendiéndola en su dirección –Escúchame tienes que beber sangre para poder recuperarte y en estos momentos no importa de dónde o de quien venga lo que importa es que te fortalezcas- estiró la mano hasta los barrotes donde se encontraba él –Bebe de mí, sé que suena grotesco y una falta de respeto pero si no lo haces morirás y sé que en tu interior estás furioso con esos bastardos de allá afuera, quieres venganza al igual que mí, te necesito fuerte y renovado así que no quiero que lo veas como un acto de compasión es una medida desesperada- agitó la muñeca exigiéndole con voz firme -¡Vamos no te estoy pidiendo permiso! ¡La necesitas! ¡Bebe antes de que se cierre!- esperó que el vampiro acatara su orden y cerró los ojos saboreando la sangre de sus labios y preguntando -¿Cómo te llamas?- se aferró a las rejas esperando sentir la mordida y el succionar de sus labios nunca lo había hecho y aunque no quisiera esto solo estaba haciendo de ese tortuoso encuentro algo demasiado personal pero necesario para sobrevivir.
Leer Kruspe- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2013
Localización : Paris, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: La huida [Leer] (TERMINADO)
- ¿Leer? Jejeje... Encantado... - dije, con un susurro ronco que expresaba rabia contenida.
No le gustaba hablar de su transformación, dijo que simplemente era lo que era y punto, y que la forma en la que se convirtió no era importante. No sabía demasiado de ella, pero deduje que no había sido nada voluntario, que seguramente algún vampiro cabrón se alimentó de ella y la convirtió en uno de los suyos sin pedirle permiso primero, y que ahora estaba siendo perseguida por la Inquisición y los cazadores por ser alguien que ella no había pedido ser.
"¡Por favor, ayúdame!"
Me vino a la cabeza la imagen de aquel chico que me pedía ayuda en el callejón, aquel que quería que le protegiera de los inquisidores que le estaban persiguiendo, y que automáticamente fue eliminado por un flechazo en el corazón. ¿Por qué me acordaba de eso ahora? Porque era evidente que no era el único. Alrededor del mundo había miles de personas inocentes que habían sido transformadas en vampiros y en licántropos sin haberlo pedido. Gente que había contagiado lo que para ellos era la peor de las enfermedades, y estaban siendo ejecutadas cruelmente por la misma organización que afirma seguir las leyes de Dios y proteger a su rebaño sagrado.
Más ira llenó mi corazón, y al final acabé derrumbándome. De rodillas como estaba, empecé a sollozar, y después a llorar entre desesperados gemidos, sintiendo impotencia, como lo que sentiría la reina de las hormigas mientras ve que un niño pequeño aplasta con su dedo a todos sus amigos del hormiguero por pura diversión, y no ser capaz de hacer nada para luchar contra él. Lloré durante un rato, dejando salir toda la angustia que en ese momento me invadía.
- ¡Los mataré! ¡Mataré a todos esos hijos de puta! ¡Me los voy a cargar a todos, joder! ¡Aaaaaaaahhh! - acompañé con un desgarrador grito mis llantos. Me moría de ganas de descuartizarlos a todos - ¿Por qué? ¿¡POR QUÉ NOS HACEN ESTO!?
Me quedé sollozando un rato, pero escuchando lo que Leer decía. Intentaba consolarme y animarme. Decía que era posible. Hacía que sonara... tan fácil.
El dolor de mi pecho era insoportable, me sentía como si dentro de mi corazón se estuviera formando el feto de un terrible demonio que en cualquier momento devoraría mis entrañas, saldría violentamente de mi cuerpo rompiéndome los huesos y me mataría.
La miré fijamente a los ojos.
- Pues lo mío sí que fue voluntario. Mi conversor me hizo esperar bastante, ¿sabes? Él no quería... pero al final lo hizo. El tipo se hizo de rogar bastante, pero al final lo conseguí. Y me siento... me siento tan jodidamente bien... jajajajajajaja. ¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!! - ya no estaba llorando, ahora me estaba partiendo de risa, con carcajadas agudas, con la risa de un desquiciado - ¡Los mataré! ¡Los mataré a todos! ¡Jajajajajajaja! - estaba repitiendo la misma frase, pero mientras antes lo decía llorando con impotencia e incapaz de cumplir con lo que decía, ahora hablaba con una enorme sonrisa desquiciada y retorcida en mi rostro, completamente seguro, y disfrutando como si ya lo hubiera conseguido - ¡Jajajajajaaaaaajajajajaajajaja! ¡Me los cargaré! ¡Jajajajajajajaja!
Pero me sentía débil aún, por las torturas de antes. Ella lo notó, e hizo algo que, ni en un millón de años, hubiera esperado ver: me ofreció su sangre.
- Sangre de vampiro... ¿para un vampiro?
Bueno, tal vez no fuera del todo absurdo. Al igual que yo, ella fue humana hasta hace poco, así que tal vez su sangre aún tuviera algo de... nutrientes, por así decirlo. ¿Debería hacerlo? Su sangre salía abundantemente de la herida que me enseñaba. Qué aspecto tan... tentador. Además, ella me apremiaba para que lo hiciera.
- No hacía falta que te cortaras, ¿sabes? Tengo colmillos.
En otras circunstancias, me hubiera planteado la moralidad de beber la sangre de uno de los míos, pero estaba tan sediento que todo me daba igual. La mordí y bebí copiosamente de su sangre. Era refrescante, pero su sabor era muy extraño, y no me alimentaba tanto como la sangre de los mortales, pero bueno, supongo que menos da una piedra. No me atreví a beber más y la solté. Me preguntó por mi nombre.
- Alexalmo... soy Alexalmo el Vampiro, pero supongo que ahora me podrás llamar Alexalmo el Vampiro Caníbal, jajajajajaja. Dios... nunca pensé que llegaría a alimentarme así de un igual...
Retrocedí y me escondí en lo profundo de mi celda, y me arrinconé en una esquina con bastante sombra, como tratando de esconder mi vergüenza.
- El canibalismo es pecado, ¿verdad? Sí, estoy seguro de que lo es... - me santigüé mirando hacia arriba - Señor, perdóname por este pecado, te juro que sólo lo hice porque era una emergencia, y no volverá a repetirse.
Volví a los barrotes y miré a la chica.
- Gracias, me siento un poco mejor, pero aún necesito sangre de mortal. A ver si se pasa alguno. Y... de verdad que te agradezco este sacrificio.
No le gustaba hablar de su transformación, dijo que simplemente era lo que era y punto, y que la forma en la que se convirtió no era importante. No sabía demasiado de ella, pero deduje que no había sido nada voluntario, que seguramente algún vampiro cabrón se alimentó de ella y la convirtió en uno de los suyos sin pedirle permiso primero, y que ahora estaba siendo perseguida por la Inquisición y los cazadores por ser alguien que ella no había pedido ser.
"¡Por favor, ayúdame!"
Me vino a la cabeza la imagen de aquel chico que me pedía ayuda en el callejón, aquel que quería que le protegiera de los inquisidores que le estaban persiguiendo, y que automáticamente fue eliminado por un flechazo en el corazón. ¿Por qué me acordaba de eso ahora? Porque era evidente que no era el único. Alrededor del mundo había miles de personas inocentes que habían sido transformadas en vampiros y en licántropos sin haberlo pedido. Gente que había contagiado lo que para ellos era la peor de las enfermedades, y estaban siendo ejecutadas cruelmente por la misma organización que afirma seguir las leyes de Dios y proteger a su rebaño sagrado.
Más ira llenó mi corazón, y al final acabé derrumbándome. De rodillas como estaba, empecé a sollozar, y después a llorar entre desesperados gemidos, sintiendo impotencia, como lo que sentiría la reina de las hormigas mientras ve que un niño pequeño aplasta con su dedo a todos sus amigos del hormiguero por pura diversión, y no ser capaz de hacer nada para luchar contra él. Lloré durante un rato, dejando salir toda la angustia que en ese momento me invadía.
- ¡Los mataré! ¡Mataré a todos esos hijos de puta! ¡Me los voy a cargar a todos, joder! ¡Aaaaaaaahhh! - acompañé con un desgarrador grito mis llantos. Me moría de ganas de descuartizarlos a todos - ¿Por qué? ¿¡POR QUÉ NOS HACEN ESTO!?
Me quedé sollozando un rato, pero escuchando lo que Leer decía. Intentaba consolarme y animarme. Decía que era posible. Hacía que sonara... tan fácil.
El dolor de mi pecho era insoportable, me sentía como si dentro de mi corazón se estuviera formando el feto de un terrible demonio que en cualquier momento devoraría mis entrañas, saldría violentamente de mi cuerpo rompiéndome los huesos y me mataría.
La miré fijamente a los ojos.
- Pues lo mío sí que fue voluntario. Mi conversor me hizo esperar bastante, ¿sabes? Él no quería... pero al final lo hizo. El tipo se hizo de rogar bastante, pero al final lo conseguí. Y me siento... me siento tan jodidamente bien... jajajajajajaja. ¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!! - ya no estaba llorando, ahora me estaba partiendo de risa, con carcajadas agudas, con la risa de un desquiciado - ¡Los mataré! ¡Los mataré a todos! ¡Jajajajajajaja! - estaba repitiendo la misma frase, pero mientras antes lo decía llorando con impotencia e incapaz de cumplir con lo que decía, ahora hablaba con una enorme sonrisa desquiciada y retorcida en mi rostro, completamente seguro, y disfrutando como si ya lo hubiera conseguido - ¡Jajajajajaaaaaajajajajaajajaja! ¡Me los cargaré! ¡Jajajajajajajaja!
Pero me sentía débil aún, por las torturas de antes. Ella lo notó, e hizo algo que, ni en un millón de años, hubiera esperado ver: me ofreció su sangre.
- Sangre de vampiro... ¿para un vampiro?
Bueno, tal vez no fuera del todo absurdo. Al igual que yo, ella fue humana hasta hace poco, así que tal vez su sangre aún tuviera algo de... nutrientes, por así decirlo. ¿Debería hacerlo? Su sangre salía abundantemente de la herida que me enseñaba. Qué aspecto tan... tentador. Además, ella me apremiaba para que lo hiciera.
- No hacía falta que te cortaras, ¿sabes? Tengo colmillos.
En otras circunstancias, me hubiera planteado la moralidad de beber la sangre de uno de los míos, pero estaba tan sediento que todo me daba igual. La mordí y bebí copiosamente de su sangre. Era refrescante, pero su sabor era muy extraño, y no me alimentaba tanto como la sangre de los mortales, pero bueno, supongo que menos da una piedra. No me atreví a beber más y la solté. Me preguntó por mi nombre.
- Alexalmo... soy Alexalmo el Vampiro, pero supongo que ahora me podrás llamar Alexalmo el Vampiro Caníbal, jajajajajaja. Dios... nunca pensé que llegaría a alimentarme así de un igual...
Retrocedí y me escondí en lo profundo de mi celda, y me arrinconé en una esquina con bastante sombra, como tratando de esconder mi vergüenza.
- El canibalismo es pecado, ¿verdad? Sí, estoy seguro de que lo es... - me santigüé mirando hacia arriba - Señor, perdóname por este pecado, te juro que sólo lo hice porque era una emergencia, y no volverá a repetirse.
Volví a los barrotes y miré a la chica.
- Gracias, me siento un poco mejor, pero aún necesito sangre de mortal. A ver si se pasa alguno. Y... de verdad que te agradezco este sacrificio.
Alexalmo- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 146
Fecha de inscripción : 16/10/2013
Edad : 29
Localización : Visto por última vez en París. Si lo ve, avise en la comisaría más cercana, por favor.
DATOS DEL PERSONAJE
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Datos de interés:
Re: La huida [Leer] (TERMINADO)
Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego.
Esto se estaba convirtiendo en una maldita odisea, Leer ahora estaba encarcelada en unas apestosas celdas esperando que el maldito inquisidor que la había atrapado se dignara a aparecer y comenzara su maldito interrogatorio, sonrió de lado porque eso no pasaría, era hora de poner manos a la obra, pero realmente aunque trataba de parecer convencida, de hacerle creer al chico que estaba segura que iban a salir de ahí interiormente quería llorar, una de las pocas veces en que la vampiresa se había sentido amenazada en su corta vida, quería gritar, caer al suelo como lo estaba él, llorar sangre hasta que su vestido fuera cubierto con su propio veneno, teñir el piso de la impotencia que empezaba a sentir, pero no podía debía verse fuerte no solo para mantener la calma sino para darle fuerzas a su compañero. Se aferro a los barrotes de la celda para controlarse a la hora de sentir la mordida y fue cuando la sintió en su piel, succionaba y le ardía, gimió de dolor un poco y los colmillos salieron a la vista, cerró los ojos y bajó la cabeza, apretando su otra mano sobre sí fuertemente por el succionar del vampiro, jamás le había dado de beber a alguien de su sangre y aunque sonara descabellado la sangre de vampiro aunque no era tan revitalizante como la sangre caliente de un humano si era de ayuda en momentos de apuro, alzó la cabeza al cielo y tensó la mandíbula, sus músculos querían apartar la boca y colmillos de él de su cuerpo, abrió los ojos como si estuviera siendo drenada y la boca se le secó, jadeó y decidió quitar la atención del ardor y dolor de su muñeca –Bueno lo hice por si acaso te negabas al ver la sangre y con lo famélico que siento estás no podrías resistirte, llámale un incentivo para que no rechazaras mi oferta- sonrió un poco y se mordió los labios después, sus dedos de la mano que estaba siendo bebida se movían, empezaba a jalar para apartarlo de su contacto, parecía que le quería comer hasta el hueso, succionar el tuétano o arrancarle la mano, lo comprendía porque ya había estado en situaciones donde el hambre voraz hacía de las suyas con su instinto, suspiró en señal de alivio al sentir que la soltó y rápidamente se sentó en el catre apretándose la muñeca y moviendo los dedos viendo la herida cerrar en el acto, sus ojos eran ensombrecidos por el amaranto que la caracterizaba cuando estaba en una situación vulnerable, desventajosa, lamió su muñeca para borrar su propio vestigio de sangre, se dejó caer en el colchón y miró al techo, acariciando los colmillos con su lengua, haciendo sonar sus dientes con los de abajo, meditabunda de lo que tenía que hacer, la noche taciturna solo hacía desesperante la situación “antes de la tormenta viene la calma” y realmente todo estaba calma hasta que escuchó la exaltación del vampiro, escuchando su nombre atenta y acurrucándose en el catre, abrazando sus rodillas contra su estomago, esperando un maldito milagro, realmente se estaba dando por vencida, es como si él hubiera succionado las pocas esperanzas que le quedaban, quería enterrarse una estaca en los ojos por estarse sintiendo vulnerable, cerró los ojos y trago pesado, escuchando en segundo plano la voz de Alexalmo a lo que murmuró con desanimo –Alexalmo…- suspiró y se sentó de nuevo –En estos momentos no es necesario que hables de Dios, porque no nos puede ayudar y lo más seguro es que no te va a permitir que esto se repita- frunció el ceño molesta porque realmente creía en Dios pero situaciones como en las que se encontraba la hacían dudar de ese hecho, ya empezaba a verle como algo fantasioso –Que no ves que nos ha abandonado, está avergonzado de nosotros, somos su vergüenza andante, dijo adiós desde el momento en que tu creador decidió regalarte la inmortalidad- juntó sus manos y tensó la mandíbula viendo al suelo –Me alegro que te hayan preparado para eso, lo contrario a mi situación mi conversión no fue algo voluntario Alexalmo, antes de ser esto era cazadora, odiaba a los vampiros- apretó los dientes y las palabras se empezaron a abrir camino entre sus labios, como vomito verbal, no odiaba a su creador pero el solo recordarle prensado de su cuello le ardía en el pecho -Los odiaba con todas mis fuerzas, pero la vida tiene muchas vueltas durante un momento te puede estar sonriendo como los ángeles y luego en alguna vuelta inmiscuirte en una oscuridad vacía, en una eternidad maldita, en esta sed insaciable de sangre, de vida, de calor, de poder- se quitó los pequeños broches y horquilla para el cabello, revolviendo su cabello castaño, sintiendo el olor a su ostentoso jabón que usaba y mirando a un punto inespecífico en la pared, deseando con que el solo apareciera para no seguir sufriendo –Pero eso no importa, estoy hablando de más- murmuró con pena, había contado una parte de su verdad, de su secreto, de eso del que no le gustaba hablar con nadie porque lo consideraba algo muy intimo, algo intocable, de su propiedad ¡Solo de ella! Se tranquilizó y sonrió de lado –Y no, no eres un caníbal porque estoy viva no y no volverás a beber de mí, no mientras tengas mis cinco sentidos- se rió un poco –Eres el primero al que le he permitido esto y realmente no sé si he hecho bien- miró hacia afuera de la celda como si él estuviera parado afuera de la misma -¿Crees que los altos manos vampiros nos acusen y no manden a broncearnos al sol para que aprendamos que no podemos beber de nosotros mismos o tal vez nos azoten con látigos bañados en plata enfrente de toda París?- sonrió divertida, el ánimo estaba volviendo a su cuerpo, quizás eran las palabras cargadas con un humor extraño por parte de él, recostó su hombro y cabeza contra la pared, cerrando los ojos y respirando aunque no lo necesitara; si iba a morir ahí quería guardar los últimos olores de su alrededor, quería llevarse al infierno una parte, un recuerdo que se plasmara en su lienzo blanco mental, algo que recordar cuando se estuviera quemando en aquellas llamas, rodó la cabeza y miró fijamente los broches de cabello recordando todos sus pasos y queriendo volver a ciertas situaciones para decir palabras que nunca habían musitado sus labios, pero es que Leer no era ningún chica romántica, odiaba el desbordamiento de miel por parte de las personas, lo consideraba patético pero eso no quería decir que fuera alguien frío de corazón, una pequeña parte de esa bomba en reposo todavía sentía a pesar de que ella se rehusaba a hacerlo –Ahora creo que hemos invertido papeles Alexalmo el caníbal…- se rió –Ya he perdido la fe- entrecerró los ojos mirando a la pared –Necesito de tu apoyo ahora, necesito escuchar todo ese humor tuyo, en realidad me parece muy entretenido- no había mentido ya le había sacado una que otra sonrisa, apretó los labios y acarició los broches con sus dedos sintiendo su figura lisa, fría, curvaturas delicadas, metal puro, infló una de sus mejillas y se dijo a ella misma –Leer no es momento de dejarte derrotar, levántate y demuéstrale a todos estos malditos con quien se han metido no eres débil tonta, eres fuerte ¡Levanta la cabeza!- asintió a sus palabras como si ella misma fuera su propia jefa, la comandante estricta y algo le hizo clic en la cabeza, sentía iluminarse las ideas en su cabeza y sonrió ampliamente, miró los broches y se levanto apurada a la reja, con los dedos tanteo la cerradura de la puerta con la punta de la lengua posada sobre su labio superior en su mente empezó a dibujarse la forma que tenía la misma, frunció el ceño y empezó a doblar el metal de los broches, tratando de darle una forma parecida de aquella cerradura, cuando terminó inspeccionó lo que había hecho con la poca luz de luna que entraba por los barrotes de las ventanas que estaban arriba de las celdas –Bien aquí vamos- dijo en voz alta y metió aquello que había hecho en la cerradura, moviéndolo para tratar de hacerla abrir, no daba resultado, tiró el broche y agarró otro más repitiendo lo mismo pero de nuevo sin éxito, sentía sudar aunque no lo estaba haciendo pero era la desesperación la que le estaba dando esas sensaciones corpóreas inexistentes, finalmente se cansó -¡Maldita sea soy una cabezota!- tomó los últimos dos broches sin doblarlos, pensó en una táctica que le había enseñado John su novio cazador difunto pero a ella nunca le había funcionado, era el momento de probar suerte, era eso o morir en el intento, sacó las dos manos y metió los broches en la cerradura, deslizando el uno con el otro tratando de encontrar la combinación exacta para que aquella puerta se abriera, y en ese momento escuchó el sonar de la puerta y miró con temor a la puerta que llevaba fuera de las celdas, apretó los dientes temerosa que algún guardia apareciera y los asesinara a ambos, pero nadie apareció, soltó un poco de aire aliviada y abrió la puerta con lentitud, escuchando el chirriar de las solapas, solo abrió un poco para sacar su delgado cuerpo por la hendidura y camino hacia la puerta de Alexalmo rápidamente – ¡Funcionó!- mordió su sonrisa y le mostró los dos broches –Ahora te voy a sacar de acá mi compañero caníbal, pero no me vayas a morder te lo advierto que realmente eso es doloroso- le miró con una fingida desconfianza y de inmediato sonrió divertida, empezó a introducir los broches moviéndolos para encontrar la combinación en poco tiempo también logró abrirla, ahogando un grito de emoción porque lo había liberado, se alejó un poco y lo miró –Con cuidado no hagas mucho ruido que nos van a descubrir- susurró mirando a la puerta, cuando ya lo miró afuera le extendió la mano –Hola ahora si me puedo presentar como dicta la podrida sociedad en que vivimos- sonrió un poco –Y espero que estés listo porque esos desgraciados de allá fuera escogieron la mejor noche para morir, es hora de demostrarle quien tiene el control- miró por encima de su hombro –Nos vamos a divertir mucho- se tronó los nudillos –Es hora de la caza maestra y de bañarnos en la venganza y en su sangre inmunda, además que afuera hay presas por doquier- cerró los ojos con fascinación –Mmm realmente su palpitar está ansioso por la muerte- soltó un gemido de deleite, estaba poseída por el demonio sanguinario, el hambre estaba más viva que nunca, sus ojos tomaron el color de la sangre y le miró fijo pensando bien perversamente la forma en que iba a asesinar al inquisidor vampiro.
