En las profundidades del bosque (Dante)

por **Shanon Owen** Vie Jun 25, 2010 10:16 am

Hacía ya una hora que la noche había sobrevenido. Al salir de mi castillo había salido a pasear, por así decirlo, por las calles de la ciudad, pero el fin verdadero de esa salida había sido simple y llanamente el buscar alimento. ¿Mi presa?, pues resultó ser un hombre de unos 35 años, el pobre ingenuo pensaba que me atraía de verdad y no me costó ni dos segundos llevarle hasta un callejón, apartados de miradas indiscretas para que nadie pudiera descubrirme y así poder acabar con su vida de forma rápida y eficaz.
En pocos minutos había conseguido saciarme completamente, sintiéndome ahora más fuerte y viva, si es que se podía considerar de tal modo, puesto que después de tantos años siendo vampira había olvidado por completo que era eso. Me había convertido en una asesina, sin corazón, una mujer que lejos de las convenciones sociales hacía lo que quería cuando quería. Si quería diversión la tenía, sin importarme los demás. Mi carácter era frío como el hielo, no temía a nada ni a nadie, me había encontrado ya con todo tipo de gente con muy diversos caracteres y ciertamente ya no me sorprendían.

Las calles después de mi, llamémoslo cena, estaban ya casi vacías y no me apetecía seguir por allí, así que siguiendo mis impulsos y apetencias di media vuelta y me dirigí hacia el bosque. Para ello cogí mi coche en contra de lo que mis criados querían, pero sabían de mi carácter y de la suerte que podían correr con solo llevarme la contraria, por lo que al poco tiempo me encontraba ya allí. Lo dejé en los límites forestales y comencé a caminar por entre los árboles, sumiéndome poco a poco dentro de la espesura para llegar hasta el corazón de ese bosque. Todo el terreno estaba en tranquilidad, solo se podía escuchar los ruidos de los animales que por allí moraban. Después de adentrarme lo que consideré, pude divisar el tronco de un árbol partido, un perfecto asiento natural improvisado. Me senté en él, recostando mi espalda en la mitad que aún quedaba en pie y extendí mis piernas a lo largo del tronco caído, quedando así recostada en él. Apoyé la cabeza contra el tronco y cerré los ojos, sumiéndome en mis pensamientos, que acabaron interrumpidos por el sonido de las pisadas de alguien que se acercaban, mas me quedé así hasta que pude sentir cómo quien se acercaba se encontraba cerca mio y solo entonces los abrí para ver de quien se trataba, fijando mi mirada en la suya, quedando la situación en silencio, hasta que uno de nosotros lo rompiera....

por Invitado Sáb Jun 26, 2010 12:52 pm

Noche fría, noche dura, noche oscura, noche llena de amargura.
Reza por mí, perdona mis pecados y compadece mi maldita alma.
Déjame beber de tu sangre y muéstrame siempre tu ambigua dulzura.
Oh, concédeme otra oportunidad que malherir... para poder hallar mi cura.

La noche caía sobre ese frondoso bosque mientras sus pisadas hacían crujir las ramitas del bosque. En su macabra mente sonaba la dulce melodía jovial del circo. Esa música circense se propagaba cual ponzoña por todos y cada uno de los recónditos rincones de su oscuro ser, logrando que sus andares fuerzan danzantes y seguidos. La luna lo miraba fijamente, sin caer en el motivo por el cual ese varón de aspecto aristocrático era como era o hacía lo que hacía. Y es que nadie podía averiguar esos porqués, dado que ni el mismísimo dantesco Dante era consciente de los mismos. Se podría decir que actuaba sin pensar, pero sería ser hipócrita. Su sonrisa lucía ejemplar esa tenebrosa noche.

Sí, los extremos de sus labios se curvaban hacia arriba hasta límites insospechados, conformando una sádica sonrisa... atractiva, pero sádica. Sus brazos se extendieron a modo de alas y saltó por encima de un cadáver que sus manos férreas se cansaron de arrastrar. Y allí lo abandonó sin más para seguir adentrándose en la maleza de un oscuro bosque que lo abrazaba como madre a su hijo. Sus manos ensangrentadas goteaban ligeramente mientras él hablaba solo, pensando en voz alta, o sencillamente retando a la nada a regalarle una oportunidad de ser como un niño con un juguete nuevo. Necesitaba otro juguete, otro títere... otra víctima. ¿Humana? No necesariamente.

