Empieza la búsqueda [Libre]

por **Dave Saint-Bonnet** Lun Nov 07, 2011 5:51 am

Tras años cazando seres sobrenaturales en bosques, pueblos y montañas tocaba la parte más difícil de mi nuevo trabajo desde que me reclutaron hace un par de meses. Mi coto de caza ahora no era otro más que la capital del país que me vio nacer. Pensé detenidamente en mi celda donde podría encontrar algo a lo que echarle la mano. Me preparé a conciencia nada más salir y dirigirme a la armería. Me puse unas ropas simples, sin llamar la atención, no tenía colores vistosos ni intensos, tampoco de negro pues en cierto modo es un foco. Mi collar hecho con dientes de licantropos y vampiros oculto bajo la camisa. Me coloqué dos dagas de plata en el cinturón que quedaban ocultas por el abrigo. Un frasco de agua bendita, sabía que era inútil, pero haría que aquellos seres pensasen que no era más que otro cazador paleto que nunca había peleado contra los monstruos de verdad.

Salí en dirección al cementerio ya que era el lugar más típico donde poder encontrar vampiros como mínimo, pero la verdad es que no me importaba mucho, era más una misión de reconocimiento que de caza. Fui hasta el lugar justo cuando la luz del sol desapareció ya que merodear por el cementerio a altas horas de la noche era algo sospechoso, así que empecé ha pasear por allí mirando lápidas esperando a que algo pasara.

por **Alfred Wilfred** Lun Nov 07, 2011 12:15 pm

No se que idea se me cruzó por la cabeza cuando decidí ir al cementerio, es que si allí no había nadie a quien yo pudiera llorarle, tal vez era por que lo quería conocer, nunca había estado en un cementerio, de hecho no era para nada religioso, y entrar en un territorio santo para mi era como una fakta de respeto, va como yo no creía en nada tampoco me interesaba si lo era o no.

El lugar era todo un atractivo turístico, lleno de caminos de aquí para allá rodeados por hermosas flores, por lo general eran rojas, rojas como la sangre cuando tiene contacto con el oxígeno del aire. Había poca gente allí caminando y viendo algunas tumbas. Lo que más me llamo la atención fue una pobre senora arrodillada en lo que parecía llorarle al marido, o valla a saber a quien, toda vestida de negro, muy elegante, con su sombrero y ese tul que le tapaba la cara. Pero parecíoa triste, sin siquiera con las fuerzas como para levantarse.

Estaba oscureciendo y yo aún en el cementerio, me había sentado en un banco de uno de los tantos senderos, que parecía el recorrido de todas las venas en nuestros cuerpos. Leía un libro, era una novela de Shekspear, muy interesante y atrpante.

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