Mahatma Gandhi
Esto se estaba convirtiendo en una maldita odisea, Leer ahora estaba encarcelada en unas apestosas celdas esperando que el maldito inquisidor que la había atrapado se dignara a aparecer y comenzara su maldito interrogatorio, sonrió de lado porque eso no pasaría, era hora de poner manos a la obra, pero realmente aunque trataba de parecer convencida, de hacerle creer al chico que estaba segura que iban a salir de ahí interiormente quería llorar, una de las pocas veces en que la vampiresa se había sentido amenazada en su corta vida, quería gritar, caer al suelo como lo estaba él, llorar sangre hasta que su vestido fuera cubierto con su propio veneno, teñir el piso de la impotencia que empezaba a sentir, pero no podía debía verse fuerte no solo para mantener la calma sino para darle fuerzas a su compañero. Se aferro a los barrotes de la celda para controlarse a la hora de sentir la mordida y fue cuando la sintió en su piel, succionaba y le ardía, gimió de dolor un poco y los colmillos salieron a la vista, cerró los ojos y bajó la cabeza, apretando su otra mano sobre sí fuertemente por el succionar del vampiro, jamás le había dado de beber a alguien de su sangre y aunque sonara descabellado la sangre de vampiro aunque no era tan revitalizante como la sangre caliente de un humano si era de ayuda en momentos de apuro, alzó la cabeza al cielo y tensó la mandíbula, sus músculos querían apartar la boca y colmillos de él de su cuerpo, abrió los ojos como si estuviera siendo drenada y la boca se le secó, jadeó y decidió quitar la atención del ardor y dolor de su muñeca –Bueno lo hice por si acaso te negabas al ver la sangre y con lo famélico que siento estás no podrías resistirte, llámale un incentivo para que no rechazaras mi oferta- sonrió un poco y se mordió los labios después, sus dedos de la mano que estaba siendo bebida se movían, empezaba a jalar para apartarlo de su contacto, parecía que le quería comer hasta el hueso, succionar el tuétano o arrancarle la mano, lo comprendía porque ya había estado en situaciones donde el hambre voraz hacía de las suyas con su instinto, suspiró en señal de alivio al sentir que la soltó y rápidamente se sentó en el catre apretándose la muñeca y moviendo los dedos viendo la herida cerrar en el acto, sus ojos eran ensombrecidos por el amaranto que la caracterizaba cuando estaba en una situación vulnerable, desventajosa, lamió su muñeca para borrar su propio vestigio de sangre, se dejó caer en el colchón y miró al techo, acariciando los colmillos con su lengua, haciendo sonar sus dientes con los de abajo, meditabunda de lo que tenía que hacer, la noche taciturna solo hacía desesperante la situación “antes de la tormenta viene la calma” y realmente todo estaba calma hasta que escuchó la exaltación del vampiro, escuchando su nombre atenta y acurrucándose en el catre, abrazando sus rodillas contra su estomago, esperando un maldito milagro, realmente se estaba dando por vencida, es como si él hubiera succionado las pocas esperanzas que le quedaban, quería enterrarse una estaca en los ojos por estarse sintiendo vulnerable, cerró los ojos y trago pesado, escuchando en segundo plano la voz de Alexalmo a lo que murmuró con desanimo –Alexalmo…- suspiró y se sentó de nuevo –En estos momentos no es necesario que hables de Dios, porque no nos puede ayudar y lo más seguro es que no te va a permitir que esto se repita- frunció el ceño molesta porque realmente creía en Dios pero situaciones como en las que se encontraba la hacían dudar de ese hecho, ya empezaba a verle como algo fantasioso –Que no ves que nos ha abandonado, está avergonzado de nosotros, somos su vergüenza andante, dijo adiós desde el momento en que tu creador decidió regalarte la inmortalidad- juntó sus manos y tensó la mandíbula viendo al suelo –Me alegro que te hayan preparado para eso, lo contrario a mi situación mi conversión no fue algo voluntario Alexalmo, antes de ser esto era cazadora, odiaba a los vampiros- apretó los dientes y las palabras se empezaron a abrir camino entre sus labios, como vomito verbal, no odiaba a su creador pero el solo recordarle prensado de su cuello le ardía en el pecho -Los odiaba con todas mis fuerzas, pero la vida tiene muchas vueltas durante un momento te puede estar sonriendo como los ángeles y luego en alguna vuelta inmiscuirte en una oscuridad vacía, en una eternidad maldita, en esta sed insaciable de sangre, de vida, de calor, de poder- se quitó los pequeños broches y horquilla para el cabello, revolviendo su cabello castaño, sintiendo el olor a su ostentoso jabón que usaba y mirando a un punto inespecífico en la pared, deseando con que el solo apareciera para no seguir sufriendo –Pero eso no importa, estoy hablando de más- murmuró con pena, había contado una parte de su verdad, de su secreto, de eso del que no le gustaba hablar con nadie porque lo consideraba algo muy intimo, algo intocable, de su propiedad ¡Solo de ella! Se tranquilizó y sonrió de lado –Y no, no eres un caníbal porque estoy viva no y no volverás a beber de mí, no mientras tengas mis cinco sentidos- se rió un poco –Eres el primero al que le he permitido esto y realmente no sé si he hecho bien- miró hacia afuera de la celda como si él estuviera parado afuera de la misma -¿Crees que los altos manos vampiros nos acusen y no manden a broncearnos al sol para que aprendamos que no podemos beber de nosotros mismos o tal vez nos azoten con látigos bañados en plata enfrente de toda París?- sonrió divertida, el ánimo estaba volviendo a su cuerpo, quizás eran las palabras cargadas con un humor extraño por parte de él, recostó su hombro y cabeza contra la pared, cerrando los ojos y respirando aunque no lo necesitara; si iba a morir ahí quería guardar los últimos olores de su alrededor, quería llevarse al infierno una parte, un recuerdo que se plasmara en su lienzo blanco mental, algo que recordar cuando se estuviera quemando en aquellas llamas, rodó la cabeza y miró fijamente los broches de cabello recordando todos sus pasos y queriendo volver a ciertas situaciones para decir palabras que nunca habían musitado sus labios, pero es que Leer no era ningún chica romántica, odiaba el desbordamiento de miel por parte de las personas, lo consideraba patético pero eso no quería decir que fuera alguien frío de corazón, una pequeña parte de esa bomba en reposo todavía sentía a pesar de que ella se rehusaba a hacerlo –Ahora creo que hemos invertido papeles Alexalmo el caníbal…- se rió –Ya he perdido la fe- entrecerró los ojos mirando a la pared –Necesito de tu apoyo ahora, necesito escuchar todo ese humor tuyo, en realidad me parece muy entretenido- no había mentido ya le había sacado una que otra sonrisa, apretó los labios y acarició los broches con sus dedos sintiendo su figura lisa, fría, curvaturas delicadas, metal puro, infló una de sus mejillas y se dijo a ella misma –Leer no es momento de dejarte derrotar, levántate y demuéstrale a todos estos malditos con quien se han metido no eres débil tonta, eres fuerte ¡Levanta la cabeza!- asintió a sus palabras como si ella misma fuera su propia jefa, la comandante estricta y algo le hizo clic en la cabeza, sentía iluminarse las ideas en su cabeza y sonrió ampliamente, miró los broches y se levanto apurada a la reja, con los dedos tanteo la cerradura de la puerta con la punta de la lengua posada sobre su labio superior en su mente empezó a dibujarse la forma que tenía la misma, frunció el ceño y empezó a doblar el metal de los broches, tratando de darle una forma parecida de aquella cerradura, cuando terminó inspeccionó lo que había hecho con la poca luz de luna que entraba por los barrotes de las ventanas que estaban arriba de las celdas –Bien aquí vamos- dijo en voz alta y metió aquello que había hecho en la cerradura, moviéndolo para tratar de hacerla abrir, no daba resultado, tiró el broche y agarró otro más repitiendo lo mismo pero de nuevo sin éxito, sentía sudar aunque no lo estaba haciendo pero era la desesperación la que le estaba dando esas sensaciones corpóreas inexistentes, finalmente se cansó -¡Maldita sea soy una cabezota!- tomó los últimos dos broches sin doblarlos, pensó en una táctica que le había enseñado John su novio cazador difunto pero a ella nunca le había funcionado, era el momento de probar suerte, era eso o morir en el intento, sacó las dos manos y metió los broches en la cerradura, deslizando el uno con el otro tratando de encontrar la combinación exacta para que aquella puerta se abriera, y en ese momento escuchó el sonar de la puerta y miró con temor a la puerta que llevaba fuera de las celdas, apretó los dientes temerosa que algún guardia apareciera y los asesinara a ambos, pero nadie apareció, soltó un poco de aire aliviada y abrió la puerta con lentitud, escuchando el chirriar de las solapas, solo abrió un poco para sacar su delgado cuerpo por la hendidura y camino hacia la puerta de Alexalmo rápidamente – ¡Funcionó!- mordió su sonrisa y le mostró los dos broches –Ahora te voy a sacar de acá mi compañero caníbal, pero no me vayas a morder te lo advierto que realmente eso es doloroso- le miró con una fingida desconfianza y de inmediato sonrió divertida, empezó a introducir los broches moviéndolos para encontrar la combinación en poco tiempo también logró abrirla, ahogando un grito de emoción porque lo había liberado, se alejó un poco y lo miró –Con cuidado no hagas mucho ruido que nos van a descubrir- susurró mirando a la puerta, cuando ya lo miró afuera le extendió la mano –Hola ahora si me puedo presentar como dicta la podrida sociedad en que vivimos- sonrió un poco –Y espero que estés listo porque esos desgraciados de allá fuera escogieron la mejor noche para morir, es hora de demostrarle quien tiene el control- miró por encima de su hombro –Nos vamos a divertir mucho- se tronó los nudillos –Es hora de la caza maestra y de bañarnos en la venganza y en su sangre inmunda, además que afuera hay presas por doquier- cerró los ojos con fascinación –Mmm realmente su palpitar está ansioso por la muerte- soltó un gemido de deleite, estaba poseída por el demonio sanguinario, el hambre estaba más viva que nunca, sus ojos tomaron el color de la sangre y le miró fijo pensando bien perversamente la forma en que iba a asesinar al inquisidor vampiro.
Leer Kruspe- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2013
Localización : Paris, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: La huida [Leer] (TERMINADO)
Observé la reacción de Leer después de soltar su brazo. Parecía debilitada, ¿habría tomado demasiado? La sangre vampírica no era lo que se dice un manjar, pero estaba demasiado débil para rechazarla. Vi con alivio que su herida se cerraba, no quería hacer más daño del necesario.
Estuvimos unos segundos en silencio, simplemente disfrutando de la oscuridad, de la noche, de la compañía del otro y del hecho de que aún no habían venido a por nosotros. Ella entonces me llamó por mi nombre, y dijo que Dios nos había abandonado, y que éramos ahora su vergüenza. Me levanté de golpe, me agarré a los barrotes y me dispuse a defender a mi Señor:
- ¡Eso no es cierto! Dios... ¡Él nunca abandona a sus hijos! Si un pastor tiene 100 ovejas y un día al contarlas ve que tiene 99 él recorrerá todos los bosques, campos, montes y ríos hasta encontrar a la oveja que le falta. ¡Aunque esa oveja sea la negra! Oye, Leer, ¿de quién crees que se avergüenza más? ¿De quienes han elegido la inmortalidad, o de quienes cometen asesinatos y crímenes en su nombre, a pesar de haber enseñado a amar y perdonar? Si hay una vergüenza para Dios en este mundo, ¡esa es la Inquisición, no nosotros! - suspiré - Bah, qué más da... Tampoco es que éste sea el mejor momento para discusiones de religión.
Me acosté en mi catre. Estaba duro, claro, la puta Inquisición no tenía ni el detalle de que los prisioneros tuvieran unas horas de comodidad antes de sufrir una horrible tortura.
- En ocasiones Jesús me habla... Oigo su voz. No es una voz tan nítida como la tuya o la mía, ¿sabes? No es una voz que resuena en tus oídos como cualquier otro sonido, pero aun así la oyes. Me aconseja, me guía por el buen camino, pero a veces lo ignoro, dejándome llevar por mi ira o mi orgullo. Él se enfada cuando hago eso, pero siempre me perdona, porque Cristo es misericordioso. Dios es bueno, nunca abandonaría a ninguno de sus hijos sólo por haberse convertido en vampiros o licántropos.
Di un puñetazo en la pared.
- ¡La Iglesia de Dios debería de enseñar a los seres como nosotros! ¡Debería enseñarles a controlar su propia sed y a beber sólo lo justo y necesario para no tener que ser un peligro para los demás, pero que sigan viviendo con normalidad! ¡Eso es lo que Jesús hubiera hecho! ¡Debería de hacer eso en lugar de simplemente condenarlos a todos a muerte y declararles la guerra!
Leer me habló de sus orígenes, de antes de ser una vampira. Me explicó que solía ser una cazadora que odiaba a los vampiros, pero que un día fue transformada contra su voluntad. Antes se había negado a contarme nada sobre su conversión, pero acababa de hacerlo. Parecía que de alguna forma me había ganado parte de su confianza. Me sentí un poco enternecido por eso, y quizá esa fuera una señal de que podríamos formar un buen equipo, pero lo que me contaba, que solía odiar a mi especie... tal vez ella me diera la respuesta a una pregunta que desde hacía tiempo me venía atormentando.
- ¿Por qué? ¿Por qué nos odiabas? ¿Que tenías contra nosotros? ¿Por qué nos cazabas? - esperé su respuesta - Vaya... ni siquiera contigo hacen una excepción. Así son los cazadores y la Inquisición, ni siquiera con una cazadora que se transformó por accidente tienen la más mínima piedad. Te juzgan por lo que eres y no por lo que haces, por eso todos deben morir. Al menos yo sí tengo motivos para odiarlos. ¿Por qué todos quieren vernos muertos? ¿Qué les hemos hecho nosotros?
Alexalmo, quien durante su vida como mortal sólo conoció a un vampiro bueno que lo cuidó y enseñó bien durante su adolescencia, nunca había oído hablar de los vampiros salvajes, quienes se dedicaban a asaltar a los pueblos humanos y a alimentarse de la sangre más por diversión que por necesidad, ni tampoco sabía que había mafias vampíricas organizadas que pretendían conquistar y esclavizar completamente a toda la raza humana. Alexalmo no sabía que los humanos tenían motivos de sobra para odiar a la raza vampírica, aún era demasiado inocente.
Reí con el comentario de Leer sobre los altos mandos. Nos imaginé a los dos en el Palacio de la Justicia Nocturna sentados en bancos de madera frente a un gran estrado donde un juez con peluca blanca y varios miembros del jurado nos miraban fija y seriamente.
- Jajajajajaja. No, no creo que sean tan duros, teniendo en cuenta que lo que queríamos era enfrentarnos a la Inquisición. Seguramente nos obligarían a comer sopa de ajo durante un mes o algo así. - me reí divertido. Me alegré de que me encerraran con ella, seguramente no habría sabido qué hacer si me hubieran metido en la mazmorra solo, tal vez me hubiera desesperado y vuelto loco.
Ella me halagó diciendo que mi humor la animaba, que quería seguirme escuchando para mantenerse optimista. Me dispuse a complacerla, e imité la voz de un juez profesional:
- "¡Sopa de ajo durante un mes! ¡Y durante ese tiempo tendrán completamente prohibido beber sangre de cualquier humano que pese más de 70kg! Así aprenderán que beber sangre de un camarada inmortal es una abominación a nuestra noble raza."
Y seguí bromeando con ella durante un rato...
Mientras tanto...
- Pues qué quieres que te diga, Raimond... la caza de hoy ha sido más fácil de lo que me esperaba - dijo Antoine, mientras limpiaba su ballesta -. Ni siquiera he tenido que usarla...
- ¡Je! ¿Acaso te pareció aburrida esta misión? - contestó Marie.
- Un poco, la verdad.
- ¿Y exactamente qué esperabas? Un vampiro payaso novato y una ex-cazadora demasiado confiada. No es lo que yo llamaría una misión de alto riesgo - dijo Raimond.
- Teniendo en cuenta que tú, hermano Raimond, apenas sales del refugio, cualquier misión debe resultarte fácil, ¿no? - se burló Antoine - ¡Anda, por ahí llega el nuevo!
Dominique, el encargado de apresar a Leer, entró en la sala, muy serio.
- De "nuevo" nada, Antoine. Sabes que no tengo ninguna intención de unirme a vosotros.
- Claaaaro, claaaro. Noble cazavampiros independiente y ateo hasta el final.
- Hiciste un buen trabajo, Dominique - dijo Gabriel, tímidamente.
Dom miró a otro lado. Podía verse un pequeño brillo de arrepentimiento en su mirada, algo ligeramente perceptible, pero evidente.
- ¿Ocurre algo? - preguntó Marie, quien notó su preocupación - Has hecho lo correcto, nos has ayudado a librar al mundo de la escoria. Incluso si no quieres ser un inquisidor oficial, estás resultando de gran ayuda, y eso Dios lo sabe y lo recompensa...
- Mira... ya sé que a ustedes no les importa nada de lo que hacen si eso les ayuda a ganar esta guerra estúpida, pero a mí no me resulta tan cómodo ni fácil traicionar a un amigo. Leer era...
- Leer te traicionó primero en cuanto se pasó al bando de los vampiros, Dominique. - dijo Raimond muy serio y cortante - Es ella quien debe sentirse arrepentida.
- Además, fuiste tú quien le dijo "¡No somos cazadores, descuidada neófita, somos de la Inquisición!" - se burló Antoine, imitando su tono de voz.
Dominique reaccionó ante ese comentario.
- Era mejor así. Si veía algún rastro de duda en mí, eso sólo lo hubiera hecho más difícil.
- Si alguna vez cambias de opinión sobre lo de unirte... ya sabes - dijo Raimond.
- ¿Pero qué haréis con ella? ¿La vais a matar?
- No queda otro remedio, Dominique, - esta vez habló Gabriel, quien había estado un tiempo callado - los vampiros son demasiado peligrosos como para mantenerlos vivos.
- Pero... ella solía ser cazadora.
- Mira, Dom, la hemos estado vigilando durante un tiempo. - dijo Antoine - ¿Crees que vamos a matarla sólo por lo que es? Cuando se transformó, misteriosamente dejó de cazar a más vampiros. Cualquier cazador nato hubiera estallado en cólera y hubiera usado sus nuevos poderes vampíricos para destruir a los demás vampiros como venganza, pero ella dejó de cazarlos. Sintió simpatía por sus nuevos hermanos y abandonó su vida de cazadora, ¿lo entiendes? Ella es la traidora, no tú.
Dominique miró a Marie.
- ¿Y ella? Es una vampira. ¿Acaso pueden fiarse de ella?
- Yo ingresé voluntariamente en las filas de la Inquisición, Dominique. Tal vez... si Leer hiciera lo mismo, si se convirtiera en una Condenada y prestase su servicio a la Inquisición, nos replantearíamos lo de matarla. ¿Podrías convencerla?
- Sí, tal vez podría... Pero no quiero que se convierta en una inquisidora, prefiero que...
- ¿Que te acompañe y sea una cazadora independiente como tú? Vamos, sé realista, te mataría en cuanto tuviera la ocasión. Fingiría aceptar y luego te transformaría o te dejaría seco. - espetó Raimond - No, si quiere vivir se unirá a nosotros. Podemos cuidar de ella y vigilarla, además de entrenarla en las armas.
- "Cuidarla, vigilarla y entrenarla"... como si fuera un vulgar perro de caza.
- ¿Prefieres verla muerta?
- ¡No! No... yo... hablaré con ella y la convenceré. ¿Dónde está?
- Abajo, en las mazmorras, con el payaso - dijo Gabriel.
- ¿¡QUÉ!? - gritó Dominique. Todos se sobresaltaron - ¿¡Pero los habéis encerrado juntos!? ¿Sois idiotas o qué?
- ¿Qué pasa? Estarán débiles por... - intentó decir Antoine, pero Dominique lo interrumpió.
- ¿Os hacéis llamar inquisidores pero no tenéis ni maldita idea de vampiros? A ver, decidme, ¿qué pasa cuando dos vampiros se juntan, eh?
Silencio.
- ¡Que se hacen más fuertes, imbéciles! ¡Los vampiros son seres de manada! ¡Cuando no están con los de su especie se vuelven débiles, pero cuando dos o más están juntos, ambos ganan energía y poder! ¡Sólo por estar juntos son más peligrosos! ¿O por qué creen ustedes que siempre intentamos aislar a los vampiros antes de cazarlos?
- Maldición... - susurró Antoine.
- ¡Oh! ¡Por no mencionar el simple y lógico hecho de que dos cerebros piensan mejor que uno y que seguramente ahora mismo estén planeando una forma de escaparse juntos! Tal vez a estas alturas ya se hayan escapado de la celda. ¿¡Cómo habéis podido cometer un error tan lógico!?
Raimond se levantó de golpe, enfadado.
- ¡Rápido! ¡Antoine, reúne a algunos cazadores y mándalos hacia la mazmorra! ¡AHORA MISMO!
- ¿Y qué les ordeno hacer?
- ¡Que comprueben que todo está en orden! ¡Que los maten si se están fugando!
- Leer debe vivir. Hagan lo que quieran con el bufón, pero a ella la quiero viva. - dijo Dom, amenazante.
- ¿Y si los dos siguen en sus celdas y no han hecho nada? - preguntó Antoine.
- Matad a Alexalmo igualmente. Ahora es un peligro mantenerlos juntos y no me arriesgaré a sacarlo para meterlo en otra mazmorra. Es una pena, me hubiera gustado ejecutarlo públicamente frente a otros inquisidores, pero será mejor que lo matéis ya, pero dejad a la chica viva.
- Enseguida.
- ¡Gabriel! Tú reúne a más soldados y diles que se preparen para una posible fuga de prisioneros. Lo más seguro es que todo sea una simple falsa alarma, pero que estén listos por si acaso. Marie, conmigo, si algo sale mal los pillaremos por sorpresa. Dom, tal vez tú quieras ir a buscar a Leer. Esperemos que siga en las celdas, pero si no es así, puedes buscarla por tu cuenta. Haz lo que quieras.
- De todas formas, tampoco estoy a tus órdenes... - dijo Dominique antes de marcharse.
- Jajajajaja... pobrecito Alexalmo, va a morir antes de lo que piensa. - rió Marie - ¿Sabes? Casi siento lástima por el muchacho. - sacó su revólver y acarició el cañón, deleitándose ya con su futura víctima - Casi...
Mientras, en la mazmorra...
- ¡Eso ha sido genial, Leer! - la felicité.
No tenía ni idea de cómo lo había hecho, pero consiguió abrir las celdas y liberarnos.
- Tienes razón... mejor no hacer demasiado ruido. Y ahora... ¿se te ocurre algo para librarnos de los guardias? Si al menos supiera dónde tienen mi espada...
Oímos pasos que bajaban las escaleras a toda prisa. Era un grupo de gente, y fueran quienes fueran parecían bastante alarmados.
- ¡Mierda! Vuelve a la celda, que no sospechen - le dije - Saldremos por sorpresa en cuanto crean que todo va bien.
Volví a entrar en mi jaula y la cerré, esperando que se creyeran nuestra treta. Sin embargo, no sabía que iban a matarme de todas formas.
- Tranquila... muy pronto seremos libres de nuevo. Muy pronto...
Estuvimos unos segundos en silencio, simplemente disfrutando de la oscuridad, de la noche, de la compañía del otro y del hecho de que aún no habían venido a por nosotros. Ella entonces me llamó por mi nombre, y dijo que Dios nos había abandonado, y que éramos ahora su vergüenza. Me levanté de golpe, me agarré a los barrotes y me dispuse a defender a mi Señor:
- ¡Eso no es cierto! Dios... ¡Él nunca abandona a sus hijos! Si un pastor tiene 100 ovejas y un día al contarlas ve que tiene 99 él recorrerá todos los bosques, campos, montes y ríos hasta encontrar a la oveja que le falta. ¡Aunque esa oveja sea la negra! Oye, Leer, ¿de quién crees que se avergüenza más? ¿De quienes han elegido la inmortalidad, o de quienes cometen asesinatos y crímenes en su nombre, a pesar de haber enseñado a amar y perdonar? Si hay una vergüenza para Dios en este mundo, ¡esa es la Inquisición, no nosotros! - suspiré - Bah, qué más da... Tampoco es que éste sea el mejor momento para discusiones de religión.
Me acosté en mi catre. Estaba duro, claro, la puta Inquisición no tenía ni el detalle de que los prisioneros tuvieran unas horas de comodidad antes de sufrir una horrible tortura.
- En ocasiones Jesús me habla... Oigo su voz. No es una voz tan nítida como la tuya o la mía, ¿sabes? No es una voz que resuena en tus oídos como cualquier otro sonido, pero aun así la oyes. Me aconseja, me guía por el buen camino, pero a veces lo ignoro, dejándome llevar por mi ira o mi orgullo. Él se enfada cuando hago eso, pero siempre me perdona, porque Cristo es misericordioso. Dios es bueno, nunca abandonaría a ninguno de sus hijos sólo por haberse convertido en vampiros o licántropos.
Di un puñetazo en la pared.
- ¡La Iglesia de Dios debería de enseñar a los seres como nosotros! ¡Debería enseñarles a controlar su propia sed y a beber sólo lo justo y necesario para no tener que ser un peligro para los demás, pero que sigan viviendo con normalidad! ¡Eso es lo que Jesús hubiera hecho! ¡Debería de hacer eso en lugar de simplemente condenarlos a todos a muerte y declararles la guerra!
