AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Susurros que se transforman en ecos…[Libre]
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Susurros que se transforman en ecos…[Libre]
A veces nos llegan a nuestra mentes el llamado de lo innegable de la vida, en ocasiones es como un lejano susurro y en otras un fuerte grito que nos deja por unos segundos atónitos y sin saber a dónde ir nos perdemos en nuestro propio cuerpo que por un momento vaga sin alma. Lo percibimos como algo que no podemos explicar, porque esta tan adentro de nosotros, que no somos capaces de alcanzarlo y ver con claridad lo que nos está llamando, así que lo dejamos pasar… como si no lo hubiésemos reconocido.
Y de nuevo cuando en un instante de calma aparece de nuevo, lo hace con mas fuerza y determinación, la vida se acerca y con sus cálidas manos tocando tu rostro te dice con su voz suave, dulce y refinada “Cambio”. Pero aquellas palabras aturden y distorsionan la realidad, así que preocupado y distraído todo parece peligroso, cada paso que das se siente como si algo malo estuviera por llegar, no sabes dónde poner tus pies, porque no sabes si es tierra firme, así que aquella señal la dejas pasar.
Había pasado mucho tiempo desde que no sentía aquella sensación de la necesidad de hacer algo factible y productivo, necesitaba paz, se sentía presa de algo que no entendía, ¿buscaba acaso la oportunidad de que su destino se cumpliera?
Pero si busco, ensayo, insistió en mi destino ¿Qué pasara?, se preguntaba aquella joven de cabellos castaños, mientras daba un cauteloso paso en aquella inmensa catedral, una desesperación se apodero de ella, sentía que sus fuerzas la abandonaban, no se había sentido tan débil y frágil ¡Nunca!
Aquella catedral tenia amplios lugares, su techo se alzaba de una manera tan magnífica que era casi imposible que apenas simple mortales hubieran podía hacer aquella hermosura de lugar, las exclamaciones no dejaban de salir de sus labios, era la primera vez que estaba en este lugar, no esperaba nada de aquella divinidad, pues para ella ya estaba hundida y nadie la podría salvar. Desde pequeña había sido una gran católica, adoraba poder ir con su madre a aquellas hermosas iglesias y presenciar los magníficos murales que se alzaban a su inocente y niñato rostro-que aun tenia-
Aquellas señales que había visto desde hace algún tiempo, nunca fueron de importancia pero en aquel momento, sentía más viva que nunca aquel recuerdo, odiaba los recuerdos, pues eran formas de mantenerte siempre recordando el dolor, aunque a decir verdad nunca había sufrido, solamente habían obtenido decepción de su vida.
Suspiro largamente, sentándose en uno de los bancos a la mitad de la iglesia, cerró los ojos como para comenzar a rezar, pero en realidad, reflexionaba de por qué y cómo había llegado ahí.
Sonrió con ironía, estaba cansada de sentir que algo la llamaba, asi que se levanto de su cuarto gritándole a las cuatros paredes “!Esta bien Guiame!” y al parecer eso hizo, pero la llevo hasta aquí…
-¿Y ahora qué?- se pregunto levantando la mirada con suma tristeza –Nunca seré la protagonista de una historia- susurro conteniendo las lagrimas-Soy… Oscuridad, naci Gracias a ella…-
Y de nuevo cuando en un instante de calma aparece de nuevo, lo hace con mas fuerza y determinación, la vida se acerca y con sus cálidas manos tocando tu rostro te dice con su voz suave, dulce y refinada “Cambio”. Pero aquellas palabras aturden y distorsionan la realidad, así que preocupado y distraído todo parece peligroso, cada paso que das se siente como si algo malo estuviera por llegar, no sabes dónde poner tus pies, porque no sabes si es tierra firme, así que aquella señal la dejas pasar.
Había pasado mucho tiempo desde que no sentía aquella sensación de la necesidad de hacer algo factible y productivo, necesitaba paz, se sentía presa de algo que no entendía, ¿buscaba acaso la oportunidad de que su destino se cumpliera?
Pero si busco, ensayo, insistió en mi destino ¿Qué pasara?, se preguntaba aquella joven de cabellos castaños, mientras daba un cauteloso paso en aquella inmensa catedral, una desesperación se apodero de ella, sentía que sus fuerzas la abandonaban, no se había sentido tan débil y frágil ¡Nunca!
Aquella catedral tenia amplios lugares, su techo se alzaba de una manera tan magnífica que era casi imposible que apenas simple mortales hubieran podía hacer aquella hermosura de lugar, las exclamaciones no dejaban de salir de sus labios, era la primera vez que estaba en este lugar, no esperaba nada de aquella divinidad, pues para ella ya estaba hundida y nadie la podría salvar. Desde pequeña había sido una gran católica, adoraba poder ir con su madre a aquellas hermosas iglesias y presenciar los magníficos murales que se alzaban a su inocente y niñato rostro-que aun tenia-
Aquellas señales que había visto desde hace algún tiempo, nunca fueron de importancia pero en aquel momento, sentía más viva que nunca aquel recuerdo, odiaba los recuerdos, pues eran formas de mantenerte siempre recordando el dolor, aunque a decir verdad nunca había sufrido, solamente habían obtenido decepción de su vida.
Suspiro largamente, sentándose en uno de los bancos a la mitad de la iglesia, cerró los ojos como para comenzar a rezar, pero en realidad, reflexionaba de por qué y cómo había llegado ahí.
Sonrió con ironía, estaba cansada de sentir que algo la llamaba, asi que se levanto de su cuarto gritándole a las cuatros paredes “!Esta bien Guiame!” y al parecer eso hizo, pero la llevo hasta aquí…
-¿Y ahora qué?- se pregunto levantando la mirada con suma tristeza –Nunca seré la protagonista de una historia- susurro conteniendo las lagrimas-Soy… Oscuridad, naci Gracias a ella…-
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Susurros que se transforman en ecos…[Libre]
No era forma de comenzar la medianoche, en mi camarote, había quedado mi bastón y ahora mi pie izquierdo daba sus triunfantes punzadas. La edad a uno lo va afectando paulatinamente, va logrando perderlo en un mar de confusiones, haciendo que las voces en la cabeza parescan tan reales como nuestra conciencia.
Volviendo a la acción en concreto, debería volver al puerto a recoger mi bastón, con el el dolor se apagaría, debería... no puedo volver. Hacía ya media hora que había abandonado el condominio aduanero, estaba lo suficientemente lejos como para no ver a una de las embarcaciones más grande que tiene la flota frances " El Aleph", bien diría un sabio escritor de la modernidad, el zahir puede tener más de un significado y aquella nave era una de ellos. Tan imponente y veloz, como ningún otro, eso, era " el Aleph", que podía conocer, o que solamente me atrevía a hacerlo.
La cobardía no era uno de mis principios pues me había creado en las sombras de personajes valientes, no obstante hoy era una de aquellas noches que debía haberme quedado en el Reina del mar.
Llegando al norte de París, la catedral se asomó a unas pocas cuadras. Corté un clavel de algún vecino descuidado y me aproximé al lugar.
Recordaba a la perfección aquellas escaleras, las salas, el altar, su patio. Aquí se había llevado la mayor sesión del mundo, la lamia, un espíritu capaz de hacer mal y bien simultáneamente había llegado en mi cuerpo para hacer tratos con un vampiro asesino, el mismo que le dio fin a Zaire, mi único compañero en ultramar.
Al entrar, el viento que anuncia la presencia de las almas me recorrió de pies a cabeza. Me agaché refunfuñando, deposité el clavel y exclamé.- ¡Salven todas las almas benditas!¡ Salve Zaire!.
Aquel saludo, provocó que la mayoría de las velas de cebo que estaban cerca mío se apagaran. Por fortuna llevaba el fuego para revivirlas. Como todas las noches, llevaba mi capa azul y mi sombrero, por si alguna alma se pasaba de lista. Así no me tomarían de sorpresa.
Una voz dulce, hermosa y melodiosa llegó a mis oídos. A lo lejos una joven, bruja, por el estallido de las energías en el plano espiritual, se encontraba mirando un punto en el techo.
- Nadie...mi querida niña nace en la oscuridad.- Dije mientras con pasos firmes me acercaba a ella. Mi cuerpo estaba casi cubierto por la capa azulada, y mis ojos estaban tapados por mi sombrero, aunque ello no me implicara la pérdida de mi visión.
Volviendo a la acción en concreto, debería volver al puerto a recoger mi bastón, con el el dolor se apagaría, debería... no puedo volver. Hacía ya media hora que había abandonado el condominio aduanero, estaba lo suficientemente lejos como para no ver a una de las embarcaciones más grande que tiene la flota frances " El Aleph", bien diría un sabio escritor de la modernidad, el zahir puede tener más de un significado y aquella nave era una de ellos. Tan imponente y veloz, como ningún otro, eso, era " el Aleph", que podía conocer, o que solamente me atrevía a hacerlo.
La cobardía no era uno de mis principios pues me había creado en las sombras de personajes valientes, no obstante hoy era una de aquellas noches que debía haberme quedado en el Reina del mar.
Llegando al norte de París, la catedral se asomó a unas pocas cuadras. Corté un clavel de algún vecino descuidado y me aproximé al lugar.
