AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Aria D'Alibour muñeca inmortal
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Aria D'Alibour muñeca inmortal
Nombre del Personaje: Aria D’Alibour Saint Clair
Edad: Transformada a los 18 años, 50 no viva
Especie: Vampiresa
Tipo y Clase social: Clase Alta
Orientación Sexual: Heterosexual
Lugar de Origen: Paris, Francia
Habilidad/Poder: Encandilamiento, Telepatía y Persuasión
Descripción Física:
La belleza de una mujer... la ternura de una muñeca, la sensualidad de una vampireza.
Descripción Psicológica:
Aria, tan solo una niña, o toda una mujer… llena de curiosidades igual que en su eterna adolescencia, y al mismo tiempo tan madura y resentida como una anciana…. Perfectamente educada, con modales impecables, caprichosa y mimada, cual joven francesa de familia acaudalada, solo las eternas noches sin vida le dieron poco a poco mas tacto para andar sola, sin alguien a quien seguir, alguien que la guie; Aria ama la soledad, es su mejor amiga, amante, compañera, alguien que jamás va a fallarle y, sobre todo, alguien que no morirá un día, tan eterna como su propio ser, esa es la claridad y verdad de Aria, pero realmente después de quedar sola a tan temprana edad, deseara la soledad?, o un cálido abrazo.. Casi un cálido abrazo aunque su piel vaya a sentir un eterno frío.
Una muñeca, calculadora, sabe manejar su inocencia, conseguir lo que quiere con esa juventud eterna.
Tiene severos problemas psicológicos, maneja impecablemente sus caretas y eso provoca que a veces pierda el piso de la realidad, exageradamente desconfiada, Una joven promiscua que niega ese hecho, atribuyéndolo a que quedo varada en una etapa difícil, jamás lo aceptara pero, el propósito de Aria es hallar una “madre” alguien a quien pueda contarle sus penas, alguien que le de palabras de aliento y reprima su comportamiento, alguien que no sea alguno de sus juguetes, alguno de sus amantes…victimas.
Historia
21 de enero… una noche fría, invierno en Paris….
Mi madre me ayudaba a cerrar el corsé de mi vestido, mientras yo me veía en el espejo, Era hermosa, mama, papa, sus amigos se cansaban de repetirlo, pero jamás me di a admitirlo, cuando por fin mi madre se separo de mí, me abrazo por la cintura derramando unas lagrimillas, clásico de ella… cuando era pequeña solía pensar que mama era un panquesillo de fresa, esponjosito y muy dulce… esa era Sophy Saint Clair, siempre desbordando piel con sus vestidos ajustados, extremadamente cursi, amante del dinero incluso sobre mi padre. Balthazar D’Alibour era algo completamente distinto… un hombre alto, ya de mayor edad, con espesas barbas grises, fornido para su edad y completamente frio, sus palabras mas amables me las daba cuando aprendía algún otro instrumento o gustaba de los hijos de sus amigos de negocios.
Termine de acicalarme, y agarre mi cabello en una ligera coleta con un hermoso broche azul eléctrico que destacaba sobre mi vestido negro, apresure a mi madre para que llegara al comedor primero, yo la seguí a pasos muy lentos, admirando mis reflejos en los cristales de las mesillas del pasillo…no era más una niña.
Al llegar al comedor me sentí abochornada, la cantidad de gente que estaba parada mirándome, solo reconocía a Edward mi amigo desde infantes, solo sonreí con gracia, como me había enseñado mi maestra de ética, tome mi silla en el extremo izquierdo de la mesa alejada pero frente a mi padre.
Todos guardaron silencio y se sentaron cuando mi padre se puso de pie, -Quiero agradecer que nos acompañen en esta fecha tan especial, el cumpleaños 18 de nuestra hermosa hija Aria, la familia D’Alibour está de fiesta engalanada porque mi princesa poco a poco deja de ser una niña-dijo mirando a Sophy , mientras yo trataba de esconderme con mi servilleta… Los invitados asintieron, hablando todos al mismo tiempo distinguía algunos “felicidades”. La cena transcurrió tranquila, y callada, todos procurando cuidar cada detalle mientras deglutían, y sin equivocarse con los distintos cubiertos alineados frente a ellos, yo casi podía sonreír mirando a las esposas de los adinerados, sin poder respirar, con los senos pegados a la garganta y cuidando que las exóticas plumas no se despegaran de su peinado.