Leer me habló de sus orígenes, de antes de ser una vampira. Me explicó que solía ser una cazadora que odiaba a los vampiros, pero que un día fue transformada contra su voluntad. Antes se había negado a contarme nada sobre su conversión, pero acababa de hacerlo. Parecía que de alguna forma me había ganado parte de su confianza. Me sentí un poco enternecido por eso, y quizá esa fuera una señal de que podríamos formar un buen equipo, pero lo que me contaba, que solía odiar a mi especie... tal vez ella me diera la respuesta a una pregunta que desde hacía tiempo me venía atormentando.
- ¿Por qué? ¿Por qué nos odiabas? ¿Que tenías contra nosotros? ¿Por qué nos cazabas? - esperé su respuesta - Vaya... ni siquiera contigo hacen una excepción. Así son los cazadores y la Inquisición, ni siquiera con una cazadora que se transformó por accidente tienen la más mínima piedad. Te juzgan por lo que eres y no por lo que haces, por eso todos deben morir. Al menos yo sí tengo motivos para odiarlos. ¿Por qué todos quieren vernos muertos? ¿Qué les hemos hecho nosotros?
Alexalmo, quien durante su vida como mortal sólo conoció a un vampiro bueno que lo cuidó y enseñó bien durante su adolescencia, nunca había oído hablar de los vampiros salvajes, quienes se dedicaban a asaltar a los pueblos humanos y a alimentarse de la sangre más por diversión que por necesidad, ni tampoco sabía que había mafias vampíricas organizadas que pretendían conquistar y esclavizar completamente a toda la raza humana. Alexalmo no sabía que los humanos tenían motivos de sobra para odiar a la raza vampírica, aún era demasiado inocente.
Reí con el comentario de Leer sobre los altos mandos. Nos imaginé a los dos en el Palacio de la Justicia Nocturna sentados en bancos de madera frente a un gran estrado donde un juez con peluca blanca y varios miembros del jurado nos miraban fija y seriamente.
- Jajajajajaja. No, no creo que sean tan duros, teniendo en cuenta que lo que queríamos era enfrentarnos a la Inquisición. Seguramente nos obligarían a comer sopa de ajo durante un mes o algo así. - me reí divertido. Me alegré de que me encerraran con ella, seguramente no habría sabido qué hacer si me hubieran metido en la mazmorra solo, tal vez me hubiera desesperado y vuelto loco.
Ella me halagó diciendo que mi humor la animaba, que quería seguirme escuchando para mantenerse optimista. Me dispuse a complacerla, e imité la voz de un juez profesional:
- "¡Sopa de ajo durante un mes! ¡Y durante ese tiempo tendrán completamente prohibido beber sangre de cualquier humano que pese más de 70kg! Así aprenderán que beber sangre de un camarada inmortal es una abominación a nuestra noble raza."
Y seguí bromeando con ella durante un rato...
Mientras tanto...
- Pues qué quieres que te diga, Raimond... la caza de hoy ha sido más fácil de lo que me esperaba - dijo Antoine, mientras limpiaba su ballesta -. Ni siquiera he tenido que usarla...
- ¡Je! ¿Acaso te pareció aburrida esta misión? - contestó Marie.
- Un poco, la verdad.
- ¿Y exactamente qué esperabas? Un vampiro payaso novato y una ex-cazadora demasiado confiada. No es lo que yo llamaría una misión de alto riesgo - dijo Raimond.
- Teniendo en cuenta que tú, hermano Raimond, apenas sales del refugio, cualquier misión debe resultarte fácil, ¿no? - se burló Antoine - ¡Anda, por ahí llega el nuevo!
Dominique, el encargado de apresar a Leer, entró en la sala, muy serio.
- De "nuevo" nada, Antoine. Sabes que no tengo ninguna intención de unirme a vosotros.
- Claaaaro, claaaro. Noble cazavampiros independiente y ateo hasta el final.
- Hiciste un buen trabajo, Dominique - dijo Gabriel, tímidamente.
Dom miró a otro lado. Podía verse un pequeño brillo de arrepentimiento en su mirada, algo ligeramente perceptible, pero evidente.
- ¿Ocurre algo? - preguntó Marie, quien notó su preocupación - Has hecho lo correcto, nos has ayudado a librar al mundo de la escoria. Incluso si no quieres ser un inquisidor oficial, estás resultando de gran ayuda, y eso Dios lo sabe y lo recompensa...
- Mira... ya sé que a ustedes no les importa nada de lo que hacen si eso les ayuda a ganar esta guerra estúpida, pero a mí no me resulta tan cómodo ni fácil traicionar a un amigo. Leer era...
- Leer te traicionó primero en cuanto se pasó al bando de los vampiros, Dominique. - dijo Raimond muy serio y cortante - Es ella quien debe sentirse arrepentida.
- Además, fuiste tú quien le dijo "¡No somos cazadores, descuidada neófita, somos de la Inquisición!" - se burló Antoine, imitando su tono de voz.
Dominique reaccionó ante ese comentario.
- Era mejor así. Si veía algún rastro de duda en mí, eso sólo lo hubiera hecho más difícil.
- Si alguna vez cambias de opinión sobre lo de unirte... ya sabes - dijo Raimond.
- ¿Pero qué haréis con ella? ¿La vais a matar?
- No queda otro remedio, Dominique, - esta vez habló Gabriel, quien había estado un tiempo callado - los vampiros son demasiado peligrosos como para mantenerlos vivos.
- Pero... ella solía ser cazadora.
- Mira, Dom, la hemos estado vigilando durante un tiempo. - dijo Antoine - ¿Crees que vamos a matarla sólo por lo que es? Cuando se transformó, misteriosamente dejó de cazar a más vampiros. Cualquier cazador nato hubiera estallado en cólera y hubiera usado sus nuevos poderes vampíricos para destruir a los demás vampiros como venganza, pero ella dejó de cazarlos. Sintió simpatía por sus nuevos hermanos y abandonó su vida de cazadora, ¿lo entiendes? Ella es la traidora, no tú.
Dominique miró a Marie.
- ¿Y ella? Es una vampira. ¿Acaso pueden fiarse de ella?
- Yo ingresé voluntariamente en las filas de la Inquisición, Dominique. Tal vez... si Leer hiciera lo mismo, si se convirtiera en una Condenada y prestase su servicio a la Inquisición, nos replantearíamos lo de matarla. ¿Podrías convencerla?
- Sí, tal vez podría... Pero no quiero que se convierta en una inquisidora, prefiero que...
- ¿Que te acompañe y sea una cazadora independiente como tú? Vamos, sé realista, te mataría en cuanto tuviera la ocasión. Fingiría aceptar y luego te transformaría o te dejaría seco. - espetó Raimond - No, si quiere vivir se unirá a nosotros. Podemos cuidar de ella y vigilarla, además de entrenarla en las armas.
- "Cuidarla, vigilarla y entrenarla"... como si fuera un vulgar perro de caza.
- ¿Prefieres verla muerta?
- ¡No! No... yo... hablaré con ella y la convenceré. ¿Dónde está?
- Abajo, en las mazmorras, con el payaso - dijo Gabriel.
- ¿¡QUÉ!? - gritó Dominique. Todos se sobresaltaron - ¿¡Pero los habéis encerrado juntos!? ¿Sois idiotas o qué?
- ¿Qué pasa? Estarán débiles por... - intentó decir Antoine, pero Dominique lo interrumpió.
- ¿Os hacéis llamar inquisidores pero no tenéis ni maldita idea de vampiros? A ver, decidme, ¿qué pasa cuando dos vampiros se juntan, eh?
Silencio.
- ¡Que se hacen más fuertes, imbéciles! ¡Los vampiros son seres de manada! ¡Cuando no están con los de su especie se vuelven débiles, pero cuando dos o más están juntos, ambos ganan energía y poder! ¡Sólo por estar juntos son más peligrosos! ¿O por qué creen ustedes que siempre intentamos aislar a los vampiros antes de cazarlos?
- Maldición... - susurró Antoine.
- ¡Oh! ¡Por no mencionar el simple y lógico hecho de que dos cerebros piensan mejor que uno y que seguramente ahora mismo estén planeando una forma de escaparse juntos! Tal vez a estas alturas ya se hayan escapado de la celda. ¿¡Cómo habéis podido cometer un error tan lógico!?
Raimond se levantó de golpe, enfadado.
- ¡Rápido! ¡Antoine, reúne a algunos cazadores y mándalos hacia la mazmorra! ¡AHORA MISMO!
- ¿Y qué les ordeno hacer?
- ¡Que comprueben que todo está en orden! ¡Que los maten si se están fugando!
- Leer debe vivir. Hagan lo que quieran con el bufón, pero a ella la quiero viva. - dijo Dom, amenazante.
- ¿Y si los dos siguen en sus celdas y no han hecho nada? - preguntó Antoine.
- Matad a Alexalmo igualmente. Ahora es un peligro mantenerlos juntos y no me arriesgaré a sacarlo para meterlo en otra mazmorra. Es una pena, me hubiera gustado ejecutarlo públicamente frente a otros inquisidores, pero será mejor que lo matéis ya, pero dejad a la chica viva.
- Enseguida.
- ¡Gabriel! Tú reúne a más soldados y diles que se preparen para una posible fuga de prisioneros. Lo más seguro es que todo sea una simple falsa alarma, pero que estén listos por si acaso. Marie, conmigo, si algo sale mal los pillaremos por sorpresa. Dom, tal vez tú quieras ir a buscar a Leer. Esperemos que siga en las celdas, pero si no es así, puedes buscarla por tu cuenta. Haz lo que quieras.
- De todas formas, tampoco estoy a tus órdenes... - dijo Dominique antes de marcharse.
- Jajajajaja... pobrecito Alexalmo, va a morir antes de lo que piensa. - rió Marie - ¿Sabes? Casi siento lástima por el muchacho. - sacó su revólver y acarició el cañón, deleitándose ya con su futura víctima - Casi...
Mientras, en la mazmorra...
- ¡Eso ha sido genial, Leer! - la felicité.
No tenía ni idea de cómo lo había hecho, pero consiguió abrir las celdas y liberarnos.
- Tienes razón... mejor no hacer demasiado ruido. Y ahora... ¿se te ocurre algo para librarnos de los guardias? Si al menos supiera dónde tienen mi espada...
Oímos pasos que bajaban las escaleras a toda prisa. Era un grupo de gente, y fueran quienes fueran parecían bastante alarmados.
- ¡Mierda! Vuelve a la celda, que no sospechen - le dije - Saldremos por sorpresa en cuanto crean que todo va bien.
Volví a entrar en mi jaula y la cerré, esperando que se creyeran nuestra treta. Sin embargo, no sabía que iban a matarme de todas formas.
- Tranquila... muy pronto seremos libres de nuevo. Muy pronto...
Alexalmo- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 16/10/2013
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Localización : Visto por última vez en París. Si lo ve, avise en la comisaría más cercana, por favor.
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Re: La huida [Leer] (TERMINADO)
El azar no existe; Dios no juega a los dados.
Las habilidades que le había enseñado su difunto novio cazador a la vampiresa habían dado resultado, estaba tan orgullosa de sí misma que la sonrisa en su rostro no se desvanecía, ahora lo difícil radicaba en salir de aquel lugar, solo eran dos, eran inmortales obviamente y podrían luchar contra los mortales, sobre todo porque ella contaba con técnicas de caza no sabía mucho de Alexalmo pero aunque no supiera pelear las habilidades que tenía le podían ayudar, él parecía un creyente de Dios algo que le hizo bien porque no se había topado con alguien así durante los últimos meses, no después de su conversión, la vampiresa creía en toda la existencia de ese ser pero realmente era algo que se tambaleaba en un acantilado profundo algo que quería ser arrebatado de su mente para no volver jamás, cuando le abrió la puerta y lo saludó pudo mirarlo de una mejor manera, aún se miraba débil se imaginaba se miraba aún más deplorable antes de darle de beber su sangre, de las ansias de salir afuera para acabar con todo lo que se interpusiera a su paso ya casi se abalanzaba sobre él para abrazarlo, no porque le estuviera tomando cariño era algo más parecido a que la esperanza había vuelto para ambos y aunque Leer no era amante de pedir ayuda en estos momentos eso ya no interesaba mucho, miraba a la puerta cada tanto percatándose de los pasos y murmullos afuera –Tú aún te ves famélico Alexalmo- sonrió un poco –Lo que me preocupa es que hay inquisidores vampiros allá afuera con los tontos humanos podemos pero el inquisidor que me atrapó es vampiro sin contar al traidor que suponía era mi amigo- murmuró entre dientes con la rabia haciéndose presente en su voz, ya sentía el ardor en los ojos y colmillos por los actos de aquel hombre al que nunca pensó ser un cobarde, le miró directamente a los ojos a Alexalmo con su pregunta anterior todavía colándose entre sus recuerdos, pero ya después de esto no eran tan desconocidos podría contarle un poco del odio que les tenía a lo que ahora eran sus congéneres anteriormente –Veras Alexalmo, un grupo de vampiros una noche irrumpieron en mi mansión yo… yo estaba muy chica y ellos…- apretó los labios porque nunca le había contado las razones por las que se había convertido en cazadora a algún vampiro, su creador lo sabía pero se había enterado por métodos que ella no aprobaba, de lo contrario jamás se hubiera enterado, en cuanto al vampiro que tenía enfrente no es que fuera especial pero el confesarle eso no haría ningún daño, después de todo esa vida ya había quedado atrás –Irrumpieron en la mansión y mataron a mis padres, frente a mis ojos asesinaron a mi mamá y después de eso fue que les tomé un odio increíble y me decidí convertirme en cazadora pero...- le miro a los ojos y se encogió de hombros –Eso ya ha quedado atrás ahora soy como tú y no puedo odiar a los de mi raza, no es que haya querido esto pero con el tiempo se aprenden a aceptar las cosas y aunque me duela debo aceptar lo que soy ahora, no hay nada que pueda hacer en esto momentos para cambiar eso- sonrió con desanimo sin dejar de verlo y luego los pasos arremolinándose arriba de ellos –¡Maldita sea!- musitó con fastidio la vampiresa y escuchó atentamente las instrucciones de su compañero interrumpiéndolo –Mira debemos fingir que estábamos peleando Dominique es muy astuto a diferencia de los imbéciles que se dicen llamar inquisidores, él lo más seguro es que cree que estábamos planeando fugarnos y ya les ha de haber alertado créeme lo conozco muy bien, debe parecer que hay hostilidad entre ambos ¿de acuerdo?- le miró a los ojos indicándole que era totalmente necesario- se volvió a meter a la celda y escuchaba los pasos más cerca a lo que empezó a gritar insultando a su compañero amenazándolo con que lo mataría cuando saliera de ahí, todo parte del teatro que le había instruido a Alexalmo ejecutar, cuando miró llegar a cuatro hombres entre los que estaba Dominique, el cazador que había traicionado a Leer, su semblante era diferente ella lo notó se miraba hasta en cierto punto arrepentido -¡El traidor de nuevo ante mis ojos!- dijo burlesca y a la vez irritada, se recostó contra la pared con los brazos cruzados viéndole, el hombre sonrió de lado –Leer no estoy de ánimos para tus sarcasmos escúchame vengo a proponerte algo- ella frunció el ceño -¿Qué rayos quieres?- dijo con voz pesada –Escucha cometí una equivocación, hagamos una tregua- Leer rió irritada –¿Tregua?- alzó las cejas –La única tregua que haría contigo sería que me sacaras de acá para asesinarte lenta y dolorosamente ¡traidor!- Dominique miró por encima de su hombro a los tres hombres y negó –Escúchame- le volvió a dirigir la mirada –Los encargados de este teatro están dispuestos a matarte, pero…- suspiró –No lo puedo permitir- murmuró entre dientes, la vampiresa se rió con burla –Oh pero que sentimental eres Dominique me conmueves- dijo con voz inocente, el hombre negó de nuevo tensando la mandíbula –No importa si te conmuevo o no, la situación es que te dejaran viva si te conviertes en una de ellos, en inquisidora- se acercó a los barrotes mirándola fijamente y susurrándole –Debes hacerlo para seguir con vida Leer- ella abrió la boca y negó indignada -¿Unirme a esos bastardos?- se echó otra carcajada –Ni estando a punto de que el sol me quemé Dominique- se fue hasta los barrotes mirándole con amenaza -¡Jamás me voy a unir a ellos!- susurró bajo, Dominique ablandó un poco las facciones –Amelia escucha, es solo para despistarlos después puedes salirte y regresas a tu antigua vida de cazadora, yo no me he unido a ellos, te han estado siguiendo el paso y me obligaron a que los ayudara cuando me di cuenta que te había convertido en vampiresa me enfureció te lo confieso pero tampoco te voy a dejar sola- le susurró bastante bajo para que los otros no le escucharan –Debes hacerlo para seguir con vida, no puedes dejarte vencer además…- miró de reojo hacia los hombres –Cuando salgas te puedo ayudar a buscar al vampiro o vampiresa que te hizo esto, te conozco no pudiste dejar que te convirtieran voluntariamente, tú no lo hubieras permitido, sé que no lo pudiste asesinar por todo ese asunto de los creadores sobre sus vástagos, pero con mi ayuda podrás al fin vengar esto Leer- ella arrugó la cara con cinismo, porque aunque no quiso la inmortalidad tampoco iba a traicionar a su creador, de alguna u otra forma llevaba su sangre y el traicionarle sería imperdonable para ella –No me interesa asesinar al vampiro que me hizo esto, tienes razón no fue algo voluntario pero no voy a asesinarlo- el hombre sonrió un poco –No me digas que le eres fiel a tu creador o creadora como todos los neófitos Amelia- ella sonrió de lado –Eso no te importa Dominique aunque…- desenfocó la mirada pensando en que si lo convencía de que quería regresar a su antigua vida de cazadora pudiera salir de ahí con Alexalmo, él la miro atento –¿Aunque qué?- preguntó curioso, ella mordió su sonrisa –Desde hace tiempo quiero volver a ser cazadora Dominique pero ya supondrás que no soy muy amistosa y todo aquel cazador que me vea y le proponga esto me asesinara en un parpadear pero ya que tú me lo propones lo reconsideró y me gusta tu idea, de acuerdo te seguiré el juego pero no me convertiré en inquisidora además…- miró a su lado a la celda contigua –Ese de ahí ha estado molestando burlándose de mí porque fui burlada por un vampiro y me convirtió en su vástago- tensó la mandíbula, ella estaba mintiendo pero necesitaba hacerlo porque Dominique jamás dejaría que Alexalmo se uniera a ellos, lo tenía que convencer que para ella el vampiro era una molestia para poder sacarlo de ahí –Quiero salir de acá y asesinarlo por mi propia cuenta- alzó una ceja, él asintió con una sonrisa malévola en el rostro, Leer se mordió el labio y alzó la barbilla –De acuerdo acepto- miró a los hombres detrás de Dominique indicándoles que era con ellos que hablaba –Me convirtieron contra mi voluntad y deseo vengarme de cada uno de los de mi raza que disfrutan de esta maldición, la inquisición siempre me pareció una organización poderosa y mientras era humana añoraba con pertenecer a la iglesia mucho más que trabajar por mi cuenta- sus palabras firmes sin ninguna pizca de vacilación, la vampiresa era buena mintiendo, los hombres parecían dudosos, estaba claro no eran tan tontos para dejarse convencer, pero Dominique se encargaría de eso, se dio la vuelta y exigió a uno de los inquisidores –Dame las llaves- no se podía creer lo tontos que estaban siendo los supuestos inquisidores, en cuanto a su amigo ella sabía que la apreciaba así que era predecible esa actitud, Leer seguía con su rostro firme, no podía mostrase burlesca si quería convencerlos de sus palabras, los hombres se rehusaban pero en eso Dominique se exaltó y prácticamente le arrebató las llaves al que las tenía, uno de los hombres dijo –¡Espera!- la vampiresa lo miró con el ceño fruncido –Antes de que la saques hay que matar al imbécil y payaso de aquí al lado no podemos correr riesgos- le hizo una señal con la barbilla a otro hombre para que fuera a matar a Alexalmo a lo que Leer le miró enojada a Dominique, él se encogió de hombros –No puedo hacer nada al respecto Amelia, lo importante es que salgas de aquí- miró como el hombre sacaba la ballesta y apuntaba al interior de la celda contigua sonriendo –Hora de morir escoria- dijo con una voz casi diabólica, la vampiresa cada vez estaba más desesperada no podía dejarlo morir, miró a Dominique y estaba a una distancia considerable, bajó sus ojos a las llaves y decidió actuar, con velocidad lo atrajo envolviendo su mano en su cuello y fracturándoselo, quitándole las llaves de la mano, los tres hombres desviaron su atención a ella y empezaron a disparar, en un abrir y cerrar de ojos había abierto la celda mientras que con el cuerpo inerte del cazador se cubría de los impactos, le partió el cuello a uno y mientras el que tenía la ballesta recargaba se la quito golpeándola con la misma en el rostro, le enterró las garras al tercero en el pecho desgarrándole la carne y sacó la pistola de la funda que tenía en el pantalón, dándole dos disparos entre medio de los ojos, estaba cegada por la furia y bajó la guardia un poco al que había golpeado con la ballesta se levantó acercándose a ella con una estaca y enterrándosela en la espalda, soltó un grito de dolor y se dio vuelta rápidamente mientras miraba como sacaba otra estaca para enterrársela de nueva cuenta, le tomó de la mano antes de que le diera y fracturó la muñeca arrancándole la mano, tomó una flecha y se la enterró en un ojo retorciéndola y sacándola para clavársela en la sien, el hombre cayó desplomado, sentía el dolor recorrerle la espalda y los ojos teñidos por el amaranto daban muestra del fuego que la consumía, con fuerzas y dificultad se sacó la estaca de plata con el ardor en su palma por el material, jadeaba y miró a Alexalmo, se inclinó con las piernas temblándole y tomó las llaves acercándose a su celda con un paso dificultoso, no se había alimentado y ya eran dos estacas de plata en una noche esta vez estaba perdiendo más sangre, abrió y en cuanto lo hizo cayó desplomada a un lado, agarrándose la herida –Listo, es mejor que huyas, yo ya no importo- miró hacia la ballesta –Úsala para salir- tragó pesado –No te preocupes por mí, ya me las arreglare mientras tanto tú corre y ya tienes armas para defenderte en caso que quieran atacarte- gruñó sintiendo como la sangre se resbalaba por su espalda –Date prisa- no le miró esperando que acatara su orden, si no salían los dos al menos uno tenía que huir.