Recordaba a la perfección aquellas escaleras, las salas, el altar, su patio. Aquí se había llevado la mayor sesión del mundo, la lamia, un espíritu capaz de hacer mal y bien simultáneamente había llegado en mi cuerpo para hacer tratos con un vampiro asesino, el mismo que le dio fin a Zaire, mi único compañero en ultramar.
Al entrar, el viento que anuncia la presencia de las almas me recorrió de pies a cabeza. Me agaché refunfuñando, deposité el clavel y exclamé.- ¡Salven todas las almas benditas!¡ Salve Zaire!.
Aquel saludo, provocó que la mayoría de las velas de cebo que estaban cerca mío se apagaran. Por fortuna llevaba el fuego para revivirlas. Como todas las noches, llevaba mi capa azul y mi sombrero, por si alguna alma se pasaba de lista. Así no me tomarían de sorpresa.
Una voz dulce, hermosa y melodiosa llegó a mis oídos. A lo lejos una joven, bruja, por el estallido de las energías en el plano espiritual, se encontraba mirando un punto en el techo.
- Nadie...mi querida niña nace en la oscuridad.- Dije mientras con pasos firmes me acercaba a ella. Mi cuerpo estaba casi cubierto por la capa azulada, y mis ojos estaban tapados por mi sombrero, aunque ello no me implicara la pérdida de mi visión.
- Spoiler:
- OFF: Bella Aitziber espero que no le moleste mi presencia, y que disfrutemos un tema, entre dos brujos.
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Re: Susurros que se transforman en ecos…[Libre]
¿ah sí? Pensó mirando con el ceño fruncido a aquel señor mayor, quería enojarse con él, pero su energía tan cálida le hizo imposible, advirtió que siempre seria así con aquella persona, pues su serenidad parecía atraparla con ternura
-Sí, Si nacen- respondió castamente-Muchos de nosotros estamos destinados a estar en el lado oscuro, si no fuera así, sería aburrido-
Miro la oscuridad y la capa del señor mayor parecía fundirse con ella, por un momento también quería hacerlo, bajo su rostro aturdida, algo le pasaba y no sabia que era, por unos segundos vio una extraña imagen en su mente, que la aturdió aun mas; sentía que un “Boom” rebotaba en su cabeza. Una hermosa perla de un color negro apareció en su cabeza, estaba en un lugar vacio también oscuro, apenas se podía distinguir la perla del infinito, miro hacia los lados, encontrándose con mas oscuridad, aquella oscuridad le pareció cálida, casi como si el sol estuviera brillando intensamente, pero no era eso. Volvió a ver la perla donde noto un pequeño, un mínimo e insignificante brillo, que comenzaba a tener fuerza, noto que la oscuridad de la perla luchaba arduamente contra aquella pequeña luz purificadora quien no se rendía aunque era muy pequeña.
-Adoro la noche… me parece más cálida que el día- oculto su temor, volviendo a ser aquella joven parisina que sus padres habían criado; su verdadero lado oscuro.-a usted no?- pregunto mostrando una dulce sonrisa.
-Sí, Si nacen- respondió castamente-Muchos de nosotros estamos destinados a estar en el lado oscuro, si no fuera así, sería aburrido-
Miro la oscuridad y la capa del señor mayor parecía fundirse con ella, por un momento también quería hacerlo, bajo su rostro aturdida, algo le pasaba y no sabia que era, por unos segundos vio una extraña imagen en su mente, que la aturdió aun mas; sentía que un “Boom” rebotaba en su cabeza. Una hermosa perla de un color negro apareció en su cabeza, estaba en un lugar vacio también oscuro, apenas se podía distinguir la perla del infinito, miro hacia los lados, encontrándose con mas oscuridad, aquella oscuridad le pareció cálida, casi como si el sol estuviera brillando intensamente, pero no era eso. Volvió a ver la perla donde noto un pequeño, un mínimo e insignificante brillo, que comenzaba a tener fuerza, noto que la oscuridad de la perla luchaba arduamente contra aquella pequeña luz purificadora quien no se rendía aunque era muy pequeña.
-Adoro la noche… me parece más cálida que el día- oculto su temor, volviendo a ser aquella joven parisina que sus padres habían criado; su verdadero lado oscuro.-a usted no?- pregunto mostrando una dulce sonrisa.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Susurros que se transforman en ecos…[Libre]
Todo brujo tiene en su interior un ángel y un demonio, todo brujo puede elegir entre la magia blanca y la magia negra, pero tiene que tener en cuenta que las diversidades a las que se enfrentará pueden ser mortales en ambos casos.
Durante siglos la luz y la oscuridad han luchado para ver quienes son dignos de su presencia, por ende gobiernan a la humanidad, sea mortal o inmortal, procuran tener el control de todo y por qué no, de todos.
Al acercarme a ella, a tal punto de no elevar el tono de voz, conseguí responderle.- Querida niña, no es así como piensa...- hice una pausa.- Cada brujo elige su destino.- puse mis manos atrás de mi espalda. Los jóvenes brujos eran totalmente extremistas, a tal punto de cometer errores irreparables con su vida o con la de los demás.- En el lado de la clareza también es divertido...- me reí para mí mismo, lo era si combatías a todo ser de bajo plano astral, sino era algo monótono.- Pero cierto es que un buen brujo debe conocer las dos energías y ponerse siempre en un total y ocmpleto equilibrio con la magia negra y la blanca.
Algo con aquella muchacha no estaba bien, se respiraba un ambiente tenso y de lamento. En mi interior el corazón latía fuertemente, lleno de luz inmerso en la oscuridad que lo rodeaba.
- La noche es la madre de todos los seres hijos de la diosa de la magia, encruzijadas y de las almas, Hécate, por ende la noche es la que me permite ser como soy... un viejo Jefe brujo...- sonreí tapando mis ojos con el sombrero. Sabía que los tenía ensangrentados por estar bajo los efectos de un hechizo que Vladimyro me había mandado.¿ Qué dulce que era mi hermano, no?.
- Sí la noche es más cálida que el día para mí. Disculpe que me entrometa señorita... ¿ Cómo es su nombre?.- pregunté gesticulando con mis manos. Lo que jamás podría entender era que una joven bruja estuviera en la catedral a éstas horas de la noche cuando sus dones se agudizan. Cualquier párroco podría detenerla, era totalmente inútil y arriesgado.- Para que no paresca inapropiado me presentaré primero.- hice una reverencia elevando mi capa.- Soy Amelhíon Do Crucerois, un placer conocerla.- Mi voz grave retumbaba en aquella infraestructura eclesíastica.
Durante siglos la luz y la oscuridad han luchado para ver quienes son dignos de su presencia, por ende gobiernan a la humanidad, sea mortal o inmortal, procuran tener el control de todo y por qué no, de todos.
Al acercarme a ella, a tal punto de no elevar el tono de voz, conseguí responderle.- Querida niña, no es así como piensa...- hice una pausa.- Cada brujo elige su destino.- puse mis manos atrás de mi espalda. Los jóvenes brujos eran totalmente extremistas, a tal punto de cometer errores irreparables con su vida o con la de los demás.- En el lado de la clareza también es divertido...- me reí para mí mismo, lo era si combatías a todo ser de bajo plano astral, sino era algo monótono.- Pero cierto es que un buen brujo debe conocer las dos energías y ponerse siempre en un total y ocmpleto equilibrio con la magia negra y la blanca.
Algo con aquella muchacha no estaba bien, se respiraba un ambiente tenso y de lamento. En mi interior el corazón latía fuertemente, lleno de luz inmerso en la oscuridad que lo rodeaba.
- La noche es la madre de todos los seres hijos de la diosa de la magia, encruzijadas y de las almas, Hécate, por ende la noche es la que me permite ser como soy... un viejo Jefe brujo...- sonreí tapando mis ojos con el sombrero. Sabía que los tenía ensangrentados por estar bajo los efectos de un hechizo que Vladimyro me había mandado.¿ Qué dulce que era mi hermano, no?.
- Sí la noche es más cálida que el día para mí. Disculpe que me entrometa señorita... ¿ Cómo es su nombre?.- pregunté gesticulando con mis manos. Lo que jamás podría entender era que una joven bruja estuviera en la catedral a éstas horas de la noche cuando sus dones se agudizan. Cualquier párroco podría detenerla, era totalmente inútil y arriesgado.- Para que no paresca inapropiado me presentaré primero.- hice una reverencia elevando mi capa.- Soy Amelhíon Do Crucerois, un placer conocerla.- Mi voz grave retumbaba en aquella infraestructura eclesíastica.
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Re: Susurros que se transforman en ecos…[Libre]
Suspiro largamente mientras sus ojos los mantenía entrecerrados, encontraba la compañía de aquel hombre sumamente cálido y reconfortante, se preguntaba cuando había vivido, que experiencias mantenía aquella alma que en este momento estaba junto a ella, aunque parecía que no le prestaba atención, en realidad si lo hacía, a sus oídos llegaban los susurros de la voz del mayor haciendo que el timbre de voz del mayor hiciera que tu atención se centrara en el. Sonrió un poco mostrando simpatía, aquella imagen parecía extraña, una pequeña joven en medio de la catedral, escucho el nombre del mayor expandiéndose por aquel lugar hueco, haciéndolo retumbar por todo el lugar, sus negras pupilas se abrieron y agrandaron al escuchar aquel hermoso y espectral eco.
