Siempre se puede tener algo de suerte (Aithan Belth)

por **Alfred Wilfred** Miér Oct 26, 2011 9:08 pm

Hacia ya un tiempo no muy largo que había llegado a París, si bien aun no me acostumbraba del todo a la vida de un pobre iba conociendo más como me podía arreglar y como conseguir algo de dinero. Ya había entrado a trabajar en el burdel aunque los clientes no abundaban, gracias si lograba tener alguno por noche. Por suerte ahora había logrado encontrar una pequeña habitación de una señora un tanta rara pero de alma bondadosa que no era muy exigente con el dinero y me la había rentado.

Esa tarde había decidido ir a dar unas vueltas por las pintorescas calles de la ciudad del amor y la revolución. Así es como camine y camine viendo cada majestuoso paisaje y encontrando todo muy bello y limpio. Ese día estaba de buen humor, no sabia si era por el increíble día soleado que había o porque simplemente me encontraba bien. Me aseguraría que así continuara ya que no quería volver a deprimirme, por una vez desde que había llegado a Francia todo comenzaba a tomar su rumbo.

Llega hasta un parque hermoso, todos los pajaritos dando vueltas entre los senderos que marcaban los arboles que apenas guardaban las ultimas hojas de ese otoño que se hacia largo entre las estaciones. Así es como me acerque a un modesto banco de madera y me quede allí sentado observando cada hermosa escena de la increíble naturaleza cautivadora.

Cuando ya cansado de mirar y mirar saque mi libro que guardaba con gran importancia en mi bolso de cuero marrón claro. Era un libro sobre la revolución francesa que solo me faltaban algunas hojas por leer y que me daba la gran inspiración de mis ideas que cada vez fluían mas por mi mente aceleradamente. Así fue, pues, como estuve leyendo un buen rato, aún no recuerdo el tiempo que me había tomado, lo que se es que cuando aquel joven de belleza única se acerco para sentarme junto a mí los faroles altos y negros de aquella majestuosa plaza ya se habían encendido iluminando cada uno de sus escondidos rincones. - Buenas noches- le dije al muchacho en un tono alegre y cortes.