Albert Einstein
Las habilidades que le había enseñado su difunto novio cazador a la vampiresa habían dado resultado, estaba tan orgullosa de sí misma que la sonrisa en su rostro no se desvanecía, ahora lo difícil radicaba en salir de aquel lugar, solo eran dos, eran inmortales obviamente y podrían luchar contra los mortales, sobre todo porque ella contaba con técnicas de caza no sabía mucho de Alexalmo pero aunque no supiera pelear las habilidades que tenía le podían ayudar, él parecía un creyente de Dios algo que le hizo bien porque no se había topado con alguien así durante los últimos meses, no después de su conversión, la vampiresa creía en toda la existencia de ese ser pero realmente era algo que se tambaleaba en un acantilado profundo algo que quería ser arrebatado de su mente para no volver jamás, cuando le abrió la puerta y lo saludó pudo mirarlo de una mejor manera, aún se miraba débil se imaginaba se miraba aún más deplorable antes de darle de beber su sangre, de las ansias de salir afuera para acabar con todo lo que se interpusiera a su paso ya casi se abalanzaba sobre él para abrazarlo, no porque le estuviera tomando cariño era algo más parecido a que la esperanza había vuelto para ambos y aunque Leer no era amante de pedir ayuda en estos momentos eso ya no interesaba mucho, miraba a la puerta cada tanto percatándose de los pasos y murmullos afuera –Tú aún te ves famélico Alexalmo- sonrió un poco –Lo que me preocupa es que hay inquisidores vampiros allá afuera con los tontos humanos podemos pero el inquisidor que me atrapó es vampiro sin contar al traidor que suponía era mi amigo- murmuró entre dientes con la rabia haciéndose presente en su voz, ya sentía el ardor en los ojos y colmillos por los actos de aquel hombre al que nunca pensó ser un cobarde, le miró directamente a los ojos a Alexalmo con su pregunta anterior todavía colándose entre sus recuerdos, pero ya después de esto no eran tan desconocidos podría contarle un poco del odio que les tenía a lo que ahora eran sus congéneres anteriormente –Veras Alexalmo, un grupo de vampiros una noche irrumpieron en mi mansión yo… yo estaba muy chica y ellos…- apretó los labios porque nunca le había contado las razones por las que se había convertido en cazadora a algún vampiro, su creador lo sabía pero se había enterado por métodos que ella no aprobaba, de lo contrario jamás se hubiera enterado, en cuanto al vampiro que tenía enfrente no es que fuera especial pero el confesarle eso no haría ningún daño, después de todo esa vida ya había quedado atrás –Irrumpieron en la mansión y mataron a mis padres, frente a mis ojos asesinaron a mi mamá y después de eso fue que les tomé un odio increíble y me decidí convertirme en cazadora pero...- le miro a los ojos y se encogió de hombros –Eso ya ha quedado atrás ahora soy como tú y no puedo odiar a los de mi raza, no es que haya querido esto pero con el tiempo se aprenden a aceptar las cosas y aunque me duela debo aceptar lo que soy ahora, no hay nada que pueda hacer en esto momentos para cambiar eso- sonrió con desanimo sin dejar de verlo y luego los pasos arremolinándose arriba de ellos –¡Maldita sea!- musitó con fastidio la vampiresa y escuchó atentamente las instrucciones de su compañero interrumpiéndolo –Mira debemos fingir que estábamos peleando Dominique es muy astuto a diferencia de los imbéciles que se dicen llamar inquisidores, él lo más seguro es que cree que estábamos planeando fugarnos y ya les ha de haber alertado créeme lo conozco muy bien, debe parecer que hay hostilidad entre ambos ¿de acuerdo?- le miró a los ojos indicándole que era totalmente necesario- se volvió a meter a la celda y escuchaba los pasos más cerca a lo que empezó a gritar insultando a su compañero amenazándolo con que lo mataría cuando saliera de ahí, todo parte del teatro que le había instruido a Alexalmo ejecutar, cuando miró llegar a cuatro hombres entre los que estaba Dominique, el cazador que había traicionado a Leer, su semblante era diferente ella lo notó se miraba hasta en cierto punto arrepentido -¡El traidor de nuevo ante mis ojos!- dijo burlesca y a la vez irritada, se recostó contra la pared con los brazos cruzados viéndole, el hombre sonrió de lado –Leer no estoy de ánimos para tus sarcasmos escúchame vengo a proponerte algo- ella frunció el ceño -¿Qué rayos quieres?- dijo con voz pesada –Escucha cometí una equivocación, hagamos una tregua- Leer rió irritada –¿Tregua?- alzó las cejas –La única tregua que haría contigo sería que me sacaras de acá para asesinarte lenta y dolorosamente ¡traidor!- Dominique miró por encima de su hombro a los tres hombres y negó –Escúchame- le volvió a dirigir la mirada –Los encargados de este teatro están dispuestos a matarte, pero…- suspiró –No lo puedo permitir- murmuró entre dientes, la vampiresa se rió con burla –Oh pero que sentimental eres Dominique me conmueves- dijo con voz inocente, el hombre negó de nuevo tensando la mandíbula –No importa si te conmuevo o no, la situación es que te dejaran viva si te conviertes en una de ellos, en inquisidora- se acercó a los barrotes mirándola fijamente y susurrándole –Debes hacerlo para seguir con vida Leer- ella abrió la boca y negó indignada -¿Unirme a esos bastardos?- se echó otra carcajada –Ni estando a punto de que el sol me quemé Dominique- se fue hasta los barrotes mirándole con amenaza -¡Jamás me voy a unir a ellos!- susurró bajo, Dominique ablandó un poco las facciones –Amelia escucha, es solo para despistarlos después puedes salirte y regresas a tu antigua vida de cazadora, yo no me he unido a ellos, te han estado siguiendo el paso y me obligaron a que los ayudara cuando me di cuenta que te había convertido en vampiresa me enfureció te lo confieso pero tampoco te voy a dejar sola- le susurró bastante bajo para que los otros no le escucharan –Debes hacerlo para seguir con vida, no puedes dejarte vencer además…- miró de reojo hacia los hombres –Cuando salgas te puedo ayudar a buscar al vampiro o vampiresa que te hizo esto, te conozco no pudiste dejar que te convirtieran voluntariamente, tú no lo hubieras permitido, sé que no lo pudiste asesinar por todo ese asunto de los creadores sobre sus vástagos, pero con mi ayuda podrás al fin vengar esto Leer- ella arrugó la cara con cinismo, porque aunque no quiso la inmortalidad tampoco iba a traicionar a su creador, de alguna u otra forma llevaba su sangre y el traicionarle sería imperdonable para ella –No me interesa asesinar al vampiro que me hizo esto, tienes razón no fue algo voluntario pero no voy a asesinarlo- el hombre sonrió un poco –No me digas que le eres fiel a tu creador o creadora como todos los neófitos Amelia- ella sonrió de lado –Eso no te importa Dominique aunque…- desenfocó la mirada pensando en que si lo convencía de que quería regresar a su antigua vida de cazadora pudiera salir de ahí con Alexalmo, él la miro atento –¿Aunque qué?- preguntó curioso, ella mordió su sonrisa –Desde hace tiempo quiero volver a ser cazadora Dominique pero ya supondrás que no soy muy amistosa y todo aquel cazador que me vea y le proponga esto me asesinara en un parpadear pero ya que tú me lo propones lo reconsideró y me gusta tu idea, de acuerdo te seguiré el juego pero no me convertiré en inquisidora además…- miró a su lado a la celda contigua –Ese de ahí ha estado molestando burlándose de mí porque fui burlada por un vampiro y me convirtió en su vástago- tensó la mandíbula, ella estaba mintiendo pero necesitaba hacerlo porque Dominique jamás dejaría que Alexalmo se uniera a ellos, lo tenía que convencer que para ella el vampiro era una molestia para poder sacarlo de ahí –Quiero salir de acá y asesinarlo por mi propia cuenta- alzó una ceja, él asintió con una sonrisa malévola en el rostro, Leer se mordió el labio y alzó la barbilla –De acuerdo acepto- miró a los hombres detrás de Dominique indicándoles que era con ellos que hablaba –Me convirtieron contra mi voluntad y deseo vengarme de cada uno de los de mi raza que disfrutan de esta maldición, la inquisición siempre me pareció una organización poderosa y mientras era humana añoraba con pertenecer a la iglesia mucho más que trabajar por mi cuenta- sus palabras firmes sin ninguna pizca de vacilación, la vampiresa era buena mintiendo, los hombres parecían dudosos, estaba claro no eran tan tontos para dejarse convencer, pero Dominique se encargaría de eso, se dio la vuelta y exigió a uno de los inquisidores –Dame las llaves- no se podía creer lo tontos que estaban siendo los supuestos inquisidores, en cuanto a su amigo ella sabía que la apreciaba así que era predecible esa actitud, Leer seguía con su rostro firme, no podía mostrase burlesca si quería convencerlos de sus palabras, los hombres se rehusaban pero en eso Dominique se exaltó y prácticamente le arrebató las llaves al que las tenía, uno de los hombres dijo –¡Espera!- la vampiresa lo miró con el ceño fruncido –Antes de que la saques hay que matar al imbécil y payaso de aquí al lado no podemos correr riesgos- le hizo una señal con la barbilla a otro hombre para que fuera a matar a Alexalmo a lo que Leer le miró enojada a Dominique, él se encogió de hombros –No puedo hacer nada al respecto Amelia, lo importante es que salgas de aquí- miró como el hombre sacaba la ballesta y apuntaba al interior de la celda contigua sonriendo –Hora de morir escoria- dijo con una voz casi diabólica, la vampiresa cada vez estaba más desesperada no podía dejarlo morir, miró a Dominique y estaba a una distancia considerable, bajó sus ojos a las llaves y decidió actuar, con velocidad lo atrajo envolviendo su mano en su cuello y fracturándoselo, quitándole las llaves de la mano, los tres hombres desviaron su atención a ella y empezaron a disparar, en un abrir y cerrar de ojos había abierto la celda mientras que con el cuerpo inerte del cazador se cubría de los impactos, le partió el cuello a uno y mientras el que tenía la ballesta recargaba se la quito golpeándola con la misma en el rostro, le enterró las garras al tercero en el pecho desgarrándole la carne y sacó la pistola de la funda que tenía en el pantalón, dándole dos disparos entre medio de los ojos, estaba cegada por la furia y bajó la guardia un poco al que había golpeado con la ballesta se levantó acercándose a ella con una estaca y enterrándosela en la espalda, soltó un grito de dolor y se dio vuelta rápidamente mientras miraba como sacaba otra estaca para enterrársela de nueva cuenta, le tomó de la mano antes de que le diera y fracturó la muñeca arrancándole la mano, tomó una flecha y se la enterró en un ojo retorciéndola y sacándola para clavársela en la sien, el hombre cayó desplomado, sentía el dolor recorrerle la espalda y los ojos teñidos por el amaranto daban muestra del fuego que la consumía, con fuerzas y dificultad se sacó la estaca de plata con el ardor en su palma por el material, jadeaba y miró a Alexalmo, se inclinó con las piernas temblándole y tomó las llaves acercándose a su celda con un paso dificultoso, no se había alimentado y ya eran dos estacas de plata en una noche esta vez estaba perdiendo más sangre, abrió y en cuanto lo hizo cayó desplomada a un lado, agarrándose la herida –Listo, es mejor que huyas, yo ya no importo- miró hacia la ballesta –Úsala para salir- tragó pesado –No te preocupes por mí, ya me las arreglare mientras tanto tú corre y ya tienes armas para defenderte en caso que quieran atacarte- gruñó sintiendo como la sangre se resbalaba por su espalda –Date prisa- no le miró esperando que acatara su orden, si no salían los dos al menos uno tenía que huir.
Leer Kruspe- Vampiro Clase Alta
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Re: La huida [Leer] (TERMINADO)
Escuché la historia de mi compañera: al parecer los vampiros le hicieron a ella lo que la Inquisición me hizo a mí. Con un pasado como ése no me extraña, cualquiera se convertiría en un cazador...
Entonces los inquisidores empezaron a llegar, y ambos empezamos a interpretar nuestro papel y a fingir que estábamos enemistados para eliminar sospechas, y también fingir que las celdas no estaban abiertas...
De momento todo estaba saliendo según lo previsto. Los inquisidores no se dieron cuenta de que las cerraduras de las celdas estaban abiertas, pero su comportamiento era extraño. Un grupo de ellos centró sus armas en mí, pero a la otra la estaban tratando como a una reina. Eso, y lo que había dicho de que fingiéramos pelearnos me estaba dando mala espina, ¿qué coño estaba pasando? ¿Por qué a ella no le hacen nada?
Uno de ellos, alguien a quien no había visto antes empezó a discutir con Leer y la convencía para que se uniera a la Inquisición, pero ella se negó. Ya veo... debe ser importante, porque la quieren reclutar para el grupo. Cabrones, y a mí que me parta un rayo, ¿no?
La puerta de la celda está abierta. Puedo salir cuando quiera y meterles un mordisco a esos monjes de pacotilla, podría matarlos en un segundo aprovechando una distracción. Si tan sólo dejaran de mirarme un rato...
De repente, Leer aceptó la oferta. Debía de ser una treta para sacarnos de aquí, seguramente. Sí... debía de ser eso. Fue entonces cuando les dijo a todos que yo la estaba molestando y que me burlaba de ella. En otras palabras, que era su enemigo. Era el enemigo del nuevo fichaje de la Inquisición.
- Leer... ¿¡pero qué cojones...!?
- ¡Calla!
¿Se puede saber qué pretendía? ¿No veía que me estaban apuntando directamente con ballestas y pistolas? ¡Que me iban a matar! Una cosa es fingir que nos llevamos mal para evitar sospechas, ¡pero la muy perra me estaba condenando a muerte ahí mismo! ¿Es que es gilipollas la pobre o me está traicionando para irse de rositas?
Entonces fue cuando dijo que quería salir para matarme personalmente. ¡Pues claro! Qué idiota soy, es sólo una estratagema para salir de aquí.
Dejé que la situación siguiera su curso en silencio...
Sin embargo, las cosas no salieron según lo planeado, porque los inquisidores afirmaron que era demasiado arriesgado sacarme a ninguna parte, de modo que decidieron matarme ahí mismo. Hubiera sido una putada terrible, si no fuera por el hecho de que mi compañera tomó las riendas de la situación y, antes de que ninguno de nosotros se diera cuenta de lo que estaba pasando, los cuatro estaban muertos, incluso el "colega" de Leer. Salí tranquilamente de la celda y vi que estaba en el suelo, herida por la plata, y sintiéndose débil. Fue bastante dramático cómo me apresuró a salir corriendo para salvar mi vida y dejarla aquí, y sería mucho más dramático si no fuera porque no era para nada necesario hacer eso, ya que la salvación para los dos se encontraba en esa misma sala.
- No hacía falta que hicieras eso. Podrías simplemente haber provocado una distracción, y yo habría eliminado a la mitad. - miré el cadáver de Dom - Vaya, vaya. No te has cortado un pelo, ¿eh? Pobrecito, se lo veía bastante entusiasmado con la idea de trabajar contigo, pero bueno... Tal vez podríamos haberlo convencido de que nos dejara huir, pero entiendo que no quisieras correr riesgos. - señalé los cadáveres - Hasta ellos piensan igual que tú.
Cogí el cadáver de Dom y el de otro inquisidor y se los acerqué a Leer de la misma forma que una leona trae un cadáver de antílope a sus crías para alimentarlas.
- Anda, anda, pero mira que eres dramática. Bebe, así te recuperarás un poco. Dos cadáveres llenos de sangre para cada uno, ¿eh? Jejeje. Vamos, antes de que toda la sangre se escurra por las heridas.
Cogí los otros dos cuerpos e hice lo propio. Bebí, bebí hasta dejarlos secos, y dejé que ella hiciera lo mismo.
- Tardarán un tiempo en notar algo extraño. De momento, podemos descanasar y esperar a que tus heridas se regeneren. No iba a dejarte atrás, y espero de ti que tú tampoco hagas lo mismo. Odio las traiciones.
La miré en silencio.
- A mí me pasó algo parecido. Sólo que en lugar de ser vampiros, fueron los inquisidores quienes nos atacaron. Una putada, ¿sabes? Desde entonces tengo tantas ganas de venganza. Pero es lo que hay, supongo. Sólo por ser un vampiro, o por ser incluso amigo de uno, ya tienes a medio mundo en tu contra. Qué puto asco...
Tenía ganas de salir de ahí, pero dejé que la sangre que había bebido me hiciera recomponerme y curara todas mis heridas, a la vez que me llenaba de energía para seguir luchando. Era una calma entre tormentas y quería disfrutarla mientras durase, aunque también sabía que no duraría para siempre.
- Deberíamos darnos prisa. No sé cuánto tardarán en notar la ausencia de sus compañeros.
Entonces los inquisidores empezaron a llegar, y ambos empezamos a interpretar nuestro papel y a fingir que estábamos enemistados para eliminar sospechas, y también fingir que las celdas no estaban abiertas...
De momento todo estaba saliendo según lo previsto. Los inquisidores no se dieron cuenta de que las cerraduras de las celdas estaban abiertas, pero su comportamiento era extraño. Un grupo de ellos centró sus armas en mí, pero a la otra la estaban tratando como a una reina. Eso, y lo que había dicho de que fingiéramos pelearnos me estaba dando mala espina, ¿qué coño estaba pasando? ¿Por qué a ella no le hacen nada?
Uno de ellos, alguien a quien no había visto antes empezó a discutir con Leer y la convencía para que se uniera a la Inquisición, pero ella se negó. Ya veo... debe ser importante, porque la quieren reclutar para el grupo. Cabrones, y a mí que me parta un rayo, ¿no?
La puerta de la celda está abierta. Puedo salir cuando quiera y meterles un mordisco a esos monjes de pacotilla, podría matarlos en un segundo aprovechando una distracción. Si tan sólo dejaran de mirarme un rato...
De repente, Leer aceptó la oferta. Debía de ser una treta para sacarnos de aquí, seguramente. Sí... debía de ser eso. Fue entonces cuando les dijo a todos que yo la estaba molestando y que me burlaba de ella. En otras palabras, que era su enemigo. Era el enemigo del nuevo fichaje de la Inquisición.
- Leer... ¿¡pero qué cojones...!?
- ¡Calla!
¿Se puede saber qué pretendía? ¿No veía que me estaban apuntando directamente con ballestas y pistolas? ¡Que me iban a matar! Una cosa es fingir que nos llevamos mal para evitar sospechas, ¡pero la muy perra me estaba condenando a muerte ahí mismo! ¿Es que es gilipollas la pobre o me está traicionando para irse de rositas?
Entonces fue cuando dijo que quería salir para matarme personalmente. ¡Pues claro! Qué idiota soy, es sólo una estratagema para salir de aquí.
Dejé que la situación siguiera su curso en silencio...
Sin embargo, las cosas no salieron según lo planeado, porque los inquisidores afirmaron que era demasiado arriesgado sacarme a ninguna parte, de modo que decidieron matarme ahí mismo. Hubiera sido una putada terrible, si no fuera por el hecho de que mi compañera tomó las riendas de la situación y, antes de que ninguno de nosotros se diera cuenta de lo que estaba pasando, los cuatro estaban muertos, incluso el "colega" de Leer. Salí tranquilamente de la celda y vi que estaba en el suelo, herida por la plata, y sintiéndose débil. Fue bastante dramático cómo me apresuró a salir corriendo para salvar mi vida y dejarla aquí, y sería mucho más dramático si no fuera porque no era para nada necesario hacer eso, ya que la salvación para los dos se encontraba en esa misma sala.
- No hacía falta que hicieras eso. Podrías simplemente haber provocado una distracción, y yo habría eliminado a la mitad. - miré el cadáver de Dom - Vaya, vaya. No te has cortado un pelo, ¿eh? Pobrecito, se lo veía bastante entusiasmado con la idea de trabajar contigo, pero bueno... Tal vez podríamos haberlo convencido de que nos dejara huir, pero entiendo que no quisieras correr riesgos. - señalé los cadáveres - Hasta ellos piensan igual que tú.
Cogí el cadáver de Dom y el de otro inquisidor y se los acerqué a Leer de la misma forma que una leona trae un cadáver de antílope a sus crías para alimentarlas.
- Anda, anda, pero mira que eres dramática. Bebe, así te recuperarás un poco. Dos cadáveres llenos de sangre para cada uno, ¿eh? Jejeje. Vamos, antes de que toda la sangre se escurra por las heridas.
Cogí los otros dos cuerpos e hice lo propio. Bebí, bebí hasta dejarlos secos, y dejé que ella hiciera lo mismo.
- Tardarán un tiempo en notar algo extraño. De momento, podemos descanasar y esperar a que tus heridas se regeneren. No iba a dejarte atrás, y espero de ti que tú tampoco hagas lo mismo. Odio las traiciones.
La miré en silencio.
- A mí me pasó algo parecido. Sólo que en lugar de ser vampiros, fueron los inquisidores quienes nos atacaron. Una putada, ¿sabes? Desde entonces tengo tantas ganas de venganza. Pero es lo que hay, supongo. Sólo por ser un vampiro, o por ser incluso amigo de uno, ya tienes a medio mundo en tu contra. Qué puto asco...
Tenía ganas de salir de ahí, pero dejé que la sangre que había bebido me hiciera recomponerme y curara todas mis heridas, a la vez que me llenaba de energía para seguir luchando. Era una calma entre tormentas y quería disfrutarla mientras durase, aunque también sabía que no duraría para siempre.
- Deberíamos darnos prisa. No sé cuánto tardarán en notar la ausencia de sus compañeros.
Alexalmo- Vampiro Clase Media
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Re: La huida [Leer] (TERMINADO)
La mayoría de las personas son como alfileres: sus cabezas no son lo más importante.