Cuando mi padre termino sin mencionar palabra se puso de pie caminando hacia el gran salón, justo enfrente del comedor, tras esas puertas de cristal que tantas veces dañe cuando niña, todos lo siguieron sin importar si habían terminado su postre o no, di un largo suspiro y me dispuse a seguirlos, tranquila y callada tratando de parecer invisible, que, a pesar de ser la festejada era bastante fácil, alguien se emparejo a mi paso y gire sonriéndole a Edward… Al llegar mi padre dio órdenes a la sirvienta que sirviera vino para todos, el mejor vino, incluso a mí que vagamente recordaba siquiera un sorbo, no era fanática de beber, al tocar la copa, mire a mi padre y asintió con la cabeza animándome a beber, ordeno un brindis a mi salud y di un buen trago acompañada por todos los invitados, al pasar el vino por mi garganta sentí que mis mejillas ardían y que mis hombros se relajaban, me dio tanta gracia que reí bajito.
Comenzó a tocar un grupo local que había contratado mi papa y todos comenzaron a bailar, yo miraba por los grandes ventanales hacia afuera, a las demás casonas, enseguida escuche a mi padre llamarme así que di la vuelta y camine despacio hacia él, -Aria, hija… él es Leonel, Leonel ella es mi mas preciada joya, Aria- alcé la vista hacia el dichoso Leonel y su mirada despertó una alerta en mi, al mismo tiempo no podía dejar de mirarlo, sus facciones fuertes y su mirada profunda, parecía que ocultaba millones de secretos, sacudí mi cabeza y sonreí-es un placer Sr Leonel- el asintió sonriendo de a poco –el placer es todo mío-.
Después de la misteriosa presentación una sensación de ser observada continuo, hasta hacerme sentir escalofríos subiendo por la espalda, me sentía tan nerviosa que decidí alejarme, y entrar al sanitario, moje mis manos y cubrí mi rostro, cerré mis ojos unos segundos y al secarme, el pánico se apodero de mi… Leonel estaba atrás de mi, sonriendo ampliamente, con su mirada fiera, antes que pudiese emitir un sonido cubrió mi boca con su enorme mano, se acerco a mi cuello, tan frio y como si hubiese calculado eso años atrás enterró sus colmillos cerca de mi clavícula, su mano era tan grande que sofocaba perfectamente mis alaridos, poco a poco mi fuerza se rindió a su fuerte abrazo, lo último que recuerdo es que mire al espejo, admire a una chica muerta en las manos de ese hombre que succionaba con ardor.
Al despertar mi cabeza daba vueltas, y mis ojos no enfocaban bien, pero en cuanto paso el mareo, me di cuenta que mi vista era tan minuciosa… los sonidos más finos los olores… y mi piel era tan pálida como la leche, mire a mi alrededor, una casona sin un solo mueble, con las ventanas tapadas en espesas telas que no daban paso a un tenue rayo de luz, una vela a mi lado y una nota firmada….
“Balthazar D’Alibour, el hombre más adinerado, el hombre más triste por la pérdida de su hija… Aria bienvenida al mundo de la obscuridad, el mundo de la sed y la lujuria, el mundo de la soledad… el mundo donde no existen sentimientos…donde no hay amor. Leonel”…. Tenia vagos recuerdos de cuentos de vampiros, mi madre solía contármelos… entonces, yo era una vampiresa ahora?...
Aria dejo la pluma a un lado recordando con exactitud cada detalle de aquel día, aquel cumpleaños, la soledad que vino desde ese entonces, la sed, lo difícil que fue aprender a alimentarse y el sentimiento mas cercano a desgarrador que fue dejar parís…Pero estaba de vuelta, 50 años después con la inexperiencia y la niñez olvidadas y muertas, dispuesta a mirar su hogar París con los ojos de una vampiresa.
Datos extras:
-le gusta observar las fiestas de la clase alta, sin participar en ellas, recordando su cumpleaños.
-toca el violin , el piano y le gusta cantar.
-adora la flor de durazno.
-le gusta salir a empaparse con la lluvia.