-Mucho Gusto Señor Crucerois – se levanto de su asiento haciendo una leve reverencia. Aun se encontraba extasiada de cómo aquella voz había retumbado en aquellas paredes tan góticas, aunque era algo simple, no podía evitar pensar en cómo simples humanos habían construido aquello tan hermoso y perfecto.
-Mi Nombre es Aitziber D’ Lemoine- en sus labios salió una leve sonrisa, mientras se presentaba miro por primera vez aquel hombre cara a cara, noto los años que habían pasado por su rostro y cuerpo-Mi señor… Enséñeme ¿acaso estoy mal?- pregunto bajando la voz, volviéndola casi un murmullo.-Somos los seres más extraños de todos, humanos queriendo buscar mas allá de su existencia-
-Mucho Gusto Señor Crucerois – se levanto de su asiento haciendo una leve reverencia. Aun se encontraba extasiada de cómo aquella voz había retumbado en aquellas paredes tan góticas, aunque era algo simple, no podía evitar pensar en cómo simples humanos habían construido aquello tan hermoso y perfecto.
-Mi Nombre es Aitziber D’ Lemoine- en sus labios salió una leve sonrisa, mientras se presentaba miro por primera vez aquel hombre cara a cara, noto los años que habían pasado por su rostro y cuerpo-Mi señor… Enséñeme ¿acaso estoy mal?- pregunto bajando la voz, volviéndola casi un murmullo.-Somos los seres más extraños de todos, humanos queriendo buscar mas allá de su existencia-
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Susurros que se transforman en ecos…[Libre]
Las catedrales en Francia poseían cierto encanto oscuro. Como si la noche vagara sin tiempo por los lugares más recónditos de sus muros, imágenes de santos, y vitrouxs.
Las almas, al igual que su capa protectora, vagaban con la misma fuerza. Podía sentir como pasaban alrededor nuestro sin toparse con nuestros cuerpos, enmudecido, sin pensamientos que las atrayeran a mí fijé mi vista en la joven bruja que tenía como compañera de debate, porque aquella conversación de transformaría en un interesante debate entre dos brujos, y por qué no, entre dos generaciones completamente diferentes entre ellas.
Largué una carcajada, sonora, estridente casi maléfica. Un alma errante había tocado mi chakra ubicado en mi espalda media, provocando que Mareia se acercara a mi materia y lo auyentara sin llegar a pisar el mundo terrenal.
- Éste lugar está lleno de almas...- murmuré riéndome. Hacía mucho tiempo que no se me escapaba una risa nerviosa, no era mi forma de proceder pero Francia, ¡ Oh, mi querida Francia!, me traía tantos recuerdos que mi corazón se volvía sensible, en éste momento era capaz de volver a aquella juventud de amores inconclusos, y huidas frenéticas.
Tomé su mano, la mía parecía hielo del norte de Europa comparada con su cálida mano. Besé suavemente la mano de la joven, sonreí.- Un placer conocerla señorita D’ Lemoine.
Al escuchar aquella pregunta, crucé mis brazos espectante. Era notable la curiosidad que poseía esa pequeña.- Por momentos es cierto lo que dices mi querida... Aitziber. Es cierto que los brujos somos los menos comprendidos, incluso por nosotros mismos que por diferentes caminos hemos ido para comprendernos, y muchos han fracasado en su búsqueda.- hice una pausa.- ¿ Acaso tu Jefe o maestro, depende que parte de la magia realices, no te pudo responder a tus sorprendentes curiosidades, pequeña Aitziber?.
Era inespicable cómo pequeñas brujas y brujos eran desprovistos de la información que necesiten para su desarrollo, no sólo como hombres y mujeres de misterios, sino que también como personas de bien.
Las almas, al igual que su capa protectora, vagaban con la misma fuerza. Podía sentir como pasaban alrededor nuestro sin toparse con nuestros cuerpos, enmudecido, sin pensamientos que las atrayeran a mí fijé mi vista en la joven bruja que tenía como compañera de debate, porque aquella conversación de transformaría en un interesante debate entre dos brujos, y por qué no, entre dos generaciones completamente diferentes entre ellas.
Largué una carcajada, sonora, estridente casi maléfica. Un alma errante había tocado mi chakra ubicado en mi espalda media, provocando que Mareia se acercara a mi materia y lo auyentara sin llegar a pisar el mundo terrenal.
- Éste lugar está lleno de almas...- murmuré riéndome. Hacía mucho tiempo que no se me escapaba una risa nerviosa, no era mi forma de proceder pero Francia, ¡ Oh, mi querida Francia!, me traía tantos recuerdos que mi corazón se volvía sensible, en éste momento era capaz de volver a aquella juventud de amores inconclusos, y huidas frenéticas.
Tomé su mano, la mía parecía hielo del norte de Europa comparada con su cálida mano. Besé suavemente la mano de la joven, sonreí.- Un placer conocerla señorita D’ Lemoine.
Al escuchar aquella pregunta, crucé mis brazos espectante. Era notable la curiosidad que poseía esa pequeña.- Por momentos es cierto lo que dices mi querida... Aitziber. Es cierto que los brujos somos los menos comprendidos, incluso por nosotros mismos que por diferentes caminos hemos ido para comprendernos, y muchos han fracasado en su búsqueda.- hice una pausa.- ¿ Acaso tu Jefe o maestro, depende que parte de la magia realices, no te pudo responder a tus sorprendentes curiosidades, pequeña Aitziber?.
Era inespicable cómo pequeñas brujas y brujos eran desprovistos de la información que necesiten para su desarrollo, no sólo como hombres y mujeres de misterios, sino que también como personas de bien.
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Re: Susurros que se transforman en ecos…[Libre]
Quedo en silencio, miraba detenidamente al señor mayor, su mirada bajo por unos instantes hasta que este respondió; también había notado aquellos espíritus, pero estos nunca le atormentaban, tal vez era porque siempre mantenía un campo de energía para que ellos no se acercaran mucho a ella. Sonrió algo conforme con su respuesta, no le daba la razón pero le hacía comprender que no estaba tan mal después de todo.
¿Maestro? Sus labios se volvieron una pequeña distorsión, los apretó suavemente, frunciendo también el ceño, no le diría que había asesinado a su maestro después de que no encontrar nada productivo en sus conocimientos, su estilo de aprendizaje, el camino que su maestro anterior había elegido para ella no le interesaba para nada. En ese momento comenzó la guerra, en donde el aprendiz venció al maestro.
-Murió- dijo dándole la espalda, temía que en sus ojos brotaran la verdad, suspiro largamente, abrazándose a sí misma como una pequeña algo nerviosa, giro repentinamente dejando que su vestido danzara con su movimiento.- Así es murió, antes de enseñarme más de lo que sé, pero de todos modos, este no era apto para mi, me estaba estancando- murmuro fríamente y con resentimiento.
Ella era como una planta, necesitaba, agua, luz y mucho estimulo, si la apresaban en un pequeño cuarto, estrecho y sin estímulos, dejándola crecer sin libertad, enloquecería. Era una persona, curiosa, deseosa de conocimiento, esa era su agua, su vitalidad, por lo que vivía prácticamente, pues aunque era hermosa, no había amores en su vida y no estaba interesada en ellos por estos momentos.
¿Maestro? Sus labios se volvieron una pequeña distorsión, los apretó suavemente, frunciendo también el ceño, no le diría que había asesinado a su maestro después de que no encontrar nada productivo en sus conocimientos, su estilo de aprendizaje, el camino que su maestro anterior había elegido para ella no le interesaba para nada. En ese momento comenzó la guerra, en donde el aprendiz venció al maestro.
-Murió- dijo dándole la espalda, temía que en sus ojos brotaran la verdad, suspiro largamente, abrazándose a sí misma como una pequeña algo nerviosa, giro repentinamente dejando que su vestido danzara con su movimiento.- Así es murió, antes de enseñarme más de lo que sé, pero de todos modos, este no era apto para mi, me estaba estancando- murmuro fríamente y con resentimiento.
Ella era como una planta, necesitaba, agua, luz y mucho estimulo, si la apresaban en un pequeño cuarto, estrecho y sin estímulos, dejándola crecer sin libertad, enloquecería. Era una persona, curiosa, deseosa de conocimiento, esa era su agua, su vitalidad, por lo que vivía prácticamente, pues aunque era hermosa, no había amores en su vida y no estaba interesada en ellos por estos momentos.
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Re: Susurros que se transforman en ecos…[Libre]
Mentía si decía que aquella joven era un ser celestial, se notaba aquella luz que alguna vez había brillado en su ser, pero ahora las oscuridades más profundas residían en ella, pensé en sacarle aquel pesar, pero sólo teniéndola como nieta o alumna podía hacerlo, ya que el conjuro trataba de confianza y protección mútua.
El ambiente se notaba tenso, fuera de toda comprensión humana, no por las almas, benditas ellas por cierto, sino por mi decisión de ayudar a aquel peligro con piel de joven bruja. Respiré profundamente al oír esas palabras provenientes de labios juveniles.