Jonathan Swift
El dolor que le recorría a la vampiresa la espalda debido a la plata era abrumador, sobre todo por el hecho que no sanaba, sabía que era la plata y sobre todo el no haberse alimentado de nadie, todavía se escuchaba como el corazón muy finamente palpitaba dentro de las cajas torácicas de los que había atacado, después de haberse negado a sacarla, al menos no antes de asesinar a Alexalmo tuvo que tomar medidas severas y el matar ya era algo de rutina en la vida de ella, mucho antes de convertirse en alguien inmortal, con la mano en el hombro sosteniéndoselo para no moverlo por la herida que tenía cerca en el omoplato, apretó los dientes y miró como él le acercaba a dos cuerpos entre ellos el de Dominique, se sintió sorprendida por su acto, no le habían ofrecido de esa forma la comida jamás en lo que llevaba siendo vampiresa, tragó un poco y miró como él se alimentaba de los otros dos, la boca se le hizo agua de ver tal escena y aunque no era de las que le gustaba alimentarse frente a otro de su misma especie, la necesidad era tal que eso solamente se convirtió en un molesto e insignificante pensamiento, tragó pesado y con dificultad se inclinó sobre el cuerpo de Dominique recorriéndole el rostro con la mirada, no confiaba en él y por eso el hecho que tuvo que recurrir a la muerte, tomó con ambas manos su rostro y ladeó la cabeza clavándose rápidamente en su cuello, tenía que ser rápida, ya le habían explicado que no podía beber de un cadáver sin vida, los ojos se le tiñeron de un bermellón lleno de ansias y abrió los ojos un poco mirando a Alexalmo mientras succionaba del cuerpo agonizante de su ex colega, sentía como la herida se cerraba en su espalda con cada gota que consumía de linfa finalmente sintió el clic donde debía separarse y desencajó los colmillos, jadeando un poco y besando la herida al final, se saboreó los labios y el otro ya estaba completamente muerto no iba a beber de él y ya no lo ocupaba, la sangre había cumplido con su objetivo, se recostó contra los barrotes de la celda donde había estado encerrado su compañero vampiro y cerró los ojos dejándose llenar por el éxtasis de la sangre humana, por ese hormigueo que le consumía cada célula del cuerpo, era algo inexplicable e inigualable, tragó de nueva cuenta y abrió los ojos, escuchando a Alexalmo, frunció el ceño y negó –Escucha Alexalmo, no se trataba de hacer alboroto ¿Creías que una distracción sería suficiente para salir de acá? - sonrió de lado –Tenían armas y no quiero sonar grosera pero no te veo como alguien con habilidades de lucha, no siempre las habilidades sobrehumanas ayudan, míranos donde estamos después de todo- dijo lo ultimo con un ligero tono divertido y le miró –Pero las apariencias engañan y sí tal vez esa hubiera sido una mejor opción pero actué por instinto, te iban a matar y no lo iba a permitir- se encogió de hombros –No me condenes por eso- dijo entre risas, suspiró cansada –Y sí, tienes razón soy algo dramática pero después de todo al final y en algún punto de la vida todos los somos, yo simplemente soy algo más…- dobló la boca de lado pensando en la palabra correcta –¿Impulsiva quizás? - rodó la cabeza mirando hacia la pared y cerró los ojos, atenta a su voz, cuando esa oración la hizo molestarse un poco, rápidamente le miró molesta –Escúchame bien Alexalmo, yo no soy amiga de la traición y tampoco me gusta acompañarme de personas que sean amantes de eso, porque odio la mentira y todo aquel que me traiciona me encargó que lo pague con sangre, así qué…- alzó la ceja mirándole seria –Espero tú tampoco planees traicionarme- gruñó bajo y volvió a recostar la cabeza contra los barrotes, arrugando la frente y tragando, ya estaba bastante revitalizada, la voz del vampiro seguía en el aire, no le molestaba de cierta forma le agradaba, le hacía no sentirse sola, abrió un ojo un poco mirándole cuando le confesó lo que había pasado con la Inquisición, se saboreó el labio inferior y se dobló hacia un lado poniendo sus manos en su regazo viéndole con un poco de comprensión –Oye ¿te puedo preguntar algo? - apretó los labios –Hace ratos hablaste de Dios y parecías un creyente fiel, yo no soy fiel pero sí creo en él y sé algo más o menos acerca del tema ¿Crees que Dios estaría orgulloso de tu odio hacia ellos? - hizo una ligera mueca despabilándose -Digo, independientemente sean o no unos bastardos, son seres humanos, creados por él y ya que tú crees en él, no me parece muy correcto lo que haces con lo que me dices, no te estoy juzgando porque de igual forma yo soy alguien muy vengativo, pero la existencia de Dios poco a poco se desvanece de mis creencias y no estoy orgullosa de ello, solo está sucediendo- se encogió de hombros y recostó la sien contra los barrotes –Y sí tienes razón su odio hacia nosotros es abrumador Alexalmo, pero volviendo a mis experiencias pasadas cuando era humana te diré que no todos los vampiros son unas blancas palomas, los hay buenos y malos pero ahora que estoy de este lado eso ya no parece importarme al fin y al cabo todos somos de una misma especie- suspiró –Pero para los humanos esto es un punto de vista absurdo, nos temen, piensan que vamos por la vida con la intención de matarlos, de usarlos como bolsas de sangre- se rió bajito –Y en cierto punto tienen razón necesitamos de ellos para subsistir son como la maldición y la cura para la enfermedad- se sostuvo el hombro y movió –Creo que ya estoy bien- la vampiresa se levantó del suelo sacudiéndose las ropas –Es mejor que nos demos prisa para huir de acá, porque no quiero seguirme comportando como una salvaje asesina- miró los cuerpos y arrugó la cara con asco, le extendió la mano para ayudarle a levantarse y ya una vez él de pie tomó la revolver de uno de los inquisidores y también la ballesta, se la extendió a Alexalmo con una sonrisa a medias –Espero sepas usarla- alzó la ceja, cuando escuchó unos pasos y murmullos arriba de ellos, el ambiente parecía agitado -¡Maldición! - masculló entre dientes –Creo que la calma no duró mucho- gruñó bajo –Esos desgraciados ya se dieron cuenta, nos van a descuartizar- mirando hacia arriba sus ojos no se dejaban de mover como si mirara los pasos de los otros dibujarse en el techo –Al parecer la noche está empecinada en que nos comportemos como salvajes- sonrió de lado –¿Listo? - su iris se volvió a esconder por el amaranto puro pero esta vez era diferente, había venganza y ansias por descuartizar en sus ojos
Leer Kruspe- Vampiro Clase Alta
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Re: La huida [Leer] (TERMINADO)
La observé tranquilamente mientras se alimentaba de los cadáveres de los inquisidores muertos. Muy bien, que se jodan. A nadie le importa que hayan muerto, de todas formas.
- Jejeje... Aún no me has visto manejar una espada, Leer. - le respondí con una sonrisa pícara, cuando me comentó eso de que no parecía una persona con habilidades de lucha - Y prefiero morir antes que traicionar a alguien.
Me pegué a la pared que estaba junto a la puerta abierta y escuché con atención. Quería ser el primero en enterarme cuando llegara la Inquisición.
- Dudo mucho que Dios haya escogido un bando, Leer. - le dije, tristemente -. Los inquisidores defienden su nombre a capa y espada aunque eso les lleve a romper sus leyes y a asesinar a todo aquel que no sea como ellos, mientras que yo trato de eliminar a dicha Inquisición. Es una guerra entre miembros de una misma religión, así que no creo que Dios esté de acuerdo con ninguno de los dos. Simplemente son hijos asesinándose, como se han asesinado siempre, de la misma forma que los católicos y los musulmanes se enfrentaban a muerte por tener diferentes maneras de ver a Dios.
Me dejé caer, hasta quedar sentado.
- Pero estoy convencido de que lucho en el bando correcto. No sé lo que piensan Dios o Jesús, pero sé que la gente está harta de que la Inquisición se los lleve a una mazmorra a matarlos de forma atroz sólo por no querer obedecer todas y cada una de sus órdenes. Todos los inquisidores deben morir. No habrá paz mientras ellos sigan con vida.
Escuché su historia sobre los vampiros.
- ¡Pues claro que hay vampiros malos, igual que hay humanos malos! ¿Eso les da derecho a juzgarnos a todos y perseguirnos y asesinarnos sólo por querer existir? No tienen derecho.
Efectivamente, nuestra conversación nos hizo descuidarnos, y al final los guardias de la mazmorra empezaron a echar de menos a sus camaradas, de modo que no tardaron demasiado en llegar. Mierda, ahora que estaba teniendo una conversación filosófica de lo más interesante...
Leer me ofreció una ballesta. Sonreí.
- Bueno, no es que se me dé mal usar armas de distancia, es que soy algo así como el peor tirador de todo París pero bueno... en cortas distancias, a lo mejor...
Cogí la ballesta y me apoyé en la pared.
Llegaron tres guardias también. Debían de ser simplemente el que venía a comprobar que todo había ido bien mas dos guardias "por si acaso". O a lo mejor habían oído la pelea y ya venían dispuestos a luchar, qué más da.
Estaban en el pasillo y vieron a Leer. Salí bruscamente de mi escondite con la ballesta en alto.
- Hola. ¿Qué hay? - dije, como si acabara de ver a mis colegas de toda la vida.
Disparé el virote que estaba cargado. Mi objetivo era darle en el corazón al que estaba más cerca, para matarlo rápidamente. Por desgracia, fallé. Lo siento, ya dije que tenía muy mala puntería, no es culpa mía. Por eso, en vez de acertarle en el corazón debí de darle en un pulmón, porque se desplomó y se desangró entre toses y gemidos, como si estuviera sufriendo una muerte dolorosa. Pero bueno, tampoco pasa nada.
Volví a ponerme a cubierto rápidamente y dejé que Leer disparara al siguiente.
- Intentemos coger a uno con vida. Tengo algunas preguntas que hacer.
- Jejeje... Aún no me has visto manejar una espada, Leer. - le respondí con una sonrisa pícara, cuando me comentó eso de que no parecía una persona con habilidades de lucha - Y prefiero morir antes que traicionar a alguien.
Me pegué a la pared que estaba junto a la puerta abierta y escuché con atención. Quería ser el primero en enterarme cuando llegara la Inquisición.
- Dudo mucho que Dios haya escogido un bando, Leer. - le dije, tristemente -. Los inquisidores defienden su nombre a capa y espada aunque eso les lleve a romper sus leyes y a asesinar a todo aquel que no sea como ellos, mientras que yo trato de eliminar a dicha Inquisición. Es una guerra entre miembros de una misma religión, así que no creo que Dios esté de acuerdo con ninguno de los dos. Simplemente son hijos asesinándose, como se han asesinado siempre, de la misma forma que los católicos y los musulmanes se enfrentaban a muerte por tener diferentes maneras de ver a Dios.
Me dejé caer, hasta quedar sentado.
- Pero estoy convencido de que lucho en el bando correcto. No sé lo que piensan Dios o Jesús, pero sé que la gente está harta de que la Inquisición se los lleve a una mazmorra a matarlos de forma atroz sólo por no querer obedecer todas y cada una de sus órdenes. Todos los inquisidores deben morir. No habrá paz mientras ellos sigan con vida.
Escuché su historia sobre los vampiros.
- ¡Pues claro que hay vampiros malos, igual que hay humanos malos! ¿Eso les da derecho a juzgarnos a todos y perseguirnos y asesinarnos sólo por querer existir? No tienen derecho.
Efectivamente, nuestra conversación nos hizo descuidarnos, y al final los guardias de la mazmorra empezaron a echar de menos a sus camaradas, de modo que no tardaron demasiado en llegar. Mierda, ahora que estaba teniendo una conversación filosófica de lo más interesante...
Leer me ofreció una ballesta. Sonreí.
- Bueno, no es que se me dé mal usar armas de distancia, es que soy algo así como el peor tirador de todo París pero bueno... en cortas distancias, a lo mejor...
Cogí la ballesta y me apoyé en la pared.
Llegaron tres guardias también. Debían de ser simplemente el que venía a comprobar que todo había ido bien mas dos guardias "por si acaso". O a lo mejor habían oído la pelea y ya venían dispuestos a luchar, qué más da.
Estaban en el pasillo y vieron a Leer. Salí bruscamente de mi escondite con la ballesta en alto.
- Hola. ¿Qué hay? - dije, como si acabara de ver a mis colegas de toda la vida.
Disparé el virote que estaba cargado. Mi objetivo era darle en el corazón al que estaba más cerca, para matarlo rápidamente. Por desgracia, fallé. Lo siento, ya dije que tenía muy mala puntería, no es culpa mía. Por eso, en vez de acertarle en el corazón debí de darle en un pulmón, porque se desplomó y se desangró entre toses y gemidos, como si estuviera sufriendo una muerte dolorosa. Pero bueno, tampoco pasa nada.
Volví a ponerme a cubierto rápidamente y dejé que Leer disparara al siguiente.
- Intentemos coger a uno con vida. Tengo algunas preguntas que hacer.
Alexalmo- Vampiro Clase Media
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Re: La huida [Leer] (TERMINADO)
Según vamos adquiriendo conocimiento, las cosas no se hacen más comprensibles, sino más misteriosas.
Le escuchó y la duda se apoderaron de su mente, había dicho que no era bueno tirando y para Leer eso era como encontrarse en alta mar sin tierra a la vista, dobló la boca de lado y negó, tenía que confiar un poco más en él, aunque hasta el momento no lo había visto pelear pero las habilidades que le daba la inmortalidad tenían que servirle incluso en los peores momentos, abriendo con sigilo la puerta asomó la cabeza mirando a todos lados y el olor a humano y los palpitares se hicieron presentes, volteó hacia atrás a Alexalmo e hizo un movimiento con la cabeza que podían salir, sostuvo la puerta esperando que él saliera, si no era tan bueno con las armas de distancia alguien tenía que cuidarle las espaldas al otro y le siguió –Ahí- susurró con la barbilla un escondite al otro lado de los calabozos que se trataba de una ranura entre dos celdas, se miraba que goteaba agua del techo y era bastante oscuro, pero fue tonta, no había usado sus habilidades porque no creyó que los guardias llegarían tan rápido, antes de que pudiera esconderse con Alexalmo en la hendidura para salir de sorpresa y matar a los guardias que llegasen la vieron –¡HEY!- gritó uno de ellos disparando una ballesta a lo que ella antes de que le diera movió la cabeza sintiendo como esta pasaba cerca de su cabello haciéndolo estremecer por el rocé bastante cercano, el otro sacó su revólver listo para dispararle, tensó la mandíbula notando como Alexalmo se encargaba del de la ballesta que estaba más cerca de ambos y alzó el revólver disparando al otro antes de que soltará un disparo y le dio en medio de los ojos, la sangre se escurrió del agujero y cayó inconsciente con los ojos abiertos al suelo, hizo una mueca de desprecio al ver como el otro fallecía debido a la flecha que su compañero vampiro había disparado en su pecho y sonrió un poco viéndole a él –Hubiera preferido el corazón, Alexalmo- alzó la ceja –Creo que si tienes algo de mala puntería- sonrió divertida escuchándole atenta en lo que demandaba asintió –Primero hay que ver si encontramos algo de provecho en esos dos- susurró señalando con la mano los cuerpos y se acercó a ellos notando un estilete enfundado en el pantalón del que él había disparado –Revisa al otro- le indicó a Alexalmo y bajó en sus rodillas tomando el estilete y mirando a Alexalmo –Tsss- susurró y le mostró el estilete -¿Crees que puedas con este? - sonrió de lado –No es tan difícil de manejar- susurró y lo deslizó hasta los pies de él, empezó a revisar los bolsillos del guardia buscando las llaves que abriesen puertas que pudieran estar cerradas a su intento de huir -¡Maldita sea! - gruñó al no encontrar nada y se jaló el cabello hacia atrás –Nada- le miró mal al hombre con los labios fruncidos –Inepto- susurró y luego volvió su vista al vampiro -¿Encontraste algo? - susurró cuando escuchó unos pasos acercarse –Rápido- susurró apurada levantándose rápido y tomando de la mano a Alexalmo para que se escondieran en el escondite anterior, se aferró a la esquina de la ranura viendo a otros dos llegar los cuales de inmediato se asustaron al ver los cuerpos desplomados de los otros dos –¡¿Qué…qué rayos?!- dijo uno bastante anonadado –Esos bastardos se escaparon- gruñó –¡Ve a dar aviso que hay una fuga!- le indicó el uno al otro y volteó hacia Alexalmo llevándose el dedo a la boca –Shhh- le extendió la mano –Dame el estilete- susurró bastante bajo y le entregó el revólver –Yo hago caer al que va a dar aviso y tú dispárale al otro, confió en ti solo mantén la mano firme- susurró viéndole fijo a los ojos al vampiro y sosteniendo la mano que empuñaba el mango de la pistola fuerte.
Sacó su cuerpo un poco de la ranura y lo lanzó enterrándoselo al que iba a ir a visar en el muslo -¡Ahora! - le indicó a Alexalmo para que disparase el arma al otro y se recostó contra la pared viendo al guardia dejando que se encargará de él, el otro estaba en el suelo gimiendo del dolor a lo que caminó tranquila hasta él y pisó el estilete con fuerza enterrando más en su pierna a lo que el otro gritó y ella le dio un puntapié en la cabeza dejándolo inconsciente –Este puede servir- susurró sin dejar de ver al hombre y como sangraba -¿Dónde lo vas a interrogar? - se inclinó y sacó sin delicadeza el estilete de la pierna del hombre –Tú tienes el control de esto- limpió el estilete en su vestido y se lo entregó luego a Alexalmo –Date prisa, que sabes que no solamente humanos andan rondando por acá- miró hacia la esquina para doblar a otro pasillo percatándose que nadie apareciese y los descubriese.
Albert Schweitzer
Le escuchó y la duda se apoderaron de su mente, había dicho que no era bueno tirando y para Leer eso era como encontrarse en alta mar sin tierra a la vista, dobló la boca de lado y negó, tenía que confiar un poco más en él, aunque hasta el momento no lo había visto pelear pero las habilidades que le daba la inmortalidad tenían que servirle incluso en los peores momentos, abriendo con sigilo la puerta asomó la cabeza mirando a todos lados y el olor a humano y los palpitares se hicieron presentes, volteó hacia atrás a Alexalmo e hizo un movimiento con la cabeza que podían salir, sostuvo la puerta esperando que él saliera, si no era tan bueno con las armas de distancia alguien tenía que cuidarle las espaldas al otro y le siguió –Ahí- susurró con la barbilla un escondite al otro lado de los calabozos que se trataba de una ranura entre dos celdas, se miraba que goteaba agua del techo y era bastante oscuro, pero fue tonta, no había usado sus habilidades porque no creyó que los guardias llegarían tan rápido, antes de que pudiera esconderse con Alexalmo en la hendidura para salir de sorpresa y matar a los guardias que llegasen la vieron –¡HEY!- gritó uno de ellos disparando una ballesta a lo que ella antes de que le diera movió la cabeza sintiendo como esta pasaba cerca de su cabello haciéndolo estremecer por el rocé bastante cercano, el otro sacó su revólver listo para dispararle, tensó la mandíbula notando como Alexalmo se encargaba del de la ballesta que estaba más cerca de ambos y alzó el revólver disparando al otro antes de que soltará un disparo y le dio en medio de los ojos, la sangre se escurrió del agujero y cayó inconsciente con los ojos abiertos al suelo, hizo una mueca de desprecio al ver como el otro fallecía debido a la flecha que su compañero vampiro había disparado en su pecho y sonrió un poco viéndole a él –Hubiera preferido el corazón, Alexalmo- alzó la ceja –Creo que si tienes algo de mala puntería- sonrió divertida escuchándole atenta en lo que demandaba asintió –Primero hay que ver si encontramos algo de provecho en esos dos- susurró señalando con la mano los cuerpos y se acercó a ellos notando un estilete enfundado en el pantalón del que él había disparado –Revisa al otro- le indicó a Alexalmo y bajó en sus rodillas tomando el estilete y mirando a Alexalmo –Tsss- susurró y le mostró el estilete -¿Crees que puedas con este? - sonrió de lado –No es tan difícil de manejar- susurró y lo deslizó hasta los pies de él, empezó a revisar los bolsillos del guardia buscando las llaves que abriesen puertas que pudieran estar cerradas a su intento de huir -¡Maldita sea! - gruñó al no encontrar nada y se jaló el cabello hacia atrás –Nada- le miró mal al hombre con los labios fruncidos –Inepto- susurró y luego volvió su vista al vampiro -¿Encontraste algo? - susurró cuando escuchó unos pasos acercarse –Rápido- susurró apurada levantándose rápido y tomando de la mano a Alexalmo para que se escondieran en el escondite anterior, se aferró a la esquina de la ranura viendo a otros dos llegar los cuales de inmediato se asustaron al ver los cuerpos desplomados de los otros dos –¡¿Qué…qué rayos?!- dijo uno bastante anonadado –Esos bastardos se escaparon- gruñó –¡Ve a dar aviso que hay una fuga!- le indicó el uno al otro y volteó hacia Alexalmo llevándose el dedo a la boca –Shhh- le extendió la mano –Dame el estilete- susurró bastante bajo y le entregó el revólver –Yo hago caer al que va a dar aviso y tú dispárale al otro, confió en ti solo mantén la mano firme- susurró viéndole fijo a los ojos al vampiro y sosteniendo la mano que empuñaba el mango de la pistola fuerte.
Sacó su cuerpo un poco de la ranura y lo lanzó enterrándoselo al que iba a ir a visar en el muslo -¡Ahora! - le indicó a Alexalmo para que disparase el arma al otro y se recostó contra la pared viendo al guardia dejando que se encargará de él, el otro estaba en el suelo gimiendo del dolor a lo que caminó tranquila hasta él y pisó el estilete con fuerza enterrando más en su pierna a lo que el otro gritó y ella le dio un puntapié en la cabeza dejándolo inconsciente –Este puede servir- susurró sin dejar de ver al hombre y como sangraba -¿Dónde lo vas a interrogar? - se inclinó y sacó sin delicadeza el estilete de la pierna del hombre –Tú tienes el control de esto- limpió el estilete en su vestido y se lo entregó luego a Alexalmo –Date prisa, que sabes que no solamente humanos andan rondando por acá- miró hacia la esquina para doblar a otro pasillo percatándose que nadie apareciese y los descubriese.
Leer Kruspe- Vampiro Clase Alta
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Re: La huida [Leer] (TERMINADO)
Lógicamente, sólo era cuestión de tiempo que más monjes vinieran en nuestra busca. Leer no consiguió atrapar a uno del grupo anterior como antes, pero por lo visto ello no iba a suponer un problema.
Cogí el estilete que ella me ofreció. Se sentía bien en mis manos, era como si perdieras dos o tres dedos y al días siguiente te hubieran vuelto a crecer milagrosamente. Mi brazo se sentía completo cada vez que tenía una espada o sable en la mano.
- Ahora esos sacerdotes sí que están jodidos, pero deberíamos buscar el sable de Benoît. Lo tendrán en algún cofre o algo así, si es que no lo han vendido. Mira a ver si ves algún sable con la empuñadura dorada.
Leer y yo oímos unos pasos que se acercaban, nos escondimos y los vimos llegar. Eran dos, que se alarmaron rápidamente al ver a sus amigos muertos. Uno de ellos fue corriendo a dar la voz de alarma.
- ¿Qué? ¿El estilete? - Leer me había pedido que le diera el único arma que sabía manejar, y en su lugar me dio una pistola. Ni siquiera una ballesta, no, un maldito revólver - Ehm... Cuando te dije que tengo una puntería digna de un bufón, tú entendiste más o menos lo que quería decir, ¿verdad? ¡Eh, espera!
Ni siquiera me escuchó. Cogió el estilete y se lanzó hacie quien iba a dar la voz de alarma, dejando al otro para mí. Salí del escondite y corrí hacia el sacerdote con el revólver en alto. Si al menos se tratara de una ballesta, podría contar con el sigilo y con menos retroceso, pero es que ni eso. El inquisidor en cuestión tenía un revólver también, y estaba apuntando a Leer. Me acerqué a él todo lo rápido que pude, hasta que el tipo notó mi presencia. Se giró en seguida a mí y me apuntó justo a la cabeza. Fui capaz de dispararle justo antes de que él lo hiciera, y el retroceso del arma hizo que casi se me cayera de las manos, además de hacerme perder el equilibrio un poco. Estos revólveres eran tremendos. ¿Cómo podía haber tanta potencia en algo tan pequeño? Me reincorporé y vi que el tipo seguía vivo. Vivo, y con una bala en el pecho, respirando con dificultad. Levantó su arma hacia mí y trató de dispararme en un último suspiro...
Me hice a un lado rápidamente, usando mis reflejos vampíricos, y el disparo falló. Dos disparos seguidos, bien. Nos merecemos el Premio Anual del Sigilo.
Miré a Leer, bastante molesto. ¿A quién se le ocurre dar un arma de fuego a quien ha confesado que no sabe apuntar bien? Tuve que acercarme muchísimo al monje para no fallar y por poco me dispara él primero. ¿Es que no se notaba que nos habíamos salvado de puro milagro? Y eso de coger el estilete, el único arma que sé usar...
El hombre que iba a dar la alarma estaba arrodillado en el suelo, y parecía estar sufriendo. O al menos esa fue la impresión que me dio al oír como gritaba y se lamentaba. De puta madre. Más ruido.
- ¿Quieres que lo interrogue... AHORA?
También nos vamos a ganar el Premio Anual de la Prudencia. Estamos de racha.
Me acerqué rápidamente al hombre arrodillado, le apreté el revólver contra la cabeza y disparé sin dudarlo. Esto sorprendería un poco a mi imprudente amiga, al fin y al cabo, fui yo quien dijo lo de atrapar a uno con vida. La miré, enfadado y le reproché:
- ¿Pero tú estás loca o qué? ¡Te dije que no sé disparar, casi nos matamos por nada! Y no, no me apetece ponerme a interrogar a alguien en mitad de un pasillo con toda la Inquisición persiguiéndonos. ¿Querías evitar que este tipo diera la voz de alarma? - le mostré el revólver y luego señalé al hombre que acababa de matar - Pues ahora me parece que la voz de alarma la hemos dado nosotros. Maldición, Leer. Un poco de prudencia no va a matarnos.