-le gusta torturar a sus víctimas antes de alimentarse.
Las muñecas no solo sirven para jugar.
Edad: Transformada a los 18 años, 50 no viva
Especie: Vampiresa
Tipo y Clase social: Clase Alta
Orientación Sexual: Heterosexual
Lugar de Origen: Paris, Francia
Habilidad/Poder: Encandilamiento, Telepatía y Persuasión
Descripción Física:
La belleza de una mujer... la ternura de una muñeca, la sensualidad de una vampireza.
Descripción Psicológica:
Aria, tan solo una niña, o toda una mujer… llena de curiosidades igual que en su eterna adolescencia, y al mismo tiempo tan madura y resentida como una anciana…. Perfectamente educada, con modales impecables, caprichosa y mimada, cual joven francesa de familia acaudalada, solo las eternas noches sin vida le dieron poco a poco mas tacto para andar sola, sin alguien a quien seguir, alguien que la guie; Aria ama la soledad, es su mejor amiga, amante, compañera, alguien que jamás va a fallarle y, sobre todo, alguien que no morirá un día, tan eterna como su propio ser, esa es la claridad y verdad de Aria, pero realmente después de quedar sola a tan temprana edad, deseara la soledad?, o un cálido abrazo.. Casi un cálido abrazo aunque su piel vaya a sentir un eterno frío.
Una muñeca, calculadora, sabe manejar su inocencia, conseguir lo que quiere con esa juventud eterna.
Tiene severos problemas psicológicos, maneja impecablemente sus caretas y eso provoca que a veces pierda el piso de la realidad, exageradamente desconfiada, Una joven promiscua que niega ese hecho, atribuyéndolo a que quedo varada en una etapa difícil, jamás lo aceptara pero, el propósito de Aria es hallar una “madre” alguien a quien pueda contarle sus penas, alguien que le de palabras de aliento y reprima su comportamiento, alguien que no sea alguno de sus juguetes, alguno de sus amantes…victimas.
Historia
21 de enero… una noche fría, invierno en Paris….
Mi madre me ayudaba a cerrar el corsé de mi vestido, mientras yo me veía en el espejo, Era hermosa, mama, papa, sus amigos se cansaban de repetirlo, pero jamás me di a admitirlo, cuando por fin mi madre se separo de mí, me abrazo por la cintura derramando unas lagrimillas, clásico de ella… cuando era pequeña solía pensar que mama era un panquesillo de fresa, esponjosito y muy dulce… esa era Sophy Saint Clair, siempre desbordando piel con sus vestidos ajustados, extremadamente cursi, amante del dinero incluso sobre mi padre. Balthazar D’Alibour era algo completamente distinto… un hombre alto, ya de mayor edad, con espesas barbas grises, fornido para su edad y completamente frio, sus palabras mas amables me las daba cuando aprendía algún otro instrumento o gustaba de los hijos de sus amigos de negocios.
Termine de acicalarme, y agarre mi cabello en una ligera coleta con un hermoso broche azul eléctrico que destacaba sobre mi vestido negro, apresure a mi madre para que llegara al comedor primero, yo la seguí a pasos muy lentos, admirando mis reflejos en los cristales de las mesillas del pasillo…no era más una niña.
Al llegar al comedor me sentí abochornada, la cantidad de gente que estaba parada mirándome, solo reconocía a Edward mi amigo desde infantes, solo sonreí con gracia, como me había enseñado mi maestra de ética, tome mi silla en el extremo izquierdo de la mesa alejada pero frente a mi padre.
Todos guardaron silencio y se sentaron cuando mi padre se puso de pie, -Quiero agradecer que nos acompañen en esta fecha tan especial, el cumpleaños 18 de nuestra hermosa hija Aria, la familia D’Alibour está de fiesta engalanada porque mi princesa poco a poco deja de ser una niña-dijo mirando a Sophy , mientras yo trataba de esconderme con mi servilleta… Los invitados asintieron, hablando todos al mismo tiempo distinguía algunos “felicidades”. La cena transcurrió tranquila, y callada, todos procurando cuidar cada detalle mientras deglutían, y sin equivocarse con los distintos cubiertos alineados frente a ellos, yo casi podía sonreír mirando a las esposas de los adinerados, sin poder respirar, con los senos pegados a la garganta y cuidando que las exóticas plumas no se despegaran de su peinado.
