Cuando encontramos a quien proteger {Helen J. Cossette}

por **Antonio Velázquez** Mar Nov 01, 2011 5:00 pm

Corro a través de los arboles del bosque oscuro, iluminado sólo por la luna, apenas visible entre todas las nubes que la cubren. Mi camisa sigue dentro de mis pantalones y estos no tienen mas que un poco de tierra a su alrededor, mis zapatos no tienen tanta suerte.

Me detengo frente a un lago pequeño, ahí está el hombre, hincado ante el agua, con una herida de espada en el costado derecho del cuerpo. Al verlo, desenfundo a Homura, que parece quemarme la piel al tocarla, como si latiera de emoción ante el próximo cazador que asesinare. Yo sólo respiro aliviado.

-Eres bueno, lobo-dice el hombre, jadeante y tosiendo algo de sangre-pero yo soy mucho mejor.

No hago caso a sus palabras, me acerco lentamente hacia él. Mientras camino me voy quitando la ropa hasta quedar casi desnudo, pues se que la sangre que derramara dejara una marca mas allá que una simple gota.

-Eres un cazador que a llevado a los de mi especia al sufrimiento, ahora te mostrare lo que es el dolor-le digo con enojo

El hombre no contesta, simplemente saca de su capa una esfera negra con una mecha encendida a punto de de acabarse. Apenas tengo tiempo de reaccionar para cubrirme el pecho y la cara, antes que la explosión me arroje metros del lugar para quedar desmayado.

No se si paso toda la noche o fueron varias, pero al levantarme, mi cuerpo se recupera por completo de la herida y me dirijo al pequeño lago a bañarme. El agua se torna de color negro mientras el hollín de la bomba y la pólvora se esparce, creando un remolino que se borra hasta llegar al fondo.

Baje mi guarida esta vez, en el lugar donde solía estar el hombre, solo hay un trozo de carne negra, humeando, dejando en el aire un aroma a putrefacción y fuego. El maldito tiene el descaro de morir para tratar de matarme, como si fuera tan honorable como mi maestro en Japon me decía ¿Qué tiene de honorable morir si tu adversario sigue en pie? Que desperdicio de vida.

Al salir me pongo la ropa, que parece mas limpia, por lo que me lleva a pensar que llevo varios días inconsciente y que la lluvia llego en el intervalo.

A unos kilómetros esta el área de gitanos, no es el mejor lugar para vivir, pero he estado ahí el suficiente tiempo como para sentirme como ellos, un ser sin hogar, abandonando el mundo, viajando de un lado a otro.

En la entrada del área, aun separada de las tiendas, donde nadie podría ver, observo a una joven rubia, bastante hermosa a decir verdad. Le sonrío

-Buenos días, señorita-mientras espero su respuesta puedo ver sus manos con manchas negras de hollín.

Abro los ojos por reflejo ¿Si la muchacha vio la escena? Eso me expone como un asesino, como un hombre sin piedad y un monstruo ¿Tendría que matarla también a ella?

por **Helen J. Cossette** Miér Nov 02, 2011 10:27 am

Había estado esperando tantas cosas en esta vida que no me había puesto a pensar en los problemas de los demás, ni siquiera me había atrevido a imaginarme lo que alguien podría llegar a hacer solamente por mero placer o por la simple necesidad de querer tener una existencia especial entre tantos seres que habitamos el planeta.

Yo, no sabía que era aquello. Aquel hombre que hacia algunos días atrás había caído a la hierba todo lleno de hollín con heridas extrañas y un olor que no sabría diferenciar a simple olfateo; lo único de lo que podía estar segura es que aquel ser no era un humano, estaba bastante segura de que se trataba de una bestia sangrienta con sed de sangre y venganza.

¿Qué beneficios le traería matar a aquel humano de ropajes extraños? Bueno, yo había matado también, aunque siempre había sido por unos momentos que se salían de mis manos. ¿ Él Era un vampiro asesino de cazadores? ¿Un cambiaforma? En realidad no querría saberlo jamás, pero si por casualidades de la vida él llegara a verme alguna vez seguro que sabría apreciar la presencia extraña que se acercó a él mientras estaba inconsciente al igual que yo; mi percepción de poder siempre había sido de ayuda cuando trataba con un ser superhumano, pero era en estos momentos en que en realidad no quería saber nada de esta habilidad, no quería que él me encontrara.

¿Y si me asesinaba solamente por haber visto todo? ¿Lo habría notado? Trataba de maquinar en mi cabeza varias formas de evadir la situación para no enfrentarla, me sentiría atada de por vida a algo intangible, si es que salía viva claro. No había echo nada luego, solamente lo había dejado a su suerte todo cubierto de hollín, aunque me había manchado las manos al instante.

"Buenos días, señorita" Fue todo lo que escuché antes de girarme y cruzarme con aquel ser del que huía casi inconscientemente. Pude sentir como empecé a sudar frío y a ocultarme las manos detrás de la espalda. No quería ser víctima de una cólera por haber visto aquella escena que trataba de borrar de mi cabeza

—Buenos días— respondo con voz altiva y cabeza en alto sin dejarlo de mirar... Era un licántropo, su presencia hablaba por sí sola. ¿Qué hacía aquí? ¿Simplemente no podía dejar todo atrás? Esperaba que en realidad no supiese ni la mitad de lo que yo había presenciado con el horror grabado en mis pupilas. —¿Qué desea?— Le termino por interrogar luego de algunos segundos de meditación para lograr que mi mente se calmara.

por **Antonio Velázquez** Dom Nov 06, 2011 8:42 pm

Respiro tranquilamente, al acercarme puedo sentir su aroma. Me recuerdo a la sensación del roció por las mañanas en el campo.
Recuerdo la sensación de correr entre los ríos, mis pies descalzos sintiendo la tierra húmeda. Mis manos tomándose de los troncos para saltar y luego el golpe frio del agua en el cuerpo.

Por un momento me transporto a mi pasado, a las risas de mis hermanos y mi familia, mi niñez, antes de ser un guerrero, antes que la sangre cubriera mi cuerpo casi día a día, mucho antes que tomara mi primera hacha y ganara mi primera guerra.

-Su aroma es muy dulce señorita-le digo sonriendo, sin dejar caer la funda falsa de los planos de mi hombro-pero parece estar mezclado con otros.

Lo cierto es que pude sentir el olor a hollín y a piel quemada, de seguro ella estuvo en el lugar. No es agradable que una persona inocente vea como quedo una de mis victimas, aunque no haya sido yo el que lo mato.

Mi sonrisa se borra, doy un salto hacia atrás y dejo caer la funda a la tierra. Al hacerlo, la tapa falsa se despega con el golpe y el golpe contra el suelo hace que la funda verdadera de mi espada salda hacia mi mano. Un truco que aprendí de los hindús.

La verdadera funda de Homura es negra y brillante, con un hilo delicado de color rojo del que cuelga una moneda de oro azteca, esta suena suavemente contra el viento.

-Su aroma, metal, cuchillas, sangre-le digo sosteniendo mi arma- No es cualquier gitana. ¿Cazadora acaso?-le digo con frialdad mientras me aseguro que nadie mas este cerca.

Por la hora, la mayoría del campamento debe de estar en la ciudad, haciendo lo que mejor hacen, vivir a expensas de otros, justo como yo.

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