Arrojé con rabia el revólver al piso. No quería volver a manejar un cachivache de esos en todo lo que me quedara de vida. Para mi desgracia, al tirar el revólver, esto hizo que se disparara una vez más, y la bala rebotó en las paredes unas cuantas veces antes de aterrizar en el suelo. Miré a Leer seriamente.
- ...No te rías.
Me incliné junto a uno de los cadáveres y le arrebaté su estilete. Éste si que no lo soltaría.
- Vámonos rápido. Cuatro disparos y un montón de gritos habrán puesto con los pelos de punta a todo el que esté en esta fortaleza. Mejor no quedarnos atrapados otra vez, ¿no?
No me gustaba ser tan gruñón, pero joder, es que hay gente muy suicida en este mundo.
Cogí el estilete que ella me ofreció. Se sentía bien en mis manos, era como si perdieras dos o tres dedos y al días siguiente te hubieran vuelto a crecer milagrosamente. Mi brazo se sentía completo cada vez que tenía una espada o sable en la mano.
- Ahora esos sacerdotes sí que están jodidos, pero deberíamos buscar el sable de Benoît. Lo tendrán en algún cofre o algo así, si es que no lo han vendido. Mira a ver si ves algún sable con la empuñadura dorada.
Leer y yo oímos unos pasos que se acercaban, nos escondimos y los vimos llegar. Eran dos, que se alarmaron rápidamente al ver a sus amigos muertos. Uno de ellos fue corriendo a dar la voz de alarma.
- ¿Qué? ¿El estilete? - Leer me había pedido que le diera el único arma que sabía manejar, y en su lugar me dio una pistola. Ni siquiera una ballesta, no, un maldito revólver - Ehm... Cuando te dije que tengo una puntería digna de un bufón, tú entendiste más o menos lo que quería decir, ¿verdad? ¡Eh, espera!
Ni siquiera me escuchó. Cogió el estilete y se lanzó hacie quien iba a dar la voz de alarma, dejando al otro para mí. Salí del escondite y corrí hacia el sacerdote con el revólver en alto. Si al menos se tratara de una ballesta, podría contar con el sigilo y con menos retroceso, pero es que ni eso. El inquisidor en cuestión tenía un revólver también, y estaba apuntando a Leer. Me acerqué a él todo lo rápido que pude, hasta que el tipo notó mi presencia. Se giró en seguida a mí y me apuntó justo a la cabeza. Fui capaz de dispararle justo antes de que él lo hiciera, y el retroceso del arma hizo que casi se me cayera de las manos, además de hacerme perder el equilibrio un poco. Estos revólveres eran tremendos. ¿Cómo podía haber tanta potencia en algo tan pequeño? Me reincorporé y vi que el tipo seguía vivo. Vivo, y con una bala en el pecho, respirando con dificultad. Levantó su arma hacia mí y trató de dispararme en un último suspiro...
Me hice a un lado rápidamente, usando mis reflejos vampíricos, y el disparo falló. Dos disparos seguidos, bien. Nos merecemos el Premio Anual del Sigilo.
Miré a Leer, bastante molesto. ¿A quién se le ocurre dar un arma de fuego a quien ha confesado que no sabe apuntar bien? Tuve que acercarme muchísimo al monje para no fallar y por poco me dispara él primero. ¿Es que no se notaba que nos habíamos salvado de puro milagro? Y eso de coger el estilete, el único arma que sé usar...
El hombre que iba a dar la alarma estaba arrodillado en el suelo, y parecía estar sufriendo. O al menos esa fue la impresión que me dio al oír como gritaba y se lamentaba. De puta madre. Más ruido.
- ¿Quieres que lo interrogue... AHORA?
También nos vamos a ganar el Premio Anual de la Prudencia. Estamos de racha.
Me acerqué rápidamente al hombre arrodillado, le apreté el revólver contra la cabeza y disparé sin dudarlo. Esto sorprendería un poco a mi imprudente amiga, al fin y al cabo, fui yo quien dijo lo de atrapar a uno con vida. La miré, enfadado y le reproché:
- ¿Pero tú estás loca o qué? ¡Te dije que no sé disparar, casi nos matamos por nada! Y no, no me apetece ponerme a interrogar a alguien en mitad de un pasillo con toda la Inquisición persiguiéndonos. ¿Querías evitar que este tipo diera la voz de alarma? - le mostré el revólver y luego señalé al hombre que acababa de matar - Pues ahora me parece que la voz de alarma la hemos dado nosotros. Maldición, Leer. Un poco de prudencia no va a matarnos.
Arrojé con rabia el revólver al piso. No quería volver a manejar un cachivache de esos en todo lo que me quedara de vida. Para mi desgracia, al tirar el revólver, esto hizo que se disparara una vez más, y la bala rebotó en las paredes unas cuantas veces antes de aterrizar en el suelo. Miré a Leer seriamente.
- ...No te rías.
Me incliné junto a uno de los cadáveres y le arrebaté su estilete. Éste si que no lo soltaría.
- Vámonos rápido. Cuatro disparos y un montón de gritos habrán puesto con los pelos de punta a todo el que esté en esta fortaleza. Mejor no quedarnos atrapados otra vez, ¿no?
No me gustaba ser tan gruñón, pero joder, es que hay gente muy suicida en este mundo.
- OFF:
- Eres una loquilla, Leer xD. Bueno, sólo queda esperar a que vuelvas ^_^.
Por cierto, ¿sabes cómo se usan los dados en Victorian Vampires? Es que estaría bien jugar con la probabilidad para que no nos salga todo tan bien siempre jajaja. O usar nuestros propios dados o algo.
Alexalmo- Vampiro Clase Media
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Localización : Visto por última vez en París. Si lo ve, avise en la comisaría más cercana, por favor.
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Re: La huida [Leer] (TERMINADO)
La esperanza y el temor son inseparables y no hay temor sin esperanza, ni esperanza sin temor.
Alerta seguía la vampiresa, ahora con la cabeza un poco fría recordaba sus movimientos, quizás había sido impulsiva pero es que ante el peligro tampoco era algo que se podía sentar a pensar, como si fuera un juego de ajedrez, tenías que atacar cuando tenías el peligro enfrente sin siquiera dejar al enemigo respirar, fue cuando lo escuchó, estaba molesto, le miró con una completa seriedad y alzó la ceja –Dijiste que quería interrogar a alguien ¿no? - le señaló con la barbilla al inquisidor –No aquí Alexalmo, podemos entrar a alguna de tantas habitaciones que hay por aquí o mejor aún podemos cargarlo para que nos dé información y luego nos deshacemos de él- se cruzó de brazos viéndole desde abajo, él le llevaba ventaja en altura –No estoy loca- susurró y cerró los ojos ladeando la cabeza como niña caprichosa -¿¿Qué querías que hiciera? No podía disparar porque iba a alertar al otro tenía que ser sigilosa- le miró de reojo –Además a pesar de que dices no ser tan bueno con las armas a distancia no lo has hecho mal- volteó hacia el inquisidor que había matado –Es claro que quería que no lo hiciera- frunció el ceño viéndole fijo –¿Oh vamos no te enojes- se rió negando y dejo caer los brazos algo molesta cuando le dijo que dejara de reírse –Si pudimos con estos, podemos con los demás- sonrió de lado y suspiró –La prudencia con este tipo de escorias no es necesaria Alexalmo- se llevó las manos a la cintura inclinándose hacia arriba para hablarle firmemente –No cuando son bestias, no saben razonas, solo matan por placer, usan el nombre de Dios para sentirse menos culpables, son la basura de la naturaleza ¡desde que era humana cazadora les he tenido un desprecio innegable! - se exaltó un poco y empezó a ahogarse en oxigeno, estaba realmente molesta, de inmediato frunció el ceño y bajó la cabeza apretándose el puente de la nariz porque el enojo no los llevaría a ningún lado a ambos, notó el color de sus zapatos y apretó los puños, calmándose.
-De acuerdo- murmuró y le miró por debajo de las cejas con frialdad –No voy a ser impulsiva- tragó –Tienes razón la imprudencia no nos sacara de aquí- quedándose callada unos minutos y vio atenta como recogía el estilete –Voy a seguirte sin actuar como cabezota- cerró los ojos –Siento esto- se mordió la lengua, Leer no era de las que pedía disculpas porque ella no aceptaba errores y no los cometía pero claramente estaba viendo la turbulencia en el agua –Dame la pistola- llevó la mano a la de él y se la quitó –Yo soy mejor con estas cosas- ablandó las facciones y se giró siguiéndolo –Mencionaste algo de un sable- posó su mano en el hombro de Alexalmo para que la viese –¿Nos iremos sin él? - alzó la ceja sin dejar de verle –Si nos vamos a ir debes guiarme porque soy una maldita ciega en este lugar, no tengo ni idea de cuál camino tomar para salir- miró hacia atrás –No seas gruñón- sonrió un poco –Me deje llevar por el impulso ¿de acuerdo? - negó sin dejar de sonreír –¿Puedes no condenarme por eso? - susurró un tanto divertida cuando escuchó unos pasos acercarse y frunció el ceño -¿Qué es eso? - tragó pesado y miró hacia atrás –Viene alguien- murmuró -Debemos esconder los cuerpos si no quieres que hayan más muertos- tomó de debajo de los brazos a uno de los muertos –Ayúdame con el otro- susurró a él y arrastró con rapidez el cuerpo hacia el lugar donde habían estado escondidos, viendo por la esquina del escondite que apareciesen los inquisidores que se acercaban -¿Y ahora qué hacemos? - susurró viéndole de reojo –No voy a actuar sin pensar esta vez- apretó el mango de la pistola en su mano y dejó salir un poco de aire por la nariz, tenía que tranquilizarse porque la huida del lugar era trabajo de equipo no de uno solo y hasta el momento solo habían dejado unos cuantos cuerpo botados en el suelo sin obtener pistas acerca del otro inquisidor que la había atrapado a ella ni a él.
François de La Rochefoucauld
Alerta seguía la vampiresa, ahora con la cabeza un poco fría recordaba sus movimientos, quizás había sido impulsiva pero es que ante el peligro tampoco era algo que se podía sentar a pensar, como si fuera un juego de ajedrez, tenías que atacar cuando tenías el peligro enfrente sin siquiera dejar al enemigo respirar, fue cuando lo escuchó, estaba molesto, le miró con una completa seriedad y alzó la ceja –Dijiste que quería interrogar a alguien ¿no? - le señaló con la barbilla al inquisidor –No aquí Alexalmo, podemos entrar a alguna de tantas habitaciones que hay por aquí o mejor aún podemos cargarlo para que nos dé información y luego nos deshacemos de él- se cruzó de brazos viéndole desde abajo, él le llevaba ventaja en altura –No estoy loca- susurró y cerró los ojos ladeando la cabeza como niña caprichosa -¿¿Qué querías que hiciera? No podía disparar porque iba a alertar al otro tenía que ser sigilosa- le miró de reojo –Además a pesar de que dices no ser tan bueno con las armas a distancia no lo has hecho mal- volteó hacia el inquisidor que había matado –Es claro que quería que no lo hiciera- frunció el ceño viéndole fijo –¿Oh vamos no te enojes- se rió negando y dejo caer los brazos algo molesta cuando le dijo que dejara de reírse –Si pudimos con estos, podemos con los demás- sonrió de lado y suspiró –La prudencia con este tipo de escorias no es necesaria Alexalmo- se llevó las manos a la cintura inclinándose hacia arriba para hablarle firmemente –No cuando son bestias, no saben razonas, solo matan por placer, usan el nombre de Dios para sentirse menos culpables, son la basura de la naturaleza ¡desde que era humana cazadora les he tenido un desprecio innegable! - se exaltó un poco y empezó a ahogarse en oxigeno, estaba realmente molesta, de inmediato frunció el ceño y bajó la cabeza apretándose el puente de la nariz porque el enojo no los llevaría a ningún lado a ambos, notó el color de sus zapatos y apretó los puños, calmándose.
-De acuerdo- murmuró y le miró por debajo de las cejas con frialdad –No voy a ser impulsiva- tragó –Tienes razón la imprudencia no nos sacara de aquí- quedándose callada unos minutos y vio atenta como recogía el estilete –Voy a seguirte sin actuar como cabezota- cerró los ojos –Siento esto- se mordió la lengua, Leer no era de las que pedía disculpas porque ella no aceptaba errores y no los cometía pero claramente estaba viendo la turbulencia en el agua –Dame la pistola- llevó la mano a la de él y se la quitó –Yo soy mejor con estas cosas- ablandó las facciones y se giró siguiéndolo –Mencionaste algo de un sable- posó su mano en el hombro de Alexalmo para que la viese –¿Nos iremos sin él? - alzó la ceja sin dejar de verle –Si nos vamos a ir debes guiarme porque soy una maldita ciega en este lugar, no tengo ni idea de cuál camino tomar para salir- miró hacia atrás –No seas gruñón- sonrió un poco –Me deje llevar por el impulso ¿de acuerdo? - negó sin dejar de sonreír –¿Puedes no condenarme por eso? - susurró un tanto divertida cuando escuchó unos pasos acercarse y frunció el ceño -¿Qué es eso? - tragó pesado y miró hacia atrás –Viene alguien- murmuró -Debemos esconder los cuerpos si no quieres que hayan más muertos- tomó de debajo de los brazos a uno de los muertos –Ayúdame con el otro- susurró a él y arrastró con rapidez el cuerpo hacia el lugar donde habían estado escondidos, viendo por la esquina del escondite que apareciesen los inquisidores que se acercaban -¿Y ahora qué hacemos? - susurró viéndole de reojo –No voy a actuar sin pensar esta vez- apretó el mango de la pistola en su mano y dejó salir un poco de aire por la nariz, tenía que tranquilizarse porque la huida del lugar era trabajo de equipo no de uno solo y hasta el momento solo habían dejado unos cuantos cuerpo botados en el suelo sin obtener pistas acerca del otro inquisidor que la había atrapado a ella ni a él.
Leer Kruspe- Vampiro Clase Alta
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Re: La huida [Leer] (TERMINADO)
Leer no se tomó demasiado bien mi reproche. Bueno, eso era lógico, aunque no terminé de entender su respuesta. ¿Se estaba disculpando o me estaba replicando? Era una mezcla extraña entre la una y la otra. Simplemente la dejé hablar mientras sujetaba con fuerza el sable, atento al más mínimo ruido.
- Está bien, está bien, no es culpa tuya - dije, levantando las manos, tratando de suavizar la situación. No podíamos permitirnos una discusión ahora -. Todo nuestro plan ha sido una mala idea. De hecho, cada puta cosa que hago desde que estoy en París es una mala idea, pero es igual, no podemos quedarnos.
Este pasillo iba a llenarse de inquisidores pero ya, y no debíamos perder el tiempo.
- Una pistolera y un espadachín. Qué gran equipo.
Leer me preguntó sobre el sable que me habían quitado.
- Se trata de un sable de alta calidad. La empuñadura es muy suave, y el pomo es de oro, y el acero de su hoja corta con un susurro. Dudo mucho que no la quieran para sí. Debo recuperarla como sea.
No tardamos en oír pasos que venían en nuestra dirección, como era evidente.
- Con la que hemos armado, todo el puñetero edificio estará de camino. Démonos prisa. -
Corrimos por los pasillos y nos vimos en un cruce de caminos. Tratamos de ir en dirección contraria a los pasos, pero ninguno de los dos conocía realmente la estructura de esas mazmorras. Estábamos muy jodidos. Pronto descubriríamos a dónde llevaban los pasillos...
Como era evidente, los pasillos estaban repletos de inquisidores, pero supimos cómo evitarlos. Ésa era una de las ventajas de ser vampiro, nuestra gran capacidad de fundirnos entre las sombras. De vez en cuando, algún pobre desgraciado llegaba a vernos, pero Leer o yo nos lo cargábamos de forma rápida o sigilosa, sin llamar la atención. Los vampiros somos una raza superior, pero hasta el gato puede morir a manos de los ratones si son cientos contra uno. No era prudente que nos vieran.
Tras unos minutos que me parecieron horas, recorriendo los pasillos de las mazmorras, esquivando multitudes y pasando desapercibidos, logramos encontrar unas escaleras que ascendían, y daban a una puerta metálica. Abajo se oían gritos de alarma, y altos mandos dando órdenes.
- Ja, pobres bobos. Déjalos que busquen.
Abrí la puerta y salimos por fin de las mazmorras. Nada más cruzar volví a cerrarla, por si acaso. Tan sólo espero que los inquis no hayan oído el portazo. Era como si hubiéramos entrado en un universo paralelo. De los muros grises y derruidos, celdas con barrotes oxidados y ambiente lúgubre de la prisión, pasamos a una estancia bastante lujosa. Era un pasillo amplio, con suelo de mármol brillante y paredes blancas como una nube. Una preciosa alfombra roja con decorados dorados cubría el centro del suelo, y se alargaba hasta las otras salas. Delante de nosotros había una chimenea encendida, y sobre ella un gran cuadro con motivos religiosos.
- Qué bien viven los cabrones - murmuré -. Y esto es sólo un pasillo, espera a que veamos los dormitorios o el salón principal. Bueno, mejor salir cuanto antes, no sé cuándo volverá a amanecer.
Porque matarlos a todos y quedarnos el edificio como hogar permanente no era una opción muy realista... ¿verdad?
Con la esperanza de que diera con alguna salida, decidimos seguir la alfombra roja. Aquel lugar derrochaba lujo por todas partes, y era más que evidente que sus propietarios tenían muchísimo dinero. Dinero suficiente para comprar armas e instrumentos para matar y torturar a cualquiera que no sea humano. Dinero reunido de los crueles impuestos que el pueblo estaba obligado a pagar. Dinero robado. Por donde fuera que íbamos, veíamos cuadros de lujo, muebles dorados, lámparas elegantes o puertas con madera de alta calidad.
- Tú también lo sientes, ¿verdad? - le dije a mi compañera, mientras sujetaba con fuerza mi espada. Hacía tiempo que lo estaba notando, pero con el tiempo la sensación era cada vez más fuerte - Presencia vampírica.
Todos los vampiros en esta casa estarían en las mazmorras. Todos excepto uno.
- ¿Íbais a alguna parte?
La alfombra nos condujo al salón principal, o eso parecía porque era una sala inmensa. A la izquierda y derecha habían escaleras que llevaban a algún piso superior. En el centro de la sala había una enorme alfombra cuadrangular, y en las paredes habían grandes ventanas. Desde ellas podía verse una noche despejada, sin lluvias, tan tranquila. Nada en comparación con el interior del edificio. Frente a nosotros había una enorme puerta de madera de dos piezas, suficientemente grande para cinco personas...
Y entre la puerta y nosotros estaba Marie. Estaba de espaldas a nosotros con los brazos cruzados, quitándonos importancia, como si no estuviésemos allí. Iba con el mismo vestido rojo que llevaba cuando ayudó a los inquisidores a capturarme, y con su pelo rubio y ondulado que le llegaba hasta los hombros. Estaba igual que como la recordaba. Tan elegante, tan misteriosa, tan guapa, tan seductora...
- Tan puta como siempre. ¿A cuántos de nuestra raza has ayudado a matar ya, Marie?
- Incontables. Desde mucho antes de que me uniera a... la tripulación con la que estoy ahora. Incluso desde antes de que nacieran.
Se dio la vuelta lentamente, seductora. Ahora que le veía las manos pude apreciar que tenía dos revólveres. Cargados con balas de plata, seguro.
- Me resulta raro que no nos persiguieras en las mazmorras ante la voz de alarma.
- Se llama estrategia. Alguien tenía que vigilar la puerta por si, por alguna coincidencia, lográbais escapar. Esperaba no tener que entrar en acción. Reconozco que... me habéis sorprendido.
- ¿Tú sola? - no había nadie más en la sala.
- Me basto y me sobro. Deberías saber que el año que viene habré cumplido los mil años. Soy... una vampira antigua, mucho más poderosa que dos simples neófitos sin desarrollar.
- Pues feliz cumpleaños - respondí, burlón, antes de ponerme serio de verdad y avanzar algunos pasos hacia ella - ¿Por qué, Marie? ¿Por qué te alías con la Iglesia? ¿¡Por qué traicionas a tu propia especie!?
- ¿Traición? - la sonrisa seductora de la vampiresa se borró, y el ambiente se volvió mucho más frío de repente - Yo nunca pedí ser de los vuestros. ¡Yo era feliz siendo humana! ¿Te enteras? ¡Nunca quise ser vampira! - las facciones de su cara se endurecieron, y nos mostró una mueca llena de ira que no había visto antes en ella - Un desgraciado sediento de sangre me atacó, se alimentó de mí y para rematar ni siquiera tuvo la piedad de matarme. Me dejó vivir... ¡Me infectó! ¡Yo era la hija de un señor feudal muy importante! ¿¡Sabes lo que se siente que de la noche a la mañana todos tus seres queridos te teman, te odien y te repudien!? ¡Que lo pierdas todo y seas considerado un demonio por aquellos por quienes habrías dado todo cuanto tienes! ¿Te haces a la idea de lo que es eso?
- Me... lo imagino.
Marie levantó los brazos con un gesto rápido y nos apuntó con sus revólveres.
- Juré que acabaría con todos los vampiros por lo que me hicieron. Juré que os mataría a todos. La Iglesia me acogió cuando se lo pedí, me enseñaron a usar armas y a acabar con los de mi "especie". La Inquisición que tanto odias hizo mucho más por mí que cualquier vampiro endemoniado.
- ¡Te matarán, idiota! - repliqué - ¡Cuando hayan eliminado al último de los vampiros, querrán deshacerse también de los que pertenecen a la Inquisición! ¿No ves que sólo quieren matarnos a todos? Cuando hayan acabado con el resto, ¡también irán a por ti!
- Muchos me han dicho lo mismo, pero han pasado siglos y ni han intentado deshacerse de mí. Es obvio que no lo harán.
- No lo han hecho simplemente porque aún no han terminado de usarte. Cuando hayas dejado de serles útiles...
- ¡No! No me convencerás para que cambie de bando.
- La verdad... es que no pensaba convencerte - sable en mano, me puse en posición de guardia, preparado para luchar - sólo quería abrirte los ojos antes de matarte - la apunté con el dedo -. Te voy a devolver hostia por hostia todo lo que me hicísteis en la sala de torturas.
- Está bien, está bien, no es culpa tuya - dije, levantando las manos, tratando de suavizar la situación. No podíamos permitirnos una discusión ahora -. Todo nuestro plan ha sido una mala idea. De hecho, cada puta cosa que hago desde que estoy en París es una mala idea, pero es igual, no podemos quedarnos.
Este pasillo iba a llenarse de inquisidores pero ya, y no debíamos perder el tiempo.
- Una pistolera y un espadachín. Qué gran equipo.
Leer me preguntó sobre el sable que me habían quitado.
- Se trata de un sable de alta calidad. La empuñadura es muy suave, y el pomo es de oro, y el acero de su hoja corta con un susurro. Dudo mucho que no la quieran para sí. Debo recuperarla como sea.
No tardamos en oír pasos que venían en nuestra dirección, como era evidente.
- Con la que hemos armado, todo el puñetero edificio estará de camino. Démonos prisa. -
Corrimos por los pasillos y nos vimos en un cruce de caminos. Tratamos de ir en dirección contraria a los pasos, pero ninguno de los dos conocía realmente la estructura de esas mazmorras. Estábamos muy jodidos. Pronto descubriríamos a dónde llevaban los pasillos...