- Te ha causado mucho dolor, casi odio, diría.- musité mirando la losa del piso, las cruces de mezclaban con un manto blanquecino, lentamente desabroché mi capa azul y se la puse en los hombros.
- Si permites que te haga una prueba.- hice una pausa mirando el lugar, tenía lo necesario para realizarla.- en éste lugar si quieres, podrías aprender mucho de tí misma, y quizá te oriente en la búsqueda de un nuevo maestro.
Lo que temía era que al intervenir, la pequeña ansiosa de saber llamada Aitziber fuera mi alumna nueva, siendo honesto no creía que tantas brujas tuvieran la necesidad de tener un maestro como yo, que era capaz de abandonar éste mundo como alma para dejar su cuerpo a otros espíritus, algunos buenos, otros despiados pero que cuidaban el puente con el que pisaban tierra.
- ¿ Qué me dices pequeña valiente, te animas?.- pregunté con una sonrisa mientras me sentaba en un banco de madera enegrecida cercano al altar. Cerré mis ojos al sentir el impulso ejercido por Mareia, mi protectora alejaba de mi campo energético o chakras a los diferentes espíritus que ansiaban llegar a el mundo terrenal.
El ambiente se notaba tenso, fuera de toda comprensión humana, no por las almas, benditas ellas por cierto, sino por mi decisión de ayudar a aquel peligro con piel de joven bruja. Respiré profundamente al oír esas palabras provenientes de labios juveniles.
- Te ha causado mucho dolor, casi odio, diría.- musité mirando la losa del piso, las cruces de mezclaban con un manto blanquecino, lentamente desabroché mi capa azul y se la puse en los hombros.
- Si permites que te haga una prueba.- hice una pausa mirando el lugar, tenía lo necesario para realizarla.- en éste lugar si quieres, podrías aprender mucho de tí misma, y quizá te oriente en la búsqueda de un nuevo maestro.
Lo que temía era que al intervenir, la pequeña ansiosa de saber llamada Aitziber fuera mi alumna nueva, siendo honesto no creía que tantas brujas tuvieran la necesidad de tener un maestro como yo, que era capaz de abandonar éste mundo como alma para dejar su cuerpo a otros espíritus, algunos buenos, otros despiados pero que cuidaban el puente con el que pisaban tierra.
- ¿ Qué me dices pequeña valiente, te animas?.- pregunté con una sonrisa mientras me sentaba en un banco de madera enegrecida cercano al altar. Cerré mis ojos al sentir el impulso ejercido por Mareia, mi protectora alejaba de mi campo energético o chakras a los diferentes espíritus que ansiaban llegar a el mundo terrenal.
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Re: Susurros que se transforman en ecos…[Libre]
Se sintió algo incomoda al notar las ideas del hombre, una parte de ella gruñía con furia que no necesitaban un maestro, pero otra parte; la que en ese momento dominaba, estaba ansiosa y deseosa de lo que comenzaría. Su cuerpo tembló levemente, mostrando una gran excitación y curiosidad, era curiosa desde siempre, por eso era que se había hecho bruja, porque descubría misterios y poderes que por un simple humano no podría tener.
Cuando sintió la calidez de la capa del mayor, cerró los ojos centrándose en aquella cálida y hermosa energía que esta portaba, creía que toda cosa que transportáramos guardaba un poco de nuestra energía, por eso se mostraba muy recelosa de sus cosas y no dejaba que nadie las tocara, pues temía que las energías malas invadieran sus preciados tesoros.
Mordió levemente sus labios, sintiendo un extraño temor invadir su cuerpo, aquello se mesclaba, ansiedad, miedos… todo y la hacía gruñir, pues se sentía avergonzada de aquellos sentimientos, pero tal vez no había manual para aquel momento, cada persona debía reaccionar ante ese estimulo diferente. Sacudió su cabeza despejando su mente, lo miro desidia y asintió gracia y amablemente mientras se dibujaba una sonrisa en su rostro.
-Mi Señor estoy lista, aunque tengo algo de miedo, estoy lista – bajo por unos momentos la mirada, perdiéndola en el hermoso y brilloso piso de la catedral-No es malo tener miedo ¿verdad?- pregunto sintiéndose desprotegida y como apenas una niña de 10 años.
El miedo era una condición de la mente, el estimulo que nos invadía cuando algo, extraño y sin precedentes, en lo que creemos que nos puede dañar nuestra integridad, llega a nuestras vidas. Ese era el miedo que tenia Aitziber, podría decirse que estaría, su vida dividida por la mitad, el antes y el después de esto…
Cuando sintió la calidez de la capa del mayor, cerró los ojos centrándose en aquella cálida y hermosa energía que esta portaba, creía que toda cosa que transportáramos guardaba un poco de nuestra energía, por eso se mostraba muy recelosa de sus cosas y no dejaba que nadie las tocara, pues temía que las energías malas invadieran sus preciados tesoros.
Mordió levemente sus labios, sintiendo un extraño temor invadir su cuerpo, aquello se mesclaba, ansiedad, miedos… todo y la hacía gruñir, pues se sentía avergonzada de aquellos sentimientos, pero tal vez no había manual para aquel momento, cada persona debía reaccionar ante ese estimulo diferente. Sacudió su cabeza despejando su mente, lo miro desidia y asintió gracia y amablemente mientras se dibujaba una sonrisa en su rostro.
-Mi Señor estoy lista, aunque tengo algo de miedo, estoy lista – bajo por unos momentos la mirada, perdiéndola en el hermoso y brilloso piso de la catedral-No es malo tener miedo ¿verdad?- pregunto sintiéndose desprotegida y como apenas una niña de 10 años.
El miedo era una condición de la mente, el estimulo que nos invadía cuando algo, extraño y sin precedentes, en lo que creemos que nos puede dañar nuestra integridad, llega a nuestras vidas. Ese era el miedo que tenia Aitziber, podría decirse que estaría, su vida dividida por la mitad, el antes y el después de esto…
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Susurros que se transforman en ecos…[Libre]
No sorprendía su accionar, no era de extrañarse el repudio que podría sentir al tocar mi capa su espalda. Mi capa era una protección, algo ganado a través de mis crecimientos y aprendizajes, si todo saldría como se esperaba, como comenzaba a ansiar, ella tendría su capa al terminar los estudios. Sería una gran bruja si controlaba su ansiedad, temores y sentimientos ya que el problema que rodeaba a cualquier brujo yacía en su corazón.
El corazón era lo más maleable que posee un ser humano, sobre todo si aquel portador era un brujo o bruja, todo ser de la noche lo sabía, salvo nosotros mismos que no creíamos que fuera cierto hasta que de repente caí enfermo cuando aquella bella gitana desapareció de mi vida, para así perderse en mi mente y más tarde en el olvido.
- Bien.- dije levántandome de golpe del asiento. Me tapé mis ojos con el sombrero, corrí todos los asientos dejando un lugar libre para armar el circulo y toda la protección requerida.- Ya que mi don no es la adivinación.- me reí.- Necesitaría saber qué dones te acompañan, así la prueba tendrá su consistencia en eso y no en todos.- Miré a mi futura discípula, no pude evitar preocuparme, si bien el temor no era un impedimento, era causante de la ceguera de cualquier don. Tendría que limpiarla antes.
- Aitziber.- susurré con voz calma.- Ven.- estiré mi mano para que la tomara.- Antes de hacer el círculo, tengo que hacerte un conjuro de limpieza de ánima, sólo sentirás que vuelas...- sonreí para inspirarle confianza.
El corazón era lo más maleable que posee un ser humano, sobre todo si aquel portador era un brujo o bruja, todo ser de la noche lo sabía, salvo nosotros mismos que no creíamos que fuera cierto hasta que de repente caí enfermo cuando aquella bella gitana desapareció de mi vida, para así perderse en mi mente y más tarde en el olvido.
- Bien.- dije levántandome de golpe del asiento. Me tapé mis ojos con el sombrero, corrí todos los asientos dejando un lugar libre para armar el circulo y toda la protección requerida.- Ya que mi don no es la adivinación.- me reí.- Necesitaría saber qué dones te acompañan, así la prueba tendrá su consistencia en eso y no en todos.- Miré a mi futura discípula, no pude evitar preocuparme, si bien el temor no era un impedimento, era causante de la ceguera de cualquier don. Tendría que limpiarla antes.
- Aitziber.- susurré con voz calma.- Ven.- estiré mi mano para que la tomara.- Antes de hacer el círculo, tengo que hacerte un conjuro de limpieza de ánima, sólo sentirás que vuelas...- sonreí para inspirarle confianza.
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Re: Susurros que se transforman en ecos…[Libre]
Suspiro largamente mirando al anciano con cierta confianza que a nadie mas podría ganarse, no sabía porque pero se sentía segura en sus alas, de pronto cerro sus ojos y asintió a lo que el mayor decía, sujeto su mano, manteniendo una sonrisa de medio lado. Antes de que el mayor comenzara con su pequeño hechizo, cubrió con sus dos manos la mano de él y susurro.
