Ficha de Zore

Edad
16 años

Especie
Humana

Tipo y Clase Social
Baja

Orientación Sexual
Heterosexual

Lugar de Origen
España

Descripción Física

Spoiler:

Descripción Psicológica
Es una joven alegre y que siempre intenta divertirse. Le divierte ser cortesana porque disfruta brindando a los hombres que caen en sus redes aquello que desean o al menos lo que necesitan. Siente que no puede enamorarse, o más bien que no debe hacerlo, debiéndose a su ocupación por completo.
Siempre está dispuesta a aprender nuevas cosas y a enseñar las que sabe, es muy curiosa. No deja de ser una niña en muchas de sus actitudes, puede mostrarse rebelde o sumisa dependiendo de cada momento. A veces es bastante susceptible y siempre muy decidida.
Aunque cree no poder amar, tiende a encariñarse fácilmente con aquellos que le dedican más que una simple noche, mostrándose afectuosa y haciéndoles saber el interés que le despiertan.


Historia

- Tu solo relájate, te llevaré al cielo- susurró en el oído de aquel caballero tras cerrar la puerta del cuarto y volver a enfrentarlo.

¿Al cielo? Que tonto sonaba, sin embargo muchos decían allí encontrarse en medio de los encuentros que vivían con la joven. Al cielo… ¿El cielo existía? Era una pregunta que muchas meses volvía a su mente, por sobre todo cuando recordaba su pasado, sentía su presente e intentaba idear su futuro.

Nacida en una familia de campesinos en España. Siendo la menor de 8 hermanos, y la única mujer en la casa, además de su madre, sus primeros años estuvieron dedicados a ayudar a con las tareas domésticas. Siendo apenas una niña aprendió a cocer, cocinar, mantener el orden de la casa…

Sus hermanos la cuidaban y adoraban jugar con ella, aunque más de una vez se llevaba algún reto por dejarla hacer cosas “impropias de una señorita”. A Zore le encantaba trepar árboles, correr… le parecía mucho más entretenidos que los bordados que le imponía su madre como “diversión”.

Las manos de la cortesana desabrocharon poco a poco la camisa de su cliente, mientras sus labios bailaban con los de él. Lo miró un momento a los ojos, parecía inmerso en un extraño sueño mientras la miraba, tal vez producto de la cantidad de alcohol ingerida. Intentando no prestar atención a aquello, lo empujó un poco, intentando moverlo hasta la cama.

Su infancia fue feliz, eran pobres pero sobrevivían, el campo en que vivían era arrendado a un hombre de gran fortuna, las tierras eran fértiles y con aquello podían subsistir gran parte del año.

Pero las cosas cambiaron, el propietario comenzó a exigir cada vez mayores pagas, complicando la situación. Si pagaban lo que pedía, una familia tan numerosa se volvía difícil de sostener. Los varones estuvieron a salvo entonces, siendo los considerados “productivos” para el futuro de la familia, pero Zore no corrió aquella misma suerte.

Si bien sus padres la amaban, cosa que nunca dudó a pesar de todo, creyeron que le darían una mejor vida ofreciéndola en calidad de doméstica para un hombre de gran fortuna que se mostró interesado en “adquirirla” en cuanto la vió…

Aquel empujón pareció no gustarle del todo al caballero, que la tomó en brazos con brusquedad y la llevó contra la pared, haciendo chocar su espalda contra los fríos ladrillos del cuarto. Un quejido de dolor y sorpresa salieron de los labios de la chica, hecho que pareció hacer que el hombre la quiera tomar con mayor ansiedad.

Mientras con un brazo la sostenía, con el otro le arrancó la falda, antes de abrir su pantalón en forma torpe y penetrarla con brutalidad. Una lágrima rodó por la mejilla de la chica, que si bien llevaba un par de años en la profesión no dejaba de ser una niña, mientras intentaba fingir el goce que cualquier hombre esperaría.

- Parece que había más necesidad que la que demostraba…- susurró con la voz quebrada, sintiendo su miembro entrar una y otra vez en ella en forma animal, rogando que acabe pronto o no lo resistiría.