- OFF (míralo un momento, plis):
- Sí, pongo el off en medio del post porque me parece necesario. Como dije en mi post anterior, me gustaría jugar un poco con el azar. No estoy seguro de cómo funciona el sistema de dados en este foro, de modo que he pensado improvisarme algo sencillo con mis propios dados ^_^
Bueno, he dicho que vamos a perdernos entre los pasillos de las mazmorras y a ver a dónde van las mazmorras, estoy jugando con un dado de 20 caras, y según el número que salga he pensado en estas opciones:
- 17/20 (muy buena suerte): Llegamos al arsenal. De momento está vacío. Hay armaduras y armas, entre ellas mi sable. Nos equipamos y estamos 100% preparados para cualquier pelea contra cualquier enemigo. No hay inquisidores en la sala y tenemos un momento de descanso. La lotería, vamos.
- 12/16 (buena suerte): Salimos de las mazmorras. Llegamos a la superficie, y estamos en lo que parece ser un palacio, o una catedral, con aspecto lujoso y caro. Por allí nos encontramos con Marie, la vampiresa que me capturó, pero está sola. Una especie de pelea contra el típico jefe de los videojuegos. No faltaría mucho para salir.
- 6/11 (suerte normal): No llegamos a salir de las mazmorras. Nos encontramos con grupos pequeños de inquisidores (muy pequeños, no más de cuatro), pero son fáciles de derrotar. Acabamos llegando a la sala de torturas, donde Gabriel, el torturador, nos está esperando. Hay una pelea con él y unos cuantos inquisidores que están alerta. El tipo tiene mucha imaginación, y encima estamos luchando en su territorio, será una batalla jodida...
- 1/5 (mala suerte): No llegamos a ninguna parte. En muy poco tiempo, los inquisidores, atraídos por el ruido, nos rodean y acorralan en los pasillos. Llevan armas de plata y al herirnos pueden llegar a quitarnos poderes vampíricos. Es una pelea difícil contra gente sin importancia, y no hay ningún progreso.
Bueno, me dispongo a tirar los dados, y el resultado es...
16
Bueno, nos ha tocado luchar contra Marie. A la mierda las mazmorras . Si quieres puedes hacer lo mismo que yo ahora, con tus propios dados. Puedes descargarte la aplicación Dice para smartphone, o cualquier dado de seis caras para el parchís, pon tú el criterio. O simplemente déjame los dados a mí. Sólo quiero poner un poco de azar, porque me aburre un poco decidir todo lo que me pase, le quita cierta emoción :/
Como era evidente, los pasillos estaban repletos de inquisidores, pero supimos cómo evitarlos. Ésa era una de las ventajas de ser vampiro, nuestra gran capacidad de fundirnos entre las sombras. De vez en cuando, algún pobre desgraciado llegaba a vernos, pero Leer o yo nos lo cargábamos de forma rápida o sigilosa, sin llamar la atención. Los vampiros somos una raza superior, pero hasta el gato puede morir a manos de los ratones si son cientos contra uno. No era prudente que nos vieran.
Tras unos minutos que me parecieron horas, recorriendo los pasillos de las mazmorras, esquivando multitudes y pasando desapercibidos, logramos encontrar unas escaleras que ascendían, y daban a una puerta metálica. Abajo se oían gritos de alarma, y altos mandos dando órdenes.
- Ja, pobres bobos. Déjalos que busquen.
Abrí la puerta y salimos por fin de las mazmorras. Nada más cruzar volví a cerrarla, por si acaso. Tan sólo espero que los inquis no hayan oído el portazo. Era como si hubiéramos entrado en un universo paralelo. De los muros grises y derruidos, celdas con barrotes oxidados y ambiente lúgubre de la prisión, pasamos a una estancia bastante lujosa. Era un pasillo amplio, con suelo de mármol brillante y paredes blancas como una nube. Una preciosa alfombra roja con decorados dorados cubría el centro del suelo, y se alargaba hasta las otras salas. Delante de nosotros había una chimenea encendida, y sobre ella un gran cuadro con motivos religiosos.
- Qué bien viven los cabrones - murmuré -. Y esto es sólo un pasillo, espera a que veamos los dormitorios o el salón principal. Bueno, mejor salir cuanto antes, no sé cuándo volverá a amanecer.
Porque matarlos a todos y quedarnos el edificio como hogar permanente no era una opción muy realista... ¿verdad?
Con la esperanza de que diera con alguna salida, decidimos seguir la alfombra roja. Aquel lugar derrochaba lujo por todas partes, y era más que evidente que sus propietarios tenían muchísimo dinero. Dinero suficiente para comprar armas e instrumentos para matar y torturar a cualquiera que no sea humano. Dinero reunido de los crueles impuestos que el pueblo estaba obligado a pagar. Dinero robado. Por donde fuera que íbamos, veíamos cuadros de lujo, muebles dorados, lámparas elegantes o puertas con madera de alta calidad.
- Tú también lo sientes, ¿verdad? - le dije a mi compañera, mientras sujetaba con fuerza mi espada. Hacía tiempo que lo estaba notando, pero con el tiempo la sensación era cada vez más fuerte - Presencia vampírica.
Todos los vampiros en esta casa estarían en las mazmorras. Todos excepto uno.
- ¿Íbais a alguna parte?
La alfombra nos condujo al salón principal, o eso parecía porque era una sala inmensa. A la izquierda y derecha habían escaleras que llevaban a algún piso superior. En el centro de la sala había una enorme alfombra cuadrangular, y en las paredes habían grandes ventanas. Desde ellas podía verse una noche despejada, sin lluvias, tan tranquila. Nada en comparación con el interior del edificio. Frente a nosotros había una enorme puerta de madera de dos piezas, suficientemente grande para cinco personas...
Y entre la puerta y nosotros estaba Marie. Estaba de espaldas a nosotros con los brazos cruzados, quitándonos importancia, como si no estuviésemos allí. Iba con el mismo vestido rojo que llevaba cuando ayudó a los inquisidores a capturarme, y con su pelo rubio y ondulado que le llegaba hasta los hombros. Estaba igual que como la recordaba. Tan elegante, tan misteriosa, tan guapa, tan seductora...
- Tan puta como siempre. ¿A cuántos de nuestra raza has ayudado a matar ya, Marie?
- Incontables. Desde mucho antes de que me uniera a... la tripulación con la que estoy ahora. Incluso desde antes de que nacieran.
Se dio la vuelta lentamente, seductora. Ahora que le veía las manos pude apreciar que tenía dos revólveres. Cargados con balas de plata, seguro.
- Me resulta raro que no nos persiguieras en las mazmorras ante la voz de alarma.
- Se llama estrategia. Alguien tenía que vigilar la puerta por si, por alguna coincidencia, lográbais escapar. Esperaba no tener que entrar en acción. Reconozco que... me habéis sorprendido.
- ¿Tú sola? - no había nadie más en la sala.
- Me basto y me sobro. Deberías saber que el año que viene habré cumplido los mil años. Soy... una vampira antigua, mucho más poderosa que dos simples neófitos sin desarrollar.
- Pues feliz cumpleaños - respondí, burlón, antes de ponerme serio de verdad y avanzar algunos pasos hacia ella - ¿Por qué, Marie? ¿Por qué te alías con la Iglesia? ¿¡Por qué traicionas a tu propia especie!?
- ¿Traición? - la sonrisa seductora de la vampiresa se borró, y el ambiente se volvió mucho más frío de repente - Yo nunca pedí ser de los vuestros. ¡Yo era feliz siendo humana! ¿Te enteras? ¡Nunca quise ser vampira! - las facciones de su cara se endurecieron, y nos mostró una mueca llena de ira que no había visto antes en ella - Un desgraciado sediento de sangre me atacó, se alimentó de mí y para rematar ni siquiera tuvo la piedad de matarme. Me dejó vivir... ¡Me infectó! ¡Yo era la hija de un señor feudal muy importante! ¿¡Sabes lo que se siente que de la noche a la mañana todos tus seres queridos te teman, te odien y te repudien!? ¡Que lo pierdas todo y seas considerado un demonio por aquellos por quienes habrías dado todo cuanto tienes! ¿Te haces a la idea de lo que es eso?
- Me... lo imagino.
Marie levantó los brazos con un gesto rápido y nos apuntó con sus revólveres.
- Juré que acabaría con todos los vampiros por lo que me hicieron. Juré que os mataría a todos. La Iglesia me acogió cuando se lo pedí, me enseñaron a usar armas y a acabar con los de mi "especie". La Inquisición que tanto odias hizo mucho más por mí que cualquier vampiro endemoniado.
- ¡Te matarán, idiota! - repliqué - ¡Cuando hayan eliminado al último de los vampiros, querrán deshacerse también de los que pertenecen a la Inquisición! ¿No ves que sólo quieren matarnos a todos? Cuando hayan acabado con el resto, ¡también irán a por ti!
- Muchos me han dicho lo mismo, pero han pasado siglos y ni han intentado deshacerse de mí. Es obvio que no lo harán.
- No lo han hecho simplemente porque aún no han terminado de usarte. Cuando hayas dejado de serles útiles...
- ¡No! No me convencerás para que cambie de bando.
- La verdad... es que no pensaba convencerte - sable en mano, me puse en posición de guardia, preparado para luchar - sólo quería abrirte los ojos antes de matarte - la apunté con el dedo -. Te voy a devolver hostia por hostia todo lo que me hicísteis en la sala de torturas.
- OFF 2:
- Bueno, Leer, hasta aquí llego, el próximo post ya será con la pelea ya empezada. Si quieres, puedes meter diálogos tuyos en cualquiera de las situaciones, y añadir algo si crees que sería interesante y complementaría la situación que he narrado. También puedes hablar con Marie y hacer que te conteste antes de la pelea, y hasta puedes empezar la pelea. De momento, dejo esto en tus manos ^^
Alexalmo- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 16/10/2013
Edad : 29
Localización : Visto por última vez en París. Si lo ve, avise en la comisaría más cercana, por favor.
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Re: La huida [Leer] (TERMINADO)
”¿Dónde empieza o dónde termina? Da igual todo es un circulo vicioso. “
Librándose de los inquisidores que habían en los pasillos, ella se mantenía receptiva a su alrededor, Leer había aprendido que cuando alguien canta victoria antes de tiempo, el infortunio se encarga de abofetear al osado que piensa que todo resulta fácil, cada vez se alejaban más de las mazmorras para llegar a pasillos silenciosos y algunas veces oscuros y la elegancia y todo el gusto despilfarrador del que le habían comentado algunos cazadores se hizo presente, frunció el ceño y recorrió el lugar con la mirada notando el fuego que ardía con astucia en la chimenea ¿Dónde estaban? Todo estaba tan calmo que se sentía incomodo así que siguiendo a Alexalmo le dio una última mirada a la puerta por donde habían entrado, miró la nuca del vampiro que había sido su compañero de escape un tanto nerviosa, nada que fuese a mostrar externamente porque significaba debilidad, la presencia se hacía abrumadora, jalaba de sus ansias con fervor, presencia vampírica, algo que Leer sentía con aquellos que eran ajenos a su creador -¿Alexalmo? - susurró un tanto preocupada viendo hacia al frente, cuando él finalmente dejó caer la pista de la zozobra –Si…- musitó ella suavemente –No me gusta esta calma- murmuró –Seguro esos ineptos andan por aquí puede ser uno de los que nos capturaron o incluso varios- soltó un jadeo discreto hasta que la voz femenina hizo eco por el lugar y la vampiresa clavó sus ojos en la figura femenina que parecía ignorarlos o en todo caso burlarse de ellos.
Sus manos se empuñaron a los lados de su vestido viéndole con total tensión y apretando el mango de la pistola en la mano, la vampiresa no se inmutó en ver algo más que no fuera aquella petulante presencia, recorrió la figura femenina para fijarse muy bien en su vestuario, la presencia de la vampiresa era totalmente desagradable para Leer, así que cerró los ojos debido a que sus pupilas gustaron de verse como las brazas ardientes del averno, el cabello le caía como hilos de oro en los hombros engalanando a su delgada figura a lo que Leer alzó la barbilla para verse orgullosa dejando que aquella escoria empezara con su parloteo barato, la vampiresa casi de un milenio era una autosuficiente, creía tener todo bajo control, quizás sí, quizás no, para Leer la segunda opción era la indicada porque aunque era una neófita tampoco era débil mucho menos una cobarde que saldría corriendo dejando solo a Alexalmo que tampoco parecía un insulso bueno para nada, cerró los ojos y sonrió de lado casi burlándose de las facciones patéticas de aquella criatura, no le gustaba oír las desgracias que llevaban a los ineptos a cometer barbaries.
De alguna u otra forma aquello que contó acerca de no querer ser una vampiresa le caló fondo a Leer, ella tampoco lo había querido con la diferencia que a ella no la habían abandonado, no la habían liberado para hacerle sufrir pero ella también se encargaba de dejarle en claro al que era su creador cual sería siempre su actitud ante él –Oye…- finalmente abrió los ojos al susurrar la frase notando a Alexalmo listo para pelear -¿No crees que eso te convierte en alguien mucho más miserable que nosotros? - el eco de la voz de la vampiresa se hacía escuchar por todo el salón –Marie…- hablo fríamente –Ese testimonio es patético- frunció los labios –Odias al bastardo que te hizo eso, créeme hay muchos de nosotros que no pedimos ser amantes de sangre- la vampiresa dio un paso más cerca de ambos –Y déjame decirte, Alexalmo está en lo cierto- ella frunció el ceño como quien se le ha dicho una enorme falacia –Te quejas de que alguien te convirtió y te dejo a tu suerte, gran testimonio lleno de dramatismo- dio otro paso -¡Quédate dónde estás, escoria! - la vampiresa en cambió sonrió sardónicamente –No quiero matarte sin que me des pelea, niña- la sonrisa no se borró de los labios de Leer –¿Crees que estos ineptos luego de acabar con todo sobrenatural que se les ponga enfrente van a adoptarte como su niña mimada? - bufó una risa divertida mostrando la blancura del colmillo derecho –Déjame compartir ese sufrimiento tuyo- tensó la mandíbula finalmente pasando de Alexalmo para verle de frente –Yo tampoco pedí ser convertida, quise cazar a mi creador y me salió gato por liebre– apretó los puños porque no gustaba hablar de ese asunto –No me dejó libre, me llevo con él solo para hacerme sufrir- la vampiresa tragó pesado por aquello –Al menos tú podrías haber ido por ese miserable que te condenó a la inmortalidad y asesinarle, no detenerte por desarrollar sentimientos que jamás podrían permitirte ponerle un dedo encima- arrugó la frente por la confesión, tenía que hablar con Alexalmo para que olvidasen esas patéticas palabras, si es que salían vivos de aquel lugar, la vampiresa sonrió -¿Y qué pretendes que te diga? ¿Qué te felicite por querer a la misma calaña que te hizo una inmortal? - Leer vio de reojo a Alexalmo haciéndole una señal con el dedo para que se moviese con sigilo para poder atacarla de ambos lados, aquella vampiresa estaba tan enardecida que no lo notó -¿Felicitarme? - Leer sonrió y negó –Tú te has unido a la inquisición porque crees que convirtiéndote en vampiresa le has hecho falta a tus seres queridos- sonrió más amplio y suspiro –Oh querida que incrédula eres, tan inocente que me das lastima- Marie apretó el agarre de la pistola sin dejar de apuntarle –Cállate, niña- amenazó Marie, Leer alzó la ceja–No se puede odiar algo que se ama, por ende déjame darte malas noticias- se apretó el puente de la nariz tratando de entender lo patético de ella –Jamás te quisieron, te dieron la espalda al saber lo que eras y eso sin que tú lo hayas querido- Marie frunció el ceño viéndose más enardecida que nunca –Das pena, en lugar de dar temor, das pena, pena porque te has unido a la facción más deplorable de la iglesia, pena porque no puedes superar algo que ya casi tiene un milenio y sobre todo pena porque eres una pobre huérfana, una inadaptada, algo que jamás verá la luz del sol, al igual que nosotros- vio de reojo a Alexalmo sin dejar de hacerle la señal –Pero vamos dispara, querida, dispara que estoy entusiasmada de ver lo que puedes hacer con tus pistolas de juguete- la vampiresa tragó y levantó el arma –Hazlo o lo haré yo primero- estaba siendo imprudente, pero todo era un teatro, endureció las facciones viéndose con firmeza mientras Marie sonreía de lado, quería medir su temple y sobre todo desestabilizare para que Alexalmo la atacase por un lado y en caso de que él fallara le pudiera disparar en el pecho solo para arrancarle el corazón y devorarlo lentamente, en ese instante el dedo de la vampiresa apretó el gatillo y el cañonazo se dejó escuchar.
Librándose de los inquisidores que habían en los pasillos, ella se mantenía receptiva a su alrededor, Leer había aprendido que cuando alguien canta victoria antes de tiempo, el infortunio se encarga de abofetear al osado que piensa que todo resulta fácil, cada vez se alejaban más de las mazmorras para llegar a pasillos silenciosos y algunas veces oscuros y la elegancia y todo el gusto despilfarrador del que le habían comentado algunos cazadores se hizo presente, frunció el ceño y recorrió el lugar con la mirada notando el fuego que ardía con astucia en la chimenea ¿Dónde estaban? Todo estaba tan calmo que se sentía incomodo así que siguiendo a Alexalmo le dio una última mirada a la puerta por donde habían entrado, miró la nuca del vampiro que había sido su compañero de escape un tanto nerviosa, nada que fuese a mostrar externamente porque significaba debilidad, la presencia se hacía abrumadora, jalaba de sus ansias con fervor, presencia vampírica, algo que Leer sentía con aquellos que eran ajenos a su creador -¿Alexalmo? - susurró un tanto preocupada viendo hacia al frente, cuando él finalmente dejó caer la pista de la zozobra –Si…- musitó ella suavemente –No me gusta esta calma- murmuró –Seguro esos ineptos andan por aquí puede ser uno de los que nos capturaron o incluso varios- soltó un jadeo discreto hasta que la voz femenina hizo eco por el lugar y la vampiresa clavó sus ojos en la figura femenina que parecía ignorarlos o en todo caso burlarse de ellos.
Sus manos se empuñaron a los lados de su vestido viéndole con total tensión y apretando el mango de la pistola en la mano, la vampiresa no se inmutó en ver algo más que no fuera aquella petulante presencia, recorrió la figura femenina para fijarse muy bien en su vestuario, la presencia de la vampiresa era totalmente desagradable para Leer, así que cerró los ojos debido a que sus pupilas gustaron de verse como las brazas ardientes del averno, el cabello le caía como hilos de oro en los hombros engalanando a su delgada figura a lo que Leer alzó la barbilla para verse orgullosa dejando que aquella escoria empezara con su parloteo barato, la vampiresa casi de un milenio era una autosuficiente, creía tener todo bajo control, quizás sí, quizás no, para Leer la segunda opción era la indicada porque aunque era una neófita tampoco era débil mucho menos una cobarde que saldría corriendo dejando solo a Alexalmo que tampoco parecía un insulso bueno para nada, cerró los ojos y sonrió de lado casi burlándose de las facciones patéticas de aquella criatura, no le gustaba oír las desgracias que llevaban a los ineptos a cometer barbaries.
De alguna u otra forma aquello que contó acerca de no querer ser una vampiresa le caló fondo a Leer, ella tampoco lo había querido con la diferencia que a ella no la habían abandonado, no la habían liberado para hacerle sufrir pero ella también se encargaba de dejarle en claro al que era su creador cual sería siempre su actitud ante él –Oye…- finalmente abrió los ojos al susurrar la frase notando a Alexalmo listo para pelear -¿No crees que eso te convierte en alguien mucho más miserable que nosotros? - el eco de la voz de la vampiresa se hacía escuchar por todo el salón –Marie…- hablo fríamente –Ese testimonio es patético- frunció los labios –Odias al bastardo que te hizo eso, créeme hay muchos de nosotros que no pedimos ser amantes de sangre- la vampiresa dio un paso más cerca de ambos –Y déjame decirte, Alexalmo está en lo cierto- ella frunció el ceño como quien se le ha dicho una enorme falacia –Te quejas de que alguien te convirtió y te dejo a tu suerte, gran testimonio lleno de dramatismo- dio otro paso -¡Quédate dónde estás, escoria! - la vampiresa en cambió sonrió sardónicamente –No quiero matarte sin que me des pelea, niña- la sonrisa no se borró de los labios de Leer –¿Crees que estos ineptos luego de acabar con todo sobrenatural que se les ponga enfrente van a adoptarte como su niña mimada? - bufó una risa divertida mostrando la blancura del colmillo derecho –Déjame compartir ese sufrimiento tuyo- tensó la mandíbula finalmente pasando de Alexalmo para verle de frente –Yo tampoco pedí ser convertida, quise cazar a mi creador y me salió gato por liebre– apretó los puños porque no gustaba hablar de ese asunto –No me dejó libre, me llevo con él solo para hacerme sufrir- la vampiresa tragó pesado por aquello –Al menos tú podrías haber ido por ese miserable que te condenó a la inmortalidad y asesinarle, no detenerte por desarrollar sentimientos que jamás podrían permitirte ponerle un dedo encima- arrugó la frente por la confesión, tenía que hablar con Alexalmo para que olvidasen esas patéticas palabras, si es que salían vivos de aquel lugar, la vampiresa sonrió -¿Y qué pretendes que te diga? ¿Qué te felicite por querer a la misma calaña que te hizo una inmortal? - Leer vio de reojo a Alexalmo haciéndole una señal con el dedo para que se moviese con sigilo para poder atacarla de ambos lados, aquella vampiresa estaba tan enardecida que no lo notó -¿Felicitarme? - Leer sonrió y negó –Tú te has unido a la inquisición porque crees que convirtiéndote en vampiresa le has hecho falta a tus seres queridos- sonrió más amplio y suspiro –Oh querida que incrédula eres, tan inocente que me das lastima- Marie apretó el agarre de la pistola sin dejar de apuntarle –Cállate, niña- amenazó Marie, Leer alzó la ceja–No se puede odiar algo que se ama, por ende déjame darte malas noticias- se apretó el puente de la nariz tratando de entender lo patético de ella –Jamás te quisieron, te dieron la espalda al saber lo que eras y eso sin que tú lo hayas querido- Marie frunció el ceño viéndose más enardecida que nunca –Das pena, en lugar de dar temor, das pena, pena porque te has unido a la facción más deplorable de la iglesia, pena porque no puedes superar algo que ya casi tiene un milenio y sobre todo pena porque eres una pobre huérfana, una inadaptada, algo que jamás verá la luz del sol, al igual que nosotros- vio de reojo a Alexalmo sin dejar de hacerle la señal –Pero vamos dispara, querida, dispara que estoy entusiasmada de ver lo que puedes hacer con tus pistolas de juguete- la vampiresa tragó y levantó el arma –Hazlo o lo haré yo primero- estaba siendo imprudente, pero todo era un teatro, endureció las facciones viéndose con firmeza mientras Marie sonreía de lado, quería medir su temple y sobre todo desestabilizare para que Alexalmo la atacase por un lado y en caso de que él fallara le pudiera disparar en el pecho solo para arrancarle el corazón y devorarlo lentamente, en ese instante el dedo de la vampiresa apretó el gatillo y el cañonazo se dejó escuchar.