-Que el Altísimo y supremo maestro te resguarde siempre, Mi señor- susurro con una voz suave y confiada-Muy bien… puede comenzar- dijo mirándolo a los ojos mientras sonreía.
Se acomodo al frente de el, la cálida capa la protegía del frio de la noche y de sus temores, estos comenzaban a desaparecer, se mostro feliz y mucho más tranquila mientras veía al contrario, comenzó a pensar en las experiencias que aquel hombre ¿Cómo había sido en su juventud? ¿Qué cosas habían pasado para que el hombre frente a ella estuviera en ese momento ahí? Eso le mostro otra pregunta e incógnita, cuando terminara aquello tal vez se atreviera a preguntarle, la razón por el cual estaba en ese lugar.
Siempre había sido una chica curiosa y eso era lo que la había llevado hasta donde estaba, los pasos que había dado en su vida siempre habían sido impulsivos, casi nunca pensaba en las consecuencias, tal vez porque estas nunca llegaban, era extraño pero, utilizaba su poder para su propio beneficio y eso no acarreaba ninguna consecuencia.
-Que el Altísimo y supremo maestro te resguarde siempre, Mi señor- susurro con una voz suave y confiada-Muy bien… puede comenzar- dijo mirándolo a los ojos mientras sonreía.
Se acomodo al frente de el, la cálida capa la protegía del frio de la noche y de sus temores, estos comenzaban a desaparecer, se mostro feliz y mucho más tranquila mientras veía al contrario, comenzó a pensar en las experiencias que aquel hombre ¿Cómo había sido en su juventud? ¿Qué cosas habían pasado para que el hombre frente a ella estuviera en ese momento ahí? Eso le mostro otra pregunta e incógnita, cuando terminara aquello tal vez se atreviera a preguntarle, la razón por el cual estaba en ese lugar.
Siempre había sido una chica curiosa y eso era lo que la había llevado hasta donde estaba, los pasos que había dado en su vida siempre habían sido impulsivos, casi nunca pensaba en las consecuencias, tal vez porque estas nunca llegaban, era extraño pero, utilizaba su poder para su propio beneficio y eso no acarreaba ninguna consecuencia.
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Re: Susurros que se transforman en ecos…[Libre]
Cerré mis ojos mientras con mi mano sostenía la derecha de la joven y curiosa bruja. Mi otra mano estaba en su frente sosteniéndola por el momento, comprendí los dones que recibía en ella, poderosos, casi letales de sostener para cualquier humano. Una extraña combinación de magia, eternidad y poderío se concentraba en aquel cuerpo de joven mujer.
- Cuando sienta hacer algo, como reírse, dar giros, cantar o bailar hágalo, es su alma que se eleva para librarla de todo mal.- dije a su oído con suma delicadeza.
Una limpieza de ánima era simplemente dejar que su verdadera alma esté en su cuerpo, sin oscuridad sólo luz, por aquel motivo las almas reían, giraban, incluso lloraban riéndose. Hacía mucho tiempo me habían limpiado el alma, antes de empezar como estudiante de brujería y de espiritismo. Todavía era marinero cuando aquello había ocurrido, la capitanería había aparecido junto con mi desarrollo como brujo calificado.
- Sean bienaventuradas las almas benditas.- comencé a recitar.- Sea adorada la mujer que las gobierna y rey.- me alejé tres pasos de Aitziber, veía como mi capa se tornaba pesada para aquella criatura ya que el alma de la joven bruja comenzaba a hacerse entender con su materia que pensaba tanto en la oscuridad que había dejado de escucharla. La capa azul cayó al suelo, los vidrios de las alturas estallaron. Era el momento de cerrar todos los círculos.
Al cerrarlos con suma presición, en el más grande dibujé un ancla para proteger a aquella bruja. El ancla era símbolo del mar, de la balanza incluso de las almas que todavía viven en el mar. Prendí un cigarro y lo dejé justo arriba del dibujo del ancla, así ninguna alma indeseada se atrevía a importunarnos. Agarré mi capa con cuidado, me la prendí para que no se cayera si tenía que hacer la limpieza para mí mismo.
A lo lejos el párroco, viejo conocido, se había sentado espectante. Sólo asintió y se dejó llevar por una melodía desconocida.
- Cuando sienta hacer algo, como reírse, dar giros, cantar o bailar hágalo, es su alma que se eleva para librarla de todo mal.- dije a su oído con suma delicadeza.
Una limpieza de ánima era simplemente dejar que su verdadera alma esté en su cuerpo, sin oscuridad sólo luz, por aquel motivo las almas reían, giraban, incluso lloraban riéndose. Hacía mucho tiempo me habían limpiado el alma, antes de empezar como estudiante de brujería y de espiritismo. Todavía era marinero cuando aquello había ocurrido, la capitanería había aparecido junto con mi desarrollo como brujo calificado.
- Sean bienaventuradas las almas benditas.- comencé a recitar.- Sea adorada la mujer que las gobierna y rey.- me alejé tres pasos de Aitziber, veía como mi capa se tornaba pesada para aquella criatura ya que el alma de la joven bruja comenzaba a hacerse entender con su materia que pensaba tanto en la oscuridad que había dejado de escucharla. La capa azul cayó al suelo, los vidrios de las alturas estallaron. Era el momento de cerrar todos los círculos.
Al cerrarlos con suma presición, en el más grande dibujé un ancla para proteger a aquella bruja. El ancla era símbolo del mar, de la balanza incluso de las almas que todavía viven en el mar. Prendí un cigarro y lo dejé justo arriba del dibujo del ancla, así ninguna alma indeseada se atrevía a importunarnos. Agarré mi capa con cuidado, me la prendí para que no se cayera si tenía que hacer la limpieza para mí mismo.
A lo lejos el párroco, viejo conocido, se había sentado espectante. Sólo asintió y se dejó llevar por una melodía desconocida.
- Spoiler:
- Off: Espero que ésta respuesta sea de tu agrado
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Re: Susurros que se transforman en ecos…[Libre]
Asintió dejando se llevar, sintió como sus ojos se entrecerraban involuntariamente mientras sentía una leve brisa levantarse entre ellos, noto en el fondo de la oscuridad que sus parpados le proporcionaban algo extraño, una pequeña niña con grandes ojos azules acercándose a ella, llevo sus manos a su pecho asustada, ¿Dónde se encontraba? ¿Dónde había ido su compañero?, pero muy pronto capto que esta era la forma en que aquel pequeño ritual estaba obrando en ella. La niña de ojos Azules y cabello rizado y dorado se acerco a ella, tenía los pies descalzos pero limpios, apenas vestía una bata blanca, pero su lindo cabello estaba arreglado con flores y muy bien peinado. En sus manos, que habían estado cerradas, las aproximo a Ait para que notase lo que tenia, era aquella perla negra con un punto iluminado, la joven bruja no había entendido, esa perla era ella, era su alma que aun no estaba limpia, muy pronto la pequeña levanto su mirada, su atención se centro en la nada.
-Sean bienaventuradas las almas benditas.- retumbo en su cabeza- Sea adorada la mujer que las gobierna y rey – volvió la voz. Cerro sus ojos, pero aun veía a la niña quien se apresuraba a mostrarle como la perla se volvía un hermoso rosado pálido, lleno de armonía, aquella pequeña energía que destellaba en la perla se expandía hasta purificarla completamente.
Su cuerpo cayó en el piso, se sentía pesada, no le gustaba eso, deseaba sentirse libre, pero en ese lugar no había nada que la apresara, solo oscuridad y de desharía de ella. La pequeña sonrió y desapareció al abrir los ojos, pestaño varias veces al ver la capa en el suelo, al ver los vidrios de los ventanales hechos añicos, giro en su eje mostrándose más libre, alegre, como una pequeña de diez años, miraba como el mayor se movía y culminaba con aquel pequeño ritual. Cuando todo culmino sintió como había alguien más en ese lugar, miro de reojo al párroco, mostrándose desinteresada en aquel hombre, la verdad nunca las intereso esa religión.
-Muchas Gracias- murmuro haciendo una reverencia-Maestro- dijo sonriendo mientras su cuerpo se reincorporaba mirándolo con alegría y una gran sonrisa.
-Sean bienaventuradas las almas benditas.- retumbo en su cabeza- Sea adorada la mujer que las gobierna y rey – volvió la voz. Cerro sus ojos, pero aun veía a la niña quien se apresuraba a mostrarle como la perla se volvía un hermoso rosado pálido, lleno de armonía, aquella pequeña energía que destellaba en la perla se expandía hasta purificarla completamente.
Su cuerpo cayó en el piso, se sentía pesada, no le gustaba eso, deseaba sentirse libre, pero en ese lugar no había nada que la apresara, solo oscuridad y de desharía de ella. La pequeña sonrió y desapareció al abrir los ojos, pestaño varias veces al ver la capa en el suelo, al ver los vidrios de los ventanales hechos añicos, giro en su eje mostrándose más libre, alegre, como una pequeña de diez años, miraba como el mayor se movía y culminaba con aquel pequeño ritual. Cuando todo culmino sintió como había alguien más en ese lugar, miro de reojo al párroco, mostrándose desinteresada en aquel hombre, la verdad nunca las intereso esa religión.
