Descanso al atardecer [Everett L. Middleton]

por **Branwen Fokker** Sáb Nov 05, 2011 1:40 pm

El sol acababa de caer, el cielo aun se veía con tintes dorados, las luces se encendían por todos lados; las hojas de los árboles no dejaban de caer, el viento no era tan fuerte, mas bien, se sentía agradable. Los locales nocturnos comenzaban a abrir sus puertas, los niños ya habían abandonado el lugar y solo quedaban algunas parejas en su último paseo del día, o personas solitarias que disfrutaban de la última luz diurna.

La vampira violinista salía desde un callejón, algo agitada, con su fiel instrumento siempre a su lado; detrás de ella, dejaba un cuerpo sin vida de un hombre. Limpió con sus largos dedos una pequeña mancha de sangre que aun quedaba en sus labios. Su apariencia se veía más humana después de alimentarse, sus mejillas tomaban más color y hasta su cuerpo irradiaba calor; se camuflaba perfectamente entre los demás mortales.

Se deslizó con elegancia entre las personas que aun transitaban por las calles. Las damas siempre le propinaban miradas de recelo y escándalo por su apariencia; a diferecia de ellas, Branwen rasgaba las finas telas y el encaje, sobre todo de sus faldas, dejando entre ver sus medias, no era bien visto exponer de esa forma su cuerpo; pero ella disfrutaba observando aquellas miradas inquisitivas, era una suerte de burla y satirización a las costumbres...eso le encantaba.

Tomó asiento en uno de los bancos de la plaza, se sentía relajada y satisfecha, abrió el estuche de su violín y extrajo un maravilloso Stradivarius, comenzó a tocar algunas notas desinteresadas, improvisando un poco algunas sencillas melodías, nada serio, solo buscaba jugar un tiempo con su instrumento; mientras esperaba algún acontecimiento interesante...Los humanos nunca dejaban de sorprenderla.

por **Everett L. Middleton** Sáb Nov 05, 2011 2:13 pm

habíamos acabado de llegar y ya a mi pequeña hermana le recientía el clima Parisino.
no podía creer que su frágil cuerpo ya estuviera mal por estar en una nueva ciudad.

Después de descargar las maletas en la mansión donde íbamos a residir llame a una enfermera conocida de mi padre. la mujer anciana y algo rellena, llego casi inmediatamente y empezó a atender a la pequeña Eloise, sin embargo yo no podía estar presente mientras eso sucedía, eran "cosas de mujeres" y por supuesto yo no debía estar ahí
expulsado de mi propia casa camine por las calles parisinas como alma en pena, mirando hacia el cielo y con un paso lento.

mis pasos carecían de la gracia que le sobraba a mi hermana, mientras ella parecía danzar yo casi sentía como si con cada paso dejara enormes hoyos en el suelo, como si con cada paso fueran a salirme raíces y dejarme plantado en el suelo.

Los pasos que me guiaban por parís, me llevaron hasta un parque, un parque evidentemente desconocido para mi ya que era mi primera vez en esa ciudad. el parque se empezaba a quedar solitario a medida que los segundos pasaban y el cielo se vestia con un hermoso traje oscuro y de lentejuelas brillantes en dorado.

Las pequeñas luces celestes se mostraban despacio a medida que el astro sol se despedía de este lado de la tierra, entre un suspiro leve escuche las notas de un violín... el inconfundible sonido de un majestuoso Stadivarius se colaba por el aire y lo acariciaba como un trozo de seda sobre una piel tibia que se eriza con el tacto,era un sonido casi sensual que me llamaba como la flauta de un faquir a una serpiente.

Caminé hasta llegar a la frente del sonido. una mujer de piel pétrea y cabellos de fuego hacia sonar el magnifico instrumento mientras descansaba su cuerpo en una banca de madera en medio del parque.
su vestimenta era obviamente muy llamativa, mi mirada la escrutó despacio, notando la desfachatez que evidentemente era a propósito, al parecer para llamar la atención.

Me detuve a escasos pasos de la mujer y me quede mirando el instrumento mientras su sonido acariciaba otros de mis sentidos.
no me atreví a hablar, no era apropiado que un hombre como yo entablara una conversación con una mujer así, mucho menos estando solos en medio de de un parque

por **Branwen Fokker** Sáb Nov 05, 2011 2:38 pm

La inmortal continuaba acariciando las cuerdas de su instrumento con el arco cuando sintió una presencia que resaltaba del resto, ¿por qué? porque sabía que la atención estaba puesta en su violín.

Su majestuoso instrumento siempre tuvo un efecto de imán sobre las personas, tanto por su maravilloso sonido como por su virtuosa interpretación. Entonces fijó su vista en quien se acercaba; vió como un hombre se acercaba a grandes trancos...a él no lo había visto por la ciudad; a pesar de que ella había despertado hacía muy poco tiempo de su doloroso sopor, ya identificaba la mayoría de los rostros de la ciudad, ya que se había dedicado a explorar el nuevo París que se abría ante sus ojos, distinto al París que había visto por última vez al caer dormida hacía unas décadas atrás.

La actual situación, durante su vida en Alemania, jamás se habría dado, tan solo...¿quién imaginaría a una jovencita de clase alta a esas horas y de frente a un hombre desconocido? En esos tiempos, seguramente habría huido con su mirada baja y sus mejillas carmesí...pero no ahora. Inexplicablemente disfrutaba de esa sensación de descaro, de sentirse más libre que las típicas damas; ya no le gustaba reprimirse, aunque siempre conservaba sus elegantes gestos y modales.

La melodía que salía ahora de su violín era algo más compleja y elaborada, pero no quería exagerar, eso podría dejar en evidencia su naturaleza, y no era su intención revelar su real identidad; cuando no pensaba en alimentarse se conservaba serena y en el anonimato.

Posó su vista en el hombre que se encontraba a unos pasos de ella y sonrió pensando "que maravillosos son los humanos"; hizo una pequeña inclinación con su cabeza a modo de saludo, sin dejar de sonreír y tocar.

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