Despedirse de su familia fue el dolor más grande que jamás pudo haber percibido, apenas había cumplido catorce años y no se sentía preparada para estar tan lejos. Su nuevo “amo” era en realidad de un país cercano al que Zore tan solo había escuchado pronunciar un par de veces “Francia”, y hacia allí fue llevada, sin saber siquiera una palabra del idioma que le tocaría adoptar por la fuerza.

Por la fuerza… más de una cosa había tenido que aceptar e incorporar de aquel modo. En cuanto llegó a su nueva vida supo que nada era como esperaba realmente. La casa de su comprador poco tenía de lujosa, se trataba de una edificación anticuada con muchas habitaciones y un vestíbulo con cortinas rojas. La música estridente fue lo primero que le llamó la atención en su llegada, mirando con los ojos grandes cada detalle. Muchas mujeres paseaban, con vestimentas llamativas y algo extravagantes, mientras que cada tanto algún caballero legaba e iba por alguna de ellas.

Era un lugar extraño, muy extraño. La presentaron enseguida a una señora de edad similar a su madre, aunque de maternal poco tenía, ésta le explicó (a medias en español, a media se francés) cuáles serían sus funciones. Zore quiso de inmediato volver a casa en cuanto supo de qué se trataba aquello o más bien cuando lo trató de entender.

Su pared empezaba a enrojecerse por los golpes dados contra la pared, al parecer el hombre no se cansaba ni de la postura ni de poseerla. Por momentos intentaba moverse para al menos sentir algo de placer por aquel encuentro pero le era imposible.

- Besame- le reclamó en enfermizo tono el hombre, acercando su aliento al oido de la muchacha.

Dudó un segundo pero dabía que lo debía hacer, tomó entre las manos el rostro de aquel sujeto y lo besó, dándole paso a su lengua para que juegue con la propia, entregándose aunque su cuerpo le pidiese que pusiese un freno cuanto antes.

La hicieron conocer al dueño de aquel sitio, aquel que poco tiempo atrás había logrado convencer a sus padres de que era para ella la mejor opción. Subir a su cuarto le resultó algo inapropiado pero no se podía negar, su instructora tan solo la llevó hasta la puerta y, al notar las dudas de la niña, la empujó dentro de la habitación, donde era aguardada.

No hubo palabras, solo la mirada de aquel hombre que pareció desvestirla mientras la recorría. Luego la alzó en brazos, con demasiada fuerza para que pudiese oponer resistencia, y la lanzó sobre la cama. Intentó forcejear, pero él le dio una bofetada en el rostro, maldiciendo en aquel idioma extraño. Con una de sus piernas, abrió las de la chica, levantándole el vestido.

- ¿Nunca has estado con un hombre verdad?- inquirió, aparentemente encantado por aquel hecho, desabrochándose el pantalón con facilidad y posando todo su cuerpo sobre el de ella. – Grita cuanto sea necesario…- su español era extraño pero se comprendía cada palabra.

Sintió su cuerpo quebrarse en cuanto su miembro la penetró por primera vez, demasiado brusco, demasiado repentino… profirió un ahogado grito mientras aquel insensible se movía sobre ella… aquel era solo el principio.

- A esto te dedicarás en adelante, me agrada ser quien te bautice- el jocoso tono del caballero la llenó de ira, pero no podía hacer nada.

No tardó demasiado en adaptarse al burdel, aprendiendo poco a poco que si se relajaba y dejaba que sus instintos afloren podía hasta disfrutar algunos de aquellos momentos. El idioma fue fácil de asociar a su natal lengua, adquiriéndolo con fluidez. Con el paso del tiempo tomó poco a poco aprecio por aquel trabajo, algunos clientes eran generosos y daban buenas sumas, aunque le era casi imposible ahorrar para salir de aquella vida, aunque pocas veces ya se lo planteaba.

El hombre se tensó, llegando al clímax, vertiéndose en su interior para luego simplemente dejarla caer, agitado y sudoroso. La joven se quedó en el suelo, demasiado adolorida para ponerse de pie en un primer momento. Él solo rió y le arrojó unas monedas, antes de acomodarse la ropa y abandonar el cuarto, dejando a Zore allí, aún con lágrimas cruzándole las mejillas.

Esa era su vida...