-Muchas Gracias- murmuro haciendo una reverencia-Maestro- dijo sonriendo mientras su cuerpo se reincorporaba mirándolo con alegría y una gran sonrisa.
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Re: Susurros que se transforman en ecos…[Libre]
El párroco, aquel que sabía muy bien quien era puesto que más de una ocasión me había dado su ayuda. Claro que, el tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos y con nosotros nuestros ideales se acentúan cada vez con más fuerza, aferrándose en el interior como imaginarias garras.
La melodía indefinida provenía del exterior, el sonar de tambores a lo lejos retumbaba con mayor intensidad en la catedral.
De repente, la oscuridad de la joven se desprendió y el cuerpo de la bruja cayó al suelo provocando así un destello de fuerza capaz de retumbar hasta a un aquelarre completo de brujas.
Sólo la miré, el sonido del tambor provocaba una cierta atención hacia su melodía, definitivamente eran tambores ceremoniales, por otra parte la luz que se veía en los ojos de Aitziber demostraba que la limpieza había sido un éxito, la jovencita estaba lista para empezar con las clases.
El mundo dio vueltas, estaba girando con fuerza, ¿ O era yo quien giraba y giraba al compás de un tambor lejano?.
El párroco corrió en busca de lo necesario, Mareia estaba llegando para bautizar a la joven Aitziber, al parecer estaba a gusto con mi nueva alumna.
Largando carcajadas sin control, el piso comenzó a mojarse lentamente como si se tratara de una lámina de agua.
- Buenas noches...- saludó Mareia ya en mi cuerpo. Como era de costumbre me encontraba vagando por la amplia catedral, las almas me miraban con gesto asustado, sabían que volvería a mi cuerpo tarde o temprano, en cambio, ellas tenían otro destino guardado.
El párroco trajo consigo una falda amplia azul la cual pertenecía a mi guardiana. Le ayudó a ponérsela y prometí que la quemaría cuando volviera, ver mi cuerpo con una pollera de dama era un espectáculo que sinceramente prefería no contemplar.
El espíritu del mar se desabrochó la capa con la excusa de mantenerme lo más alejado posible.
- Para tí no soy tan desconocida...- dijo con su voz éterea mientras se acercaba dando taconazos hacia Aitizber, demostrando que ahora el cuerpo poseía otro espíritu que lo habitaba, ya que yo no llevaba ni por casualidad algo con tacos, y ahora ella se encontraba descalza. Aún así aquellos sonidos se escuchaban con claridad.
Mientras tanto, me encontraba perdido ni más ni menos que en el limbo. Mareia siempre tenía una sorpresa para mí pero en más de una oportunidad demostraba ser la bruja malvada de los cuentos pero manteniendo la compostura era toda una dama.
La melodía indefinida provenía del exterior, el sonar de tambores a lo lejos retumbaba con mayor intensidad en la catedral.
De repente, la oscuridad de la joven se desprendió y el cuerpo de la bruja cayó al suelo provocando así un destello de fuerza capaz de retumbar hasta a un aquelarre completo de brujas.
Sólo la miré, el sonido del tambor provocaba una cierta atención hacia su melodía, definitivamente eran tambores ceremoniales, por otra parte la luz que se veía en los ojos de Aitziber demostraba que la limpieza había sido un éxito, la jovencita estaba lista para empezar con las clases.
El mundo dio vueltas, estaba girando con fuerza, ¿ O era yo quien giraba y giraba al compás de un tambor lejano?.
El párroco corrió en busca de lo necesario, Mareia estaba llegando para bautizar a la joven Aitziber, al parecer estaba a gusto con mi nueva alumna.
Largando carcajadas sin control, el piso comenzó a mojarse lentamente como si se tratara de una lámina de agua.
- Buenas noches...- saludó Mareia ya en mi cuerpo. Como era de costumbre me encontraba vagando por la amplia catedral, las almas me miraban con gesto asustado, sabían que volvería a mi cuerpo tarde o temprano, en cambio, ellas tenían otro destino guardado.
El párroco trajo consigo una falda amplia azul la cual pertenecía a mi guardiana. Le ayudó a ponérsela y prometí que la quemaría cuando volviera, ver mi cuerpo con una pollera de dama era un espectáculo que sinceramente prefería no contemplar.
El espíritu del mar se desabrochó la capa con la excusa de mantenerme lo más alejado posible.
- Para tí no soy tan desconocida...- dijo con su voz éterea mientras se acercaba dando taconazos hacia Aitizber, demostrando que ahora el cuerpo poseía otro espíritu que lo habitaba, ya que yo no llevaba ni por casualidad algo con tacos, y ahora ella se encontraba descalza. Aún así aquellos sonidos se escuchaban con claridad.
Mientras tanto, me encontraba perdido ni más ni menos que en el limbo. Mareia siempre tenía una sorpresa para mí pero en más de una oportunidad demostraba ser la bruja malvada de los cuentos pero manteniendo la compostura era toda una dama.
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Re: Susurros que se transforman en ecos…[Libre]
Yo sólo busco la oscuridad que ha de esconder mis sentimientos y ha de acompañarme en mi soledad
Se sentó en uno de los bancos, su cuerpo estaba liviano y con energía pero ella debía descansar un poco, aun no se sentía del todo completa, pero era de una forma reconfortante, pues sabia que había mas, mucho mas, cerro los ojos para dejarse llevar por la música, era linda, pero algo fastidiosa para su gusto, la catedral hacia que se oyera con aun mas potencia.
Abrió sus ojos y noto que había culminado completamente, sonrió hacia el mayor quien la miraba atentamente, un leve rubor se mostro en sus mejillas, parecía mas joven mas niña de lo que era, por un momento vio extraño a su maestro y eso le preocupo, su semblante cambiaba.
-Se encuentra Bien? – preocupada, levantándose de su haciendo camino unos pasos hacia el, pero de detuvo súbitamente mostrándose un poco seria al oír aquella carcajada, retrocedió levemente mientras posaba su mano en su pecho.
Noto que aquella persona ya no era Amelhíon, era otra persona diferente, cnotanto aquel porte y forma de moverse dedujo que era una mujer, pero ¿Por qué poseía el cuerpo del mayor?, miro al párroco disgustada mientras se acercaba con una falda azul quien se la puso al mayor, debía admitir que se veía muy gracioso, tapo sus labios con su mano para reir bajito mientras se centraba otra vez en ella.
-¿porque lo dice?- pregunto aun son aquella sonrisa picarona en sus labios –perdóneme, pero Usted ¿Quién es? Debo decirle que Amelhíon no me ha dicho nada sobre usted, que caballero con mala educación- murmuro de forma irónica mientras retrocedía un poco hasta sentarse otra vez en el banco.
Le miro tranquilamente, ya sus ojso se habían acostumbrado verlo con falda, centro su mirada en los ojos, aquellos diferente y extraños ojos del hombre, dominado por un espirutu
-Me puede explicar Madame… ¿Por qué no es desconocida para mi?- pregunto de forma seria y sin respeto.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Susurros que se transforman en ecos…[Libre]
" Mareia, señora, compórtese", murmuré en mis pensamientos, ya que un brujo capacitado podía comunicarse con su espíritu guardían. Siempre pensé el porque de aquella dama del mar en mi vida, aún hoy, no lo comprendía, algunas veces creí que era el karma de vidas pasadas pero más tarde comprendía que era la que me comprendía y cuidaba como si siguiera siendo un niño.
Mareía me escuchó puesto que miró al techo de la catedral donde me encontraba en forma de ánima. Sonrió mostrando sus dientes, mis dientes.¡ Qué ridículo me veía con una pollera larga!.
El párroco le sirvió en un vaso agua de mar para que bebiera, la bruja sonrío y se limitó a asentir con su cabeza.
Mareía largó una carcajada, se sentó en el piso alargando su pollera, la cual comenzaba a tomar la forma de las olas del mar.
- Una noche linda fui por la orilla de la playa, vamos a bailar, flores me traeran, el mar estaba calmo, sintió mi perfume...- comenzó a cantar, su voz aguda resonaba por cada ladrillo del lugar. El párroco hizo una reverencia y abandonó la sala. Creo que ya era demasiado para el viejo sacerdote.
Mareía se levantó y se acercó a mi nueva alumna.
- Pequeña, soy Mareia, una mujer que en vida perdí a mi esposo en el mar. Una noche.- de mis ojos salió una lágrima tan verde como el mar por el que navegaba.- Decidí quitarme la vida arrojándome al mar desde ese entonces protejo a brujos como Amelhíon Giovannis Do Crucerois, los cuales casi siempre tienen su vida relacionada al mar.
¡ Mareía me las pagarás!, murmuré apretándome metafóricamente los puños, decir mi nombre completo era una señal de entrega, Aitziber tendría que ser mi alumna, no quedaba otra.
- Aitziber D’ Lemoine.- murmuró la mujer mientras comenzaba a dar giros con su pollera, feliz.- Amelhíon me llamó para bautizarte, así estarás protegida por mí y claro que, por el viejo brujo. Nadie nunca te hará daño.- mientras hablaba daba pequeños saltitos. La lamia y su hijo también estaban en la sala.- Todo brujo, alguna vez soñó con el agua, el agua es mi elemento. Aitziber, eres bruja, una gran bruja. Recién viste a una criatura, una pequeña niña, esa pequeña niña es un alma que yo acobijé hace ya unos cuantos años, justo cuando tú naciste.