Sus ojos teñidos de color niebla escrutaron a lo lejos a una mujer acomodada de un modo agraciado encima de un malherido árbol roto como su marmóreo corazón que luchaba por latir sin jamás llegar a conseguir ni un leve temblequeo. Las ramas de los árboles se movieron de forma feroz, tratando de advertir a la dama que no se dejara ver, o intentando auyentar al nuevo miembro de la escena. El vampiro de labios impecables pero manos ensangrentadas la miró fijamente. En su boca se asomaba el mango de una daga que la calidez de su boca albergaba en su interior. Su pérfida lengua besaba y lamía ese filo metálico, cortándose repetidas veces de modo que su propia sangre emanaba de esas heridas calenturientamente supurantes. - Alo alo... alomejornoestoy... - Siseó a la nada, mirándola.

por **Shanon Owen** Lun Jun 28, 2010 12:40 pm

Mi vista se clavó instantes después en la elegante figura que emanaba de la oscuridad. Su pose y andares eran elegantes, pero algo en mi interior me decía que eso no era más que una máscara tras la cual escondía su verdadera identidad.
Ante la gente simularía ser un miembro más de la Alta Sociedad, pero cuando las calles quedaban desiertas seguramente emergería de su interior su verdadera personalidad.
Noté enseguida que a pesar de que sus labios y vestimenta estuviera impecable, sus manos no obstante estaban ensangrentadas, goteando lentamente, dejando un apenas visible camino de sangre. El cadáver de su víctima lo había dejado más atrás, y eso podía saberlo porque el olor de aquella persona aún llegaba a mí, el olor de los restos de sangre.
Click, click, click….. Las gotas caían, haciendo del momento algo más oscuro y misterioso, ya que era el único sonido que se atrevía a romper aquel silencio que parecía haberse instaurado de pronto en el bosque.

Una extraña sonrisa, atractiva a la par que sádica, se extendía por su rostro, dándole una imagen algo estremecedora pero muy atrayente a la vez, y es que no había nada que me llamara más la atención que los peligros y él mismo parecía ser uno. La brisa corrió fiera en un instante, como si fuera un aviso a mi persona de que una amenaza se acercaba, pero hacía falta mucho, pero que mucho más que eso para que me asustara ciertamente, y es que los avisos naturales me parecían más una casualidad que algo que pudiera ser considerado real y verdadero. Susurros ininteligibles salían de por entre sus labios, y es que parecía ser que se encontraba pensando en voz alta, por lo que decidí mantenerme en silencio hasta que esas reflexiones y monólogo interior se extinguieran.
Sus ojos se posaron en mi silueta, acomodada todavía en el tronco del árbol caído, mientras se acercaba pude ver cómo un rayo de luna producía un leve destello en algo que el vampiro traía dentro de su boca. Según enfoqué mejor la vista pude apreciar que se trataba del mango de una daga, podía sentir el olor de su sangre, seguramente proveniente de su lengua, mientras veía como finos hilos de sangre salían de entre las comisuras de sus labios, algo que me hizo relamer de placer, ya que un impulso creciente en mi interior me llamaba a levantarme y probar esa sangre, pero por el contrario mantuve la postura en todo momento, controlada y serena.

Su susurro provocó que una media sonrisa se extendiera por mi rostro, a la par que enarcaba una ceja. ¿Qué me quería decir con aquello?, que acaso era ¿un espejismo?, ¿un sueño?, ¿algo irreal?. Por favor mi mente no me producía engaños como aquellos, quizás en la frágil y corruptible mente de un simple humano pudiera ocurrir así, ya que manejarlas y hacerles creer lo que no era, era muchas demasiado fácil y aburrido, por lo que le contesté en otro susurro, pero mirándole a él – Siento discrepar… pero mi vista me dice lo contrario…. – Suspiré y me senté mejor, dejando colgar mis piernas por la parte más elevada de la mitad del tronco caída, recostando mi hombro derecho en la parte en pie – Así que yo creo que usted sí esta…. – Mi mirada se alzó al cielo, mientras el otro vampiro seguía con sus cavilaciones y acercándose a su ritmo - ¿O acaso preferiría no estar… no existir? – Dije en un nuevo susurro, ausente, más como si se dirigiera a mi subconsciente que a él y es que muchas veces se me había pasado por la mente el no existir, el dejar de ser el monstruo que era, pero afortunadamente esos momentos depresivos pasaban rápidos y hacía mucho que había dejado de sentirme así para empezar a sentirme segura, poderosa y sobretodo… temible y temeraria, sobre todo temeraria.

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