Leer Kruspe- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2013
Localización : Paris, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: La huida [Leer] (TERMINADO)
El discurso de Leer hizo que se me helara la sangre. Las mujeres tienen un sentido muy peculiar de la crueldad, eso estaba claro. Fue capaz de sacar a Marie de sus casillas, de hacerla enloquecer de ira, y eso era algo que se notaba, por mucho que quisiera esconderlo. La sacó de su mundo de elegancia y misterio, le quitó sus aires de grandeza y la hizo sentirse como lo que era: una criatura mucho más patética que nosotros. Un vampiro sin honor, cuya existencia dependía únicamente de la Iglesia que pronto la mataría también. Obedeciendo a las señales que Leer me mandaba, rodeé a nuestra enemiga, trazando un círculo alrededor de ella, paralelamente con Leer. Finalmente, las chicas dejaron de discutir y el primer disparo sonó. El momento de las palabras había terminado. Marie esquivó el disparo, y me lancé sobre ella usando mi Levitación. La tiré al suelo, y ella intentó dispararme con sus revólveres, así que le sujeté las muñecas con fuerza para impedírselo, alejando el cañón de los mismos y que dejaran de apuntarme. El forcejeo no duró mucho: Marie me apartó de una patada, con la fuerza sobrehumana que caracteriza a los de nuestra especie. Salí volando y caí sobre el suelo, pero me reincorporé con rapidez, sólo para ver como Leer corría, esquivando las balas de Marie, quien disparaba con desesperación.
- Imbécil... te quedarás sin balas en muy poco tiempo.
Sin embargo, nada más terminar de disparar empezó a recargar con rapidez. Tenía munición de sobra, esto iba a ser difícil.
Marie terminó de recargar e iba a volver a disparar, corrí hacia ella, aprovechando que me había olvidado para centrarse en Leer. Las ventajas del dos contra uno, ¿eh? Sin vacilar, hundí mi sable en su vientre, y antes de que le diera tiempo de siquiera levantar los revólveres, saqué el sable y le corté el cuello, haciendo manar sangre a borbotones. Marie cayó al suelo y dejó de moverse.
- ¿Ya está? No ha sido tan difícil.
Me giré para ver a Leer y me acerqué a ella. Sentía un mal presentimiento, uno terrible.
- No... demasiado fácil.
Volteé y vi que Marie volvía a estar de pie, y los cortes que le había propinado estaban curándose a una velocidad increíble. Me sonreía como si estuviera loca.
- ¡Jajajaja! ¡Patético neófito sin experiencia! ¡No sabes nada! ¿¡En serio te pensabas que era tan fácil matar a un vampiro!?
- Si ya decía yo...
Con mi Levitación, corrí hacia ella y empecé a lanzar tajos con el sable sin cesar, para no darle ni un segundo de reacción. Ella me esquivaba como si nada, sin dejar de sonreírme con esa sonrisa que sólo los psicópatas tenían. Intenté un desesperado ataque de fondo, una estocada a su corazón, pero ella giró y me arrebató el sable con una patada en la muñeca, haciendo que mi arma saliera volando. Salté con fuerza para alejarme de ella, y dejé que Leer luchara mientras yo iba a recuperar la espada.
Oí varios disparos mientras corría a por el sable, pero no me atrevía a mirar. Agarré el arma y volví a por ellas, tan rápido como podía. Leer y Marie corrían por la sala, disparándose. Me di cuenta de que Marie disparaba sin reparo, mientras que Leer tenía bastante cuidado, y disparaba menos. Un revólver tiene sólo 6 balas y Leer no llevaba munición encima, ¿cuántas habrá gastado ya?
Levitando, me lance sobre Marie, y le asesté una patada en la cara, usando todas mis fuerzas. Salió despedida contra una pared, pero sabía que no tardaría en recuperarse.
- Vale, Leer. ¿Cuántas balas te quedan?
- Dos. He intentado disparar sólo cuando estaba segura de que iba a darle, pero no hay manera.
- ¿Sólo dos? Mierda... Vale, hagámoslo así: intentaré inmovilizarla, y tú le dispararás cuando consiga que se esté quieta. ¿De acuerdo?
- Bien.
Marie se había recuperado. El moratón que le dejé en la cara se borró a una velocidad vertiginosa, y volvía a dispararnos de nuevo. Nos separamos y tratamos de rodearla por ambos lados. Como anticipándose a esto, empezó a dispararnos con una mano a cada uno. Sin embargo, no podía mirarnos a los dos al mismo tiempo, y no apuntaba demasiado bien, sino que más bien disparaba a ciegas. Un disparo... dos, tres, cuatro... Disparó cuatro veces con cada revólver, eso le dejaba con dos balas en cada uno. Casi se había quedado sin munición. Me acerqué a ella por la espalda y la ensarté con el sable. Aquello no la mataría, pero a Leer le quedaban dos balas, que también eran de plata. Le agarré los brazos para inmovilizarla.
- ¡AHORA!
Leer le apuntó. Un sólo disparo, un sólo balazo y la contienda terminaría. Vi cómo el tambor empezaba a girar lentamente. Marie iba a morir al fin. Sin embargo, en el último momento, ella me dio un cabezazo en la nariz, haciéndome perder el equilibrio, a la vez que giraba sus muñecas, liberándose de mí. Por inercia, la solté, y Marie saltó, alejándose de mí... justo cuando Leer disparaba.
bang
El disparo fue certero. No me dio en el corazón, pero me atravesó un pulmón, dejándome muy débil. Unos centímetros más y habría muerto, pero... ¿me quedaba mucho, de todas formas? Leer, sorprendida y asustada por lo que acababa de pasar, bajó la guardia, en estado de shock, lo que Marie, que ya se había sacado el sable que le ensarté, aprovechó para dispararle a ella también, acertándola de lleno en una pierna. Cayó de rodillas, mientras su sonriente asesina se acercaba lentamente, disfrutando el momento, haciéndonos sufrir. Cuando estaba cerca, Leer trató de dispararla, pero Marie le arrebató el arma de un golpe, lanzándola por los aires y cayendo a unos metros de mí. Me sentía muy débil, pero mis piernas aún funcionaban. Me levanté con esfuerzo y traté de correr hacia ellas, pero Marie me disparó en la pierna, y caí de golpe al suelo.
- Luego me ocuparé de ti, cariño.
Tumbó a Leer de un rodillazo en la cara. Sólo me quedaba ver cómo la remataba.
- ¡Vamos, Leer! ¡Levántate! - conseguí gritar.
El revólver de Leer estaba a unos metros de distancia. Me arrastré por el suelo, de forma bastante patética, intentando recuperarlo.
Leer sacó fuerzas de flaqueza, y cuando Marie se situó a su lado, consiguió tumbarla al suelo y ponerse encima. Mientras peleaban, conseguí cogerlo, pero estaban demasiado lejos, no podía apuntar bien, y menos en mi estado.
Leer era fuerte, pero nuestra enemiga estaba en ventaja. Se liberó de ella y le disparó en el pecho con su revólver. Leer cayó al suelo, se convulsionó un poco y dejó de moverse.
- ¡Noooooooooo!
Marie se levantó y fue a por mí, caminando lentamente.
- Pobrecito. ¿Has perdido a tu amiguita? No sabes cuánto me gustaría pasar unas cuantas horas más contigo, pero el tiempo se me acaba. Y la paciencia. Hora de acabar con este estúpido juego. Y por cierto, la Inquisición no va a matarme. Soy demasiado útil.
Mientras se acercaba, me puse sobre la mano derecha, que sostenía el revólver. Tengo muy mala puntería y estoy débil, Marie debe estar más cerca. Siguió caminando hacia mí.
- Ha sido divertido, lo reconozco, pero todo tiene un final. Una lástima, la verdad.
Más cerca...
- ¿Tus últimas palabras?
Más cerca.
- ¿Un último deseo, quizá?
¡Más cerca!
- En una cosa sí que tienes razón, Marie - susurré, cuando ella estaba a unos centímetros de mí.
Me giré sobre mí mismo y le apunté con el revólver de Leer. Ella dijo que le quedaban dos balas, y una fue con la que me disparó accidentalmente, por lo tanto...
- La Inquisición no va a matarte.
Jalé el gatillo.
bang
Mi disparo le formó un agujero en el pecho, y la expresión de la vampiresa se congeló en un gesto de sorpresa, y la vida fue apagándose en sus ojos. Se tambaleó unos segundos y cayó al suelo. Había atravesado su corazón, todo había terminado. Solté el arma y descansé en el suelo unos segundos. La plata me estaba haciendo mucho daño, pero no podía quedarme aquí. Aún era de noche y debía irme. Y Leer...
Me levanté con esfuerzo y fui a por ella. Estaba en el suelo, no se movía. No reaccionaba.
- ¿Leer? Vamos, Leer. Levanta.
Me arrodillé junto a ella y le levanté la cabeza.
- Por favor... ¿Leer? ¡Leer!
Silencio.
Unas gotas de sangre manaron de mis ojos, a modo de lágrimas.
- ¡Joder...!
Abracé el cadáver de mi amiga. Sólo la había conocido durante una hora más o menos y ya la había perdido.
- No... Aún no... - me negaba a aceptarlo.
Leer me salvó la vida, me ayudó a escapar, me alimentó con su propia sangre cuando me vio débil, y todo eso sin conocerme y sin esperar nada a cambio. ¿Por qué? ¿Por qué las buenas personas siempre morían? Podríamos haber escapado juntos, podríamos haber sido amigos, haber sobrevivido juntos en este mundo, haber luchado contra la Inquisición. Podríamos haber hecho tantas cosas, haber vivido mil aventuras...
- Podríamos haber sido tan felices juntos...
Volví a levantarme. Ella no había muerto para que yo desperdiciara la oportunidad de escapar. Su sacrificio debía servir para algo. Al menos uno de los dos saldría vivo. Lo siento tanto, Leer. Ojalá nos hubiéramos conocido en otras circunstancias.
Cojeando y tambaleándome, subí las escaleras del salón, que daban a otras habitaciones. No podía salir por la puerta principal, era demasiado pesada y ruidosa. Lo más seguro es que todos los habitantes estuvieran buscándonos en los calabozos, por lo que no habría mucha vigilancia. Aprovechando esto, investigué varias habitaciones hasta que di con lo que buscaba: una pequeña sala donde escondían lo que le arrebataban a los prisioneros. Putos ladrones. Recuperé la espada dorada de Benoît y cogí una capa larga para taparme. No tenía tiempo para vestirme completamente, pero no podía salir a la calle vestido con harapos de prisionero. Aquello bastaría. Sin más dilación, abrí una ventana y salté al exterior. Estaba muy débil, y me fui de ahí tambaleándome, pero al menos conseguí irme. Conseguí huir de la Inquisición.
Cubierto con mi capucha, me marché de ahí y volví a la ajetreada ciudad de París. La noche era joven y aún quedaban algunas horas antes de que saliera el Sol. Tenía tiempo.
Me giré para contemplar aquella mansión que había sido mi cárcel una última vez.
- Adiós, Leer. Gracias por todo.
Al día siguiente, las noticias volaron. La casa de unos miembros importantes de la Inquisición fue asaltada. Varios de sus guardias y una mujer joven, residente de la casa, fueron brutalmente asesinados. Obviamente, los periodistas pensaron que no era necesario entrar en detalles, por lo que no se dijo nada de que dicha mujer fuera una vampiresa, y también se omitió lo de las mazmorras y las salas de torturas que residían en los sótanos de dicha casa. Tampoco se dijo que los "asaltantes" habían logrado escapar de ahí cuando iban a ser ejecutados al día siguiente. Una vez más, las noticias sólo informan de lo que a los poderosos les interesa que informen.
Curiosamente, no se dijo absolutamente nada del cadáver de una de las asaltantes. Se dijo que encontraron a Marie muerta en el salón, pero no dijeron que había otro cuerpo, perteneciente a una joven de pelo largo y liso. ¿Qué ocurrió? ¿Es que los inquisidores decidieron ocultar la identidad de Leer para evitar preguntas incómodas? ¿Se deshicieron de su cadáver antes de que se informara sobre él? ¿O es que quizá... realmente... no había ningún otro cadáver?
- Imbécil... te quedarás sin balas en muy poco tiempo.
Sin embargo, nada más terminar de disparar empezó a recargar con rapidez. Tenía munición de sobra, esto iba a ser difícil.
Marie terminó de recargar e iba a volver a disparar, corrí hacia ella, aprovechando que me había olvidado para centrarse en Leer. Las ventajas del dos contra uno, ¿eh? Sin vacilar, hundí mi sable en su vientre, y antes de que le diera tiempo de siquiera levantar los revólveres, saqué el sable y le corté el cuello, haciendo manar sangre a borbotones. Marie cayó al suelo y dejó de moverse.
- ¿Ya está? No ha sido tan difícil.
Me giré para ver a Leer y me acerqué a ella. Sentía un mal presentimiento, uno terrible.
- No... demasiado fácil.
Volteé y vi que Marie volvía a estar de pie, y los cortes que le había propinado estaban curándose a una velocidad increíble. Me sonreía como si estuviera loca.
- ¡Jajajaja! ¡Patético neófito sin experiencia! ¡No sabes nada! ¿¡En serio te pensabas que era tan fácil matar a un vampiro!?
- Si ya decía yo...
Con mi Levitación, corrí hacia ella y empecé a lanzar tajos con el sable sin cesar, para no darle ni un segundo de reacción. Ella me esquivaba como si nada, sin dejar de sonreírme con esa sonrisa que sólo los psicópatas tenían. Intenté un desesperado ataque de fondo, una estocada a su corazón, pero ella giró y me arrebató el sable con una patada en la muñeca, haciendo que mi arma saliera volando. Salté con fuerza para alejarme de ella, y dejé que Leer luchara mientras yo iba a recuperar la espada.
Oí varios disparos mientras corría a por el sable, pero no me atrevía a mirar. Agarré el arma y volví a por ellas, tan rápido como podía. Leer y Marie corrían por la sala, disparándose. Me di cuenta de que Marie disparaba sin reparo, mientras que Leer tenía bastante cuidado, y disparaba menos. Un revólver tiene sólo 6 balas y Leer no llevaba munición encima, ¿cuántas habrá gastado ya?
Levitando, me lance sobre Marie, y le asesté una patada en la cara, usando todas mis fuerzas. Salió despedida contra una pared, pero sabía que no tardaría en recuperarse.
- Vale, Leer. ¿Cuántas balas te quedan?
- Dos. He intentado disparar sólo cuando estaba segura de que iba a darle, pero no hay manera.
- ¿Sólo dos? Mierda... Vale, hagámoslo así: intentaré inmovilizarla, y tú le dispararás cuando consiga que se esté quieta. ¿De acuerdo?
- Bien.
Marie se había recuperado. El moratón que le dejé en la cara se borró a una velocidad vertiginosa, y volvía a dispararnos de nuevo. Nos separamos y tratamos de rodearla por ambos lados. Como anticipándose a esto, empezó a dispararnos con una mano a cada uno. Sin embargo, no podía mirarnos a los dos al mismo tiempo, y no apuntaba demasiado bien, sino que más bien disparaba a ciegas. Un disparo... dos, tres, cuatro... Disparó cuatro veces con cada revólver, eso le dejaba con dos balas en cada uno. Casi se había quedado sin munición. Me acerqué a ella por la espalda y la ensarté con el sable. Aquello no la mataría, pero a Leer le quedaban dos balas, que también eran de plata. Le agarré los brazos para inmovilizarla.
- ¡AHORA!
Leer le apuntó. Un sólo disparo, un sólo balazo y la contienda terminaría. Vi cómo el tambor empezaba a girar lentamente. Marie iba a morir al fin. Sin embargo, en el último momento, ella me dio un cabezazo en la nariz, haciéndome perder el equilibrio, a la vez que giraba sus muñecas, liberándose de mí. Por inercia, la solté, y Marie saltó, alejándose de mí... justo cuando Leer disparaba.
bang
El disparo fue certero. No me dio en el corazón, pero me atravesó un pulmón, dejándome muy débil. Unos centímetros más y habría muerto, pero... ¿me quedaba mucho, de todas formas? Leer, sorprendida y asustada por lo que acababa de pasar, bajó la guardia, en estado de shock, lo que Marie, que ya se había sacado el sable que le ensarté, aprovechó para dispararle a ella también, acertándola de lleno en una pierna. Cayó de rodillas, mientras su sonriente asesina se acercaba lentamente, disfrutando el momento, haciéndonos sufrir. Cuando estaba cerca, Leer trató de dispararla, pero Marie le arrebató el arma de un golpe, lanzándola por los aires y cayendo a unos metros de mí. Me sentía muy débil, pero mis piernas aún funcionaban. Me levanté con esfuerzo y traté de correr hacia ellas, pero Marie me disparó en la pierna, y caí de golpe al suelo.
- Luego me ocuparé de ti, cariño.
Tumbó a Leer de un rodillazo en la cara. Sólo me quedaba ver cómo la remataba.
- ¡Vamos, Leer! ¡Levántate! - conseguí gritar.
El revólver de Leer estaba a unos metros de distancia. Me arrastré por el suelo, de forma bastante patética, intentando recuperarlo.
Leer sacó fuerzas de flaqueza, y cuando Marie se situó a su lado, consiguió tumbarla al suelo y ponerse encima. Mientras peleaban, conseguí cogerlo, pero estaban demasiado lejos, no podía apuntar bien, y menos en mi estado.
Leer era fuerte, pero nuestra enemiga estaba en ventaja. Se liberó de ella y le disparó en el pecho con su revólver. Leer cayó al suelo, se convulsionó un poco y dejó de moverse.
- ¡Noooooooooo!
Marie se levantó y fue a por mí, caminando lentamente.
- Pobrecito. ¿Has perdido a tu amiguita? No sabes cuánto me gustaría pasar unas cuantas horas más contigo, pero el tiempo se me acaba. Y la paciencia. Hora de acabar con este estúpido juego. Y por cierto, la Inquisición no va a matarme. Soy demasiado útil.
Mientras se acercaba, me puse sobre la mano derecha, que sostenía el revólver. Tengo muy mala puntería y estoy débil, Marie debe estar más cerca. Siguió caminando hacia mí.
- Ha sido divertido, lo reconozco, pero todo tiene un final. Una lástima, la verdad.
Más cerca...
- ¿Tus últimas palabras?
Más cerca.
- ¿Un último deseo, quizá?
¡Más cerca!
- En una cosa sí que tienes razón, Marie - susurré, cuando ella estaba a unos centímetros de mí.
Me giré sobre mí mismo y le apunté con el revólver de Leer. Ella dijo que le quedaban dos balas, y una fue con la que me disparó accidentalmente, por lo tanto...
- La Inquisición no va a matarte.
Jalé el gatillo.
bang
Mi disparo le formó un agujero en el pecho, y la expresión de la vampiresa se congeló en un gesto de sorpresa, y la vida fue apagándose en sus ojos. Se tambaleó unos segundos y cayó al suelo. Había atravesado su corazón, todo había terminado. Solté el arma y descansé en el suelo unos segundos. La plata me estaba haciendo mucho daño, pero no podía quedarme aquí. Aún era de noche y debía irme. Y Leer...
Me levanté con esfuerzo y fui a por ella. Estaba en el suelo, no se movía. No reaccionaba.
- ¿Leer? Vamos, Leer. Levanta.
Me arrodillé junto a ella y le levanté la cabeza.
- Por favor... ¿Leer? ¡Leer!
Silencio.
Unas gotas de sangre manaron de mis ojos, a modo de lágrimas.
- ¡Joder...!
Abracé el cadáver de mi amiga. Sólo la había conocido durante una hora más o menos y ya la había perdido.
- No... Aún no... - me negaba a aceptarlo.
Leer me salvó la vida, me ayudó a escapar, me alimentó con su propia sangre cuando me vio débil, y todo eso sin conocerme y sin esperar nada a cambio. ¿Por qué? ¿Por qué las buenas personas siempre morían? Podríamos haber escapado juntos, podríamos haber sido amigos, haber sobrevivido juntos en este mundo, haber luchado contra la Inquisición. Podríamos haber hecho tantas cosas, haber vivido mil aventuras...
- Podríamos haber sido tan felices juntos...
Volví a levantarme. Ella no había muerto para que yo desperdiciara la oportunidad de escapar. Su sacrificio debía servir para algo. Al menos uno de los dos saldría vivo. Lo siento tanto, Leer. Ojalá nos hubiéramos conocido en otras circunstancias.
Cojeando y tambaleándome, subí las escaleras del salón, que daban a otras habitaciones. No podía salir por la puerta principal, era demasiado pesada y ruidosa. Lo más seguro es que todos los habitantes estuvieran buscándonos en los calabozos, por lo que no habría mucha vigilancia. Aprovechando esto, investigué varias habitaciones hasta que di con lo que buscaba: una pequeña sala donde escondían lo que le arrebataban a los prisioneros. Putos ladrones. Recuperé la espada dorada de Benoît y cogí una capa larga para taparme. No tenía tiempo para vestirme completamente, pero no podía salir a la calle vestido con harapos de prisionero. Aquello bastaría. Sin más dilación, abrí una ventana y salté al exterior. Estaba muy débil, y me fui de ahí tambaleándome, pero al menos conseguí irme. Conseguí huir de la Inquisición.
Cubierto con mi capucha, me marché de ahí y volví a la ajetreada ciudad de París. La noche era joven y aún quedaban algunas horas antes de que saliera el Sol. Tenía tiempo.
Me giré para contemplar aquella mansión que había sido mi cárcel una última vez.
- Adiós, Leer. Gracias por todo.
Al día siguiente, las noticias volaron. La casa de unos miembros importantes de la Inquisición fue asaltada. Varios de sus guardias y una mujer joven, residente de la casa, fueron brutalmente asesinados. Obviamente, los periodistas pensaron que no era necesario entrar en detalles, por lo que no se dijo nada de que dicha mujer fuera una vampiresa, y también se omitió lo de las mazmorras y las salas de torturas que residían en los sótanos de dicha casa. Tampoco se dijo que los "asaltantes" habían logrado escapar de ahí cuando iban a ser ejecutados al día siguiente. Una vez más, las noticias sólo informan de lo que a los poderosos les interesa que informen.
Curiosamente, no se dijo absolutamente nada del cadáver de una de las asaltantes. Se dijo que encontraron a Marie muerta en el salón, pero no dijeron que había otro cuerpo, perteneciente a una joven de pelo largo y liso. ¿Qué ocurrió? ¿Es que los inquisidores decidieron ocultar la identidad de Leer para evitar preguntas incómodas? ¿Se deshicieron de su cadáver antes de que se informara sobre él? ¿O es que quizá... realmente... no había ningún otro cadáver?
- Algunas aclaraciones del user de Alexalmo:
- Bueno, me gustaría aclarar un par de cosas. Hace unos meses, Leer dejó el foro permanentemente. A diferencia de muchos otros usuarios, no se marchó simplemente, sino que se tomó la molestia de avisar a los moderadores para que inactiven su personaje, y además tuvo el detalle de avisar vía MP a los usuarios con los que estaba roleando, de manera que no nos quedáramos esperando indefinidamente como idiotas a un post que nunca llegará. Lo que sí que no me lo esperaba, y por lo que estoy profundamente agradecido, es que antes de irse, decidió hacer un último post, dándome cierto pie para terminar con la historia.
En resumen: en base al aviso de Leer de que se iba a marchar, y basándome en el post que ella me ha dejado antes de irse, he decidido hacer este final para el tema de La Huida.
Como Leer ya no contestará, me he tomado la pequeña libertad de manejar un poco a su personaje. Normalmente esto va contra las normas, pero ya sabemos que ella no posteará más. De todas formas, he intentado hacerlo lo menos posible, manejándola sólo para lo indispensable y nada más.
Y sí, al final la doy por muerta, pero esto también se queda en duda. Lo de su muerte es por el hecho de que ella abandona el foro, pero cuando digo que no encontraron su cuerpo y que quizá es que no hubiera ningún cadáver, dejo su muerte en duda, como suponiendo que quizá, en algún futuro lejano, Leer regrese al foro.
Alexalmo- Vampiro Clase Media
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Localización : Visto por última vez en París. Si lo ve, avise en la comisaría más cercana, por favor.
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