Nota de un brujo: Taparle la boca a Mareia, jamás darle una pollera, ni darle de beber nada. Es sumamente peligrosa.
A mi lado, el señor de la noche, la lamia me cubría. Se podía sentir como el calor cubría mi alma, solamente sonreí. Típico de mi guardían. El hijo de Mareia, en su forma espectral comenzaba a jugar con los bancos, al parecer los tres protegerían a la pequeña bruja.
Mareía me escuchó puesto que miró al techo de la catedral donde me encontraba en forma de ánima. Sonrió mostrando sus dientes, mis dientes.¡ Qué ridículo me veía con una pollera larga!.
El párroco le sirvió en un vaso agua de mar para que bebiera, la bruja sonrío y se limitó a asentir con su cabeza.
Mareía largó una carcajada, se sentó en el piso alargando su pollera, la cual comenzaba a tomar la forma de las olas del mar.
- Una noche linda fui por la orilla de la playa, vamos a bailar, flores me traeran, el mar estaba calmo, sintió mi perfume...- comenzó a cantar, su voz aguda resonaba por cada ladrillo del lugar. El párroco hizo una reverencia y abandonó la sala. Creo que ya era demasiado para el viejo sacerdote.
Mareía se levantó y se acercó a mi nueva alumna.
- Pequeña, soy Mareia, una mujer que en vida perdí a mi esposo en el mar. Una noche.- de mis ojos salió una lágrima tan verde como el mar por el que navegaba.- Decidí quitarme la vida arrojándome al mar desde ese entonces protejo a brujos como Amelhíon Giovannis Do Crucerois, los cuales casi siempre tienen su vida relacionada al mar.
¡ Mareía me las pagarás!, murmuré apretándome metafóricamente los puños, decir mi nombre completo era una señal de entrega, Aitziber tendría que ser mi alumna, no quedaba otra.
- Aitziber D’ Lemoine.- murmuró la mujer mientras comenzaba a dar giros con su pollera, feliz.- Amelhíon me llamó para bautizarte, así estarás protegida por mí y claro que, por el viejo brujo. Nadie nunca te hará daño.- mientras hablaba daba pequeños saltitos. La lamia y su hijo también estaban en la sala.- Todo brujo, alguna vez soñó con el agua, el agua es mi elemento. Aitziber, eres bruja, una gran bruja. Recién viste a una criatura, una pequeña niña, esa pequeña niña es un alma que yo acobijé hace ya unos cuantos años, justo cuando tú naciste.
Nota de un brujo: Taparle la boca a Mareia, jamás darle una pollera, ni darle de beber nada. Es sumamente peligrosa.
A mi lado, el señor de la noche, la lamia me cubría. Se podía sentir como el calor cubría mi alma, solamente sonreí. Típico de mi guardían. El hijo de Mareia, en su forma espectral comenzaba a jugar con los bancos, al parecer los tres protegerían a la pequeña bruja.
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Re: Susurros que se transforman en ecos…[Libre]
Qué extraño era aquello, pero bueno, había cosas más extraña, que ella había visto, no podía de dejar ver las expresiones de aquel espíritu en el cuerpo del mayor, le parecía algo perturbador, gracioso e interesante al mismo tiempo. ¡Cuánto odiaba cuando los sentimientos al mismo tiempo! Eran tan perturbadores y simplemente la confundían, pero ese no era el momento de ponerse a revivir cosas que le molestaban. Miro a al espíritu al ver como se ponía a danzar después de tomar aquel vaso de agua que el párroco le había traído para ella.
La explicación que le había dado le había parecido interesante, suspiro largamente mientras se acomodaba uno de los manchones de su cabello corto, escuchaba atentamente a al espíritu mientras cerraba sus ojos de manera pesada, por unos momentos volvió la oscuridad a su vista por los parpados, apenas veía una leve luz, muy débil.
Cuando escucho su nombre, sintió un leve cosquilleo en su cuello, le miro a los ojos mientras aquella mujer comenzaba otra vez a hablarle de su trabajo, aquello le pareció extraordinario, aunque la verdad no tenía enemigos ni nada parecido. Cuando le hablo sobre la niña pudo ver como sus ojitos le brillaron a la joven bruja.
-Asi que era un alma- murmuro. Le miro de reojo mientras se quedaba pensando en aquella niña.
Cuando había nacido ella ¿acaso la pequeña había muerto? Se sintió intrigada con mucha razón, le miro algo confundida y con sus mejillas levemente sonrojadas por aquella emoción.
-Que le paso a la pequeña- pregunto aferrándose a si misma con su manos-Acaso murió?- bajo la mirada.
¡Claro que había muerto! Se sentía estúpida por preguntar algo asi, pero algo mas importante y ¿su maestro? Le miro ladeando su cabeza, no aun no estaba en su cuerpo y aquel espíritu ya le perturbaba un poco, no creía que se acostumbraría a ella.
-¿Y el Señor?- pregunto. Le decía “Señor” por cariño simplemente.
La explicación que le había dado le había parecido interesante, suspiro largamente mientras se acomodaba uno de los manchones de su cabello corto, escuchaba atentamente a al espíritu mientras cerraba sus ojos de manera pesada, por unos momentos volvió la oscuridad a su vista por los parpados, apenas veía una leve luz, muy débil.
Cuando escucho su nombre, sintió un leve cosquilleo en su cuello, le miro a los ojos mientras aquella mujer comenzaba otra vez a hablarle de su trabajo, aquello le pareció extraordinario, aunque la verdad no tenía enemigos ni nada parecido. Cuando le hablo sobre la niña pudo ver como sus ojitos le brillaron a la joven bruja.
-Asi que era un alma- murmuro. Le miro de reojo mientras se quedaba pensando en aquella niña.
Cuando había nacido ella ¿acaso la pequeña había muerto? Se sintió intrigada con mucha razón, le miro algo confundida y con sus mejillas levemente sonrojadas por aquella emoción.
-Que le paso a la pequeña- pregunto aferrándose a si misma con su manos-Acaso murió?- bajo la mirada.
¡Claro que había muerto! Se sentía estúpida por preguntar algo asi, pero algo mas importante y ¿su maestro? Le miro ladeando su cabeza, no aun no estaba en su cuerpo y aquel espíritu ya le perturbaba un poco, no creía que se acostumbraría a ella.
-¿Y el Señor?- pregunto. Le decía “Señor” por cariño simplemente.
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Re: Susurros que se transforman en ecos…[Libre]
La dueña de las playas, se sentó en la silla cercana al atar, acomodándose su pollera me dio a entender que se quedaría por mucho tiempo pero yo, en mi calidad de alma despojada de su cuerpo, podía ver como la pequeña Aitziber se estaba llevando una situación monstruosa. Cerré mis ojos y llamé a Mareia.
" Señora tenga en cuenta que es sólo una niña"
Mareía miró de nuevo hacia arriba y asintió, ella también veía como actuaba la pequeña. No era justo que una peqeña que tenía su vida totalmente oscurecida padeciera más de lo que ya había padecido.
Mareía frunció los labios y con voz señorial le contestó.
- Soy un espíritu del mar, las almas no me corresponden a mí...- hizo una pausa y miró el infinito. Entre las sombras, una mujer de aspecto esquelético que sólo Mareía y yo podíamos ver, vestida de negro, de cabello rubio y largo se acercó a Mareía y le susurró. Ella asintió con la cabeza prestada y retomó la conversación.
- Me dieron permiso de hablar.- se volvió a acomodar la pollera.- Esa niña murió siendo muy pequeña como has podido ver, nació con una enfermedad que sus padres no comprendieron o no quisieron comprender fue entonces que entre los bullicios de un día de fiesta Melinneth, la pequeña, sucumbió ante la muerte.- hizo otra de sus pausas y tomó gran cantidad de agua de mar.- En el mundo espiritual, la pequeña fue conocida como un ángel y desde su muerte quiso ayudar a todas las jóvenes brujas que estuviera sumergidas en depresión o que su vida fuera oscura, logrando así formar un muro el cual jamás podrían atravesar... Eres afortunada porque ella aparecerá en tus sueños dándote cariño y luz.- Al decir ésto se levantó y comenzó a dar vueltas lentas.- Amelhíon Do Crucerois, vuelve hijo mio.
¡ Qué alegría se produjo en mí al escuchar aquellas palabras!, cerré mis ojos y materialicé mi cuerpo. Estaba frío, congelado. De un manotaso saqué esa pollera que tanto molestaba para quedar como antes.
Respiré con dificultad, cuando me estabilicé pude hablar.
-¿ Aitziber?.- pregunté con la voz quebrada, Mareia me había dejado sin peso alguno pero con un dolor en el pecho sorprendentemente agudo.
" Señora tenga en cuenta que es sólo una niña"
Mareía miró de nuevo hacia arriba y asintió, ella también veía como actuaba la pequeña. No era justo que una peqeña que tenía su vida totalmente oscurecida padeciera más de lo que ya había padecido.
