Huida [Lust

por **Temperance V. Zimmers** Dom Mar 18, 2012 2:26 pm

Era un día cualquiera en la plaza, el mercado estaba abarrotado de gente, mercaderes, compradores, gente de cualquier clase que se mezclaba con clases más bajas. Los dueños de los puestos ofrecían pequeñas cantidades de sus productos a probar cazando a posibles clientes en sus puestos. Era un día soleado pero frío, el sol apenas calentaba lo suficiente para entrar en calor debajo del vestido de color verde que llevaba ese día, me frotaba las manos rojos a causa de la baja temperatura de ellas. Caminaba entre la gente enseñando escote, dos cliente en una mañana no era suficiente, necesitaba más para comer algo ese día. Un hombre se acerco tras mi espalda rodeando mi cintura, arrimando su entrepierna a mi trasero, cerré los ojos y sentí como una arcada subía por mi garganta. Sufriría ese cliente y esperaría a que pagase bien. Abrí los primeros botones de mi escote dejando enseñar un poco de carne y me di la vuelta mordiendo mi labio inferior. El hombre se relamió los labios antes de soltar una carcajada sonora.

- ¡Puta! – Gritó señalándome con el dedo. Le miré asustada y negué con la cabeza. No tardo mucho en que las miradas se volviesen hacía donde estaba. Recibía gritos insultantes, empujones y algún que otro escupitajo. Hasta que caí al suelo y mi mejilla se estampo contra el pavimiento, haciendo que se rasgase una pequeña herida en la piel. Ayudada por la confusión de los presente salí a gatas arañando mis rodillas tras la tela de mi vestido. Hasta que grite tras notar un tirón de mi trenza que hizo que me levantase. Pero gracias a una patata a tiempo y pude salir del barullo que se había formado.

Casi estaba fuera del mercadillo, entrando en una plaza contigua, donde se respiraba tranquilidad. Subí la capucha de mi capa para no ser descubierta y me mezcle entre la gente, mi cuerpo temblaba y mi piel estaba pálida. Hoy debía huir de las plazas por si daban parte a los guardias, que seguro que lo hacían. Caminé entre la gente con la cabeza gacha, sin pararme en ninguno de los puestos. Mi estomago rugía de hambre y pedía a gritos algo de comer que no tenía, ese día acabaría desmayada después de dos días sin comer absolutamente nada. Sin darme cuenta, choque con una espalda de un hombre, asustada no me moví del sitio e incliné mi cabeza cuando el mismo se dio la vuelta – Disculpe mi torpeza, caballero – Murmuré con la voz igual de temblorosa que el cuerpo, solo esperaba a que aceptase mis disculpas y pudiese irme de allí, quizás volvería al burdel, donde por lo menos allí estaba segura de no ser agredida por una multitud violenta.