Cuando mi padre termino sin mencionar palabra se puso de pie caminando hacia el gran salón, justo enfrente del comedor, tras esas puertas de cristal que tantas veces dañe cuando niña, todos lo siguieron sin importar si habían terminado su postre o no, di un largo suspiro y me dispuse a seguirlos, tranquila y callada tratando de parecer invisible, que, a pesar de ser la festejada era bastante fácil, alguien se emparejo a mi paso y gire sonriéndole a Edward… Al llegar mi padre dio órdenes a la sirvienta que sirviera vino para todos, el mejor vino, incluso a mí que vagamente recordaba siquiera un sorbo, no era fanática de beber, al tocar la copa, mire a mi padre y asintió con la cabeza animándome a beber, ordeno un brindis a mi salud y di un buen trago acompañada por todos los invitados, al pasar el vino por mi garganta sentí que mis mejillas ardían y que mis hombros se relajaban, me dio tanta gracia que reí bajito.
Comenzó a tocar un grupo local que había contratado mi papa y todos comenzaron a bailar, yo miraba por los grandes ventanales hacia afuera, a las demás casonas, enseguida escuche a mi padre llamarme así que di la vuelta y camine despacio hacia él, -Aria, hija… él es Leonel, Leonel ella es mi mas preciada joya, Aria- alcé la vista hacia el dichoso Leonel y su mirada despertó una alerta en mi, al mismo tiempo no podía dejar de mirarlo, sus facciones fuertes y su mirada profunda, parecía que ocultaba millones de secretos, sacudí mi cabeza y sonreí-es un placer Sr Leonel- el asintió sonriendo de a poco –el placer es todo mío-.
Después de la misteriosa presentación una sensación de ser observada continuo, hasta hacerme sentir escalofríos subiendo por la espalda, me sentía tan nerviosa que decidí alejarme, y entrar al sanitario, moje mis manos y cubrí mi rostro, cerré mis ojos unos segundos y al secarme, el pánico se apodero de mi… Leonel estaba atrás de mi, sonriendo ampliamente, con su mirada fiera, antes que pudiese emitir un sonido cubrió mi boca con su enorme mano, se acerco a mi cuello, tan frio y como si hubiese calculado eso años atrás enterró sus colmillos cerca de mi clavícula, su mano era tan grande que sofocaba perfectamente mis alaridos, poco a poco mi fuerza se rindió a su fuerte abrazo, lo último que recuerdo es que mire al espejo, admire a una chica muerta en las manos de ese hombre que succionaba con ardor.
Al despertar mi cabeza daba vueltas, y mis ojos no enfocaban bien, pero en cuanto paso el mareo, me di cuenta que mi vista era tan minuciosa… los sonidos más finos los olores… y mi piel era tan pálida como la leche, mire a mi alrededor, una casona sin un solo mueble, con las ventanas tapadas en espesas telas que no daban paso a un tenue rayo de luz, una vela a mi lado y una nota firmada….
“Balthazar D’Alibour, el hombre más adinerado, el hombre más triste por la pérdida de su hija… Aria bienvenida al mundo de la obscuridad, el mundo de la sed y la lujuria, el mundo de la soledad… el mundo donde no existen sentimientos…donde no hay amor. Leonel”…. Tenia vagos recuerdos de cuentos de vampiros, mi madre solía contármelos… entonces, yo era una vampiresa ahora?...
Aria dejo la pluma a un lado recordando con exactitud cada detalle de aquel día, aquel cumpleaños, la soledad que vino desde ese entonces, la sed, lo difícil que fue aprender a alimentarse y el sentimiento mas cercano a desgarrador que fue dejar parís…Pero estaba de vuelta, 50 años después con la inexperiencia y la niñez olvidadas y muertas, dispuesta a mirar su hogar París con los ojos de una vampiresa.
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-le gusta observar las fiestas de la clase alta, sin participar en ellas, recordando su cumpleaños.
-toca el violin , el piano y le gusta cantar.
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Aria D´Alibour- Vampiro Clase Alta
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Re: Aria D'Alibour muñeca inmortal
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Tarik Pattakie- Vampiro/Realeza
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