Mareía frunció los labios y con voz señorial le contestó.
- Soy un espíritu del mar, las almas no me corresponden a mí...- hizo una pausa y miró el infinito. Entre las sombras, una mujer de aspecto esquelético que sólo Mareía y yo podíamos ver, vestida de negro, de cabello rubio y largo se acercó a Mareía y le susurró. Ella asintió con la cabeza prestada y retomó la conversación.
- Me dieron permiso de hablar.- se volvió a acomodar la pollera.- Esa niña murió siendo muy pequeña como has podido ver, nació con una enfermedad que sus padres no comprendieron o no quisieron comprender fue entonces que entre los bullicios de un día de fiesta Melinneth, la pequeña, sucumbió ante la muerte.- hizo otra de sus pausas y tomó gran cantidad de agua de mar.- En el mundo espiritual, la pequeña fue conocida como un ángel y desde su muerte quiso ayudar a todas las jóvenes brujas que estuviera sumergidas en depresión o que su vida fuera oscura, logrando así formar un muro el cual jamás podrían atravesar... Eres afortunada porque ella aparecerá en tus sueños dándote cariño y luz.- Al decir ésto se levantó y comenzó a dar vueltas lentas.- Amelhíon Do Crucerois, vuelve hijo mio.
¡ Qué alegría se produjo en mí al escuchar aquellas palabras!, cerré mis ojos y materialicé mi cuerpo. Estaba frío, congelado. De un manotaso saqué esa pollera que tanto molestaba para quedar como antes.
Respiré con dificultad, cuando me estabilicé pude hablar.
-¿ Aitziber?.- pregunté con la voz quebrada, Mareia me había dejado sin peso alguno pero con un dolor en el pecho sorprendentemente agudo.
Invitado- Invitado
Re: Susurros que se transforman en ecos…[Libre]
Se sento en uno de los bancos cercanos al altar mientas el espíritu le miraba con cierta censura, ladeo su cabeza mientras seguía buscando aquellas expresiones tan magnificas que podían aparecer en el rostro del Señor Amelhíon.
Lo que había dicho tenía sentido, bueno sentido para Ait, tal vez si hubiera otra persona en ese lugar diría que era un viejo loco vestido de pollera. Su cuerpo se tenso, tuvo que dejar salir aire en un suspiro mientras escuchaba lo que decía aquella mujer.
¿Volvería a verla? Era extraño pero la niña le había causado una linda impresión así que eso le daba mucho ánimos, sonrió mostrando simpatía al espíritu quien al parecer ya había terminado su labor y dejaba al pobre Almehion débil en su cuerpo.
Cuando escucho su nombre corrió para ayudar al mayor, con una de sus manos acaricio su rostro sonriendo –Todo está bien- le ayudo a sentarse bien mientras buscaba un poco de agua, pues lo que el espíritu estaba tomando no era agua normal.
Noto que Amelhíon tenía un dolor en el pecho, pues se lo sujetaba fuertemente, busco agua fresca en una jarra y se lo llevo en un vaso de madera, se sentó en el piso posándoselo en su regazo.
-Que experiencia me ha dado- dijo con un tono burlón al mirar la pollera en el suelo, veía la cólera en los ojos del mayor al haber tenido que utilizar eso, pero a ella le parecía gracioso haber visto un hombre viejo utilizando algo asi. eso no se veía todos los días
Lo que había dicho tenía sentido, bueno sentido para Ait, tal vez si hubiera otra persona en ese lugar diría que era un viejo loco vestido de pollera. Su cuerpo se tenso, tuvo que dejar salir aire en un suspiro mientras escuchaba lo que decía aquella mujer.
¿Volvería a verla? Era extraño pero la niña le había causado una linda impresión así que eso le daba mucho ánimos, sonrió mostrando simpatía al espíritu quien al parecer ya había terminado su labor y dejaba al pobre Almehion débil en su cuerpo.
Cuando escucho su nombre corrió para ayudar al mayor, con una de sus manos acaricio su rostro sonriendo –Todo está bien- le ayudo a sentarse bien mientras buscaba un poco de agua, pues lo que el espíritu estaba tomando no era agua normal.
Noto que Amelhíon tenía un dolor en el pecho, pues se lo sujetaba fuertemente, busco agua fresca en una jarra y se lo llevo en un vaso de madera, se sentó en el piso posándoselo en su regazo.
-Que experiencia me ha dado- dijo con un tono burlón al mirar la pollera en el suelo, veía la cólera en los ojos del mayor al haber tenido que utilizar eso, pero a ella le parecía gracioso haber visto un hombre viejo utilizando algo asi. eso no se veía todos los días
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/10/2011
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Re: Susurros que se transforman en ecos…[Libre]
Mareia.- murmuré casi sin aire.- ¡ Vaya que guardiana feroz que tengo!.- dije al aire, entre la angustia y la preocupación de tener que ir ante viejos brujos, más viejos que yo para que curaran aquel fuerte dolor proveniente de mi pecho.
Mi joven alumna se encontraba allí, ¿ Cúando vino hasta donde estaba?, no había escuchado sus pasos. Tomé con gestos bruscos el vaso con agua dulce que Aitziber me había servido, el frío recorrido que había dejado el agua salada se iba alejando cuando el otro agua pasaba por mi garganta.
- Menuda forma de presentación, siento mucho que conocieras a la loca...- miré hacia arriba y vi aquella luz celeste que caracterizaba a mi guardiana.- Por eso decía que conocieras a Mareia.- El agudo dolor se iba retirando, mi corazón comenzaba a latir con total normalidad.
Sebastían, el padre que había ayudado a la bruja del mar, tomó la pollera con discreción y pensando que de seguro estaba tan ocupado con mi vuelta a tierra que no lo había visto, la agarró, la dobló en forma prolija y se dispuso a guardarla.
- ¡ Sebastían!.- grité mientras me ponía de pie y le daba a mi joven alumna la mano para que ella se levantara del suelo.
El padre curvó los hombros, me miró con la expresión de un niño que acaba de hacer una de las suyas.- La pollera, Sebastian.- Mi mirada se clavó en la de él.
- Amelhíon sin ella no vivirías.- comenzó a protestar.- Recuerda cuando te quedaste sólo en el...- Lentamente, me acerqué a él.
Temblando comenzó a rezar.- No seas tonto que no te haré daño, sólo.- hice una pausa.- Sé que quieres a Mareia, entonces guarda la pollera en una caja de madera bien sellada, llévale una canasta con flores blancas, espejos, peines, perfumes, la mejor botella de champagne y luego arrojas todo eso al mar, cántale su canción, ya sabes la de : Una noche linda... y luego le dices lo que quieres, pero aleja esa pollera del resto de mi vida.¿ podrás hacerlo?.
Sebastían, que tenía un corazón noble pero temeroso asintió.- Lo haré Amelhíon.- Sus temblores habían pasado, y así con lo que le había dicho desapareció por una de las tantas puertas cercanas al altar.
Me volví a acercar a Aitziber.-¿ Cómo te encuentras, pequeña Aitziber?.- pregunté preocupado.
Mi joven alumna se encontraba allí, ¿ Cúando vino hasta donde estaba?, no había escuchado sus pasos. Tomé con gestos bruscos el vaso con agua dulce que Aitziber me había servido, el frío recorrido que había dejado el agua salada se iba alejando cuando el otro agua pasaba por mi garganta.
- Menuda forma de presentación, siento mucho que conocieras a la loca...- miré hacia arriba y vi aquella luz celeste que caracterizaba a mi guardiana.- Por eso decía que conocieras a Mareia.- El agudo dolor se iba retirando, mi corazón comenzaba a latir con total normalidad.
Sebastían, el padre que había ayudado a la bruja del mar, tomó la pollera con discreción y pensando que de seguro estaba tan ocupado con mi vuelta a tierra que no lo había visto, la agarró, la dobló en forma prolija y se dispuso a guardarla.
- ¡ Sebastían!.- grité mientras me ponía de pie y le daba a mi joven alumna la mano para que ella se levantara del suelo.
El padre curvó los hombros, me miró con la expresión de un niño que acaba de hacer una de las suyas.- La pollera, Sebastian.- Mi mirada se clavó en la de él.
- Amelhíon sin ella no vivirías.- comenzó a protestar.- Recuerda cuando te quedaste sólo en el...- Lentamente, me acerqué a él.
Temblando comenzó a rezar.- No seas tonto que no te haré daño, sólo.- hice una pausa.- Sé que quieres a Mareia, entonces guarda la pollera en una caja de madera bien sellada, llévale una canasta con flores blancas, espejos, peines, perfumes, la mejor botella de champagne y luego arrojas todo eso al mar, cántale su canción, ya sabes la de : Una noche linda... y luego le dices lo que quieres, pero aleja esa pollera del resto de mi vida.¿ podrás hacerlo?.
Sebastían, que tenía un corazón noble pero temeroso asintió.- Lo haré Amelhíon.- Sus temblores habían pasado, y así con lo que le había dicho desapareció por una de las tantas puertas cercanas al altar.
Me volví a acercar a Aitziber.-¿ Cómo te encuentras, pequeña Aitziber?.- pregunté preocupado.
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